COLOSENSES 4:6.
Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal,
para que sepáis cómo debéis responder a cada uno.
TLA: Hablen siempre de cosas buenas, díganlas de manera agradable, y
piensen bien cómo se debe contestar a cada uno.
La fidelidad en nuestro comportamiento cristiano debe ser seguida por la
consistencia en nuestro discurso. Pablo no sólo habla aquí de predicar el
evangelio, sino nuestra conversación en general. El discurso de los creyentes
debe estar siempre lleno de gracia, como lo fueron las palabras de Cristo.
Lucas 4:22 - Y todos daban buen testimonio de él, y estaban maravillados de
las palabras de gracia que salían de su boca, y decían: ¿No es este el hijo de
José?
Si sufrimos persecución, es decir que hay alguna o algunas personas que
continuamente buscan dañarnos, en nuestra familia, en nuestro trabajo o en
cualquier otro lugar....debemos siempre hablar con sabíduría.
Por lo general cuando estamos estresados por la carga de trabajo, por que
quizá tenemos muchos pendientes, deudas o aya algo que esté causando
presión en nosotros....es cuando mas debemos cuidar nuestras palabras
porque si de por sí ya tenemos problemas....con nuestros comentarios o
hacemos sentir mal a alguien o revelamos mas informacion de la que
debemos o utilizamos palabras inapropiedas. Ejemplos: Hijos, el trabajo
dentro de la iglesia, amistades, trabajo, etc.
Cuando estamos pasando alguna enfermedad propia o de alguien que
amamos, se torna complicado ya que por lo general en nuestra tristeza o
desesperación nuestra expresion no siempre es la mas apropiada como
cristianos. En lo personal lo digo porque cuando yo o mi esposo hemos
estado enfermos, lo he sobre llevado sin que me afecte tanto...pero cuando se
ha tratado de mi hijo...han habido momentos en que he sentido mi corazon
hacerse pedazos, porque veo su sufrimiento cuando se me ha enfermado, y
justo en el momento en que se me junta la escazes económica, cuando no
quería recurrir a nadien y entre los gastos de consultas y medicamentos, ver el
sufrimiento de mi hijo tanto de la enfermedad como del tratamiento, recibir
comentarios de sus maestras acerca de que probablemente tenía autismo o
TDAH...En el momento en que mi madre me llama para querer alentarme... mis
palabras casi casi fueron de dudar acerca de si Dios estaba con migo... y a mi
lado estaba mi esposo, y mis hermanos del otro lado del telefono
escuchandome... hoy entiendo que mi expresion no fue la mejor...aunque
quiza la situación me orilló a sentirme frustada, a veces transmitimos ese
desanimo o duda a quienes nos rodean....
Por ello es importante no perder de vista que en todas las circunstancias los
creyentes debemos hablar con esa gracia que señala la escritura.
Hablar con gracia significa decir lo espiritual, sano, apropiado, bondadoso,
sensible, complementario, suave, veraz y amoroso. Pablo escribió en Efesios
4:29 que: «Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea
buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes.”
Los creyentes también deben saber cómo responder a cada persona. Deben
saber cómo decir lo correcto en el momento adecuado. En palabras de Pedro,
“Estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y
reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en
vosotros” (1 Pedro 3:15).
El discurso y las acciones del nuevo hombre o mujer nacidos de nuevo son de
vital importancia, porque a diferencia de los impíos, que dicen: «Nuestros
labios son nuestros; ¿quién es señor de nosotros?” (Salmo 12:4); nosotros
como creyentes debemos hacer eco de la oración del salmista en el Salmo
141:3: «Pon guarda a mi boca, oh Jehová; Guarda la puerta de mis labios.»
Nuestro discurso debe ser amable, debe ser una bendición para los demás,
con la intención última de llevarlos a Cristo, porque, la gracia de Dios nos ha
cambiado.
Tenemos que darnos cuenta sin embargo, que nuestro discurso no siempre es
amable. Incluso después de convertirnos en cristianos podemos cometer
errores cometiendo mal uso de nuestra lengua. En Santiago 3:9-12, Santiago
señaló cómo algunos cristianos usaron su discurso para maldecir a otros. Él
escribió: «Con la lengua bendecimos a nuestro Señor y Padre, y con ella
maldecimos a las personas, creadas a imagen de Dios. 10 De una misma boca
salen bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así. 11 ¿Puede
acaso brotar de una misma fuente agua dulce y agua salada? 12 Hermanos
míos, ¿acaso puede dar aceitunas una higuera o higos una vid? Pues tampoco
una fuente de agua salada puede dar agua dulce.”
A pesar de que nuestro discurso debe estar lleno de gracia, debemos estar
conscientes porque a veces, el mal intentará atropellarnos. En Hechos 4 el
Sanedrín les dijo a Pedro y Juan que no hablaran ni enseñaran en el nombre
de Jesús. Pero ellos respondieron: «Juzgad si es justo delante de Dios
obedecer a vosotros antes que a Dios; 20 porque no podemos dejar de decir
lo que hemos visto y oído» (Hechos 4:19-20).
El sanedrín fue una asamblea o consejo de sabios estructurado en veintitrés o setenta y
un rabinos en cada ciudad de la Tierra de Israel, que hacían la función de juez.
Ellos defendieron la verdad y eso es lo que también debemos hacer. Sus
palabras al Sanedrín, aunque contencioso, apelaron a los líderes judíos la
comprensión de una gran verdad que el Antiguo Testamento claramente
enseñó, que la gente debía obedecer a Dios antes que a los hombres. Fue un
enfrentamiento, pero los dirigió a una de sus creencias más profundamente
arraigadas.
Sí, debemos ser corteses pero necesitamos resistir el mal y hablar la verdad de
Dios en amor. Nuestra intención es ser una bendición para aquellos con
quienes entramos en contacto; porque nuestras palabras y acciones revelan
nuestra gentileza.
Nuestro gran objetivo es ganar a otros para Jesús y señalarlos a Él, porque la
gente necesita a Jesús. No se dan cuenta de la profundidad de su pecado y
cómo su pecado los pone en peligro del infierno. Ellos piensan que son
buenos en sí mismos y piensan que son lo suficientemente buenos y que son
dignos del cielo. Piensan que pueden ganar su camino al cielo; pero no
pueden. Necesitamos decirles acerca de Jesús, cómo Él vino y murió en
nuestro lugar; y que si creen en Él tendrán vida eterna.
Qué privilegio nos ha dado Dios como cristianos para ser una bendición para
los demás a través de nuestras palabras y acciones. Qué poderosa
herramienta es nuestro discurso, por lo tanto, usémosla para la gloria de Dios.