Todos
hemos estado aquí antes… La palabra karma se ha vuelto popular. Pero
no todo el mundo sabe lo que realmente significa o cómo abordar su
significado. El carácter introspectivo de este libro te ayudará a entender las
conexiones kármicas provenientes de vidas pasadas que han contribuido a
generar las circunstancias de tu vida actual. Descubrirás cómo los actos que
realizaste en vidas pasadas —buenos y malos— influyen en la familia en la
que naces, en las personas por quienes te sientes atraído y en la razón por la
cual algunas personas te ponen los nervios de punta. Aprenderás cosas acerca
del karma colectivo, qué hacemos en el período entre encarnación y
encarnación y lo que las grandes luminarias de Oriente y Occidente, incluido
Jesús, dicen acerca del karma y la reencarnación. Y lo más importante:
descubrirás cómo convertir tus encuentros kármicos en grandes oportunidades
para esculpir el futuro que desees.
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Elizabeth Clare Prophet & Patricia R. Spadaro
Karma y reencarnación
ePub r1.0
juandiego 14.03.2023
Página 3
Título original: Karma and Reincarnation
Elizabeth Clare Prophet & Patricia R. Spadaro, 2004
Traducción: Leticia Íñiguez
Editor digital: juandiego
ePub base r2.1
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Índice de contenido
Cubierta
Karma y reencarnación
Acertijos Kármicos
Toma una pista de la naturaleza
Parte I
Verdades Kármicas
La ley universal del amor
Una creencia sin límites
El karma en la Biblia
¿Jesús enseñó acerca del karma y la reencarnación?
La reencarnación en los primeros años del cristianismo
Oriente se encuentra con Occidente
Evidencias sorprendentes
De la boca de los bebés
El gran plan creativo
Una ecuación de energía
Consecuencias kármicas
La raíz de nuestra genialidad
Parte II
Enredos Kármicos
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Los ciclos del karma
Karma grupal
Segundas oportunidades
Vida entre vidas
Lazos familiares
El karma y la adopción
Almas compañeras y llamas gemelas
Parejas kármicas
Un prisionero de amor
No todas las relaciones son sanas
Parte III
Trampas Kármicas
La copa del olvido
Karma no es igual a destino
Ir rápido a ninguna parte
El sentido de injusticia
No todo es el resultado del karma
El ascenso del alma
Parte IV
Transformaciones Kármicas
Tomar la perspectiva superior
Abrir los canales
Reaccionar al estímulo divino, no al humano
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La relación entre el karma y la psicología
El papel de la compasión
El oro en el lodo
La gracia del buen karma
Un enfoque proactivo
Un mapa de nuestro karma
El poder del corazón y la mano
Matrices mentales
Alquimia espiritual
Un fuego sagrado
Oraciones y afirmaciones
Para más información
Sobre el autor
Sobre el autor
Notas
Página 7
Extendemos nuestro sincero agradecimiento al equipo
maravilloso que ayudó a nutrir este libro de principio a fin,
incluyendo a Karen Gordon, Louise Hill, Lynn Wilbert,
Virginia Wood, Judith Younger y Robert Gefvert.
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Acertijos Kármicos
La suerte es una palabra que carece de sentido.
Nada puede existir sin una causa.
Voltaire
La palabra karma se ha introducido en el vocabulario común. Solo hay
que ver expresiones tales como: Mi karma atropelló a tu dogma o Éste es un
trabajo desagradable, pero tengo mucho karma que quemar. Sin embargo, no
todo el mundo comprende lo que significa el karma, por qué es importante y
cómo enfrentarlo.
Piensa en los talentos con los que naciste y en todo lo bueno que te ha
sucedido en la vida. Ahora, piensa en las así llamadas limitaciones y desafíos
que se han atravesado en tu camino. Ambas se relacionan con tu karma. El
karma simplemente nos dice que lo que nos ocurre en el presente es el
resultado de las causas que nosotros mismos pusimos en movimiento en el
pasado, ya sea hace diez minutos o hace diez vidas.
Todos hemos crecido aprendiendo lo que es el karma. Solo que no lo
llamábamos así. En vez de ello, hemos escuchado expresiones como: Lo que
uno envía se le regresa. Cualquier cosa que un hombre sembrare eso también
cosechará[1]. Para toda acción existe una reacción igual y opuesta. Y al final,
el amor que recibes es igual al amor que das. En esencia, el karma nos dice
que cualquier cosa que hagamos regresará a nuestra puerta, en algún
momento, en algún lugar.
El karma y la reencarnación van de la mano. Mientras que el karma
significa responsabilidad y retribución, el término reencarnación es
simplemente otra palabra para referirse a la oportunidad. La reencarnación
nos da otra oportunidad de pagar las deudas kármicas que tenemos con otras
personas y cosechar las bendiciones que hemos enviado.
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El karma y la reencarnación también nos ayudan a encontrarle sentido a
las preguntas importantes que nos hacemos en la vida:
¿Por qué a mí?
¿Por qué yo no?
¿Por qué mi sobrina nació con síndrome de Down cuando sus
hermanos y hermanas son saludables y robustos?
¿Por qué yo he tenido la bendición de ascender de puesto una y otra
vez mientras que mi hermano no puede mantener un trabajo, aunque
tuvimos las mismas oportunidades de desarrollo?
¿Por qué todas mis relaciones se convierten en un campo de batalla,
cómo es que no puedo vivir con él y al mismo tiempo no puedo vivir
sin él?
¿Por qué justo cuando encontré el trabajo que había estado buscando
durante todo un año tengo que dejar la ciudad para cuidar a mis padres
enfermos?
¿Por qué sobreviví a ese accidente automovilístico cuando todos mis
amigos que iban en el coche murieron?
La vida está llena de paradojas y preguntas como éstas. Igual que un koan
zen, cada paradoja está diseñada para que vayamos más profundo, nos
conectemos con la sabiduría interna de nuestra alma y resolvamos el acertijo
Kármico.
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Toma una pista de la naturaleza
Ven y sumérgete en la luz de las cosas,
Deja que la naturaleza sea tu maestra.
William Wordsworth
A veces parece que la única cosa de la que podemos estar seguros son los
ciclos de las estaciones. No importa qué otra cosa suceda, sabemos que el
nacimiento de nueva vida en la primavera dará paso a la belleza plena del
verano. La madura cosecha del otoño da la bienvenida al invierno, a medida
que la naturaleza se prepara una vez más para un nuevo y refrescante
comienzo.
Más de un sabio ha recurrido a los ciclos de la naturaleza para comprender
los ciclos del alma. «Incluso las estaciones forman un gran círculo en su
recorrido, y siempre regresan una vez más al punto del que partieron. La vida
de un hombre es un círculo que va de infancia a infancia, y así sucede en
todas las cosas en las que el poder se mueve», dijo el sabio de la tribu siux,
Venado Negro. El filósofo y autor francés, Voltaire, lo dijo de esta manera:
«No es más sorprendente nacer dos veces y no una; todo en la naturaleza es
resurrección».
El karma y la reencarnación nos dicen que nuestra alma, siguiendo los
patrones de la naturaleza, viaja por el sendero del nacimiento, la madurez, la
muerte y luego por la renovada oportunidad del renacimiento. Nos dicen que
somos parte de una corriente de conciencia en movimiento y que nuestra alma
evoluciona a través de muchas experiencias de vida. El karma y la
reencarnación explican que nuestra alma, como la legendaria Ave Fénix,
resurge de las cenizas de nuestro yo anterior para renacer, y que nuestras
vidas pasadas contienen las semillas de nuestra nueva vida. En otras palabras,
todo lo que somos hoy lo hemos construido durante miles de años.
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Los ciclos naturales del karma y la reencarnación pueden ayudarnos a
comprender cómo es que llegamos al lugar en el que hoy estamos y qué
podemos hacer al respecto; también pueden ayudarnos a comprender por qué
nacimos con una serie de aptitudes y talentos, crisis y desafíos, tareas y
aspiraciones particulares. Pueden ayudarnos a manejar las preguntas que nos
desgarran en momentos de desesperación: ¿Por qué tuve estos padres? ¿Por
qué tengo los hijos que tengo? ¿Por qué le tengo miedo al agua o a las
alturas? ¿Por qué estoy aquí?
En este libro hablaremos de los principios subyacentes del karma y la
reencarnación, así como de sus aspectos prácticos; de cómo la creencia en la
reencarnación ha permeado a Oriente y Occidente, a lo largo de muchos
siglos y culturas; por qué el karma es el factor X en nuestras relaciones,
nuestra salud, nuestra carrera, en todos los aspectos de nuestra vida; por qué
el karma no es predestinación, cómo trabaja el karma, cómo podemos trazar
los hilos kármicos que hemos tejido vida tras vida.
También hablaremos de las trampas que nos impiden resolver nuestro
karma y sacar ventaja de nuestros rituales de probación. Finalmente,
compartiremos algunas técnicas y herramientas que pueden ayudarte a
transformar los encuentros kármicos en grandes oportunidades para moldear
el futuro que deseas. Creas o no en el karma y la reencarnación, este libro te
ofrecerá nuevas formas de pensar en las paradojas —y promesas— más
profundas de la vida.
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El Ave Fénix es uno de los símbolos más antiguos de renacimiento e
inmortalidad. La leyenda del Ave Fénix, en sus diversas formas, aparece en el
antiguo Egipto, en Grecia, China, Japón, Irlanda, Turquía, Persia e incluso
en escritos cristianos.
De acuerdo con la leyenda, el Ave Fénix es única en su tipo. Cuando el
final de su vida se acerca —cada quinientos años— construye un nido de
especias. El Sol, o el Ave Fénix misma, enciende el nido al aletear, y el ave se
consume en la conflagración. De sus cenizas surge un Ave Fénix joven y
radiante. Una versión de la leyenda explica que en las cenizas queda una
sola chispa brillante que representa el espíritu inmortal a partir del cual se
enciende una nueva vida.
En términos espirituales, el renacimiento del Ave Fénix a partir de las
ardientes llamas representa tanto la prueba del alma, como su
reencarnación. A través de las pruebas —algunas veces duras— y traumas de
la vida, el alma se purifica y refina, ascendiendo a niveles de conciencia cada
vez más altos.
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La rueda de karma y reencarnación
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Parte I
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Verdades Kármicas
Tenía la sensación de que era un fragmento
histórico, un extracto al que le faltaba
el texto anterior y posterior […] Bien podía
imaginar que había vivido en siglos pasados
y que ahí me encontraría preguntas
que aún no era capaz de responder; que tenía
que nacer una vez más porque no había
completado la tarea que se me había asignado.
Carl Jung
La ley universal del amor
¿Existe una máxima que debería
ser la base de las acciones
que uno toma a lo largo de la vida?
Seguramente es la máxima
de la compasión: No hagas a otros
lo que no quieras que te hagan a ti.
Confucio
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El karma recoge lo que la regla de oro deja. Haz a otros lo que quisieras
que te hicieran a ti —porque algún día te lo harán—. La palabra sánscrita
karma significa «acto», «acción», «palabra» o «hecho». La ley del karma, tal
y como se enseña tradicionalmente, dice que nuestros pensamientos, palabras
y actos —positivos y negativos— crean una cadena de causa y efecto, así
experimentaremos personalmente toda causa que hayamos puesto en
movimiento. El karma es nuestro más grande benefactor, pues nos regresa el
bien que hemos enviado a otros. También es un gran maestro ya que nos
permite aprender de nuestros errores.
Debido a que la ley del karma nos regresa cualquier cosa que hayamos
enviado como pensamiento, palabra o acción, algunos lo consideran como un
castigo. No es así. La ley del karma es la ley del amor. No existe un amor más
grande que el que nos ofrece la oportunidad de comprender las consecuencias
de nuestra acción —o nuestra falta de ella— para que nuestra alma pueda
crecer. El karma nos enseña a amar una y otra y otra vez como ningún otro
proceso puede hacerlo.
El karma nos brinda esperanza.
Por ejemplo, tomemos el trágico caso del vuelo 052 de Avianca. En 1990,
después de un largo viaje desde Colombia, trataba de aterrizar en el
Aeropuerto internacional John F. Kennedy. Los controladores y el mal tiempo
habían retrasado el aterrizaje durante una hora y diecisiete minutos. El avión
se quedó sin combustible y se estrelló en una ladera en Cove Neck, Nueva
York. El accidente dejó un saldo de setenta y tres muertos y ochenta y cinco
heridos.
La Junta de Seguridad de Transportes Nacionales dijo que el inadecuado
manejo en el flujo de tráfico y la mala comunicación contribuyeron a que
ocurriera el accidente. La tripulación no comunicó una situación de
emergencia de combustible, lo que les pudo haber permitido tener un
aterrizaje prioritario. La transcripción oficial de la caja negra del avión
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muestra que el primer oficial, que tenía la labor de comunicarse con los
controladores de tráfico aéreo, le dijo a la torre de control que el avión tenía
poco combustible, pero nunca utilizó la palabra emergencia, aunque el piloto
le dio la orden de que lo hiciera.
En términos kármicos, el primer oficial fue al menos parcialmente
responsable de los muertos y los heridos que hubo abordo. Si murió en el
accidente, ¿cómo podría pagar su deuda con la gente que resultó afectada por
su negligencia? ¿Lo enviaría Dios al infierno?
De acuerdo con la ley de causa y efecto, la ley del karma, aquí solo hay un
escenario posible: por compasión se le permitiría reencarnar y tener la
oportunidad de trabajar en una posición en la que pudiera servir a aquellos
que había hecho sufrir. A los pasajeros cuyo destino había sido abortado por
este accidente, también se les daría otra oportunidad de vivir y de completar
el viaje de su alma.
Una sola vida, independientemente de que sea vivida hasta los nueve años
o hasta los noventa y nueve, no es suficiente para que el alma pague sus
deudas kármicas, desarrolle su vasto potencial o cumpla con su razón de ser.
¿Cómo podríamos aprender nuestras lecciones espirituales o compartir
nuestros talentos únicos en la escena de la vida en una sola encarnación?
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Una creencia sin límites
A primera vista, el hecho más impactante
acerca de la doctrina de las repetidas
encarnaciones del alma […] es la constante
reaparición de esta creencia en todas partes
del mundo […] Ninguna otra doctrina ha
resultado ser una influencia tan extensa,
controladora y permanente
sobre la humanidad.
Rev. William R. Alger
La creencia en el karma y la reencarnación cruza el tiempo y el espacio,
existe en muchas culturas, tanto antiguas como modernas. Los conceptos más
desarrollados y elaborados del karma y la reencarnación se encuentran en las
tradiciones religiosas de la india, especialmente en el Hinduismo, el Budismo,
el Jainismo y el Sikhismo.
Estas tradiciones explican que el alma cosecha tanto lo bueno como lo
malo que ha sembrado en vidas anteriores. «Tal y como un granjero que
planta cierta clase de semillas obtiene una cosecha específica, así sucede con
los actos buenos y malos», explica el Mahabharata, el gran libro épico hindú.
El Dhammapada, una colección de palabras de Buda, nos dice: «Lo que
somos hoy viene de nuestros conocimientos de ayer […]. Si un hombre habla
o actúa con una mente impura, el sufrimiento lo sigue como la rueda de una
carreta sigue a la bestia que la jala […]. Si un hombre habla o actúa con una
mente pura, la alegría lo sigue como si fuera su propia sombra».
Aunque este hecho es desconocido para muchos occidentales, antes del
advenimiento del cristianismo la reencarnación era también parte de las
creencias espirituales de muchos pueblos de Europa, incluyendo las primeras
tribus teutónicas como los finlandeses, los islandeses, los lapones, los
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noruegos, los suecos, los daneses, los primeros sajones y los celtas de Irlanda,
Escocia, Inglaterra, Bretaña, Galia y Gales. Los galeses incluso afirmaban que
fueron los celtas los que originalmente llevaron a la india la creencia en la
reencarnación.
En la Grecia antigua, tanto Pitágoras como Platón creían en la
reencarnación. Pitágoras enseñó que las muchas encarnaciones del alma eran
oportunidades para que se purificara y perfeccionara. Algunos nativos
norteamericanos, así como muchas tribus de centro y Sudamérica, han creído
en la reencarnación. Hoy en día, también existe esta creencia entre más de un
centenar de tribus en África, así como entre los esquimales y las tribus de
Australia Central y de muchos pueblos del Pacífico, incluyendo los tahitianos,
melanesios y Okinawenses.
¿Y qué hay de la tradición Judeocristiana? La ley del karma, así como la
ley de causa y efecto, está firmemente enraizada en esa tradición. De acuerdo
con algunos estudiosos, las afirmaciones que hizo el historiador judío del
siglo I, Josefo, pueden dar indicios de que los fariseos y los esenios creían en
la reencarnación. Sabemos que Filo, el gran filósofo judío, contemporáneo de
Jesús, enseñaba la reencarnación. El padre de la iglesia del siglo III, Orígenes
de Alejandría, notó que la reencarnación era parte de las enseñanzas místicas
de los judíos.
Además, la reencarnación se les enseñaba y se les enseña a los estudiantes
de la kábala, un sistema de misticismo judío que floreció en el siglo XIII y que
está resurgiendo en nuestros días. La reencarnación es también parte de las
creencias religiosas del movimiento Hasídico Judío, fundado en el siglo XVIII.
Y finalmente, pero no por ello menos importante, la historia misma, así
como los antiguos manuscritos desenterrados en este siglo, revela que la
reencarnación estaba viva y vigente en los primeros años del cristianismo. Tal
y como lo mostraremos, incluso a lo largo del siglo XIII ciertos grupos de
cristianos abrazaron de manera abierta la doctrina de la reencarnación junto
con las creencias cristianas tradicionales.
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El karma en la Biblia
Lo que tú has hecho eso te harán.
Libro de Obedeo
Bienaventurados los misericordiosos porque ellos
obtendrán misericordia.
Jesús
Aunque el Antiguo Testamento no se refiere explícitamente a la
reencarnación, está lleno de historias de la ley kármica que otorga
penalizaciones por acciones dañinas o desviadas y recompensa las buenas
acciones. Un ejemplo gráfico está en la vida del rey David. David se enamora
de Betsabé, la esposa de Urías, el Hitita, y ella concibe un hijo de David.
David asigna secretamente a Urías al frente de batalla, sabiendo que lo
matarán, y después se casa con Betsabé.
El Señor envía entonces al profeta Natán a decirle a David que, por haber
matado a Urías y por haberse casado con su esposa, será castigado a su vez.
Como Dios perdonó a David, Natán dice que no le va a quitar la vida, pero
que el precio de su pecado será la vida del hijo de Betsabé. Ya que no es
diferente a ninguno de nosotros, David tenía que aprender cuáles eran las
consecuencias de quitarle la vida a otro.
Las pruebas y los juicios de los Israelitas en los cuarenta años que vagaron
por el desierto describen coloridamente el bumerang del karma que regresa.
Cuando Moisés baja del Monte Sinaí con las dos tablas de piedra que
contienen la ley y los diez mandamientos que Dios escribió, descubre que los
israelitas están adorando a un becerro de oro que han esculpido, semejante a
los dioses de Egipto. Tres mil personas son castigadas con la muerte.
En otra ocasión, Miriam, la hermana de Moisés, reta la autoridad de su
hermano. Como resultado, se enferma de lepra hasta que la oración
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intercesora de Moisés la cura. Cuando un grupo de israelitas se rebela bajo el
liderazgo de Koré, la tierra se parte bajo sus pies tragándoselos junto con sus
familias.
Una de las lecciones más punzantes del karma es la que experimenta
Moisés mismo. Una vez más, los Israelitas prueban la paciencia de su líder
cuando acampan en un lugar en el que no hay agua. ¿Por qué molestarse en
sacarnos de Egipto? —se quejaban— ¿si vamos a morir de sed? El Señor
manda a Moisés a que tome su cetro para que hable a la roca y ésta dé agua.
Moisés, sin embargo, está tan enojado que en vez de hablarle a la roca golpea
en ella dos veces con su cetro. El agua sale abundantemente y apaga la sed del
pueblo, pero Moisés ha desobedecido a Dios. ¿Cuáles son las consecuencias
kármicas? Trágicamente, se le prohíbe entrar a la tierra prometida.
La misma ley de causa y efecto enseñada en el Antiguo Testamento la
sostiene Jesús. El Sermón de la Montaña es una de las mayores lecciones
sobre el karma que se puede encontrar en cualquier lugar. En ella Jesús afirma
la precisión matemática de la ley de la responsabilidad personal:
«Bienaventurados los misericordiosos, pues ellos obtendrán misericordia […].
No juzguéis para que no seáis juzgados, pues con el juicio que juzgares seréis
juzgados; y con la vara que midiereis seréis medidos […]. Por lo tanto, todas
las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, hacedlas a ellos;
ésta es la ley y los profetas».
En otra ocasión, Jesús enseña que somos responsables kármicamente de lo
que decimos: «De toda palabra ociosa que sale de la boca de los hombres
tendrán que dar cuenta en el día del juicio, pues por tus palabras serás juzgado
y por tus palabras serás condenado».
En la escena de su arresto, Jesús reitera la ley de la retribución kármica.
Uno de sus discípulos le corta la oreja al siervo del sumo sacerdote. Jesús le
dice a su discípulo que guarde su espada, […] «pues todos los que usan la
espada morirán por la espada». Entonces, Jesús cura con compasión la oreja
del hombre, bendiciendo al siervo y evitando que su discípulo cosechara el
karma de haber dañado a otra persona.
El apóstol Pablo también expone la ley del karma cuando dice: «Todo
hombre deberá llevar su propia carga […] no os engañéis: Dios no es burlado,
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pues lo que un hombre sembrare, eso también cosechará […] todo hombre
recibirá su propia recompensa de acuerdo con su propio trabajo».
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¿Jesús enseñó acerca del karma y la reencarnación?
«Elías ya ha venido, y no lo reconocieron,
más le hicieron lo que les plació… Entonces
los discípulos comprendieron que estaba
hablándoles de Juan el Bautista».
Evangelio según San Mateo
Ciertamente Jesús enseñó el concepto del karma, pero ¿enseñó sobre la
reencarnación? Tanto la Biblia como otros textos primitivos cristianos,
proporcionan evidencias de que tanto Jesús como algunos de sus seguidores la
enseñaron.
La primera evidencia de ello es el episodio del ciego de nacimiento.
Cuando Jesús y sus discípulos pasaron por donde estaba el ciego, los
discípulos preguntaron: «Maestro, ¿quién pecó, este hombre o sus padres,
para que naciera ciego?». Los discípulos le estaban ofreciendo dos posibles
causas de su ceguera. Le preguntaron a Jesús si la ceguera del hombre era
resultado del pecado de sus padres, porque sabían la ley del Antiguo
Testamento que dice: «Los pecados del padre serán arrojados sobre los hijos
hasta la tercera y cuarta generación». No obstante, también preguntaron si la
ceguera era resultado del pecado de ese hombre. Puesto que el hombre era
ciego de nacimiento, la única manera en la que podía haber pecado antes de
nacer era en una vida previa.
Jesús sorprendió a todos los discípulos cuando les respondió: «Ni este
hombre ni sus padres han pecado; más para que las obras de Dios se
manifestaran en él»[2]. El hombre no pecó y sus padres tampoco. Por libre
albedrío, había encarnado con esta enfermedad para que Jesús pudiera
curarlo, para que las obras de Dios pudieran revelarse en él.
Si Jesús no hubiera creído en el karma o en la reencarnación, éste era el
momento en el que hubiera podido negar dichas doctrinas, pero no lo hizo. De
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hecho, no existe registro alguno, ni en los evangelios, ni en los textos de los
apóstoles, ni en el Libro del Apocalipsis, ni en otros textos cristianos, de que
Jesús negara el karma o la reencarnación.
De hecho, este relato indica que Jesús y sus discípulos tuvieron largas
charlas acerca del karma y la reencarnación. Jesús no invalidó el
cuestionamiento de sus discípulos ni se extendió en las opciones que ellos le
dieron. No era necesario que Jesús volviera a repetir el ABC de lo que los
discípulos ya sabían. Más bien, Jesús utilizó esto como una oportunidad para
demostrar que hay excepciones a la ley universal, y ésta era una de ellas.
Un segundo ejemplo de que Jesús enseñó la reencarnación ocurre
mientras los discípulos van bajando del Monte de la Transfiguración con él.
En la montaña habían visto a Moisés y a Elías hablando con Jesús. Los
discípulos le preguntaron a Jesús: «¿Por qué los escribas dicen que Elías debe
venir primero?». En otras palabras, si se supone que Elías va a venir antes que
tú ¿qué está haciendo en el cielo y por qué no lo hemos visto todavía en la
tierra?
Jesús contestó, «Elías ciertamente viene y restaurará todas las cosas; pero
os digo que Elías ya ha venido y no lo han reconocido, y le han hecho lo que
les ha placido. —El Evangelio de Mateo sigue con el enunciado—: Entonces
los discípulos entendieron que les estaba hablando de Juan el Bautista»[3].
Jesús estaba revelando que Elías había reencarnado como Juan el Bautista,
quien trágicamente había sido hecho prisionero y después decapitado por
Herodes.
Era una creencia popular entre los judíos de la época de Jesús que el
profeta Elías vendría de nuevo como el precursor del Mesías, como lo había
profetizado Malaquías: «He aquí, yo enviaré a Elías, el profeta, antes de la
venida del gran y temido día del Señor».
La idea de que este pasaje implica una creencia en la reencarnación no es
algo nuevo para este siglo. El hecho de que el padre de la iglesia del siglo IV,
Jerónimo, argumentara específicamente que el pasaje del libro de Mateo no
debería interpretarse como un texto que apoya la teoría de la reencarnación,
nos dice que algunos cristianos de su época creían que Jesús y varios de sus
discípulos aceptaban, o al menos estaban conscientes, del concepto de
reencarnación.
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Algunos cristianos dicen que como la Biblia no incluye una enseñanza
extensa acerca de la reencarnación, los cristianos no deberían creer en esa
idea. Si siguiéramos ese pensamiento los cristianos no deberían creer en las
doctrinas de la Trinidad o del pecado original, ninguna de las cuales aparece
en la Biblia.
También sabemos que no todas las enseñanzas originales de Jesús han
sobrevivido. El libro de hechos dice que después de la resurrección Jesús
enseñó a sus discípulos durante 40 días acerca de «cosas pertenecientes al
reino de Dios. —No existe registro alguno de lo que dijo. Juan finaliza su
evangelio diciéndonos explícitamente—: Hay además otras muchas cosas que
hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que ni todo el mundo bastaría
para contener los libros que se escribirían».
Además, es muy posible que Jesús haya estado expuesto a la idea de la
reencarnación. En su época, las ideas griegas penetraron el pensamiento judío
y muchos estudiosos creían que Jesús, como muchos judíos del siglo I,
hablaba griego y fácilmente pudo haber estado en contacto con las ideas
griegas. Una de las corrientes que se movían a lo largo del amplio caudal de
la religión griega era la creencia en la reencarnación.
El hombre de estado romano, Cicerón, y el gran poeta romano, Virgilio,
mismos que vivieron más o menos en la misma época que Jesús, también
abrazaban la doctrina de la reencarnación. Dado el clima multicultural de
Palestina y de las rutas de comercio que se extendían hacia el Oriente, Jesús
pudo haber estado en contacto con las ideas hindúes de la reencarnación[4].
Además, existe evidencia sustancial, que resumo en mi libro Los años
perdidos de Jesús, que entre los 12 y los 30 años Jesús mismo visitó la
india[5].
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La reencarnación en los primeros años del
cristianismo
Toda alma […] viene a este mundo fortalecida
por las victorias o debilitada por
las derrotas de su vida anterior.
Orígenes de Alejandría, Padre de la Iglesia
¿Puedes ser un cristiano y creer en la reencarnación? Hoy día, la mayoría
de las denominaciones cristianas responderían negativamente a esa pregunta.
Pero no en el siglo II.
El cristianismo primitivo era extremadamente diverso. Durante los
primeros tres siglos de esta nueva religión, la comunidad cristiana estaba
compuesta por numerosas sectas, incluyendo a diversos grupos a los que
ahora se les conoce de manera colectiva como gnósticos. Los gnósticos
decían poseer una enseñanza avanzada que Jesús secretamente les había
entregado a través de sus discípulos más cercanos. Incluso entre los gnósticos
había diferencias en cuanto a creencias y prácticas. Algunos eran
estrictamente ascetas; otros estaban acusados de ser moralmente licenciosos.
Algunos eran célibes; otros no. Pero compartían varias creencias.
Creían que el medio para alcanzar la salvación no era simplemente la fe,
como argumentaba el contingente ortodoxo naciente, sino a través de la
gnosis. —Una palabra griega que significa «conocimiento» o
«familiaridad»—. Los gnósticos ponían énfasis en un conocimiento personal
y en la experiencia de lo Divino. Creían, asimismo, que la búsqueda del
autoconocimiento los llevaría a la reintegración con el Ser Divino que es la
esencia de nuestra identidad. Para los gnósticos, el karma y la reencarnación
creaban el contexto para esa unión mística.
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En el texto gnóstico, El libro de Tomás, probablemente escrito hacia
finales del siglo II, Jesús enseña que después de la muerte algunos quedarán
consumidos «en su preocupación por la vida» y «serán traídos nuevamente al
mundo visible. —Hacia el final de este texto, Jesús dice—: Estad alertas y
orad para que no nazcáis en la carne, sino para que dejéis el lazo amargo de
esta vida»[6]. En otras palabras, oren para que no renazcan en la tierra sino
para que regresen a los reinos superiores.
En otro texto gnóstico, Pistis Sophia, escrito probablemente en el siglo III,
Jesús describe diversas consecuencias kármicas para acciones llevadas a cabo
en vidas anteriores. Dice que una persona será «regresada al mundo una vez
más de acuerdo con la clase de pecados que haya cometido». Por ejemplo,
una persona que es un «brujo» será «continuamente turbado» en su corazón.
El alma de aquel que es «arrogante y altanero» será echada «en un cuerpo
lisiado y deforme para que todos lo desprecien persistentemente». Una
persona que no ha pecado pero que aún no ha recibido los misterios del
mundo espiritual será colocada en un cuerpo que le permitirá «encontrar las
señales de los misterios de la Luz y heredar el reino de la Luz para
siempre»[7].
Además de los gnósticos en los siglos II y III muchos cristianos
importantes aceptaban la reencarnación. Se dice que Clemente de Alejandría,
un Maestro Cristiano que encabezó la escuela catequista de la iglesia, fue uno
de ellos. Su sucesor, Orígenes de Alejandría, Padre de la Iglesia y teólogo que
tuvo más influencia en la Iglesia Griega, creía en la preexistencia del alma, si
no es que en la reencarnación.
El texto de Orígenes, Sobre los Primeros Principios, explica que las almas
son asignadas a su «lugar o región o condición» con base en sus acciones
«antes de la vida presente». Dios ha «acomodado el universo sobre el
principio de una retribución netamente imparcial» nos dice[8]. Dios no creó «a
partir de un favoritismo» sino que le otorgó a las almas cuerpos «de acuerdo a
los pecados de cada una»[9].
«Si las almas no tuvieran una existencia previa —pregunta Orígenes—
¿cómo es que encontramos que algunas personas son ciegas de nacimiento, no
habiendo cometido pecado alguno, mientras que otras nacen sin ningún
mal?»[10]. Él mismo responde a su pregunta: «Es claro que existieron ciertos
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pecados [es decir, se cometieron] antes de que las almas [vinieran en cuerpos]
y como resultado de estos pecados cada alma recibe una recompensa
proporcional a sus méritos»[11]. En otras palabras, el destino de la gente se
basa en sus acciones pasadas.
