EL MISTERIO DEL FUTURO REVELADO
Seminario Profético del Libro de Daniel
Pr. Maximiliano Bernis
(Apunte N° 8)
Se confirma la visión
(Daniel 8 y 9 – primera parte)
Introducción.
Ya hemos visto cómo el libro de Daniel ha tenido un mensaje sostenido y claro acerca
del futuro de las naciones; cómo resalta el dominio de Dios por sobre el del ser humano, y de
qué manera su reino sempiterno pondrá fin y reemplazará a los reinos pasajeros y temporales de
este mundo. También hemos señalado de qué manera esta intervención divina en la historia nos
refleja una dimensión del Gran Conflicto: la que hace a los poderes en esta tierra, los cuales
actúan a favor o en contra del pueblo de Dios.
Al estudiar el capítulo 7, hemos visto que se confirmaba el paralelismo que habíamos
postulado en un comienzo para las profecías de Daniel, como también hemos descubierto que, a
medida que avanzamos de una visión a otra, la última va ampliando a la primera, de manera tal
que la revelación del marco profético resulta ser progresiva. Y no es Daniel 8 la excepción a la
regla.
Hasta aquí nos hemos manejado con una sucesión de reinos que comienza con Babilonia,
a quien ya en el capítulo 2 hemos identificado fehacientemente. Hemos visto también las
poderosas evidencias que el capítulo 7 nos da para ver en el segundo y tercer reino a Medo-
Persia y Grecia respectivamente. Como también hemos señalado lo que motiva a señalar a
Roma como el cuarto imperio. Pero hay muchas líneas preteristas de interpretación (ver Apunte
7) que sugieren que deberíamos separar a Media como el segundo reino, y a Persia como el
tercero, para que la profecía termine con Grecia como el cuarto reino y sea Antíoco el cuerno
pequeño. Daniel 8 nos dará una respuesta contundente en cuanto a este tema, y ahondaremos
aun más en las verdades que este libro tan especial nos revela.
Un mensaje para el pueblo de Dios.
Daniel 8 no es un capítulo más. Es necesario volver un poco más atrás para ver esto.
¿Recuerda que en Daniel 2:4 se produce una transición lingüística, del hebreo al arameo? El
arameo era la lingua franca de la época, es decir, la lengua utilizada para las relaciones
internacionales y el comercio (algo así como el griego en tiempos de Jesús o el inglés hoy en
día). En cambio, el hebreo era la lengua de Judá. Hasta el último versículo del capítulo 7
continúa el arameo, pero el capítulo 8 vuelve al hebreo. ¿Qué importancia tiene esto? Mucha, si
se entiende el por qué de esto: Las revelaciones de Daniel 2 y 7 están centradas en el futuro de
las naciones, y la opresión que los distintos reinos ejercerán sobre el pueblo de los santos del
Altísimo, y cómo finalmente el Dios de los cielos pondrá las cosas en orden y establecerá su
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reino. En otras palabras, se basan en las nociones de dominio, y poder, muy comunes para el
pensamiento pagano. Daniel 2 al 7 son mensajes dirigidos a toda nación, universales, y por ello
se usa la lingua franca de la época: el arameo. En cambio, el hebreo era la lengua nacional de
los judíos, por lo que es claro que el capítulo 8 y subsiguientes son especialmente destinados al
pueblo de Dios y, como veremos, el énfasis es bastante diferente al dado en los mensajes
universales de Daniel, aun cuando tratan el mismo período y los mismos acontecimientos.
Las dos bestias.
Al igual que en Daniel 7, el eje simbólico de la visión son bestias—o animales—pero
con una diferencia: En Daniel 7, son animales salvajes, mientras que en Daniel 8 se trata de
animales domésticos y, más importante, sacrificiales dentro del marco del sistema de sacrificios
del santuario del Antiguo Testamento.
El gran ausente.
Hasta aquí, nuestro bosquejo profético comenzaba con Babilonia, el reino prominente en
los días de Daniel. Sin embargo, Babilonia no aparece en el capítulo 8. ¿Por qué? Dos razones
pueden ser esgrimidas, de las cuales presentaremos solamente una en este punto, a fin de dejar
la segunda razón para ser presentada en el momento en que sea más oportuno: Babilonia estaba
por desaparecer, por lo cual ya no tenía trascendencia dentro del marco profético. De hecho,
Daniel 8 es una visión dada en el año tercero de Belsasar, con quien desaparecería este imperio.
