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Eujanian y Giordano - Las Revistas de Izquierda

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LAS REVISTAS DE IZQUIERDA Y LA FUNCION DE LA LITERATURA: ENSENANZA Y PROPAGANDA por Alejandro Eujanian y Alberto Giordano Revistas de izquierda y cultura argentina Las revistas literarias de la izquierda argentina de los afios veinte se instalan en un campo marcado por un conjunto de transformaciones que comienzan a producirse en el mercado de consumo de bienes cul- turales hacia fines del siglo xix. Desde 1872, afio de la aparicién de El gaucho Martin Fierro, se hace evidente la formacién de un publico po- pular notablemente ampliado como resultado de las politicas estatales de alfabetizacién, la continua llegada de inmigrantes que encuentran en la literatura criollista un medio de integracién social y la generacién de espacios de difusién y circulacién de publicaciones alternativos a los exclusivos Ambitos de Ja elite cultural.! A este proceso se asocia la emergencia de un nuevo tipo de escri- tor, ajeno a los espacios de socializacién propios de la elite letrada y a los canales de legitimacién y consagracién vinculados con ella, que centra sus expectativas de retribucién simbélica en empresas cultura- les orientadas a satisfacer las demandas de ese nuevo ptblico al que la lectura se le aparece como un medio no sélo de integracién sino tam- bién de ascenso social. Cada una de las revistas literarias de la izquierda argentina del pe- rfodo intenta dar forma a este juego de intereses compartidos y com- binados a través de un discurso que inscribe tales deseos y ambiciones en el interior de un proyecto mas amplio, que anuncia al pueblo, para ' Adolfo Prieto, El discurso criollista en la formacién de la Argentina moderna, Buenos Aires, Sudamericana, 1988. Para un andlisis mas abarcativo de la relacién entre reviscas y mercado en la primera mitad del siglo xx, ver Alejandro Eujanién, Historia de revistas argentinas, 1900-1950. La conquista del publico, Buenos Aires, AAER, 1999. 395 un futuro préximo, una transformacién radical de la sociedad en la que todas sus expectativas se verdn finalmente realizadas, una trans- formacién para la que hay que prepararse en el presente. Al servicio de esa causa de la transformacién las revistas de izquierda se propo- nen, a partir de los afios veinte, como empresas capaces de proveer a los lectores populares de las herramientas necesarias para generar las condiciones que hardn posible el cambio y, posteriormente, la vida en la nueva sociedad. A fin de cumplir con esta tarea de formacién, po- nen a esos lectores en contacto con un patrimonio cultural que hasta entonces les era casi completamente ajeno. De este modo, dan una nueva forma a las relaciones entre escrito- res y lectores en condiciones de disputar a la elite cultural el control sobre la produccién y el consumo de bienes simbélicos. En este sen- tudo, se incorporan a un campo que habia sido tensionado previamen- te por la democratizacién politica instaurada por la reforma electoral de 1912 y el ascenso de Hipélito Yrigoyen a la presidencia de la Na- cién en 1916; este proceso generd un agudo sentimiento de pérdida entre quienes conservaban hasta entonces el poder dentro de un circu- lo relativamente estrecho. Las politicas editoriales de las revistas de izquierda significaron una nueva ocasion para que las elites gobernantes se sintiesen ataca- das, esta vez culturalmente. Las editoriales de izquierda que ponen al alcance del ptiblico popular algo mas que los folletines criollistas y las novelas sentimentales, cuyo consumo era tan despreciado como tolera- do, y que aproximan a ese vasto puiblico obras y autores prestigiosos de Ja alta cultura universal, invaden claramente un dominio que los re- presentantes de la elite letrada consideraban como exclusivo y provo- can asf una inevitable sensacién de amenaza. A partir del cumplimiento de esa programada y continua estrategia de apropiacién y divulgacién, qué leer, como leer, cudndo y dénde leer, dejan de ser preguntas cuyas respuestas son patrimonio reservado a un pequefio circulo agrupado en torno a un pasado compartido. Fuera de esos lectores populares, que los proyectos editoriales mds ambiciosos procuran conquistar, las revistas de izquierda comparten con las publicaciones de la vanguardia estética y del modernismo tar- dio un ptiblico endégeno, formado por los miembros de la corpora- cién a la que pertenecen los escritores, intelectuales y artistas que las editan. Para ellos, tales lectores en particular son también competido- res en la conquista de un reconocimiento que se espera, fundamental- mente, de los pares. En este sentido, cada revista es tanto un espacio para la difusién y constitucién de un grupo por medio-de la promo- cién de sus obras e ideas, como un frente de batalla destinado a con- quistar un sitio de poder en el universo cultural, en un momento en 396 el que los intelectuales mas jévenes luchan por conseguir un lugar propio. A través de sus publicaciones especificas, los jévenes de izquierda se construyen una identidad que, a la vez que cuestiona el lugar y el prestigio de los intelectuales consagrados, se propone como una alter- nativa més valiosa estética, moral e ideolégicamente que aquella que identifica a los jovenes de vanguardia.* Las revistas culturales constituyen, por lo tanto, espacios sociales donde se desarrollan conflictos, se definen estrategias, se consolidan posiciones, se autorizan expectativas y se legitiman aspiraciones. En este sentido, cada revista de izquierda del periodo es protagonista de ubicaciones en un campo de confrontacién que se nos aparece hoy co- mo particularmente voluble y ecléctico, con limites no siempre preci- sos y abundantes zonas de ambigtiedad, tanto en lo ideolégico como en lo estético. En un universo en el que intelectuales de distintas orientaciones ideoldgicas, identificados con diversas propuestas esté- ticas, comparten una herencia comtin en la Reforma universitaria de 1918, que inspira a todos un juvenilismo convertido en criterio de va- lor, tal vez lo que individualiza con mayor precisién el discurso cul- tural de las revistas que nos ocupan no sea la adscripcién a un corpus doctrinario unfvoco, sino lo que Montaldo llama el ejercicio de una retorica de izquierda: \a retérica a través de la cual un conjunto de “su- jetos que comienzan a actuar en la esfera ptiblica con escaso capital simbélico y que vienen marcados por una identidad subalterna” arti- culan sus reclamos de reconocimiento, Por eso, en los afios veinte, no es la identificacién o no con el dis- curso de izquierda (compartido por intelectuales que participan en re- vistas antagénicas) lo que fundamenta