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La astucia del Asháninca y el diablo

El asháninca engaña al diablo Iwanchi para salvar su vida. Le da de comer la carne de un mono en lugar de su propia carne. Luego le hace un hueco en el trasero al diablo hiriéndolo con una estaca, pero el diablo sobrevive. Más tarde, el asháninca vuelve a engañar al diablo haciéndole creer que podría rizar su cabello lacio sumergiéndose en el río, pero en realidad lo deja ahí. Finalmente, el asháninca y el diablo se
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La astucia del Asháninca y el diablo

El asháninca engaña al diablo Iwanchi para salvar su vida. Le da de comer la carne de un mono en lugar de su propia carne. Luego le hace un hueco en el trasero al diablo hiriéndolo con una estaca, pero el diablo sobrevive. Más tarde, el asháninca vuelve a engañar al diablo haciéndole creer que podría rizar su cabello lacio sumergiéndose en el río, pero en realidad lo deja ahí. Finalmente, el asháninca y el diablo se
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PLAN

LECTOR

ANTES DE LA LECTURA
¿De qué crees que tratará el texto?

EL DIABLO QUE QUERÍA SU HUECO


(Los antiguos aguarunas, los huambishas, los ashánincas y los nomatsiguengas vivían
pobremente, no conocían el papel ni mucho menos el libro. Ignoraban qué fuese leer y escribir.
Los Apus o jefes de una comunidad o de un determinado caserío se elegían entre los que
destacaban por su valentía y fortaleza en las continuas luchas con los pobladores vecinos).
Un Asháninca, un buen día, dejó a su mujer en la casa cuidando a su hijito enfermo con disentería
y se marchó al centro, al interior de la Selva, a ver si encontraba algún animal para matarlo y
poder así llevar algo de alimento a su familia, el hombre llevaba su cerbatana y su cuchillo de
monte.
Se fue internando por trochas invisibles en busca de alguna presa, pero no encontraba nada que
valiese la pena. Ya iba a regresar desalentado, cuando de pronto escuchó que se acercaba una
manada de monos. Se escondió entre la maleza sin hacer ruido. Observó cuidadosamente y
observó a cinco maquisapas. Eligió al que estaba más propicio, apuntó con su larga cerbatana y
sopló con fuerza. La flecha envenenada se clavó tres centímetros a la altura del corazón. Å los
pocos segundos, el maquisapa, mortalmente herido, caía hecho una bola al suelo. El Asháninca lo
remató con su cuchillo y se lo colgó a la espalda.
Ya era muy tarde, el asháninca escuchó el cantó de una perdiz, la siguió por el oído, y finalmente
le disparó otro dardo con su pucuna y cayó a tierra con el cuello atravesado. La agarró y se la
colgó de su cintura. Una gotita de sangre asomaba tímidamente por su pico encarnado.
Se hizo de noche. Ya no podía regresar a su casa. Buscó un lugar propicio para dormir, lo limpió
un poco con su machete y se dispuso a prepararse algo para comer. Comió un poco y se recostó
sobre un árbol para dormir un poco. En la soledad de la noche se escuchó ruidos extraños. El
asháninca tuvo miedo. Apenas había dormido un rato, cuando sintió que alguien le tocaba
rozando. Sobresaltado se despertó, pero con la oscuridad de la noche no alcanzaba a vislumbrar
a nadie. De pronto notó que una nube de zancudos zumbaba a su alrededor y les acribillaban a
picotazos, el asháninca, al sentir los zancudos pensó:
Los zancudos me rodean. El diablo Iwanchi, no debe estar muy lejos. Y tuvo más miedo, en efecto
el diablo estaba junto a él y habló así:
-Amigo ¿Qué haces aquí? ¿Por qué has venido a mis dominios? Te voy a comer porque tengo
mucha hambre ¡Vamos rápido trae tu brazo!
El asháninca muerto de miedo, le entregó uno de los brazos del maquisapa que acababa de
matar y aún conservaba cierto calorcillo.
El Iwanchi agarraba el brazo y comía violentamente haciendo mucho ruido con su boca al mascar
la carne y triturar los huesos. El diablo pidió de nuevo:
-Anda trae más comida. Dame tu pierna que estoy de hambre.
