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El Código Civil Costarricense

Este documento resume la historia y principales influencias del Código Civil costarricense. Brevemente: 1) El Código Civil de 1888 fue influenciado por el Derecho Romano, las Siete Partidas de Alfonso X, y el Código Napoleónico. 2) Los principales cuerpos legales que influyeron fueron el Derecho Romano, las Siete Partidas españolas, y los códigos franceses del siglo XIX. 3) El Código Civil costarricense ha evolucionado a través de múltiples reformas para adaptarse
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El Código Civil Costarricense

Este documento resume la historia y principales influencias del Código Civil costarricense. Brevemente: 1) El Código Civil de 1888 fue influenciado por el Derecho Romano, las Siete Partidas de Alfonso X, y el Código Napoleónico. 2) Los principales cuerpos legales que influyeron fueron el Derecho Romano, las Siete Partidas españolas, y los códigos franceses del siglo XIX. 3) El Código Civil costarricense ha evolucionado a través de múltiples reformas para adaptarse
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IJRDO-Journal of Social Science and Humanities Research ISSN : 2456-2971

El Código Civil costarricense: un repaso a su historia y


a sus principales retos

Charles Salvador Hernández Viale1


Jorge Umaña Vargas2

1. Introducción3
“Mi verdadera gloria no es haber ganado cuarenta batallas; Waterloo borrará el recuerdo de
tantas victorias; lo que nada borrará, lo que vivirá eternamente, es mi Código Civil”.
(NAPOLEÓN BONAPARTE)

El desarrollo del Derecho costarricense tuvo un despertar que para algunos no se


desarrolló a la velocidad deseada. Es fácil identificar las características de la población del
sur de Centroamérica de entonces al constatarse el acta del 28 de setiembre de 1821 en
donde se leía (Asamblea Legislativa de Costa Rica, s.f.):

“Nuestra diputación provincial é ilustrísimo prelado se ha


reunido… teniendo los siguientes acuerdos:
1. La absoluta y total independencia de Guatemala, que
parece se ha erigido en soberana.
2. La independencia del gobierno español, hasta tanto
que se aclaren los nublados del día”.

¿Qué más sensación de pausa que esperar a que se aclarasen los “nublados del
día”, para poder iniciar instrumentos jurídicos que permitieran proclamar la independencia
de España y un estado libre y soberano? No fue sino hasta 1848 que los costarricenses
evolucionaron de ser parte de un Estado a pertenecer a una República.

1
El autor es MBA, Graduado en Diplomacia, Instituto Rio Branco IRBr, además de tener estudios en Derecho.
Ministro Consejero de carrera, en la Embajada de Costa Rica en Lima Perú.
2
Graduado en Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Costa Rica. Posee Maestrías en
Diplomacia, Estudios Europeos e Integración. Autor de varios artículos y libros en temas de relaciones
internacionales y afines.
3
El artículo está redactado con fines académicos y a título exclusivamente personal por tanto no compromete
de manera alguna ni su calidad de funcionario, ni al Gobierno de Costa Rica. Los autores han sido profesores
en la Universidad de Costa Rica y otras universidades de Costa Rica.

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Esto es notable cuando se observa que a pesar de que hubo un reconocido


despertar jurídico importante cuando surgieron las primeras constituciones del naciente
Estado de Costa Rica- primero, como parte del Imperio de Iturbide en México, luego dentro
de la Federación Centroamericana- no es hasta el inicio del gobierno de don Braulio Carrillo
Colina cuando se promulga el Decreto de Bases y Garantías o Código General, el cual
constituye el primer ordenamiento jurídico que regulaba el Derecho Privado, tomando en
cuenta el apartado civil de esa normativa.

Desde ese momento, y hasta 1888 cuando surge el Código Civil de Costa Rica, el
derecho civil había ido en franco estudio y desarrollo. Aquellas normas que regulan los
diversos aspectos de la vida de las personas tuvieron influencias muy significativas de
varias civilizaciones y pensamientos de la historia y desembocaron en un gran avance en
el derecho costarricense.

Hoy en día, el Código Civil es la ley vigente más antigua de Costa Rica y hasta el
momento ha sido objeto de múltiples reformas y adaptaciones a las nuevas realidades
costarricenses. Esa situación de antigüedad así como la abrumadora cantidad de nuevas
circunstancias y realidades nacionales genera un ambiente propicio a la discusión en
diversos foros académicos y políticos acerca de la necesidad ya sea de continuar la actual
tendencia de fragmentar el Derecho privado en Leyes especiales para garantizar o reformar
o reelaborar un nuevo Código de Derecho privado, más articulado y coordinado, que
contenga los diversos temas que actualmente provocan cierto barullo.

Sabedores de estas conversaciones y conscientes de la importancia que ello


representa para el país y como referencia internacional, los autores nos hemos dado a la
tarea de aportar nuestro granito de arena al diálogo fecundo mediante la realización de un
análisis histórico general de los sistemas normativos antiguos que han influido en el
Desarrollo del Código Civil de 1888.

No es posible referirse a esta temática sin repasar el impulso dado por el Derecho
Romano, que a su vez dio pie a las 7 Partidas de Alfonso XI el Sabio, mismas que fueron
leyes en el territorio que hoy es Costa Rica hasta ya encaminada la independencia en 1821.
Posteriormente, se propone un breve análisis del Código de Napoleón, el cual llegó a

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convertirse en lo que se conoció como el Derecho Continental, adoptado por muchos países
del mundo, los latinoamericanos entre ellos.

El Código Civil costarricense se ha impregnado de todas esos cuerpos legales


anteriores así como de su antecesor más inmediato: el Decreto de Bases y Garantías de
1841, conocido como Código de Carrillo o Código General, en cuyas páginas pudo
promulgar códigos de procedimiento penal y civil. Si bien es cierto este Código fue
declarado nulo en 1842 por el General Francisco Morazán tras el golpe de Estado a Carrillo,
la realidad es que el Código Civil de 1888, el cual -con algunas modificaciones- rige a los
costarricenses hasta la actualidad, se vio influenciado por varias de las ideas allí
plasmadas.

2. Principales influencias del Código Civil Costarricense

El Código Civil costarricense actual, fue redactado entre los años de 1885 y 1886 y
puesto en vigencia durante el gobierno de don Bernardo Soto Alfaro el 1° de enero de 1888.
Pero no fue formado como una idea independiente de las corrientes de pensamiento que
imperaban en el momento. Es así que, algunos textos y culturas fueron necesarios para
inspirar a quienes redactaron ese Código. Se pueden destacar como las más importantes
las que a continuación se detallan.

A. El Derecho Romano

El derecho que es conocido como occidental tiene sus orígenes en el derecho romano.
Como tal, su influencia alcanza casi todos los confines de la Tierra, convirtiéndose en uno
de los más trascendentales conjuntos de legislación de la humanidad. De forma genérica
es válido afirmar que este derecho se fue creando a partir de un conjunto de normas
jurídicas, principios y preceptos, que rigieron la vida del pueblo romano desde que la aldea
se fundó por Rómulo, su legendario primer rey.

Hablar del legado del Derecho Romano a la humanidad da para una amplia reflexión
aparte. En este apartado solo pretendemos identificar al Derecho Romano como una de las
mayores influencias del código civil costarricense, por lo que con el ánimo de no perder el
objetivo general del escrito, nos limitaremos a expresar unas breves ideas al respecto, a

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sabiendas de lo simplistas que parecerá el ejercicio en comparación del enorme legado que
representa el derecho romano.

Es así que como ejemplo es posible citar al Emperador Justiniano quien entre los
años de 527 y 565 de nuestra era llevó a cabo el reconocido Corpus Iuris Civilis (Cuerpo
de Derecho Civil, en latín) con el fin de formalizar el ordenamiento jurídico existente y
conocido en el Imperio. Esta obra se constituyó en la más importante recopilación de
derecho romano de la historia. Se le debe a esta colección, el conocimiento que se tiene
del contenido del antiguo derecho romano.

