04 - Mercenary Abduction
04 - Mercenary Abduction
Sobre La obra
Mercenary Abduction es una obra de ficción y los personajes, los acontecimientos y diálogos que se
encuentran dentro de la historia son producto de la imaginación de la autora y no deben interpretarse
como reales. Cualquier parecido con hechos o personas reales, ya sean vivas o muertas, es totalmente
fortuito.
Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o compartida, en cualquier forma o por cualquier
medio, electrónico o mecánico, incluyendo pero no limitándose a la copia digital, compartir archivos,
grabación de audio, correo electrónico y la impresión sin el permiso por escrito del autor.
Eve Langlais
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Esto es un proyecto de traducción Sin Ningún Ánimo De Lucro. Está hecho por Fans para
Fans, Siendo Su Distribución Complemente Gratuita. No ha tenido en ningún momento el objetivo
de quebrantar la propiedad intelectual del autor o reemplazar el original. Su Único fin es incentivar y
entretener con la lectura en nuestro idioma. Así mismo las Incentivamos a Comprar Las Obras de
Nuestras Autoras Favoritas, ya sea en el idioma original o cuando estén disponibles en español, para
seguir disfrutando de estas grandes historias.
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Sinopsis
Makl busca convertirse en el mejor mercenario del universo
conocido. En una verdadera tradición familiar, deja un rastro
de mutilaciones y cuerpos por dondequiera que va, roba los
más preciados objetos, arrebata mujeres a izquierda y derecha.
Pero sus días de provocar estragos llegan al final cuando se
encuentra con el mayor premio de todos: una bárbara
humana.
Eve Langlais
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Prólogo
Extracto de un destrozado ejemplar de la Guía Para La Prosperidad De Un Mercenario.
En primer lugar necesitas comprender, que los Dioses existen. Dejar de reírte y burlarte, porque lo
hacen. Algunos son menores, algunos importantes, cada uno con diferentes poderes y esferas de
influencia. Algunos prefieren ceñirse a una galaxia o un sistema solar, otros vagan por el universo. Te
encontrarás con ellos durante tus viajes. Es inevitable, sin embargo, le corresponde al particular
mercenario decidir si le seguirá y a cual.
Las ventajas son posibles cuando decides adorar a una deidad como fuerza o invulnerabilidad
añadida, pero ten en cuenta que todas las cosas tienen un precio. Involucrarte en la religión de un
solo dios puede ponerte en contradicción con los principios de otro. En algunos casos, esto puede
significar la guerra, así que consulte el Apéndice Treinta y Nueve para ver una lista apropiada de
tarifas que te cargaran en el caso de requerir tus servicios mercenarios a sueldo.
Volviendo al tema de los dioses — participar en una religión, o no, depende de ti. Estudia bien tus
opciones, porque una vez que hagas tu elección, generalmente es de por vida. Para una lista completa
de los diferentes documentados dioses, por favor lee, Dioses del Universo (en orden alfabético) por
Sualc Atnas, disponible en todo el universo donde alcohol, pornografía y armas de destrucción
masiva son vendidas. Los lugares que no tengan estos ejemplares deben ser reportados para que un
miembro de la orden de los mercenarios pueda mostrar a los propietarios de dichas tiendas la
ventaja de tener este preciado manual.
Mientras que es muy recomendable la compra de la guía de los dioses del universo (disponible en
descarga electrónica, alimentación subliminal, plataforma de tablets de piedra y en papel impreso,
incluso si es ilegal), sentimos que es importante destacar la existencia de un dios en particular, una
deidad que disfruta observando. Él tiene muchos nombres; Llokii, Puuka, Murphy, entre otros. Es el
personaje más molesto que nunca conocerás.
La fuerza esotérica de Murphy es difícil de calibrar, ya que aunque no destruye físicamente, puede
derribar imperios a veces con una insignificante acción o una sola palabra. Él parece existir
en la nada y sin embargo, su influencia puede aflorar en cualquier lugar. He escuchado a muchos
jurar que incluso nuestros pensamientos más íntimos no están seguros.
¿Fantasma o Ser real? Depende de a quien le preguntes y lo que creas, pero todos coinciden en que
es astuto. Impredecible. Egoísta. Potente. Sutil. Flagrante. Pero sobre todo, en que nunca debe ser
subestimado.
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Para sus pocos amigos, es un recurso invaluable y aliado. Para aquellos que no lo son y le han hecho
algo malo...que esperen lo inesperado, porque Murphy sigue una regla, un principio, una ley por
encima de todo y se puede resumir simplemente en: si puede jorobarte, lo hará. Para evitarlo, nunca,
nunca, ni por un solo instante, digas en voz alta o incluso creas que lo tienes todo
pensado. Nunca presumas de tener el plan perfecto o una idea infalible. Tu arrogancia le llamará la
atención y entonces... mejor espero que tengas plan B, pero prepárate para el Plan C o D, ya que con
Murphy, nunca se puede predecir un resultado seguro.
Pero podemos garantizar una cosa. Si él pone su mirada en ti, entonces estás con toda seguridad
¡jodido!
Eve Langlais
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Capitulo 1
El monóculo holográfico en su ojo amplió su objetivo. Acostado sobre su estómago sobre un techo
ligeramente inclinado y un poco áspero, Makl mantuvo sus movimientos al mínimo. Teniendo en
cuenta los diversos avisos que prohibían a cualquier persona, menos a los que tenían permisos de
trabajo válidos el acceso a su ubicación, por lo que hizo todo lo posible para permanecer fuera de la
vista... una tarea nada fácil para un guerrero que prefería ser el centro de atención. Durante varias
unidades galácticas él había ignorado el rumor de su estómago, la picazón en su costado y la jodida
roca clavándose en su muslo. Desconectó de todas las incomodidades y distracciones que tentaban a
un hombre aburrido.
No obstante, necesidad por lo indebido o no, sabía que no debía ignorar el insistente zumbido en el
oído de la transmisión de su tía Muna.
—Tía, ¿a qué debo el placer? —Ronroneó, incluso mientras observaba cuidadosamente la ubicación y
rotación de las cámaras en el exterior del establecimiento entubado. También sus documentadas
notas sobre cuántos guardias patrullaban y en qué intervalos.
—¿Confío en que estás siendo un buen soldado y manteniendo alto el honor de la familia? —Tía
Muna no perdía el tiempo en trivialidades tales como “Hola” y “¿Cómo estás?”.
—Siguiendo los pasos de los grandes, —respondió él mientras garabateaba sus conclusiones en la
libreta holográfica. Esta y la herramienta en su ojo eran de la mejor tecnología que había
encontrado... y robado.
—Excelente. Mantente al día con el buen trabajo. Tu madre habría estado tan orgullosa. Sin embargo,
necesito que entres a causar estragos y mutilaciones y realices un encargo para mí.
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de amenaza mezclada con indiferencia. Nada como proyectar la imagen correcta para tallar su
nombre en la historia.
—¿Estás muy ocupado? —Uh oh. Makl reconoció el tono de su tía. No presagiaba nada bueno—. Lo
siento, ¿me oíste decir que podías elegir, o prefieres que le diga a Tren que estabas demasiado
ocupado para ayudar a la familia? —dijo dulcemente. Demasiado suavemente.
—Tren está atrapado en algunos asuntos importantes actualmente o se encargaría de esto él mismo.
Pienso que es un honor que está dispuesto a confiar en ti con esta tarea.
¿El alto y poderoso, infame ex-mercenario, ahora convertido en político despiadado, necesitaba su
ayuda? El pecho de Makl se amplió varias unidades.
—Excelente respuesta.
—Es una misión muy sensible y de suma importancia. —Makl hizo una pausa en su tomar de notas,
intrigado—. Posiblemente peligroso.
Sonaba prometedor.
Cada vez mejor. Makl casi contuvo la respiración mientras esperaba a que ella fuera al grano.
Extrajo su auricular, Makl sopló sobre él, lo frotó en su camisa, movió un dedo en su oreja y luego
regresó la unidad de audiencia a su oído.
Se tomó un momento para procesar sus palabras, buscando un sentido oculto. Nada se le ocurrió.
—Por supuesto. ¿Sabes de otra clase? —la exasperación de su tía llegó alto y claro.
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Bueno, discúlpalo, pero la misión aún no tenía sentido.
—¿Por qué necesitas que contrate a una niñera? No tengo bastardos. —Por lo menos ninguno del que
fuera consciente.
—¿Fue lo suficientemente descuidado como para dejar atrás bastardos? Apuesto a que su pareja no
está feliz con eso. —Él había conocido a Megan, la chillona humana estaba lo suficientemente loca
como para casarse con su primo y tenía que admitir que no veía la atracción por la bárbara de piel
pálida. No es que mencionaría eso a la cara de su primo, no si quería vivir.
—No necesitamos una niñera para los bastardos de nadie. El puesto es para su heredero que tiene los
pulmones y el temperamento más poderosos que he visto nunca. Será el más grande guerrero cuando
crezca. —Tía Muna casi babeaba y Makl contuvo un gruñido.
Seré el mejor guerrero, después de obtener mi nombre y rostro por ahí. Su determinación para tener
éxito pudo hacerle un poco más temerario de lo habitual con su tía, eso y los varios sistemas estelares
separándolos.
—¿Quieres que deje todo para traer una niñera para el cachorro de Tren? ¿Está todavía en posesión
de sus facultades, tía? ¿Tengo que hablar con mi tío sobre ponerle a usted alguna medicación? —Él
lamentó su respuesta despreocupada en cuanto salió de sus labios.
—¿Necesitas que te muestre cómo no hablar a tus mayores? —respondió ella con dulzura—. Otra vez.
No, no de nuevo. Una vez fue suficiente, gracias. Nunca logró realmente deshacerse de las cicatrices
de la última vez que le enseñó buenos modales. Tía Muna se tomó su papel de guardiana después de
que su madre muriera muy en serio. Cuando hablaba, todo el mundo corría. Les mantenía en forma.
—Entonces, ¿qué busco? ¿Algo con un montón de brazos sin sentido del olfato y más paciencia de la
normal?
—Tratamos eso. Conseguimos una ocho—brazos Hummer Gunilian. Se fue ronca. La Answuya de
cinco brazos y sorda huyó llorando. Necesitamos algo más drástico que eso, razón por la cual
requerimos de tus servicios. Tienes que buscarnos una niñera humana.
¿Humana? ¿Como en prohibido por algunas entidades poderosas, que viven al otro lado del maldito
universo, bárbaro estatus humano? Por las estrellas, era fascinante. Y peligroso.
—Los seres humanos están fuera de límites. Sabes que es castigado con la muerte si te capturan
pirateándolas.
—¿Tienes miedo de una miserable sentencia como esa? Tú sabes que Tren tenía más de seis mil
delitos en su contra por el tiempo que se jubiló. Nos llevó una eternidad borrar todo el papeleo una
vez que ascendió a su puesto en el consejo galáctico”.
Una manera de tirar los éxitos desalentadores de Tren a su rostro. Makl todavía trabajaba en sus
primeros mil. Asegurados unos quinientos. Al parecer, algunas de sus muertes no eran lo
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—Mi agradecimiento.
Sí, Tren jamás daba las malditas gracias, no con palabras o créditos. Simplemente no era su camino,
pero podría contenerse de matarlo si Makl por accidente conseguía su parte mala — que tendía
hacerlo muy a menudo sin darse cuenta. Parece que me voy en busca de un bárbaro. Como si Makl
tuviera alguna elección. Trabajo gratuito o no, él haría lo que le pedía su tía porque le gustaba — y
temía.
Él suspiró.
—¿Algo más que necesite saber? ¿Cualidades que debería tener en cuenta?
—¿Cómo en el infierno voy a saberlo? Sólo tienes que encontrar una mujer humana para cuidar al
niño. Megan está haciendo su mejor esfuerzo, pero sólo es una persona y este niño está poseído por
el demonio, bendice su gran corazón.
—Entonces mejor empiezas a moverte. Esta misión es de suma importancia. —Tía Muna gritó la
última parte para hacerse oír sobre los estridentes alaridos de un bebé. Rasgando el auricular de su
cabeza, Makl se estremeció cuando el aullido rebotó por el interior de su cráneo. Buenos pulmones.
Guardando el auricular, volvió su atención al edificio que había estudiado en el transcurso de los
últimos días. Había terminado aquí. No tenía sentido observar más, no cuando tendría que regresar
posteriormente para terminar el trabajo. Y todo por culpa de un estúpido mandado —gratuito, sin
gloria, sin créditos— que no podía rechazar.
Tras embolsar sus herramientas, bajó del edificio que había escalado, la gente no se atrevía a decir ni
una palabra, a pesar de que, obviamente, no tenía buenas intenciones. Cobardes. ¿Qué tenía que
hacer un malhechor para llamar la atención? Con un gruñido en los labios, se dirigió a la calle y
gruñó en voz baja mientras caminaba por el mercado.
Enviado a hacer un maldito recado. ¿Su tía Muna no se daba cuenta de que tenía cosas más
importantes que hacer que buscar una niñera para su estúpido primo? Él pretendía hacer grandes
cosas. Viles actos, no representaba la parte de recadero. ¿Qué tan difícil era colocar un anuncio y
realizar entrevistas hasta que pudieran encontrar a alguien para cuidar de la semilla creada por su
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egoísta primo Tren y su mujer bárbara? La siguiente cosa que le pedirían, sería que comprara
juguetes o una mente para el niño. Que degradante.
Tren debería buscar su propia humana. Ya había secuestrado una accidentalmente, a su compañera,
Megan. ¿Qué tan difícil podía ser para él secuestrar por error a una segunda?.
Aunque la idea de burlar las leyes y descaradamente ir al planeta bárbaro para robar a una mujer sí
sonaba divertido. La Tierra estaba considerada fuera de los límites, no es que todos obedecieran ese
particular edicto. Ignorar la ley estrictamente aplicada podría conseguirle algún tipo de
reconocimiento, si se corría el rumor.
Aunque su reputación como combatiente se estaba construyendo, Makl aún tenía mucho camino por
recorrer antes de salir de debajo de la sombra de sus numerosos primos. Los malditos idiotas. El
problema de nacer en una ilustre familia conocida por sus fechorías destacaba en todo el universo.
Todo lo que hacía ya se había hecho antes y en muchos casos más ostentosamente — como a su
familia y oficiales les gustaba recordárselo.
Pero por poco tiempo. Pronto haré algo tan loco, tan inteligente, que no tendrán más remedio que
ver qué poderoso mercenario soy. Incluso si tenía que ir en una desenfrenada violencia para lograrlo.
El bazar estaba en su pleno apogeo cuando se mezcló entre la multitud. Vestido con una sombría
capa gris que se arremolinaba alrededor de su cuerpo, la punta de la misma alcanzando la parte
superior de sus botas, contempló a aquellos en su camino. La mayoría se apartaba de su camino.
¿Quienes no lo hacían? Él sabiamente les lanzaba la más grande, más mezquina mirada.
Fuerte e intentando hacer un nombre por sí mismo no quería decir que Makl participara
en estúpidas batallas — a menos que alguien le ofreciera un precio justo. La regla número uno de un
Mercenario: no luches a menos que te paguen. Si no te proporciona créditos, entonces ¿por qué
perder el esfuerzo y arriesgarte a una lesión? Por supuesto, existían excepciones a esta regla. La Regla
número ocho declaraba tolerancia para los insultos o calumnias. Mientras que la número quince, que
él sentía personalmente debería haber sido una sub-cláusula de la número ocho, ya que abogaba por
la venganza a toda costa.
Algunos podrían burlarse de las reglas de vida para un mercenario, pero Makl las había estudiado
religiosamente, memorizando su manual: Guía Para La Prosperidad De Un Mercenario. Arrugado y
desgastado, el reglamento de mercenarios fue un regalo de su padre que había visto cómo Makl
idolatraba a Tren. ¿Qué hombre no lo haría? Como niño y adolescente, él escuchó sobre las hazañas
de su gran primo. El gran e infame hombre que llevó grandes cantidades de honor y riquezas a su
casa, pero lo que Makl realmente codiciaba, era la adulación brillando en los ojos de todos cuando
relataban sus hazañas.
Makl quería esa gloria, para llevar esa sonrisa de orgullo a la cara de su familia. Era por eso que
trabajaba tan duro para lograr el éxito y por lo qué vivía con las reglas de mercenarios. Con los
mantras guiando sus pasos y fortuna, él se haría famoso. También vivía para luchar otro día y su
cuenta de créditos creciera. Ahora bien, si sólo pudiera conseguir un gran resultado. Algo que
realmente le hiciera el-primer-hombre-más-buscado en el universo.
Esperaba lograr eso aquí. Y todavía lo haría, pero no hoy, al parecer. Maldita estúpida familia.
Gruñendo un poco más, Makl se dirigió hacia su burdel favorito, decidido a aliviar su polla antes de
emprender el estúpido largo viaje hacia el planeta Tierra. Regla número cinco: Mantén tu polla
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ejercitada, no sea que la lujuria nuble tu juicio. Makl se tomaba esa regla muy en serio, la mayoría de
los hombres que conocía lo hacían. Propensos a los viajes espaciales de larga duración, a menudo
solos o con un puñado de otros machos, todos los buenos mercenarios gastaban una buena parte de
su tiempo y fortuna vaciando sus pollas. Cada vez que Makl salía, podía jurar que se sentía más lúcido
e inteligente, así que no era de extrañar que nunca descuidara esta parte de su formación.
Con la intención de alcanzar ese estado de claridad, él hizo lo que pudo para ignorar los puestos de
productos. No era una tarea fácil. Borlas pintadas con colores brillantes, mostrando riquezas y rarezas
de todo el universo, todo servido para distraer... y tentar sus dedos crispados. Especias, los aromas
levantando su humor, en algunos casos, embotando su espíritu con los demás. Gemas y joyas, algunas
con piedras de gran tamaño para satisfacer hasta la más avara mentalidad de las amantes, brillaban.
Los puestos con pantallas de tela tan brillantes que dolía los ojos, con más colores que el universo
prometía, eran difíciles de ver sin la protección de unas gafas. Pero
el ruido era lo peor. Todo parecía acumularse conjuntamente para crear un desagradable
rumor de sonido. Incluso algunos de los delicados adornos se añadían a la cacofonía. ¿Qué más
pedir? En la galaxia de Obsidiana, legal o no, se podía encontrar reales madejas de seda respirando.
Has oído bien. Existía el tejido vivo, muy raro, prohibido y muy caro, pero ridículamente cómodo o
eso había escuchado. Por lo menos el tejido dejó de gritar una vez que las costureras terminaron su
cosido y cortar el material ilegal en un vestido. Aunque, Makl tenía que escuchar el gemido ocasional
cuando se quitara la más delicada pieza con los dientes.
Divagaba. No era una buena idea en medio de la locura del mercado en el que cientos de voces
suplicaban escuchar, agujeros en movimiento observando y el peligro que posiblemente se acercaba
sigilosamente a él. Lo esperaba. En un lugar como éste, siempre había depredadores buscando hacer
víctimas de los recién llegados. Los débiles.
Makl no caería en esa categoría. Fuerte como cualquier aliens presente —para su categoría de peso—
él no dudaba de su capacidad para prevalecer. Aunque, ¿mantener su hambre bajo control? Su
estómago retumbaba por los olores... Mmm, la tentación de atiborrarse casi ralentizó sus pasos. La
comida abundaba por todas partes, recién hecha y mejorada para tentar a todos los paladares.
Algunos eran quioscos, pregonando sus humeantes platos. En ciertos casos, los decadentes aromas
provenían de los restaurantes en los estrechos edificios donde tenías la oportunidad de convertirte en
parte del menú. Nadie estaba hambriento en el mercado donde cada hambre podía ser alimentada,
legal o no.
En el centro de todos los pasillos era un caos y las sinuosas calles intencionadamente construidas para
canalizar el tráfico eran intransitables, existía un área abierta, pero estaba llena en ese momento. Una
subasta estaba obviamente en marcha, lo que significaba que no conseguiría llegar rápidamente al
otro lado. Estúpido diseño. O esperaba a que se fueran o tenía que retroceder y tomar un camino
más indirecto, que seguramente acortaría su tiempo fornicando.
No era la primera vez, que Makl deseaba no haber llegado por este lado de la plaza Hairy Dual Cleft.
Por desgracia, la combinación de su negocio —eliminar el problema de un capitán espacial cuya
esposa lo atrapó haciendo trampa— y su placer —una encantadora chica a la que debería pagar,
probablemente— significaba que ahora tenía que viajar un poco más lejos para aliviar su necesidad
sexual.
Los varones solteros tenía dos opciones en las ciudades que visitaban: ver sus posibilidades con una
luchadora o buscar una puta. Las hembras de raza más compatible para su especie eran por alguna
razón siempre más escasas que los varones. Extraño, pero cierto, a menos que contara el planeta
Zonian, donde las mujeres violentas dominaban. Pero ningún hombre en su sano juicio iba allí y
esperaba salir con vida.
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Demasiados seres con pollas significaba que existían leyes para proteger a las mujeres, de los extraños
al menos. Las mujeres solteras no debían ser molestadas o el castigo era la pena de muerte. Los
Padres se tomaban su papel de carabina muy en serio, pero las madres eran fanáticas. La virginidad
tenía un alto coste y viendo que siempre había machos buscando compañeras que dieran a luz a sus
propios hijos, una familia podía hacer un dineral con el matrimonio o la venta.
Sólo un estúpido guerrero se metería con una preciada virgen. Makl no necesitaba frotar su trasero
para recordar los errores en su camino. Prefería a las putas, tras ver como las luchadoras que se había
encontrado a menudo podían pasar por hombres — y provocar escalofríos. Y desde el fiasco en Hairy
Dual Cleft, Makl aún recordaba que debía pagar a sus parejas sexuales y darles propina — con
créditos en vez de sólo los orgasmos.
Parecía la diosa menor del Karma —desde la galaxia perdida que nadie recordaba— le estaba
sonriendo porque de pie sobre la tarima, vestida con una capa hasta los pies, la cabeza inclinada y las
manos entrelazadas, había una humana mientras el locutor exaltaba sus muchas virtudes. Una larga
lista de atributos —entrenada bailarina, experta chef, una jugadora de nueve instrumentos— la
humana recatada venía con un certificado homologado de su virginidad, que la haría alcanzar un
precio considerable.
Como el Vengador Galáctico, la tomaría desde justo debajo de la nariz de su nuevo propietario. Y
quizás iba a reírse mientras lo hacía. No creía que Tren o Jaro alguna vez hicieran eso. Tren
normalmente fulminaba con la mirada. Jaro daba a la gente una amplia sonrisa. Makl podría reírse
amenazadoramente. ¿O debería sólo sonreír fríamente? Él realmente necesitaba decidir su expresión
para que la gente tuviera algo de qué hablar cuando relataran sus hazañas. Pero estaba adelantándose.
Primero, tenía que adquirir a una cierta humana.
Adoptando una expresión de aburrido desinterés, se acercó al borde de la multitud, señalando que
parecía más decidido a hacer una oferta, de gran tamaño para la competencia. Vagamente se le
ocurrió que su tía Muna probablemente no aprobaría la contratación de una virgen entrenada en la
mejor de las artes eróticas, pero de nuevo, ella no le dio exactamente una lista. Además, seguro que
una mujer entrenada para tratar con hombres difíciles no debería tener problemas en el manejo de
un bebé.
Si lo de virgen era un problema, Makl conocía una forma de deshacerse de eso. Y guardar los
créditos duramente ganados en el proceso.
Podría. Makl dejo de respirar cuando la hembra en el escenario levantó la cabeza, el delicado
drapeado de la tela sobre su cabello enmarcaba un rostro perfectamente ovalado. Luciendo dos ojos,
una nariz y un conjunto de labios como los suyos, pero en un tono rosado, era encantadora. Pura.
Perfecta. Su piel ... ooh su piel pálida resplandecía, como el blanco hielo. Esto contrastaba muy bien
con sus oscuras, delicadamente arqueadas cejas y sus labios llenos y besables. Qué fácil era imaginar
su piel como una lámina de luz sobre su tono púrpura oscuro. La idea era suficiente para hacer su
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polla agitarse.
Sin embargo, su delicada belleza no era lo único que le atrajo. Ojos de aterciopelado chocolate —una
rara delicadeza que había probado una o dos veces— grandes y sorprendidos, lo miraban fijamente y
él le lanzó su mejor mirada lasciva de vuelta. Quizás toda esta cosa de la niñera no terminaría en una
tarea después de todo. Por el secuestro de la humana en el escenario, iba a rebajar unos días de su
agenda. Incluso podría tomarse su tiempo, para ahorrar combustible, por supuesto y añadir varias
revoluciones galácticos a su viaje de vuelta a la tía Muna. Tiempo de sobra para desflorar a una virgen
y arruinarla para el resto de los hombres. Megan probablemente iba a darle las gracias.
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Capítulo 2
O livia revoloteó sus pestañas, manteniéndolas recatadamente abatidas para que los hombres en
la multitud —y esas cosas con demasiados brazos, ojos y apéndices en las que prefería no pensar— no
pensaran que era demasiado atrevida. Era importante para su benefactor que ella pareciera bien
educada, amable y suave. La mujer perfecta. Obtener el precio más alto posible; ese era el plan. No
había pasado todo su tiempo entrenando, luego siendo arreglada —depilada, afeitada, piel pulida e
hidratada por los demasiados tentáculos de la esteticista— para no tener éxito. Sólo esperaba alcanzar
un alto precio.
Lo haría por ellos, por los que habían trabajado duro para conseguirla aquí, en el famoso mercado en
la Galaxia Obsidiana, un lugar evitado por todos menos por los más valientes —estúpidos— y ricos.
Un mundo sin ley gobernado por ladrones y asesinos, cuya retorcida idea del honor cambiaba de un
día para otro, donde cualquier cosa podía ser comprada y vendida, asesinada o apropiada. Un lugar
donde no existía el pecado, sólo el precio correcto. El lugar perfecto para subastar a una bárbara
humana prohibida, como ella, ante una multitud de los más ricos —más viciosos— seres del universo.
Decenas de codiciosas —y lujuriosas— miradas puestas sobre ella pusieron su piel de gallina, peor que
el baño que había sufrido con los gusanos suzzule. Pequeñas criaturas repugnantes, que mordían las
capas de células muertas, dando a su piel un fresco, aspecto cubierto de roció. Ella pensaba que más
bien parecía un pálido fantasma tras la desagradable experiencia, pero el especialista encargado de la
presentación decía que todo era por la rabia. Personalmente lo consideraba una pérdida de tiempo y
dinero, ya que aparte del pequeño —pero con buen gusto— cambio de imagen, la vistieron con una
túnica desde el cuello hasta los tobillos, la que cubrieron entonces con una voluminosa capa de color
blanco puro.
Hiladas a partir de un ligero tejido plumoso, que la cubría de arriba abajo, ocultando su forma a la
vista, mientras que proporcionaba un vistazo de su cuerpo alto y esbelto. Parecía una sorprendente y
descarada exhibición que tendía a inflamar y no a restar valor a los apetitos, no todos ellos de la
variedad lujuriosa. Ella prácticamente podía imaginarse a algunos de los más extraños —especímenes
observándola en la multitud levantando tenedores y cuchillos en sus sudorosas manos — y ventosos
tentáculos.
Malditos Aliens sangrientos. Años en el espacio aún no habían conseguido acostumbrarla a las
diversas formas de vida. Olvídate de los lindos ET y marcianos verdes que vagamente recordaba de
los shows que observaba al crecer — la realidad era que el universo tenía muchas horribles criaturas,
la mayoría de las cuales supuraban fluidos en los que prefería no pensar o olían raro.
Hoy no, por favor. Deja que Murphy y sus juegos se mantengan alejados.
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Ella tomó una respiración inestable y soltó el aire en un rápido suspiro tembloroso. Unos E.T.s en la
parte delantera de la multitud captaron su nervioso gesto y el número cambió en las pantallas que
rodeaban el área de arena brilló en neón rojo. Diez millones. Veinte …
La cantidad de créditos que iban a pagar por una virgen certificada, una virgen humana —bárbara y
prohibida— aturdía su mente. Al final del día, una de las criaturas pujando frente a ella la poseería,
podría hacer lo que quisiera con ella, bueno o malo, pero sólo una vez pagado y firmado el contrato.
No sería difícil. Olivia se retorció las manos, las largas mangas de su túnica no ocultaban
completamente sus pálidos y delgados dedos. No tenía que fingir el temblor. Los números se
mantuvieron constantemente subiendo. Levantó la mirada y se mordió el labio inferior mientras
examinaba al público, no dejando su estadía mirada sobre cualquier alien demasiado tiempo. La
variedad de vida en el lugar la tenían tambaleándose. ¿Qué haría un Pkl —raza acuática sin forma
corpórea real a menos que un charco contara— con ella?
Parecía más una feria social de razas reunidas para ver y pujar. Con colmillos, altos, bajos, gordos y
delgados, en la Galaxia de Obsidiana, muy especialmente el mercado negro en el planeta que-no-
existe, las razas se reunían y respetaban las normas del presente mundo de piratas o pagaban las
consecuencias. Aparentemente, había algunos castigos peores que la muerte. Uno de ellos gritaba los
minutos galácticos para aquellos que olvidaron sus relojes.
Sin poder decir quien luchaba más duro por ganar, ella regresó su mirada al suelo cuando un
divertido conjunto de ojos azules, casi transparentes capturaron los suyos. Su primer pensamiento
fue, ¿Qué está haciendo un tipo hermoso en un lugar como este comprando carne?.
Luciendo oscura piel de color malva, nariz recta, una barbilla con el toque de un hoyuelo y un pelo
sorprendentemente blanco que le llegaba hasta los hombros en ondas, no podían negar los hermosos
rasgos del ET. Entonces, ¿qué cobarde secreto escondía? ¿O sólo estaba aquí como un guardia?
Usaba una capa plateada, pero no veía el emblema en su pecho, ni podía decir hasta dónde se
extendía su normalidad. De cuello para arriba, parecía más o menos como ella, si púrpura. Desde el
cuello hacia abajo, podía tener ocho patas y el vientre peludo.
¿A quién le importaba? A pesar del hecho de que él mantenía esa entonación divertida
en sus labios mientras sus miradas seguían bloqueadas, ella no tuvo la impresión de que había venido
a pujar. No perdería el tiempo intercambiando miradas con él y no haría enojar a los demás o que
perdieran el interés. Así que apartó la mirada, y sin embargo, su piel cosquilleaba, sabiendo que él
aún la miraba. Claro que lo hacía, ella era el punto focal en todo este sangriento asunto.
Algo inquieta, se encontró moviendo la cabeza en dirección al chico púrpura, y se detuvo. ¿Por qué
está curiosidad? No le importaba qué hacia aquí. O bien pujaba o no lo hacía. O bien se había
imaginado su interés o no. ¿Él todavía miraba? Su intestino decía que sí. Pero, ¿cómo saberlo a
menos que ella lo viera?
Involuntariamente, miró en su dirección. Su intuición iba mal. Ya no estaba allí, sin embargo, su piel
se estremecía como si aún la observara. Como si estuviera bajo el control de otra persona, sus ojos se
deslizaron a la izquierda y allí estaba él, parado prácticamente a la cabeza de la multitud, con la
capucha de su capa puesta, pero podía ver sus ojos, esas claras y expresivas esferas. Sus labios negros
curvados en una sonrisa, que se amplió cuando se dio cuenta que ella lo había pillado. Le guiñó un
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ojo.
Estuvo a punto de girar la cabeza, pero no quiso darle la satisfacción de saber que la inquietaba. Ella
rompió el contacto visual, pero lo revisó desde su nuevo ángulo. Su capa terminaba a media pierna y
vio un par de botas negras — sólo dos pies, algo raro— de cuero rayado, pero limpias. No podía juzgar
su altura, pero al menos era tan alto como ella, quizás un poco más alto. ¿Lo más interesante de todo
esto? Él no poseía una caja de subasta. Ningún transmisor con una pequeña pantalla de visualización
para hacer una oferta, lo que significaba que no era un cliente. Y no merece mi atención.
—¿Qué te tiene tan distraída? No digas nada. Sólo haz lo que te dije. Ojos abajo. Manos entrelazadas.
Ya casi ha terminado. Y el poderoso trato, también.
Pero Olivia se perdió la puja final, ya que con otro guiño travieso, el desconocido púrpura se fundió
en la multitud, desapareciendo casi mágicamente de la vista. Sin embargo, no podía evitar la
sensación de incomodidad tras la última mirada juguetona, era casi como si él prometiera volver.
Imposible. Una vez que se fuera con su nuevo propietario, nunca volvería a verlo. Esperaba no volver
a ver a nadie de esta multitud de nuevo.
—Afortunada esclava. Su nuevo dueño es asquerosamente rico. Ella vivirá como una reina.
Como si las reinas fueran putas. Idiotas. Sin importar cuánto tiempo llevaba viviendo entre aliens, ella
recordaba lo suficiente de su antigua vida en la tierra para saber que las mujeres en la Tierra no eran
tratadas con los mismos derechos que aquí, en la inmensa galaxia. Y nos llaman bárbaros. Avanzada
tecnología, capacidad de viajar a las estrellas o no, Olivia pensaba que el universo tenía mucho que
aprender sobre la igualdad de sexos. Le desconcertaba que los hombres pagaran casi cualquier cosa
por el premio entre los muslos de la mujer. Por otra parte, ¿quién era ella para juzgar tan duramente
a los codiciosos aliens? Era su propia madre quien la vendió a esta vida en el primer lugar. Ahora era
un recuerdo que deseaba poder olvidar.
Se sentó en una silla, dejó que la esteticista y estilistas trabajaran con ella. Ellos ajustaron su pelo,
retocaron su coloración y tonificaron su aspecto actual destinado a las luces brillantes del escenario
por algo más adecuado para un ambiente íntimo. El perfume la envolvió en una nube perfumada y
contoneó su nariz.
—Ni se te ocurra estornudar, —la voz en su auricular advirtió, una hazaña espectacular dado que el
orador ni siquiera estaba en la misma habitación.
—¿Cómo lo haces? —Ella habló en voz alta, el personal lo hacía con sus conversaciones unilaterales
con su benefactor.
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—Sabes que eso es espeluznante en vez de reconfortante.
La familiar risa le hizo rodar los ojos, ganándose un pellizco de la artista repintado sus pestañas.
—Lo hemos practicado un millón de veces. Puedo manejarlo. Es para lo que me has preparado.
—No me decepciones.
La conexión se cortó y Olivia se desplomó. Toda una vida de aparentes lecciones se reducía a este
momento, un momento que cambiaría el curso de su futuro.
Extraño cómo ese pensamiento le hizo pensar en unos claros ojos azules.
***
Makl apagó la capacidad de ocultación de su capa, una pieza rara y de costosa tecnología
que él había tomado prestada... más o menos. No era como si su anterior propietario fuera a
necesitarla... más. No era su culpa que el tipo tuviera una boca muy grande, una que no pudo
ayudarle a correr detrás de Makl, tras un cierto suplemento de cerveza extra-fuerte Quergon. Un
fanfarrón debería saber cómo retener el licor, incluso si el tipo estaba atado.
Era una pena desperdiciar la lujosa capa cuando el dueño se encontró con la punta de un puñal —el
suyo, por supuesto— sobre todo porque la capa de invisibilidad era una de las dos únicas en su
género. O eso descubrió Makl cuando localizó al inventor. El creador tenía el secreto de su creación
en la cabeza. Un brillante científico, el fabricante de la capa utilizó su habilidad casi mágica con la
nanotecnología para escapar de la prisión de un muy rico patrón que lo retenía... con una ayudita de
Makl.
Entonces el imbécil huyó antes de que Makl pudiera conseguir el secreto de cómo hacer más. Él
realmente tenía que dejar de ser tan agradable. A partir de ahora, las esposas permanecerían,
urgencia de pis o no.
