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Juicio Por Jurados Inconstitucionalidad

Este documento presenta la resolución de una Cámara de Casación de la provincia de Entre Ríos sobre la admisibilidad de un recurso de casación contra un veredicto de no culpabilidad emitido por un jurado popular. La Cámara analiza si es constitucional la prohibición de recurrir veredictos de no culpabilidad según la ley provincial y concluye que dicha prohibición es constitucional ya que las garantías como el doble conforme están dirigidas a proteger al acusado y no al Ministerio Público Fiscal.
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Juicio Por Jurados Inconstitucionalidad

Este documento presenta la resolución de una Cámara de Casación de la provincia de Entre Ríos sobre la admisibilidad de un recurso de casación contra un veredicto de no culpabilidad emitido por un jurado popular. La Cámara analiza si es constitucional la prohibición de recurrir veredictos de no culpabilidad según la ley provincial y concluye que dicha prohibición es constitucional ya que las garantías como el doble conforme están dirigidas a proteger al acusado y no al Ministerio Público Fiscal.
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"C., C. J.

- Homicidio agravado por el vínculo- S/ RECURSO DE


CASACION" -Expte. N° 900/22-

Resolución Nº49

En la Ciudad de Concordia, Provincia de Entre Ríos, a los 30 días


del mes de marzo del año dos mil veintitrés, quienes integran la Sala II
de la Cámara de Casación de la Provincia, Dras. María del Luján
GIORGIO y María Evangelina BRUZZO y Dr. Darío Gustavo PERROUD,
luego de deliberar dictan resolución en los autos "C., C. J. - Homicidio
agravado por el vínculo- S/ RECURSO DE CASACION". Expte. N°
900/22.
Habiendo sido oportunamente realizado el sorteo de ley, resultó
que el orden de votación era el siguiente: PERROUD - BRUZZO -
GIORGIO.
Durante la deliberación se plantearon las siguientes cuestiones:
¿Qué corresponde resolver respecto de la admisibilidad del
recurso de casación articulado por el Ministerio Público Fiscal
y la señora D. L. H. en calidad de víctima? y ¿Cómo deben
imponerse las costas?
El Sr. Vocal, Dr. DARÍO G. PERROUD dijo:
En fecha 12 de agosto de 2022 el Jurado emitió veredicto de no
culpable de los hechos que se atribuyeran a C. J. C..
Contra la mencionada resolución presentaron Recurso de
Casación los representantes del Ministerio Público Fiscal, Dres.
Fernando LOMBARDI –Fiscal Coordinador- y Guillermo URIBURU –Agente
Fiscal- y D. L. H. en calidad de víctima, motivando que el Juez Técnico
resolviera remitir los antecedentes a esta sala.
Refirieron que el veredicto emitido por el Jurado fue arbitrario y
se apartó manifiestamente de la prueba producida, interesando que se
declare la inconstitucionalidad del artículo 89 de la Ley N° 10746 a los
fines que se pueda proceder al control amplio recursivo.
Liminarmente sostuvieron que la prohibición de recurrir el
veredicto afecta el debido proceso en los términos del art. 18 CN y es
contraria al doble conforme y tutela judicial efectiva emergente de
normativa nacional, internacional y Constitución Provincial art. 64 y 65.
Expresaron que el constituyente provincial estableció la doble
instancia como base del sistema procesal –art. 64- asegurando la
tutela efectiva –art. 65- sin distinción de partes, no restringiendo el
recurso al imputado, sino que la norma provincial recoge el principio de
bilateralidad recursiva.
Sostuvieron la inconstitucionalidad del art. 89 por contrariar la CN,
la Constitución de la Provincia, normas de Derecho Internacional y
doctrina de la CIDH. Asimismo que colisiona con las disposiciones de la
ley 24632 que incorpora la Convención de BELÉN DO PARÁ como
también con las REGLAS DE BRASILIA.
A su vez destacaron la postura de la Procuración, con cita de
dictámenes e instrucción general 2/2020, enfatizando la necesidad de
adopción de perspectiva de género en el juzgamiento y de contar con
un estándar de debida diligencia reforzada en este tipo de casos.
Refirieron a la oportunidad del planteo y pasaron luego a expresar
concretamente los agravios que determinaron la interposición del
recurso, considerando que el veredicto ha sido arbitrario y apartado de
la prueba producida.
