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Cárcova-Teorías Críticas

Este documento resume las principales críticas de la Teoría Crítica del Derecho a las corrientes tradicionales como el iusnaturalismo y el positivismo. Según la Teoría Crítica, estas corrientes tienen una visión reducida del derecho al enfocarse exclusivamente en algunas de sus dimensiones, lo que les impide apreciar su complejidad y diversidad en la sociedad moderna. Adicionalmente, la Teoría Crítica rechaza la visión explicativista y los presupuestos epistemológicos del positivismo, como tr

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Cárcova-Teorías Críticas

Este documento resume las principales críticas de la Teoría Crítica del Derecho a las corrientes tradicionales como el iusnaturalismo y el positivismo. Según la Teoría Crítica, estas corrientes tienen una visión reducida del derecho al enfocarse exclusivamente en algunas de sus dimensiones, lo que les impide apreciar su complejidad y diversidad en la sociedad moderna. Adicionalmente, la Teoría Crítica rechaza la visión explicativista y los presupuestos epistemológicos del positivismo, como tr

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- Cárcova, Carlos María (2001) “Notas acerca de la Teoría Crítica del

Derecho”, en Christian Courtis (comp.), Desde otra mirada. Textos de


Teoría Crítica del Derecho, Eudeba, Buenos Aires, pp. 19-38.

Notas acerca de la Teoría Crítica del Derecho.

Carlos María Cárcova


Bs.As., Febrero de 2000

1. Preliminar metódico.

2. Algunos rasgos comunes.

Es posible ubicar la aparición de la Crítica Jurídica como un


movimiento teórico de nuevo tipo en el campo del derecho, entre los ¿Cuál es la
crítica a las
finales de los sesenta y principios de los setenta. Sus manifestaciones eran corrientes
heterogéneas pero, claramente, compartían algunos núcleos fundamentales tradicionales?
de carácter conceptual.

2.1.Consideraban agotados los grandes paradigmas teóricos vigentes,


el iusnaturalismo en sus distintas versiones y el iuspositivismo, también en
sus distintas versiones. Ese agotamiento, radicaba en la imposibilidad de
ambos modelos de superar los respectivos reduccionismos que cada uno de
ellos representaba; el de carácter ontologista, en el caso del iusnaturalismo
La visión
y el de carácter normativista, en el del positivismo. Tales reduccionismos reducida que
impedían a cualquiera de dichas concepciones, dar cuenta de la tienen del
derecho, ¿qué
complejidad epocal de lo social y, correlativamente de la complejidad del les impide
derecho. Al focalizar su atención de manera exclusiva y excluyente en apreciar de la
alguna de las dimensiones de un fenómeno multívoco, resultaban complejidad
social de
fatalmente insuficientes para entenderlo en aquella complejidad y en su éste?
consecuente diversidad. El derecho de la modernidad tardía es, al mismo
tiempo: una tecnología elaborada por siglos, un discurso justificatorio
portador de criterios axiológicos, un modo de transformar poder político en

1
práctica societal, un mecanismo a través del cual se limita el ejercicio
arbitrario de la autoridad y se consagran garantías recíprocas incluidas en el
pacto de convivencia, una ideología práctica, un saber estilizado, etc.
Ninguna posición reductiva, por importante que sea el dato específico sobre
el que haga hincapié, podría mostrarse adecuada, al perder de vista la
variedad de fenómenos que constituían el objeto de su reflexión.