El derecho romano dejó de regir con la desaparición del Imperio Romano en todas
sus formas, sin embargo fue su legado lo que continuó marcando la pauta legal en los
pueblos que surgieron de su desmembración, y aún es materia de estudio pues como fuente
de derecho, inspiró a la mayoría de códigos modernos.

Es en realidad Barrow, citado por Jorge Guier, quien resume de manera certera lo
que significa el derecho romano desde un punto de vista histórico, no solamente en Costa
Rica, sino en el mundo entero (Guier Esquivel, J., 1982. P. 217):

“La obra más importante de los romanos, tanto si se


considera por sus propios méritos intrínsecos como por su
influencia en la historia del mundo es, sin duda su derecho
(…). Aunque la población del Imperio Romano no fue sino de
50 millones, en la actualidad (miles más) viven bajo sistemas
que pueden ser atribuidos al derecho romano”.

B. Las 7 partidas

Se refiere a un cuerpo normativo redactado durante el reinado de Alfonso X tratando de


unificar en materia legal todo el territorio bajo su dominio (Castilla). Al inicio tuvo otro nombre
-Libro de las leyes- sin embargo, al estar dividido en siete secciones, fue adquiriendo el
nombre popular de las 7 partidas.

Este texto parece fundamentarse en el Código de Justiniano y se desprende de sus


ideas que existió una gran influencia religiosa a la hora de su elaboración. De hecho, su

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división en siete partidas se debió a que a dicho número se le atribuían virtudes


asombrosas.

Otro dato curioso es que todas las leyes iban precedidas de un título, que al unirse
la primera letra de cada uno, se aprecia que aparece la palabra Alfonso (Guier Esquivel, J.,
1982. P. 339)4:

Al servicio de Dios (I)


La fe Católica (II)
Fino Nuestro Señor (III)
Onras señaladas (IV)
Nascen entre los hombres (V)
Sesudamente dijeron (VI)
Olvidanza et atrevimiento (VII)

Se estructuraba de la siguiente manera:


• Partida I: trata de todas las cosas que pertenecen a la fe católica inspirado
fuertemente en el Derecho Canónico y especialmente en las Decretales de
Gregorio IX.
• Partida II: la Constitución Política y Militar del Reino. Influencia: íntima
conexión con las antiguas leyes, costumbres y Fueros Municipales de Castilla.
• Partida III: dedicada a la Administración de Justicia y el procedimiento.
Influencia mixta, romano–canónica.
• Partidas IV–VI:
IV- Regula el matrimonio-influencia de Derecho Canónico (Decretales).
V- Contratos y estipulaciones de derecho contractual.
VI- Derecho sucesorio-influencia romana.
• Partida VII: Derecho Penal- fuentes romanas, canónicas y de Derecho
Nacional (Castellano).

Es importante recordar que durante la época de la Monarquía y hasta 1841 las Siete
Partidas de Don Alfonso X el Sabio constituyeron la principal fuente del Derecho Civil del

4
Se respeta la redacción histórica, por lo que se obvian algunas faltas ortográficas según las reglas modernas.

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territorio costarricense. Estas normas a su vez, respondían a la tradición jurídica romana y


derivaban fundamentalmente de las instituciones y principios del Ius Commune (en especial
las Partidas III, V y VI) (Sáenz Carbonell, J., 2004. P. 247).

El régimen de los bienes y el derecho de propiedad se encontraban regulados en


numerosos títulos de la Partida III. También se regulaban figuras jurídicas como la
servidumbre, el usufructo y el uso y habitación. Los diversos modos de adquirir el dominio
como ocupación, la invención, la accesión, la tradición o entrega, la posesión y la
prescripción adquisitiva (usucapión).

En lo que a obligaciones y contratos se refiere, este documento regulaba la


donación, el depósito, el préstamo de uso, el mutuo empréstito, el cambio o permuta, la
compraventa, el arrendamiento, la compañía o sociedad. Para asegurar el cumplimiento de
las obligaciones existían garantías personales como la fiadura o fianza, y reales como la
hipoteca y la prenda. La Partida VI regulaba sucesiones que podían ser testamentaria o
legítima (según existiese declaración de última voluntad o no). Los llamados a heredar eran
en primer lugar los descendientes legítimos del extinto, sin distinción de sexo, y a falta de
éstos los legitimados. Si no existían tales, entonces la herencia pasaba a los ascendientes,
a falta de ellos, los hermanos del difunto. Si no había nada de lo anterior eran llamados a
heredar los sobrinos, en defecto de los sobrinos los tíos y por último los primos. Si al final
se dictaminaba que la persona no tenía parientes en línea directa ni colateral, su patrimonio
pasaba a la Corona. Las Partidas también contenían normas relativas a otros temas del
Derecho Civil tales como el estado y la capacidad de las personas, el domicilio y la ausencia
(Sáenz Carbonell, J., 2004. Pp. 248-249).

C. El Código Civil Francés o Código Napoleónico

Otra de las influencias del Código Civil de Costa Rica es el Código Civil Napoleónico
del cual se repasan algunos de sus principales aspectos.

En 1786, la crisis financiera que enfrentaba la monarquía francesa era muy grave,
al punto que fue inevitable la implantación de varias reformas esencialmente económicas,
que en términos generales privilegiaban a unos pocos y fomentaba la pobreza de los

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muchos. Así transcurrieron 3 años, hasta que algo que no cabría esperar sucedió el 14 de
julio de 1789.

El pueblo de París, motivado especialmente por la terrible carencia de alimentos, se


levantó en armas, saqueando el Hospital de los Inválidos y asaltando la Bastilla e iniciando
así la Revolución Francesa.

Paralelo a ello se intensificaron los trabajos para redactar una Constitución que ya
se venía discutiendo. Como prefacio de la Constitución se decidió exponer solemnemente
una Declaración de los Derechos del Hombre.

Se puede decir que fue durante la revolución francesa que se trastornó


esencialmente toda la organización del país debilitando una organización que se había
presentado estable por siglos, y tratando de buscar con desesperación momentos de
estabilidad y orden entre los escombros. Así nace la necesidad de hallar un instrumento
legislativo que sirviera para consolidar los principios proclamados por esta revolución.

Fue Napoleón Bonaparte, al asumir el primer consulado, el encargado de refundir


en un solo texto legal el cúmulo de la tradición jurídica francesa o el ancien régimen
(Sistema político-social y económico de los países europeos antes de la Revolución
francesa) (Hernández Aguilar, A. S.F. P. 4). El día 13 de agosto de 1800, nombró una
comisión conformada por cuatro miembros que fueron asignados por jueces de los más
prestigiosos tribunales franceses, para que redactara un proyecto de código civil. En el
plazo de cuatro meses se presentó un primer borrador el cual fue remitido a la Corte
Superior y la Corte de Casación para que presentaran sus correspondientes observaciones.

Llegado el documento al tribunal, empezaron las críticas. Entre sus argumentos se


decía que este código, como había sido realizado por el Estado, era extremadamente
conservador y que recaía nuevamente a toda las ideas del antiguo régimen romano.
Además los tribunales consideraron que muchos de sus aspectos eran doctrinales y no
jurídicos.
Con todo esto en mente, el propio Napoleón presidió el Consejo de Estado que
superó los obstáculos formales y la obstrucción natural del aparato burocrático, y para forzar
su rápida aprobación por parte del parlamento, y su consecuente entrada en vigencia.

