DESCRIPCIÓN BREVE
Lo que me hubiera gustado que me dijeran al finalizar
mi retiro de Emaús.
Dario Alberto Castro Castro
Camino de Emaús
SOY EMAÚS
¡¡Servidor de Jesucristo!!
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¡¡¡ !!!
Servidor de Jesucristo
«¿Eres tú el único residente de Jerusalén que no sabe las cosas que han pasado allí estos días?» Lucas 24:18
Soy nuevo en Emaús (pero no en el servicio) y escribo aquí lo que me hubiera gustado que me dijeran
al finalizar mi retiro de Emaús (y que todos deberíamos saber) y lo aprendí llevando la palabra a la
práctica, gracias al retiro de Emaús.
¡ !
Soy Emaús, y eso significa reiterar mi compromiso con mi fe cristiana-católica, con la esperanza de
que nuestros conocimientos, talentos y habilidades humanas puedan ser un instrumento útil para
alcanzar la victoria espiritual y material, expresando la valentía necesaria para derrotar el
pesimismo, la frustración y la desesperanza, que muchas veces influencian negativamente nuestros
espíritus, almas y decisiones fundamentales en la vida diaria.
¿Pero algunos me preguntan sorprendidos qué significa el compromiso con Emaús?
Interrogante válida para quienes no tienen una fuente de información apropiada, más aún cuando,
siendo católicos, están fuera de la práctica diaria de nuestra doctrina social de la iglesia, integrados
a ese alto porcentaje de cristianos en el mundo que no van a misa y mucho menos reciben las
orientaciones teológicas de nuestros pastores en el ejercicio sagrado del sacerdocio. Por supuesto,
muy lejanos de recibir la sagrada comunión, el cuerpo y la sangre de nuestro señor Jesucristo.
Ser integrante de la hermandad de Emaús significa mucho más que un mero compromiso formal
con nuestra Iglesia, para convertirse en la fuente primaria de nuestra lecciones, aprendizajes y
enseñanzas; denota tener una gran fe en Dios, para dejar atrás nuestras malas acciones, los errores
humanos y pecados cometidos por omisión, conciencia y responsabilidad de nuestros actos
personales, los cuales, ya redimidos, te colocan en una postura destellante de dulzura, solidaridad,
misericordia, afectos y amor real por tus hermanos. Allí culmina una parte enterrada de una
desajustada vida anterior, para ahora afrontar, por obra y gracia del Espíritu Santo, mayores
compromisos, ya sin el peso de las viejas pasiones, envidias y pequeñeces subalternas, para
contribuir a fomentar la unidad frente a la desunión, el amor real frente al odio salvaje, la
confraternidad de acción frente a la división, y la paz y la convergencia entre hermanos, frente a las
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predicas de la guerra, la muerte y la destrucción. Es decir, configurarnos con el Señor. Encontrarlo
en la fracción del pan.
La Palabra de Dios dice que la fe sin obras es muerta y que el Señor nos regala todos nuestros
talentos (Luc. 19:11-26) y, por ende, como cristianos debemos utilizarlos con los demás, para la
honra y gloria de ÉL.
Es por ello, que, para dar fe y testimonio de lo ante expuesto, el Señor permitió que dentro de
nuestra Iglesia surgiera la Hermandad de Emaús, una comunidad de hermanos, quienes a raíz de
encuentro personal con Cristo se congregan y se comprometen a seguir y servir a Dios vivo,
demostrando así que la hermandad está cimentada en la fraternidad, el amor y el servicio.
Es importante que conozcamos a fondo sobre nuestra hermandad que busca lograr acercar a
aquellos hermanos en Cristo que se encuentran alejados de la Iglesia o poco comprometidos a través
de la Nueva Evangelización y con la conciencia de la importancia de los Sacramentos, La Eucaristía
y el testimonio de vida para fortalecer la Iglesia.