2.2. Con la sutileza que le es propia, Norberto Bobbio, sin duda uno
de los grandes juristas y politólogos del siglo XX, comprendiendo estos
límites, ensayó una inteligente defensa del positivismo, con el que siempre
se identificó, aunque desde una perspectiva muy heterodoxa que, como el
mismo sostenía con frecuencia, lo acercaba al pensamiento crítico.(1) Así,
distinguió entre un positivismo que denominó “ideológico”, versión
extrema, dogmática y ortodoxa; de un positivismo “metodológico”, más
abierto y flexible, cuya identidad fundamental consistía en concebir al
derecho como un dato de la realidad, como una creación práctica e histórica
de la evolución social. Naturalmente, desde entonces, ningún positivista se
asumió a sí mismo como ideológico. Sin embargo, unos y otros compartían
ciertos presupuestos epistemológicos que la Crítica Jurídica cuestionaba
radicalmente. Por una parte, la clara asunción de un modelo de tipo
explicativista, importado de las llamadas ciencias duras, como único modo
de conocer. La física era la más desarrollada de las ciencias fácticas, por lo
tanto había que aplicar al conocimiento de lo social ese modelo,
básicamente el método hipotético deductivo y al mismo tiempo los notorios
desarrollos en el campo del conocimiento formal de las lógicas modales.
Algunas de estas ideas ya estaban presentes en el nacimiento del
positivismo. Recuérdense las recomendaciones de A. Compte, el “padre”
de la sociología, en su ya emblemática obra, no por casualidad bautizada
“Física Social”: “... hay que tratar a los hechos como si fueran cosas...”.
El problema consiste en que los hechos a los que se refieren las ciencias
sociales en general y el derecho en particular, son conducta humana y ésta
es difícil de tratar como una cosa, escasamente pesable o medible. La
asunción de un punto de vista explicativista, implica una concepción
monista del conocimiento, para la que hay sólo un modo de conocer,
predominantemente el de la física (fisicalismo), al tiempo que un único
enlace entre las proposiciones, el de naturaleza causal (causalismo). En el

1
Afirmaba que un jurista no podía renunciar a la crítica y que su responsabilidad no se agotaba en la tarea
de decir cómo era el derecho, sino en postular, además, cómo debía ser. (v. “La función promocional del
derecho” en “Contribuciones a la Teoría del Derecho”, Fernando Torres Editor, Madrid, 1980. Es
también significativo en este respecto su ensayo “Kelsen y el poder”, publicado en castellano en “Crítica
Jurídica”, revista de doctrina de la Univ. Autónoma de Puebla. Allí, luego de un sutil análisis de la idea
de Norma Fundamental, propone reconocer que como fundamento de todo acto originario de poder,
debe identificarse no la existencia de una hipótesis gnoseológica, sino una fáctica relación de fuerzas,
capaz de respaldarlo mediante violencia actual o potencial.

2
campo del derecho, la asunción de estas premisas epistémicas por parte de
los autores más representativos, la más de las veces implícita más que
explícitamente, condujo a dicotomías fundantes, entre ser y deber ser,
derecho y moral, derecho y política, etc., que la Teoría Crítica, también ha
rechazado decididamente.

Tales dicotomías, presentes de manera especial en la Teoría Pura del


Derecho de H. Kelsen, pero con leves variantes, presentes también en la
obra de otros filósofos positivistas o de la llamada corriente analítica, no
solo han sido objetadas por los Críticos, también por las escuelas y autores
más representativos de la actualidad, v.g.: los comunitaristas (Walzer,
Taylor, Buchanan, Sanders, etc.) y otros como Rawls, Dworkin, Habermas,
Luhmann, etc. Al contrario, todas estas concepciones, por distintos caminos
y sobre la base de también distintos presupuestos, intentan mostrar la co-
implicación recíproca de estas polaridades: facticidad y validez, derecho y
moral, política y derecho. Al hacerlo, no están renunciando a formular
descripciones científicas de su objeto, están rechazando una descripción
que fue dominante durante varias décadas, pero que se muestra hoy
esclerosada e insatisfactoria. Naturalmente, para concretar su propósito
deben cuestionar y desplazar los puntos de partida metódicos del
positivismo y optar por otros. En algunos de estos pensadores, una suerte
de neo-aristotelismo; en otros un elaborado neo-kantismo; en otros un
Al trasladar los principios de la “física” al estudio de las ciencias sociales, se pierde de
macizo esfuerzo innovativo (autopoiesis sistémica); en el caso de la Teoría
vista la especificidad de la realidad social que no puede ser “explicada” (por eso se le
Crítica, en mi opinión, predomina
dice visión un modelo
explicativista) metódico
como el mundo físico. de tipo dialéctico-
comprensivo. La dialéctica en su tránsito de Hegel a Marx y la
Esta mirada excluye de toda consideración los valores (lo “axiológico”) que muchas
comprensión,
veces dirigenen la tradición humano
al comportamiento que arranca
y se limitacon Dilthey
ver al y pasa
derecho como por autores
un conjunto de
como Weber, Schutz,
leyes que (mientras Winch, Wittgenstein, Gadamer, Ricoeur, Davidson,
hayan sido creadas siguiendo ciertos procedimientos)
respetadas por los ciudadanos y aplicadas por los jueces.
deben ser