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Algunos autores sostienen eso sí, que la primordial participación de Napoleón en el


Código se desarrolló principalmente en trascendentales aspectos como el divorcio y la
adopción, en donde estuvo influenciado por sus intereses personales (Guier Esquivel, J.,
1982. P. 303).

a. Plan y método

Una de las características más importantes en la elaboración del plan del Código Civil
fue el de tomar el derecho consuetudinario por considerarse dentro de la comisión un
derecho que era autóctono del suelo francés de hecho, en el propio seno de la comisión
estaba más representado el derecho consuetudinario que el propio derecho romano. Sin
embargo, el derecho romano no fue expulsado de las fuentes del código ya que todo lo
relativo a las obligaciones estaba fundamentado en ese derecho (Guier Esquivel, J., 1982.
P. 306).

En un título preliminar y tres grandes libros se encontraban distribuidos los dos mil
doscientos ochenta y un artículos que consta el código civil francés. El título original estaba
compuesto por treinta y nueve artículos, que finalmente fueron reducidos a seis,
habiéndose perdido los treinta y tres restantes, por considerarse que eran demasiado
doctrinales y llenos de filosofía. Los textos que subsistieron son de importancia definitiva y
no abarcan solo el derecho civil sino que abren a todo el derecho.

Así, en su apariencia el primer libro (artículos 7 al 555) dispone sobre las personas;
en el segundo (artículos 516 a 710) se consagra los principios que regulan los bienes y las
diferentes modificaciones de la propiedad; terminando con el tercer libro (artículos 711 a
2281) el legislador menciona las diferentes formas de adquirir una propiedad y todos los
derechos. Existió además un cuarto libro sobre procedimientos el cual fue retirado tiempo
después cuando su contenido fue asignado a otro código.

Analizando en su conjunto este código, y relacionando con el espíritu reinante en


Francia en aquel entonces, se pueden identificar en el las siguientes cualidades:

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1. El código francés de 1804 se caracteriza por su espíritu de


moderación y de sabiduría, sin romper violentamente con la tradición representada
por el derecho romano y el antiguo derecho consuetudinario, supo recoger las
principales conquistas de la Revolución. Esta circunstancia ha garantizado al código
su supervivencia y ha servido como modelo para los regímenes políticos más
diversos.
2. Predomina en el código de Napoleón un espíritu práctico y empírico,
sus autores no pretendieron legislar para el juez o magistrado, sino para el ciudadano
de mediana cultura, es decir, para el agricultor y el obrero. De ahí la claridad de sus
fórmulas, unida a cierta imprecisión de las mismas, de ahí también una gran
superficialidad en su contenido.

b. El espíritu y valor de la obra

El Código Napoleón, llamado así desde 1807, ha recibido elogios por no hallarse
dominado por la idea de reglamentarlo todo, sino que deja campo al jurista para una
creación libre del derecho por medio de la vía judicial. De hecho, en su artículo cuarto
dispone que el juez, sino quiere caer en las penas establecidas por la denegación de
justicia, “debe resolver todos los casos que ante él se presenten, sin que pueda escudarse
en la idea de que la ley es oscura o confusa” (Guier Esquivel, J., 1982. P. 307).

El código se inspiró en las ideas revolucionarias que quedaron consagradas en sus


artículos, con mucho mayor valor que en la propia Declaración de los Derechos del Hombre.
El Código no se limitó a proclamarlos como fórmulas sin contenido, sino que las “incorpora
como parte obvia de la vida civil. Todas las grandes ideas revolucionarias tuvieron acogida
en el código: igualdad de todos ante la ley; supresión de las clases sociales, inviolabilidad
de la persona humana, secularización del derecho, implicando la independencia del Estado
con respecto a la Iglesia; propiedad libre de gravámenes, dejando atrás las pesadas cargas
a que la tenía sometida el derecho feudal, y la libertad de contratación” (Guier Esquivel, J.,
1982. P. 308).

c. La decadencia del código francés

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Tanta reforma ha sufrido el Código Francés de 1804, que relativamente es poco lo que
queda en pie de su pensamiento original. Las ideas no solo han sido legislativas, sino de
orden jurisprudencial.

Por otra parte, el estado social y económico que pretendió gobernar el Código de
1804, ha cambiado profundamente estos y otros motivos motivaron a los juristas franceses,
en especial después de la segunda guerra mundial, en pensar elaborar un nuevo código
civil (Hernández Aguilar, A. S.F. P. 23-24).

3. Codificación en Costa Rica

Desde la época de la independencia en Centroamérica el tema de los códigos era algo


ausente de la agenda legal. Ni el Imperio de Iturbide ni la República Federal de Centro
América emitieron código alguno. Cada país debió hacer lo propio de manera
independiente. El Salvador, por ejemplo, emitió en 1826 un código Penal que fue el primero
en América. Guatemala por su parte emitió diversos códigos que entraron en vigencia en
1837 (Sáenz Carbonell, J., 2004. P. 243).

La situación en Costa Rica era especialmente grave pues los libros eran muy caros
y difíciles de conseguir, se carecía de bibliotecas que facilitaran esa labor, por si fuera poco,
no hubo imprentas hasta 1830. El contenido de algunas fuentes estaba totalmente alejado
de la realidad del país y tenía un lenguaje arcaico. Por ejemplo, la castilla del siglo XIII en
el cual se habían redactado las 7 partidas era muy distinta a la Costa Rica de inicios del
siglo XIX (Sáenz Carbonell, J., 2004. P. 242). Adicionalmente, se contaba con un escaso
número de graduados en Derecho y la enseñanza formal apenas se iniciaba tímidamente
a través de la Casa de Enseñanza de Santo Tomás.

En el año de 1837 el Ministro General don José Anselmo Sancho y Alvarado planteó
a la Asamblea Legislativa la posibilidad de que se adoptasen los códigos que Edward
Livingston había hecho para el Estado de Luisiana, situación que no pasó a más. Fue don
Braulio Carrillo Colina en marzo de 1841 quien emitió el decreto de Bases y Garantías,
mediante el cual se consagraba constitucionalmente un régimen absolutista, que disponía
a su vez que correspondía al Jefe de Estado, en unión con una Cámara Consultiva, la

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emisión e interpretación de los códigos, ordenanzas y reglamentos generales (Sáenz


Carbonell, J., 2004. P. 243).

Poco tiempo después, el 30 de julio de 1841, el propio Carrillo presentó el Código


General del Estado, que comprendía 3 partes: Civil, Penal y Procesal, los cuales sufrieron
algunas modificaciones entre 1880 y 1888, año en que fue derogado por la entrada en
vigencia del actual Código Civil. Sin embargo, cabe resaltar que el único que despertó
verdadera polémica fue el Civil debido a que establecía el matrimonio civil y el divorcio
vincular y contenía disposiciones que la Iglesia Católica adversó de modo rotundo (Sáenz
Carbonell, J., 2004. P. 245).

A. La parte Civil del Código General de 1841

En una gran proporción el articulado civil del Código General era copia casi literal
del Código Civil promulgado en Bolivia en 1831 (Sáenz Carbonell, J., 2004. P. 249). La
parte civil de ese Código se componía de un título preliminar y tres libros (Guier Esquivel,
J., 1982. P. 599). La primera parte versaba sobre la ley en general, sus características, sus
efectos y cómo se aplica. El libro I se dedica a las personas y estaba dividido en once títulos.
Los primeros 4 títulos se referían al estado y capacidad de las personas, derechos, domicilio
y ausencias; los restantes eran temáticas concernientes al Derecho de Familia.

El libro II, dividido en otros cuatro títulos, trataba sobre los bienes y sus
clasificaciones: muebles e inmuebles, privados y comunes, de dominio público, etc. El título
I trataba sobre los bienes y sus clasificaciones, el II contenía la normativa sobre la propiedad
y era de clara inspiración napoleónica y romanística, el III regulaba el usufructo, el uso y la
habitación y el IV, las servidumbres.

