0 calificaciones 0% encontró este documento útil (0 votos) 228 vistas 17 páginas Hudson. Cap. 4. El Habla Como Interacción Social - PF
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Guardar Hudson. Cap. 4. El Habla Como Interacción Social.p... para más tarde EL HABLA COMO INTERACCION SOCIAL
BAY La naturncza social det habla
4411 Introduccién
En este capftulo nos centraremos en aquello a lo que nos hemos venido
endo como ‘habla’, es decit, cadenas més cortas o més largas de ele.
entos linglfstcos utilizedas en ocasiones determinadas con propésitos
is izando el término de modo
» con él fin de concentrarnas en 1o que se llama
O-FAcE tNrenacrion. En otras palabras, lo que ocurre cuando una
sona habla a otra a la que puede ver y de Ia que esté Jo suficientemente
como para poder ofrla. Aunque excluiremos, pues, toda clase de comm,
ein impersonal como la de los mass-media, a pesar de la impottancia
tienen en la vida moderna (y también el habla de una persona que
habla a s{ misma), nos queda todavia un ancho campo de actividades:
ersaciones, disputas, chistes, reuniones de comité, entrevista, seduc.
#, Presentacioncs, lecciones, bromas, cuchicheos yun montén mas,
‘Una de las principales preguntas que debemos hacemos de nuevo, hace
tencia al saldo entre lo social y lo individual. Entendiendo el términe
{cn el sentido del conocimiento de los clementos lingifstcos y sus
dos, el saldo es a favor de lo social, puesto que la gente aprende
vendo a los demés. Al mismo tiempo, el lenguaje de cada indi.
ddos personas que tengan la inisma expe-
sucede con el balance en el caso del habla?
fa que el habla era totalmente individual, en
que dependta tan s6lo de ‘la voluntad del hablante’ (1916/1959:
uy419), y que la fengua, por el contratio, era enteramente social, siendo idén-
tica de un miembro a otto de la comunidad social. Se equivoceba sin lugar
2 dudas respecto a la lengua, pero ¢se acercaba algo més a la verdad res-
pecto al habla? Ya veremos que no.
“Ya hemos visto que el habla es decisiva para gran cantidad de activi
dades sociales, incluida la socializacién (ver 3.3.3), y apenas es necesario
subrayar la importancia general del habla en Ja vida social. El habla nos
permite comunicatnos unos con otros a un nivel mucho mas sofisticado de To
‘que seria posible de otra forma, y, puesto que la comunicacién es une acti-
vided social, puede decitse también que el habla es social. Aunque esto
ts verdad, no es directamente relevante para !a afirmacién de Saussure de
{que el habla es individual, ya que 4 se referia al conocimiento implicado
en el habla, més que a los usos en los que tal actividad se pone, afirman.
do que el habla no implicaba condicionamientos sociales, pot oposicién
fla lengua, que sf estaba completamente condicionada de este modo. Micn-
tras el hablante conociera la lengua en cucstién —que para de Saussure
tignificaba conocer Jas sccuencias de sonidos permitidos y para qué sig-
nificados—, deberia ser capaz de hablarlo correctamente mediante su apli-
facién segin su eleccién. Lo que tenemos que demostrar, pues, es que
fexisten condicionamientos sociales respecto al habla sobre y por encima
de los reflejados en los elementos lingifsticos que Ia gente conoce,
‘Claro que hay muchas limitaciones de este tipo, que pueden diferir de
sociedad a sociedad. Por ejemplo, en la Gran Bretafia se supone que tene-
mot que corresponder « cualquiera que nos salude; cuando nos referimos a
alguien, se supone que tenemos que tenet en cuenta lo que la persona a la
que nos dirijimos sabe ya acerca de él; cuando nos dirigimos a una persona,
debemos elegir nuestras palabras con cuidado, para mostrar nuestra relacién
social respecto a ella; cuando alguien habla, se supone que nos manten-
dremos més 0 menos en silencio (eunque no completamente). Pero Jo
mismo no es necesatiamente verdadero de todas les sociedades, como vere:
‘mos mis adelante, Nuestra tarea en el presente capftulo es la de analizar
los tipos de condicionamiento que nos impone la sociedad en Ia que vivi-
ios, y relacionarlos con nuestea actuacién como individuos: bien obedecien-
do, bien saltindonos Ins Timitaciones sociales, y, en las situaciones en las
que Ta costumbre no ofrece pautas de conducts, usando nuestra propia ink
iativa, Deberfa quedar claro para el final del capftulo que el saldo entre
la sociedad y el individuo es en favor del segundo, por lo que respecta al
habla —de modo que en esta medida de Saussure andaba acertado—,
pero que existen muchas m4s limitaciones sociales sobre nuestra habla
de Io que pudiéramos creer en un principio,
Otra cosa que quedari de manifiesto es que Ia distincién entre ‘len-
gua’ y ‘condicionamientos sociales sobre el habla’ no es nada clara, ya que
muchos de los condicionamientos que analizamos a continuacién se refieren
‘a elementos lingifsticos espectficos, 0 a clases mas 0 menos extensas de elt
118
De
‘mentos, y podrian consecuentemente set tra
Junto con lo qu sabemos aera de loo
i, Ya que muchos elementos poscen significados ie
en significados que se refieren espe.
cffcaments aspects de los eventos de habla en len testa
Faireiamente todos los elements con sigifieadoosfcrteo, que se tefie
Fan al hblante (9, nostis), al vente (6, vosires), tempo del abl
{oresente/osndo, boy, etc.) yal logat de hla (ogee) (para una pre
set sa de estos clementos, ver Lyons 1977: cap. 15). Hemos
Wisto ademés (2.4) que muchos elementos estén muchas veces condicionado
sso por ciertascicunstancas sociales (com ger frente « oba)=
x dios Por supusto que il informacin costui prt de nesta ‘ea
ua, Ast, Pes, seria natural hacer la misma suposicin acerea de la infor
Inc para facet (1) debe oe oe eae
Mia Meee Jos xo y animale), ¥ deputs de haber tomado tal dec
no hay més que un paso para incluir en la ‘lengue" informacion =
Its acern de dates completes de elementos, ls como i ce de Io
Hire, dpi ea nat, que deben vile tambien sl con persone
) (ontrariamente a nombres como Mr. Brown), (P
Hh acre dels condicionamienios sobre el waa del aes
Ye Jo nombres propio en inl, ver 4.2.2) haa
s fécil ver eémo 1a ‘lengua’ y los ‘condicionamientos soc
f 2 ick al
Ba 9 cfu, ¥ spi de alms peons en Berne
' 10 que los condicionamientos
i Se oe ee ae aie
ial. (Esta conclusén refuern el punto de vista adlantado en el eat
Ge que n0 existe ditincién laa entre le ‘lengua’ y los dems ae
Pensamiento, especialmente en cuestiones ‘del significado.) 1]
ho aceptado para los aspectos del comportamiento a través de los
te reaccona y se incluye mutuamente es el de INTERAGCION soCHAL,
a constinye tan slo un aspecto de tal compartamieno,esrech,
He fond - fos _ ems soci Uno de los investigadores pione-
umpo, Michael Argyle (wn psicdlogo socal), ha desea
8 como gue (Argyle 19752 9y "DPE soa) ba deseo el
‘tratados como parte de Ia lengua,
ignificados. Lo que no es eee:
eee de Ias investigaciones recientes ha sido el esta.
of Nec bec que coalnrey Ja interaccién social;
funcionamicao de ests clement. Se af de toes eee
lista est constituida por diversas sefiales: verbale: ee
tdetiles, visiblesy audibles: varias clases de contacts norreel
iid, otienacién,postara corporal, aparienia ees
| facial, movimiento de le cabeza y de’ las manos, direceiée de In
ssConseguit, ogra, .», sinénimos en citcanstencas sociales di
i (N, del 7.)
119mirada, medicién del tiempo de habla, tono emotive del fable,
wer de bubla, tipo de expresién y estructura lingtifstica de la
txpresi6n, Ceda ‘uno de estos elementos puede a su ver analiza
sey set dividido en categorias 0 dimensiones; cada uno de ellos
juega un papel distintivo en Ia interaccién social, aunque todos
tllos estin estrechamente interrelacionados.
Més adelante (en 4.4) nos detendremos con més detalle en algunos
de lor aspectos nowerbales de a interacciGn social y veremos qué rela
ién guardan con el habla.
‘dl cetadio del habla como parte de Ia interaccién social ha involucrado
a muchas disciplinas distintas, incluidas 1a psicologia social, la sociologie,
fa antropologia, 1a etologia (el estudio del comportamiento en los anims-
Ics), In filosofia, la inteligencia artificial (del estudio de la inteligencia
Hanana a través de la simulacién por computadora), la sociolingistica y la
Tingifstica. Cada disciplina aporta una variedad de cuestiones y de méto-
dos que inciden en este campo, resultando todas mutuamente bencfcia-
Ges, Los métodos usados principalmente en este estudio con la introspec-
Gdn y la observaciGn de los participants, con una cierta cantidad de expe.
Simentacién (por 1os psicdlogos sociales y los erdlogos) y simulacién en
Computadota (por los estadiosos de la ineligencia artifical). Una de ls con~
CHibbciones més importantes ha sido la hecha por los antropélogos dedicados
alo que s€ conoce por ETNOGRAFIA DEL HABLA © BTNOGRAFIA DE LA CO-
SrunteactOn, campo dominado por la obta de Dell Hymes (ver Hymes
1962, 1964, 1974 y las antologias siguientes: Bauman & Sherzer 1974,
Gumpera & Hymes 1964, 1972). La importancia de este trabajo ba sido
Ta de aportar al andlisis datos sobre sociedades distintas de las sociedades
2 Gidentales avanzadas en las que viven Ia mayoria de los lingiistas, y el
dejar claro la gran variedad que existe cn los condicionamientos sociales
del habla, Muchos de los lectores estarin esperando algunas sorprests en
es pocas’péginas siguientes. Pero, como veremos a continuacién, no by,
‘lativamente, ningén limite en este campo a las mismas, més del que lo
fhabia en el campo del significado (ver 3.2).
