Derecho Comercial
Derecho Comercial
La condición de zoom politikon, el instinto gregario, hizo que desde la más remota antigüedad
conocida, el ser humano se desenvolviera y desarrollara en grupos: la familia, la tribu, la
reunión de tribus, la ciudad. Superada la etapa del cazador y su condición necesariamente
nómade, detrás de los animales con los que se sustentaba, aparece la necesidad de cambiar la
producción sobrante por elementos faltantes. Nace así el trueque, primer expresión de la
actividad económica comercial. Su desarrollo tiene un particular impulso con el dominio de la
navegación, que hace surgir al comerciante con su carácter de intermediario. En la Edad Media,
la pérdida de las vías marítimas a manos de los piratas turcos, produce un considerable retroceso
de la actividad económica, que por tierra tenía también el impedimento de las gabelas. Pero a
fines de esta época comienzan a crecer los burgos y a adquirir preponderancia la actividad
económica de las ciudades, basada en la producción artesanal especializada. Ello genera un
intenso tráfico entre las distintas ciudades, vigorosamente impulsado por la pérdida de poder de
la nobleza feudal y la recuperación de las vías marítimas, a lo que se añade pronto su expansión
con los viajes de Marco Polo y el descubrimiento de América. En el interior de las ciudades se
organizó la actividad en ferias y mercados, los primeros con mayor permanencia y las segundas
con cierta periodicidad. La actividad artesanal y comercial se organiza por especialidad y nacen
las corporaciones de artesanos y comerciantes (confiteros, sastres, tenderos, etc.) Pronto se
advierte la necesidad de dirimir los conflictos mediante tribunales especializados que
conocieran profundamente las características de la actividad, con lo que se crea la jurisdicción
mercantil, en principio aplicable a los que reunían la calidad o condición de comerciantes
respecto a su actividad como tales, y que en América ejercieron los "consulados" mercantiles.
No tardó en aparecer la necesidad de aplicar esta jurisdicción a los actos mercantiles, aunque no
fueran realizados por comerciantes, generando una disputa doctrinaria aún no resuelta por
completo. El Derecho Comercial, como sistema jurídico autónomo es relativamente reciente,
aunque pueden hallarse disposiciones relativas al comercio en los sistemas más antiguos. Así
entre los pueblos germanos (Goldschmidt) se pueden rastrear disposiciones específicas, también
entre los griegos, respecto del comercio marítimo y en el derecho romano con numerosas pero
aisladas normativas (como la lex Rhodia), con lo cual aparecen también los jueces
especializados, que debían juzgar a verdad sabida y buena fe guardada y que al adquirir carácter
tribunalicio originaron los consulados.
El código de Comercio Francés marcó sin duda un hito en cuanto a la autonomía legislativa del
derecho comercial. Su principal novedad, pese a las críticas de Ripert, fue introducir la teoría de
los actos de comercio (criterio objetivista, Malagarriga) Era breve, 648 artículos. Fue seguido
por el Código Español de 1823 (Fernando VII) que regulaba numerosos actos de comercio. Los
nuevos sistemas de política económica (principalmente el capitalismo) y el desarrollo y
expansión de la actividad comercial, crearon nuevos instrumentos e instituciones. La actividad
individual (aunque organizada como empresa) fue cediendo paso a la actividad empresarial
como hoy la conocemos, por la necesidad de reunir mayores capitales para sus fines. El tráfico
dinerario se incrementó y aparecieron letras de cambio, bancos, cheques, etc. Esto motivó la
necesaria expansión del derecho comercial y el nacimiento de un derecho societario, que por su
naturaleza y la de las instituciones que regula, se aproxima más al derecho comercial que al civil
(Fontanarrosa) En nuestro derecho aparecen también instituciones traídas del derecho anglo
americano (warrants, debentures, etc.)
En lo que fue el Virreinato, en materia comercial regían, luego de las disposiciones del
soberano (pragmáticas, reales cédulas, etc.,) las Recopilaciones y las leyes de Castilla. Pero
desde la creación del Consulado de Buenos Aires (1794) tuvieron prelación las Ordenanzas de
Bilbao. La Casa de Contratación de Sevilla, dictaba también disposiciones y ejercía primero la
jurisdicción directa y luego por apelación. En el derecho patrio comercial, aparecen (1810) la
creación de la matrícula de comerciantes nacionales y el nombramiento de contadores peritos.
Al inaugurarse la Bolsa (1822) se anuncia la necesidad de proyectar un código de comercio. El
movimiento codificador y las ideas alberdianas incluyen en la Constitución de 1853 la facultad
del congreso nacional de dictar el Código de Comercio y las disposiciones sobre bancarrotas.
Siendo Ministro Vélez Sarfield, se encarga al uruguayo Acevedo (asilado en Bs. As.) la
redacción de un Código de Comercio para la Provincia de Buenos Aires, segregada de la Nación
por esa época. La principal autoría, discutida por Vélez que se la atribuía en parte y terminó por
declararse el principal redactor, no fue contradicha por Acevedo, por ese entonces enfermo y ya
en Uruguay. De todos modos, finalmente fue aprobado para la provincia y posteriormente para
la Nación. Además del mensaje de elevación del proyecto, sobre los antecedentes consultados
(sin duda el código de comercio francés) según Rivarola tiene disposiciones tomadas de los
códigos holandés, brasilero y español. A poco andar se advirtió la necesidad de una reforma,
para lo cual elabora un proyecto Segovia, que la comisión considera "totalmente nuevo" y por
ello "muy peligroso" y realiza en cambio modificaciones muy "tímidas" (Siburu, cit. por
Malagarriga) La actividad comercial se caracteriza precisamente por su evolución y dinamismo,
que lo desactualiza permanente y frecuentemente se recurre a la legislación suplementaria, por
lo que las modificaciones terminan por desvalorizar el código y hacer necesaria su reforma
integral. La unificación del derecho privado mediante un código único de las obligaciones
(Suiza) u otros métodos similares, han provocado numerosas y prolongadas polémicas hasta
hoy, entre los partidarios de mantener la legislación separada o unificarla. Por un lado se
sostiene la evidente comunión de diversas disposiciones e instituciones jurídicas; por otro la
dinámica comercial ya mencionada y la especialización de la materia, con los más diversos
argumentos. En nuestro país se elaboraron diversos proyectos, algunos de los cuales tuvieron
estado parlamentario, sin éxito por diversas razones. No faltan los partidarios de un código
único pero con independencia de las disposiciones comerciales, lo que ha motivado que se los
critique por pretender la simpleza de incluir en un solo libro, en realidad, ambas disciplinas. Los
partidarios de mantenerlas separadas han sostenido entre otros argumentos, que la unificación
no logrará eludir la especificidad de las disposiciones: dentro o fuera del código civil, serán
siempre normas del derecho comercial. Por otra parte, la mencionada expansión del derecho
comercial y la resistencia a la reforma del código, han hecho necesario legislar diversas
instituciones por separado, como por ejemplo las sociedades comerciales (19.550) y las
numerosas y frecuentes marchas y contramarchas sobre quiebras y concursos.
UNIDAD II:
2) Relaciones del Derecho Comercial con las otras disciplinas jurídicas: con el Derecho
Civil, con el Derecho Administrativo, con el Derecho Penal. Relaciones del Derecho
Comercial con la Economía y otras disciplinas no jurídicas: Política Económica,
Sociología.
Puede y debe partirse del conocimiento técnico acerca del funcionamiento económico para
estudiar las normas jurídicas que lo regulan (Vivante, cit. por Fontanarrosa) pero manteniendo
que se trata de una ciencia jurídica y no técnica, es decir, sin exagerar aquel concepto (Rocco,
ídem). La investigación acerca de la evolución económica a través de la historia aporta un
criterio de análisis comparativo. En cambio se utiliza un criterio exegético cuando lo analizado
son las normas reguladoras de esas actividades, procurando desentrañar su sentido y alcances
mediante la interpretación gramatical y lógica. Es un criterio modesto pero útil, aunque
insuficiente (Fontanarrosa). La sistemática (o dogmática) abarca en cambio todo el sistema
buscando desentrañar sus principios generales.
4) Fuentes del Derecho Comercial: distintos tipos de fuentes. Arts. 15, 16 y 17 del Código
Civil. La Ley comercial. Costumbres comerciales: usos y costumbres. Principios de leyes
análogas. Principios generales del Derecho. Equidad. Jurisprudencia. Doctrina. Es la ley
civil fuente del Derecho Comercial a la luz del art. 207 del Cód. de Comercio? Título
Preliminar del Código de Comercio y sus arts. 207, 218, inc. 6º) y 229).
15. Los jueces no pueden dejar de juzgar bajo el pretexto de silencio, oscuridad o insuficiencia
de las leyes.
16. Si una cuestión civil no puede resolverse, ni por las palabras, ni por el espíritu de la ley, se
atenderá a los principios de leyes análogas; y si aún la cuestión fuere dudosa, se resolverá por
los principios generales del derecho, teniendo en consideración las circunstancias del caso.
17. [Los usos y costumbres no pueden crear derechos sino cuando las leyes se refieran a ellos o
en situaciones no regladas legalmente.] (texto según ley 17.711.). Como en todas las ramas del
derecho, se distinguen las fuentes en sentido formal, como la ley y la costumbre, y las fuentes
en sentido material. A las fuentes en sentido formal, ley y costumbre, algunos autores agregan la
jurisprudencia, la doctrina, los principios generales del derecho, las leyes extranjeras, etc. Por
otra parte, se ha discutido si la remisión supletoria que hace el Título Preliminar del Cód. Com.
al Cód. Civil, conduce a la aplicación en materia mercantil de las disposiciones de los arts. 15,
16 y 17 del Cód. Civil en cuanto restringen la aceptación de los usos y costumbres como fuente
del derecho (Siburu, Obarrio, cit. por Raymundo Fernández) interpretación que ha sido
rechazada (Fernández, Fontanarrosa, Malagarriga) considerando que implicaría establecer una
supremacía o prelación del derecho civil sobre el comercial, se trataría de un criterio simplista
que omite considerar el derecho en su conjunto y las prácticas comerciales. Los usos y
costumbres son esenciales en materia mercantil tienen un valor preponderante y así lo
evidencian entre otras disposiciones, el art. V del mencionado título. En cuanto a las leyes
análogas (art. l6 del C. Civil) no se consideran fuentes formales del derecho mercantil, sino un
método interpretativo para llenar lagunas legislativas (Fontanarrosa). Los principios generales
del derecho son criterios que informan cada rama del derecho y que a su vez son informados por
otros más generales aún (Coviello, cit. por Fontanarrosa) lo que permite remontarse, al buscar la
solución a un conflicto, sucesivamente, en busca de respuestas, ante el silencio de la ley. La
equidad no es fuente del derecho mercantil (Fontanarrosa) sino un criterio de estimación
impuesto por el art. 16 del C. Civil cuando se refiere a las circunstancias del caso. La
jurisprudencia, en tanto forma de interpretación de una norma jurídica general para la creación
de una norma particular aplicable a un caso concreto, resulta también fuente del derecho
mercantil. En cuanto a la doctrina, se trata de valiosas opiniones pero no constituye fuente
formal del derecho mercantil (Fontanarrosa) por su incapacidad para sustituir la autoridad de la
ley y su falta de obligatoriedad. La aplicación subsidiaria del C. Civil no lo convierte en
"fuente" del derecho Comercial que con esa remisión solamente establece un método de
resolución de casos, pues el derecho comercial es una rama autónoma formada paralelamente y
al margen del derecho civil, fundado aquél en la universalidad, buena fe y equidad,
precisamente para atemperar el rigorismo y el formalismo del derecho civil (Fernández) y este
concepto vale para todas las remisiones del Cód. de Comercio al Civil.
UNIDAD III:
1) La materia mercantil: concepto. La relación jurídica comercial, sus elementos: sujetos,
derecho subjetivo, deber jurídico, objeto. ACTOS DE COMERCIO: su naturaleza,
importancia del acto de comercio y su distinción. Concepto subjetivo y concepción objetiva
del acto de comercio. Concepto de acto de comercio. Criterio de la discrecionalidad o
teoría limitativa y reguladora. Otras concepciones. Clasificación de los actos de comercio.
Enumeración y distinción de los actos de comercio en nuestro Código. Carácter de la
enumeración.
Están comprendidas en la materia mercantil todas aquellas actividades así definidas por la
legislación vigente. Han fracasado las definiciones previas de lo que debe denominarse "acto de
comercio", pues los comprendidos por la ley en esta definición han cambiado con el transcurso
del tiempo. La relación jurídica comercial es aquella que la ley establece como tal para
determinados actos. Sujetos de la relación comercial pueden ser tanto comerciantes como no
comerciantes que realizan un acto de comercio, que es el objeto de la relación jurídica así
configurada. Los actos de comercio pueden serlo por su naturaleza (el intercambio de bienes y
servicios y su intermediación), por definición de la ley (ciertas actividades realizadas mediante
una organización empresaria, las actividades bancarias) o por conexión con un acto de comercio
(la compra de inmuebles por accesión para lucrar con su venta). Los actos de comercio pues,
son tales por realizarse entre comerciantes (criterio subjetivo) por su naturaleza (criterio
objetivo) o por así calificarlos la ley (todo lo cual sintetizado, conduce al acto jurídico
complejo). La importancia de la distinción radica en las distintas relaciones que se establecen
entre las partes y el distinto plexo normativo que las rige. Según estos criterios, se han planteado
posiciones extremas respecto a la arbitrariedad con que el legislador puede determinar la
inclusión o exclusión de ciertos actos (teoría de la discrecionalidad) o la teoría limitativa o
reguladora, según la cual la regulación legal obedece a la práctica comercial. Otras
concepciones han intentado una definición general (Rocco), pero como hemos dicho sin
lograrlo. El Cód. de Com. argentino define los actos de comercio como los realizados entre
comerciantes, o por lo menos cuando lo sea una de las partes (arts. 5 y 6) y en el art. 8 realiza
una enumeración demostrativa que incluye actos comerciales por naturaleza, "toda adquisición
onerosa de bienes muebles para lucrar con su enajenación", incluyendo en los siguientes incisos
del art. 8 otros actos que lo serán por conexión o disposición de la ley. Es por ello que decimos
que adopta la teoría no absolutamente subjetivista ni objetivista, sino la del "acto jurídico
complejo". El carácter de la enumeración, es demostrativo, es decir que no agota absolutamente
los posibles actos, pero debe tenerse en cuenta que es de orden público, lo que implica que no
pueden crearse categorías de actos de comercio por voluntad de los contratantes.
2) Los actos de comercio de nuestra legislación: análisis del art. 8º inc. 1º y 2º, el cambio
mercantil y figuras que sirven para realizarlo, elementos, condiciones de la adquisición y
la transmisión, lucro. Comerciabilidad de los inmuebles. El cambio como acto de comercio
según el inc. 3º del art. 8º.
Como lo mencionamos, el art. 8º del Cód. Com. contiene una enumeración demostrativa de los
actos de comercio. Quede claro que “demostrativa” significa la inclusión de actos comprendidos
en las descripciones genéricas, pero en modo alguno que a determinados actos pueda
adjudicársele carácter comercial o civil por voluntad de las partes, ya que la cuestión es de
carácter público y por ello indisponible, como ya se ha dicho. El inciso primero define los actos
de comercio naturales, como toda adquisición (incorporación al patrimonio) a título oneroso (lo
que descarta la gratuidad o donación) de bienes muebles (excluyendo los inmuebles salvo
excepción que mencionamos) para su enajenación (es decir que no se trata de adquirir para el
propio consumo) con fines de lucro (que no significa ganancia líquida, sino el ánimo de
especular, especulación que lógicamente puede no tener resultados concretos de incremento
patrimonial) El inciso 2 complementa este concepto, al comprender la transmisión de los bienes
consecuencia de aquella adquisición con fines de lucrar enajenando lo adquirido. La adquisición
a título gratuito de un fondo de comercio, sin embargo, es considerado también acto comercial
por disposición de la ley respectiva. Como queda dicho, la compraventa de inmuebles no es
considerada acto comercial, pues la ley expresamente la excluye. Sin embargo, es un acto
comercial el corretaje o intermediación (la actividad de la inmobiliaria) y puede serlo la
adquisición de inmuebles por accesión en los términos del inciso 1º ya citado (los árboles de un
inmueble para lucrar con su venta como madera) y por aplicación del art. 452 inc. 1. Las
operaciones de cambio, intercambio e intermediación de dinero son también consideradas
comerciales según el inc. 3º (toda operación de cambio, corretaje o remate) El cambio puede ser
de una moneda por otra, o trayecticio (percibir fondos en una plaza y pagarlos en otra, mediante
una comisión)
3) Operaciones de banco, corretaje y remate (art. 8, inc. 3º); concepto, naturaleza y clases,
su comercialidad. Negociaciones sobre letras de cambio, cheques y demás endosables o al
portador (inc. 4º); nociones generales, su comercialidad.
Para calificar las "operaciones de banco" se ha dicho que son las que realiza la empresa
organizada para ello como intermediadora de crédito (Bolaffio) y por otra parte se ha sostenido
la inexistencia de operaciones específicamente bancarias, que solamente asumen ese carácter
cuando son realizadas regularmente por la empresa bancaria (Arcangeli) Ello ha motivado
diversas disquisiciones acerca de si son bancarias las intermediaciones de crédito realizadas por
particulares, si lo son las operaciones de crédito dependiendo de quien las realice, etc. Estas
concepciones resultan hoy un tanto arcaicas a la luz de la magnitud, extensión y características
de las operaciones bancarias actuales. En nuestro derecho, bancos son las empresas reconocidas
y autorizadas como tales de acuerdo a la Ley de entidades financieras. El corretaje es la
actividad de intermediación económica por la cual una persona, el corredor, procura el
acercamiento entre las partes para que concreten entre ellas la operación, a cambio de una
comisión retributiva. El remate es la venta pública y por tanto publicitada que se hace como
subasta (debajo del asta de la bandera del rematador, forma histórica esencial de publicidad) al
que ofrece pagar más (el mejor postor, el que hace la mejor postura), a quien conduce la
operación, el rematador o martillero, que con determinados golpes de martillo simboliza la
adjudicación. Hoy se exige matrícula profesional a quien realiza estas operaciones. Se dice que
hay intermediación del martillero entre el vendedor y los compradores. Las operaciones
bancarias, las de corretaje y remate, son comerciales por disposición de la ley, y aunque en
algún caso el rematador haya adquirido los bienes para su enajenación con fines de lucro, los
remates se efectúan por cuenta del propietario, y el corredor realiza una intermediación con
fines de lucro, pero sin adquisición de los bienes por su parte. Las negociaciones sobre letras de
cambio, documento que se emite o se remite para su aceptación como compromiso de pago, u
otros títulos endosables o al portador, como los cheques o pagarés, se reputan comerciales por
disposición de la ley. Ciertamente son, históricamente, creaciones de la práctica comercial, y
como tales comenzaron siendo comerciales por conexidad y formalmente comerciales.
5) Los seguros (inc. 6º) y las demás sociedades comerciales según la Ley 19.550, su
comercialidad, operaciones de los agentes auxiliares de los comerciantes y convenciones
sobre sus salarios (inc.s 8º y 9º del art. 8) Cartas de crédito, fianzas, prenda y demás
accesorios de una operación comercial, otros actos de comercio según el inc. 11 del art. 8.
Los actos contemplados por el art. 5º segunda parte y por el art. 7º del Código Comercial.
La ley declara mercantiles los contratos de seguro. Este sistema permite que un tomador del
seguro se garantice, mediante el pago de una prima, que el asegurador responda
económicamente frente a un hecho eventual acaecible en cualquier época dentro de la duración
del contrato. Tales operaciones solamente son posibles cuando el asegurador, convirtiéndose en
intermediario entre muchos tomadores, reúne el capital considerable necesario para poder
responder, efectivamente, cuando ocurre el siniestro. Es más, cada aseguradora reasegura a su
vez, parte de su cartera con otros aseguradores. Esta razón de técnica económica es el
fundamento de la normativa. El tomador del seguro no realiza en cambio, necesariamente una
operación comercial, pero ésta se vuelve tal, también para él, por ser comerciante la otra parte.
Las sociedades anónimas, cualquiera fuera su objeto, realizaban actividades comerciales por
disposición del Cód. Com. La ley de sociedades de responsabilidad limitada, consagró
igualmente la comercialidad de éstas. Finalmente, la ley 19.550 ordenó el sistema dando
carácter comercial a todas las sociedades en ella comprendidas, cualquiera fuere su
organización, sosteniendo que habrá sociedad siempre que dos o más personas,
organizadamente, se comprometan a realizar aportes para aplicarlos a la producción o
intercambio de bienes o servicios, participando de los beneficios y las pérdidas. Ciertamente el
sistema impositivo actual también prevee la existencia de sociedades comerciales de hecho. El
mismo código establece que los actos de los auxiliares hechos por cuenta del comerciante son
también actos comerciales. Establece el mismo carácter para las regulaciones laborales, pero
estas disposiciones carecen actualmente de vigencia en razón de haber sido suplantadas por las
de la ley de contrato de trabajo y las relativas a la misma, como las convenciones colectivas. Las
convenciones accesorias a una operación comercial, como lo establece el código y siguiendo el
principio de que lo accesorio sigue a lo principal, también son comerciales, así la prenda, la
carta de crédito, la fianza, etc. "Otros" actos de comercio contemplados en otras disposiciones,
son por ejemplo, los previstos "a contrario sensu" por el art. 452. Los actos de los que ejercen el
comercio con habitualidad y con mayor razón si son comerciantes matriculados, se presumen
actos de comercio. Esta disposición es de interés público y juega tanto en contra como a favor
del comerciante (Fernández), resultando de competencia comercial los delitos y cuasidelitos que
se cometan en la realización de actos de comercio. Desde luego es una presunción iuris tantum.
Los previstos en el art. 7 del Cód. Com. son los llamados actos unilateralmente comerciales,
distinción doctrinaria de poca relevancia práctica en función de la clara disposición legal.