la segmentacion del campo. Ese efecto de divisién se produce, en cambio, como veremos luego, a partir de los debates sobre el valor y la funcién sociales que se le reconocen ala literatura, es decir, que se entiende debe tener. Es en el contexto de esos debates, que las revistas que practican una retérica de izquierda definen una posicién especifica e irreconciliable con otras. En los afios treinta las ubicaciones y definiciones polfticas co- mienzan a influir mas claramente en los debates intelectuales de la iz- quierda argentina. Este cambio de situacién esté motivado, en gran * Sobre la importancia de los jdvenes en el periodo, como nuevo sujeto social, po- , litico y cultural, ver Graciela Montaldo, “Polémicas”, en Graciela Montaldo (Ed.), Yrigoyen, entre Borges y Arlt. (1916-1930). Historia social de la literatura argentina, tomo vil, Buenos Aires, Contrapunto, 1989. > En “Integrar, homogeneizar: revistas de izquierda en Buenos Aires”, en Sail Sosnowski (Ed.), La cultura de un siglo: América Latina en sus revistas, Buenos Ai- res, Alianza, 1999. we Re} Ni medida, por la perduracién de las expectativas abiertas por la revolu- cién rusa de 1917 y las repercusiones que alcanzan entre los intelec- tuales apartidarios las discusiones sobre la posibilidad de un futuro socialista en América (esta cuestién se planted durante las delibera- ciones del vi Congreso de la Internacional Comunista de 1928 y de la Conferencia de Comunistas Latinoamericanos de Montevideo de 1929); por otra parte, la obligada toma de posicién frente a sucesos nacionales, tales como la fractura del proceso democratico y la bits- queda de nuevas alternativas al yrigoyenismo y al constitucionalismo justista, es una preocupacién que comparten la derecha nacionalista y la izquierda intelectual. Una serie de sucesos internacionales de fuer- te impacto local, entre los que se cuentan el ascenso del nazismo en Alemania, la guerra civil espafola y la inminencia de la Segunda Gue- rra Mundial, dan lugar también a intensos debates que ocasionan la aparicién de los primeros frentes de fractura entre intelectuales arti- culados por motivaciones politicas. En los afios veinte, Claridad puede ser tomada como la manifesta- cién de una ubicacidn de izquierda respecto de algunos de los princi- pales conflictos literarios y culturales que tensionan la sociedad ar- gentina de la época. La existencia de Contra en la década siguiente, su emergencia tanto como su desaparicién, s6lo puede pensarse a partir de la incidencia que lo politico ejerce sobre |o literario para una frac- cidn de intelectuales identificados con !a causa de la revolucién social. Claridad: pedagogia y divulgacion A comienzos de los afios veinte, Antonio Zamora funda en Bue- nos Aires la Cooperativa Editorial Claridad que publica, a partir de 1922, la revista Los Pensadores, un magazine de aproximadamente treinta paginas en el que se reproducen, semanalmente, algunas de las “grandes cumbres del pensamiento humano” y del que se editan, du- rante dos afios, cien numeros. En 1924 Los Pensadores se convierte en una revista cultural, con publicacién de articulos, y después de veinti- cinco ntimeros, a fines de 1926, cambia su nombre por el de Claridad. Tribuna del pensamiento izquierdista. De manera irregular, la vida de Claridad se extiende hasta 1941. Por su permanencia, por la amplitud de su circulacién y por el efecto que tuvo sobre el conjunto de los in- telectuales, el proyecto editorial de Claridad se constituye en el mas importante emprendimiento cultural no partidario de los sectores de izquierda del perfodo. Durante los primeros afios de publicacién, en los que Zamora 398 ejerce la direccién acompafiado por Lednidas Barletta y César Tiem- po como secretarios, colaboran en Claridad algunos de los principa- les jévenes escritores realistas: Alvaro Yunque, José Sebastién Tallon, J. Salas Subirats, Gustavo Riccio, junto a Nydia Lamarque, Carlos Mastronardi, Raquel Adler, Arist6bulo Echegaray, Pablo Suero, Mar- cos Fingerit, intelectuales mds prestigiosos como Luis Emilio Soto y Satil Bagu.* A diferencia de otras revistas del periodo con las que comparten referencias ideolégicas, que explicitan su adhesién a la causa socialis- ta, las publicaciones de la editorial Claridad se presentan como ajenas a una corriente politica, filosdfica o religiosa definida.* Su propdsito declarado no es propagandistico, sino pedagdgico: menos convocar a la lucha politica en una determinada direccién, que posibilitar la edu- cacién de los sujetos “embrutecidos” —segtin los editores— por el or- den social dominante. Aunque su retérica suele ser revolucionaria, las aspiraciones de Claridad no van mas alla del horizonte de la demo- cratizacion cultural: contribuir al ascenso social de los sectores popu- lares dentro del sistema capitalista mediante el acceso a la alta cultura. Claridad hace suyos los principios del grupo Clarté (cuya declaracién publica en el ntimero 24 de Los Pensadores, de setiembre de 1922): lu- char “contra la ignorancia y contra los que la explotan como una in- dustria”, desde una posicién “independiente e internacional, sincera y profundamente humana”, para “cambiarlo todo con palabras y pensa- mientos”.’ Pero puesto que las palabras y los pensamientos que divul- ga son los de la tradicién humanista liberal, cuyos presupuestos ideo- + Existe una primera revista Claridad, dirigida por José P, Barreiro, de la que se editan nueve ntimeros entre enero y agosto de 1920. Identificada ideoldgicamente con el grupo francés Clarté, cuyas figuras prominentes eran Romain Rolland, Henri Bar- busse y Anatole France, esta primera Claridad concentré sus esfuerzos en la difusién de la doctrina socialista. * Entre las reviseas del periodo vinculadas explicitamente con los partidos de iz- quierda se encuentran: Accidn Socialista, que dirigen Nicolés Repetto y Esteban Ji- ménez; Insurrexit, Revista Universitaria, en la que colaboran conjuntamente jévenes de Boedo, como Nicolds Olivari y Lednidas Barletta, y futuros martinfierristas, co- mo Eduardo Gonzélez Lanuza; e incluso, la primera Claridad. ¢La filiacidn con el grupo Clarté era disputada con otras revistas de izquierda del periodo, en particular con Valoraciones, la revista del grupo de estudiantes “Renova- cién”, de La Plata, que dirige Carlos Américo Amaya hasta el ntimero 6 de junio de 1925 y Alejandro Korn, hasta su tilrimo mimero en mayo de 1928. Esta revista de ins~ piracién americanista y humanista, que se asume como heredera del movimiento re- formista del 18, publica en el primer ntimero, de mayo de 1923, una carta en la que Romain Rolland autoriza la traduccién y publicacién de su Vida de Tolstoi. Ver Fer- nando Rodriguez, “Inicial, Sagitario y Valoraciones. Entre las letras y la politica. Ju- venilismo y americanismo en la década del 20”, en Sail Sosnowski (Ed.), La cultura de un siglo: América Latina en sus revistas, op. cit. 399 légicos acepta en bloque sin interrogar, a Claridad se le hace dificil imaginar experiencias politicas O° estéticas radicalmente nuevas. Lo que su proyecto supone “es, antes que un cambio de categorias para pen- sar el mundo y construir subjetividades nuevas, una difusion de la tra- diciéna en sectores de poblacién urbana cada vez mds amplios”, “una redistribuciOn de la tradicién que no implica su cuestionamiento”? Como lo afirma el propio Zamora en una mirada retrospectiva, Claridad no quiso ser solo una empresa comercial sino, fundamental- mente, “una especie de universidad popular”.