Hay, empero, una razón mejor pero—como ya dijimos—la presentaremos más adelante.
El carnero.
“Alcé los ojos y miré, y he aquí un carnero que
estaba delante del río, y tenía dos cuernos; y aunque los
cuernos eran altos, uno era más alto que el otro; y el más
alto creció después. Vi que el carnero hería con los cuernos
al poniente, al norte y al sur, y que ninguna bestia podía
parar delante de él, ni había quien escapase de su poder; y
hacía conforme a su voluntad, y se engrandecía.” (Daniel
8:3,4).
Tenemos aquí una bestia a la que fácilmente
podemos identificar con el oso del capítulo 7, por varias
características comunes:
1. El oso estaba más levantado de un lado que del otro,
mientras que el carnero tiene un cuerno más alto que
el otro. Esto es símbolo de que Persia sería más
grande que Media, aunque crecería después.
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2. El oso llevaba tres costillas en la boca, símbolo de tres reinos conquistados, mientras
que el carnero hiere con los cuernos a tres puntos cardinales: el norte, el poniente
(oeste), y el sur. Si nos colocamos en lo que era Persia (hoy Irak) tendremos: al norte,
Lidia (547 a.C.) (nornoroeste para ser más exactos); al poniente, Babilonia (539/8 a.C.);
y al sur, Egipto (525 a.C.).
3. Se engrandecía, lo que recuerda la orden que se le da al oso en el capítulo anterior,
respecto a levantarse y devorar mucha carne, lo que habla de una gran expansión (ver
Apunte 6).
Tanto sobre la base del paralelismo profético como de la simbología utilizada, es claro
que el carnero que tenemos aquí no representa a otro reino que al Medo-persa. Ahora bien, no
solo podemos apoyarnos en esos dos puntos, sino que en este capítulo tenemos la confirmación
de la identidad de este reino. Cuando se le explica la visión a Daniel, se le dice: “En cuanto al
carnero que viste, que tenía dos cuernos, éstos son los reyes de Media y de Persia.” (Daniel
8:20). Ya en Daniel 2 habíamos confirmado que el primer reino era Babilonia, y ahora sabemos
que el reino que le seguiría sería, no Media sólo—como pretenden algunos—sino Media y
Persia.
Cabe ahora esperar que el siguiente reino sea Grecia. ¿Es así? Veamos...
El macho cabrío
“Mientras yo consideraba esto, he aquí un macho cabrío venía del lado del poniente
sobre la faz de toda la tierra, sin tocar tierra; y aquel macho cabrío tenía un cuerno notable entre
sus ojos. Y vino hasta el carnero de dos cuernos, que yo había visto en la ribera del río, y corrió
contra él con la furia de su fuerza. Y lo vi que llegó junto al carnero, y se levantó contra él y lo
hirió, y le quebró sus dos cuernos, y el carnero no tenía fuerzas para pararse delante de él; lo
derribó, por tanto, en tierra, y lo pisoteó, y no hubo quien librase al carnero de su poder. Y el
macho cabrío se engrandeció sobremanera; pero estando en su mayor fuerza, aquel gran cuerno
fue quebrado, y en su lugar salieron otros cuatro cuernos notables hacia los cuatro vientos del
cielo.” (Daniel 8:5-8).
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Una vez más, tenemos un claro paralelismo
entre una de las bestias del capítulo 7—en este caso
la tercera de ellas, el leopardo—y la que aparece en
el capítulo 8.
Como señalábamos, este macho cabrío nos
remonta al leopardo con cuatro alas y cuatro
cabezas. Así como con el carnero, haremos una
sencilla enumeración de aquellas características
que son paralelas entre uno y otro.
1. El leopardo es un animal que denota
agilidad y rapidez, tanto más si se le
agregan dos pares de alas. Lo mismo
ocurre con las cabras. Un macho cabrío
es un animal intrínsecamente ágil. Pero
además se nos dice que venía “sin tocar
tierra”, lo que habla de la misma
velocidad. Ya hemos mencionado
cómo Alejandro realizó conquistas
vertigino-sas y únicas para su tiempo.