4.12 Las funciones del habla
Qué papel juega el habla en la interacci6n social? No existe una rel
pues simple, ni squiera una Gnica respuesta complcada, ya que el habla
Eesempefi distintos papeles en distntas ocasiones. El antropélogo Bronislav
Malinowski ha afirmado que ‘en sus usos primitivos, el lenguaje funciona
como unién de la actividad humana concertada, como una pieza del compor,
Cemiento humano. Es un modo de accién y no un instrumento de reflexidn’
(Malinowski 1923). Bjemplo de ello serfa Ia clase de habla que se oye « In
ite cuando anda con muebles; A tu cuenta... le
a... levanta un «
te Eee ssn a actividad fin del aera
F 1e een una conferencia, en donde se pret
ed ae iento mds que en la accién de los pas pean
_ Tes us el bale tele esablece 0 relorat as relaiones sociales,
“fhe Malinowski denomins conto ic, l tipo de canversacién he
“free sent simplemente con el fin de dav a entender gue se as
“fice it prsenca mus. Podsamos afidr ottoswacs del hble a est
Slabs pare obtener informacén (como cDéhde tél cote)
exprearemorlones (‘Qué sombrero ms bonito), el hablar porque
ee stele by the seashore *), etc. No vamos a intentar desarto.
is uns clin adecuads de as fncones del habla a ete nivel, sino
Bos vee nite: simplemente a hacer notar que el habla no cumpl
ns ne nein de a neracin soc, tl como lade, eo
gi Nene a "atin no conoce. (Para una buena exposi-
ay de clasificacién de las funciones del habla, ver Robin.
mente tenemos que mencionar, sin embar; ic ti
te Ia cscs foneiona det iba, yp Ta iees
a i ce estudio basado en los ACTOS Br TABLA, que ha a
ae ae Pe filésofos y lingiiistas siguiendo al filésofo
; ieee in (ver Austin 1962, y resefias excelentes en Lyons
Bete Remeron 1977: caps. 4, 5). Austin argumentaba que el estu
| sigsfkado mdechria vert sobre afimacioes simpli como La
Hance, conideradas fuera del context, ya qu la lengua Ag
: es abla, para ‘muchas otras funciones: al hablar, ieee
ls promt, inviacones,rugo,prhibicons, et, Cirtament,
Hos casos ulssmos cl bela para ceca una acc (como ha arg
pion - ee sei exttemo de que el habla misma consti-
er eee
es Ts cs, fragmentos del habla se conocen con el ate
nee ORMATIVA (performative utterances). Puede verse que
nin de roca exe ciferete funcions del babla ene ce
ecco
ficto de habla es un fragmento de habla producido como parte de |)
me sec, contarament lo seat
als ay fo. Nuestta cultura incluy 7
Pet ee ue enc ne
tefl le mportancis de a intercién soc en I sociedad. Po
yruimos entre ‘trabajo’ y ‘juego’ o ‘entretenimiento’, entre
sbalenguas de Jor sonidos (+) y [8]. (N. det 7.)
121‘jugar’ y ‘pelearse’, y entre ‘visitar a ‘vivie con! y ‘encontrarse con’ alguien.
De igual forma, como seria de esperar, existen muchos conceptos culturales
con etiquetas lingiisticas para las clases de actos de habla y pareée que
el estudio de tales actos esté dedicado scbre todo a los significados de esos
términos. Asf, por ejemplo, equé significa precisamente el término pro-
mesa? (Pata tna respuesta, véase Searle 1969.)
‘Una de las importantes digtinciones que introdujo Austin fue entre lo
que l lamé ruraza 1idicticton ee (illocutionary force) de un acto de
abla y su FUERZA DEREOGUCKONARIA (Perlocutionary force). La primera
ro es ffeil de definir con precisién, pero se refiere, en alain sentido, « la
fancién ‘inherente’ del acto de habla, que podrfa set establecida o por Ja
Simple considcracign del acto mismo en relacién con creencits existentes,
Por ejemplo, podriamos clasificar El se marchard pronto como una promesa,
si creyéramos que Ia noticia satisfacerfa al oyente, de que ‘él’ realmente se
marchatia pronto, etc. La fuerza perlocucionatia se refiere a los efectos del
acto, sean reales o intencionados; asf, por ejemplo, la fuerza perlocicfonaria
intencionada de El se narcharé pronto puede ser pata agradar al oyente.
La distincidn es especialmente interesante pot el hecho de que parece:
rfa reflejar una tendencia general a categorizar los fragmentos de interaccién
social en dos formas distintas, de acuerdo con (i) sus propiedades inherentes
¥ (ii) sus efectos. Ast, por ejemplo, distinguimos entre ‘uchar’ y ‘ganar’,
} entre ‘jugar’ y ‘divertirse’ o ‘pasar el rato'. Este paralelo entre le clasi-
Ficacién funcional del habla y de otros tipos de comportamiento social
tes exactamente lo que deberiamos esperar, desde el punto de vista de que
‘el habla cs simplemente una clase de comportamiento social. Se podria
esperar también que los conceptos utilizados en la clasificacién de los actos
ide habla fueran tipicos de los conceptos culturales, al ser definidos en fun-
ién de los prototipos (ver 3.1.2); ciertamente, al definir las condiciones
para que algo cuente, digamos, como promesa, esto es lo que precisamente
Encontrames, Una promesa prototipica sincera, pero sucle ser bastante
normal informer que alguien prometiera sin sineeridad hacer algo,
Si las categorfas de los actos de habla son conceptos culturales, deberia.
| mos esperar que variaran de una sociedad a otra, y esto es, de nuevo, lo
\ que hallamos. Uno de los ejemplos estindar de este tipo de acto de h
bla que posee una fuerza ilocucionaria distintiva es el hecho de bautizar a
tuna persona en la fe cristiana, para lo que existe un verbo especttico (bat
Hizar), que puede sex utilizado en expresiones performativas (Yo te baw
tizo...). Esta fuerza ilocucionaria particalar est clatamente limitada a lay
sociedades en las que tiene lugar el bautismo, y existen muchos ottos ejem-
plo similares de fuerza ilocucionaria especificos de Tas culturas (para otto8
Gjemplos, ver Lyons 1977: 737). Resulta interesante comparat los concep
teflejados en el inglés con los de una comunidad exétiea, tales como los
de los indios tzeltal (una rama de los maya, de México) que menciona Brian
Stross (1974). Los tzeltal poseen una tetminologia extremadamente rica
122
_ ara clasificar los actos de habla, tales como ‘habla
SRR a Tatler Die phar
_ fas no ser A solo el culpable’. Paree que estos conceptos on mi a
ee de fuerza ilocucionaria, pero la terminologia va més allé de
Ss categorias, inclayendo conceptos como ‘habla aspirada, abla rn :
Si esis 2 asi’ o habla que ocute po It noche 9 tame
ha Rae asa el tiempo hablando aunque el
Tal por le misma clase de ciementoslingintion, que s¢ ceseenee We
a Seguida de la palabra k’op, que significa ‘habla’, Parece cee 5
uc un veltal posee tales conceptos almacenados en la memor
en la memoria
‘gonceptos complejos de ‘prometer’,‘bautizar’y ‘sugerit?
Benen errant aa yg dmaences en
tos, incluso si nos limitamos a los téemin
Aeleren fares ilcuconais,
4Gémo encaja Ia clasficacién de los actos de
ile los actos de habla, que eneneea i Bi eieear:
Pesala fética’, ‘habla para obtener informacids
108 del teltal que parece que
io de esta seccién
spuesta serfa que los dos conjuntos de an ee
Sia feuments de habla do dsas logit, con los wee
ie ae peated a Coie clasificados en fuerza ilocu-
i ocucionaria, y los fragmentos més largos clasifi
pppession fitica’, etc, Esta respuesta presupone la gin:
orginzaclé jecksuie del habla, una posed considerada
| 4.3.2, pero no podemos dar por supucsto que el i
i jercancnte, Un rapues aheeene eee
a re. Poseedores de una variedad de intenciones en cual a
bla, variando en objetivas desde intenciones rel: ae
como la de mantener buenas relaciones con el a ee
Mes corto pli tales como la de contentar al yen, basta
es como la de manifestar una promesa, Esta posi.
al ‘Bodelo Jerrguco en canto que Sone Sau
inte. Sin embargo, el andlisis funcional de cualquies
el nemo pad han ataceimente co fn
tegorias mutuamente excluyentes, puesto que
es ie Genes en ae oe
un espacio multidimensional, justo como lo hacia cor
demés gente (véase 1.2.1 y 2.1.4), y otras clases de Ramee
123«amis con el ‘trabajo! que con la ‘habilidad’. Coneretamente, el esfuerzo que
tuno pone al hablar depende de Ia motivacidn, que @ su vez es consecuerl-
cia, en parte, de las relaciones de uno con los demés implicados. La psicolo.
gia social presenta tna cezie de teorfas para explicar por qué Ja gente estd
interesada en esforzarse en la interaccin social (y est también interesada
fen sujetarse a Ia clase de condicionamientos expuestos en 4.1.4). De todas
formas, el tema principal recurrente en estas teor{as, ¢s que Ia gente acepta
las exigencias de los demfs porque desean su aprobacién y su agrado.
Una teorfa en particular, desarrollada pot el socislogo Erving Goffman,
es de especial interés en un andlisis del habla, y se reficre a lo que Goffman
(1955) ha denominado LABOR DE T4AGEN (face work), es decie, a forma en
gue una persona mantiene sa ‘imagen’ (en el mismo sentido que en la
expresién 10 lose face, ‘desacreditarse’, ‘perder imagen’). Lo cual se consi-
fue presentando una imagen consistente ante los demfs, pero uno puede
fcreditarse © desacteditarse mejorando o estropeando su imagen. Cuanto
mejor sea la imagen de uno, mejor la aprobarén los dems, aunque resulta
peligroso apuntar demasiado alto, debido af mayor riesgo de perder imagen
por un error. Consecuentemente, existe una fuerte tendencia a aspirar a un
promedio del grupo al que uno perteneee, més que por encima de él, y a
jque cada uno del grupo aplique los mismos criterios al juzgar a la gente,
puesto que cada miembro sabe que éstos son los ctiterios por los que
tllos mismos son juzgados. Por ejemplo, serfa dificil pertenecer a un grupo
fen el que todos pensaran que es importante mantencr Ia casa limpia, 0 saber
patinar, 0 el hacer bien Jos exémenes, sin que uno mismo legara a aceptar
esos mismos criterios como importantes.
