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La Emoción

Este documento resume diversos aspectos de las emociones y su influencia en la educación. Describe las emociones como estados afectivos intensos que surgen en respuesta a estímulos o experiencias subjetivas y conllevan cambios fisiológicos. Explica que existen emociones básicas como la felicidad, tristeza, ira y miedo, así como emociones secundarias, positivas, negativas y sociales. También discute las perspectivas históricas de la educación emocional y la importancia de desar

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La Emoción

Este documento resume diversos aspectos de las emociones y su influencia en la educación. Describe las emociones como estados afectivos intensos que surgen en respuesta a estímulos o experiencias subjetivas y conllevan cambios fisiológicos. Explica que existen emociones básicas como la felicidad, tristeza, ira y miedo, así como emociones secundarias, positivas, negativas y sociales. También discute las perspectivas históricas de la educación emocional y la importancia de desar

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INTRODUCCIÓN

El presente documento contiene un esbozo de diversos tópicos referentes a


aspectos emocionales y su influencia en el acto educativo.

Hablar en una manera per se de lo que son las emociones, es algo complejo,
dado que son fenómenos de origen multicausal. Podría decirse que se asocian a
reacciones afectivas de aparición repentina, de gran intensidad, de carácter
transitorio y acompañadas de cambios somáticos ostensibles, las cuales se
presentan siempre como respuesta a una situación de emergencia o ante estímulos
de carácter sorpresivo o de gran intensidad, las mismas se vinculan con las
necesidades biológicas y bajo el control de las formaciones subcorticales
(Bustamante, 1968, como se cita en Martínez, 2009), lo que hace que se presenten
de diversas formas y cumplan funciones determinadas generando distintas
consecuencias.

Dado que el acto educativo es posible gracias a la presencia de sus dos


actores principales, los educandos y los educadores, se debe considerar como los
segundos influyen sobre las emociones y los sentimientos de los primeros, dentro
de un contexto específico.

Entremos pues, en materia…


LA EMOCIÓN

FUNDAMENTACIÓN TEÓRICA

En términos científicos la emoción viene siendo algo que da nombre a un


grupo de procesos relacionados entre sí y facilita el que podamos hablar sobre ellos.
Desde su concepción se ha intentado abordar el constructo desde distintas
perspectivas, concentrándose cada línea de estudio en alguna de las variables que
la componen y siendo estudiada mediante procedimientos metodológicos
alternativos. A medida que cada autor centraba sus investigaciones en alguna
variable, se planteaba una definición de emoción que la separaba de las ideas de
otro investigador interesado en algún otro componente, lo que a su vez supuso la
realización de más estudios e investigación (Palmero, Guerrero, Gómez, y Carpi,
2006).

Por ejemplo, los autores interesados en los aspectos cognitivos dan más
importancia a las evaluaciones y valoraciones para definir la emoción y se centran
en la capacidad de procesar información emocional a partir de la percepción, la
experiencia y las características subjetivas; los autores centrados en los aspectos
conductuales analizan las manifestaciones faciales, las características expresivas y
motoras de las conductas emocionales, documentando cuidadosamente los
distintos movimientos musculares que caracterizan cada emoción; o en el ámbito
psicológico, cómo las teorías de la emoción se enmarcan en los mecanismos de
adaptación general (e.g. los psicólogos del desarrollo delimitan los cambios
emocionales que se producen a lo largo de la vida de un individuo, así como el papel
que juegan las emociones en el apego y el temperamento). El enfoque que se dé,
reflejara siempre las predilecciones metodológicas y teóricas del investigador.
Entonces, ¿Cómo llegar a una interpretación general del constructo? ¿Cómo la
definiríamos?

Sería fácil confundir el afecto, sentimiento o estado de ánimo con la emoción,


pues estos son comúnmente utilizados como sinónimos. La diferencia estriba en
que, por un lado, mientras las emociones son provocadas por ciertos estímulos y
tienen objetos intencionales específicos, los estados de ánimo tienen una causa
menos específica y pueden estar presentes por períodos más largos de tiempo. Por
otro, el afecto implica el conocimiento del valor y la experiencia consciente que se
tiene sobre distintas situaciones, lo que conlleva la inclinación del ánimo hacia algo
o alguien y los sentimientos son respuestas emocionales consistentes, hacia objetos
o individuos, que pueden durar toda la vida e incluso pasar de una generación a otra
(Campos, Keltner, y Tapias, 2004).