etc. Ello sin perjuicio además, de otras notarias influencias que han dejado
su marca: la Escuela de Frankfürt, Bachelard, el estructuralismo marxista,
Foucault, Derrida, etc.

2.3 Esos puntos de partida ponen en crisis la llamada “filosofía de la La


conciencia” y su propósito de explicar los fenómenos de funcionamiento y “filosofía
legitimación de lo social, a través del criterio de la elección racional de la
conciencia”
(rational choice). Heredera del utilitarismo, esta concepción intenta parte de
describir la interacción social mediante el cálculo racional que los sujetos entender al
individuo: libre
realizarían en cada caso, procurando la optimización de sus beneficios. De y racional,
este modo, la sociedad es vista como el resultado deliberado y consciente capaz de elegir
la mejor
Las de la actividad de sujetos incondicionados, actuando según la lógica de la opción de
filosofías relación costo-resultado. Para las filosofías críticas, en cambio, no son los conducta
críticas en .
cambio dan sujetos los que constituyen la sociedad, sino que es ésta la que constituye a
cuenta del los sujetos, determinándolos a través de complejos procesos de
“impacto” de la
acción social socialización, que le otorgan identidad y reconocimiento dentro del grupo y
sobre los
sujetos (que
no son tan
libres)… 3
¿Por qué
un análisis
funcional del
que, al unísono, le inculcan valores, comportamientos, visiones del mundo, derecho
etc. Se trata de una concepción que se distingue de la antropología etno y permite
antropocéntrica de cuño liberal, para inclinarse por una visión estructural- comprender
mejor al
sistémica de lo social y de sus diversas manifestaciones, entre ellas, las de derecho?
naturaleza jurídica. Por esa razón, privilegian un análisis funcional del
derecho que, según la conocida clasificación de Bobbio, se ocupa de sus
fines sociales, por sobre un análisis estructural, que se ocupa sólo de su
carácter más o menos sistemático, o sea, de las propiedades lógicas del
discurso normativo (completitud, consistencia, decibilidad).

2.4. Para terminar este apartado, debe subrayarse el valor y la


importancia que la Crítica Jurídica ha atribuido al fenómeno de la
“ideología” en la Teoría del Derecho. Esto es, en términos muy latos, al
conjunto de representaciones sociales que son producto de las relaciones de
poder establecidas y con frecuencia funcional para su histórica
reproducción. He tratado en otros textos la relación entre derecho e
ideología y a ellos remito al lector interesado.(2)
Poder e ideología son dos
nociones centrales. La ideología es el
3. Distintas corrientes de la Crítica Jurídica. conjunto de representaciones que
… compartimos y por las cuales aceptamos
que el mundo funcione de una determinada
manera (como si no fuera posible otra
4. Factores que explican la emergencia de teorías
opción, alternativas
tal como pasa en laen
naturaleza).
Generalmente, son las relaciones de
América Latina. poder las que nos “imponen” ciertas
… representaciones.

5. La teoría crítica en la Argentina

En 1975 se celebró en la Universidad de Belgrano, en Buenos Aires,


un Congreso Internacional de Filosofía Jurídica, en el cual fueron
presentados los primeros papeles que expresarían a esta corriente, que
surgía más o menos en la misma época que "Critique du Droit" y que
contaba entre sus inspiradores a Enrique Marí, Alicia Ruiz, Ricardo
Entelman y al autor de estas líneas, entre otros.