Aunque la compraventa sea civil para el comprador (art. 452 inc. 2º) será comercial y estará
regulada por sus normas si la otra parte es comerciante.
UNIDAD IV:
Sujetos de la relación jurídica mercantil pueden ser personas físicas o jurídicas, comerciantes o
no comerciantes. Fontanarrosa marca cuatro categorías: a) personas físicas y b) personas
jurídicas no comerciantes; c) personas físicas y d) personas jurídicas comerciantes.
Evidentemente, las personas físicas y jurídicas no comerciantes (como las que están privadas de
serlo por su estado o por disposición de la ley) pueden realizar y de hecho realizan numerosos
actos de comercio, en sus relaciones con los comerciantes, o por que así resultan por conexión,
lo que les está prohibido es el ejercicio regular del comercio sin perjuicio de que tal actividad
eventual resulte regulada por las leyes comerciales. Pero la capacidad de los no comerciantes
para realizar actos de comercio eventuales está regida por el derecho civil, en tanto que la
capacidad de los comerciantes está establecida en el código de comercio, aunque con la
remisión al código civil en cuanto a la capacidad para contratar (art. 9 Cód. Com.). El
comerciante individual adquiere tal condición, teniendo capacidad de contratar, por la práctica
profesional y habitual de los actos de comercio, en tanto las "sociedades mercantiles" como las
denomina el C. Com., lo son por su calidad de sociedades. Pero no lo son sus socios por
integrarlas. La capacidad requerida para ser comerciante es la capacidad para contratar y
disponer libremente de sus bienes, establecida en la ley civil, a la que remite el citado art. 9, por
lo que no pueden serlo los menores de 18 años, dementes y sordomudos que no pueden darse a
entender por escrito. En cambio los mayores de 18 años aunque no hayan alcanzado la mayoría
de edad plena (21) pueden convertirse en menores emancipados y adquirir consecuentemente la
calidad de comerciantes: cuando se emancipan por haber contraído matrimonio; cuando se
emancipan por habilitación de edad (autorización otorgada por la persona mayor a cuyo cargo se
encuentran y consentimiento del emancipado, pero para ejercer el comercio deberán cumplir
con las leyes comerciales y la autorización de inscribirá en el Registro público correspondiente);
cuando han obtenido un título habilitante. Sin embargo, la emancipación implica algunas
restricciones:
Los emancipados no pueden aprobar cuentas de los tutores, donar bienes ni afianzar
obligaciones; y solo pueden administrar los bienes que les hayan sido donados, salvo acuerdo de
ambos cónyuges siendo uno mayor de edad.
Siendo la emancipación por habilitación de edad, como por obtención de título habilitante, la
administración y disposición de los bienes así adquiridos (como consecuencia de su actividad)
carece de restricciones.
El C. Com. prevé la incapacidad en razón de estado, y en razón de prohibición legal (arts. 22, 23
y 24). En razón de su estado, no pueden ejercer el comercio las corporaciones eclesiásticas, los
clérigos, los magistrados civiles y los jueces (en el territorio donde ejercen), con excepción del
préstamo de dinero no efectuado con habitualidad.
Por razón legal, no pueden hacerlo los interdictos y los quebrados no rehabilitados.
Para solicitarla debe efectuarse la presentación indicando: Nombre, estado, nacionalidad, (la
sociedad el nombre de los socios y denominación), la calidad del tráfico o negocio, domicilio,
gerente. Se requiere desde luego la capacidad exigida para la actividad, acreditándola en su caso
(menores emancipados, por ejemplo) y cualquier modificación de estos datos debe ser
informada. Es competente el tribunal de comercio a cargo del registro con jurisdicción el
domicilio declarado.
Rendir cuentas significa presentar la descripción de las operaciones realizadas por cuenta del
mandante, las inversiones consecuentes, las sumas recaudadas, los gastos necesarios efectuados,
la liquidación de los honorarios o comisiones, el informe del resultado final y poner a
disponibilidad las sumas, bienes, títulos, valores, etc. que integran dicho resultado, todo ello
respaldado por los comprobantes correspondientes (aunque el Juez puede excusar la
presentación de aquellos que no suelen solicitarse y son de menor cuantía, CPN). La
oportunidad para hacerlo es la finalización de la gestión realizada por cuenta de terceros (sea
por haberse completado, por renuncia, revocación, etc.) y el lugar, de no estar establecido otro,
el domicilio comercial de quien las rinde (art. 74 C. Com.). Lógicamente el destinatario de la
rendición puede aceptarla (expresa o tácitamente) o impugnarla, y de ocurrir esto último, se
realiza mediante reclamo extrajudicial o iniciando la acción judicial que el CP regula como
procedimiento especial.
6) Derechos de los comerciantes. Disposiciones constitucionales, el art. 14 de la
Constitución Nacional, su reglamentación. El nombre comercial (ley 3.975) Derecho a la
competencia, a la publicidad, a los beneficios que otorga el derecho comercial.
La constitución nacional establece el derecho a ejercer el comercio (toda industria lícita) sin
discriminaciones de ninguna especie, asociarse y contratar. Otros derechos son también
atinentes más directa o indirectamente al comercio, como la libre navegación, la supresión de
aduanas internas, etc. Los comerciantes tienen derecho a limitar su responsabilidad cuando
actúan mediante una sociedad, pues entonces su patrimonio personal no es la prenda de los
acreedores. Tienen también derecho a la protección de su actividad por parte del estado, como
hemos visto, a través de la normativa que reprime la competencia desleal, la publicidad
engañosa, las leyes antimonopolio, las disposiciones que regulan la emisión y circulación de
valores, letras de cambio, cartas de crédito, cheques, las normas sobre quiebra y concordatos,
etc. El nombre comercial como ya dijimos también merece protección legal como parte de la
hacienda o fondo de comercio y puede ser objeto de registración. La calidad de comerciantes
también implica el derecho al fondo de comercio, a formar una comunidad de trabajo, etc.
UNIDAD V:
Fontanarrosa señala que debe distinguirse entre auxiliares del comercio y auxiliares de los
comerciantes. Y luego, entre auxiliares dependientes, internos y externos, y auxiliares
autónomos. Entre los primeros, no tiene carácter de comerciante el factor (gerente) pese las
obligaciones que como tal contrae. Los demás auxiliares no son comerciantes, en cuanto los
actos de comercio que realizan son por cuenta y orden de su principal. Su importancia es
manifiesta, por la imposibilidad física de que un comercio de cierta magnitud sea atendido por
una sola persona. Históricamente, con la expansión del imperio romano y la necesidad de
concretar operaciones en regiones remotas, fueron encargadas a un esclavo, o a un hijo de
familia. Como el derecho romano no conoció la representación, pretorianamente se fueron
estableciendo institutos que permitieran este tipo de actividades, imprescindibles para la
expansión económica que planteaban los nuevos tiempos; jurídicamente se hizo pues,
imprescindible el reconocimiento de estas nuevas figuras comerciales, a fin de que los tratos
entre ausentes, y la celeridad y seguridad de los terceros contratantes se vieran garantizadas. Los
corredores y los comisionistas tienen en común la característica de ser auxiliares del comercio
autónomos. No son representantes de las partes, actúan por cuenta propia procurando el
acercamiento de ellas para que el negocio se concrete, por lo que, como intermediarios y por
disposición de la ley, son comerciantes. No representan a las partes, ni concretan por sí los
negocios que procuran. La ley exige además de los requisitos de capacidad e idoneidad,
determinado nivel de estudios, su matriculación en el registro de la jurisdicción en la que
operarán y son responsables ante las partes si se frustrare la negociación por su culpa. Deben
guardar la reserva propia de los negocios que procuran y registrar las operaciones entregando
minuta de las concertadas a las partes, sirviendo sus registros como prueba de los contratos
celebrados. Deben conservar también las muestras relativas a los bienes comerciados, y asistir a
los actos de culminación del negocio. La práctica del corretaje en violación de los requisitos
legales o su ejercicio incorrecto en perjuicio de las partes tiene como sanción la pérdida de los
honorarios o comisiones, a salvo los daños y perjuicios que causaren y las acciones penales que
pudieran corresponder. Los rematadores o martilleros son personas autorizadas mediante su
capacitación, buena conducta, garantías correspondientes, aprobación de un examen de
competencia, matriculación por ante los registros que llevan los tribunales, etc., a realizar
subastas públicas de bienes muebles o inmuebles por cuenta de sus propietarios o por
disposición judicial. En este último caso los procederes están regulados por el código procesal
aplicable. En el primero, se trata de ventas al mejor postor, pues el sistema se asimila al
anglosajón, a partir de una base o sin ella, de bienes cuya venta mediante remate se efectúa
previa publicidad y en el lugar y condiciones convenidos con el propietario. El requisito de la
publicidad es esencial, tanto de los bienes a subastarse como del lugar, oportunidad y
condiciones, como se ve por cuanto es lo que asegura la posibilidad cierta de conseguir
compradores que realicen ofertas adecuadas. Su antecedente romano son las ventas sub hasta de
los botines de guerra, anunciados con una bandera sujetada en el hasta, lanza usada por los
ejércitos. Si el propietario estuviera presente durante el remate y el martillero lo expresara así, la
venta se hará por cuenta del dueño, pero faltando estos dos requisitos, es el rematador quien
debe documentar la entrega. Percibido el pago, dentro de los 5 días corridos debe rendir los
importes al propietario de los bienes, (pudiendo en caso contrario responsabilizárselo por
defraudación especial por retención indebida) con menos los gastos y comisiones pactados. El
contrato de venta se perfecciona a partir de la oferta del martillero con la aceptación del postor
que expresa, de viva voz, el monto a su vez ofrecido en pago, contrato que está sujeto a
condición resolutoria (Fontanarrosa) que se cumple si se formula una oferta mejor antes del
cierre de la operación por parte del martillero, que deberá hacerlo también mediante un signo
evidente como el golpear del martillo u otro usual. Los martilleros son comerciantes y están
obligados a llevar los registros que como tales exige la ley, además de los de los remates
realizados. No pueden pactar descuentos ni otras ventajas con los compradores; ello sería
contrario a la naturaleza del acto, pues los otros postores también podrían haber ofrecido más
sabiendo que luego pagarían menos. Un rasgo común a estas categorías de auxiliares es la
prohibición de adquirir para sí o para familiares directos, o interesarse directamente, en los
negocios en los que intervienen. Los barraqueros son depositarios que como tales se los
considera comerciantes y por lo tanto, si bien muchos de sus derechos y obligaciones son
similares a los del depósito civil su actividad se encuentra regulada por el código de comercio, y
su actividad se presume onerosa. Deben llevar los libros previstos para el comercio y un registro
detallado de los bienes que reciben, tienen la obligación de exhibirlos a los compradores que el
propietario autorice, conservarlos en buenas condiciones, respondiendo por su deterioro, pérdida
o sustracción, sea por acción de terceros o de sus dependientes. Deben también entregarlos a los
compradores o al propietario, pudiendo ejercer derecho de retención y también determinados
privilegios por sus acreencias en caso de quebranto, pero si a su vez son objeto de
reclamaciones, solamente podrán exigir el depósito de garantía. La reticencia injustificada para
entregar los bienes los hace pasibles de sanción penal (arts. 132 y ss. C. Com). El "factor" de
comercio es lo que hoy llamamos un gerente. Su origen se encuentra en el comercio romano,
donde mediante la "preposición institoria" se lo ponía al frente de una determinada actividad
empresarial. Se trata de un representante del principal, con mandato general muy amplio
(aunque con algunas limitaciones en cuanto a disponer o comprometer el patrimonio que se le
ha confiado) para la administración de los negocios o empresa del proponente. Su designación
debe ser inscripta en el registro comercial respectivo, y si se establecieren restricciones fuera de
la actividad administrativa normal y prevista por la ley, deberán ser establecidas en ese
documento de inscripción. Quien actúa como factor y mientras lo haga en relación a la actividad
normal de la empresa proponente, se presume autorizado para llevar adelante y concluir las
negociaciones de la misma, obligando con ello al principal representado y para con éste a los
terceros contratantes, aún cuando no cumpla con la contemplatio dominis, y suscriba
documentos sin aclarar que lo hace en representación del propietario, por aplicación de la teoría
de la apariencia. Tiene todas las responsabilidades del comerciante proponente, que responderá
por sus infracciones, delitos y cuasi delitos, sin perjuicio de la reclamación repetitoria a que
hubiere lugar. Desde luego no puede llevar adelante negocios que impliquen competencia con
los de la casa que representa, ni por sí, ni a través de personas directamente vinculadas. Su
mandato cesa por destitución, finalización de la actividad, renuncia, cambio de titular de la
explotación, fallecimiento suyo, pero no por fallecimiento del preponente ni por quiebra en
tanto ésta no sea definitiva y produzca el cese total de los negocios. Los empleados o
dependientes del comercio o del comerciante, en realidad, no son comerciantes sino auxiliares
de éste, en general para realizar actos materiales y no operaciones jurídicas, no obstante lo cual
en determinados casos pueden ser designados representantes con especificidad del acto jurídico
encomendado y de los alcances de la representación acordada. También se presume que están
autorizados a percibir el importe de las ventas al contado y al menudeo que se efectúen dentro
del local comercial, por lo que de no ser así, deberá el principal o el factor encargado anunciarlo
adecuadamente dentro del mismo. También se admite que quien porta un título endosable se
encuentra facultado para percibir su valor y otorgar recibo. Pero en general su relación está
determinada por las leyes laborales. Los viajantes de comercio pueden desempeñarse en
relación de dependencia con uno o más principales y también por su cuenta. Pueden estar
autorizados a concertar operaciones y concluirlas, o solamente a realizarlas sujetas a aprobación
posterior. Por lo general operan en zonas determinadas.
El empresario puede actuar como ente jurídico personal o como titular o parte de un ente
jurídico distinto constituido por una sociedad, que por lo tanto compartirá con los restantes
socios. En su antigua versión, el Código de Comercio reglaba las sociedades anónimas.
Sustituida esa normativa por la Ley 19.550, la misma comprende distintos tipos de sociedades a
las que atribuye por definición carácter de comerciales, ya que tendrán por fin la producción o
intermediación de bienes o servicios. En su primer artículo determina que habrá sociedad toda
vez que dos o más personas se organicen conforme a uno de los tipos societarios previstos en la
ley, realizando aportes para producir o intermediar bienes o servicios, participando en los
beneficios y soportando las pérdidas. Son pues, sociedades comerciales según el régimen de la
Ley 19.550: las anónimas, colectivas, en comandita simple, en comandita por acciones, de
capital e industria, de responsabilidad limitada, anónimas con participación estatal mayoritaria,
y accidentales o en participación. Son sociedades regulares las constituidas guardando las
formas y cumpliendo las disposiciones de la ley: contrato social, inscripción, encuadramiento en
los tipos legales previstos, etc. Resultarán irregulares todas las demás, pero en tanto tengan por
finalidad la actividad mercantil, igualmente serán regidas por la misma norma legal. Debe
distinguirse entre sociedades irregulares per se y las irregularmente constituidas. A las
sociedades irregulares y a las irregularmente constituidas, la ley las sanciona con la exclusión de
una serie de privilegios acordados a las regulares, y considerándolas no nulas pero sí anulables,
establece la responsabilidad solidaria de los socios frente a terceros, su disolución a pedido de
cualquiera de los integrantes, la imposibilidad de efectuarse reclamaciones en base al contrato
social, etc. El art. 21 de la ley 19.550 incluye en estos tipos a las "sociedades de hecho con un
objeto comercial" equiparándolas a las sociedades legalmente típicas pero irregularmente
constituidas. La comercialidad de las sociedades de hecho depende del objeto de la actividad
que realicen, puesto que al no estar incluidas en las previsiones del art. 1, solamente deben
considerarse comerciales si lo son conforme a las disposiciones del art. 21. No existen en
nuestra normativa "sociedades" unipersonales, ya que adhiere a la teoría Contractualista, las que
sí aparecen en el derecho extranjero (Alemania, principado de Liechstenstein), aunque más que
"sociedades" lo que implica una necesaria alteridad, son sistemas encaminados a limitar la
responsabilidad patrimonial del empresario unipersonal, "entidad individual de responsabilidad
limitada". Se había sostenido que en nuestro derecho podrían constituirse este tipo de
"sociedades" mediante sociedades anónimas cuyos títulos, al ser al portador, podrían estar
efectivamente en manos de una sola persona. La nominatividad de dichas acciones erosionó el
peso de esa argumentación. También se ha mencionado que la principal resistencia a admitir
esas limitaciones de responsabilidad, se basaba en el alto riesgo de maniobras de simulación y
fraude (vaciamientos, sociedades ficticias, etc.) y que la solución serían los procedimientos de
"corrimiento de velo", "penetración", etc. que bajo la denominación común de doctrina del
"disregard" tuvieron comienzo en el derecho anglosajón, para investigar ese tipo de maniobras,
las violaciones de las leyes antitrust, etc. Son sociedades vinculadas aquellas que realizan
actividades complementarias (distintas etapas de la producción, producción y distribución, etc.)
cuyos titulares o accionistas, son, generalmente, en todo o en parte, los mismos. Sociedades
controladas son aquellas cuyo paquete accionario está en su mayor parte en manos de otra
empresa. Según criterios más objetivos, se dice que dos sociedades están vinculadas cuando una
posee el 10% por lo menos del capital de la otra, y controladas, cuando una posee la capacidad
de controlar los órganos directivos de la otra. Los holdings son "cadenas empresarias", muchas
unidades empresarias distribuídas geográficamente como puntos de venta de una gran empresa,
se encuentran a cargo de un factor o gerente cuyo nivel de decisión se encuentra limitado a la
unidad a su cargo y por las directivas generales del órgano de conducción del holding.
Mussolini impuso el sistema en Italia otorgando financiación estatal y aún perduran empresas de
ese tipo como Fiat. En la actualidad, la manifestación mas evidente son las cadenas de grandes
tiendas y supermercados. La ley 13892 crea un registro para este tipo de negocios y reglamenta
el número de locales, ubicación, traslados, etc. Debe diferenciarse del sistema de franquicias, en
la que las unidades económicas y comerciales son propiedad individual aunque compartan la
denominación, las mercaderías ofrecidas, precios, etc.
UNIDAD VI:
No se ha alcanzado una definición común desde lo económico y lo jurídico para calificar una
empresa. Pero en general se coincide en atribuir cierta magnitud al emprendimiento que supere
lo meramente artesanal. Económicamente se trata de una organización de capital y trabajo con
cierta permanencia en el tiempo y dedicada a actividades determinadas o a cierta especie o
grupo de actividades. La concepción económica supone que el capital por su volumen excede lo
individual y pertenece a varios accionistas, que delegan la conducción efectiva en los ejecutivos
o directores y que ese capital está integrado por tecnologías propias de la explotación y de la
dirección de empresas en general. Desde el punto de vista jurídico es el conjunto de recursos
económicos y humanos organizado con el fin de producir o intercambiar bienes o servicios. El
desarrollo de los sistemas capitalistas y el acortamiento de las distancias geográficas con los
modernos medios de transporte, exigió la reunión de grandes capitales para la actividad
económica, haciéndola inalcanzable para los empresarios individuales. Mediante la creación de
empresas que pudieran absorber la sumatoria de pequeños capitales, y luego con la asociación
de esas empresas entre sí, se pudieron alcanzar objetivos económicos impensables mediante el
esfuerzo unipersonal. La teoría económica de la empresa, en general, determina que su finalidad
es la maximización de los beneficios, lo que debe distinguirse de la finalidad social
estatutariamente establecida, encaminada a la realización de los actos de explotación económica
para la que la empresa fue creada. Los socios, en cambio, persiguen la obtención de beneficios
proporcionales al capital aportado, y la seguridad de que los quebrantos no serán sufridos por
encima de dichos aportes, ni afectarán sus patrimonios personales. El empresario es el socio o
integrante que tiene participación en la conducción empresaria o al menos en sus órganos
ejecutivos (que realiza por sí o por sus representantes una actividad económica que le es
jurídicamente imputable), distinguiéndose del simple socio cuya participación está limitada a
los órganos deliberativos. El carácter de empresario deviene de su relación con la empresa. Esta
a su vez, se caracteriza por una compleja organización que junto a los cuerpos mencionados,
suma los órganos de administración, que como ya dijimos suelen estar en manos de gerentes
especializados, además de la organización comercial o industrial propiamente dicha, y los
trabajadores que aportan su mano de obra física o intelectual para el cumplimiento de los fines
empresarios. La "hacienda" comercial es el conjunto de bienes materiales (edificios,
maquinarias, recursos económicos) e inmateriales (patentes, participación en el mercado,
marcas, modelos, nombres) que componen el patrimonio de la empresa.
Otros elementos: las marcas registradas, los modelos o invenciones patentadas, los nombres
artísticos, los diseños de envases y etiquetas, el logo o isotipo, etc. La clientela es también un
bien mensurable (forma parte de las exigencias de valuación en la ultima reforma de la ley de
concursos y quiebras). El aviamiento, también llamado "valor llave", se encuentra compuesto
entre otras cosas por la clientela, participación en el mercado, etc. Ya mencionamos los demás
elementos, debiendo agregarse las distinciones obtenidas por su participación en concursos de
calidad u otorgadas por clientes especialmente calificados.
