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Hombre Light PDF

El documento describe al "hombre light" como alguien con información superficial pero poca educación humana, que se ha visto afectado por valores como el hedonismo, el materialismo y la permisividad. Carece de valores trascendentes y cambia rápidamente de opinión, derivando hacia un pragmatismo vacío de sentido.

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El documento describe al "hombre light" como alguien con información superficial pero poca educación humana, que se ha visto afectado por valores como el hedonismo, el materialismo y la permisividad. Carece de valores trascendentes y cambia rápidamente de opinión, derivando hacia un pragmatismo vacío de sentido.

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Hombre light.

Se trata de un hombre relativamente bien informado, pero con escasa


educación humana, muy entregado al pragmatismo.
Todo le interesa, pero a nivel superficial
Todo se torna, permisivo.
Ha visto tantos cambios, tan rápidos y en un tiempo tan corto, que empieza
a no saber a qué atenerse o, lo que es lo mismo, hace suyas las afirmaciones
como «Todo vale», «Qué más da» o «Las cosas han cambiado».
Y así, nos encontramos con un buen profesional en su tema, que conoce bien
la tarea que tiene entre manos, pero que fuera de ese contexto va a la deriva.
Está en un mundo lleno de información, que le distrae, pero no le forma y lo
vacía de moral

a) materialismo: hace que un individuo tenga cierto reconocimiento social


por el único hecho de ganar mucho dinero.
b) hedonismo: pasarlo bien a costa de lo que sea es el nuevo código de
comportamiento, lo que apunta hacia la muerte de los ideales, el vacío de
sentido y la búsqueda de una serie de sensaciones cada vez más nuevas y
excitantes.
c) permisividad: arrasa los mejores propósitos e ideales.
d) revolución sin finalidad y sin programa: la ética permisiva sustituye a
la
moral, lo cual engendra un desconcierto generalizado.
e) relativismo: todo es relativo, con lo que se cae en la absolutización de lo
relativo; brotan así unas reglas presididas por la subjetividad.
f) consumismo: representa la fórmula postmoderna de la libertad.
El ideal aséptico es la nueva utopía, porque, como dice Lipovetsky, estamos
en la era del vacío.
El hombre light es frío, no cree en casi nada, sus opiniones cambian
rápidamente y ha desertado de los valores trascendentes. Se deriva un cierto
pragmatismo de usar y tirar.
No prosperan fácilmente ni la solidaridad ni la colaboración, sino más bien
la rivalidad teñida de hostilidad. Llevando así a la sociedad a una suerte de
polarización en todos los aspectos.
El hombre light no tiene referente.

Finalmente, es preciso resumir esa ingente información, la náusea ante un


exceso de datos y la perplejidad consiguiente, y para ello lo mejor es extraer
conclusiones que pueden ser de dos tipos:
1. Generales: ayudan a interpretar mejor la realidad actual, en su rica
complejidad.
2. Personales: conseguirán que surja un ser humano más consistente,
vuelto hacia los valores y comprometido con ellos

HEDONISMO Y PERMISIVIDAD.

El hedonismo y la permisividad, ambas enhebradas por el materialismo. Esto


hace que las aspiraciones más profundas del hombre vayan siendo
gradualmente materiales y se deslicen hacia una decadencia moral.
Porque una cosa es disfrutar de la vida y saborearla, en tantas vertientes como
ésta tiene, y otra muy distinta ese maximalismo cuyo objetivo es el afán y el
frenesí de diversión sin restricciones. Lo primero es psicológicamente sano
y sacia una de las dimensiones de nuestra naturaleza; lo segundo, por el
contrario, apunta a la muerte de los ideales.
Revolución sin finalidad y sin proyecto.

El consumismo tiene una fuerte raíz en la publicidad masiva y en la oferta


bombardeante que nos crea falsas necesidades. Donde la permisividad, que
propugna la llegada a una etapa clave de la historia, sin prohibiciones ni
territorios vedados, sin limitaciones. Impulsando e incentivando fines
consumistas.

El hombre buscador de la libertad.

Precisamente, el hombre es libre porque no es un animal, porque puede tomar


distancia de sus instintos más primarios y elevarse de nivel, aspirando a no
quedar determinado por su naturaleza.
Hoy a muchos no les interesa para nada la verdad, ya que cada uno se fabrica
la suya propia, subjetiva, particular, sesgada según sus preferencias,
escogiendo lo que le gusta y rechazando lo que no le apetece.
Si no existe interés por la verdad, la libertad perderá peso y, como máximo,
servirá para moverse con soltura, pero sin importar demasiado su contenido.