En la base de su preocupación se hallaba una clave epistemológica.


Procuraban poner en juego categorías teóricas que permitieran dar cuenta
de los anclajes del derecho con las formas históricas de la socialidad, para
lo cual, ciertamente, carecían de utilidad las que provenían de las teorías
tradicionales. Sostenían la necesidad de hacer pertinente el aporte de una

2
Cfm. “La idea de Ideología en la Teoría Pura del Derecho”, Ed. Cooperadora, Buenos Aires, 1972.
“Derecho y marxismo” en “Derecho, Política y Magistratura”, Ed. Biblos, Buenos Aires, 1996.
“La Opacidad del Derecho”, Ed. Trotta, Madrid, 1998.

4
teoría de la ideología que se hiciera cargo de los niveles del imaginario
social y su articulación múltiple con el mundo de las normas, las prácticas
institucionalizadas, el saber de los juristas y las representaciones de los
súbditos.

Impugnaban la pretensión hegemónica y el reduccionismo de las


corrientes normativistas que implicaban un puro juego de disposición y
organización metodológica de lo jurídico, con su secuela de preterición y
olvido de lo social.

Para ello se basaron en categorías provenientes del materialismo,


pero en un contexto heterodoxo que, en su misma base epistemológica, se
nutría de una tradición francesa distinta y a veces distante del marxismo,
como era el caso de la representada por autores como Bachelard,
Canguilhem o Foucault.

Ciertamente, el conocimiento de "Critique du Droit" fue importante


e influyente pero, a diferencia de la corriente francesa, la argentina intentó
de inicio un camino más ecléctico.

Permeaba la idea de que, para dar cuenta de la especificidad de lo


jurídico, era menester comprender también la totalidad estructurada que lo
contenía, es decir, la totalidad social y que, para ello, se necesitaba
constituir un saber que se desplegara como lugar de intersección de
múltiples conocimientos: históricos, antropológicos, políticos,
económicos, psicoanalíticos, lingüísticos, etc. Por ello, en los trabajos que
se fueron desarrollando, se encuentran categorías provenientes de muchas
de esas disciplinas, enlazadas en un intento de síntesis productiva. No
mediante un ingenuo recurso de mera adición, sino siguiendo la propuesta
de Canguilhem: "trabajar un concepto es hacer variar su extensión y
comprensión, generalizarlo por la incorporación de rasgos de excepción,
exportarlo fuera de su región de origen, tomarlo como modelo, en síntesis,
conferirle por transformaciones regladas, la función de una forma". (3)

Procuraban, además, generar una teoría crítica en un doble sentido;


por un lado, exhibiendo los límites de las concepciones aceptadas, es decir,
crítica de la teoría; por el otro, no sólo describiendo un determinado campo
objetivo, sino también, en la tradición de las filosofías críticas,
coadyuvando a su transformación; en esto, teoría crítica.

3 CANGHILEIM, George. "Lo normal y lo patológico". Buenos Aires, Siglo XXI, 1971.

5
Estos señalamientos, según creo, permiten tener una idea de las
preocupaciones iniciales. Para desarrollos más específicos y exhaustivos
remito al lector interesado al prólogo del libro "El Discurso Jurídico"
Hachette- Bs.As -1982, y al ensayo incluido en él "Aportes a la formación
de una epistemología jurídica", ambos de Ricardo Entelman. (4)

Me parece pertinente, teniendo en cuenta los límites de este trabajo,


reseñar, muy sintéticamente por cierto, algunas de las problemáticas que el
aporte de la teoría crítica en la Argentina, ha puesto en escena, en la
convicción de que ellas abren un camino teóricamente productivo.

El derecho ha sido pensado como una práctica social específica que


expresa y condensa los niveles de conflicto social en una formación
histórica determinada. Esa práctica, es una práctica discursiva en el sentido
que la lingüística atribuye a esta expresión, esto es, en el sentido de un
proceso social de producción de sentidos.