Los sistemas contables actuales se basan en el sistema de "partida doble": a cada asiento el
corresponde otro por el mismo importe, en otra "cuenta", lo que origina el necesario equilibrio
entre los distintos grupos de cuentas que componen los grandes rubros de la contabilidad. A los
fines de establecer la contabilidad se define el "plan de cuentas" en el que se agregan a las
cuentas predefinidas (caja, capital, etc.) las específicas de la actividad y las aún más específicas
que determinada empresa requiera. Cada una de estas cuentas pertenecerá bien al activo o al
pasivo, y cada ingreso (incremento del saldo) de las mismas se anotará en el debe, en tanto cada
egreso (disminución de su saldo) se inscribirá en el haber. Cada uno de estas anotaciones
(asientos) necesariamente implica otra en la cuenta relacionada con la operación. Así, un pago
en efectivo significará un asiento por ese importe en la columna "debe" de Caja, y otro por la
misma suma en la columna "haber" de la cuenta que originó el ingreso, por ejemplo, Venta de
Mercaderías, o Cuentas a cobrar, etc. A la exposición de ese equilibrio a modo de fotografía de
una fecha determinada de la actividad empresaria, se le llama balance. Su composición está
basada en la ecuación patrimonial, representada por la igualdad entre a) el ACTIVO y b) el
PASIVO más el PATRIMONIO NETO. Sus formas están establecidas en las normativas de los
órganos de contralor y de los colegios de profesionales en ciencias económicas. El Activo de la
empresa es la suma de los bienes, disponibilidades y créditos de la misma. Se descompone en
activo corriente (el dinero en caja, en bancos, los bienes de cambio, los créditos realizables
dentro el período anual del ejercicio contable), y activo no corriente (los bienes de uso, de
capital, los créditos, títulos, valores, etc. no realizables en menos de un año)
El Pasivo está compuesto por las deudas de la empresa. El pasivo corriente es el exigible dentro
del período anual del ejercicio, y el no corriente es el de mediano y largo plazo, que debe ser
satisfecho en períodos más prolongados. El Patrimonio neto es el saldo resultante de aplicar a la
satisfacción del pasivo, el activo empresario. El estado de resultados es un cuadro comparativo
que debe acompañar al balance, en el que se reflejan con mayor detalle los totales de las cuentas
que originaron incrementos del patrimonio (venta de mercaderías, intereses cobrados, etc.) y las
erogaciones (gastos corrientes, compra de insumos, etc.) lo cual permite, con relación a cada
ejercicio, determinar el origen de los incrementos o reducciones del patrimonio neto. Utilizando
las cuentas del balance pueden obtenerse una serie de índices que dan una idea bastante
aproximada de la marcha y estado de la empresa durante el período correspondiente. El índice
de liquidez también llamado de liquidez rápida o seca o liquidez ácida, está dado por la relación
entre los activos y los pasivos corrientes, es decir, la capacidad de la empresa para afrontar con
sus disponibilidades los compromisos contraídos. Para esto se puede tener en cuenta las
disponibilidades de caja, y también las bancarias y la de los bienes de cambio, lográndose según
el caso distintas apreciaciones. Por ejemplo, la inclusión de los bienes de cambio presupone la
posibilidad de colocarlos y cobrarlos en el corto plazo, para lo cual deberá evaluarse la situación
de la plaza, de los clientes propios, rebajas a otorgar, etc. Los índices de Dupont permiten
evaluar la relación entre el capital invertido, el patrimonio neto, las utilidades brutas, las
utilidades netas, los gastos, etc. Se observa con ellos qué utilidades se obtienen con relación a
las inversiones, que porcentaje de las ventas se absorben por los gastos, que participación en el
precio final tienen los insumos y demás costos de producción, etc. Frente al balance y a partir de
las definiciones precedentes, puede advertirse si la conducción de la empresa es innovadora y
arriesgada, si es conservadora y metódica, si el endeudamiento puede soportarse cómodamente,
si se ha comprometido seriamente el capital, si en caso de disolución podría cancelarse el
pasivo, etc.
UNIDAD VII:
La actividad comercial se inició mediante el canje o trueque de unas mercaderías por otras.
Pronto se advirtió la necesidad de contar con un valor común de referencia, utilizándose como
"moneda" a este fin productos de gran difusión y necesidad (aceite, sal, etc.) y luego piedras o
metales preciosos. La practicidad de la actividad comercial llevó al acuñamiento de los metales
preciosos en cuños y monedas, dando nacimiento al dinero que desde entonces cumple variadas
funciones: como bien de valor o referencia (unidad de medida), como acumulación de capital
fácilmente guardable y rápidamente convertible (ahorro), como valor de cambio, como medio
de pago. El dinero adquirió así singular importancia económica, social y política, y fue
sufriendo varias transformaciones. El dinero metálico, primero conocido, valía lo que el metal
que contenía, luego se le dio un valor económico propio, acuñándose papel moneda,
estableciendo el cuño el valor que el estado le fijaba, disponiendo soberanamente su curso legal
y forzoso y su valor cancelatorio, para llegar al papel, representativo primero de reservas en oro
o divisas extranjeras y luego de mero valor nominativo y fiduciario. Sus características
principales serían: fungibilidad, consumibilidad relativa, divisibilidad ideal, compensabilidad
(liquidez y vencimientos), conversionabilidad (otros bienes, otras monedas), productividad
(intereses). La trascendencia del dinero y las consecuencias de su manejo financiero y político,
dieron nacimiento a diversas teorías económicas, de las cuales la más relevante en relación con
el mismo es la monetarista. Esta sostiene que la regulación del circulante permite modificar los
ciclos económicos. La fórmula de Fisher consideró una nueva variable con relación a las teorías
monetaristas: la velocidad de circulación, es decir, la cantidad de veces que, en un ciclo
económico anual, la cantidad de dinero circulante recorre los distintos estratos para volver a
comenzar. Cuando el índice V (velocidad de circulación) es igual a 1 el funcionamiento de la
economía se supone equilibrado. A mayor velocidad, se presume mayor actividad económica,
lo que generaría inflación, y si está por debajo de la unidad habrá deflación, lo que innova con
respecto al volumen de dinero circulante y su relación con la cantidad de bienes producidos,
para determinar el valor real de la moneda. Mientras rigió el patrón oro, se suponía el valor de la
moneda relacionado, en cambio, con la cantidad de oro en reservas que respaldaba las
emisiones. Este patrón volvió a reproducirse recientemente en Argentina mediante la
convertibilidad, reemplazando el oro por divisas extranjeras y limitando la emisión por
disposición legal. Pero el patrón otro se fue abandonando como consecuencia de las nuevas
condiciones económicas de la segunda guerra mundial (y sus precedentes) y por aplicación de
las ideas keynesianas, que básica y sucintamente establecen que los ciclos económicos pueden y
deben compensarse mediante la actividad económica del estado, financiada con recursos
genuinos y endeudamiento y con las que se creyó superar para siempre procesos como el de la
gran depresión (1929/1930). Estas pautas se admitieron en la reunión de Bretton Woods, lugar
de EE UU, en el período de posguerra, y funcionaron hasta la década del '70, con un perfil
marcadamente productivo, que a partir de entonces fue reemplazado por un sistema
esencialmente especulativo, dándose al dinero el valor de bien real (y no representativo de los
bienes) con las teorías de Milton Friedman y las nuevas pautas económicas mundiales, que
significaron rescatar ideas fundamentales y remozadas, del monetarismo.
El dinero no tardó en ser tratado como una mercancía. En Inglaterra ya se había advertido que
los depósitos efectuados, generalmente de bienes pero también de metales preciosos fungibles,
nunca eran retirados conjuntamente. El depositario podía, entonces utilizar una parte de los
depósitos recibidos dándolos en préstamo o garantía, en la seguridad de que los restantes y los
nuevos cubrirían los retiros a realizarse. Así nació el concepto de banco, en el que los fondos
propios dados en préstamo (actividad considerada usuraria y por tanto inmoral y combatida
largamente por la Iglesia) fueron sustituídos por fondos de terceros que los entregaban a esas
instituciones a cambio de percibir un interés seguro, y contar más tarde con el capital.
Teóricamente al menos, el ahorro entonces de los excedentes del consumo se prestaba para
financiar otras actividades, canalizándolos hacia una potenciación de la economía. En tanto las
actividades así financiadas se orientaron a la producción, se mantuvo un ritmo de crecimiento
económico aunque a veces alterado por los llamados "ciclos" del proceso económico. Pero más
tarde, el criterio del dinero como valor en sí mismo, la concentración de las fuentes de
producción propia del sistema capitalista, las empresas multinacionales y otros factores,
condujeron a una economía de acumulación no de bienes productivos, sino del dinero mismo,
procurándose "inversiones" de alta rentabilidad en intereses para culminar en la actual economía
de especulación, cuyos volúmenes ya no guardan proporción alguna con el dinero circulante o al
menos concentrado en los grandes centros y grupos de capital monetario. Es así que en tanto la
deuda global de las naciones supera actualmente los 400 billones de dólares, su PBI apenas
alcanza al 10% de esa suma lo que hace totalmente ilusoria la cancelación de tales acreencias.
La masa dineraria es el conjunto de dinero circulante, es decir, integrado al circuito económico,
más el dinero depositado en los bancos. Los economistas denominan M1 al dinero emitido en
circulación, M2 al depositado en bancos y financieras, M3 al creado mediante emisiones sobre
esos depósitos, etc. Teniendo en cuenta el sistema financiero descripto para los bancos, se ha
establecido que éstos deben mantener un "encaje", dinero que no pueden prestar ni movilizar, y
que en nuestro país controla en depósito el BCRA, que equivale a un cierto porcentaje de los
depósitos recibidos. Este porcentaje es variable y es una de las herramientas del estado para el
control de las variables económicas de las que forma parte. La tasa activa es el interés que la
entidad financiera cobra al tomador de préstamos; la tasa pasiva es el interés que esa entidad
paga a quien le confía sus depósitos. Como además debe tenerse en cuenta el concepto de tasa
positiva y negativa, para determinarla se utilizan diversos índices como el de la tasa Libor,
elaborada según las cotizaciones obtenidas en el mercado de valores de Londres por los
diferentes títulos. Precisamente el concepto de "mercado de valores", compra venta de acciones
de empresas, títulos de deuda pública, etc., introducen otra variable económica y que afecta
tanto a las tasas de interés comunes como a las de ese tipo de operaciones. Conforme la marcha
de la empresa, sus acciones se cotizan a la par, por encima o por debajo de su valor nominal en
las operaciones de bolsa, y eso también conduce a la elaboración de índices como el Dow Jones
en el mercado de valores de EEUU y el Merval en la Argentina. Tales índices usan distintas
metodologías para sus mediciones y por ello sus resultados no son idénticos, aunque sí similares
(en las tendencias que marcan). as aseguradoras están reguladas por las disposiciones de la ley
20.091, en tanto que los contratos de seguros lo están por la ley 17.418. La ley 20.091 admite la
existencia de cinco tipos de aseguradoras: las sociedades anónimas, cooperativas y de seguros
mutuos; las compañías extranjeras; y las entidades autárquicas creadas a tal fin por entes
oficiales. Las sociedades anónimas, las compañías extranjeras y las entidades mencionadas,
operarán a prima, esto es, cobrando un premio (la prima más los gastos y utilidades
establecidas) proporcional al riesgo asegurado; las cooperativas aseguran únicamente a sus
socios, mediante el sistema que les es propio; las mutuales se integran con los socios que
aseguran con ellas, y tal carácter dura el lapso del seguro. Tanto en lo que respecta a las
regulaciones de las aseguradoras, como en la de los contratos de seguro, el tipo de seguro está
sometido a distintas normativas, según sea el riesgo asegurado (patrimonios, personas,
accidentes personales, etc.). El sistema de seguros tiene antecedentes históricos muy remotos,
pero la experiencia demostró la necesidad de confiar la actividad a empresas especialmente
organizadas y está actualmente vedada a particulares o empresas unipersonales. La
responsabilidad resulta únicamente asumible por organizaciones de magnitud, capaces de captar
numerosos asegurados, cuyos aportes en primas garanticen realmente el pago de los siniestros, y
aún así se deben contratar reaseguros. La necesidad de este servicio económico es evidente para
permitir la continuidad de explotaciones afectadas por graves perjuicios, la reparación de daños
que exceden la capacidad patrimonial del autor, la recomposición de empresas y personas
afectadas por contingencias muy dañosas, etc., de lo que se desprende la importancia
económica, social y ética de la actividad. Todo ello hace a que el régimen empresario y
contractual haya sido objeto de minuciosas reglamentaciones y se encuentre bajo el permanente
control del estado a través de organismos específicamente creados para ello. El estado nacional
creó en su momento el Instituto Nacional de Reaseguros, que terminó por desaparecer ante la
incapacidad de afrontar sus compromisos y actualmente es la Superintendencia de Seguros de la
Nación la entidad encargada de la autorización, fiscalización y control de las aseguradoras, pero
que ya no ejerce la función de reasegurar. La ley 20.091 establece los procedimientos para
obtener las autorizaciones para funcionar, en general y en particular para cada rama, la
aprobación de sus planes, los controles a que deben someterse y los informes que deben brindar
las empresas del ramo, existiendo recursos judiciales para algunas de sus decisiones en tanto
que otras (la denegación de autorización basada en el mercado asegurador, por ejemplo) se
resuelven definitivamente en el ámbito administrativo.
El concepto de contrato de seguro está dado por el art. 1º de la Ley 17.418: 1. Definición. Hay
contrato de seguro cuando el asegurador se obliga mediante una prima o cotización, a resarcir
un daño o cumplir la prestación convenida si ocurre el evento previsto. Es decir que el contrato
si bien es consensual, oneroso, conmutativo, de adhesión, etc., se configura cuando existe: un
tomador, que será luego el asegurado, proponente de la convención; un asegurador, receptor de
la propuesta, que se obliga recibiendo la prima o cotización, o entregando la póliza o
certificación acreditante; un interés legítimo a proteger para el caso de que el evento previsto
(obviamente dañoso) suceda. Numerosas son las limitaciones a la autonomía privada: validez
del monto asegurado, información a compartir, intereses a asegurar, calidad del asegurador y del
asegurado, etc. Son sujetos del contrato: el asegurador, cuya calidad, características, forma
social, capital, etc., está determinado por la ley 20.091 y las reglamentaciones respectivas; el
tenedor o el tomador del seguro, cuyas características son las de la capacidad para contratar,
aunque con regulaciones específicas respecto a la edad en cuanto a los seguros de vida; el
beneficiario, es decir, la persona que percibirá el monto asegurado, de ocurrir el evento previsto.
La capacidad para contratar es la que hemos mencionado, establecida en la codificación
respectiva. El riesgo, para ser asegurable, debe reunir ciertas características, principalmente que
sea un evento futuro y que si el seguro cubre algun periodo anterior, no sea conocido para las
partes que ya ocurrió el evento o que ya fue superada esa posibilidad (en concordancia con el
criterio seguido por el CC para los contratos aleatorios); también que represente un interés lícito
para el asegurado. Los riesgos ficticios, pueden analizarse desde dos aspectos: lo ficticio de su
posibilidad y lo ficticio de su ocurrencia, o sea que no pueda ocurrir o que se ha simulado el
suceso o su atribución al riesgo cubierto. Si bien en principio las partes determinan el monto de
la cobertura, éste se encuentra legalmente limitado: al valor real del daño efectivamente sufrido,
a no comprender el lucro cesante sin expresa convención al respecto, a la no acumulación de los
seguros contratados sobre el mismo riesgo, a normas respecto a la sobre y sub aseguración del
riesgo, a exenciones de responsabilidad según la causa del evento (terremotos, guerras) etc. El
estado de riesgo debe incluir el conocimiento de las partes conforme a las reglas de la buena fe;
si sufriera modificaciones deben ser comunicadas al asegurador; si el conocimiento fuera
defectuoso por culpa o dolo del asegurado (reticencia o falsa información), la responsabilidad
recae sobre él, pudiendo el asegurador según los casos rescindir el contrato y hasta retener las
primas percibidas, pudiendo la nueva situación ser objeto de pericias (medio de prueba) para
determinar si hubieran decidido la no formalización del contrato o su realización con otras
características (como si el oficinista asegurado contra riesgos laborales se dedicara a trapecista).
El interés asegurable como ya dijimos debe ser lícito, actual y concreto. La normativa determina
el alcance de esos intereses según las "ramas" aseguradas (granizo, automotores, incendio, etc.)
y como dijimos debe existir al tiempo de la contratación (desde luego) y al momento del evento
previsto (pues de otro modo no podría sufrir daño alguno) Este interés, como la póliza son
transmisibles, pero también la legislación impone determinadas formas a cumplir con respecto
al asegurador. Desde luego, las contingencias económicas han complicado seriamente la
Operatividad de los seguros, desactualizando primas y montos asegurados por causa de la
inflación, y poniendo en riesgo la solidez económica de las empresas cuando la deflación afectó
seriamente el nivel de actividad.
4) Las Entidades Financieras. Ley 21526 y circulares del Banco Central. historia de la
Banca en la humanidad y en nuestro país. Función que cumple el Banco Central de la
República Argentina.
La llamada ley de entidades financieras define las que se encuentran comprendidas en la misma,
las actividades que pueden desarrollar y adjudica su control al Banco Central, que lo ejerce
según las leyes, los decretos y sus propias normas difundidas mediante "circulares" por las que
establece pautas operativas, formalidades de registración particular y contables, informes a
presentar, encajes, etc. Los bancos en un sentido muy limitado y diferente a su actual versión, se
originaron en "casas" de reconocido prestigio y solvencia, que financiaban operaciones (armado
de barcos o expediciones, por ejemplo) para luego convertirse en depositarios de bienes, metales
y joyas, y luego en pagadores en distintas plazas de créditos adquiridos en otras, con lo cual se
produjo la "modificación trayecticia" de fondos, al crearse instrumentos o institutos comerciales
como la letra de cambio, el pagaré, etc. para gradualmente llegar a los servicios actualmente
ofrecidos, y básicamente a la recepción de ahorros para su préstamo a un interés superior
obteniendo como ganancia el "spread" o diferencia entre ambas tasas. En nuestro país la
inestabilidad institucional aún vigente, ha modificado la existencia de instituciones bancarias
desde los primeros gobiernos patrios hasta la fecha, habiéndose creado bancos, algunas veces
llamados cajas de crédito, con capacidad para emitir moneda, a veces también en el ámbito
provincial (desde luego en el primer estado argentino, pero no solamente en él) motivando
emisiones respaldadas que luego perdían su relación con las reservas (la situación actual ya se
había dado durante la primer guerra mundial, por ejemplo: en 1876 también se perdió la
solvencia bancaria, los ahorristas no pudieron recuperar sus depósitos en moneda extranjera y
finalmente ni siquiera cobrar los intereses). Actualmente el Banco Central cumple las referidas
funciones de entidad autorizadora, reguladora, fiscalizadora, etc., de la actividad financiera
nacional, determinadora de encajes, tasas de interés, etc., bajo la supervisión en ciertos tramos
del ministerio de Economía y en otros con mayor relevancia y autarquía, según el nivel de
cumplimiento y aplicación de la ley que la situación económica y política determina.
Complementariamente a su principal función de "regulador de la moneda y el crédito", debe
colocar los títulos de la deuda pública y está facultado para intervenir en los mercados de títulos
valores.
La ley 17811 regula los mercados y operaciones con títulos valores, siendo el órgano de
aplicación la Comisión Nacional de Valores, que funciona en el ámbito del Ministerio de
Economía de la Nación, sin perjuicio de las intervenciones que pueda asumir el BCRA. Las
bolsas de comercio son sociedades (anónimas) en las que funcionan los mercados de valores, y
que deben acreditar para su habilitación los requisitos exigidos por la ley y las reglamentaciones
respectivas (solvencia, registros especiales, constitución regular, etc.). Sus operaciones
comprenden todo negocio jurídico llevado a cabo con títulos valores cuya cotización en esos
ámbitos ha sido debidamente autorizada y en tanto la misma no se revoque. El resultado de sus
operaciones es público y configura el "precio de plaza" de esos títulos valores (generalmente
acciones de sociedades anónimas) Tales operaciones consisten en la compra de acciones para
percibir los dividendos otorgados por las mismas, pero más común y generalmente se trata de
adquirirlos a la baja para especular con la mejora de su cotización, vendiéndolos entonces para
tomar ganancias. Esto refleja muy sensiblemente las expectativas de los inversionistas respecto
al futuro de la economía (por ejemplo beneficios que se proyecten otorgar a las exportaciones
industriales, valorizarán las acciones de las empresas del ramo, la caída del ministro de
economía que impulsaba el proyecto las desvalorizará) y suele relacionarse sobre todo en
nuestro país con la cotización de la moneda extranjera, todo lo cual tiene importantes
consecuencias en la economía en general. El agente o comisionista de bolsa, como el martillero,
el agente de seguros, etc., es un auxiliar autónomo del comercio, y para ser autorizado a operar
debe reunir los requisitos generales para contratar y los específicamente exigidos por la ley para
esa función (garantía, capacitación, etc.)