"EI habla es una de las maneras més importantes en la que uno pre-
senta una imagen personal para que los demds 1a evalien, tanto a través
de lo que tno dice como de la forma en que lo dice (Brown & Levinson
1978). Ademés, la mayorfa de la gente desea presentar ante el mundo una
imagen de circunspeccién, porque ello es lo que con mayor probsbilidad
Jes hard populares, y esto convierte el habla en una actividad altamente
cooperativa, donde cada uno intenta ayudar a los demés a mantener su {me
gen personal. Notmalmente soleras evitar el exponet las debilidades de lox
demés, 0 el suscitar controversias acaloradas, a no ser que estemos seguro4
de que ello no afectaré la actitud de los dems respecto a nosotros, © qe
seamos indiferentes a sus opiniones. Como oyentes, hacemos el esfuetz0 de
entender lo que los demés dicen, incluso si ello exije leer mucho més entte
Iineas de lo que se contiene en ellas (véase Je abundante literatura sobre él
‘principio de cooperacién’ (cooperative principle) de Paul Grice, y cémo @
utilizado para leet entre lineas; Kempson 1977: 69; Lyons 1977: 592), Peto
‘como hablantes, intentamos anticipar los problemas que el oyente puede
tener al descifrar lo que estamos exprestndo, diciendo solamente lo que
podemos razonablemente esperar que él entienda. Naturalmente, la gente
difiere tanto en su capacidad de anticipar el modo como el oyente tomar
126
*
ellos dicen, como en su capacidad de evitar posibles mal i
teria de I labor ds imagen sosene que peer a sc
scientes la necesidad de Jos hablantes hagan conc a
Rac cdies, que lantes hagan concesiones @
consecuencias de! fracaso en la cooperacién han sido des.
eS Gatton (05 sido descritas dra-
La persona que crénicamente se sient
rénicas se sicnte molesta y hace que también
los demés se sientan molestos en la eae y ae continua
‘mente estropea los encuentros, es un interactor defectuosos 10 més
Brobible e que ejerza un efecto tan fuexto sobs Inv da social
sleededor que simplemente puede consderdile una persona
onsideramos el habla, y Ia interacciSn social en general
experto, podemos decir que el fracasar tal como Goffmen lo descr,
es debido bien a Ia falta de habilidad bien ala falta de motivaciSn
ba), Como veremos ahora, tanto Ie habildad como la motvacibn
jo son debidas a In sociedad en Ia que la persona vive, y (en
en que influyen en el habla) podemos eoncluir que Saussure esta,
Wocado al pensar en el habla como una actividad simplemente ind
“sin deber nada a la sociedad. areal
nornas que rigen el habla
lidad de hablar depende de una variedad de factores, it
IP ies Siieccvimeteeiaee cranial cae
de varios tipos, y tratan de diferentes aspectos del habla, pero
que podemos hacer aquf es mencionar algunos ejemplos. Las
ion ee de A sociedades a otras, lo que hace més fécil el
iglus, pero ello no debe tomarse como implicacién de que
Heglas son variables de la misma forma, (Es fens a7 ee)
extendidas, si no universales, aunque el énfasis de Ia Ii aes
fn ls difeerncias més que en las semejanzas entre las culturas)
a a tales reglas NoRaCAS, ya que definen el comportamiento
Ja sociedad implicada, sin estar asociadas a ninguna sancién
ita aquellos que no las cumplan. (Brown & Levinson [1978]
nis excelente de Ia compleja interaccidn entre las normas
ee como determinantes del habla.)
lugar, existen normas que rigen toda la cantidad
produce, varlndo desde poco, haste cho, Dell Hyres
focledad en In que In norma es que se hable poco (Hymes
127"
Peter Gardener (1966) efectué un trabajo de campo: en el sur de
{a India, entre la tribu llamada puliya, describiendo sus modelos de
socializacién. No hay ni agricultura ni industria, y a sociedad no es
ni particularmente cooperativa ni particularmente competitiva; as
4 Jos nifios no se Jes ensefa a ser particularmente interdependien-
tes ni a ser agresivamente competitivos con los dems, sino simple.
mente a mantenerse ocupados en sus propios asuntos dentro de una
proximidad espacial razonable. Observé que cuando un hombre
‘eumplia los cuarenta, précticamente dejaba de hablar por comple-
to. No tenia ninguna tazén para seguir hablando. La gente de allf,
de hecho, simplemente no hablaba demasiado, y raras veces parecia
{que encontraban algo de qué hablar y observé esto como conse:
quencia de la clase particular de modelo de socializecién.
Podemos comparar esta sociedad con la de Roti, una pequefia sia de
Indonesia, descrita par James Fox (1974):
Para un habitante de Roti, el placer de su vida es hablar: no sim-
plemente una conversacién ligera para pasar el tiempo, sinc en
Conversaciones de Jo més formales en partes de una disputa sin
fin, argamento y téplica, o la rivalidad mutua en frases elocuen-
tes y equilibradas en ocasiones ceremoniosas... La falta de con-
vversacién es sintoma de desgracia, Los habitantes de Roti =
epetidas veces que si sus ‘corazones’ se hallan confundidos o
desanimados, suelen mantenerse en silencio. Por el contrario, el
estar involucrado con alguien supone un encuentro verbal activo.
Pueden aparecer problemas al ponerse en contacto gentes de socieda-
des que poseen normas distintas, como sc muestra en la siguiente anéedota
{que cuenta Coulthard (1977: 49, donde pueden encontrarse otras muestras
dde normas diferentes referentes a la cantidad de habla):
Un... etnégrafo cuenta eémo estando en casa de unos familiares
de Dinamarca, un amigo norteamericano que le acompafiaba, a
ppesar de los avisos, insistia en hablar con la intensidad americana,
hasta que ‘a las mueve en punto mis familiares se fueron a Ja cama;
simplemente no podian aguantarlo més’.
tra clase de norma controla el mimero de gente que habla a la vez en
tuna conversacién. Muchos de los lectores aceptarian probablemente <1
principio de que sélo deberfa hablar una persona (de lo contrario habria
‘més de una conversacién, como en las fiestas), pero aparentemente esta
norma no es universal, Karl Reisman (1974) describe las précticas de un
pueblo en In isla antillana de Antigua:
128
Las Antigua parecen, a primera vista, casi andr.
dquicis, Fundamentalmente, no hay ningdin condicionamiento regs.
Tne para que no hablen dos o tres personas ala vez, El comicnzo de
‘una vor nueva no es en sf une sefiat para que Ia voz del que est
__huablando deje de seguir haciéndolo ni de institair un proceso que
decidird quién va a dominar el campo. Cuando alguien se acetea
‘un grupo informal, por ejemplo, no se le hace ningtin recibimien-
to especial; ni existe ninguna pausa ni otra sefial formal de que se
le incluye en el grapo. Nadie parece prestarle ninguna atencién,
Guando le parezea oportuno, simplemente empezard a hablar. Puc-
de que se le escuche, puede que no. Es decir, puede que eventual-
mente las otras voces paren para escuchar, 0 puede que algunas lo
hhagan; puede que se le ditja la vista a él 0 no. Si na se le escucha
Ja primera vez, lo intentard de nuevo una y otra vez (8 menudo
con Ja misma observacién). Eventualmente, serd ofdo 0 desistird en
su empe
De igual modo, la mayorfa de los lectores aceptarian que tiene que haber
un limite al niimero de interrupciones permitidas en una conversaci6n;
fig ocurre asi en Antigua:
En una breve conversacién conmigo, de unos tres minutos, una
chica lamé a alguien que estaba en la calle, hizo una advertencia
‘un nifio pequefio, canté un poco, mandé a un nifio a la escuela,
cant6 un poco més, dijo aun chico que fuera a buscar pan, etc.,
mientras continuaba el hilo de la conversacién acerca de su her-
Obras normas hacen referencia al contenido de lo que se dice, Por
ejemplo, ‘el principio de cooperacién’ de Paul Grice (al que nos referiamos
| bievemente més arriba) aBarca un niimero distinto de normas en las que
se incluye el requisito de que uno debe ‘ser informativo' al hablar (Grice
1975). Uno de los efectos de esta norma es que uno debe especificar los
‘eferentes tan informativamente, es decir tan precisamente, como pueda. Asf,
Bi estoy hablando con alguien, y quiero decitle que su hermana esté fuera,
ebo decir su hermana (0 utilizar su nombre, si lo conozco), y no simple-
mente alguien 0 una chica 0 0 su hermano o su hermana, Si wtilizo alguna
de estas expresiones menos precisas, él estaré autorizado a leer entre lineas
fl que yo no sé més precisamente quién es 1a persona, porque sabe que
festamos sujetos 2 la norma de ‘ser informatives’ y que si hubeta podido, yo
Ihubicra utilizado una expresién més precisa,
Esta norma no es tan universal como cabtia suponer. Segiin Elinor Kee-
nan (1977), en una parte por Jo menos de Madagascar la norma queda
ispensada bajo muchas circunstancias. Por ejemplo, seria bastante normal
129referirse a 1a propia hermana como ‘una chica? (Keenan cita una ocasién
determinada en la que un chico le dijo —en malgache— ‘Viene una chics’
refiriéndose a su propia hetmana). De igual forma,
si A pregunta a B ‘gDénde esté tu madre?” y B responde “Est
fen casa o en el mereado’, no se supone que B, por lo que dice, no
tea capaz de proporcionar Ia informacién més especifica que neve
sita el oyente. La implicacién no se hace, porque la esperanza de
‘que los hablantes satisfagan las necesidades informativas no es una
norma bisica,
Existen varias razones por Jas que los hablantes de esta comunidad son
tan poco informativos. Una de elas es la de que temen que la identificacién
de tn individuo atraiga hacia él la atencién de fuerzas malignas, 0 lo
ppongan en peligro de una u otra forma. Otra razén es la de que las noti-
tins escasean en los pequeiios pueblos aislados, y a la gente le gusta conser-
‘yar para si las noticias como ventaja preciosa (!). Consecuentemente, no
hay ningtin teparo en dar informacién que esté facilmente al aleance de cual
‘quiera; por ejemplo, «i hay un puchero de attoz cocindndose en ef fuego, la
gente se referiré a Al como ‘el arroz’, ya que todo el mundo puede ver que
fe arroz To que hay alli, Evidentemente, les diferentes normas de habla
de las distintas sociedades pueden explicarse a menudo por referencia a
fotros aspectos de sus culturas, y no pueden, por consiguiente, estudiarse
satisfactoriamente de forma aislada.