Diversos aspectos del discurso jurídico han sido tematizados, como


por ejemplo, el que refiere a su homogeneidad. Marí ha sostenido que en
él:"...no hay uniformidad semántica. Su modo de constitución es un
proceso no continuo. Una decisión judicial (tomada como discurso-tipo,
aún cuando no existan razones para no extender el análisis a otras
unidades de discurso como las normas, por ejemplo) tiene un proceso de
formación, descomposición y recomposición en el cual intervienen otros
discursos que, diferentes por su origen y función se entrecruzan con él.
Entre el proceso de formación y el producto final formado, hay una
ruptura, una distancia, una brecha. Este resultado no es una operación
deductiva que descubre significados ya presentes en la norma como
esencia. Tampoco es una "creación" judicial que pueda ser interpretada
como decisión individual. En todo caso la decisión refleja la relación de
fuerzas de los discursos en pugna...

En muchas ocasiones -como lo muestra la descripción de Foucault


en el caso Pierre Riviere, que sirve de base a la investigación de Marí- un
discurso ausente es el condicionante que define el modo de constitución y
el sentido del discurso del derecho, pudiendo provenir de demandas del
subsistema económico (modo de organización del sistema productivo) o
político (razón de estado) o moral, etc.

5 ENTELMAN, Ricardo. "El discurso jurídico" AAVV, Hachette, Buenos Aires, 1982.

6
... El discurso jurídico debe, pues, comprenderse y evaluarse no sólo
por lo que descarta de sí, sino por lo que atestigua con esa exclusión".
("El mito de la uniformidad semántica del derecho") (5)

Este planteo cuestiona la simplificación reductiva del positivismo e


instala nuevas dimensiones para ciertos temas tradicionales de la
jusfilosofía.

Respecto de las reglas de formación y estructura del discurso


jurídico ha sostenido Entelman: "...El discurso jurídico se hace cargo de
ser el discurso del poder, pero no porque tiene que vérselas con las
normas que atribuyen los Poderes o con las menciones normativas de los
hombres transformados en sujetos de derecho, sino porque es el discurso
cuyo propio proceso de producción consiste en la expresión de los lugares
de la trama del poder establecido en y por las prácticas sociales... Las
reglas de producción del discurso jurídico son reglas de designación.
Ellas individualizan a quienes están en condiciones de "decir" el derecho.
La norma fundamental (Kelsen) o la regla de reconocimiento (Hart)
definen las expresiones que integran validamente el derecho pero no por
su estructura sintáctica o su referencia semántica, sino por vía de la
designación de quienes pueden emitirlas... En el discurso jurídico se
muestra lo que se muestra y se dice lo que se dice para ocultar lo que se
quiere ocultar y callar lo que se quiere callar. Las ficciones y los mitos no
están allí sino para hacer funcionales determinadas formas de
organización del poder social.

El discurso jurídico reconoce distintos niveles, el primero


corresponde al producto de los órganos autorizados para "hablar":
normas, reglamentos, decretos, edictos, sentencias, contratos. Este nivel es
autosuficiente en su producción y su reproducción. Consagratorio de
figuras y ficciones y autoresguardado a través de la palabra delegada, en
su reproducción y en su comunicación.

El segundo nivel del discurso jurídico está integrado por las teorías,
doctrinas, opiniones que resultan de la práctica teórica de los juristas y
por las alusiones de uso y manipulación del primer nivel o sea por la
práctica de los abogados, escribanos y "operadores en general".

Finalmente, el tercer nivel es donde se juega el imaginario de una


formación social. Es el discurso que producen los usuarios, los súbditos,

5 MARI, Enrique E. "El discurso jurídico". AAVV, Hachette, Buenos Aires, 1982.

7
los destinatarios del derecho, en un juego de creencias, de
desplazamientos y de ficciones.

Estos niveles constituyen una totalidad de sentido en un proceso de


intertextualidad que registra el efecto de unos en relación con los otros”
("Discurso normativo y organización del poder"). (6)

El discurso jurídico se articula con ficciones y mitos. Una de sus


ficciones fundantes es la noción de "sujeto". Dice Alicia Ruiz:

"La estructura del derecho moderno se organiza y se sostiene en


torno a la categoría de "sujeto". Discutir esta noción, desmontarla,
supone someter a revisión todo el discurso jurídico.