Palmero, en relación a las definiciones de la emoción, cita a Lyons al decir


que "las definiciones de la emoción no son más que modelos funcionales
expresados en palabras... y es difícil concebir cómo alguien podría llegar muy lejos
sin intentar formularlas" (citado en Palmero et al., 2006, p. 1). Las ideas de Palmero
nos podrían ser útiles para formar nuestro propio criterio y para dar respuesta a la
siguiente pregunta: ¿cuáles son algunas de las definiciones de emoción, a nuestro
entender, más relevantes?

Podríamos resumir diciendo que es un estado afectivo de gran intensidad


que se presenta ante un estímulo o una experiencia subjetiva y que lleva un grado
de procesamiento cognitivo o de valoración e interpretación. Estas interpretaciones
dan lugar a cambios fisiológicos, patrones expresivos y de comunicación como
respuesta ante retos físicos, sociales u oportunidades de la vida (Campos et. al,
2004; Fernández Abascal, Jiménez, y Martin, 2003).

Tipos y características

Existen varias clasificaciones de las emociones, atendiendo a diferentes


criterios. En general, el más utilizado es el que hace referencia al momento en que
se producen por primera vez:

1. Emociones Básicas, Primarias o Innatas:

Las emociones primarias también se conocen como emociones básicas, y


son las emociones que experimentamos en respuesta a un estímulo. Para Paul
Ekman, las emociones básicas son 6: tristeza, felicidad, sorpresa, asco, miedo e ira.
Todas ellas constituyen procesos de adaptación y, en teoría, existen en todos los seres
humanos, independientemente de la cultura en la que se hayan desarrollado.

Por otro lado, hay que tener en cuenta que el hecho de que un fenómeno o
rasgo psicológico se dé de manera universal en todas las sociedades humanas no
significa que sea parte de nuestros instintos, ni que sea expresión de nuestros
genes. Existen universales culturales, que a pesar de que históricamente se han
dado en todos los grupos humanos, en determinados contextos desaparecen. Por
ejemplo, la tendencia a creer en religiones.

Volviendo a los tipos de emociones básicas, hemos visto que es posible


describir unas 6 a partir de los patrones comportamentales de las personas. Sin
embargo, recientemente, una investigación llevada a cabo por la Universidad de
Glasgow, que se publicó Current Biology, concluye que no son seis las emociones
básicas, sino que son cuatro.

2. Emociones secundarias

Las emociones secundarias son un grupo de emociones que siguen a las


anteriores. Por ejemplo, cuando experimentamos la emoción básica de miedo
después podemos sentir las emociones secundarias de amenaza o enfado,
dependiendo, claro está, de la situación que estemos viviendo. Las emociones
secundarias son causadas por normas sociales y por normas morales.

3. Emociones positivas

Las emociones positivas también se conocen como emociones saludables,


porque afectan positivamente al bienestar del individuo que las siente. Favorecen la
manera pensar, de razonar y de actuar de las personas. Por ejemplo, la alegría, la
satisfacción, la gratitud no provocan una actitud positiva frente a la vida y nos hacen
sentir experiencias que nos ayudan a sentirnos bien.

Dependiendo del grado en que las emociones afectan al comportamiento del


sujeto, éstas pueden ser o bien positiva o bien negativas.
4. Emociones negativas

Las emociones negativas son opuestas a las emociones positivas,


porque afectan negativamente al bienestar de las personas. También se conocen
como emociones tóxicas, y suelen provocar el deseo de evitarlas o evadirlas. El
miedo o la tristeza son algunos ejemplos.

5. Emociones ambiguas

Las emociones ambiguas se conocen también como emociones neutras,


puesto que no provocan ni emociones negativas ni positivas, ni saludables ni no
saludables. Por ejemplo, la sorpresa no nos hace sentir ni bien ni mal.

6. Emociones estáticas

Algunos autores también han hecho referencia a las emociones estáticas.


Son aquellas que se producen gracias a distintas manifestaciones artísticas, como
por ejemplo: la música o la pintura. Así, al escuchar una canción podemos sentirnos
muy felices o muy tristes, pero esa sensación sería cualitativamente diferente a la
felicidad o la tristeza que se experimenta ante cualquier otra experiencia, ya que se
vive en un contexto artístico, mediado por símbolos y atribuciones sobre las
intenciones del autor.