Y el aguaruna le entregaba las patas del maquisapa. Y el diablo tragaba todo rápidamente.
Finalmente, el diablo dijo:
-Ya, acabemos de una vez, ya te avisé que no deberías haber entrado a mis dominios. Entrégame
tu cabeza, rápido, para comerme tus sesos.
Y el asháninca asustadísimo, sin decir una sola palabra, le entregaba la cabeza peluda del mono.
El diablo sorbió los sesos del maquisapa pensando que eran las del asháninca, y satisfecho por la
comilona se retiró y no molestó más por esa noche.
Al amanecer el día siguiente, el Iwanchi, se dirigió al árbol, pensando desayunarse el resto del
cuerpo del asháninca, pero con gran admiración suya, se encontró al asháninca bien sano,
dispuesto a regresarse a su casa. El Iwanchi le dijo:
- ¿Qué cosa me diste de comer anoche? ¡Yo pensaba que te había comido a ti!
-Te di maquisapa para que saciaras tu hambre. Respondió tranquilo el asháninca. El diablo le dice
entonces:
- ¡Ah! ¿Así que me engañaste? ¡Entonces vamos a pelear! ¡Te voy a matar a puñetazos!
Estuvieron peleando bárbaramente. Se daban tremendos golpes. El diablo reía. El asháninca
estaba agotado. El Iwanchi propuso:
-Amigo, vamos a descansar un rato.
Y los dos se sentaron sobre un palo caído. Estaban jadeantes sin hablar nada. De repente, el
asháninca se había peído. El diablo preguntó extrañado:
- ¿Qué ruidos es ese? ¿Qué ha sonado?
-Soy yo, que me, he peído
Contestó sin inmutarse el asháninca acostumbrado a expeler las ventosidades de su vientre. Pero
el diablo cada vez más extrañado preguntaba:
- ¿Con qué has peído? ¿Cómo te pees?
-Con mi ano.
Respondió el asháninca. Y el Iwanchi seguía inquiriendo:
-Tú tienes ano.
-Sí, tengo mi ano, ¿Y tú?
Preguntó intrigado el asháninca. El diablo respondió con tristeza:
-No, yo no tengo hueco. A mí me gustaría tener un hueco para poder peerme y botar mis
excrementos como los humanos.
- ¿Cómo podría hacer?
El ashaninka le explicó:
-Si deseas tener un ano, yo te puedo hacer uno.
Porque yo he visto muchas veces cómo hacen esa clase de huecos.
Entonces, el Iwianchi, entusiasmado le rogaba al ashaninka diciendo:
-Amigo, a mí también me haces hueco. Vamos a ser muy buenos amigos.
El ashaninka, engañando y siguiendo un plan preconcebido, trataba de explicarle al diablo:
-Mira para poder trabajarte muy bien el hueco, tienes que apoyar tu cabeza sobre el suelo. Se
hace con una cañabrava bien afilada y puntiaguda. Te va a quedar un hermoso hueco para que te
puedas peerte sin dificultad.
El aguaruna echo punta a una cañabrava con su cuchillo. El diablo un poco intranquilo decía: -
¿No vaya a engañarme eh?
-No, no te engaño. A mí también me han hecho así, tienes que aguantar, porque duele un poco al
principio. Respondía el hombre. El diablo apoyó su cabeza en la tierra húmeda del bosque.
Entonces el ashaninka le hincó con fuerza la cañabrava en su poto. De un golpe le metió dos
cuartas. El diablo ahí mismo cayó muerto al suelo.
El ashaninka sin volver la cabeza para atrás, escapó corriendo y no dejó de correr hasta llegar a
su casa. Entrando, cerró la puerta con una tranca. Se sentó y contó a su familia todo lo sucedido.
Les explicaba cómo había matado al Iwanchi clavándole la estaca puntiaguda en su poto.
Su familia le aconsejaba muy preocupada:
-No salgas de la casa. No vayas lejos. Cualquier diablo puede estar cerquita y buscará matarte. Si
te alejas solo, el diablo te va a comer.
El ashaninka estuvo más de un mes sin salir de su casa. Cuando se animó a salir siempre se
hacía acompañar por familiares y amigos, cuando llegó al lugar donde había matado al Iwianchi,
observó que este estaba igualito tal como lo dejó.
¡No se había podrido nada...! El ashaninka se decía:
¡Qué extraño!, el diablo no se pudre. Debe ser diferente que nosotros los ashánincas, que cuando
morimos, violento nos podrimos y agusanamos. De todos modos, voy a extraer sus muelas para
hacerme un collar con ellas, él ya no los necesita para nada.