Ooh, debería conseguir unas esposas para la humana. Y no solo para hacerla comportarse. Las cosas
que Makl podría hacer con ella mientras estaba a su merced…
Aunque primero, tenía que poner sus manos sobre ella. En la subasta, había calculado rápidamente
las probabilidades de robarla por debajo de la nariz de todos, pero lo consideró muy peligroso. Una
lástima. Una hazaña pública como esa habría sido noticia seguro —pero dejándole como un cadáver.
Prefería mantener intacto su esqueleto, en vez de eso hizo planes para después. Una vez que el nuevo
propietario pagara y recibiera su premio, Makl pretendía robarle antes de que dicho premio quedara
mancillado. Una humana traumatizada no le serviría de nada, pero una rescatada en el último
momento, estaría tan agradecida al hombre que la salvara. El muy atractivo, suave y se atrevía a decir
gallardo, héroe del día. Vencedor de las estrellas. Amante de las …
Sí, realmente necesitaba trabajar en su línea de captura. Malditos sus primos porque ya robaron las
mejores consignas. No era fácil dejar su marca y emitir su propia luz sobre las sombras dejadas por su
ilustre familia. Tren, el mejor asesino de la galaxia nunca conocido — hasta ahora. Jaro, el azote del
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universo —quien un día iba a palidecer en comparación con Makl— cuya reputación conseguiría
mejorar aún más cuando de algún modo domara a una feroz mujer Zonian. Sí, Makl no estaba
seguro de la mejor forma de conseguir esa hazaña todavía. La mayoría de las parejas sexuales de las
más feroces Zonians, sufrieron daños en sus partes masculinas. Quizás dejaría que Jaro mantuviera
esa distinción. Y quedaban Brax y Xarn, esos torpes idiotas que nadie quería llegar a ser.
Sin embargo, incluso si sólo contaba a Tren y Jaro, con ese tipo de reputación que les precedía, Makl
tenía que trabajar el doble para llamar la atención. De ahí, su visita a la Galaxia Obsidiana. La que se
enorgullecía de tener la más estricta seguridad, los más decadentes placeres piratas y ofertas, el mejor
reto en este antro casi gritaba su nombre.
¿Cómo puedo robar algo valioso, algo muy grande, digamos, como la actual esclava y lograr salir de
aquí con vida?, incluso sus primos jamás lograron algo tan peligroso —y estúpido, le susurró una voz
en su cabeza. ¿Qué mierda? ¿Desde cuándo dudaba de sí mismo?.
Tienes razón. No te molestes en dudar. Sólo hazlo. Debería ser divertido de ver.
Su conciencia eligió un momento extraño para hablar con él. Como si Makl iba a empezar a
escuchar. Cállate, conciencia, haré lo que me plazca sin tu ayuda. Tengo a la diosa Karma de mi lado.
La mente de Makl parecía asombrada. Extraña. Sabía que el Karma no le permitiría caer. No como
otros aspirantes a dioses de los que había oído hablar.
Pequeño arrogante... Por un momento, Makl se preguntó por su salud mental ya que su mente
parecía a punto de perder su temperamento — ¡con él! Al instante, su psique interior se calmó.
¿Enojado? No, pero si decepcionado. Ya has encontrado una humana. ¿Tan difícil es mantener el
primer plan? Causa el doble de estragos. Pura locura. Robar un esclavo era lo suficientemente
peligroso, ¿pero también seguir adelante con su atraco original?.
Una vez que la idea se consolidó, la consumió. ¿Por qué no hacer su movimiento aún más audaz?
Sólo requeriría un pequeño ajuste extra.
No era como si no tuviera ya todo planeado. Había ubicado las joyas de la boutique —que los clientes
veían sólo con cita previa— en el segundo cuadrante. Sabía que inestimable chuchería tomaría —una
con un enorme diamante encajado en un agujero negro. Había discernido donde el dueño lo
escondía y cómo lo mantenía seguro. Pero no lo suficientemente seguro de Makl y sus dedos ágiles.
Puedo hacer esto. La gloria de ello si él lo lograba... Casi podía ver los titulares. El reconocimiento.
Había pensado que tendría que olvidarse de su original, tortuosa obra cuando la tía Muna llamó y le
dijo que encontrara a una niñera humana. ¿Viajar a ese sistema bárbaro y secuestrar a una humana?
Seguro que iba en contra de la ley, pero también se había hecho ya. Por su primo Tren, de hecho.
Para qué desperdiciar combustible, cuando aquí, encontró justamente lo que su tía le ordenó. Una
chica humana. ¿Preocuparse por sus credenciales? Ella era una mujer. Las mujeres tendían a tener
hijos. ¿No era como un instinto natural, como saber cómo complacer a un hombre?
¿Encontrar una humana con tal alto precio? Si podía secuestrarla y tomar el diamante, terminaría
siendo famoso. Makl, el poderoso ladrón. Hmmm, eso le hacía sonar insignificante. Quizás Makl el
invencible.
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O Makl el arrogante. Deja el tramado y ponte ya en movimiento. La subasta ha terminado. Los
créditos ahora cambiaron de banco. La mercancía se estaría transfiriendo. Era hora de entrar en
acción y rezar al Karma que le estaba observando.
Olvídate de esa pequeña diosa. Me tienes a mí. La nueva voz en su cabeza debería preocupar a Makl.
Bueno, lo hacia un poco, pero quizás su recién descubierta locura por fin le permitiría alcanzar la
grandeza que siempre quiso.
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Capítulo 3
O livia escuchó a medias mientras su preocupado benefactor le susurraba instrucciones de
última hora a través de su incrustado comunicador.
—No le mires a los ojos. A ninguno de ellos. Lo toman como una señal de agresión y te convertirá en
piedra, lo cual es doloroso de invertir. Cuidado con los tentáculos izquierdos, tienen un agente
anestésico en las puntas.
—Labios.
Olivia se estremeció.
—No, esos son sólo para lamer y sorber. Su verdadera boca está en su pecho. Rodeada de afilados
dientes. No deberías ir cerca de ella.
—No, eso lo resume todo. Lo hiciste bien. Sólo recuerda lo que te dije y todo irá bien.
Olivia deseó compartir ese optimismo, y, sin embargo, una persistente sensación no le permitía
descansar. Había aprendido a confiar en su intestino durante los años. Nunca la dirigía por el camino
equivocado y en este momento le decía —le gritaba en realidad— que tuviera cuidado. Quizás se lo
imaginaba, pero casi podía tocar la sensación de algo grande en el aire. Un cambio venia. Lo sabía
con una certeza que sólo había sentido un par de veces antes en su vida. Esperaba que el cambio no
resultara perjudicial para su salud.
Velada y preparada para seducir, Olivia mantuvo el ritmo de los guardias enviados por su nuevo
propietario. Un anillo de criaturas con armadura a prueba de balas y elevándose sobre ella por unos
buenos treinta centímetros o más, le impedía ver algo a su alrededor, pero seguro que la gente podía
oírles llegar. Clomp. Clomp. Clomp.
La monotonía de los pasos la adormecieron para cuando de repente se detuvieron y ella tropezó con
la espalda de un guardia.
—Oops. Lo siento, Grandote —sonrió a modo de disculpa, no es que él se moviera. Tipo fuerte.
Alguien habló en un susurro y oyó el sonido de una puerta corredera abriéndose, el mecánico
zumbido era muy distintivo. El anillo de guardias alrededor de ella se separó, dejándole una
apertura. Con pequeños, pasos medidos, dio un paso a través y entró en la decadencia. Las pantuflas
en sus pies se hundían en una alfombra de felpa. La luz no dañaba los ojos. Los acordes de una
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popular melodía galáctica flotaban en el aire, junto con el relajante aroma de las hojas Hoha — parte
relajante muscular, parte afrodisíaco. Eran extrañas, por lo tanto caras y su nuevo propietario las
quemaba. La riqueza en su máxima expresión.
Un par de guardias estaba detrás de la persona que pagó un alto precio por ella, al parecer igual de
sombríos y amenazantes que los que la trajeron. Pero grande no significaba mejor. El mejor luchador
que conocía carecía de tamaño, pero cuando se trataba de incapacitar enemigos más grandes, ella
nunca había visto algo más impresionante. Qué pena que nunca había logrado alcanzar ese tipo de
habilidad. Pero Olivia destacaba en otras áreas.
Parada antes de llegar al enorme escritorio de madera tallada, similar a lo que recordaba de sus años
en la tierra, esperó órdenes como una buena pequeña esclava.
—Levanta el velo. —La orden se emitió en un tono dulce, una suave traducción realizada por el
transmisor enterrado en su canal auditivo. También proporcionaba protección auditiva para evitar
que los inusualmente altos decibelios de los aliens explotaran sus tímpanos. Lo había visto ocurrir
una vez. No fue agradable.
Las manos le temblaban ligeramente, por lo que se tomó su tiempo doblando el tocado de encaje
que cubría su cabeza y revelando su rostro poco a poco, cada pulgada de inocencia. Al parecer esas
horas de prácticas dieron fruto. Un gruñido de satisfacción salió del hombre con tentáculos. Agitó los
apéndices a su alrededor.
—Acércate más para que pueda tocar tu piel y garantizar que no es una máscara.
¿Tocar antes de hacer el trato? Su profesor le advirtió sobre eso. Ella negó con la cabeza y chasqueó
la lengua.
—Tu escáner habría detectado armas o glamour a mi entrada. Ambos sabemos qué lo que ves, es lo
que obtienes. —Ella templó su reprensión con una sonrisa.
Lo que ella supuso que era una risita sacudió el cuerpo bulboso.
—Un poquito de espíritu. Me gusta. La mercancía parece ser según lo prometido. Transfiero los
fondos.
Su nuevo propietario inclinó la pantalla y la dejó ver como una gran cantidad de créditos se mudó de
su cuenta a otra. Un mensaje brilló con la palabra clave que había memorizado para hacerle saber
que todo estaba bien.
La criatura que tenía delante ahora era su propietario. Hasta que me venda — e incluso la muerte nos
separe.
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—Maestro.
—Quítate la ropa.
—Nadie, mi poderoso señor. Simplemente lo asumí dado que quieres compartir tu primer encuentro
conmigo, un momento que he esperado en reclusión toda mi vida, un placer por el que pagó tan
caro. ¿Quién más que un generoso hombre como tú compartiría el más singular de los momentos,
aunque sólo sea visualmente? ¿Quién más que el más caritativo de maestros podría dejar que otros
comenten la gloria que vamos a alcanzar juntos mientras me muestras tu suprema destreza?
Al menos la mitad de los ojos del alien chispearon mientras que la otra mitad se estrechó con astucia.
¿Había hablado demasiado?
—Tienes razón. Me hicieron pagar una fortuna. ¿Cómo puedo presumir sobre tu rareza si otros son
conscientes de ella? Guardias. Déjanos.
El de la derecha se inclinó para susurrarle algo, probablemente algo así como: “¿Estás loco?” Mal
movimiento. A los ricos y poderosos nunca le gustaba que sus secuaces les dijeran qué hacer, aunque
fuera por su propio bien. Éste demostró no ser diferente. Los hombres siempre han sufrido la misma
arrogancia, sin importar su forma o lugar en la galaxia. El semblante de su nuevo amo se oscureció a
un inquietante verde.
— ¿Crees que esta desarmada, insignificante niña puede hacerme daño? ¿Me tomas por un
debilucho?
No, pero sí esperaba que su propietario tuviera la suficiente testosterona para permitirle mofarse y
obligarle a hacer alguna tontería, digamos, como enviar a sus guardias lejos. Ella realmente no quería
que nadie viera lo que sucedería después. Su estómago se revolvió con el pensamiento. No necesitaba
audiencia.
Recuerda las lecciones. Fácil de recordar, pero ahora se enfrentaba con la tarea más difícil, esperaba
poder llevarla a cabo. El fracaso no era una opción. Respirando hondo, esperó ver lo que que
sucedería a continuación.
***
Makl quería aplaudir lo bien que la virgen humana trató al alien que la compró. Quería felicitarla con
la grandeza de su persona, pero no lo hizo para no darle su ubicación. Se había preguntado cómo iba
a sacar a los dos guardias, someter al rico alien y amortiguar a la chica para que nadie oyera o
sospechara nada hasta que él se esfumara. Qué suerte que la esclava se hiciera cargo del problema
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por él. Con los guardias fuera, él en realidad sólo necesitaba preocuparse por el gran alien esperando
tomar a la virginal humana de Makl.
Mi virgen. Sí, él ya se había imaginado su desfloración innumerables veces una vez que llegó a su
posición, mezclándose con las cortinas de la habitación mediante el uso de su capa, permaneciendo
quieto para que no arruinar la ilusión. No era fácil, sobre todo porque sus fantasías implicaban a la
bárbara de piel pálida dándole las gracias de formas carnales. Por las estrellas, el número de veces
que mentalmente la había corrompido, le hizo gritar su nombre, sollozar, rastrillar su espalda...
¿Quizás debería aspirar a ser el mejor amante del universo? Maldito subconsciente por reírse.
Tan fácil como joder a una puta en el florido planeta Druella —un mundo donde pocos eran los que
se quedaban una vez que inhalaban su efecto narcótico y sexual. En la temporada de germinación, el
mismo aire goteaba feromonas. Grande para los apetitos sexuales en crisis, si no te importa qué
joder. Makl, sin embargo, estaba más en la línea de polla más grandes que la tuya. Por ahora, sin
embargo, necesitaba olvidarse de Druella. El momento de actuar se acercaba.
Los guardias, no contentos con su orden, pisotearon hacia fuera. La puerta se cerró. La hembra
humana se giró y ¿seguramente ella no pretendía sonreír tan brillantemente al hombre que la había
comprado y la hizo su esclava sexual de por vida?
Muchacha enferma. ¿Qué le hicieron para aceptar su destino tan dócilmente? Por los dioses en los
que él no creía — ni siquiera tu Murphy, sin importar lo que el manual mercenario afirmaba— quería
aplaudir. Si ella tomaba su suerte con este alien baboso tan tranquila y voluntariamente, espera hasta
que él le diera una opción más apetecible. ¿O era comestible? Ella tenía los labios regordetes,
perfectos en tamaño y forma para…
Después. Tendría que meditar sobre su uso. En este momento, necesitaba concentrarse. Un alien
rico como este no despediría a sus guardias sin tener respaldos en su lugar, alarmas que él podría
activar posiblemente con sólo un pensamiento. Makl necesitaba estar listo para moverse rápido como
un rayo cuando llegara su momento. Pero no había necesidad de apresurarse, no cuando había tanto
que todavía debía hacer, ejem, observar.
La hembra se quitó el velo restante. Su oscuro pelo yacía enroscado sobre su cabeza en tirabuzones
gordos, algunos escapando para enmarcar su rostro. Él disfrutaría soltando la masa pesada y tirando
de ella mientras la montaba por detrás.
La capa sedosa fue lo siguiente golpeando el suelo en un charco de tela, ella dio un paso lejos, con lo
que su figura alta y esbelta se acercó más a su nuevo propietario, pero no exactamente al alcance de
sus tentáculos. Llevaba un fino vestido, desde el cuello hasta los tobillos, la metálico plateado del
mismo camuflaba, mientras que al mismo tiempo delineaba perfectamente su forma humanoide.
Girando sobre sus talones, la prenda fluyó a su alrededor, burlándose y abrazándose a dos altos
pechos —uno menos de lo que él generalmente exigía— revelando y ocultando dos muslos —él
prefería tres — y ocultando su sexo — ya sea o no que poseyera dientes como había oído a su primo
Jaro bromear sobre ello.
¿Seguramente, incluso su primo no estaba tan loco como para meterse en la cama con una mujer
cuyo sexo podría morder su virilidad? Quizás debería investigar la fisiología humana un poco más.
Pero, de nuevo, si Jaro y Tren eran lo suficientemente valientes como para meterse entre un par de
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muslos humanos, ¡entonces también lo era él!
Orden o no, ella no obedeció. Se giró en su lugar, sumergiéndose en un baile que hizo a su vestido
arremolinarse y meterse en su contra, la rutina fascinante que con cada vuelta revelaba carne mientras
se lo desabrochaba en lugares estratégicos, un strip tease profesional si alguna vez había visto uno.
Una virgen con lecciones de seducción y no de cualquier profesor. Makl reconoció el patrón de la
danza Khiuya, un raro arte, erótico enseñado sólo a unos pocos elegidos. No era de extrañar que ella
alcanzara un precio tan alto. No sólo era por su raza no vista a menudo en la galaxia, al parecer esta
pálida humana se había sometido a una rara educación para convertirse en una verdadera cortesana.
Esta misión era cada vez mejor y mejor.
Más y más rápido, su virgen giró. Más piel de marfil apareció cuando la tela azotaba en arcos
ondulantes mientras sus brazos y cuerpo giraban. El alien gruñó, sus tentáculos agitándose en
emoción, ya que simulaba una danza de apareamiento, que afectó al silencioso y observador Makl.
Palpitando y duro, no podía apartar la mirada, o detener su creciente lujuria. En silencio, se ajustó la
polla en sus pantalones de cuero y luego se preparó. Olvídate de la mujer y presta atención al
objetivo.
Justo cuando ella se giró, dándole la espalda al alien y un atisbo de sus nalgas, Makl golpeó. Dos
rápidos cortes, abajo a la izquierda, cruzando a la derecha y el ser corpulento se deslizó en pedazos
en el suelo.
Ninguno de sus asesinatos eran tan nobles, ¿pero teniendo en cuenta que la puerta no se desintegró
con un aluvión de disparos láser? La elección fue la correcta.
No se escondió de la esclava cuando ella giró y sus movimientos tropezaron en un alto. Ella miró al
suelo en estado de shock y se apartó de la baba supurando de su propietario, recientemente fallecido.
Tragó saliva.
Makl debió hacer un ruido porque ella chasqueó la cabeza. Sus ojos marrones de chocolate —una
rara delicadeza que había probado más de unas pocas veces— lo miraron en shock. Limpiando sus
cuchillos, esperó a que la mujer gritara —un sonido que los guardias probablemente esperaban. Él
consiguió un jadeo. Luego esperó su abrazo o un lacrimoso gracias. En su lugar, él consiguió:
Cuchillas enfundadas, Makl planteó una mirada perpleja a la belleza frunciéndole el ceño. Con las
manos en las caderas, piernas separadas y sus ojos lanzando puñales, ella no parecía contenta con el
giro de los acontecimientos. Tampoco parecía tan dócil e inocente. ¿No entendía que le había dado
la libertad? De este monstruo al lo menos. Ahora, ella le pertenecía.
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—¿Multi qué? —Su respuesta la desconcertó—. Creo que necesitamos retroceder un segundo. ¿Quién
eres?
Makl hinchó el pecho, inclinó la barbilla y adoptó una pose que la gente —ejem, bueno, su abuela—
aseguró que le hacía parecer positivamente majestuoso.
—Soy Makl, guerrero de primera clase del planeta Aressotle. Conocido como el vengador galáctico,
estoy aquí para salvarte de un destino peor que la muerte.
—Nunca he oído hablar de ti. —Ella agitó una mano con desdén.
—Pues no.
—Bueno, ahora tienes el honor. Saluda al más grande experto en adquisiciones y mortífero guerrero
conocido en el universo. —Ejecutó un arqueamiento perfecto y esperó a que ella por fin mostrara el
aprecio que merecía.
—No hay nada común como eso. Sólo me ocupo de artículos y empleos de alta gama.
—Robar es robar. Y en cuanto a matar, cualquier persona puede hacerlo. Sólo hace falta conocer la
debilidad de una criatura.
—Exacto. —Él inclinó la cabeza hacia el montón de supuración en el suelo—. La suya era dejar que su
polla dictará su sentido común.
—Bueno, en eso estamos de acuerdo. ¿Cuál es tu punto débil? —Su consulta celebró un toque de
desafío.
Infló su pecho.
—Por supuesto que no, —ella estuvo de acuerdo, su sutil movimiento de cabeza denudó parte de un
pezón, que atrajo su mirada como un imán.
Maldición, él cayó en su trampa. Antes de darse cuenta, la esclava —que no actuaba como cualquier
esclava o mujer debería— sostuvo algo frío y metálico bajo su barbilla. ¿Cómo llegó a adquirir un
arma? Había visto como ellos la escaneaban mientras se escondía en las cortinas, su capa
mezclándole con el fondo.
—Hombres. Todos sois iguales. Un pequeño flash de carne y todos pierden el sentido común. Ahora
¿de qué estábamos hablando?, ah sí, ¿no tienes un punto débil? ¿Quieres retractarte?
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—No creo que vayas hacerlo.
—Sí, lo haré.
No teniendo en cuenta la forma en que ella parecía a punto de desmayarse ante la vista de un
cadáver.
—¿En serio? Ya sabes, lo único que necesito hacer es presionar el gatillo, —susurró ella, la excavación
de la pistola en la piel—. Y bam, estás muerto.
Makl suspiró. ¿En serio? ¿Pensaba que era un inexperto? Por otra parte, tuvo que preguntarse por
sus propios atributos.
— ¿Qué me delató?
—No, tu resistencia. No tengo dudas de que eres un hombre. Arrogante. Lleno de sí mismo... —Su
mano libre alcanzó entre las piernas y apretó—. Oh, pero sorpresa, al menos posees lo suficiente para
presumir. Supongo que obtienes un poco de crédito.
Lástima que lo soltara. Si ella pensaba que su polla era impresionante estando semi-blanda, espera a
que la sostenga completamente dura.
—Si no eres virgen y no estas contenta porque maté a esta patética excusa de ser, entonces, ¿qué eres?
Oh, por la diosa del Karma, por favor, dime que no eres parte de un equipo de ataque intergaláctico
cuyo propósito principal es luchar contra el crimen. —No pudo contener su consternado tono.
Makl no pudo evitar sonreír, sobre todo porque la pistola bajo su barbilla tembló.
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—Los esclavos no pueden poseer bienes. —Una observación estúpida dado que ya sospechaba que
tampoco era una mera esclava.
—Otra vez con las suposiciones. —Ella chasqueó la lengua—. ¿Estás seguro de que no eres el mayor
idiota que la galaxia haya conocido?
Insultado. Otra vez. Por una mujer nada menos. Regla número veintidós de los Mercenarios; no
dejar que una hembra sea mejor que tu, ni siquiera en una batalla de palabras. Reafirma el dominio
por cualquier medio posible.
Una. Dos. En un instante, sostuvo el brazo con el arma retorcido detrás de su espalda y el otro
atrapado entre sus cuerpos. Sus cuerpos tocándose. Él se inclinó.
—En realidad, mi tío me mostró desde muy joven a cómo irritar a hombres como tú. Pero fue su
hermana quien me enseñó a cómo escapar.
¿Escapar? Como si fuera a soltarla. Claro que, no había contado con la estratagema de su tía. La
humana no intentó alejarse o luchar. En cambio, más alta de lo que una mujer debería ser, se estiró
un poco más y atrapó su labio inferior con el borde plano de sus dientes blancos, luego lo chupó
mientras frotaba la parte inferior de su cuerpo contra el suyo.
¡Santa mierda! Calor y lujuria instantáneamente florecieron cuando finalmente cedió al deseo que ella
obviamente no podía contener. Ya era hora de que las cosas empezaran a manifestarse de la forma
que las había planeado. Su lengua húmeda se deslizó sobre sus dientes puntiagudos y él se abrió
ampliamente para dejarla entrar. Ella sabía tan perfecto. Dulce azucarado y sabía cómo usar su lengua
en el máximo provecho, acariciándole, chupándole. Gimiendo en su boca. ¿O estaba él gimiendo en
la suya? ¿Importaba? Él inhaló cuando ella exhaló, su dulce aliento llenándolo. Sus rodillas
temblaron. Cayó. Se hundió sobre el suelo. Deshuesado. Pestañeando. Sólo tuvo un momento para
ver su sonrisa triunfal antes de caer sobre su rostro, drogado.
Soy un idiota.
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Capítulo 4
O livia miró fijamente al hombre púrpura desplomarse en el suelo. No se sentía mal por
haberlo drogado. Después de todo, él admitió que era un asesino y un ladrón, pero deseaba poder
haberlo conocido en otras circunstancias. El hombre podía besar y aunque sus puntos de vista eran
pomposos y machistas, tenían un aspecto entretenido que había disfrutado bastante. Mezcla lo que
parecía un cuerpo duro y con una forma similar a la suya y sólo podía imaginarse la diversión que
podrían tener.
Sin embargo, no era tiempo de juegos. Con un trabajo por hacer, uno fallido, podía agregar, tenía
poco tiempo para salvar lo que pudiera e irse.
Se dirigió a un panel de pared indistinguible del resto sino por un pequeño rasguño en la parte
inferior, ella presionó el botón oculto. Una puerta se abrió y entró su socio. Que parecía un perro del
tamaño de un humano —menos por el cuello y el mal aliento— que le recordaba al cachorro que
había poseído brevemente cuando era una niña, si es que un perro llevaba pantalones y una camisa,
hablaba y tenía patas con las puntas de los dedos rechonchas y peludas.
—Te llevó bastante tiempo... —Ifruum la rodeó y se detuvo. —¿Qué pasó aquí? ¿Por qué está tu nuevo
propietario rezumando sangre verde por más partes de las que poseía anteriormente y hay un
mercenario púrpura inconsciente en el suelo?
Apartó los ojos del refrigerado charco. Los cadáveres no eran lo suyo, incluso los de aliens.
—Ignora al tío púrpura. Él quería ser un héroe. Pensaba que me estaba haciendo un favor matando a
nuestro objetivo. Terminé usando el gas en él cuando se puso tierno conmigo.
—Bueno, esto apesta. —Ifruum frunció el ceño, su hocico peludo arrugado—. Tenía la esperanza de
mantener vivo a este objetivo porque era muy crédulo y rico. Bueno. Al menos obtuvimos nuestros
créditos antes de que el asesino lo matara. Debemos sacarte de aquí antes de que alguien intente
arrestarte por asesinato.
¿Arrestarla por homicidio en la Galaxia Obsidiana? Ella casi se rió ante la insustancialidad de la
misma.
— ¿Le viste escribir los códigos? —Ifruum preguntó mientras pasaba un dispositivo a través de los
muchos dedos del alien abatido, para captar los inconfundibles espirales y patrones.
—Cada uno. Él podría tener muchos tentáculos, pero no contó con mi memoria fotográfica.
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Ifruum se dirigió a la abertura en la pared.
— ¿Qué pasa con él? —Preguntó ella, señalando al flácido cuerpo púrpura en el suelo. A pesar de sí
misma, no era capaz de ignorar al alien con increíbles labios y habilidosos besos.
— ¿Puedes ayudarme a conseguir su capa? La mía tiene entrañas de alien en ella. —Ifruum ni siquiera
se volvió para verlo mientras tiraba de la reluciente tela y se la entregó a ella. La pasó alrededor de sus
hombros y Olivia no pudo evitar inhalar su aroma. Mmm. Limpio y jabonoso, con una pizca de
colonia, un aroma almizclado que envió un escalofrío a través de ella.
—Aparte de las armas, el tipo viaja ligero. —Ifruum se levantó—. ¿Me pregunto si alguien lo contrató
para matarlo? No había oído hablar de ningún golpe ordenado.
—Me lo estaba preguntando por si podíamos reclamar los créditos. Pero claro, él es
la coartada perfecta. Supongo que sería una tontería ponerse demasiado codiciosos.
— ¿Qué crees que harán con él? —Preguntó ella, mientras caminaban de regreso a la entrada secreta
por la que habían pagado una fortuna para obtener información.
—Matarlo. Aprisionarlo. Él es un niño bonito. Incluso podrían venderlo a un burdel para hacer
dinero.
¿Una puta? De algún modo, Olivia no podía ver al engreído macho permitiendo eso. Pero su destino
no era su preocupación. Habían conseguido lo que buscaban. Era el momento de irse antes de que
alguien se percatara de su estafa y fueran tras ellos. En cuanto a dejar que el tío púrpura asumiera la
culpa, técnicamente, había cometido el crimen. Olivia mantuvo su parte del trato. No era culpa suya
que el alien muriera — haciéndola una mujer rica.
Con este golpe, ella y Ifruum se aseguraban su jubilación. Vida de ocio allá voy. Sin más trabajos
sucios, sin más preparación de trabajo, sólo relajación y diversión.
Debería haber sabido que no podía tentar a Murphy. Su estúpido tío adoptivo que siempre estaba
cuidándola, le gustara o no.
***
Ser superado por una mujer, una humana nada menos. Todavía dolía casi dos días más tarde. Podía
olvidar el hecho de que ella le había dejado para asumir la culpa por su víctima —una buena obra por
la que no iba a excusarse— pero, ¿tomar su capa sin abusar sexualmente de él antes de seguir con su
ruin plan? ¡Era imperdonable!.
¿Cómo pudo resistirse a mi beso? Ella lo había disfrutado. Sabía que lo hizo. La humana no fingía las
babas y gemidos o su reacción — jadeos cortos, febril piel ardiente, auténticos gruñidos de
bienaventuranza. Ah y el olor almizclado de su excitación. Ella debería haber estado pensando en el
placer futuro, no tramando su fallecimiento.
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Por lo menos Makl consiguió una mención en las noticias locales. Si solamente hubieran
mencionado su nombre en vez de referirse a él como el asesino púrpura. Llamaría él mismo con los
detalles después e iba asegúrese que los canales de noticias obtenían la información correcta. Haría
que su fuga y robo de las joyas, como su toque final mucho más dulce.
Y después, iba a rastrear a la humana que lo engañó. Una vez que la encuentre... Él echaría su
delicioso cuerpo por encima de su hombro y la secuestraria, al estilo mercenario. Lo tenía todo
planeado —tramado entre su detención y su corta aparición en la corte donde una tres-pechos,
aqua-jueza de piel clara lo juzgó por asesinato no autorizado. Por rutina, coqueteó con la más vieja,
corpulenta supervisora ubicada en la cima del imponente podio al imaginar su venganza para la
humana. La ataría a su cama. La desnudaría lentamente, entonces…
La jueza dictó su veredicto con un aleteo de su docena de párpados y una mirada por debajo de su
cintura. Makl le devolvió la sonrisa mostrando todos sus dientes. El juego aún no estaba perdido.
Seguro que había dejado su polla gobernar su cabeza y casi le costó la vida. Por suerte para él, su cara
bonita, una vez más, salvó su día. La jueza decidió hacerle pagar por sus crímenes, vendiéndolo a un
burdel local. Pero antes de ser enviado a su nuevo hogar, tenía que esperar a que terminara el
proceso del papeleo.
Entretanto, pasó el período de espera en una menos que suntuosa cárcel. Solo. Las leyes de este
planeta tendían a impartir justicia rápida y permanentemente. Por lo que le sorprendió escuchar el
tintineo de la llave en su cerradura. Se suponía que no sería transferido hasta dentro de uno o dos
días, lo que significaba que estaba recibiendo compañía. Makl levantó un perezoso párpado justo
cuando la puerta de su celda se abrió y otro desafortunado preso fue enviado a reunirse con él.
—Exijo un abogado, —gruñó una familiar voz bárbara—. Eso no fue un juicio. Ni siquiera llegué a
defenderme.
No era de extrañar, que los cerdos que arrastraron al objeto de sus fantasías al curto no le
contestaran. Ella los miró mientras pisotearon y cerraron la pesada puerta metálica.
Bueno. Bueno. Cuando había despertado inicialmente en su prisión, se había maldecido por no
seguir el código de los mercenarios. Afortunadamente, la diosa del Karma debía amarlo. Lo amaba
tanto, que le trajo un regalo.
Contento ahora por aguardar su momento en la celda, sabiendo que su huida estaba sólo unas pocas
unidades galácticas de distancia, Makl quería frotarse las manos con regocijo. Vivo. Con un poco de
fama a sus espaldas. La fuga cerca, y ahora, una dulce venganza.
Tardó sólo un instante en fijar a su nueva compañera de celda, una cierta hembra humana —que no
era virgen, ¡maldita sea!— contra la fría pared metálica. Ella se veía diferente, sus rizos enrollados de
antes habían desaparecido en favor de un corto, claveteado peinado. Pero con nuevo corte de pelo o
no, él la reconoció. Su humana no tan virgen.
Apoyó su cara cerca de la suya, casi cerró los ojos de placer cuando su suave fragancia, floral lo
envolvió.
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— Aquí está el bromista púrpura o ¿era equivoquista1? —Ladeó la cabeza y sonrió.
— ¿Vengador de qué?
— Nada.
Él frunció el ceño.
—No importa. Si quieres que la gente sepa quién eres, sin embargo, realmente debes conseguir un
uniforme o algo.
—Pregunta el tipo que está intentando ser como un súper pirata espacial.
— ¿Me comparas con un pirata? -Él arqueó una ceja-. ¿Es porque soy apuesto? ¿Audaz? ¿Hermoso?
¿Parezco desenfadado?
—Yo estaba pensando más en descuidado, sucio y ladrón de cosas que no te pertenecen.
—No sé si lo consideraras encantador cuando pagues por ello. -La dulce sonrisa que confirió por
alguna razón le irritó.
—Gracias. Fui entrenado por los mejores. ¿Puedo darte su número si quieres? Ya sabes, para
perfeccionar tus habilidades.
¿Había...? ¡No se atrevería! Maldición, lo haría. Le había insultado. Le acusó de no ser tan bueno
como ella. Peor aún, hasta que la venciera, lo era.
—Debería matarte, -gruñó para igualar el marcador-. Me dejaste allí para asumir la culpa.
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Lo hizo y no se arrepentía ni un poquito. Al parecer, sin embargo, ella no vio su obra caballeresca
bajo la misma luz. Por lo tanto, tenía que darle una buena razón por su acción. Las mujeres amaban a
un héroe y teniendo en cuenta lo que había sufrido —ponerse al día con el sueño, comida horrible
que le hizo perder las pocas unidades meteóricas que había ganado en su último viaje espacial—
debía sentirse culpable por su tratamiento hacia él. A pesar de sus motivos, la había salvado. No
importaba que pareciera tener su propio plan. Él actuó primero.
—¿Realmente puedes llamarlo asesinato cuando lo hice para salvarte?
Ella se atragantó.
—¿Por qué?
— ¿Por qué yo? Quiero decir, ¿por qué meterte en problemas? No pareces ser del tipo esclavista.
— ¿No puede un hombre salvar a una mujer en apuros? -Él arqueó una ceja y la agitó.
No cayó en la trampa y, sin embargo, esa misma mirada consiguió una segunda porción de su mismo
postre casero.
—No lo soy. El altruismo es para los débiles. -¿Una regla de los mercenarios? Por supuesto. Una
ampliación de la regla número uno.
— Porque siempre he deseado en mi cama a una virgen bárbara. -Un sueño que ahora debía
posponer, maldita sea.
—Eso tiene que ser la cosa más estúpida que has dicho hasta ahora.
—No, no lo es. -Frunció el ceño mientras recordaba el momento en que ella lo atrapó-. Estoy seguro
de que he dicho algo más estúpido. -Como en ese momento. ¿Qué había en esta mujer que lo
convertía en un torpe idiota? Trató de recuperar su habitual suavidad-. Te vi. Estaba caliente. Te
encontré y huiste. ¿Cómo iba a suponer que mentiste en tu currículum? Debería demandarte por
publicidad engañosa. Nunca habría terminado en esta celda si no fuera por tu “Hey mírame, soy una
rara, virgen certificada”.
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Su mandíbula cayó, lo suficientemente amplia como para insertar... Ella gritó.
— ¿Hablas en serio? Oh, Dios mío. Lo haces. Increíble. Y apenas... no, aún es increíble. Debe existir
algo más. Un motivo mejor. Seguramente no eres tan superficial o estúpido. No puede ser sólo por el
sexo. Es obvio que eres lo suficiente apuesto como para encontrar una mujer que meter en tu cama.
O al menos lo suficientemente rico como para pagar a una que finja. ¿Ir detrás de mí para poder
estallar mi cereza? Es una locura.