7. Emociones sociales

Las emociones sociales no se refieren a las emociones culturalmente


aprendidas, sino que es necesario que haya otra persona presente o de lo contrario
no pueden aflorar. Por ejemplo, la venganza, la gratitud, el orgullo o la admiración,
son emociones que sentimos respecto a otros individuos.

8. Emociones instrumentales

Las emociones instrumentales son aquellas que tienen como fin u objetivo la
manipulación o el propósito de lograr algo. Son complicadas de reconocer porque
puede parecer que sean naturales. Sin embargo, son emociones forzadas y
esconden una intención.
Perspectivas históricas de la educación emocional.

Las emociones guían todas las acciones humanas y están involucradas en


todo lo que se hace. Desde la década de los 80 del siglo XX se ha venido hablando,
cada vez con mayor énfasis sobre inteligencia emocional, educación emocional y la
importancia de desarrollar la emocionalidad. Sin embargo, la mayoría de los autores
que han planteado teorías que abordan la inteligencia emocional lo han hecho
desde lo autodidacta, es decir han explicado que puede hacer cada individuo para
desarrollar por sí mismo su inteligencia emocional, aunque también han surgido
autores como Bisquerra quien ha propuesto la educación emocional dentro del
sistema formal de educación y Fernández-Berrocal y Extremera quienes han
manifestado en diversos estudios la importancia de desarrollar contenidos y
actividades en las escuelas que propicien el desarrollo de competencias
emocionales y sociales en los estudiantes.

En los últimos 20 años se ha explorado, desde las Ciencias Sociales y


Humanas, cómo la incorporación de la educación emocional y educación
socioemocional en las prácticas educativas contribuye en los procesos de
enseñanza y aprendizaje en los estudiantes (Pena y Repetto, 2008; Poulou,
2017; Midford et al., 2017; Yan et al., 2011). Sin embargo, existen puntos de
divergencia entre la educación emocional y socioemocional. La primera se
caracteriza por centrarse solo en la enseñanza de competencias emocionales,
dejando de lado factores sociales, culturales y territoriales que podrían incidir en el
desempeño emocional de los sujetos.

La segunda se asocia a un enfoque educativo que va más allá de la


enseñanza de las emociones, plantea la necesidad de tomar en consideración el
contexto en el cual se desenvuelve el individuo. Lo anterior, puesto que afectará su
desarrollo socioemocional en la sociedad (Barría-Herrera et al., 2021; Cornejo-
Chávez et al., 2021). En este estudio entenderemos la educación emocional, más
allá del desarrollo de las emociones, como un proceso educativo continuo y
permanente, que potencia el desarrollo emocional y cognitivo de los estudiantes,
contribuyendo a su éxito escolar y educativo (Bisquerra y Pérez, 2012).
Según Arias-Ortega (2020), el éxito escolar se refiere a la adquisición y dominio de
conocimientos y competencias estipulados en los programas escolares que acredita
a los estudiantes para acceder a un nivel educativo más elevado. Mientras que el
éxito educativo se refiere al desarrollo global de la persona, en las dimensiones
cognitiva, espiritual, afectiva, física y social (Arias-Ortega, 2019; Arias-Ortega,
2020). Esto es coherente con lo planteado por la Convención Internacional sobre
los Derechos del Niño, la que promueve el aseguramiento del desarrollo integral de
los niños y niñas. Lo anterior, en el ámbito educativo, implica tomar consciencia que
los niños y niñas son sujetos de derechos, dotados de libertades, por ende, tienen
derecho a expresar su opinión y a participar en decisiones que afectan su bienestar
social, cultural, emocional y espiritual (Poulou, 2017).

Desde esta perspectiva, la incorporación de la educación emocional en los


procesos de enseñanza se constituye en un aprendizaje necesario, lo que permite
a una persona desarrollar su personalidad e identidad, así como capacidades físicas
e intelectuales. Es así como la escuela y las prácticas pedagógicas que en ella se
desarrollan, deben asumir una responsabilidad vital en el desarrollo personal y la
integración social y profesional de los niños y niñas, acercándose de esta manera a
un enfoque de educación socioemocional (García, 2012; Pena y Repetto, 2008). Lo
anterior, debería ocurrir tanto en el proceso de construcción de su identidad como
en el desarrollo de su sensibilidad, permitiéndoles a los estudiantes que identifiquen,
expresen, pero también aprendan a regular sus emociones. Esto, para reconocerlas
en sí mismos o en los demás, lo que permite el desarrollo socioemocional de los
niños y niñas desde de un alto compromiso y empatía con el otro. Es así como en
los procesos de enseñanza y aprendizaje, el profesor debe ser capaz de ofrecer un
espacio educativo de confianza, seguridad y horizontalidad con los estudiantes,
para que de esta manera sea posible construir una relación de reciprocidad,
aceptando que aprende quién enseña y enseña quién aprende, permitiendo
construir la emocionalidad en la relación educativa profesor-estudiantes (Arias-
Ortega y Quintriqueo, 2021; García, 2012).
2- LA FORMACIÓN EDUCATIVA