¿Para qué sirve la verdad?

La verdad nos conduce al mejor conocimiento de la realidad personal y


periférica.
1. La verdad de uno mismo, en la que se articulan el pasado y el presente y,
de alguna manera, puede hacerse un estudio prospectivo: qué será del futuro,
según los datos que tenemos.
2. La verdad de las cosas con las que nos encontramos, que expresa lo
externo.
3. La verdad de las circunstancias, que nos lleva al conocimiento de la
complejidad de la situación y al perímetro en que ese individuo o esa realidad
se encuentran inmersos.
4. La verdad como coherencia, que brota del idealismo del siglo XIX y nos
muestra una existencia con el menor número posible de contradicciones; es
la vida como armonía, como equilibrio entre la teoría y la práctica.
La búsqueda de la verdad es una pasión por la libertad y sus consecuencias.
Vivir en la verdad y de la verdad conduce a lo que podríamos denominar una
vida lograda, plena, profunda, repleta de esfuerzos, natural y sobrenatural a
la vez, que mira al otro y cuyo objetivo lo constituyen unos valores para sacar
lo mejor que hay dentro del ser humano.

Verdad y libertad.

El hombre light se alimenta de noticias, mientras que el hombre sólido


procura hacer una síntesis de ellas, buscando su sentido. Hay en el último un
ejercicio de la inteligencia.
El hombre light, como vamos viendo, muestra una curiosidad incesante, pero
sin brújula, mal dirigida; quiere saberlo todo y estar bien informado, pero
nada más: éste es el salto hacia ninguna parte.

El hombre: animal descontento.

El hombre light no tiene cerca nunca ni felicidad ni alegría; sí, por el


contrario, bienestar7 y placer. La distinción me parece importante. La
felicidad consiste en tener un proyecto, que se compone de metas como el
amor, el trabajo y la cultura; El bienestar, por su parte, representa para
muchos la fórmula moderna de la felicidad: buen nivel de vida y ausencia de
molestias físicas o problemas importantes.
Y la alegría, de la que antes hablaba, no hay que confundirla con el placer.
En el hombre light hay placer sin alegría, porque ha vaciado la auténtica
alegría de su proyecto, lo ha dejado hueco, sin consistencia.
Un hombre intrigado y atraído por muchas cosas, que curiosea aquí y allá,
pero sin vincularse a nada, que tiene en sí mismo su origen y su destino,
acaba por pensar que él representa el fin de la existencia y apunta hacia la
“libertad personal”.
Es la decepción plena, el atrincheramiento de cada uno en su individualismo
atroz.
Con la verdad indefensa, lo más frecuente es entregarse a la moda, que es lo
que hace el hombre light, buscando y persiguiendo el beneficio inmediato.
Con ello se quiere afirmar que la verdad es lo útil, lo práctico, y, en
consecuencia, nada es absoluto ni definitivo.

LA SOCIEDAD DIVERTIDA.
La moda como eje de la conducta.

En los ambientes lights hay una expresión que se repite como si fuera una
máxima: «Fulanito es muy divertido», con lo que se da a entender que uno
de los atractivos de esa persona es su capacidad de asombrar a los demás y
hacer que lo pasen bien.
No importa que los códigos que hoy rigen tengan consistencia o sean
banales; da igual. Lo decisivo es que un comportamiento determinado se
lleve.
Una sociedad centrada en el consumismo, aturdida por la publicidad,
infantilizada e influenciada por los «personajillos» que están en candelero
no es capaz de establecer sistemas, teorías o esquemas posibles para la vida
pública. Generando así también ausencias de cultura.

La enfermedad de la abundancia.