En esa senda expresaron que una prudente valoración de la
prueba con perspectiva de género conducen a la acreditación de los
hechos y la autoría del imputado, dando luego referencia y
circunstancias de cada uno de los hechos, como de la prueba que se
produjo en el plenario, para concluir afirmando que una merituación
racional, lógica y con la perspectiva aludida debieron conducir a la
condena, no a la absolución, trayendo a colación precedentes de las
dos Salas de esta Cámara de Casación. Referenciaron las instrucciones
que se dieron al Jurado como las diversas opciones de veredicto
alegando la falta de logicidad entre la prueba producida, lo alegado por
las partes y la resolución del Jurado.
Efectuada la reseña que antecede, para establecer la
admisibilidad del recurso presentado deberá analizarse previamente la
procedencia o no del planteo de inconstitucionalidad del art. 89 de la
ley 10746, en tanto veda recurrir el veredicto de no culpable.
A modo de introducción y conforme expresara en autos MORAN y
GALARZA, entre otros, es necesario recordar que "... la CSJN ha
sostenido reiteradamente que la declaración de inconstitucionalidad
de una norma legal constituye la más delicada de las funciones
susceptibles de encomendarse a un Tribunal de justicia, configurando
un acto de suma gravedad institucional que debe ser considerado
como última ratio del orden jurídico. Va de suyo que esta primer
aproximación lleva implícito el reconocimiento de la potestad judicial
de decidir acerca de la constitucionalidad de la ley o no. La función del
Juez es aplicar el derecho y siendo que la Constitución es Ley
Suprema, de ello se sigue que los jueces aplican la Constitución, y así
entonces, de advertir que una ley contradice la carta Magna debe ser
declarada inconstitucional. Cobra vigencia el lema que indica que
cuando una ley contradice la Constitución, el Juez debe aplicar la
Constitución y dejar de lado la ley. En definitiva esto significa que el
control de constitucionalidad es parte de la misión institucional del
Poder Judicial de resolver el caso aplicando las normas jurídicas. (Este
razonamiento que se atribuye al Juez Marshall, es en parte lógico pero
a la vez fundado en valoraciones políticas que tienen que ver con el
diseño constitucional que tenga la función institucional cumplida por
los jueces). De cualquier manera, lo que debe quedar claro es que la
facultad de control constitucional no implica una potestad de
imposición sobre la voluntad del legislador. En nuestro país es el
legislador el que a partir de diferentes valoraciones elabora las leyes
que obtienen sanción, es quien define qué conductas han de ser
sancionadas y la medida de la pena. Para que algo de esto colisione
con la Constitución ha de ser de modo tal que su irrazonabilidad sea
palpable, se constituya en absurdo y violente los principios básicos
que aquella sustenta. No se trata de hacer un test correctivo de
técnica legislativa, ni tampoco de derogar -vía pretoriana- las leyes
que nos disgusten, sea por aquello que las fundamente u otro
motivo ... la tarea no consiste en afirmar el acierto o el desacierto,
sino en verificar si aquellas se han dictado conforme a Constitución o
no, porque en este último caso, correspondería declarar su
inaplicabilidad al caso concreto, su inconstitucionalidad".-
Asimismo, ya en casos anteriores hemos diferenciado la situación
del Ministerio Público Fiscal y el imputado en relación con los recursos,
correspondiendo ahora profundizar sobre el punto, puesto que se pone
en crisis una norma de la ley de Juicio por Jurados que le veda al
representante del Estado cuestionar el veredicto emitido por el tribunal
popular.
En esa senda debo señalar que en principio la garantía del doble
conforme –con base convencional y que fuera incorporada al bloque
constitucional conforme art. 75 inc.22- no tiene como destinatario sino
al imputado, lo que no importa negar la posibilidad de que la normativa
interna conceda facultades recursivas al Fiscal, pero no derivadas de
aquella garantía, que está en función del inculpado, no del órgano
estatal persecutorio.
