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TRABAJO FINAL. INTRODUCCION AL DERECHO. Franklin JUNIOR. UAPA

Este documento presenta un análisis de la obra "El Alma de la Toga" de Ángel Ossorio. Ossorio argumenta que muchos abogados se han alejado de la esencia de su profesión y han caído en la corrupción y falta de ética. También establece que ser abogado significa más que tener un título, requiere dedicarse a dar consejos legales y buscar justicia en los tribunales. Además, discute que la justicia proviene más de la sensación y observación de la vida que del simple estudio de
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TRABAJO FINAL. INTRODUCCION AL DERECHO. Franklin JUNIOR. UAPA

Este documento presenta un análisis de la obra "El Alma de la Toga" de Ángel Ossorio. Ossorio argumenta que muchos abogados se han alejado de la esencia de su profesión y han caído en la corrupción y falta de ética. También establece que ser abogado significa más que tener un título, requiere dedicarse a dar consejos legales y buscar justicia en los tribunales. Además, discute que la justicia proviene más de la sensación y observación de la vida que del simple estudio de
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ESCUELA DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS

ESCUELA DE DERECHO

“TRABAJO FINAL DE INTRODUCION AL DERECHO”

SUSTENTANTE:

Nombre Matrículas
Franklin Junior López Almonte 100057141

Tema: Análisis de la toga

ASIGNATURA: Introducción al derecho

Facilitador: Alexis Sánchez Vásquez


Fecha:6-3-2023

ANALISIS DE LA OBRA EL ALMA DE LA TOGA, AUTOR ANGEL OSORIA

Ángel Ossorio al hacer éste libro nos quiso hablar un poco de lo


que está pasando con todos los abogados, de la inconciencia que
existe, del amor que le han perdido a la abogacía, un tanto para que hagamos
conciencia y corrijamos todos esos errores que manchan la reputación
del abogado y de la carrera de Derecho.

Que nos dediquemos a ser realmente abogados y no caigamos en lo que algunos


abogados han caído, en la corrupción en la falta de ética profesional y más.

Ossorio considera que la abogacía no es una consagración académica, sino una


concreción profesional. Y dice que nuestro título universitario no es de "abogado",
sino de "licenciado en derecho". Y que para poder ejercer la profesión de
"abogado". Debe dedicar su vida a dar consejos jurídicos y pedir justicia en
los tribunales. Y quien no haga esto será todo lo licenciado que quiera, pero
abogado no. En su conclusión, el abogado es, el que ejerce permanentemente la
Abogacía. Los demás serán solamente licenciados en derecho, pero nada más.

Su afirmación es que: en el hombre cualquiera que sea su oficio, debe creer
principalmente en sí. La fuerza que en sí mismo no halle no la encontrará en
ninguna otra parte. Da una recomendación para las agresiones y críticas de la
gente: fiar en sí. Vivir la propia vida. Seguir los dictados que uno mismo se
imponga y desatender lo demás.

Establece también que en nuestro ser se encuentra la fuerza de las


convenciones, la definición de la justicia, el aliento para sostenerla, el noble
estímulo para anteponerla al interés propio.

Además menciona que el abogado tiene que comprobar a cada minuto si se


encuentra asistido de aquella fuerza interior que ha de hacerle superior al medio
ambiente; y en cuanto le asalten dudas en éste punto debe cambiar de oficio.

Esta obra también establece que se abogado es saber el Derecho, sino conocer la
vida. El derecho positivo está en los libros, pero lo que la vida reclama no está
escrito en ninguna parte. Quien tenga previsión, serenidad, amplitud de miras y de
sentimientos para advertirlo, será Abogado; quien no tenga más inspiración ni más
guía que las leyes, será un desventurado mandadero.

La justicia no es fruto del estudio, sino de una sensación. Ángel cita al ilustre
novelista Henry Bordeaux. Henry refiere que cuando visito al escritor Daudet y le
manifestó que era estudiante de Derecho, éste le dijo: "las leyes, los códigos no
deben ofrecer ningún interés. Se aprende a leer con imágenes y se aprende la
vida con hechos. Procure ver y observar. Estudie la importancia de los intereses
en la vida humana.

En resumen, lo que quiere decir con las palabras "la sensación de la justicia" es
que procuremos no actuar tan apegados a las leyes, que usemos lo que nosotros
tenemos conceptualizado como bueno, equitativo, prudente, cordial y sobre todo
justo.

En la moral del abogado de lo que Ossorio nos habla es del criterio que debe tener
un abogado. Y comienza: La abogacía no se cimienta en la lucidez del ingenio,
sino en la rectitud de la conciencia. Malo será que erremos y defendamos como
moral lo que no es; pero si nos hemos equivocado de buena fe, podemos estar
tranquilos. Cita las palabras del novelista Collete Iver. "Nuestro oficio ¿es hacer
triunfar a la

justicia o a nuestro cliente? ¿Iluminamos al Tribunal o procuramos cegarle Cuando


un abogado acepta una defensa, es porque estima – aunque sea
equivocadamente- que la pretensión de su tutelado es justa, y en tal caso al
triunfar el cliente triunfa la justicia, y nuestra obra no va encaminada a cegar sino a
iluminar?

También da unos consejos a los abogados. Hay que ser refractario al alboroto.
Soportar la amargura de una censura caprichosa e injusta, es carga añeja a los
honores profesionales.

Debajo de la toga hay que llevar la coraza. Abogado que sucumba al qué dirán
debe tener su hoja de servicios manchada con la nota de cobardía. No digo que el
juicio público no sea digno de atención. Lo que quiero decir es que después de
adoptada una resolución, vacilar ni retroceder por miedo a la crítica, que es un
monstruo de cien cabezas irresponsables y faltas de sindéresis.

Cuando se ha marcado la línea del deber hay que cumplirla a todo trance. El
transeúnte que se detenga a escuchar los ladridos de los perros, difícilmente
llegará al término de su jornada.

LA SENSIBILIDAD
El abogado no puede ser ni frío de alma ni emocionable. El abogado actúa sobre
las pasiones, las ansias, los apetitos en que se consume la humanidad. Si
su corazón es ajeno a todo ello ¿cómo lo entenderá su cerebro? Quien no
sepa del dolor, ni comprenda el entusiasmo, ni ambicione la felicidad, ¿cómo
acompañará a los combatientes? Y sin embargo, ¿es lícito siquiera que tomemos
los bienes y males ajenos como si fueran propios, y obremos como comanditarios
del interés que defendemos? De ningún modo. La sabiduría popular ha dicho
acertadamente que "pasión quita conocimiento" y "que nadie es juez en causa
propia". De la conveniencia nos dice: El letrado que ha de obtener la misma
remuneración legitima, cualquiera que sea el resultado del negocio, aconseja con
templanza, procede con mesura, hace lo que la moral y la ley consienten. El que
sabe que ganará más o menos según la solución que obtenga, tiene ya nublada la
vista por la codicia, pierde su serena austeridad, participa de la ofuscación de su
defendido, lejos de ser un canal es un
torrente.

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