2. Hay una división en cuatro reinos: Las
4 cabezas del leopardo, y los 4 cuernos
que salen a la caída del cuerno notable.
Y este animal y su accionar nos dicen mucho más acerca del desarrollo del Imperio
Greco Macedónico que lo que hasta el momento hemos visto, por lo que merece la pena
dedicarle algún espacio más.
Correspondería –siguiendo el paralelismo profético—que este macho cabrío representara
al Imperio Greco-Macedónico. Y es precisamente así, ya que se nos dice que “el macho cabrío
es el rey de Grecia, y el cuerno grande que tenía entre sus ojos es el rey primero.” (Daniel
8:21). Ya habíamos señalado que las bestias representaban imperios (es claro que “el rey de
Grecia” debería entenderse más bien como “el reino de Grecia”, ya que el cuerno—parte de la
bestia—es el rey primero, y un rey no puede ser parte de un rey, pero sí de un reino). Habíamos
señalado también que un cuerno es, en la profecía bíblica, un reino que se desprende de dicho
poder, pero siempre un reino, no un rey aislado. Sin embargo tenemos aquí algo que parece
contradecir dicho principio, ya que el cuerno notable del macho cabrío simboliza al primer rey
de ese imperio. ¿Cómo entender esto? En realidad, es muy sencillo: Alejandro Magno no fue
solamente el primer rey del Imperio Greco-Macedónico, sino que fue el único. Antes de
Alejandro, no se había logrado la unión (ver Apunte Nº 6), y después de él, su reino se
fragmentó (lo cual está simbolizado en el cuerno quebrado, y los cuatro que surgen en su lugar).
No tenemos entonces una contradicción, sino un Imperio que duró poco estando unificado, y
que luego seguiría dividido en 4: Los cuatro cuernos que simbolizan los reinos fundados por
Casandro, Lisímaco, Seleuco y Ptolomeo.
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Cuando tratamos Daniel 7, dijimos que presentaríamos algo más acerca de la campaña
de Alejandro al llegar a esta instancia. Ya fue apuntado el hecho de que las conquistas de este
joven rey fueron realmente vertiginosas. Ya mencionamos que fue en el año 336 a.C. que
Alejandro ascendió al trono que dejó su padre Filipo. Lo primero que Alejandro hizo fue poner
en orden su propio reino para entonces luego lanzarse a la conquista (de paso, ¿no encierra esto
una buena lección para cada uno en lo personal?). De hecho, ya dos años antes de su ascensión
había demostrado su temple al sofocar rebeliones en Grecia y Tracia.
Una vez que logró que su reino estuviera en orden, se lanzó a lo que había sido la mayor
ambición de su padre, que se le había tornado en un deseo frustrado. A partir de allí comenzaría
la gran difusión de la cultura griega que marcaría a fuego el pensamiento de los siglos
subsiguientes, aún hasta nuestros días.
En el año 334 a.C. Alejandro cruzó el Helesponto con apenas
35.000 hombres, provisiones para un mes y solamente 70 talentos en
efectivo. Entrar a territorio persa con tan poco equivalía poco más que a
un suicido. Ese año vencería a los persas en Granico, y el siguiente año
vendría con las victoria ante los persas en Iso. En el 332 cae Tiro en sus
manos, cumpliendo la profecía de Ezequiel 26, y un año después
conquista Gaza, pasando por Palestina y entrando en Egipto, en donde
fundó Alejandría y se proclamó a sí mismo sucesor de los faraones. Y
fue en ese mismo año que terminó de vencer a los persas en Arbela
(también llamada Gaugamela). Con sólo 25 años de edad, y a apenas
tres años de comenzada su campaña militar, Alejandro había
conquistado el vasto Imperio Medo-persa y le había puesto fin. No es
extraño entonces el relato que se hace: “Y vino hasta el carnero de dos
cuernos... Y lo vi que llegó junto al carnero, y se levantó contra él y lo
hirió, y le quebró sus dos cuernos, y el carnero no tenía fuerzas para
pararse delante de él; lo derribó, por tanto, en tierra, y lo pisoteó, y no
hubo quien librase al carnero de su poder.” (Daniel 8:6,7).
