2019 CapEgagropilas
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Estudio de abundancia y factores de amenaza para la conservación del ñandú (Rhea pennata pennata) en la región de Aysén, Chile. Study of abundance and threat
factors for conservation rhea (Rhea pennata pennata) in the region of Aysen, Chile.. View project
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Capítulo 1. Generalidades
Generalidades 13
Roberto SchlaƩer
IdenƟficación de los órdenes de aves chilenas mediante la microestructura de sus plumas 339
Jaime Rau & David Marơnez
Glosario 547
Índice de nombres cienơficos 553
Índice de nombres comunes 554
Agradecimientos 555
Autores 556
Créditos 561
Prólogo
Las aves rapaces están al final de la serie de transferencias de energía y materia que se realizan
en las cadenas tróficas, las que comienzan en los productores primarios y pasan por diversos
organismos que se depredan unos a otros. Estar en la cúspide de la cadena trófica no garanƟza una
existencia fácil a las aves rapaces. Aunque la probabilidad que una rapaz se convierta en presa de
otro depredador es baja, sus presas no son fáciles de cazar. Ellas están libres de enemigos, pero
no libres de la hambruna. De hecho, aquellas presas que son más fácilmente accesibles pueden
estar debilitadas por parásitos, enfermedades o toxinas, que a su vez pueden afectar la salud
y adecuación biológica de las rapaces (es decir, su sobrevivencia y su potencial reproducƟvo).
En un cierto senƟdo, más tarde o más temprano, las aves rapaces son el sumidero de todos los
bienes y males que entregan los ecosistemas. En el caso de los males, por ejemplo, si se aplican
biocidas para controlar especies plagas (ya sean insectos, ratones o conejos), ellos eventualmente
son ingeridos por las rapaces y pueden matarlas debido a su bioacumulación, bioconcentración o
bioamplificación. Al inhabilitar o matar dichas aves, empeora la situación de la plaga que se quería
controlar, haciéndose necesaria la aplicación de mayores dosis de biocidas a mayor frecuencia, en
una espiral de nunca acabar. El caso de insecƟcidas como el Dicloro Difenil Tricloroetano (DDT),
que se usó ilegalmente en Chile para controlar insectos plaga, es un buen ejemplo del fenómeno
que describo. Después de un corto tránsito por medio de las aves o mamíferos insecơvoros dicho
insecƟcida se concentra en los tejidos de las rapaces, inhibiendo su reproducción, menoscabando
su salud y en úlƟmo término alterando el frágil equilibrio depredador-presa. Inclusive el plomo
que se usa en las municiones para la caza deporƟva, migra rápidamente por la cadena trófica
hasta llegar a las rapaces, donde se acumula y las daña neurológicamente. Precisamente por
estas caracterísƟcas es que este Ɵpo de aves son tan valiosas como indicadores sensiƟvos de la
salud de los ecosistemas.
Debido a que las aves rapaces son grandes y conspicuas (al menos las diurnas), es relaƟvamente
fácil medir su abundancia y éxito reproducƟvo, lo que provee una alerta temprana respecto de
los procesos de deterioro que pueden estar afectando un ecosistema. Por ejemplo, acumulación
de contaminantes, desaparición de fauna naƟva, destrucción o fragmentación de hábitat. Sin
embargo, para que las rapaces se consƟtuyan en medidores precisos y no sesgados de las con-
diciones ambientales, se requiere una acabada comprensión de su biología y sus interacciones
con el medio, incluyendo sus presas y ellas mismas. Esto a su vez requiere conocer quiénes son,
dónde viven y qué papel desempeñan las aves rapaces en los ecosistemas.