—Bueno, no fue la única razón. -Pero era una buena observación. Makl miró hacia la cámara que
grababa su pelea.
— ¡Ajá! Sabía que había otra razón. ¿Qué tesoro tenía el tipo rico escondido?
—No me harás creer que pasaste por todo ese problema sólo para robarme.
Era divertido ver cómo su honesta afirmación hizo que sus pupilas se dilataran y sus labios se
separan. Una suavidad momentánea que desapareció rápidamente.
De acuerdo, no lo diría, pero lo pensaría porque a pesar de su estatus de no-virgen, él todavía quería
estar entre sus muslos y hacerla gritar su nombre.
—Sabes que sólo suscitas más preguntas que respuestas porque, por supuesto, a propósito no
mencionas para qué.
— ¿Y arruinar la sorpresa?
—Es curioso, porque tú me diste una hace tan sólo unos días. Por qué no contestas unas cuantas
preguntas primero, si estás tan interesada en saber más, como por ejemplo, ¿lo que estabas haciendo
enmascarada de esclava virgen en primer lugar?
Él soltó un bufido.
—Bueno, tal vez no era una esclava, pero escuché al doctor. Soy virgen, ¿o estás poniendo en duda mi
cereza? -Ella le dirigió un bonito puchero.
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—Claro que no. Ningún guerrero de raza tendría algo tan vulnerables al daño.
—Interesante.
—Todavía no me has contestado. ¿Por qué hiciste el papel de esclava?, —le recordó con una pequeña
sacudida.
—Tú tenías un trabajo y yo también. Conseguir ser vendida al mejor postor. Él pagó por mí y yo iba a
escapar antes de que él pudiera actuar, más rica que antes.
—Bueno, duh2. Desde luego, nunca en una escala tan grande antes. Por lo general, abordamos marcas
más pequeñas. Este era nuestro primer gran trabajo. Tengo que admitir que, hasta que apareciste, iba
perfecto.
—No, fue la estafa perfecta. Nos alejamos limpiamente. Pero mi socio cometió el error de leer las
notas que te robamos.
— ¿Fuiste a por mi objetivo? —¿Y quién era este socio misterioso? ¿Un varón necesario para matar o
una mujer, una mujer bisexual que quería participar?
—Sí. Fuimos tras el estúpido diamante y hemos fracasado. Si te sirve de consuelo, tu plan no
funcionó. El joyero tenía un nivel adicional de seguridad que nadie conocía. Me pillaron. -Sus labios
hicieron un mohín de proporciones épicas.
Una risita retumbó en él, una carcajada que vio su liberación antes de apartarse.
2 Duh: Se utiliza para expresar desprecio por algo considerado estúpido o evidente, sobre todo una observación
evidente.
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—Oh no del todo, pero voy a guardar mi venganza para cuando sea el momento más apropiado. No
estamos precisamente solos, si entiendes lo que quiero decir. —Miró hacia la cámara. La humana
frunció el ceño.
—Para ser una galaxia ilegal, son muy estrictos—se quejó. Policías. Jueces. Celdas. Me he encontrado
con más corrupción en Polza.
Polza, planeta de reglas donde el trabajo de la aplicación de los millones de decretos era una industria
en sí misma. Afortunadamente, el soborno era una moneda común allí.
—Pero Polza carece de riqueza y notoriedad. No veo por qué estás tan molesto. Ahora serás famoso.
—Habría preferido permanecer en el anonimato. No te entiendo. Eres una astilla para ser un hombre
a punto de descubrir si hay un Dios.
—Sé que los dioses existen. Son un dolor en las nalgas, la mayoría. Pero no estoy programado para
morir. La jueza me vendió a su burdel favorito. Espero que ella sea mi primer cliente.
Makl lo sabía mejor que imaginarlo. Además, su mente no podía concentrarse en otra cosa que la
pálida belleza de dos piernas paseando por la celda, con los pliegues de su capa enredándose en sus
piernas. Descarada. No sólo le dejó para asumir la responsabilidad, también había robado su ropa.
—Una vez superados los dientes, no es tan malo. Y el fango se elimina.—No pudo evitar reír cuando el
asco retorció su rostro.
Se cruzó de brazos.
—No lo creo.
—Como quieras, entonces. —Se sentó con su espalda contra la pared, cerró los ojos y procedió a
ignorarla.
— ¿Escapar? ¿De esta más que segura celda? Imposible.—Él ni siquiera miró hacia la cámara mientras
hacia la afirmación.
Ella suspiró.
—No es la respuesta que buscaba. Espero que disfrutes de tu nueva carrera como prostituta.
Intentaba irritarlo y conseguir que hiciera algo imprudente. Buen truco, también era una regla de los
mercenarios que conocía muy bien.
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—Entonces estoy perdiendo el tiempo hablando contigo,— refunfuñó, girando lejos de él. Ella se
paseó por la celda, observando todos los rincones. Una pena que no soltara su capa mientras lo
hacía. Podría haber disfrutado el show. Sin embargo vestida como estaba, tendría que verla con su
vívida imaginación. Por supuesto, no podía entender por qué intentaba exprimir su cabeza entre las
barras increíblemente ajustadas, o por qué ella seguía farfullando palabras sobre cucharas. ¿Ella
pensaba comer su camino hacia fuera? En caso afirmativo, él podría ayudarla, comiéndosela.
— ¿Puedo preguntar lo que estás haciendo?, —preguntó cuando escarbó en el suelo, con la nariz
pegada a la piedra.
—Buscando una manera de escapar. Al contrario que tú, no le guste a la jueza y me sentenció a
muerte. Sólo están esperando el momento adecuado para poder desarrollar el show en el escenario y
vender algunas entradas.
¿Muerte? Servida correctamente. Humana o no, la mujer era una amenaza. Las leyes vividas decían
que ella debía morir por lo que había hecho. La venganza gritaba que era justicia. Sus reglas decían
mejor ella que él. Sin embargo su polla —demasiado llena de sí misma y en mayor parte por la sangre
que debería alimentar su cerebro— y su lado práctico discrepaban. Aún puedo usarla. Suspiró.
Maldición. Irritante humana o no, sólo había una cosa por hacer.
— ¿Por qué?
—Sí.
No, pero era dueño de una parte corporal que necesitaba un buen estrangulamiento o asfixia.
Cualquiera serviría.
—De nuevo con las preguntas. Maldición, mujer Estoy harto. —Tanto que saltó de la cama. En un
momento, una vez más la inmovilizó contra la pared-. ¿Por qué no puedes escuchar a un hombre
cuando habla?
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Cuando inició su perorata, se inclinó y le susurró al oído.
—Bárbara estúpida. Debería enseñarte el lugar apropiado de una mujer. Para la única cosa que sirves.
—Todos saben que la postura de una mujer en presencia de un macho debería ser de rodillas, —gritó
triunfante. —Prepárate para ahogarte en tu castigo, humana.
Esta vez, la luz del entendimiento hizo clic y lanzó una perorata de la talla que su tía Muna habría
aplaudido. La usó para cubrir sus propias palabras.
—Nos están mirando, así que no podemos dejar que sepan que estamos planeando nuestra huida.
—Pero, ¿cómo lo vas a hacer, sinvergüenza? Amordázame y te morderé. Te reto a que me tomes por
la fuerza. ¿O eres sólo ruido fuerte?
Bajo la apariencia de otra cosa, ella le hacía preguntas a las que contestó amablemente.
— ¿Ruido fuerte? Te lo mostraré. Puedo conquistarlo todo. Incluso la cerradura en tu portal. Tengo
fuerzas y la herramienta para forzar mi camino.
¿Luchar? Contra los guardias armados. Podía intentarlo, pero era evidente para él que no estaba
entrenada para actuar de manera mortal. Mantuvo su discurso oblicuo y esperó a que le
siguiera.
—Si me ayudas a cumplir con ese encargo. —Él agitó una ceja.
Ella le comprendió, pero para cualquier persona que observara su conversación, todavía no revelaba
nada del plan que tramaban.
— ¿Qué clase de encargo? Porque no estoy donando ninguna parte del cuerpo para comer o a la
ciencia.
—Hombre, yo quería sexo con una virgen recatada, no con una que se lo llama a si misma.
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—Soy Makl.
—Secuestrador Galáctico, lo sé. Entonces sin sexo, sin donación de partes corporales o dolor. ¿Voy a
sobrevivir a lo que planeas?
—Ese es mi pensamiento.
—Estoy segura de que voy a encontrar una manera. ¿Y ahora qué, oh gran galáctico Barney?
— ¿Quién?
— ¡Ahora pagas! —Le guiñó un ojo, fuera del alcance de la cámara. Ella casi lo delató.
—Deberías estarlo. Me han dicho que mi tamaño es casi monstruoso. Prepárate para el mejor
momento de tu vida. Pero primero, menos ropa.
—No lo creo.
—Entrégame la capa, humana. —¿Tenía que desafiarlo a cada paso? Sí. Era uno de sus encantadores
rasgos. Con los labios fruncidos, se quitó la capa de sus hombros y la puso en su mano extendida.
Con una floritura, la arrojó sobre el jergón-. Aprendes rápidamente. Sólo escucha cuando hable y
pronto conocerás tu lugar, -le aconsejó.
—¿Haciendo qué?
Él aplastó la boca sobre la de ella antes de que pudiera hacer más malditas preguntas y enviar el plan
lejos. Con alivio, ella no mordió su lengua. Y esta vez, él permaneció erguido.
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Capítulo 5
T omada por sorpresa, Olivia no tuvo tiempo de pensar, pero ciertamente sintió cuando Makl la
besó con pasión repentina. A diferencia de antes, cuando se concentró en conseguir que bajara la
guardia para poder gasearlo con la cápsula escondida en su diente, esta vez, no tenía nada para luchar
contra él. Aparte de su lengua y resultó ser más placentero que eficaz en conseguir que detuviera su
delicioso beso.
Maldición, el alien, así como un verdadero hombre, le atraía. Apelaba a sus sentidos. Desde
su cuerpo esculpido a sus burlas, no podía negar que la traía a la vida, estimulándola en todos los
lugares correctos. Y eso significaba en todos. ¡Seguro que podía envasar ese beso! Olivia no era para
nada inocente. Había saciado su curiosidad sobre el sexo hacía años y permanecía en su mayor parte
poco impresionada, pero quizás debería revisar esa actitud, dado que con apenas un solo beso, Makl
llevó la temperatura de su sangre a ebullición — en el buen sentido. Pero, hormonas tarareando o no,
el beso francés no la ayudaría a escapar.
— ¿Cuál es el plan?
—Sólo continúa siguiendo mis instrucciones, —murmuró antes de besarla nuevamente de forma
exhaustiva, que hizo el hablar irrealizable.
Extraño cómo su liderazgo significaba su lengua consiguiendo anudarse con la suya. Las puntas de sus
pechos, aplastadas contra su torso, alcanzaron su punto máximo. Su sexo se humedeció. Se encontró
meciéndose hacia él, frotándose y presionándose, intentando acercarse. Sus grandes manos
recorrieron su espalda, masajeándola y luego viajaron por su cuerpo para ahuecar sus nalgas. Ella
jadeó cuando la levantó, encajando su sexo estrechamente contra el bulto duro en su ingle. La
evidencia de su deseo se frotó decadentemente contra su pubis.
Ella gimió. Insano. Locura. Difícil prestar atención. Nunca se había perdido en un momento como
éste. Simplemente sentía... placer.
Las palabras murmuradas rompieron un poco el hechizo, lo suficiente como para abrir los ojos y
verle alcanzar detrás de él para agarrar y lanzar su capa. Apuntó a la cámara en la esquina. La tela
sedosa atrapó la punta del dispositivo de espionaje y se deslizó hasta el suelo. Genial. Que alguien le
entregue el premio estúpida de la hora. Le había dado la bonita capa caliente para usarla como tapa
del objetivo para así meterse en sus pantalones. ¿Cómo pude olvidar por un momento mi arresto,
condena pendiente y todo lo demás, sólo porque un perfecto extraño puso su lengua en mi
garganta?.
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¿Por qué aspiraba aún más a su estúpida reacción a su beso? Aún prefería besarlo a ocuparse de la
sombría situación en la cual se encontraba. ¿Era mucho pedir sólo un poco de paz y tranquilidad?
¿Por qué no se había retirado en vez de ir tras el tesoro? ¿Por qué estaba dejando que la fundiera con
mordiscos en su garganta? Él causó su situación. Prometió sacarla. Eso significaba no más besos.
A punto de lanzar una andanada de gritos, casi se mordió la lengua en su lugar mientras sus labios se
movían desde el cuello hasta el lóbulo de su oreja, mordisqueando la tierna carne mientras su cálido
aliento abanicaba su piel.
—Imagina que estás disfrutando esto,—dijo entre dientes.— ¿A menos que hayas cambiado de opinión
sobre escapar?.
Ella fingió un suspiro y agarró su cabello —lo suficientemente apretado como para provocar una
mueca de dolor en la mayoría de los hombres— y tiró su cabeza abajo para poder fingir que le daba a
su oreja el mismo tratamiento erótico.
—Mentirosa. —Lanzó la palabra caliente en su oído. Olvídate de controlar el temblor que barrió su
cuerpo.
—El sexo no derretirá los barrotes sin importar lo caliente que sea.
—Al menos admites que sería caliente. Pero, por desgracia, esto es sólo parte del plan para escapar.
Ella resopló, pero no detuvo los mordisqueos en su piel — él sabía bastante delicioso. Fingir no
estaba resultando como había pretendido.
—Oh, mi dulce bárbara—, gimió, dando un paso atrás. Más alto, —No temas. No te dejaré morir
virgen .
—¿Perdón?— Podría haber cogido un montón de cosas, considerando cuán bajo cayó su mandíbula.
—Una cosa dulce como tu desfloramiento debería realizarse sobre las más suaves de las sábanas. Sólo
tú y yo, desnudos. Piel con piel. Mi poderosa polla en tu más tierno lugar.
Una risita se le escapó. Después un bufido. Para burlarse de él, hizo un ligero movimiento de cabeza.
Ajustó las palabras. —¿Cómo de romántico?— Ella no pudo evitar preguntar.
—¿Romántico? Por desgracia, con el tiempo agotándose, tendremos que conformarnos con lo que
tenemos. Sólo desearía que tuviéramos más intimidad. —Le guiñó un ojo mientras señalaba al cuarto,
más específicamente, a la capa a sus pies.
Y que finalmente consiguió su cabeza fuera de su coño. —Oh, mi semental muffin púrpura. Dices las
cosas más calientes. —se sacó su camisa, quedando vestida sólo con una fina cinta para el pelo a través
de sus pechos. Con una sacudida aparentemente negligente, arrojó su camiseta; el borde del escote y
el más ligero tejido atrapó el borde de la cámara y quedo colgando. Ahora, la observación de los
guardias tendrían que depender del sonido solamente y el discurso escandaloso de Makl. O al menos
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esperaba que no fuera así cómo hablaba a sus amantes. No es que pretendiera averiguarlo. Excelente
besador o no, sólo la abrazó como parte de su plan. Y había reaccionado con unas enormes dotes de
actor que no sabía que tenía. Las bragas mojadas y enrojecimiento de su piel era un bonito toque.
¿Quizás debería investigar el salir a escena como actriz?
No obstante, el show no estaba realizándose, no se si el discurso Makl era una indicación. —Sí,
decadente bárbara. Desnúdate para que pueda saborear el fruto de tu cuerpo.
—Lámeme como un bombón—, exclamó. Ella se le unió, agarrando su necesidad de cubrir sus
acciones. Todavía no entendía qué había planeado. Mientras rebuscaba en las pliegues de su capa,
mantuvo una comentario continuo.
—¿Qué haces sobre tu rodillas, humana? Soy demasiado grande y grueso para tu dulce, preciosa
boca. Ah. Ah. Sí, malvada seductora.— Él atrapó su mirada con la última palabra.
Ella puso los ojos en blanco ante su gran sonrisa, pero le siguió el juego mientras sacaba algo de la
manto que habría jurado no tenían ni un solo bolsillo. —Tú—. Frunciendo los labios, hizo un sonido
de sorber. —No has visto nada.— Sonido de succión. —Sin embargo. Mi vagina es aún más estrecha
que mi boca. Más húmeda. Y espera por ti.
¿Sus miradas se cruzaron? No podía decirlo con seguridad cuando a Makl se le cayó su porra con
una maldición murmurada. —Ooh, mira esos dientes, mi hermosa. Mi gran monstruo púrpura es
quizás demasiado para tu pequeña boca.
Oh, eso la atragantó de verdad. —Oh, déjame seguir intentándolo. Sabes tan delicioso, pero
Dios, eres taaaaaaaaaaaaaan grande —. Olivia se llevó un dedo en su boca y fingió vomitar. Makl
agarró la barra del suelo y tembló con una risa silenciosa, con los gélidos ojos arrugándose en las
esquinas.
—Grande y duro, sólo para ti, mi suntuosa bárbara. Ahora inclínate para que pueda ararte
con mi poderosa espada.
¿Arar? Ella articuló la palabra con la nariz arrugada y él sonrió mientras extendía la barra corta en un
bastón de mando, el chasquido de clic metálico fue cubierto por sus fingidos y húmedos sonidos de
placer.
—Oh. Oh. Oh. Sí. Tómala, humana. Toma toda mi poderosa polla.
Olivia peleó duro para no reírse mientras respondía en especie. —Más duro. Sí. Sí. Más duro. Me
encanta la sensación de ti golpeando mi útero. Eres tan grande. ¡Sí! ¡Sí!.
Al parecer la comedia resultó animada. Ya que los guardias ni siquiera intentaron guardar silencio
cuando llegaron corriendo por el pasillo, con sus pies golpeando. Bastardos ansiosos. Ella hizo una
mueca ante la necesidad previsible de la acción.
Makl giró el manto plateado sobre los hombros y la invitó a unirse a él. Vaciló. Pero él desapareció.
Literalmente.
¿Qué carajo?, balbuceó al interrumpirse en la mitad de su falso orgasmo. ¿Adónde fue? No me digas
que esa maldita capa era un teletransportador y nunca lo imagine. Pero si se había ido, ¿por qué
podía seguir oyéndole fingiendo? Gritó cuando una mano incorpórea surgió de la nada y la arrastró
contra un amplio pecho.
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—Sigue gritando,— amonestó entre sus propios alaridos de felicidad. No fue tan fácil cuando su olor y
— sentirlo — inundó sus sentidos. Sus gemidos se volvieron jadeos y el calor de antes regresó con
más fuerza , centrándose en el manojo de nervios entre los muslos. Presionada estrechamente contra
él, cada ligero roce de su cuerpo parecía frotar su brote hinchado, enviando ondas expansivas por su
pequeño cuerpo. Cuando su respiración se detuvo y se quedó en silencio, él gritó: —Me voy.
Entonces, una vez más, su boca cubrió la suya, absorbiendo cualquier sonido que podría haber hecho
cuando la puerta de la celda se abrió. Un breve beso, justo lo suficiente para mantenerla en silencio
cuando los guardias entraron en la celda con un perplejo: —¿Dónde carajos están?.
Girándola lejos de él, Makl se puso en movimiento. Su pierna salió disparada, su pie barriendo la
parte de atrás de la pierna de un guardia. Balanceó el bastón hacia otro matón uniformado, eliminado
su pistola — en la dirección opuesta de Olivia que congelada observaba con
fascinación. A pesar de su educación, rara vez se encontró con la verdadera violencia de
primera mano. Le fascinaba y la rechazaba. El poder que Makl mostraba, la fuerza detrás de cada ...
Cuando él se volvió, su puño conectó con un golpe sólido en la mandíbula carnosa de un guardia. El
alien cayó en un montón inconsciente. Que pudo manejar, pero una llave en su cuello la envió
tropezando hacia atrás.
¡Lo mato!
Impresionada por la violencia, nunca advirtió el peligro. Gritó cuando un brazo se envolvió a su
alrededor por detrás. Arañó el tejido duro cubriendo el apéndice grueso en vano. Necesitaba ser
rescatada, sin embargo Makl luchaba su propia batalla.
Las clases de Ifruum tenían — forzadamente a pesar de sus pucheros — que hacerse cargo. Disparó
su pie zapatos flexibles contra la dura, bota con punta tungsteno. Sí, el tipo ni siquiera se inmutó. Ella
hizo una mueca antes de echar la cabeza hacia atrás, esperando el dolor del choque contra su gran
cabeza. La autodefensa estaba muy bien en teoría, pero en el gran esquema de las cosas, los frágiles
humanos de piel clara no tenían ninguna posibilidad contra las mejores blindadas
razas.
Aunque, Makl parecía una excepción a la regla. Su exterior aparentemente igual de piel fina, su
púrpura asesino giraba con una elegancia loca. Saltando, pateando, su cuerpo retorciéndose de
maneras que desafiaban las creencias y la gravedad. Otro guardia, un gran maldito bruto, cayó.
Nada de lo cual ayudó a Olivia. La puerta de la celda permanecía abierta, con un Makl apenas
jadeante delante de ella. Olivia, sin embargo, pendía del suelo en las garras de un guardia aún en pie.
Sabía que Makl haría lo que ella habría elegido.
Él la sorprendió, sin embargo. Makl se dio la vuelta. Con labios divididos en una mueca salvaje, los
ojos brillando salvajemente, mostrando los dientes puntiagudos — afilados dientes de un tiburón — y
dijo: —Suelta a la chica y te voy a dar una ventaja inicial.
Sacudiendo la cabeza, Makl dejó escapar un suspiro dramático. —¿Por qué nadie usa la cabeza? —
Más rápido de lo que podía seguirlo, él saltó sobre ellos. Makl blandió su fino bastón y lo estrelló en
los nudillos del apestoso alien sosteniéndola. Con un grito, la soltó. Ella cayó al suelo y luchó para
tomar una respiración sibilante.
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Es un metal escaso en la corteza terrestre.
Las largas, piernas magras de Makl se posicionaron a horcajadas sobre ella mientras se ocupaba del
último guardia. Se cubrió la cabeza por temor a que sus botas la pisaran, pero de alguna manera, se
mantuvo intacta. Un golpe y se asomó a través de sus dedos para ver la mirada invidente del último
guardia.
La violencia salía fácilmente de Makl. Tragó la bilis amenazando con subir. —¿Has tenido que
matarlos?.
—Regla número cuatro de los mercenarios. Nunca dejes a ningún enemigo vivo porque intentara
volver a matarte.
—Sí. Pero ahora no es el momento de aprenderlas. Te prestaré el libro más adelante si quieres.
¿Era dueño de un libro? —¿Puedes leer?— No pudo evitar la réplica sarcástica, la forma en que su
mente abordaba el trauma a su alrededor.
—Y escribir. ¿Realmente piensas que es el momento para enumerar mis extensos logros?
—Es bueno saber, que no sólo eres una cara bonita. — Le dio unas palmaditas en la mejilla.
Gruñó. —No sé cómo alguna vez te confundí con una inocente virgen. Vamos. No tenemos mucho
tiempo antes de que descubran nuestra huida.
Le tendió la mano y la miró, sintiendo de nuevo que un presagio pendía sobre su cabeza, una gigante
señal parpadeante que le advertía que estaba en el borde de un cambio. Si me voy con él ... Sólo
podría terminar en su cama para terminar el acto empezaron — estaré durmiendo con un certificado
asesino. Si no lo hacía, se reuniría con Ifruum en su punto de encuentro preestablecido en caso de
calamidad y se retiraría con sus ganancias.
Qué aburrido. Nada como la acción palpitante que había experimentado desde que había conocido a
Makl. ¿Tenía que retirarse a una vida tranquila de inmediato? Después de todo, prometí ayudarle
con algo si escapamos. Como una especie de compañeros ladrones, ¿su
código tenía alguna regla sobre el honor entre ...?
Estaba a punto de deslizar la mano en la suya en una aceptación silenciosa de su destino, cuando una
sirena cobro vida. —Maldición. No esperaba que notaran la desaparición de los guardias tan rápido.
No tengo tiempo para tus juegos femeninos. Nos vamos ahora. —Al más puro estilo de hombre de las
cavernas, él la volcó sobre su hombro a pesar de su — ¡No te atrevas!.
—Oh, asúmelo. Un trato es un trato. Te dije que necesitaba tu ayuda. Estuviste de acuerdo, siempre y
cuando escapáramos. Felicitaciones. Estamos escapando. Ahora, se buena para las cámaras. Tengo
una reputación que crear.
—¿Una reputación basada en abusos y secuestro de una presa?— Gruñó mientras se retorcía, no
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porque él se lo dijo, sino porque no le gustaba que la acarrearan como a un saco de patatas. También
se retorció porque nunca alguien la tiró por encima de su hombro con tal facilidad y sin esfuerzo,
aunque esto era bastante agradable.
—Estaba fingiendo.
—Sólo en parte. ¿O necesito levantarte contra una pared y mostrarte lo mucho que no fingiste?.
—¿Atreverme? Me encantan los retos. —Su mano se deslizó por su muslo, a punto de hacerle un
rápido ganador sobre su reclamación.
¿Por qué le importaba? Su mano se movió para arriba una pulgada. Su corazón latía muy rápido. Si
no decía nada, ¿iba a hacer valer esta amenaza? Sus dedos se deslizaron más cerca de su hendidura
húmeda. Maldita sea. "Quizás me gustó un poco."
—Mucho.
—No empujes.
—No lo haré, hasta supliques por ello. Y lo harás. —Dijo lo último con una sensual
mirada lasciva mientras la dejaba en el suelo.
— Como desees.
—Lo sé. Ahora, saca esa cámara, ¿lo harás?—Le entregó una pistola, que sacó de un bolsillo de la
capa, un arma que podría haber jurado no existía. Había palpado cada centímetro de ese tejido.
Pasado detectores de metales. ¿De dónde estaba sacando todas las cosas?
Tomando la pistola, comprobó el seguro y el indicado de nivel, que mostraba que estaba
completamente cargada. —¿Cómo sabes que puedo disparar?.
—Una estafadora como tú debe saber cómo protegerse de alguna manera. Dado que el mano a mano
no es lo tuyo, supongo que eres más de armas o cuchillos. Y dado que careces de callos y te
impresiona ver un poco de sangre, asumo que armas de fuego.
Era sorprendentemente astuto — quizás un poco más inteligente de lo que pensaba. A medida que
apuntó y abrió fuego contra los dispositivos de este tramo de pasillo, él se inclinó, dándole una vista
muy bonita de su culo. No pudo evitar preguntar, —¿Qué demonios estás haciendo ahora?.
—Con ellos cegados, es el momento de frustrar a nuestros perseguidores, por supuesto, y comprarnos
algo de tiempo.—se enderezó con un cuchillo, que usó para cortar un mechón de
su cabeza.
—¡Hey!
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—Crecerá de nuevo. Él acuñó el pelo entre la rejilla y el piso, dejando obvio un rastro. Entonces la
cogió de la mano y la arrastró hacia sí.
—¿Qué?.
—Vamos a dejarlos separarse donde eliminaste las cámaras y pierdan el tiempo buscando en los
lugares equivocados. No conocen las habilidades de mi capa y no esperan que volvamos en esa
dirección .
—Shhh. Estamos bajo el alcance de la cámara. Mantente cerca. —Maldita sea. Ella apretó los labios
con fuerza y confió en que sabía lo que hacía. Pero a la primera oportunidad que tuviera, iba a huir.
Promesa o no, el tipo era un chiflado. Un chiflado lindo, pero aún así, ya tenía
suficiente con lidiar con un socio loco sin involucrarse con un segundo.
Retrocedieron por el pasillo, confiando en la invisibilidad de la capa, guardando silencio por temor a
que las cámaras vigilantes atraparan su subterfugio. Cuando la pisadas de botas se acercaron a ellos, el
impulso de correr casi la sacó de debajo de la capa. Como sintiendo la necesidad de su vuelo, Makl
los metió en un hueco, con su musculoso cuerpo aplastando el suyo contra la pared, sus labios
rozando su oído. A pesar de la situación, su cálido aliento abanicándola hizo cosas muy malas a su
presión arterial.
Los guardias corrieron junto a ellos, sus transmisores graznando. —Están en las alcantarillas. Suelten
el kraken. — O al menos así lo llamó su traductor.
¿Jodida en serio? Nota mental para mí: nunca visitar las cloacas de este planeta.
Cuando el camino estaba despejado de nuevo, siguieron adelante, más allá de su celda y los guardias
muertos, su huida obstaculizada por la necesidad de permanecer fuera de la vista bajo una capa
destinada a uno. Por suerte, no tenían mucho camino por recorrer. Tras pasar la vacía estación de
vigilancia, subieron unas escaleras, que terminó en una puerta cerrada.
—No tenemos tiempo para eso— dijo el hombre que nunca la había visto en acción. Antes de que
Olivia pudiera mostrar sus habilidades de desbloqueo, Makl sacó una pistola láser y disparó contra el
panel de control. La puerta se abrió con un zumbido y una nueva alarma se disparó.
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—¿Cuál es el punto en ocultarse hasta aquí si haces eso?— Se quejó mientras la arrastraba por el
portal.
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El kraken es una criatura marina de la mitología escandinava y finlandesa descrita comúnmente como
un tipo de pulpo o calamar gigante.
—Las escasas unidades galácticas adicionales que obtuvimos como ventaja podrían ser necesarias más
adelante. Ahora, mantente cerca. Necesito las manos libres para el siguiente movimiento, ya que
podríamos tener que luchar para llegar a mi nave .
—Qué nunca dejara el muelle. Ellos la habrán fijado más apretado que el cinturón de castidad que
tuve que ponerme como parte de mi treta .
—Distráeme más tarde con esas historias. Sigue y prepárate para asombrarte
por como salvaguardo tu delicada piel humana y escapamos de este maldito planeta.
—Lo creeré cuando lo vea.— Pero incluso ella tenía que admitir, cuanto más veía de Makl — y pese a
su coqueteo — más se daba cuenta de que escondía un mente astuta. Sin embargo, ¿tenía suficientes
habilidades para sacarlos de aquí?
Si alguien podía sacarlos de esto, sería Ifruum, su amigo y maestro, pero como su mentor parecía
haberla dejado a su suerte, tendría que conformarse con su asesino púrpura.
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Capítulo 6
T engo que salir de aquí y fuera del planeta. Más fácil decirlo que hacerlo y si fuera sólo, Makl
podría tener las probabilidades de alrededor del cincuenta por ciento de lograrlo vivo. ¿Arrastrando a
una humana, quien se estremecía cuando mataba para proteger a ambos? , solo conseguiría que le
dispararan o lo catapultaran a la fama.
Parecía que su bonita bárbara, mientras calmada y tranquila en situaciones que había explorado y
planificado, no lo llevaba bien al enfrentarse con demasiada presión y violencia. Eso o su
impresionante beso todavía tenía su ingenio podrido. Prefería pensar en esto último porque seguro
que codifico su proceso de pensamiento durante unos momentos. Oh, la tentación de
tomarla, con audiencia, peligro o no, era demasiado fuerte. La próxima vez, quizás no se detendría.
Suficiente. No debía pensar en el sexo — más concretamente con ella — en estos momentos.
Necesitaba la cabeza clara para pasar por medio de la red de guardias y mercenarios que
probablemente encabezaban su camino. Solo, podría haberse esfumado y mezclado en la multitud,
pero con una distintiva humana a cuestas, habría apreciado un poco de ayuda. Si tan sólo hubiera
pasado más tiempo buscando un socio, un compañero de clase, para proporcionarle soporte exterior
en este tipo de situaciones. Un socio para ...
Una cálida brisa revoloteó sobre él mientras un vehículo aéreo descendía por la calle aérea. Miró
hacia arriba, esperando ver luces estroboscópicas y la fuerza de seguridad gruñendo
sus órdenes. En lugar de ello, la puerta a un lado del vehículo se abrió y una escalera se desenrolló,
sus extremidades metálicas se desplegaron y chasquearon en su posición.
¿Qué en el universo?
—¡Entrad!— Gritó una voz. Una cara peluda se asomó por la abertura del coche flotante y agitó una
zarpa.
Pateo para liberarse, se volvió y rodó los ojos. —Diría que es obvio. Estoy escapando. Sabía que si
alguien podía salvarme, sería Ifruum. Aunque hiciste un buen intento, púrpura. ¿Vienes?.
¿Venir? Espero que pronto, fue su lascivo pensamiento mientras miraba sus nalgas, agitando sus
apretados pantalones contorneado su agradable silueta mientras trepaba por la escalera suspendida.
Si sólo llevara falda, sin ropa interior. Habría disfrutado de un vistazo.
Las sirenas aumentaron el ruido y salió de su estado de babeo — con un recordatorio mental de
sugerir un cambio de su atuendo por un vestido lo antes posible. Agarrando los peldaños, se abrió
paso por la escalera con ella. No tuvieron que subir mucho ya que la nave empezó a recoger la
escalera. Muy pronto, salieron de la cárcel y acomodaron los cuerpos atrás de la nave y se sentaron
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en sillas de felpa. La ciudad ya no era más que otra mancha de tráfico. Aun así Makl no se relajó, en
cambio observó al hombre peludo que escuchaba la versión severamente editada de Olivia sobre su
huida.
¿Qué en el universo es? Makl no podía decir que reconocía la raza del compañero de Olivia. Flojas
orejas, nariz negra y húmeda, muy alto, desgarbado y con forma en parte humanoide, pero cubierto
de pelo. Mucho. Recto en puntos y rizos insertados en otros y con manchas en el tono. La extraña
criatura parecía como si hubiera empezado siendo de color marrón y a continuación y por diversión,
alguien sacudió una brocha sobre él y le dio manchas grises, blancas y negras. Ligeramente cómico en
apariencia, parecía tan peligroso como un recién nacido con su primer palo de madera.
—¿Quién y qué eres?— preguntó cuando Olivia finalmente detuvo su relato para tomar aire.
Unos conmovedores ojos marrones se volvieron para mirarlo. —Si es el poderoso Vengador
Galáctico. Es gran honor para mí conocerte. —Inclinó la difusa cabeza como con admiración.
Makl no cayó en el acto por un segundo — a pesar de que quería. —¿Cómo sabes quién soy?.
—¿No lo sabe el universo entero?—Ojos, con un atisbo de alegría, subieron para encontrarse con los
suyos.
Burla. Había sido el receptor de la misma en las reuniones familiares, Makl sabía reconocerla cuando
la veía. Simplemente no entendía que procediera de una criatura que nunca antes había conocido. Él
observó fijamente el hablar de las grandes, esferas parpadeantes.
—Ifruum sabe muchas cosas—, dijo Olivia, chasqueando los dedos entre ellos, rompiendo el concurso
de miradas — uno que Makl habría ganado. —Él siempre sabe qué hacer y quiénes son las personas.
Es su regalo.
De alguna manera, Makl apostaría que un regalo era no subestimar al alien aparentemente inocente.
—Ya que sabes quién soy, entonces también sabes con quienes estoy relacionado .
El hocico de Ifruum se encogió con una sonrisa extravagante. —Muy bueno, en realidad. Se puede
decir que estoy haciendo esto como un favor a ellos.
Makl frunció los labios con disgusto. —Por favor, no lo hagas. Prefiero incurrir y pagar mis propias
deudas.
—Como quieras.— Un destello de algo, quizás astucia, o maldad, brilló en esa perturbadora mirada
por un momento. Makl frunció el ceño.
—Entonces Ifruum, ¿cuál es el plan? ¿Nos has reservado un vuelo para salir de aquí?— Preguntó
Olivia, mientras sacaba una camisa limpia de una bolsa a sus pies y se la ponía. Una pena, porque
prefería su aspecto actual — una cinta para el pelo apretada esbozando sus pechos e insinuando el
valle oscuro entre ellos.