* El pedagogismo ilumi- nista, caracteristico tanto del socialismo como de la tradicién liberal nativa, sostiene el proyecto de Claridad, que consiste en poner en manos de los sectores populares, que tienen obturados los canales de acceso al sistema de instruccién formal, un conjunto de textos que po- drian servirles como instrumentos para comprender la verdad de su condicién presente y para superar, en el futuro, las limitaciones socia- les a las que los somete la falta de educacién. Una iconografia kitsch, caracteristica del realismo social, sefiala desde las tapas de estas publi- caciones la fe depositada en la capacidad civilizadora de la lectura: el primer ntimero de Los Pensadores se abre con la imagen de un brazo musculoso que sostiene en su mano firme una antorcha cuya luz se expande hacia el infinito; en el nimero cien, la misma luz destellante destaca la imagen de El pensador de Rodin elevado sobre una volumi- nosa pila de libros. Las publicaciones de Claridad apuntan a un ptiblico que imagi- nan, aunque carente de instruccién, ansioso por conocer las diversas manifestaciones de la experiencia humana, interesado en perfeccionar su caracter y forjarse una inteligencia propia. A ese “buen ptiblico que quiere buena literatura” le ofrecen “una revista de seleccion para espi- ritus selectos” (Los Pensadores, N° 100). En consecuencia, durante los dos afios en que se publican sus cien ntimeros, el magazine Los Pensa- dores pone en circulacién, a muy bajo costo, los clasicos de la litera- tura realista y de la biblioteca socialista, junto con antologias de poetas argentinos y colecciones del pensamiento humanista de posguerra. Por sus paginas desfilan Gorki, Tolstoi y Dostoievski, Anatole Fran- ce, Romain Roland y Henri Barbusse, Almafuerte, Lenin y Bujarin. Y para que su proyecto de instruccién general pueda cumplirse con efi- cacia, Claridad edita tanto biografias de artistas y pensadores como manuales sobre nuevos métodos médicos, estudios sobre la vida de los ’ Graciela Montaldo, “Integrar, homogeneizar: revistas de izquierda en Buenos Aires”, op. cit. * Emilio Corbitre, “Reportaje a Antonio Zamora”, en Todo es Historia, N° 172, septiembre de 1981. 400 campesinos rusos y folletos de divulgacién sobre profilaxis sexiial: En el contexto de esta biblioteca heteréclita, Ja literatura ocupa un lugar de privilegio ya que, a través de su divulgacién, ademas de cumplir con los propésitos pedagdgicos previstos, los jévenes escritores rea- listas proponen una relectura de la tradicién literaria y organizan una genealogia que debe servir de fundamento a sus propias practicas de escritura.? Gracias a su bajo costo, que en el caso de los magazines y las re- vistas no supera los veinte centavos, las publicaciones de Claridad se incorporan a un mercado editorial muy activo desde mediados de la década anterior en el que circulan colecciones de clasicos, obras de te- mas gauchescos, folletines sentimentales y magazines de todo tipo: el mercado de los llamados “libros baratos”, en el que tiene que com- petir, econdmica e ideolégicamente, con las ediciones de Tor y de la Casa Maucci, con La novela semanal y El cuento ilustrado.” Para im- poner la singularidad de su posicién en el interior de este mercado y triunfar en la competencia por el piiblico, las publicaciones de Clar1- dad plantean continuamente desde sus paginas un doble frente polé- mico: contra los “libreros comerciantes”, a los que denuncian preocu- pados sélo por vender y desinteresados por la formaci6n intelectual de sus lectores, y contra los folletinistas, que consuelan y distraen de los verdaderos problemas sociales en lugar de contribuir a su com- prension. Al servicio de una causa moral, antes que politica, el voluntarismo pedagdgico de Claridad alimenta el desarrollo de una estrategia de pe- netraciéa capilar en la sociedad, semejante a la del Partido Socialista, que se realiza gracias a la articulacin del dictado de conferencias en los barrios con la organizacién de ateneos culturales y, fundamentalmen- te, la edicién de revistas baratas. El envio sin cargo de las publicaciones a las bibliotecas populares que lo solicitan y la amplia red de quioscos barriales que las distribuyen garantizan el funcionamiento exitoso —al menos en términos editoriales— de la empresa de Zamora. Sin desplazarse de su encuadre reformista, el programa de Clart- dad sufre, durante la segunda mitad de la década del veinte, varias re- * Tomamos estas ideas del debate sobre revistas culturales publicado en el N° 12 de Espacios de produccion y critica (junio-julio de 1993), Buenos Aires, Facultad de Filosofia y Letras, en el que participaron Nicolas Rosa, Noé Jitrik y Beatriz Sarlo. '° El precio de veinte centavos equivalia al de dos boletos de tranvia o al de un “completo” (café con leche y medialunas). Ver la entrevista a Zamora en el nimero yacitado de Todo es Historia. Sobre el mercado de los “libros baratos”, ver Luis Al- berto Romero, “Una empresa cultural: los libros baratos”, en Leandro H. Gutiérrez y Luis Alberto Romero, Sectores populares, cultura y politica. Buenos Aires en la en- treguerra, Buenos Aires, Sudamericana, 1995. 401 formulaciones en las que se manifiesta una incidencia cada vez mayor de lo politico. La orientacién dominante en este proceso de cambios es la que apunta a la construccién de un amplio frente de izquierda, capaz de agrupar, bajo la hegemonia socialista, el trotskismo, el anar- quismo y el comunismo. Claridad apuesta, en Ultima instancia, a la construccion de una izquierda latinoamericana, a la formulacién de un programa totalizador a escala continental, proyecto que, en la década siguiente, se volverd insostenible en la practica." En el contexto de es- tas reformulaciones de su proyecto politico, el lugar y la funcién que Claridad les reconoce a las producciones artisticas permanecen in- variablemente ligados a la divulgacidén de la cultura candnica y a la creencia en el valor social de la educacién. Literatura y cultura verista Ademés de las polémicas en las que se enfrenta con los “libreros comerciantes” y los folletinistas, Claridad sostiene una disputa espe- cificamente literaria con los representantes de la vanguardia martin- fierrista, sin duda la mas conocida y, tal vez, la mds interesante de sus batallas culturales. Esta polémica, a decir verdad, no va mucho més alla de su planteamiento, y su escueto desarrollo se debe seguramente a la falta de presupuestos estéticos compartidos, de un “terreno co- muin de entendimiento” entre los antagonistas."