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Caso Ernesto Historia Clínica

Ernesto es un hombre de 28 años que se siente en crisis existencial. Ha estudiado varias carreras que no le gustan bajo la presión de sus padres. Se fue al extranjero para estudiar inglés pero terminó viajando por varios países. Regresó a México sin un rumbo claro. Recientemente terminó una relación amorosa que lo dejó deprimido. Actualmente vive con sus padres pero desea independizarse. Busca encontrar su vocación y sentirse realizado, aunque teme decepcionar las expectativas de sus padres.
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Caso Ernesto Historia Clínica

Ernesto es un hombre de 28 años que se siente en crisis existencial. Ha estudiado varias carreras que no le gustan bajo la presión de sus padres. Se fue al extranjero para estudiar inglés pero terminó viajando por varios países. Regresó a México sin un rumbo claro. Recientemente terminó una relación amorosa que lo dejó deprimido. Actualmente vive con sus padres pero desea independizarse. Busca encontrar su vocación y sentirse realizado, aunque teme decepcionar las expectativas de sus padres.
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Caso Ernesto (PARA TALLER)

28 AÑOS

Motivo de consulta: “Estoy en caos, en crisis; no estudio ni trabajo”.

“He sido y soy inseguro, introvertido. No sé ni qué estudiar al salir de prepa.


Me fui al extranjero al salir de prepa, para ambientarme, sólo como oyente. Estuve viviendo
con una familia”.
“Soy hijo único y mi madre puso el grito en el cielo porque me fui”.

Antes de irse pensaba estudiar diseño gráfico. Regresa y ya no sabe ni qué, tal vez
ingeniero civil, pero podría ser cualquier carrera. Entra a ingeniería y ya no le gusta, pero
su padre le pide que la termine, y “ya después verán”. Termina esa carrera.

“Tomo demasiado café y creo que soy hipocondríaco”.

Mi abuela me decía de niño: “eres un indefenso”. Antes de irse al extranjero no quiso


involucrarse afectivamente con alguien porque ya se iba a ir.

Ha tenido dos o tres trabajos, pero en ninguno había seguridad; en una ocasión trabajó
simultáneamente en dos lugares: “por servir a dos amos con uno quedó mal”. No se siente
dueño de su vida.

“Mi madre es extremadamente preocupona, tiene migrañas y seguido tiene que ir a parar al
hospital. Ya ves, por tu culpa me pongo mal”, le decía. “Si sales me va a doler la cabeza”.
“Quiero volar, pero tengo las alas lastimadas”.

Después quiso estudiar una maestría en actuaría (riesgos financieros), pero no se decidió.
Le hubiera gustado más estudiar artes. Pero, ¡qué contradictorio!, exclama. Pero la mamá le
decía, te vas a morir de hambre –si estudiara artes-. Y para el papá que esté realizado
implica tener dinero.

Leyó un libro de alguien que escribía sobre un hombre de 35 años que vivía con sus padres;
la mamá le lavaba, cocinaba y hasta los dientes le lavaba. Andaba con una muchacha, pero
la muchacha sentía que andaba con la mamá de él. Entonces la muchacha le dice, mi única
condición para seguir contigo, es que me traigas el corazón de tu madre. El conflictuado y
todo, lo hace, le lleva el corazón. Pero se tropieza y rueda el corazón y éste le dice: ¿estás
bien mi niño, no te pasó nada?

También se acuerda del cuento de Bucay, del elefante que no se soltaba del cordón con el
que estaba amarrado. “Así crecí yo, crecí con un grillete y ya no intentaba liberarme”.
El siente que se ahoga, tiene miedo, ya no sabe qué cosa nueva emprender.

Me pregunta si no he oído hablar de la parálisis del sueño: “Yo soy escéptico”, pero dice
que cuando se duerme trae la mente activa. Se dormía y sentía que no podía mover el
cuerpo, pero estaba consciente de todo a su alrededor. “Chingue a su madre, ya me dio esto
de la parálisis”. En otro sueño, se siente así y ve a una india, de esas brujas. Yo le empiezo
a tirar chingazos, sintió que era el diablo, alguien maligno. Era una india fumando puro, me
agarra de la camisa y me dice: “ya te cargó la chingada”. Me despierto cagado de miedo”.
Puedo asociarlo con alguien que me desea un mal, que no progrese. No tengo enemigos. A
la gente le gusta pensar que se fue a pasear cuando estuvo en el extranjero.

Papá le dice: vete a estudiar inglés con mis hermanas en Houston.

No se va a Houston, sino a Australia a estudiar inglés. Consigue trabajo de lavaplatos,


ganaba bien y papá le mandaba dinero. Se aburrió en Australia y decide irse a otros países a
pasear, “para disfrutar lo que me chingué”.

Se siente culpable, y piensa: “ya la cagué, voy a regresar a Torreón a una carrera que no me
gusta. Se acuerda de una maestría en economía, muy chingona. Lo aceptan con beca
en Uruguay. Llega allá con muchas ilusiones y a una maestría fregona. Pues “no la hace”,
saca muy bajas calificaciones.

Regresa fracasado a México. Un primo le iba a conseguir trabajo en Guadalajara le va mal


en la entrevista de selección y no le dan el trabajo. Aplica para varios trabajos allá y no
consigue nada.