Una vez logrado esto, Alejandro se abocó nuevamente a organizar su imperio, y hecho
esto se lanzó—una vez más—a la batalla. Esta vez siguió expandiéndose hacia el norte y hacia
el este, llegando a conquistar en el 327 a.C. el Turquestán y la parte noroeste de la India, hasta
que después de cruzar el Río Indo, sus tropas dieron el “no va más”. En el breve lapso de siete
años, este joven llegó a unificar un reino que jamás lo había sido, lo organizó, derrotó a los
Medo-persas, y llevó sus fronteras desde Grecia hasta la India. Incomparable en sus conquistas,
bien ganado tuvo el nombre de “el Grande”, “pero estando en su mayor fuerza, aquel gran
cuerno fue quebrado, y en su lugar salieron otros cuatro cuernos notables hacia los cuatro
vientos del cielo.” (Daniel 8:8).
De vuelta en la Mesopotamia, estableció su capital en Babilonia. Corría el 323 a.C. Y en
ese mismo año, con sólo 32 años de edad, moriría Alejandro, víctima de la “fiebre de los
pantanos”, que se vio agravada por la intemperancia que tenía, ya que su deceso se produjo en
medio de una fiesta. Ante tan sorpresiva muerte, no había sucesor para el trono. Bajo la regencia
de algún general, el trono fue sucesivamente ocupado por Felipe, medio hermano de Alejandro
y débil mental, y por Alejandro, su hijo póstumo. Pero ninguno de ellos lograría mantener unido
el imperio. Finalmente, Antígono reclamó el trono y sufrió la oposición de cuatro poderosos
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caudillos que tenían la intención de dividirse el territorio: Casandro, Lisímaco, Seleuco y
Ptolomeo, quienes serían los vencedores. De esta manera, el reino una vez formado por
Alejandro se dividiría, al no estar él, en cuatro, los cuales durarían hasta la aparición del
siguiente poder mundial.
Un viejo conocido
“Y de uno de ellos salió un cuerno pequeño, que creció mucho al sur, y al oriente, y
hacia la tierra gloriosa.” (Daniel 8:9). Ya mencionamos en nuestro estudio de Daniel 7 cómo
algunos afirman que este cuerno pequeño es Antíoco Epífanes. Pues bien, no solamente lo
hacen con el cuerno pequeño de Daniel 7, sino también—como es de esperar—con el de Daniel
8. Y utilizan dos argumentos:
El primero de estos argumentos que algunos utilizan tiene que ver con la gran cantidad
de dificultades que plantea el capítulo 7 para la Tesis Macabea (la posición que presenta a
Antíoco). Aseveran entonces que el cuerno pequeño de Daniel 7 no es Antíoco IV, pero que el
que el de Daniel 8 es un poder distinto, sin relación con aquel. ¿Es posible esto? ¿Tenemos un
mismo símbolo representando a dos poderes totalmente diferentes, o tenemos al mismo poder
que ya conocimos? Veamos:
Se describe a ambos con un mismo símbolo: un cuerno.
Ambos son poderes perseguidores (7:21,25; 8:10,24).
Ambos se exaltan a sí mismos y blasfeman (7:8,20,25; 8:10,11,25).
Ambos atacan al pueblo de Dios (7:25; 8:24)
Ambos tienen aspectos de su identidad delineados por el tiempo profético (7:25;
8:13,14).
Ambos se extienden hasta el tiempo del fin (7:25,26; 8:17,19).
Ambos serán destruidos en forma sobrenatural (7:11,26; 8:25).
No cabe duda: Son el mismo poder. Por lo tanto este cuerno pequeño estaría
representando al poder papal, al igual que ya lo hiciera antes. Pero queda un segundo argumento
y es el que sigue: el cuerno pequeño estaría saliendo de uno de los cuatro cuernos del imperio
Greco-Macedónico. Esto sí coincidiría con Antíoco, ya que fue el octavo de los seléucidas (el
reino fundado por Seleuco). Para ver la respuesta, es necesario leer con mucha atención el texto:
“Y el macho cabrío se engrandeció sobremanera; pero estando en su mayor fuerza, aquel
gran cuerno fue quebrado, y en su lugar salieron otros cuatro cuernos notables hacia los cuatro
vientos del cielo. Y de uno de ellos salió un cuerno pequeño, que creció mucho al sur, y al
oriente, y hacia la tierra gloriosa.” (Daniel 8:8,9).