El libro III era el más extenso y regulaba las diferentes maneras de adquirir la
propiedad (Sáenz Carbonell, J., 2004. P. 249).

B. El Código Civil de 1888

Dadas las serias dificultades del Código General para adaptarse a ciertas exigencias
de la realidad costarricense, el Presidente Próspero Fernández integró una comisión de

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juristas (decreto No. IX del 28 de agosto de 1882) que se encargara de redactar un nuevo
código civil. Es válido recordar que el país acababa de terminar los años de gobierno de
Tomás Guardia, que se prolongaron de 1870 a 1882. El liberalismo como idea política, inicia
su influencia para la consolidación de un Estado más organizado, descentralizado y regido
además por una estructura de poder que los historiadores le han denominado “Olimpo”,
entre otras características, por la arrogancia de sus integrantes (Molina, Iván y Palmer, S,
2009. P. 186).

Era la época en que se vivía el máximo auge de los pensamientos abiertamente


masones y anticlericales (por ejemplo, el destierro ordenado contra el Obispo Bernardo
Augusto Thiel y la compañía de Jesús en 1884, se secularizaron la educación y los
cementerios y se denunció el Concordato firmado entre Costa Rica y la Santa Sede). En el
plano económico se confirió al Banco de la Unión el derecho de ser el único autorizado para
emitir moneda, la política pública iba enfocada a buscar la reducción de la deuda externa,
y a través del contrato con Minor C. Keith, finalizar la construcción del ferrocarril entre
Cartago y Limón para darle un empuje a la exportación de café, actividad controlada por la
clase política dominante del momento.

Dentro de este marco histórico y político existente la Comisión redactora debía


coincidir con los planteamientos liberales e introducir esas ideas en el nuevo Código. Para
ese cometido se nombró como presidente de la citada Comisión a un jurista guatemalteco
radicado en el país, quien dirigía un bufete (toda la Comisión laboraba en el), el Dr. Antonio
Cruz Polanco. Dato curioso es que esa Comisión la integrarían 3 prestigiosos políticos que
posteriormente fueron llamados a ocupar la silla presidencial: Bernardo Soto, Ascensión
Esquivel y José Joaquín Rodríguez Zeledón. Como secretarios estuvieron otros dos futuros
presidentes: Ricardo Jiménez Oreamuno y Cleto González Víquez., junto a José Astúa
Aguilar y Ricardo Pacheco Marchena (futuros Magistrados de la Corte Suprema de
Justicia). Alberto Brenes Córdoba fue el corredor de pruebas de la comisión, quien años
más tarde llegaría a ser el más eminente tratadista del Derecho Civil costarricense (Zeledón
Zeledón, R. 2010. P. 136). Es decir se trataba de un grupo colegiado de muy alto perfil y
perfectamente capacitado para el cometido.

La comisión redactora trabajó cerca de tres años en la elaboración del Proyecto de


Código Civil. De la parte civil del Código General anterior, parece haberse tomado en cuenta

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pocos elementos. Es en realidad del Curso de Derecho francés de Charles-Marie Aubury y


Charles-Fréderic Rau que se tomaron las principales ideas doctrinaria, ya que se trataba
de una de las obras preferidas del Dr. Cruz Polanco (Sáenz Carbonell, J., 2004. P. 252).

Según algunos autores, como Jorge Sáenz (2004, P. 252) o Ricardo Zeledón (2010,
P. 136-137), varios de los planteamientos en la obra francesa antes señalada no siempre
fueron afortunados ya que, algunos pasajes que allí se utilizan como simple teoría se
incorporaron a este Código como precepto legal, no siempre atinadamente. En este sentido,
se recurrió al libro especialmente en materia de obligaciones y contratos, en particular a la
atención que se le brinda a la estipulación a favor de terceros, situación que el código
napoleónico no le da tanta importancia.

También el resultado de las largas jornadas de trabajo de la Comisión Redactora


evidencia la notable influencia del Code Napoleón. Por ejemplo, el hecho de que los demás
códigos y proyectos utilizados (como el citado de Bolivia) se apoyaron en el modelo francés.
De ahí que, desde distintas procedencias, su influencia ha sido muy grande, confirmando
su autoridad indiscutible. En otras palabras, es innegable que la estructura del Código Civil
costarricense actual es francesa, así como la orientación liberal de basar todo el sistema
en la libertad y el contrato (Hernández Aguilar, A. S.F. P. 21).

También se refleja la posición tolerante y abierta de la ideología liberal de finales del


siglo XIX y principios del siglo XX, cuando establece la independencia jurídica de la mujer
casada, sin sujeción a su cónyuge, padre o hermano mayor para poder actuar, conocido
como libertad contractual de la mujer. Esta figura no existía en el Código General
promulgado por Carrillo, pues cuando la mujer era menor o soltera debía comparecer el
padre o el hermano mayor, y cuando era casada se exigía la presencia del esposo para
sustituirla en la contratación (Zeledón Zeledón, R. 2010. P. 138).

Otros cambios con respecto al Código de don Braulio fueron, entre otros: se realizó
una clasificación de hijos en legítimos, naturales, adulterinos e incestuosos; eliminó las
normas de dotes, arras y bienes parafernales establecidos en 1841 y le dio nacimiento a la
sociedad conyugal que implicaba la repartición por iguales partes de los bienes obtenidos
durante el matrimonio por la pareja de esposos.

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Es preciso señalar que el código en su edición original constaba de 1410 artículos,


divididos en un título preliminar que dispone lo relativo a la publicación, efecto y aplicación
de las leyes, más cuatro libros que regulan lo relativo a las personas, los bienes, las
obligaciones y los contratos (Guier Esquivel, J., 1982. P. 608).

Particularmente el libro I se refiere a las personas y comprendía diez títulos (en la


actualidad solamente subsisten los 3 primeros). El título II comprende los bienes y la
extensión y modificaciones de la propiedad y consta de trece capítulos. Por su parte, el libro
III se refiere a las obligaciones, conteniendo nueve títulos en su versión original (subsisten
8 de ellos). Por último, el IV libro versa sobre los contratos y cuasi-contratos y los delitos y
cuasi-delitos o delitos culposos como productores y causa de obligaciones civiles.

4. Situación Actual (o desactualidad) del Código Civil

Han transcurrido más de 100 años desde la promulgación del Código Civil de Costa
Rica de 1888 y continúa vigente. Ante esta disyuntiva cabe preguntarse si sobre este cuerpo
normativo se puede hablar de una reforma total, parcial o ninguna. A continuación una breve
disertación al respecto.

A. Situación actual, reformas y deficiencias, un proceso de adaptación a lo


largo de más de un siglo

El Código Civil desde su creación y hasta el presente, ha ido sufriendo poco a poco,
un proceso de desmembramiento, esto tomando en cuenta que se elaboró en un momento
histórico determinado y que a pesar de ser actualmente uno de los códigos más antiguos
de Costa Rica, no ha estado exento del cambio para garantizar su actualidad.

Se podría decir que el Derecho Civil costarricense se resume en el Código Civil


antes descrito, pero éste también se encuentra plasmado en algunas leyes Especiales
derivadas del Código Civil original tales como la Ley de inquilinato (ley emitida en 1942 y
sustituida al día de hoy por la Ley General de Arrendamientos Urbanos y Suburbanos), Ley
de asociaciones, (publicada en 1939) Ley de adopción (que vino a ser reemplazado por el
Código de Familia de 1973) entre otras.