Ser rico o ganar mucho dinero son las mejores cartas de presentación en un
ambiente light. Aunque se niegue, éste es el hilo conductor que hilvana todas
las relaciones.
VI. SEXUALIDAD LIGHT.
Definición del amor humano.
Se habla hoy mucho de amores y, más concretamente, de uniones
sentimentales, pero muy poco del amor, por lo que deducimos la confusión
que suscita. A cualquier relación superficial y pasajera la llamamos «amor».
En muchas relaciones sexuales hay de todo, menos amor auténtico, por
mucho que le apliquemos ese calificativo; en realidad, es pasión, pero desde
luego no es amor.
El amor humano es un sentimiento de aprobación y afirmación del otro, por
el que nuestra vida tiene un nuevo sentido de búsqueda y deseo de estar junto
a la otra persona. Desearle lo mejor, mirar por ella, tratarla de forma
excepcional, darle lo mejor de nosotros.
Lo que el hombre necesita en la vida es amor, amar y ser amado. La felicidad
no es posible sin el amor.

La relación sexual sin amor.


Cualquier amor auténtico aspira al estado absoluto. Un amor de ese tipo llena
el corazón del hombre de alegría y paz, y lo sacia interiormente, se siente
pleno. El gran objetivo es el bien, que puede ser de tres tipos:
1. Bien útil. Está considerado desde un punto de vista práctico.
2. Bien agradable. Aquel que nos brinda algún tipo de placer, que percibimos
por medio de la satisfacción que nos produce.
3. Bien moral. Aquel que tiene la bondad en sí mismo, ya que apunta a la
mejor evolución del ser humano, aunque sean necesarios esfuerzo y lucha
para conseguirlo.
-
Pues bien, asimismo, en la relación sexual sin amor auténtico el otro es un
objeto de placer.
Precisamente esta tergiversación de términos nos ha conducido a un
consumo de sexo.
La sexualidad sin amor auténtico conduce a un vacío gradual que desemboca
en hastío, indiferencia y escepticismo, es decir, una actitud descomprometida
en exceso.

Sexualidad vacía y sin rumbo.


Hoy asistimos a una idolatría del sexo.
Hay sexo por todas partes, sin afectividad ni amor, sino como una ruta
serpenteante, divertida y traviesa, en la que se mezclan valores como la
conquista, la búsqueda del placer y el disfrute sin restricciones.
Se llega así a un amor de rebajas: todo a bajo precio, ligero, light, sin
contenido, insustancial, sin rumbo; una relación anónima, indiferente,
pasajera, que se lleva a cabo de forma animal y primaria ante la primera
oportunidad que surge.

Las ataduras y esclavitudes del mundo libre.


De aquí es de donde se produce el hombre light. De esa zona de indefinición,
de ese camino sin meta. El frenesí de la diversión y la afirmación de que todo
vale igual nos muestra a un hombre para el que es más importante la
velocidad en alcanzar lo deseado que la meta en sí.

Cultura del aburrimiento.


A lo largo de las páginas de este libro hemos ido hablando de la cultura
individualista que se está viviendo hoy: frente al concepto de familia, el de
individuo; el yo, opuesto al grupo; el placer en el otro extremo del amor
auténtico.
Reina el consumismo en lugar de la sobriedad; el estrés, en lugar de la vida
ordenada y armónica; las revistas del corazón, en lugar de los libros... Todo
ello envuelto por la televisión, a través de la cual se adquiere muy poca
cultura y, antes o después, asalta el vacío interior. Una nube deambula de acá
para allá por el espacio abierto de la pantalla.
El aburrimiento es consecuencia de un exceso de información que al final
distrae pero que, estudiado con objetividad durante un cierto tiempo, no
aporta gran cosa al hombre. El telespectador está cautivado por todo y por
nada, excitado e indiferente.
Desmantelándolo de cultura, que se mueve por la baliza de la indiferencia
producida por la saturación de antagonismos.

LA VIDA LIGHT.
La palabra Light.
Light es la palabra mágica que hoy está de moda y con la que se trata de
vender una serie de productos de menor valor energético para conseguir una
línea esbelta, como por ejemplo la Coca-Cola sin cafeína, la cerveza sin
alcohol, el tabaco sin nicotina, la sacarina o el queso sin grasa, entre otros.
Lo light lleva implícito un verdadero mensaje: todo es ligero, suave,
descafeinado, liviano, aéreo, débil y todo tiene un bajo contenido calórico.
La vida light se caracteriza porque todo está descalorizado, carece de interés
y la esencia de las cosas ya no importa, sólo lo superficial es cálido.

Indiferencia por saturación.