Este libro consƟtuye una excelente base para entender la forma, función y adaptaciones de las
aves rapaces de Chile, su reconocimiento y clasificación, su captura y preparación museológica,
su abundancia y monitoreo, su ecología y evolución, sus hábitos alimentarios y modos de caza,
su salud y salvataje. Aparte de lo anterior, este libro ayuda a comprender el papel de las rapaces
como controladores biológicos y la importancia de conservarlas en la naturaleza y de rescatarlas
cuando están en malas condiciones de salud. La bibliograİa que se aporta es abrumadoramente
completa y el glosario permite entender al lego la jerga de los cienơficos. El índice es amigable y
los autores están entre los expertos más competentes de Chile y otros países sudamericanos. Para
mí, como estudioso de las aves rapaces y como ecólogo, es un orgullo poder presentar este libro
uƟlísimo tanto a los cienơficos, profesionales y estudiantes, como al gran público hispanoparlante.
Fabián Jaksic A.
Premio Nacional de Ciencias Naturales 2018.
11
Estudio de
egagrópilas en aves
rapaces
Andrés Muñoz-Pedreros & Jaime Rau
En las aves el funcionamiento del aparato diges vo difiere según la dieta. En las rapaces,
el alimento permanece menos empo en el buche que en las aves granívoras, pasando
muy rápidamente a la molleja, sección donde la presa es triturada por el estómago
muscular separándose las porciones digeribles de las indigeribles. Estas úl mas están
compuestas de tegumentos como pelos, uñas, plumas, cúlmenes y huesos. Todos estos
elementos no digeribles son acumulados en un bolo denominado egagrópila que el ave
expulsa, mediante un movimiento peristál co nega vo del esófago, el que es es mulado
por la acidez que produce la ausencia de alimento, especialmente de proteínas y grasas.
El hallazgo más an guo de egagrópilas fósiles en América del Sur y el registro más an guo
de un roedor cricé do en este con nente, procede de los afloramientos de la Formación
Andalhuala (Mioceno tardío),
en la provincia de Catamarca,
Argen na (Nasif et al. 2009).
En la Fig. 5-12 se muestran ega-
grópilas de diferentes especies.
La preservación natural de las
egagrópilas es variable. En am-
bientes húmedos man enen
su integridad solo por tres o
cuatro meses posregurgitado,
según el nivel de exposición a
la intemperie, pero en ambien-
tes secos pueden preservarse
por varios años debido a su
Figura 5-12. Egagrópilas de diferentes especies de aves rapaces.
deshidratación progresiva y
A= pequén Athene cunicularia, B= lechuza blanca Tyto alba, C= completa (Pardiñas 2004). Las
aguilucho variado Geranoaetus polyosoma. rapaces nocturnas, en general,
375
A C
expulsan una egagrópila después de cada ingesta de alimento y las rapaces diurnas
pueden acumular más de una ingesta antes de expulsar la correspondiente egagrópi-
la. Los tucúqueres magallánicos Bubo magellanicus regurgitan una sola egagrópila, al
atardecer, que con ene el alimento ingerido la noche anterior (Duke & Rhoades 1976,
Duke et al. 1976, Yáñez et al. 1978).
Estudio de egagrópilas
Los pasos para el estudio con regurgitados son los siguientes:
376
E
IDENTIFICACIÓN DE PRESAS
Micromamíferos, aves, herpetofauna, invertebrados
PROCESAMIENTO DE LA INFORMACIÓN
1. Tablas e índices a par r de la morfometría de las egagrópilas recolectadas
2. Número mínimo de individuos presa
3. Número promedio total de presas por egagrópila
4. Diversidad trófica
5. Sobreposición trófica
6. Rango de abundancia de la especie (e.g., para roedores)
7. Tablas de clases de edad
8. Tamaño promedio de presas 9. Tablas de dieta
10. Índices de selec vidad dietaria 11. Otros
Recolecta y traslado
Las aves rapaces consumen roedores que pueden ser portadores o reservorios de
Hantavirus. No se ha inves gado acerca de posibles riesgos de contagio por medio de
la manipulación de egagrópilas, por lo que, preven vamente, se deben usar guantes
de goma y desinfectar el material nebulizándolo con una solución de lisol o cloro. Pos-
teriormente, el secado en estufa, actuará nuevamente sobre las muestras, terminando
de asegurar su uso. El material debe levantarse con cuidado, tratando de no romperlo y
envolviéndolo en papel absorbente. En caso que se perciba un material frágil, se debe
guardar en una bolsita plás ca individual autosellable.