De la personalidad del docente

La formación de los docentes es uno de los componentes principales de la


calidad de la educación de un país. Sin duda no es el único y, probablemente, si
nos referimos a la formación inicial su influencia es más notable a medio y a largo
plazo que de inmediato. Pero, en todo caso, ya se trate de formación inicial o de
formación continua, es necesario identificar los aspectos y dimensiones principales
de la calidad de tal formación para mejorar la calidad de la educación.

En un libro editado en finés y publicado en 1999, La formación del


profesorado en la ruptura de la Modernidad, el investigador educativo Hannu L. T.
Heikkinen se pronuncia a favor del resurgimiento de la personalidad docente como
una idea para la formación del profesorado en tiempos posmodernos. Para
Heikkinen, la personalidad docente fue, tiempo atrás, un asunto central en la
preparación del profesorado. Lo fue desde los tiempos de Uno Cygnaeus (1810-
1888), ‘padre’ de la educación pública finlandesa, quien «enfatizó los requisitos para
el profesorado en su condición de persona, insistiendo en la alta moralidad del
profesorado» (Heikkinen, 1999, p. 181*), hasta los de Martti Haavio, cuyo libro,
Personalidad docente (1948), se volvió un clásico para los estudiantes de formación
del profesorado en las décadas de 1950 y 1960. De hecho, durante esas décadas,
a través de reformas específicas sobre la educación superior y la formación del
profesorado, las formas vocacionales de la formación de los docentes dieron paso
a enfoques basados en la Universidad, que enfatizaron la relevancia de la «ciencia»
en la preparación del docente.

En su mayor parte, Personalidad docente se centra en el «ser pedagógico


del profesor», discutiendo en detalle una variedad de cualidades que son
«comúnmente requeridas por un buen profesor» (Haavio, 2008, p. 25*) y que,
juntas, se percibe que componen una «figura docente básica» (Haavio, 2008, p.
25*). Haavio explora estas cualidades –que sugiere que son psicológicas, éticas y
didácticas en naturaleza– a través de las siguientes áreas: autoridad y disciplina en
el aula, comprensión de la individualidad del estudiante, tacto pedagógico, vida
intelectual, vida estética, amor pedagógico, paciencia, justicia, humildad, sinceridad,
vocación, alegría, sentido de responsabilidad, el profesor como modelo moral que
seguir y, por último, la trascendencia de la fe cristiana personal del profesor. Como
tal, y a través de una forma programática de escritura.

Un docente con un carácter y una personalidad moral que ofrezca a sus


alumnos opciones morales y condiciones para el aprendizaje y desarrollo de
competencias éticas que les permitan formar su propia personalidad moral. Un
maestro que ayude a conformar la personalidad moral de sus alumnos más allá de
las pautas sociales y de las preferencias personales, y que transmita eficazmente
elementos culturales y de valor que protejan a sus alumnos del relativismo y
escepticismo presentes en nuestra sociedad.

Del estudiante

El proceso de enseñanza no es algo que sea fácil para todos, es necesario


contar con vocación y otras cualidades que se pueden ir aprendiendo para
desarrollarse de mejor forma, por lo que al hablar de lo que es la formación
educativa son diversos aspectos los que entran en juego.