UNIDAD VIII:
La teoría general de los contratos comerciales guarda muchas coincidencias con la teoría
general de los contratos: capacidad, voluntad, consentimiento (discernimiento, intención y
libertad, que pueden ser afectadas por error, dolo, engaño, violencia, intimidación) oferta y
aceptación, objeto lícito, etc., son elementos ya naturales, ya propios de los contratos, que en el
caso de los comerciales deben tener por objeto un acto de comercio, uni o bilateral para ser
definidos como tales. La vieja disquisición sobre convenciones como género y contratos como
especie también es aplicable a los contratos comerciales. La diferencia más notoria entre
contratos civiles y comerciales es la mayor dinámica y menor exigencia de solemnidades de
estos últimos, donde se advierten también frecuentes innovaciones. La capacidad para contratar
en el ámbito comercial la define el C. Com. remitiéndose a la capacidad legal para hacerlo y
para disponer de sus bienes, serán incapaces por lo tanto, a contrario sensu, los que no posean la
libre administración y disposición de su patrimonio. Los menores tienen las limitaciones que
por la edad se establecen para contratar, aunque fuerza es decir que el derecho consuetudinario,
particularmente relevante en el ámbito comercial por disposición expresa de la ley, admite la
llamada "compraventa manual", sea suponiéndola autorizada o por cualquiera de las otras
teorías formuladas, y que como la nulidad del acto es a favor del menor, se trata de una nulidad
relativa. Los menores adultos tienen una capacidad limitada, más amplia en el caso de los
emancipados por matrimonio o por habilitación de edad, civilmente autorizados e inscripta la
autorización en el Registro Público de Comercio. El contrato comercial es consensual
básicamente, por lo que se configura con la aceptación a la oferta formulada, y en el caso del
nuncius, aunque no haya sido aún comunicada. Las normas para los contratos entre ausentes
tienen algunas aplicaciones particulares, por ejemplo, al validar los contratos hechos por el
representante excediendo el mandato. A los "agentes y correspondencia epistolar" del CC, las
normas comerciales agregan el medio telegráfico. Desde luego, se trata de anacronismos a la
vista de las tecnologías actualmente disponibles. Las teorías de contratos entre ausentes son las
mismas que en el derecho civil (mera declaración, conocimiento, emisión, recepción),
adoptándose en materia comercial el sistema mixto del cód. civil. El consentimiento o
aceptación de la oferta (arts. 1144 a 1159 CC) puede ser expreso (por manifestaciones o signos
inequívocos) o tácito (por actos que impliquen inicio de cumplimiento, por ejemplo, como el
pago del precio), se adopta el criterio de la remisión, pero no pleno, pues admite la revocatoria
antes de que llegue la aceptación al receptor, excepto si se hubiere renunciado o comprometido
un plazo de mantenimiento, debe guardar identidad con la oferta, pues las modificaciones (salvo
insustanciales) se considerarán una nueva oferta. En materia de compraventa internacional, tales
modificaciones se admiten con mayor amplitud por disposición de la Convención de Viena en la
materia. El principio general es el de la autonomía de la voluntad (1197 CC, las convenciones
son para las partes como la ley misma, pacto sunt servanda), pero sin perjuicio desde luego de
considerar la excesiva onerosidad sobreviniente (rebus sic stantibus). Se pueden realizar
precontratos, cartas intención, de coordinación, estableciendo entre las partes no el contrato
mismo, sino las normas a que el contrato a realizarse debe someterse. Los contratos
preparatorios se caracterizan por no ser autónomos, ya que regulan la relación entre las partes,
en función de otro contrato que se prevee realizar; los preliminares, son promesas de contratos
futuros, no deseados o no posibles en la actualidad; los contratos normativos, al igual que los
precontratos, regulan las normativas a que las partes se someterán si se constituye la relación
jurídica prevista, es decir, están sujetos a condición. Los contratos de coordinación tienen por
fin establecer cómo han de realizarse los contratos sucesivos que conforme a él se concreten.
Los contratos tipo son los generalmente preimpresos, que obedecen por su extensión y
complejidad, y la imprescindible sujeción a normativas específicas (como los seguros) a la
necesidad de una cuidada redacción inalterable para la parte aceptante y predeterminada por la
proponente, cuya posición contractual es evidentemente de superioridad. Se trata de relaciones
jurídicas "en serie" o "masivas" que por su repetición hace conveniente un tipo o modelo en el
que solamente varía la parte aceptante. Ello no obsta a su interpretación conforme a las
disposiciones del art. 218 sino al contrario, ya que la aceptación está limitada a la adhesión de la
otra parte, que solo puede aceptar el contrato o no tomarlo, encontrando muchas veces
disposiciones extensas y complejas en anexos de "condiciones generales" que no puede discutir.
Es de destacar que la aceptación en muchos casos está impuesta por la ley, como ocurre con los
seguros de daño civil a terceros que deben suscribirse por imperio legal para poder circular con
automotores.
2) Formas contractuales. Prueba. Instrumentos públicos. Notas de los corredores.
Instrumentos privados, firma a ruego, raspaduras, enmiendas. Fecha cierta. Pluralidad de
ejemplares. Libros de comercio, facturas aceptadas. Confesión y testigos. Impresión
digital.
El C. Com. es notoriamente más específico que el civil en cuanto a las formas "ad probationem"
de los contratos (art. 208) Reconoce como prueba en primer lugar a los instrumentos públicos,
pero desde luego a otras registraciones que el mismo código exige a determinados auxiliares del
comercio y a los mismos comerciantes: las anotaciones y registros de corredores y
comisionistas, y también atendiendo a las prácticas difundidas, a los instrumentos privados
suscriptos por las partes o por testigos, aceptando la firma a ruego; la doctrina ha interpretado
sin embargo que esto producirá plena prueba si está unido a otros elementos, como por ejemplo
la demostración de la autorización otorgada (el ruego). Las raspaduras y enmiendas o espacios
en blanco solamente tendrán validez en cuanto hayan sido salvadas debidamente, con la firma
de las partes y en consecuencia consten en todos los ejemplares. No son admisibles, en general
tales correcciones o espacios en blanco, provocando la nulidad consiguiente, salvo cuando se
pruebe que han sido hechos por la parte interesada en la nulidad del contrato. También se da
carácter probatorio a la correspondencia epistolar y telegráfica (el cód. exige el libro copiador, y
ahora debe considerarse la posibilidad de la digital, con la firma encriptada prevista por la ley),
los registros contables (desde luego llevados de acuerdo a la normativa) y las testimoniales, si
existiere principio de prueba por escrito (la referencia al monto máximo carece de relevancia
actual). La fecha cierta en las convenciones, ante el silencio del C. Com. es la establecida por el
C. C., es decir, la inscripción o transcripción del instrumento por ante un oficial público. Las
anotaciones en los libros de comercio legal y técnicamente llevados con corrección y las
facturas aceptadas también sirven como prueba del contrato. La impresión digital (no la firma
digital) ha motivado diversas opiniones, dando por cierto que no hay consentimiento válido por
desconocimiento del contenido del contrato, lo que podría equipararse a los sordomudos que no
saben darse a entender por escrito y resultan incapaces. Sin embargo, se ha aceptado como
principio de prueba por escrito cuando está respaldada por testigos, y puede indagarse acerca de
aquel conocimiento.
El art. 1204 del CC puso éste en sintonía con el 216 del C. Com. El régimen así establecido
determina el pacto comisorio expreso o la condición resolutoria implícita. En los contratos en
que se deban prestaciones recíprocas no es exigible la ajena si no se ha prestado la propia,
excepto que ésta sea a plazo aún no vencido. Tal estipulación puede tener por consecuencia
expresa la facultad de resolver el contrato, y en caso contrario queda supletoriamente incluida
por disposición de la ley. En todo caso quedarán firmes y concluidas las prestaciones
parcialmente realizadas (que por ello se suponen divisibles) limitando el efecto retroactivo de la
resolución. Cuando se deba morosamente la prestación, la parte que ha cumplido (o tiene aún
plazo para hacerlo) en caso de pacto comisorio expreso puede resolver el contrato más los daños
y perjuicios y en caso de pacto comisorio implícito puede intimar el cumplimiento en 15 días (o
en otro plazo determinado por convención o uso contrario) bajo apercibimiento de considerar
resuelto el contrato, a salvo también los daños y perjuicios sufridos, y transcurrido el plazo,
queda resuelto el contrato de puro derecho. El caso fortuito y la fuerza mayor no obstan a la
decisión resolutoria, afectando en todo caso a los daños y perjuicios debidos. De todos modos
esta forma de resolver los contratos que se tornen de imposible cumplimiento, está prevista en la
normativa específica del CC. Vía judicial: Finalmente, la parte cumplidora puede demandar el
cumplimiento y los resarcimientos a que hubiere lugar, y transformar luego su pretensión en
resolutoria, pero no podrá hacerlo a la inversa. Los contratos deben realizarse y cumplirse de
buena fe. Esta norma general ha sido incorporada a la ley con la modificación al art. 1198 CC y
por ello los derechos no deben ser ejercidos abusivamente (concepto largamente discutido por la
doctrina), es decir aprovechándolos para generar perjuicios innecesarios o beneficios excesivos.
Este principio fue consagrado con la reforma al art. 1071 CC. Los fiadores civiles pueden pactar
los beneficios de excusión y división, pero están expresamente vedados en materia comercial,
donde se entiende la fianza siempre solidaria (recordemos que también se presume onerosa). La
mora ocurre por el mero vencimiento del plazo, salvo en los casos en que la intimación resulte
exigencia legal.
Son válidos los métodos clásicos: gramatical, exegético, dogmático, de Gèny o libre
interpretación científica. Existen ciertas analogías entre la interpretación de los contratos y de la
ley, puesto que los contratos (a los que las partes deben someterse "como a la ley misma")
constituyen una normativa particular elaborada por sus autores, para regular relaciones jurídicas.
Vale pues el acercamiento mediante la interpretación gramatical, podríamos buscar analogías
entre la voluntad de las partes y el legislador y considerar el encuadramiento legal del contrato
como equivalente, aunque no equiparable, a la constitucionalidad de la ley. También es
principio general del derecho el de la validez, como restrictiva la constitucionalidad. Sin duda,
en otros aspectos no se da tal similitud, pues si bien hay principios aplicables a los contratos que
son de orden público, otros, sujetos a la autonomía de la voluntad son disponibles y en esto se
diferencian claramente de la ley. Cuando se recurre a la voluntad de las partes para interpretar el
contrato, sin duda se alude a la voluntad expresa, o al menos tácitamente explícita,
manifiestamente declarada, pues la voluntad "real" conservada in mente retenti no puede ser
objeto de interpretación jurídica. Es más, tal voluntad bien podría haber cambiado
sustancialmente desde la contratación. El art. 218 del C. Com. establece una serie de normas
orientativas para la interpretación contractual, a través de sus siete incisos. A ellas debe sumarse
la buena fe que debe primar en toda relación jurídica, el principio de validez, la equidad, el
favor debitoris, etc. El citado artículo menciona 1, la voluntad de las partes, 2, utilizar los
conceptos claros para la interpretación de los ambigüos o confusos, 3, si uno de los sentidos
permitiera validar el contrato y el otro lleva a la anulación, se preferirá el primero, y si ninguno
lo invalidara, la equidad, 4, los hechos de las partes evidencian mejor que nada la interpretación
que ellas mismas han hecho, 5, los actos de los comerciantes son onerosos, 6, tener en cuenta
los usos y costumbres del lugar donde el contrato se ejecute (dándole prelación incluso sobre el
texto), lo que se ha criticado sosteniendo que debió referirse al lugar donde se contrató,
finalmente, 7, a favor de la liberación. Esto también ha merecido críticas, pues no siempre el
deudor es la parte débil del contrato. El pacto comisorio ha sido ya desarrollado. Alude a la
imposibilidad de exigir una prestación en los contratos conmutativos, cuando no se ha cumplido
con la propia, y en la posibilidad de resolverlo cuando si se ha cumplido y la otra parte no lo
hace.
5) Efectos de los contratos. Contratos a favor de terceros. Por persona a designar, por
cuenta de quien corresponda. Prescripción: caracteres en materia comercial. Prescripción
adquisitiva y liberatoria. Plazos, Caducidad: diferencias y analogías con la prescripción.
1. Las deudas justificadas por cuentas de venta aceptadas, liquidadas o que se presumen
liquidadas, en conformidad a las disposiciones de los artículos 73 y 474. El plazo para la
prescripción correrá desde la presentación de la cuenta respectiva; y en caso de duda se
presumirá presentada en el día de su fecha;
2. Los intereses del capital dado en mutuo, y todo lo que debe pagarse por años o por plazos
periódicos más cortos. El término para la prescripción correrá desde que la prestación se haga
exigible;
3. La acción de nulidad o rescisión de un acto jurídico comercial, siempre que en este Código o
en leyes especiales no se establezcan una prescripción más corta.
1. Las acciones que se deriven del contrato de sociedad y de las operaciones sociales, con tal
que las publicaciones prescriptas en el Título respectivo hayan sido hechas en forma regular. El
plazo para la prescripción correrá desde el día del vencimiento de la obligación o del día de la
publicación del acto de disolución de la sociedad o de la declaración de liquidación, si la
obligación no estuviera vencida. Respecto de las obligaciones que se deriven de la liquidación
de la sociedad, el término correrá desde la fecha de la aprobación del balance final de los
liquidadores;
2. Las acciones procedentes de cualquier documento endosable o al portador, que no sea un
billete de banco y salvo lo dispuesto para ciertos documentos. El término para la prescripción
correrá desde el día del vencimiento de la obligación. Pero siempre que hubieren transcurrido
cuatro años, a contar respectivamente desde el día del otorgamiento del documento, de su
endoso o suscripción por el obligado como aceptante o avalista, la prescripción quedará
cumplida. La prescripción se entiende sin perjuicio de la caducidad de tales acciones en los
casos señalados por la ley. Si la deuda proveniente del documento endosable o al portador,
hubiere sido reconocida por documento separado, con la intención de hacer novación, no será
aplicable lo dispuesto en el inciso primero de este número.
UNIDAD IX:
La venta de cosa ajena, en materia mercantil, es no sólo válida sino habitual, y coexiste con la
promesa de venta de cosa ajena, en la que el procurador se ocupa de localizar bienes que el
comprador necesita. El precio es un elemento esencial de la compraventa, también si es
mercantil. Por lo tanto deben acordarlo las partes al contratar (precio determinado); o establecer
el modo de fijarlo, lo que convierte el precio cierto en determinable, sea por terceros árbitros o
peritos, por referencia a otro valor, por el "corriente en plaza" o incrementado o disminuido en
cierto porcentaje, entendiéndose que será aquél cuando no se fijó en el contrato y no obstante se
hizo tradición de la cosa. Otra característica del precio es su seriedad, no podrá ser irrisorio,
simulado o ficticio, o vil. La tradición - entrega de la cosa- puede ser real y se concreta
simplemente con la entrega y recepción de conformidad. También puede ser simbólica y el cód.
de com. regula específicamente como tal la entrega de las "llaves del almacén" o depósito, la
imposición de marca a los bienes por parte del comprador, la recepción de la factura sin
oposición inmediata (convierte al vendedor en depositario), la entrega de la carta de porte
(transmitida o endosada en su caso) o certificados y warrants, los asientos en las oficinas
públicas correspondientes o por el método que los usos comerciales fijan. La entrega debe
hacerse dentro de las 24 hs. siguientes al pago del precio, salvo convención en contrario; el pago
dentro de los 10 días, salvo convención o uso en contrario, pero en tanto no se paga tampoco se
tiene derecho a exigir la entrega.
Como ya advertimos, los efectos del contrato son las obligaciones que crea. En la compraventa
mercantil, son obligaciones del vendedor: la entrega de la cosa, en el lugar pactado o en su
defecto donde la cosa se hallaba al momento de ser vendida, en el término convenido o dentro
de 24 hs. de recibido el pago, la responsabilidad por su libre uso y goce (títulos, factura,
evicción) y que responda a la calidad pactada y carezca de vicios aparentes u ocultos
(redhibitorios). El comprador tiene por su parte la obligación de pagar el precio en la fecha y
lugar pactados o dentro de los diez días de recibida la cosa, plazo que en su defecto deberá ser
determinado judicialmente (proceso al que puede acumularse la ejecución). Arras o seña: parte
del precio que se aplica al pago de la cosa al concretarse la operación, y permite el desistimiento
perdiéndola o debiendo devolverla doblada en las compraventas civiles, donde se entienden
punitorias, en tanto en materia mercantil se presumen confirmatorias, salvo pacto en contrario
en ambos casos.
Para las modalidades especiales de la compraventa se aplican las normas respectivas del código
civil: venta a prueba es la que autoriza al comprador a poner a prueba la cosa durante un período
determinado; otra variante de la venta a prueba es la venta ad gustum, pero en este caso no se
admite demostración pericial de la idoneidad de la cosa probada, ya que simplemente debe
satisfacer o no el gusto del comprador; la venta de cosas de calidad determinada, es aquella en la
que se especifican determinadas características de la cosa, lo que se puede hacer describiéndolas
o remitiéndolas a otro género conocido; las ventas sobre muestras tienen particular regulación
en distintas normas del Cód. de Com. sobre retención y guarda de las muestras, comparación
por peritos en caso de disidencia, etc. La venta por junto, en bloque, implica que el comprador
no puede ser obligado a recibir entregas parciales. Se caracteriza por contratarse la compraventa
de un conjunto de cosas por un precio unitario, sin determinar cada cosa ni su precio. Para la
compra venta internacional se han preestablecido cláusulas que determinan distintas formas
operativas:
CIF: corresponde a los términos ingleses cost (costo), insurance (seguro) y freight (flete) Su
inclusión contractual indica que la venta pactada incluye el valor de la mercadería, la
contratación del flete hasta su destino y los seguros correspondientes por lo que el vendedor
debe entregarla sobre el buque, contratando a ese fin los transportes necesarios, y despacharla
debidamente asegurada por cuenta del comprador.
FOB: corresponde a las expresiones inglesas free on board (libre a bordo) y significa que el
vendedor se hace cargo de las gestiones, trámites y costos necesarios (incluídos los impositivos)
hasta el embarque de la mercadería en el buque, que deberá comunicar al comprador.
FAS: es la sigla de la expresión free along side (libre al costado, sería la traducción literal) y
excluye el embarque: el vendedor entrega la mercadería al alcance de las grúas de carga en el
muelle de embarque del buque designado por el comprador.
Franco fábrica: el vendedor entrega en fábrica, corriendo por cuenta del comprador las gestiones
y gastos de traslado y embarque.
UNIDAD X:
1) Venta de fondo de comercio: régimen de la ley 11.887; sistema de la ley; elementos que
constituyen el fondo de comercio. naturaleza del fondo de comercio. Efectos de la venta
entre el vendedor y el comprador. Requisitos de publicidad; procedimiento en caso de
oposición; efectos de la inscripción. Efectos respecto a terceros. Transferencia como aporte
social.
Los automotores son bienes "Registrables" por disposición de la ley, que ha creado a tal fin el
Registro Nacional de la Propiedad Automotor (ahora Registro Nacional de la Propiedad
Automotor y Créditos Prendarios), cuyas oficinas funcionan en la mayoría de las ciudades y
localidades del país. Allí se otorga una denominación dominial a cada automotor, a diferencia
de los sistemas suizo y norteamericano, donde el dominio corresponde al titular, y no al
vehículo, identificación que se reproduce en el título emitido por la misma oficina y en una
tarjeta ("tarjeta verde") o carnet que por razones de facilidad de portación contiene algunos de
los datos principales, de todo lo cual el Registro guarda debida constancia, emitiendo también
una "chapa patente" con la identificación dominial que el automotor debe exhibir
obligatoriamente en lugar visible e iluminado en su frente y parte trasera. Corresponde aclarar
que están sometidos al mismo régimen de los automotores, los acoplados y elementos similares
que sean arrastrados por aquéllos. Todas las operaciones de cambio de titular del dominio, como
las medidas cautelares y los gravámenes correspondientes, y sus respectivas liberaciones, se
registran en dichas oficinas.
Existe mandato cuando una persona encomienda a otra la realización de un negocio jurídico. Se
dice que puede existir mandato sin representación (cuando el mandatario actúa por sí, como en
el mandato oculto) y representación sin mandato (cuando la representación se ejerce por
disposición de la ley, como en la patria potestad). Recordemos que puede ser expresa o
tácitamente otorgado o aceptado. La diferencia consistiría en que el mandatario está facultado
para deliberar el negocio jurídico, pero no para concluirlo, lo que está a cargo del mandante, en
tanto el representante sí tiene esa facultad (para hacerlo en nombre del mandante) aunque desde
luego nada impide que al mandatario también se le otorgue la representación (Fontanarrosa). El
mandato civil se diferencia del comercial principal y primigeniamente por su objeto: en el
primero los negocios jurídicos serán de orden civil y en el segundo mercantiles. El mandato
comercial, en general (art. 221 C. Com.) se concreta cuando una persona encomienda a otra la
administración de uno o más negocios mercantiles lícitos; y especialmente cuando le
encomienda la administración de su negocio, que ejerce en nombre del titular (art. 222) En tanto
el civil se presume gratuito, el comercial se presume oneroso. Pero nada obsta a que se pacte lo
contrario, y además el mandato civil no se considerará gratuito cuando, entre otros casos, sea la
actividad habitual y profesional del mandatario. En el mandato comercial, si no se hubiere
pactado la retribución, será determinada por árbitros. No ha sido pacífica la doctrina en
diferenciar el mandato de otras figuras jurídicas: ciertamente guarda analogía con la comisión,
al punto que se sostiene que la relación interna entre comitente y comisionado es idéntica a la
del mandante y mandatario, pero se entiende que en la comisión o consignación el comisionado
obra por sí y solamente concluído el negocio, lo transfiere al comitente. El Cód. de Com. (art.
222 in fine) dice que habrá comisión o consignación, cuando el que realiza por otros un negocio
individualmente determinado, lo hace a nombre propio o de la razón social que integra, es decir
que alude a una especificación del negocio jurídico. En algunos casos, el mandato implica una
locación de obra o de servicios, pero la similitud termina al analizar el mandato con
representación, ya que en la locación de obra o de servicios, sea la obra material o intelectual
(opus inmateriali) el mandatario pone al servicio del mandante sus acciones o su capacidad
intelectual, pero en la representación pone su actividad volitiva, ya que expresa con su voluntad
la del representado, voluntad cuya expresión es elemento esencial, como vimos, del contrato.
No obstante, en ciertos casos, se admite la locación de servicios con representación
(Fontanarrosa), cuando ésta se adjunta a aquélla como en los gerentes técnicos de las empresas
cuyas funciones sean "eminentemente técnicas y administrativas". La gestión de negocios, es
una institución de origen romano que sustituía al mandato inexistente entonces. Pero
actualmente se diferencia del mandato en que se asume sin el mismo y sin representación, por
iniciativa propia del gestor, que interviene en un negocio ya existente, y solamente coincide con
el mandato en que se realiza en beneficio ajeno. En el mandato, como en todo contrato, existe la
obligación recíproca de actuar con buena fe. Pero deben añadirse las siguientes obligaciones
específicas: Del mandatario: obrar dentro del límite del mandato, de acuerdo a las instrucciones
recibidas; Abstenerse de realizar actos perjudiciales, aunque su realización le haya sido
encomendada; Informar adecuadamente sobre su gestión; Rendir cuentas; Entregar todo lo
recibido y devolver los saldos y el título que lo instituye como apoderado (concepto bastante
controvertido por la doctrina, ya que desampara al mandatario); Garantizar la solvencia de la
otra parte si así se hubiere establecido expresamente; Tomar las medidas conservatorias
necesarias, aún en caso de renuncia o sustitución y entonces, hasta su reemplazo efectivo;
Preferencia de los intereses del mandante en caso de colisión con los propios; Comunicar en
tiempo oportuno su rechazo a la gestión (art. 235 C. Com.); Responder por daños y perjuicios
que ocasione la no utilización debida y oportuna de los fondos expeditos; Responder por culpa o
negligencia (art. 239 C. Com.); Responsabilidad fiscal (art. 245 C. Com.) y eventualmente
solidaria (cuando debe retener según las normas tributarias). Responder por pérdida de dinero,
aun en caso fortuito o de fuerza mayor.