La creencia de Orígenes en la preexistencia del alma lleva implícita la
reencarnación. Por esto, sus seguidores y sus enseñanzas fueron atacadas en la
controversial lucha del canon eclesiástico. Tres siglos después de la muerte de
Orígenes, el emperador Bizantino Justiniano lo declaró hereje. Debido a las
presiones del emperador un concilio eclesiástico anatematizó («maldijo») las
enseñanzas de Orígenes sobre la preexistencia del alma. Los monjes
Origenistas fueron expulsados y los escritos de Orígenes, destruidos.
Puesto que no existen registros que documenten la aprobación papal de
estos anatemas, hoy en día los estudiosos cuestionan su legitimidad. Sin
embargo, la acción del concilio, aceptada en la práctica por la Iglesia, hizo
que la reencarnación fuera incompatible con el cristianismo. Entre los
siglos III y VI, las autoridades de la Iglesia y el Estado rechazaron
gradualmente a los cristianos que creían en la reencarnación, prohibiendo y
finalmente destruyendo sus manuscritos.
De vez en cuando la creencia en la reencarnación resurgía de manera
recurrente. Viajó a las regiones que hoy forman Bosnia y Bulgaria, y apareció
en el siglo VII con los Paulicianos y en el siglo X con los Bogomilos. Las
creencias en la reencarnación aparecieron en Francia e Italia medievales,
donde constituyeron las creencias centrales de la secta de los Cátaros.
La terrible inquisición se estableció originalmente en el siglo XIII para
combatir a los Cátaros, también conocidos como los Albigenses. Finalmente,
la Iglesia ganó la batalla al pelear las cruzadas, seguidas por la brutal
campaña de las quemas y las torturas de la inquisición.
En ese momento, la creencia en la reencarnación fue enterrada. Las
tradiciones secretas de los alquimistas, los Rosacruces, los Cabalistas, los
Herméticos y los Francmasones la mantuvieron viva en el siglo XIX. La
reencarnación siguió estando latente dentro de la Iglesia también. Por
ejemplo, en el siglo XIX, en Polonia, un arzobispo Católico, Monseñor
Passavally (1820-1897), agregó la reencarnación a su fe y la abrazó
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públicamente. Él influyó a otros sacerdotes Polacos e Italianos, quienes
también retomaron la creencia en la reencarnación[12].
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Oriente se encuentra con Occidente
Yo creo que de alguna manera siempre existiré.
Y con todas las inconveniencias que la vida
humana implica, no objetaré a ninguna nueva
edición mía, esperando, sin embargo, que
las erratas del pasado puedan corregirse.
Benjamín Franklin
Aunque los primeros cristianos, y quizá hasta Jesús mismo, hubieran
abrazado el concepto de la reencarnación, los concilios eclesiásticos
inocularon de manera muy efectiva a los cristianos en contra de esa idea. A
medida que las décadas y los siglos pasaron, algunos pensadores occidentales
empezaron a razonar de manera menos rígida y admitieron que la
reencarnación tenía tanto sentido como la doctrina de una sola oportunidad
antes de que el alma se vaya al cielo o al infierno.
Un hombre que tenía un genio y una estatura no menor a la del filósofo,
médico y misionero del siglo XX, Albert Schweitzer, dijo una vez que «la
reencarnación contiene una explicación muy consoladora acerca de la realidad
mediante la cual el pensamiento hindú supera las dificultades que bañan a los
pensadores de Europa»[13]. Como el filósofo alemán del siglo XIX, Arthur
Schopenhauer, lo explicó: «Si un asiático me pidiera una definición de
Europa, me vería forzado a responderle: es la parte del mundo que se
encuentra limitada por la increíble desilusión de que el hombre fue creado a
partir de la nada, y de que su nacimiento presente es la primera entrada que
hace en la vida»[14].
El contraste que existe entre Oriente y Occidente fue descrito clara y
humorísticamente por un niño hindú de 9 años que escribió un ensayo escolar
acerca del gato, su animal favorito: «El gato tiene cuatro patas, una en cada
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esquina. También tiene nueve vidas, que no utiliza en Europa por culpa del
Cristianismo»[15].
De lo que no se dan cuenta muchos occidentales es que algunos de los
más grandes pensadores en Occidente, pasados y presentes, han abrazado la
teoría de la reencarnación. El concepto tuvo mucho sentido para el padre
fundador de la nación estadounidense, Benjamín Franklin, por ejemplo. A la
edad de 22 años, escribió un epitafio para sí mismo, aunque no fue utilizado
cuando murió. En una parte decía: «El cuerpo de B. Franklin, impresor, como
la cubierta de un viejo libro cuyo contenido está rasgado […] yace aquí como
alimento para los gusanos, pero el trabajo no ha de perderse, pues aparecerá,
tal y como él creía, una vez más en una edición revisada, más elegante y
corregida por el autor».
Años más tarde, a la edad de 79 años, Franklin escribió en una carta:
«Cuando veo que no hay nada aniquilado (en las obras de Dios) y que ni una
sola gota de agua queda desperdiciada, no puedo pensar en la aniquilación de
las almas, ni creer que Él sufra el desperdicio diario de millones de mentes ya
creadas que ahora existen, ni que se ponga él mismo en el problema continuo
de crear otras nuevas»[16].
La lista de otros occidentales prominentes que han aceptado o pensado
seriamente en la reencarnación en siglos recientes es larga e impresionante.
Además de los que ya hemos citado, podemos nombrar a grandes hombres del
siglo XVIII y XIX como el filósofo francés Voltaire, el poeta alemán Johann
Wolfgang von Goethe, el novelista francés Honorato de Balzac, el
trascendentalista y ensayista estadounidense Ralph Waldo Emerson, el poeta
estadounidense Henry Wadsworth Longfellow y el industrial estadounidense
Henry Ford. Del siglo XX, la lista incluye al novelista inglés Aldous Huxley,
al poeta irlandés W. B. Yeats, al autor inglés Rudyard Kipling, el compositor
finlandés Jean Sibelius, el pintor español Salvador Dalí y el general
estadounidense George S. Patton.
Entre los que han escrito acerca de la reencarnación o cuyos personajes
han expresado ideas reencarnacionistas están los poetas ingleses William
Wordsworth y Percy Bysshe Shelley, el poeta alemán Federico Schiller, el
novelista francés Víctor Hugo, el psiquiatra suizo Carl Jung y los escritores
estadounidenses J. D. Salinger y Jack London[17].
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Hoy en día, la creencia en la reencarnación está creciendo. Millones de
norteamericanos, europeos y canadienses creen en la reencarnación. Según
cifras conservadoras, una quinta parte de los adultos estadounidenses creen en
la reencarnación, incluyendo una quinta parte de los cristianos. Las cifras son
similares en Europa y Canadá. Un 22 por ciento de norteamericanos dice que
«no están seguros» de creer en la reencarnación, lo cual indica que al menos
están abiertos a la idea. El aumento en los testimonios de experiencias
cercanas a la muerte y de recuerdos de vidas pasadas ha contribuido a la
aceptación de la reencarnación.
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Evidencias sorprendentes
He recorrido un largo camino a partir de aquél
día del destino en el que yo, un médico
con entrenamiento clásico, profesor de
psiquiatría, y escéptico confirmado, me di
cuenta que una vida humana es más grande y
profunda que lo que mi entrenamiento médico
me había hecho creer.
Dr. Brian Weiss
Aparte de las reflexiones religiosas y filosóficas acerca de la
reencarnación, existen cada vez más investigaciones sobre el tema. Para
algunos de los investigadores más destacados de este campo, la evidencia
surgió inesperadamente, lo cual los forzó a cambiar la perspectiva que tenían
de la vida y la muerte.
El clarividente estadounidense del siglo XX, Edgar Cayce, conocido como
el Profeta Durmiente, se sorprendió la primera vez que una de sus «lecturas»
habló de la reencarnación. A lo largo de 20 años, Cayce hizo lecturas
médicas, que dictaba a una secretaria mientras se encontraba en un estado
parecido al trance. A través de su particular talento, dio diagnósticos médicos
y describió remedios medicinales que sanaron a muchas personas que le
pidieron ayuda. Incluso podía diagnosticar a pacientes que se encontraban
lejos de él con tan solo tener un nombre y una dirección al alcance.
Cristiano devoto y ortodoxo, Cayce nunca alojó la idea de la
reencarnación hasta que, para su sorpresa, en una de las lecturas habló acerca
de la vida pasada de su paciente. Finalmente, después de muchos
cuestionamientos, Cayce llegó a aceptar la idea de la reencarnación como uno
de los conceptos compatibles con las enseñanzas de Jesús. Más de 2500
personas supieron de sus vidas pasadas mediante el trabajo de Cayce. Él
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reveló cómo las interacciones que tuvieron en sus encarnaciones pasadas
habían determinado el curso de su vida presente. En muchos casos, les dijo
cómo los patrones kármicos entretejidos en muchas vidas habían dado como
resultado sus aflicciones emocionales o físicas.
El Rabino Yonassan Gershom en su libro Beyond the Ashes (Más allá de
las cenizas) describe cómo la reencarnación llegó a él inesperadamente.
Durante un lapso de 10 años, 250 personas, Judíos y no Judíos, fueron con él
solicitando terapia porque habían tenido recuerdos espontáneos, sueños y
visiones de haber muerto en el Holocausto en una vida pasada.
Algunas de las evidencias sobre la reencarnación vienen de los que han
recordado vidas pasadas bajo hipnosis. Aunque yo no recomiendo la hipnosis
como una herramienta terapéutica, o para ahondar en vidas pasadas[18], los
descubrimientos hechos a partir de la regresión a vidas pasadas son
interesantes y con frecuencia confirman las enseñanzas de la reencarnación y
de la vida después de la vida que nos han sido transmitidas por varias
tradiciones espirituales.
El doctor Alexander Cannon dice que hizo lo más que pudo para
desacreditar la reencarnación. Incluso le dijo a sus pacientes que sus
recuerdos no tenían sentido. «Sin embargo, al pasar de los años, paciente tras
paciente me contaba la misma historia a pesar de las diferentes y variadas
creencias conscientes que tenían, —escribió en 1950—. Ahora más de 1000
casos han sido investigados y tengo que admitir que existe tal cosa como la
reencarnación»[19].
La doctora Helen Wambach, psicóloga clínica experta en terapia de
regresión y pionera de las investigaciones en vidas pasadas y prenatales, hizo
regresiones a cientos de personas en su carrera. Una vez dijo: «El noventa por
ciento de las personas que vienen conmigo definitivamente recuerdan
imágenes de vidas pasadas». El doctor Brian Weiss experimentó algo similar.
Había estado en la plantilla de profesores de varias universidades en las
escuelas de medicina y servía como jefe del Departamento de Psiquiatría en el
Mount Sinai Medical Center de Miami Beach. Hace 20 años, cuando era muy
escéptico de los campos «no científicos» como la parapsicología, uno de sus
pacientes comenzó a relatarle recuerdos de vidas pasadas. Desde ese día, su
vida y su trabajo tomaron una nueva dirección. A partir de entonces ha hecho
regresiones a más de 2000 pacientes que han tenido recuerdos prenatales,
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intrauterinos y de vidas pasadas y ha escrito cuatro libros acerca de su trabajo.
Confrontado con esta evidencia, el que antes era escéptico, ahora es un
creyente. De hecho, se le ha apodado el decano de la reencarnación. «Le doy
la bienvenida a esta caracterización, —dice Weiss en su libro Messages from
the Masters (Mensajes de los maestros)—, porque yo creo que reencarnamos
hasta que aprendemos nuestras lecciones y nos graduamos. Y como he
señalado varias veces, existe evidencia histórica y clínica de que la
reencarnación es una realidad»[20].
Sin embargo, la mayoría de los relatos de reencarnación no han podido
proporcionar detalles que se puedan verificar contra las fuentes históricas. Un
testimonio reciente e intrigante dado por un extraño candidato logró hacerlo.
En 1999, el capitán Robert L. Snow, comandante de la división de homicidios
de la Policía de Indianápolis, publicó la historia de su encuentro de una vida
pasada en el libro llamado Looking for Carroll Beckwith. (Buscando a Carroll
Beckwith).
Educado en una familia estrictamente metodista, y trabajador de la
profesión sin sentido de policía, Snow nunca jugó con la idea de la
reencarnación. Pensaba que solo era para los «excéntricos y los locos». Luego
un día, en una fiesta, le dijo a una detective especialista en abuso de niños que
utilizaba la terapia de regresión hipnótica que la regresión a vidas pasadas
probablemente se basaba en mucha imaginación. «Además —dijo— si fuera
verdad, ¿cómo nadie puede probar que ha tenido una vida pasada?»[21].
Ese fue el momento en que la detective, amablemente, lo retó a que
comprobara sus creencias. Le escribió el nombre de un colega suyo que
utilizaba la regresión hipnótica. Snow le tomó la palabra con renuencia y bajo
hipnosis recordó, entre otras cosas, una vida pasada en la que había sido
artista. Vio su estudio y algunas de las pinturas que había creado en esa vida.
En primera instancia, Snow calificó la sesión como producto de su mente
subconsciente. En un verdadero estilo de detective, decidió probarse a sí
mismo que simplemente había reunido el recuerdo de pinturas que había visto
antes en un libro de historia o de arte.
Sin embargo, su búsqueda probó justamente lo contrario. En primer lugar,
no pudo encontrar una imagen de las pinturas en ningún libro. Tiempo
después, se topó en una pequeña galería de arte en Nueva Orleans con el
retrato exacto que se había visto pintando bajo hipnosis. Era una obra poco
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común que había pertenecido a una colección privada hecha por un artista no
tan famoso, por lo que no había ninguna posibilidad de que la hubiera visto en
exhibición o en un libro. Una vez que averiguó el nombre del artista,
J. Carroll Beckwith, se puso a trabajar en recopilar información.
Indagando en los diarios, álbumes de recortes y biografías, se dio a la
tarea de comprobar 28 detalles que recordó en la regresión: que se había
enojado porque no había suficiente luz cuando realizaba una de sus pinturas,
que había pintado un retrato de una mujer con una joroba, que no le gustaba
pintar retratos, pero necesitaba el dinero y que sus pinturas estaban llenas de
luz y colores brillantes, y que había muerto en el otoño en una gran ciudad.
«He descubierto evidencias que prueban sin duda la existencia de una vida
pasada», —escribe Snow en su fascinante relato—. «La evidencia que
descubrí durante estos dos años de investigación hubiera puesto en duda la
sentencia si se hubiere tratado de un caso de criminales, el resultado sería una
reclusión segura […]. Sin embargo, lo que significa todo esto en el esquema
que abarca a los otros miles de millones de habitantes de la Tierra, se lo dejo a
los filósofos y a los teólogos»[22].
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De la boca de los bebés
Los niños […] captan una gran cantidad de
hechos con una enorme velocidad como para
mostrar que no los están absorbiendo por
primera vez, sino que los recuerdan.
Cicerón
Algunas de las evidencias contundentes de la reencarnación vienen de los
niños. El doctor Ian Stevenson, el investigador más famoso de vidas pasadas
de niños, prefiere no utilizar la hipnosis. En su lugar, entrevista a los niños
que han tenido recuerdos espontáneos de vidas pasadas y luego trata de
verificar de manera independiente los detalles de su existencia previa.
Stevenson, que es psiquiatra, ha documentado de manera meticulosa 2500 de
estos casos, principalmente de la india, Sri Lanka y Birmania.
Uno de los casos de reencarnación más notables y mejor documentados es
el de Shanti Devi, de la India. Mahatma Gandhi nombró a un comité de 15
personas para que estudiaran su inusual caso. Cuando tenía tres años de edad,
Shanti comenzó a hablar del esposo y los hijos que había tenido en su vida
anterior. Finalmente le dijo a su nueva familia el nombre de su esposo y el del
pueblo que se encontraba a 80 millas de donde habían vivido. Describió cómo
era su esposo y cómo ella había muerto después de haber dado a luz a su
segundo hijo. Un familiar de su esposo fue enviado a investigar y Shanti lo
reconoció en cuanto lo vio. Describió la casa en la que había vivido e incluso
le dijo en qué lugar había enterrado dinero, hecho que más tarde comprobó su
esposo.
Cuando su esposo llegó a verla sin anunciarse, ella lo identificó de
inmediato. Finalmente, Shanti guió al comité de investigadores a su antigua
casa. Utilizó formas de hablar típicas de ese pueblo, aunque nunca antes había
estado ahí y reconoció al hermano y al padre de su esposo.
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Me he encontrado con que los niños tienen recuerdos de vidas pasadas
hasta los tres años. Ellos no necesariamente comprenden lo que están viendo
y pueden o no ser capaces de articularlo de manera clara. Recientemente, una
niña de dos años que conozco veía un libro que mostraba a una mujer
horneando un pastel. Cuando su niñera le preguntó: «¿Alguna vez has hecho
un pastel?» la pequeña respondió: «Oh sí. No ahora. Antes. Antes de que
fuera bebé».
Helen Wambach cuenta en su libro Reliving Past Lives (Reviviendo vidas
pasadas) cómo un niño de cinco años de nombre Peter, a quien tenía bajo
tratamiento por su hiperactividad, comenzó a contarle un día acerca de su vida
de policía novato. Le dijo que le gustaba fumar y que no sabía por qué no le
permitían fumar ahora. También dijo que había jugado baloncesto.
Durante el periodo de tratamiento, Peter siguió siendo hiperactivo, pero
era capaz de sentarse y relajarse cuando hablaba de su vida como policía. «El
tema parecía obsesionarlo, —escribió Wambach—. Un día su madre le dijo
que un policía lo había llevado a su casa porque lo había encontrado a mitad
de la calle tratando de dirigir el tráfico»[23].
Una mamá que cree en la reencarnación me envió el siguiente reporte del
recuerdo de una vida pasada que había tenido su hija: «Cuando mi hija tenía
dos años y diez meses, tuvo un interesante recuerdo de su vida pasada
mientras nos encontrábamos en una reunión familiar con muchos parientes a
los que nunca había visto antes. Recordó haber sido su propia
tataratatarabuela, cuyo nombre era Gertrudis».
«Primero, mi hija vio una fotografía colgada en la pared de Gertrudis
cuando tenía 20 años, y con una mirada perpleja preguntó: “¿Soy yo?”. Al día
siguiente, mientras jugaba escondidillas con su tataratío (el hijo de Gertrudis),
súbitamente dejó de jugar y de la nada preguntó: “¿Yo soy tu mamá?».
«Esa misma tarde, mientras veíamos las transparencias, se proyectó en la
pantalla una fotografía mía de cuando tenía cinco años y estaba parada junto a
mi tatarabuela, Gertrudis, quien se encontraba sentada. Mi hija comenzó a
gritar: “¡Mamá, esa soy yo! ¡Esa soy yo!” Yo le respondí; “No, cariño, esa es
una fotografía de cuando yo era niña”. Mi hija respondió enfáticamente: ¡No,
la que está sentada!”».
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«Al día siguiente mi hija vio a mi primo que se cree era una reencarnación
del esposo de Gertrudis y le preguntó: “¿Tú eres mi papito?”. (En ese tiempo,
utilizaba la palabra papito para decir esposo). Al regresar a casa días después
de la reunión familiar, mi hija levantó la mirada de un dibujo que estaba
coloreando y dijo: “Mamá, me llamo Gerty, dime Gerty”, y luego regresó a
colorear su dibujo. (De hecho, a Gertrudis le decían Gerty en esa vida)».
«Todo sucedió hace más de cinco años y mi hija ya ha olvidado dichos
incidentes, pero esto me ha dado una percepción de su misión en esta vida.
Gertrudis era una protestante conservadora versada en la Biblia, que dio
clases en la escuela dominical durante más de 40 años. En los años treinta, la
hija de Gertrudis se afilió a la Sociedad Teosófica, que abrazaba el concepto
de la reencarnación. Esto provocó un shock y una gran vergüenza para
Gertrudis, ¡pero prometió que cuando llegara al cielo le pediría a Jesús que le
dijera la verdad! Jesús, en su gran misericordia le ha permitido reencarnar en
una situación familiar en la que puede aprender esa verdad».
Cuando tenía aproximadamente cuatro años, tuve mi propio recuerdo de
una vida pasada. Jugaba en la caja de arena dentro del patio cercado que mi
padre me había construido. Estaba sola, divirtiéndome bajo el sol, viendo
cómo la arena se resbalaba por entre mis deditos.
Luego, repentinamente, como si alguien hubiera girado el dial de un radio,
estaba en otra frecuencia, jugando en la arena a las orillas del río Nilo en
Egipto. Era tan real como mi patio de Red Bank, Nueva Jersey, y era igual de
familiar para mí. Estaba matando el tiempo, chapoteando en el agua, y sentía
la arena tibia sobre mi cuerpo. Mi madre egipcia se encontraba cerca. De
alguna manera, éste también era mi mundo, conocía ese río desde hacía
mucho tiempo.
¿Cómo sabía que era Egipto y el Nilo? Mis padres habían puesto un mapa
del mundo arriba de mi juguetero y ya sabía los nombres de los países. A mis
padres les gustaba viajar por el mundo y mi madre me contaba historias de las
diferentes naciones.
Así que después de un rato (no sé cuánto tiempo pasó) fue como si el dial
hubiera girado de nuevo y estaba de regreso en casa en el patio de mi casa. No
me sentía aturdida, ni me sentía ofuscada. Estaba de nuevo en el presente,
muy consciente de que estuve en otro lugar.
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Salté y corrí a encontrar a mi madre. La encontré junto a la estufa de la
cocina y le conté mi historia. «¿Qué me pasó?, —le pregunté. Ella me sentó,
me miró, y dijo—: Recordaste una vida pasada».
Con esas palabras abrió otra dimensión.
En vez de ponerme en ridículo o negar lo que había experimentado, me
habló en términos que un niño podía entender: «Nuestro cuerpo es como un
abrigo que con el uso se gasta antes de que terminemos lo que tenemos que
hacer. Así que Dios nos da una nueva mamá, un nuevo papá y nacemos de
nuevo para que podamos terminar el trabajo que Dios nos envió a hacer y
finalmente, regresar a nuestra casa de luz que está en el cielo. Aunque nos den
un cuerpo nuevo, seguimos teniendo la misma alma, y nuestra alma recuerda
el pasado, aunque nuestra mente no pueda hacerlo».
Mientras hablaba, sentía como si estuviera despertando la memoria de mi
alma. Como si siempre hubiera sabido estas cosas. Le dije que sabía que había
vivido siempre. Al pasar de los años, ella tuvo la misión de decirme que ella
creía que las circunstancias presentes de los niños que nacían lisiados y de
otros que tenían talentos, de algunos que nacían en hogares ricos y otros en la
pobreza, habían sido resultado de sus acciones pasadas. Me decía que no
podía existir la justicia divina o humana si solo tuviéramos una vida. Solo
podríamos conocer la justicia de Dios si pudiéramos experimentar las
consecuencias de nuestras acciones pasadas si éstas regresaban a nosotros a
nuestra vida presente.
Me sentí muy cómoda con la conciencia de haber vivido antes.
Afortunadamente, no tuve a nadie cerca de mí que negara esta agradable
experiencia y las tiernas diversiones de mi alma.
Aunque quizá no hayas tenido un recuerdo de una vida pasada,
probablemente tengas la sensación de que una persona o un lugar te sean
familiares al primer contacto. Quizá te ocurrió al encontrarte con alguien por
primera vez, cuando sentiste que ya eran viejos amigos, o al haber detestado
instantánea e inexplicablemente a alguien que acababa de entrar al lugar
dónde tú estabas.
Hay una buena razón por la que casi nunca recordamos nuestro pasado.
Digamos que Dios baja la persiana cuando entramos por el canal del
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nacimiento. Esta cortina del olvido es un acto de misericordia. Tenemos una
tarea que cumplir en esta vida y no nos podemos concentrar en más de una
vida al mismo tiempo y ponerla en marcha.
Quizá de vez en cuando Dios nos muestre una escena o dos del episodio
de una vida pasada. Cuando se nos permite ver nuestro libro kármico de la
vida es para un propósito. Puede ser para acelerar nuestras almas y que
recordemos los compromisos que hicimos antes de venir a esta encarnación.
Quizá necesitamos entender la causa subyacente de un evento negativo del
pasado para que podamos tener compasión, perdonar y avanzar. No obstante,
no es esencial saber todo acerca de nuestras vidas pasadas para enfrentar
nuestro karma y progresar espiritualmente, y no debemos forzarlo. Si Dios
quiere que lo sepamos nos lo mostrará, de una manera u otra.
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El gran plan creativo
Nuestro nacimiento no es sino un sueño y un olvido:
El alma que se eleva con nosotros,
la Estrella de nuestra vida,
se establece en otro lugar,
y viene de muy lejos.
William Wordsworth
En el principio, nuestra alma fue dotada con un don único y precioso que
debíamos dar a la humanidad a lo largo de nuestras encarnaciones. Se nos dijo
que sin ese don el pleno florecimiento de nuestras familias, nuestras
comunidades e incluso de nuestra civilización, no ocurriría.
A través del proceso de encarnar en la tierra estábamos destinados a
evolucionar espiritualmente, crecer en la maestría espiritual a medida que
nutríamos nuestros dones divinos y desarrollábamos nuestros talentos. Dios
nos dio libre albedrío para que pudiéramos afirmar amorosamente nuestro
llamado de ser cocreadores con la Divinidad. Algunos de nosotros incluso nos
presentamos como voluntarios para encarnar en la tierra —como ángeles
disfrazados— para rescatar a aquellos que habían venido antes de nosotros y
que habían olvidado que ellos también tenían un plan divino y una misión.
Sabíamos que cuando hubiéramos cumplido con nuestra razón de ser
podríamos regresar a los reinos del Espíritu para continuar la aventura de
nuestra alma.
Nuestras almas comenzaron el viaje llenas de esperanza. Comprendíamos
la verdadera naturaleza de nuestro destino. Sabíamos que, por encima de todo,
éramos seres espirituales a los que se les había encomendado una misión de
mantener esa conciencia espiritual viva en la Tierra.
En alguna parte del camino nos desviamos del sendero. «Caímos» de esa
conciencia superior a medida que los engaños del yo humano, del yo exterior
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y sus trampas desviaron nuestra atención de nuestro innato Ser Divino. Nos
centramos en nuestro Yo inferior en vez de en nuestro Yo superior, y poco a
poco comenzamos a olvidar la razón de nuestro viaje a la Tierra.
Lo demás es historia. Al estar centrados en nuestro ego humano y no en el
corazón de nuestro Ser Superior, fuimos impulsados a actuar en formas que
no siempre honraron a nuestro espíritu interior. Hicimos grandes obras, pero
también creamos negatividad. A partir de la necesidad erróneamente dirigida
de proteger al ser inferior, le hicimos daño a otros en lugar de haberlos
ayudado. Después, por la ley del círculo, no fuimos libres para seguir adelante
hasta que pagáramos las deudas kármicas que teníamos con otras personas.
Así pues, ahora la razón de ser de nuestra alma no es solo cumplir con
nuestro plan divino original sino también equilibrar nuestro saldo kármico.
Nuestra alma, al buscar la solución, es impulsada a volver a visitar esos
encuentros kármicos vida tras vida hasta que encontremos esa resolución.
La Tierra, entonces, es como un salón de clases. Regresamos una y otra
vez para aprender nuestras lecciones. Algunas veces aprendemos de sabios
maestros, pero en muchos casos nuestro maestro más importante es nuestro
karma —las consecuencias positivas y negativas— de las elecciones que
hemos hecho por libre albedrío. Cuando aprendamos nuestras lecciones,
terminemos nuestras tareas y probemos nuestra automaestría, nos
graduaremos de la escuela de la Tierra y continuaremos el viaje de nuestra
alma en otros reinos como seres espirituales con maestría.
Con mucha frecuencia en el mundo de hoy la riqueza y la comodidad
física son consideradas como la cúspide del éxito. Cuando vemos la vida
desde una perspectiva espiritual descubrimos que nuestra prioridad no es el
éxito material, aunque constituye una herramienta legítima para ayudarnos a
cumplir con el propósito de nuestra vida. Por el contrario, vemos que la
prioridad de Dios para nosotros es que nos volvamos a alinear con nuestro
patrón original, que reemplacemos la matriz humana, los patrones desviados
del ego humano, con nuestra matriz divina.
Una vez que reconocemos por qué estamos aquí y cómo llegamos al lugar
en el que nos encontramos hoy, las paradojas de la vida se vuelven mucho
más significativas y más manejables. Una vez que vemos nuestra vida no
como un segmento aislado del tiempo sino como parte de un continuo, nuestra
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perspectiva cambia. Una vez que vemos cada día como parte del plan creativo
mayor para nuestra alma, nuestras elecciones diarias cobran un nuevo
significado.
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Una ecuación de energía
Todo lo que conocemos es un sistema de
compensaciones. Cada sufrimiento se
recompensa, cada sacrificio se suple; toda
deuda se paga.
Ralph Waldo Emerson
Cambiemos nuestro enfoque de la imagen mayor a la dinámica de la vida
diaria. La ley del karma es una ecuación de energía precisa y científica. Los
sabios y místicos de Oriente y Occidente nos dicen que toda la vida es
energía. La vida que pasa por nuestras venas, nuestra mente y nuestro corazón
es energía. A cada momento la corriente clara de la vida desciende a nosotros
proveniente de nuestra fuente, y a cada momento estamos decidiendo si
ponemos un giro negativo o positivo en ella.
Por la ley universal de causa y efecto, esa energía regresará a nosotros.
Cuando la energía a la que le pusimos un giro positivo nos regresa, vemos y
sentimos que vienen a nuestra vida cosas positivas. Estamos rodeados de
amor y ánimo, y tenemos una sensación de alegría y de vida abundante y
sentimos que progresamos.
Pero, la energía a la que le hemos dado un giro negativo también regresará
a nosotros. Quizá seremos los receptores del mismo tipo de actos egoístas o
de palabras duras que enviamos. Quizá nos encontremos en una situación en
la que debemos dar de nosotros mismos a aquellos que hemos ignorado en el
pasado. Cualquiera que sea el caso, una vez más, tendremos la oportunidad de
hacer la elección: ¿Imprimiremos un giro positivo o uno negativo en nuestros
pensamientos, nuestras palabras y nuestras acciones?
Una de las lecciones clave que debemos aprender en el sendero del karma
es que no son las circunstancias en las que nos encontramos las que importan
sino cómo reaccionamos ante ellas. Algunas veces nos lleva algún tiempo
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darnos cuenta de ello. Recuerda la película Groundhog day (Hechizo del
tiempo). Un egoísta y odioso meteorólogo de la TV (representado por Bill
Murray) a quien enviaron a cubrir el día de la marmota en Punxsutawney,
Pennsylvania, se despierta todos los días por la mañana para encontrarse al
principio del mismo día —día tras día tras día—. No es sino hasta que
aprende a transformar su actitud de estar centrado en sí mismo en compasión,
a desarrollar sus talentos y abrir su corazón, que consigue el regalo de bajarse
de la montaña rusa y empezar un nuevo día.
La película es una parábola inteligente de la vida misma. Los mismos
escenarios se presentan una y otra vez. Nosotros nos encontramos con los
mismos personajes vida tras vida hasta que decidimos dominar nuestras
reacciones negativas y aprovechamos la oportunidad que tenemos hoy frente
a nosotros de amar, amar y amar.
Mi maestro y finado esposo, Mark L. Prophet, compartió esta verdad
kármica con un hombre que estaba amargado e infeliz por la carga que
llevaba. La única manera en la que podía apoyar a su numerosa familia era
con el negocio de los seguros, pero odiaba su trabajo. Se sentía atrapado y
como resultado de ello, siempre gruñía y era discordante. «Ten el dominio
sobre tu conciencia en el lugar en el que te encuentras, —le aconsejó Mark—
y automáticamente vas a evolucionar hacia una mejor situación cuando tu
alma esté lista». En vez de ello, él culpaba a otros de sus problemas y buscaba
respuestas fuera de sí mismo. Finalmente, llegó a ser tan infeliz que se
divorció de su esposa, perdiendo con ello una oportunidad de obtener un
autodominio mayor.