Hay de todo en exceso, y el hombre indiferente no se aferra a nada, no tiene
verdades absolutas ni creencias firmes, y sólo Quiere toneladas de
información, aunque no sepa para qué; deserta de cualquier compromiso,
menos del que tiene consigo mismo, y así se convierte en un ser
megalómano.

Una sociedad indiferente.


La soledad y la comunicación interior suelen formar una estructura que en el
hombre light no se da y en la que hay banalidad, porque no se interroga nada
trascendente que le obligue a replantearse la existencia de otro modo. Es una
soledad sin rebelión personal y sin análisis. Por otra parte, la relación con el
otro está muy resquebrajada; tanto por el narcisismo creado por esta
centralidad absoluta en sí mismo, como también subjetivismo que
desemboca en permisividad.
Un nuevo ideal: la comodidad.
Deseos caprichosos; exageración del ideal materialista; y esclavitud por la
ambición y hedonismo. La cultura light está adulterada, es consumista fácil
y materialista.
EL CANSANCIO DE LA VIDA.
El cansancio psicológico, fenómeno de nuestro tiempo.
En el cansancio de la vida, la fatiga no se refiere a nada concreto; alude a
aspectos vagos e imprecisos. Concierne a la vida como totalidad, un
concepto demasiado amplio. El análisis de ese estado de ánimo nos obliga a
tres cosas:
1. Buscar su porqué (etiología).
2. Describir lo que el sujeto experimenta interiormente (vivencia).
3. Diseñar una fórmula para salir de ella (terapéutica).

La unidad interna de la vida.


A lo largo de mi vida voy formando mi personalidad y realizando mi
proyecto concreto. Por eso, decimos acertadamente «hago mi vida». Estoy
ocupado haciendo mi vida, intentando sacar de ella el mejor partido, pero esa
operación proyectada en un tiempo futuro debe tener una unidad interna:
estar constituida por una estructura de carácter global, presidida por la
coherencia de sus distintos elementos.
Primeramente nos encontramos con causas -preferentemente físicas- y
motivos -fenómenos psicológicos, sobre todo-. Entre ambos se teje un
conjunto de factores que, unidos, dan como resultado ese peculiar estado de
ánimo.
Una de las cosas que más cansan es la lucha permanente con los reveses,
sinsabores y frustraciones que cualquier vida implica, porque para hacer algo
grande en ella hay que luchar mucho, y para salir adelante, quemar las naves.
En segundo lugar, nos interesa describir cuál es la vivencia del sujeto
cansado de la vida, ya que la sensación interior es muy profunda.
Emerge lentamente una especie de agobio decepcionante combinado con la
impresión de estar herido o roto por dentro. En el cansancio de la vida el
sentimiento interior es de desilusión.
¿Qué hacer? La mejor terapia consiste en tres operaciones
complementarias:
1. Replantearse la vida en ese determinado momento, con toda la experiencia
adquirida.
2. Poner orden, porque es necesario establecer una jerarquía de valores y
preferencias.
3. Finalmente, aplicar una voluntad firme para llevar a cabo esos propósitos.

LA ANSIEDAD DEL HOMBRE DE HOY.


Luces y sombras de la sociedad posmoderna.
Lo positivo de nuestros días ilumina la realidad desde distintos ángulos.
La revolución informática nos simplifica el trabajo mediante la ordenación
y procesamiento de datos. De otra parte, la denominada revolución de las
comunicaciones: ya no hay distancias en el mundo; en pocas horas nos
plantamos en el otro extremo de la Tierra.
También hay que subrayar el despertar de muchas conciencias dormidas en
planos esenciales de la vida: los derechos humanos han alcanzado cimas
nuevas, así como la llegada de la democracia a una gran mayoría de países
que ahora viven en libertad. La progresiva preocupación por la justicia
social, que está llevando a una mayor equidad y a la existencia de una clase
media cada vez más sólida y estable.
En esta línea positiva hay que destacar los altos niveles de confort y
bienestar, que han cambiado la vida del ser humano de nuestros días.
La cultura burguesa estuvo centrada en el ahorro, la moderación, las
costumbres puritanas y, apuntando siempre hacia el día de mañana.
Hoy las cosas han cambiado. La cultura posmodernista de nuestros días gira
en torno al consumismo, el hedonismo, la permisividad y el culto por el
instante transitorio.
Consumismo, permisividad, vacío.