Finalmente, hay notmas muy especificas que pueden variar de unas so-
ciedades a otras, tales como el modo de pedir el billete al cobrador de auto-
bis, Para ponet otro ejemplo, en una cena formal en Alemania, el ama
de casa probablemente dirfa a sus invitados Ich darf jetet bitten, Plate zu
nebmen (‘Ahora puedo pedisles que tomen asiento’), utiizando una cons:
truccién declarativa, contrariamente a la interrogativa que uti
de casa en inglés: May T ask you to come and sit down now? (¢Puedo
pedinles que vengan y que se sienten ahora?). En Tas secciones siguientes
mencionaremos otros ejemplos de condicionamientos bastante especificos
41.5 Conclusion
considerar el habla como el producto de la voluntad individual, sin condicio.
hamientos por parte de la sociedad. Lo que podrfa ser bastante verdad
fa de los lectores (y el mismo Saussure).
La sociedad controla el habla de dos formas, En primer
130
Con este anélisis hemos mostrado que Saussure estaba equivocado Al
ppara ciertos aspectos del habla de Antigua, pero que est muy lejos de In
verdad respecto de las sociedades con las que estarn familiarizados In mayor
st Tugar, por el
“de proporcionar un conjunto de rormas, que aprendemos a seguir
} a reirnos de elas cn ocasiones) més o menos hébilmente, pero que ae
Mas sociedades @ otras, aunque algunas pueden ser més universales que
Por ejemplo, incluso en Madagascar fa forma de informatividad pate-
fer vila « no ser que esté en conllcto con otros prinipios (la sexu-
d de los individuos 0 el guardarse Ias noticias para uno mismo), y esta
ppuede ser reconocida por todas las sociedades. Ea segundo luger, la
proporciona la motisuci6n de adherencia a las notmas, y para poner
erzo en el habla (como en Ia interaccidn social en general). La teoria de
labor de imagen explica esta motivacién, y podria explicar por qué el
suele transcurrir con la suavidad que normalmente lo hace, dadas
psibilidades de malentendidos y las otras dificultades que existen.
is de controlarla de estas dos formas, la sociedad pone un gtan
‘en el habla, y particularmente proporciona un conjunto de conceptos
1 y hablar acerca de Ia misma, Uno de esos conceptos tiene que
8 funciones del habla, y Ja teoria de lor actos de habla refleja
izacin social del habla segin sus funciones. Hasta cierto panto
| Categorias funcionales a las que hacen referencia las normas del
euando hay que bautizar un Barco, se busca qué notmas hay para
joria funcional determinada; y Ia norma para hacer una promesa,
‘ometo que... (aunque, naturalmente, no sea ésta la tinica forma
ppromesa). Asf, pues, Ia categorizacién funcional del habla es,
‘en parte, un instrumento mediante el que la sociedad con-
referido a la ‘sociedad’ en términos muy generales, pero ser
BN ce is sociedad: son algo cots, pa eee tee
formas en que controlan el habla que respecto a los elementos
uusan sus miembros. No hay ninguna razn para creer que
podemos suponer que habré justamente tanta variacidn indi-
fiowmas del habla como la hay en los elementos Tingistcos.
‘evidente que la gente utiliza el habla tanto como los clemen-
‘con el fin de situarse en relacién con los demés grupos so-
‘dentificar en el mundo que les rodea. La tinica diferen-
tmas del habla son relativamente dificiles de estudiar on
Jos elementos lingiifsticos, sobre todo en términos cuanti-
que se hace més dificil cl citar pruebas empiticas a favor
signo de identidad social
“so0lales no relacionales
‘existen quiz clementos lingiifsticos que reflejan Jas
131caractetisticas sociales del hablante, del oyente, 0 de las relaciones entre
ambos. Consecuentemente, el babla que contenga tales elementos da a enten.
der al oyente de qué manera ve el hablante estas caracterfsticas, y conside.
tard que el hablante ba infringido la norma que tige el habla, si el heblonte
utiliza unos elementos que indican unas caracterfsticas erréneas, Las normas
{que se indican a continuacién son posiblemente les més conocidas y las que
més se han estudiado de entre las que rigen ol habla.
‘Los casos mis simples ce refieren a Jos elementos lingifsticos que refle-
jan las catacteristicas sociales de solamente una petsona, bicn sca cl hablante
bien ef oyente. Uno de los casos mfs curiosos que se suelen contar en la
literatura de la etnografia es el de los abipones de Argentina, quienes
segiin Hymes (1972) suelen afiadir -in al final de ceda palabra cuando
bien el hablante, bien el oyente son miembros de la clase guerrers. De igual
forma, la lengua yana de California contenfa formas especiales para su uso
en el habla utilizada por las mujeres y ditigida a las mujeres (Sapit 1929).
De todas formas, en Ja mayoria de los casos, 1a norma suele refetirse espe-
cificamente sédlo al hablante o s6lo al oyente.
Por lo que tespecta a los hablantes, In caracterfstica més comin que
reflejan los elementos lingifsticos especificos es la del sexo. Se conocen
muchos ejemplos de este tipo, tanto de América como de Asia (véase el
estudio de Trudgill 1974b: 84, Haas 1944). Por ejemplo, en Ia lengua koa:
sati, hablada en Louisiana, existen diferencias bastante regulates entre lay
formas verbales usadas por los hombres y las usadas por las mujeres, en
Jas que tipicamente los hombres afieden -5 al final de las formas de las mu
jeres (ast, por ejemplo, los hombres dicen Tvkéws donde las mujeres dicen
Iakéno, siendo el significado de ambas formas ‘él fo levanta’), Un marcador
de sexo bastante distinto se halla en la lengua de la isla Caribe de Amética
Central, cuya historia se presta a manifestar las diferencias de sexo, ya que
los habitantes de la isla Caribe son descendientes de hombres hablantes de
catibe y mujeres hablantes de arawk, cuyos hombres fueron muertos pot Io
caribes, (EI arawk no tiene relacién de parentesco con el earibe.) En la is
Caribe actual los hombres y las mujeres differen en diversos aspectos de
st Tengusje comin, incluido el género de los nombres abstractos, que son
sgramaticalmente masculinos para las mujeres y femeninos para los hombres
(Taylor 1951: 103).
‘Aunque pueda parecer poco habitual el que haya elementos lingiiith
cos reservados especificamente para el empleo de los hablantes masculiny
y los femeninos 0 el tener géneros distintos segiin el sexo del hablante,
‘veremos (5.4.3.) que puede haber diferencias cuantitativas entre habla
tes masculinos y femeninos incluso en inglés, donde las mujeres tienden
4 utilizar formas més prestigosas que Tos hombres de un mismo estrald
social, De todas formas, posiblemente no sea acertado el tratar estas dif
rencias cuantitativas como ejemplos del mismo fenémeno que las diferet
cias cualitativas halladas en Ienguas como el koasati, ya que su funcién pare
132
bien distinta. Mientras que las diferencias de sexo en el koasati ac-
como matcadotes claros de las diferencias de sexo entre los hablantes,
ido cualesquicra otras diferencias observables que puedan existir,
Hernia cuanivas en el ings son conecuencin, pobblenente,
‘mujeres en una orientacién mds itiva hacia el diak
nto) estdndar. (Para una explicacién un eased sofisticada, aa
ft al, 1978.) Las diferencias en inglés no parecen funcionar como mat
Aistitivos de sexo como tal, ya que no distinguisian entre. una
Her tpica de una clase y otta mujer tpica de une clase algo mAs elevada
folviendo a los hablantes, hay muchas mds formas en las que el habla
I ae varia ae persona a Hse se dirijan. Parece probable, en
que en cada lengua existan elementos lingisticos especiales par
BE es vy cts, come ch ings preter once me
lp), (Es conveniente aclarar que tales diferencias del inglés no quedan
al vocabulario; por ejemplo, frases como Mummy pick up baby
Teyanta nene), son usadas muy a menudo, y difieren de las frases
iltos tanto por la sintaxs, al ser ‘imperativas de tercera persona’
Dptagmética, ya que se evitan los pronombres yo y #1.) Semejante
Infantil sucle mencionarse de otras lenguas; asi, por ejemplo, de
rods petite (Casagrande 1948), Charles Ferguson (1971)
lado incluso que algunos rasgos del lenguaje infantil, comparado:
habla ordinaria, pueden ser universales, tales como la cei
nes y el verbo copulativo (el que significa ‘ser') en otaciones que
en el habla normal (como Mummy tired, ‘mama cansada’),
in mds extraordinaria que ha sido mencionada es probable.
Jos indios naotka de Ia isla de Vancouver (Sepir 1915). Apa-
@ nootks posee formas léxicas especiales para emplearlas al
acerca de) ae con diversas clases de deformidad 0 anor-
amente ‘los nifos, extraordinariamente gordos o gente pe-
‘anormalmente ‘Pequefios, Jos que padecen algin eae ie
Jos que son cojos, personas zurdas y los circuncidados’.
if bl (0 ace de) un bio, sce ade wn io
yy todos los sonidos sbilantes({s] y [c]) suelen pronuncas
sordas (como el sonido galés escrito ‘W). s a
Y solidaridad § <—27 ¢- <7 s
dle reflejar también las relaciones sociales entre el hablante
todo el poorer y la soumarrad que se manifiesta en
(Eatos tétminos y los conceptos con ellos relacionados fueron
Th sociolingifstica por el psicdlogo social Roger Brown;
1961,.y Brown & Gilman 1960, los articulos ‘clé
os marcadlotes Tingifsticos de las relaciones sociales.) El
133té:mino ‘poder’ se explica por sf mismo, pero el término ‘solidaridad’ es
és dificil de definir. Hace referencia a Ia distancia social gue existe entre
Ta gente: cudnta experiencia compartida poseen, cudntas caracteristicas so-
ales comparten (religién, sexo, edad, regién de origen, raza, ocupacién,
fntereses, etc.), hasta qué punto estén dispuestos a compartir intimidades,
y otros factores. ae ;
‘Para el hablonte de inglés, los marcadores Tingiifsticos de relaciones s0-
ciales mis claros son los nombres de persona, tales como Jobm y Mr. Brown.