Cuando la egagrópila es fresca, se reconoce por un mucus que la envuelve. Esto le pro-
porciona suficiente consistencia como para acumular varias muestras en una misma
bolsa. Todo el material debe ser debidamente rotulado, indicando la especie, localidad,
georreferencia, fecha, clima, po de hábitat, recolector, etc. Finalmente, las bolsas de-
ben guardarse en una caja de cartón firme, cuidando que los espacios vacíos, entre las
bolsas y la caja, queden cubiertos con papel, idealmente absorbente, para evitar que
el movimiento del traslado dañe la integridad de las muestras.
377
A C
Morfometría
Cada egagrópila debe pesarse en una balanza de precisión de 0,1 g y medir su largo y
ancho con un pie de metro. Basados en Jaksic (1997) y Lazo & Silva (1993), realizamos
una revisión selec va de la información disponible para aves rapaces chilenas, sensu
stricto, acerca de las dimensiones (largo y ancho en mm) y masas (peso seco en g) de
sus egagrópilas. Aunque algunos trabajos han documentado ciertas diferencias estacio-
nales o anuales, en las dimensiones o masas de las egagrópilas (e.g., Yáñez et al. 1978,
Cerpa & Yáñez 1981, Jiménez & Jaksic 1993) estas han sido mínimas, por lo que no las
hemos considerado en este análisis general de su morfometría.
Para la selección u lizamos los siguientes criterios: (a) que las fuentes entreguen medi-
das de tendencia central (i.e., generalmente la media aritmé ca) y de dispersión (i.e.,
generalmente el error estándar), además de los tamaños muestrales (en el caso de
varios trabajos o de uno con dis nta información elegimos aquel con el mayor tamaño
muestral); (b) que las fuentes proporcionen simultáneamente datos cuan ta vos acerca
de las dimensiones y masas de las egagrópilas; (c) información específica (i.e., no inclui-
da como parte de publicaciones respecto de ecología de comunidades) e, idealmente,
publicada en revistas cien ficas de amplia circulación.
Las masas corporales de adultos de ambos sexos de rapaces las obtuvimos de Herrera
& Jaksic (1980), Morgado et al. (1987), Marín (1996). Realizamos correlaciones lineales
simples para todas las variables consideradas y, posteriormente, regresiones lineales
simples buscando aquel modelo (e.g., lineal, exponencial y potencial) que entregase el
coeficiente de correlación más alto y el error estándar más bajo, u lizando el paquete
computacional en línea h p://www.vsassarstats.net.
378
E
___________________________________________________________________________________________________________________
ORDEN FALCONIFORMES
Elanus leucurusa (291) 32,7 ± 0,6 24,7 ± 0,5 1,6 ± 0,1 551 La Dehesa, San ago Schla er et al. (1980a)*
Elanus leucurusa (291) 32,7 ± 1,2 24,4 ± 0,7 1,6 ± 0,1 136 Pudahuel Schla er et al. (1980a)*
Circus cinereus (400) 28,2 ± 1,9 14,9 ± 0,9 1,0 ± 0,6 68c Tricauco, Traiguén Figueroa & Corales (1999)*
Geranoaetus
melanoleucus (2.650) 56,1 ± 1,0 39,3 ± 1,4 7,5 ± 0,3 72 La Dehesa, San ago Schla er et al. (1980b)*
Geranoaetus polyosoma (851) 26,6 ± 7,9 19,5 ± 5,7 2,5 ± 0,4 201 Oasis de Calama Muñoz-Pedreros et al. inf. no pub.