—¿Por qué pagar por un billete cuando nuestro nuevo amigo tiene una nave para sacarnos de aquí y
nos llevara a nuestro próximo trabajo? De hecho, ya hemos llegado. Espero que no te importe, me
tomé la libertad de mover tu nave antes de que te la confiscaran.
Olvídate de sólo fruncir el ceño, Makl espetó. —¿Cómo atravesaste mi seguridad? y ¿cómo
encontraste mi nave? La dejé malditamente encubierta y bloqueada.
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—¿El cómo importa realmente cuando nos conviene?— Ifruum preguntó, mientras los guiaba por la
habitual compartimento de aterrizaje, que se abrió a su aproximación.
Ya era suficiente. Se acabaron las adivinanzas. Makl saltó, cuando lo hizo Ifruum. Se pararon cara a
cara, la bola de pelo no era lo suficientemente alto como para elevarse sobre Makl, aun cuando sus
cabezas prácticamente frotaban el techo del coche. —El cómo sí importa si quieres vivir.
—Oh, por el amor de Dios. Paren estas cosas de testosterona y dejen de joder. Necesitamos trabajar
juntos si vamos a escapar —. Olivia dejó su asiento e insertó todo su cuerpo delante de él. Empujó
contra su pecho.
—Porque no puedes tomarlo. Eso hace que esto sea muy divertido —. Su-pronto- nueva-alfombra ni
siquiera intentó ocultar su alegre desdén.
Makl gruñó.
Olivia presionó la palma contra su pecho, pero habló con su amigo. —Ifruum, para. Lo estás
enemistando y Makl suele matar a la gente que percibe como una amenaza o molestia .
No matar a sus aliados. Pero, ¿este dolor en el culo era un aliado? Repasemos. Les ayudó a escapar.
Conocía a Olivia. Olivia confiaba en él. Parecía haberle ayudado a pesar de su descarriada
lengua. Maldición. No sería su nueva alfombra peluda. Aunque, aliado o no, había excepciones a la
reglas de los mercenarios. Quizás Makl podría esperar a que Ifruum quebrantara una de ellas. No le
gustaba que la gente conociera su negocio. O al menos las partes íntimas de él. Pero sobre todo
odiaba que la gente u otros aliens tocaran sus pertenencias. Makl, como hijo único, nunca había
compartido bien.
—¿Tú también conoces las reglas de los mercenarios?— Olivia le preguntó a su amigo mientras Makl
salía de la pequeña embarcación en el compartimento de aterrizaje en su nave. No prestó atención a
la respuesta mientras pisoteaba a un panel de control, dispuestos a arrancar, físicamente si era
necesario, el control de su nave al intruso peludo. Para su sorpresa, no tuvo que hacer nada ya que su
nave respondió a sus órdenes sin dudar.
No obstante, para asegurarse de que su nuevo aliado no le dejó una sorpresa, iba
ejecutar algunos diagnósticos más tarde.
La puerta del compartimento se cerró, pero dejó el dispositivo de camuflaje activado, sólo por el
momento. Tan pronto como se movieran a través de la atmósfera protegiendo el planeta, tendría que
apagarlo. La maldita nave no podía soportar el calor y la tensión estructural de avance e invisibilidad a
la vez. Quizás debería ir a comprar una nueva nave. Por lo que tendría que ejercitar su habilidad en el
juego.
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Ignorando a sus pasajeros, se dirigió hacia el puente a un ritmo apresurado. La facilidad de su fuga le
hacía cosquillas en la tripa. Algo le decía que no habían visto lo último que el planeta que-no-existe
podía lanzarles. El mercado más grande de Obsidiana y más infame de las ciudades no obtuvo su
reputación permitiendo el desaire de cualquier persona.
Bloqueándose a sí mismo en el asiento de mando por si las cosas se complicaban, Makl tomó el
control manual - porque manual significaba que podía culpar al equipo de los fallos si las cosas iban
mal — y ladró comandos. Olivia entró con Ifruum, quien de inmediato se sentó en el asiento de
secundario y asumió el control de los sensores en busca de naves acercándose o misiles. Dado que
los dos tenían un interés personal en no explotar, Makl dejó que el difuso hombre
trabajara con sólo una parte de su atención en él.
—¿Y ahora?— Preguntó Olivia, mientras vagaba por el estrecho espacio, su mirada lanzándose
del panel electrónico a panel, para no perderse nada.
—¿Perdón?— Makl se giró para mirarla. —Estamos en mi nave ahora, humana. Ella va donde yo digo
que vaya .
—Por ahora.
—Vas donde me prometiste o ¿lo has olvidado ya? Hicimos un trato. Te ayudo a escapar y vienes
conmigo para ayudarme en algo.
—Nos conocimos sobre un cadáver, ¿cómo no te diste cuenta de eso? Te dije que asesino para
ganarme la vida .
Ifruum se atragantó
Makl continuó. —Maté a alguien que me habría hecho lo mismo. Quién te habría asesinado sin
pensarlo dos veces.
—Se habría despertado. Quizás cuando estábamos regresando a escondidas. Quizás habría visto o
escuchado algo a medida que avanzábamos y disparar a ciegas, herirnos o matarnos. Es simplemente
inteligente no dejar ningún enemigo con vida.
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—Psicópata.
El inesperado cumplido lo tomó por sorpresa. —¿Eso crees?— Makl se pavoneó. —¿Te importaría
repetirlo ante mi primo cuando lo conozcas?.
Pero ella no estaba dispuesta a ceder. —Hice esa promesa bajo coacción cuando pensaba que no
podíamos escapar.
—No exactamente. Lo dije totalmente en serio en ese momento. Pero una chica tiene derecho a
cambiar de idea, sobre todo porque la situación ha evolucionado .
—Cuenta. Ya no estamos atrapados en una celda. Estás en mi nave. Vas donde yo digo. —
O conseguiría unas buenas nalgadas si continuaba discutiendo.
—Oh, sólo dile lo que quiere saber y ahórrate la agravación. Confía en mí. Ella es peor que un perro
con un hueso cuando se pone en marcha .
¿Decirle por qué la necesitaba? Si fuera por cualquier otra razón, Makl no vacilaría, pero la verdad -
que odiaba - no quería pronunciarla en voz alta. No quería oír las burlas. No obstante, no tenía otra
opción. Tenía que admitir lo que él necesitaba de Olivia eventualmente. Era el momento de morder
la bala de la vergüenza. —¿De verdad quieres saberlo? Bien. Mi primo y su esposa necesitan una
niñera .
Ifruum se rio primero. —¿Quieres que sea una niñera?— Aulló, literalmente, como las razas caninas
de Wulfgor. Con suerte, no aullaría las unidades galácticas mientras dormía como esos bastardos
malolientes. U olería a moho como lo hacían después de una ligera lluvia. Tardó varias
revoluciones en olvidar ese hedor.
Makl prácticamente bajó la cabeza, avergonzado, pero un guerrero de Aressotle nunca admitía la
vergüenza. —No es broma. La familia necesita una hembra humana actuando como una niñera para
el hijo de Tren.
—Él y su esposa lo han estado intentando, junto con otros, pero el niño posee unos pulmones
poderosos y no logran hacer que deje de usarlos.
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Lo miró fijamente y murmuró algo que sonaba como —chiflado— en voz baja. —Lo siento, púrpura,
pero ese es el grado de mi conocimiento. No sé nada más de bebés.
—Tampoco ellos, al parecer. No obstante, después de haber probado una gran variedad de opciones,
ellos parecen pensar que una hembra humana por instinto sabe qué hacer con uno.
—Bueno, deshazlo. Pídeme que hacer algo más. ¿Necesitas dinero? Tengo mucho. ¿Qué tal si te
pago por el rescate?.
Si le hubiera ofrecido sexo, podría haberlo considerado. ¿Pero créditos? A esto se añade, los brazos
cruzados, desafío e inflexible.
Podía vencerla a ese juego. —No hay trato. Necesito una humana.
—No.
—Sí.
—No.
La mirada oscura de Makl iba bien con ella gruñendo: —No te metas en esto.
—Oh, yo no planeaba detener tu pequeña pelea. De hecho, la observo con interés, pero pensé que te
gustaría posponerla para lidiar con el escuadrón de aviadores que vienen hacia nosotros ahora. No
obstante, si prefieres ignorar el hecho de que están armando sus armas para continuar tu pequeña
discusión, entonces no dejes que te detenga .
Su única nave contra la armada en miniatura ascendiendo del planeta y rodeando los satélites?, no le
gustaba las probabilidades. Las maldiciones de Makl igualaron las de ella en ingenio. —Esto es lo que
sucede cuando te emparejas con bárbaros .
—No me culpes por esto, púrpura. No soy la dejó un rastro de cuerpos aliens detrás de mi.
—¿Crees que van a mencionarlo en las noticias? —, preguntó enviando la nave a una
serie de bucles y remolinos para evadir los misiles del enemigo. Olivia se tambaleó a la silla libre y se
ató. Sus dedos agarraron a la consola.
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—¿Qué estás haciendo?— Ladró cuando los envió a una zambullida repentina, dejando tras de sí una
bola de fuego, dos aviadores chocaron al intentar esquivarla y estallaron.
—¿Qué te parece que estoy haciendo? Voy a disparar a esos bastardos para que podamos escapar —.
Para su sorpresa, ella parecía conocer su sistema de armas. Mientras él armaba los escudos y
persuadía al motor — ella montó las armas del exterior. Luego procedió a cacarear mientras apuntaba
y disparaba.
Después de la tercera explosión, no pudo resistirse a burlarse de ella. —¿No tienes miedo de matar a
alguien? Apuesto a que no todas esas naves están tripuladas por computadoras.
—Así es.
—Hipócrita.
—Imbécil Galáctico.
Makl sostuvo una sonrisa mientras bromeaban, sobre todo porque a pesar de su juvenil
réplica, usaba las armas con una gran eficiencia, dándoles el tiempo necesario para que los motores
finalmente respondieran. El monóculo en su ojo destelló las coordenadas y especificaciones para los
sistemas estelares a los que podían ir. Escogió uno seguro que les llevaría a la mitad del recorrido y
a su esperando primo. Los motores alcanzaron el nivel de potencia deseado y ganaron velocidad, lo
suficiente como para salir disparados por la gran galaxia, perdiendo a sus fervientes perseguidores.
Olivia soltó un gemido. —Aw. Justo cuando estaba a punto de vencer mi última puntuación más alta.
¿Comparaba su huida con un videojuego? ¿Tenía que ser tan deliciosamente encantadora?. La
encontraba fascinante, su peculiaridad asesina, de la que ella no parecía darse cuenta, le excitaba.
Con el peligro evitado, decidió que era hora de hacer algo al respecto. Se desabrochó y enganchó a
la confiada humana antes de que pudiera levantar la vista de su consola de armas.
—¡Hey! Bájame.
—No.— Él la estableció con más firmeza sobre su hombro y fijo el brazo por encima sus muslos.
—Ifruum, haz que me baje,— le suplicó a su amigo que observaba con evidente diversión.
—Pero no quiero ser una niñera.— Makl pudo oír el puchero en su tono.
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—Sí. Lo hace. Y tú también. Pero en algunas cosas, como cuando alguien ayuda a proteger tu vida,
tienes que mantener tu palabra. Puede ser que seamos unos charlatanes, pero no carecemos
completamente de honor.
Por fin, la alfombra decía algo con lo que Makl podía estar de acuerdo.
—Apestas.
La expresión utilizada de Olivia no tenía mucho sentido, pero Makl entendía el tono. Ella cedió con
un sonoro suspiro y yació fláccidamente sobre su hombro.
Eso haría Makl, remotamente, mientras que hablaba con la nueva niñera de su primo — tanto si
quería como si no.
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Vaya amigo. Ifruum la arrojó bajo el autobús — un vehículo que apenas podía recordar excepto por
el hecho de que era anaranjado / amarillo. La Tierra y la vida que había
llevado había probablemente quedado atrás, hace al menos quince o más años. Era difícil decir con la
medida del tiempo en el espacio tan diferente.
Tenía que admitir que la nave era diferente y bonita. Por primera vez desde que habían conseguido
subir a bordo y dejaron las prisas y la breve batalla espacial de un emocionante vídeo juego corto,
tenía la oportunidad de observar realmente su entorno. Santa mierda. Todo era muy
lujoso.
Paredes de color crema, alfombras de color beige que sepultaban los pies y una iluminación suave,
escondida, qué distaba mucho de las comunes naves en las que viajaba la mayoría de las veces. Ella y
Ifruum siempre terminaban atascados en naves que podrían tomar sus vidas cada vez que un
pequeño meteorito las golpeaba.
—¿Estás hablando de mi trasero? Realizo calistenia a diario con el fin de mantenerme en plena
forma.
Una risita se le escapó. No pudo evitarlo. Makl se amaba a sí mismo. Y, sin embargo, lo hacia de una
forma que no podía dejar de pesar que era linda. —No es tu culo, bobo.— Incluso si los globos de
tungsteno eran calientes. —Me refería a tu nave. Es muy agradable. ¿A quién se le robaste?
—¿Qué te hace pensar que no lo compré? Te aseguro que tengo los fondos.
—Supuse que lo hiciste, tú afirmas ser un asesino y un ladrón. Pero, la gente como nosotros no pagan
por este tipo de cosas. —Ella agitó la mano, incluso si él no podía verla, llevándola como si fuera una
bufanda carnosa. —Entonces, explícate.
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Tungsteno :Es un metal escaso en la corteza terrestre.
—Conocí a un alien que pensaba que no era bueno en un determinado juego de azar.
—¿Tal vez le dejaste ganar unas cuantas veces para aplicar esta creencia?
—Quizás. Estaba en mis últimos créditos y una promesa de un gratuito asesinato contra un ser de su
elección cuando mi suerte cambió. Entonces ya sabes, gané la nave.
—Oh, no. Él no quería dármela. Reclamó que hice trampa. Entonces lo maté y la tomé de todos
modos. Pensé que fui bastante generoso ya que sólo tomé lo que me debía, sobre todo teniendo en
cuenta lo mucho que cobro normalmente por un trabajo. Sus herederos, sin embargo, no lo tomaron
muy bien.
—¿Eres realmente así frío?— Ella se irguió, por alguna razón, quería ver sus ojos al contestar. Para su
sorpresa, él la dejó deslizarse hacia abajo.
—Si por frío quieres decir emocionalmente independiente cuando se trata de mi trabajo, entonces sí.
Soy un mercenario. No podríamos hacer nuestro trabajo si todo nos afecta.
—Pero el hombre que poseía la nave no era un trabajo. Sólo lo mataste por algo que querías.
—Oh, tenía otras razones, pero esta es la mejor de ellas.— le disparó una enigmática sonrisa. —Ahora,
suficiente sobre mí. Es el momento que aclarar algunas cosas sobre ti. Te estoy tomando para ser una
niñera. Por cuánto tiempo mantendrás dicha posición francamente depende de ti. Sólo estoy
haciendo esto como un favor a mi primo y tía.
—¿Un favor a tu primo y tía?. Pensaba que la familia no es importante para un asesino.
—Entonces, ¿por qué elegiste el camino mercenario en vez de uno de honor o servir a tu país?
Makl frunció el ceño. —No entiendo tu punto. Si el país o mi planeta natal fueran atacados, volvería
con la rapidez debida. Todos los guerreros de Aressotle lo harían. Nadie se atreve a invadirnos, sin
embargo. Tenemos la reputación de ser despiadados. Entonces mientras esperamos a que alguien sea
lo suficientemente estúpido como para desafiarnos, perseguimos otras actividades. Elegí la vía
mercenario, con algunas habilidades extra. Contra más peligroso es el trabajo, mayor honra puedo
llevar.
Él se encogió de hombros. —En tu cultura, tal vez. En la mía, sólo estoy siguiendo los pasos de mis
antepasados. Además, ¿qué sabes tú de honor? ¿No te mofaste de ser virgen para estafara un rico
patrón sus duramente obtenidos créditos?
—Ambos sabemos que el alien-brazos-de-pulpo no se ganó ese dinero. Y nunca dije que tenía honor
o integridad. Estaba cuestionando la tuya. O la carencia de ella, más específicamente. —Ella sonrió.
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¿Cómo seguía haciendo eso? ¿Torcer sus insultos a cumplidos? ¿Cómo iba a enojarlo si no
reaccionaba como se esperaba? Intentó virar el tema de nuevo a lo más seguro, un terreno más
molesto. —Por lo tanto, tu primo llama y pregunta por una niñera y como un buen chico, vas a
buscar una. ¿Qué hay en eso para mí? ¿O estáis todos esperando que haga esto gratis? Una chica
necesita cosas para sobrevivir .
—¿Supones? Caray. Nunca consigas un trabajo como reclutador porque apestas. ¿Sabes algo más
aparte del hecho de que me necesitan para ayudar a cuidar de un mocoso gritando?
—No.
Era su turno de suspirar. —Sabes, que voy a salir o escapar en cuanto pueda.
—No es mi problema.
—Está bien. Ahora, si hemos terminado. Debo ir a buscar Ifruum. No me gustaría que se preocupe.
—¿Preocuparse por qué? Sabe que no te haré daño, o mataré, aunque el universo sabe que me
gustaría estrangular tu pálido cuello.
—Tú no eres el único pensando en un estrangulamiento—, murmuró. No pudo evitar que su mirada
bajara a un punto por debajo de su cintura y maldita si él no la atrapó. Sus conocedores ojos
relativamente le decían que se atreviera hacerlo. A poner las manos sobre él y …
—El suficiente—, fue su respuesta cuando tocó un punto en la pared y una puerta se abrió.
Ella no le preguntó tiempo suficiente para qué. Oivia pisoteó de vuelta a la sala — y maldijo su
decepción al ver que no la agarraba y la atraía para besarla. La había secuestrado. ¿No debería haber
llegado a la parte de forzar por ahora? ¿O había una regla de los mercenarios en ese libro en contra
de follar a la nueva niñera de su primo?
—Una jodida niñera— resopló la palabra mientras entraba en la sala de mando, donde Ifruum, con
los pies apoyados en la consola, roncaba. —Despierta. Necesitamos hablar, traidor .
Una esfera marrón la miró por debajo las espesas cejas. —Estaba durmiendo.
Ella tamborileó los dedos en el apoya-brazos de la silla donde se dejó caer—Él es un idiota arrogante.
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—Ese hombre no es mi amigo. O tuyo, para el caso. No puedo creer que no dieras la cara por mi.
—Aun entre ladrones, necesitamos un cierto grado de confianza. ¿Y qué si él espera que juegues a la
niñera por un tiempo? Podría ser un buen cambio. Piensa en ello como una práctica para más
adelante en tu vida .
¿Tener hijos? Ella se estremeció. No, gracias. Las acciones de su madre dejaron claro que tener
mocosos no merecían la pena. —No necesito practicar porque jamás tendré niños. Son demasiado
trabajo .
—Dudoso. Y no he venido a buscarte para que me hables de bebés, sino para averiguar cuál es el
plan.
Ella le lanzó una mirada asesina acompañada del saludo de su dedo corazón.
Él se echó a reír. —Está bien. Me conoces demasiado bien. Quizás he planeado algo aquí y allá,
pequeños trabajos puntuales, señalados para interferir contigo manteniendo tu palabra con un cierto
dictador púrpura .
—Oh, él es un idiota.
—Duerme un poco. Relájate. Dúchate. Todo se verá mejor una vez que que te refresques.
Más fácil decirlo que hacerlo. Aunque encontró una habitación con una pequeña cocina y un cuarto
de baño para alguna sencilla limpieza, las únicas otras habitaciones que localizó en la nave, eran para
los suministros, con montones y montones de cajas. De todos los espacios que exploró, ni uno de
ellos tenía una cama o incluso un sofá para dormir. ¿Una nave tan lujosa debía tener algo más, una
sala de estar, alojamientos para la tripulación? Simplemente no podía encontrarlo.
No se le ocurrió simplemente dormir en el suelo, alfombras suaves o no. No, no estaba sucediendo,
no cuando sabía dónde había visto una cama. Una cómoda- cama. Solo tenia que patear a cierta
persona fuera de ella. O al menos esa era la excusa que se dio a sí misma mientras emprendía su
marcha hacia el cuarto donde había dejado Makl.
Fresco tras una limpieza, Makl estaba de pie, desnudo y sin vergüenza. Musculoso, oh-tan
deliciosamente musculoso y de una manera que incluso un humano podría apreciar — y ella lo hacia
— con un anillo atravesando su pectoral izquierdo, rogando por un tirón. No pudo evitar mirar hacia
abajo, a su polla, larga y gruesa, creciendo mientras miraba ...rogándole tocarla. Lamerla. Cabalgarla.
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El bit es la unidad mínima de información empleada en informática, en cualquier dispositivo digital, o
en la teoría de la información. Con él, podemos representar dos valores cuales quiera, como
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verdadero o falso, abierto o cerrado, blanco o negro, norte o sur, masculino o femenino, rojo o azul,
etc. Basta con asignar uno de esos valores al estado de "apagado" y el otro al estado de "encendido"
Sí, ella quería un pedazo de él. No iba a negarlo, no cuando su boca se hacia prácticamente agua y
tuvo que apretar los puños para que no ceder a la tentación de acercarse y tocarlo. Tomarlo. Follarlo.
—No he venido aquí para tener sexo.— Bueno, su boca logró decirlo incluso si su cuerpo lo negaba —
y no con vehemencia.
—¿Sexo?— Él arqueó una ceja. —Había pensado que querrías ducharte primero, a menos que estés
satisfecha con el escaso servicio de limpieza que encontraste junto a la cocina .
Entrecerró los ojos con sospecha. —Sabes que quiero limpiarme. Supongo que tiene la única unidad
de limpieza corporal a bordo escondida en su habitación .
—A través de esa apertura de allí. Me temo que la segunda unidad de limpieza está actualmente
inaccesible debido a la carga .
—Nada. A menos que pienses que debes darme algo. No me opongo a todo esto del sexo
que sigues mencionando .
—Yo no sigo mencionándolo. Pero sí necesitamos hablar de una cama. Más concretamente, de mi
cama. — Ifruum podía dormir en cualquier lugar, en posición vertical, o incluso, si era necesario, de al
revés.
—Oh, me atrevo a decir que lo hiciste, pero lo he despejado para hacer espacio a la carga.
—Estoy seguro de que sobreviviré a compartir mi dormitorio. Es grande, ya te has dado cuenta. —Le
guiñó un ojo.
Mantuvo los ojos fijos en su cara y se las arregló para no mirar más bajo de su barbilla con hoyuelos.
—Sí, eso no va a funcionar. Entonces, ¿por qué no agarras tus cosas mientras me baño? Dado que
esta es tu nave, estoy segura de que la conoces lo suficiente como para encontrarte un bonito y
cómodo lugar. Como la única mujer a bordo, declaro la cama mía. —Decreto realizado, se volvió
sobre sus talones y se alejo, derecha al cuarto de baño, que tenía indicios de vapor húmedo.
De ninguna manera. ¿Agua Real? Ella golpeó los controles para cerrar y bloquear la puerta. Se
deshizo de su ropa en un tiempo récord y entró en el cubículo hecho para parecer una suave cascada
de roca. Un momento jugueteando y la unidad se encendió. Un poco de líquido caliente golpeó su
rostro levantado, probablemente no el cien por cien agua, pero estaba lo suficientemente cerca como
para hacerle cerrar los ojos y suspirar. Oh, dulce decadencia.
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siendo discutidos allá en la Tierra cuando fue secuestrada. El agua en el espacio era escasa, al igual
que las guerras por disputas como quien era el dueño de un gran estanque de la misma. Los planetas
con mucha agua eran ricos. Aquellos con ninguna pagaban un alto precio por ella.
La Tierra por alguna razón que nunca había entendido, disfrutaba de un cierto tipo de estatus de
protección. ¿Quién lo decretó o ejecutó?, nadie parecía saberlo, pero aparte de un par de ladrones
de poca monta y contrabandistas, nadie molestaba a su antiguo hogar y sus abundantes océanos.
Pensando en la tierra ... no era un lugar que extrañaba mucho. No había vivido exactamente una vida
perfecta allí, pero ciertas cosas — como la lluvia, por ejemplo... la nieve y las barritas Snickers — eran
cosas que nunca olvidó. Dios, extrañaba el chocolate. ¿Quién habría pensado que una delicia tan
abundante en su antigua vida resultaría tan escasa en el espacio?
Ella inclinó la cabeza mientras se lamentaba por la pérdida empalagosa y nunca lo escuchó acercarse.
Cuando habló, ella gritó y abrió los ojos para ver que la observaba.
—Pensé que te gustaría un jabón más femenino.— Apoyado en la pared, cerca del borde de la opaca
apertura, completamente desnudo aún, Makl le tendía una redonda, barra blanca, con media sonrisa
en los labios.
—Cerré la puerta.
Alargó la mano para coger el pegote blanco, pretendiendo fingir que no le afectaba tenerlo tan cerca.
Pero le afectaba. Toda esa piel y músculos ... era demasiado tentador. ¿Este hombre no poseía ropa?
Por otra parte, parecía un crimen cubrir tanta perfección. Espontáneamente, sus ojos se desviaron
más abajo, para verlo completamente erecto, su pene en posición de firmes, largo y grueso - y sus
bolas- ¡No hay!.
Querido Dios — quién no existía en cualquier galaxia que había visitado, sin importar lo que Murphy
afirmaba — y que creía, él realmente no tenía un saco. O un ombligo. Eso, más que su color de piel y
dientes, le hizo darse cuenta de la diferencia entre ellos.
—¿Cómo puede verte tan humano y no serlo?—, Murmuró. Sin embargo, su extrañeza no le restaba
atractivo. Creía que nada podía. O eso le informaba su cuerpo. Era incapaz de detener el
pico de sus pezones mientras contemplaba con fascinación su flotante polla. Sus manos frotaron
círculos lentos sobre su piel. El jabón enjabonaba muy bien, haciendo su carne resbaladiza, lo cual no
ayudó al hecho de que no podía apartar la mirada de su polla que seguía creciendo y engrosando.
—¿Perdón?— Ni siquiera pretendió entenderlo. ¿Cómo podría cuando su mano se extendió entre sus
piernas?, para enjabonarse, por supuesto. Maldita audiencia. O disfrute.
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Snickers: es una barrita de chocolate elaborada y distribuida por Mars Incorporated. Tiene un relleno
de nougat (turrón) y mantequilla de maní con una cobertura de caramelo y cacahuetes troceados,
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Sus ojos, brillando ardientemente, permanecieron fijos en su rostro. Punto para él. —¿Ves
otro propósito humano en el hecho de volverme loco?
—Entonces haz algo al respecto. —Entendía su desafío por lo que era. Permiso para seducirla. ¿Por
qué no? Lo deseaba. La deseaba. Cuanto antes lo sacaron de sus sistemas, más rápido él querría
deshacerse de ella. Y ella podría ignorarlo. Vencerlo. Ganar.
Sin embargo, él no se movió, sólo la observó. Ella se retorció. Sus manos desaceleraron, pero no
detuvieron la caricia sensual sobre su cuerpo. Dirigió una mirada a su polla para verla totalmente
erecta, tentándola. Prácticamente rogando por su tacto. Por su cuerpo ...
Le dio la espalda y levantó la cara hacia el spray. Le dejó en su mente. Si quería observar, lo dejaría.
Oh Dios, que la observara mientras se tomaba los pechos, levantándolos al aerosol,
los pezones duros perfectos para que una boca los succionara. Deslizó las manos hacia abajo, acarició
sus caderas delgadas, las deslizo a la unión de sus muslos. Entre los que profundizó, con los dedos
para encontrar su clítoris y acariciarlo, frotarlo. Disfrutando, saber que él observaba fijamente y no la
tocaba, le excitaba y frustraba.
Se encontró con la mejilla presionada contra la lisa pared de piedra de la ducha. El líquido aún corría
calurosamente desde los inyectores, pero con su cuerpo pegado tan fuertemente contra el suyo, no se
mojaba, a menos que el punto entre sus muslos contase.
Su polla atrapada entre sus piernas, se frotaba deliciosamente contra los labios de su sexo. Y aún su
dedo hacia círculos lentos en su clítoris. Joder. Ella jadeó. Se contoneó. Pero no le daba lo que
quería. Lo que ambos necesitaban.
—¿Por qué no lo pides?— por fin murmuró a su oído mientras su lengua trazaba su contorno.
—Ah, pero yo puedo seguir durante unidades con esto. Me he imaginado este momento demasiadas
veces. Quiero saborearlo —, susurró. Empujó sus caderas contra ella, rápidas
sacudidas que la frotaban burlonamente. Los dedos retorcieron repentinamente su pezón dolorido.
Gritó, aplanando las palmas contra la pared. Dejándolo torturarla. No cedería primero, pero se
vendría si seguía así.
Debió sentirlo. Y detuvo la placentera fricción en su clítoris. Podría llorar cuando quitó la mano. Su
clítoris palpitaba con fuerza. Su cuerpo envolvía el suyo, muslo contra muslo, espalda contra su
pecho, las manos en sus tetas. Sus labios trabados a su cuello. Maldita sea, un temblor la sacudió.
Entonces otro. Lo necesitaba en su interior desesperadamente. Su cuerpo se apretaba con necesidad,
exigiendo que diga las palabras.
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Justo cuando pensaba que tendría que ceder, gruñó alto y claro. —No puedo esperar más.—
Tiró hacia atrás sus caderas, inclinando la parte inferior de su cuerpo mientras pateaba aparte sus
pies. Tuvo el tiempo justo para prepararse cuando la penetró.
—Oh, sí, follame. —No era lo más elocuente o propio de una dama, pero si lo más acertado para la
ocasión. Nunca antes tuvo sexo o una polla para el caso, sintiéndose tan perfecta. Llenándola,
estirándola y haciéndole cosas maravillosas mientras tejía dentro y fuera. Sus dedos se curvaron y
arañó la pared mientras su clímax se construía y construía, estallando en una oleada que la dejó
gritando, —¡Sí! ¡Sí! Oh, Dios mío, ¡sí! —Y él aún empujaba, extrayendo su dicha.
¿En cuanto a su segunda incursión en el placer? Ahora ya se, que el cielo existe.
**********
Con el cuerpo temblando, sus caderas continuaron empujando en ella, alargando ambas liberaciones.
Jadeante, con el corazón acelerado, se apoyó contra la pared de la ducha y la apretó contra él,
acunando su cuerpo inerte en sus brazos.
—Eso fue sin duda — — Hizo una pausa, con la pérdida, por una vez, de las palabras.
—¿Perversamente inesperado?
—Mucho.
Por la diosa menor del Karma, eso esperaba. Cualquier otra cosa y algo más permanente, no podía
ser considerado. Makl no tenia relaciones. Por fin había conseguido lo que quería. Sexo con la
humana. Fue mejor de lo que imaginaba. Mucho. El mejor que había tenido — por mucho. Lo cual la
hacía ridículamente peligrosa. Cuanto más rápido la dejara con su primo, mejor. —Regla número
cinco los mercenarios, subsección cinco, nunca dejar pasar la oportunidad de vaciar tu polla .
Bien, eso era mucho mejor. Esta Olivia, molesta y furiosa como para poder huir de los estrechos
confines, podía manejarlo. Eso de querer tenerla en sus brazos para disculparse y luego llevarla a su
cama para poder hundirse en ella, largo y lento ... era demasiado peligroso.
—Entonces, sobre todo esto la cama para dormir ...— Ella se volvió para mirarlo, una gota de
humedad colgando de la punta de sus pezones casi le envió de rodillas para suplicar. —Voy a dormir
en ella.
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—También yo
—Es la única cama. Y si crees que voy a dormir en el suelo de mi propia nave ...
—Está bien. Podemos compartirla pero mantente en tu lado. Puesto que has tomado cuidado de tu
regla de mercenarios con respecto a tu polla, ya no tengo que preocuparme de que me molestes .
Hmm, ¿debería mencionar que podría tomarla de nuevo en unos ... oh, mira eso. Estaba listo ya.
Mejor ocultarlo antes de que se alejara de la cama. Qué suerte, se volvió y se inclinó, dándole una
atractiva vista.
—¿Buscas algo?— Porque si ella quería, podía esconder su polla en su sexo y esperar a que la
encuentre.
—¿Dónde has escondido tu ropa? Y ¿por qué está tan limpio aquí? Es antinatural. Los hombres
nacen naturalmente patanes .
—La dejadez no es tolerada. A no ser que, forme parte de un subterfugio para ocultar nuestra
identidad —, repitió de memoria. La capacidad de moverse y limpiar su presencia era importante para
uno de su clase. Además, odiaba el desorden.
Bien. Sería de gran ayuda para invalidar una parte de su apelación. Necesitaba algo, cualquier cosa
que evitara desearla como un guerrero en sus primeras etapas de experimentación sexual. ¿Ella
liberaba una feromona de algún tipo, algo exclusivo de los humanos que la hacía tan malditamente
irresistible?
Se tendió sobre su colchón y escondió su estado duro, mirándola con los ojos entrecerrados. Ella
encontró una camisa y se la puso, cubriéndola hasta las rodillas y se paseó por el cuarto. Debería
ignorarla y dormirse, pero la fascinación le mantuvo mirándola.
—Nada.
—Entonces, apaga las luces y ven a la cama. Me estás distrayendo de mi tiempo de sueño .
—Sí. Lidiar con una irritable, bárbara terca es agotador —. Cerró los ojos a su expresión de asombro,
sus labios se curvaron con satisfacción.
Los abrió a su fuerte exhalación cuando aterrizó sobre su pecho con un gruñido: —¿Soy agotadora?
La miró, se veía hermosa con su pelo húmedo desordenado, sus ojos destellando con disgusto y sus
labios llenos y tentadores. Un momento después, la inmovilizó sobre su espalda, trabó su boca con la
suya y se deslizó en ella, todo en un solo golpe.
—Oh. ¿Pensé que habíamos acordado esto era cosa de una vez? —Resopló mientras sus dedos se
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clavaban en sus hombros.
—Ha pasado bastante tiempo desde que ejercité mi polla—, gruñó, el acto de hablar con coherencia
prácticamente fuera de su alcance cuando su resbaladizo cana le succionó.
—Una última vez, entonces. No más después de esto —, jadeó. —Ni siquiera me gustas.
—Tú a mi tampoco. La última vez. Te lo juro. —Mintió. De alguna manera, dudaba que estuviera a
punto de apaciguar su deseo por ella, algo que olvidó en cuanto toda su sangre dejó su cerebro para
ayudar a su polla a encontrar la claridad mental.
Ambos llegaron en un clímax frenético, jadeante, que lo dejó cojeando. Saciado, por alguna razón, no
rodó al terminar y la ignoró o la echó de su cama — pero con el pretexto de mantenerla cerca para
que no intentara algo tortuoso — la colocó en la cuna de sus brazos, donde ambos se quedaron
dormidos, abrazados.
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Capítulo 7
M akl se despertó primero y contuvo la respiración al darse cuenta de lo que el cálido haz de
piel acurrucada contra su cuerpo significaba.
¡Dormí con una mujer! No sólo dormir, lo había hecho en la posición de cuchara y sostenido
íntimamente. Había compartido su cama, almohada y manta con alguien más. El horror lo impulsó a
la acción. Tan rápidamente que ella nunca le sintió moverse, escapó de la cama y dejó a Olivia
dormida en el lugar cálido que su cuerpo dejaba atrás.
Con el corazón acelerado, la miró y se preguntó qué se apoderó de él. La noche anterior había
querido seducirla, calmarla para que durmiera y luego colocarla en el catre actualmente plegado
contra la pared. En su lugar, se relajó, aunque todavía un poco cachondo a pesar de las dos rondas y
se quedó dormido, acunando el delicioso cuerpo de la humana. ¡Me acurruqué! El vengador
galáctico, seductor de mujeres, perturbador de entusiastas uniones, no se acurruca. O baja la guardia
— especialmente para dormir junto a una humana que había demostrado ser tortuosa en el pasado y
cuyo socio actualmente tripulaba su nave.