Cada persona tiene un adimero de nombres distintos a través de los cuales
es posible dirigirse a ella, que incluyen el nombre de pila y el spellido, y
posiblemente un titulo (tales como AMr. 0 Professor), Consideremos tan solo
dos posibles combinaciones: el nombre de pila en s{ mismo (por ejemplo
John), y el titulo seguido del apellido (por ejemplo Mr. Brown), ¢Cémo va
4 decidir uno si dirigitse a John Brown por John o por Mr. Brown? La
respuesta tiene que bacer referencia tanto al poder como a Ja solidaridad,
tal como hallaron Brown & Ford en su estudio sobre el uso de Ja clase
media norteamericana. Una vea més 1a nocién de prototipo resulta stil,
yya que podemos definir dos situaciones prototfpicas, en las que respectiva
mente se usarian Jol y Mr. Brown, y relacionarlas luego con otras situs-
ciones, Se usa John cuando existe gran solidaridad entre cl hablante y
John Brown, y cuando John Brown tiene menos poder que el hablante; en.
‘otras palabras, si John Brown es un subordinado intimo. Un ejemplo claro
se da en el caso de que John Brown sea el hijo del hablante, Por otra parte,
se usa Mr. Brown sila solidaridad es escasa y John Brown tiene més poder
‘que el hablante: si es un superior distante, tal como un jefe de la compaiifa
© el capataz a quien el hablante conoce tan sélo de lejos. No parece que
hnabrfa ningtin desacuerdo cntre los hablantes de inglés respecto 2 los nom-
ses apropiados a estas dos situaciones.
erecta tmtere canard, o menos cetera; ceca de Tos nombees ane
hay que emplear en situaciones intermedias. ¢Cémo debe uno llamar a
tun superior intimo, por ejemplo? Los alumnos matriculados en las uni-
versidades britdnicas, pongamos por caso, genetalmente empiezan por di
tieitse al jefe del departamento como Professor X, ya que es un superior
distante, pero puede que gradualmente Heguen a conocerse mejor a través
de las clases y quizd de contactos menos formales, hasta que les parece
tue lo conocen bastante bien. Se plantea entonces Ja cuestién de si (y
ceuindo) deberfan empezar a llamarle pot sa nombre. Algunas veces el
jefe del departamento soluciona el problema inmediatamente, anunciando
tl primer dia que todo el mundo le llame por su nombre, pero en todos
Jos demés casos queda en manos del estudiante el juzgar cuéndo Ia soli-
daridad entre él y el jefe del departsmento ha legado hasta el punto de
‘onsiderarse autorizado a Ilamasle por su nombre, y ciertamente que los
distintos alumnos tienen ‘umbrales’ muy distintos: a algunos les cuesta
tres affos, mientras que a otros tan sdlo dos o tres dfas, Sin Iugar a du-
134
das, 1a explicaci6n de estas diferencias individuales es compleja, abarcan-
do cuestiones de personalidad tanto como de conocimiento de las nor.
‘mas, pero tales diferencias no deberian oscurecer el hecho de que todos
estén de acuerdo en que existe un punto en Ia escala de solidaridad en el
que resulta apropiado utilizar el nombre de pila.
Una de las ventajas de mostrar el poder y la solidaridad de esta for-
ma es la de que tales problemas pueden evitarse simplemente no utili
zando ningdn nombre para ditigitse a la persona en cuestién. De cual.
quiet modo, ottas lenguas poseen otros recursos para indicar poder © s0-
lidatidad, que en este aspecto son menos acomodaticias (como veremos
en 4.2.3), tales como el uso en francés de los pronombres tu y vous, sig.
nificando ambos ‘you’ en singular, aunque vous es también plural. Las
normas para escoger entre fu y vous en singular son precisamente las mis-
‘mas que las normas para escoger entre el nombre de pila y el titulo se
guido del apellido en inglés, siendo empleado tt prototipicamente con
un subordinado {ntimo, y vous con un superior distante, resolviéndose las
demés situaciones en reiacién a éstas. En comparacién con el sistema in.
ws, sin embargo, resulta mucho mAs dificil el evitar problemas de elec:
ign en francés, ya que hacerlo asf seria completamente necesario evitar
qvalquier referencia al oyente.
Tos estudios de Brown & Gilman muestran que a lo largo del tiempo
haa habido cambios considerables en las normas del uso de los pronombres
del francés, los cuales derivan de los pronombres del latin, en donde la
distincién era tan s6lo de nimero (tu, td, singular; vos, vosotros, plural).
Debido a un niimero complejo de razones histéricas, vos y sus derivados
histéricos llegaron a usarse para refetirse a alguien’ més poderoso (espe-
cialmente el emperador), sin referencia a la solidaridad, pero més tarde
Ia solidatidad legs a ser cada vez més importante, hasta que hoy en dia
wptevalece sobre el poder en Ja determinacién de qué forma es Ia que va
4 usarse. Por ejemplo, hasta hace bastante poco era normal que los ai
fios franceses trataran de vous a sus padres, en reconocimiento de su me
yor poder, pero ahora es habitual que los traten de tw a causa de la ma
yor solidaridad. Cambios semejantes han tenido lugar en muchas de las
Tenguas de la Europa occidental tales como el alemén y el italiano (Brown.
& Gilman 1960), y también en el ruso (Friedrich 1972). (Se observard
gue el uso de dos formas distintas para el pronombre de segunda persona
del singular, que reflejan poder y/o solidaridad, es un ‘rasgo territorial”
de Europa, como los mencionados en 23.4, ya que no se hallaba en el
Tatin ni otras Ienguas de ta Europa occidental de hace dos mil afics, y
s¢ halla en lenguas no indocuropeas como el hiingaro [Hollos 1977]. Sus
forfgenes pueden ser seguidos por el este hasta el persa [Jahangiri 1980,
Brown & Levinson 1978].) Estos cambios hisiéricos son interesantes
por Ja loz que proyectan sobre los prototipos, ¢ indican que los cam-
bios pueden afectar tanto a los prototipes mismos (Ilegando a set Ja
135solidaridad un rasgo definitorio) como también a sus extensiones (como
cequilibrio exacto entre Jos cambios de poder y solidaridad en la resolu.
cidade los casos intermedios) fi
No hace falta decir que no es dificil el relacionar los cambios de Ja
importancia relativa de poder y solidaridad al escoger los pronombres
con cambios concurrentes en Ia estructura social, y tales conexiones ban
sido realizadas de hecho pot los autores mencionados mis arriba. Los pro-
nombres del italiano (tu para los subordinados cercanos y Lei pata los
superiores distantes) constituyen un ejemplo reciente particularmente fas.
inante. Un estudio del uso de #u y de Lei por miembros tanto de la cla-
se media como de la clase baja de Roma (Bates & Benigni 1975) mostra.
ba que, sorprendentemente, los que usaban Lei més a menudo eran los j6-
vvenes de Ia clase baja, de quienes pudiera haberse esperado que ‘estuvie-
ran a Ja vanguardia en extender el uso de la forma ‘democrética’ tu. El es-
tudio inclufa hablantes de todas las edades de las dos clases, y mostraba
ue los jévenes de la clase baja emplesban Lei més que los mayores, por
Oposicidn a los jévenes de In clase media, quienes Jo usaban menos que
In gente mayor de la clase media, Al interpretar estos resultados, Bates &
Benigni sugieren que los jévenes de la clase media se estin desplazando
hacia lo que ellos consideran el uso més democritico de ta clase baja,
mientras que los jévenes de Ia clase baja se desplazan hacia lo que consi.
deran como ef uso de prestigio de Ia clase media. Si el proceso continua
ta, cabria esperar que las clases media y baja intercambiaran simplemente
de normas, ;con la consiguiente consiemacién de muchos romanos!
La sefializacin lingiifsica del poder y de le solidaridad esta lo suft-
ccientemente bien estudiada como para sugerit dos posibles universales
lingiifsticos por lo menos. Cabria esperar de cada Tengusje el que tenga
algin modo de indicar las diferencias bien de poder, bien de solidaridad,
bien de ambas, que podtia ser explicada por referencia a 1a extrema im-
portancia tanto del poder como de la solidaridad en las relaciones cara a
tara de los individuos, y por Ia necesidad de cada individuo de dejar
claro el modo como ve estas relaciones. También parece que cuando el po.
der y Ia solidaridad vienen reflejados por el mismo rango de formas (como
se da en el caso de todas las lenguas consideradas hasta ahora), la forma
que expresa mucha solidaridad expresa también mayor poder por parte
del hablante, y a la inversa. Los prototipos establecidos anteriormente
para el inglés pueden resultar, una vez més, universales. Esta conexién
entre poder y solidaridad fue apuntada como rasgo universal por Brown &
Ford (1961), quienes sefalan que es siempre el superior quien decide
finalmente el momento en que la solidaridad es suficiente para que se use
a forma de ‘alta solidaridad? (tal como hemos visto en el caso de los es
tudiantes y sus relaciones con el jefe de departamento), de modo que es
probable que sea el superior quien utilice primero la forma de alta solida-
136
oat ee Ja conexién existente entte alta solidaridad y su uso con los
423° Sefales lingitisticas de poder y solidarided
En inglés, los marcadores principales de poder y solidaridad podsian
ser descritos como perifércos al sistema del inglés en conjunto, en el sen-
tido de que los nombres propios usados como vocativos (por ejemplo
pars divs »slien) odsfan er tstados en una sin apa de I
‘gtamiética, con pocss o ninguna comsecuencias para ninguna de las otra
fis te Io tabsin, (De latte, ya veicnoe mts ado aut ts om a
son tan simples, ineuso en el caso del inglés.) Los lectores ingleses podtian,
por consiguiente, pensar que Jo mismo es verdadero de todas las lenguas,
Jo que no es en absoluto asf. Es normal que el contraste poder-solidaridad
sea relevante, y que la gramdtica de un tal lenguaje se tefiera a ello en
‘muchos puntos. Lo que sigue es un breve estudio de algunos de los ti
os de efile lingitias de podersldaidd (al como denominatemos
al contraste, por conveniencia, sin que ello quiera decir que poder y s0-
Tidrided estén impicados nectsariamente y por igval en todos los coe
Puede hallarse una descripcién més completa en Brown & Levinson 1978)
___Empezaremos el estudio con el tipo general de seiiales’ conocidas en
inglés y francés, en donde los elementos afectados (como aquéllos cuya
forma varia sexin el poder-solidaridad) hacen referencia al oyente, En in-
és, los fnicos elementos afectados son Ios nombres de persona, mientras
que en el francés se incluye tambiéa el pronombre you. En otras Tenguts,
Tos elementos afectados incluyen frases nominales notmales, construidas
sobre nombres comunes, que son usadas como vocatives. Por ejemplo, s¢-
giin Mitchell (1975: 159) existe una préctica muy extendida, tipica posi-
Blemente de las comunidades musulmanas, por la que ‘las generaciones
Imayores se dirigen afectuosamente a los més jvenes con el término con
al que éstos adecuadamente les corresponden’, Ast, en bercbero(hablado
en el Norte de Africa) una madre puede lamar a su hijo yomma, que en
otro contexto significa ‘mi madre’. (Podemos quiz presuponer que el afec-
to es un caso especial de solidaridad.) Una situacién parecide es la que
se da en otras lenguas, en las que sintagmes nominales que pudieran ser
traducidos literalmente como ‘tu siervo” o ‘tu esclavo', etc., pueden ser
fempleados para referirse al hablante, Una de estas lenguas es el persa
(Jahangiri, 1980), que posee también un rango similar de sintag-
mas nominales de significado de cortesla para referirse al oyente, de
modo que las relaciones de poder entre el hablante y el oyente pueden
fer definidas segin los sintagmes nominsles que hacen referencia a am-
bos, Podtiamos aventurar que las lenguas que poscen otros modos de in-
137dicar el poder y la solidaridad poseerén también otras formas sfectadas
para refetitse al oyente y quizés al hablante.