Esto no significa que no debamos buscar mejores oportunidades de
trabajo o que no nos salgamos de nuestras circunstancias o relaciones
presentes. La lección es que cuando nuestro karma nos impulsa a quedarnos
donde estamos durante un tiempo, la vida nos podría estar mandando un
mensaje: hay algo aquí que debes dominar antes de que puedas avanzar.
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Consecuencias kármicas
Dios te va a enviar la cuenta.
James Russell Lowell
El karma negativo es como una bomba veloz. Nos obliga a hacer una
pausa y poner atención. Algunas veces se parece más a una piedra en el
camino que nos exige retroceder y buscar otro camino para llegar a donde
queremos ir o incluso nos hace pensar dos veces sobre nuestro destino. El
karma nos pide que estemos abiertos a nuevas posibilidades donde quizá
hayamos cerrado los ojos o nuestro corazón en el pasado.
El karma que regresa se manifiesta en una variedad infinita de formas a la
medida de las necesidades de nuestra alma. Determina las familias en las que
nacemos, nuestras relaciones, la carrera que seguiremos y nuestra salud. Le da
forma a nuestro temperamento físico, mental, emocional y espiritual, así
como a los retos que debemos enfrentar.
Si, por ejemplo, hubiéramos nacido con un problema en la garganta,
quizás en una vida pasada hayamos utilizado mal nuestra garganta a través de
nuestras palabras dañinas, confusas o imprecisas. Quizá coartamos la libertad
de expresión de otra persona y ahora tenemos que experimentar cómo se
siente estar en esa situación. Si intencional o accidentalmente causamos la
muerte de alguien en una vida pasada, la ley kármica puede exigirnos darle
nacimiento a esa persona o prestarle un apoyo extraordinario.
Mark Prophet dio una vez este interesantísimo ejemplo: Digamos que una
mujer se vuelve demasiado crítica contra su nuera. Se obsesiona tanto con ella
que de todo lo que puede hablar es de cuán terrible es esta mujer. En efecto, la
mujer tiene una división. La parte honesta de ella sabe que lo que está
diciendo acerca de su nuera no tiene fundamento real, pero el ego está
obsesionado con perpetuar esta falsedad. Mark dijo que, en la vida siguiente
de esa mujer, ésta división podría manifestarse como esquizofrenia.
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Por supuesto, esto no significa que la esquizofrenia siempre tenga la
misma causa. En lo absoluto. Debido a la complejidad de nuestras decisiones
pasadas, no hay un par de personas cuyo retrato kármico sea exactamente
igual[24].
Las lecturas de Edgar Cayce resultan un estudio fascinante acerca de la
precisión del karma que regresa. Una de las lecturas siguió el rastro del
padecimiento de anemia de un hombre joven hasta una vida que tuvo en Perú
en la que había tenido poder. «Se derramó mucha sangre, —decía la lectura—
por lo tanto, hay anemia en el presente». Un hombre que tenía problemas
digestivos había sido un glotón hace siglos y también fue escolta del rey
Luis XIII, por lo tanto, se vio forzado a comer una dieta restringida. Cayce le
aconsejó una vez a una persona sorda que había sido un noble en una vida
pasada en la Revolución francesa: «No cierres tus oídos de nuevo a los que
suplican ayuda».
En otra lectura, una mujer joven, bella pero pasada de peso, fue informada
de que había sido una bella atleta en los tiempos romanos. En esa encarnación
aprendió que había ridiculizado a los que eran menos ágiles que ella porque
tenían más peso. Un productor de películas, que quedó paralítico como
resultado de haber desarrollado polio en su adolescencia, fue informado que
cuando fue soldado romano se había burlado de los que estaban asustados. La
lectura decía: «El rompimiento del cuerpo esta vez fue una experiencia
necesaria para el despertar del ser interior, y para el desarrollo de las fuerzas
espirituales. —En otra lectura, Cayce le dijo lo principal—: Lo que condenas
en otro, en eso te conviertes»[25].
Solo porque nacimos con una condición kármica no significa que no
podemos curarnos. Algunas veces el karma que se encuentra en el núcleo de
una enfermedad se debe simplemente al maltrato de nuestro cuerpo. Al no
cuidar del precioso instrumento que Dios nos dio para nuestra evolución
espiritual podemos recoger un karma por negligencia. Si entendemos la
condición a tiempo aprendemos la lección, podemos recuperarnos. Cuando
nuestros pesares tienen causas más profundas, puede tomarnos más tiempo y
un mayor esfuerzo para equilibrar el karma. Cada caso es diferente. Tal vez
tengamos que llevar una carga durante un tiempo para que nuestra alma pueda
aprender una lección en particular. Cuando hayamos expiado el karma
subyacente, entonces podremos ser liberados de esa condición.
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Una clave espiritual importante para la curación es no buscar la curación
solamente por la curación física en sí, sino buscarla para obtener la integridad
de cuerpo, mente y alma. Las raíces de nuestra enfermedad física por lo
regular tienen su origen en otras dimensiones de nuestro ser que deben de ser
curadas primero. En una ocasión, un hombre que había padecido esclerosis
múltiple recibió una lectura de Cayce que mostró que él se había «consentido
con sus pasiones negativas en exceso» en una encarnación pasada. Cayce le
dijo al hombre que estaba en guerra consigo mismo y lo impulsó a que
confiara en Dios. El hombre, saturado con amargura y lástima de sí mismo, se
encolerizó y dijo que Cayce había fracasado en curarlo.
Una lectura posterior hecha al mismo hombre declaró que su condición
era kármica. Decía que debía tener un cambio de corazón, un cambio de
propósito y un cambio de intención antes de que pudiera responder a
tratamientos curativos. La lectura aconsejó de manera contundente: «En tanto
exista odio, malicia, injusticia —esas cosas que están en contraposición con la
paciencia, el sufrimiento prolongado y el amor fraternal—, no puede haber
curación de este cuerpo. ¿Para qué habría de curarse el cuerpo? ¿Para que
pudiera gratificar sus propios deseos y apetitos físicos? ¿Para que fuera un
elemento más de su propio egoísmo? Entonces, si es así, es preferible que se
quede como está»[26].
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La raíz de nuestra genialidad
La genialidad es experiencia. Algunos piensan
que es un don o un talento, pero es el fruto
de la larga experiencia de muchas vidas.
Henry Ford
¿Y qué hay del buen karma que cosechamos? ¿Cómo es? El Dhammapada
nos dice que así como un hombre que ha estado lejos durante mucho tiempo
es recibido en casa con gran alegría, así «las buenas obras de un hombre en
una vida le dan la bienvenida en otra vida, con el gozo de una persona que se
encuentra con un amigo a su regreso».
Mientras que el karma negativo es como un mar enfurecido que golpea
nuestro bote por todos lados, el buen karma es como el viento favorable en
nuestras vidas que solamente nos impulsa hacia adelante. Mientras que
nuestro karma negativo acumulado nos mantiene atados al nivel en el que
hicimos ese karma, nuestro buen karma acumulado es como un imán que nos
jala hacia arriba a nuestra conciencia superior.
Mientras que nuestro karma negativo representa las deudas que tenemos
con otros, nuestro karma positivo es como tener dinero en nuestra cuenta
bancaria cósmica. Es una reserva sobre la que podemos construir. Podemos
utilizar nuestro buen karma, nuestras fortalezas y nuestros momentums
positivos, para ayudarnos a vencer nuestros rasgos negativos y trascenderlos.
El buen karma puede manifestarse desde un círculo de apoyo familiar o de
amigos, hasta genialidad y talentos. Nuestros dones y aptitudes son las
semillas de nuestro buen karma que dan fruto. Nuestro buen karma y nuestros
momentums pueden también lanzarnos como un cohete hacia el camino de la
pasión de nuestra alma.
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Por ejemplo, el héroe de la segunda Guerra Mundial, el general George
Patton, se vio a sí mismo como líder de hombres en batalla desde que era
jovencito. Luego llegó a creer que había estado encarnado como guerrero
muchas veces, incluso en Troya, con el César y con los montañeses de
Escocia. Cuando tomó su primer comando en Francia, en Langres, un poblado
que nunca había visitado antes, tuvo una experiencia déjà vu que aumentó su
convicción. Le dijo al oficial de enlace francés que le ofreció mostrarle el
lugar: «No es necesario. Conozco este lugar. Lo conozco bien».
Luego le dijo al conductor a dónde ir en la pequeña ciudad: «Era casi
como si alguien estuviera en mi oído, susurrando las direcciones». Lo dirigió
a lo que había sido el anfiteatro romano, a los campos de cultivo, a los
templos de Marte y Apolo. «Incluso le mostré exactamente el lugar en el que
César había levantado su tienda, —dijo Patton—. Sin embargo, nunca me
equivoqué. Ya ve, estuve ahí antes»[27].
La cantante Risë Stevens tuvo su propia experiencia déjà vu mientras
cantaba en Grecia. Cuando cantaba el aria de Lamentación de Orfeo a los pies
de la Acrópolis, el escenario se llenó de la luz de la luna, «perdió todo
contacto con la realidad y sintió como si estuviera en la antigua Grecia,
viviendo “mental y físicamente” una vida pasada en la que había actuado en
ese mismo escenario. Más tarde, escribió acerca del incidente diciendo que
había terminado el aria como si estuviera en trance y había caído postrada
ante el cuerpo de Eurídice. Se requirieron cinco minutos de estruendosos
aplausos para regresarla al presente»[28].
La reencarnación es la única explicación lógica para genios infantiles
como Mozart, quien a los cinco años escribió minuetos y para los nueve años
había escrito sonatas, arias y sinfonías. El músico Tom Wiggins, menos
conocido, es otro ejemplo. Era un niño ciego y autista que era parte de los
esclavos georgianos del siglo XIX y podía aprender en tan solo unas pocas
horas lo que a otros músicos les había llevado años en perfeccionar.
A los tres años, Tom podía imitar piezas de piano que había escuchado
cuando se practicaban en la casa del dueño de los esclavos. A los ocho años,
comenzó una larga carrera en el circuito de conciertos, donde podía tocar los
clásicos y reproducir cualquier pieza de música que otra persona tocara
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primero. A la mitad de su ejecución incluso podía voltearse, estar de frente al
público y ¡continuar tocando la pieza con las manos por detrás!
Desafortunadamente, las ejecuciones de Tom fueron publicitadas como
una especie de espectáculo excéntrico. Sin embargo, sus habilidades eran todo
menos excéntricas. Tal y como sucede con otros niños prodigio, la única
explicación sensata para su extraordinario talento es que provenía del logro
que había obtenido en vidas pasadas.
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Parte II
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Enredos Kármicos
Si quieres conocer el pasado,
observa tu vida presente.
Si quieres conocer el futuro,
observa tu presente.
Gautama Buda
Los ciclos del karma
El karma, o la justicia cósmica,
pone a todo mundo en condiciones en las que
o bien puede aprender o pagar algo.
Helena Roerich
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Todos hemos tenido días en los que pensamos «éste será un gran día», y
luego comienzan las interrupciones —o erupciones— inesperadas. Un día nos
levantamos y nos sentimos muy bien y al otro nos sentimos apesadumbrados
por ningún motivo aparente.
Las diferencias en cuanto a cómo nos sentimos y con qué facilidad
pasamos nuestro día, tienen que ver más de lo que pensamos con la cantidad y
con la clase de karma con la que nos estamos enfrentando. Cuando nos
regresa un cierto karma, las cosas cambian de repente. Vamos a trabajar y de
un momento a otro ya no tenemos trabajo o nos ascienden de puesto. Nos dan
los resultados de nuestros análisis y encontramos que tenemos que ingresar al
hospital o que vamos a tener gemelos.
Cada mañana, el paquete de karma que se nos ha asignado para ese día
nos saluda en la puerta de nuestra habitación. Se nos adjudica una porción de
buen karma con base en las cosas amorosas, consoladoras e iluminadoras que
hemos hecho en el pasado. Cada día, también nos llega una cierta porción de
nuestro karma negativo para su resolución.
En la mayoría de los casos, a la edad de doce años, cuando estamos a
punto de entrar a la pubertad, desciende por primera vez un incremento de
nuestro karma procedente de vidas pasadas. (Algunas almas piden que les
descienda una mayor porción de su karma a una edad más temprana). Así
pues, los primeros doce años de un niño pueden ser un periodo en el que
puede aprender acerca de los valores, de la ley del karma y del uso correcto
de la energía. Si antes de los doce años se les enseña a los niños que tienen un
propósito en la vida y pueden entender la importancia de la elección, les será
mucho más fácil enfrentarse con los desafíos que se les presenten y pasar de
forma segura por los años de la adolescencia y más allá.
Cuando el karma regresa es intrincado y preciso. Tan solo observa la
forma en la que trabaja el fuego, se dirige hacia una población, y de repente
cambia de dirección. Algunas casas quedan en pie y otras quedan destruidas.
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En una ocasión, la primera página de un diario mostró una fotografía de un
incendio en un poblado de California. La cuadra entera era una pila de
escombros excepto una casa, que permaneció intacta. De manera increíble, y
sin embargo creíble, cuando comprendemos la ley del karma. Figurativa y
literalmente, la dirección en la que sople el viento no es una cuestión de azar
o de caprichos; es el resultado de los ciclos del karma.
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Karma grupal
Ningún hombre es una isla en sí mismo; todo
hombre es una parte del continente.
John Donne
El karma es esa fuerza irresistible que hemos puesto en movimiento y que
nos pone cara a cara con ciertas personas, lugares y circunstancias. Como un
imán gigante, nos acerca a aquellas personas de las que tenemos que
aprender, así como a aquellas que tienen que aprender de nosotros y, con
frecuencia, se trata de las mismas personas. El karma también nos magnetiza
a las personas con las que tuvimos relaciones maravillosas en el pasado para
que podamos compartir las bendiciones de nuestro amor mutuo. Esta clase de
conexión uno a uno es la que llamamos karma personal.
El karma también puede ser colectivo. Familias enteras, ciudades, estados
y naciones pueden compartir lo que se llama karma grupal. Cuando grupos de
personas cometen actos como un solo cuerpo o no actúan cuando deberían,
encarnan juntos ya sea para pagar las consecuencias o para cosechar los
beneficios del karma que crearon de manera conjunta. Forman lo que
podríamos denominar un ecosistema espiritual.
Por ejemplo, cuando cuatro personas se agrupan para llevar a cabo un
robo, crean karma grupal. Cuando un número de personas contribuyen a
detener la contaminación o las persecuciones o no lo hacen, son responsables
conjuntamente del daño que provocaron a otras personas, un daño que puede
tener consecuencias de largo alcance. Los pleitos de mucho tiempo, como por
ejemplo las intensas y potencialmente explosivas hostilidades entre los
israelitas y los palestinos o entre india y Pakistán, pueden indicar que existe
un karma grupal antiguo entre esas culturas.
El karma grupal no resuelto puede tener efectos atemorizantes. Así como
el karma personal intenso puede producir en ocasiones consecuencias físicas
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severas, si no equilibramos el karma antes de que este descienda, el karma
grupal negativo puede tener serias consecuencias para aquellos que lo
crearon. Por ejemplo, las calamidades que vienen a través de condiciones
climáticas severas y extremas, con frecuencia indican el regreso de un karma
colectivo[29].
Cuando las calamidades irrumpen, en cualquier forma, necesitamos
responder con compasión para ayudar a aquellos que están sufriendo y jamás
debemos caer en la tentación de criticarlos, juzgarlos o ignorarlos porque
creamos que están recibiendo su pago kármico. Cada uno de nosotros a su
tiempo enfrentará el karma que hemos hecho en ésta y en vidas pasadas, y
nosotros también podemos necesitar apoyo para enfrentar nuestros desafíos.
También debemos mantener en mente que no todo lo que le sucede a la
gente es el resultado de su karma, tema que más adelante trataremos. Llevar la
carga del otro es parte del sendero espiritual, y puede ser una oportunidad de
oro para equilibrar parte de nuestro karma negativo, hacer buen karma y,
finalmente, pero no menos importante, ejercitar el poder del amor.
Las personas también pueden hacer karma positivo que los une con almas
afines. Aquellos que han creado juntos música hermosa o que han unido sus
manos como doctores o escritores en vidas pasadas pueden venir juntos una
vez más para ofrecer sus talentos a la humanidad. Conocí a una familia en la
que tanto los padres como cada uno de los siete hijos tocaban el violín.
Seguramente estuvieron juntos en vidas pasadas. La aptitud de los niños para
tocar el violín pudo haber sido acarreada a través de los genes de sus padres,
pero el logro musical y el buen karma que estas almas han reunido en vidas
pasadas los atrajo a sus padres.
Los pueblos de todas las naciones tienen algún karma que resolver juntos;
sin embargo, también tienen un genio particular, una dotación particular de
talento que su cultura puede ofrecer al mundo. Se ha dicho, y es cierto, que
muchos estadounidenses encarnaron en el antiguo continente de la Atlántida,
que se hundió bajo el océano hace miles de años. El materialismo, el abuso
del poder y el mal uso de la tecnología contribuyeron a la caída de esa
avanzada civilización.
Los estadounidenses están enfrentando las mismas pruebas y
oportunidades una vez más. ¿Podremos unir la ciencia y la espiritualidad de
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tal manera que utilicemos nuestro poder y nuestros avances tecnológicos para
liberar en vez de para controlar? ¿Podremos mantener una espiritualidad
práctica que eduque al corazón y al alma, así como a la mente? ¿Podremos
esta vez permanecer concentrados en los valores internos en vez de en la
sofisticación mundana y en el conocimiento intelectual falto de espíritu?
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Segundas oportunidades
Observa la oportunidad.
Eclesiastés
Un ejemplo dramático de cómo se entretejen los hilos del karma y la
oportunidad a lo largo de las distintas encarnaciones viene de las páginas de la
historia de Inglaterra. Ésta es una historia de principios contra la ambición. Es
también una lección de cómo el karma nos da una segunda oportunidad.
En 1155, cuando Thomas Becket tenía tan solo 36 años, Enrique II lo
designó como canciller de Inglaterra. Becket era un diplomático, hombre de
Estado y soldado entusiasta y hábil. Se convirtió en el más cercano amigo y
confidente del rey, y el segundo hombre más poderoso en el reino.
En 1161, Enrique quiso que Becket ocupara el puesto de arzobispo de
Canterbury. La intención de Enrique era muy simple. Al colocar a su amigo
en los puestos más altos de la iglesia y del Estado, Enrique podía trascender la
tensión tradicional que había entre el arzobispo y el rey. Becket dudó. Previó
el inevitable conflicto entre los intereses del rey y los intereses de la iglesia.
Finalmente aceptó debido a la insistencia del rey y consideró su decisión
como «la oculta voluntad de Dios».
Después de su consagración como arzobispo, Becket adoptó un estilo de
vida austero y devoto en contraste con los años anteriores que pasó como
hombre derrochador mundano. Para desgracia de Enrique, Thomas renunció a
su puesto de canciller y defendió celosamente la causa de la Iglesia. La
relación entre los dos hombres se deterioró rápidamente. Al verse amenazado
con ser apresado o con tener que renunciar, Becket escapó a París. El exilio
duró más de seis años.
Durante ese tiempo Enrique retó tanto a Becket como al papa al coronar a
su hijo como regente a través del arzobispo de York, derecho que se le había
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reservado hasta entonces al arzobispo de Canterbury. Entonces Becket
excomulgó a los obispos que habían ayudado a Enrique y amenazó a
Inglaterra con cerrar todas las iglesias.
Enrique finalmente invitó a Becket a regresar a Inglaterra donde los
eclesiásticos le dieron la bienvenida. No pasó mucho tiempo antes de que los
dos hombres volvieran a chocar en una discusión muy acalorada. Enrique
dijo: «¡Qué cobardes traicioneros tengo en mi Corte que ninguno me librará
de este maldito sacerdote!». Dos barones escucharon la exclamación del rey y
asesinaron brutalmente a Becket en la Catedral de Canterbury cuatro días
después de Navidad. Sus últimas palabras fueron: «Por el nombre de Jesús y
la defensa de la Iglesia abrazo la muerte».
El asesinato de Becket tomó por sorpresa al Cristianismo. Su tumba se
convirtió rápidamente en un santuario y un sitio donde sucedían miles de
milagros. Fue canonizado tan solo tres años después de su muerte. En 1174,
presionado por la opinión pública, Enrique hizo penitencia ante la tumba de
Becket.
En el siglo XVI, las almas de Thomas y Enrique fueron puestas de nuevo
en los papeles de canciller y rey de Inglaterra, respectivamente. Una vez más
se les dio la opción de servir a la voluntad de Dios o a la del hombre, de
defender el poder divino o el mundano. Thomas Becket reencarnó como Sir
Thomas More, y Enrique II como el infame Enrique VIII. Veamos qué
precisa es la oportunidad que tiene como base el karma del pasado.
Comenzando en 1510, Enrique VIII promovió a Thomas More a una serie
de cargos públicos. More era abogado, erudito en los clásicos y un hombre
muy religioso. Le ayudó a Enrique a escribir una declaración en contra de las
doctrinas de Martín Lutero por la que el papa le otorgó a Enrique el título de
«Defensor de la Fe».
Enrique y Thomas nuevamente se hicieron amigos y el rey designó a
More canciller de Inglaterra. Mientras fue canciller, More se ganó la
reputación como juez honesto y justo. Cuando el rey empezó a asumir
autoridad sobre la Iglesia y se divorció de la Reina Catalina oponiéndose a las
leyes de la Iglesia, Thomas renunció. Se rehusó a reconocer que la
descendencia de Enrique y su nueva esposa sucediera al trono porque
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contenía una provisión que desafiaba la autoridad papal. Por esto fue hecho
prisionero en la Torre de Londres.
En 1535, More fue acusado de alta traición y luego decapitado por
oponerse al Acta de Supremacía, en la cual se declaraba a Enrique la
autoridad suprema de la iglesia de Inglaterra. Sus últimas palabras recordaban
el sentimiento expresado por Becket. Dijo que moría por la fe de la Santa
iglesia Católica. «Soy un buen siervo del rey, pero de Dios primero».
Al igual que Becket, More fue santificado por la iglesia. Irónicamente en
1538, Enrique VIII ordenó que el santuario de Thomas Becket fuera
destruido. También ordenó que se borrara el nombre de Becket de los libros
de oración y prohibió que se tuvieran imágenes de él en Inglaterra. Después
de tantos siglos, todavía no había perdonado a Becket, así como tampoco
había perdonado a Thomas More.
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Vida entre vidas
Vi con asombro a los maravillosos
Seres de Luz que brillaban ante mí…
Más que un juez despiadado,
el Ser de Luz era un consejero amigable,
y me dejaba sentir
el dolor y el placer que
le había causado a otros.
Dannion Brinkley
Las experiencias cercanas a la muerte, la regresión a vidas pasadas y los
relatos de los que «ven» los planos espirituales con su ojo interno, han
pintado un retrato de lo que ocurre entre vidas. Los relatos dicen que entre
encarnaciones estamos en un estado elevado de conciencia, el que parece más
real que la vida en la Tierra.
Ellos describen hermosos lagos y ciudades brillantes, así como encuentros
con «Seres de luz». Dannion Brinkley, quien ha tenido tres experiencias
cercanas a la muerte, fue llevado a «una ciudad de catedrales» hecha
«completamente de una sustancia cristalina que brillaba». Después relató que
«éstos eran salones de aprendizaje, lugares —donde no había dolor— y el
conocimiento fluía con libertad»[30].
El libro Life Between Life (Vida entre las vidas) escrito por el doctor Joel
Whitton y Joe Fisher describe las experiencias de algunas personas que
recordaron bajo hipnosis, lo que hicieron entre vidas. Algunos reportaron que
estuvieron «en salones enormes de aprendizaje, equipados con bibliotecas y
salones de seminarios». Doctores y abogados hablaron de «estudiar las
disciplinas que estaban ejerciendo durante el periodo entre vidas», mientras
otros recordaban haber estudiado temas tales como «las leyes del universo» y
otros temas metafísicos. Algunas personas incluso dicen que estudiaron
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materias que no tienen descripción porque no tienen comparación en la
Tierra[31].
Los relatos también revelan que entre nuestras vidas nos reunimos con un
grupo o «Junta» formado por 3 y 7 seres avanzados espiritualmente. Los que
recuerdan su encuentro con esta junta dicen que estos sabios los preparan para
las pruebas venideras y la vida siguiente. Los pacientes del doctor Whitton
reportaron que estos seres «son altamente avanzados espiritualmente y
muchos incluso han completado su ciclo de encarnaciones en la tierra». Dicen
que estos seres saben intuitivamente todo de los que se presentan ante ellos y
«su papel es ayudar a las personas a evaluar la vida que ha transcurrido y
finalmente hacen recomendaciones con respecto a la siguiente
encarnación»[32].
En algunas tradiciones espirituales a esta junta se le conoce como la
«Junta kármica», un grupo de seres avanzados que adjudican karma,
misericordia y juicio a favor de todas las almas. Después de cada encarnación,
nuestra alma se reúne con la Junta kármica para revisar el progreso que hemos
tenido en esa vida. Antes de que encarnemos de nuevo, pasamos ante esta
junta para recibir nuestras tareas y nuestra carga kármica. Se nos muestra en
qué familia vamos a nacer y por qué, dónde tuvimos dificultades en el pasado,
con quién tenemos que arreglar cuentas y cómo podemos aprovechar las
oportunidades para progresar espiritualmente. En esencia, revisamos el plan
de nuestra siguiente vida.
En el libro Vida entre las vidas, Whitton y Fisher dicen que el plan de esta
vida, al que llaman «manuscrito kármico» tiene que ver con lo que nuestra
alma necesita, no necesariamente con lo que quiere. «El manuscrito kármico
con frecuencia requiere volver a involucrarse con personas que han figurado,
para nuestro placer o nuestro desagrado, en encarnaciones previas. —En
palabras de una persona que se sintió impulsada a compensar a los demás—:
Hay personas a las que no traté muy bien en mi vida pasada, y tengo que
regresar al plano terrestre y saldar esa deuda. Esta vez, si me lastiman, voy a
perdonarlos porque todo lo que realmente quiero hacer es regresar a casa. Éste
es mi hogar»[33].
Otro de los pacientes del Dr. Whitton se quejó: «¡Ella otra vez, no!».
Cuando sus consejeros espirituales le notificaron que su «evolución personal
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recibiría mejor servicio al nacer de nuevo de una mujer a la que había
asesinado en una vida pasada»[34].
Después de escuchar una de mis conferencias que hablaba acerca de la
experiencia que el alma tenía antes de la vida, una mujer escribió para
contarme acerca de un recuerdo prenatal que había tenido hacía muchos años.
Recordaba haber sido escoltada por su Yo Superior y entrar a un cuarto que se
veía como un salón grande. Hombres y mujeres vestían de largo, estaban
sentados en una mesa, y colocados en el lado derecho del salón. «Recuerdo
estar parada delante de un hombre que se encontraba en la parte central de la
mesa. Tenía el pelo hasta los hombros y una barba blanca que le llegaba a
medio pecho», escribió.
«Había una presencia suave alrededor de él que me ayudaba a relajarme
mientras me leía las tareas que tenía que cumplir en esta vida, las cuales
estaban escritas en el pergamino que tenía en sus manos. Yo era una niña
pequeña muy emocionada y ansiosa por empezar… me salí del cuarto junto
con mi guía y mientras caminaba hacia el hermoso jardín, empecé a sentir que
mi misión quizá no fuera tan fácil. La incertidumbre comenzó a llenar mi
mente. Nos sentamos en una banca de piedra, que estaba rodeada de hermosas
rosas y flores de todos colores. Entré en contemplación profunda, sabiendo
que solo quedaban unos momentos antes de que naciera de mi madre actual».
«Yo sabía que venía a ayudarla y a apoyarla, pero también tenía algo muy
importante que atender cuando tuviera la edad suficiente. Volteé y vi a mi
guía con una expresión de preocupación y le pregunté: “¿Perderé lo que he
ganado?” Él tomó mi mano suavemente entre las suyas y dijo: “Eso depende
de ti”».
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Lazos familiares
El hombre es una especie de red, un revoltijo
en el que las relaciones están enredadas.
Solo esas relaciones son importantes.
Antoine de Saint-Exupéry
A través de nuestras relaciones, incluyendo las que tenemos con nuestra
familia, nuestros amigos, compañeros, pareja, jefes y colegas, tenemos la
magnífica oportunidad de resolver el karma. El primer karma con el que nos
encontramos en la vida, y por lo tanto con frecuencia el más difícil de
enfrentar, es el karma que tenemos con nuestros padres y hermanos.
Quizá haya mucho por resolver con los miembros de nuestra familia (o
viceversa) o quizá tengamos lazos cercanos y amorosos. Quizá ambas cosas.
En cualquier caso, venimos juntos como familia porque hay algo que nos
debemos dar mutuamente. Tal vez una misión compartida, algo que estamos
destinados a hacer juntos para ayudar, inspirar o elevar a otros.
Algunas veces, las mismas almas reencarnan juntas en la misma familia
pero toman papeles diferentes. Una madre de familia me escribió contándome
una historia: «A una edad muy temprana (a los tres años aproximadamente)
mi hija Melanie[35] estaba fascinada con mi papá, quien había fallecido
cuando yo era una muchacha joven. Melanie creció con la idea de no haber
conocido a mi papá. Ella hablaba de él, me hacía muchas preguntas y quería
escuchar historias acerca de él. Esto continuó durante varios años. En la
noche tenía que sentarme con ella durante media hora para ayudarle a trabajar
esto. Algunas veces se veía triste y me preguntaba: “¿Sabes por qué estoy
triste?”».
«La noche anterior al nacimiento de mi segundo hijo, Melanie tuvo un
sueño. Me dijo que había visto al abuelito y que habían ido a una fiesta muy
grande porque finalmente iba a regresar. Al día siguiente nació mi hijo. Desde
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entonces, Melanie no ha tenido la tristeza y no habla del abuelito como lo
hacía antes».
Una lección con la que nos encontramos en los estudios sobre
reencarnación es que no importa en qué familia nazcamos, solo nosotros
somos responsables de quién y qué somos hoy. Pensamos que heredamos
genes y limitaciones de nuestros padres, pero de hecho atraemos hacia
nosotros padres cuyos genes realizarán la fórmula que nuestro karma dicta
para esta vida. Cayce le dijo a alguien en una ocasión que le preguntó de qué
lado de la familia había heredado más: «Has heredado la mayoría de ti
mismo, no de tu familia. La familia es solo un río a través del cual el alma
fluye».
El doctor Christopher Bache señala que la psicología occidental popular
nos ha hecho pensar que nuestra personalidad y rasgos particulares se derivan
de cómo fuimos tratados en casa. Él dice: «Desde una perspectiva
reencarnacionista, sin embargo, esto retrasa todo. Pone el carruaje delante del
caballo. La regla de la reencarnación es: no tengo los problemas que tengo en
la vida porque tuve esos padres, sino más bien tengo estos padres en
particular porque he escogido trabajar sobre estos asuntos en particular…».
«Ellos volverán a presentarse de una forma u otra en diferentes áreas de
nuestra vida, en nuestras relaciones de la infancia, en el cortejo, en el
matrimonio, en nuestra carrera, en nuestra salud, con nuestros hijos, y con
nosotros mismos. Seguirán confrontándonos hasta que los resolvamos, hasta
que rompamos su código, hasta que nos liberemos de la programación interna
que nos ata a ellos»[36].