¿Alguien conducía su barco? Maldición. ¿Cuánto había podrido esta bárbara su ingenio? Tenía que
prestar más atención en el futuro para asegurarse de mantener algo de sangre en su cerebro. Errores
como este podrían costar la vida a un mercenario.
Se vistió más rápido que aquella vez en la que el esposo volvió a casa más temprano del trabajo —
sólo un idiota se enfrentaría a dos metros y medio de Gorrolian con afilados colmillos —huyó de su
habitación— sin dar una última mirada a la tentadora bárbara en su cama — y se dirigió a la cámara
de control. No sabía qué esperar encontrar, pero temía la respuesta. Un millón de posibilidades
llegaron a su mente, todas ellas asegurando que sería la causa de las burlas en la próxima reunión
familiar. A menos que, recuperara el control, matara a todos a bordo para que no hubiera ningún
testigo y después realizara algún acto espectacular, peligroso. Aún podría ser capaz de salvar la
situación, a no ser que Olivia mientras hablaba con la mascota hiciera algo completamente
inesperado. El rostro peludo, orejas peludas y con aspecto benigno en general, no le engañaba. Por lo
que sabía, la alfombra peluda podría estar sentado en su silla, ladrando mientras los conducía al sol
más cercano. Ahora estás siendo ridículo, por supuesto. ¿Por qué arruinar una perfecta nave cuando
él podría morir o matarme? Quizá por eso Olivia fue a su habitación y lo sedujo. Pero, frustró su
intento de asesinato mediante el sexo, dejándola con una profundamente necesidad de descanso y
recuperación. El Amante Galáctico golpeó de nuevo.
Aunque primero, tenía que recuperar el control de su nave — y de sí mismo. Sin embargo, una vez
más, una pequeña cosa llamada la ley de Murphy, que tenía una sección dedicada a ella en su manual
de mercenarios, había probado que cuando pensabas que quizás habías conseguido tener las cosas
bajo control, Murphy, un dios en el que se negaba a creer, hacia algo para joder las cosas, obligando a
un guerrero a pensar rápido que sus pies. En su caso, entró en el centro de mando y no encontró a
una alfombra caminando, sino un hombre muy humano bebiendo de una copa de forma extraña,
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Pelo largo, vistiendo una capa azul marino sobre una camisa de lino blanca adornada con volantes
afeminados, el extraño hombre arqueó una ceja divertido por la aparición de Makl.
—Oh, ya me conoces, pero no con este usual aspecto. Algunos me llaman hijo de puta. Otros, Dios.
Una cierta alumna mís le gusta más Ifruum, pero yo prefiero mi nombre más venerado, Murphy.
Como el dios, Murphy.
—Los Dioses no existen. —Excepto la Diosa del Karma, por supuesto, pero le costó un poco de
trabajo llegar a convencerlo.
Ante los ojos incrédulos de Makl, el macho brilló y se convirtió en un peludo lío.
—¿Te refieres a mi alter ego Ifruum? Él sigue aquí. Pero, creo que su forma es bastante restrictiva y
maloliente. —La alfombra se transformó de nuevo en un hombre—. ¿Asumo que me crees ahora?
—Imposible. —Makl pensaba que el cambio de forma era una farsa. Incluso había apostado sobre eso
una vez. Maldición, ahora le debía a su sangriento primo una botella del vino caro que le gustaba
tanto.
—¿Cómo puedes decir imposible cuando lo viste con tus propios ojos?
—Maldito seas. Me acabas de costar una botella de vino caro, un vino para el que tenía planes.
—¿Lo sabe Olivia? —preguntó Makl, cuando se sentó en su asiento y casualmente dio una mirada más
atenta a las lecturas de la nave.
—¿Si la chica sabe que su tío Murphy es también su amado mentor? No. Ella es la razón por la que
tuve que convertirme en ese perro estúpido en primer lugar. Consigue unos malentendidos, añade
durante la adolescencia y repentinamente, la chica no escucha nunca más al tío que la salvó. Estaba
cansado de reemplazar los platos que seguía lanzando a mi cabeza, así que me fui, pero era
demasiado joven e ingenua para sobrevivir por su cuenta. Así que como un dios benévolo, me puse
un traje de perro con grandes ojos de cachorro, le di la promesa de dinero y repentinamente, es la
Srta. Agradable.
—¿Entonces por qué me lo dices? ¿No temes que se lo haga saber? —Makl preguntó para ver que
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podía conseguir del cambiaformas por guardar silencio. Regla número siete de los mercenarios: si
surge una oportunidad de chantaje, utilízala para conseguir algunos créditos.
Habiéndola tocado, Makl podía dar fe de su frágil naturaleza. Ella no sobreviviría por su cuenta sin
un fuerte hombre para protegerla. Un hombre como yo. No es que planeara ofrecerse como
voluntario.
— ¿Dejarla? No exactamente, pero aún no puedo parar su destino, un destino al que tendrá que ser
arrastrada, probablemente, pataleando y gritando.
Antes de que Makl pudiera preguntar a Murphy —o al menos al impostor que cambia de forma y se
hacía pasar por la traviesa entidad— Olivia entró, llevando una camisa de Makl y unos de sus
pantalones, con los puños enrollados unas cuantas veces. Se veía adorable. Al instante, su polla se
llenó, pero para poder seguir en guardia, Makl se pellizcó con fuerza, utilizando el dolor para evitar
que su lujuria robara más sangre a su cerebro. Tenía la intención de mantener su ingenio de ahora en
adelante.
— ¿Qué haces aquí? —Le espetó ella, sus ojos destellando con irritación.
Al principio, Makl pensaba que era a él, pero su dedo punzante señaló a otra fuente.
—Olivia, mi querida sobrina. —El intruso utilizó un tono conciliador y Makl negó con la cabeza.
Incluso él sabía que no podía hacer eso con una mujer furiosa.
—De nada.
—No es a ti. No eres un dios. Eres más como un dolor en mi... —Por fin se dignó a notar que tenía
público y sus mejillas se sonrojaron. No tan rosadas como anoche, sin embargo, cuando él...
—Idiotas, —murmuró—. ¿Dónde está Ifruum? ¿Qué hiciste con él esta vez, Murphy?
— ¿Yo? ¿Por qué siempre tienes que echarme la culpa? Sólo soy un hombre que siempre tuvo su
mejor interés en el corazón. ¿Quién te salvó de una vida de servidumbre y...?
—Bla bla. Bla. Bla. Sí, eres un héroe. Lo sé. Tú y Makl deberían abrir un club para aliens con grandes
egos que son infravalorados.
—Oye, ¿quién no me aprecia? —protestó Makl—. ¿Y por qué tengo que compartir el club? Debería
ser todo sobre mí.
—Oh, Dios mío, sois como gemelos. Vómitos. Ahora que hemos verificado que son el uno para el
otro, ¿alguien puede decirme qué está pasando? Murphy, ¿qué estás haciendo aquí? Púrpura,
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¿dónde está mi desayuno? ¿Y querría alguien decirle a Ifruum que deje de dormir, esté donde esté y
consiga su culo peludo aquí?
Ella estaba, también, dando golpecitos con el pie y con los brazos cruzados. Realmente esperaba que
obedecieran. Makl se rió disimuladamente.
—Sí. Pero estoy encariñado con ella a pesar de ello, —dijo Murphy con un suspiro.
—Bueno, como son un manantial de información, me voy. Adiós, Murph. Espero que te quedes
atascado en ese cometa de nuevo y vayas a dar un paseo.
Hizo un giro totalmente humano, que dejó a Makl con la boca abierta.
—La chica es toda una actriz. Por eso que es tan buena en lo que hace.
— ¿Cómo la encontraste?
—Se podría decir que la rescaté accidentalmente. Pero esa no es mi historia para contar. Basta con
decir, que cometí el error de mantenerla y ella me ha estado haciendo pagar por ello desde entonces.
—Murphy lo dijo como si le molestara, pero su tono y expresión contaba una historia diferente. El
cambiaformas se preocupaba por la hembra.
—Estás sentado frente a mí, a menos que puedas estar en dos lugares al mismo tiempo, estoy bastante
seguro de que se dará cuenta.
— ¿Quieres decir que puedes estar en dos lugares al mismo tiempo? —Las posibilidades abrumaron
su mente.
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—Entonces, ¿cuál es tu plan?
— ¿Qué plan? ¿Pensé que estábamos dejando a Olivia convertirse en una niñera?
—Oh, no te preocupes por mí. Cuando mi niña esté sana y salva, destellaré a un nuevo punto de
diversión. Siempre hay personas orando para mí. Es sólo una cuestión de elegir quién va a obtener
mi atención divina.
Un resoplido se le escapó.
—Pero, ¿qué?
La taza y plato de Murphy desaparecieron en el aire cuando se inclinó hacia atrás, repentinamente
sentado en un asiento cubierto con tela bordada en oro. Él juntó los dedos.
—Bueno, aún estamos a unos pocos días de tu primo y con parte de tus fondos temporalmente
congelados...
— ¡Congelados!
—Sí, la Galaxia de Obsidiana presentó una reclamación formal y tienen una orden judicial sobre sus
cuentas de crédito. No te preocupes, ese concejal en tu familia, ¿cuál es su nombre?
—Ah sí, Tren, ya está haciendo los arreglos para que la orden judicial sea eliminada, pero entretanto,
pensé que te gustaría un poco de aventura y moneda líquida.
—Un robo a la joyería. Lo planeé en cuanto el dueño empezó jactarse sobre su infalible seguridad.
Oh, esas mágicas, desafiantes palabras. Makl se inclinó hacia adelante, más ansioso de lo que quería
admitir.
—Cuéntame más.
—Parece que ha instalado un sistema moderno compuesto por cámaras, escáneres y guardias.
También está a cargo de verificar los antecedentes de todos sus clientes.
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—Bonito, pero no merece la pena el tiempo que tendría que desperdiciar con la planificación. La
familia me está esperando. Quizás cuando regrese de dejar a Olivia.
— ¿Qué planificación? Ya lo tengo todo planeado. Había planeado representar el papel de novio
cariñoso, pero dado que Olivia no trabajará conmigo, sólo con ese perro estúpido, sé que no
seríamos muy creíbles. Pero si tú representas el papel de tonto enamorado, creo que funcionaría a la
perfección.
— ¿Quieres que lo robé con ella? ¿Estás fuera de tu maldita mente? Yo trabajo solo. —Sin embargo,
al mismo tiempo, no podía negar el encanto de tenerla a su lado, mientras realizaba un atraco.
— ¿Puedes imaginar los titulares? Galáctico Vengador y su encantadora ayudante roban el anillo
invaluable.
Makl podía verlo. Y maldición si no le gustaba. Un instante después, había aceptado y ellos forjaron
los detalles.
***
Olivia fue pisoteando en busca de alimento y su cómplice. Ver a su tío Murphy nuevamente después
de tanto tiempo la había alterado, pero no tanto como ver al tipo que se abrió paso bajo sus defensas
la noche anterior. El idiota púrpura pomposo no sólo la sedujo, de algún modo también consiguió
que se durmiera en sus brazos.
Había bajado la guardia de una manera importante. Pero lo peor era saber que se permitió ser
vulnerable con un hombre al que apenas conocía —un hombre que agradablemente y
temerariamente, tuvo relaciones sexuales con ella— detestaba haberse sentido decepcionada cuando
se despertó y descubrió que estaba sola.
Debería haberse deleitado con el hecho de que él no intentara ir por la tercera ronda, una seducción
que habría rechazado — probablemente. Se había rascado la picazón, por lo que debería tener
suficiente por los próximos años de su vida.
Olivia ya no era virgen, pero tampoco tenia un alto impulso sexual. Raramente sentía esa necesidad
carnal. Cuando lo hacia, se la rascaba con cualquier entidad compatible o su propia mano. La
picazón se iba y seguía con su vida.
Entonces ¿por qué ver a Makl nuevamente trajo los mismos sentimientos y atracción de vuelta? Y no
sólo de vuelta, sino ampliado por cien. Ahora, cuando miró sus manos fuertes y capaces, no tuvo que
imaginar como llegarían a sentirse en su cuerpo, lo sabía. Las anhelaba. Quería esas manos tocando
su cuerpo y esos labios mordisqueando su piel. Quería saborear el éxtasis que él le mostró. Maldito
tipo púrpura caliente, le quería — de nuevo.
Qué fastidio. Confusa, molesta y más caliente de lo que le gustaba, dejó a Makl conversando con
Murphy —lo que sin duda no presagiaba nada bueno— y fue a buscar algo para llenar su vientre.
En la pequeña zona de preparación de alimentos, encontró a Ifruum gorroneando por las armarios.
Su perrito volvió sus familiares ojos hacia ella.
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— ¿Qué te tiene frunciendo el ceño?
—Sí. Estaba preocupado por ti. Al parecer, vio tu foto en los nuevos servidores y se preocupó.
Felicitaciones. Parece que eres una mujer muy deseada.
— ¿Lo soy?
—Sí, lo eres. Una cinta de tus artimañas con el mercenario púrpura en tu temporal celda ha estado
circulando. No te imaginas las ofertas monetarias que se manejan por la versión completa, sin editar.
— ¿Cuánto? Espera un segundo. —Ella se golpeó la frente—. ¿Qué estoy diciendo? No voy a hacer un
vídeo sexual.
—Sí. ¿Y? No es como si eso significara algo. Sólo un par de compatibles cuerpos ejerciendo una
necesidad natural.
Um, tal vez una vez más, sólo para sacarlo de su sistema. Estúpido hombre, de aspecto desaliñado.
Nadie debería verse tan delicioso con ese pelo de punta y la camisa medio abierta, y la mandíbula sin
afeitar. Makl lo hacia y de repente, sólo una vez —incluso dos veces— no era suficiente.
—Ten en cuenta que no me interesa si lo haces o no, simplemente no lo hagas en cualquier lugar
donde pueda verlo o estarás limpiando mi vómito. —Ifruum se estremeció.
Ah sí, su socio en el crimen y sus trabajos. De dónde sacaba sus ideas, Olivia no lo sabía, pero Ifruum
siempre tenía una pista sobre una estafa. La mayor parte del tiempo, las terminaban con beneficios, a
pesar de los diversos desastres con los que normalmente tenían que enfrentarse. Ellos tenían algo más
que su equitativa participación, probablemente todo eso de la adopción de Murphy
se le estaba contagiando. Al escuchar su más reciente propuesta, mientras se preguntaba de qué
hablaban Makl y Murphy, ella sólo tenía que decir una cosa al final de la perorata de Ifruum.
—No me gusta.
— ¿Qué parte del plan no te gusta? —Preguntó Ifruum, con las espesas cejas fruncidas mientras le
entregaba una taza humeante de algo que pasaba por café en el espacio. No es que tuviera
experiencia con el auténtico. Era joven y pobre cuando fue secuestrada, tenia suerte de tener algo que
no fuera agua para beber en casa.
—Me gusta el plan. Y aunque creo que Makl es un idiota pomposo que se ama a sí mismo, estoy de
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acuerdo con que sera un mejor novio que tú. Lo que no me gusta es el hecho de que Murphy haya
aparecido para hacerme una visita.
—No seas tan dura con él. Sabes que te quiere a su manera.
Sí, pero su manera tendía a auto-destruir las cosas a su alrededor, que a su vez significaba que las
cosas a su alrededor también se iban al infierno cuando decidía hacer acto de presencia.
—Sé que lo hace. Y estoy muy agradecida por lo que hizo, pero vamos, incluso tienes que admitir,
que estar a su alrededor significa que todo lo que puede ir mal, lo hará. Tengo bastantes problemas
para escapar de su influencia cuando nos visita. Sólo puedo imaginar lo que pasará ahora que está
aquí.
Ifruum le entregó un plato de comida — los bultos no se parecían a ningún alimento que recordaba
de cuando era una niña. Que no daría algún día por conseguir una hamburguesa con queso, una
verdadera hamburguesa con queso y papas fritas de McDonald. Era el único recuerdo al que se
aferraba tenazmente, la única cosa que podía recordar que tenía el mejor y más delicioso sabor del
mundo — hasta Makl. Maldita sea, pero el hombre la hacía babear y aquí estaba planeando
representar el papel de su novia enamorada.
—No tendré que besarlo o algo, ¿verdad? —Por favor, di que sí.
—Supongo que debería ir a ver si el tío Murphy se ha ido y si Makl sobrevivió a su interrogatorio.
—Makl durmió con su sobrina preferida. —Ella resopló—. Tendrá suerte si sobrevive al día sin un
accidente.
Ifruum se quedó atrás para limpiar mientras se dirigía a la sala de mando. ¿Cómo actuaria Makl?
Demonios, ¿cómo lo haría ella? Nunca había dormido con un hombre antes. Tampoco había
querido a un hombre para una segunda ronda y mucho menos para una tercera. ¿Actuaria como si
nada hubiera pasado o cambiado? ¿O esperaba algo más de ella? Él no se convertiría repentinamente
en un pegajoso, ¿verdad?, creía no poder soportar a un hombre pegajoso.
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Entró en el cuarto y casi suspiró de alivio cuando notó que su tío había desocupado la instalación.
Por lo menos ese problema había desaparecido temporalmente, de nuevo dejándola con un delicioso
alien que descansaba en su asiento mientras... ¿qué estaba haciendo?
Aunque la prisión debería replantearse el presupuesto para adquirir cámaras más caras — la imagen
realmente no mentía. Allí estaba ella a todo color, besando a Makl y diciendo tonterías.
—Sensacional pedazo de estupideces. —Ella arrugó la nariz—. Oh Dios, no puedo creer que la gente
esté escuchando esa mierda.
—Escuchando, amando y rogando por una repetición, pero esta vez con menos ropa.
—No pasará.
— ¿Por qué no? —Makl sonrió y agitó la mano—. ¿No quieres ser famosa?
—Y tú tienes un retorcido sentido del humor. ¿Puedes apagar esa mierda ahora? No puedo escuchar
más. — ¿Por qué iba a desear escucharlo cuando quería vivirlo?—. ¿Qué te dijo mi tío?
— ¿Y te amenazó con maldecirte si me mancillabas? ¿Te exigió que me trates bien o si no?
—No. ¿Se suponía que debía? De hecho, me gustó y voy a admitir que me sorprendió dado lo que
había oído hablar de él.
¿Murphy no había intimidado a Makl por la promesa de mantenerse alejado? Eso no presagiaba
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nada bueno. Murphy actuando taimado significaba todo tipo de problemas. Tendría que mantener
los ojos abiertos no sea que Makl sucumbiera involuntariamente a la protección asfixiante del dios
que había elegido para adoptarla.
—No te pongas demasiado complaciente. Murphy nunca hace nada sin un motivo.
Dios no lo permita.
—Nunca desearía eso a nadie, —dijo con un estremecimiento—. Hablo como alguien que lo sabe.
— ¿Por qué no me dijiste que fuiste adoptada por una entidad que se cree un dios?
—Nada sanguinario. No, el pobre tipo desarrolló una rara alergia a la saliva humana y casi se ahogó.
Pero esto no es nada comparado con el primer chico que me dejó. —Ella se estremeció con el
recuerdo—. Digamos, que el Karma se hizo cargo de ese problema cuando hizo el truco del helado.
— ¡Bobo! Basta de hablar de mis tíos. He oído que vas a ayudarnos en un atraco. ¿Has hecho este
tipo de estafa antes?
—Juego de niños. Ponte en mis manos, que como bien recuerdas, son bastante capaces y juntos,
podremos superar cualquier carga.
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Capítulo 8
P asaron la mayor parte del día repasando sus planes para el atraco. Trabajar como un equipo
podría ser interesante. Makl solía hacerlo solo, pero no podía negar que quería hacer esto, pese a la
demora en la diligencia para su tía. La idea de pasar más tiempo con Olivia debía activar las alarmas
de advertencia; en cambio, disfrutó cada burla que le arrojó, cada sonrisa que le otorgó, cada mirada
caliente cuando pensaba en él sin prestar atención.
Parecía que no era el único que no podía olvidar el sexo explosivo del día anterior. Tampoco era el
único luchando para no sucumbir de nuevo, una lucha que sabía perderían por la forma en que el
aire chisporroteaba alrededor de ellos.
Al final del día, cuando la fatiga la reclamó, o así lo juzgó por sus bostezos, él la abordó.
—Se me ocurre...
—Sabes, si tu lengua siente esa necesidad de ejercitarse, entonces tengo algo donde puedes utilizarla.
—Él se agarró la entrepierna y la meneó.
—Eso fue entonces. Esto es ahora. Tuve la necesidad y estabas a mano. Ahora estoy bien, así que
puedes dejar de intentar entrar en mis pantalones. Eso no sucederá de nuevo.
—¿En serio?
—Sí, la verdad. A pesar de lo que crees, no eres irresistible. Te rascaste tu picazón. Me rasqué la mía.
Estuvo bien. Algo rápido, a decir verdad. Ahora, si me disculpas, quiero dormir un poco. Sola.
Se levantó de su asiento y se dirigió a su habitación, con sus nalgas meneándose, sin mirar atrás. Pero
había cometido un error fatal. Le había insultado y desafiado, invocando así dos reglas mercenarias.
No podía permitir que esto quedara sin respuesta. Caminó detrás de ella, entró en su habitación
momentos después. Ella se dio la vuelta para enfrentarse a él y alzó una mano.
—Alto ahí, púrpura. Quise decir lo que dije sobre dormir sola.
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—Soy tu invitada, lo que significa que consigo la cama.
—No, somos actualmente socios, lo que significa qué lo que es mío es mío.
—No te oí reír la última vez que estuvimos en ella. Según recuerdo, pasaste ese tiempo intentando
recuperar el aliento y relegándome al estatus de Dios o eso era lo que indicaban tus gritos en ese
momento.
—¿Entonces yo no contribuí?
—En realidad, aparte de propagar los muslos y gritar, no realmente. Yo hice todo el trabajo.
Le miró boquiabierta.
—Por favor, inténtelo. Me gustaría disfrutar de unos juegos previos antes de tener relaciones sexuales.
—Levantó una ceja en son de burla.
—Me gustaría apostar en eso. Me encanta un triunfo seguro. —Su sonrisa era probablemente un poco
demasiado petulante, lo que significaba que se merecía un puñetazo en el estómago, pero ¿una
rodilla en la ingle? Totalmente fuera de lugar.
—Te odio.
Yeah, era el tipo de logro que se consigue dado que el dolor todavía irradiaba de sus partes
Dad lay: mujer que no hace nada durante las relaciones sexuales y deja que el hombre haga todo el trabajo.
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masculinas. Como si la fuera a recompensar ahora con su experiencia sexual. Déjala que sufra:
—Bueno. Odiaría que lamentes mi pérdida cuando nos separamos. Menospréciame todo lo que
quieras. Detéstame, si realmente puedes. He oído que el sexo enojado es de la mejor clase.
—Espero que tú y tu mano tengan un buen tiempo, entonces, —dijo ella con insolencia. Procedió a
ignorarlo, giró sobre sus talones y se alejó. Fue al lavabo.
Atrevida bárbara. Aceptó la invitación de inmediato. Desvistiéndose, se acercó a la puerta, no le
sorprendió encontrarla bloqueada. Ella no podía ceder con demasiada facilidad. Ingresó el código
para abrirla. No funcionó. Utilizó su anulación.
Acceso denegado.
¿Perdona? Quizás lo ingresó mal. Makl introdujo el código maestro para la anulación, el que abría
cualquier puerta en la maldita nave.
Acceso denegado.
Consultó los registros informáticos y maldijo entre dientes al ver el rastro pérfido que ella había
creado. La humana se había burlado de él. De alguna manera, había logrado crear un duplicado de la
llave maestra y le había relegado a un estatus secundario.
Voy a matarla. ¿Dónde está mi pistola? Dispararía al bloqueo de la puerta y estrangularía su cuello
pálido. No, si tocaba su mojado cuerpo desnudo, podría olvidarse de sí mismo y su polla podría
utilizar ese tiempo para tomar el relevo. Mejor matarla de inmediato. A tiros. Pero entonces, haría
un lío en su ducha. La única ducha. No, tendría que enfrentarse a su reluciente piel húmeda y tirar su
cuerpo voluptuoso al espacio. O podría... vengarse. Ella quería negar su atracción por él. Pretender
que no lo quería. Ah. Lo sabía mejor. E iba a demostrarlo. No era la única que podía jugar.
—Buena jugada, bárbara. Muy buena jugada, —murmuró—. Pero esto no ha terminado. No por un
tramo largo.
Ella podría pensar que estaba un paso por delante de él ahora, pero Makl prevalecería al final — y
tendría su mendicidad.
Cuando salió un rato más tarde, con su piel cubierta de rocío, limpia y desnuda —si, envuelta en una
toalla— se aseguró de darle una palmadita en el trasero y levantar el mentón para cerrar su boca
mientras pasaba a su lado, desnudo y listo para bañarse. Dejó la puerta abierta para que el vapor
pudiera ondular afuera, sabiendo que seguramente imaginaba su maravilloso cuerpo desnudo bajo el
chorro caliente, recordó la sensación de sus cuerpos unidos el día anterior cuando el líquido caliente
corría por sus formas.
Sabía que ella no podía olvidarlo. Repasó mentalmente ese momento maravilloso con ella mientras
se lavaba. Pero no hizo nada para aliviar su malestar. Todavía no. Envolviendo sólo una toalla
alrededor de sus hombros y nada más, ya que su polla estaba demasiado llena de sangre para poder
ocultarla — y salió del baño, esperando verla esperando ansiosamente, lista para rogar por su toque.
En cambio, suaves ronquidos salieron a su encuentro.
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Sabía que lo estaba. A menos que... no se habría atrevido.
Se inclinó y olió sus manos. El distintivo almizcle de su sexo recubría sus dedos. ¡La bárbara se había
complacido ella misma en vez de usarlo! ¿Cómo se atrevía a cuidar de su excitación sin esperarlo? Le
había engañado. Y esto significaba la guerra.
Racional o no, Makl no pudo evitar representar formas de conseguir que ella sucumbiera a su lujuria
por él, porque estaría condenado si dejaba que una mujer caliente se complaciera a sí misma en su
nave cuando tenía una buena lengua y perfecta polla a su disposición. Antes de que este viaje
terminase, la tendría suplicando por él o su nombre no sería el conquistador galáctico. Ahora había
un nombre gritando éxito.
***
Oh, sí. Eso se sintió bien. Olivia abrió la boca y el calor aumentó. Su placer montándola. Sus caderas
empujaron contra la boca enganchada a su clítoris. Un gemido se le escapó. Y sus ojos se abrieron
cuando se despertó al sentir una concienzuda lamida en su coño.
Pensó que debía protestar por el asalto de Makl a sus partes femeninas. Y lo haría, después de
venirse en su lengua. En serio, el hombre sabía moverse por ahí. Adelante y atrás, lamiendo su
protuberancia hinchada. Olvídate de la sesión que se había dado con los dedos la noche anterior. El
pequeño orgasmo que logró —mientras lo imaginaba en la ducha— ni siquiera se acercaría al clímax
que sentía construyéndose.
—Oh Dios, sí, —gimió—. No te detengas. Voy a venirme. —Alargó la mano y agarró su cabello sólo
para sentirlo escaparse. Su pobre coño notó la burla primero, enfriándose sin su aliento y boca para
mantenerlo caliente. Retorció las caderas, pero el placer no regresó. Makl se bajó de la cama, de
entre sus muslos y extendió su metro ochenta y tres malvas. Una ráfaga de calor mantenía su
excitación elevada. Dios, realmente era una obra de arte. Mirarlo resultaba una decadencia por si
solo. Incluso su culo era caliente, muy caliente y ¿estaba alejándose?
¿Qué? ¡Mierda!
—¿A dónde vas? —Consiguió graznar, mientras su clítoris continuaba palpitando, esperando el gran
final.
—Estás despierta.
—¿Qué tiene eso que ver con que detengas lo que estabas haciendo?
—Ya casi llegamos a nuestro destino. Puesto que estabas durmiendo y no estaba seguro de cómo
despertarte, lo hice de una manera que sabía disfrutaría personalmente. Así que toma nota de ello
para futuras referencias.
—¿No estás olvidando algo? —Preguntó ella, moviendo sus caderas en un recordatorio.
Caminó lejos de nuevo, sus tensas nalgas flexionándose, se detuvo y chasqueó los dedos.
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—Ifruum dice que tu desayuno estará listo cuando tu perezoso culo lo esté. —Y con eso, Makl se
encerró en el baño.
Él no acaba de marcharse.
Lo hizo. Increíble. Se quedó mirando la puerta y luego miró su cuerpo denudo, enrojecido y muy
excitado. Ese maldito idiota. No sabía a qué juego había jugado esta vez, pero como de costumbre, no
le importaba. Ni tenía tiempo para cuidar de si misma porque un altavoz crepitó.
—¡Olivia! Sé que no puedes estar durmiendo todavía. Muévete, chica. Ya casi llegamos.
Makl emergió, todavía desnudo y ella se dejó caer sobre la cama, con la cara primero. Gimió en la
almohada. Entonces gritó cuando sigilosamente se inclinó sobre ella para murmurarle al oído,
—Prefiero quedarme y observar. Sé que te has tocado pensando en mí, bárbara. Me parece
increíblemente excitante. No puedo esperar a verte hacerlo en persona. Quizás me toque, también.
Podemos masturbarnos juntos.
Por un momento, sus palabras casi la tentaron a hacerlo. Su cuerpo latía con mucha fiereza. Pero
claro, eso significaba que él ganaría. Perdería su ventaja. Tendría…
A la mierda. Ella se tumbó de espaldas antes de arrastrar su cabeza abajo y triturar su boca contra la
suya.
No necesitó que se lo dijera dos veces. Rompió el beso, pero antes de poder protestar, su pesado
cuerpo se instaló sobre el de ella, al revés. Olvídate de un polvo duro. Iba a lamerla de nuevo en un
segundo.
Olivia jadeó cuando su lengua encontró su clítoris, un sonido fue interrumpido cuando la punta de su
hinchada y dulce polla, se deslizó en su boca. No ser muy experimentada en este tipo de juego sexual
no significaba que no captase el concepto. Lo lamió arriba y abajo por su longitud, deslizando la
lengua por su piel sedosa. Lamió la punta, lo tomó en su boca y
succionó. A pesar de no haber participado en el sexo oral antes, aprendía rápido. Sólo le hizo a su
polla lo que le vino a la mente y maldita sea si no se hizo más gruesa y sus movimientos se volvieron
más frenéticos.
Se hizo más difícil concentrarse y respirar cuando su boca causó estragos sexuales en su coño. Varias
veces, sus caderas se inclinaron sobre la cama y cada vez, él desaceleró, dejándola en el borde,
jadeando. ¿Cuando él deslizó sus dedos en ella mientras trabajaba su clítoris con su lengua?
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Gritó alrededor de su polla y él la chupó tan duro como pudo como el corcoveo de sus
caderas le permitió. Su cuerpo entero se quedó inmóvil a excepción de sus dedos y boca. Su polla
palpitaba, entonces latió nuevamente antes de venirse con un chorro caliente. Olivia apretó los labios
con fuerza a su alrededor e hizo lo que pudo para alargar su placer mientras él seguía suscitando el
suyo hasta que ella sollozó.
Gastada y jadeante, ni siquiera podía abrir los ojos cuando él cuidadosamente salió de la cama. Pero
no carecía de la energía necesaria para hacerle un gesto grosero cuando con aire satisfecho, dijo:
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Capítulo 9
M akl podía sentirla sentada tensamente junto a él mientras el lujoso vehículo aéreo que había
pedido al llegar al pequeño planeta comercial los llevaba a su destino.
—Relájate.
—Lo estoy. —La respuesta de Olivia salió tan rígida como su peinado, una peluca brebaje que había
conseguido en una de sus muchas cajas de almacenamiento.
—No, no lo estas.
—Bien entonces. No lo estoy. Dame un respiro. Voy repasando el plan en mi mente, intentando
asegurarme de no hemos olvidado nada.
Mirándola —fresca y regia con sus manos sobre su regazo y cruzadas con recato, la única
demostración externa de sus nervios era un delicioso labio inferior escondido entre los dientes—
Makl negó con la cabeza.
—Eso es lo que está mal. Se supone que debemos ser una pareja atontada el uno con el otro.
Tendremos que aparentar que estoy lo suficientemente loco como para querer darte un anillo de
tanto valor, pero estás actuando como la frígida virgen, que ambos sabemos que no eres.
—No.
—Bueno, porque no somos una pareja acaramelada. Gran problema. No todo el mundo que compra
un anillo está besándose y manoseándose.
—Dice una mujer que, obviamente, tiene mucho que aprender. Confía en mí cuando digo que no nos
vemos como una pareja comprando algo romántico. Para que podamos sacar esto adelante, tenemos
que hacer que esto creíble.
—Necesito que me mires como si quisieras desnudarme y lamerme. —En serio, lo hacia. Y entonces,
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si quería actuar sobre sus pensamientos, él no diría que no.
—Eso es pervertido.
Él soltó un bufido.
—Está bien. Lo disfruté. No necesito recuperar ese momento, sin embargo, para hacer al comerciante
creer que estamos enamorados.
—No estoy de acuerdo. ¿Qué es el amor sino otra palabra para la lujuria? Lujuria con un toque de
algo más. Algo caliente. Apasionado. —Ah, ahí estaba el destello de calor que quería. Olivia se
humedeció los labios, un lento deslizamiento, sensual de su lengua que lo llevó de semi-erecto a duro
como una roca—. Ahora me doy cuenta de que no puedes fingir el amor, pero seguro
que sabes todo sobre la lujuria. —El amor era para los débiles. A diferencia de sus primos, Makl
nunca se enamoraría de ella. Nunca dejaría que una mujer dictara...
Ooh, no era la mirada que él quería. Toda para mí. La idea posesiva no le distrajo de la faz
del calor lánguido que invadió la mirada de Olivia, un calor que ahora conocía demasiado bien... y
ansiaba. Sus ojos se encontraron. Ella respiró fuerte. Él se inclinó, ella no se movió, pero sus pestañas
revoloteaban, encofrado sus hipnotizantes ojos.
Podría ocultar la puerta de sus pensamientos más íntimos, pero no podía ocultar la dureza de sus
pezones sobresaliendo a través de la seda apretada de su parte superior.
—¿Pensé que te encargaste de mi lujuria? ¿O has olvidado que me vine? Me temo que toda la lujuria
me ha abandonado. Lo siento.
Esperaba su desafío, algo que él notó que disfrutaba, pero en lugar de contestar, tiró de Olivia a su
regazo. Su ornado vestido —sacado de una de sus cajas de bienes robados— podía cubrirla hasta los
tobillos encerrados en las botas suaves, pero sabía que la tela no hacia nada para ocultar la erección
presionándose contra sus nalgas. Su respiración se volvió superficial y desigual, una señal de su
excitación o eso había notado en anteriores ocasiones. Pulsó su labio inferior hasta que ella lo separó
del superior con un suspiro. Cómo disfrutaba de sus pequeños sonidos de placer. Se inclinó y trazó la
línea de su boca, aspirando su cálido aliento, saboreando el dulce bálsamo del maquillaje haciendo
sus labios brillar. Ella no se alejó — al contrario, se inclinó más cerca, su boca hambrienta buscando
la suya.
Tirando de la tela suelta de su falda, deslizó las manos por sus muslos, deleitándose con la suavidad
sedosa de su piel, la forma en que se calentó por él y se aceleró su ritmo cardíaco. No paró su
ascenso hasta llegar a las costillas. Sin trabas, sus pechos eran un peso bienvenido en sus manos y
acarició los pezones, su boca salivando por saborearlos. Pero logró conservar el suficiente sentido
común como para saber que no tenía tiempo para eso. Él mordió su labio inferior en su lugar,
chupándolo, luego cambió a su superior hasta que se aferró a él, sus dedos se deslizaron por la nuca
de su cuello. Ella se volvió sobre su regazo, la falda de su vestido cabalgando sobre sus caderas
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cuando se sentó a horcajadas sobre él, meciendo su núcleo contra el bulto en sus pantalones,
llevándolos a un salvaje deseo.