La CSJN ha dicho in re ARCE que "Las garantías emanadas de los
tratados sobre derechos humanos deben entenderse en función de la
protección de los derechos esenciales del ser humano y no para
beneficio de los Estados contratantes… La garantía de la doble
instancia en materia penal, ha sido consagrada sólo en beneficio del
inculpado…. El Ministerio Público no se encuentra amparado por la
garantía de la doble instancia en materia penal prevista en el art. 8°,
párr. 2°, inc. h) de la Convención Americana sobre Derechos Humanos,
en tanto es un órgano del Estado y no el sujeto destinatario del
beneficio…. " (CSJN 320:2145 – ARCE JORGE DANIEL)
A su vez, en idéntica senda que "El alcance del art. 8°, párrafo 2,
inc. h, de la Convención Americana sobre Derechos Humanos
vinculado a la garantía del derecho a recurrir fue consagrado sólo en
beneficio del inculpado y en tanto el Ministerio Público es un órgano
del Estado y no el sujeto destinatario del beneficio, no se encuentra
amparado por la norma con rango constitucional, sin que ello obste a
que el legislador, si lo considera necesario, le conceda igual derecho" y
"Si la reforma constitucional de 1994 consagra expresamente el
derecho del inculpado de "recurrir del fallo ante el juez o tribunal
superior" (art. 8°, párrafo 2, inc. h) de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos) es voluntad del constituyente rodear a este sujeto
de mayores garantías sin que sea posible concluir que esta diferencia
vulnere la Carta Magna, ya que es una norma con jerarquía
constitucional la que dispone tal tratamiento". (Fallos 322:2488
GORRIARAN MERLO ENRIQUE HAROLDO y OTRA)
Es así que el Estado no puede invocar la aludida garantía en favor
suyo, puesto que están instauradas como límites a su poder y si bien
nada obsta que el legislador le conceda igual derecho de recurrir al
Fiscal que al imputado, tampoco va en desmedro de la Constitución
que por vía de regulación legal autolimite su intervención coactiva,
como en el caso de la irrecurribilidad del veredicto normada por la ley
de Juicio por Jurados.
El legislador entrerriano ha diseñado un sistema de intervención
ciudadana en los asuntos judiciales y lo hizo teniendo en cuenta notas
esenciales del jurado clásico, alguna de las cuales ya hemos tenido
oportunidad de señalar anteriormente como de indudable acierto -
entre otras la unanimidad- correspondiento destacar ahora la que tiene
que ver con la irrecurribilidad del veredicto.
Y esto no ha sido al azar ni por capricho sino por la propia
naturaleza de este tipo de enjuiciamiento, que por sus características
garantiza una decisión jurisdiccional de alta calidad, fruto del arribo a
un acuerdo unánime de ciudadanos y ciudadanas, seleccionados
conforme una muestra suficientemente representativa del pueblo, con
igualdad de género, todo lo cual hace incuestionable su legitimidad y
de allí la imposibilidad de revisión por parte del Estado. Ello sin
perjuicio de conciliar el hecho de juzgar y ser juzgado por pares con la
garantía de recurrir el fallo condenatorio con miras a la satisfacción del
doble conforme del imputado.
En este mismo sentido se ha sostenido que "El jurado,
políticamente, no es otra cosa que la exigencia –a efectos de tornar
posible la coerción estatal (la pena)– de lograr la aquiescencia de un
número de ciudadanos mínimo, que simboliza, de la mejor manera
posible en nuestra sociedad de masas, política y no estadísticamente,
la opinión popular (cfr. MAIER, DPP cit., t. I, 2004, p. 787); motivo por el
cual, la absolución del jurado impide la utilización de la herramienta
recursiva, cualquiera que sea la valoración del veredicto: justo o
injusto frente a la ley (cfr. MAIER, DPP cit., t. I, p. 634). En otros
términos: el jurado es expresión de la soberanía del pueblo, cuya
voluntad no puede ser cercenada por alguno de los poderes del
Estado; luego, sería lo mismo que exista algún mecanismo legislativo
que busque torcer el resultado de una elección de autoridades, lo cual
es inadmisible" (Fallo LOPEZ MAURO, Sala Sexta del Tribunal de
Casación de BS.AS).
Vale decir, el Ministerio Público no titulariza la garantía recursiva,
y la ley entrerriana ha determinado que el veredicto sea irrecurrible -
salvo las excepciones que la propia ley estipula- vedándole de tal modo
el derecho de recurrir puesto que no le ha sido otorgado, no
advirtiendo que dicha limitación colisione con normas de rango
superior como las aludidas.