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Actualmente el Código Civil está compuesto por un Título Preliminar el cual describe
de manera general y para efectos del código, el uso de las fuentes escritas y no escritas en
el Código Civil, aspectos sobre validez de la norma, el deber de los tribunales, la vigencia
de la norma, aspectos sobre los efectos y aplicación de las normas jurídicas y los principios
de interpretación. Este título preliminar es una modificación dada en el año 1986, mediante
ley 7020, donde modifico en su totalidad el Título Preliminar del Código Civil. Además
posterior a ese título preliminar existen cuatro libros que por su orden se titulan: I. De las
personas (libro que han sido modificado por diversas leyes, entre ellas el Código de Familia,
1973, ley de Registro Civil, 1952; Ley 7600 de Igualdad de Oportunidades para Personas
con Discapacidad, de 2 de mayo de 1996); II. De los bienes y de la extensión y
modificaciones de la propiedad; III. De las obligaciones; y IV. De los contratos y
cuasicontratos, y de los delitos y cuasidelitos como causa de obligaciones. Este punto
conserva una estructura parecida a la del Código francés, salvo lo que se refiere a la materia
de sucesión mortis el cual aparece en nuestro código en el segundo libro y en el código
francés en el tercero. En el caso del código Napoleón, este precepto viene incluido en el
tercer y último libro llamado “De los diferentes modos de adquirir la propiedad”, no se
reproduce en nuestro código pero sí en el fondo diluidos en el tercer y cuarto libro y
separado por materias.

Las necesidades modernas han hecho que el legislador costarricense haya


disciplinado a través de leyes especiales y de nuevos códigos varias materias que
originalmente se encontraban en este código como: el Derecho del trabajo; la materia del
arrendamiento de inmuebles urbanos se rige por la Ley de Inquilinato, y el problema de los
fundos rústicos son resueltos a través de lo que dispone la Ley de Tierras y Colonización
(Ley no. 2825 de Tierras y Colonización, de 14 de octubre de 1961, publicada en la Gaceta
del 25 de octubre de 1961), y sus reformas; el concurso civil ha perdido toda importancia
frente a la quiebra mercantil (regulado en el Código de Comercio), por lo tanto su aplicación
es muy limitada. Lo mismo se podría decir en lo relativo a las Sociedades Civiles y su
vigencia actual. La familia e instituciones anexas son posteriormente disciplinadas dentro
de un cuerpo independiente y autónomo, conocido como el “Código de Familia”.

A continuación se describirá de manera general el Código Civil que existe en la


actualidad y los cambios llevados a cabo a lo largo del tiempo en vigencia.

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a. Primer Libro

El primer libro se titula “De las personas”, y se subdivide en dos títulos: Existencia y
capacidad jurídica; y el de Derechos de la personalidad y nombre de las personas. El primer
libro regula también todo lo relacionado a la capacidad civil, personalidad y nombre de las
personas, negativa a examen o tratamiento médico, el domicilio de las personas y toda la
materia que actualmente regula el Registro Civil de Costa Rica.

Con respecto al primer libro se puede mencionar además que en la materia relativa
a los sujetos se encontraba mal regulado, pues carecía de reglas sobre el Derecho a la
personalidad y el Derecho al nombre sobre los entes privados no reconocidos, fundaciones
y comités entre otros. En general faltaba en el código una adecuada sistematización de la
materia relativa a las personas jurídicas. Es por ello que a raíz de esto se regularon estos
aspectos en el Código de Comercio y la Ley de Fundaciones.

En lo que respecta al Derecho de familia, en un principio había ciertas lagunas en lo


que respecta a la igualdad de cónyuges, paternidad responsable y en lo relacionado al
terreno del régimen patrimonial de familia. Desde su creación, los redactores de este código
se apartaron del código francés en la parte relacionada a contratos de matrimonio y a los
derechos de los respectivos esposos, y evidenciaba una deficiencia en la regulación en el
régimen patrimonial familiar, es por ello que posteriormente se regulan con mayor amplitud
por el Código de Familia (Código de Familia, Ley N° 5.476, de 5 de agosto de 1974
publicado en La Gaceta número 24 del 5 de febrero de 1974) y por la Ley de Paternidad
Responsable. Otro tema que en su momento no estuvo regulado era el divorcio sin causales
lo cual fue corregido posteriormente también por el Código de Familia.

En este punto es importante ver otra deficiencia relacionada a las materias de


sucesiones y familia, basadas las primeras en criterios propietarios y no familiares,
arrastrado por el Derecho de familia pues:

“siguiendo postulados clásicos los cultores de la materia


familiar no han unificado las dos materias, como sería lógico
frente a las nuevas realidades, y se conforman con dejar las
disposiciones mortis causa para su estudio junto con las

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quiebras e insolvencias, como si todo se tratara pura y


simplemente de una liquidación patrimonial, desconociendo
el espíritu de la reforma constitucional de 1949” (Zeledón
Zeledón, R. 2010. P. 146).

b. Segundo libro

En el Segundo Libro, que regula el Derecho de los bienes, se conserva su estructura


tradicional, con algunas modificaciones entre la más importante posiblemente sea la que
imprime la Ley de Propiedad Horizontal (Ley N° 4277 de 5 de diciembre de 1968- hoy en
día Ley Reguladora de la Propiedad en Condominio) con el objeto de introducir el
condominio por pisos y armonizarlos con los restantes institutos.

Los derechos reales de goce incluye propiedad, usufructo, uso, habitación y


servidumbre, pero a su lado el legislador disciplinó los derechos reales de garantía (prenda
e hipoteca al principio, incluyendo la modalidad de las cédulas hipotecarias, no obstante la
prenda ha salido definitivamente del Código Civil, para ser regulada en el Código de
Comercio), con lo que se separó de nuevo del orden de materias del Código Napoleón, que
los incluía en el Libro Tercero. También este libro incluye disposiciones fundamentales de
la disciplina del Registro Público, que contiene secciones sobre Propiedad, Hipotecas,
Personas y Mercantil, además de una sección general de (registro) Diario, en donde se
anotan e inscriben actos jurídicos constantes en escritura pública y en otros instrumentos
auténticos.

En el campo de los Derechos Reales, cabe citar el caso de la divergencia que, por
más de diez años han mantenido en pugna a dos salas de nuestra Corte Suprema de
Justicia (a partir de la sentencia 346-98 del 3 de abril de 1998), sobre cuál ha de ser el
derecho real preferente en los casos de fraude inmobiliario registral originados en la
creación, mediante la inscripción de documentos falsos, de una apariencia de titularidad.
“Una -la Sala Tercera--, favorece al propietario original (versus domino). La Sala Primera,
por su parte, favorece al tercero de buena fe (adquirente a non domino). Lo peor del caso
es que ambas tesis encuentran respaldo en el Derecho positivo (Torrealba Navas, F. 2008).
En efecto: La tesis de la Sala Primera encuentra asidero en el artículo 456 del Código Civil,
que protege la seguridad dinámica de las transacciones efectuadas al amparo de la

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publicidad registral. La tesis de la Sala Tercera, por su parte, encuentra apoyo en el artículo
483 del Código Procesal Penal, relativo a los efectos de la declaratoria de falsedad
instrumental y en artículo 1061 del Código Civil, que sanciona con nulidad absoluta la venta
de cosa ajena” (Torrealba Navas, F. 2011).

Por un lado, tenemos un sistema de publicidad registral que postula el principio la


protección al adquirente de buena fe (artículo 456 del Código Civil.). A priori, el artículo
parece garantizarle, al adquirente al amparo de la publicidad registral, protección frente a
cualquier tipo de vicisitud exógena o externa al Registro Público. Sin embargo, por otra
parte, el mismo ordenamiento consagra una serie de figuras que contradicen el principio de
protección al tercero de buena fe. Por ejemplo, en materia de usucapión o prescripción
adquisitiva.