Del mandante: Anticipar los gastos; Reembolsar los que no anticipare; Liberación del
mandatario por las obligaciones contraidas; Indemnización de perjuicios; Pago de la retribución
(si hubo sustitución, hasta el ejercicio realizado) Ya se ha dicho que el mandato comercial no se
presume gratuito, por lo cual si no se estableció expresamente la liberalidad, deberá ser
remunerado, y a falta de determinación convencional o legal (honorarios) será establecida por
árbitros. La renuncia del mandatario lo obliga a las medidas conservatorias y útiles hasta su
sustitución y desde luego a la entrega de lo recibido, incluido el título o poder que lo instituye.
La irrevocabilidad del mandato en ocasiones se establece para asegurar el cumplimiento de la
gestión, generalmente cuando es a favor de un tercero que así se garantiza el cumplimiento de la
obligación que le es debida. Se originó en el derecho romano cuando se cedían créditos para que
el adquirente pudiera cobrarlos sin que se interpusiera la revocación por parte del cedente. El
art. 1977 del C. C. luego de la modificación de la ley 17.711 establece que el mandato puede ser
irrevocable si lo es para negocio determinado, limitado en el tiempo y en interés legítimo de un
tercero o de los contratantes (mandante y mandatario) Tal irrevocabilidad no es absoluta, puede
realizarse pero no arbitrariamente sino con justa causa como dolo o negligencia (Borda) El
mandato comercial concluye por las mismas causas que el mandato civil (finalización del
negocio o del plazo, revocación, renuncia, fallecimiento de alguna de las partes - pero en el caso
del deceso del mandatario, prosigue en tanto los herederos no lo revoquen o liquiden el negocio
-, quiebra - pero también en este caso continúa hasta la declaración y ejecución efectiva, pues
podría lograrse el concordato o recuperarse la actividad -, sustitución, desaparición del objeto,
mutuo acuerdo, resolución.
La comisión consiste en la actuación en interés ajeno pero a nombre propio, con la intención de
ceder luego el negocio al verdadero interesado (comitente). Por supuesto será comercial según
el objeto del negocio jurídico. Sus antecedentes, con el actual perfil, se remontan a la Edad
Media y particularmente a la época de los grandes descubrimientos, para alcanzar su mayor
envergadura a fines del S. XVIII. Tiene naturaleza jurídica propia, ya que carece de
representación posible, implica la conclusión del negocio (que en el corretaje llega sólo al
acercamiento de las partes), no existe relación de dependencia y está limitada a determinado o
determinados negocios, a diferencia de la locación de servicios. La forma y prueba son las
mismas del mandato: instrumento, hechos de las partes, etc., y todo medio de prueba es
admisible si existe principio de prueba por escrito, en cuanto al contrato en sí, y aunque no
exista, en cuanto a los hechos de las partes, cuya comprobación no tiene límites formales. Las
relaciones internas (entre comitente y comisionista) son las mismas del mandato. Las externas
entre el comisionista y el tercero, son las propias del contrato de que se trate. Entre el comitente
y el tercero, en principio no existe ninguna, a salvo las que puedan surgir luego de transmitido el
negocio a aquél por parte del comisionista. El otorgamiento y la aceptación también pueden ser
expresos o tácitos. El rechazo tiene normativas específicas: El silencio no implica aceptación,
pero si hubiera morosidad en expresarla, puede producir responsabilidad por los daños y
perjuicios ocasionados; El comisionista profesional, que rehusare el encargo, debe tomar las
medidas conservatorias; El comerciante no puede rechazar la comisión de su par, cuando de ello
se derivaran la pérdida del crédito o acciones legales (art. 235 C. Com.) Las obligaciones de las
partes son las mismas que en el mandato, pero se impone expresamente (puesto que ha
contratado a nombre propio) el deber de no alterar la marca o identificación de los objetos
adquiridos, y en el caso de comisiones múltiples, la prolija imputación de los respectivos
créditos, quedando incluida la rendición de cuentas. El comisionista puede emplear un sustituto
cuando así se haya convenido, cuando la ley lo exija de acuerdo a la naturaleza del acto o
voluntariamente por su cuenta y riesgo. La conclusión, ante el silencio del Cód. de Com. se
opera por las mismas causas previstas en general para los contratos y en particular para el
mandato. Las locaciones comerciales pueden ser consideradas desde distintos puntos de vista:
mayor duración mínima de los contratos de locación de inmuebles; los conflictos que plantean
respecto a los inmuebles locados, las transferencias de fondos de comercio; los contratos de
leasing de cosas muebles (locación con opción de compra integrando como parte de pago los
alquileres) La locación de obra se produce cuando una parte encarga la realización, por un
precio cierto, de una cosa a la otra (es una obligación de resultados), cuyo objeto debe ser
mercantil para que pueda considerarse acto de comercio. Existen distintos criterios en nuestro
derecho y en el derecho internacional (convención de Viena). La locación de servicios se
produce cuando una parte encarga por un precio cierto, a la otra, la realización de ciertos actos
(es una obligación de medios) que también deben ser mercantiles para que estén regidos por la
normativa específica.
UNIDAD XI:
El mutuo comercial se configura cuando se entregan en propiedad, cosas muebles fungibles que
transcurrido el plazo pactado deberán restituirse en igual cantidad y de igual calidad, para su uso
mercantil, siendo al menos comerciante el mutuario. Evidentemente el "uso comercial" implica
la posibilidad de consumo mediante la venta de los bienes. Se caracteriza por ser un contrato
conmutativo, real, no formal, de ejecución diferida, generalmente oneroso en la práctica. A fin
de distinguirlo de otras figuras, se ha señalado como diferencia con el Comodato la gratuidad
necesariamente inherente a este contrato, la posibilidad de que incluya inmuebles, la devolución
de la misma cosa entregada; con el depósito regular la entrega en uso, no en propiedad, de cosas
no consumibles; con el depósito irregular, si el contrato ha sido celebrado en beneficio del
mutante, que será el obligado al pago contra la devolución; con la sociedad, si se reintegrará el
total de la suma invertida, o las utilidades, y según participe o no en las pérdidas. Precisamente
la práctica ha impuesto la onerosidad del mutuo, no obstante que la ley prevee su gratuidad (art.
560 C. Com.) en caso de no haberse pactado expresamente aquella condición. El mutuario debe
entregar igual cantidad de cosas de igual calidad al cumplimiento del plazo fijado. Si no se
hubiera estipulado plazo y lugar, será cuando lo solicite el mutuante (pasados diez días de la
celebración del contrato) y en el domicilio del deudor. Deberá también pagar los intereses
(siempre en dinero aunque el mutuo sea de cosas, art. 563 C. Com.) a la tasa pactada, que se
suponen compensatorios (positivos, superiores a la inflación, neutros, iguales a la inflación o
negativos, inferiores a la inflación) y también los punitorios o moratorios si no restituyere o
entregare en término, calculándose la desvalorización monetaria. Los intereses no pactados o
fijados según los de plaza tendrán siempre como tasa referencial la del Banco de la Nación
Argentina. Los que los superen excesivamente podrían ser calificados de usurarios, criterio que
en nuestro país ha sufrido las más diversas interpretaciones a causa de los frecuentes
descalabros económicos. En sus arts. 569 y 570 el C. Com., (el CC, art. 623 dice que "no se
deben intereses de los intereses sino por convención expresa... o cuando liquidada la deuda
judicialmente..." plantea un "sistema menos restringido [que el CC]... proceden los intereses de
intereses a) si se demandan los intereses adeudados por lo menos por un año aunque no haya
convención ni liquidación judicial aprobada; b) cuando hubiere convención especial (en lo que
coincide con el derecho civil). Pero en ambos casos debe entenderse "hasta el momento de la
demanda, con la que se cierra el derecho del acreedor (art. 570) a seguir acumulando intereses,
salvo los posteriores a la liquidación judicial aprobada, en cuyo caso se aplica el art. 723 CC
(Zavala Rodríguez).
El depósito consiste en la entrega por el depositante al depositario de la cosa; para que tenga
carácter comercial debe reunir las características del art. 572 del C. Com.: que el depositante sea
un comerciante, o que se haga por cuenta de un comerciante (condición subjetiva), y que tenga
por objeto o nazca de un acto comercial. Esta última condición implica que el depósito sea de
una cosa mueble (condición objetiva). Sin embargo, la condición subjetiva puede trasladarse al
depositario, ya que si fuera una organización empresaria dedicada al ramo, tendrá carácter
comercial por tal motivo. Otra condición la establece el art. 573: onerosidad. Se trata de un
contrato real, oneroso, no formal, bilateral, continuado. Consiste en la obligación, por parte del
depositante, de entregar la cosa y pagar la comisión pactada, o la común en plaza, o en su
defecto la que determinen árbitros. Por parte del depositario, el cuidado y guarda de la cosa,
respondiendo en caso de daño (por sí, por sus dependientes, obligación de contratar seguros), y
su entrega al depositante al término del plazo o cuando éste lo requiera (previo pago de su
comisión, desde luego, sino podría ejercer el derecho de retención). El depósito puede ser
voluntario (cuando el depositante elige la oportunidad, el depositario, etc.) o necesario (cuando
debe hacerlo ineludiblemente por causas de fuerza mayor, o se trata de los "efectos introducidos
en las posadas por los viajeros") lo que agrava las responsabilidades del depositario. Puede ser
convencional o legal (por disposición judicial cuando lo impone la ley). También es importante
distinguir entre el depósito regular, convencional o tácito, en el cual el depositario no tiene
acceso al uso y goce de la cosa, y el irregular, en el que puede utilizarla o consumirla debiendo
devolver igual cantidad y calidad, que se asemeja al mutuo. Cuando se efectúa el depósito de
mercaderías en un almacén fiscal o autorizado para ello por el estado, para la emisión de
certificados de depósito, se obtiene de dichos almacenes un certificado que acredita la calidad
de propietario del depositante, su identidad, la calidad y cantidad de las mercaderías y su
identificación, domicilio del depósito, fecha del mismo, etc. y una copia de esta certificación
que recibe el nombre de warrant (art. 1 Ley 928) Esta certificación puede obtenerse por lotes,
fraccionando así el depósito realizado. Mediante la misma, pueden obtenerse préstamos
garantizados con tales bienes, pues el acreedor, de no ser cumplida la obligación, puede
protestarlo y hacer rematar las mercaderías para satisfacción de la deuda. El depositario no
entregará los bienes en caso de que se hayan garantizado obligaciones con ellos, ya que éstas
serán debidamente registradas tanto en los certificados expedidos como en los registros
especialmente habilitados por el depositario. Este sistema tiene gran importancia comercial pues
permite la transferencia por el depositante de los bienes, o la obtención de créditos sobre los
mismos, o sobre una parte de ellos, recuperando así gastos hasta que logra su comercialización.
Tiene su mayor ámbito en materia de comercio internacional. El contrato de Garage tiene
tipicidad social, pero no legal. Es un contrato complejo, ya que tiene características del de
depósito (regular), del de locación de obras y de servicios, no formal, real. Se constituye por la
entrega de un automotor (o de las llaves) al garagista, para su guarda, conservación y entrega
luego de un lapso, mediante el pago de un precio. Para que exista contrato de Garage, la guarda
es un elemento esencial. El garagista responde como depositario por su culpa o negligencia y la
de sus dependientes, por hurto, que no configure una vis maior y jurisprudencialmente se lo ha
responsabilizado también por robo cuando se ha facilitado por no tomar las debidas
precauciones dado que ya no puede considerarse un hecho imprevisible. La comercialidad se da
en el elemento subjetivo (organización del garagista como empresario) y objetivo: actividad
regular y remunerativa. El alquiler de una cochera fija, configura en cambio, una locación. El
servicio de cajas de seguridad ha sido asemejado a los depósitos, pero carece para ello de un
elemento esencial, como es la entrega del objeto al depositario; tampoco éste custodia
directamente el objeto, sino la caja entregada para guardarlo, y finalmente, estando la caja vacía,
el contrato subsiste, por lo que existiría una obligación sin responsabilidad. Se ha dicho
también que es un híbrido de depósito y locación, pero esto también presenta inconvenientes
dogmáticos. El deber del banco consiste en la guarda externa de la caja a cambio de un precio,
la entrega de la llave y del cofre interior al usuario, y la disponibilidad de acceso seguro durante
un horario determinado, a las cajas y a un privado donde acceder y manipular el cofre
respectivo. El del usuario, en colaborar con el cumplimiento por el banco, el pago del arancel, la
devolución de las llaves a la conclusión del contrato. Este es consensual, generalmente
formalizado en instrumento privado, continuo, de tipicidad social pero no legal, oneroso,
bilateral, conmutativo.
La fianza es por naturaleza un contrato accesorio de la obligación que garantiza. Será comercial
toda vez que lo sea la obligación principal, sea o no comerciante quien la preste. En este caso se
pierden por disposición de la ley los beneficios de excusión y división. Las garantías reales
consisten en afianzar la obligación con prenda o hipoteca sobre un bien o anticresis sobre sus
frutos. Las garantías personales ofrecen al acreedor la universalidad de bienes del fiador. Las
fianzas pueden ser civiles y comerciales. En este último caso, además de los beneficios de
excusión y división que la ley no admite, bastará la intimación dirigida al deudor para poder
ejecutar al fiador, que sin embargo podrá ofrecer a embargo bienes del deudor principal en tanto
no estén gravados. A fin de evitar también aquél requisito, la tendencia actual es constituirlo en
codeudor, liso, llano y principal pagador, poniéndolo en en plano de igualdad con el deudor,
acrecentando la condición solidaria de la fianza. El contrato es consensual, no formal, pero para
acreditarse en juicio debe estar formalmente documentado, normalmente gratuito, pero puede
pactarse una retribución, continuado, puede ser unilateral o bilateral y conmutativo si es
oneroso, entre el fiador y el afianzado. El efecto es constituir una relación obligacional entre el
acreedor y el fiador, aunque puede existir promesa de fianza entre el deudor y el fiador antes de
que esté configurada la obligación principal, contrato condicional que solo alcanzará a existir en
caso de que aquella se constituya. Se extingue, desde luego, por el pago, por el vencimiento del
plazo, por transacción, novación, etc., o en cualquier caso de extinción de la obligación
principal. Las actuales disposiciones sobre quiebras y concordatos, establecen que aun cuando el
acuerdo implica una novación no extingue las garantías (se discute si se mantienen por el monto
y plazo original o por los acordados). Las garantías otorgadas por tiempo indeterminado se
extinguen a pedido del fiador transcurridos 5 años, si no son onerosas. También el fiador puede
reclamar del deudor (no del acreedor) su liberación cuando fuere intimado judicialmente al
pago, cuando el deudor cayere en insolvencia. Por lo demás la fianza prescribirá en los mismos
términos y plazos que la obligación principal.
UNIDAD XII:
1) Contrato de transporte: naturaleza jurídica del contrato de transporte. Caracteres.
Transporte de cosas. El transportador. El cargador. El destinatario. El comisionista. El
endosatario o cesionario o acreedor prendario. objeto de transporte. Flete: precio o tarifa
del transporte. Forma y prueba. La carta de porte. Derechos y obligaciones del
destinatario. Responsabilidad del transportador; cláusulas especiales; cláusulas
prohibidas; indemnización.
El contrato de transporte tiene elementos comunes con otros contratos (mandato, depósito,
locación de servicios) pero se lo reconoce como una especie de la locación de obra, ya que se
trata de una obligación de resultados, con principios propios. Como elementos típicos hay que
señalar: el desplazamiento, el itinerario, la carga, el plazo, la onerosidad y la organización
empresaria (sin lo cual no será comercial). Es un contrato consensual, no formal, oneroso,
conmutativo, nominado (de tipicidad legal), generalmente de adhesión. También puede
clasificárselo por el medio transitado (aire, mar, tierra), por el objeto transportado (cosas,
personas, noticias), por el medio mismo de transporte (tren, automotores, buques, aviones). En
el transporte de cosas existe un cargador (en el de personas será pasajero) que las entrega como
objeto del transporte, generalmente acondicionadas. Un caso particular es el de los containers,
que configuran una subespecie atípica. Las cosas deben ser entregadas dentro de un plazo
convencional o en el de los usos y prácticas, al destinatario o consignatario (a quien se
"destinan" o "consignan") que puede ser el mismo cargador o un tercero (con lo que se
configura un contrato en beneficio de este tercero), pero que será tercero y no parte. El
transportador es el empresario que toma a su cargo la obligación de trasladar las cosas desde su
origen al destino prefijado, por un precio determinado o determinable, en un plazo cierto,
convencional o establecido por el uso, por un itinerario prefijado o también establecido por la
costumbre. El destinatario es el que recibirá las cosas transportadas. Puede existir en estos
contratos un comisionista, que en tal carácter gestiona y obtiene contratos para el transportista.
Los bienes transportados pueden cederse por endoso (de la carta de porte). El objeto del
transporte es la carga entregada para su traslado. Se denomina flete al precio convenido o
establecido como retribución por la tarea del transportista. Como dijimos, es elemento esencial
para la comercialidad del contrato. No se trata de un contrato formal, por lo que puede ser
probado por todos los medios legales, aunque su medio natural de prueba es la carta de porte. El
contrato de transporte puede originar un título denominado "carta de porte", que resulta
circulatorio (transmisible por endoso) y crediticio, y que contiene el nombre de los contratantes
y del destinatario (en su defecto sería un título al portador, que como tal podrá actuar como
propietario de las cosas) el flete, su pago o la aclaración de pendiente, plazo, y demás
circunstancias jurídicamente relevantes (art. 166 C. Com.). El transportador está obligado a
obrar con diligencia, a recibir la carga, (si no hace observaciones se presume que se encuentra
en buen estado y adecuadamente acondicionada), a trasladarla en los plazos convencionales,
legales (ferrocarril) o el que los usos determinan, por el itinerario prefijado o en su defecto por
el más recto disponible, entregándola al destinatario, en las condiciones que la recibió, Es
responsable por los daños acaecidos, por actos propios o de sus dependientes (aunque existiere
convención en contrario), y por caso fortuito o fuerza mayor, si se demostrare que ocurrió por su
culpa o negligencia o por no haber actuado como persona diligente, por los daños acaecidos por
cambio de itinerario, etc. Tiene derecho al depósito de las cosas si no pudiere hallar al
destinatario o no se las recibiere, a que se verifique su estado, y privilegio sobre las mismas para
cobrar sus acreencias, conservándolas en su poder o exigiendo su venta en pública subasta
dentro de los 30 días de entregadas. El cargador debe entregar las cosas en debido tiempo y
forma, pagar el transporte salvo pacto en contrario e indemnizar por los daños que ocasione la
carga al transportista, salvo culpa de éste. El destinatario debe recibir las cosas, y pagar los
importes a su cargo (dentro de las 24 hs.), puede rechazarlas si no estuvieran en condiciones o
por otros incumplimientos contractuales, también puede controlar el contenido de los bultos. El
transportador no responde por la disminución propia de la naturaleza de las cosas, puede
establecer limitaciones a su responsabilidad (ferrocarriles) en caso de fragilidad, semoviente,
etc. Las indemnizaciones serán tasadas por peritos, y no se admite al cargador probar que entre
las cosas transportadas había otras de mayor valor. Cuando la disminución sea parcial, el
transportista responde por la parte dañada; si fuera total, pero de una parte de las cosas, puede
entregar las que estuvieran sanas, si la carga fuere divisible, si se hubiera inutilizado toda la
carga debe responder por su valor en destino a la fecha de la entrega, reteniendo para sí la carga
dañada. Las cláusulas especiales que no estén establecidas en la carta de porte, carecerán de
valor, al igual que todo reglamento o disposición de las empresas que esté en pugna con las
disposiciones del C. Com.
El transporte de personas es por lo general obtenido mediante concesión del servicio público
respectivo. Consiste en el contrato por el cual una persona acepta ser transportada por el precio
del pasaje, boleto, etc., de un punto a otro, a lo que se compromete el transportista según
horarios y derroteros preestablecidos. Es por lo general un contrato de adhesión no formal,
convencional que se establece entre las partes cuando el pasajero adquiere el ticket que acredita
el pago del transporte. Se establece pues una relación contractual que será regida por las normas
generales del C. C. y las particulares del C. Com., en concordancia con las disposiciones
administrativas de aplicación. Como se ha dicho, por lo general es un servicio público, mas
minuciosamente reglamentado en algunas modalidades (ómnibus de corta, media y larga
distancia, ferrocarriles, ferrocarriles subterráneos, etc.) y algo más convencional en otras
(taxímetros, remises, transportes escolares, etc.). El pasajero, mediante la adquisición del
"boleto" tiene derecho a ser transportado desde la estación de partida a la de destino, por los
itinerarios prefijados, en los horarios preestablecidos y, en todo caso, indemne. Respecto de los
objetos olvidados o abandonados por los pasajeros en los respectivos medios, desde luego si
fueren hallados por el transportista o sus dependientes, rigen las disposiciones respectivas del
CC. Como ya se dijo, son nulas todas las reglamentaciones o especificaciones hechas por el
transportista en violación de las normas del C. Com. El transporte terrestre y el acuático en
pequeñas embarcaciones está regido por las normas del C. Com.; el aéreo y por agua en
embarcaciones mayores por las respectivas leyes específicas. El transportador responde en caso
de muerte o lesión del pasajero, salvo que demuestre que ocurrió por caso fortuito o fuerza
mayor que no le es imputable o por responsabilidad de la víctima o de un tercero por el cual no
debe responder. El traslado del pasajero implica el transporte de su equipaje hasta un
determinado peso y volumen reglamentariamente establecido.