En la Laguna un amigo le ofrece un trabajo temporal emprendiendo un negocio. Le ofrecen


un trabajo en ICA, donde la mamá tiene influencias, pero tiene que regresar a Uruguay para
presentar un examen de una materia, por lo que no va a la entrevista en ICA, y tampoco
pasa el examen allá. El amigo le dio las gracias también, cuando el negocio estaba pintando
bien.

Aquí rompe relaciones con una amiga (Lupita), que estuvo a punto de ser su novia. Esta
chava le traspasa un negocio de venta de gorditas, sin estar acreditado. Pagó diez mil pesos
y el negocio no servía para nada. Su madre lo regañó por “pendejo”.

Después se hizo novio de esta Lupita, y él sin trabajo. Poco después ella lo deja porque
extraña a su ex.
.
Pero temo dejarte ir, le dice ella. Le dice que lo quiere pero que ya no la busque.
Comportamiento ambivalente, le reclama ella entre besos y abrazos. El le quiere regresar
unas cosas, pero ella le dice: te quiero, pero ya no me busques. “No me gustan las personas
que me ponen el alto”, dice él. Ernesto estaba “que se lo llevaba la chingada”, no comía,
depre. La deja de ver.

No busca trabajo, no tiene fuerzas de nada. “Nada me sale, todos progresan”. Se siente peor
persona que antes.

Tiempo después lo buscó Lupita; hubo besos y eso, pero él no puede ni ha podido sostener
una erección, así que todo quedó ahí. Ella le dijo que se estaba volviendo loca, no
precisamente por él, sino por otras circunstancias de su vida. “Sentí lástima, sentimiento”.
“No quiero estar con ella”.

Vida familiar: hijo único mamá, tuvo anteriormente un aborto.


Su padre perdió el trabajo, la madre sostiene la casa. El padre se va a buscar trabajo a otro
lugar, encuentra, lo pierde y así se la pasa durante tres años.
La abuela se hace cargo de llevarlo al kinder, fue demasiado sobreprotectora.

Cuando se fue al extranjero la abuela le dijo, quédate y te compro un carro. El papá lo


animaba a irse.
Se va al extranjero contra todos los pronósticos. Allá anda de peda, tuvo varias relaciones;
“me encantan las viejas”. Allá se sentía realmente libre por primera vez. Las calificaciones
no contaban. Era popular como nunca, una persona normal. Le fue excelente, sentía que
podía hacerlo todo.

Se va a Uruguay, tiene algunos problemas con materias. Finalmente, no ha podido titularse.

Regresa. Lo que afectó mi iniciativa es que de niño me daban las cosas hechas. “¡Todavía
como con mi abue!”

Si sale, sus padres no duermen. Lo mejor es que no esté aquí.

En Uruguay vivió bien, sobre todo consigo mismo. “La felicidad radica en sentirse libre.
Me siento grande para estar en mi casa. Quiero buscar trabajo pero no me dan ganas.
Encontrarlo aquí significaría quedarme en casa, entre la comodidad, la libertad y los
chantajes”.

En estos momentos probablemente hubiera estudiado actuaría.


Pero antes no. Es una carrera demasiado bonita. Pero también en esos momentos hubiera
estudiado arte (¡¡¡qué opuestos!!!); ¡qué disyuntiva!

“Si ahorita estudiara artes… no lo hago porque “te vas a morir de hambre”, recuerda las
palabras de su abuela. “Pero, que tal si yo soy uno de esos cabrones que ha triunfado”.

“Para papá que esté realizado implica que yo tenga mucho dinero”.
Últimamente le pasa un sueño recurrente: “estoy así y sueño que me pasa eso de la parálisis
y me levanto de mi cama y comienzo a tirar chingazos. Yo quiero pegarle a alguien
invisible. Siento que es el diablo (alguien maligno)”.

Sus amigos piensan que se fue a Uruguay a pasear. “La revolución no me ha hecho
justicia”. La mamá le dice, “te pongo a estudiar y quieres ser pinche gordero, para eso te
hubiera puesto unas gorditas Doña Tota”.
“Siento que se me está quitando lo aventado. No conozco viejas porque ni estudio ni
trabajo. Tampoco tengo amigos, me siento mal, sin vieja, sin amigos y sin trabajo”.

Le hubiera gustado tener un hermano

Su padre era administrativo de una empresa, de pocos recursos económicos. Conoce a la


mamá que es funcionaria de gobierno con muy buen sueldo y relaciones.

“Uno –o sea él-, es el reflejo del padre, pero si no lo admiro, trato de ser lo contrario a él”.

Su padre le pone todos los medios para que él haga dinero, pero esa no sería su realización
personal. Tengo un conflicto vocacional.

Padre. Soñador, fuera de la realidad, optimista. Su mamá le echa bronca porque lo mandó a
Uruguay.

Jugando, Ernesto le dice a su mamá: “si quiero traer una vieja a la casa, ¿me dejas? No, tú
eres un pinche libertino, deberías de trabajar. Ella quiere a huevo que trabaje en ICA.

Dice que es hipocondríaco porque ha llegado a pensar que tiene sida, parkinson o cáncer.

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