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Declarar y Decretar: ¿Es Bíblico?

Este documento discute el origen y la falta de base bíblica de la práctica de "declarar y decretar". Explica que esta práctica se originó en el "Nuevo Pensamiento", un movimiento del siglo XIX que enseñaba que la mente puede dictar resultados materiales. Aunque esta idea fue popularizada por predicadores como E.W. Kenyon, saca versículos bíblicos de su contexto. El documento concluye que Dios actuará según su voluntad, no según lo que los humanos "declaren", y que
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Declarar y Decretar: ¿Es Bíblico?

Este documento discute el origen y la falta de base bíblica de la práctica de "declarar y decretar". Explica que esta práctica se originó en el "Nuevo Pensamiento", un movimiento del siglo XIX que enseñaba que la mente puede dictar resultados materiales. Aunque esta idea fue popularizada por predicadores como E.W. Kenyon, saca versículos bíblicos de su contexto. El documento concluye que Dios actuará según su voluntad, no según lo que los humanos "declaren", y que
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¿Es Bíblico declarar y decretar?

Pero una vez que él haya tomado su decisión, ¿quién podrá hacerlo cambiar de parecer? Lo que
quiere hacer, lo hace. (Job 23:13 NTV)

¿De dónde nace esta corriente antibíblica de decir cosas “positivas”?


La práctica de decir “yo declaro” y “yo decreto” es un uso muy común hoy en día en las iglesias
de Estados Unidos y América Latina. Sobre todo, de aquellas de la teología de la prosperidad. El
hablar “palabras de poder” tiene su fuente de nacimiento en la famosa secta religiosa llamada
“Nuevo Pensamiento” El origen del Nuevo Pensamiento (“Yo declaro” y “Yo decreto”)

El “Nuevo Pensamiento” comenzó en el siglo XIX, y ganó mucha popularidad en los Estados


Unidos en las primeras décadas del 1900. También se le conocía como “Mente
Sanadora” o “armonialismo”. Aunque el movimiento nace en el siglo XIX, sus orígenes se
encuentran en las ideas del inventor sueco Emanuel Swedenborg, que en su búsqueda del alma
humana dijo que Dios se le reveló y lo declaró “Revelador de Dios”. Swedenborg decía que
hablaba con el apóstol Pablo, con Martín Lutero y en ocasiones con Moisés. Negó las verdades
del cristianismo y enseñaba que el mundo físico era una extensión de la mente y que por lo
tanto la mente podía formar y dictar cosas materiales. Estas ideas fueron desarrolladas en
Estados Unidos por Phineas Quimby quien se conoce como el padre del “Nuevo Pensamiento”.
Quimby decía que lo que alguien cree es realidad, incluyendo las enfermedades. Los
proponentes del “Nuevo Pensamiento” tomaron ideas de diferentes religiones, especialmente
del cristianismo. Las ideas del “Nuevo Pensamiento” fueron popularizadas por el gurú Ralph
Waldo Trine quien publicó un libro en 1897 que vendió millones de copias. Trine decía que lo
que uno afirmaba con la mente y con palabras ocurría; que las razones de las enfermedades en
las personas eran porque hablaban o pensaban sobre ellas. Pero las enseñanzas no llegaron
claramente a las iglesias de mano de Trine —quien negaba la Biblia y la deidad de Cristo—, sino
a través del pastor E. W. Kenyon. Kenyon fue compañero de estudio de Trine en la escuela de
oratoria Emerson College en Massachusetts. El predicador Kenyon es conocido por su idea del
“pensamiento positivo”. Él enseñó que las confesiones positivas eran la clave para una vida
próspera. También se le conoce como el padre del “evangelio de la prosperidad”. Kenyon
influenció a personas como Kenneth Hagin y Oral Roberts, este último fundador de la
universidad que lleva su nombre donde estudió Joel Osteen

Sacando palabras fuera del contexto 

Ya lo dice el viejo y conocido refrán: “Sacar un texto fuera de contexto es un gran pretexto”. A


decir verdad, la práctica favorita de muchos predicadores de hoy es sacar del contexto a la biblia
completa.
El verso 19 fue autoridad que Dios le dio solo a sus discípulos el momento que los comisionó a predicar.
No dice que trascienda hasta nuestros días. Por ejemplo, usan Salmos 2:8, donde Dios dice: “pídeme y te
daré por herencia las naciones”, para decir a los oyentes que puedes pedirle a Dios y él te dará tus
sueños cumplidos. Sin embargo, cualquiera que haya leído con detenimiento el capítulo 2 de este Salmo
se habrá dado cuenta que el texto es mesiánico. El mismo que podemos leer aplicado en Hechos 4:23-27.
Este Salmos habla de la soberanía de Cristo sobre las naciones. Dios Padre le dio a su hijo las naciones
como herencia. En otras palabras, habla del alcance del evangelio a los gentiles. Es por eso que algunas
traducciones como la King James en inglés, no usan la palabra “naciones”, sino “paganos”.

Pídeme, y te daré los paganos por tu herencia, y las partes más extremas de la tierra por tu posesión.
(traducción)

Prácticas no bíblicas que han sacado de contexto a los versículos que hablan de sanidad. Tal es el caso de
Isaías 53 que es usado para decir a la gente que Dios te va a sanar sí o sí. Sin embargo, se nos olvida que
quien decide si una persona es sana o no, es nuestro Dios. Por más que se una el mundo entero a orar
“declarando” y “decretando” sanidad sobre la vida de alguien, la última palabra siempre será de nuestro
creador. (Isaías 55:8-9 NTV) En pocas palabras, Dios jamás actuará según nuestro antojo. Él no está
sujeto a lo que nosotros “declaremos”, “decretemos”, “proclamemos”, “arrebatemos”, etc. Todo tipo de
suceso en nuestra vida está sujeto a la absoluta y soberana voluntad del Rey de Reyes. (Job 23:13 NTV)
Jesús nos enseñó esto a través de su ejemplo de oración diciendo hágase tu voluntad, y no la nuestra. Y
hoy desechan esas directrices y exigen que Dios cumpla sus deseos sí o sí.
Resultado final: cristianos renegados y decepcionados de Dios

Conclusión

Seré muy claro en decir que este tipo de prácticas son parecidas a las que cualquier espiritista, místico o
motivador, podría recomendarte. El “Yo declaro” y “Yo decreto” —y otras palabras usuales— son solo
muestra de que usted es un religioso y no un hombre guiado por el Espíritu Santo. Es momento de que
nos detengamos a observar con paciencia la forma y manera en la que estamos usando la Palabra de
Dios. Dejemos de obligar a la biblia a decir cosas que sean de nuestro antojo. Esperar que Dios haga su
voluntad es lo correcto. Puedes orar por la sanidad de alguien, sí, pero esto no quita el hecho de que
Dios hará como él quiere. Por lo tanto, dejemos el uso de palabras no bíblicas que nos hacen creer que
Dios hará lo que le pidamos solo por la sencilla razón que tengo la autoridad de “decretar”.

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