Algunas veces, los miembros de la familia no tienen deudas kármicas
entre sí y las interacciones familiares están diseñadas para ayudarlos a vencer
limitaciones o para apoyarse mutuamente. Cayce les dijo a los padres de un
niño con discapacidad mental que en una vida pasada su hijo le había dado la
espalda a aquellos que estaban «perturbados en cuerpo y mente» y prefirió la
autoindulgencia. La lectura de Cayce explicó que el ejemplo amoroso de
servicio que estaban dando los padres al cuidar de su hijo enseñaba a esta
alma cuán importante es proteger fielmente a aquellos que dependen de
nosotros[37].
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Con frecuencia, tanto los padres como los hijos están destinados a
beneficiarse de una situación que puede parecer trágica desde nuestra
perspectiva limitada. Unos padres en una ocasión le preguntaron a Cayce si la
conducta que tuvieron en vidas pasadas era la culpable de haber tenido un
niño con síndrome de Down, él les contestó que no se culparan y que no
culparan a Dios. La lectura reveló que los padres habían estado juntos en la
Atlántida, donde habían cuidado de los lisiados y desprotegidos. La
atormentada alma de su hijo con síndrome de Down era una de las almas a las
que ellos habían auxiliado. Él vino a ellos nuevamente buscando su ayuda y
compasión.
Cayce dijo que la pareja tenía la oportunidad de ayudar a su hijo a
equilibrar su karma para que no tuviera que encarnar una vez más en un
cuerpo deforme. También le dijo a la madre que al estar brindando libremente
amor y cuidado paciente estaba limpiando el camino para el siguiente hijo que
iba a tener. Cayce alentó a la mujer, quien había hecho a un lado su deseo de
ser novelista, a utilizar en sus proyectos literarios las lecciones surgidas de su
dolor.
La lectura también reveló que el padre necesitaba cuidar de este niño
como parte de su propio crecimiento espiritual. Durante la Guerra de
independencia, el padre había estado a cargo de dar provisiones a una sección
del ejército. Un día, su grupo cayó en una emboscada y algunos de ellos
murieron y otros quedaron mutilados. Debido al impacto de la matanza, culpó
enfurecido a sus oficiales, aunque se había tratado de un accidente.
El registro de este desafortunado suceso y su falta de perdón llegó hasta
esta vida. Cada vez que veía a una persona lisiada, inmediatamente surgía en
él un sentido de injusticia. Cayce explicó que para poder sanar este problema
emocional proveniente de su vida pasada necesitaba perdonar y ser tolerante
con los demás[38]. Así pues, ambos, padre e hijo, necesitaban estar juntos por
curación.
¿Cómo podemos decir que no hay beneficio ni crecimiento para un alma
que se encuentra en un cuerpo que tiene síndrome de Down o cualquier otro
así llamado defecto? Cada alma, ya sea que esté en un cuerpo sano o no, está
ganando una experiencia valiosa. Además, aquellos que llevan una carga
física pueden de hecho estar ofreciendo una oportunidad muy necesaria de
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crecimiento espiritual a aquellos que los cuidan. Nuestra perspectiva no es
siempre la perspectiva del alma.
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El karma y la adopción
Nada existe que escape a la vista de lo alto
en todos y cada uno de sus detalles.
Todo ocurre para un propósito especial.
Baal Shem Tov
El destino y el karma nos reúnen con ciertas almas, ya sea de una forma o
de otra. La adopción es un buen ejemplo. Bajo hipnosis, algunos de los
pacientes de la doctora Helen Wambach que eran niños adoptados dijeron que
haber sido adoptados era una parte esencial de su plan divino.
Wambach escribió: «Algunos de ellos conocían antes de nacer la relación
que tendrían con los padres adoptivos, y sentían que no podrían llegar a ellos
como hijos naturales, y que habían escogido el método de la adopción como
una forma de encontrar a sus padres». Su investigación la llevó a la
conclusión de que «aparentemente el azar y los accidentes no tenían cabida en
la adopción»[39].
Esto arroja una nueva luz sobre la actitud de algunas personas que
aconsejan «si usted está embarazada y no quiere quedarse con su bebé, bien
podría abortarlo». Desde una perspectiva espiritual, podría ser el karma de
una persona o su destino dar a luz a un cierto niño y después darlo en
adopción para que pueda encontrar a los padres con los que estaba destinado a
permanecer, padres que no pueden tener hijos.
Dos profesionales de la salud que conozco, marido y mujer, me dijeron en
una ocasión qué agobiados estaban de ver a niños nacer «en familias poco
privilegiadas». Sin embargo, también estaban preocupados por los traumas
físicos y emocionales que algunas veces agobian a las mujeres que se han
practicado un aborto. Pero desde su perspectiva, el aborto era una opción
mejor que nacer en una familia negligente.
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Escuché sin decir una sola palabra, y cuando terminaron simplemente
dije: «Todo eso puede ser verdad, pero no están viendo la situación desde la
perspectiva del niño. —Se quedaron callados con un gesto de sorpresa—. ¿La
perspectiva del niño?». No habían pensado antes de esa manera.
Desde el punto de vista del alma de un niño no nacido, la consecuencia
más dolorosa y trágica del aborto, es que aborta el plan divino del alma, la
misión especial que él o ella ha estado esperando cumplir, algunas veces
durante miles de años. El aborto también acorta el plan divino de grupos
completos de almas que están atadas por su karma y que no pueden completar
su misión porque parte de su «equipo» no pudo entrar en encarnación. Con
mucha frecuencia, el niño tiene karma con sus padres y viceversa. Abortar al
niño puede impedirles a todos equilibrar el karma que tienen unos con otros y
cumplir su plan de vida proyectado para esa encarnación.
Si vamos un poco más allá, ¿qué hay acerca de los hijos de aquéllos a los
que se les negó encarnar y a los cuales tenían que dar nacimiento? También
han perdido la oportunidad de tomar su lugar como adultos en la escena del
mundo. Toda la comunidad mundial está perdiendo individuos que estaban
destinados a desempeñar sus papeles en el escenario de la vida en este
momento de la historia.
Todos nosotros tenemos una cita con nuestro destino y con nuestro karma.
Si perdemos la cita, perdemos nuestra oportunidad de pagar viejas deudas
que, ciertamente, tenemos con algunos individuos y quizá no se nos dé esa
oportunidad de nuevo durante mucho, mucho tiempo.
Una vez que estos profesionales de la salud empezaron a pensar en el
tema desde el punto de vista del niño, cambiaron su perspectiva. De hecho,
decidieron tener dos hijos propios más aunque los dos estaban en sus
cuarenta, y el esposo escribió un libro acerca de las consecuencias espirituales
y psicológicas del aborto.
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Almas compañeras y llamas gemelas
El amor no consiste en mirarse uno al otro, sino en
ver juntos en la misma dirección.
Antoine de Saint-Exupéry
El conocimiento del karma y la reencarnación nos puede enseñar mucho
acerca de nuestras relaciones, algunas hermosas y otras desagradables, pero
todas necesarias para el progreso de nuestra alma. En los últimos años, las
relaciones que tienen el mayor impacto en nuestro crecimiento espiritual —
para bien o para mal—, se dan en el matrimonio.
Con frecuencia, los matrimonios se tejen a partir de lazos intrincados de la
historia pasada que los contrayentes han tenido juntos. Desde la perspectiva
de vidas pasadas, existen tres tipos básicos de matrimonios. El primero es la
unión de almas compañeras. Estas almas afines son compañeras en el sentido
de ser pareja en el viaje, compañeros de trabajo y amigos en el sendero de la
vida.
Las almas compañeras están aprendiendo las mismas lecciones,
enfrentando un karma similar y con frecuencia trabajan juntas para una
misión común. Si las almas compañeras han completado obras constructivas
juntas en vidas pasadas, quizá se les pueda asignar una responsabilidad y una
misión mayores en esta vida. En un sentido, las almas compañeras son
compañeras de juego en el aula de la vida. Quizá puedas tener algunas
asociaciones como esas en la historia de las encarnaciones de tu alma.
El segundo tipo de relación es la unión de las llamas gemelas. Tu llama
gemela es tu otra mitad, tu contraparte. Creados juntos en el principio, tú y tu
llama gemela son las únicas dos almas que comparten su patrón único de
identidad. Es posible que estés o no unido felizmente con tu llama gemela en
esta vida. Tu llama gemela quizá no esté en encarnación en este momento.
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Cualquiera que sea la situación, a niveles internos sus almas son una en la
totalidad de tu realidad divina.
Nosotros encarnamos con nuestra llama gemela —uno de nosotros es la
polaridad masculina y el otro la polaridad femenina del Todo Divino— para
cumplir una misión juntos y crecer espiritualmente. Habríamos compartido la
belleza de nuestra relación como amantes cósmicos en todas nuestras
encarnaciones en la Tierra, si hubiéramos permanecido en armonía con
nuestra naturaleza original, entre nosotros y con Dios. Cuando caímos de ese
estado de perfección creamos karma negativo uno con el otro y con otras
personas. Nuestros enredos con otros exigían que reencarnáramos con ellos
para resolver el karma que habíamos creado. Puesto que una circunstancia
kármica nos llevó a otra, nos encontramos cada vez más lejos de nuestro
primer amor.
Platón habló del deseo innato de las llamas gemelas de encontrarse.
Escribió en su Simposium: «El hombre siempre está buscando su otra mitad».
—Dijo—: «Antiguo es el deseo de uno por el otro que está implantado en
nosotros para reunirnos con nuestra naturaleza original y hacer uno de dos y
curar el estado del hombre». —Cuando las almas gemelas se encuentran, dice
Platón—: «El par se pierde en un asombro de amor, de amistad y de
intimidad».
Algunas veces debido a que no hemos utilizado al máximo las
oportunidades que la vida nos ha dado, somos como barcos que pasan en la
noche, y no sabemos cuán cerca y sin embargo cuán lejos estamos de nuestra
llama gemela. Recuerdo una encarnación en la que nací en una familia pobre
en París. Pasé mi vida criando a mis muchos hijos, lavando y urdiendo
chismes sobre otras personas. En lo que respecta a la cuenta de mi alma, fue
una vida infructuosa y sin importancia.
Todos hemos tenido grandes encarnaciones y también vidas en las que
hemos hecho más karma del que hemos equilibrado. Es la naturaleza de la
experiencia humana. El karma nos lleva a donde tenemos que ir, no
necesariamente a donde queremos ir, pero de nosotros depende sacar el
máximo provecho de ese viaje para el crecimiento de nuestra alma.
Cuando estaba en mi lecho de muerte al final de esa vida en París, mi
familia mandó llamar al sacerdote más cercano para que llevara a cabo los
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últimos rituales. Y sucedió que un sacerdote que estaba de viaje por Francia
se encontraba en el vecindario. Entró, dijo las oraciones y llevó a cabo la
bendición. Era tan solo un humilde sacerdote que pasaba por ahí, pero
ciertamente no por casualidad.
Cuando se inclinó a mi lado, me miró a los ojos y yo reconocí los suyos.
Eran los ojos de mi llama gemela a quien en esta vida reconocí como Mark
Prophet. Un vistazo a sus ojos fue suficiente para ver la visión de nuestro
destino. A través del alma devota de este sacerdote dedicado, me di cuenta
que había desperdiciado mi vida. Así que mientras daba mi último suspiro,
exclamé: une autre opportunité —otra oportunidad—. Ese fue uno de esos
encuentros fugaces que puedes tener con tu llama gemela que los une otra vez
y los prepara para encontrarse nuevamente en el futuro.
Algunas veces nuestro karma y nuestro amor nos lleva alrededor del
mundo y de regreso una vez más. Cuando Adrián era un niño pequeño, tenía
una obsesión por Rusia. Cuando tenía cinco años, elaboró un plan para ganar
dinero y así poder ir a Rusia y liberar a las personas del comunismo. Le
encantaba aprender acerca de ese país y con frecuencia incluía a los rusos en
sus oraciones nocturnas. A los trece años, tuvo el deseo de irse a vivir a
Rusia.
Después de salir de la preparatoria, Adrián se inscribió en un curso de
verano para estudiar en Rusia durante seis semanas. Tan solo había tomado
medio semestre de ruso. Después de su llegada, no dedicaba tiempo a sus
compañeros estadounidenses y solo se comunicaba con los rusos. En tan solo
dos meses, ya hablaba ruso. Tres meses después tenía tanta fluidez al hablar
que los rusos que conocía pensaban que era originario de los países
balcánicos pues solo tenía un ligero acento.
Durante algún tiempo su nueva novia, Alexia, ni siquiera supo que era
estadounidense. Ella iba a la universidad con él y pensaba que era un
estudiante ruso pobre. Después de un año, se mudaron a los Estados Unidos y
desde entonces han estado juntos. ¿Qué llevó a Adrián al otro lado del
mundo? Tal vez sus vidas pasadas o algún karma pendiente que aún tenía que
resolver ahí. Tal vez era su llama gemela que llamaba a su alma. Como la
madre de Alexia dice: «Adrián vino hasta aquí para encontrar a Alexia».
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Algunas veces la historia no se desarrolla tan nítidamente. Incluso si
encontramos a nuestra llama gemela, podemos encontrar obstáculos para
nuestra unión hasta que ponemos primero lo primero. Tal vez tengamos que
hacernos cargo de un asunto no terminado —resolver primero el karma que
hemos hecho con otros— antes de que podamos estar nuevamente con nuestra
llama gemela.
El Zohar, la obra más importante de la Kabalah, dice que Dios nos reunirá
con nuestra llama gemela cuando vivamos una vida de pureza y buenas obras,
en otras palabras, cuando equilibremos el karma que nos separa. «Dichoso el
hombre que es justo en sus obras y que camina por el sendero de la verdad»,
—nos dice el Zohar— «para que su alma pueda hallar a su pareja original,
pues es entonces que en verdad él se vuelve perfecto».
Lo que también aprendemos a lo largo de la vida es que encontrar a
nuestra llama gemela no nos transporta mágicamente a una relación perfecta,
debido a que también tenemos una gran cantidad de karma no resuelto con
nuestra llama gemela. Una relación entre llamas gemelas puede ser igual de
difícil, si no es que más, que cualquier otro matrimonio o asociación, debido a
que en el pasado probablemente se traicionaron y se hirieron mutuamente.
A medida que trabajes en tu propio sendero espiritual, expandiendo la
capacidad de tu corazón para dar y recibir más amor, atraerás a tu llama
gemela en el momento y lugar adecuados, ya sea en esta vida o más allá. Sin
embargo, esa no es la meta principal de nuestra alma. El karma y la
reencarnación nos enseñan que nuestra meta no es tanto encontrar a nuestro
primer amor como lo es amar.
No importa qué clase de relación cercana tengamos, todo el amor es en
realidad amor hacia nuestra llama gemela y hacia Dios. Todo el amor nos
acerca a la reunión con nuestra llama gemela y con Dios. El amor y solo el
amor nos llevará de regreso a estar juntos. El amor y solo el amor equilibrará
el karma que nos separa de nuestra integridad interior y de la integridad
divina con nuestra llama gemela. En vez de voltear la mirada aquí y allá en
busca de «aquél o aquélla», podemos comenzar a caminar por el sendero que
nos lleva hacia nuestro más grande amor justo donde nos encontramos ahora.
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Parejas kármicas
El matrimonio es la oportunidad que tienen dos
individuos imperfectos para ayudarse mutuamente
a descargar sus respectivas deudas kármicas,
a forjar nuevas cualidades del alma y a avanzar
en la comprensión y fortaleza espirituales.
Dra. Gina Cerminara
Además de la unión de las llamas gemelas y las almas compañeras,
existen también esos encuentros cercanos del tercer tipo, los matrimonios
kármicos. Algunas veces vemos a dos personas que parecen tener poco en
común. Lo que tienen en común es el karma.
En un matrimonio kármico, los individuos se atraen para equilibrar el
karma que tienen uno con el otro. Quizá los dos también tengan karma con
otras almas. Antes de venir a encarnación, tal vez marido y mujer se hayan
puesto de acuerdo para traer al mundo a ciertos niños que son parte de su
karma grupal.
Tu alma sabe la razón por la que estás en una relación kármica. Quizá tus
maestros espirituales o tu ángel guardián te hayan dicho: «Tú y esta persona
abusaron en una vida pasada uno del otro. O por su negligencia, por su
incapacidad para actuar, alguna vez causaron la ruina de este pueblo. O
porque se alejaron de sus responsabilidades, muchas personas murieron de
hambre. Ahora deben servir juntos para enderezar las cosas».
Éstas no son situaciones poco probables. Las ramificaciones de lo que
hacemos por nuestro egoísmo o por rehusarnos a servir a la vida son muy
grandes. A niveles internos, el alma que está en el sendero de regreso a Dios
desea hacer cualquier cosa que deba hacer con el fin de corregir los errores
del pasado. Ella sabe que éste es el único camino para regresar a la dicha
espiritual de la que se alejó.
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Los matrimonios kármicos algunas veces están marcados por una relación
de amor-odio. Los contrayentes nunca parecen dejar de pelear y sin embargo,
se sienten miserables uno sin el otro. Parece que aman intensamente y odian
de igual manera.
Ésta es una de esas paradojas de la vida que solo tiene sentido en el
contexto del karma y la reencarnación. Con frecuencia, las atracciones más
magnéticas se basan en un lazo de una vida pasada de odio intenso, dolor o
incluso violencia. Con frecuencia, la única manera en la que podemos vencer
el karma que nace de un severo crimen o traición es expresando amor intenso
en una relación esposo-esposa. La ley universal del karma requiere que
dondequiera que hayamos odiado a otra persona, debemos dar amor para
equilibrar ese karma y apagar los iracundos fuegos del odio.
Las relaciones kármicas pueden ser difíciles pues las viejas heridas se
vuelven a abrir y los encuentros kármicos se revisan. Sin embargo, son
importantes precisamente porque nos dan la oportunidad de aplicar el
ungüento del amor para curar esas heridas. También nos ayudan a tener
dominio sobre patrones negativos que nos están impidiendo abrir nuestro
corazón a dar y recibir más amor.
Aunque cualquier matrimonio puede tener sus retos, también puede tener
sus recompensas pues también traemos a nuestras relaciones el fruto de
nuestro buen karma que hemos hecho juntos. Podemos compartir nuestros
regalos de amor y apoyo mutuo, aunque estemos trabajando los embrollos de
nuestro karma.
En esta época, estamos atando las puntas sueltas de nuestro karma con un
cierto número de personas y por lo tanto, quizá experimentemos en esta vida
varios tipos de relaciones, las de almas compañeras, llamas gemelas y parejas
kármicas. Cualquiera que sea la relación, no es el karma o la falta de él el
factor decisivo en el éxito. Es lo que hacemos para amar y recorrer nuestro
camino de los desafíos y del karma, lo que puede construir o romper una
relación.
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Un prisionero de amor
Lo que determina cuánto karma equilibras
en esta vida es cuánto amor inviertes
en lo que estás haciendo.
Saint Germain
Algunas veces la fuerza de atracción que existe entre dos personas es
irresistible. Primero, no hay nadie en el mundo con el que preferiríamos estar.
El amor está ahí, la emoción de una nueva relación está ahí, y tarde o
temprano quizá decidamos casarnos. Todos conocemos la expresión «se
acabó la luna de miel». Eso significa que nuestro karma nos ha golpeado.
Ahora el trabajo del corazón debe empezar.
Pero ¿por qué nos atrajimos mutuamente? Aunque quizá tengamos mucho
karma que saldar con nuestro esposo o esposa, el impacto inicial fue
exagerado porque a niveles subconscientes estábamos seguros de que
habíamos encontrado a la persona con quien podíamos equilibrar ese karma.
Cuando se acaba la luna de miel, lo que nos mantiene en marcha y dando,
es nuestra alma que sabe que debemos cumplir con nuestras obligaciones
kármicas antes de que podamos avanzar a la siguiente espiral de la vida y a
los proyectos más queridos de nuestro corazón. Sentimos que entre más
rápido nos sometamos a la ley de nuestro karma —que es la ley del amor—,
más rápido nosotros y nuestra pareja seremos liberados de ese karma.
Algunas veces, cuando el karma se resuelve, la relación se disuelve. No
hay nada más que quede para mantenerla unida y las personas avanzan porque
son llamadas a trabajar en nuevas tareas.
He descubierto que con frecuencia Dios nos da el regalo de un amor
intenso frente a un karma intenso para la curación de viejas heridas. La
capacidad de amar y de la liberación del amor es algo que parece ocurrir sin
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nuestra voluntad consciente. Sentimos como si fuéramos prisioneros del
amor. Nuestra mente racional quizá nos diga que no debemos amar a esta
persona pero el corazón sigue amando.
Yo he estudiado este fenómeno en mí misma, porque realmente no
tenemos a dónde ir si no al laboratorio de nuestro propio ser para aprender las
lecciones de la vida. Sin mi voluntad, mi corazón se encendía con amor por
ciertas personas. Yo no creé este amor. Yo no comencé el fuego. Dios lo puso
en mi corazón.
Si retrocedo en los años y pienso acerca de mis días de preparatoria,
puedo reconocer cuándo Dios puso un cierto tipo de amor en mi corazón por
alguien. El solo ver a esa persona creaba dentro de mí un corazón lleno de
amor. De nuevo, yo no comencé el amor. El amor estaba ahí, yo lo observaba,
y luego fui su prisionera. En casos como éste, nuestro karma que busca
resolución nos junta y nuestro Yo Superior derrama un amor y un perdón
inmensos para ayudarnos a resolver ese karma.
Es como si estuviéramos inundando a la otra persona de amor. Cuando ha
fluido el suficiente amor para equilibrar el karma, de un momento a otro la
llave se cierra y ya no tenemos este sentimiento intenso de amor. Es casi
increíble en contraste con la manera en la que nos sentíamos antes. He visto
esto en mi vida. Yo derramé el amor, el karma se equilibró y seguí mi
camino.
Tuve esta experiencia después de que encontré a mi primer esposo. Estaba
trabajando en una iglesia de la Ciencia Cristiana y vi a este joven unos cinco
años mayor que yo. Él era líder del grupo de jóvenes, estudiante de derecho.
La primera vez que lo vi a una cuadra de distancia lo reconocí y él me
reconoció. Cuando me encontré con él, una voz interna me dijo: «Debes
servirle». «¿Cómo?» pregunté: «Le puedes ayudar en el trabajo. Puedes
ayudarle en el grupo de jóvenes».
Así que eso es lo que hice. Cuando se enfermó, escuché de nuevo esa voz:
«Ve y cuídalo», dijo. Seguí recibiendo estas instrucciones internas y seguí
obedeciéndolas. Luego, un día me pidió que nos casáramos. Tuvimos una
boda sencilla en Nueva Jersey. Cuando caminaba por el pasillo escuché mi yo
interior de nuevo que me decía: «Solo es por un tiempo corto». Estaba
sorprendida. Yo creía que el matrimonio era para siempre.
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Los dos estábamos yendo a la escuela en Boston, pero para apoyarlo en la
universidad hice a un lado mi educación por un tiempo. Trabajaba, mantenía
la casa y cocinaba para él. Después de aproximadamente diez meses encontré
el camino espiritual que había estado buscando toda mi vida y le conté acerca
de eso. Él me dijo que tenía que escoger entre él y ese sendero. Tenía que
dejar que se fuera porque sabía en mi corazón que había encontrado mi razón
de ser.
Después entendí que si no hubiera hecho los sacrificios que hice por él no
hubiera podido avanzar en mi carrera o encontrarme y casarme con Mark
Prophet, mi llama gemela. De esto aprendí a no temer obedecer la voz
interior, a servir a otros o a sacrificarme por otra persona. Nunca sabes
cuándo el regalo que das está pagando el último residuo de algún karma que
te liberará para avanzar a un llamado superior.
Quizá nunca sepamos exactamente cuál fue el episodio de la vida pasada
que creó nuestra deuda kármica, pero casi siempre podemos vislumbrar lo que
debemos hacer hoy para saldarla. Pregúntate: ¿Qué cualidad o virtud se me ha
pedido que desarrolle? Quizá maltrataste a tu pareja (o a tu hijo, o a tu
compañero de trabajo) de alguna manera en el pasado y ahora debes mostrarle
un respeto tierno y amoroso. Tal vez ignoraste las necesidades de tu pareja, le
impediste que avanzara en su carrera o de alguna manera cortaste su vida y
ahora debes sacrificarte durante un tiempo para que él pueda tener una
segunda oportunidad.
Creo que es importante trabajar y trabajar duro en un matrimonio. Nos
encontramos en nuestras relaciones por una razón. Es tentador alejarnos de las
situaciones desagradables, tratarlas a medias, o tan solo dejar pasar el tiempo
hasta que «llegue lo verdaderamente importante». Esa es una buena forma de
prolongar la resolución del karma y de crearnos más.
Si huimos de nuestra tarea espiritual, tendremos que enfrentar a los
mismos individuos y los mismos elementos kármicos una vez más. Nuestras
relaciones futuras, una tras otra, muy probablemente nos pondrán cara a cara
con el mismo tipo de problemas y con el mismo tipo de angustia que
experimentamos por primera vez.
Cuando te enfrentes con una situación, mírala como una oportunidad
óptima, pues nunca sabes cuánto tendrás que esperar para que esa oportunidad
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vuelva a presentarse. Puedes escoger disolver la dureza de corazón y el karma
con el calor ferviente del amor, o puedes escoger partir alegremente, lo cual
únicamente demorará el día de la liberación. Eso no significa que tengas que
quedarte en una relación kármica para siempre. Sin embargo, tal vez tengas
que trabajar muy duro para encontrar una razón para la relación y luego
asegurarte de que equilibres el karma para que ambos puedan dejar la relación
con un sentido de resolución.
¿Por dónde comenzamos? Por nosotros mismos. En realidad, no podemos
cambiar la forma en la que la otra persona va a actuar. Solo podemos cambiar
la forma en la que nosotros reaccionamos. Podemos decidir que nos
quedaremos en una situación hasta que hayamos vencido nuestros celos,
nuestro resentimiento, nuestro orgullo o nuestro enojo. Podemos quedarnos en
ella hasta que le hayamos dado a nuestra pareja todo lo que podamos y hasta
que podamos decir, «no siento otra cosa hacia este individuo que no sea amor,
y soy amoroso sin importar lo que él o ella diga o haga».
Por supuesto, ambos deben estar dispuestos a trabajar en armonía. Si solo
una persona hace el esfuerzo, puede resultar difícil. Si se vuelve imposible
resolver el karma a un nivel personal, porque la relación está causando más
daño que bien, y solo estamos recreando viejos patrones, tal vez tengamos
que ponerle fin a la relación y mirar hacia otros rumbos para equilibrar el
karma.
Además, es importante darnos cuenta que puede llegar un momento en
una relación kármica en el que se acaben nuestras obligaciones mutuas. Tal
vez por la costumbre nos digamos a nosotros mismos: «Se supone que tengo
que ser amoroso con esta persona. Se supone que debo mantener en pie esta
relación». Existe una cierta seguridad en lo que nos es familiar, y podemos
volvernos complacientes en una situación y no seguir adelante cuando es
tiempo.
¿Cómo saber cuándo ya se han pagado las viejas cuentas? Cuando se
hayan terminado, tendrás una sensación de resolución y una paz interna. Ya
no habrá la misma intensidad creando un lazo entre ustedes. En situaciones
como ésta, tenemos que ir hacia nuestro corazón y a través de la oración y la
meditación profundas, y de una búsqueda a nivel del alma tenemos que
sintonizarnos con Dios para obtener las respuestas correctas.
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No todas las relaciones son sanas
La dificultad en la vida radica en la elección.
George Moore
Te encontrarás con personas clave en tu vida que sentirás que conoces de
antes. Sientes que tienes que hacer un trabajo con ellos, ya sea a través de un
negocio, una asociación creativa o un matrimonio. También habrá otros
encuentros en los que sientas una atracción o reconocimiento inmediato, y
algunos más en los que te sientes inexplicablemente incómodo y percibas un
cierto peligro.
Pon atención a esos sentimientos. Solo porque has conocido a alguien o
has estado casado (a) con esa persona en una vida pasada, no significa que
tienes que involucrarte con ella en esta vida. Es posible que algún día te
encuentres con una persona con la que tienes un karma intenso o lazos
emocionales profundos, pero con quien terminarás reviviendo patrones
antiguos y disfuncionales en vez de trascenderlos. Esta clase de relaciones
puede jalarte hacia abajo y a través de ellas puedes crear karma en vez de
equilibrarlo.
Tal vez solo tengas unos cuantos meses de karma que trabajar con dicha
persona. Puedes brindarle cualquier servicio que te sientas impulsado a dar en
el camino de la vida, pero no tienes que involucrarte en una relación de abuso
o que vaya en detrimento de tu crecimiento espiritual. Las relaciones no
deben detenernos.
Así que en el mundo de las relaciones, no queremos perder una
oportunidad de dar algún don de nuestro corazón para resolver un karma
cuando eso es lo que estamos llamados a hacer. Al mismo tiempo, no
queremos quedar atrapados en una situación que nos provoque crear más
karma y que finalmente nos lleva a dar un giro equivocado en nuestro sendero
espiritual.
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Siempre tienes la oportunidad de elegir. Puedes decidir si vas a
involucrarte o no con alguien hacia quien te sientes atraído (a). Cuando vayas
a tomar la decisión de casarte, puedes preguntarte: «¿Deseo compartir el
karma de esta persona?». Pues cuando hacemos el voto de apoyarnos
mutuamente «en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad»,
eso significa «en los ciclos del karma, el bueno y el no tan bueno».
Cuando te casas, tomas el karma de tu pareja en el sentido de que has
hecho el voto de apoyarlo (a) en las buenas y en las malas. Así es como
debería ser. Amamos tanto que deseamos con todo nuestro corazón apoyarnos
mutuamente en todas las formas posibles. El matrimonio con la persona
correcta puede ser un viaje hermoso y satisfactorio.
Antes de que podamos sacar provecho plenamente de las maravillosas
oportunidades para transformarnos que el karma nos ofrece, tenemos que
aprender a discernir los mitos que se han infiltrado en la comprensión
occidental que se tiene del karma y la reencarnación. En la tercera parte del
libro, expondremos algunas de estas trampas kármicas comunes.
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Parte III
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Trampas Kármicas
Para ver lo que tenemos frente a nuestras narices
se requiere una lucha constante.
George Orwell
La copa del olvido
Ha habido miles de cambios en la forma.
Observa siempre la forma presente,
pues si piensas en las formas del pasado,
te separarás de tu verdadero Ser.
Rumi
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Si he vivido antes, ¿por qué no recuerdo Quién fui? Y, ¿tenemos que
conocer nuestras vidas pasadas para resolver el karma que hicimos en ellas?
La mitología griega nos dice que las almas que acaban de fallecer y
aquellas que están listas para reencarnar tienen que beber del río Lethe, cuyas
aguas hacen que las almas olviden su vida previa. El texto gnóstico Pistis
Sophia habla del alma que bebe «del agua del olvido». El Dr. Ian Stevenson
reportó que muchas personas en Tailandia que habían tenido recuerdos de
vidas pasadas decían recordar que se les había ofrecido el «fruto del olvido»
antes de volver a nacer.
El velo del olvido desciende por una razón. Esa razón es la misericordia.
Como Gandhi dijo en una ocasión: «Es la bondad de la naturaleza que no
recordemos nuestros nacimientos pasados […]. La vida sería un gran peso si
trajéramos con nosotros semejante carga de recuerdos». Eso es exactamente
lo que le sucedió tanto a Shanti Devi como a Peter, cuyas historias conté en
capítulos anteriores. Después de que Shanti se encontró con los padres que
había tenido en su vida pasada, rompió en llanto y tuvo que ser separada de
ellos por la fuerza para regresar a su familia presente.
El joven Peter, como recordarás, estaba obsesionado con su vida pasada
como policía, en su caso, como sus padres no comprendían lo que estaba
sucediendo y no sabían cómo manejarlo —de hecho, su madre le dijo que
dejara de estar inventando historias— él no tuvo el apoyo o las herramientas
que necesitaba para enfrentarse con esa situación.