En otras lenguas, por ejemplo en japonés y coreano, existe una rele-
cién bastante directa entre poder-solidaridad y las formas verbales utili-
zadas. Puesto que muy poco puede decirse sin el uso de los verbos, es
casi inevitable que el habla reflee estas relaciones. En coreano existen no
menos de seis sulijos distintos que reflejan distintas relaciones de poder
solidaridad entre el hablante y el oyente, y el verbo tiene que llevar uni-
do uno de es0s sufijos (Martin 1964). Curiosamente, los seis sufijos se
dividen en dos grupos, reflejando tres de ellos distintos grados de solide
ridad positiva (‘notmal’, ‘intima’ y ‘familiar’) y los otros tres reflejando
istintas relaciones de poder entre personas de escasa solidaridad (‘educe-
da’, ‘antoritaria’ y ‘deferencial’). En otras palabras, como en inglés y fran-
cés, Ia solidaridad toma prioridad en coreano sobre el poder entre los
marcadores lingifsticos de poder-solidaridad. (Esto no siempre ocurre asf,
sin embargo, como muestra la situacién mencionada por Hill & Hill [1978]
entre los nahuatl de México, en donde incluso la intimidad extrema que-
da suprimida por Ja relaci6n de poder de un oyente que pertenezca a una
generacién mayor.)
Los verbos son también sefial de poder-solidaridad en el persa, pero
en ver de variat las formas verbales mediante la inflexiGn, las diferencias
vienen indicadas mediante Ta eleccién entre distintos elementos lingtifsti-
cos del mismo significado (cf. inglés éry y attempt, ‘intentar’). Sin embar-
0, Ja eleccidn se hace de acuerdo a las relaciones de poder-solidaridad en.
tre el hablante y el sujeto del verbo, de modo que el verbo no reflejard
las relaciones existentes entre el hablante y el oyente, a menos que el
tiltimo sea el snjeto. (Ademés, si el verbo tiene complemento directo, su
forma refleja el poder-solidaridad entre el sujeto y el objeto mas que en-
tre el sujeto y el hablante,)
Un tercer tipo de marcador de poder-solidaridad es el nivel léxico
Un buen ejemplo de ello se da en la lengua de Java (Geertz 1960), que
presenta una gama de formas altetnantes, listadas en el léxico, para cada
‘uno de los multiples significados, pero las alternativas no quedan limita-
das a los verbos (y a los sintegmas nominales que se refieran al hablante
© al oyente) como en el persa, sino que pricticamente afectan a todas las
partes de la otacién. Asf, por ejemplo, Geertz da las formas alternativas
para la frase javanesa que significa ‘Are you going to eat rice and cassava
now? ('¢Vas a comer arroz y casava ahora?’, que aparentemente puede
ser traducida palabra por palabra del inglés), y muestra que hay dos 0
tres palabras diferentes en javanés para cada palabra del inglés excepto
pata 40 y cassava, Geertz opina que hay claras restricciones sobre las pa-
Tabras que son compatibles motuamente en la misma frase, e identifica pre-
cisamente seis ‘niveles de estilo’, marcado cada uno mediante un rango
definido de elementos del vocabulario, de modo que cualquier frase dada
138
ud
puede pertenccer solamente a uno de los niveles. La funcién de los nive.
les de estilo es la de indicar las relaciones de poder-solidaridad que existen
entre el hablante y el oyente, y, especificamente, la de construir ‘un muro
de formalided de comportamienio” para proteger Ia vida interior del oyen-
te (tal como afirma Geertz). Cuanto més alto sea el nivel del estilo, més
muros existen para la proteccicn del oyente contra la transgresién que
toda comunicacién supone inevitablemente para la vida privada.
Hay ain un punto final, e importante, acerca de las sefiales lingisti-
cas de poder-solidaridad, concretamente el hecho de que con frecuencia las
sefales implicadas no suelen estar limitedas a la indicacién de las relacio.
nes de poder-solidaridad entre el hablante y el oyente, sino que pueden
marear también las relaciones existentes entre el hablante pata con una
entidad distinta del oyente, Ejemplo sencillo de ello cs el uso de los nom-
bres de persona en inglés, que hemos discutido ya en relacién a su uso
como voeativos (como en Excuse me, Jobn/Mr. Brown... ‘Perdona/e,
John/M. Brown...'). Se puede disponcr del mismo rango de formas para
refetitse a John Brown cuando no es él el oyente, y las mismas normas
tigen la elcccién de ls forma. Asi, si el bablante lo considera un subordi-
nado préximo, se referité a l como John (I saw Jobn yesterday, ‘vi a Juan
ayer’), mientras que se referird a € como Me. Brown, si lo considera
‘como supetior distante, y puede que exista duda respecto a cémo tratarlo
en el caso de que pertenezca a una categoria intermedia, Decididamente,
los problemas de eleccién entre formas alternativas son menos criticos sf
a persona implicada no esté presente, y es interesante que ca nahuatl se
use una forma un tanto menos respetuosa para referirse a una persona que
Ta que se usarfa al ditigitse a ella (Hill & Hill 1978). Parece muy poco
probable que alguna ver pudiera suceder al revés.
Este punto resulta importante, porque indica que las relaciones de po-
der-solidaridad entre el hablante y ef oyente puedcn ser considetadas como
tun caso especial de un fendmeno més general, que tiene que ver con las
relaciones de poder y solidaridad con el mundo en general. Parece que la |
Jengua nos alienta a menudo, o incluso refuerza, para que definamos anes.
tas relaciones con aquello de Jo que hablamos. Si nos referimos a una
Persona, nos situamos a nosotros mismos en relacién a ella en funcién de
la solidaridad y del poder, y si nos refetimos a un objeto, puede que in.
cluso seleccionemos las palabras para indicar nuestra telacién con el po.
seedor (como se dice que sucede en el caso del javanés y del nahuatl). Asf,
Ja indicacién lingiifstica del poder y de la solidaridad puede verse como
otra muestra del modo en que el hablante se sitia a sf mismo en su mun-
do social cuando habla (cf. 2.6).
139
543 La estructura del habla
43.1 Entradas y salidas
Cuando suelen identificarse regularmente modelos recurrentes para al-
‘en tipo de comportamiento, decimos que el comportamiento queda es
tructurado por esos modelos. No hay ninguna dificultad en_establecer
gue el habla esté estructurada, ya que las gramaticas y los diccionarios
estén Ienos de modelos recurrentes de palabras, construcciones, ete. Es-
tos modelos relativamente limitados, contenidos dentro de la oracién, ob-
viamente son tan sélo una parte de la estructura total del habla, ya que
pueden ser identificados toda clase de modelos més extensos, tales como
€l consistente en una pregunta seguida de su respuesta, y més extensos
‘ain, tales como algin fragmento de interaccién entre dos personas, con
tun saludo claramente reconocible al principio y con una despedida al -
nal. Lo controvertible es el punto hasta el que puede identificarse Ia es.
tructura jerdcquica por encima de la otacidn, y volveremos a esta cucsti6n
en Ja préxima seccién, después de examinar primero los saludos y las des-
pedidas, que presentan los ejemplos més claros de estructura del habla.
Es tazonable suponer que cada lengua posee una gama de formas pata
1 uso en calidad de saludos y otras para las despedidas, en vista de la im-
portancia de las ‘entradas’ (en los fragmentos de la inreraccién) y ‘sali
das’. Los términos ‘entrada’ y ‘salida’, tomados prestados del teatro, re
fijan el hecho de que las discusiones de las normas del habla pueden
‘compararse a menudo con las ‘Iineas’ que tecita un actor en el escenario.