El sujeto de derecho, libre y autónomo, es una categoría histórica


propia de una forma peculiar de lo social y de la política de una cierta
organización de lo simbólico y de un peculiar imaginario social. Ese
sujeto libre para actuar y con autonomía de voluntad para decidir,
corresponde a una manera de conceptualizar al hombre y a su naturaleza.

El hombre, lo humano, no son realidades dadas que preexistan al


discurso que los alude.

En el derecho siempre hay un hombre interpelado como si su


constitución como tal (como hombre) fuera precedente a ese derecho. Sin
embargo la complejidad de la cuestión reside, justamente, en explicar
cómo el derecho interpela al sujeto que de mismo tiempo constituye.

Cuando la ley nos nombra como "padre" u "homicida",


"comerciante", "mayor de edad", "fallido", "deudor", "acreedor", en cada
una de esas maneras de mencionarnos pareciera que nosotros, cada uno
de nosotros, existe ya como sujeto. En este supuesto reside la estructura
ficcional que mantiene la integridad del discurso. Es como si en el origen
hubiese un sujeto al cual calificar, permitir, prohibir y fuera por esto que
la ley puede aludirlo, otorgarle un lugar en el campo de la legitimidad o
excluirlo de él.

Si en el discurso jurídico la regla de formación básica es una regla


de atribución de la palabra, la distribución, extensión y características de
esa autorización se corresponde con algún diseño de lo humano, y con
una forma definida de mentar los actos que ejecuta: lo ilícito, lo lícito, la
6
ENTELMAN, Ricardo. v. “Materiales para una Teoría Crítica del Derecho” AA.VV. Ed. Abeledo Perrot, Bs.As.,
1991

8
libertad, la responsabilidad, la imputación, lo doloso, lo culposo, la
ubicación de la sanción en la red de conceptos básicos, la distinción entre
lo público y lo privado, el papel reconocido a la violencia, los mecanismos
admitidos par obtener consenso, la direccionalidad de la represión. En
este sentido todo derecho consagra un cierto humanismo, aún el más
bárbaro en sus prácticas y aberrante en sus principios.

Desde la institución jurídica los hombres toman conciencia de sí, se


ven siendo como dicen que son las palabras con las que se los alude. Uno
aprende que la ley existe al mismo tiempo que queda definitivamente
marcado por su ingreso al mundo de lo jurídico. Y al mismo tiempo los
hombres no inventan el derecho después de estar constituidos como
sujetos, como no hacen la historia sin ser parte de esa historia. ("La
ilusión de lo jurídico") (7)

Este discurso jurídico tiene una función paradojal que se explica en


la doble articulación del derecho con la ideología y con el poder. En un
trabajo de hace unos años, sostuve: "El derecho es una práctica de los
hombres que se expresa en un discurso que es más que palabras, es
también comportamientos, símbolos, conocimientos. Es lo que la ley
manda pero también lo que los jueces interpretan, los abogados
argumentan, los litigantes declaran, los teóricos producen, los
legisladores sancionan o los doctrinarios critican. Y es un discurso
constitutivo, en tanto asigna significados a hechos y palabras. Esta
compleja operación social dista de ser neutral, está impregnada de
politicidad y adquiere dirección según las formas de la distribución
efectiva del poder en la sociedad. Es un discurso ideológico en la medida
en que produce y reproduce una representanción imaginaria de los
hombres respecto de sí mismos y de sus relaciones con los demás. Los
estatuye como libres e iguales, escamoteando sus diferencias efectivas;
declara las normas conocidas por todos, disimulando la existencia de un
saber monopolizado por los juristas y un efecto de desconocimiento por
ellos mismos producido. Es decir, es ideológico en la medida en que
oculta el sentido de las relaciones estructurales establecidas entre los
sujetos con la finalidad de reproducir los mecanismos de la hegemonía
social. Este ocultamiento es a la vez productor de consenso, pues el
derecho ordena pero convence, impone pero persuade, amenaza y
disciplina. Hecha mano al par represión-ideología. No es sólo violencia
monopolizada es también discurso normalizador y disciplinario. Pero a la
vez que cumple un rol formalizador y reproductor de las relaciones
establecidas también cumple un rol en la remoción y transformación de