«Ciertamente eso no ayudó a Peter (recordar su vida pasada), y parecía
que hacía más difícil que él se ajustara a esta vida», escribió la Dra. Helen
Wambach. Sacó como conclusión que «una inmersión prematura en
experiencias que pudieron haber sido traumáticas aumentan la carga de ajuste
a nuestra vida presente»[40]. Sin embargo, con la enseñanza y el cuidado
apropiados, se puede ayudar a los niños que han tenido recuerdos de vidas
pasadas a que las entiendan y trabajen en ellas.
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El Dr. Christopher Bache señala otra razón para sellar las memorias del
pasado: «Al aislarnos de nuestra identidad global» —dice— «nuestra amnesia
intensifica nuestra experiencia de aprendizaje al hacer que nos concentremos
plenamente en la experiencia en la que estamos actualmente involucrados.
“Cuando nos distraemos y solo le prestamos la mitad de nuestra atención a
aquello en lo que estamos trabajando, por lo regular los resultados lo
muestran”[41]. El Dr. Joel Whitton y Joe Fisher añaden que “tal y como no
tiene sentido que se le den a un estudiante las respuestas antes de sentarse a
presentar un examen, así la prueba de la vida requiere que se nos retire cierta
información de la mente consciente”»[42].
Un recuerdo de una vida pasada no es algo que deba tomarse a la ligera.
Cuando te haces consciente de una vida pasada, el karma de esa encarnación
sale a la superficie. Ya no puedes ignorarlo. Incluso, puedes sentirte
apesadumbrado por los recuerdos. Así que una razón por la que los registros
de las vidas pasadas no deben abrirse de manera prematura es que no siempre
estamos listos para lidiar con ellos o con el karma que traen a nuestra vida.
Esa es la razón por la que Dios solo levanta el velo de nuestras vidas pasadas
cuando hay algo que nuestra alma debe aprender de ese recuerdo y podemos
manejarlo.
Ha habido personas que me dicen que un adivino les reveló una vida
pasada cuando eran adolescentes y que todavía no han podido quitársela de la
cabeza después de una década o dos. Se preocuparon con esa información en
vez de mantener su atención y su energía en ir hacia delante y equilibrar su
karma en el presente, que es con el que tenemos que enfrentarnos. En algunos
casos, se sienten apabullados por la autocondena y la culpa.
Unas palabras de precaución adicionales: Solo porque alguien es psíquico
o dice serlo, eso no significa que todo lo que viene a través de él o ella es cien
por ciento exacto o que es verdad. También es importante tener en mente que
el lugar en el que los recuerdos de nuestras vidas pasadas están sellados, es un
lugar privado dentro de nosotros al que tal vez no deseemos dejar entrar a
otros tan fácilmente.
Cada uno ha tenido vidas constructivas, así como otras que no lo fueron
tanto. No obstante, no tenemos que conocer todos los detalles para transmutar
el karma negativo y tener un progreso espiritual. Las condiciones que están
justo delante de nosotros son un mapa de las tareas para esta vida.
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Karma no es igual a destino
El karma es de gran importancia, pero todavía
más importante es la elección. El karma no es
sino la condición de la elección.
El Morya
Cualquier cosa que seas o no seas, te lo has ganado, lo bueno, lo malo y lo
tedioso. Ésta es la naturaleza del karma.
Cualquier cosa que seas o que no seas, puedes cambiarla. Ésta es también
la naturaleza del karma. Esa es la razón por la que karma no es igual a
destino.
El karma puede ayudarnos a comprender cómo llegamos al lugar en el que
estamos, las circunstancias de nuestra vida, los sucesos que toman forma a
nuestro alrededor, las personas que parecemos atraer. Sin embargo, no nos
dice cómo responderemos a esas circunstancias, y eso es lo que determina
nuestro destino. Ejercimos nuestro libre albedrío cuando creamos karma.
Podemos ejercer nuestro libre albedrío para transformarlo. Los únicos límites
a nuestro progreso son aquellos que nosotros nos hemos puesto.
Por ejemplo, si nuestro karma dicta una muerte a destiempo, es posible
que nos ganemos una extensión de vida a través de un cambio de corazón.
Cuando servimos a la vida con todo nuestro corazón, la vida nos recompensa.
Nada es definitivo hasta que lo hagamos definitivo y nada está predestinado
hasta que lo convirtamos en nuestro destino.
La investigación del Dr. Whitton sobre lo que ocurre entre vidas revela
también que hay «pruebas» kármicas dentro de nuestro plan de vida. Si
pasamos estas pruebas o no eso determina qué tan rápido progresaremos en
esta vida. Él da el dramático ejemplo de un hombre joven, Steve, que odiaba a
su padre.
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Cuando su padre yacía enfermo en una casa de reposo de Miami, Steve
rara vez iba a verlo. Un día tuvo el impulso de visitar a su padre. Mientras
estaba ahí, notó que el tubo del respirador de su padre se había salido de lugar
y por lo tanto, se le estaba dificultando respirar. Steve se enfrentó a una
decisión, podía dejar morir a su padre o correr por la enfermera. Lo pensó
durante un momento y después le gritó a la enfermera, quien reemplazó el
tubo.
Más tarde, a la edad de 29 años, Steve fue golpeado por un camión en un
costado mientras andaba en bicicleta. El accidente pudo haber sido fatal, pero
fue afortunado al haber escapado solo con un fémur fracturado. Al principio
de sus cuarenta, Steve supo bajo hipnosis que había una fuerte conexión entre
estos dos eventos y que ya sabía de ello antes de nacer. «Mi guion kármico
decía claramente que el incidente de vida o muerte con mi padre era decisivo
y era una prueba muy importante que yo mismo me había puesto, —dijo—. Si
lo podía perdonar por las transgresiones que había cometido en contra mía —
que parecían haberse extendido varias vidas—, no moriría en el accidente de
bicicleta».
Lo que es aún más interesante es que Steve dijo que basado en el
comportamiento pasado, se esperaba que probablemente dejara morir a su
padre. Una vez que pasó su prueba, su plan principal de vida se había
terminado y «otros planes para vidas futuras se le habían mostrado para
llevarlos a cabo en la vida presente»[43]. Sus elecciones determinaron su
destino, y no viceversa.
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Ir rápido a ninguna parte
El mejor camino de salida
siempre es el que atraviesa.
Robert Frost
Otra trampa kármica es la tentación de evitar el karma. Vida tras vida
quizá nos hallamos enfrentado con un cierto desafío, pero debido a que no nos
damos cuenta que se trata de una oportunidad disfrazada, corremos en la
dirección opuesta para evitar el encuentro kármico. O reaccionamos de la
misma manera que cuando hicimos ese karma —con enojo, impaciencia o
crítica—, lo cual solo nos enreda más.
Cuando empezamos a ver las cosas desde la perspectiva del karma, nos
damos cuenta de que a menos que abracemos las pruebas kármicas que nos
miran fijamente a los ojos, tendremos que seguir reencarnando con los
mismos individuos o en el mismo tipo de circunstancia hasta que decidamos
pasar esas pruebas. El dar la espalda solo pospone el día en el que debemos
enfrentar y conquistar nuestro karma.
Es natural tratar de evitar la fricción de los encuentros kármicos. Tales
choques con frecuencia nos hacen ver una parte de nosotros mismos que
preferiríamos no mirar. Sin embargo, deliberadamente Dios junta a individuos
cuyos patrones kármicos se rayan entre sí para que puedan limar las asperezas
mutuamente, por así decirlo. Como ha enseñado el maestro El Morya: «Hay
una cierta fricción que se requiere para todos los logros del sendero». Si
alguien en tu vida saca lo peor de ti, alabado sea Dios. Quizá nunca hubieras
visto esa aspereza; y hasta que la limes, cualquier persona que se tope contigo
sentirá esa dureza.
El reconocer que no estamos yendo a ningún lado rápidamente porque
estamos tratando de evitar nuestro karma puede ser sutil, especialmente en
una cultura que tiende a fomentar el deseo de soluciones rápidas para los
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inconvenientes y el dolor de la vida. Sin embargo, el dolor es un maestro
increíble. Nos da la señal de que algo en nuestra vida está fuera de equilibrio,
fuera de alineamiento con nuestro diseño interior. Ya sea que se trate de un
dolor del alma o físico, todo el dolor es crecimiento.
Quizá alguien venga y reacomode las moléculas de tu vida y de repente,
tengas confort en vez de dolor, riqueza en vez de pobreza. Pero quizá no
hayas comenzado a enfrentar las cosas profundas que viniste a resolver y por
las cuales estás en encarnación.
Tal vez nos resulte fácil tomar un trabajo con el vecino y tener un estilo de
vida cómodo como el suyo porque nos aísla de nuestro karma o de nuestro
deber con la vida. Ese cojín, sin embargo, puede estar comprometiendo
nuestro sendero espiritual si el karma y el deber nos están llamando a otro
lugar. Quizá nuestros padres esperaban que fuéramos abogados o doctores,
pero nuestro corazón nos dicta ser trabajadores sociales o maestros rurales.
Probablemente la forma más extrema de evasión es el suicidio. Sin
embargo, el suicidio nunca es un escape. León Tolstoi escribió alguna vez en
su diario: «Qué interesante sería escribir la historia de las experiencias que un
hombre que se mató en una vida pasada tuvo en esta vida; cómo se topa ahora
con las mismas exigencias que se le habían ofrecido antes hasta que llegue a
darse cuenta que debe cumplir esas exigencias».
Tolstoi tenía razón. Los que se suicidan tendrán que enfrentar los mismos
dramas kármicos una vez más —y rápidamente—, pues se les enviará de
inmediato a encarnación para retomar su vida en el punto en el que la dejaron.
Nacerán en una situación en la que tendrán que enfrentar de nuevo los
mismos asuntos kármicos.
Los que sufren y son suicidas necesitan nuestras oraciones y apoyo. ¿Qué
mejor salvavidas podemos ofrecer que la historia del viaje de sus almas, su
verdadera razón de ser y las hermosas posibilidades que se abren frente a
ellos? Todos necesitamos sentirnos valorados por el ser espiritual que somos
y ser alentados a seguir adelante en nuestro camino individual de crecimiento
espiritual.
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El sentido de injusticia
La tragedia de la vida no es tanto lo que los
hombres sufren, sino lo que pierden.
Thomas Carlyle
Una de las trampas más grandes que nos hace que hagamos karma es
permitirnos enredarnos con alguien en un partido de ping-pong emocional.
Cuando escuchas una voz defensiva dentro de ti que dice: «Él me lastimó, la
trae contra mí, no puede tratarme así, le voy a contestar», ten cuidado. Estás
atrapado en la telaraña. Es la telaraña de la acción-reacción.
El tentador dice: «Adelante, enójate, golpéalo desciende a mi nivel». Tan
pronto como empezamos a revolcarnos en el lodo y a pelear en el
denominador común más bajo de la acción-reacción, es difícil salirnos de la
telaraña. Los tentadores molestan y antes de que nos demos cuenta hemos
generado más karma del que teníamos al principio. Si no detenemos el círculo
vicioso y tomamos el camino superior, tendremos que seguir regresando para
limpiar nuestro desorden, hoy, mañana, o incluso en otra vida. Ese camino
superior empieza con el perdón.
Sin embargo, es difícil perdonar ante la tragedia. Cuando ocurre una
tragedia, la tentación es culparnos a nosotros mismos o incluso enojarnos con
Dios. Sin embargo, el enojo no va a borrar el error ni ayudarnos a nutrir
nuestra alma en nuestro reto. Solo empeorará las cosas. En la mayoría de los
casos nunca sabremos con certeza la dinámica interna que encendió la
tragedia, pero podemos escoger abrir nuestro corazón y descubrir el mensaje
profundo que está destinado para nosotros.
Yo conozco a una madre, Marie, que descubrió después de que estuvo
embarazada durante casi nueve meses que su bebé tenía un problema
cromosómico fatal. Esto significaba que el niño moriría minutos después de
nacer, si ella sobrevivía al estrés del trabajo de parto.
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Cuando Marie me llamó para contarme, yo la consolé y le expliqué que
Dios no hace nada que no tenga un propósito profundo y él ya había atraído a
la familia de Marie a ese propósito por una razón profunda. Le dije que las
almas vienen a encarnación para aprender lecciones y para darnos lecciones.
También le dije que al llevar en su vientre a este niño le había ayudado a esa
alma a equilibrar una gran cantidad de karma.
Cuando nació la bebé, con un peso de un kilo y medio, ella superó las
expectativas de todos. Sobrevivió al trabajo de parto y con oxígeno
permaneció viva durante 70 días. Sus padres le pusieron Catherine. Esta
pequeña fue increíblemente valiente. No solo se ofreció como voluntaria para
nacer con este padecimiento cromosómico y con sus correspondientes
defectos internos serios, sino que escogió permanecer en este cuerpo durante
diez semanas para que pudiera equilibrar aún más karma.
Aunque la experiencia de perder a Catherine fue muy dolorosa, el
conocimiento del karma y la reencarnación ayudaron mucho a Marie. Todavía
tenía que trabajar su dolor y aprender a entregarse al plan de Dios, pero no
tenía esas preguntas sin respuesta de: ¿Por qué a mí? ¿Por qué a ella? Ella no
se culpó a sí misma ni tampoco culpó a Dios. De hecho, Marie dice que el
dolor de esa experiencia le trajo resolución. Ella siente que ha perdido hijos
en otra vida y que negaba ese dolor.
Yo tenía la sensación de que Marie, su esposo y su hija de cuatro años
verían a Catherine de nuevo en el camino de la vida y se los dije. Luego
Marie me dijo: «Todo el tiempo que Catherine estuvo viva, le veía los ojos y
le pedía a Dios que me ayudara a reconocerla cuando la viera de nuevo».
Un año y medio después del fallecimiento de Catherine, Marie se
embarazó y dio a luz a una niña saludable que pesó 3 kilos y medio, Cristal.
¿Era el alma de Catherine venida de nuevo? «Definitivamente, yo la relacioné
con Catherine cuando nació, —dice Marie—. Cristal tenía ese lloriqueo que
sonaba como a Catherine. —Dos meses antes de que Cristal tuviera dos años,
Cristal le dijo a su niñera—: Tenía dedos pequeñitos y luego me morí».
Recientemente, la familia estaba viendo fotografías de Catherine y unas horas
después Cristal las miró y dijo: «Cuando me llamaba Catherine, Diedre me
cargó». (Diedre es su hermana mayor).
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En el caso de Catherine, creo que sus padres se habían ofrecido como
voluntarios para estar con ella mientras estaba expiando su karma en ese
cuerpecito. Algunas veces esa es la razón por la que somos parte de una
escena trágica. Nos ofrecimos como voluntarios para ayudar. No obstante,
Marie también dice que ella también aprendió mucho de Catherine.
«Creo que Catherine vino a enseñarnos el amor, la determinación y la
valentía», —dice Marie—. «Aprendí de Catherine a tener compasión por toda
la vida y especialmente por las personas que tienen defectos de nacimiento.
Ella me ayudó a aprender a confiar más en Dios, a amar con menos egoísmo y
a ser más compasiva. Ella me enseñó a soltar y me mostró que uno puede ser
indispensable para ayudar a que alguien más equilibre su karma». Nosotros
progresamos espiritualmente cuando, como Marie, no solo desempeñamos
nuestro papel con valentía, sino que también escuchamos la lección.
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No todo es el resultado del karma
Si juzgas a las personas,
no tienes tiempo de amarlas.
Madre Teresa
La vida es enredada. No todo se puede categorizar en generalidades puras,
ni siquiera nuestra vida espiritual. Sí, las circunstancias de la vida son
resultado de nuestros pensamientos, palabras, obras buenas y no tan buenas
que regresan a completar el círculo. Pero no siempre es así.
Una vez participé en un diálogo teológico que era parte de un seminario
sobre «El Evangelio y la Nueva Era». Un ministro me preguntó: «Si nos
encontramos experimentando lo que parece ser un sufrimiento grande y
desproporcionado, ¿debemos concluir que es algo que nos merecemos porque
hemos puesto en movimiento las fuerzas de causa y efecto, ya sea en esta vida
o en una previa?».
Le dije que no podemos concluir que todo lo que nos ocurre es karma. Por
ejemplo, Jesús le dijo a sus seguidores que serían perseguidos como él. Y es
importante recordar que las personas inician nuevos actos de karma negativo
todos los días y las almas inocentes pueden caer presas de esos esquemas.
Además, cualquiera que sea nuestro camino espiritual, nos encontraremos
con desafíos que tienen la finalidad de probar nuestro metal, como en el caso
de Job, a quien Dios le permitió ser probado por Satanás. Dios puede
probarnos una y otra vez para ver si hemos obtenido el dominio de una virtud
en particular. Si tendemos a ser tacaños, por ejemplo, Dios puede ponernos en
situaciones que nos dan la oportunidad de abrir nuestro corazón y dar más de
nosotros.
El ministro también me preguntó: «Ya sea que se trate de karma o de
persecución, ¿de todos modos nuestra respuesta debe ser la misma?». Yo le
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respondí que cualquiera que fuera el caso, si tenemos a los así llamados
enemigos, los debemos bendecir, enviarles amor y luz y rezar por ellos.
Nuestra respuesta tiene que ser positiva, justa y amorosa. Pregúntate, «¿Qué
haría Jesús?» O ¿qué haría Buda, Krishna, Abraham, María, Santa Teresa o
cualquiera de los grandes adeptos y santos?
Hay una razón que nos lleva a ser pesimistas y a sentir que las cosas no
van bien; es que existen fuerzas del ego humano que se oponen al bien que
podemos hacer y al bien que estamos por cosechar. Como dice el dicho:
«Ninguna buena obra queda sin castigo». Por ejemplo, quizá descubras que
aquellos que están celosos de tu relación amorosa o de tu nuevo negocio
tratarán de destruirlo. Esa es la razón por la cual una parte importante del
sendero del amor es aprender a proteger el corazón al igual que aprender a
abrirlo, tema del que hablamos en nuestro libro Alquimia del corazón[44].
En otros casos, podemos experimentar ciertos padecimientos porque Dios
quiere que estemos en contacto con el dolor que otros llevan y de este modo
podamos elevarnos a un nivel superior de comprensión y compasión. Todavía
hay una razón más por la que nuestras almas pueden sufrir o llevar una carga:
se ofrecieron como voluntarias para hacer sacrificios o ayudar a alguien
cercano a aprender una lección importante para su alma. En ocasiones los
santos, a través de su intenso sufrimiento físico, saldaban el karma planetario
y no el suyo propio. Estaban cargando sobre sus hombros los pecados (el
karma) del mundo para darle a otros una oportunidad mayor de crecimiento.
En su libro Muchas vidas, muchos Maestros, el Dr. Brian Weiss cuenta la
sorprendente historia de cómo aprendió que alguien muy cercano se había
sacrificado por él. Mientras estaba bajo hipnosis, una de sus pacientes,
Catherine, no solo recordó vidas pasadas, sino que, al estar de regreso en el
estado entre vidas, dio las percepciones de seres altamente evolucionados, a
los que llamaba «maestros».
Durante una de esas sesiones, Catherine le dijo al Dr. Weiss algo que lo
dejó perplejo. Era acerca de su pequeño hijo que había muerto hacía once
años cuando Weiss tenía tan solo 23 años de edad.
En su mente consciente, Catherine no sabía nada del niño: sin embargo,
en su estado de regresión describió la exacta y extremadamente rara condición
con la que el bebé había nacido.
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Luego, habló del hijo del Dr. Weiss: «Hizo un gran sacrificio de amor por
usted, por amor. Su alma es muy avanzada […] Quería mostrarle que la
medicina solo podía llegar hasta un cierto punto, que su alcance es muy
limitado». De hecho, la muerte del bebé había hecho justo eso. En ese
entonces, Weiss estaba tratando de decidir si seguir la carrera de medicina o
la de psiquiatría. Enojado porque la medicina moderna no podía salvar a su
pequeño hijo, escogió como profesión la psiquiatría. Weiss dice que a través
de Catherine, los «Maestros» también le habían dicho que su hijo había hecho
el sacrificio de ayudar a sus padres con su deuda kármica. «Mi vida jamás
volvió a ser la misma», escribió Weiss[45].
Las almas se ofrecen como voluntarias para sacrificarse por sus seres
queridos y por tanto, no podemos criticar o juzgar a alguien que está pasando
por momentos difíciles. No sabemos si alguien es víctima inocente, si es el
victimario de una vida pasada que está recibiendo de vuelta su karma, o un
alma que hace un sacrificio por alguien, tal vez por nosotros mismos.
Jesús dijo lo mismo cuando desafió la visión popular de su tiempo de que
el sufrimiento era siempre un castigo por el pecado. Algunos galileos habían
sido asesinados mientras ofrecían sacrificios. Cuando Jesús escuchó hablar de
ello, preguntó: «¿Piensan ustedes que estos galileos eran peores pecadores
que los demás, porque sufrieron más? Yo os digo que no; pero a menos que
os arrepintáis, todos pereceréis de la misma forma».
En otras palabras, jamás podemos acusar a alguien. No podemos decir que
alguien que está sano es un santo, o que alguien que está enfermo es un
pecador. No podemos asumir que alguien que es rico tiene buen karma, o que
alguien que es pobre tiene mal karma. Es más, nuestra perspectiva no es
siempre la perspectiva del alma.
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El ascenso del alma
Cuando hagáis uno de dos, y cuando hagáis que
lo interior sea como lo exterior, y lo exterior
como lo interior, y lo de arriba como lo de
abajo… Entonces entraréis [en el reino].
Evangelio de Tomás
Otra trampa, y la última de la que hablaremos aquí, es la falsa creencia de
que no existe fin para los ciclos del renacimiento. Las tradiciones hindú y
budista nos dicen que nuestro karma requiere que sigamos reencarnando, pero
solo hasta que hayamos equilibrado nuestras deudas kármicas y alcanzado la
reunión con lo Divino.
La verdad es que la reencarnación tiene un propósito. Ese propósito es el
ascenso del alma. No estamos destinados a seguir dando vueltas en círculos,
reencarnación tras reencarnación, hasta el infinito. Estamos destinados a
ascender en una espiral cada vez más alta y a convertirnos cada vez más en
nuestro Yo Superior. Cuando ya no somos atraídos hacia abajo por el karma
negativo y nos fundimos en uno con nuestro Yo Superior, nuestra alma puede
elevarse finalmente a su verdadera estatura espiritual y ser libre de la rueda
del renacimiento.
Nuestras vidas son solo trampolines que nos llevan a esa meta de unidad
con nuestro yo espiritual y con el Espíritu Universal. Como dice el famoso
axioma hermético: Como es arriba, así es abajo. Estamos destinados a
convertirnos aquí abajo (en la tierra, en la materia) en el reflejo de aquello que
está arriba (nuestro Yo Superior, que es uno con el Espíritu). Cuando la
imagen de abajo es igual a la imagen que está arriba, el tiempo y el espacio se
colapsan y el alma asciende a su punto de origen en el Espíritu. Sin embargo,
el alma sigue reteniendo su identidad única, la forma particular en la que
expresa su espiritualidad y cómo se ha integrado con su yo espiritual. No
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existen dos almas que lo hagan de la misma forma, y eso es lo maravilloso de
este universo.
Una forma de pensar en nuestra meta en la vida es que la razón de haber
nacido en este cuerpo físico es tener acceso a la luz del Espíritu, atraerla hacia
cada célula y átomo de estas mentes, emociones y cuerpos que usamos, hasta
que se conviertan en esa luz. Cuando eso ocurre, cuando lo que es abajo es
como lo de arriba, ya no existe ninguna diferencia entre nosotros y nuestra
realidad divina.
La razón por la que hemos encarnado una y otra vez es que no hemos
almacenado la suficiente cantidad de luz. Hemos sido atraídos hacia abajo
debido a los asuntos no finiquitados de nuestro karma y gracias a los deseos
por las cosas de este mundo. Cuando nos deshacemos de nuestro equipaje
kármico y encarnamos la luz del Espíritu, ascendemos en conciencia. Nos
convertimos en maestros del propio destino y calificamos para graduarnos de
la escuela de la Tierra.
Cuando adquirimos maestría sobre los requisitos del karma y cumplimos
con nuestro plan divino único —nuestro dharma, nuestro deber hacia la vida
— el alma puede reunirse con el Espíritu en el ritual de la ascensión. En ese
momento nos convertiremos en maestros ascendidos, tal y como lo hicieron
los adeptos y santos de oriente y occidente que también cumplieron con su
razón de ser.
En eras pasadas, los individuos debían saldar el 100 por ciento de su
karma antes de quedar libres de la rueda del renacimiento. A medida que la
humanidad se prepara para entrar en un nuevo periodo de dos mil años al que
se le llama la era de Acuario, se nos dio una dispensación, podemos escoger
ascender con tan solo el 51 por ciento de nuestro karma saldado. Podemos
trabajar desde los planos internos con aquellos que aún siguen en encarnación
en la Tierra para equilibrar el 49 por ciento restante de nuestras deudas
kármicas.
En otras palabras, solo un poco más de la mitad de todas las energías que
hemos mal usado en todas nuestras encarnaciones deben ser llevadas de
regreso a la armonía con nuestra naturaleza espiritual. En ese punto, podemos
decidir si queremos regresar en un cuerpo físico para continuar sirviendo a la
humanidad o si queremos convertirnos en un maestro ascendido. En el
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budismo, aquellos que por un amor supremo eligen permanecer en la Tierra,
son llamados bodhisattvas.
Una de las razones por las que se cambió el requisito es que después de
haber equilibrado el 51 por ciento del karma, nos enfrentamos a algunos de
los aspectos más desafiantes de nuestro karma. Por lo tanto, si no somos
cuidadosos, después de ese punto podríamos hacer más karma y caer a niveles
más profundos de la espiral. Es mucho más fácil descender de la montaña que
escalarla.
Ni esta vida ni tu ascensión serán el final de tu viaje espiritual. La
aventura sagrada continuará. Ya sea que estemos en encarnación física o no,
nuestra alma siempre tiene la gran oportunidad de explorar nuevos niveles del
mundo interno y de expandir su maestría espiritual. Cuando finalmente estés
de regreso a casa, trascenderás este angosto espectro de la experiencia
llamado Tierra y avanzarás hacia dimensiones superiores de realidad.
En nuestra sección final, la parte 4, hablaremos de algunos pasos prácticos
que podemos dar para trascender nuestro pasado kármico, transformar nuestro
futuro y cumplir con el destino de nuestra alma.
La gráfica de tu Yo Divino ilustra el potencial del alma y la meta última
de nuestra encarnación sobre la Tierra. Esta gráfica es un diagrama de tu
anatomía espiritual y del potencial que tienes para convertirte en lo que
realmente eres.
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Gráfica de tu Yo Divino
La figura superior es la presencia YO SOY, la Presencia de Dios que está
individualizada en cada uno de nosotros. Los budistas la llaman el
Dharmakaya, el cuerpo de la Realidad Última. Tu Presencia YO SOY es tu
«YO SOY EL QUE YO SOY» personalizado, el nombre de Dios que fue
revelado a Moisés. «YO SOY EL QUE YO SOY» significa sencilla, pero
profundamente, Como es arriba, es abajo. Tal y como Dios está en el cielo,
así Dios está en la Tierra dentro de mí.
Tu presencia YO SOY está rodeada por siete esferas concéntricas de
energía espiritual que conforman lo que se llama el cuerpo causal. Estas
esferas de energía pulsante contienen el registro de las buenas obras que has
hecho, tu buen karma.
La figura media representa a tu Yo Superior, tu maestro interno, tu mejor
amigo y la voz de tu conciencia. Cada uno de nosotros está destinado a
encarnar los atributos de nuestro Yo Superior, al que algunas veces se le
llama el Buda interior o el Cristo interior o Santo Ser Crístico.
El rayo de luz blanca que desciende del corazón de la presencia YO SOY
a través del Yo Superior hacia la figura inferior, es el cordón cristalino (o
«cordón de plata», como se le llama en el Eclesiastés). Es el cordón
umbilical, o línea de vida, que te une al Espíritu. Tu cordón cristalino
también nutre la chispa divina que se alberga en la cámara secreta de tu
corazón.
La figura inferior te representa a ti en el sendero espiritual, rodeado por
la luz blanca protectora de Dios y por el fuego espiritual purificador del
Espíritu Santo, conocido como la llama violeta. El propósito de la evolución
de tu alma sobre la Tierra es crecer en automaestría, equilibrar tu karma,
unirte con tu Yo Superior y cumplir con tu misión única para que puedas
regresar a las dimensiones espirituales que son tu verdadero hogar.
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Cuando «lo de abajo» (tu alma encarnada, la figura inferior) se convierte
en «lo de arriba» (tu Yo Superior, la figura media), entonces tu alma se reúne
con tu presencia YO SOY (la figura superior), y queda libre, por fin, de la
rueda del renacimiento. Las tres figuras de la gráfica de tu Yo Divino se
vuelven una sola.
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Parte IV
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Transformaciones Kármicas
¿Para qué permanecer aquí
en la tierra si no es para crecer?
Robert Browning
Tomar la perspectiva superior
No existe ningún objeto sobre la tierra
que no pueda ser observado
desde un punto de vista cósmico.
Fyodor Dostoievsky
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La transformación comienza con un cambio en la perspectiva, con un
cambio de paradigma. Requiere que vayamos a lo profundo para obtener una
perspectiva del corazón. También requiere que escalemos hacia una cumbre
más alta donde los detalles sean menos precisos pero el panorama y el
contexto más claros. Ese contexto casi siempre involucra al karma y la
reencarnación.
En una ocasión estaba con un grupo de personas en San Francisco, entre
ellas había un caballero de edad avanzada. Cuando salimos del auto,
accidentalmente azoté la puerta en su mano. Aunque no se trataba de una
herida seria, era dolorosa. Podrán imaginar lo apenada que estaba, no podía
creer que hubiera hecho tal cosa.
Luego él me miró y dijo algo que jamás olvidaré: «No hay problema, yo
le hice lo mismo a otra persona el otro día, y así ahora usted me ha permitido
saldar mi karma». Independientemente de si este hombre estaba o no en lo
correcto, pensé en ese comentario y en su actitud durante mucho tiempo. ¡Qué
rápido había tomado la perspectiva superior!
La misma lección viene a nosotros en el antiguo cuento Tibetano que trata
de un venerable monje Budista que fue injustamente acusado de robar y matar
una vaca, aun cuando él era vegetariano. El monje fue encadenado y
encerrado en un hoyo en el suelo, y sin embargo no dijo una sola palabra para
defenderse. Aunque encontraron la vaca días más tarde, el hombre
responsable de la liberación del monje se ocupó de otras cosas y se olvidó del
prisionero. El monje permaneció en el hoyo durante meses.
Finalmente, uno de sus discípulos logró tener una audiencia con el rey y le
dijo lo que había sucedido. El rey corrió a liberar al monje e imploró su
perdón, prometiendo castigar a quien resultara responsable. Sin embargo, el
monje le suplicó al rey que no castigara a nadie.
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«Me tocaba sufrir», admitió, explicando que en una vida pasada había
robado un becerro. Mientras escapaba de sus perseguidores, lo había
abandonado cerca de un hombre santo que meditaba en el bosque. El hombre
fue culpado del crimen y encadenado en un hoyo durante seis días. «He
estado esperando muchas vidas para expiar mi pecado» —dijo el anciano—
«y estoy agradecido con vuestros súbditos por darme la oportunidad de
liberarme de este karma».
Tanto espiritual como físicamente, la energía no se crea ni se destruye,
como nos dice la Ley de la Conservación de la Energía. Hace tres
encarnaciones nuestra ira intensa pudo haber desatado una reacción en cadena
que le hizo daño a otras personas. Nos hemos olvidado por completo del
evento, pero esa energía aún sigue en circulación, impresa con negatividad.