…
La espiritualidad de la hermandad de Emaús se desprende del evangelio de Lucas 24: 13-35, de una
narración de un hecho acontecido luego de la muerte y aparición de Jesucristo. Emaús es un poblado
que quedaba a unos once kilómetros de Jerusalén, en el cual dos discípulos de los Apóstoles iban
conversando mientras caminaban, de repente al dúo se les aparece el propio Jesús de Nazareth. A
pesar de que ellos lo veían, algo les impedía darse cuenta de quién era esa compañía y de quién esa
voz. Jesús les preguntó: ¿De qué van hablando por el camino? Se detuvieron tristes y uno de ellos,
que se llamaba Cleofás, contento, respondió: “Eres tú el único que ha estado alojado en Jerusalén y
que no sabe lo que ha pasado allí en estos días?". ¿Qué ha pasado?, pregunta Jesús, ellos les
contaron lo de Jesús de Nazareth, que era un profeta poderoso en hechos y en palabras delante de
Dios y de todo el pueblo. Que lo habían entregado los sacerdotes y que las autoridades lo habían
condenado a muerte, que fue crucificado, y, después de varios comentarios, le afirmaron: “Algunos
de nuestros compañeros fueron después al sepulcro y lo encontraron tal y como las mujeres habían
dicho, pero a Jesús no lo vieron”. Luego Jesús les dijo: “! Qué faltos de comprensión son ustedes y
qué lentos para creer todo lo que dijeron los profetas. ¿Acaso no tenía que sufrir el Mesías estas
cosas antes de ser glorificado?". Luego siguió explicándoles todos los pasajes de las Escrituras que
hablaban de él, comenzado por los libros de Moisés y siguiendo por todos los libros de los Profetas.
Por invitación de los dos caminantes de Emaús, Jesús acepta quedarse con ellos. Cuando ya estaba
sentados frente a la mesa, Jesús tomó en sus manos el pan y habiendo dado gracias a Dios, lo partió
y se los dio. En ese momento se les abrieron los ojos y reconocieron a Jesús, pero él desapareció.
Ellos se dijeron uno al otro: "¿No es verdad que el corazón nos ardía en el pecho cuando nos venía
hablando por el camino y nos explicaba Las Escrituras”?
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La experiencia de Emaús es una forma distinta de evangelización de la Iglesia, es simplemente una
cita íntima que hemos, y muy personal, con el Amor de Dios, con Cristo el Señor. Es una oportunidad
para que todo aquel que esté buscando de su presencia o que no conozca a Jesús pueda encontrarlo.
Emaús no sustituye a la fe católica. Recuerda que Emaús es un apostolado que propaga o divulga
la fe cristiana, la fe católica, sus retiros siempre están en relación con la Iglesia Católica pero no es
una religión independiente. Las personas que formamos parte de Emaús participaremos en
distintos encuentros que tienen que ver con la Iglesia Católica, u otros encuentros organizados por
los integrantes de los retiros, pero siempre deben estar supervisados por la Iglesia Católica. La
hermandad de Emaús es parte de la Iglesia Católica.
Podríamos decir que la hermandad de Emaús es una comunidad de hermanos, quienes, a través de
una experiencia de encuentro personal con Jesús Resucitado, han decidido seguirle, ser Testigo de
su resurrección, servirle en su Iglesia y ser testimonio de cambio y conversión del mundo.
Esta experiencia, la cual se vive en un retiro, donde podremos experimentar este encuentro
personal con Jesús y así cambiar nuestras vidas, sacándonos del mal, del odio, de la soledad, del
dolor, del rencor, de la envidia, de la culpa, de la avaricia, de los remordimientos, del pecado o de
cualquier estado de miseria espiritual en que nos encontrábamos antes de conocer al Señor. Es
decir, pretende una renovación espiritual, basada en la lectura del Evangelio de San Lucas 24, 13-35
y en las experiencias y testimonios de carácter kerigmático que ayudan a develar la realidad del
amor de Dios en la vida de los caminantes. Al final del retiro, seremos testigos de Él, mostrando Paz,
Alegría, la Esperanza y el Amor que Él ha despertado en nosotros.