El art. 64 de la Constitucion de la Provincia, al que acude el
recurrente pretendiendo basar allí su legitimación recursiva, establece
que "La Legislatura asegurará la doble instancia en el proceso
penal...", de lo cual no puede deducirse la bilateralidad recursiva que
pretende la Fiscalía sino que como expresa SALDUNA "La norma
constitucional entrerriana impone a la Legislatura el deber no sólo de
asegurar los principios de contradicción, oralidad y publicidad en el
sistema acusatorio -los cuales estaban vigentes en el sistema anterior-
sino también la posibilidad del condenado por un delito a recurrir en
apelación ante un Tribunal Superior" (Bernardo SALDUNA, Constitución
de Entre Ríos Comentada y Anotada, Dictum ediciones, pág. 281 - el
subrayado me pertenece). Claramente la alusión a la doble instancia
está en función del derecho del condenado al doble conforme, a la
garantía de revisión integral del fallo condenatorio y no a la
bilateralidad.
La ley de Juicio por Jurados de la provincia estableció el carácter
irrecurrible del veredicto, tomando en cuenta que emana del pueblo
soberano, lo que aporta legitimidad como antes dijéramos. Andrés
HARFUCH sostiene que "el veredicto del jurado es una decisión judicial
y política emanada directamente del soberano. Por provenir de manera
directa de una representación del Pueblo –único titular del poder
político en una democracia-, el veredicto del jurado goza de un estatus
muy particular, reconocido constitucionalmente. Esta es una de las
razones por la cual, en prácticamente todas las latitudes, el veredicto
del jurado es irrecurrible" agregando que "... cuando un Jurado dice "no
culpable", tal pronunciamiento reviste autoridad de cosa juzgada
material y ya no será pasible para el Estado o para un acusador
particular someter al imputado a otra persecución penal por el mismo
hecho. Se trata de un momento culminante para la vida y la seguridad
del individuo frente al poder penal del Estado. Cuando el jurado dice
"no culpable", la persona es definitivamente libre" (Harfuch Andrés, "El
juicio por jurados en la Provincia de Buenos Aires", Ad-Hoc, páginas
295/296).
Ante los pocos planteos de este tenor efectuados en otras
jurisdicciones, la respuesta ha sido por la constitucionalidad de las
normas que regulan la cuestión del modo que lo hace la entrerriana. En
tal sentido es dable mencionar los fallos de la casación bonaerense,
"LOPEZ MAURO GABRIEL S/RECURSO DE QUEJA" -del 4/2/2016-
"ANTONACCI KEVIN GUSTAVO S/RECURSO DE QUEJA (ART.433)
INTERPUESTO POR EL AGENTE FISCAL" -del 11/5/2016-.
A su vez, tampoco corresponde invalidar la norma desde la
perspectiva en que se impida recurrir el veredicto a la víctima. Por un
lado, en el presente caso quien aparece como víctima de los hechos
bajo examen no se ha constituido como querellante particular, y en
aquella calidad tiene los derechos que le acuerda el art. 73 del CPPER
de los cuales no se desprende la facultad recursiva, tras lo cual
bastaría esta circunstancia para rechazar el planteo por inadmisible
conforme arts 482, 495 y cctes del CPPER.
Que la víctima titularice garantías del derecho internacional de los
derechos humanos y que se acepte su intervención plena en el proceso
-con la reserva mencionada de que en el caso no se constituyó en
querellante- de ello no se sigue que tenga un derecho constitucional a
plantear la revisión del veredicto.
Como señalé antes, soy de opinión que el "derecho al recurso"
que expresamente establecen la Convención Interamericana de
Derechos Humanos (art. 8.2. "h", CADH) y el Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos (art. 14.5, PIDCP) sólo le asiste al
inculpado.
Si bien el primero alude a inculpado pero luego a "toda persona"
la CIDH en MOHAMED ha sostenido que "92. Teniendo en cuenta que
las garantías judiciales buscan que quien esté incurso en un proceso
no sea sometido a decisiones arbitrarias, la Corte interpreta que el
derecho a recurrir del fallo no podría ser efectivo si no se garantiza
respecto de todo aquél que es condenado, ya que la condena es la
manifestación del ejercicio del poder punitivo del Estado. Resulta
contrario al propósito de ese derecho específico que no sea
garantizado frente a quien es condenado mediante una sentencia que
revoca una decisión absolutoria. Interpretar lo contrario, implicaría
dejar al condenado desprovisto de un recurso contra la condena. Se
trata de una garantía del individuo frente al Estado y no solamente una
guía que orienta el diseño de los sistemas de impugnación en los
ordenamientos jurídicos de los Estados Partes de la Convención" y en
el parágrafo 93 de la misma sentencia se dice: "Para confirmar la
interpretación de esta Corte de que se trata de un derecho que asiste
al condenado, resulta relevante acudir al lenguaje concreto del artículo
14.5 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos que, al
referirse al derecho a recurrir del fallo, expresamente establece que es
una garantía que tiene “[t]oda persona declarada culpable de un
delito” (énfasis agregado). En otra oportunidad la Corte ha
manifestado que dicha norma del Pacto es “muy similar” al artículo
8.2.h de la Convención Americana". (El subrayado me pertenece). En
mi opinión queda claro de esta forma que la CIDH interpreta que el
titular del derecho al recurso que prevé el 8.2 es el mismo que
establece el 14.5 del PIDCyP, vale decir, el condenado y no cualquier
persona.
