Elías y los profetas de Baal
Entonces Acab convocó a todos los hijos de Israel, y reunió a los profetas en el monte Carmelo. Y
acercándose Elías a todo el pueblo, dijo: ¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos
pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él. Y el pueblo no respondió
palabra. Y Elías volvió a decir al pueblo: Sólo yo he quedado profeta de Jehová; más de los profetas
de Baal hay cuatrocientos cincuenta hombres. Dénsenos, pues, dos bueyes, y escojan ellos uno, y
córtenlo en pedazos, y pónganlo sobre leña, pero no pongan fuego debajo; y yo prepararé el otro
buey, y lo pondré sobre leña, y ningún fuego pondré debajo. Invocad luego vosotros el nombre de
vuestros dioses, y yo invocaré el nombre de Jehová; y el Dios que respondiere por medio de fuego,
ese sea Dios. Y todo el pueblo respondió, diciendo: Bien dicho. Entonces Elías dijo a los profetas de
Baal: Escogeos un buey, y preparadlo vosotros primero, pues que sois los más; e invocad el nombre
de vuestros dioses, mas no pongáis fuego debajo. Y ellos tomaron el buey que les fue dado y lo
prepararon, e invocaron el nombre de Baal desde la mañana hasta el mediodía, diciendo: ¡Baal,
respóndenos! Pero no había voz, ni quien respondiese; entre tanto, ellos andaban saltando cerca del
altar que habían hecho. Y aconteció al mediodía, que Elías se burlaba de ellos, diciendo: Gritad en
alta voz, porque dios es; quizá está meditando, o tiene algún trabajo, o va de camino; tal vez
duerme, y hay que despertarle. Y ellos clamaban a grandes voces, y se sajaban con cuchillos y con
lancetas conforme a su costumbre, hasta chorrear la sangre sobre ellos. Pasó el mediodía, y ellos
siguieron gritando frenéticamente hasta la hora de ofrecerse el sacrificio, pero no hubo ninguna voz,
ni quien respondiese ni escuchase.
Entonces dijo Elías a todo el pueblo: Acercaos a mí. Y todo el pueblo se le acercó; y él arregló el
altar de Jehová que estaba arruinado. Y tomando Elías doce piedras, conforme al número de las
tribus de los hijos de Jacob, al cual había sido dada palabra de Jehová diciendo, Israel será tu
nombre, edificó con las piedras un altar en el nombre de Jehová; después hizo una zanja alrededor
del altar, en que cupieran dos medidas de grano. Preparó luego la leña, y cortó el buey en pedazos,
y lo puso sobre la leña. Y dijo: Llenad cuatro cántaros de agua, y derramadla sobre el holocausto y
sobre la leña. Y dijo: Hacedlo otra vez; y otra vez lo hicieron. Dijo aún: Hacedlo la tercera vez; y lo
hicieron la tercera vez, de manera que el agua corría alrededor del altar, y también se había llenado
de agua la zanja.
Cuando llegó la hora de ofrecerse el holocausto, se acercó el profeta Elías y dijo: Jehová Dios de
Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo,
y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas. Respóndeme, Jehová, respóndeme, para que
conozca este pueblo que tú, oh Jehová, eres el Dios, y que tú vuelves a ti el corazón de
ellos. Entonces cayó fuego de Jehová, y consumió el holocausto, la leña, las piedras y el polvo, y
aun lamió el agua que estaba en la zanja. Viéndolo todo el pueblo, se postraron y dijeron: ¡Jehová es
el Dios, Jehová es el Dios! Entonces Elías les dijo: Prended a los profetas de Baal, para que no
escape ninguno. Y ellos los prendieron; y los llevó Elías al arroyo de Cisón, y allí los degolló.