Tú eres la única persona responsable de tus actos, pero si caminas junto a Cristo tu vida tendrá aquel
sentido que buscas. Hacer los retiros es una experiencia de la que cada persona sacará sus
conclusiones. Si me preguntas te diría que la Iglesia Católica a través de Los Retiros de Emaús, o
simplemente Emaús, hacen una gran labor y es Jesús quien habla a través de las personas que
participan en este apostolado.
Asistir al retiro te da un impulso que será del tamaño que tu corazón necesite para continuar. Luego
de hacerlo la mayoría de las personas se sienten muy identificadas con esta experiencia y pasan a
formar parte de esta comunidad. Por eso, cuando escuches decir “yo formo parte de Emaús”, “soy
de Emaús”, o “Jesucristo ha resucitado” se refieren a que han participado en El Retiro de Emaús.
Pero ese impulso hay convertirlo en servicio; en servicio en nuestra parroquia.
Pero no podemos quedarnos allí, estamos llamados a Servir, estamos llamados a llevar mas
hermanos a los pies del Maestro, estamos llamados a participar en la vida de la parroquia.
¿Y tú ya decidiste como servirle al Señor en tu parroquia?
O solo vas a decir como dijo Pedro al Señor en la Transfiguración: «Señor, ¡qué bien se está aquí! Sí
quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.»
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Cristo nos está llamado a servir. Cristo nos llama a la Santidad. Cuando Cristo desea revelarse a un
alma, no la invita con el montón. No, Jesús no llama en masa. A cada hombre lo separa, le toma de
la mano y se lo lleva consigo.
Entonces, es cuando le habla al corazón y le propone su plan, le revela su amor. Ante esta propuesta,
el alma se da cuenta de que está sola ante Él. Nadie puede optar en su lugar.
El ofrecimiento de Jesús es atractivo, pero nos exige lo mejor de nosotros mismos: lucha, sacrificio,
entrega... Subir.
El Padre nos enseña el camino para llegar a esa experiencia: Este es mi Hijo Amado: escuchadle. Ése
es el amor de Dios, el que nos amó primero.
Escuchar a Cristo. Su amistad, la más noble, hermosa y fiel, nace como todas: después del primer
momento en que dos personas se caen simpáticas, comienzan a hablar, a contarse su vida, lo que
quieren llegar a ser, lo que les disgusta o atrae... empiezan a conocerse. También el conocimiento
de Cristo se alimenta con el trato continuo con Él, visitándolo en el Sagrario, escuchando su Palabra
en el Evangelio y viendo, en el Crucifijo, que Él se toma en serio nuestro amor.
A medida que se le va conociendo, aumenta el entusiasmo:
Cada día que pasa me parece que voy descubriendo algo nuevo en Jesucristo; algo nuevo que me
entusiasma más y más y hasta me enloquece. Cada mañana le miro y pienso en Él con tanto gusto
e interés, que parece ser la primera vez que le miro y pienso en Él.
El servicio de Jesús era parte de su naturaleza humilde. Y dicho servicio fue tan legítimo, tan
constante y tan extremo, que pronto se convirtió en sacrificio. El Padre lo envió, pero Jesús decidió
entregar su vida voluntariamente por todos nosotros, a pesar de que sabía que al final el precio sería
la muerte. Su tiempo, su dedicación, su vida entera fueron dedicados a un propósito específico, a
una misión única: la salvación de la humanidad, y no se detuvo sino hasta llegar al final, la cruz.
Lo que debe inspirarnos a servir es el amor. El amor a Dios y el amor a los demás. Dice el apóstol
Pablo: “Cualquier trabajo que hagan, háganlo de buena gana, pensando que trabajan para el Señor
y no para los hombres”. (Colosenses 3:23). Sin embargo, sabemos que también el amor a los demás
nos inspira a servirlos cuando tienen alguna necesidad. No para obtener alabanza y mérito, sino por
un amor puro, no sólo incondicional sino sacrificial. ¡¡¡Eso es ser Emaús!!!
El servicio, nos permite ser personas con consciencia de paz y cumplir con la voluntad de Dios como
lo hizo nuestra madre la santísima Virgen María.