El transporte benévolo está excluido de las disposiciones mercantiles por su propia naturaleza.
La doctrina y la jurisprudencia discuten sobre la existencia de una relación contractual o
extracontractual. En general prima esta última tesis, y por ella se fija el plazo de prescripción de
las acciones derivadas de esta relación.
UNIDAD XIII:
Desde su más temprana actividad en este mundo, el hombre se vio sometido a contingencias
que escapaban a su control. Con la evolución de las actividades propias de la civilización,
particularmente los viajes y el comercio, advirtió la necesidad de buscar protección contra
hechos de posible acaecimiento, pero que seguían superando su capacidad de evitarlos. A fin de
impedir que estas circunstancias ocasionaran graves daños a la actividad económica, se procuró
establecer fondos de reserva para reparar los daños ocasionados. Con este sistema se reemplazó
en parte el riesgo del acontecimiento por el de la insolvencia del depositario de los fondos y la
dificultad de estimar el monto de los recursos necesarios. Es así que tiene nace en el derecho
moderno la actividad empresaria aseguradora, que procura minimizar estas áleas: la empresa es
una organización con mayor capacidad de respuesta; su funcionamiento y solvencia están
controlados por el estado; el monto necesario para la cobertura se establece mediante sistemas
estadísticos y tecnologías auxiliares; sus recursos provienen de captar a muchos asegurados, con
cuyos aportes proporcionales cubre los siniestros que padecen algunos de ellos, obviamente una
minoría. En nuestro país esta actividad está regulada por las leyes 14.718 y 19.090, la primera
relativa al seguro y la segunda atinente a las empresas que pueden realizar esa actividad. Con la
cobertura de los seguros se minimizan las consecuencias de los riesgos propios de la actividad
humana, mejorando la consolidación económica, evitando la desaparición de empresas
afectadas, con sus secuencias de perjuicios a terceros contratantes y desempleo, etc. Las bases
técnicas son, principalmente, las elaboraciones estadísticas mencionadas y
complementariamente los peritos especialistas en siniestros, estimaciones, etc. Con la actividad
reaseguradora se minimizan también los riesgos de las mismas empresas del ramo, dando
mayores garantías de solvencia. El seguro social es el organizado por los propios asegurados,
que constituyen una empresa cooperativa o mutual, a la que capitalizan y con la cual contratan
sus pólizas. El seguro privado está a cargo de sociedades anónimas en las que los asociados
aportan capitales con el fin de obtener beneficios por su inversión mediante la actividad
aseguradora. Consecuentemente, surgen los seguros a prima, en los que el asegurado paga una
“prima” o parte proporcional correspondiente al riesgo, período y monto asegurado, con más el
“premio” que se estima para cubrir los gastos operativos y utilidad de la aseguradora; los
seguros mutuales o cooperativos, propios de este tipo de empresas, en los que las utilidades se
denominan “excedentes” y según el tipo de sociedad, disponen los socios su destino,
capitalizándolos o distribuyéndolos proporcionalmente según el uso que han hecho los socios de
los servicios brindados. Otra clasificación de los seguros es según cubran daños patrimoniales,
en cuyo caso atienden los daños económicos originados por el siniestro en las cosas, los seguros
de personas, en los que el interés asegurado es la salud y/o la vida de la persona misma, y los de
seguros de accidentes personales, que cubren el daño civil emergente. Las características de la
actividad actualmente, exigen un grado de complejidad tecnológica y solvencia inalcanzables
para un individuo, ya que además debe asegurarse un gran número de personas para que los
fondos reunidos sean suficientes para su finalidad, por lo que la ley ha establecido que
únicamente determinadas empresas –nunca personas físicas- puedan ser autorizadas para
contratar seguros, limitando también el tipo societario (anónimas, cooperativas, mutuales, que
pueden ser extranjeras, y organismos estatales o mixtos) y exigiendo que sea la única actividad
social, además de diversas reglamentaciones y controles. El régimen legal es el citado de la ley
20.090 y el ejercicio de las actividades de control está a cargo exclusivo y excluyente de la
Superintendencia de seguros de la Nación. Es una entidad autárquica del estado nacional, con
autonomía funcional y financiera, integrada por un superintendente designado por el PEN, y un
consejo consultivo de 5 miembros propuestos por las aseguradoras. Muy sintéticamente, este
organismo está encargado de habilitar a las empresas aseguradoras y sus agentes auxiliares para
su funcionamiento y consecuente inscripción en el Registro Público de Comercio respectivo
(verificando su constitución, patrimonio, posibilidades del mercado, etc.), su funcionamiento
posterior (autorización de planes de seguro por rama y actividad, mantenimiento de capital,
modificaciones contractuales o estatutarias, cumplimiento de las reglamentaciones, sanciones,
etc.). Sus decisiones deben ser fundadas y tramitadas garantizando el derecho de defensa de las
partes, ofrecimiento y producción de pruebas, etc., siendo irrecurribles las decisiones procesales,
pero revisables por vía del recurso contra la resolución final, que es apelable ante la Cámara
Nacional en lo Comercial o, opcionalmente, en tramitaciones previas, ante la Cámara Federal
respectiva. Son en cambio, solamente recurribles ante el PEN, sin recurso judicial, los rechazos
de autorizaciones fundados en la situación del mercado asegurador y las relativas a los
requisitos para representantes, delegaciones o sucursales de empresas extranjeras. Es obvio que
esta limitación a la libre competencia, obedece que la misma, lejos de mejorar la oferta podría
dañar irreparablemente a los asegurados al ocasionar debilidad patrimonial a las aseguradoras.
En la celebración del contrato la voluntad de ambas partes está marcadamente restringida por
las disposiciones legales, que determinan la gran mayoría de sus aspectos y no son disponibles
(arts. 5, 8 y 9 de la ley), preveen determinadas actitudes de las partes (reticencia, arts. 34 y 38),
los aspectos que solamente pueden modificarse en beneficio del asegurado (arts. 6, 7, 12, etc.)
Al ser la Superintendencia de seguros la que aprueba los planes, y aún los contratos y pólizas,
resultan preimpresos y las opciones que se presentan al asegurado son mínimas (riesgos
cubiertos, plazo, etc.), y a ello se limita su consentimiento, como para la aseguradora a la
aceptación de la "propuesta", denominación que atribuida al asegurado, tiene en la realidad un
significado muy distinto al que el idioma le atribuye. El asegurado puede incurrir en reticencia
en tanto oculte o deforme los datos que debe proporcionar al asegurador respecto de la
verdadera naturaleza y características del riesgo asegurado. Como ya mencionamos, puede ser
grave cuando de haberla conocido la aseguradora no hubiera tomado a su cargo la cobertura o
no lo hubiera hecho en tales condiciones, puede ser dolosa o culposa, etc. y referirse a las
circunstancias al momento e la contratación o a las modificaciones que luego ocurran. La
entidad del ocultamiento debe ser valorada por "juicio de peritos". Produce la anulabilidad del
contrato. En algunos casos la ley no solamente determina las condiciones del seguro, sino
también la necesidad de su contratación, como en el caso de los seguros de trabajo, de
automotores en protección de terceros, etc. 53. Auxiliares: Facultades. El productor o agente de
seguro, cualquiera sea su vinculación con el asegurador, autorizado por éste para la mediación,
sólo está facultado con respecto a las operaciones en las cuales interviene, para:
54. Agente institorio. Zona asignada. Cuando el asegurador designa un representante o agente
con facultades para actuar en su nombre, se aplican las reglas del mandato. La facultad para
celebrar seguros autoriza también para pactar modificaciones o prórrogas, para recibir
notificaciones y formular declaraciones de rescisión salvo limitación expresa. Si el representante
o agente de seguro es designado para un determinado distrito o zona, sus facultades se limitan a
negocios o actos jurídicos que se refieran a contratos de seguro respecto de cosas que se hallen
en el distrito o zona, o con las personas que tienen allí su residencia habitual. En el trámite de
contratación de un seguro, intervienen (o pueden intervenir, normalmente así ocurre) diversos
agentes entre la aseguradora y el tomador. Son agentes, asesores o productores de seguros, que
informan al interesado sobre las diversas coberturas, planes y alternativas existentes; los
promotores, que trabajan para aquéllos y procuran lograr interesados; y dependientes que hacen
estas tareas de información y vinculación por cuenta y orden y bajo la responsabilidad del
asegurador matriculado (reglas del mandato). Los agentes aseguradores pueden ser personas
físicas, o jurídicas en las que se desempeñan aquéllas. Son agentes auxiliares del comercio, y
pueden actuar como agentes vinculados a una o varias aseguradoras, o como corredores libres.
Su actividad tendrá distinta extensión según la vinculación existente, si tuviera el carácter de
agente institorio, será un mandatario del asegurador. Podrá cobrar la prima si posee un recibo
del asegurador. Las operaciones por agentes no institorios, no previstas en la ley, han dado lugar
a diversos fallos sobre la base de la representación aparente. El corretaje de seguros carece de
relevancia práctica en nuestro país, y en todo caso se regirá por las normas de los corredores.
18. Comienzo y fin de la cobertura. La responsabilidad del asegurador comienza a las doce
horas del día en el que se inicia la cobertura y termina a las doce horas del último día del plazo
establecido salvo pacto en contrario. La ley dispone que los contratos de seguro deben probarse
por escrito (admitiéndose los demás medios probatorios si existe al menos principio de prueba
por escrito) en el art. 11; por otra parte, el art. 7 lo declara de naturaleza consensual, y
constituido por acuerdo de las partes aún antes de la emisión de la póliza. También debe tenerse
en cuenta que se reglamentan las pautas contractuales y las características del contrato mismo.
De modo que si bien la forma debe ser por escrito "ad probationem", cabe considerarlo un
contrato formal, que se inicia con la "propuesta" y se completa con la póliza, sin la cual, en la
práctica, será difícilmente demostrable. La entrega de la póliza es también una de las
obligaciones legales del asegurador (art. 11, 2º párrafo). El plazo legal de los contratos de
seguro es de un año, pero se admite que por la naturaleza del riesgo sea distinto (art. 17) La
prórroga del contrato puede solicitarse por el asegurado, y se tiene por admitida si no se rechaza
expresamente dentro de los 15 días de formulada (art. 4 in fine), la prórroga tácita
contractualmente establecida, se entiende por un solo periodo, excepto en los seguros flotantes.
La ley utiliza el término rescisión y no resolución del contrato. Puede hacerse unilateralmente y
sin causa (art. 18 2º párr.), por el asegurador preavisando con 15 días, y reintegrando las primas
percibidas por el período no cubierto; por el asegurado, abonando las primas por el período
cubierto con la modificación tarifaria que corresponda (las primas por seguros de corto plazo
son más caras). Pueden contratarse seguros por tiempo indeterminado, y en tal caso las partes
podrán rescindirlo conforme a la norma precedentemente citada. Es válida la renuncia a la
rescisión en tales casos, por un período no mayor de 5 años (art. 19 in fine). La rescisión con
causa se admite conforme a las causas legales: modificación del riesgo, dolo, etc., pero la
rescisión por liquidación voluntaria de la aseguradora y cesión de su cartera debidamente
autorizada, no permite la rescisión (principio de solidaridad). La ley contiene disposiciones
específicas sobre prescripción remitiéndose al CC para los casos no previstos:
58. Término. Las acciones fundadas en el contrato de seguro prescriben en el plazo de un año,
computado desde que la correspondiente obligación es exigible.
Prima pagadera en cuotas. Cuando la prima debe pagarse en cuotas la prescripción para su cobro
se computa a partir del vencimiento de la última cuota. En el caso del último párrafo del artículo
30, se computa desde que el asegurador intima el pago. Interrupción. Los actos del
procedimiento establecido por la ley o el contrato para la liquidación del daño interrumpe la
prescripción para el cobro de la prima y de la indemnización. Beneficiario. En el seguro de vida,
el plazo de prescripción para el beneficiario se computa desde que conoce la existencia del
beneficio, pero en ningún caso excederá de tres años desde el siniestro.
59. Abreviación. El plazo de la prescripción no puede ser abreviado. Tampoco es válido fijar
plazo para interponer acción judicial. · Prohibe la abreviación de los plazos, y
consecuentemente limitar los términos para las acciones judiciales; · Interrumpe los plazos de
prescripción en tanto se liquida el daño, salvo que existe desconocimiento del derecho; ·
Establece la renuncia tácita a la prescripción adquirida; · Distingue la prescripción del pago de
la prima de la del pago de la indemnización; · No suspende la prescripción para los incapaces
(salvo que carezcan de representante legal, dispensa y no suspensión, 3980 CC), o prisión del
beneficiario.
· Para los casos de seguro de vida, la acción del beneficiario prescribe al año, contado desde que
tuvo de su derecho, pero dentro de un plazo máximo de tres años;
· Para el tercero damnificado se aplican las prescripciones que correspondan a su relación con el
asegurado;
· En las acciones subrogatorias del asegurador, se aplican las prescripciones propias de la acción
que tenía el asegurado.
El asegurado tiene desde luego la obligación de pagar la prima en término, en el domicilio del
asegurador salvo pacto en contrario, y como cargas, mantener el riesgo pactado o comunicar su
agravación, dar aviso del riesgo y practicar las diligencias de colaboración necesarias para
proceder a su evaluación, el mantenimiento de las condiciones para permitirlo, informar las
acciones judiciales iniciadas por terceros o mejor solicitar el comparendo a juicio del
asegurador, realizar las diligencias de conservación y salvataje, notificar la enajenación del bien
y el cambio de beneficiario. Las sanciones son, en caso de no pagar la prima, la caducidad de
sus derechos contractuales consistente en la pérdida de la cobertura, en casos de agravación del
riesgo la limitación de la cobertura, el aumento de la prima y aun la rescisión contractual,
dependiendo de la gravedad y la existencia de culpa o dolo; en caso de modificación, la
disminución o desaparición de la cobertura si hiciere imposible la determinación y alcance del
daño, salvo que fuera causada por mora del asegurador, y con la excepción prevista para los
casos de granizo, por ejemplo; en los salvatajes, la incuria o apartamiento injustificado de las
instrucciones del asegurador, pueden ocasionar la limitación de la cobertura proporcionalmente,
etc. El asegurador no puede rehusar el pago de la prima por tercero, salvo expresa oposición del
asegurado o rescisión tácita por omisión de pago. La prima es exigible contra entrega de la
póliza y en caso de mora el asegurador puede exigir el pago de las vencidas y rescindir el
contrato, o exigir el pago de las primas en tanto no ejerza la facultad de rescisión (art. 31). La
prima puede ser reajustada por las modificaciones del riesgo, en mas o en menos, y también por
desvalorización monetaria de común acuerdo. En los casos de sobre seguro, el asegurador
responde por el daño efectivamente sufrido en el interés asegurado (principio de solidaridad), no
admitiéndose lucrar con el siniestro. Desaparecido el interés, el contrato no puede subsistir por
carecer de causa; en cuanto al cambio de interés (enajenación) faculta al asegurador a la
rescisión del contrato, (debe notificar su decisión en tal sentido dentro de los quince días de la
notificación) excepto que la naturaleza de la cobertura no lo admita (seguro contra granizo). Se
extiende la facultad del asegurador a los casos de venta forzosa, pero no a los de transmisión
hereditaria. 81. Desaparición antes de la vigencia. Cuando no exista el interés asegurado al
tiempo de comenzar la vigencia de la cobertura contratada, el tomador queda liberado de su
obligación de pagar la prima; pero el asegurador tiene derecho al reembolso de los gastos, más
un adicional que no podrá exceder del cinco por ciento de la prima. Desaparición durante la
vigencia. Si el interés asegurado desaparece después del comienzo de la cobertura, el asegurador
tiene derecho a percibir la prima, según las reglas del artículo 41. Son seguros "saldados" (art.
24 ap. 2º, inc. 3 de la ley 20091) los "reducidos en su monto o plazo" de la rama vida. La ley
17418 alude a ellos:
138. Transcurridos tres años desde la celebración del contrato y hallándose el asegurado al día
en el pago de las primas, podrá en cualquier momento exigir, de acuerdo con los planes técnicos
aprobados por la autoridad de contralor que se insertarán en la póliza:
a) Seguro saldado. La conversión del seguro en otro saldado por una suma reducida o de plazo
menor;
UNIDAD XIV
1) La prestación del asegurador: modalidad. Daño. Suma asegurada y valor del interés
asegurable. Seguro pleno, sobre seguro, infra seguro, regla proporcional. Seguro tasado.
Franquicia. Pago en dinero. Valor a nuevo. Reconstrucción. Servicios accesorios.
Determinación de la indemnización. Procedimiento. Pericia. Mora del asegurador.
La prestación del asegurador consiste en el pago del interés dañado por el siniestro, hasta el
monto asumido o el del efectivo daño, según cuál sea menor.
2) Seguro por cuenta ajena. Seguro por cuenta de quien corresponda. Seguro a favor de
tercero. El beneficiario del seguro de vida. Designación a título oneroso y gratuito.
Revocación. Derechos de herederos y acreedores sobre las primas pagas. Seguro de grupo.
Seguro de abono.
21. Validez. Excepto lo previsto para los seguros de vida, el contrato puede celebrarse por
cuenta ajena, con o sin designación del tercero asegurado. En caso de duda, se presume que ha
sido celebrado por cuenta propia. Cuando se contrate por cuenta de quien corresponda o de otra
manera quede indeterminado si se trata de un seguro por cuenta propia o ajena se aplicarán las
disposiciones de esta Sección cuando resulte que se aseguró un interés ajeno. 22. Obligación del
asegurador. El seguro por cuenta ajena obliga al asegurador, aun cuando el tercero asegurado
invoque el contrato después de ocurrido el siniestro. 128. Vida asegurable. El seguro se puede
celebrar sobre la vida del contratante o de un tercero. 129. Conocimiento y conducta del tercero.
En el seguro de vida de un tercero se tomará en cuenta el conocimiento y la conducta del
contratante y del tercero. 143. En beneficio de tercero. Se puede pactar que el capital o renta a
pagarse en caso de muerte, se abone a un tercero sobreviviente, determinado o determinable al
momento del evento. Adquisición del derecho propio. El tercero adquiere un derecho propio al
tiempo de producirse el evento. Cuando su designación sea a título oneroso, podrá fijarse un
momento anterior. Excepto el caso en que la designación sea a título oneroso, el contratante
puede revocarla libremente aun cuando se haya hecho en el contrato. No existen en general
condicionamientos en cuanto a los beneficiarios de seguros de vida; pero si en particular si el
asegurado es un menor adulto, en tal caso los beneficiarios necesariamente (por disposición
legal) deben ser familiares directos que estén a su cargo. En cuanto a los beneficiarios a título
oneroso o gratuito, la diferencia es que los primeros se encuentran autorizados para pagar la
prima, por expresa disposición legal, debiendo inferirse, a contrario sensu, que los beneficiarios
a titulo gratuito no lo están. La otra diferencia está en la posibilidad de revocación mencioanda
anteriormente, art. 143 in fine. Derechos de herederos sobre primas pagas:
144. Colación o reducción de primas. Los herederos legítimos del asegurado tienen derecho a la
colación o reducción por el monto de las primas pagadas.
El seguro de daños patrimoniales, en general, cubre el interés en ese aspecto dañado por el
siniestro, hasta la suma asegurada o hasta el valor del daño efectivamente sufrido. El seguro de
incendio, en particular, y con ciertas disidencias doctrinarias, cubre el daño ocasionado por un
fuego hostil o por el calor originado en éste, sobre bienes no destinados a ser consumidos por
las llamas, considerándose fuego hostil el que no es utilizado para las necesidades comunes del
usuario y resulta capaz de extenderse por sí mismo. Extintores, detectores de humo, etc., suelen
ser cargas del asegurado. El seguro de robo parte de la definición de la ley penal (apoderamiento
ilegítimo con fuerza en las cosas o en las personas) definición que debe tenerse muy en cuenta
pues si es tal, excluye el hurto, aun las figuras calificadas. Generalmente este tipo de seguros,
como el de incendio, exigen ciertas precauciones por el asegurado, que además modifican el
valor de la prima (rejas, alarmas, etc.). La prueba del siniestro de los daños patrimoniales es una
carga del asegurado, asi como la valuación corresponde al asegurador. Los seguros agrícolas
son los que protegen los cultivos de los accidentes meteorológicos. Con el seguro de animales,
completan la cobertura de la producción agropecuaria. Granizo: cubre los daños ocasionados
por esta precipitación, aún cuando concurra con otros fenómenos meteorológicos, es de
ganancia esperada (paga la cosecha que quizás nunca se hubiera obtenido), su lapso es el del
ciclo natural del sembrado, y no libera al asegurador por la enajenación, como ya señalamos.
Helada: tiene las mismas características, pero no existe en el seguro privado, por la gravedad y
frecuencia del riesgo. En cuanto a los seguros de animales, cubre la pérdida de los mismos por
enfermedad (que puede originar la aplicación del rifle sanitario), muerte, etc. y por inutilización
si así se pactara. Tiene una reglamentación específica y minuciosa en la ley. El seguro de
transporte es el resultado de la combinación de varios seguros y por ello constituye un contrato
complejo. cubre los riesgos de los medios de transporte y de los bienes transportados (cargas).
de los pasajeros transportados y de terceros no transportados (responsabilidad civil) Como
resultado de ello esta sometido a un régimen legal también complejo, referido a los transportes
por tierra, con remisión subsidiaria al régimen de seguros marítimos, que será de aplicación
directa cuando el transporte se efectúe por "aguas interiores". Características peculiares: se
admite el abandono, consistente en la entrega al asegurador de los restos, percibiendo el
asegurado el total; si el daño se produjo por vicio de la cosa, no responde el asegurador, si el
vicio agravó el daño, la indemnización se reducirá proporcionalmente; si el seguro lo contrata el
transportista de personas, será de responsabilidad civil respecto a éstos; si el propio pasajero, de
accidentes personales. Puede contratarse por viaje o por período, en este último caso será un
seguro de abono, aunque eventualmente puede serlo también (no es lo común) si se contrata por
viaje. Su cobertura alcanza al viaje y se extiende a su prolongación si ésta es causada por un
siniestro que el seguro cubría.