Al mismo tiempo se ha ido produciendo una ingente información, minuciosa


y prolija, que nos llega de aquí y de allá; pero esa información no es
formativa, no construye.
Va gestando un individuo frío, desconcertado, abrumado por tanta noticia
negativa, incapaz de hacer la síntesis de todo lo que le llega.
Así las cosas, ya casi nadie cree en el futuro. Se ha disuelto la confianza en
el porvenir ante el espectáculo que tenemos delante. Ya no hay casi
heroísmos ni entusiasmos en los que se arriesgue la vida.

PSICOLOGÍA DEL FRACASO.


¿Qué se siente en el fracaso?.
Es frecuente hablar del éxito, del triunfo, de cómo alcanzarlo y de la
psicología del que llega a esas cimas, pero pocas veces se estudia el fracaso
y el valor de las derrotas.
La existencia consiste en un juego de aprendizajes.

La patria del hombre son sus ilusiones.


La patria del hombre son sus ilusiones. La vida es siempre anticipación y
porvenir. Somos proyectos. El hombre es, sobre todo, futuro.
Es grande ver a un hombre crecerse ante el fracaso y que empieza de nuevo.
Sabiendo que por encima de la tempestad que ensordece o del oleaje vibrante
y amenazador, su rumbo está claro, sus ideas siguen siendo conseguir los
puntos de mira iniciales.
Ahí se inician los hombres de vuelo superior. Hecho a base de orden y
constancia.

Madurez y fracaso.
Así, el hombre se reconcilia con su pasado. Lo asume y es capaz de superarlo
en sus aspectos negativos y dolorosos. La madurez implica vivir instalado en
el presente, teniendo digerido el pasado y estando abierto hacia el porvenir.
Si el sufrimiento es la forma suprema de aprendizaje, de él hemos de sacar
provecho. La vida tiene distintos sabores; a lo largo de ella el paladar se va
acostumbrando a captar sensaciones de todo tipo. Lo importante es no perder
el hilo conductor de la existencia, tener claros los objetivos, no derrumbarse
ante las contrariedades ni ante tantos imprevistos como, de un modo u otro,
habrán de sobrevivir a toda empresa personal.
No se puede vivir sin ilusiones.

LA VIDA NO SE IMPROVISA.
La vida como problema.
Tener la vida bien planteada es clave. Aunque no podemos perder de vista el
azar y tantos posibles imprevistos como pueden aparecer, es esencial el punto
de partida.
Es en la familia donde se aprende, de entrada, a plantear adecuadamente la
vida. Hay familias con una especial habilidad para esto: todo se traza con
buena cabeza, con orden, con realismo, pero también con buenas dosis de
exigencia personal.
Para llegar a uno mismo hay que partir de posiciones realistas, pero envueltas
en optimismo y afán de superación.

Nos hospedamos en el presente, pero viajamos hacia el futuro.


Para programar la vida hacen falta esos dos componentes: ilusión y
entusiasmo. Uno y otro destilan alegría de vivir, afán de superación
permanente, capacidad para remontar los reveses, deseos de llegar a ser uno
mismo.
La vida tiene dos ópticas: desde dentro y desde fuera. La primera es profunda
y la segunda, superficial. Una es privada y otra pública. La distancia entre
ambas es la misma que se establece entre lo que es verdadero y lo que es
falso.
Cualquier contabilidad sobre la propia vida es siempre deficitaria y dolorosa.
Lo es porque ésta es siempre incompleta, llena de lagunas y cuestiones
pendientes, con muchas cosas por hacer.
Planear la vida, diseñarla, ponerle fronteras, acotarla, dibujar sus
contornos y luego andarla.
LA FELICIDAD COMO PROYECTO.
La felicidad:
la aspiración más completa del hombre.
1) Haberse encontrado a sí mismo, es decir, tener una personalidad sólida
con la que uno se encuentra a gusto.
2) Tener un proyecto de vida.
Estas son las notas primordiales que hacen feliz. La felicidad supone
encontrar un programa de vida atractivo, satisfactorio, capaz de llenar y que
sea el elemento complementario de la existencia, el texto biográfico.
El proyecto debe ser personal, y como protagonista del mismo, su
arquitectura la elaboro yo según mis preferencias. No hay que perder de vista
a la hora de practicarlo la vieja distinción del pensamiento medieval entre
desear y querer.

Sin un norte moral la lucha por la libertad cae en el vacío.