* La discusién se plan- tea a propésito de un problema que si es crucial para los escritores realistas, deja indiferentes, como puede suponerse, a muchos de los representantes de la vanguardia: cuales son, cuales deben ser el valor y la funcidn social de la literatura. En este sentido, fa polémica interesa menos por lo que la discusién pueda haber aportado a una mejor comprensi6n o formulacién del problema, que por la posibilidad de identificar, a través de sus escaramuzas, qué funcién le asignan a la li- teratura los escritores de izquierda en el interior de un proyecto cul- tural que suponen progresista. Las hostilidades comenzaron del lado de Florida.® En una nota " Este proyecto encuentra uno de sus principales aliados en el aprismo peruano de Ratil Haya de la Torre. Para un andlisis de los cambios producidos en Claridad a partir de nuevas definiciones politicas, Liliana Cattaneo, “La revista Claridad: una tribuna latinoamericana de la izquierda argentina”, en Historia de Revistas Argenti- nas, tomo U, Buenos Aires, AAER, 1997. ” Claudia Gilman, “Polémicas 1”, en Graciela Montaldo (Ed.), op. cit. » Comienzo que es, en verdad, un recomienzo, porque el campo ya estd tensio- nado desde antes; entre otras razones por la politica de exclusién o de rechazo que 402 publicada en el numero 1 de Martin Fierro, Evar Méndez se lamenta por el “envilecimiento” que sufren los poemas de Rubén Dario al ser publicados en un libro barato (“en vulgar papel de diario, 32 paginas que contienen la obra en apeftuscada tipografia”) y quedar asf al al- cance de “las Milonguitas del barrio de Boedo y Chiclana, los male- vos y los verduleros de las pringosas ‘pizzerias’ locales” que los reci- tan “en sus fabricas 0 cabarets, en el pescante de sus carretelas y en las sobremesas rociadas con ‘Barbera’” (“Rubén Dario poeta plebeyo”, Martin Fierro 1, febrero de 1924). Méndez alude a la publicacién de Prosas profanas en la coleccién Los Pensadores de Claridad. Su reac- cién ante la edicién barata de un libro “delicioso y predilecto” y, sobre todo, ante la divulgacién de la poesia de Darfo entre un ptiblico po- pular, hasta entonces insospechado de auténticos intereses literarios, manifiesta su incomodidad y su temor ante un fendmeno cultural que vive como una amenaza. Méndez percibe con raz6n y lo expresa con sarcasmo, que la operacién divulgadora de Claridad tiene mucho de apropiacién, ya que esta orientada a la disputa de un patrimonio cul- tural del que la elite letrada se considera tinica, legftima e indiscutible destinatarta. En la reaccién conservadora de Méndez se hace evidente el sentimiento de pérdida de quienes creen que el bien en disputa, sim- bolo de una aristocracia del espfritu que acaba de caer en bancarrota, es dilapidado entre hijos putativos de dudosa calafia. El publico de las ediciones de Claridad esté muy lejos de ser el de los lectores al que Méndez entiende esta reservado el arte de Dario. A ese ptiblico ines- perado, atfpico, lo imagina anclado en espacios cuya ajenidad se ma- nifiesta en olores, sabores, morales y usos. “Inttil, pues —continta Méndez—, la aspiracién a una suprema maravilla de miuisicas desco- nocidas, el anhelo de asombrar bellamente a quienes comprenden. ;Ya todos comprenden!” Escandalizado, el martinfierrista exagera, pero su exageracién vale como testimonio de un momento en el que los sectores cultos de la sociedad portefia comienzan a percibir sin resig- nacién la pérdida de su monopolio sobre la produccién, circulacién y consumo de los bienes culturales. Es el comienzo de una batalla me- nos encarnizada de lo que la historia posterior imagind, pero no por eso menos significativa, en la medida en que registra en el plano cul- tural el mismo desconcierto con el que el patriciado portefio habia presenciado la pérdida del control politico sobre la nacién en 1916." ejercen sobre los escritores realistas los intelectuales mas consolidados. En este senti- do, vale la pena recordar la falta de convocatoria a los jévenes escritores de izquierda en la encuesta que la revista Nosotros realiza en 1923 sobre las “nuevas generaciones literarias”. " Afios después, Cérdova Iturburu reconocerd que la polémica se habia exagera- do y que muchos de los contendientes involucrados eran no sélo amigos sino cola- 493 Del lado de Boedo, el encargado de instaurar el eje del conflicto es Roberto Mariani, en 1924, en una carta que envia a Martin Fierro. Ma- * riani distingue la existencia, dentro del campo intelectual argentino, de al menos tres frentes politicos asociados a las publicaciones exis- ~ tentes. La extrema derecha literaria, en la que ubica a La Nacion y El ’ Hogar, el centro politico, que identifica con Martin Fierro, y la iz- quierda, que tiene su 6rgano en Renovacién. Por fuera de este deslinde, Mariani instala a su grupo —entre quienes incluye a as Castelnuo- vo y a Nicolas Olivari— en un cuarto frente, el de “los que estamos en la extrema izquierda revolucionaria y agresiva, [pero que] no tene- mos dénde volcar nuestra indignacién” (“Martin Fierro y yo”, Martin Fierro 7, julio de 1924). Después de situarse a través de este reclamo, Mariani dirige una interpelacién indignada a los jovenes vanguardis- tas: “;Qué tiene Martin Fierro —revista literaria— que pueda ajustar- se como anillo al dedo al patrén criollista de Martin Fierro?” Lo que de este modo queda puesto en discusién no es el derecho sobre !a li- teratura criollista (un tipo de literatura que los escritores realistas desprecian mucho mas que los de vanguardia), sino el derecho a la apropiacién del poema de Hernandez como punto de partida para la construccién de una genealogfa literaria nacional. En esta disputa por el patrimonio cultural de la sociedad, se discute el derecho de definir- lo, de habitarlo o conjurarlo. En el resto de la carta Mariani acusa a Martin Fierro de falta de rebeldfa y combatividad politica y de con- descendencia hacia Lugones. Se recordara ademas que Mariani usa el texto de su critica a Mar- tin Fierro para anunciar elfpticamente en el propio terreno del adver- sario la inminente aparicién de Extrema Izquierda, la revista en la que los jévenes revolucionarios y agresivos podran volcar su indignacién. Uno