Ahora tenemos un problema en nuestra vida y decimos: ¿Cómo puede
permitir Dios esto? Si hay un Dios en el universo, ¿por qué permitió que me
pasara este terrible accidente? ¿Por qué estoy constantemente rodeado por
personas que abusan de mí verbalmente? ¿Por qué murió mi hijo al nacer?
Nos enojamos con Dios porque no nos damos cuenta que nosotros somos
Dios, somos el Dios de nuestro propio universo. Hemos puesto en
movimiento causas cuyos efectos regresarán a nosotros tan seguramente como
que el sol sale todos los días.
Carrie aprendió esta lección en el curso de una experiencia física y
emocionalmente dolorosa. Hace muchos años se encontraba en un accidente
marítimo con su novio, David. Atrapados en la estela de un barco más grande,
su pequeña lancha de carreras fue mecida por las olas. Cada vez que las olas
subían y bajaban el pequeño bote con la cresta de la ola, su cuerpo golpeaba
contra la cubierta. Tenía un dolor muy intenso, y durante los tres meses
siguientes no pudo sentarse cómodamente ni ir a trabajar.
David había manejado la lancha demasiado rápido y su imprudencia
provocó el accidente, pero nunca se hizo responsable por ello. Mientras tanto,
la cuenta del hospital en el que se encontraba Carrie crecía cada vez más y
más, gastó todos sus ahorros tratando de curarse la espalda. Finalmente,
David accedió a pagarle a Carrie 500 dólares, lo cual no era suficiente para
cubrir sus cuentas. Él le dio 250 dólares, pero cuando se separaron jamás
volvió con el resto del dinero.
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Al principio Carrie estaba enojada y molesta por la irresponsabilidad de
David y por estar en tal predicamento, pero luego comenzó a ver las cosas de
una forma diferente. «Empecé a centrarme en mí misma» —dice—
«Comencé a decirme, “¿y qué tal que te estuvieran devolviendo lo que tú le
hiciste a alguien más?”. Ese fue un momento de increíble iluminación para
mí. Pensé para mis adentros, “independientemente de lo que se me está
devolviendo, ¿acaso no es una mejor idea responder con una intención y una
acción más elevada que hacerse la víctima?”».
Carrie también dice que aprendió algo que nunca antes había
comprendido del todo: que podemos elegir. «Aprendí que podemos
permanecer heridos y enojados y tener sentimientos de odio hacia la otra
persona» —explica— «o podemos perdonarlos. Podemos permanecer en un
lugar oscuro o ir a un lugar luminoso».
Para Carrie este accidente, con lo doloroso que fue, se transformó en una
fuerza positiva para su vida. «Esta experiencia me permitió perdonar a David
y también perdonarme a mí misma, porque me di cuenta de que
probablemente yo había sido alguien parecido a David o tal vez no, pero, me
hizo ser una persona más compasiva, tolerante y mucho más consciente de
mis acciones. Desde entonces, cuando me enfrento a decisiones como éstas y
escojo el sendero superior, encuentro que se abren más puertas».
La historia no terminó ahí. Como muchas de nuestras experiencias
dolorosas, algo puede disparar las emociones una vez más. Años más tarde,
de la nada, David le escribió un correo electrónico a Carrie. Ahora estaba
casado y su esposa esperaba un bebé. Recientemente se había encontrado con
un libro que Carrie le había dado años antes y se acordó del incidente. David
le explicó que en realidad estaba tratando de vivir una vida más espiritual y
que sentía que no había actuado de forma honorable al romper la promesa que
le había hecho a Carrie. Le ofreció enviarle los 250 dólares restantes.
Con ese mensaje, los recuerdos y el dolor inundaron de nuevo su mundo.
La mayoría de sus amigos cercanos le dijeron que no le diera a David la
satisfacción de cumplir su promesa, y ella tendía a estar de acuerdo. Sin
embargo, un amigo tomó una posición diferente, le dijo que David necesitaba
su aceptación para su propio crecimiento espiritual. Rechazarlo no iba a
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resolver nada. La amargura simplemente prolongaría el lazo kármico, pero el
perdón los liberaría a ambos.
Fue entonces cuando Carrie se dio cuenta de que todavía estaba
desempeñando un papel importante en la vida de David, y él en la de ella. «En
el esquema más amplio de las cosas, ya no se trataba del dinero sino de su
alma —y de la mía— las cuales necesitaban cerrar ciclos» —dijo ella—.
«David estaba tratando de enmendarse y lo menos que podía hacer era aceptar
el regalo». Ella le dijo a David que siguiera adelante y enviara el cheque.
«Ya sea que el karma esté regresando o que se trate de una situación
creada por uno mismo, porque deseas aprender la lección, lo que importa es
que crezcas con ella» —dice Carrie—, «realmente necesitamos mirar el
panorama general y no tener una motivación propia y ser egoístas. Para mí,
parte de la lección de este episodio es hacer una pausa y revisar mis acciones.
Lo que haces importa, y tiene consecuencias para ti, ante todo, y para otras
personas».
Página 112
Abrir los canales
Ser dañado no significa nada
a menos que continúes recordándolo.
Confucio
El perdón es siempre el comienzo del sendero espiritual. Sin embargo, no
necesariamente es fácil, especialmente cuando se han cometido grandes
crímenes en contra del cuerpo, la mente o el alma. Lo que hace del perdón
algo más difícil es que a muchos de nosotros se nos ha enseñado
erróneamente que borra la trasgresión o el delito. Pensamos que cuando
pedimos perdón o cuando perdonamos a otra persona significa el fin del
asunto. El perpetuador no tiene ya ninguna responsabilidad. Esto es un mito.
El perdón no es igual a la absolución. Aun así se nos exige que nos hagamos
responsables de nuestras acciones. Si robaste algo de alguien, quizá te
perdone, pero igual debes devolverle lo que le quitaste o pagarle.
«El perdón de los pecados no significa su abolición» —enseñó una vez
Mark Prophet—. «Tal vez Dios pase por alto el hecho de que las personas
hayan cometido un error, y quizá no exija un pago inmediato, porque si las
deudas de una persona se saldaran de una sola vez, estarían espiritualmente en
bancarrota. Así que Dios dice: “bien, voy a perdonar tus pecados”. Pero eso
no significa que toda equivocación y todo error que cometamos sean
borrados. Todavía tenemos que pesarnos en la balanza».
Cuando Dios nos perdona, nuestro karma negativo (o pecado), queda
sellado durante un tiempo. Es como si Dios nos levantara nuestra carga de
karma de la espalda para que nos sea más fácil caminar por el sendero del
autodominio y prepararnos para pasar el examen cuando se presente de
nuevo.
Así es como funciona el universo. Si perdemos nuestro temple o nos
enojamos, nos probarán de nuevo en esa fórmula del perdón y la paciencia. La
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prueba puede venir en un nuevo conjunto de circunstancias o puede parecer
como una repetición del mismo escenario con los mismos actores. Cualquiera
que sea el caso, tendremos que demostrar cuánto amor y perdón podemos
infundirle a la situación para curarnos a nosotros mismos y para curar a los
demás.
Saber con qué precisión opera la ley del karma nos libera para entregar
cualquier situación en las manos de Dios. Podemos perdonar sin condonar
porque sabemos que es nuestro trabajo dispensar misericordia y el de Dios
dispensar la justicia que ayudará al alma a aprender sus lecciones. El cuándo,
dónde y cómo de esa justicia es asunto de Dios, no nuestro. Eso es lo que la
Biblia quiere decir cuando afirma: «Mía es la venganza; Yo pagaré, dice el
Señor».
En un nivel práctico, nuestra falta de perdón puede ser desgastante. Así es
como funciona: si no nos hemos «soltado», la ira o el resentimiento al que nos
aferramos nos mantiene atados a aquellos a quienes no perdonamos. Nuestra
atención establece un circuito de energía y, ya sea que seamos conscientes de
ello o no, parte de nuestra energía siempre fluye a lo largo de ese camino,
prisionera de nuestra mente y nuestras emociones. La energía que está
pasando o corriendo a través de ese circuito, según sea el caso, no está
disponible para que nosotros la apliquemos a nuestros proyectos creativos y
amorosos.
«La atención es la clave» —dice el maestro Saint Germain—. «Donde va
la atención del hombre, ahí va su energía». Cuando nosotros «perdonamos y
olvidamos» liberamos la energía que hemos invertido en viejos patrones y la
volvemos a poner en circulación. Luego entonces, el perdón nos permite
volver a canalizar esa energía en algo más constructivo. Simplemente piensa
en toda la energía de la que podemos disponer cuando al final de cada día
soltamos todo sentido de injusticia, ira e incluso culpa por nuestros propios
errores.
Saint Germain también enseña que «si hay alguien en la vida a quien no
has perdonado por cualquier error cometido en contra tuya, real o imaginario,
limitas por ese mismo resentimiento, por esa misma negación del perdón, la
cantidad de perdón que puedes recibir por cualquier karma». —Éste es el
mismo principio espiritual que Jesús enseñó en el Padre Nuestro—: «Perdona
nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden». En
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otras palabras, perdona nuestras propias faltas y errores de la misma manera
en la que nosotros perdonamos las faltas y errores de los demás, pues
sabemos que por la ley del karma, solo en la medida en que perdonemos a
otros, seremos perdonados.
Extender el perdón a medida que surgen los contratiempos es una manera
de evitar que el karma se acumule. Es el principio de «pagar sobre la
marcha». Si hay alguien a quien no has perdonado o que no te ha perdonado,
habla con él o ella o escríbele una carta. Pídele perdón y dile que la perdonas.
Si la persona ha fallecido, puedes expresar tus sentimientos en una carta, la
quemas y le pides a los ángeles que le den tu carta a esa alma.
También puedes practicar el arte del perdón creando tu propio ritual de
entrega, que puedes dar al final de cada día antes de irte a dormir. Si estás
apesadumbrado por circunstancias no resueltas, le puedes pedir a Dios que te
perdone, que te ayude a perdonar a los demás para restablecer un flujo de
amor en forma de ocho entre tú y las personas a las que mencionaste. Como
parte de ese ritual puedes pedirle a Dios que te muestre los pasos prácticos a
seguir al día siguiente para avanzar hacia la resolución. Una oración universal
que se ha convertido en una parte exitosa del ritual de entrega de muchas
personas es la afirmación de perdón que se encuentra en la página 159.
Algunas veces Dios nos va a mostrar ciertos recuerdos de vidas pasadas
para mostrarnos cuan importante es perdonar. Por ejemplo, mientras estaba en
meditación, Donna tuvo un recuerdo conmovedor de una vida pasada que le
mostró cuán energizante y sanador puede ser el perdón. De hecho la curó de
una tos crónica que había padecido durante doce años.
Donna había probado de todo para curar su tos, pero ninguna medicina o
tratamiento de ningún tipo la modificó. Comenzó a pensar que esto tenía
origen en algún tipo de karma pasado aunque no tenía idea de lo que se
trataba. Donna decidió probar una meditación de la que había leído, en la que
uno invita a su Maestro interior para que le ayude a contactar el registro que
está detrás de su enfermedad. Para su sorpresa, en su meditación se encontró
con Jesús. «Haré lo que quieras que haga» —le suplicó—. «Pasaré por todo lo
que quieras que pase. Sufriré todo lo que quieras que sufra para curar este
registro».
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Seis días más tarde, Donna se enfermó gravemente. El dolor en su pecho
era insoportable. «Sentía como un cuchillo» —decía para sus adentros—.
«No, más bien como un hacha». Le dolía tanto que solo podía respirar en
pequeños intervalos. Después de tres largas semanas, finalmente se le
diagnosticó neumonía y se le suministró un tratamiento que la condujo a su
recuperación.
Sin embargo, Donna no podía despojarse de la sensación de que el dolor
en su pecho se parecía al golpe de un hacha. Decidió regresar a la meditación
con su Yo Superior para ver si el hacha era parte del registro kármico de su
tos crónica. Fue entonces cuando vio todo el escenario.
«Toda la escena se desarrolló en una carreta cubierta, estaba acostada» —
dice ella—. «Esperaba un bebé». Las carretas cubiertas estaban en círculo y
los hombres peleaban contra los indios. Mi esposo me había dicho que me
escondiera en la carreta. Podía oír el estruendo horrible, las armas disparando
y a los indios gritando.
«De un momento a otro todo fue silencio. Escuché voces. Un indio brincó
a la carreta donde yo estaba y abrió la cortina. Quitó las cobijas de la cama,
me agarró por debajo de los brazos y me tiró al suelo, encolerizado porque me
había estado escondiendo. Después lo vi sacar su hacha. La encajó en mi
pecho. Me dio en el corazón aun estando yo viva. Casi no podía respirar. Me
golpeó de nuevo con el hacha, esta vez en la frente, y luego estaba fuera de mi
cuerpo».
«Los demás indios vinieron corriendo hacia él. “¿Por qué la mataste?”,
gritaron furiosos. “Nuestras instrucciones eran no matar a ninguna mujer o
niño”. Los otros guerreros lo golpearon en el pecho porque estaban
demasiado enojados con él. “Vas a ser deshonrado frente a toda la tribu esta
noche”, le dijeron, atando sus manos a la espalda».
«Entonces los ángeles vinieron para llevarme de ahí. Traté de detenerlos,
diciéndoles “no puedo irme todavía. Tengo que perdonar a ese hombre. Él me
mató con ira. Ni siquiera me conocía. Tengo que decirle que lo perdono”. Los
ángeles dijeron, “No puedes hacerlo ahora. Tienes que venir con nosotros”».
«Otro día, los ángeles me trajeron de regreso, no a las carretas sino al
campamento indio. Me acerqué a un tepee que estaba en lo alto de una
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pequeña colina. Salía vapor y me di cuenta que era una cabaña para sudar. El
indio que me había matado estaba allí, para tener una visión y mostrar
remordimiento por lo que había hecho».
«Cuando entré flotando miró hacia arriba, me reconoció y empezó a
gritar. Estaba temblando. “¡No me mates! ¡No me mates!”, seguía gritando.
Le dije que se callara. “No te voy a matar” —le dije—. “Quiero decirte algo:
te perdono por haberme matado”. Me dijo que no me creía y comenzó a gritar
de nuevo».
«“Tienes que prometerme que no vas a pelear más” —le dije—. “No te
puedo prometer eso”, me respondió. “Soy un guerrero”. Yo le dije que tenía
que pedirle si podía quedarse atrás y proteger a las mujeres, a los ancianos y a
los niños pequeños. Finalmente decidió que lo haría. Cuando me estaba
retirando, el jefe y otros indios corrían hacia la tienda para ver por qué había
estado gritando. Eso fue lo que vi, y en el momento en que lo perdoné, mi tos
desapareció».
Donna tuvo esta experiencia hace cuatro años, y su tos crónica nunca
volvió. Ella dice que volver a revisar esa escena y afirmar conscientemente su
perdón por el indio, es lo que provocó su curación. Ahora piensa que el
guerrero indio en esa vida, ahora está encarnado como su exesposo. Su esposo
se enojaba mucho con ella. Recuerda que una vez, enfrente de sus hijos y de
un invitado, el hombre tomó una silla, la levantó por encima de su cabeza y
estaba listo para golpearla con ella. Donna le dijo con tranquilidad que dejara
la silla y él lo hizo.
Desde su divorcio, hace 30 años, Donna solo ha visto a su exesposo en
raras ocasiones. Sin embargo, recientemente, se encontraron en la boda de un
familiar y él la trató de manera muy diferente a la de antes. De hecho, parecía
extasiado al verla. Donna cree que fue porque su alma sintió que ella lo había
perdonado por completo por la violencia de aquella vida anterior y ahora
estaba en paz.
Página 117
Reaccionar al estímulo divino, no al humano
La única reacción segura hacia los asuntos
externos es actuar con base en la inspiración que
viene de lo alto y del interior.
Kuthumi Lal Singh
Nos hemos convertido en una nación de personas reactivas, —se lamentó
en una ocasión Mark Prophet, con palabras llenas de sentido común—.
«Somos criaturas de respuesta condicionada» —dijo—. «Alguien jala la
cuerda y nosotros bailamos. Amamos a aquellos que nos aman, y
probablemente no amamos a aquellos que no nos aman. Sin embargo, ésta no
es la forma en la que nuestro Padre que está en los cielos quería que fuera».
«Cuando manejas tu auto y te comportas como una dama o un caballero y
de repente alguien se te cierra y rompe la ley con absoluta negligencia, ¿qué
le sucede a tu temperamento? En muchos casos es como si tuvieras un
termómetro abultado. Tu cabeza está a punto de explotar porque dicha
persona hizo algo que provoca una reacción en ti. Esto la pone en el asiento
del conductor. Ella es tu maestro y tú eres su esclavo».
«Para toda causa hay un efecto. Debemos aprender esto. Y debemos
aprender a controlarnos a nosotros mismos, para ser reactivos de Dios y no
reactivos del hombre. Debemos responder a los estímulos divinos, no a los
estímulos humanos. Debemos amar a aquellos que no nos aman. Debemos
comprender y ser compasivos con aquellos que nos rechazan».
Richard aprendió cuán importante era examinar sus reacciones después de
que tuvo un recuerdo de una vida pasada que lo llevó a sondear las raíces de
su descontento. Desde sus días de universidad, Richard tenía problemas de
espalda. Una noche tuvo un sueño en el que se veía vestido con un uniforme
del ejército durante la segunda Guerra Mundial. Estaba aseándose por la
mañana fuera de una granja cuando de repente alguien que estaba escondido
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en la hierba crecida detrás de él, apuntó y le disparó por la espalda. Despertó
sobresaltado, tenía la sensación de que su dolor de espalda se relacionaba con
esta herida.
Quince años después, descubrió la siguiente capa del recuerdo. Richard
llegó a su trabajo un día y encontró que la compañía en la que laboró durante
años hizo un recorte de personal y eliminaron su puesto. Se sintió traicionado,
especialmente por Warren, una de las personas clave responsables de los
recortes. Cuando conoció a Warren, Richard sintió un lazo cercano hacia él,
como si lo conociera de antes. Richard quedó deshecho con la noticia. Para él,
no solo se trataba de que su puesto había sido eliminado; también se sentía
«destazado» en lo personal.
Richard aprovechó una terapia relacionada con el trabajo que tuvo con un
psicólogo, y a través del proceso de libre asociación, regresó a su recuerdo de
la segunda Guerra Mundial. Se sintonizó con el hecho de haber estado en la
Resistencia Francesa en donde Warren había sido un amigo cercano. Los
alemanes habían capturado a Warren y lo amenazaron con que si no mataba a
Richard, lo matarían a él, a su esposa y a sus hijos. Era Warren quien se había
escondido en la hierba. Para salvar a su familia, Warren había asesinado a su
buen amigo.
Richard comprendió que su intensa reacción hacia el recorte de personal
correspondía realmente a la traición de Warren en esa escena de la segunda
Guerra Mundial. Podía sentir en su corazón cuán traumática debió ser esa
situación para Warren y, por tanto, podía perdonarlo.
Finalmente, Richard se dio cuenta que el recorte de personal fue una
bendición disfrazada, como suele ser el caso de los cambios importantes en
nuestra vida. Eso lo estimuló a encontrar un trabajo que estaba más alineado
con la misión de su vida, un trabajo que se convirtió en un trampolín para su
avance profesional.
También se dio cuenta de que el recorte de empleo, por doloroso que
fuera, lo había impulsado a enfrentarse con sus problemas de autoestima. La
pérdida de su trabajo fue solo la punta de una larga cadena de sucesos que él
había percibido como ataques hacia su dignidad, cuando en realidad nadie,
sino él mismo, podía quitarse o darse un sentido de autoestima. Sabía que su
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alma y su espíritu tenían un valor supremo y que debía ser reclamado por sí
mismo.
Ahora, cuando Richard se enfrenta con situaciones que parecen injustas,
está mejorando para controlarse a sí mismo. Se detiene y se recuerda a sí
mismo que ésta es solo otra oportunidad para afirmar su autoestima. Y no
siempre huye del dolor como solía hacerlo. Por el contrario, ahora trata de
responder a los estímulos divinos que lo impulsan a mirar más profundamente
para encontrar la bendición oculta.
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La relación entre el karma y la psicología
Me he dado cuenta que lo más grande de este mundo
no es tanto en dónde estamos parados sino en
qué dirección nos estamos moviendo.
Oliver Wendell Holmes Padre
Nuestra psicología y nuestro karma están íntimamente relacionados.
Podemos intentar enfrentarnos con los problemas de nuestro karma, pero si no
resolvemos los problemas de nuestra psicología, que son el resultado de
nuestro karma, los mismos disparadores emocionales provocarán que
actuemos y reaccionemos en las mismas y antiguas formas, creando o incluso
complicando nuestra carga kármica.
Desarrollamos ciertas respuestas mentales y emocionales de acuerdo con
las experiencias que hemos tenido en esta vida, pero también tenemos
propensiones que se derivan de nuestras vidas pasadas. Podemos huir del
conflicto porque alguna vez estuvimos inmersos en un conflicto de vida o
muerte, o tal vez seamos sobreprotectores con nuestros hijos porque en una
vida pasada nos los arrebataron.
Dondequiera que hayamos formado hábitos o mecanismos de defensa,
fobias o adicciones, nuestra energía tiende a fluir de manera natural a través
de los canales que ya hemos construido. Se requiere determinación, pericia y
las herramientas apropiadas para recrear nuevos patrones.
Si, por ejemplo, nuestro problema es gastar en exceso y esto tiene raíces
emocionales, podemos contratar a todos los consultores financieros que
queramos, pero hasta que no comprendamos las causas kármicas y los
problemas psicológicos involucrados que nos llevan a sufrir arrebatos
periódicos para ir de compras, jamás seremos capaces de pagar nuestras
tarjetas de crédito. Esa es la razón por la que con frecuencia es necesario
trabajar con un terapeuta capacitado que pueda ayudarnos a trascender
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nuestros problemas psicológicos, al tiempo que hacemos nuestras prácticas
espirituales y damos los pasos físicos necesarios que nuestra situación
requiere.
¿Cómo sabemos que una situación en nuestra vida tiene un tinte
particularmente kármico? Lucile Yaney, psicoterapeuta que cree en la
reencarnación, dice que una de las pistas es un patrón de reacción emocional
exagerada, que incluye miedos y fobias inexplicables. «Una persona puede
estar respondiendo a situaciones pasadas de esta o de otras vidas cuando tiene
una reacción mayor que la que se requiere en la realidad actual», —dice
Yaney, quien ha dado terapia durante treinta y cinco años—. «La
circunstancia actual que dispara la reacción no es ni con mucho tan
amenazante como el evento pasado» —dice— «pero la percibimos y
reaccionamos de la misma forma en la que lo hicimos originalmente».
Por ejemplo, si fuimos torturados en una vida pasada, tal vez nos hallemos
en una situación hoy en la que reaccionemos a la crítica como si estuviéramos
siendo atacados o torturados. «En un caso como éste, podemos estar renuentes
a poner las cosas en claro —explica Yaney— tal vez tengamos una necesidad
excesiva de complacer a los demás». «Tal vez no seamos capaces de
defendernos por nosotros mismos cuando seamos objeto de escrutinio. Por el
contrario, tal vez tomemos constantemente la posición de víctimas,
poniéndonos a la defensiva, cerrándonos y, de hecho, “muriendo”».
Otra señal de que podemos estarnos enfrentando con problemas de vidas
pasadas —dice Yaney es la intensidad de nuestra respuesta emocional una vez
que hemos resuelto cierta situación, «Puede ser algo pequeño sobre lo que
estemos triunfando» —dice—, «como confrontar a alguien a quien le hemos
tenido miedo. Pero cuando lo hacemos, sentimos una alegría intensa. Es como
si toda la energía que habíamos estado utilizando para reprimir recuerdos de
vidas pasadas se desbloqueara y ahora estuviera a nuestra disposición».
Aunque no necesitemos conocer los detalles de nuestras vidas pasadas
para trabajar exitosamente en nuestro karma, tenemos que estar dispuestos a
observarnos a nosotros mismos y la manera en cómo reaccionamos a los
eventos. Tenemos que estar dispuestos a comprender que en la vida no existen
los accidentes ni las coincidencias. Cualquier cosa que esté ante nosotros, está
ahí por una razón. Cada encuentro es nuestra oportunidad de llevar el karma a
su resolución más elevada.
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Puede haber seis maneras diferentes de enfrentarnos con una situación y
todas pueden acrecentar el karma bueno y los buenos sentimientos, pero solo
una será la resolución más elevada para ti, y tú vas a sentirlo. Por ejemplo,
digamos que en una vida pasada tu madre actual fue un niño al que
abandonaste. Ahora tu madre está envejeciendo y necesita cuidados
especiales.
«Debido a que abandonaste a tu madre en el pasado, te sentirás
fuertemente obligado (a) a cuidar de ella personalmente, mientras que tus
hermanos tal vez no compartan ese mismo sentimiento» —dice Yaney—.
«Tus hermanos y hermanas tal vez se sientan bien al descargar en otra
persona la tarea de cuidar a alguien, o incluso llevarla a una buena casa donde
la cuidarán de manera apropiada. De hecho, si tus hermanos tuvieran
contribuciones oportunas para hacer al mundo a través de sus profesiones,
podrían estar haciéndose un daño a ellos y a otros al convertirse en el
cuidador de su madre».
«Puedes ser capaz de sentir tu deber kármico, si observas cómo te sentiste
en esta situación» —dice Yaney—, debido a tu responsabilidad kármica, tal
vez te sientas sumamente impulsada a cuidar personalmente de tu madre. En
el caso de tus hermanos, cuyas obligaciones más importantes están en otra
parte, tal vez se sientan insatisfechos y molestos de tener que asumir ese
trabajo. Así pues, nuestro deber puede ser completamente diferente a la de
otra persona aunque nos encontremos en la misma situación. Todo depende
de nuestra historia kármica. Nuestro trabajo es utilizar el libre albedrío para
seguir la dirección interna que nos llevará a tomar la decisión más elevada.
Página 123
El papel de la compasión
Toda la idea de la compasión se basa en una
aguda conciencia de la interdependencia de
todos estos seres vivos, que forman parte
unos de otros y que están involucrados
a su vez unos con otros.
Thomas Merton
La compasión es una parte integral de nuestras transformaciones
kármicas, compasión no solo hacia nosotros sino también hacia los demás.
Cuando Michael era niño, no podía confiar en nadie, ni siquiera en sus padres.
A los quince años, decidió que quería ser un menor emancipado. Le informó a
su madre que había ido a la biblioteca para investigar cuáles eran los
requisitos para estar legalmente libre de sus padres.
Lejos de reaccionar con enojo, su madre tomó una perspectiva compasiva.
«No lo tomé de manera personal» —dijo— estaba muy consciente de su
problemática. Podía comprender por lo que estaba pasando. Así que lo abracé
y le dije: «¿Sabes? Si tuvieras unos malos padres, eso sería exactamente lo
que necesitarías hacer. Pero, cariño, en esta vida te fueron dados unos buenos
padres que te apoyan y que están de tu parte. Te respaldamos. No necesitas
emanciparte de unos buenos padres».
Al día siguiente escuchó que su hijo le explicaba a un amigo por teléfono
que había estado planeando llenar los formularios para ser un menor
emancipado, pero que se había dado cuenta de que realmente tenía unos
buenos padres y que no había necesidad de hacerlo. «Toda la energía que
estaba alrededor de esa situación desapareció» —dijo su madre—. «Nunca
volvió a salir el tema». Tenía la sensación de que alguien en quien Michael
confió profundamente en una vida pasada lo había traicionado. No fue sino
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hasta que sus padres lo apoyaron en algunas experiencias difíciles, en las que
él esperaba que lo abandonaran, que fue realmente capaz de confiar en ellos.
Toni también tenía un problema de confianza que se solucionó a través de
una clase diferente de compasión. Desde que Toni tenía uso de razón, se
sentía incómoda con los chicos. Cuando era una niña, nunca pasó mucho
tiempo con los niños. Ya en su juventud, tuvo novios pero siempre mantuvo
cierta distancia.
Toni se casó relativamente entrada en años. «Aunque mi esposo era fuerte
y varonil, también era amable» —dice—. «Aun así, si levantaba la voz,
aunque fuera un poco o se enojaba levemente, me sentía atemorizada y me
replegaba. De manera gradual, gracias a su naturaleza amorosa, atenta y
protectora, comencé a suavizarme. Sin embargo, todavía una parte de mí
permanecía sin relacionarse con él. Cuando quise ser vulnerable y abrirme por
completo a él, no pude. Nunca comprendí por qué».
Un día, después de haber estado casada por más de diez años, Toni
decidió que quería descubrir por qué sentía la necesidad de poner barreras
entre ella y los hombres, incluyendo su esposo. Trabajó con un terapeuta que
utilizó una técnica que le permitió tener acceso a situaciones de ésta vida y
vidas pasadas sin utilizar la hipnosis. Ésta es la historia en sus propias
palabras.
«Cuando cerré los ojos y traté de entrar en contacto con mis sentimientos
de desconfianza, me vi como una niña en otra vida. Era un día soleado y
estaba jugando fuera de la casa. El mundo parecía hermoso y bueno, y yo me
sentía despreocupada y feliz. Había estado jugando demasiado tiempo y sabía
que llegaría tarde a la cena. Para llegar a casa a tiempo, decidí caminar por el
bosque. El sol se ocultaba y había un ligero frío en el aire. Cuando entré al
bosque, me sentí incómoda. Sin embargo, seguí caminando y me dije que no
había nada que temer».
«Entonces sentí la presencia de alguien, no muy lejos. En las sombras del
anochecer que se acercaba, pude distinguir la forma de un hombre. Pronto lo
reconocí, era alguien que trabajaba en la granja de mis padres. Siempre se
había portado amable conmigo, pero entonces noté algo extraño en él. No
quería acercármele. Quería estar a salvo en casa. Se aproximó y me tocó, lo
que sucedió después era confuso. La negrura cubrió toda la escena. La
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siguiente sensación que tuve fue que me encontraba en el agua helada de un
pantano y todo era frío y oscuro. Yo estaba muerta. Pero recuerdo mis
pensamientos finales: “jamás volveré a confiar en un hombre, y jamás me
entregaré a él”».
«Con algo de paciencia, regresé a los momentos en los que reconocí por
primera vez quién era aquel hombre. Me di cuenta de que esta no era la
primera vez que le había hecho esto a alguien. Y, sin embargo, no pienso que
fuera un hombre vil o malo. Simplemente, se encontraba muy perturbado. No
estaba en su sano juicio. Para él, era como si alguien más, no él mismo, me
hubiera lastimado a mí y a los demás. Al entenderlo, pude tener compasión
por él y perdonarlo, y recé para que fuera sanado».
Toni se dio cuenta de que tras haber sufrido la experiencia en esa vida, se
había creído la mentira de que nunca podría confiar en ningún hombre. En ese
terrible momento, había tomado la decisión de ocultar siempre una parte de sí
misma, incluso del que ahora la amaba tanto. Ella entendió por fin que podía
confiar en los hombres usando su discriminación, dependiendo del individuo,
y que podía amar y confiar en su esposo sin reservas.
«Me quité un gran peso de encima» —dice Toni—. «Después de esa
sesión, regresé a los brazos de mi esposo y pude sentir el amor que tenía por
él y que siempre supe que estaba ahí. Mi amor se fusionó con el suyo. Nos
envolvió y se expandió más allá de nosotros dos. Aprendí que si logras
entender, tener compasión y perdonar a otra persona, incluso por lo que puede
ser un crimen atroz, entonces puedes ser libre para amar y ser amado».
Cuando escuchamos historias como ésta, tendemos a pensar en que los
asuntos difíciles de nuestro karma y nuestra mente provienen de un solo
evento destacado o traumático, que nos hizo dañar o marcar con una cicatriz a
otra persona o viceversa. Sin embargo, también es el patrón más amplio de las
influencias del día a día y nuestras respuestas a ellas, en ésta y en vidas
pasadas, las que han dado forma a nuestro karma, nuestro carácter y nuestra
mente.