Irving Goffman, el iniciador de Ia ‘labor de imagen’ (ver 4.1.4), indica
que el saludo 5 necesario para mostrar que la relacién que existia al
ral del ultimo encuentro permanece inalterada, a pesar de la separacién, y
‘que la despedida es necesaria para ‘resumir el efecto del encuentro sobre
fa relacién e indicar qué es 1o que cada uno de los participantes puede
esperar de los demés cuando vuelvan a encontrarse’ (Goffman 1955). Todo
Jo que hemos visto por ahora indica que las relaciones existentes entre
Tos participantes en algiin fragmento de interaccién son del mayor interés
ppara los mismos participantes, y es fécil de ver por qué les es importante
el empezar y terminar ctda fragmento de interaccién indicendo sus rela-
ciones mutuas. Después de haber establecido relaciones mutuas mediante
1 saludo, los participantes pueden pasat a concretar cualquier ‘negocio’
‘que tengan que llevar a cabo —que podtfa ser simplemente una converse-
cién de cinco minutos a través de la valla del jardin— sin poner més
atencién que la que quieran en mantener esas relaciones. Las despedidas
suelen ptoducirse al final del negocio como teafirmacién mutua de que las
relaciones no se han alterado. Asi, podemos considerar Ja estructura de un
fragmento de interaccién como consistente, muy esqueméticamente, en tres
partes:
140
Saludo - Negocio - Despedida
Desde Iuego, Jos saludos y despedides, tal como son funcionalmente
definidos de esta forma, pueden variar enormemente en sinceridad y ctea-
tivided. Ocupéndonos primero de la sinceridad, cabe hacer una distincién
interesante entre saludos que expresan una proposiién (como jQué ale-
aria el volverla a ver!) y los que no (como ;Flola!). Sélo de los saludos
ptoposicionales puede decirse que sean insinceros, aunque los no-proposi-
cionales pueden implicar sentimientos que el hablante realmente no tiene
(La misma distincién puede hacerse respecto de las despedidas.) Los sa-
lados no-proposicionales, pues, tienden a ser bastante nevtrales y breves,
reconociendo simplemente que el encuentro (es decir, el fragmento de
interaccién) ha comenzado, Dada la existencia de tales saludos neutza-
Jes, cabria preguntarse por qué algunos usan a veces la clase de saludos
proposicionales sin significatlos, pero la explicacién es fécil, La gente basa
su compartamiento social en el compromiso entre lo que realmente siente
y Jo que sabe que se espera de ellos, con el fin de mantener su imagen a
tun nivel razonable. Consecuentemente, si A se halla realmente disgustado
de ver a B, lo més probable es que no se lo indique asi en su saludo, ya
aque es del interés de A el ser del agrado de B, y es més probable que A
sea del agrado de B, si éste cree que le gusta a A, Es relativamente fécil
el ser insincero en los saludos y en las despedidas de los encuentros, por-
que éstos son los puntos en donde uno se halla més cerca de Ia ‘recitacién’,
como un ator en el exenro
Los saludos varfan también en el grado de creatividad personal que
Bs oosiconiy is mae ee
sin embargo, recordar que la funcién del saludo o de la despedida puc-
de ser desempefiads por un amplio campo de formas ademés de la lista
de unas pocas docenas de saludos fios. Por ejemplo, ;Hombre!, cno es éste
mi amigo X? y gNo nos hemos visto antes? son saludos perfectamente
sceptables, aunque se hellan relativamente lejos del tipo de seludo fijo.
bo que importa es que el saludo sea reconocido como tal por cl oyente,
para dar a entender que ha emperado un nuevo encuentro. En algunas
sociedades ello supone la adherencia a una lista de férmulas que incluyen
saludos proposicionales como los que acabamos de citar, peto en ottas
Sociedade significa el uso de ciertos tipos de frases, tales como el preguntar
‘eémo Te ha ido al oyente, 0 c6mo se encuentra su familia, miembro por
miembro.
_ éQué es Io que decide entonces ta forma de un saludo o una despe-
dda? Evidentemente, la respuesta varia mucho de lengua a lengua, aa
sociedad a sociedad, aunque de hecho se manifiestan algunos modelos
sgencrales (ver Ferguson 1976). Por ejemplo, la extensién completa del /
Saludo generalmente es proporcional a la longitud de tiempo transcutrido
desde el siltimo encuentto (asf, el saludo a un amigo al que hace diez afos
141que no se ha visto duraré mfs que el saludo a un amigo al que hemos
visto ayer) y de la importancia de la selacién (asf, un amigo recibird un
saludo més largo que un simple conacida). La expliceciin que da Goff.
man de Ia funcién del saludo podria llevarnos a pensat que slo se dard
1 mfs breve de los saludos, o absolutamente ninguno, cuando no exista
relacién previa, y parece que asf suele ser: como prucba, la falta del sa-
Judo cuando nos acercamos a un extraflo para peditle alguna informecién,
Del mismo modo, podriamos predecir (correctamente) que se usardn sae
Indos mas extensos cuando Ta gente esté menos segura de sus relaciones,
y necesita, por consiguiente, més reafirmacién.
Puede que las predicciones de Goffman estén basadas en un estilo
més bien norteamericano, ya que parece que existe por lo menos una so-
ciedad a la que no le son aplicables, concretamente Ios indios apaches, es-
tudiados por K, H, Basso (1970). En vex de usar el habla, en Ie forma
de saludo, para asegurar que las relaciones mutuas contintan exactamente
como antes de la separacién, esperan hasta que estén seguros de que las
relaciones siguen siendo las mismas que antes de Ja separacién antes de
hablarse en absoluto, por lo menos en las sitvaciones en las que no hay
ninguna rezén para pensar que las telaciones puedan haber cambiado,
como cuando los niffos vuelven después de un aifo de internado. Muchos
padres briténicos 0 norteamericanes puede que conversen extensamente
con sus hijos tan pronto como salgan éstos del autobils, pero los padkes
apaches esperan y no dicen nada hasta pasados Jos primeros quince mi-
rnatos, mientras comprueban el efecto del afio de escolarizacién en el com.
pottamiento de sus hijos. Asf, pues, los apaches no emplean cl saludo
de la forma que predice Goffman, aunque sf confirman su afitmacién més
rreneral de que le es importante 4 la gente el saber dénde se hallan en
relacin con los demés antes de empezar a hablar.
43.2 Otras clases de estructura en el babla
Eh Ia sltima década he habido gran cantided de estudios sobre otros
aspectos de lo que se ama ESTRUCTURA DEL DISCURSO: Ja estructura del
habla por encima del nivel de oraciones (para un buen resumen, véase
Coulthard 1975, 1977). Es claro que no faltan distintas clases de estruc-
‘ora en Ia unidn de les oraciones en conjuntos coherentes, pero por ahora
faltan marcos teorétcos para el anilisis de estos modelos coherentes. El
Ihecho mas obvio acerca de Ja estructura del discurso es que son muchas
Jas clases distintas de estructura que intervienen en el discurso, y que cual-
quiet intento de reducirlas a una clase tinica estd condenado al fracaso,
‘Una de las clases de estructura esté basada en el hecho de que la
gente, al hablar, en Ia mayoria de las clases de interaccién lo hace por
turnos, de modo que el habla queda dividida en fragmentos hablados por
142
distintos bablantes. Al estudiar este aspecto del discurso, uno puede ha-
cerse preguntas tales como si los ‘turnos’ suelen ser tomados estrictamen-
te en secuencia o si se superponen mutuamente, emo dan a entender los
hablantes que estén por finalizar de hablar, emo dan a entender los oyen-
tes que les gustaria cmpezar a hablar, quién decide quién es el que seri
el siguiente en hablar, quién es el que mas habla, quién habla a quién, etc,
Gran parte del trabajo sobre este aspecto del discurso ha sido realizado
por psicdlogos sociales interesados en la ‘dindmica de grupo’ (pata una se-
Teccisn reptesentativa de articulos, véase Argyle 1973), y 1a investigacién
hha mostrado que el coger el turno constituye de hecho una actividad muy
altamente cualifceda. Como veremos, ello implica muchas clases de com-
portamiento aparte del habla (por ejemplo, el movimiento de los ojos) coor-
dinado todo ello al segundo, a Jo que los demés participantes reaccionan
con_gran_ precisién.
‘Un tipo particular de la estructura de toma de tuo viene caracteri.
zado mediante los PARES DE ADYACENCTA, un tipo de exptesiones de un
hnablante que requiere un tipo de expresidn particular de otro hablente,
El par de adyacencia més obvio lo constituye la'secuencia de una pre-
gunta seguida de una respuesta, pero existen muchas otras més, tales
como saludo + saludo, queja + excusa, convocatoria + respuesta, invita.
cidn + aceptacién, y asf sucesivamente. De todas formas, no queda del
todo clato si existe alguna distincién entre pares de adyacencia y otras cla-
ses de cambio de hablante. Obviamente, algunas intervenciones requieren
luna teacciSn del oyente, y el no reaccionar tal como se debe puede ser consi-
Aerado como un tipo de resccién significativo; por ejemplo, si A dice
iHola! a B y éte no le devuelve ninguna clase de saludo, A entenderé
que B tiene alguna razén especifica para no contestarle, De todas formas,
otras clases de expresiones son menos claras 4 este respecto, El aviso suele
venir seguido muchas veces de algiin tipo de reconocimiento por parte del
foyente, aunque sea simplemente el mover las cejas o inclinar la cabeza,
peto tal reconocimiento no es necesatio siya queda claro que la otra per:
sona ha ofdo el aviso. En el extremo opuesto sc hallan los tipos de expre-
si6n de los que estin constiruidas ls clases magistrales en la universidad,
‘en donde Ja reaccién de los oyentes es minima. La literatura Sobre los
res de adyacencia atin no ha tratado cuestiones teoréticas como la delimi-
tacidn de los pares de adyacencia, y se ha concentrado en el andlisis de
ciettos tipos de pares, tales como convocatoria + respuesta (Schegloff
1968).
Un segundo tipo de estructura del discurso se basa en el 16pico, que
decididamente tiene poca relacién con el tipo basado en la toma de turno.
Es tentador pensar que Ja estructura basada en el tépico es jerdrquica,
‘en el sentido de que un texto dado debiera ser analizable en unidades su-
cesivas menores, en funcién del t6pico. Esta tentacién viene reforzada por
Jas pricticas de escritura a las que estén habituadas Tas personas altamente
143alfabetizadas (tales como cualquiera de los lectotes de este libro). Ast, por
ejemplo, este libro posee una estructura jerdrquica muy clara basada en el
‘t6pico, con capitulos como unidades més extensas, secciones como las si-
guientes en extensiGn, luego las subsecciones (como la presente, que es
43.2), luego los pétrafos y, por tltimo, las oraciones, netamente delimita-
das todas ellas por un tipo u otro de convencién tipogesfca. Al imponer
‘esta estructura al libro, he intentado que reffejara los t6picos que se dis.
ccuten, de modo que la presente oracién constituye una muestra de una
clase de estructura, de la que se trata en este parrafo, que es parte de ia
subseccién sobre tipos de estructura de discurso, distinta de la de las en
tradgs y salidas, que constituye una parte de 1a seccidn que trata de ta
estructura del discurso, y que a su vez es parte del capitulo que trata del
habla como interaccién sociel.