Geranoaetus polyosoma (851) 39,3 ± 1,4 19,4 ± 0,6 2,6 ± 0,2 203 La Dehesa, San ago Schla er et al. (1980b)*
Geranoaetus polyosoma (851) 42,0 ± 0,4 27,1 ± 0,1 2,6 ± 0,2 40 Puerto Tranquilo Figueroa et al. (2003)
Parabuteo unicinctus (671) 44,4 ± 1,7 20,5 ± 0,9 3,0 ± 0,4 32 La Dehesa, San ago Jaksic et al. (1980)*
Parabuteo unicinctus (671) 40,6 ± 11,5 22,3 ± 4,6 3,6 ± 2,9 64 La Campana Santander et al. (2011)
ORDEN ACCIPITRIFORMES
Caracara plancusb (1.317) 42,0 ± 1,7 21,0 ± 3,0 3,2 ± 1,7 155 Patagonia Engh et al. (1997)*
Falco sparverius (119) 24,7 ± 0,5 11,3 ± 0,3 0,5 ± 0,0 142 La Dehesa, San ago Yáñez et al. (1980)*
Falco sparverius (119) 19,1 ± 1,6 12,8 ± 0,8 0,6 ± 0,1 32 La Dehesa, San ago Simone et al. (1982)
Falco sparverius (119) 26,7 ± 1,1 14,3 ± 0,9 1,1 ± 0,2 21 Tricauco, Traiguén Figueroa & Corales (2004)
Falco femoralis (450) 29,6 ± 0,1 12,9 ± 2,1 0,9 ± 0,7 16 Tricauco, Traiguén Figueroa & Corales (2004)
ORDEN STRIGIFORMES
Tyto alba (435) 35,0 ± 1,0 21,0 ± 2,5 3,7 ± 2,1 336 RN Lago Peñuelas Muñoz-Pedreros et al. inf. no pub.
Tyto alba (435)c 40,5 ± 0,9 20,9 ± 0,6 5,9 ± 1,9 103 Burca, Concepción Muñoz-Pedreros & Murúa (1990)*
Tyto alba (435) 37,0 ± 0,9 23,0 ± 0,6 4,1 ± 1,5 47 Cholchol, Temuco Muñoz-Pedreros et al. inf. no pub.
Bubo magellanicus (1.150) 38,7 ± 12,9 21,9 ± 5,6 38 RN Lago Peñuelas Muñoz-Pedreros et al. inf. no pub.
Bubo magellanicusd(1.150) 39,1 ± 10,0 26,4 ± 5,1 3,4 ± 1,9 56 Río Ibáñez, Aysén Tala et al. (1995)*
Glaucidium nanum (750) 28,8 ± 5,5 12,5 ± 1,4 284 RN Las Chinchillas Jiménez & Jaksic (1993)
Athene cunicularia (308) 30,1 ± 4,8 14,2 ± 1,5 105 Salar de Atacama Muñoz-Pedreros et al. inf. no pub.
Athene cunicularia (308) 30,1 ± 6,5 14,4 ± 1,7 59 Quebrada de Macul Muñoz-Pedreros et al. inf. no pub.
Athene cunicularia (308) 29,8 ± 6,2 14,9 ± 1,0 113 Isla del Rey, Corral Muñoz-Pedreros et al. inf. no pub.
Athene cunicularia (308) 40,9 ± 0,5 14,5 ± 0,2 1,7 ± 0,1 221 La Dehesa, San ago Schla er et al. (1979)*
Strix rufipes (620) 35,4 ± 0,8 21,8 ± 0,6 2,8 ± 0,4 78 San Mar n Mar nez (1993)*
Asio flammeus (350) 41,6 ± 0,1 21,4 ± 0,0 2,8 ± 0,1 241 Osorno Mar nez et al. (1998)*
___________________________________________________________________________________________________________________
Tabla 5-1. Morfometría de egagrópilas de 14 especies de aves rapaces chilenas (X ± EE). Las masas corpora-
les, expresadas en gramos, de cada rapaz se indican entre paréntesis. aMedida de dispersión = dos errores
estándar. Lago Rupanco, bMedida de dispersión = desviación estándar, cLargo y ancho n = 50, dMedida de
dispersión = desviación estándar (C. Tala & B. González, com. pers.).