de los principales animadores de Extrema Izquierda, de la que s6lo se publican tres ntimeros entre agosto y diciembre de 1924, es Elias Castelnuovo." Esta revista se instala, desde su aparicién, en el in- boradores en las mismas revistas. Cordova Iturburu, La revolucién martinfierrista, Buenos Aires, Ediciones Culturales Argentinas, 1962. * Posteriormente, entre noviembre de 1927 y febrero de 1928, Castelnuovo diri- ge la revista Izquierda, de la que se editaron también sélo tres ntimeros. Una de las caracteristicas de estas dos publicaciones ligadas a Castelnuovo es el ejercio de una re- trica de la marginalidad como medio para legitimarse y obtener reconocimiento. Asi, en el ntimero 2 de Extrema Izquierda, frente a las médicas ventas y escasa repercu- sién obtenidas por el primer ntimero, sus editores se regocijan irénicamente de la existencia de menos personas de talento de las que imaginaban, del vacio que su apa- ricién encontré en medios consagrados como La Nacidn, y del menosprecio que per- ciben en las revistas de vanguardia como Inicial y Martin Fierro, Esta retorica de la marginalidad se ve contradicha, de hecho, por fas colaboraciones del propio Caste!- nuovo en La Nacién y por la presencia permanente de varios de los miembros de la 404, terior de una disputa que se caracteriza como “el campeonato de la Nueva Generacién”; una disputa en la que se enfrentan, segtin un extra- fio paradigma que mezcla lo ideolégico con lo sexual, los “nifios fifi” y “los nifios goticos” de un lado y los “escritores machos”, del otro." La respuesta a la carta de Mariani llega en el siguiente ntiimero de Martin Fierro, en una nota sin firma pero que se suele atribuir a Evar Mendez (quiz porque fue quien se tomé la polémica con mayor se- riedad), titulada “A propésito de ciertas eriticas” (Martin Fierro 8/9, 1924). En primer lugar, con el fin de quitarle consistencia a los argu- mentos del oponente, se le recuerda a Mariani que tanto Ganduglia y Olivari, como él mismo, han publicado en Martin Fierro, es decir, que la izquierda no esté ausente de las paginas de la revista. Después de es- ta aclaracin, la argumentaci6n se desplaza hacia el campo literario pa- ra afirmar su autonomia: cualquiera sea la ideologia de sus redactores, una revista literaria no es un lugar apropiado para expresar ideas po- liticas por lo mismo que la literatura no tiene que ser un vehiculo de agitacién ideoldgica. De este modo quedan discriminados los espacios de pertinencia de lo politico y de lo literario y la identificacién del segundo con el au- téntico dominio de la renovacin estética. Esta distincién de esferas les permite a los martinfierristas responder también a la critica res- pecto de la admiracién que la revista profesa por Lugones: sus méri- tos como escritor no tienen por qué ser empafados por sus desvarios politicos. Un afio después, en una nota publicada en Los Pensadores, Luis Emilio Soto intenta definir con mayor precisién las diferencias que existen entre “Izquierda y vanguardia literaria” (Los Pensadores 115, noviembre de 1925). De la evidente comprobacion de que la litera- tura tiene su politica, pasa a la no tan evidente definicién de qué se entiende como politico en literatura. Para Soto es politica la com- prensién de los personajes en su faz psicoldgica y, sumulténeamente, en su insercién en un medio social: atendiendo a estos dos registros, la publicacién en Jas néminas de los premios municipales de literatura (Castelnuovo lo gana en 1923, Yunque en 1926, Barletta en 1927 y Tiempo en 1929), Para una des- cripcién més amplia de Extrema Izquierda y de Izquierda, ver Héctor Lafleur, Ser- gio Provenzano y Fernando Alonso, Las revistas literarias argentinas (1893-1967), Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1968 y Washington Luis Pereyra: La , prensa literaria argentina, 1890-1974, tomo Il, Buenos Aires, Libreria Colonial, 1995. Ver, también, en este mismo libro, “Elias Castelnuovo o las intenciones didacticas en la narrativa de Boedo”, por Adriana Astutti. © Una oposicién semejante es la que ponen en juego los jévenes vanguardistas de Inicial cuando declaran su rechazo a todo lo que hay de engafto, impotencia y femi- nidad en el arte y la politica. 405 literatura encuentra al hombre que lucha y sufre en la sociedad en la que vive. La llamada izquierda literaria se legitima de este modo no sdlo por su capacidad para construir personajes de corte popular que expresen las tensiones sociales del medio en el que se desenvuelven, si- no también por la identificacién de los escritores que la practican con ese mismo medio, del cual surgieron. La continuidad entre la expe- riencia vivida y su representaciOn por la escritura garantiza la auten- ticidad de la literatura de izquierda y, en consecuencia, su eficacia politica. Solo el escritor que tiene una conciencia clara del dolor hu- mano, porque lo experimenté en su cuerpo y en su alma, puede hacer que la literatura transmita la verdad de sus causas sociales y de sus posibles remedios. De esta comunién entre el pueblo y los escritores realistas, concluye Soto, surge la izquierda literaria como un grupo orginico, ajeno a los cendculos y al gusto de las minorias letradas, con obras accesibles para todos. Los alcances de la disputa no exceden los limites que fija la inter- vencion de Soto. Si las condiciones para la polémica estaban dadas, es evidentemente —como ya dijimos— que no lo estaban para su desa- rrollo.” Los términos en los que los escritores de izquierda plantean el conflicto manifiestan claramente cual es su concepcién de la lite- ratura y cual la funcidén que le atribuyen en el seno de una sociedad injusta, que se reproduce gracias al enmascaramiento de sus condicio- nes. Usando un concepto de Roland Barthes y siguiendo una linea argumentativa de Montaldo, se puede hablar de una escritura verista para identificar esta moral literaria de izquierda.'* Los escritores de Boedo combinan progresismo ideoldgico con conservadurismo esté- tico: apuestan a la funcién revolucionaria de la literatura a través del respeto ingenuo a los valores de la tradicién cultural humanista. Afir- man que “el arte literario tiene Ja seria labor de hacer que el alma hu- mana se supere” porque sostienen que la estética tiene que estar al servicio de un proyecto pedagdgico y que la funcién social del arte es educar.” La literatura tiene a su cargo revelar y divulgar una verdad ” Respecto de las condiciones para la polémica, nos referimos a la conciencia que tienen los escritores de su practica especifica (producto de la autonomizacién del campo y de la profesionalizacién) y a la existencia de un piiblico disputable. " Para el concepto de escritura como modo histérico de significar la literatura se- guin las elecciones formales que se practican y el vinculo que se establece con la tradi- cién, ver Roland Barthes, El grado cero de la escritura. Nuevos ensayos criticos, Mé- xico, Siglo xxI, 8* edicién, 1986. Para la identificacién de la poética de los escritores boedistas con la “cultura verista”, ver Graciela Montaldo: “Literatura de izquierda: humanitarismo y pedagogfa”, en Graciela Montaldo (Ed. ), Op. cit. " Alvaro Yunque, “La vieja y nueva generacién”, en Claridad, N° 182 (mayo de 1929). 