¿Lo ve? El pronombre “ellos” puede estar haciendo referencia tanto a “cuernos” como a
“vientos”. En un caso, sería parte de uno de los cuatro reinos; en el otro caso, vendría de uno de
los cuatro vientos del cielo: uno de los cuatro puntos cardinales. A menudo nos dejamos
encandilar por la imagen de cuatro cuernos que crecen y se dispersan, y soslayamos los vientos
del cielo. Ahora bien, ¿cuál es el antecedente inmediato de “ellos”? ¿Cuál está más cerca? La
respuesta: “vientos”. El cuerno pequeño no necesariamente forma parte de los reinos
helenísticos. Cuando vamos al hebreo, que es el idioma original, las dificultades son aun
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menores. El pronombre hebreo que se traduce como “ellos” es hem, de género masculino, por lo
que su antecedente tiene que ser necesariamente masculino. Pues bien, en hebreo “vientos”
puede ser tanto de género masculino como femenino (en español solamente puede ser
masculino, pero no siempre hay coincidencia de género de un idioma a otro), mientras que
“cuernos” es una palabra que sólo puede ser de género femenino. Y esto lo resuelve todo,
porque “ellos”, masculino en el original, jamás puede coincidir con “cuernos”, palabra
exclusivamente femenina en el hebreo. Por lo tanto, esto también descarta la Tesis Macabea.
Ahora bien, este cuerno no permanece estático, sino que está en actividad, y ésta es
observada por Daniel, quien la describe en distintos términos (desde el versículo 9 hasta el 12)
los que pasamos a enumerar:
1. “Creció mucho al sur, y al oriente, y hacia la tierra gloriosa”. Esta aseveración acerca
de la actividad del cuerno pequeño parecería estar implicando también a la Roma
imperial dentro del mismo símbolo, ya que fue ésta la que se extendió hacia Egipto
(hacia el sur, en el 30 a.C.), hacia Macedonia y Siria (al oriente, 168 a.C. y 65 a.C.,
respectivamente) y hacia Palestina (llamada también la tierra gloriosa, en el 63 a.C.).
2. “Se engrandeció hasta el ejército del cielo; y parte del ejército y de las estrellas echó
por tierra, y las pisoteó”. Es claro que estos dos elementos representan a lo que
Gabriel le explicaría que serían los “fuertes” y el “pueblo de los santos” en el
versículo 24. Estamos por lo tanto ante una guerra en la que existe persecución.
Basta recordar los eventos puntualizados en el apunte anterior para ver en qué
manera esto se cumplió, no solamente en los tiempos de Roma como imperio
secular, sino también en su fase papal. Sin embargo, es interesante señalar el hecho
de que su poder crecería “mas no con fuerza propia” (Daniel 8:24). Y esto hace,
indudablemente, referencia a la fase papal de Roma (imposible que sea la imperial,
que sí tuvo fuerza propia, ¡y mucha!). Cuando la iglesia primitiva comenzó a
debilitarse en su identificación con la verdad y comenzó a buscar poder, debió buscar
el apoyo del poder civil, de la espada secular. Y así fue como surgió el papado al
poder. Cuando, por ejemplo, un inquisidor encontraba a un “hereje”, debía entregarlo
al poder civil para su sentencia. El obispo de Roma se transformó en una figura
poderosa cuando contó con un decreto imperial, el de Justiniano, en su favor; y dejó
de tener las ventajas y prerrogativas cuando otro emperador, Napoleón Bonaparte, le
quitó el apoyo y mando al general Berthier a tomar prisionero a Pío VI. 1 El cuerno
pequeño contó con fuerza ajena para su obra.
3. “Aun se engrandeció contra el príncipe de los ejércitos”. El Príncipe de los ejércitos
no es otro que nuestro Señor Jesucristo, quien fue crucificado por el Imperio
Romano—a instancias de los dirigentes judíos—y a quien el papado deshonra con
sus títulos, prerrogativas y pretensiones.2
4. “Y por él fue quitado el continuo sacrificio, y el lugar de su santuario fue echado por
tierra”. El cuerno pequeño es visto como el autor de dos acciones:
1
Ver apunte 7.