«El latir constante de las influencias destructivas, tales como las críticas
punzantes de los padres, podrían causar más traumas psicológicos que un solo
evento traumático —dice el Dr. Brian Weiss—, un niño criticado
constantemente puede perder tanta confianza y autoestima como el que
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recuerda haber sido humillado en un terrible y espantoso día. Dice que el latir
constante “de las fuerzas negativas” tiene que ser “reconocido y resuelto” con
tanta atención como la que se le pone a un solo evento traumático y
agobiante».
Cualesquiera que sean los dramas del pasado que llevemos con nosotros,
somos los árbitros finales de nuestro destino. No somos víctimas. Podemos
acercarnos al trabajo de nuestra alma desde el punto de la responsabilidad y
de la compasión adulta y decir: «Está bien, esta situación desafortunada
existió en mi infancia o en una vida pasada, pero yo soy quien yo soy. Yo soy
un hijo/una hija de Dios, y estoy determinando el rumbo de mi vida. Sí, quizá
tuve una familia disfuncional, pero les enviaré misericordia y perdón. Mis
padres y otras personas a las que he conocido son responsables de sus
acciones, pero yo también soy responsable de la manera en como reacciono
frente a ellas».
«Me aseguraré de corregir esos elementos en mí mismo que me han
llevado a crear karma negativo, y me aseguraré de darles a mis hijos y a las
personas con las que me encuentre en el camino de la vida, una mejor
oportunidad de convertirse en quienes son. En el proceso de experimentación
en el laboratorio del ser, quizá cometa errores, pero no me criticaré.
Aprenderé de esos errores y seguiré adelante. Y no olvidaré amarme a mí
mismo y celebrar esos elementos dentro de mí que me han ayudado a crear
buen karma».
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El oro en el lodo
Viaja del ser al Ser y encuentra la mina de oro,
Rumi
Una vez alguien me dio un profundo consejo cuando sentí que había
tomado la peor decisión de mi vida. El consejo fue: aprendes más de una
decisión equivocada que de una correcta. Como escribió alguna vez James
Joyce: «Los errores son los portales del descubrimiento». Sin embargo,
muchos de nosotros no perdonamos cuando se trata de nuestros propios
errores o errores de juicio. Parece que no podemos perdonarnos a nosotros
mismos por no cumplir con el estándar ilusorio y resbaladizo de la
«perfección».
Robert Kennedy señaló en una ocasión que «solo los que se atreven a caer
en lo profundo pueden alcanzar alguna vez las alturas». En esta atrevida
aventura que llamamos vida, inevitablemente vamos a dar giros equivocados
aquí o allá. Eso no nos hace menos valiosos. Es necesario contactar con el
dolor que le hayamos causado a otros por nuestros errores. Es necesario
sentir, con toda la sensibilidad de nuestro corazón, el remordimiento que
convence a nuestra alma de nunca lastimar de nuevo a otra parte de la vida de
esa manera. Pero también es necesario recuperarnos de eso. La culpa es el
enemigo del crecimiento.
Independientemente de los errores que hayamos cometido, estábamos
haciendo lo mejor que podíamos en ese momento. Ahora es tiempo de
perdonarnos, de continuar con nuestra vida y de mantener nuestra mirada
enfocada en el vasto potencial espiritual que tenemos dentro de nosotros. Ahí
reside el quid de la cuestión. Todos tenemos ese vasto potencial espiritual
pero no siempre lo aceptamos, especialmente cuando otros o nosotros mismos
nos menospreciamos.
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Para pasar las iniciaciones diarias de nuestro karma, no solo necesitamos
una perspectiva superior de la situación, sino también una perspectiva interior
de nuestra propia realidad divina. Necesitamos afirmar y reafirmar el oro que
brilla en el centro mismo de nuestra identidad.
Tanto los Budistas como los Gnósticos Cristianos utilizaron la imagen del
«oro en el lodo» para ayudarnos a entender nuestra esencia espiritual. Ellos
dijeron que el oro de nuestro espíritu puede estar cubierto por el lodo del
mundo, pero el lodo nunca destruye la belleza de ese espíritu inmanente.
El budismo enseña que cada uno de nosotros contiene el germen o la
semilla del Buda y que, por lo tanto, todos somos Budas en formación. El
texto Budista Uttaratantra explica esta verdad con la siguiente analogía: «El
Germen de Buda tiene un parecido con el oro. Supongamos que el oro que
pertenece a cierto hombre, en el momento de su partida, fue arrojado en un
lugar lleno de impurezas. Al ser de una naturaleza indestructible, este oro
permanecería ahí durante muchos cientos de años». El texto continúa diciendo
que «el Señor percibe las verdaderas virtudes (el “oro”) de los seres vivos que
están hundidos en las pasiones que son como las impurezas». Para «lavar esta
suciedad», el Buda permite que la lluvia de la enseñanza más elevada
descienda sobre todo lo que vive.
Los gnósticos también hablaron de la naturaleza de oro. Según el padre de
la iglesia griega del siglo II, Irenaeus, los gnósticos enseñaban que nuestra
«sustancia espiritual» no podía ser corrompida, al igual que «el oro cuando se
sumerge en la suciedad», no pierde su belleza, sino que «retiene sus
cualidades innatas y la suciedad no tiene ningún poder para manchar el oro».
En otras palabras, no importa por lo que hayas pasado. No importa cuánto
lodo (karma) haya salpicado tu alma y moldeado tu personalidad exterior en
el camino de la vida. No importa lo que otras personas digan de ti. Sigues
siendo un hijo de Dios. Oro puro. Tú eres capaz de vivir esa gran aventura
espiritual que te pertenece por derecho de nacimiento, y el piloto de ese viaje
es tu Yo superior.
Tu Yo Superior es parte de tus tesoros de oro. Tu Ser Superior es tu
conciencia superior innata y tu luz guiadora, tu sabio maestro interior y tu
amigo más querido. Jesús descubrió que ese Yo Superior era «el Cristo», y
Gautama descubrió que era «el Buda». Así que ese Yo Superior también se le
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da el nombre de Cristo interior (o Yo Crístico) así como el de Buda interior.
Los hindúes se refieren a nuestro Yo Superior como el Atman, y los místicos
cristianos algunas veces lo llaman la Luz interior o el hombre interior del
corazón.
Cuando estamos en medio de una situación difícil, el Yo Superior es
nuestro mejor maestro y aliado. Podemos entrar conscientemente en nuestro
corazón, que es el asiento de nuestra conciencia superior, y sintonizarnos con
la voz interior de la sabiduría que fluye desde nuestro Yo Superior. Podemos
pedirle que nos muestre la dinámica espiritual que está en juego en cualquier
circunstancia, qué pasos debemos dar para resolver nuestros desafíos
kármicos, y cómo día a día podemos sacar el máximo provecho de nuestro
buen karma.
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La gracia del buen karma
Uno no puede escapar del efecto de su karma
pasado. No obstante, si una persona vive
una vida devota, tan solo recibe una espina
enterrada en la pierna, donde
debería sufrir una herida profunda.
Sri Sarada Devi
Algunas veces el momentum (impulso) de nuestro buen karma nos brinda
lo que llamamos «gracia», un respiro que no esperábamos pero que nos hacía
falta. El maestro hindú y profesor Paramahansa Yogananda, cuenta una
historia acerca del maestro Babaji que describe cómo puede obrar la gracia:
«Una noche, los discípulos de Babaji estaban sentados
alrededor de una fogata preparada para una ceremonia sagrada.
De repente, Babaji sacó un tizón ardiente del fuego y lo frotó
ligeramente en el hombro desnudo de un discípulo que estaba
cerca de la hoguera. “¡Qué cruel!”. —Exclamó uno de los
discípulos del maestro. Pero Babaji respondió—: “¿Hubieras
preferido verlo reducido a cenizas ante tus ojos, de acuerdo con
el decreto de su karma pasado?”. —Luego el maestro puso su
mano en el hombro herido del discípulo y lo curó, diciendo—:
“Esta noche te he liberado de una muerte dolorosa. La ley
kármica ha sido satisfecha a través de tu pequeño sufrimiento
por el fuego”»[46].
Todos hemos visto el buen karma de la gracia en acción. Tomemos estos
ejemplos recientes. Mientras Jan caminaba por las montañas, sufrió una fuerte
caída y se golpeó la cabeza contra una roca. Afortunadamente, su compañero
de alpinismo solía enseñar primeros auxilios, y sabía exactamente qué hacer.
Cuando dos turistas se volcaron en su auto, la primera persona que llegó al
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lugar era un técnico en emergencias médicas, que manejaba por ahí con su
familia. Si tienes que enfrentarte con el karma que regresa, ¿qué mejor forma
que tener la ayuda y el consuelo inmediato que tu buen karma te brinda?
Rob, cuya hija de tres años y medio fue diagnosticada recientemente con
leucemia, se maravilla de que tanto él como su esposa, pudieron ayudar a
diagnosticar la enfermedad antes de que se convirtiera en una situación de
vida o muerte. Su esposa había sido enfermera y él había ayudado a investigar
tratamientos contra la leucemia durante varios veranos como estudiante de
medicina, aunque nunca se dedicó a la medicina como carrera.
«Para mí es sorprendente cómo es que mi hija nació con unos padres que
reconocieron a tiempo sus síntomas vagos, pero potencialmente mortales —
dice Rob—, nuestra experiencia médica pasada también eliminó parte del
impacto que la mayoría de los padres sienten en esta clase de situaciones, y
estábamos bien preparados para poner una pequeña “clínica” en casa durante
los dos años que duró su atención y tratamiento».
Cuando Rob y su esposa estuvieron en el hospital infantil donde su hija
permaneció durante los primeros días de su terapia intensiva, Rob le comentó
a uno de los doctores que él y su esposa habían discutido que la leucemia
podía ser una fuente probable de los síntomas angustiantes que su hija había
presentado un mes antes de su diagnóstico actual. «Muchos de los padres o
parientes de los niños a los que se les diagnostica leucemia son de hecho
enfermeras o ejercen la profesión médica», le dijo el doctor. La gracia de Dios
en acción.
Por mi parte, yo también aprendí algo acerca de la naturaleza del karma
que regresa y de la gracia, cuando estudiaba en la Universidad de Boston. El
ejemplo puede parecer menor, pero el impacto de la lección fue duradero. Iba
saliendo rápidamente de mi dormitorio cuando escuché mi voz interior que
me decía que me pusiera mi pesado abrigo de invierno y mis guantes. Era un
hermoso día de primavera, así que pensé: «Esto es lo más loco que jamás
haya escuchado. Está bien, me pondré el abrigo, pero no estos guantes. ¡Hace
demasiado calor!».
Así que me puse mi abrigo y salí corriendo a la calle para no llegar tarde a
mi clase. Crucé una calle entre algunos autos que estaban detenidos en un
semáforo y ¡pum! Una bicicleta pasó junto a uno de los carros, chocó contra
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mí y me tiró al suelo. Caí en mis manos desnudas. El grueso abrigo protegió
mi cuerpo, pero mis manos quedaron raspadas. Si me hubiera puesto los
guantes, no habría tenido un rasguño.
Hay un tiempo y un espacio en el que convergemos con fuerzas que
hemos puesto en movimiento en el pasado —nuestro karma— y eso es
exactamente lo que me sucedió aquel día. Mi Yo Superior había tratado de
mitigar ese karma al darme ese consejo. Pero mi obstinada mente racional no
pudo aceptarlo, así que perdí el beneficio completo de la bendición, aunque
ciertamente no perdí la lección.
Otro factor para mitigar el karma, es que éste requiere cierto tiempo para
pasar a lo físico. Primero pasa a través de los planos etérico, mental y
emocional del Ser. Así que antes de que golpee el físico —antes de que el
fruto de nuestro karma madure por completo— tenemos tiempo para aminorar
la velocidad o mitigar el resultado. Por ejemplo, antes de que una enfermedad
se convierta en una realidad física, podemos ser capaces de revertirla si
resolvemos las causas emocionales o kármicas que están detrás de ella.
Existen otras posibilidades para la gracia. Como vimos en la historia de
Babaji y su discípulo, podemos merecer un cierto tipo de dispensación,
mediante la cual recibamos solo un toque del karma completo, que
originalmente estaba programado. Es posible que se nos pueda permitir saldar
cierto karma en una forma que no sea ser golpeado por él. O se nos pueda dar
una extensión de tiempo antes de que nuestro karma regrese.
Digamos que el karma de una persona dicta que les ocurra un cierto revés
o calamidad a la edad de 49 años. La Junta Kármica, ese grupo de
supervisores espirituales del que hablamos en la parte 3, puede hacer un ajuste
basado en su sinceridad, sus buenas obras y la luz que ha obtenido a través de
sus prácticas espirituales. Pueden decidir que el karma no regresará durante
los próximos diez años para que tenga más tiempo para pasar con sus hijos
pequeños o para desarrollar sus dones espirituales.
La gracia, sin embargo, no significa que nuestras transgresiones pasadas
se borren. Así como el concepto del perdón se ha entendido de manera
errónea, así también ha pasado con el concepto de la gracia. Seres espirituales
avanzados como Jesús, Gautama Buda, Kuan Yin, o la Virgen María, pueden
y de hecho interceden por sus devotos para que el karma pueda mantenerse
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suspendido. Pero eso no nos exime de nuestra responsabilidad. La extensión
nos da tiempo para fortalecernos y estar mejor preparados para enfrentar con
gracia nuestro karma cuando finalmente llegue a nuestra puerta.
Desafortunadamente, muchos de nosotros hemos crecido con un
malentendido fundamental acerca del principio de la gracia con base en lo que
se nos enseñó acerca de Jesús. De hecho, Jesús ha desempeñado un papel
especial. Él fue y es el gran maestro espiritual escogido para encarnar como el
patrocinador de la era de Piscis. Su misión era mostrar cómo convertirse en la
totalidad de «el Cristo» (otro término para referirse al Yo Superior o al
«Hijo») para que nosotros también sepamos cómo volvernos uno con nuestro
propio Yo Superior. Ese es el papel real de un «Salvador», uno que tiene el
poder de ayudarnos a reconectarnos con nuestra Fuente, no alguien que
reemplace nuestra conexión con esa Fuente.
En el papel que desempeñaba, Jesús llevó el peso del karma negativo, o
«pecados» del mundo durante los últimos dos mil años. Eso significa que nos
protegió de las consecuencias totales de nuestras malas obras. En esencia, él
nos dio una especie de postergación. Se ofreció como voluntario para
ayudarnos a llevar el peso de nuestro karma hasta que fuéramos lo
suficientemente fuertes para llevarlo por nosotros mismos.
En el curso de la historia de la Tierra, otros adeptos de Oriente y
Occidente también han mantenido en suspenso el karma negativo de la
humanidad durante miles de años mediante su conciencia espiritual. Esto no
significa que cancelaron la deuda; simplemente pospusieron nuestro pago. A
medida que pasamos de la era de Piscis hacia la era de Acuario en este nuevo
milenio, debemos enfrentar nuestro karma. Cada uno de nosotros debe asumir
la responsabilidad de llevar su propia carga. Es un tiempo en el cual se nos
llama a demostrar nuestra madurez espiritual.
Durante este periodo, el karma se acumula, y todos podemos esperar la
cosecha tanto del karma bueno como del malo, del personal y del grupal. Ésta
es la razón por la que muchos de nosotros estamos viendo y sintiendo una
aceleración en nuestras vidas. Parece haber más cosas qué enfrentar en menos
tiempo, y los riesgos parecen aumentar. Sin embargo, como nunca antes,
tenemos las herramientas y técnicas espirituales para navegar con éxito a
través de los estrechos kármicos en nuestro viaje hacia el autodescubrimiento.
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Un enfoque proactivo
Incluso si estás en el camino correcto,
te atropellarán si te quedas ahí sentado.
Will Rogers
Podemos ir por la vida dejando que los embravecidos mares nos lleven a
donde sea, o podemos aprender a maniobrar en las tormentas inesperadas y
navegar de manera segura hacia nuestro destino. Podemos dejar que el viento
nos lleve de aquí para allá o podemos aprender a cambiar el viento a nuestro
favor. Es cuestión de ser proactivo y autodirigirnos.
En el sendero de la transformación espiritual tenemos que estar dispuestos
a explorar. ¿Estás dispuesto a contemplar las paradojas? ¿A observar las
reacciones que tienes frente a las situaciones? ¿A escuchar el mensaje que
está escondido dentro de los pliegues de cada desafío? ¿Estás dispuesto a
hacerle a tu Yo Superior algunas preguntas profundas y después escuchar las
respuestas?
Este tipo de exploración puede ayudarnos a seguir los hilos kármicos
hasta el origen de nuestras dificultades. Nos puede ayudar a identificar las
trampas kármicas. La autorreflexión puede llevarnos a una perspectiva
superior, una perspectiva que seguramente necesitamos, ya que muchas veces
no reaccionamos a las circunstancias externas sino a lo que esa circunstancia
nos recuerda. El ver más allá de los actores y las acciones del drama interior y
el contexto kármico, nos permite despersonalizar y sacar la espina de un
asunto.
Después de todo, ni la vida, ni el camino de la resolución son un asunto de
«quién lo hizo». La persona que parece habernos lastimado puede ser el
instrumento de nuestro karma, que nos muestra dónde no hemos actuado con
amor en el pasado. Él puede estar desempeñando el papel que se le asignó
para que nosotros podamos aprender algo acerca de nosotros mismos que
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nunca habíamos notado. No tenemos que condonar las acciones de esa
persona, pero podemos bendecir al portador del mensaje, enviarle amor y
después echar un vistazo al interior para ver si hay algo nuevo que aprender.
Aquí hay algunas preguntas claves, que pueden ayudarte a navegar en tu
viaje de autotransformación. Éstas son el tipo de preguntas a las que puedes
recurrir una y otra vez cuando te sientas atorado o tengas la sensación de que
hay una resolución más elevada que debes alcanzar.
Para reflexionar acerca de los mensajeros y el mensaje
¿Quiénes o qué son los mensajeros de mi karma en este momento?
¿Qué se supone que debo aprender al estar en esta situación?
¿Cuál es el dolor o la incomodidad que trata de llegar a mí?
¿Qué se supone que debo dar?
¿Hay alguien a quien debo perdonar, incluyéndome a mí mismo?
Para reflexionar sobre mis reacciones
¿Son adecuadas mis reacciones a las circunstancias o reacciono
exageradamente?
¿Qué me hizo reaccionar de la manera en que lo hice?
¿Cuándo he estado en una circunstancia similar o me he sentido como
ahora?
¿Fue esta reacción parte de un patrón que yo tengo?
¿Cómo puedo dar una respuesta más compasiva a mí mismo y a los
demás?
Para reflexionar sobre mi responsabilidad
¿Qué hábito mío provocó este incidente?
¿Cuál es mi responsabilidad?
¿Hay algo de mí mismo que estoy evitando enfrentar?
¿Dónde he permitido que mi energía y mi atención estén ligadas a
patrones de hábitos negativos?
Para reflexionar acerca de los siguientes pasos
¿Qué debo hacer para convertir este desafío en una oportunidad?
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¿Qué técnicas de mi caja de herramientas espirituales puedo aplicar a
esta situación?
¿Qué conductas y actitudes positivas necesito desarrollar para que
cuando este desafío kármico toque de nuevo a mi puerta sea capaz de
resolver este karma con integridad?
¿Hay alguien que me pueda guiar para trascender esto?
¿Cuál es la siguiente tarea de mi karma?
¿En qué debo centrarme ahora mismo?
Para reflexionar sobre el bien supremo
¿Cómo puedo aprovechar al máximo mi buen karma, que se manifiesta
en mis cualidades y talentos, para ayudar a resolver mis desafíos?
¿Cuál es la resolución más elevada que puede resultar de esta
situación?
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Un mapa de nuestro karma
Un niño nace en el día y en la hora en la que los
rayos celestiales están en armonía matemática con
su karma individual.
Sri Yukteswar
Otra herramienta que podemos utilizar para trabajar con nuestro karma es
la astrología. La astrología es un mapa del karma. Tu carta natal te dice el
karma positivo (en la forma de talentos, logros y bendiciones) y el karma
negativo (en la forma de retos y obstáculos) que traes contigo de tus vidas
pasadas. Te dice los buenos momentums con los que puedes contar como
viento a tu favor, así como cuáles son las lecciones que tienes que aprender en
esta vida.
Para algunos, la astrología se ha convertido en un juego supersticioso y
superficial. Sin embargo, cuando se interpreta de manera apropiada, esta
ciencia antigua y profunda puede decirnos cuándo anticipar los ciclos del
buen karma, cuándo anticipar los periodos de desafíos kármicos, y cuál es la
forma más probable que van a tomar. También puedes graficar los ciclos
continuos de tu karma que regresa a través de un sistema de astrología
espiritual conocido como la ciencia del reloj cósmico[47].
En su Autobiografía de un Yogui, Yogananda recuerda que su maestro, Sri
Yukteswar, le enseñó que el hecho de que los ignorantes y los charlatanes
«hayan llevado a la antigua ciencia estelar (de la astrología) a su desprestigio
actual», —no significa que no sea una disciplina profunda—. «Todas las
partes de la creación están relacionadas e intercambian sus influencias» —
dijo— «El ritmo equilibrado del universo tiene sus raíces en la reciprocidad».
Sin embargo, la astrología, como el karma, no es sinónimo de
predestinación. La astrología pinta un panorama de los potenciales basándose
en el material kármico extraído de nuestras muchas apariciones en el
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escenario de la vida. Nuestra astrología y nuestro karma son solo una parte
del drama. En el centro del escenario está nuestro libre albedrío. El hombre,
decía Sri Yukteswar, «puede vencer cualquier limitación, en primer lugar,
porque él la ha creado a través de sus propias acciones, y porque posee
recursos espirituales que no están sujetos a la presión planetaria»[48].
¿Cómo reaccionaremos a la química de nuestro karma que
regresa? ¿Aceptaremos la responsabilidad y aprenderemos las
lecciones del pasado? ¿O volveremos a caer en los mismos
patrones? La forma en cómo respondamos a esas preguntas
determinará nuestro destino, y no las configuraciones de las
estrellas.
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El poder del corazón y la mano
La verdadera espiritualidad, como se enseña en
nuestra sabiduría sagrada, se equilibra
tranquilamente en la fortaleza, en la correlación
de lo que está adentro con lo que está afuera.
Rabindranath Tagore
No todo el karma se crea de manera igual o se equilibra de la misma
forma. A veces puede ser necesario equilibrar nuestro karma mediante la
interacción directa con aquéllos con los que hicimos karma en el pasado.
Algunas veces podemos resolver nuestro karma enfrentando los mismos retos
que no resolvimos la última vez, pero podemos hacerlo en un escenario
diferente. En otros casos, tal vez tengamos que llevar una carga durante un
tiempo en nuestro cuerpo, nuestra mente o nuestras emociones porque hemos
puesto esa carga sobre otros en el pasado.
Ya sea que las tradiciones espirituales del mundo acepten o no el karma y
la reencarnación, todas ellas tienen prácticas espirituales para equilibrar el
karma, desde las penitencias del cristianismo o la expiación del pecado, hasta
la realización de los mitzvahs (buenas obras) del judaísmo, hasta el Sendero
Óctuple del budismo.
Las prácticas espirituales para resolver el karma incluyen todo: desde
servir a los demás hasta el ayuno, la oración y otras técnicas aceleradas de
limpieza espiritual. Involucran a nuestro corazón, cabeza y manos. Hemos
hecho karma con el corazón, la cabeza y las manos, y podemos equilibrar ese
karma exactamente de la misma manera.
Nuestras «manos» representan nuestras acciones. Acciones o negligencias
diarias, incluyendo la forma en que nos expresamos a través de nuestra
profesión, son un factor muy importante en el equilibrio del karma. No
importa cuál sea nuestra vocación o profesión, nuestro trabajo es parte de
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nuestro camino espiritual y de vez en cuando debemos preguntarnos: ¿el
trabajo de mis manos sirve a la sociedad y mejora la calidad de vida de
aquellos que están dentro de mi esfera de influencia?
Cuando lo sabemos, la manera en la que trabajamos físicamente con
nuestro karma ya no es compleja. Comenzamos por enfrentar la necesidad
que está justo frente a nosotros en vez de hacer como que no la vemos solo
porque no parece encajar en nuestro horario. Tan solo mira a tu alrededor. Si
el piso está sucio, límpialo. Si hay trastos sucios, lávalos. Si alguien necesita
cuidados, cuídalo. Si alguien en tu familia acaba de perder su trabajo y tienes
la oportunidad de brindarle apoyo, abre tu corazón y da. «La entrega de uno
mismo», —dice el adepto Djwal Kul—, «es lo que te impulsa a transmutar el
karma y a avanzar en los ciclos del ser». Donde quiera que te encuentres,
observa la necesidad y satisfácela.
También equilibramos el karma a través de la actividad del corazón.
¿Cómo hemos hecho karma a nivel del corazón? A través de todo momento
egoísta que priva a alguien más del amor de Dios. Cualquier momento en el
que seamos egoístas y, por tanto, no seamos generosos, en que seamos fríos, y
por lo tanto no reconfortantes, insensibles y por lo tanto no compasivos,
creamos un karma del corazón. Podemos equilibrar ese karma ejerciendo el
poder sanador del amor.
Equilibrar el karma a través del corazón significa abrir el corazón y dar
sabiamente. Significa no tener miedo de dar más amor, aun cuando ese amor
pueda ser rechazado. Ese amor jamás es rechazado por Dios. Darme cuenta de
esto me ha ayudado a ver todas las relaciones como experiencias de
aprendizaje y como oportunidades para dar más amor, aun si soy rechazada.
En una ocasión, aparentemente por casualidad, inesperadamente me
encontré a alguien que no había visto durante años. Me dí cuenta de que la
última vez que lo había visto pude haberle hablado de una mejor manera y
quería disculparme. Así que extendí mi mano para saludarlo. «No voy a darte
la mano» —dijo enojado—, «bueno, quiero que sepas que te aprecio» —
contesté—. «Y necesito quererte». En un cierto sentido, puedo decir que eso
requirió cierta valentía, y así fue. Pero era lo que mi alma necesitaba hacer en
ese momento.
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Solo intenté hacer mi mejor esfuerzo y con la certeza de que Dios haría el
resto. También sabía que mi amor no se estaba desperdiciando, incluso si esta
persona no parecía aceptarlo. La verdad es que él también necesitaba ese
amor en algún nivel de su ser, se diera cuenta de ello o no.
Cuando sentimos dolor porque nuestro amor parece ser rechazado,
podemos pedirle a Dios que bendiga a la persona a la que amamos, y que la
ayude a convertirse en más de su yo verdadero, y que nos sane a ambos de las
heridas del pasado. También puedes pedirle a Dios que te ayude a comprender
por qué te duele, porque es ahí donde está la lección.
Algunas veces la gente tiene la idea de que pagar las deudas kármicas es
como caminar por la vía dolorosa, por el camino del dolor. No tiene que ser
así. ¿Cómo te sentiste la última vez que pagaste tu tarjeta de crédito? Saldar
tus deudas kármicas se siente así de bien. Brinda un gran gozo ser capaz de
abrazar a quienes lastimamos y restablecer la armonía y el amor que es innato
en nuestras almas.
De hecho, cuando hemos entendido plenamente la ley del karma como la
ley del amor, encontramos que ya no nos sentimos motivados a hacer buenas
obras tan solo para equilibrar nuestras propias deudas kármicas o para crear
buen karma, o porque era lo que se nos enseñó para que pudiéramos ir al
cielo. Servimos a aquellos que sufren simplemente porque nos necesitan.
Damos de nuestro corazón sin pensarlo dos veces porque amamos cada parte
de la vida como una parte de Dios. Al final del día, lo que hará la diferencia
es la calidad de nuestro corazón y cuánto amor fuimos capaces de dar.
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Matrices mentales
La mente es su propio lugar; y por sí misma
puede hacer un cielo del infierno,
o un infierno del cielo.
John Milton
También podemos hacer karma y saldarlo, dependiendo de la manera en
que usamos nuestra mente. Hacemos buen karma cuando utilizamos nuestros
pensamientos y nuestro conocimiento para ayudar, elevar y enseñar a otros.
Desaprovechamos el potencial de nuestra mente cuando criticamos o
controlamos más que elevar, cuando tenemos la mente cerrada y somos
prejuiciosos en vez de ser tolerantes, cuando competimos con nuestro
conocimiento en vez de compartirlo.
Nuestra mente puede ser el conducto para la conciencia de nuestro Yo
Superior o para el orgullo del ego. En cualquier caso, nuestros pensamientos
son una fuerza poderosa. «Somos lo que pensamos» —dijo Gautama Buda—,
«habiéndonos convertido en lo que hemos pensado».
Podemos equilibrar nuestro karma al nivel de la mente cuando pensamos
en la imagen más elevada, el «concepto inmaculado», de nosotros mismos y
de los demás. Pensar en el concepto inmaculado significa que no saltamos a
conclusiones antes de conocer los hechos. En lugar de mantener matrices
mentales fijas de otros, les permitimos trascender lo que eran hace décadas,
hace semanas o incluso hace una hora. Nuestros pensamientos son tan
poderosos que cuando pensamos constantemente en la visión más elevada del
bien para nosotros mismos y para los demás, literalmente podemos crear lo
que estamos viendo en nuestra mente.
Un cambio en el corazón (y la mente) del escritor Peter Benchley es un
ejemplo interesante de cómo podemos equilibrar el karma que hacemos en el
ámbito de la mente. Hace 25 años, la novela Tiburón de Benchley, la cual
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pasó más de cuarenta semanas en la lista de libros más vendidos del New
York Times, fue convertida en la exitosa película. Esa imagen salvaje del
gran tiburón blanco ha quedado grabada en la conciencia de millones de
personas. Ahora Benchley ofrece otro punto de vista.
En un artículo reciente publicado en National Geographic, escribió:
«Considerando el conocimiento que se ha acumulado acerca de los grandes
tiburones blancos en los últimos 25 años, no sería posible que yo escribiera
Tiburón hoy… No con la conciencia tranquila». Él señala que si bien alguna
vez pensamos que los grandes tiburones blancos cazaban humanos sin piedad,
ahora sabemos que solo matan y comen cuando confunden a un humano con
su presa normal. Solíamos pensar que atacaban barcos, pero ahora sabemos
que cuando se acercan a un barco, simplemente están investigando. Es
verdad, que estos tiburones pueden golpear y matar cuando se les provoca,
pero ahora sabemos que también son frágiles y vulnerables.
Benchley dice que estos asombrosos animales «no son villanos, sino que
son víctimas en peligro, que aunque quizá no sea de extinción todavía, sí es
de alarmante disminución, tal vez incluso catastrófica». Quizá Benchley está
equilibrando algo de karma con los grandes tiburones blancos,
describiéndolos ahora bajo una luz diferente. ¿Cómo podemos aprender de
esto? Todos hemos ejercido influencia en el pensamiento de otro. Y si los
hemos influido de manera negativa, podemos equilibrar ese karma
corrigiendo la información incorrecta, engañosa o incompleta que hemos
difundido, ya sea a una persona o a miles.
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Alquimia espiritual
Donde hay fuego, hay evidencias de la perfección
progresiva.
Helena Roerich
Los maestros del antiguo arte oriental del Feng Shui enseñan que el
desorden en nuestro ambiente físico inhibe el flujo de energía, o chi, en lo que
nos rodea. Dicen que el flujo de energía (o la ausencia de ella) afecta
poderosamente nuestra salud, nuestras finanzas, nuestras relaciones, el curso
mismo de nuestra vida.