Diversos iavestigadores afirman ser capaces de hallar una estructura
jerdrquica similar en otras clases de discurso, tanto hablado como escrito,
Por ejemplo, John Sinclair & Malcolm Coulthard (1975) han analizado
grabaciones de una serie de lecciones de escuelas secundarias, e identifi
edo una estructura de discurso jerérquica con la ‘lecciGn’ como unidad
‘mayor, seguida de la ‘transacciGn’, sepuida del ‘intercambio’, seguida de la
Sjugada’ y finalmente del ‘acto’, que se cottesponde grosso modo con la
lunidad sintéctica ‘perfodo? (véase Coulthard 1975 para un estudio de otras
propuestas de anilisis jerdrquicos del discurso). Por muy convincentes que
podamos hallar estas propuestas, parece claro que no existe tal estructura
jerérquica en ciertos tipos de interaccién, sino més bien ‘saltos” graduales
de un tema a otto, empezando quizés con una pelicula sobre las gtanjas
de ovejas en Gales, pasando a hablar de un concutso de perros de pastor
gue alguien vio el tltimo dia de fiesta, y de ahi a mas detalles de la festa
y la comparacién con un dia festivo pasado en Yugoslavia, y asf sucesi
vamente, Parece imposible, ademés, que los participantes en una tal con.
versacién tengan desde el principio un plan claro acerca de a forma que
tomaré Ia conversacién, como parecerfa implicar Ia nocién de una estruc-
tara jerérquica. ie
Por otra parte, los hablantes tienden a mantener el mismo tépico y
pueden verse obligados 2 dar una sefial especial si quieren cambiatlo
(como: Ak, @ propdsito, respecto algo totalmente distinto...). La tazén
para mantener un determinado tema, o pata apartarse gradaalmente de
i, en parte es porque ello aumenta la posibilidad de que los demés par-
ticipantes se interesen en lo que se dice, y en parte porque aumenta sus
postbilidades de entender el discurso, porque por cada tdpico dado todos
poseemos una gran cantided de informacién acerca del funcionamiento del
mundo, que podemos explotar ya sea como hablantes o como oyentes. Los
hablantes que se mantienen con el mismo pico pueden dar por supuesta
la mayor parte de esta informacin. Por ejemplo, si todos sabemos que es-
tamos hablando de las vacaciones del afio pasado, el hablante puede de-
144
cir simplemente La comida era desegradable y todos sabemos a qué co-
ida se fefiere (Is del hotel en donde se hospedS durante las vacaciones)
y podemos suponer también con qué estandares la juzgaba (diferentes, di-
amos, del esténdat que uno aplicaria en un comedor universitario). $i el
‘pico de cada frase fuera distinto del de la frase anterior, nada de esta
informaci6n podria darse por supuesta. En resumen, el mantener el mis-
mo tema facilita el habla, tanto al hablante como al oyente. (Para una
presentacién adecuada acerca de esta clase de conocimiento compartido,
se aconseja al lector que consulte Ia creciente literatura sobte inteligencia
artificial, especialmente Schank & Abelcon 1977)
Acerca de la estructura del discurso basado en el tSpico, parece que
estamos abocados a la conclusién de que algunas clases de discurso pue-
de que tengan una estructura jeritquica, especialmente si se hallan ente-
ramente bajo el control de una petsona que tiene la oportunidad de pla-
nificar todo el discurso desde el principio (como un libro 0 una confe-
rencia), pero que la mayor parte del discurso posee probablemente un tipo
de estructura mucho més libre. Ello esté caracterizado por el cambio de
tema a lo largo del tiempo, y consiste solamente en el tema comin de un
momento dado. El analista puede, por consiguiente, seguir las formas en
gue el tema ha variado de un momento a otz0.a lo largo del discurso,
bien por salto gradual bien por cambio abrupto
Un tercer tipo de la estructura del discurso estd basado en Jo que co.
nocemos acerca de Ia estructura del mundo, Jo que podriamos llamar es
tructura enciclopédica, que da forma a aquello a lo que nos hemos venido
‘efitiendo como ‘cl t8pico comin’. Si el pico comtin son unas vacacio-
‘nes, sabemos que existen vatios ‘subt6picos’ que generalmente se consi-
eran relevantes, tales como alojamiento, tiempo, actividades y viajes,
ada uno de los cuales puede. a sa vez, sex subdividido; por ejemplo,
Jas ‘actividades’ podrian incluir excursiones, baiios, ottos deportes, vida
nocturna y compras. A su vez, otros tépicos pueden entrecruzatse con &-
tos, echando a perder la orgenizacién jerdrquica precisa implicada hasta el
momento; asi, por ejemplo, las ‘comidas’ pueden entrecruzatse con el
‘alojamiento’ y las ‘actividedes’, ya que puede que uno coma en el hotel
‘© en un restaurante, Tomando un ejemplo de otro tipo, si nos halléramos
describiendo un piso, podrfamos hacer uso de una de dos clases de cono-
cimiento enciclopédico, Podtfamos adoptar bien el punto de vista del ar-
Quitecto, y describirlo estéticamente: Tiene cuatro habitaciones, que for-
rian wn cusdrado..., 0 podriamos adoptar el punto de vista de alguien que
esti viendo el piso que le esté siendo enseiado: Primero llega usted al
hall, después pasa usted al pasillo que esti « su izquierda... Catiosamen-
te, de acuerdo con Ia investigacién de Linde & Labov (1975), Ia mayoria
de las personas adoptan el punto de vista del visitante que esté viendo el
piso.
No cabe duda de que podsian ser identifiados otros tipos de estruc.
145scurso, de los que hemos presentado, basedos en Is
ce ic yi cosines exsionescoDe a rte
Anterior deberia haber quedado claro que no hey forma de seduce todas
estas estructuras @ un tipo tinico, y que las eas " ee oe
tituyen unas mezelas complejas de normas especificas Sate
hocimiento general del mundo, Es dificil ver cémo pueda se
tura del discutso si no 3 algo interdisciplinario.
44 Comportamiento verbal y no verbal
4.4.1 Marcadores de relacién
i el com.
sta seccién consideraremos las relaciones existentes entre el com
crit sibel y no verbal en la interaccién socal El lingtista David
[Abercrombie ha airmado que ‘hablamos ea es eas veal, to con,
versumoe con el eerpo entero’ (Abercrombie 1968), ya veremos en gué
sentido es verdad esta Stemi, El commrtamieio novel ein
fo en. dos aspectos de los que hemos considerado
Pea ates ated unney el opente (4.2) y marca I
exrctr del dsr (4); amb ean cof com
“én del ‘contenido’, es decir, proposiciones y referentes
Sa ceaaaraneTa comporuamiento noverbal, que contiboye
a reflejar el poerslidaridad, es ln distancia a Je que une persona se
iantiene respecto de las demés, cuyo estudio se ha desarrollado
tal punto que posce ya su propio nombre: pRoxéwics. Constituiia una
hipétesis segura el que la distancia fisica es proporcional a la distancia so
Galen tad ls calor, de modo gue I penonas gu se sentence
iritualmente se sitian relativamente cerca unas de ott ¢
‘Sein Em on ete de eal ct as put be cre,
€l otro extremo las ccasiones impersonal y formals en las que Joe bt
antes puede que estén a mucha dns de los oventes, como en 1st
como en Ia radio 0 le
tos, 0 que no los puedan ver en absoluto, come en Ia ae
fsién, Lo que varia de cultura a cultura es Ia distancia que se con
Recier ae pea rena sioricase Par elempo, les dt
lcen distancias menores que los norteamericanos, Esta sfrma.
Ere rete orang etal Wats Grass 1966) en Tos gue
fan comparaciones entre estudiantes Arabes y norteamericanos
pe eee
por area en una abtckn en donde pian sr obserndes in he
Ja de sus movimientos: 2. qu se
upieran,y se guards contancia de sus movinientos: «qué distancia se
fentaban los unos de los otros, en qué medida se mizaban ente,
separ y con qué intended hablaban, De eta forma se eis ad
comportamiento de dieciséis érabes y de diecistis norteamericanos, los
146
om d
.
Arabes hablando con Jos dtabes, y los norteamericanos con Jos norteame-
ricanos. Al comparar los resultados, se hellé que al conversar los drabes
se relacionaban més directamente entre sf que los americanos..., se sen-
taban mds cerca los unos de los ottos..., tendian a tocarse més se mi-
taban a los ojos més ditectamente..., y heblaban en un tono més alto
que los norteamericanos.
En el experimento se introdujo un ntimero de variables distintas de
Ja distancia, implicadas todas ellas de alguna forma en el establecimiento
de las relaciones poder-solidaridad entre los individuos. Diferencias cul.
turales como las existentes entre érabes ¥ norteamericanos pueden, natu-
talmente, conducit a considerables malas interpretaciones por ambas pat.
tes. El lector que esté interesado puede hallar muchos més ejemplos de
este tipo en un libro acertadamente titulado The Silent Language, de Ed-
ward T. Hall, fundador de la proxémica (Hell 1959).
442 Marcadores de estructura
EL comportamiento no-verbal contribuye también a marcar Ja estruc-
ture de la interaccién. Una de las principales clases de estructura tratedas
més arriba (4.3.1) era el del modelo de comportemiento asocisdo con las
‘entradas’ y ‘salidas’, en donde l comportamiento no-verbal esté juste.
mente modelado tan claramente como el comportamiento verbal, Algunos
aspectos del primero sc hallan relativamente convencionalizados —tales
como el estrechar Ia mano—, que en alguna cultura se sustituye por Ja
friccién de natiz, 0 suplido por el beso o el abrazo, segein Ia relacién exis-
tente entre los participantes, Parece que en la Gran Bretafia el estrechar
Ja mano se usa para indicar que se da un comienzo nuevo a una relacién,
més que como signo de intimidad. Ast, se utiliza para dar por finalizadas
dispatas entre amigos, o al ser presentado a un extrafio, 0 2 alguien al
ue no se he visto durante bastante tiempo, En otras culturas las normas
para estrecharse Ja mano son claramente distintas, de modo que una ver
més hallamos campo de variacién para la relatividad en las normas que
igen el comportamiento. Ejemplo interesante es el de la diferencia entre
la préctica de los briténicos y los wolof (Senegal) al saludar a un grupo
de gente, En la Gran Bretaiia el comportamiento no-verbel queda limi.
tedo genetalmente a un movimiento ocasional de cabeza a algunos indi.
viduos del grupo y el saludo verbal se ditige al grupo entero, mientras
gue Jos wolof emplean ef comportamiento de saludo verbal y’no-verbal
apropiado hacia cada individuo del grupo por separado (Irvine 1974),
Aparte de las entradas y salidas, las claves no-verbales son importantes
para Ia estructura del discurso en fo que se refiere a la toma de turn.
Tal como bemos visto (4.3.2), una de las cuestiones que se plantean acet.
ca de Ja toma de turno es cémo los hablantes dan a entender que estén
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