UNIDAD XV
Percibir las sumas pactadas por sus servicios, productos, elementos de trabajo, etc. y las
licencias que otorga; Mantener por el franquiciado protegida la información, conocimientos,
etc., brindados; Que la actividad se realice dentro de las metodologías establecidas; Que se
proteja la imagen y calidad de los servicios y productos; Controlar el funcionamiento del
negocio y el cumplimiento de esas pautas; Brindar toda la información, training, capacitación
necesaria para la actividad, y mantenerla actualizada mediante aportes periódicos y/o
constantes; Facilitar los equipos, productos, emblemas, recursos publicitarios, etc. necesarios y
pactados y que le sean pagados por el franquiciante; No otorgar otras franquicias dentro de la
zona reservada.
Los sistemas de distribución comercial nacen por la necesidad de lograr una mayor expansión
en la llegada de los productos al consumidor sin aumentar la complejidad de las tareas del
fabricante, que así trata con uno o varios distribuidores, que son los encargados de difundir y
comercializar la producción. Se caracteriza como un contrato de colaboración, pero legalmente
atípico y que ha delineado sus elementos mediante la práctica comercial, la jurisprudencia y la
doctrina. El contrato de agencia es la relación convencional de colaboración entre una empresa
productora y la empresa promotora, "de agencia" que tiene a su cargo la promoción de venta de
los bienes o servicios, es decir, la tarea de conseguir negocios para su comitente. Son elementos
de este contrato la promoción de negocios, la unilateralidad (el agente actúa en beneficio del
productor, no de la otra parte), la independencia, la estabilidad y la determinación geográfica. Se
trata de un contrato consensual, no formal, de ejecución continuada, bilateral, oneroso,
conmutativo. Son obligaciones del Agente: obrar con diligencia y buena fe, dentro de la zona
asignada, y conforme a las instrucciones recibidas, financiar su actividad y la de sus
dependientes, no comercializar productos competitivos; Principal: pagar las comisiones
pactadas.
En cambio son derechos del Agente: percibir las comisiones, no tener interferencias en su zona
de actuación originadas en la conducta del principal, o de otros agentes del mismo; Principal:
exigir la conducta diligente, con buena fe y conforme a las pautas fijadas. El contrato de
distribución, si bien persigue similares fines económicos, tiene una clara característica de
intermediación, los negocios los concreta el distribuidor con los consumidores (o con la
siguiente etapa de distribución) y su actividad no es la concertar operaciones entre el productor
y los compradores, sino directamente realizar la venta de los productos. El distribuidor adquiere
las mercaderías del productor y las revende (en algunos casos con su propia marca); su utilidad
depende por lo general de la diferencia entre el precio de venta y el de compra; el contrato suele
tener un término, aunque también puede ser de duración indeterminada; puede pactarse una
cantidad mínima de ventas; tiene asignada una superficie geográfica en la que el productor no
realizará negocios por cuenta propia ni autorizará otro distribuidor; compra y vende por su
propia cuenta y riesgo. De estas características y la ausencia de una regulación específica, se
han derivado diversos criterios sobre la naturaleza jurídica de tal contrato: de compraventa, de
consignación de mercaderías o comisión, mixto, atípico, etc. En definitiva puede considerárselo
un contrato de "distribución comercial impropio". Se lo caracteriza como consensual, bilateral,
oneroso, conmutativo, no formal, de tracto sucesivo, intuitu personae, de colaboración o
cooperación. Los elementos son: el territorio o zona geográfica, la exclusividad, la duración, y
normalmente el control que ejercerá el productor. Son derechos y obligaciones del Proveedor o
productor: percibir el importe de las mercaderías y accesorios (exhibidores, adhesivos de
identificación, letreros) vendidos, entregar los productos en tiempo, forma y cantidad, respetar
la zona concedida, controlar las formas y precios de venta, exigir la compra de los mínimos
pactados; Distribuidor: Recibir las mercaderías y accesorios en tiempo, forma y precio, utilizar
los emblemas o marcas en sus vehículos, gozar del respeto a la exclusividad concedida, respetar
los precios y demás pautas de comercialización, pagar las facturas del proveedor. Por el contrato
de concesión comercial las partes acuerdan que el fabricante otorgará la comercialización de sus
productos con exclusividad para determinada zona a un comerciante, que también se abstendrá
de comercializar productos de otro fabricante. Su principal aplicación en nuestro país aparece en
el ramo automotriz, que caracteriza la llamada concesión comercial y también en la denominada
concesión privada consistente por lo general en concesiones de explotación de instalaciones
(clubes, servicios gastronómicos, etc.) Se trata de un contrato de colaboración, de naturaleza
jurídica compleja, ya que comprende diversos aspectos de la relación (contrato normativo),
operaciones de compraventa posteriores, y obligaciones anexas. El concedente otorga el
monopolio de venta de sus productos para una zona geográfica definida, por un plazo cierto o
indeterminado, a título gratuito, incluyendo el uso de emblemas, marcas, uniformización
publicitaria, etc., y el concesionario debe adquirir para su reventa los productos fabricados,
comercializándolos por su cuenta y riesgo bajo el control y dentro de las pautas fijadas por el
concedente; debe también hacerse cargo de los servicios de pre y posventa, stock de repuestos,
etc. De lo que se desprende que se trata de un conjunto de contratos de distinta naturaleza,
interdependientes, que confluyen en la colaboración que las partes se prestan para la venta del
producto. El concedente tiene derecho a exigir el cumplimiento de las condiciones de venta,
atención del producto vendido (en el caso de automotores, en la concesión privada hablaríamos
del mantenimiento de las instalaciones, conservación de los elementos utilizados, etc.),
exclusión de comercialización de otros productos competitivos, al pago de los productos que
entrega para su reventa. El concesionario tiene derecho a la exclusividad en su zona de
actuación, al uso de los emblemas y distintivos del fabricante, a la información y capacitación
técnica para las ventas de los productos y repuestos y mantenimiento y reparación de los
productos, a precios especiales de compra para la obtención de las utilidades de su empresa. A
fin de potenciar la capacidad productiva y comercial, en definitiva la capacidad económica, se
desarrollan continuamente nuevas formas de relación empresarial. Una de las mas recientes la
constituyen los contratos de colaboración empresaria, que en nuestro país aparecen regulados
por la ley de sociedades (19550) mediante la modificación posteriormente introducida al
respecto (Ley 22903). Mediante estos contratos se establece la colaboración entre distintas
empresas para la realización de su actividad, pero sin que este vínculo alcance a crear una nueva
persona jurídica con capacidad para adquirir derechos y contraer obligaciones. La relación
establecida está expresamente regulada en la ley, y tiene dos vertientes: las ACE, Agrupaciones
de colaboración empresarial, y las UTE, Uniones transitorias de empresas. La principal
diferencia es que en las primeras la agrupación constituida tiene un perfil netamente mutualista,
pues no persigue fines de lucro, en tanto la segunda si procura la obtención de utilidades. Tanto
la una como la otra deben preceder al nombre de fantasía con la expresión Agrupación o Unión,
según sea el caso, tienen un período de duración previsto que puede renovarse, las
responsabilidades se contraen por cada una de las empresas componentes, aunque lo hagan
mediante una representación unificada, las decisiones deben tomarse en principio por
unanimidad, el contrato respectivo debe ser escrito por disposición de la ley, en instrumento
público o privado, y anotado en el Registro Público de Comercio respectivo, como así
presentarse a los organismos de control para verificar que no se trata de un cartel o trust
monopólico que pueda fijar precios colusivamente en perjuicio de los consumidores. Mediante
los Joint Venture las empresas se asocian para realizar un emprendimiento de cierto riesgo
según se infiere del análisis gramatical de la denominación, compartiendo precisamente los
beneficios y utilidades que se obtengan y asumiendo las pérdidas que pudieran resultar. Este
convenio se haya también incluido en el concepto de colaboración empresaria, pues tampoco en
este caso se constituye un nuevo sujeto de derecho; las UTE pueden conceptualizarse como
Joint Venture. Los Hipercentros de consumo son también otra creación del ingenio comercial.
Se procura concentrar en espacios prediseñados especialmente, la mayor cantidad de productos
y servicios que se espera atraigan a determinado sector (lo más amplio posible) de
consumidores. Las relaciones entre los distintos participantes son diversas y complejas, pues
van desde la propiedad horizontal o a veces en condominio del inmueble, hasta la concesión
(privada) de determinados servicios, pasando por la locación de espacios. Tales Hipercentros
atraen la circulación con fines de consumo directo, entretenimiento, etc. de un gran número de
clientes reales o potenciales que precisamente multiplican su posibilidad de ventas.
3) El factoring: concepto, naturaleza, caracteres. Ley 21.526 art. 24; partes y elementos del
contrato. Cesión de derecho: diferencia. Underwraiting: concepto, caracteres, objeto;
descripción de la operación. Ahorro previo: concepto, análisis jurídico.
El leasing (del inglés to lease, alquilar), ha tenido a diferencia de otros contratos una legislación
promocional de su utilización, que ha ido avanzando aún más allá de su efectiva utilización en
el mercado. Limitado en principio a los muebles, se ha extendido también a los inmuebles con
las adecuaciones de la ley 25248 y a los servicios y accesorios necesarios para la instalación y
puesta en marcha de los bienes objeto de la prestación. Mediante este contrato, el locador
facilita al locatario un bien determinado, que este último utilizará como propio, mediante el
pago de una suma en concepto de locación, y con la posibilidad de adquirirlo en propiedad,
finalizado el período contractual, pagando en ese caso el valor residual y acreditándose como
parte del precio los alquileres abonados. Su importancia y el éxito de su implementación, radica
en que los avances tecnológicos y la complejidad y consecuente precio de los equipamientos,
hace que resulten inalcanzables para las empresas y por otra parte, también inconvenientes, por
su desactualización y envejecimiento. Mediante el leasing pueden disponerse equipamientos y
tecnología de punta, sin una inversión cuantiosa, superando también los altos costos impositivos
y financieros, y decidir al final de la locación, su renovación, la compra del equipo o su
reemplazo según resulte más conveniente. A partir de estos conceptos generales surgen diversas
variantes: el otorgante puede ser el propietario del bien; puede adquirirlo de terceros por
indicación y especificaciones del tomador; puede adquirirlo inclusive del mismo tomador; o de
quien éste designe. Son partes en el contrato el dador, que entrega el bien en principio en
locación y posteriormente en venta si se ejerce la opción; y el tomador, que recibe el bien para
su disfrute en locación y puede adquirir su propiedad. Se diferencia de la compraventa, en que el
bien se recibe para su uso a cambio del pago de un canon o alquiler, permaneciendo la nuda
propiedad en cabeza del dador; recién se formaliza la compraventa cuando se ejerce la opción
pagando el precio residual, y reconvirtiendo los alquileres pagados en pagos a cuenta. Se
distingue del alquiler en la posibilidad de la reconversión aludida, pactada desde el inicio de la
operación. Aunque tiene, pues, rasgos comunes de ambas instituciones jurídicas, puede
advertirse, a la luz de las normas legales, que en caso de falencia del tomador, por ejemplo,
pueden subrogarlo sus acreedores en el uso de la opción, incorporando el bien a su patrimonio,
lo que muestra una clara diferencia con la compraventa común; también, en caso de falencia del
dador, ello no impide el ejercicio de la opción, como ocurriría si fuera una mera locación.
BOLILLA I
LA JURISDICCIÓN MERCANTIL
Con la formación de las grandes monarquías, el Derecho Comercial de los Estados Corporativos
y las costumbres que se fueron recopilando da nacimiento a un nuevo Derecho Mercantil, de
los Edictos y Ordenanzas reales, esto comenzó en Francia y desde allí pasa a los demás centros
de Europa, esto coincide con la formación de los Estados Nacionales, mas grandes que las
comarcas feudales. Mas adelante vendrán los códigos que desde principio del Siglo XIX sé
extenderán, con modificaciones y correcciones hasta nuestros días.
Es la rama del Derecho que estudia los principios reguladores del ordenamiento de las
instituciones y de las relaciones jurídicas que se refieren al comercio, es decir toda actividad que
medie entre la oferta y la demanda, hecha con propósito de lucro y destinada a realizar,
promover y facilitar el intercambio de bienes.
CONCEPCION SUBJETIVA
Al perder el Derecho Francés su carácter originario, deja de ser el derecho de los comerciantes y
pasa a ser un Derecho de carácter real, el de los actos de comercio. Este pasaje del mundo
subjetivo al objetivo, se da en la generalización de técnicas y principios propios de los
mercaderes a otros grupos sociales. Así el derecho comercial sin perder su carácter esencial del
derecho regulador del estatuto profesional; pasa a aplicarse no solamente a los comerciantes,
sino también a los otros sujetos que resultando ajenos a las corporaciones mercantiles
realizaban de hecho ocasionalmente negociaciones mercantiles.
EL DERECHO DE LA EMPRESA:
Esta teoría nace en EUROPA y sostiene que es necesario acceder a la economía para definir el
Derecho Comercial, concibiendo a este como “El Derecho de la Empresa, la unión de los
factores de la producción (capital – bienes materiales e inmateriales destinados a la economía.
Para la teoría de este derecho, el Derecho Comercial es “El ordenamiento jurídico de todas las
relaciones económicas, desde la producción al consumo en las que están incluidas el acto
comercial. Por ello sostiene esta teoría que el Derecho Comercial debe ir mas allá del acto de
comercio, proponiendo, la unificación de los Códigos Civil y Comercial, y también la igualdad
de las obligaciones, excepto para aquellos actos que son exclusivos del Derecho Civil.
(Matrimonio).-
Este código contenía 648 artículos y estaba dividido o compuesto por 4 libros que trataban los
siguientes temas – 1).- Del Comercio en General – 2).- Del Comercio Marítimo 3).- Falencias –
4) Jurisdicción Mercantil. Con este Código se adelanta hacia una mayor objetivizacion de la
materia; según sus reglas los Tribunales de Comercio trataran los asuntos desde un doble punto
de vista; Subjetivo y Objetivo.
FUENTES
Nuestro Primer Código tuvo como modelo general al C. Francés, como así también al Español –
Portugués – Holandés – etc. El juicio critico sobre este , nuestro primer Código, fue siempre
positivo en nuestra doctrina.-
REFORMAS
La primera gran reforma se produce en Diciembre del año 1886, bajo la presidencia de JUAREZ
CELMAN, y se encomendó dicho trabajo a LISANDRO SEGOVIA. Este trabajo estaba
inspirado en las Leyes mercantiles de Italia – Francia y Alemania. Después de dos (2), años el
proyecto fue girado a la C. de Diputados para que fuese estudiado. Luego de un intenso análisis
y debate ambas Cámaras aprueban un Nuevo proyecto de reforma, al Código ya existente, en el
cual se expresaba los fundamentos y razones de las modificaciones; y se promulgaba
en MAYO de 1889. Posteriormente se realizaron reformas. En el año 1900 se Promulga la
Ley sobre Marca de Fabricas, Comercio y Agricultura, en 1914, se Promulga La 1° - Ley de
Quiebras – En 1923, se Organiza la Inspección de Justicia; – en 1926, la Ley Sobre Derechos
Civiles de la Mujer. Es muy importante; mencionar la Ley 17.711, de reforma del Código Civil,
con muchos puntos en contacto con nuestra materia.
UNIDAD II
2).- Relaciones del Derecho Comercial con las otras disciplinas jurídicas: Con el Derecho Civil,
con el Derecho Administrativo, con el Derecho Penal, Relaciones del Derecho Comercial con la
Economía y otras disciplinas no jurídicas: Política Económica, Sociología.
4).- Fuentes del Derecho Comercial: distintos tipos de fuentes Artículos 15 –16 y 17 del Código
Civil. La ley comercial. Costumbres comerciales: usos y costumbres. Principios de leyes
análogas. Principios generales del Derecho. Equidad. Jurisprudencia. Doctrina. Es la ley civil
fuente del Derecho Comercial a la luz del Articulo 207 del Cod. de Comercio?. Titulo
preliminar del Código de Comercio y sus Artículos 207-218 – inc. 6°) y 229).-
5).- Jurisdicción comercial: orígenes y fundamentos. Arbitraje: importancia en materia
Comercial; clases.-
DESARROLLO
I).-- La autonomía del Derecho Comercial: Sus fundamentos. Distintas clases de Autonomía:
Legislativa, jurídica, doctrinaria.
“Halperin: justifica la subsistencia del Derecho Comercial, desde el punto de vista – Legislativo
– Didáctico y Dogmático, recalcando la validez del tercero. La unificación legislativa no
implica problemas conceptuales, sino teóricos (lo demuestra la unificación Italiana de 1942)”.
“La Autonomía Dogmática surge porque el contenido de la materia no esta dado por los actos de
comercio (la unificación legislativa anularía esa autonomía) sino por la empresa, la actividad
económica de esta y el estatuto del empresario que evidencia una materia comercial autónoma
(contratación en masa – la creación de los títulos de crédito; una creciente intervención estatal
en el funcionamiento de determinadas empresas, la publicidad etc.)
“La Autonomía Dogmática del derecho comercial no significa de manera alguna su separación
radical del derecho civil: comparte la teoría general de los negocios jurídicos, de las
Obligaciones, etc.
II). La unidad del Derecho privado y su relación con las demás ramas del Derecho.
“A favor de la unificación del derecho privado se sotiene: a).- Que las leyes comerciales
contemplan un sector minoritario de las relaciones jurídicas de la comunidad; b).- Que la
división del derecho privado crea problemas de competencias judicial; c).- que es difícil y
problemática la compatibilizacion de las normas civiles y comerciales cuando regulan una
misma institución jurídica.- d).- Que la división del derecho privado retarda su evolución
científica.-“
“En contra de la unificación se sostiene: a).- Que los usos y costumbres cumplen distinta
función en el derecho comercial; b).- Que la unificación dificultaría la uniformidad
internacional de ciertas leyes; c).- Que lo mismo habría necesidad de dictar leyes especiales para
comerciantes, y d).- Que el derecho civil es muy estable, mientras que el derecho comercial es
naturalmente dinámico.”
“Las diversas formas de unificación se pueden lograr: a).- unificando el fuero de los Jueces
(como la mayoría de las provincias); b).- unificando con reglas de extensión de un derecho a
otro (normas supletorias, analógicas, etc) c).- unificando las normas en una sola que abarque el
derecho privado en determinados aspectos (Código suizo de las Obligaciones).-“
“El Derecho Mercantil, necesariamente está vinculado a otras ramas del derecho, en particular
aquellas que integran el derecho privado. (Derecho Civil).-
“Debemos tener presente que el derecho mercantil en gran medida es derecho de las
obligaciones y los principios generales de las obligaciones son comunes a las relaciones civiles
y comerciales, razón por la cual no solo se ha sostenido doctrinariamente la unificación de estas
obligaciones sino que se las ha realizado legalmente (SUIZA e ITALIA).-“ Tiene crecientes
relaciones con el derecho administrativo. El estado moderno interviene cada vez mas
intensamente en la actividad comercial e industrial privada.” “La constante expansión del
comercio y la creciente operatividad internacional, provocan situaciones de conflicto de
aplicación de derecho que requieren el auxilio del derecho internacional privado.”
También se encuentra estrechamente vinculado al derecho procesal: relación genérica
vinculante entre derecho material y formal (sustancial y procesal). Así podemos señalar la Ley
de concursos (19551), que es una reglamentación preponderantemente procesal; intervención de
sociedades en la Ley 19550, por un lado y por otro, las distintas posiciones del CPN sobre
medidas cautelares; los títulos de crédito y los títulos ejecutivos etc.” Fontanarrosa, señala que
el derecho comercial se relaciona, ante todo, con la ciencia del derecho (teoría general del
derecho o jurisprudencia general). ante las lagunas y deficiencias que presenta el derecho
comercial, como toda rama jurídica particular, es menester recurrir a los principios generales
que informan el ordenamiento jurídico vigente.-
“En Suiza desde 1889 (modificado en 1911 y en 1936) se ha concretado el Código Civil Suizo,
la unificación en materia civil y comercial. Trata sucesivamente, las diversas especies de
contratos, las sociedades mercantiles, el registro mercantil y el régimen de los títulos – valores.-
“
“El código Civil Italiano de 1942; realiza una unificación mas amplia comprende casi toas las
materias de derecho privado; persona y familia – personas jurídicas, domicilio, matrimonio,
régimen patrimonial de la familia, filiación adopción, patria potestad, tutela sucesiones,
propiedad en general, y en especial, reglas unificadas sobre obligaciones, títulos de crédito,
principales contratos, régimen de trabajo, normas sobre empresarios, sociedades cooperativas,
normas sobre formalidades, pruebas, privilegios, prescripción etc.-“ La unificación del Derecho
Privado en la Argentina: intentos y antecedentes;
“En nuestro país la doctrina se encuentra dividida. En el primer congreso Argentino de Derecho
Comercial (1946), Leopoldo Melo, propuso un Código único de las Obligaciones y Mauricio
Yadarola, propicio un Código de las relaciones económicas que comprendía las obligaciones y
los contratos civiles y comerciales. La subcomisión se inclinó por el proyecto de Melo.” “La
sexta Conferencia Nacional de Abogados (La Plata 1959), propuso la sanción de un Código
único de derecho privado, pero previamente un código de contratos y obligaciones.” “El tercer
congreso de Derecho Civil (Córdoba 1961), propició la unificación del régimen de las
obligaciones civiles y comerciales.”