El artículo 8.1 -derecho a ser oído- y el 25 -tutela efectiva- son
ajenos a la letra del 8.2 h -derecho a recurrir el fallo por el inculpado- y
de allí que fuera la propia CSJN que en autos JURI señalara la diferencia
en tanto destacara que la fuente convencional de la que emana el
derecho de la víctima son los arts. 8.1. y 25 (CADH) y no el específico
8.2., h. (Fallos: 329:5994 JURI, CARLOS ALBERTO - HOMICIDIO
CULPOSO)
Nótese por demás que la legislación entrerriana sobre esta
cuestión es idéntica a la del resto del país, vedando el recurso contra el
veredicto absolutorio, no obstante haber asignado a la víctima
numerosos derechos, entre los que corresponde destacar la facultad
misma de acusar, pero obturando luego a la acusación -sea pública o
privada- recurrir el veredicto popular que desvincule al acusado. En
suma, "no resulta una innovación impuesta por el legislador provincial,
sino que es una solución ampliamente aceptada en las distintas
legislaciones (cf. Harfuch, Andrés; "El juicio por jurados en la Provincia
de Buenos Aires", Ad-Hoc, p. 295/296)
Los acusadores tienen amplísimas facultades, tanto durante la IPP
cuanto en la etapa intermedia, al momento de la admisión de pruebas
y el voir dire, como también va de suyo y sin limitaciones, durante el
plenario, concluido el cual y una vez que se emite veredicto es a su
respecto IRRECURRIBLE, quedando sí en cabeza del imputado
cuestionarlo como corolario de la garantía exclusiva al doble conforme,
con el alcance ya consabido, y con base en la normativa convencional
aludida.
La víctima en particular -con más entidad en la medida que se
constituya como querellante- tiene garantías derivadas del bloque
constitucional, a la jurisdicción y a la tutela judicial efectiva, conforme
arts.8.1 y 25 de la CADH. El artículo 8.1 prescribe que "Toda persona
tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro de un
plazo razonable, por un juez o tribunal competente, independiente e
imparcial, establecido con anterioridad por la ley, en la sustanciación
de cualquier acusación penal formulada contra ella, o para la
determinación de sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral,
fiscal o de cualquier otro carácter", en tanto el 25 de la CADH,
establece que "Toda persona tiene derecho a un recurso sencillo y
rápido o a cualquier otro recurso efectivo ante los jueces o tribunales
competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos
fundamentales reconocidos por la Constitución, la ley o la presente
Convención, aun cuando tal violación sea cometida por personas que
actúen en ejercicio de sus funciones oficiales".
Ahora, acceso a justicia y la protección judicial, no es lo mismo
que derecho a recurso, y están bien diferenciados en las normas
convencionales citadas. Nótese que cada una es normada
independientemente, el derecho al recurso sólo a favor de la persona
inculpada de delito (conf. Art. 8 inc. 2 punto h. de la C.A.D.H.) y más
claramente aún a favor de "toda persona declarada culpable de un
delito" conf. art. 14.5 del PIDCyP) y en relación a las demás personas
art. 8.1 y 25.
El acceso a la jurisdicción, y a obtener una sentencia útil, no
importa el acceso a los recursos. No es lo mismo tener derecho a ser
oído que tener derecho a interponer recurso.