Cuidando de no arruinar su elegante peinado, agarró la parte trasera de su cuello y ajustó su ángulo
un poco. Olivia abrió su boca para recibir su beso, ya no protestaba, en su lugar jadeaba y gemía, los
anteriores argumentos se perdieron en medio de su creciente pasión. Deslizó su lengua en duelo con
la suya, un deslizamiento sensual que extrajo un gemido de ella. Se retorció en su regazo. Qué
tortura, sobre todo porque la puerta del coche se abrió en ese momento. Tardó sólo un nanosegundo
en empujarla contra su costado, sacar su arma escondida y apuntar a la cara mirando dentro. Una
docena de ojos facetados parpadearon, mientras tres bocas, pintadas de color naranja, azul y verde, se
redondearon en un O de sorpresa.
No tanto como yo. Tendría que haber pedido la ruta panorámica. Makl acunó la forma de Olivia, sus
músculos ya otra vez rígidos mientras se preparaba para adoptar su plan.
—Debes considerarte afortunado porque me sienta benevolente o ya estarías muerto. —Makl se tomó
su tiempo bajando su arma.
Um, sí lo hacia. En un trabajo o no, a Makl no le gustaba la grosería y la interrupción con Olivia
ahora estaba clasificada en lo alto de su lista de cosas que no se deben hacer.
—Es sólo que... es tan posesivo y apasionado. Es algo bueno que esté planeando casarse conmigo,
porque no sé cuánto tiempo más podré contenerme. —Ella apretó la mano contra su pecho y batió las
párpados.
Un poco exagerado, pero a Makl le gustó su estilo. Esto iba a ser divertido.
—Mis disculpas, señor. Señora. —La cabeza se inclinó sumisamente—. Su conductor me aseguró que
estaba desocupado.
Su conductor peludo se paró justo detrás del portavoz alienígena. Makl le lanzó una mirada asesina a
Ifruum. Usando un gorro negro de forma extraña con un borde brillante, el alien peludo se burlaba
de él con un saludo. Obtendría lo suyo más tarde. Makl volvió su atención hacia el ser nervioso ante
la puerta del coche.
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los siete planetas...
—... en la sexagésima novena galaxia. No permita que su asombro le deje ciego. Tú me puedes tratar
como su alteza. Como es de esperar.
—De hecho son sus, um, altezas. ¿Usted y la mujer serian tan amables de seguirme?
—Mi prometida tiene nombre — gruñó Makl, deslizándose fuera del coche aéreo, el brazo alrededor
de su cintura arrastrándola con él. Antes de que el hombre pudiera decir algo, añadió—: Sin embargo,
te prohíbo usarlo o referirte a ella en absoluto. Ya es suficientemente malo que conseguiste una visión
de sus piernas. Soy un tipo celoso y no querrías que me haga una idea equivocada. Maté al último
hombre que la miró fijamente a los ojos.
—Haré mi mejor esfuerzo para evitar todo contacto, su alteza. —La criatura con los brazos y piernas
delgadas retrocedió con la cabeza inclinada—. Si me siguen, tenemos sólo un par de cosas que hacer
antes de poder entrar en la sala de exposición. Triviales asuntos de seguridad que un emperador de
alto rango como usted comprende, estoy seguro.
¿Había realmente un rol más divertido que el de un líder pomposo? Makl olfateó ruidosamente.
—Me informaron de tus protocolos. —Hizo la palabra sonar sucia—. Y tengo que decir que no estoy
contento al verme forzado a venir hasta aquí sin mi guardia personal o algo más que un arma.
—Qué se solicitó dejar, su alteza, junto con las otras armas. Es parte de nuestro procedimiento de
seguridad.
—Es un ultraje, —escupió Makl—. Tratarme como a un vulgar ladrón. Si mi amor, delicado sol no me
hubiera rogado por esta chuchería, nunca lo habría soportado.
—Oh, snookums4, no dejes que el hombre grosero haga que cambies de opinión.
—Maravilloso, perfecto —dijo Olivia—. Y quiero uno así. Por favor, mi delicia real, siempre te estaré
muy agradecida si me consigues uno, —dijo ella, arrastrando un dedo por el brazo.
—Muy. Muy. Agradecida. —Su voz se convirtió en un ronco susurro y él acortó la distancia y la besó.
Podría haber mentido y decir que lo hizo como parte de su actuación, pero un hombre sólo no podía
resistirse mucho más. Por el universo, sabía tan dulce. Demasiado dulce. Dulce como para
estar todo el día, chupando su lengua mientras su polla oscilaba en su hendidura y exprimía una cifra
récord de orgasmos en ella.
Maldición. Suficiente. No podía distraerse, sin importar cuán agradable era. Tenía una misión que
terminar y una bonita chuchería que obtener.
4 Snookums: El Baby Dinosaurio de la Serie Dinosaurios. Es un Dinosaurio azul con cresta y puntas de cola violetas
y con ojos rosados y negros.
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Rompiendo el abrazo, le acarició el labio inferior con el pulgar. Estuvo a punto de saborearla otra
vez. Se veía tan deliciosa. Una hembra que cualquier hombre querría tener. En otras palabras,
perfecta para el papel. Perfecta para mí.
—¿Vas a conseguirlo para mí? —Juntó las manos en sus pechos y lo miró con ojos tiernos.
Maldita sea, ¿cómo hacia que algo tan sencillo como una mirada fuera tan sensual? Te daré cualquier
cosa.
Tosió.
—¿Cómo puedo estar seguro, quiero decir, que mi prometida este segura?
—No hay ningún lugar más seguro en este planeta, es más, del universo, como la tienda de mi
maestro. Venid y veréis. Somos completamente inexpugnables. Nadie llega sin invitación, ningún
ladrón o asesino o incluso los clientes. Todo el mundo pasa por una investigación rigurosa, hasta el
personal.
Makl ya lo sabía. El joyero cometió el error de jactarse para todos los que escuchaban que él era a
prueba de ladrones. Murphy no pudo resistirse al desafío y Makl se ofreció inmediatamente porque
una hazaña como ésta haría su fama aún mayor.
—Si algo le pasa... —Makl terminó la frase con una fría sonrisa y sus dientes puntiagudos. Tres bocas
dio un paso atrás. Arrojó la pistola y unos cuchillos sobre el mostrador como demostración. Él a
regañadientes abandonó el estilete oculto en su bota cuando el guardia le cacheó y lo encontró y
luego pasó un complejo detector de metales. Olivia, riendo y tras reprenderlos por escanear sus
partes privadas de mujer, no tuvo problemas de ningún tipo. Del mismo modo que habían planeado.
Listo el primer punto de control, una vez más enlazó su brazo con el suyo mientras caminaban tras el
alien de tres patas, la capa de Makl girando alrededor de sus botas.
El segundo control trataba sobre escupir y donar una gota de sangre para verificar si había nanobots y
toxinas. Lo pasaron fácilmente. Dejando dicha estación, Makl enroscó el brazo alrededor de la
cintura de Olivia mientras seguían al alien deslizándose aún más en el edificio. Ella deslizó el brazo
bajo la tela de su capa para cubrir su espalda. Se apoyó en él y levantó el rostro.
—¿Cuánto tiempo más hasta que lleguemos a ver esas maravillas? Me estoy aburriendo.
—Olvídate de grande, quiero el más caro. A menos que pienses que no lo valgo. —Su labio inferior
sobresalía en un mohín y casi tropezó, al encontrarla tan atractiva. Le besó la punta de su nariz
respingona y se rió suavemente cuando sus ojos se cruzaron.
—Mereces cada crédito que este universo tiene para ofrecer. Y si no es suficiente, entonces tendré ir a
la guerra otra vez y conquistar a una nueva galaxia.
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—Sólo para ti. Sabes que te daría el universo. Las estrellas y las lunas. Cada joya en la existencia. Te
daría todo sólo para hacerte feliz.
—Oh, amorcito púrpura, sólo os quiero a ti y ese anillo. Ah y quizás algunos pendientes. Sé cómo te
gusta cuando te deslumbra mi cámara acorazada de allá abajo. —Ella le guiñó un ojo, y esta vez, su
escolta tropezó.
Cuanto más bromeaban, cayendo en su papel de alien rico atontado y su cariñosa mujer, Makl más
divertido lo encontraba. Nunca había tenido la oportunidad de trabajar con un socio, nunca imaginó
el disfrute que había en representar un papel, especialmente el de amante. Lo que debería haberlo
asustado era el hecho de que no requería mucha actuación de su parte. Todo lo que hacía y decía
era natural y de corazón. Claro, que se expresaba con términos más floridos de los que usaría en
realidad, pero aparte de las grandiosas pretensiones y apodos ridículos, la forma en que se tocaban y
la besó cuando se metían en los personajes, era demasiado fácil de creer.
No obstante, por mucho que se centraba en ella, también prestaba atención a lo que ocurría a su
alrededor. Tenía que hacerlo. Jugaban a un mortal juego de azar. Un error podría ser el último. Un
mal movimiento y Olivia podría salir lastimada o muerta. Makl no permitiría que eso sucediera. ¿Por
qué la idea de ella lastimada le llenaba de una rabia fría?, no podía decirlo, pero la abrazó, sin
embargo.
Pasaron los puntos de seguridad con facilidad —el mal funcionamiento de uno causó que una parte
de su falda fuera aspirada dentro del escáner, atascándolo y exponiendo sus piernas— eso los llevó a
un ataque de furia, que dio lugar a ser conducidos rápidamente, quizás demasiado rápido, a través de
los siguientes dos puntos de control — sellando el destino de la joyería. Con ellos dentro.
***
Olivia no recordaba haber disfrutado tanto de un atraco. Seguro que ella e Ifruum había
representado docenas de actuaciones en el pasado. Grandes y pequeños hurtos. Algunos que
requerían actuación, otros simplemente dedos ágiles. Pero lo que más recordaba de todos ellos era el
nerviosismo, el miedo a ser descubierta y concentrarse constantemente sin olvidar su papel.
Nada de eso resultó ser un problema con Makl. Por alguna razón, tener al gran mercenario a su lado,
incluso tan tonto como él sonaba, interpretado el papel de atontado —y creíble— amante, le trajo una
confianza que no comprendía.
¿Por qué la hacía sentir tan segura? ¿Tan protegida? ¿Por qué sabía que a la primera señal de
peligro, él actuaria y salvaría a ambos? ¿Seguro que no confiaba en él mucho ya? Confianza o no, sin
embargo, él hacia que todo fluyera como una brisa sin obstrucciones. Navegaba por los giros lanzados
su camino con instinto natural. El asesino púrpura con el cuerpo mortal era un actor nato. Diablos,
incluso se estaba creyendo que estaba locamente enamorado de ella. Una buena cosa que que supiera
que estaban jugando a un juego o podría enamorarse de sus falsas miradas ardientes, sus caricias
amorosas y sus abrazos ardientes.
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ojos.
Estaban en la etapa final. El interior del santuario del joyero, un horrible ser corpulento que se
contoneaba hacia atrás, jadeando para entregar una gran caja a Makl para su inspección. Él sacó una
monstruosidad brillante. Una banda de oro desaparecía bajo la sombra de la piedra preciosa, que le
guiñaba un ojo. Santa mierda. La cosa debía de pesar unos buenos kilos.
—Mi querida. Diosa de mi corazón. La que yo valoro por encima de todas las demás. Soy consciente
de que este anillo no puede superar tu belleza o lo mucho que siento por ti, pero ¿aceptas y llevaras
esta chuchería como un símbolo para mostrar al universo nuestro amor sin fin?
—Oh, snookums, por supuesto que lo haré. —Makl hábilmente deslizó el anillo en su dedo, el peso
de la piedra arrastró su mano hacia abajo. La enorme piedra empequeñecía sus dedos—. Voy a
atesorar este anillo, para siempre.
Makl sonrió.
—Excelente. Me haces el hombre más feliz del mundo. No puedo esperar a que mis otras esposas te
conozcan. Seguro que van a amarte.
Y ahora venía la parte divertida. Olivia se echó hacia atrás, tirando de su mano en su mano, con una
expresión indignada en el rostro.
—¿Otras esposas? ¿Perdón? ¿Te importaría explicar qué quieres decir con eso?
—Yo diría que es bastante obvio. Dije que no puedo esperar a que te conozcan mis otras esposas. Las
otras estrellas que brillan en mi universo.
—¿Tienes un harén?
—Por supuesto. Un hombre como yo no puede restringirse a una sola mujer, no cuando tengo tanto
amor para dar. Pero no te preocupes, tengo mucho espacio en mi agenda para ti. Y cuando yo no
esté, el cuidado de mi creciente familia te mantendrá ocupada y pensando en mí.
Ella tiró de él hacia arriba y una vez cara a cara, empujó su pecho con el dedo anular.
—¿Divorciarme de mis once esposas y dejar a mis treinta y seis niños sin padre? —Sus ojos se abrieron
como platos.
Ella aporreó su pecho, sus diminutos puños quedaron atrapados en su capa, el anillo se enganchó en
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el tejido.
—Parece que vas a mantenerlo. Ya no lo necesito. El compromiso está cancelado. —Se giró con la
cabeza bien alta y empezó a caminar.
—Pero querida, ¿qué pasó con amarme para siempre? —preguntó Makl mientras la perseguía.
Atravesaron volando todos los puestos de control, discutiendo. Ella incluso lloró en un momento
dado colapsando contra un guardia que no podía empujarla por su control lo suficientemente rápido.
En menos tiempo del que tardaron en entrar, estaban instalados en el coche aéreo y dirigiéndose de
nuevo a la nave. Lo hicieron en silencio, escuchando por una persecución, con los corazones
acelerados por la adrenalina.
***
Sólo una vez que las puertas de la bodega se cerraron, Makl rompió el silencio.
—¿Lo hiciste?
—Claro que lo hice. —Con una sonrisa de oreja a oreja, Olivia se inclinó hacia delante y hábilmente
sacó el anillo del bolsillo de su capa—. Nunca he tenido un cambio más fácil.
—Me preguntaba si todo ese tanteo daría sus frutos. Ciertamente funcionó para mí. —Le lanzó una
mirada lasciva y movió las cejas.
Soltó una risita, una risa que crecía y crecía hasta que prácticamente se estremecía con ella. Makl no
parecía ofendido; más bien, él sonría ampliamente, como si le gustara oírla disfrutar. El hombre más
extraño que nunca había conocido. La mayoría de los hombres habrían bufado y resoplado,
exigiendo saber por qué se echó a reír. Su ego, sin embargo, no tenía límites. Lo insultaba y él de
alguna manera lo veía como un cumplido. Le llamaba psicópata o asesino y le pedía repetirlo a todo
el mundo que conocía. Rechazaba sus insinuaciones sexuales y se lo tomaba bien, tratándolo como
los juegos previos. Simplemente nunca se le ocurrió que no lo quisiera. Peor aún, él tenía razón.
Nunca había conocido a un hombre sin temor a decir lo que pensaba, sin importar cuán retorcida era
su opinión. Nunca conoció a alguien tan lleno de confianza y vida. Nunca había conocido a nadie
como él y esto la atraía más de lo que lógicamente debería.
Sin embargo, había otras veces que se preguntaba si estaba completamente fuera de sus cabales — y
luchaba contra el impulso de matarlo. Por ejemplo, diez minutos después, a medida que se relajaban
en su habitación mientras Ifruum los sacaba de allí. Makl hojeó los canales de noticias del planeta en
el que acababan de robar, esperando el anuncio del robo. Salieron de la galaxia sin un solo boletín de
noticias. Olivia aplaudió en silencio. Habían realizado la estafa sin problemas y sin hacer ruido. Esto,
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—¿Cómo puedo obtener fama si nadie sabe que cometí el crimen? —refunfuñó mientras se paseaba a
lo largo de la habitación que compartían. Sentada con las piernas cruzadas sobre su cama Olivia
detuvo su admiración por el anillo y el dinero que iba a conseguirle y le lanzó una mirada de
incredulidad.
—¿Hablas en serio? ¿Por qué quieres que la gente sepa que fuiste tú? ¿No es el punto al planificar un
crimen perfecto conseguir escapar limpiamente?
—Sí, pero ¿cómo se supone que voy a alcanzar notoriedad si nadie sabe que fui yo quien los venció?
Ella lo miró boquiabierta y parpadeó asombrada por unos minutos. Cuando ella no respondió, él se
volvió y airadamente hojeó los canales de nuevo, murmurando tonterías. Su gran asesino púrpura
quería dejar un rastro. Esto le hizo pensar en los cómics que solía releer en la tierra. Claro que, Makl
era menos el Capitán América y más el hombre tratando de apoderarse del mundo con pantalones
de spandex5 negros, pero más caliente.
—Si quieres que la gente se fije en ti, entonces necesitas empezar a dejar una tarjeta de visita. Algo que
puedan encontrar una vez que el polvo se haya limpiado y hayas hecho una salida limpia.
—¿Una tarjeta de visita? —Se frotó la barbilla, pensativo—. Supongo que eso podría funcionar. Tendría
que ser a prueba de fuego y agua, sin embargo, ya que no siempre dejo las escenas intactas.
—No es una tarjeta real, idiota, es algo único para ti. Como el Zorro cortando su zeee. O Batman con
su máscara y juguetes.
Claro que no. Eran referencias culturales de la Tierra. Hizo todo lo posible por explicarle.
Al final, él lucía un ceño fruncido, pero sus ojos tenían un destello reflexivo.
—Así que tengo que encontrar algo emblemático por el cual voy a ser reconocido.
—Exactamente.
—Ahora, ¿por qué eso no está en el manual? —preguntó en voz alta, pero sin dirigirse a nadie en
particular, apostaría ella.
La puerta de su habitación se abrió sin previo aviso y Makl se giró, su postura relajada al instante
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cambió a la de un guerrero preparado para la acción. Sosteniendo su arma y apuntando a Ifruum
antes de que su amigo diera dos pasos dentro.
—Debes llamar, —gruñó Makl, el bromista de instantes antes sustituido por un asesino con ojos de
acero. Qué gracioso que pudiera olvidarse esta parte de él la mayor parte del tiempo, pero cuando el
mercenario duro aparecía... era bastante sexy.
—No necesitas citarme las reglas. Soy muy consciente de ellas. Puedo entender que tengas una razón
para irrumpir en mi habitación. Es muy valeroso de tu parte al considerar que podría haber
pervertido a tu no-tan-virgen socia.
—Se me ocurre que su amable tutor, quizás debería cuestionarse tus intenciones para con ella.
Ifruum asintió.
—Es bueno saberlo. ¿Asumo que no estás pensando en matarla? —Preguntó Ifruum.
—Oh, definitivamente. No voy a decir a mi tía Muna que tuve una humana en mis manos y la perdí.
—Ella mantendrá su palabra, —dijo Ifruum con un movimiento de su pata—. Justo después de que
hagamos unos cuantas paradas más, ¿eh? He planeado un itinerario de diversión de camino a tu
primo, si no te importa.
—Me importa si van a ser tan inútiles como la última. —Makl hizo un mohín, que debería verse
estúpido en un hombre adulto, pero que le hacía querer besar el labio inferior sobresaliendo.
—¿Cómo puedes decir que nuestra misión fue inútil? —Levantó el anillo y lo hizo brillar bajo la luz—.
Fue todo un éxito. Quiero decir, mira lo que tenemos. No tiene precio.
—Otra pieza de joyería. ¿A quién le importa? Tengo cajas de ellas. Robo objetos raros por la gloria y
el desafío. Sin gloria, no tiene sentido.
—¿Entonces deseas llamar la atención? —Ifruum se acarició la borrosa barbilla y Olivia no confió en
la astucia en sus ojos. Ni un poquito.
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—Cambié de opinión.
—Pensé que eso es el privilegio de una mujer.
—¿Dónde has aprendido algo tan loco como eso? —le preguntó—. Las mujeres son más obstinadas y
menos propensas a ceder, y nosotros los hombres estamos más inclinados a cambiar nuestras mentes.
Vosotros los humanos estáis al revés. —Él negó con la cabeza.
Una vez más, ella no entendía la trayectoria errática de sus pensamientos, pero maldita sea si no le
entretenían.
—No está mal, pero pensaba más en la línea de algo corto y simple. Como Fluffy7 o Spot8.
—Feroz Spot. —Sonrió Makl y la lengua de Ifruum cayó hacia abajo. Una vez más, Olivia quería
golpearse a sí misma en la frente. Entonces otra vez ... si ella no lo podía vencer, únete a él.
—¿Qué tal seleccionar algo en un lenguaje que todos podemos entender? —Makl se burló, su
vocabulario aparentemente limitado... probablemente por el uso de esteroides alienígenas—. No, creo
que debamos usar Galáctica Rosada Portal De Felicidad. —Makl le guiñó un ojo.
Ifruum suspiró.
—¿Estamos de nuevo luchando? ¿En serio? Y yo que pensaba que por fin habían llegado a un
entendimiento.
Olivia se puso las manos en las caderas y miró a Makl cuyos ojos azules eran osados.
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—Y está caliente otra vez. Es fácil de detectar una vez que conoces los signos, —Makl declaró con voz
grave, sin romper la mirada—. Empieza hablar y hace lo contrario. En realidad es muy adorable.
Entonces voy a decirle cómo solucionar su problema. Por suerte para ella, mi agilidad en el
dormitorio es como un curalotodo. Apunta esto. Ella insiste en que me odia. Puedo demostrar que
esta equivocada y empezar desde el principio.
—Claro que sí. —Aplacó el cabeza de chorlito purpura, siempre tan engreído.
Ella le pegó en el estómago o tenia la intención de hacerlo, pero él le agarró la mano y la tiró hacia sí.
—¿Ves lo que quiero decir? Tú sabes que no puedes realmente aspirar a pegarme. Sólo haces eso
porque deseas que te agarre. Pero sabes, bárbara, podrías haberme pedido sostener tu mano. Estoy
más que dispuestos a acercarme. —Le guiñó un ojo.
—No estoy tratando de acercarme a ti, —mintió entre dientes. Sí, las palabras salieron de su boca, pero
no se apartó. Su cuerpo ni siquiera hizo un simulacro de lucha contra su encanto y se quedó donde
estaba, presionada contra él.
No sabía lo que habría dicho o hecho después porque Ifruum los interrumpió.
—Hey, ustedes dos, callaos por un segundo y miren esto. ¡Eres la noticia! Ambos la son.
Hojeando varios canales de noticias, Makl sonrió mientras los titulares aparecían.
Púrpura y marfil, los nuevos colores del amor — ¿o no lo son realmente? Tú decides.
Los Tortolitos Galácticos en lo que ahora parece ser un patrón han robado al famoso joyero...
Mientras cambiaba de canal, navegando de chisme a chisme, Makl se rió en voz alta de algunas
disparatadas afirmaciones y exclamó algo sobre el horrible ángulo de las cámaras de seguridad. Los
informes y titulares se volvieron cada vez más salvaje.
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—¿Quién?
—¿Quién?
Sonriendo de una manera que seguramente no presagiaba nada bueno, Makl declaró:
—Sí, habría preferido que se adhieran a mi nombre más público, pero seguro que mi agente puede
aclararlo con los medios de comunicación.
—Por supuesto. Y un manager para los negocios. Todo buen mercenario tiene uno. ¿Cómo si no
vamos a conseguir nuestros contratos? Consigo ser famoso gracias a mis obras, que mi experto en
marketing a continuación anuncia al mundo, elevando así el precio de mis servicios. Una vez que
llegas a un cierto nivel de notoriedad y la moneda es fluida, todo buen negocio necesita a alguien para
manejar sus asuntos y dinero.
Santo cielo. Makl era un empresario, un asesino hombre de negocios con un chulo de marketing y
contabilidad. Eso aturdió su mente.
La sonrisa que Makl le dirigió —oscura, amenazante y alegre— no debería haber enviado un escalofrío
por su espalda, ella aborrecía la violencia, después de todo — pero su deleite también disparó un
hormigueo a su coño. Se veía tan oscuro, peligroso y tentador, ¿qué mujer podría haber resistido?
Ella lo hizo. Apenas, pero sólo porque abandonó la habitación.
En cuanto Ifruum y Makl cacarearon sobre la fama inesperada que encontraron —y discutieron
formas de sacar provecho de ella— se dirigió al cuarto de baño, con ganas de conseguir la pesada
peluca fuera y ducharse. Mientras estaba de pie bajo el agua caliente, reflexionó sobre el extraño giro
que su vida había dado en apenas los últimos días. Había conocido a un hombre que le atraía y le
daba ridículo placer e inició una aventura que tenía su corazón acelerado, pero también le había
hecho reír más de lo que podía recordar. A pesar de la singularidad de sus pensamientos, con Makl
encontró a alguien con quien poder hablar y que no fuera como un hermano mayor o un tío. No se
le había escapado en los últimos años que, en cierto modo el peludo Ifruum le recordaba a su tío
Murphy, no es que le diría eso. Comparar a Murphy con un Chewy peludo cuando se consideraba
10 Thelma t Louise: dos amigas de la clase trabajadora que en conjunto han planeado una escapada de fin de semana
de los hombres en sus vidas.
11 Bonnie y Clyde: los amantes del crimen. Estaban enamorados, amaban el riesgo y desafiaban la ley.
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tan astuto y agradable probablemente no seria nada bueno.
Se preguntó qué pensaba Murphy de Makl. Entonces se preguntó por qué le importaba. Si sólo
pudiera hablar con alguien sobre la extraña mierda pasando en su cabeza. A pesar del factor locura,
incluso deseaba que su inusual tía Karma le hiciera una visita, pero se había ido a una de sus
aventuras y no contestaba a ninguna de sus llamadas. ¿Quién quedaba para que Olivia pudiera hablar
sobre como Makl confundía el infierno fuera de ella? ¿Quién podría explicar por qué un hombre al
que debería ser fácil rechazar y resistir, derretía continuamente todas sus defensas?
¿Seguramente el efecto sobre ella no duraría para siempre? No podía. Tenía la intención de dejarla
en algún momento con ese primo suyo. De una forma u otra, este viaje salvaje finalmente iba a
terminar. Ahora bien, si sólo pudiera averiguar por qué el pensamiento la deprimía. No puedo
encariñarme con él. Apenas lo conocía y no tenía la intención de llegar a conocerlo mejor. Bueno,
mejor de lo que ya lo hacía, pero eso era sólo sexo. El sexo era fácil. Era la parte emocional de una
chica lo que necesitaba evitar. Olivia sabía que encariñarse provocaba dolor. Que la confianza
conducía a la traición. Y no iba a cometer el mismo error de nuevo.
Cuando salió del baño, aún sin claridad sobre cómo se sentía sobre el mercenario, lo buscó de forma
automática. La habitación estaba vacía y sus hombros se hundieron. Por alguna razón, había esperado
verlo, tumbado en la cama con una sonrisa seductora, con una burla esperando en sus labios porque
se había insinuado justo antes. No lo había incitado a propósito. Le había desafiado con la esperanza
de que él tomara la decisión de sus manos y le diera lo que quería, pero no podía pedirlo. Le irritó
que hubiese visto a través de su juego sutil, un juego que ni siquiera sabía que estaba jugando hasta
que él lo señaló. ¿Cómo se atrevía a conocerla mejor de lo que ella se conocía a sí misma? Era difícil
aferrarse a su imagen de él como bufón cuando seguía mostrando una rara percepción.
Dejando caer la toalla, caminó desnuda hasta la pared, para buscar una camisa limpia. No lo logró.
Unos brazos se envolvieron a su alrededor por detrás y ella chilló, agitando las extremidades de
inmediato.
—Bajo mi capa.
—¿Por qué?
—Para sorprenderte.
—¿Estás desnudo?
De hecho, lo hizo. Se volvió en sus brazos cuando empujó atrás la capucha de su capa, rompiendo el
encanto de invisibilidad y mostrando, todo su musculoso, yo desnudo. Sus manos volvieron a
estrechar la parte superior de sus caderas. Ella no se apartó y deslizó las manos bajo la tela sedosa de
su capa para acariciar su pecho, deteniéndolas junto al aro perforando su pectoral.
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—Bueno, veras, al principio quería ver si te tocabas al pensar que estabas sola.
—¿Y planeaste mirar?
Él asintió.
—¿Sientes la mente nublada otra vez? —Se refería a su ley de mercenarios o reglas, o lo que carajo
fuera que le gustaba citar. Servía para recordarle que lo que compartían era sólo sexo. Nada más.
Sólo una necesidad física.
—Por qué no preguntas a una de tus... ¿cuántas esposas dijiste que tenías?
—¿Así que no estás casado o te citas con todo un escuadrón de mujeres en la vida real? —Ella no le
miró a los ojos cuando le preguntó, sobre todo porque no quería que él supiera lo mucho que le
interesaba su respuesta.
—¿En serio?
—Son una distracción que un mercenario no puede permitirse. Y una debilidad que nuestros
enemigos pueden aprovechar.
—Déjame adivinar, es una de las reglas. —Realmente necesitaba tener en sus manos una copia de este
denominado manual de los mercenarios.
—En realidad no. El libro no trata sobre mujeres y relaciones, pero he estado a su alrededor lo
suficiente como para prestar atención a la advertencia. Algunos eligen ignorarla y aparearse. Yo, sin
embargo, no tengo esa inclinación.
—En esencia.
—¿No vas a intentar atarme para mantenerme desnuda? ¿O te dará un ataque de celos porque un
tipo me habla?
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Por un momento, la expresión de sus ojos se volvió fría y helada.
—Claro que no. Una mujer es una mujer, incluso tan exótica como tú.
—Es bueno saberlo. No me gustaría que lloraras cuando tengamos que separarnos.
Una vez más, un destello de algo brilló en su mirada, un segundo, al siguiente desapareció.
—Perfecto. Entonces creo que no hay razón para no tener sexo, ya sabes, para mantener nuestra
mente clara y todo eso.
Por un momento, se miraron el uno al otro, palabras que no estaba dispuesta a decir pesaban en su
lengua. Sus ojos brillaron con sentimientos hacia ella, demasiado rápido para discernirlos. No se
habló, pero el momento explotó.
Se lanzaron el uno sobre el otro, labios y dientes chocando en un combate salvaje que implicaba
lenguas, jadeos y el manoseo frenético de las pieles desnudas. Terminaron en la cama, Olivia sobre
Makl, su coño mojado apretándose contra su polla palpitante.
—Ya veo que estás desesperada por una mayor claridad —jadeó mientras lamia sus pezones.
—Muy. Y puedo ver lo estúpido que te has vuelto. Voy a corregir eso por ti. —Se levantó a una
posición sentada y luego un poco más arriba, hasta que se cernía sobre la punta de su eje. Sus manos
extendidas a lo ancho de su cintura y caderas, eran un llamativo contraste contra su piel malva. Sexy.
Y caliente. Muy caliente. Con una lenta sensualidad, acarició su piel mientras se sentaba en su
longitud. Clavó los dedos en la carne de su pecho mientras lo tomaba centímetro a grueso
centímetro, sentándose en su pene y amando la sensación. Sólo cuando le tenía completamente
enfundado, abrió los ojos únicamente para que su expresión le robara el aliento.
Con un grito, rompió la mirada y echó la cabeza hacia atrás, meciéndose en su eje, llevándolo muy
adentro con movimientos de molienda circulares. Él siseó, sus dedos apretaron su cintura, pero sin
dañarla. Nunca lastimándola. Siempre templaba su fuerza mortal — la trataba como si fuera frágil y
preciosa.
Casi sollozó su placer mientras lo cabalgaba más y más rápido. Su pecho jadeaba con el esfuerzo, sus
senos rebotaban con cada movimiento. Imposible como parecía, creció aún más grueso, estirando las
paredes de su canal, aumentando la construcción de éxtasis enroscándose en su interior.
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Con un rugido, él empujó con furia hacia arriba mientras cabalgaba su cuerpo y Olivia gritó su placer
abrumador. Ola tras ola de felicidad se estrellaron contra ella, entonces llegó de nuevo cuando él la
inundo con la crema de su propio orgasmo, pulsos calientes estimulando su coño. Superada, se
hundió sobre él, sin fuerzas y respirando con dificultad. Corazón con corazón, sus frenéticos latidos
de alguna forma mantenían el mismo ritmo. Nunca se había sentido más cerca de alguien. Más en
sintonía. Maldición.
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Capítulo 10
V arios exitosos robos después...
El mal presentimiento comenzó a medio camino del desplumar que estaban realizando sobre una
rata sucia —de un metro cincuenta y dos temblorosos centímetros de alto y sin lavarse por varios años,
a juzgar por su pelo enmarañado— que podría haber jurado que ondulaba como si hubiera algo por
debajo de su escuálida superficie. La nariz de Olivia se estremeció, su estómago se revolvió y no solo
por el olor rancio.
Algo estaba mal. Con los años, había llegado a confiar en su instinto. Siempre le salvó la cola, algo
que el criminal roedor frente a ella había perdido. Alguien afeitó su orgullo y alegría hace un tiempo a
juzgar por el tejido cicatrizado estropeando la punta rechoncha de su cola.
Sólo había un gran fallo con eso, sin embargo. La escoria era de lo más paranoico y violento. Makl
sintió la misma marea de inflexión, ella apostaría, porque de repente intentó envolver las cosas con
menos delicadeza de lo habitual.
—Es hora de que nosotros sigamos nuestro camino. Ser perversos y todo eso. Quizás sigamos esta
conversación la próxima vez que esté en esta sección del sistema estelar. —Ella no necesitó el sutil
meneo del dedo de Makl para empezar a hacer su camino hacia la puerta por la que habían entrado.
El hábitat áspero, donde se reunieron con el roedor era sólo uno de los miles en la superficie de este
planeta. No tenía mucho margen de maniobra, o salidas extras, lo cual era un realmente mal error de
diseño, decidió, mientras retrocedía rápidamente. Al parecer lo más prudente dado los dos grandes
hombres-lagartos armados con armas grandes bloqueando la única salida.
Sin embargo, no fue el par con sables redondeadas, miradas amarillas rasgadas y largos hocicos
verdes —muy parecidos a los de un cocodrilo de la tierra— los que la hicieron soltar varias
maldiciones, sino los otros seis que aparecieron detrás y al lado de entradas escondidas en la
habitación, un par de puertas hackeadas en las mismas paredes y cubiertas con hologramas que no
habían notado. No podía creer que no hubiera adivinado su presencia. Estamos rodeados. Mierda.
—¿Lo sabías y sin embargo viniste de todos modos? ¿Estás loco? —siseó, cuando las luces
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parpadearon, en señal de advertencia del apagón que vendría.
—¿Tengo que responder a esta pregunta cada vez que salimos en una misión?
—No dejo de preguntarme porque no respondes, sólo nos conduces a un mayor peligro, sin avisar.
—Esto termina hoy, —gritó su anfitrión roedor, al parecer no lo suficientemente alto ya que ellos lo
ignoraron, mientras disfrutaban de una pequeña discusión. A decir verdad, lo hacían ante el peligro
en casi todas las misiones. Pero nada de eso frenaba a Makl. El hombre nunca rompía a sudar,
durante los atracos por lo menos. En la cama, aunque…
—Dame un momento para hacerme cargo de esto y luego podemos seguir con asuntos más
agradables.
—¿Dejándonos tan pronto, Oh, Tortolitos Galácticos? Y, sin embargo, el acto aún no se ha hecho.
Todavía no has adquirido tu premio.
—Veo que la palabra sobre nuestras hazañas ha viajado más rápido de lo que pensaba. Esa es una
excelente noticia. —Makl sonrió ante el conocimiento de su fama.