Exactamente de la misma manera, «el desorden kármico» puede crear
bloqueos en el flujo de energía a niveles energéticos sutiles dentro de
nosotros. Estos bloqueos de karma acumulado no resuelto afectan nuestro
bienestar físico y emocional, nuestro progreso espiritual e incluso el tipo de
eventos y personas que entran y salen de nuestra vida. Cuando la energía
fluye libremente, nos sentimos en paz, saludables y creativos. Cuando está
bloqueada, no nos sentimos tan ligeros, vibrantes y espirituales como
podríamos.
Así como lavamos el polvo y las impurezas que recogemos todos los días,
también podemos hacer un ritual diario de purificación, para liberarnos de las
deudas kármicas. Cada tradición espiritual tiene sus prácticas particulares de
purificación. Muchas de ellas son fórmulas sagradas de oración y meditación
que invocan la luz del Espíritu Santo para purificar el corazón.
En algunas tradiciones, esta energía poderosamente transformadora del
Espíritu Santo se ha visto como una luz violeta, conocida como la llama
violeta. Así como un rayo de luz solar que pasa a través de un prisma se
refracta en los siete colores del arco iris, así, la luz espiritual se manifiesta
como siete rayos o llamas. Cuando invocamos estas llamas espirituales en
nuestras oraciones y meditaciones, cada llama crea una acción específica en
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nuestro cuerpo, mente y alma. La llama violeta es el color y la frecuencia de
la luz espiritual que estimula la misericordia, el perdón y la transmutación.
«Transmutar» es cambiar algo a una forma superior. Este término fue
usado hace siglos por alquimistas que intentaron, en el nivel físico, transmutar
los metales básicos en oro y, a nivel espiritual, lograr la autotransformación y,
en última instancia, la vida eterna. Espiritualmente, eso es precisamente lo
que puede hacer la llama violeta. Es una energía espiritual de alta frecuencia
que separa los elementos «pesados» de nuestro karma, del oro de nuestro
verdadero yo y los transmuta (transforma) para que podamos alcanzar nuestro
máximo potencial.
Los sanadores, alquimistas y adeptos han utilizado la energía de alta
frecuencia de la llama violeta para lograr el equilibrio energético y la
transformación espiritual. Edgar Cayce, por ejemplo, reconoció el poder
curativo de la luz violeta. En más de 900 de sus lecturas, recomendó usar un
dispositivo eléctrico —un «rayo violeta» máquina que emite una carga
eléctrica de color violeta— para tratar muchos padecimientos, incluyendo
agotamiento, letargo, mala circulación, problemas digestivos y trastornos
nerviosos.
El escritor y sobreviviente a tres experiencias cercanas a la muerte,
Dannion Brinkley, ha visto y experimentado la llama violeta en sus viajes
cercanos a la muerte. «La llama violeta es el lugar más puro del amor. Es lo
que realmente te da poder» —dice—. «La llama violeta es una luz que sirve a
todas las tradiciones espirituales, que da respeto y dignidad a todas las cosas.
Nos da una manera de conectarnos unos con otros […]. La grandeza de la
llama violeta es que no produce calor; produce amor».
¿Qué hace que la llama violeta sea una herramienta tan poderosa? En
nuestro mundo físico, la luz violeta tiene la frecuencia más alta del espectro
visible. Como Fritjot Capra explica en The Tao of Physics (El tao de la física),
«la luz violeta tiene una frecuencia elevada y una longitud de onda corta y,
por lo tanto, está compuesta por fotones de alta energía y gran
momentum»[49]. A niveles espirituales, esa energía de alta frecuencia de la
llama violeta puede consumir los escombros que están dentro y entre los
átomos de tu ser. Es como si los remojáramos en una solución química que,
capa tras capa, disuelve la suciedad que ha estado atrapada allí durante
muchos años.
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Una vez libres de esta suciedad, los electrones comienzan a moverse con
más libertad, lo cual eleva nuestra vibración espiritual y nuestros niveles
energéticos. Esta acción ocurre en dimensiones no físicas, o «metafísicas», de
la materia. A medida que la energía se repolariza y se transmuta, se vuelve
parte de nuestro almacén de energía positiva.
No hay ninguno de nosotros que no lamente un momento de nuestra vida,
alguna acción, alguna palabra dura. Desearíamos que regresara el tiempo. Al
trabajar con la llama violeta, podemos enviar la llama del Espíritu Santo para
liberar de la carga a alguien a quien hemos ofendido así como a nosotros
mismos. A medida que la llama violeta pasa a través de las capas
emocionales, mentales y físicas de nuestro ser, transmuta la causa, efecto,
registro y memoria de cualquier cosa inferior a la perfección y restaura esa
energía a su estado natural de armonía con el Espíritu.
En esencia, la llama violeta nos proporciona un sendero de mínimo
sufrimiento. Cuando invocamos esa luz mediante nuestras oraciones, puede
ayudar a facilitar el proceso de resolver el karma y el trauma. Incluso puede
permitirnos saldar algunas de nuestras deudas kármicas sin encontrarnos
directamente con los involucrados. La llama violeta, al igual que las llamas
que consumen al ave Fénix, es un fuego sagrado que nos ayuda a levantarnos
de nuevo renovados, refrescados y más íntegros.
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Un fuego sagrado
Nuestro Dios es un fuego consumidor.
Libro de Hebreos
El Fénix es mucho más que un símbolo de renacimiento. También
representa la autotrascendencia y la autotransformación. El fuego que a la vez
consume y rejuvenece al ave Fénix es el mismo fuego que nos purifica para
una mejor resurrección, por así decirlo.
El filósofo alemán, Hegel, capturó la naturaleza verdadera del ave Fénix
cuando escribió: «El Espíritu —que consume la envoltura de su existencia—
no pasa simplemente a otra envoltura, no se eleva rejuvenecido de las cenizas
de su forma previa; sale exaltado, glorificado, como un espíritu más puro […]
se exalta a sí mismo a un nuevo grado»[50].
El Fénix eres tú, que todos los días te encuentras con la prueba de fuego
de tu karma que regresa al fuego de tu corazón y al fuego sagrado de la llama
violeta. Eres tú atravesando el proceso de crecimiento y refinamiento,
superando continuamente a tu antiguo yo. El apóstol Pablo lo describió de
otra manera cuando dijo: «muero diariamente». Cuando estamos dedicados al
crecimiento espiritual, una parte de nuestro yo inferior puede «morir
diariamente», limpiando así el camino para que más de nuestro Yo Superior
salga a la luz y se exprese.
Podemos entrar en contacto con el suave poder de la llama violeta a través
de la oración, la meditación y la afirmación. Los que han tenido acceso a la
llama violeta en sus oraciones y meditaciones han descubierto que les ayuda a
avanzar con seguridad por los a veces dolorosos registros del pasado. Una
mujer me escribió y me dijo: «Durante años había consultado psicólogos.
Ellos me ayudaron a ver las causas, pero ¿cómo podría cambiar?». Ella
comenzó a trabajar con oraciones de llama violeta todos los días y dijo que la
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llama violeta penetró y disolvió el resentimiento central. «Mediante la llama
violeta —dijo—, surgí sana, vigorosa y agradecida».
Si estás consciente de un problema en particular, como puede ser la
ansiedad, que no parece tener sus raíces en esta vida, puedes pedirle a Dios o
a tu Yo Superior que dirija la llama violeta hacia las raíces de esa ansiedad de
tus encarnaciones pasadas y que restaure esa energía a su estado puro. Puedes
utilizar la alquimia de la llama violeta para limpiar el subconsciente, que con
frecuencia acepta la intimidación y el juicio de amigos y figuras de autoridad.
La llama violeta puede ayudar a resolver estos patrones de conciencia y a
liberarnos para ser mucho más de nuestro Ser real.
He visto a miles de personas trabajar exitosamente con la llama violeta. Se
necesita una cantidad de tiempo diferente —desde un día, hasta algunos
meses— para que cada persona vea los resultados, dependiendo de la
intensidad del problema, evento o patrón con el que te estás enfrentando. Pero
si tienes constancia, comenzarás a sentir la diferencia.
Cuando usamos la llama violeta constantemente, los recuerdos de esta
vida o de vidas pasadas pueden salir a la superficie. Esto se debe a que el
Espíritu Santo entra a nuestro subconsciente para consumir la causa, el efecto
y la memoria de este registro. Cuando esto ocurre, es mejor no involucrarse
emocionalmente ni bloquearlo. Déjalo simplemente que pase por la luz.
Cuando Dios trae a nuestra atención un registro de nuestra infancia o de
una vida pasada, es un recordatorio de que hay trabajo por hacer. Él no nos lo
revela para entretenernos, sino para que podamos pasar la luz a través de él y
avanzar más allá.
Alguien que había estado trabajando con las afirmaciones de llama violeta
durante algún tiempo, me escribió y me dijo que le ayudó a tomar conciencia
de una vida pasada muy importante. Ella dijo: «Una mañana cuando me
desperté, tuve un sentimiento extraño de que algo había cambiado. No sabía
qué, pero las cosas se sentían diferentes. Cuando fui al baño y me miré en el
espejo, sentí que incluso me veía diferente. No se trataba de una diferencia
física, pero quizá sí de una diferencia en mi aura. Definitivamente algo se
había trasformado».
«Pensé para mis adentros, “¿Qué es diferente? ¿Por qué me siento así?”.
Entonces me vino un pensamiento, como una voz suave y apacible: “Sí, soy
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diferente, y es debido a que he comenzado a transmutar el karma de otra
vida”».
«A medida que avanzaba la mañana y estaba sentada en mi escritorio, de
un momento a otro pasó ante mis ojos la escena de una vida pasada. Era una
foto mía, un poco diferente, pero definitivamente era yo. Estaba consciente de
mis sentimientos, de mi estado de conciencia, mi vida en ese tiempo. Era una
vida en la Atlántida, y como en esta vida, yo era una mujer. Tenía una
posición alta en el gobierno como ministro o funcionario de algún tipo con
mucho poder. Me dí cuenta que me gustaba tener poder sobre las personas y
usar ese poder para mis propios fines. Yo tenía un ego muy grande».
«Había visto de frente una parte de mí misma. No era algo de lo que
estuviera consciente anteriormente. Estoy agradecida de que se me mostrara y
agradecida por la oportunidad de trabajar esto con el fuego de Dios y la llama
violeta. Ni siquiera tuve que hacer una regresión hipnótica. Dios me lo enseñó
a su tiempo, cuando estuve lista y pude verlo por lo que era, y cuando podía
orar para cambiarlo». Después de que esta mujer se hizo consciente de esa
vida pasada, empezó a dar oraciones y meditaciones de llama violeta para
equilibrar el karma que había hecho en esa encarnación y para disolver
cualquier hilo remanente de egoísmo dentro de ella que pudiera atrasarla en
esta vida.
Estamos entrando a una nueva era, que nos proporciona maneras creativas
de equilibrar el karma personal y el karma planetario, y la llama violeta es una
de ellas. La llama violeta nos brinda la máxima oportunidad de aprovechar los
ciclos de la vida y los ciclos del karma. A medida que hacemos nuestro
trabajo espiritual y nos involucramos en el servicio práctico que es necesario
para equilibrar nuestro karma, nos damos cuenta que cada día es una gran
oportunidad para trascender nuestro pasado y transformar nuestro mañana.
Página 150
Oraciones y afirmaciones
Muchas cosas se solucionan mediante
la oración, más de lo que este mundo
se imagina. Por eso deja que tu voz
se eleve como una fuente.
Alfred, Lord Tennyson
Te invitamos a experimentar con cualquiera o todas las oraciones y
afirmaciones que están en las páginas siguientes para enriquecer tu propia
práctica espiritual y tu camino de transformación kármica. Puedes decirla en
voz alta todos los días, especialmente cuando sientas una carga o pesadez.
Siempre aliento a aquellos que son nuevos en el uso de la llama violeta a
que comiencen su experimento en el laboratorio del ser, dando oraciones y
afirmaciones de llama violeta quince minutos al día, durante por lo menos un
mes. Puedes decir estas afirmaciones durante tu ritual de oración matutino,
mientras estás en la ducha o alistándote para el día, o incluso cuando viajas
hacia el trabajo, cuando haces tus quehaceres o mientras te ejercitas. Dado
que nuestro karma del día llega cada mañana buscando resolución, a muchos
les gusta decir las oraciones y afirmaciones de llama violeta antes de
comenzar su día.
Las siguientes afirmaciones usan el nombre de Dios «YO SOY» para
acceder al poder espiritual. «YO SOY» es la abreviatura de «YO SOY EL
QUE YO SOY», el nombre de Dios revelado a Moisés cuando vio la zarza
ardiente. «YO SOY EL QUE YO SOY» significa «como es arriba, es abajo.
Como Dios está en el cielo, así Dios está en la tierra dentro de mí. Justo
donde estoy, está el poder de Dios». Por lo tanto, —cada vez que dices—,
«YO SOY…» en realidad estás afirmando que «Dios es en mí…».
Mientras experimentas con estas técnicas, ten en mente dos principios
clave. En primer lugar, estas afirmaciones están destinadas a decirse en voz
Página 151
alta. Las antiguas tradiciones espirituales, así como los estudios científicos
modernos han demostrado cuán poderoso es el sonido en crear cambios,
incluso en la curación. En segundo lugar, podemos aumentar el poder de
nuestras oraciones cuando nombramos y visualizamos específicamente lo que
queremos que suceda. Eso es debido a que cualquier cosa en la que pongamos
nuestra atención, nos estamos conectando con ella y cambiándola con energía.
La imagen que tenemos en el ojo de nuestra mente es como un modelo, y
nuestra atención es el imán que atrae las energías creativas del Espíritu para
que lo llenen[51].
Visualizaciones sugeridas
Mientras dices en voz alta estas afirmaciones de llama violeta, puedes
visualizar el resultado exacto por el que estás orando como si ya estuviera
ocurriendo en el presente. Míralo como si estuviera sucediendo en una
pantalla de cine que está frente a ti. Si no tienes un resultado específico en
mente, puedes concentrarte en las palabras de la oración y ver cómo la acción
que describen ocurre ante ti.
Además, puedes visualizar que la llama violeta penetra en, a través y
alrededor de las personas, eventos y asuntos por los que estás orando.
Visualiza llamas danzarinas de color violeta que consumen el karma negativo
y los patrones habituales que te afectan a ti y a aquéllos por los que estás
pidiendo. Visualiza llamas de color violeta dentro de tu corazón y el corazón
de las personas involucradas, que suavizan y luego disuelven toda dureza de
corazón, transformando el enojo en compasión, la amargura en dulzura, y la
ansiedad en paz.
El mantra de la llama violeta
Una afirmación sencilla con la que puedes empezar es:
«¡Yo SOY un ser de fuego violeta, YO SOY la pureza que Dios
desea!».
Página 152
Debe repetirse una y otra vez como un mantra que canta en tu corazón. Entre
más lo repitas, más fuerte será la acción de transmutación que estarás
construyendo.
Puedes recitar cualquiera de las afirmaciones que encontrarás en las
páginas siguientes, una vez, tres veces o tantas veces como desees hasta que
sientas que tu corazón responde al poder curativo del amor que viene a través
de la llama violeta.
¡Yo soy un ser de fuego violeta,
yo soy la pureza que Dios desea!
Puedes crear tus propias variaciones del mantra cuando percibas que se
necesita una resolución más elevada en una situación, tal y como se muestra
en los dos ejemplos siguientes a este mantra.
¡Mi corazón está vivo con el fuego violeta,
mi corazón es la pureza que Dios desea!
¡Mi familia está envuelta con fuego violeta,
mi familia es la pureza que Dios desea!
La energetización del corazón, la cabeza y las manos
Puedes utilizar las siguientes afirmaciones para transmutar el karma que
hiciste con tu corazón, tu cabeza y tus manos. Esta serie finaliza con una
oración para invocar la luz blanca protectora, misma que puedes visualizar a
tu alrededor, como se muestra en el gráfico de tu Ser Divino. (página 107).
CORAZÓN
¡Fuego violeta, divino amor,
llamea en este mi corazón!
Misericordia verdadera tú eres siempre
Mantenme en armonía contigo eternamente.
Página 153
CABEZA
YO SOY Luz, tú, Cristo en mí,
libera mi mente, ahora y por siempre;
fuego violeta, brilla aquí,
entra en lo profundo de esta mi mente.
Dios que me das el pan de cada día,
con fuego violeta mi cabeza llena;
que tu bello resplandor celestial
haga de mi mente una mente de Luz.
MANO
Yo soy la mano de Dios en acción,
logrando la victoria todos los días;
para mi alma pura es una gran satisfacción
seguir el sendero de la Vía Media.
TUBO DE LUZ
Amada y radiante presencia yo SOY,
séllame ahora en tu tubo de luz
de llama brillante Maestra Ascendida
ahora invocada en el nombre de Dios.
Que mantenga libre mi templo aquí
de toda discordia enviada a mí.
YO SOY quien invoca el fuego violeta,
para que arda y transmute todo deseo,
persistiendo en nombre de la libertad,
hasta que yo me una a la llama violeta.
Afirmación para el perdón
Página 154
Antes de decir las siguientes afirmaciones, puedes ofrecer la siguiente
oración o tu propia oración personal en voz alta:
En el nombre de yo soy el que yo soy y de mi Yo Superior, mi Cristo
interior y mi Buda interior; invoco la ley del perdón por todo lo que haya
hecho alguna vez en cualquiera de mis vidas que haya dañado a cualquier
parte de la vida, cualquier cosa que no haya sido amable, amorosa, respetuosa
u honorable, especialmente__________________________
Invoco la llama violeta transmutadora a favor de todos aquéllos a los que
alguna vez haya dañado y de todos aquellos que alguna vez me hayan hecho
daño. Pido una corriente de luz y de amor desde mi Yo Superior y mi corazón
para bendecir a toda vida con la que yo tenga karma. Oh, Dios, libéralos,
libérame y permite que permanezcamos libres, uno en corazón y en alma.
Que la llama violeta cure mi dolor interno y transmute la causa, efecto,
registro y memoria de todas las cargas que alguna vez haya impuesto sobre la
vida o que hayan sido impuestas sobre mí, desde mi primera encarnación. Las
entrego a la Luz.
Que este fuego sagrado purifique y rejuvenezca mi corazón, mi mente, mi
cuerpo y mi alma. Que los restaure a la armonía y la perfección de mi diseño
divino para que gozosamente pueda desarrollar plenamente el verdadero
potencial de mi alma. Lo acepto hecho con pleno poder, de acuerdo con la
voluntad de Dios.
PERDÓN
yo soy el perdón actuando aquí.
Arrojando las dudas y los temores,
liberando por siempre a todos los hombres
Con alas de victoria cósmica.
YO SOY quien invoca con pleno poder
en todo momento la ley del perdón;
a toda la vida y en todo lugar
inundo con la gracia del perdón.
Página 155
YO SOY LA LLAMA VIOLETA
YO SOY la llama violeta
en acción en mí ahora
YO SOY la llama violeta
solo ante la luz me inclino
YO SOY la llama violeta
en poderosa fuerza cósmica
YO SOY la llama violeta
brillando como un sol
YO SOY el poder sagrado de Dios
liberando a cada uno.
Oración para la paz mundial
A través de nuestras oraciones y meditaciones sinceras, podemos también
dirigir la llama violeta hacia las condiciones negativas de nuestra comunidad
o del panorama mundial —como la contaminación, los disturbios políticos, o
la guerra— para transmutar sus causas kármicas y traer resolución y paz.
Puedes dedicar cualquiera de las afirmaciones anteriores así como la siguiente
para que se manifieste la resolución más elevada en cualquier situación que
nombres.
¡Oh llama violeta, oh llama violeta, oh llama violeta!
¡En el nombre de Dios, en el nombre de Dios, en el nombre de Dios!
¡Oh llama violeta, oh llama violeta, oh llama violeta!
¡inunda el mundo, inunda el mundo, inunda el mundo!
¡En el nombre yo soy, en el nombre yo soy, en el nombre yo soy!
¡Que la paz, la paz, la paz se extienda por toda la tierra!
¡Que el Oriente exprese paz,
que el Occidente exprese paz,
que la paz venga de Oriente y vaya a Occidente,
venga del Norte y vaya al Sur,
y que rodee el mundo!
¡Que las vestimentas de la Tierra
estén preparadas para engrandecer al Señor
Página 156
este día, y esta hora y esta noche!
¡Que el mundo permanezca en un aura de paz divina!
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www.PocketGuidesToPracticalSpirituality.com
Página 158
ELIZABETH CLARE PROPHET, nació el 8 de Abril de 1939 en Red Bank,
New Jersey y falleció el 15 de octubre de 2009 en Bozeman, Montana,
Estados Unidos. Creció en un ambiente cristiano pero, tal y como declaró a
The Times en 1980, a la edad de nueve años había ido «a todas las iglesias de
la ciudad» solo para descubrir que ninguna enseñaba «la total verdad…
Encontré más de lo mismo».
Estudió ciencias políticas en la Universidad de Boston en la que conoció a
Mark L. Prophet, quien fundó en 1958 la Conferencia Lighthouse, que enseña
espiritualidad práctica usando las religiones mayoritarias. Tras graduarse, se
casaron en 1963.
En 1966, la Conferencia Lighthouse se trasladó a Colorado Springs. Mark
Prophet murió en 1973 y Elizabeth Clare Prophet asumió el liderazgo de la
Conferencia. Fundó la Iglesia Universal y Triunfante, así como la Summit
University y la Summit University Press.
Es una autora de renombre internacional. Entre sus best sellers destacan:
Ángeles caídos y los orígenes del mal.
Profecías de Saint Germain para el nuevo milenio.
Los años perdidos de Jesús.
Página 159
Así como la serie de espiritualidad práctica que contiene los populares títulos:
Cómo trabajar con los ángeles.
Llamas gemelas.
Almas compañeras.
Alquimia del corazón.
Dicha autora ha promovido técnicas de espiritualidad práctica, entre las que
cabe citar el uso del poder creativo del sonido para el crecimiento personal y
la transformación mundial. Sus libros se han traducido a más de veinte
idiomas.
Página 160
PATRICIA R. SPADARO, Es una autora de renombre internacional. Su
último libro es Honor Yourself: The Inner Art of Giving and Receive, ganador
de dos premios nacionales de libros. También es coautora de varios otros
libros sobre crecimiento personal, espiritualidad y tradiciones mundiales.
Sus libros han sido traducidos a más de veinte idiomas y están disponibles en
todo el mundo. También ha producido una serie de radio de 13 semanas sobre
espiritualidad práctica.
Patricia también es entrenadora editorial, escritora independiente y editora
que ha ayudado a muchos autores exitosos a dar forma, publicar y
comercializar sus obras.
Vive con su esposo y su felino favorito en la hermosa Bozeman, Montana.
El trabajo de Patricia muestra que las grandes tradiciones espirituales del
mundo comparten temas comunes que son extremadamente relevantes para
los asuntos de nuestra vida diaria.
Su pasión es comunicar la sabiduría de los sabios del mundo de manera que
nos iluminen, inspiren y empoderen para crear una transformación práctica en
nuestras propias vidas y en las vidas de aquéllos a quienes tocamos.
Página 161
Se describe a sí misma como una aprendiz de por vida que tiene una
inclinación por la paradoja y por coleccionar citas sabias, ingeniosas y que
nos obligan a despertar.
Patricia R. Spadaro es coautora de:
Karma y Reencarnación
Alquimia del Corazón
Tus Siete Centros de Energía
El Arte de la Espiritualidad Práctica
Kabala: La clave de tu poder interior
La profecía de Saint Germain para el nuevo Milenio: Qué esperar hasta
2025
Página 162
Notas
Página 163
[1] Debido a que el lenguaje de género neutral puede ser engorroso y, a veces,
confuso, a menudo hemos usado él para referirnos a Dios o al individuo. Este
término es solo para facilitar la lectura y no tiene la intención de excluir a las
mujeres o al género femenino aspecto de la Deidad. Asimismo, nuestro uso de
Dios o Espíritu no excluye otras expresiones de lo Divino. <<
Página 164
[2] Véase Juan 9:1-3 Versión del rey Jacobo. <<
Página 165
[3] Mateo 17:11-13 Nueva versión estándar revisada. <<
Página 166
[4] Para un tratamiento profundo del papel de la reencarnación en las raíces
del cristianismo y en la comunidad cristiana primitiva, véase Reencarnación:
el eslabón perdido del cristianismo, de Elizabeth Clare Prophet y Erin
L. Prophet. (Editorial Patria Promexa, México, 2000). <<
Página 167
[5]
Véase Elizabeth Clare Prophet, Los años perdidos de Jesús: evidencia
documentada del viaje de 17 años que Jesús hizo a Oriente (Corwin Springs,
Mont.: Summit University Press, 1987). <<
Página 168
[6] Marvin W. Meyer, The Secret Teachings of Jesus: Four Gnostic Gospels
(New York: Vintage Books, 1986), p. 50. <<
Página 169
[7] G. R. S. Mead, traductor. Pistis Sophia: A Gnostic Gospel (Blauvelt, N. Y.:
Spiritual Science Library, 1984), pp. 220, 315, 320, 220. <<
Página 170
[8]
G. W. Butterworth, traductor. Origin: On First Principles (Gloucester,
Mass.: Peter Smith, 1973), pp. 137, 136. <<
Página 171
[9]
Orígenes, citado en Jean Daniélou, Gospel Message and Hellenistic
Culture, traductor, John Austin Baker (Philadelphia: Westminster Press,
1973), p. 418. <<
Página 172
[10] ibíd., pp. 418-19. <<
Página 173
[11] Butterworth, Origin: On First Principles, p. 67. <<
Página 174
[12] W. Lutoslawski, Pre-Existence and Reincarnation (London: George Allen
and Unwin, 1928), p. 29. <<
Página 175
[13] Albert Schweitzer, citado en Joseph Head y S. L. Cranston, compiladores
y editores, Reincarnation in World Thought (New York: Julian Press, 1967),
p. 130. <<
Página 176
[14]
Arthur Schopenhauer, citado en Joseph Head y S. L. Cranston,
compiladores y editores, Reincarnation: The Phoenix Fire Mystery (New
York: Julian Press, 1977 p. 296. <<
Página 177
[15]
Gina Cerminara, The World Within (New York: William Sloane
Associates, 1957), pp. 3-4. <<
Página 178
[16] Head y Cranston, Reincarnation: The Phoenix Fire Mystery, pp. 270, 271.
<<
Página 179
[17]
Para una excelente antología de escritos de todo el mundo sobre
reencarnación, véase Head y Cranston, Reincarnation: The Phoenix Fire
Mystery. <<
Página 180
[18] La hipnosis, incluso cuando se hace con las mejores intenciones, puede
hacernos espiritualmente vulnerables. Puede abrirnos a elementos del
subconsciente e inconsciente del practicante. A través de la hipnosis también
podemos prematuramente descubrir registros de eventos de vidas pasadas que
no estamos preparados para tratar (ver «La Copa del Olvido»). <<
Página 181
[19] Dr. Alexander Cannon, citado en Joe Fisher, The Case for Reincarnation
(New York: Carol Publishing Group, Citadel Press, 1992), p. 47. <<
Página 182
[20] Brian Weiss, Messages from the Masters: Tapping into the Power of Love
(New York: Warner Books, 2000), p. 2. <<
Página 183
[21]
Robert L. Snow, Looking for Carroll Beckwith: The True Story of a
Detective’s Search for his Past Life (Emmaus, Penn.: Rodale Books,
Daybreak Books, 1999), p. 7. <<
Página 184
[22] ibíd, pp. 1, 186. <<
Página 185
[23]
Helen Wambach, Reliving Past Lives: The Evidence under Hypnosis
(New York: Bantam Books, 1978), p. 6. <<
Página 186
[24]
«Hay muchas variables en las secuencias de causa y efecto que se
manifiestan como padecimientos físicos, mentales o emocionales. Los
ejemplos que compartimos en este libro tienen la intención de ayudarte a
comprender cómo funciona el karma, pero no pueden extrapolarse y aplicarse
en todas las situaciones similares. Cada circunstancia kármica y su resultado
son únicos». <<
Página 187
[25] Gina Cerminara, Many Mansions (New York: William Sloane Associates,
1950), pp. 53, 52-53, 55, 66-67, 65-66, 67. <<
Página 188
[26] Noel Langley, Edgar Cayce on Reincarnation (New York: Warner Books,
1967), pp. 49, 50-51. <<
Página 189
[27] Fred Ayer, Jr., «The Ancestral Shades of Gen. George S. Patton», Fate,
Marzo de 1967, pp. 37, 38. <<
Página 190
[28] Kyle Crichton, Subway to the Met: Risë Stevens’ Story (Garden City,
N. Y.: Doubleday & Company, 1959), pp. 237-38. <<
Página 191
[29] Para más información sobre el karma grupal y cómo se expía algunas
veces a través de la naturaleza, véase La profecía de Saint Germain para el
nuevo milenio, escrito por Elizabeth Clare Prophet con Patricia R. Spadaro y
Murray L. Steinman (Corwin Springs, Mont.: Summit University Press,
1999), pp. 121–47, 297. <<
Página 192
[30] Dannion Brinkley con Paul Perry, Saved by The Light: The True Story of
a Man Who Died Twice and the Profound Revelations He Received (New
York: Villard Books, 1994), pp. 26, 52. <<
Página 193
[31] Joel L. Whitton y Joe Fisher, Life between Life: Scientific Explorations
into the Void Separating One incarnation from the Next (New York: Warner
Books, 1986), p. 48. <<
Página 194
[32] ibíd, p. 39. <<
Página 195
[33] ibíd, p. 44. <<
Página 196
[34] ibíd, pp. 44-45. <<
Página 197
[35]
Los nombres en nuestras historias han sido cambiados, excepto para
figuras públicas. <<
Página 198
[36] Christopher M. Bache, Lifecycles: Reincarnation and the Web of Life
(New York: Paragon House, 1991), pp. 181, 182. <<
Página 199
[37] Langley, Edgar Cayce on Reincarnation, pp, 59-60. <<
Página 200
[38] ibíd, pp. 55-59. <<
Página 201
[39] Helen Wambach, Life before Life (New York: Bantam Books, 1979),
p. 164. <<
Página 202
[40] Wambach, Reliving Past Lives, p. 7. <<
Página 203
[41] Bache, Lifecycles, p. 130. <<
Página 204
[42] Whitton y Fisher, Life between Life, p. 53. <<
Página 205
[43] ibíd, pp. 47-48. <<
Página 206
[44]
Véase Elizabeth Clare Prophet y Patricia R. Spadaro, Alquimia del
corazón (México, Alamah, 2001). <<
Página 207
[45]
Brian L. Weiss, Many Lives, Many Masters (New York:
Simon & Schuster, Fireside Book, 1988), pp. 54, 57. <<
Página 208
[46] Paramahansa Yogananda, Autobiografía de un Yogui (Los Angeles: Self-
Realization Fellowship, 1946), paper back ed., p. 349). <<
Página 209
[47]
Véase Elizabeth Clare Prophet, The Great White Brotherhood in the
Culture, History and Religion of America (Corwin Springs, Mont.: Summit
University Press, 1984), pp. 173-206. <<
Página 210
[48] Yogananda, Autobiografía de un Yogui, pp. 187, 188-189. <<
Página 211
[49] Fritjof Capra, The Tao of Physics, 2a edición (New York Bantam Books,
1984), p. 141. <<
Página 212
[50]
Hegel, citado en Head y Cranston, Reincarnation: The Phoenix Fire
Mystery, p. 19. <<
Página 213
[51] Si te gustaría aprender más acerca de cómo poner en práctica las técnicas
de afirmación y visualización para tener acceso a la llama violeta, consulta la
cinta de audio de Elizabeth Clare Prophet, Spiritual Techniques to Heal Body,
Mind and Soul (solo disponible en inglés) publicada por Summit University
Press. <<
Página 214
Página 215