El art. 25, citado en el recurso, tampoco da base para sostener en
él, la garantía de recurrir una sentencia absolutoria dictada por un
jurado popular. El artículo se refiere a un recurso rápido y sencillo, y da
la pauta de estar apuntando a una vía como el amparo y así lo ha dicho
la CIDH, que ante una consulta de la Comisión, interpretando la
cláusula del artículo 25 sostuvo que "…el texto citado es una
disposición de carácter general que recoge la institución procesal del
amparo, entendido como el procedimiento judicial sencillo y breve que
tiene por objeto la tutela reconocidos por la Constitución y leyes de los
Estados Partes y por la Convención" (OPINIÓN CONSULTIVA OC-8/87
DEL 30 DE ENERO DE 1987)
Las diferentes herramientas que el Código otorga a la víctima son
una reglamentación razonable de estas garantías y satisfacen a la par
los compromisos asumidos por el Estado a través de BELÉM DO PARÁ,
de cuya letra no se desprende la alegada facultad recursiva.
En esta misma línea se ha expedido la Suprema Corte de la
Provincia de Buenos Aires y antes, el Tribunal de Casación Penal, Sala V
EXPTE Nº 78.302 en causa seguida a "BRAY, Juan Pablo y PAREDES,
Javier Maximiliano".
En suma, por los motivos expuestos, entiendo corresponde y así
propicio desestimar el pedido de inconstitucionalidad y declarar
inadmisible el embate casatorio formulado.
En relación a las costas corresponde sean declaradas de oficio,
artículos 584 y 586 CPPER.
Así voto.
A las mismas cuestiones propuestas, la Sra. Vocal Dra.
BRUZZO expresó:
Adhiero por análogas consideraciones a la solución propuesta en
relación a la inadmisibidad del recurso de casación planteado por los
Sres. Representantes del Ministerio Fiscal contra el veredicto
absolutorio emanado del Tribunal de Jurados -art. 89 de la Ley 10.746-
como a la ausencia de legitimación activa para recurrir de la víctima en
estos autos, conforme lo dispuesto en los arts. 482, 495 y cctes del
C.P.P.E.R.- En relación a las costas adhiero al voto que antecede.-
Así voto.
A las mismas cuestiones propuestas, la Sra. Vocal Dra.
GIORGIO expresó:
Por idénticas consideraciones habré de adherir al minucioso voto
de primer orden, además de lo cual me permito adicionar algunas
reflexiones a modo de complemento.-
Fuera de la premeditada omisión de previsión legislativa respecto
a las facultades del acusador público o del querellante para impugnar
un veredicto de no culpabilidad, más allá también de la inveterada
tradición juradista que en el derecho comparado proscribe la revisión
en tales supuestos, y sin considerar siquiera la declaración de
inconstitucionalidad como de ultima ratio, cabe ponderar la
jurisprudencia de nuestra CSJN y el valor de sus precedentes -stare
decisis- para situaciones de sustancial analogía, en que se ha
expresado sobre la cosa juzgada de una sentencia absolutoria.
En tal sentido se han manifestado renombrados juristas -Andrés
Harfuch, Matías Deane, Alejandro Cascio y Cristian Penna, en “La
garantía del ne bis in idem y la prohibición del recurso del acusador
público o privado contra la sentencia absolutoria. El precedente
“Alvarado/Sandoval” de la CSJN, cuando manifestaron que “la CSJN no
ha derogado expresamente el precedente “Alvarado/Sandoval”, debido
a que no guardó las reglas mínimas y elementales de respeto al
derecho de los precedentes que la autorizarían a revocar su propia
jurisprudencia horizontal. Por lo tanto, es irrelevante que haya tres
casos posteriores contradictorios al mismo” (Cftar. Diario La Ley
Procesal Penal, N° 5, Agosto de 2020).-
En aquellos postulados recreados por los juristas parafraseados, el
supremo tribunal expuso su criterio que fuera reiterado en “Kang I”
(2007) y “Lagos Rodas (2007); “Sandoval” (2010) y finalizado con el
fallo “Kang II” (2011), en que se materializó la prohibición de recurso al
acusador contra la sentencia absolutoria por vulnerar las garantías
constitucionales y convencionales del ne bis in idem y del derecho al
recurso, para el enjuciamiento común -jueces técnicos- y frente al
veredicto del jurado, lo que ha pasado inadvertido en nuestra provincia
en que -particularmente efectivicé en varias ocasiones
infructuosamente el planteo, como Defensora Oficial- y en muchas