*= fuentes de información u lizadas.
El largo y ancho (usualmente, medido como el ancho máximo) estuvieron bien correla-
cionados. Sin embargo, ninguna de esas dos dimensiones se correlacionó con la masa
de las egagrópilas. Tanto el ancho como la longitud (en ese orden) de las egagrópilas
se correlacionaron con la masa corporal de las rapaces.
379
A C
El ancho de las egagrópilas puede variar según las presas. En tucúquere magallánico,
Yáñez et al. (1978) documentaron que los regurgitados fueron más anchos, al contener
roedores, que los que contuvieron solo artrópodos; por otro lado, en pequenes, las
egagrópilas suelen ser más largas, anchas y pesadas en invierno, cuando consumen
más micromamíferos, que en el resto del año (Schla er et al. 1982).
Desmenuzamiento
Terminadas las mediciones se procede al desmenuzamiento, donde el obje vo de
la manipulación de las egagrópilas es la separación de los ítems-presa, de modo tal
que no se dañen y puedan ser examinados concienzudamente. Existen dos métodos:
el primero es su procesamiento en seco y el segundo en húmedo. En este úl mo la
egagrópila se remoja en agua a 60 °C por 24 horas, procediéndose luego a su desmenu-
zamiento manual. No recomendamos el método de remojar los regurgitados en agua
caliente y detergente (Cf. con Reise 1973), para luego pasar el material por cedazo, ya
380
E
que se destruye mucho material que podría ser importante. Algunos autores prefieren
el método húmedo, pero nosotros recomendamos el método seco, ya que se pierde
menos material, no se altera (aunque transitoriamente) el color de pelos y plumas y
evita la adherencia de estos a los huesos. Use una mascarilla para el polvo y prescinda
de solventes (véase Sabo & Laybourne 1994). De ser necesario limpiar los huesos, el
material se puede lavar con agua caliente y un detergente suave, enjuagando varias
veces hasta eliminar todo el jabón. El material óseo, si se desea, puede blanquearse
con un baño por 24 horas en agua oxigenada o exponerlo al sol.
Determinación de especies
Cuando los restos rescatados desde las egagrópilas no con enen cráneos ni mandí-
bulas, o están muy disgregados, lo que impide la iden ficación de presas, se pueden
tomar muestras de pelos para su posterior análisis histológico (véase Coman & Brunner
1971, Moore et al. 1974). Los pelos se lavan con tetracloruro de carbono y se cubren
con esmalte para uñas incoloro, montándose en un portaobjetos y se someten a los
procedimientos de la tricología descritos en Korschgen (1980), que si bien no está sufi-
cientemente desarrollada en Chile, ya puede aportar criterios de aceptable certeza en
la iden ficación de algunos micromamíferos (Fig. 5-14).
381
A C
Figura 5-14. Microfotogra a de secciones de pelos de mamíferos de izquierda a derecha: Abrothrix longipilis,
Lepus europaeus, A. olivaceus, Geoxus valdivianus y Oligoryzomys longicaudatus.
Determinación de edad
Las estructuras craneanas, y por sobre todo las
dentarias, han sido usadas intensamente para de-
terminar estructuras de edad y ecología poblacional
de micromamíferos (Reise 1973, Saint Girons 1973,
Feito et al. 1981, Santana 1981, Bellocq & Kravetz
1983, González 2009). Estos métodos consideran
las capas, o anillos detectables en el cemento, o en
la den na, las fechas de erupción, el desgaste y la
coloración de las piezas dentales (véase González
2009). En la Fig. 5-16 se muestra el desgaste dentario
para determinar la edad en el roedor laucha olivácea
Abrothrix olivaceus. Figura 5-16. Determinación de
edad en laucha olivácea Abrothrix
olivaceus. El desgaste aumenta con la
edad. Tomado de González (2009).