Sobre esta temática Torrealba Navas explica:

“La adquisición del derecho de propiedad, por vía de


usucapión o prescripción adquisitiva ocurre ipso iure, sin
necesidad de declaratoria judicial ni de inscripción registral5.
Desde el preciso momento en que se configuran, en el mundo
extrarregistral, los requisitos de la usucapión (posesión
decenal quieta, pública, pacífica y a título de dueño, título
traslativo de dominio y buena fe -artículos 853 y siguientes del
Código Civil), nace a la vida jurídica un nuevo derecho real de
propiedad. Simultáneamente, el derecho del propietario
registral deja de existir, pero el título permanece inscrito. Por
consiguiente, quienquiera que derive un derecho real del
propietario registral de un bien usucapido por otro, en realidad
no adquiere nada. La usucapión contra tabulas –admisible en
nuestro Derecho positivo ex arts. 853 y siguientes del Código
Civil) es oponible no sólo al propietario registral del mismo
fundo, sino también a sus causahabientes a título universal o
particular. La usucapión vence a la publicidad registral. En

5
Nota explicativa de los autores del artículo- La sentencia que declara la usucapión no tiene eficacia innovativa,
sino eficacia declarativa de reforzamiento de una situación jurídica preexistente.

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este caso, la seguridad jurídica del tráfico se inclina ante el


valor subyacente a la figura de la usucapión, que es la
seguridad jurídica individual del usucapiente y la justicia
atributiva a favor del poseedor.
Cabe agregar, que usucapión no es el único riesgo
transaccional. Existen muchas otras situaciones externas al
Registro –es decir, circunstancias no detectables mediante un
simple estudio del Registro Público— que pueden perjudicar
al tercero de buena fe, adquirente al amparo de la publicidad
registral. Por ejemplo, el caso de la demanialidad, es decir,
los bienes pertenecientes al Estado que se encuentran
inscritos en el Registro como propiedad privada. Los bienes
demaniales –pertenecientes al Estado—están “fuera del
comercio” (art. 262 del Código Civil). Por consiguiente, no son
susceptibles de apropiación privada ni de prescripción
adquisitiva. La falta de concordancia entre el Registro
Público, Catastro Nacional y realidad física ha redundado en
la inscripción, como propiedad privada, de terrenos que en
realidad son bienes demaniales. La jurisprudencia ha
protegido con celo la propiedad estatal, la que se considera
inalienable e imprescriptible6. Por consiguiente, la publicidad
registral no tutela al adquirente de un bien demanial, no
obstante encontrarse inscrito en el Registro Público como
propiedad privada. La adquisición a non domino del artículo
456 resulta inoperante en materia de cosas públicas. En este
sentido, el Estado es un versus domino todopoderoso”
(Torrealba Navas, F. 2011).

En este caso es preponderante la revisión profunda de estos y otros aspectos para


procurar un sistema coherente de identificación, delimitación y circulación de derechos
reales.

6
Nota explicativa de los autores del artículo- Ver, por ejemplo, la sentencia número 7 de las 15:05 horas del 20
de enero de 1993 de la Sala Primera de la Corte Suprema de Justicia, relativa a la zona marítimo terrestre.

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c. Tercer libro

El libro III, de las obligaciones, recoge los principios generales de la materia tal cual fueron
concebidos por la doctrina francesa del Siglo XIX, además recoge las disposiciones
relativas a la insolvencia del deudor y al concurso de acreedores, las cuales han sido
últimamente reformadas apreciablemente con vistas a su modernización y por lo tanto ha
desaparecido el proceso concursal civil con acreedor único y se han introducido los
institutos del concordato y de la acción revocatoria ordinaria. La razón de que se encuentre
en esta parte del código una materia tan diversa y que regula las obligaciones en general,
parece ser de índole histórico. Anecdótico que el legislador de 1887 decidiera no mantener
la Ley de Quiebras independiente, a lo que se incorporó al Código Civil, donde se ha
mantenido pese a que poco tiempo después se promulgó una Ley de Quiebras7.
En relación a este libro, surgen incontables problemas a raíz de la coexistencia de
regulación duplicada de las mismas figuras, en el Código Civil y en el Código de Comercio.
Existen compraventas civiles y compraventas mercantiles, cesiones civiles y mercantiles y
así sucesivamente en materia de préstamo, sociedades, fianza y obligaciones en general.
Quizá la dualidad no sería tan problemática si existiera un criterio unívoco para poder
discernir “lo civil” de “lo mercantil”. Pero lo cierto es que a lo largo de casi cincuenta años
de vigencia del Código de Comercio, no se ha podido llegar a un consenso sobre un criterio
convincente de delimitación entre ambas materias.

d. Cuarto libro

El último libro, relativo a contratos, cuasicontratos, delitos y cuasidelitos. Se agrega a


principios de siglo XX una nueva fuente de obligación: la actividad generadora de
responsabilidad objetiva como es el caso de los mandatos tan utilizados en la vida diaria

7
La quiebra se rige actualmente por las disposiciones del Código de Comercio, por reforma hecha al artículo
898 del Código Civil por la Ley No. 15 de 15 de octubre de 1901, que dice: "Artículo 898: La insolvencia de
los comerciantes se regirá por las disposiciones del Código de Comercio". Este Código contempla el derecho
de quiebra tanto en el fondo como en la forma, derogó la Ley de Quiebras de 1901 y fue reformado en 1969.
Por su parte, el concurso civil de acreedores se rige por el Título VII del Libro III del Código Civil de 1888,
artículos del 884 al 980 (reformados con relación propiamente al tema en 1901, 1969 y 1989) y por el Código
Procesal Civil de 1989, Título V del Libro III, artículos 760 al 818. Para información detallada se puede
consultar: Arroyo Álvarez, Wilberth. “Antecedentes históricos del Instituto concursal en Costa Rica”. 7 de abril
de 2008. Consultado el 5 de julio de 2016, desde:
http://www.derechoecuador.com/articulos/detalle/archive/doctrinas/derechocomparado/2005/11/24/anteceden
tes-historicos-del-instituto-concursal-en-costa-rica

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como los poderes especialísimos, especiales, Generales y Generalísimos. Por lo demás


como pasó con los otros libros han sufrido la creación de leyes especiales, como la Ley de
Inquilinato (Actualmente regulada por la Ley General de Arrendamientos Urbanos y
Suburbanos, de 7 de julio de 1995), que suspende la eficacia de las normas relativas a los
arrendamientos urbanos; el Código de Trabajo (Ley No. 2 de 27 de agosto de 1943), que
derogó las disposiciones sobre contrato de “alquiler de servicios” y sobre el “arriendo de
predios rústicos”; y finalmente la moderna legislación mercantil, que si bien generalmente
no ha derogado el régimen común de la contratación, lo ha suplantado de manera casi total.

B. Breve apartado de materias actuales no reguladas

Es preponderante mencionar que el código civil de 1888 “no reguló algunas materias
tradicionalmente contenidas en los códigos civiles, como las aguas, la propiedad intelectual
y las minas, que continuaron regidas por normas anteriores o que fueron objeto de
legislación especial. De conformidad con el individualismo prevaleciente en el Código
Napoleón, tampoco se refirió a las asociaciones y fundaciones, ni al nombre las personas
jurídicas” (Sáenz Carbonell, J., 2004. P. 254).

A lo largo del siglo XX, el Código Civil sufrió una serie de reformas importantes como
se ha visto anteriormente. “La normativa sobre prenda fue sustituida por una nueva
legislación en 1915, los contratos de arrendamiento de servicios desaparecieron para ser
regulados sobre la base de nuevas concepciones por el Código de Trabajo de 1943, y la
parte relativa a Personas fue separada del texto en 1974, para pasar a constituir una
disciplina autónoma regulada en el Código de familia. Además, varias de esas figuras
contractuales del Código prácticamente han desaparecido de la realidad jurídica
costarricense y se han visto desplazadas por instituciones del Derecho Mercantil o por
nuevas formas reguladas en las leyes especiales” (Sáenz Carbonell, J., 2004. P. 255).