otras jurisdicciones que parecieron apreciar una metamorfosis a la
doctrina legal de la Corte, a partir de tres más recientes
pronunciamientos, los que -siguiendo a los autores referenciados- "sin
hacer referencia en absoluto a su propia doctrina establecida en
Alvarado/Sandoval, la CSJN dicta los fallos “Piana” (2014), “Luna”
(2014) y “G., J.C.” (2015)", resultaron en suma, inidóneos para
desandar aquellas premisas acordes al corpus juris internacional.-
Otro de los leading case de superlativa trascendencia cuyos
preceptos lucen de pertinente orientación para desestimar la
pretensión de los acusadores analizada, y del que surge la regla
general establecida por la Corte, es el caso “Mattei” (Fallos: 272: 188),
cuyo criterio ha sido reiterado en numerosos precedentes (Fallos:
297:486; 305: 913; 306:1705; entre muchos otros), según el cual no
cabe retrotraer un proceso penal a etapas ya superadas cuando dichas
formas han sido cumplidas. Por respeto al veredicto unánime del jurado
ciudadano y a la defensa en juicio, observadas las formas sustanciales
-como lo fueron en el caso- las relativas a la acusación, defensa,
prueba y sentencia (confr. especialmente Fallos: 272:188, cons. 7° y
8°), el principio de progresividad impide que el juicio se retrotraiga a
etapas ya superadas, pues la preclusión protege aquellos actos que
han sido cumplidos respetando las formas que la ley establece,
vedando -a mi criterio- la potestad de impugnación fuere al acusador
público o incluso al Querellante particular.
Y a propósito de la reiteradamente esgrimida paridad recursiva,
conforme lo ha expresado BINDER -también en el artículo doctrinario
antecedentemente citado- ...“Sucede que atrás de todo está la matriz
teórica de la bilateralidad de los recursos, que era propia del sistema
francés y la adoptó siempre como un dogma la doctrina procesal:
donde recurre uno, recurre el otro. Sin embargo, esa matriz ya no
existe más. La rompieron los Pactos Internacionales en todo el mundo.
Justamente el incumplimiento de la legislación procesal con este claro
mandato de la Convención se debe al molde intelectual que todavía
tienen muchos intérpretes y doctrinarios. Hoy no existe tal
bilateralidad, ni en los Pactos y ni siquiera en la legislación infra
procesal. Hay ya muchos códigos que diferencian los motivos de uno y
otro sujeto. Así que el paradigma actual es por completo el contrario.
Los recursos se piensan desde la disparidad, desde lo específico de
cada interés. Por eso, inclusive, ni siquiera hay equivalencia entre los
recursos del acusador público y los del acusador privado en la
legislación.” (Cftar. BINDER, Alberto: “Derecho Procesal Penal”, Tomo V,
Editorial Ad Hoc, Buenos Aires, 2020, en prensa, p. 320).- (El subrayado
es de mi edición).
Por último, desde la casuística legislativa amerita ponderarse
también que el dispositivo provincial veda toda posibilidad de opción al
justiciable de adscribir a un procedimiento judicial a cargo de
magistrados técnicos, motivo por el cual resulta razonable -criterio de
justipreciación constitucional- que luego de compelido a la decisión
popular que de manera unánime dictamine sobre su culpabilidad o no,
se lo compense posteriormente aquella manda de carácter imperativo,
con la desafectación definitiva de la acusación luego de un veredicto
absolutorio. Ergo, considero acorde a la carta magna y pactos
constitucionalizados, la proscripción normativa que veda la vía
impugnativa en tales condiciones, a los acusadores.-
En cuanto a las costas, y teniendo en cuenta lo resuelto
corresponde disponerlas de oficio.
Así voto.-
A mérito de lo expuesto, y por Acuerdo de todos sus integrantes,
la Sala II de la Cámara de Casación
RESUELVE:
I- DECLARAR inadmisible el Recurso de Casación articulado por
los Dres. Fernando LOMBARDI y Guillermo URIBURU y la Sra.D. L. H. en
calidad de víctima .
II- DECLARAR las costas de oficio -art. 584 y 586 C.P.P.E.R.
III- PROTOCOLÍCESE, notifíquese y devuélvase a su origen.

DARÍO GUSTAVO PERROUD

MARÍA EVANGELINA BRUZZO MARÍA DEL LUJÁN GIORGIO

La presente se suscribe mediante firma digital -Ac. General del STJER


Nº 33/22 del 04.10.22, Pto. 6º c.-

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