406 doctrinaria, la que enmascaran los dispositivos ideolégicos capitalis- tas. Dicho en otros términos, los de la retérica efectista de Claridad: los escritores de izquierda, que tienen “una conciencia clara del dolor humano”, dedican sus obras “a traducirlo, a ponérnoslo ante los ojos, a metérnoslo en el corazén”.” Esta pedagogizacién de la literatura, en la que publico equivale a pueblo y éste a ignorantes que deben ser educados, se sostiene en dos creencias absolutamente tradicionales: existe una verdad (la de lo social, en este caso) y puede transmitirse gracias a la transparencia del lenguaje (literario, en este caso). Contra. Cultura y politica en los anos treinta En la segunda mitad de los aiios veinte, las disputas literarias fun- cionan todavia como un factor de agrupamiento y como referencia pa- ra la construccién de identidades colectivas, proceso en el que la exis- tencia de enemigos compartidos desempeiia un papel més importante que el reconocimiento de coincidencias politicas o estéticas entre los colaboradores de una misma publicacién. El alejamiento, en 1929, de César Tiempo y Leénidas Barletta de la secretaria de Claridad y su reemplazo por Edmundo Barthelemy, lo mismo que algunos disgre- gamientos semejantes en el campo de la vanguardia, anumcian que esos tiempos estan por concluir. Hacia 1932, cuando desde las paginas de Mi etrépolis Barletta situa a Claridad entre sus contendientes, las dife~ rencias politicas comienzan a imponerse como criterio de segmenta-~ cién." E] subtitulo de Metrépolis, “Unica revista de izquierda”, es un sintoma elocuente de las transformaciones que ocurren ya en este mo- mento en el campo de los escritores realistas, mas preocupados ahora por definir quién representa la verdadera izquierda que por polemizar con la vanguardia. En la década del treinta, los temas estrictamente literarios van per- diendo espacio en revistas como Claridad en beneficio de una mayor politizacién de los debates. La exigencia de manifestarse frente a una serie de acontecimientos internacionales (el ascenso del nazismo en * Miranda Klix, “Asteriscos a la nueva literatura argentina”, en Claridad, N° 156 (abril de 1928). » Metrépolis, autodefinida como “una revista de batalla”, sacé quince nimeros entre 1931 y 1932. Si bien era el drgano del Teatro del Pueblo, también dirigido por Barletta, se preocupaba por las diferentes manifestaciones de la creacidn artistica. Pos- teriormente, entre 1938 y 1943, el mismo grupo publica veintisiete ntimeros de Con- ducta. Ver al respecto: Julia Elena Sagaseta, “Conducta, la revista del Teatro del Pue- blo: una mirada a la modernidad”, en Espacios, N° 12 (junio/julio de 1993). 407 Alemania, el devenir de la revolucién rusa —fundamentalmente a par- tir de los procesos de Moscti—, el triunfo del Frente Popular en Espa- fia, el desenlace de la guerra civil luego y la inminencia de un conflicto a escala mundial) determina la fractura del campo de los intelectuales de izquierda y, en consecuencia, la preeminencia de los debates politi- cos en sus publicaciones. Por otra parte, en los afios treinta desaparece el juvenilismo que caracterizaba en la década anterior las politicas culturales tanto de la vanguardia como de la izquierda. La moral juvenil que hizo posible que, por primera vez en la historia cultural argentina, “la consagracién se [produjese] entre pares”,” pierde peso ante la formulacién de com- promisos estéticos e ideolégicos més definidos. Asi como el proyecto cultural de Sur en los afios treinta sefiala la caducidad del juvenilismo martinfierrista, la propuesta de Contra de organizar a los escritores de izquierda en sindicatos obreros pesa en su proyecto politico cultural mas que todos sus gestos de revolucionarios. El primer nimero de Contra se publica en abril de 1933, bajo la di- reccién de Ratil Gonzalez Tufién. Un conocido miembro del Partido Comunista Argentino, Bernardo Graiver, figura como administrador. En sus dieciséis paginas tamaiio tabloide, Contra retine articulos sobre politica internacional, fundamentalmente sobre la actualidad soviética ¢ italiana, traducciones de notas sobre la funcién del arte revoluciona- rio, que introducen en el campo local los debates europeos sobre el te- ma, y ensayos, relatos y poemas de autores nacionales o extranjeros. Entre los colaboradores habituales de la revista se encuentran Cérdova Iturburu, Enrique Gonzélez Tufién, Ulyses Petit de Murat, Luis Wais- man, Liborio Justo, Julio Payré y Amparo Mom. También publican sus colaboraciones Alvaro Yunque, Lednidas Barletta, Vicente Barbie- ri, Nydia Lamarque, Nicolas Olivari y Pablo Rojas Paz, entre otros. Aunque el lema que acompaiia el nombre de la revista, “todas las escuelas, todas las tendencias, todas las opiniones”, pueda parecer un resabio del eclecticismo ideoldgico que caracteriza las publicaciones de la década anterior, Contra se presenta claramente como una revis- ta de izquierda, que hace suya la consigna comunista de “clase contra clase” y milita por la creacién de “sindicatos obreros” para la defensa de los intereses laborales de los escritores de izquierda, alternativos al modelo de corporacién profesional que ofrecian la SADE y el Circulo de la Prensa.” * Beatriz Sarlo, Una modernidad periférica: Buenos Aires 1920 y 1930, Buenos Aires, Nueva Vision, 1988. ® Ver la seccién “Los sucesos, los hombres” del nimero 5 de Contra (septiembre de 1933). 