La formación de la persona es otro aspecto importante que se encuentra


unido al de instrucción-enseñanza y aprendizaje, sin el cual resulta imposible
describir todos los elementos que entran en juego en el crecimiento de la persona.
Quiere decir que la formación debe tender al desarrollo integral de lo que es la
persona en su esencia –su forma, su eidos--: su espíritu, su inteligencia, la cultura
en la que vive, las expresiones religiosas, existenciales, filosóficas, modos de vivir
y de entender la vida y de situarse en el mundo, etc. Cada generación hereda un
legado cultural valioso; los niños comienzan como bárbaros, fuera de las murallas
de la cultura, y educarlos es introducirlos dentro de la ciudadela de la civilización,
lejos de la barbarie. Se trata de iniciar a los estudiantes en valores, actitudes,
patrones, modelos y conocimientos que la sociedad en la que viven ha descubierto
como valiosos. La educación debe estar ligada a la vida; “educar por la vida y para
la vida”… --dice la Escuela Nueva--. Se trata de educar y no solamente de enseñar.
Si la instrucción consiste en formar un técnico, un científico, un hombre de letras,
etc. la educación-formación pretende el desarrollo del hombre integral. “La
educación es, necesariamente, una cuestión de valores y de desarrollo personal.
Me gustaría que esta frase estuviera en la oficina de todo responsable de política
educativa” (Gardner, H., 2008).

La educación integral se consigue viviendo experiencias significativas y


transformadoras; es la unión del saber, el saber hacer, el saber vivir con los otros y
el saber ser persona, todo en una unidad coherente. Implica no solo el dominio
cognitivo de los saberes sino también el manejo del mundo afectivo-emocional.
Educar es, en frase de Zubiri, X. (2004) “desarrollar en la persona una inteligencia
sintiente y un corazón inteligente”. Se trata de desarrollar capacidades-destrezas
cognitivas y valores-actitudes que permitan al estudiante aprender durante toda la
vida, ser un profesional al servicio de la sociedad y desarrollar una biografía feliz.
Se trata de saber hacer y saber lo que se hace y ser persona para transformar el
mundo y servir a la sociedad.

En la carrera de Educación Física.

La Licenciatura en Educación Física tiene por finalidad formar un profesional


en el campo de la educación física con los conocimientos pedagógicos y técnicos
requeridos para la promoción de la práctica de la actividad física, del deporte y de
las acciones recreativas. Los estilos a utilizar en esta área básicamente son los
estilos de instrucción directa y el estilo de búsqueda. Esta área exige la integración
de los conocimientos teórico práctico, partiendo desde una enseñanza masiva a una
individual en la educación infantil. Puede ser útil cuando los alumnos tienen el
mismo punto de partida y trazan una meta a alcanzar, es por esto que se establece
una gran importancia en la relación entre la actividad física y la actividad cognitiva.
3- NECESIDADES FORMATIVAS EDUCATIVAS:

Montero (1987a) define las necesidades formativas del profesorado como


“aquellos deseos, problemas, carencias y deficiencias percibidas por los profesores
en el desarrollo de la enseñanza”.

Autorregulación

Las ventajas de la autorregulación en la labor educativa, promueve el


aprendizaje significativo del estudiante, favorece un clima de aula eficiente, provee
retroalimentación al alumno y al profesor (Marchan & Sanmartí, 2015) potencia la
reflexión metacognitiva de estudiantes y profesores, y desarrolla su autonomía
(Hinojosa & Sanmartí, 2016) fomenta en los estudiantes un proceso de aprender a
aprender y, en el docente de enseñar a pensar bajo un clima de aula dinámico y
participativo (Casado, 2018).

El proceso de autorregulación de los aprendizajes tiene como objetivo


conseguir que los estudiantes construyan su propio sistema de aprender y lo
mejoren progresivamente, para que a partir de este autorregulen la representación
de los objetivos, de los criterios de evaluación y, puedan anticipar y planificar sus
acciones con el fin de obtener mejores resultados Habilidades Sociales

Las habilidades sociales tienen una gran importancia para una buena
integración social (Zsolani, 2002).

El ser humano es eminentemente un ser social cuya personalidad se va


construyendo a través del contacto y la identificación con otras personas, hasta el
punto de que es la interacción social el aspecto más importante de la socialización.
Ello conlleva dos implicaciones: por una parte, que las personas deben poseer unas
habilidades sociales adecuadas que les permitan interaccionar positiva y
eficazmente con los demás gestionando correctamente sus emociones y, por otra,
la necesidad de que el ámbito educativo enseñe a al alumnado a actuar y pensar
bajo los parámetros de tales habilidades. Este aprendizaje debe llevarse a cabo lo
antes posible, puesto que la eficacia para el desarrollo de la inteligencia emocional,
de la adquisición y entrenamiento de las habilidades sociales en el proceso de
crecimiento y desarrollo madurativo de la persona, siendo claramente acumulativa,
al igual que las dificultades derivadas de la posesión de unas inadecuadas
habilidades sociales. Por eso mismo, en AFOE Formación contamos con una amplia
variedad de cursos para sanitarios homologados y para docentes con el objetivo de
potenciar esta área.