Olivia contuvo un gemido. Mierda. Si esta rata sabía quiénes eran, entonces el nivel de peligro
acababa de dispararse a través de la estratosfera. Podría haber entrado un poco en pánico, si no fuera
por el hecho de que Makl no parecía desconcertado en lo más mínimo. Por el contrario, más
tranquilo que nunca, se sentó —puntos por su valentía dada los niveles de higiene en el lugar— y la
llamo con los movimientos de un dedo. No le avergonzaba admitir que la situación la tenia
jodida —las probabilidades en su contra eran muy superiores de lo habitual— Olivia corrió a su lado y
no protestó cuando la empujó sobre su regazo. Su mercenario púrpura tendría un plan para sacarlos.
Siempre lo hacía, generalmente dejando un lamentable rastro de cuerpos alienígenas detrás. Agrega
su habilidad mortal al hecho de que Ifruum supervisaba la situación —¿y qué si las probabilidades
estaban mayormente en contra de ellos?— Sabía que nada era lo que parecía. En algunos casos, la
cosa empeoraba.
—Supongo que debo sentirme halagado porque elegiste visitarme. Imagínate mi alegría cuando me di
cuenta de quién eras. Hay una recompensa por tu cabeza, —el roedor se rió con un show de dientes
podridos—. Están pagando una fortuna sangrienta para tu captura, vivo o muerto.
—¿En serio? ¿Cuánto? Sabes que mi primo Tren una vez tuvo una sobre su cabeza que se consideró
impagable. Se dijo que estaban ofreciendo la propiedad del título de emperador de un planeta en el
decimoséptimo cuadrante estelar descubierto —le confesó a Olivia, apartando los ojos de su anfitrión
para hablar con ella.
Ella buscó un significado oculto en sus palabras, pero era muy sutil si lo había porque no podía
entenderlo.
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—No importa cuánto es el premio. Es mío. Como lo es la hembra. He visto los vídeos. —El roedor
rechoncho se humedeció los labios—. Apuesto a que haría una fortuna haciendo un vídeo por mi
cuenta. Sobre todo si ella es una gritona.
—No vas a tocar a mi mujer, —dijo Makl en un tono ligero, un cuchillo de repente giro en su palma.
Olivia quiso decir algo en su defensa, pero, sinceramente, le pareció que era más interesante dejar
hablar al experto en violencia. Eso y que le gustaba la forma oscura, posesiva en que lo dijo.
La rata estúpida no hizo caso de la advertencia o del hecho de que un segundo cuchillo se unió al
primero, girando en la palma de Makl. Pequeños o no, ella los había visto en acción. Asombroso
cómo Makl nunca fallaba cuando lanzaba los afilados puñales.
—Oh, voy a tocarla. Y morderla. Y hacerle todo tipo de cosas, en color, todo grabado. Incluso te
dejare ver si te gusta mientras lo hago. Entonces, lo mostraré al universo.
¿Qué, no había risa malvada? Olivia sabía que Makl se lamentaba de la carencia cuando vio la
reproducción de ese momento después. Hizo todo un drama.
—Ves, mi deliciosa bárbara. Ellos me hacen hacerlo. Digo algo simple. Sólo una cosa. No tocar a mi
mujer y él argumenta. En realidad, no se limita a discutir, él amenaza. ¿Sabes cuántos mercenarios
mantras me he cruzado? No puedes decirme que no lo mate.
A Makl todavía le gustaba burlarse del hecho de ella se estremecía sobre la muerte. A pesar de sus
misiones, todavía no acababa de tener su fría actitud hacia ella. Sin embargo, tampoco discutía sus
métodos, cuando le parecía justificado. Como ahora. Ella recuperó la voz.
—Oh, él lo está pidiendo. Supongo que por esta vez, no pasa nada.
—¿Lo es? —La expresión de Makl se iluminó e incluso bajo las capas del disfraz, ella pudo ver su
alegría. Era ridículamente encantador.
—Pensándolo bien, lo ocuparé también. Estoy falto de práctica cuando se trata de un combate cuerpo
a cuerpo.
—Makl, no puedes esperar tomarlos a todos. Hay como ocho, nueve si contamos a nuestro amigo, la
rata.
—Lo sé, las probabilidades son injustas. ¿Crees que debería atarme un brazo a la espalda? No quiero
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que se diga que no estoy haciendo un esfuerzo.
La debilidad regresó, pero la adrenalina rápidamente la venció ya que algunos secuaces groseros
interrumpieron su tête a tête12. Makl giró y se encontró con la carga; los pequeños cuchillos que lanzó
destellaron antes por el aire y golpearon a un lagarto — thunk, thunk13. Hacia abajo se fue y Olivia se
estremeció. Maldición, era rápido. Tan rápido que Makl ya tenía un nuevo par de cuchillos
agarrados en sus manos. Las cuchillas oscuras, brillaron, giraron y acuchillaron. Y otros dos guardias
cayeron.
—Hey, ¿sabías que estamos ante las cámaras? Detrás de ti y a tu izquierda. Nuestro anfitrión grabó
todo el encuentro. Espero que haya capturado mi lado bueno, —Makl reflexionó.
Sólo su amante púrpura se tomaría el tiempo para contemplar algo tan trivial. Realmente tenía que
preguntarse cómo su mente procesaba las cosas viendo como él se preocupaba más por su parte más
apuesta que por el resto de los guardias ahora cargando mientras el hombre rata gritaba:
—¡Mátalos!
Makl ni siquiera se dio la vuelta. Llegó a su espalda y lanzó las manos adelante. Giro de muñecas.
Cortes. Y otro cuerpo cayó al suelo.
Más tarde, iba a matarlo por su actitud indiferente frente a la muerte. Si sobrevivían. Esperaba. Si
sobrevivían... le iba a joder hasta volverlo de purpura a rosa. Sí, porque se lo merecía si él consiguió
salir vivo de aquí — y con todas las partes de su cuerpo intacto.
Precisamente cuando pensó que podría tener un ataque al corazón si él no prestaba atención, Makl
finalmente se volvió hacia el ataque y Olivia tardíamente recordó mirar detrás ella. Al parecer los
esbirros del rechoncho no la veían como una gran amenaza porque la pareja en su trasero parecían
más interesados en dar vueltas alrededor para atrapar a Makl desprevenido.
Ah, mierda. Pese a su aversión por la violencia letal, incluso ella sabía que no era el momento de
vacilar. Makl era bueno, pero como su socia, debía ayudarlo. Fingiendo que era parte de un
videojuego realista, respiró profundamente y levantó la pistola que Makl le dio. Disparó a un hombre
lagarto en la articulación de la pierna. Se desplomó con un grito que no paraba y ella se quedó
mirando a la criatura retorciéndose, horrorizada.
Con un giro y salto, Makl se hizo cargo del estridente ruido y después se tomó su tiempo para
reprenderla.
—Estoy intentando trabajar aquí, bárbara. No jugamos con nuestras presas durante la batalla.
Guardamos eso para cuando tenemos tiempo para la tortura.
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Sí , lo estaba. Le guiñó un ojo antes de lanzarse a un lado para evitar la embestida de los guardias
restantes. Al verlo zambullirse arriba y abajo —serpentear, sacudir, cortar y hablar— todo el tiempo
sonriendo, Olivia no pudo evitar resumir el enigma conocido como Makl. Uno, Makl conocía su
mierda.
Maldita sea, el hombre podía luchar y hacerlo parecer sin esfuerzo. Se movía como un bailarín, su
cuerpo flexible y fluido, siempre en movimiento. Justo como su boca. Nunca se callaba. Nunca había
oído tales burlas en su vida. Si no fuera por la seriedad del momento, podría haberse reído de
algunas afirmaciones salvajes. Pero lo más jodido fue comprender que se estaba divirtiendo. No era
sólo divertido, sino una auténtica gozada. Y aunque las probabilidades estaban en su contra, cubierto
de sangre y enfrentándose posiblemente a la muerte, Makl se encontraba en su gloria. Ella no sabía si
correr mientras los mantenía distraídos, ayudarle o aplaudir. Era evidente que no necesitaba su
ayuda. No con un solo guardia y la rata que vencer.
Su instinto se hizo cargo y en el momento justo también. Un sable silbó sobre su cabeza. Y
comprendió que los refuerzos habían llegado. Se lanzó al suelo mientras giraba. Cuerpos atestaban la
puerta, formas más cortas que blandían pistolas láser. Mierda.
Olivia fijo rápido el objetivo y disparó, apuntando a sus muñecas con la esperanza de eliminar sus
armas. Sin embargo, los recién llegados llevaban chalecos antibalas y absorbían los golpes. Uh-oh.
Se abalanzó y retorció, pero resbaló en la sangre de un lagarto muerto en el suelo. Apenas pudo
chillar antes de que un matón la agarró del pelo y tiró.
Makl se volvió en ese momento, la inclinación de su cuerpo reveló el rostro del rechoncho, con los
ojos vidriosos y muy muerto, su plan de una emboscada salió terriblemente mal. Algo así como su
plan. Los recién llegados no se enfrentaron a lo que habían pensado o visto antes. Mierda. No
contaron con la gloria de ser llevados abajo. ¿Qué tan alto era el maldito botín?
Olivia no pudo evitar una mueca de dolor cuando el puño retorció su pelo. La mirada helada de
Makl se estrechó. Gran error. Alguien había desafiado a su mercenario. Nunca retrocedería ahora.
—Tengo otro plan. —Makl bajó las manos vagamente a sus lados, con las cuchillas apuntando hacia
abajo.
Usaba sus métodos, Olivia sabía que no debía dejarse engañar por su postura relajada. Estaba
dispuesto a luchar. Por ella. Que caliente.
A diferencia de cuando antes pronunció unas palabras muy similares, no había nada de alegría. Un
talante serio convirtió los ojos de Makl en trocitos de hielo. Nunca le había parecido más atractivo.
El alien que la agarraba aumentó la presión y la sacudió. Ella no pudo evitar un grito de dolor.
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—No juegues con nosotros, mercenario. —Olivia se mordió el labio, pero las lágrimas de dolor
brotaron de sus ojos cuando tiró su cabeza hacia atrás, dejando al descubierto su cuello para la punta
de una espada.
Helada calma. Serio. Siniestro. Muy inquietante. Olivia se estremeció al oír el tono de Makl. Alguien
iba a morir. Sólo espero no ser yo.
Las luces en el lugar parpadearon. Las manos agarrándola se relajaron una fracción, pero sólo por un
momento. Ellas se tensaron más rápido y más dolorosamente que antes.
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Capítulo 11
R abia, una tormenta salvaje y violenta de ira se hizo cargo cuando Makl vio a Olivia amenazada.
Podía ver el miedo en sus grandes ojos y el temblor de sus labios y no le gustaba ni un poquito.
Él se culpó a sí mismo por su difícil situación. Centrado en presumir y divertirse con los esbirros del
roedor, no prestó la suficiente atención a lo que sucedió detrás de él. Olivia actualmente pagaba por
su desliz.
Pero lo más inaceptable de todo, él no podía manejar las líneas de dolor en su boca y ojos cuando el
que la sostenía como su rehén lastimo a su frágil bárbara. ¡Cómo te atreves a tocarla!
Cuando las luces parpadearon, Makl tomó nota de la posición de cada uno en la habitación, así que
cuando la habitación pasó a una total y absoluta oscuridad, cuando llegó otro apagón en un planeta
famoso por ellos, él ya estaba listo. Se precipitó antes de que nadie pudiese reaccionar. Utilizó su
velocidad y el elemento sorpresa para alcanzar su meta.
Después de haber entrenado en la oscuridad —en numerosas ocasiones mientras sus primos
pensaban que divertido era dejarlo caer sobre las minas infectadas-arañas bordeando la propiedad de
su padre— Makl confió en sus agudos sentidos para guiarlo. Balanceó las cuchillas, no se permitió
dudar o preocuparse por Olivia. No podía, no cuando la más mínima pausa podría significar
perderla.
Inhalación a su izquierda. Disparó su puño y conectó con la punta de su daga. Pisada a su derecha y
barrió el pie, el fuerte golpe le dio una posición para sumergirse su cuchillo. Un susurro de tela y
empezó a oscilar sólo para detenerse en mitad del arco cuando su nariz se crispó con un olor
familiar. Invirtió el giro incompleto y un chorro de líquido caliente corrió por su mano.
Cuando las luces volvieron a encenderse, se levantó con sus armas goteando mientras los cuerpos
cubrían el espacio a su alrededor. Por un momento, el pánico se agitó en su pecho cuando no vio a la
única persona que quería más que a nada. Probablemente porque estaba a horcajadas sobre ella.
Makl miró abajo y sonrió. Olivia, sin embargo, no le devolvió la sonrisa.
Podría tener que ver con la capa de suciedad y tripas recubriéndola, sin embargo.
—Supongo que es una buena cosa que no me ate la mano a mi espalda después de todo, —bromeó,
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esperando romper la tensión.
Normalmente cuando le gritaba, se alejaba o le llamaba unas cuantas palabras bien escogidas. Él la
seguía. Gritaban. Luchaban. Se besaban y seguiría. Había gritos. Lucha. Besos y se unían
furiosamente. Esta vez, rompió el patrón. Se lanzó sobre él y lo abrazó con fuerza antes de machacar
sus labios contra los suyos. Lástima que la sangre recubriéndolos los hizo separarse rápidamente. Ella
se limpió la boca.
—Y no muy saludable para ti tampoco. ¿Qué te parece si nos vamos de aquí y tomamos una ducha?
—¿Qué hay sobre dejar una tarjeta de visita? No dejaste exactamente a nadie con vida para hablar con
la prensa o las autoridades.
—¿A quién le importa si lo alguien sabe? Ven. —Makl casi se golpeó a sí mismo cuando lo dijo. Por
supuesto que le importaba si conseguía crédito, pero al ver a Olivia cubierta de sangre, un
recordatorio visual de su lapso de atención, sólo podía pensar en una cosa... bueno, tal vez en unas
pocas. En todas ellas, sin embargo, ella estaba desnuda en una ducha de agua caliente y él
examinando cada centímetro de su cuerpo en busca de lesiones antes de empujarse dentro de ella,
agradeciendo a su diosa porque salió mayormente ilesa.
Por un momento, cuando la había visto tan cerca de la muerte, una frialdad diferente a todo lo que
jamás había experimentado se apoderó de su corazón lo suficientemente apretado para detenerlo.
Aun temblaba y necesitaba algo para disipar los espasmos.
Aunque primero, tenían que escapar. Salir de este cuchitril, Makl maldijo al ver una pandilla de
matones apilados en un vehículo aéreo. ¿Más? ¿En serio? ¿Habían estado bajo vigilancia desde su
llegada? Tendría que trabajar en eso antes de su siguiente misión. Se había vuelto perezoso
con la fama. Se acabó. Empujó a Olivia en la dirección de su nave y seguridad, entonces, se preparó
para la batalla.
Giró la cabeza y se inclinó. Ella vio su intención y acortó la distancia. Él la besó con fuerza.
—Calienta la ducha para mí. Iré en unos pocos minutos y necesitare una buena limpieza. —Justo
después de matar a unos aliens.
***
Makl giró a Olivia y le dio un pequeño empujón. Tropezó, pero se dio la vuelta a tiempo para ver a
su mercenario púrpura lanzarse hacia el grupo armado acercándose con un grito salvaje.
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Loco bastardo. Él simplemente no podía dejar pasar la oportunidad de matar algo, en parte para
superar la matanza de su primo. Y probablemente lo habría logrado contra este grupo, si los
refuerzos de repente no hubieran emergido por un par de puertas a cada lado de él.
¡Emboscada! A pesar de su baja estatura, la ola gris de nuevos aliens invadieron a Makl y desapareció
bajo un mar de cuerpos. Ella se lanzó hacia adelante, con la intención de ayudarlo, pero un familiar
brazo peludo se envolvió alrededor de su cintura y detuvo su huida.
Sí, podía. Eso no significaba que él tenía que hacerlo, no cuando había saltado ahí para salvar su culo.
O al menos Makl la tenía. La esperanza de vida de Olivia, sin embargo, cayó unos cuantos puntos
cuando unas armas salieron de la nada y apuntaron a su cabeza.
Pero fue la aplicación de una jeringa en su brazo lo que la hizo caer en un agujero negro, uno del que
no sabía si iba a escapar.
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Capítulo 12
S ilbando, Makl volvió a su nave con treinta y seis muertes más de las que llevaba al empezar su
día. Un poco magullado. Un poco quemado. Y cubierto de sangre. Pero, había ganado. Ahora, sólo
tenía que salir antes de que la ciudad intentara cobrarle por los daños cuando notaran que una zona
se había quemado accidentalmente.
Tras embarcar en su nave, prácticamente corrió hacia el centro de mando, ansioso por ver a Olivia.
Al entrar, vio a Ifruum en su puesto habitual, sin su humana. —¿Dónde está la bárbara?— Esperando
desnuda en su habitación, esperaba.
—¿Qué quieres decir con dónde? ¿No está contigo? —Ifruum se giró en su asiento y se transformó en
Murphy, su turbación era visible.
—¿La dejaste hacer qué?— Makl bajó su tono para no transmitir nada de su rabia, pero sin duda
esperaba esconder el temblor discordante que se extendió por su cuerpo
—No me dejó hacer nada. Por si no lo habías notado, esa chica hace lo que le da maldita gana y al
parecer, le complacía pensar que ayudaba a tu inútil cadáver púrpura.
—No a todos nosotros nos gusta la sangre y el caos. Sabía que ibas a prevalecer por lo que que pensé
que podría atenerme al plan y tener la nave lista para salir.
Y vaya si deberían. Makl lo entendía en cierto modo. Había escapado de la zona peligrosa — o al
menos de la inminente parte. Una vez que su nave saliera de la superficie del planeta en dirección
simplemente al espacio, volvería a planificar la siguiente misión. No le debía nada a la humana.
Volver era estúpido. Suicida. Debería despegar mientras tenía una oportunidad. Y sin embargo,
varias unidades galácticas más tarde, bajo el amparo de la oscuridad, allí estaba, infiltrándose en el
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hogar del pícaro que le robó a la humana. Podía culpar a su ego, su necesidad de mejor ladrón que el
que secuestró a Olivia. Pero en el fondo, Makl conocía la verdadera razón. La razón real.
Que lo hacía para salvar a Olivia. Sin importar si nunca había conocido a una mujer que le irritara
tanto. Quién comprometía sus sentidos a niveles que nunca había imaginado. Quién le hacía
cuestionarse cada regla que había aprendido. No podía ignorar el hecho de que había ido a por él.
Ante su repugnancia a repartir muerte para ayudarlo. Makl no podía dejarla atrás, sobre todo cuando
descubrió que Murphy no usaría su habilidad especial para entrar y salir del lugar para salvarla.
—¿Qué quieres decir con que no la recuperarla? —Makl gruñó cuando su red de información escupió
su ubicación – tras la aplicación de unos cuchillos puntiagudos.
En su forma humana para conversar, Murphy se encogió de hombros. —Soy un dios, no un mago.
No puedo cambiar el curso del destino cuando no me gusta. O teletransportar a más de una persona
al mismo tiempo —, admitió a regañadientes.
—Entonces, ¿cuál es tu plan para salvarla?.
—No tengo uno. Pero Olivia sabía que esto era una posibilidad. La captura siempre lo es. Es parte de
la emoción. Deberías saberlo. Aunque perderla supongo que es olvidarte de la humana para tu
primo. Lástima.
—¿Lastima? ¿Quién se preocupa por el maldito Tren? No podemos dejar a Olivia a ese depravado
alien .
Con sus conexiones, Makl no tardó mucho en descubrir donde estaba su humana. En el local de un
mafioso, no un delincuente a lo grande, pero lo suficientemente alto en la escala monetaria para saber
que no podía entrar exigiendo que le diera a Olivia.
Rápidamente, Makl se abrió camino hasta la planta superior del edificio y a la entrada del balcón. Se
balanceo por encima de la barandilla, se presionó plano sobre la piedra fría y escuchó. No se
activaron las alarmas y no oía ninguna indicación de que cualquiera lo hubiese descubierto.
Avanzando poco a poco, miró por la pequeña rendija de luz en la cortina corrida sobre las puertas de
cristal del balcón. No podía ver ni oír nada, pero el bajo ruido de música reproducida en el interior,
música que probablemente ocultaba los sonidos de terror mientras el malhechor hacía
quién sabe qué a su humana.
Contempló su siguiente movimiento – estrellarse contra la ventana y hacerla añicos parecería algo
grande si eras capturado en una película o colarse a escondidas – la opción se decidió en el
momento que oyó el chillido de Olivia.
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De un tiro rompió el cristal y saltó dentro con sus armas apuntando, solo para detenerse al verla
mirándolo a los ojos.
Vestida con una bata de seda roja, limpia y con un vaso de líquido espumoso, Olivia no parecía
demasiado aterrorizada.— Makl, ¿qué estás haciendo aquí?— Olivia jadeó.
—Al parecer, no ahorrándote de un destino peor que la muerte —fue su seca respuesta. Él echó un
vistazo a la escena acogedora – iluminación tenue, buffet de comida y una cama en el rincón – giró
sobre sus talones y se dirigió de nuevo al aire fresco de la noche – su temperamento hirviendo – su
pecho extrañamente adolorido.
*****
Olivia se levantó del sofá asombrada y sin embargo estúpidamente contenta de ver a Makl. Kajob, un
viejo amigo suyo con el que había trabajado un par de veces en el pasado, hizo una pausa en la
recitación de su última hazaña – una que le había echo reír momentos antes – la miró y luego a la
puerta del patio rota.
—Sí. Si me disculpas, tengo que hablar con él. —Ella bordeó el cristal roto y salió por las cortinas
ondeantes para encontrar a Makl contemplando el cielo nocturno.
Vaciló, sin saber qué decir. El momento era extraño, tenso, pero no sabía por qué. Quería tocar a su
mercenario púrpura. Decirle que la mirara. Que le dijera algo. Llevó las manos a su espalda y habló
primero. —Estoy sorprendida de verte aquí.
Huh. Extraño, el manual de los mercenarios aconseja cortar con los aliados que quedan atrapados
porque es muy probable que te comprometan. Realmente esperaba que se marchara a la primera
oportunidad que tuviera – y nunca mirara atrás. —No puedo creer regresaste a por mí, púrpura.
—Bueno, no lo habría hecho si hubiera sabido que no era necesario rescatarte—, fue su respuesta
amarga.
Si no lo conociera mejor, habría dicho que sonó herido y con un toque de celos. ¿Makl? ¿Su
bromista? —Pero no sabías eso y viniste de todos modos. —Puso la mano sobre su brazo. El músculo
bajo su palma se tensó, pero eso no la persuadió a no acercarse. —¿Por qué has venido? Pudiste
dejarme.
Un profundo suspiro lo dejó. —No podía. Así como no lo hiciste cuando tuviste la oportunidad.
Ella se encogió de hombros. —Sí, bueno. Ya sabes cómo es esto de la gloria. No podía dejarte
acapararla.
Observó lo duro que agarró al barandilla y se preguntó la razón. ¿Seguramente no estaba celoso? —
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Un músculo aumentó en un lado de su mandíbula. No respondió por un momento. —Se podría decir
eso. Entonces, ¿qué va a ser, bárbara? ¿Te quedas o vienes?.
¿Le estaba dando una elección? ¿Era este su modo silencioso de abandonarla? Si era así, entonces
¿por qué volvió a por ella en primer lugar, ademas de por orgullo?
—¿Tú? ¿Una niñera?—Kajob preguntó entre risas cuando se les unió en el balcón. —No puedo
imaginarlo.
—¿Quién está bromeando? Incluso ahora, mis guardias lo están rodeando. Escapar es imposible.
—Lo sé. Por eso te capturé cuando tuve la oportunidad. El anzuelo perfecto para atrapar a la otra
mitad de los tortolitos galácticos —. Kajob se burló.
—¿Capturar? ¿Quieres decir que todo esto era parte de un plan? Pensé que éramos amigos.
—Por la cantidad de dinero que ofrecen por su captura, vendería a toda mi familia.
Ella le dio la espalda Kajob. —Lo siento, púrpura. No sabía que planeaba esto.
Antes de poder gritar o pedirle que se explique, Makl la agarró por la cintura y los lanzó a ambos por
el balcón. Cayeron hacia abajo, el silbido del aire más allá de sus oídos, su boca abierta en un grito
silencioso. Su loco amante púrpura, había tomado por ella la ultima decisión de su vida.
—¡Wheeee!.
Estúpido adicto a la adrenalina. Pero si él no tenía miedo entonces eso significaba ...
Una sacudida repentina y su inminente encuentro con el suelo desaceleró. Él había traído consigo un
paracaídas.
Por alguna razón, esto le pareció terriblemente cómico y se echó a reír. Se rió realmente, con una
nota de histeria.
—Me alegra que encuentres esto entretenido,— gruñó mientras los guiaba hasta una azotea.
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—Es sólo que cuando pienso que estamos jodidos, sacas un conejo de tu culo y nos salvas.
Ella echó a reír más fuerte. —No quiero decirlo literalmente. Quería decir ... Oh, olvida lo que quería
decir. Gracias por salvarnos, de nuevo. —con los pies en tierra firme y nadie disparando de momento,
ella le besó y él la devoró con una pasión que nunca dejaba de excitarla, sin importar lo inoportuno
del momento.
*****
—¿Pueden trabajar en atar las lenguas con nudos más tarde?—Un Ifruum exasperado gritó desde
arriba incluso antes de que llegaran al manoseo. —Todavía no estamos fuera de peligro, niños.
No, ciertamente no lo estaban. Makl se separó de Olivia y agarró su mano, la arrastró hasta el coche
aéreo que Ifruum había robado— y a nadie menos que a su anfitrión más reciente, Kajob.
Amontonándose en el biplaza con Olivia en su regazo, el vehículo aéreo súper-rápido hizo un trabajo
rápido en llevarlos de vuelta a su nave, disfrazada para parecerse a un transporte de correo.
Finalmente escaparon de la influencia del mafioso. Ahora, si Makl sólo pudiera dejar atrás la
confusión en su cabeza.
¿Qué le ocurría últimamente? Cometía errores. Iba contra de las leyes de los mercenarios que
siempre lo guiaron.
Olivia era su aliada – y amante. Pero no la necesitaba. Ella le había ayudado a conseguir algunas
cosas de valor, pero eso no era suficiente como para arriesgar su vida, así que ¿por qué ignoró lo más
inteligente de hacer para sin compensación, salvarla?
¿Y por qué seguía reproduciendo el momento escalofriante cuando en ese sucio cuchitril, la punta de
una espada pinchaba la piel de su frágil cuello?. Un rebanar, un golpe rápido y ella pudo desangrarse
ante sus ojos. Morir y no podría haberlo impedido. Claro que la salvó al final, aún así, no podía
escapar del frío de aquel momento.
Incluso en la ducha caliente, con su polla enterrada hasta la empuñadura, su cuerpo se curvado
contra el de ella, no podía sacudirse el frío. El miedo.
Estuvo a punto de morir. ¿A quién le importa? A mi, al parecer. Pero ¿por qué? Podría haber
reflexionado más tiempo, pero ella eligió ese momento para gritar su nombre, "¡Makl!" y se vino
alrededor de su pene, dulces olas ondulantes estrujando el calor y mucho más de él.
En cuanto a más tarde ... bueno, descubrieron muchas más formas de generar calor y empujar la
sensación lejos. Olvidó, pero al mismo tiempo, nunca repetiría su error. De ahí en adelante, la
mantendría a salvo de cualquier daño – incluso si tenia que retrasar su principal misión para cuidar
de algunos problemas potenciales. No permitiré que cualquier daño se le acerque de nuevo. Su
corazón no podía soportarlo.
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Capítulo 13
E l miedo que había sufrido desapareció, ya que tomó trabajos más ligeros, entre tener sexo.
Makl descubrió que incluso sin el peligro habitual aún tenía diversión. Cualquier cosa que hacía con
Olivia a su lado le hacía sonreír.
Acostado con la humana jadeando encima de él, Makl podía decir que nunca se había sentido más
completo. O lúcido. Con una rara claridad, finalmente comprendió el encanto de tener a una mujer
constantemente en su vida. Una mujer que le comprendió y aceptaba como era. Una mujer que no
temía desafiarlo a cada paso. Quién no fingía su placer en la cama porque le pagaba. Una socia con la
que podía compartir cosas. Alguien más que una amante... alguien a la que quería llamar compañera.
¡Argh!
Hasta que saltó en pánico, una pizca de remordimiento le provocó una mueca cuando Olivia voló de
su cuerpo y cayó al suelo alfombrado con un gritó:
—¿Qué demonios?
Sin embargo, una pizca, no era suficiente para impedirle salirse por el otro lado de la cama. Cogió
unos pantalones y con un murmurado, “Tengo que comprobar algo”, prácticamente salió corriendo
de la habitación, descalzo y sin camisa.
Espacio. Necesitaba espacio a solas para pensar en lo que acababa de descubrir. Quiero mantener a
mi humana, de forma permanente. Que parodia. ¡Que horror!
Makl caminó por su nave, preguntándose cómo iba a permitir que esto sucediera. ¿Cómo llegó a
cuidar a una humana? ¿Cómo se permitió desviarse de su camino trazado lo suficientemente lejos
como para incluso pensar en mantenerla como compañera?
Menos mal que se había percatado de su problema. Ahora podía tratar con él. Simplemente no
cuidare de ella. Fin de la historia.
O no.
Errantes pensamientos preguntaban cómo iba a lograr esto. ¿Cómo podía dejar de sentir por la
bárbara?
Hmm, quizás un poco demasiado precipitado. Necesitaba sexo para mantener su mente clara. ¿Qué
podía hacer en cambio? No más abrazos. Sí, eso era una parte del problema, todo eso de brazos-
alrededor-del-otro, acurrucarse-y-hablar, tenían que parar. Él nunca solía hacerlo antes. ¿Y qué si lo
disfrutaba? También disfrutaba de un buen descanso y un postre; pero eso no significaba que no
pudiese prescindir de ellos. Después del coito, tendría que asegurarse de que se mantenía en su lado
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de la cama.
¿Pero era eso suficiente? A juzgar por como todas sus soluciones le llevaban de vuelta a la habitación
que compartían, no del todo. Necesitaba algo más drástico. Tenía que alejarse de Olivia y su adictiva
influencia.
¿Quizás debería olvidarse de tomar más misiones? Después de todo, ¿cuántas veces salían exitosos
de un atraco con éxito y apenas llegaban a la nave se rasgaban la ropa y copulaban como animales
salvajes? Maldición, extrañaría eso. Además, las misiones eran divertidas y buenas para su reputación.
Olvida ese plan. Tenían que mantener su racha de crímenes; simplemente tendrían que dejar de
actuar como una pareja-de-enamorados-sonriendo-tontamente.
No más sostenerse las manos o falsos-besos que conducían a los reales después. No más manoseo,
como parte del trabajo o del placer. Tenía que dejar de hacer alarde de su cuerpo para que tomara
ventaja — una pena, porque hacía eso muy bien. De ahora en adelante, iba a verla sólo como otro
hombre. Como un aliado, como Ifruum.
Con los pies pesados, pisoteó en el puente y se dejó caer en su silla. El rostro lampiño de Murphy lo
miró fijamente por encima de un gran fajo de papel blanco y negro.
—¿Te ha lastimado?
—No exactamente.
—¿Timado?
—Todavía no.
—¿Te dijo que estaba embarazada de otro hombre y te pidió ser el papá del bebé?
—¿Qué? ¿Quién más ha puesto sus manos en ella? —Makl prácticamente rugió al saltar de su asiento.
—Eso espero, ya que le has estado haciendo cosas en las que este tío prefiere no pensar.
—Sí, bueno, es que quiero hacer con ella lo que nunca he querido hacer antes y eso me preocupa.
—No sé si soy la persona adecuada para hablar sobre eso. Si estás queriendo algo pervertido, tendrás
que hablar con ella. O no. Pensándolo bien, cambiemos la discusión a la intemperie. ¿Has visto esa
nube de polvo galáctico en el tercer cuadrante?
—No hablaba de cosas de sexo. Me refería... —Makl se detuvo mientras luchaba por decir las
palabras. Agitó las manos alrededor y gruñó con frustración—. Estaba hablando de asuntos
emocionales.
—No lo hice. —Makl apuntó con su arma a la cabeza de Murphy sin pensarlo dos veces—. Retira lo
dicho.
—¿Te das cuenta de que tu pequeña arma no puede dañarme? Soy un dios.
—Puede que seas un dios y, todavía, estás avanzando poco a poco hacia atrás, lo que significa que
incluso si sobrevives, aún te hará daño, seguro como el infierno.
—Y te llaman el tonto.
—¿Quién?
El zumbido insistente en su consola no sería ignorado. Con un suspiro, Makl se reclinó en su asiento
y aceptó la llamada.
—Te dije que no estaba en cualquier parte cerca de la Tierra. Estas cosas llevan tiempo, —mintió
hábilmente.
—Ah, sí, y, sin embargo, justo ayer vimos otro vídeo de la más reciente atrevida hazaña de los
Tortolitos Galácticos, y qué extraño giro de las circunstancias, ellos se veían como tú y un humano.
Una mujer humana.
—Viste eso, ¿verdad? ¿Cómo me veo? ¿Sacaron mi mejor ángulo? ¿Tren llegó a verlo? ¿Y Jaro?
—Todos te hemos visto. Y tendrás suerte si Tren no te desolla vivo cuando llegues aquí, podría
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añadir, mejor que sea rápido porque está de mal humor. Pienso que es todo ira reprimida. Esta cosa
de mantenerse-silencioso-por-temor-a despertar-al-bebé, le ha convertido una bomba a punto de
explotar.
—Estoy a menos de un día de distancia. —O lo estaría, una vez que dejara de retozar y asumir los
trabajos secundarios que Ifruum seguía enviando a su camino. Tenía que afrontar los hechos. Había
retrasado la entrega de Olivia a su primo para poder pasar más tiempo con ella. Otro indicio
irrefutable que debería haberlo despertado al hecho de que se había acercado demasiado a ella.
—Voy a hacer mi mejor esfuerzo para contener a tu primo, pero podrías querer hacer una corta visita.
Está un poco más agresivo de lo habitual. —El comunicador se apagó, permitiendo a Makl
reflexionar.
Quizás no bajaría de su nave para nada cuando llegara al planeta. Realmente no tenía ningún sentido
quedarse. Apartándose rápido, evitaba una despedida sucia con la bárbara —que obviamente le
extrañaría enormemente dada su grandeza innata, que alternadamente lloraría y le suplicaría que
se quedara— y él evitaría a su primo y su poderoso puño. Un plan perfecto. Infalible.
—Así que, ¿aún pretendes hacer que Olivia desempeñe el papel de niñera?
Ah, maldito infierno. ¿Murphy había escuchado su último pensamiento? Esperaba que no.
Necesitaba escapar, para continuar su camino hacia la grandeza — por él mismo.
—Por desgracia, los Tortolitos Galácticos han tenido su acto final. Mi familia la necesita así que es el
momento de dejarla.
—Sólo la abandonas como las noticias de ayer, ¿eh? —Murphy arqueó una ceja y Makl empujó abajo
el calor amenazando sus mejillas.
—No es como si nos prometimos nada el uno al otro. Ambos sabíamos que no era permanente. Soy
un mercenario. Ella odia el hecho de que soy un asesino. Y Tren la necesita. Fue divertido mientras
duró.
—Sí, lo fue y estoy seguro de que ella lo verá así cuando la dejes sin ni siquiera un adiós. ¿Y qué vas a
hacer ahora? Has perdido la mitad de tu asunto. ¿Qué hay en el futuro del Galáctico Solitario?
¿Solitario?
El término puso una nota discordante. Dejando un sabor amargo en la boca de Makl, aunque no
contestó. No sabía por qué. El término solitario lo describía perfectamente. Era la vida que se había
atribuido. La vida expuesta en su manual de mercenarios. Una vida que se extendía sombríamente
sin la risa y adrenalina a la que se había acostumbrado.