LA LEY
“La primera entre todas es la Ley. Esta representada por el Código de Comercio y por las Leyes
que lo han completado sin incorporársele. El código Civil, se aplica en todos los casos en los
cuales las leyes particulares del comercio no lo han derogado. El Código Civil es Ley
subsidiaria. (art. 207). El Articulo 1° resuelve el problema de prelación de las leyes
anteponiendo el Código Civil a los usos y costumbres en los casos no regidos especialmente por
el Código de Comercio. El Articulo 16, del C. Civil, remite a su vez a las leyes análogas y en el
ultimo termino, a los principios generales del Derecho. Es decir que primeramente se recurre al
espíritu de la Ley Comercial, luego a las Leyes comerciales análogas y finalmente en los
principios generales del derecho Comercial. Esta solución legal es criticable porque no favorece
el valioso aporte de los usos y costumbres a nuestro derecho. A las fuentes mencionadas;
algunos autores aumentan su numero agregando la jurisprudencia, la doctrina de los autores, los
principios generales del derecho, las leyes extranjeras, la equidad, la analogía y la naturaleza de
los hechos. Halperin; contrariamente, sostiene que cuando la Ley remite a los usos y
costumbres, estos integran la Ley comercial, por lo que deben aplicarse en primer termino, esto
es ante de la Ley Civil, siempre que no se trate de normas atinente al orden publico o a las
buenas costumbres. (VER ART. 17 CODIGO CIVIL).
JURISPRUDENCIA:
Fontanarosa; sostienen que la Jurisprudencia no seria otra cosa que un derecho consuetudinario
judicial. Concepción que se apoya en las fuentes romanas. Modernamente el problema se
plantea en otros términos: “Si el Juez en la sentencia, se limita a interpretar y aplicar normas
jurídicas existentes o si, por el contrario, frente a las lagunas del derecho, ejerce una actividad
jurídica creadora, integrando el ordenamiento jurídico por medio de normas concretas o
particulares.”
LA ANALOGIA:
A ella se remite el articulo 16 del Código Civil – cuando habla de ....”se atenderá a los
principios de leyes análogas.....” Mas que como fuente de derecho es un procedimiento Lógico -
legal para facilitar la solución al interprete en caso de ausencia de disposición expresa frente al
caso concreto que se debe encarar o juzgar. Mas que de analogía de las Leyes hay que precisar
que la analogía jurídica establece la justicia de un trato igual para dos casos esencialmente
semejantes. El razonamiento va de lo particular a lo particular semejante.
LA EQUIDAD
Es fuente del derecho objetivo solo en casos excepcionales. En aquellos casos en que no
existiendo normas preestablecidos se encomienda al Juez que se confíe a la equidad, para
encontrar el principio a aplicar; y en ese sentido, en la equidad debe contemplarse un quid de
origen ético.
LA NATURALEZA DE LAS COSAS (HECHOS)
La regla II del Titulo Preliminar dispone: “En las materias en que las convenciones particulares
pueden derogar la Ley, la naturaleza de los actos autoriza al Juez a indagar si es de la esencia
del acto referirse a la costumbre. Si bien la naturaleza de las cosas o de los hechos es elemento
esencial para la interpretación de las leyes no es precisamente fuente de derecho.
DOCTRINA
La jurisdicción comercial está estrechamente vinculada con las normas del derecho procesal.
Normas procesales que se encuentran en la constitución, en el código de comercios y sus leyes
complementarias y en los códigos de derecho procesal. En la historia de esta institución procesal
encontramos la circunstancias que llevaron a su creación y perduración en particular, la
existencia de numerosos procesos especiales y la obligatoriedad del proceso arbitral en ciertos
casos. Esto es específico al derecho comercial y de su vigencia en toda época de un derecho de
clase (la de los comerciantes), es decir , de un derecho profesional. La influencia de las
instituciones vigentes a la época de las corporaciones ( típicas del medioevo) mantuvieron su
influencia y presencia hasta el dia de hoy. Es que las razones históricas cuando se apoyan en las
necesidades reales superan cualesquiera esfuerzos dogmático y teórico. Ya el art. 5° del código
de comercio nos enfrenta con el problema “Todos los que tienen calidad de comerciante según
la ley, están sujetos a la jurisdicción, reglamentos y legislación comercial”. Los actos de los
comerciantes se presumen siempre actos de comercios, salvo prueba en contrario. El código fija
un doble sometimiento a la legislación y jurisdicción comerciales: a) por el solo hecho de
realizar un acto de comercio (artículos 6 y 7). b) el sometimiento a esa legislación y jurisdicción
por la calidad que reviste el sujeto de los actos de comercio.
ARBITRAJE
BOLILLA III
LA MATERIA MERCANTIL COMERCIAL
Esta constituida por todo supuesto o hecho que la Ley declare mercantil. El supuesto
comprende desde los sujetos, objetos, relaciones y negocios sometidos a la disciplina del
Derecho Comercial.
ELEMENTOS - SUJETOS:
Los sujetos de las relaciones mercantiles pueden ser los comerciantes y los no comerciantes que
ocasionalmente realizan Actos de Comercio. En realidad, el moderno Derecho Mercantil se
asienta en grandes instituciones – “Las Sociedades mercantiles – Los Contratos; Los Concursos,
Los seguros, son solo algunos ejemplos. El Derecho Mercantil nunca deja de tener un Centro
común subjetivo. “La actividad del Comerciante”.
OBJETO:
Son todas aquellas prestaciones convenidas en los negocios y operaciones comerciales a los que
se denomina Actos de Comercio. “El nuevo Derecho Comercial es el de las Instituciones,
unidas al sujeto que vuelve a ser el Centro de nuestro Derecho y a ese sujeto que realiza Actos
de Comercio en forma reiterada le confiere a quien lo realiza la calidad de comerciante. Art.
1ro. C. Comercio.-
ACTOS DE COMERCIO:
El acto de comercio será aquel que la Ley expresamente indique, y además, todos aquellos que
coincidentemente la jurisprudencia consagre y sostenga como tales. En resumen los actos de
comercio constituyen un conjunto de actos jurídicos, simples o complejos que por alguna razón
histórica el legislador ha incorporado a la enumeración de los principales códigos de comercio.
IMPORTANCIA:
Su importancia resulta pues evidente en este Derecho cuyo dinamismo, no abarca solamente a
los Actos de comercio; su fundamento pasa ahora por grandes temas que sin adquirir
autonomía se revelan con gran vigor, como ser las sociedades, lo seguros, los concursos los
contratos bancarios o las modalidades del Derecho Comercial de integración. Etc. Que por
supuesto son los ejes Centrales de la materia, así pues, en el nuevo derecho comercial los actos
de comercio ocupan un lugar realmente importante; por no decir fundamentalmente en todo el
orden mercantil.
CLASIFICACION: “1).- Actos Objetivos propiamente dicho y que la Ley mercantil Expone
en los Inc. 1 y 2 del Art. 8 (Corretaje – Remate – La operación de Banco, etc).
CARÁCTER DE LA ENUMERACION:
Si bien es enunciativo, solo los Jueces o una Ley ampliatoria pueden admitir nuevos actos de
comercio. Las personas o sujetos de Derecho no pueden crear convencionalmente actos de
comercio o desestimar por esa u otra vía la caracterización legal.
Aquí se dan dos (2) Actos Jurídicos; el primero se refiere a “La adquisición del Producto” y
el segundo a la reventa, es decir la salida del producto Los caracteres de la onerosidad, cosa
mueble, animo de Lucro se debe dar plenamente en la adquisición. Para el Inc. 2do. Ya no es
necesario la onerosidad porque el comerciante puede revender las cosa a un menor valor
(ejemplo – Las ventas que se hace para publicidad y ganar mercado).
CONDICIONES DE LA ADQUISICION:
No se trata de compra sino de adquisición, esa palabra emplea la Ley y es obviamente más
amplia porque abarca los modos de adquirir jurídicamente un bien y no solamente por
compraventa. “Así se halla comprendida la Locación de muebles. Para la transmisión se hace
extensiva al Articulo 2do. Debe entenderse en sentido amplio incluyéndose la transmisión de
uso.
De conformidad con el Inc. 1° , en nuestro Derecho Mercantil se descarta los Inmuebles. Pero
la diaria vida mercantil la operación sobre inmuebles es habitual, algunos hacen de ello su
profesión.
El cambio puede asumir dos formas jurídicas, una llamada cambio manual en donde lo que
entrega cada parte es una moneda de distinto país. Puede o no ser mercado libre. En este tipo de
operación (Cambio normal), todo se subsume en la idea de permuta. “El otro tipo se refiere al
cambio trayecticio “Es el Contrato que se hace sobre moneda para obtenerla o girarla a otra
plaza, en esta se pagara en igual o diferente moneda.
BANCO:
CORRETAJE:
Es la mediación entre la Oferta y la demanda acercando a las partes para que concluyan un
Contrato. Toda operación de corretaje es mercantil, aunque el contrato concluido entre partes
sea de otra naturaleza (Ejemplo – Locación de Inmueble).-
REMATE:
El remate es una verdadera intermediacion entre la oferta y la demanda. El acto es único en cada
bien subastado, configurándose así una sucesión de Compraventa.
En este Inciso se introduce la histórica comercialidad del uso de las Letras de Cambio, Cheques
y demás papeles endosables o al portador. Son actos de comercio por su Forma, ya que el
negocio básico que instrumentan podrá ser civil, comercial, laboral o de cualquier otra
naturaleza. Las “Letras de Plaza”, son las que se giran en una plaza para ser aceptadas y pagadas
en ella, esta forma diversa no es necesarias para nuestra Ley mercantil, que admite sin
diferencia las Letras de Plaza y las de Plaza a Plaza. El Cheque, como instrumento de pago, es
comercial por su forma. También es indiferente que pueda subyacer en su emisión otra
operación no mercantil, a la cual, como la Letra de Cambio, no modifica, pero son la Emisión y
Circulación del Cheque y de la Letra las que serán reguladas por la Ley mercantil y darán
cabida a su juzgamiento ante la Justicia comercial. Los Pagare, deben recibir el mismo
tratamiento impuesto por la Ley comercial “Ya que la Ley se refiere a Cualquier otro genero
de Papel endosable o al portador”. Pero no solamente los Pagares, porque el concepto se
extiende mas allá al incluir en general los títulos, valores o títulos circulatorios (Ejemplos; las
acciones de las sociedad por acciones).-
COMISIONES:
Es el mandato sin representación (el comisionista contrata con los terceros a su propio
nombre pero por cuenta del comitente.
MANDATOS:
Este mandato es comercial cuando tienen por objeto principal actos de comercio. La Ley se
refiere al mandato con representación.
DEPOSITOS:
Para que sea mercantil se requiere que se haga con un comerciante o por cuenta de un
comerciante, pero cuando se realiza como actividad organizada (Empresa) estas restricciones
desaparecen, rigiéndose por el Derecho mercantil.
EMPRESA DE TRANSPORTE:
De personal o de mercaderías por tierra, es comercial cuando se realiza por una Empresa. No
es necesario que sea duradera, puede ser ocasional. “En cuanto al comercio marítimo se
incluye el transporte gratuito, la navegación por placer, etc. Correspondiendo análoga
conclusión al transporte Aeronáutico no previsto en la norma, pero que se extiende a las reglas
del transporte marítimo.
Se requiere que el asegurador sea una Empresa que tenga por objeto exclusivo la celebración de
contratos de seguros que solo puede tener forma de Sociedad Anónima, cooperativa o mutual o
ser una Empresa Estatal. El contrato de seguro es siempre acto de comercio aun cuando verse
sobre un inmueble, o sobre la vida o integridad física de una persona. Incluso es comercial el
seguro de mutuo. Las sociedades Anónimas – El Inc. 6to. y la regulación del Código de
Comercio derogado por la Ley de Sociedades admitía que La sociedad anónima era mercantil
en su forma. El criterio jurídico seguido por la ley de sociedades 19550/72, fue novedoso; esta
ley considera la comerciabilidad de todas las sociedades que tipifica en su texto.
OTRAS SOCIEDADES.
Antes de la vigencia de la Ley 19550, no era común aceptarlas como actos de comercio y en
ocasiones, ni siquiera como sociedades Comerciales. Actualmente dicha Ley establece la
posibilidad de crear las siguientes sociedades. 1).- Colectivas – 2).- Comanditas simples – 3).-
De Capital e Industria 4).- S.R.L. 5).- Anónimas 6).- Anónimas con participación Estatal
mayoritaria 7).- Encomandita por acciones 8 ).- Accidentales o en participación.
ARTICULO 8 – Inc: 8 Y 9:
Inc. 9 – Este tema según ECHEVERRY, ha salido del derecho mercantil para integrar el
Derecho laboral. ANAYA, señala, en cambio que la norma aun tiene aplicación practica, ya que
dispone la aplicación supletoria de la legislación mercantil.
Las cartas de crédito son operaciones principales, no escritas; se define a la carta de crédito
como la Orden que da una persona a otra para efectuar al portador, que debe ser expresamente
designado, el pago de sumas de dinero hasta un máximo fijado en ella.
FIANZA:
PRENDA:
La Prenda es mercantil o civil, bien sea con desplazamiento o sin desplazamiento. También se le
otorga su calidad de mercantil por ser endosable.
Aun cuando sea una garantía real regulada por Ley civil quedara sometido a la Ley Mercantil
cuando garantice un Acto o negocio mercantil.
BOLILLA IV -
Las relaciones jurídicas mercantiles como toda relación jurídica se constituye con dos sujetos o
más. El sujeto activo es el investido del derecho subjetivo, el sujeto pasivo es aquel sobre el que
pesa el deber o la obligación. Con relación al Derecho Comercial, es necesario saber quien o
quienes pueden ser sujetos de las relaciones jurídicas mercantiles; lo veremos desde dos puntos
de vista:
Nuestro Código de Comercio, que sigue los lineamientos filosóficos sociales del Código
Francés; en su art.1°. Dispone que la Ley declara comerciantes a todos los individuos que
teniendo capacidad legal para contratar, ejercen de cuenta propia actos de comercio haciendo de
ello su profesión habitual. “En este caso el vocablo INDIVIDUOS debe entenderselos como
sinónimos de PERSONAS, por ende las personas jurídicas también pueden ser comerciantes
(Ley 19550 – se la denomina de Sociedades Comerciales)” Del texto del ART. 1ro. Resultan
tres condiciones:
c).- Es necesario que dicho ejercicio sea a nombre propio, o por cuenta ajena (generalmente
comisionista).
a).- Solo los comerciantes pueden realizar actos de comercio por accesoriedad.
e).- Los Comerciantes están sometidos a exigencias particulares respecto a la Ley 19551, de
Concursos y Quiebras.
Noción de Profesión Habitual: “La Jurisprudencia ha resuelto que debe entenderse por
profesión “HABITUAL” la actividad regular, con el propósito de obtener beneficios, y, que es
preciso que los actos estén suficientemente ligados, frecuentes y repetidos.-
Artesano: “Hay una categoría de pequeñas empresas que escapan a las reglas del Derecho
Comercial. Según RIPERT: se trata del trabajador Autónomo que ejerce o ejecuta un trabajo
manual; vende solamente los productos de su trabajo y emplea en algunos casos, un personal
limitado. El Código de Comercio no lo legisla expresamente. La Jurisprudencia ha resuelto que
no es comerciante.-
Clasificación de los Comerciantes: Art. 2do. Del Código de Comercio. “La doctrina sostiene
mayoritariamente la inutilidad de la norma”.
Art. 3ro. Del C. de Comercio, distingue los comerciantes mayoristas de los minoristas. Otro
criterio de clasificación, permite distinguir.
a).- El comerciante de hecho: “Que adquiere su calidad de tal por la sola realización habitual y
profesional de actos de comercio, este o no matriculado.
b).- El comerciante por la forma de su actividad; por ejemplo las sociedades comerciales; ley
19550.-
b).- Al Derecho Publico en todo lo que atañe a sus relaciones con la Administración o al
Servicio Publico que se hallare a su cargo.-
MENORES AUTORIZADOS: Con relación a este punto las normas genéricas de los a los
Artículos 10 y 11; especifican: El primero, señala que: Toda persona mayor de 18 años puede
ejercer el comercio con tal que acredite estar emancipado o autorizado legalmente. Él articulo
11 dice. “Es legitima la emancipación cuando conteniendo autorización expresa del Padre y de
la Madre; siendo inscripta y hecha publica en el tribunal respectivo. Llenado estos requisitos,
el menor será reputado mayor para todos los actos y obligaciones comerciales. Nuestro Cogido
Civil no admite otra emancipación que la producida por el Matrimonio.- (articulo 31 del C.C.).
Si se hubieren casado sin autorización no tendrán hasta las 21 años la Administración y
Disposición de los bienes recibidos o que recibiesen a títulos gratuito, continuando respecto de
ellos, el régimen legal, vigente de los menores, salvo ulterior habilitación.
SITUACION DEL MENOR CON TITULO PROFESIONAL: Él articulo 128 del Código
Civil, soluciona el caso del menor que obtienen Titulo Profesional habilitante, se le reconoce
capacidad plena para el ejercicio de la profesión respecto de la cual haya obtenido el Titulo.
MUJER CASADA MAYOR EDAD: “La Ley 17.711, fija la mayoría de edad a los 21 años.
Dicha ley ha eliminado todo rastro de incapacidad de la mujer casada en la nueva redacción del
articulo 1ro. De la Ley 11.357 (derechos civiles de la mujer) “la mujer mayor de edad,
cualquiera sea su estado, tienen plena capacidad civil. La Ley 17.711, ha consumado la
evolución insinuada por la Ley 11.357 y ha sustituido el régimen de comunidad con
Administración marital, por su sistema de comunidad con Administración dividida o separada.-
Ahora él articulo 1276, dispone que cada conyugue administra lo suyo.-
MUJER CASADA MENOR DE EDAD: “Se encuentra en situación similar a la del hombre
emancipado por casamiento. Tiene libre disponibilidad del producto de su comercio, aunque se
trate de bienes gananciales pues están comprendidos entre los de su administración reservada.-
Las prohibiciones se dictan contra personas capaces y corresponde señalar que: a).- No
afecta la capacidad para ejercer el comercio y tener la calidad de comerciante.
En nuestro régimen del Registro Mercantil, todas las inscripciones son; en principio meramente
declarativas, es decir, constituye una comunicación al publico de un hecho. También hay
inscripciones que tienen efectos constitutivos, o sea que posee una eficacia creadora de derechos
(inscripción de sociedades regulares).-
LUGAR: “La inscripción en la matricula es llevada por Juzgado de Comercio de cada localidad
(art. 25). Donde no hubiere Juzgado de Comercio la Matricula será llevada por el Juzgado de
Paz del lugar.
REQUISITOS: Él articulo 27 del Código de Comercio; dice: “La matricula del comerciante
debe hacerse en el Registro de Comercio, presentando el suplicante petición que contenga.
1).- Su nombre, estado, nacionalidad; siendo sociedad, los nombres de los Socios, la firma
social adoptada.
3).- El lugar del gerente, factor o empleado que ponga a la cabeza del establecimiento.-
MODIFICACIONES: Esta exigencia, surge del articulo 31 del C. De Comercio que dispone:
“Que toda alteración que los comerciantes hicieran en las circunstancias especificadas en el
articulo 27, será de nuevo llevado al conocimiento del tribunal.
EFECTOS y VENTAJAS: Del articulo 32, del C. De Comercio sé conceptúan los efectos más
directos y específicos de la matricula: la presunción de comerciante de la persona inscripta. “El
que se inscribe en la matricula se supone que reviste la calidad de comerciante para todos los
efectos legales desde el día de la inscripción. Se trata de una presunción IURIS TANTUM.
Inc. 1ro).- La fe que merecen sus libros con arreglo al articulo 63, Inc,. y;
a).- Moratoria Mercantil; para que la inscripción surta los efectos legales debe ser hecha al
empezar el giro comercial o cuando no tuviese necesidad el comerciante de invocar los
privilegios mencionados.-
2).- Sirve para interpretar hechos, que a su vez sirven para la toma de decisiones.-
a).- Organizar una comunidad laboral, por medio del llamado Contrato de Trabajo.
d).- Publicidad; el empresario tiene derecho a publicitar sus actividades, sus productos, su
organización; etc.-
e).- Imagen; el derecho a la imagen comercial, tienen relación con la propaganda; no es una
relación vinculada a la personalidad comercial del empresario.
METODOS: “El Código de Comercio, es liberal (Para los comercios en general). Puede ser
adoptado cualquier método contable, siempre que corresponda a una adecuada integración de
un sistema de contabilidad y según se lo exija la importancia y naturaleza de su actividad.
Resulten con claridad los autos de su gestión y su situación patrimonial.
SISTEMAS:
RENDICION DE CUENTAS:
BOLILLA V
REQUISITOS: “Las mismas condiciones que para ser comerciante, y podemos agregar.-
1).- Poseer titulo Universitario.-
5).- Deben probar el ejercicio del comercio por si, o haber sido socio . gerente o
3).- Examen de idoneidad para rendir en cualquier Tribunal de alzada con competencia
en lo comercial.
BARRAQUEROS:
OBLIGACIONES Y RESPONSABILIDADES:
1).- Deben llevar un libro con las formalidades exigidas por la Ley.-
6).- A requerimiento del vendedor o del comprador de los productos deberá pesarlos
medirlos o recontarlos.-
VIAJANTES DE COMERCIO:
FUNCIONES:
Son subordinados externos, cuya misión puede
cumplirse de diversas maneras. La Ley 14.546, “Régimen del Viajante del Comercio y la
Industria”, reglamenta la actividad del viajante del comercio.
Articulo 1ro. De la Ley 19550, - DICE - Habrá sociedad Comercial cuando dos o mas personas
en forma organizada, conforme a uno de los tipos previstos en la Ley, se obliguen a realizar
aportes para aplicarlos a la producción o intercambio de bienes o servicios participando de los
beneficios y soportando las perdidas.
ANALISIS:
4).- El obligarse a realizar aportes; hace a la condición de tal y a la esencia del Con--
trato Asociativo.-
5).- Los métodos de financiación de la Sociedad; en aras del cumplimiento del objeto
SOCIEDADES REGULARES:
a).- Contrato Social; en el cual debe figurar sus modificaciones otorgando a las partes la
BOLILLA VI
TEORIA UNITARIA: “La Empresa es una unidad integral que sustituye a la diversidad o
individualidad de los elementos que la integran.-
a).- El Factor Capital - b).- El Factor Trabajo - c).- Elementos Materiales e inmateriales