2
Al respecto, abundaremos más en detalle un poco más adelante.
62
Quitaría el continuo sacrificio. En el hebreo original no aparece la palabra
“sacrificio”, sino solamente Tamid, “continuo, permanente”. Sin embargo, es
claro que los traductores del texto bíblico entendieron que la referencia era a los
sacrificios, hecho apoyado por dos razones: (1) Todo el contexto de Daniel 8 es
sacrificial; por ejemplo, se menciona a un carnero y a un macho cabrío, dos
animales utilizados en los rituales del santuario y—especialmente—en el día de
la expiación; y por otro lado, el hecho mismo de que se hable del santuario y su
purificación denota lo sacrificial del marco de esta profecía. (2) Los judíos
utilizaban la palabra tamid sola para hacer referencia a los sacrificios, de esta
manera, cada vez que el Talmud utiliza este término, lo hace en el marco de las
ofrendas sacrificiales. En un sentido, quitar el continuo representa la caída de
Jerusalén, cuando debieron cesar los sacrificios del templo. Pero al hablar de
Roma en su fase papal, esto adquiere una nueva connotación. Porque quien
realizó un sacrificio en nuestro favor, intercediendo siempre es nuestro Señor. Al
hablarse del sacrificio de la misa, e instaurar la mediación sacerdotal, se está
quitando el continuo ministerio sacerdotal de Cristo en el santuario celestial. Esto
lleva a todo un sistema errado que en breve desarrollaremos.
Echaría el lugar de su santuario por tierra. Por un lado, la destrucción de
Jerusalén, pero por el otro la invalidación del ministerio que Cristo realiza en el
santuario celestial.
5. “Y a causa de la prevaricación le fue entregado el ejército junto con el continuo
sacrificio; y echó por tierra la verdad, e hizo cuanto quiso, y prosperó”. Es decir, a
causa de este falso sistema de mediación, que hacía que aseguraran que fuera de
Roma no había salvación, permitió que pusieran bajo su dominio al pueblo de Dios,
al cual persiguieron, y al continuo sacrificio, acerca del cual cegaron a la gente
imponiendo su propio sistema. Ya mencionamos cómo con el apoyo del poder civil y
militar hizo lo que se le vino en gana, incluso echar por tierra la verdad. Veamos de
qué manera:
La Palabra de Dios identifica al Espíritu Santo como el representante de Cristo en
la tierra, como su vicario (Jn 14:16,26; 15:26; 16:13,14). Pero uno de los títulos
papales—el que lleva en la tiara papal—es Vicarivs Filii Dei, es decir “vicario
del Hijo de Dios”, usurpando un título divino, ya que el Espíritu Santo es
plenamente Dios. Hay además algo interesante y algo importante acerca de este
título papal. Lo interesante es que si se toman las letras de este título (que está en
latín) y se le dan los valores numéricos latinos (romanos) a las letras, la suma da
666; tenga en cuenta que la I vale 1, que la V vale 5, que la L vale 50, que la C
vale 100, y la D 500, haga la suma y verá el resultado. Esto es interesante, pero
no es la esencia del 666, que va mucho más allá de una suma. 3 El otro hecho es
importante: Vicarivs Filii Dei significa exactamente lo mismo que anticristo (del
griego antichristós). ¿Cómo es eso? La palabra Vicarivs es una palabra latina que
significa “el que está en lugar de”; de allí procede el español “vice”. Así, un
3
?
De hecho, haciendo varias cuentas hay quienes han hecho lo mismo con Bill Gates (dueño de
Microsoft), con su producto: el Windows 95, y hasta con Elena G. de White. Por ello, debemos ir más allá en
cuanto al significado de este número.
63
vicepresidente es el que ocupa el lugar del presidente en su ausencia. La palabra
antí es una palabra griega, que significa “en contra de”, pero que también posee
el matiz de “en lugar de, por”4. Quiere decir que Vicarivs Filii Dei significa “el
que está en lugar del Hijo de Dios” en latín, mientras que antichristós significa
“el que está en el lugar de Cristo” en griego. En otras palabras, ambos títulos
significan exactamente la misma cosa, en distintos idiomas. Y la Biblia no habla
precisamente bien del anticristo...