Entonces el ashaninka le abrió la boca al Iwanchi y con su cuchillo de monte hacía palanca para
sacarle sus muelas. Pero el Iwanchi, de pronto, se irguió rápido y le dijo amenazadoramente al
hombre:
- ¿Por qué me has engañado? ¿Por qué te corriste sin hacerme bien mi hueco?
Hazme bonito hueco y no intentes engañarme de nuevo, porque te mataría.
Entonces el aguaruna agarró la cañabrava puntiaguda y durante unos minutos le estuvo
fabricando su hueco al diablo. Cuando terminó su trabajo, el diablo intentó peerse. Hizo fuerza.
Sonó un ruido extraño. El diablo se había peído por primera vez. Estaba feliz, decía: - ¡Ahora
estoy contento contigo! ¡Vamos a ser buenos amigos! ¡Tú eres buena gente!
El ashaninka tenía su pelo crespo algo bastante insólito entre los ashánincas. Al diablo le
encantaba el pelo creso del ashaninka, decía así:
-Oye amigo, yo también quiero tener pelo rizadito como el tuyo ¿Cómo tengo que hacer? Porque
mis pelos son lacios y trinchudos.
El hombre quería engañar otra vez al diablo, le decía:
-Para conseguir tener un pelo crespo como el mío tienes que hacer como yo hice. Primero, tienes
que sacarte todo tu pelo, pero con todo el cuello cabelludo. Y cuando estás bien pelachito,
entonces te zambulles en el río. Tienes que aguantar bastante debajo del agua. Cuando sales, ya
tienes el pelo crespo.
El diablo siguió todas las indicaciones al pie de la letra. Se cortó su pelo con el cuchillo sacando
todo su pellejo. Sufría mucho, pero el ashaninka le animaba con estas palabras:
-Duele un poco, pero tienes que aguantar, es solo un momento. Ahora cuando te sumerjas en el
río Marañón, no olvides que debes permanecer en el agua todo el tiempo posible.
El Iwanchi se botó pelacho al agua y se sumergió al fondo del Marañón. Momento que aprovechó
el ashaninka para salir corriendo y escaparse a su casa.
Llegó llorando de miedo a su casa. Narraba todo lo sucedido a sus familias. Todos le
aconsejaban:
-No vayas otra vez, no salgas. Quédate en tu casita tranquila, el diablo va a querer matarte.
Pasaron muchos días, por fin el ashaninka se atrevió a salir a buscar mitayo al bosque. De nuevo
se topó con el Iwanchi, que le dijo:
- ¿Por qué me has engañado? Cuando salí del agua, no te encontré. Sáname mi cabeza que la
tengo toda dolorida.
El ashaninka le puso unas yerbas calientes sobre su cabeza. Le comenzó a calmar el dolor. Se
curaba. El diablo le dijo:
-Vamos a ir a mi casa. Quiero que hagas el hueco a todos los diablos de mi familia.
Y se fueron juntos por la trocha. El diablo enseñaba el camino a seguir. Por la trocha el pájaro
Chiwa, el trompetero, quería atacar al ashaninka y morderle. Pero el diablo defendía al hombre y
peleaba con el trompetero hasta que lo mataba. Más tarde le salió al encuentro Runkuim, una
gigantesca tortuga que quería clavar sus muelas en el ashaninka. Pero el diablo, siempre
defendía a su amigo y luchaba contra la tortuga. Siempre lo salvaba.
Por fin llegaron a la casa del Iwanchi y el ashaninka empezó a huequear los potos de todos los
diablos. Tuvo mucho trabajo. Pero todos los diablos quedaban muy contentos porque desde
entonces podían peerse a sus anchas y botar sus excrementos sin mayores problemas.
Los diablos, agradecidos, le pagaban al ashaninka con una bolsa llena de plata. Salía a bolsa de
plata por hueco. El hombre pensó en regresar con su familia. Le despidieron el Iwanchi y todos los
diablos con amabilidad.
Y el ashaninka regresó a su propia casa bien ricachón. Y con esa plata que había ganado, levantó
una pequeña chingana. Y con las ganancias ayudaba a su familia.
(De mitos e historias amazónicas de Jordana Laguna)
¿Cuál sería el tipo textual al que pertenece?
¿Cuál es la intención comunicativa del autor?
¿Cual es la estructura formal del texto?
¿Quiénes son los personajes?¿Qué valores y antivalores presentan?
¿Cuál será el proposito del autor?
¿Se puede contrastar los hechos literarios con los hechos de la vida real?

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