Otros temas que en el momento de su creación ni siquiera se pensaban, hoy han


formado parte de la realidad social costarricense. Coincidimos con Zeledón (2010. P. 17)
en que ello provoca que existan temas actualmente al margen de su regulación como las
uniones de personas del mismo género, las nuevas visiones acerca del aborto en defensa
de la madre como ser humano, los problemas de la biotecnología con el genoma humano,
las células madre, la inseminación in vitro, entre otras.

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5. Conclusiones

La historia del Código Civil en Costa Rica ha llevado una influencia múltiple. Pueden verse
fragmentos de un claro corte napoleónico o con matices tomados del Curso de Derecho
francés de los teóricos Charles-Marie Aubury y Charles-Fréderic Rau, pasando por el
proyecto de don Florentino García Goyena de 1851 (Código Civil español que por las
críticas contra la iglesia no fue aprobado en España), Código Civil chileno redactado por
Andrés Bello o algunas pocas ideas del Código anterior de Braulio Carrillo.

A pesar de esta influencia, el Código no reguló algunos tópicos que generalmente


estaban contenidas en los Códigos Civiles, como las aguas, la propiedad intelectual o las
minas. Tampoco hizo referencia a las asociaciones y fundaciones, ni al nombre de las
personas jurídicas.
A lo largo del siglo XX este código sufrió reformas importantes. Sáenz Carbonell
(2004. P. 255) señala que la normativa sobre prenda fue sustituida por una nueva
legislación en 1915, los contratos de arrendamiento de servicios desaparecieron para ser
regulados sobre la base de nuevas concepciones por el Código de Trabajo de 1943, y la
parte relativa a Personas, fue separada del texto en 1974, para pasar a constituir una
disciplina autónoma regulada en el Código de familia.

Además varias de las figuras contractuales que se establecen en el Código han


desaparecido de la realidad jurídica costarricense, desplazadas por instituciones del
Derecho Mercantil u otras leyes particulares. Al Código Civil se le han señalado múltiples
deficiencias pero nunca se ha procedido a efectuar una revisión general de los preceptos,
ni mucho menos se han dado pasos, concretos y visibles en la sociedad costarricense, para
el reemplazo definitivo por una nueva normativa que unifique el Derecho Civil y el Comercial
en un solo Código que sea de Derecho Privado, como es la tendencia en los países con
una tradición de derecho importante.

Las diferencias contextuales entre hace un siglo y la actualidad son abismales. El


sistema jurídico de entonces era poco desarrollado, con no muchas instituciones públicas
y sin una cultura jurídica de trascendencia. Tal como lo expresa Ricardo Zeledón (2010. P.

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119): “el Derecho se inicia y se agota en los Códigos, con prácticamente ninguna
interpretación jurídica más que aquella proveniente de la exégesis”. En este aspecto,
compartimos el sentimiento de muchos juristas en cuanto a que el código se encuentra cada
vez más alejado de las exigencias del siglo XXI. Bajo estas conclusiones nos queda analizar
la desactualidad del Código como respuesta a su realidad.

Actualidad o Desactualidad del Código Civil como respuesta a su realidad

Plantear la actualidad del Código Civil, es concretar la respuesta afirmativa o


negativa a la interrogante de si dicho cuerpo normativo, se ajusta o no a la realidad actual
que por cierto es bastante diferente a la realidad del momento en que se promulgó. En otras
palabras, que si al haber asumido dentro del espíritu de la codificación un cierto orden, una
generalidad sistemática y abstracción, a pesar del cambio de las circunstancias históricas,
aun puede sostenérsele vigente por la capacidad suya y de la doctrina, así como de la
jurisprudencia, de adaptarse a las nuevas realidades.
Este código es dentro de los códigos costarricenses el instrumento jurídico más
respetado en cuanto mantiene un buen número de normas y principios cuya actualidad se
sostienen aun hoy indiscutibles. No obstante, se alza la voz acerca de la desactualidad del
mismo y su incapacidad a adaptarse a los tiempos actuales. Se señalan notables desfases
históricos e ideológicos con la sociedad e incluso se ha mencionado la posibilidad de una
reforma parcial y hasta total del mismo.

Determinar su actualidad, constituye por lo tanto una urgencia fundamental si se


recuerdan las palabras de Bernardo Soto al promulgarlo en 1888, quien citando al gran
pensador y filósofo francés Montesquieu expresó: “no hay mayor tiranía que aquellas leyes
que no sirven” (Zeledón Zeledón, R. 2010. P. 168).

Difícil tarea la de plantear la realidad del Código Civil. Se trata del código normativo
vigente más antiguo, desde su promulgación el 24 abril de 1886 y la entrada en vigencia el
16 de enero de 1888. En este sentido, sostenemos un respeto histórico al importante papel
cumplido dentro del ordenamiento jurídico.

Dentro del proceso de reforma jurídica vivido en el país durante el último siglo, en
especial por institucionalización del aparato estatal y la aparición del Derecho

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administrativo, y en todos los campos para ajustar a la realidad los cuerpos normativos,
resulta inexplicable cómo, por alguna circunstancia histórica o científicamente nunca
demostrada, se haya completamente excluido el remozamiento del Código Civil (Zeledón
Zeledón, R. 2010. P. 105), ha quedado fuera definitivamente cualquier planteamiento
orientado a reformar el tronco común del código civil.

Existe actualmente cierta incapacidad de ese cuerpo normativo para resolver, con
la mentalidad del codificador de antaño, todos los nuevos fenómenos económicos, sociales,
culturales, de este mundo de grandes cambios jurídicos, filosóficos y los novísimos hechos
sometidos a discusión en nuestros días lo que hace que este código haya sido tantas veces
actualizado.

Fenómeno importante que se ha dado a lo largo de su existencia ha sido la


desmembración, lo que ha marcado como una cierta tendencia de mayor magnitud que la
codificación, autores mencionan que la desmembración es hija de la codificación, otros
autores lo ven como un fenómeno disociador.

La citada desmembración producida por las leyes especiales, tiene tres aspectos:
a) Denota que código está cada vez más alejado del proceso económico, social, cultural,
solidario entre otros; b) su promulgación va a distinguir el Derecho privado del código civil
y c) se superan planteamientos metodológicos de la propiedad o el contrato de la normativa
general; para pasar a las propiedad o los contratos de la legislación especial. Quizá el
mayor problema de la codificación que denota su desactualidad, importante recordar la
indiscutible afirmación de que todo hecho jurídico es expresión y compleja realidad
(histórica, política, social, cultural e ideológica) cuya norma constituye un reflejo de ella
(Zeledón Zeledón, R. 2010. P. 160).

A este punto es importante mencionar que muchos autores y pensadores en Costa


Rica debaten si será necesario recopilar todas estas leyes relacionadas al Derecho privado
y articularlas en un Código Civil Unificado que incorpore la realidad actual de la sociedad
costarricense tomando como base el actual Código Civil de 1888. Este asunto fue ya
analizado anteriormente a partir de 1986, con motivo de la celebración del centenario de la
vigencia del código de marras, y se discutió la conveniencia de iniciar un proceso de

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recodificación civil, en ese momento se dice que se llegó a integrar una comisión redactora
pero por alguna razón el proyecto no se cristalizó.