408 ‘Tan equivoca como el lema que acompaiia su nombre puede resul- tar la autodesignacién de Contra como revista de los francotiradores, porque si la imagen del “francotirador” parece anunciar un ejercicio anarquico de la discusién, lo que encontramos en las paginas de la re- vista es el planteo de varias lineas polémicas con antagonistas bien definidos y cuidadosamente seleccionados. Contra se enfrenta, pre- visiblemente, con el nacionalismo de Bandera Argentina y el catoli- cismo de Criterio, desde cuyas paginas recibe continuos y violentos enjuiciamientos morales (e] mas habitual: Ja asimilacién de “comunis- mo” con “pornografia” y “decadencia”). Se enfrenta también con el reformismo de Claridad y, en general, con las politicas de los socialis- tas, a quienes considera defensores del orden capitalista.” Uno de los frentes polémicos mas interesantes es el que Contra abre con Sur y con su directora, Victoria Ocampo. En la disputa por la herencia vanguardista de Martin Fierro, Gonzalez Tufién se niega a considerar a Sur como una expresién de la modernidad literaria en la Argentina y a su directora como una auténtica mediadora entre la cul- tura europea y la nacional. Para él, Victoria Ocampo “no ha hecho na- da por la cultura argentina, No ha escrito una sola pagina perdurable”, es sdlo una sefiora rica con frivolas pretensiones culturales (“Una Na- cionalista”, Contra 2, mayo de 1933). Los discutibles argumentos de Gonzalez Tufién construyen, en los afios treinta, una imagen estereoti- pada de Sur en la que el proyecto cultural de la revista queda reducido a los intéreses de clase de su directora; imagen que continuara alimen- tando durante varias décadas més la ret6rica de nuestros intelectuales de izquierda y de los que provienen del nacionalismo populista. La figura de “francotiradores” con la que los escritores de Contra se autorrepresentan conviene, sin embargo, al estilo de sus interven- ciones polémicas, en las que el recurso a la parodia, Ja ironia y la satira, a la degradacién humoristica del otro, son constantes. “Es el espiritu del martinfierrismo transmigrado a la izquierda”.® Este espiritu van- * E] enfrentamiento entre comunistas y socialistas a comienzos de la década del treinta impide la formacién de un frente de izquierda politico o cultural. Esta situa- cién se modifica en 1935, cuando el vit Congreso de la Internacional Comunista estimula la conformacién de frentes capaces de articular los intereses propios de la clase obrera con los de los sectores progresistas de la burguesia y, en consecuencia, se reabre el campo de alianzas estratégicas. A partir de ese momento se establecen nue- vas condiciones para el agrupamiento de intelectuales, periodistas y escritores de izquierda: la prioridad que cobran la lucha contra el fascismo y la defensa de las ins- tituciones democraticas hace que pasen a un segundo plano los debates sobre el obje- tivo final de la dictadura del proletariado. % Beatriz Sarlo, “Contra: la modernidad de izquierda”, en Una modernidad pe- riférica, op. cit. 409 guardista y juguetén, que tensiona la argumentacién doctrinaria, se hace particularmente sensible en las dos secciones fijas de la revista: la de la pagina 2, “Los sucesos, los hombres”, firmada por las iniciales R.G.T. y la de la contratapa, “Recontra”. En esta tiltima reaparecen al- gunos géneros satiricos martinfierristas, como los célebres epitafios y las cuartetas y redondillas en las que se caricaturiza a los adversarios del campo. La experiencia de Contra se sostiene durante sélo cinco nimeros, todos de 1933. En este breve lapso, la revista de Gonzalez Tufién de- fine un programa politico-cultural en el que la relacidn entre arte y so- ciedad se trama de un modo nuevo respecto de los puntos de vista que se enfrentaron en la polémica de Florida/Boedo. La novedad que in- troduce en el debate sobre la funcidn social de la literatura tiene que ver, en parte, con argumentos que permiten una reformulacién del problema, pero sobre todo con la incidencia que las nuevas condicio- nes sociales y politicas, particularmente a nivel internacional, tienen sobre las discusiones entre los intelectuales de izquierda. Como ya lo habfan hecho en la década anterior Martin Fierro e Inicial en sus res- pectivos manifiestos, Contra apuesta, desde su nombre, a la confor- macién de un campo cultural tensionado por enfrentamientos irreso- lubles entre fuerzas conservadoras y fuerzas de renovacién, pero la perspectiva politica desde la que piensa esos enfrentamientos esta li- gada en su caso a la presencia de expectativas acerca de un futuro de transformaciones politicas mds preciso y mas préximo que el que vi- sualizaban las vanguardias de los afios veinte. Arte puro/arte propaganda Las tomas de posicién polftica de Gonzélez Tufién y sus compafie- ros de Contra tienen un correlato preciso, dentro del campo cultural, en la respuesta que dan a la pregunta —crucial en ese momento— sobre la funcién que debe tener el escritor en la sociedad capitalista. La res- puesta de Contra promueve desplazamientos, reagrupamientos y nue- vas divisiones dentro del campo literario del perfodo. En las paginas de la revista pueden coexistir un ex representante del realismo social, como Barletta, con un ex martinfierrista, como Iturburu y quedar en- frentados violentamente dos ex compaiieros de la vanguardia, como el propio Iturburu y Borges. En una nota publicada en el N° 1, “Algunas opiniones que expli- can algunas actitudes”, Gonzalez Tufién afirma que la funcién de los escritores dentro de una sociedad en la que todavia existen diferencias 410 de clase es agitar y hacer propaganda para contribuir a la formacién de una conciencia colectiva revolucionaria. E] arte puro o de entreteni- miento podria cumplir una funci6n positiva sélo en una sociedad sin clases. La oposicidn paradigmitica arte propaganda/arte puro y los ar- gumentos que intentan persuadir sobre el valor social del primero de esos términos se reiteran y desarrollan en varias colaboraciones del N° 3, organizado en torno a Ja figura del pintor mexicano David Al- faro Siqueiros, que acababa de visitar el pais y habia despertado con su presencia reacciones adversas en algunos sectores de la prensa y en Amigos del Arte. Para oponerse a estas instituciones burguesas, pero también para diferenciarse de la estética del realismo social, Contra afirma la nece- sidad de un arte “que despierte y provoque”, en el que los contenidos de izquierda deberdn articularse con una problematizacién de las for- mas de representacién. Tomando como modelos las experiencias del surrealismo francés, del expresionismo alemén, del constructivismo ruso y de algunos nuevos narradores norteamericanos (Dos Passos y Sinclair Lewis), Contra “va delimitando un proyecto estético en el cual izquierda vanguardista se superpone a militancia politica 0, en otros términos, los procedimientos de la vanguardia estética son inse- parables de sus contenidos ideoldgicos”.* El extenso poema de Gonzalez Tufién “Las brigadas de choque”, a cuya publicacién, en el ntimero 4, esta ligada la desaparicién de la re- vista, puede leerse como una realizacién de ese proyecto. En este poe- ma “violento y quebrado”, en el que se respira “el aire civil del verso- librismo ejercitado en la etapa ‘martinfierrista’”, Gonzalez Tufién llama a la formacién de las “Brigadas de choque de la Poesia”.” A partir del N° 3, Contra publica una encuesta en la que varios es- critores responden a la pregunta: “;El arte debe estar al servicio del problema social?”