El cristianismo no consiste sólo en rezos y posturas piadosas. Esto, indudablemente, tiene su valor
y es un medio válido para vivir la fe, pero no es lo único, ni lo más esencial. Celebremos actuando,
en el servicio como Jesús nos enseñó. Veamos a Jesús en el otro. ¡¡¡Eso es ser Emaús!!!
El verdadero amor a Dios se vive realmente en el prójimo. Jesús nos lo dice claramente “lo que
hiciste a mis hermanos más pequeños, a mí me lo hiciste” y además con ejemplos prácticos. Esta
caridad brota naturalmente del amor a Dios. ¡¡¡Eso es ser Emaús!!!
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El espíritu cristiano de servicio a los demás es la promoción de la justicia social. Es necesario
promover el bien, reconociendo a la persona a partir del principio de filiación divina, como Ser
creado por amor y a quien Dios ama por sí mismo, así como una cultura de encuentro y fraternidad
universal basada en los valores fundamentales del cristianismo, apoyando a los débiles, los
necesitados, los que se encuentran en desventaja. ¡¡¡Eso es ser Emaús!!!
La práctica de estos valores permite alcanzar la superación personal y lograr una convivencia social
más humana a través de la solidaridad, subsidiariedad y reciprocidad. ¡¡¡Eso es ser Emaús!!!
El servicio también se refiere a conocer y discernir éticamente las estructuras inhumanas que
generan y mantienen la pobreza y la degradación humana. ¡¡¡Eso es ser Emaús!!!
La participación es un deber para la edificación de una sociedad digna, incluyendo la ecología
humana y la ecología natural, cuyo desarrollo favorezca la verdad, la libertad, la justicia y la caridad.
¡¡¡Eso es ser Emaús!!!
Hermanos, ya hicimos el retiro. Ahora se trata que seamos faro del Espíritu Santo en la sociedad
para iluminar a las personas de nuestro entorno.
En Emaús, cuando acudes con el corazón abierto, te cambia la perspectiva de la vida en el plano
personal pero también en el espiritual. Comprendes que vivir una vida impregnada por el amor a
Dios, lleno de esperanza, redunda grandes beneficios personales por muchos sufrimientos,
problemas y adversidades que tengas.
Ahora se trata de renovar la vida desde el corazón y las de los demás sirviendo en la parroquia.
Hemos sido testigos directos de auténticos milagros en estos retiros: testimonios de perdón y de
misericordia, conversiones auténticas, reconciliaciones entre hermanos o amigos, matrimonios
rotos que se han dado una nueva oportunidad, superación de heridas profundas, desesperanzas
que desaparecen porque abrazan el amor de Dios… Siempre digo que haber hecho el retiro de
Emaús es un regalo que di a mi vida para encontrarme con el Señor cara a cara, para renacer como
hijo de Dios y ser capaz de creer, amar y servir.
Decídete a servir en tu parroquia
Para finalizar, quiero expresar lo que entiendo por la naturaleza y la finalidad de la
hermandad de Emaús
La HERMANDAD DE EMAÚS es una COMUNIDAD de hermanos, quienes, a través de una
experiencia de encuentro personal con JESÚS RESUCITADO, han decidido seguirle, SERVIRLE
en Su IGLESIA, y ser agentes de cambio y transformación del MUNDO.
COMUNIDAD: Una verdadera FAMILIA de hermanos en la Fe, sintiéndonos responsables
unos de otros, en todos los aspectos de nuestra vida: lo cristiano y lo humano, lo espiritual
y lo material, lo religioso y lo social. No importa de qué lugar o Parroquia seamos, queremos
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vivir con un fuerte espíritu de hermandad y fraternidad el llamado de ser uno en el Señor;
acogiendo con gran alegría y gratitud el don de la comunión eclesial, y al mismo tiempo,
vivirlo con profundo sentido de responsabilidad.