Por lo tanto, proporcionar los contenidos y prácticas necesarias para la


adquisición de competencias para el desarrollo de habilidades sociales es
imprescindible, a nivel intrapersonal e interpersonal, en el periodo formativo de
infantil, primaria y secundaria. Suponen la base de los reforzadores sociales, tan
útiles desde la educación, conforman los pilares para la construcción de la
personalidad, es decir, estos conocimientos influirán en el futuro en aspectos no
sólo personales, sino que se harán extensivos en aspectos de la evolución de la
propia sociedad, tanto cultural como económica.

Empatía.

Podría definir la empatía como el reconocimiento cognitivo y afectivo del


estado de ánimo de una persona por parte de otra. Conlleva una comprensión
profunda, intelectual y emocional, de la situación vital del otro. Aunque hay autores
que dan más importancia a los aspectos cognitivos y otros a los aspectos
emocionales, en general, en la actualidad se reconoce la relevancia de ambos
aspectos.

Es por ello que resulta relevante señalar que la labor de un docente no debe
limitarse a enseñar y evaluar, es necesario que también muestre una actitud y
voluntad positiva respecto a la clase. Estudios recientes señalan que la única
manera genuina y fructífera de promover el desarrollo personal desde las escuelas
pasa por crear un ambiente de cordialidad y confianza que permita al educando
sentirse aceptado, valorado y seguro. En este sentido en toda relación maestro-
alumno la empatía toma un papel preponderante, por ser una dimensión facilitadora
de la mejora de la persona. Si no existe aceptación, respeto, consideración y
cuidado de las personas, la formación queda estancada.
4- IMPACTO DE LA EDUCACIÓN SOCIO EMOCIONAL:

La Educación Socioemocional cumple un rol clave en la sociedad, ya


que entrega herramientas para una gestión emocional saludable en todas las etapas
de la vida. Por eso, es fundamental que en el aula se imparta este tipo de educación,
especialmente en la primera infancia.

Proceso de Enseñanza Aprendizaje.

El conocer los estados emocionales de los y las estudiantes, así como sus
estilos de aprendizaje, puede ayudar al profesor o profesora a organizar de manera
más eficaz y eficiente el proceso de aprendizaje-enseñanza a implementar
(Thompson & Aveleyra, 2004), y posibilita atender a los y las estudiantes de manera
más personal, guiándolos en el contexto del aprendizaje; solo así es que el profesor
o profesora realmente puede contribuir a que sus estudiantes se conviertan en los
constructores de sus propios aprendizajes (Thomson & Mazcasine, 2000). Lo
anterior permite considerar que los niveles de éxito y/o fracaso por parte de los y las
estudiantes, en el aprendizaje de cualquier disciplina, podrían estar asociadas, entre
otros aspectos a la concordancia/discrepancia entre los estilos de
aprender/enseñar, que se dan entre los y las estudiantes y los y las docentes, así
como en la comprensión de las emociones y los sentimientos de ambos y cómo
éstos afectan directamente al proceso cognitivo; y no exclusivamente a las usuales
debilidades que se apuntan en direcciones únicas, como lo son entre otras,
estudiantes con bajos niveles de conocimiento, ausencia de conocimientos previos
significativos, o bien profesores o profesoras incapaces de lograr una comunicación
efectiva, por lo que se puede afirmar que, un educador emocionalmente inteligente
y un clima favorable en el aula son factores esenciales para el aprendizaje (Campos,
2010).

Integración en el desempeño de las buenas prácticas pedagógicas.

Junto con las habilidades cognitivas, las habilidades socioemocionales son


esenciales para lograr una experiencia escolar satisfactoria y tener éxito fuera de
ella. Siendo los establecimientos educativos instituciones significativas para el
desarrollo y formación de niños, niñas y adolescentes, diversos autores plantean
que el trabajo de las habilidades socioemocionales contribuye al bienestar y al
desarrollo integral de los y las estudiantes.