382
E
Estos autores pudieron verificar que, en tres de cuatro roedores sigmodon nos, las
hembras presentaban, respecto a los machos:
- un hueso pélvico más alargado
- una relación entre el largo del pubis y el largo del isquion (b/a) mayor
- un ancho mínimo de pubis (p) menor (salvo una especie).
Si bien no se han hecho estudios para todas las especies, es un criterio que puede
tenerse en cuenta.
383
A C
Análisis de la información
Los procedimientos para interpretar y caracterizar la dieta de aves rapaces incluyen la
cuan ficación de presas consumidas, el cálculo de la diversidad trófica, la es mación
del tamaño promedio de presas consumidas, la sobreposición trófica entre y dentro de
especies de rapaces y la selección de presas. Gran parte de esta sección se basa direc-
tamente en información de Mar (1987) y Rau (2009). Más detalles en Jaksic (2001).
384
E
CuanƟficación
Un método comúnmente u lizado es el CLASE ARACHNIDA
cálculo del porcentaje de ocurrencia por ORDEN SCORPIONIDA
Familia Escorpionidae 3,48
número, para cada categoría trófica (e.g.,
____________________________________
especies, géneros, órdenes, clases) en la CLASE INSECTA
muestra dietaria total analizada. Si esto ORDEN COLEOPTERA
no es posible, se u liza el porcentaje de Familia Carabidae
muestras (e.g., egagrópilas o restos de Ceroglossus sp. 1,38
presas en nidos) en las que está presente PterosƟchus unistriatus 0,92
cada po de presa. Las dietas de rapaces PterosƟchus aereus 7,27
pueden cuan ficarse, también, por la con- PterosƟchus sp. 41,26
tribución rela va de los diferentes pos de Familia Curculionidae
Rhyephenes sp. 0,18
presas respecto del peso o volumen total
Hybreoleptops tuberculifer 1,06
de presas consumidas iden ficadas. Los OƟorhynchus rugosostriatus 2,87
datos de frecuencia entregan una mejor Familia Lucanidae
información acerca del impacto rela vo Chiasognathus granƟi 0,18
que una rapaz tendría sobre varias espe- Chiasognathus sp. 0,50
cies-presa. No obstante, la es mación de Familia Scarabaeidae
la biomasa consumida puede proporcionar Sericoides sp. 4,90
una evaluación más exacta de la importan- Brachysternus sp. 14,79
cia rela va que una especie-presa tendría Dicotomius sp. 3,09
Bolborhinum binasutum 0,78
en la dieta de una rapaz.
Bolborhinum sp. 2,41
Otros Scarabaeidae 0,11
La frecuencia por número de presas se Coleópteros indeterminados 0,18
calcula dividiendo el número de individuos ORDEN ORTHOPTERA
iden ficados por categoría de presa por Familia Gryllacrididae
el número total de presas iden ficadas Cratomelus armatus 10,57
presentes en la muestra dietaria. Nótese ORDEN HYMENOPTERA
que esto úl mo no es posible cuando la Familia Formicidae 0,39
iden ficación de presas ene que basarse Familia Ichneumonoidea 0,60
Familia Chrysididae 0,04
en la iden ficación de cu culas, médulas
Familia Thynninae 0,14
o secciones transversales de pelos de ma- Himenópteros indeterminados 0,28
míferos o en los nodos presentes en las ORDEN DIPTERA
bárbulas de plumas de aves (véase Rau & Familia Muscidae 0,96
Mar nez 2019, capítulo 4). Una alterna va Dípteros indeterminados 1,10
es la u lización de la frecuencia de ocu- Insectos indeterminados 0,14
rrencia, en la que se divide el número total CLASE CRUSTACEA
de egagrópilas en una muestra dietaria por ORDEN DECAPODA
el número de regurgitados en los que se Parastacus nicoleƟ 0,04
Aegla sp. 0,39
encontró cada po de presa. La desventaja
TOTAL 100
de este método es que no pueden calcu-
larse medidas de nicho trófico (véase más
adelante). Una excepción es el índice de Tabla 5-3. Presencia de artrópodos en 441 ega-
Herrera (1976), cuya fórmula y aplicación grópilas de Athene cunicularia provenientes de
Loncoche, Región de Los Ríos (1988-1989). Tomado
se entrega en Rau (2009). La biomasa de de Muñoz-Pedreros et al. Inf. no publicada.