JESÚS: En todas y cada una de nuestras acciones y tareas, en nuestras vidas y en todo
nuestro ser, deseamos poner en el centro a Jesús; en Él y para Él queremos vivir, teniéndole
y haciéndole cada vez más SEÑOR de nuestras vidas y ocupaciones.
RESUCITADO: Una característica típica de Emaús, es vivir en el gozo del Resucitado. Desde
la experiencia de encuentro con Jesús RESUCITADO, presente y real en la Eucaristía, emana
toda nuestra alegría, gozo, entusiasmo y fortaleza para servirle, y anunciar a nuestros
hermanos que Él está vivo y en medio de nosotros.
SERVIRLE: Algo peculiar de la Hermandad de Emaús, es vivir y actuar bajo un fuerte espíritu
de servicio; en obediencia a nuestros Pastores, y sirviendo al Señor en nuestros hermanos
más necesitados. Recordando las palabras Jesús: “No he venido para que me sirvan, sino
para servir”
IGLESIA: En la medida en que conocemos y amamos a Jesús, nos sentimos profundamente
identificados con Su Iglesia; amándola y sirviéndole en plena disponibilidad y en obediencia
a nuestros Pastores. Para nosotros, la Iglesia es el mejor lugar para la comunión, formación
y transformación en auténticos Discípulos Misioneros.
MUNDO: Como laicos, nos compete en primer lugar, ser agentes de cambio y
transformación de cada una de las estructuras temporales donde nos desenvolvemos y
vivimos: familia, mundo profesional, social, económico, cultural y político.
La HERMANDAD DE EMAUS luego del retiro, al insertarnos en nuestra Iglesia, vamos
caminando junto al Señor y a nuestros hermanos, sirviéndole en todo y buscando nuevos
caminos de respuestas al Señor, en un proceso permanente de conversión y transformación
en auténticos Discípulos Misioneros.
La HERMANDAD DE EMAUS debe ser un instrumento eficaz en el marco de la Nueva
Evangelización, para salir al encuentro, de muchos de nuestros hermanos alejados de Cristo
y de la Iglesia, y ser “piedras vivas” en la construcción y edificación de la Iglesia (1Pedro 1,
5), con una nueva conciencia de anunciar y actuar según el Evangelio, viviendo:
- unidos a Jesús (Juan 15, 4-5)
- en fraterna comunión (Juan 17,11. Hechos 2, 42-47), siendo la Iglesia nuestra casa común,
- irradiando un fuerte testimonio de vida, un serio compromiso apostólico y una firme
entrega misionera.
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En otras palabras, lo que percibo que es la HERMANDAD DE EMAUS, es justamente lo que
nos ayuda a desarrollar aspectos fundamentales de nuestro SER y HACER:
1. Unión con Jesús (Santidad)
2. Comunión de los hermanos entre sí (Comunión)
3. Disponibilidad apostólica y entrega misionera (Misión)
Debemos ser como Hermandad una unidad, que, con un mínimo de estructura y una
organización muy ágil, podamos mantener y alimentar el espíritu que nos ha dado origen,
con la orientación y acompañamiento de nuestros Pastores.
Deseamos ser un valioso camino de vivencia cristiana, abierto a todos los estados de vida,
situación social y pluralidad de género; que no se impongan estructuras especiales de vida,
sino que tan sólo se procura alimentar un mismo espíritu de servicio y mantener la misma
orientación, dentro de un auténtico marco de comunión y participación.
Por encima de todo, esta Hermandad debería llevar como sello distintivo:
1). La fidelidad y la adhesión firme a la Jerarquía y al magisterio de la Iglesia;
2) la disponibilidad al servicio de lo que constituye la “gracia, vocación e identidad más
profunda de la Iglesia: Evangelizar”;
3) y como “perla preciosa” que se ha encontrado, por la que se está dispuesto vender todo
para adquirirla (Mt 13, 44-46), queremos cuidar ante todo la comunión entre los hermanos,
ya que ésta es la “fuente y el fruto de la misión”. Para nosotros, la comunión eclesial es un
don y al mismo tiempo una tarea y una fuerte responsabilidad.