7 RUIZ, Alicia E.C. en Idem anterior.

9
tales relaciones, posee a la vez una función conservadora y renovadora.
Ello es así, porque como discurso ideológico elude pero también alude. Al
ocultar, al disimular, establece al mismo tiempo el espacio de una
confrontación. Cuando promete la igualdad ocultando la efectiva
desigualdad, instala además un lugar para el reclamo por la igualdad.

Por el otro lado, como discurso que instituye órganos, consagra


prerrogativas y constituye a los sujetos, sacraliza y reconduce el poder.
Pero el poder no es un instrumento o una cosa que unos posean y de la
cual los otros carezcan. Es una relación, una situación estratégica en el
seno de una sociedad determinada, como dice Foucault. Donde hay poder
hay resistencia, y la resistencia es interior a la relación de poder. No hay
poder sin dominador, pero tampoco hay poder sin dominado y esta
relación es cambiante, dialéctica, histórica. El papel del derecho depende,
pues, de una relación de fuerzas en el marco del conflicto social. En
manos de grupos dominantes constituye un mecanismo de preservación y
reconducción de sus intereses y finalidades, en manos de grupos
dominados, un mecanismo de defensa y contestación política, por lo tanto,
de cambio social. La problemática de los derechos humanos, tan
conspicua en este momento, puede proporcionar un ejemplo de lo
expresado. Las declaraciones de derechos y garantías consagradas por las
legislaciones modernas, las más de las veces con alcance puramente
formales, pudieron ser miradas por esto mismo, con cierto escepticismo.
Miradas sólo como recurso legitimante y tranquilizador que prometía lo
que precisamente no otorgaba. Sin embargo, en momentos de graves
crisis, en que los niveles de conflicto se acentúan, ese discurso meramente
ideológico se transforma en una formidable herramienta de lucha, de
denuncia y de resistencia a la opresión.

Este aspecto paradojal del derecho y una concepción relacionista


del poder son un punto de partida para nuevas investigaciones en torno al
análisis funcional del derecho.” ("Las funciones del derecho") (8)

Las citas que he propuesto precedentemente, muestran tractos del


desarrollo de las problemáticas a las que aludiera al inicio de este apartado.

El derecho como práctica social discursiva; la estructura, funciones


y niveles del discurso; su discontinuidad semántica y las operaciones de
poder que están en la base de su presunta uniformidad; el derecho y su
articulación con lo ilusorio en la constitución de categorías estratégicas

8 CARCOVA, Carlos María.- Ibídem.

10
como la del "sujeto"; su articulación con la ideología y el poder como
relación, que permiten definir su doble, paradojal función.

Nuevas problemáticas se han sumado a las anteriores, en trabajos


actuales no solo producidos por los primeros representantes de las
corrientes críticas en nuestro país, sino también por un extenso número de
jóvenes discípulos o secuaces (en el buen sentido, de seguidores), que ya
ocupan posiciones académicas destacadas y cuentan con una importante
producción teórica.(9) Sin embargo, excedería el propósito de estas notas
hacer un recuento de todas ellas, baste señalar que han abarcado cuestiones,
tales como las epistemológicas, el multi-culturalismo, las de género y
ciudadanía, la relación derecho/literatura o el tema de la complejidad del
sistema social y su multivocidad comunicacional, la opacidad del discurso
del derecho, etc.

6. La Teoría Crítica y sus interlocutores caracterizados.


7. Consideraciones finales.

9
Con el riesgo asumido de incurrir en involuntarias omisiones corresponde citar entre otros los trabajos
de Claudio Martyniuk, Christian Courtis, Diego Duquelsky, Jorge Douglas Price, Patricia Servatto, Lucia
Assef, etc.

11

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