El progreso material por sí mismo nunca puede colmar las aspiraciones del
hombre, ni dar la felicidad cuando constituye el eje vertebral de una vida.
La liberación no genera por sí misma libertad, sino que dependerá de su
contenido y su programa.
La salida para dejar de ser persona light está en el paso de la inmanencia
a la trascendencia, dejar el individualismo y el materialismo.
En el mensaje cristiano, la perfección está en la misericordia. El amor es
siempre un acto de entrega que busca el bien del prójimo, su mejor
desarrollo. Así, el sentido de la misericordia se completa con el de la justicia.
SOLUCIONES AL HOMBRE LIGHT.
Recuperar el humanismo.
Amor, trabajo y cultura, pero sin falsear las palabras.
Hay que hacer una llamada a la capacidad oral y espiritual si queremos que
el hombre light salga de su estado actual en que sólo preocupa el dinero y el
placer para evitar las consecuencias típicas que de ello se derivan: tener,
acumular y amasar.

Volver a los valores.


En general, podemos decir que es necesario una vuelta a otros valores por
las siguientes razones:
1. El progreso material no puede colmar por sí mismo las aspiraciones
humanas.
2. La tetralogía del hombre light es una convocatoria que a la larga fabrica
un hombre vacío, hueco, sin contenido y sin puntos de referencia.
3. El hedonismo niega el valor del sufrimiento, porque desconoce lo que
significa y la importancia que tiene para la madurez personal.
4. La permisividad producirá desde drogadictos a personas adictas a la
pornografía, pasando por una violencia y agresividad cuyo final puede ser
fatal.
Uno de los principales valores es el humanismo, basado en una formación
moral sólida, abierta y pluralista, cuyas coordenadas no dan prioridad al éxito
material, al placer y al dinero.
En definitiva, se trata de conseguir un hombre más digno, que quiere ser más
culto para ser más libre»; hacer un mundo más cordial y comprensivo; crear
un espacio más afectivo, donde quepan lo material, lo espiritual y lo cultural.
El hombre soñador y el hombre pensador que hay en nosotros.
Desde Sigmund Freud sabemos lo importante que son los sueños. Su
contenido, sus temas, las oscilaciones y vaivenes de sus mensajes oníricos
están conectados con las ilusiones y los proyectos personales.
Para ello necesitamos un modelo de identidad, un esquema referencial
atractivo, sugerente, con fuerza para arrastrar en esa dirección.
Tenemos que dotar a nuestra vida de valores fuertes y convincentes.
Elogio de la intimidad.
La vida humana tiene dos ámbitos de desarrollo: interior y exterior, y el
hombre necesita establecer un especial equilibrio entre los dos. El primero
está referido a la interioridad, lo afectivo, etc.; mientras que el exterior se
manifiesta a través de la conducta.
«Los trapos sucios se lavan en casa» En la intimidad uno se encuentra con
los suyos. El diálogo se hace fluido, rico, repleto, sereno y distendido, y es
donde disfrutamos con una tertulia familiar o viendo cómo crecen los hijos
o los cambios graduales físicos y psíquicos que los transforman. Vivir
puertas adentro es saborear y conocer humanamente a los que viven bajo el
mismo techo.
La condición privada personal o intimidad tiene unos rasgos y elementos
secretos que no conviene desvelar, por eso, el que la posee sabe mucho de
esto y lo cultiva, porque a través de ella nos encontramos a nosotros mismos.

La felicidad se alcanza con una vida coherente.


Para ser feliz es necesario que la vida sea argumental y coherente. Y también
que en su seno albergue una serie de elementos que se relacionen de forma
congruente entre sí, luchando para que no se produzcan contradicciones, es
decir, la formación de un hombre único, en que se relacionen las ideas y sus
acciones.
La felicidad nunca es un regalo, hay que conquistarla y trabajarla con ilusión.
Siempre, antes o después, hay que bregar contra corriente y debemos
experimentar el sentimiento de hacer algo útil, valioso, por lo que las luchas
y desvelos queden justificados por nuestra lucha. El esfuerzo, la alegría, la
coherencia y la felicidad se nutren de las mismas raíces.
Se alinean así, en la felicidad verdadera, la coherencia, la vida como
argumento, el esfuerzo porque salga lo mejor que llevamos dentro y la
fidelidad.

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