Según Elias et al. (2015), la implementación de la perspectiva del aprendizaje


socioemocional en las escuelas requiere del trabajo conjunto entre las familias y la
comunidad educativa en general y de una comprensión común de las habilidades
que se buscan desarrollar. Para ello, el autor menciona la importancia de un clima
de respeto y responsabilidad, que motive a cada estudiante a asistir a clases cada
día y a formar parte de su comunidad, la enseñanza práctica del valor de la
participación, la promoción de la salud y de habilidades que permitan afrontar
situaciones de conflicto personales o sociales y oportunidades para contribuir
positivamente en la comunidad educativa.

Es pertinente resaltar que es responsabilidad de todos los actores del sistema


educativo promoverlos, gestionarlos y favorecerlos, a partir del diseño de políticas
públicas que brinden el soporte estructural, entregando recursos y apoyos para que
los equipos directivos puedan liderar la construcción de una cultura organizacional
apropiada al desarrollo de estos aprendizajes al interior de cada comunidad escolar,
acompañando y apoyando efectivamente a sus docentes, entregando orientaciones
y herramientas necesarias para que puedan incorporar de manera transversal la
educación socioemocional al interior de las aulas como parte de su práctica regular.
También incluir y convocar a las familias de los y las estudiantes para que se hagan
parte del compromiso de educar para el desarrollo de habilidades para la vida.
OPINIÓN PERSONAL

De todo lo anterior, puedo decir que las emociones persuaden a las personas
a una respuesta organizada en calidad de valoración primaria, tal como lo señala
Bisquerra, 2001; así pues, esta respuesta puede llegar a ser controlada como
producto de una educación emocional, lo que significa poder ejercer control sobre
la conducta que se manifiesta, pero no sobre la emoción en sí misma, puesto que
las emociones son involuntarias, en tanto las conductas son el producto de las
decisiones tomadas por el individuo.

Esto significa que, las emociones son eventos o fenómenos de carácter


biológico y cognitivo, que tienen sentido en términos sociales. Se pueden clasificar
en positivas cuando van acompañadas de sentimientos placenteros y significan que
la situación es beneficiosa, como lo son la felicidad y el amor; negativas cuando van
acompañadas de sentimientos desagradables y se percibe la situación como una
amenaza, entre las que se encuentran el miedo, la ansiedad, la ira, hostilidad, la
tristeza, el asco, o neutras cuando no van acompañadas de ningún sentimiento,
entre las que se encuentra la esperanza y la sorpresa.

Por su parte, la cognición y la emoción constituyen un todo dialéctico, de


manera tal que la modificación de uno irremediablemente influye en el otro y en el
todo del que forman parte. Por ello en el aula muchas veces el aprender depende
más de la emoción que dé la razón con que se trabajan los objetivos del aprendizaje,
y se actúa sobre los mismos. Todo esto nos conduce a señalar que, si se gana el
corazón del alumno o de la alumna, el aprendizaje está prácticamente asegurado.
CONCLUSIÓN

Como pudo verse, las emociones surgen de manera espontánea, por medio
de la educación emocional se puede procurar que las mismas no se desboquen y
lleven a los y las educandos a cometer actos y mantener conductas que pongan en
peligro sus vidas o las de los demás, ya sea en el plano físico o psicológico.

De esto podría decirse que el esfuerzo de la educación emocional debe estar


orientado a que los y las educandos aprendan a aceptar sus emociones y
sentimientos, y a partir de ello, aprendan a decidir que conducta es la más apropiada
a ser manejada según las circunstancias, de manera tal que las mismas contribuyan
a una interacción social y personal constructiva, positiva, capaz de contribuir a la
elevación de su calidad de vida.

El profesorado no constituye un elemento neutro en su acto pedagógico tanto


en razón de la transmisión de contenidos de dominio culturalmente especificados,
es decir, el currículo, como por la manifestación de sus emociones y del impacto de
éstas en los educandos. De esta manera, el proceso de aprendizaje-enseñanza se
ve influido por la forma en que el profesor o profesora logra manejar sus propias
emociones y sentimientos con respecto a sí mismo, su disciplina, su concepción del
acto educativo, pero sobre todo por la percepción desarrollada por los y las
estudiantes a su cargo, de manera tal que las actitudes que el docente asuma
pueden contribuir o dificultar el aprendizaje por parte de los educandos.

Por último, dado que la educación debe ser un proceso integral, donde
cognición y emoción constituyen un todo, estos dos componentes del proceso
educativo no deben ser vistos como los extremos de un intervalo que define la vida
de las personas, sus conductas o comportamientos.
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