385
A C
Diversidad trófica
Un conjunto de presas en la dieta de una rapaz tendrá una alta diversidad trófica (i.e.,
un nicho trófico amplio), si estas son muchas y se consumen en números cercanamente
iguales. Alterna vamente, si son pocas o se consumen en abundancias muy diferentes,
la rapaz tendrá una baja diversidad trófica (i.e., un nicho trófico reducido).
Greene & Jaksic (1983) encontraron que la iden ficación a una alta resolución (especies,
géneros) de las categorías tróficas se tradujo en nichos tróficos más amplios, en com-
paración con una baja resolución (clases, órdenes). En el primer caso se está midiendo
la extensión a la que las rapaces afectan a varias poblaciones de presas. En el segundo,
se están midiendo los nichos funcionales, que dan cuenta de la versa lidad de captura
empleada por un depredador para capturar a sus presas. Existen muchas medidas de
diversidad trófica (e.g., Rau 2009). Uno de los índices más u lizados para cuan ficar
la diversidad trófica (Dobs.) en rapaces ha sido la modificación del índice original de
dominancia de Simpson (1949):
Dobs. = ∑pi2
En donde pi es la proporción de la presa iésima respecto del total de presas iden fi-
cadas en la muestra dietaria. Ya que la diversidad se relaciona inversamente con la
dominancia, la modificación del índice anterior ha consis do en usar su valor inverso
(Odum 1975), o recíproco (Levins 1968). Pese a la popularidad de este úl mo índice,
debe estandarizársele en función de la riqueza de especies-presa (S) para que varíe entre
la mínima (0) y la máxima diversidad (1). Dicha fórmula estandarizada, Dest. (Colwell &
Futuyma 1971) es:
Este índice entrega una mayor ponderación a las presas más comunes o dominantes
de las dietas de rapaces. Sin embargo, el índice de Shannon y Weaver (1949) pondera
más a las presas escasas o raras. Este índice se basa en la teoría de la información y su
fórmula es:
H´= -∑pilogpi
Una ventaja del índice anterior es que se relaciona directamente con la riqueza de
las especies-presa. Corresponde al primer término [N(1)] de la serie de Hill (1973) y
se calcula, simplemente, obteniendo el an logaritmo (an log) de H´. También puede
formularse como:
N(1)= eH´
386
E
An log xg = Σlogwfi/n
O = ∑pijpik/(∑pij2∑pik2)1/2
Selección trófica
En el ya clásico trabajo de Jaksic (1979) se presentan y ejemplifican varias técnicas
estadís cas simples para determinar selección de presas en aves rapaces nocturnas.
Básicamente, las pruebas estadís cas paramétricas recomendadas comparan las
distribuciones de las frecuencias empíricas observadas de presas iden ficadas en las
egagrópilas versus aquellas frecuencias teóricas esperadas por trampeos simultáneos
en los si os de recolectas de las egagrópilas. Dependiendo del número de categorías
(especies-presa) comparadas, y del tamaño de la muestra estadís ca (número de indi-
viduos totales iden ficados en las egagrópilas), este autor sugirió el uso de la prueba
binomial y de la prueba de chi-cuadrado con y sin corrección de Yates. Una limitante de
la prueba de chi-cuadrado, la que ene la caracterís ca de ser adi va, es que solo puede
conocerse la contribución rela va de cada po de presa cuando el valor calculado de
chi-cuadrado es estadís camente significa vo. Para detectar diferencias individuales
entre la abundancia y el consumo para cada po de presa se recomienda el uso de los
387
A C
intervalos simultáneos de confianza de Bonferroni (Neu et al. 1974, Byers et al. 1984).