. La encuesta se mantiene sdlo hasta el ntimero si- guiente y son nada mas que cinco los escritores que responden a su convocatoria: Jorge Luis Borges, Oliverio Girondo y tres colabora- dores de la revista, Nydia Lamarque, Luis Waismann y Cérdova Itur- buru. Tanto Lamarque como Waismann, cuyas respuestas se publican en el N° 3, rechazan la exigencia propuesta por la pregunta de plantear » Sylvia Saitta, “Contra. La revista de los francotiradores de Rail Gonzdlez Tu- jién: un debate sobre {a funcién politica y revolucionaria de la literatura en la década del treinta”, en Satil Sosnowski (Ed.), op. cit. Para la caracterizacion de Contra segui- mos en lineas generales este trabajo. » Estas citas son del texto de Gonzdlez Tufién que acompaiia “Las brigadas de choque”, en el N° 4 de La Rosa Blindada, de 1965. De esa misma nota tomamos las informaciones sobre el proceso judicial que provocé la publicacién del poema y pre- cipité el fin de la revista. All el problema en los términos morales del deber, pero eso no quita que la respuesta de ambos esté dominada por una imperiosa voluntad mo- ral. Para los dos hay una forma de arte buena, “el arte [que] refleja la realidad social”, el arte “al servicio del proletariado” y otra mala, el ar- te por el arte, “que expresa la decadencia mental de fa burguesfa”, que es una “férmula de cretinos”, y a partir de ese paradigma inflexible, formulan juicios tan contundentes como cuestionables. El valor de la obra artistica es directamente proporcional a la claridad con que re~ fleja los fendmenos sociales: “Por la boca del Dante habla todo el mundo feudal, de ahi su prodigiosa grandeza”. El cuestionamiento de ese horizonte moral lo plantea, en el mismo numero, la respuesta de Borges, que discute tanto la nocién de arte so- cial, como la de arte por el arte. Mediante un violento golpe de irri- sién, sostenido en el recurso a la ironfa, la reduccién al absurdo y el arte de injuriar, Borges descarga simultaneamente su insidia contra la estética materialista que identifica a los jdvenes escritores de izquier- da (“Hablar de arte social es como hablar de geometria vegetariana 0 de reposteria endecasflaba”) y contra uno de los escritores-faros de la época, Leopoldo Lugones, algunas de cuyas rimas extravagantes testi- monian —segtin Borges— la ridicula voluntad de sofisticacién de los cultores del arte por el arte. La indignada respuesta de Cérdova Itur- buru a Borges en el ntimero siguiente vuelve a situar la discusién en el terreno moral: el problema planteado por la encuesta —dice Iturbu- ru— es demasiado serio como para ser tratado de manera irénica; la respuesta de Borges, que degrada la discusién, no debio ser publicada. La reaccién de Iturburu muestra que el espiritu martinfierrista de Contra desaparece, si lo que esté en juego son sus propias verdades doctrinarias. En cuanto a la respuesta de Girondo, también en el N° 4, es quiza la mds interesante de todas porque desborda el problema desde su interior: a la vez que se niega a reconocer la importancia del con- tenido ideoldgico de una obra porque entiende que es un modo de limitar su poder de emocionar, rechaza el arte puro pero sin descalifi- carlo moralmente, sdlo porque su “recato” perjudica la intensidad que debe tener toda auténtica obra artistica. Aunque la coyuntura internacional contribuye a definir con preci- sion el horizonte politico de la experiencia de Contra, los acontecimien- tos nacionales precipitan su desaparicién. Después de la publicacién de “Las brigadas de choque” en el N° 4, la policia confisca el nadmero siguiente, Gonzalez Tufién es encarcelado por algunos dias y se le abre un proceso judicial por incitar a la rebelidn que se resolverd re- cién dos afios mas tarde. El cansancio del administrador de la revista por tantas persecuciones decide su cierre. Si Claridad represent6é en su momento una renovaci6n de las prac- 412 ticas polftico-culturales de la izquierda argentina en lo que respecta tanto a los dispositivos culturales disefiados con vistas a cautivar un mercado en expansién como en cuanto a su capacidad de aglutinar a intelectuales de izquierda, es evidente que no creyé en la necesidad de acompafiar las expectativas de cambio social que justificaban dichas practicas con propuestas estéticas renovadoras. Contra, en cambio, fue mds ambiciosa en este punto, en parte porque el horizonte revo- lucionario se percibia mds préximo, pero, fundamentalmente, porque no se trataba ya de aportar kerramientas —que para Claridad no eran otras que las de la cultura democratico-burguesa—, sino de agitar con el fin de crear las condiciones propicias para el desarrollo del proceso revolucionario en el pafs. Sin embargo, era posible combinar maxi- malismo politico y vanguardia estética?, ¢la subordinacidn de los in- tereses culturales al imperio de lo politico, trazaba un nuevo rumbo a la vanguardia o cancelaba sus ansias de experimentacién y renovacién junto con sus actos de fe juvenilista? El fin de Contra anuncia el advenimiento de una época de la cul- tura y la politica argentinas en la que se har cada vez més dificultosa la confrontacién intelectual desde espacios ajenos a las disposiciones estatales.* La relativa autonomia ganada por el campo intelectual ar- gentino respecto del poder politico desde principios de siglo comien- za a debilitarse en favor de una mayor intromisién del Estado como instancia de regulacién y control de la esfera cultural. Con Contra de- saparece el correlato cultural y estético de una de las maximas expre- siones que habfa alcanzado en nuestro pais el compromiso de los in- telectuales con las ideas polfticas maximalistas. * Anibal Ponce, asociado en mds de un sentido al pensamiento de Gonzélez Tu- fidn, se convierte en otra de las victimas de este proceso al ser cesanteado en las ca- tedras que entonces dictaba. Ver Oscar Teran, “Anibal Ponce o el marxismo sin na~ cidn”, en En busca de la ideologia argentina, Buenos Aires, Catélogos, 1986. 43 Bibliografia Liliana Cattaneo, “La revista Claridad: una tribuna latinoamericana de la iz- quierda argentina”, en Historia de Revistas Argentinas, tomo Il, Buenos Aires, AAER, 1997. Emilio J. Corbiére, “Recuerdos de Antonio Zamora”, en Todo es Historia N° 172, 1981. Alejandro Eujanidn, Historia de revistas argentinas, 1900-1950. La conquista del publico, Buenos Aires, AAER, 1999. Ratil Gonzalez Tuiidn, “Critica y los aitos veinte”, en Todo es Historia N° 32, 1969. Héctor Lafleur, Sergio Provenzano y Fernando Alonso, Las revistas litera~ rias argentinas (1893-1967), Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1968. Graciela Montaldo, “Polémicas” y “Literatura de izquierda: humanitarismo y pedagogfa”, en Graciela Montaldo (Ed.): Yrigoyen, entre Borges y Arlt. (1916-1930). 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