Hay pensadores que caracterizan nuestro ordenamiento privado como asistemático,


por lo que los franceses denominan como dispersión. Como lo menciona el Dr. Torrealba
Navas (2011):

“tenemos “códigos” --Civil, de Comercio—y un sinfín de


leyes especiales –algunas de ellas con vocación general, como
la Ley 7472 de Promoción de la Competencia y Defensa
Efectiva del Consumidor--, pero carecemos de un sistema
coherente de normas jurídicas. Ha habido un proceso de
inflación legislativa ha dado vida a un cuerpo asistemático de
leyes dispersas. Ni aun los más avezados juristas logran
ponerse de acuerdo sobre una solución unívoca a los
problemas más prosaicos. ¡Qué difícil encontrar la norma
jurídica! No por escasez, sino por sobreabundancia, traslape y
contradicción de preceptos. A diario nuestros jueces se
esfuerzan por enmendar las inconsistencias de nuestro
sistema de Derecho. Pero, en algunos casos, se llega,
irremediablemente a puntos muertos. Si se tuviera que mostrar
tres ejemplos serían uno en materia de derechos reales, otro
en materia de obligaciones y contratos y otro en materia de
prescripción negativa”.

Un tema que manifiesta la necesidad de unificar y coordinar criterios en el Derecho


privado se ejemplifica en materia de prescripción negativa y caducidad, la proliferación de
leyes ha puesto al operador jurídico ante un sinnúmero de plazos especiales de prescripción
y caducidad, tanto en el Código Civil, el Código de Comercio, como en las múltiples leyes
especiales. Ello, desde luego, no sólo dificulta la labor de los operadores, sino que,
además, genera inseguridad jurídica y vulnera el principio constitucional de igualdad ante
la ley, al crearse fueros especiales de extinción temprana de obligaciones, sin que medie
justificación razonable. El propio autor Torrealba Navas (2011) señaló que la falta de

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sistematicidad de nuestro Derecho positivo permite que se produzcan situaciones que


producen verdadera perplejidad.

Se pueden enumerar otros casos como la vigencia y el uso de las Sociedades Civiles
en contraposición con las Sociedades Mercantiles en especial para salvaguardar bienes
patrimoniales no susceptibles de embargo, y cómo las primeras son muy utilizadas para las
uniones de hecho. Relacionado a esto también muchas personas físicas incluso, prefieren
por múltiples razones traspasar sus bienes por medio de Sociedad, el cual es mucho más
simple y menos oneroso que como ocurre con las herencias civiles que conllevan muchas
veces a procesos interminables, lo mismo se menciona con los contratos civiles y la
preferencia por los contratos mercantiles.

Estos y muchos otros ejemplos pueden darnos una muestra de que es necesario
hacer una revisión general a las normas de Derecho privado, pero a la vez genera pistas
de que, a pesar de todo, el Código Civil continúa aún vigente y ha demostrado una gran
versatilidad a prueba de cambios en el tiempo y además ha permitido su cercenamiento en
Leyes especiales. Quedarán en los jueces, Diputados y estadistas y los estudiosos de las
leyes en general estudiar y decidir qué es lo que más conviene para Costa Rica si la
unificación articulada y coordinada del derecho privado o el actual desmembramiento y
fragmentación.

Por último, no quisiéramos concluir este artículo sin antes plasmar un pensamiento
de do Ricardo Zeledón (2010. P. 120) con el que coincidimos y con el que creemos oportuno
terminar este trabajo:

“… el rol a desempeñar por el vetusto Código dentro de la


Sociedad de hoy dejó de ser estelar para asumir papeles
intrascendentes, marginales y, de no ajustarlo a la realidad se
convertirá en un cuerpo ineficaz, perdido o histórico. No es un
instrumento de utilidad práctica en los términos de la
funcionalidad de antaño, por falta de una filosofía y de una
evolución normativa idónea para las nuevas realidades”.

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Bibliografía
Libros y Revistas especializadas:
 Brenes Córdoba, Alberto (2002). “Historia del Derecho”. Editorial Jurídica
Continental. Primera edición. San José, Costa Rica.
 Guier Esquivel, J. (1982). “Historia del Derecho”. Editorial de la Universidad Estatal
a Distancia (EUNED). Segunda Edición y primera reimpresión. Costa Rica.
 Hernández Aguilar, Álvaro (s.f.). Artículo: “Bicentenario del Código Civil Francés”.
S.e.
 Molina, Iván y Palmer, Steven (2009). “Historia de Costa Rica”. Editorial UCR.
Segunda Edición. San José, Costa Rica.
 Sáenz Carbonell, Jorge Francisco (2004). “Los sistemas normativos en la historia
de Costa Rica”. Ediciones Chico. Primera edición. Heredia, Costa Rica.
 Torrealba Navas, Federico (2008). Artículo: “El Fraude Inmobiliario Registral y otros
Riesgos Transaccionales en el Derecho Costarricense”. En: Revista Judicial número
89. San José, Costa Rica.
 Valencia Zea, Arturo y Ortiz Monsalve, Álvaro (1994). “Derecho Civil”. Tomo I: Parte
general y personas. Editorial Temis S.A. Decimotercera edición. Santa Fe de
Bogotá, Colombia.
 Zeledón Zeledón, Ricardo (1987). “Código Civil y realidad”. Editorial Alma Mater.
San José, Costa Rica.
 Zeledón Zeledón, Ricardo (2010). “Problemática histórica de la codificación civil”.
Editorial Contemporánea. Publicaciones El Atabal S.A. Primera edición. San José,
Costa Rica.

Leyes:
 Código Civil. Editorial Investigaciones Jurídicas S.A. 23 edición, mayo de 2011. San
José, Costa Rica. Ley No. XXX de 19 de abril de 1885, que entró en vigencia a partir
del 1° de enero de 1888, mediante Ley N° 63 de 28 de setiembre de 1887.
 Código Civil de los franceses. Copia original impresa del Código Napoleónico,
consultado el 22 de febrero de 2016 desde:
http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k1061517/f3.image.langFR
 Código de Trabajo, Ley No. 2 de 27 de agosto de 1943.
 Ley no. 2825 de Tierras y Colonización, de 14 de octubre de 1961 (La Gaceta, 25
de octubre de 1961).

Volume-2 | Issue-3 | March,2017 | Paper-5 99


IJRDO-Journal of Social Science and Humanities Research ISSN : 2456-2971

 Código de Familia, Ley N° 5.476, de 5 de agosto de 1974 (La Gaceta, No. 24 de 05


de febrero de 1974).
 Ley N° 4277 de 5 de diciembre de 1968 (La Gaceta, 19 de diciembre de 1968).
 Ley General de Arrendamientos Urbanos y Suburbanos, de 7 de julio de 1995. (La
Gaceta, 17 de agosto de 1995).

Sitios de Internet:
 Asamblea Legislativa de Costa Rica (s.f.). “Reseña Histórica: Provincias
Centroamericanas proclaman su independencia política del imperio colonial
español”. Departamento de servicios parlamentarios. Consultado el 9 de octubre de
2015, desde:
http://www.asamblea.go.cr/SiteCollectionDocuments/folleto_independencia.pdf
 Arroyo Álvarez, Wilberth. “Antecedentes históricos del Instituto concursal en Costa
Rica”. 7 de abril de 2008. Consultado el 5 de julio de 2016, desde:
http://www.derechoecuador.com/articulos/detalle/archive/doctrinas/derechocompar
ado/2005/11/24/antecedentes-historicos-del-instituto-concursal-en-costa-rica
 Enciclopedia electrónica “La guía del derecho” (2009). Artículo: “El Derecho
Romano”. Consultado el 27 de febrero de 2016 desde:
http://derecho.laguia2000.com/derecho-romano/el-derecho-romano

Otros (Conferencia):
 Torrealba Navas, Federico (2011). Conferencia: “¿Necesita Costa Rica un nuevo
Código Civil?”. Dictada en el marco del Segundo Simposio Internacional sobre
Derecho Privado y Economía 2020, celebrado en la Universidad de Costa Rica, el 7
y 8 de abril.

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