Su cálculo manual se ejemplifica en Mar nez et al. (1993a, b). De mayor ayuda es u -
lizar directamente el programa computacional HABUSE, desarrollado en el Centro de
Estadís ca de la Universidad de Michigan, EE.UU.
Literatura citada
BELLOCQ ML & FO KRAVETZ (1983) Iden ficación de especies, sexo y edad rela va a par r de restos óseos
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CHRISTINE N. MEYNARD
Nació en SanƟago el 21 de julio de 1976. Realizó sus estudios de pregrado en biología y manejo
de recursos naturales en la P. Universidad Católica de Chile (1995 - 1999), y luego su Doctorado
en ecología en la Universidad de California, Davis, EE.UU. Actualmente es invesƟgadora en el
insƟtuto nacional de agronomía de Francia en Montpellier (INRA – CBGP), y editora de varias
revistas de ecología y biogeograİa. Su área de invesƟgación se centra en la macroecología,
modelos de distribución de especies, diversidad en metacomunidades, y múlƟples facetas
de la diversidad incluyendo factores funcionales y filogenéƟcos, e incluyendo diversos grupos
taxonómicos y regiones biogeográficas.
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DAVID RUBILAR-ROGERS
Nació en SanƟago en 1975. Es Licenciado en Ciencias Biológicas de la Universidad Austral de
Chile y Doctor en Ciencias con mención en Ecología y Biología EvoluƟva de la Universidad de
Chile. Actualmente es Jefe del Área Paleontología del Museo Nacional de Historia Natural. Fue
presidente de la Asociación Chilena de Paleontología. Es autor y coautor de varias publicaciones
en paleontología de vertebrados. Es parte de la Society of Vertebrate Paleontology y su línea
de invesƟgación es la evolución y biogeograİa de los dinosaurios en el margen occidental de
Gondwana.
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AçãÊÙÝ
IVÁN M. SÁNCHEZ-DUEÑAS
Nació en Bogotá Colombia, el 11 de diciembre de 1972. Biólogo de la Universidad Nacional de
Colombia (1998). Asesor y consultor independiente de enƟdades oficiales y privadas en temas de
manejo de especies silvestres, estudios de impacto ambiental, planes de manejo y monitoreos
de fauna silvestre. InvesƟgador principal en algunos proyectos sobre la ecología de mamíferos
colombianos. Ha publicado estudios en algunos grupos de mamíferos (primates, carnívoros) en
revistas internacionales, así como capítulos de libros sobre taxonomía de murciélagos. Estando
en el Departamento AdministraƟvo del Medio Ambiente de Bogotá (2005-2006), parƟcipó en
el manejo y atención de la fauna silvestre. También trabajó con Cesar Márquez Reyes en la
invesƟgación, conservación y manejo de aves rapaces en el distrito de Bogotá (2008-2009).
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ANA TREJO
Nació en Buenos Aires en 1952. Bióloga y Doctora en biología en la Universidad del Comahue.
Profesora de la cátedra de vertebrados en la Universidad del Comahue, Bariloche. Ha traba-
jado en el estudio de las aves rapaces, tanto diurnas como nocturnas, especializándose en
comportamiento reproducƟvo y relaciones tróficas. Miembro de Aves ArgenƟnas y The Raptor
Research FoundaƟon, entre otras sociedades cienơficas. Ha publicado más de 100 publicaciones
y ponencias en congresos de la especialidad. Ha dirigido y parƟcipado en varios proyectos y
acƟvidades de extensión con el propósito de difundir la importancia de las aves rapaces como
controladores biológicos de los roedores transmisores del virus hanta. En 2013 recibió el Special
Achievement Award del World Owl Hall of Fame (Houston, Minn., EE.UU.).
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