La Biblia nos asegura que “hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los
hombres, Jesucristo hombre” (1 Timoteo 2:5), mientras que en Roma agregan la
mediación del Papa, de la bienaventurada virgen María y de los santos. Nadie
niega la excelencia y santidad de estas personas, en especial de la virgen, pero no
podemos aceptar que sean mediadores.
El santuario celestial es rebajado, ya vimos de qué manera.
Cristo es el único sacerdote. “Y los otros sacerdotes llegaron a ser muchos,
debido a que por la muerte no podían continuar; mas éste, por cuanto permanece
para siempre, tiene un sacerdocio inmutable; por lo cual puede también salvar
perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para
interceder por ellos.” (Hebreos 7:23-25). Sin embargo, a partir del concepto de
que la misa es la repetición del sacrificio de Cristo, se necesita que aquel que
opera el sacrificio se transforme en intercesor, en sacerdote, y se llega a muchos
sacerdotes. A tal punto llega esto que el Papa usurpa dos títulos más que solo a
Cristo le corresponden: el de Rey y Sumo Sacerdote (o Sumo Pontífice).
El sacrificio de Cristo es único, suficiente e irrepetible para la salvación. “Porque
tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los
pecadores, y hecho más sublime que los cielos; que no tiene necesidad cada día,
como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios
pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre,
ofreciéndose a sí mismo.” (Hebreos 7:26,27). “así también Cristo fue ofrecido
una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin
relación con el pecado, para salvar a los que le esperan.” (Hebreos 9:28).
Mientras que se asevera que la misa es el “sacrificio incruento” de Cristo. Dicho
sea de paso, de este concepto nacen el falso sistema de mediación, que lleva a las
confesiones auriculares, la penitencia, las indulgencias y la salvación por obras
meritorias.
La Biblia como única fuente de autoridad por las tradiciones, el Catecismo, y las
interpretaciones del Clero.
En consecuencia respecto del punto anterior, la ley de Dios (Éxodo 20) es
reemplazada por los Diez Mandamientos falsos del Catecismo (ver apunte 7).
?
Hugo M. Petter, Concordancia Greco – Española del Nuevo Testamento (Barcelona: Barcelona: CLIE,,
1990), 54.
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La observancia del sábado bíblico como día de reposo, por la observancia del
domingo, el cual no aparece en la Biblia como día de adoración.
El arrepentimiento, basado en la gracia de Cristo y en el total inmerecimiento
humano, es reemplazado por la penitencia, en la que hay que obrar para alcanzar
el perdón. En uno, la fe; en el otro, las obras para ganar méritos. (Ver Lucas
18:10-14 para ilustrar la diferencia).
La confesión directa a Dios (el así llamado “sacerdocio de todos los creyentes”) y
su perdón, reemplazados por la confesión auricular (en un confesionario) y el
perdón sacerdotal por medio de la conocida fórmula “ego te absolvo”
La oración espontánea, dada por Cristo al decir “Y orando, no uséis vanas
repeticiones” (Mateo 6:7) es sustituida por la oración rezada.
El alma mortal, y la muerte como un estado de inconsciencia y descanso hasta la
segunda venida de Cristo (Eclesiastés 9:5,6,10) por un alma inmortal y su
continuidad en el infierno, el purgatorio o el paraíso.
El bautismo por inmersión a creyentes adultos convencidos (Lucas 3; Hechos 2),
por el bautismo por aspersión a infantes sin conciencia de lo que ocurre.
Y de esta manera podríamos seguir ocupando páginas y páginas. Pero no es necesario.
Ya ha quedado claro. Y, por otro lado, hemos llegado—una vez más—al tema que es el corazón
del libro.
“Entonces oí a un santo que hablaba; y otro de los santos preguntó a aquel que hablaba:
¿Hasta cuándo durará la visión del continuo sacrificio, y la prevaricación asoladora entregando
el santuario y el ejército para ser pisoteados? Y él dijo: Hasta dos mil trescientas tardes y
mañanas; luego el santuario será purificado.” (Daniel 8:13,14). Este será el tema de nuestro
siguiente apunte.
Hasta entonces.
65