¿La necesitaba? Makl abrió la boca para decir que no la necesitaba. No necesitaba a nadie. Sin
embargo, las palabras se quedaron atrapadas en su lengua y no pudo pronunciar la mentira.
—Necio obstinado. Sufre entonces. Voy a comprobar unos pies que tengo en mi dedo.
Murphy desapareció, no es que Makl tuviera su mente en él. Ya no más. El dios molesto estaba
siempre en alguna parte bajo los pies actualmente, al parecer, de una forma u otra. Además,
descubrió algo más apremiante ocupando su atención al pensar que tenía muy poco tiempo con su
humana. Muy poco tiempo para disfrutar de su cuerpo y risas. ¿Qué daño podía hacer si se hundía
en ella por última vez?
Puesto que la dejaría en breve, le debía mitigar su lujuria para que no empezara en su nuevo trabajo
mentalmente incapacitada. A veces, su generosidad le sorprendía incluso a él.
Regresó a su habitación con la rapidez debida, podía entender por qué Olivia rechazó sus besos con
el fin de darle una reprimenda totalmente inmerecida.
—¿Qué demonios, Makl? No puedes sólo tirarme de la cama, salir corriendo y luego volver y esperar
tener sexo.
—Caramba, no me había dado cuenta. Sabes sin embargo, si necesitabas levantarse, podrías haberlo
dicho, —se quejó—. No era necesario tirarme sobre mi culo. —Una línea arrugó su frente—. ¿Ocurre
algo? ¿Cualquier cosa que deba saber?
—Nada importante. Pero creo que debemos revisar la temperatura de la ducha nuevamente.
—¿En serio? —Sus labios se curvaron—. ¿Ha dejado de funcionar desde la última vez?
—Cállate bárbara y haz sólo lo que te digo. —Sin poder resistirse, golpeó su trasero, pero en vez de
chillar y moverse, Olivia soltó un pequeño gemido de placer y se empujó hacia arriba sobre sus
manos y rodillas. Le lanzó una mirada tímida sobre su hombro.
—Supongo que entonces tendrás que castigarme porque no estoy escuchando. —Ella meneó sus nalgas
para él.
Barbara descarada. Por todas las estrellas, la extrañaría. Su mano se movió y golpeó con fuerza la
mejilla redondeada. Su carne se sacudió y ella bajó su torso sobre el colchón, proyectando su trasero
más alto, extendiéndose a su visión.
Ante la vista del rosado, húmedo y acogedor coño, Makl no pudo desgarrar sus pantalones con la
suficiente rapidez. Amasó la suave carne de sus mejillas y se arrodilló en la cama detrás de ella,
presionando su boca contra el núcleo de su sexo.
Su sabor, el néctar más delicioso que nada que alguna vez había probado, golpeó su lengua y cerró
los ojos de placer. Gruñó, también. En el último momento, había llegado a conocer su cuerpo muy
íntimamente. Disfrutado de cada centímetro de ella —más de una vez— y sin embargo, nunca se
cansaba de su sabor o de sentir su piel. Como una droga, siempre quería más. Y más. Y…
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Atrapó su clítoris con los labios y lo acarició con la lengua, al notar su clímax acercándose, por la
forma en que sus gemidos surgían, bajos y desesperados. Él apartó la boca y la escuchó protestar. Se
arrodilló sobre la cama y se arrastró entre sus muslos abiertos. Deslizo su brazo alrededor de su
cintura mientras su polla golpeaba en su acogedor calor. Bombeó con urgencia curvando su cuerpo
hacia atrás, por lo que estaban a ras, empujando su polla mientras sus dedos jugaban con su brote
hinchado. La mano en su hendidura acariciaba su clítoris, la otra pellizcaba sus pezones erectos. Sus
labios chupaban la tierna pálida piel de su cuello, inmaculada extensión de la tentación.
Ella se vino con un grito, su sexo ordeñó su pene, lanzandolo a su orgasmo. Pero no grito su
felicidad. En cambio, apretó los dientes, no demasiado duro, pero lo suficiente como para que
cuando separaron sus cuerpos sudorosos, tras desplomarse sobre la cama, llevara una marca en su
carne. Su marca.
Y se iba. Pronto.
Si percibió desesperación en sus caricias, en la forma de adorarla y en que tomó su cuerpo, ella no lo
dijo. Makl, sin embargo, era demasiado consciente del reloj marcando la cuenta atrás para su
separación. Olvídate del sueño, su mente se mantenía en alerta, centrada en ella, memorizando cada
expresión, jadeo y curva de su cuerpo.
Cansados y entrelazados sobre su cama, la sostuvo, sin poder dormir. No podía evitar revivir el
tiempo que habían pasado juntos, sus charlas y aventuras. Sabía mucho sobre ella, la Olivia del hoy y
ahora, y sin embargo muy poco de su pasado. Un pasado del que nunca le habló.
Le molestaba, de repente. ¿Quién era esta mujer que llevaba al seno de su familia? ¿Cómo había
terminado en el espacio? ¿Y adoptada por Murphy, un dios? Se convirtió en lo más importante en
ese momento — mientras ella yacía acunada entre sus brazos, con la cabeza ubicada en el pecho.
Tenia que saber, tenía que escuchar su historia.
—Oh, ahora quieres un cuento para dormir después del coito. ¿Por qué quieres saber esa triste
historia?
—Curiosidad. —Una necesidad de entenderla que no podía explicar. Entonces le contó su historia —e
hizo una lista con seres a los que matar, nuevos enemigos que eran una prioridad que erradicar—
gratuitamente.
Los aviones lucían pilotos traseros rojos y se movían rápidamente. Esto era una anomalía.
—Pero no se mueve. De hecho, las luces se están acercando. —El comportamiento de la aviación sin
duda era atípica, incluso a sus diez años de edad, Olivia lo sabía.
—Claro que lo son, —murmuró su madre mientras ella agarraba algo del interior del maletero de su
coche, estacionado actualmente a un lado de la carretera. En realidad, llamarlo coche era un insulto a
los vehículos en la carretera. Prueba con un pedazo de basura que debió jubilar hace mucho tiempo,
el óxido deportivo a lo largo de los bordes inferiores de las puertas, un silenciador que traqueteaba y
una grieta a través del parabrisas a la altura justa probaba ese punto.
Con la cabeza todavía inclinada, Olivia levantó la mirada hacia el cielo, en absoluto ofendida por la
falta de atención de su madre. Algunas veces, no ser notada era lo mejor que podía esperar. A
medida que su madre seguía murmurando sobre la pocilga en el maletero mientras arrojaba las cosas
a su alrededor, Olivia miró a la carretera sin iluminación. No se distinguía nada y Olivia no sabía por
qué se detuvieron en este tramo en particular. Su madre se desvió de repente hacia el arcén de grava.
Sus preguntas de “¿Por qué nos detenemos?”, “¿Estamos perdidas?” y “¿Nos quedamos sin gas?” se
encontraron con un “porque”, “no” y “no”. También quería preguntar ¿por qué necesitaban
conducir casi una hora desde el apartamento que compartía con su tía?, pero de algún modo sabía la
respuesta. Era normal. De manera habitual, su querida vieja mamá aparecía a su antojo, con una
letanía de lo siento y una sonrisa brillante, mientras que se comprometía a compensar su ausencia.
Lo que sea. Olivia sabía que no había que buscar cualquier acción en todo lo que su querida mamá
decía. Decenas de promesas rotas después, le habían enseñado a no creer todo lo que salió por la
boca de su madre. Aún así, si jugaba bien sus cartas, podría terminar con algo: un nuevo suéter, un
CD, una cena en McDonald. Presentes por su culpabilidad, como solía llamarlos.
Saltando sobre el capó del sedán que actualmente su madre conducía —un préstamo de un amigo,
posiblemente relacionado con un cerdo dada la condición del interior— Olivia se echó hacia atrás y
miró el anillo de luces flotando en el cielo.
Quizás son aliens que vienen a secuestrarnos. Debería tener tanta suerte. Se necesitaría un milagro, o
cumplir los dieciséis años, antes de poder escapar de la existencia infernal conocida como su vida
actual. Vivir con su tía no era demasiado horrible. Al menos la alimentaba regularmente, pero
compartir una habitación con sus dos primos pequeños, primos que cuidaba un demonio de mucho
más de lo que su padre hacia, realmente no era su idea de diversión. Pero dormir en un coche. Sin
poder escapar de lo ronquidos de su madre. Y los hogares grupales, eran aún peor.
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Con un triunfante: “¡Ajá!” su madre emergió del maletero, agarrando algo con forma de bastón.
Momentos después una bengala de color ámbar brilló. Al segundo se iluminó con una ráfaga de luz
verde. Agitó la mano a su alrededor en alguna extraña danza, su madre hizo una cabriola en la zona
junto al coche. Extraño, pero no era la cosa más extraña que había visto hacer a su madre. Olivia
estaba acostumbrada a ese tipo de comportamiento errático de su querida mamá. En realidad, la
danza del palo resplandeciente era manso en comparación con el momento en que su madre llegó a
casa tambaleándose. Ella había corrido por el césped delante del complejo de apartamentos tratando
de atrapar mariposas invisibles, desnuda y cubierta de mantequilla de maní. Los servicios de
protección infantil no la encontraron tan divertida como los vecinos.
Será mejor esconder las llaves del coche de nuevo hasta que esté sobria. Olivia suspiró. Engañar de
nuevo. Olivia se preguntó cómo se había perdido los signos de embriaguez. Normalmente, podía
detectar cuando su madre se había ido de juerga. Por otra parte, a pesar de su baile divertido, su
madre no parecía demasiado... borracha. No cantaba o se reía. Tropezaba o caía. En realidad, su
madre bailaba alrededor de Olivia con una gracia que no recordaba haber visto.
—¿Qué haces?
Hmm, posiblemente sobria pero siendo su siempre delicioso yo. Chasqueando su chicle, Olivia no se
ofendió. ¿Por qué molestarse en perder energía? Se inclinó hacia atrás de nuevo, para ver el extraño
anillo inmóvil sobre su cabeza. Cuando lo vio, contuvo la respiración ya que un único rayo brillante
se había separado de la gran masa y descendía hacia ellas. No sólo hacia ellas, sino justo encima de
ellas, estaba lo suficientemente cerca como para que una cálida brisa agitara los mechones de su
cabello. Santa... no se atrevió a decir la otra palabra en voz alta por temor a su tía y su manía de
obligarla a lavarse la boca con jabón. Otra vez. Dotada con facultades auditivas de aúpa, Olivia no
sabía como su tía lo hacia, pero siempre sabía cuando Olivia hacía o decía algo malo. Y la castigaba
usando métodos de la vieja escuela. Con lejía.
Con un zumbido, lo que fuera que volaba aterrizó detrás de unos árboles. Mami querida arrojó el
palo luminoso sobre la grava. Agarró su bolso y gesticuló con impaciencia.
—Vamos.
—¿A dónde?
—¿Podrías dejar todas esas preguntas? —Espetó su madre. Agarró a Olivia del brazo y la arrastró fuera
del capó. Olivia se deslizó del metal y sus pies golpearon el suelo.
—Sí. Y no discutas.
—¿Por qué iba a hacerlo? También quiero ver de qué se trata. Quizás sea una cosa súper-secreta del
gobierno. O aliens. Aliens estaría genial.
Sí. De acuerdo. Olivia no la creyó ni por un minuto y podía decir que su madre no lo hacía bien,
pero como quería saber qué aterrizó allí, precisamente no alegó sobre ir a una zona oscura
del bosque para encontrarse con quien sabía qué. No podía ser peor que los drogadictos y escoria
que vivían en su vecindario.
Años después, Olivia aún quería abofetearse por la ingenuidad que había mostrado esa noche.
Saltando a continuación, Olivia hizo mejor tiempo que su progenitora, quién se tambaleaba con los
tacones no destinados a caminatas forestales. Un niño normal a los diez habría temido una aventura
en el bosque sombrío. Olivia tomó con orgullo el hecho de que era más valiente y mundana que los
otros niños de su edad. Pequeña inteligente, la llamaban. El único legado de su madre que podía
reivindicar y disfrutar.
Inteligente o no, sin embargo, nada la preparó para lo que vieron sus ojos cuando llegó a un parche
abierto. Como si estuviera preparado de antes, había un claro, uno cortado a la derecha en el bosque,
los matorrales y zarzas del mismo apilados alrededor del borde exterior, obligándola a trepar la
barrera improvisada. Pudo haberse tomado el tiempo para buscar un camino, pero capturó un
indicio de blanco. Un resplandor. El misterioso objeto sobrevolaba la zona.
¿Un globo aerostático? ¿Un idiota en una silla de jardín volando en globos con helio? La posibilidad
la excitaba. Aunque había bromeado sobre ello antes, sin embargo, la última cosa que realmente
esperaba ver era una honesta nave espacial.
Mierda. Lo siento, tía Ginny. Ignoró el sabor imaginario del Marfil y dio un paso, luego otro hacia la
esfera flotando a unos pocos metros sobre el suelo. ¡Redondo como un Mentos, pero de tamaño
gigante, que zumbaba suavemente sobre el suelo! Olivia lo observó amorosamente. Genial. Se agachó
para mirar debajo, pero no vio nada que lo mantuviera arriba. Los troncos
y escombros no parecían molestarlo, ya que se balanceó allí, una iluminación suave irradió de su
caparazón.
—La traje.
Las palabras repentinas de su madre sorprendieron a Olivia. Había olvidado que no estaba sola.
Luego las palabras penetraron su mente y se volvió para mirar a su madre, no vio ninguna sorpresa
en su cara. ¿Cómo su madre sabia que iba a parecer un OVNI? A menos que no fuera una nave
extraterrestre. Que decepción. Por un instante, se había entusiasmado. Olivia miró de nuevo y dejó
escapar un chillido cuando observó la rampa que conducía a la probablemente no tan dulce cosa. De
pie en la rampa había una criatura encorvada, vagamente humanoide. Olivia tragó con fuerza
mientras miraba fijamente a la entidad piglike14, sin duda era un disfraz detallado, hasta olía mal.
Olivia se volvió.
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Piglike: cualquier mamífero de la familia de los suidos, que tiene patas cortas, pezuñas, pelo hirsuto y un hocico
cartilaginoso utilizado para la excavación, especialmente el cerdo domesticado.
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—¿Tu dinero? —Diez años o no, entendía el quid de donde iba esto—. ¿Tú me estás vendiendo?
¿Para que?
—Pero no huyo.
—¿Pero por qué? —Olivia no gritó o rompió a llorar cuando preguntó, pero no pudo evitar años de
curiosidad impregnando su pregunta—. ¿Por qué me odias tanto? ¿Qué he hecho?
—Exacto. —Su madre escupió—. ¿Qué has hecho por mí, mocosa ingrata? Te di a luz y ¿qué consigo?
Unos pocos miserables dólares al mes del gobierno. Insuficiente para el malestar que pasé por
llevarte. Y tu maldito padre — prometió que me ayudaría. Mentiroso. No pudo dejar la ciudad lo
suficientemente rápido cuando llegaste. Por tu culpa estoy sola.
Olivia parpadeó ante la perorata, demasiado aturdida para sentir dolor. Llegaría más tarde.
—Porque eres mi hija. Pensé que quizás algún día me aportarías algo. Ese día ha llegado.
—No puedes estar hablando en serio. No puedes venderme. Y especialmente no a eso. Ni siquiera es
humano.
—Si puedo.
—La policía no hará una mierda. Ya me he salido con la mía en dos ocasiones. Una tercera tiene su
encanto. —Los labios rojos de su madre, agrietados con lápiz de labios seco, se separaron en una
sonrisa enferma.
La mente de Olivia se congeló al pensar en las mentiras que su madre le contó sobre Joey, y después
sobre Lisa, alejándose de su cuidado. Olivia se preguntó a menudo si sus hermanos mayores
encontraron vidas nuevas, más felices y no querían o necesitaban a una hermana menor en ellas. Pero
no. Sus hermanos nunca se escaparon. Su madre los vendió. Al igual que tiene la intención de
venderme.
—Por supuesto que lo hará. Ahora paga o me la llevo de vuelta a casa de su tía.
—Nop. Esta es la última. Ahora desembolsa, pigman. Tengo gente que ver y cosas que hacer. —Su
madre tendió la exigente mano.
—Qué pena que ya no te encontremos útil. Por favor, disfruta tu pago final. —Sacó un arma de fuego,
Olivia ni siquiera pudo gritar cuando el alien disparó a su madre, desintegrandola en un montón de
polvo que voló en pedazos con la brisa ligera. Luego ya no pudo importarle menos que el apestoso —
nombre que le dio a su carcelero— la arrastrara a su nuevo hogar por las próximas semanas. De
ninguna manera era el peor momento de su vida, pero sin duda uno de los más tenebrosos, sobre
todo porque ninguno de los huérfanos encerrados conjuntamente, sabía qué esperar.
Ella y los otros inadaptados a los aliens redondos coexistieron en una especie de extraño
estatus, una mezcla entre los niños perdidos de Peter Pan —y niñas— y esos niños salvajes en esa isla
con esa mosca que a su tía tanto le gustaba. En cierta forma, Olivia disfrutó de su nueva vida mucho
más que los demás, sobre todo porque era propietaria de una de las literas de arriba. La vida se
instaló en una cómoda rutina incluso si la papilla con la que los alimentaban dejaba mucho que
desear.
Y entonces un segundo grupo de piratas atacó su nave. Bichos sanguinarios, que no ocultaron que
querían a los seres humanos para... ser el principal ingrediente de la cena.
Estofado de Olivia en salsa con un salteado era algo que encontró especialmente apetecible, así que
se escondió de los nuevos invasores a la primera oportunidad que tuvo, los conductos de la nave
enorme tenían el tamaño justo para alguien tan menuda como ella. Se escondió tan bien que los
piratas desocuparon la nave con todos sus amigos huérfanos y la dejaron sola. Completamente sola.
Añade la disminución del sistema de apoyo a la vida en una nave espacial despojada de cualquiera
que pudiera ponerla en movimiento e incluso a su corta edad, Olivia sabía lo que era una sentencia
de muerte, aunque lenta, cuando la vio.
—Yo sólo soy el más grande de los dioses. El ser-todo y final de todos los dioses. El que decide quién
vive o...
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—Es Murphy. Y yo soy Karma. Somos dioses, pero viendo que los destinos dicen que estamos
adoptandote, puedes llamarnos familia.
La más extraña familia que el universo probablemente alguna vez vio, pero al mismo tiempo, la más
cariñosa. El resto de su infancia transcurrió en un borrón rápido, mientras Olivia viajaba con sus
nuevos tutores, aprendiendo sobre nuevas culturas e ideas más rápidas que la velocidad de la luz — de
las cuales Karma se reía y marcaba el ritmo.
Cuando su tío se volvió demasiado asfixiante y su marca mágica demasiado peligrosa, Olivia siguió
por su cuenta y después con Ifruum tras conocerlo en una celda. El resto, como dicen, es historia.
***
Olivia contuvo la respiración cuando terminó su triste historia. Makl había permanecido en silencio
durante un rato. Tras superar su pataleta furiosa cuando había llegado a la parte donde su madre
cruelmente la abandonó. Por alguna razón oír sobre su maltrato lo envió en una perorata donde
amenazó con matarla hasta que Olivia le recordó que su madre ya había muerto. Encontró su
reacción extrema, pero caliente al mismo tiempo. Pese a sus singularidades, demostraba que se
preocupaba por ella en algún nivel.
No era... preocupación. No era estúpida. Había captado que él estaba tramando algo. El súper
apasionado Makl actuaba como un hombre en una misión y tenía la ligera sospecha de saber por
qué. Sin embargo, cuando llegó la noticia a través de la automatizada computadora de que habían
atracado en el planeta de su primo, no pudo evitar una punzada de dolor.
Él realmente va a dejarme.
Por alguna razón, realmente había esperado seguir adelante como lo habían hecho, realizando
atracos y escapando en las narices de la autoridad, ser cada vez más y más famosos. Incluso había
llegado al punto en que esperaba con interés las misiones porque no podía negar que amaba la
adrenalina de lanzar un complot bien pensado y ver la alegría salvaje en los ojos de Makl al vencer a
las probabilidades. Y el sexo... Wow.
En su intento por entender mejor a su amante púrpura, incluso había empezado a estudiar el manual
de los mercenarios. Algunas reglas y sub-cláusulas la enviaron a un ataque de risa.
Olvida vivir la vida de un criminal, sin embargo. Parecía que sus días de ser la mitad de los Tortolitos
Galácticos habían terminado. Makl tenia la intención de seguir con su plan para deshacerse de ella y
dejarla con su primo de niñera. Deprimente, pero de nuevo, ¿qué esperaba que hiciera? ¿Seguir
trabajando como un equipo y follando como esos conejitos de orejas suaves en ese planeta rosa a
varios sistemas estelares? Qué si se divertían y el sexo era impresionante y tenían excelentes
conversaciones y...
Oh, mierda.
Lo empujó, lo suficientemente fuerte para que cayera al suelo, pero no tan duro como la realización
golpeándola entre los ojos.
Amo al púrpura.
Oh, no. ¿Cuando había permitido que eso suceda? ¿Por qué? ¿Acaso no había aprendido la lección
al crecer? Querer a alguien, confiar en alguien, les daba el poder de hacerle daño.
Y soy la peor clase de idiota por dejar que suceda, sobre todo con un arrogante, mercenario asesino
Menos mal que recordó por qué no quería conectar con él en primer lugar. Saltando de la cama, se
vistió rápidamente y empacó aún más rápido. Empujó a Makl un lado para agarrar su sujetador
favorito del suelo para empujarlo en su equipaje, finalmente atrapó su mirada confundida. No podía
sostenerla, no con la revelación de su amor por él aún tan fresca. Se alejó, buscando
algo más que empacar y así poder tomarse un momento para secarse las lágrimas en sus ojos.
—¿Qué te parece que estoy haciendo? Embalar, por supuesto. Voy a necesitar ropa para esta cosa de
la niñera, ¿no? —Ella inyectó una nota de irritación en su respuesta.
—Probablemente es una buena cosa. Megan probablemente matara a cualquier mujer pensando
brincar desnuda delante de su compañero. Pero, ¿cómo supiste que llegamos? ¿Ifruum te lo dijo?
—No, no lo hizo, pero es un poco obvio. No planeamos una misión o una parada, y sin embargo, la
nave ha aterrizado. Te has asegurado de aclarar tu cabeza, cito textualmente, un par de veces más de
lo habitual. Añade la intuición de una mujer y fue pan comido.
—¿No pareces molesta? —Makl dijo interrogativamente mientras la seguía, sus zancadas castañeteando
en el suelo.
—¿Por qué molestarme? —Ella pegó una falsa sonrisa en su cara—. Después de todo prometí hacer
esta cosa de la niñera. Y como Ifruum me recordó, incluso los ladrones necesitan algún tipo de
honor entre ellos.
—No. —Ella se dirigió condenadamente de prisa a la puerta de atraque, deseando abrirla antes de
decir algo estúpido como “Por favor, deja que me quede”.
—Si. ¿Y? Incluso tú deberías saber que todas las cosas buenas llegan a su fin. Mejor hacerlo ahora
antes de que te apegues demasiado. No soporto a un hombre pegajoso.—Ella fingió un escalofrío,
pero casi se perdió la mirada de asombro en su rostro—. Ha sido divertido, púrpura. Nos vemos por
el universo.
En cuanto la puerta de la nave se abrió a un llano polvoriento, culpó a las finas partículas en el aire de
la humedad en sus ojos. No estoy llorando. No por él. Por nadie, ya no.
Mientras se alejaba de lo único que la hacía más feliz de lo que recordaba, el único hombre que había
atravesado el blindaje que había erigido alrededor de su corazón, agradeció a su buena estrella que lo
hizo en sus términos antes de que le hiciera realmente daño.
Ahora, si tan sólo pudiera encontrar algunos anti-ácidos para su dolorido corazón y un pañuelo para
la humedad rodando por sus mejillas. Atmósfera compatible su culo. Estúpido planeta alienígena, ya
se estaba poniendo enferma.
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Capítulo 15
E lla se va. Está realmente dejándome.
Makl observó a Olivia alejarse, cada paso apretaba una banda invisible alrededor de su pecho hasta
que creía que iba a asfixiarle. Un golpe en la espalda le hizo tomar una respiración jadeante.
—Bueno, fue placer conocerte, Makl. —Ifruum pasó a su lado arrastrando los pies, con una bolsa de
lona echada sobre un hombro peludo.
—Se fue. —Makl dijo suavemente, incrédulo, sin poder ocultar el inesperado dolor.
—¿Qué esperabas? No le pediste precisamente que se quede, ¿verdad? Esto es, después de todo, lo
que tú querías, por lo que intentaste secuestrarla en primer lugar, y por qué estamos aquí.
Pero nunca esperó realmente que sucediese. Una parte de Makl se había imaginado la escena, un
escenario muy diferente. Él le anunciaba que habían llegado al planeta de su primo y le decía a Olivia
que era hora de comenzar en su nuevo trabajo. Ella lloraba y rogaba para que la mantuviera porque
él era tan magnífico. Al ser generoso, así como guapo, temible y un excelente amante, la dejaría
suplicar —sobre sus rodillas— antes de ceder a regañadientes después de negociar un despertar bucal
diario por los próximos ciclos planetarios. Reanudarían su viaje, probablemente esquivando los
misiles que su iracundo primo les lazaría porque aún quería una niñera y vivirían... bueno, felices
para siempre.
Nada de eso ocurrió. En cambio, Olivia no pudo escapar de su presencia lo suficientemente rápido.
Ni siquiera le dio un último beso o una mirada. Ni una sola lágrima.
Por los malditos planetas que había desplumado, le irritaba. Le hacia daño. Lo enfurecía. Lo
aplastaba.
Porque no lo hacía.
Oh, por favor, mira la diversión que has tenido con ella.
Placer que iba a encontrar sin ella, así, sin importar el hecho de que recordaba lo aburrida que era su
vida antes de que se conocieran.
Espontáneamente, Makl recordó una conversación entre Tren y su hermano antes de que su primo
Jaro se estableciera con Aylia. Jaro preguntó:
—¿Qué quieres decir con que has encontrado algo más precioso que un tesoro?
Y Tren respondió:
—Si repites esto, lo negaré y luego te mataré, pero la verdad es, que el mayor tesoro de todos, lo más
preciado que tengo, es el amor de mi compañera. Sin ella, no soy nada. Ella es todo mi universo. La
razón por la que conspiro y mato. Es la cosa más preciosa a la que alguna vez espere tener y la única
cosa digna de mi vida o atención.
Makl, como Jaro en ese momento, no lo había entendido y pensó que su primo estaba un poco
tocado de la cabeza. Le sucedía a los mejores mercenarios tras demasiadas conmociones cerebrales.
Pero ahora... ahora Makl tenía que preguntarse.
¿Qué era fama y fortuna si no tenía a nadie para compartirlas? Sin Olivia a su lado, ¿quien disfrutaría
de su grandeza con él? ¿Quién iba a aplaudir a sus maravillosas hazañas? ¿Jadear horrorizada ante su
sanguinario lado asesino? ¿Gemir de placer ante su excelente destreza como amante?
¿Quién y qué era él sin alguien a quien amar? Nadie. Estoy solo. Y eso simplemente no lo haría.
Pero no podía simplemente darse la vuelta y decirle eso. Un hombre no se inclinaba ante una mujer,
incluso si la amaba. Mejor dejarla jugar el papel de niñera por un tiempo. Dejar que los extrañara a él
y sus aventuras y luego, cuando volviera para secuestrarla, al estilo mercenario —porque de ninguna
manera iba a pedirle permiso— ella le estaría muy agradecida por rescatarla de una miserable vida y
caería con gusto enamorada de él también.
Y si ella protestaba al principio, siempre había ese conjunto de esposas que había querido sacar y
probar, pero que nunca llegó hacerlo. Había dejado que sus excelentes habilidades en el dormitorio
sacudieran su mente.
Un gran plan. Un plan perfecto. Un escalofrío recorrió su espalda cuando podría jurar que escuchó
una risa fantasmal.
***
Olivia se tragó las lágrimas mientras se alejaba de Makl hacia lo desconocido. Ifruum, por una vez, no
dijo ni una palabra mientras caminaba a su lado. El tío Murphy, sin embargo, no vio la necesidad de
contener su lengua. Se apareció a su lado, con el bastón en una mano, ajeno a los gritos de los
soldados androides a cargo del campo de aviación pidiéndole que se detuviera e identificara.
—¿Qué estás haciendo? —le preguntó Murphy, haciendo girar su bastón y bloqueando de alguna
manera los proyectiles volando hacia él.
—¿Qué te parece que estoy haciendo? ¿Intentando no recibir un disparo? ¿O es que no se te ocurrió
pensar que aparecer de pronto en el planeta de un tipo, que está repleto de seguridad, pondría en
marcha la alarma?
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—Por supuesto que sí. Soy tu tío. —Él hinchó el pecho con indignación.
—Todavía no me has contestado. ¿Qué estás haciendo? ¿Por qué estás aquí en vez de con ese idiota
púrpura que te ha corrompido para toda oportunidad de un buen matrimonio?
—Por enésima vez, tío Murphy, nunca planeamos casarnos. Y para tu información, me fui porque ese
idiota púrpura no me quiere.
Su tío jadeó.
—¿Dime que no es así? Y yo que tenía todo el matrimonio planeado. Metros de encaje ordenados y
planificadores de la boda alineados para competir por la oportunidad. Rompes uno de mis cientos de
corazones, ¿por qué no? —se lamentó Murphy, con la mano en el pecho.
—Por supuesto, que lo haré, —Murphy se burló—. La pregunta es, ¿lo quieres?
Olivia se encogió de hombros, incapaz de detener la ola de dolor por el rechazo del Makl.
—Supongo. Quiero decir, fue un divertido evento mientras duró. —Ella estrechó su mirada a su tío—.
No entiendo por qué te importa. Pensé que él no te gustaba.
—Por supuesto que no me agrada. Es mi trabajo como guardián odiar a todos los hombres que se
acerquen a ti. Pero, como mi hermana me dijo mientras me estaba persiguiendo alrededor del sol en
la Galaxia Kippij, no se trata de lo que yo creo que cuenta, sino tú. Él te gusta.
—No lo hace.
—Sí lo hace. Incluso iría tan lejos como para decir que lo amas.
Ella lo soltó, incapaz de aferrarse a su rabia, una rabia por la veracidad de la declaración.
—Está bien. Quizás le amo. Gran cosa-de-do. Gran cantidad de bien que me hace cuando,
obviamente, no me ama, —gritó ella, las lágrimas ardientes por fin se derramaron sin control mientras
dejaba que su angustia surgiera en un estallido furioso—. Él no me quiere, como mi madre no me
quería. Sólo me usó hasta que ya no me necesita más.
Dijo en voz baja, la sorprendente admisión la hizo girar sobre sus talones. Makl, con el pelo de punta,
su pistola humeante, estaba allí mirándola con una expresión que nunca había visto antes. Parecía
desesperado. Miró más allá de él y vio los cuerpos esparcidos de los droides. ¿Había luchado para
llegar a su lado? ¿Por qué? Y ¿cuánto había oído? Oh Dios, por favor no me digas que me oyó decir
que lo amo.
—¿Purpura? ¿Qué haces aquí? Pensé que te fuiste. —Restregó sus mejillas húmedas, intentando
demasiado tarde borrar la evidencia.
Como si no lo notara. Su pulgar rozó su piel húmeda antes de que él le ahuecara la mejilla con su
gran mano.
—No.
—Qué rápido, —murmuró, dándose la vuelta e intentando contener las lágrimas nuevas al anuncio
insensible de que la había reemplazado tan rápidamente.
—¡Idiota! Y pensar que me llaman el tonto. —Makl la arrastró hacia él. La zarandeó, no demasiado
duro, pero lo suficiente como para traquetear sus dientes—. ¿No lo ves? No me di cuenta hasta que te
fuiste. Te necesito.
—No, te necesito porque... —Makl cerró la boca, con una expresión de dolor. Su espíritu se hundió.
Él enderezó la columna vertebral y respiró profundamente—. No puedo irme porque te amo. ¿Estás
contenta? Me propuse secuestrar a una humana para mi maldito primo y en cambio, me enamoré.
De ti. La sola idea de vivir sin ti me hace querer emprender una campaña criminal. Mi fama no vale
nada sin ti para compartirla. Mi vida no tiene sentido si no estás ahí para darle color.
—¿En serio? —Por un instante, la esperanza levantó su ánimo. Pero...—. Eso lo dices ahora, pero
cuando las cosas se pongan difíciles, me dejarás.
—No. Nunca lo haré. No soy la bruja que te dio a luz. Cuando doy mi palabra, y puedes preguntar a
cualquier persona, la mantengo. No tienes nada que temer de mi. Te amo, Olivia, incluso si eres una
bárbara humana. Te amaré hasta mi último aliento y juro ante este dios como mi testigo, que si algo
amenaza lo que tenemos, lo mataré.
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Él se encogió de hombros.
—Adquisición especializada.
—Sofisticada palabra para una ladrona que me robó el maldito corazón. Ahora, ¿vas rendirte con
gracia o voy a tener que torturarte? Tengo esposas. —Levantó una ceja.
—No se trata sólo de sexo, aunque sea grande. Me gustas. Me gusta hablar contigo. Y dormir
acurrucado contigo, que negaré si me preguntan. Me gusta oírte reír y cómo funciona tu mente.
Incluso creo que es adorable la forma en que sigues estremeciéndote cuando mato cosas. Déjeme
probarte cuánto te amo, que soy digno de tu confianza. Digno de tu amor.
—Que os jodan . A los dos. —Ella centró toda su atención en el gran mercenario púrpura frente a ella.
¿Cómo podía resistirse a los ruegos suaves en sus ojos? ¿Cómo iba a marcharse? Sabía que un
mercenario orgulloso como él no desnudaba su alma a menudo, si nunca. ¿Podía realmente negarlo,
negarles a ambos esta oportunidad de ver si podían hacer que funcione? ¿Puedo negarme una
oportunidad en el amor?
No podía. No lo haría. No quería pasar el resto de su vida preguntándose lo que podría haber sido.
¿Qué era un riesgo más en su vida?
Inhalando una respiración profunda, el péndulo señalando el cambio se cernía invisiblemente sobre
su cabeza, como si el universo entero esperase su respuesta.
Makl aulló y la atrajo a sus brazos, girando a su alrededor de una manera vertiginosa. Él se abalanzó
por un beso. Podría haberse convertido en algo más, pero como de costumbre, el destino —el primo
que se negaba a hablar con Murphy— intervino.
Una voz que resonó a través de las llanuras, amplificada por altavoces ocultos.
—Si has terminado con tu maldita fiesta del amor, ¿te importaría conseguir tu trasero a casa ahora?
Mi hijo acaba de despertar y está gritando. Una vez más. No me hagas ir a buscarte. —La baja
amenaza de un gruñido habría resultado más eficaz sin el aullido estridente de un bebé.
Juntos, se dirigieron al compuesto que albergaba una mansión del tamaño que Olivia nunca imaginó,
pero inmediatamente codició.
—Lo sé, pero primero tendría que pasar por mi familia y confía en mí, no son gente que desees
provocar.
Una vez que Olivia se reunió con el temible primo, Tren —un tipo púrpura de aspecto aterrador, con
los ojos inyectados en sangre y pelos de punta— pudo ver por qué. El hecho de que la esposa de Tren
era humana tomó a Olivia por sorpresa. De alguna manera, en todas sus discusiones, Makl se olvidó
de mencionar el hecho de que sus primos se casaron con humanas. Pero, ¿quién tenía tiempo para
conversar cuando los gritos y la gente comenzó a dispersarse?
Un paquete con la cara roja fue empujado hacia ella y la gente se retiró tan rápidamente que Olivia se
preguntó si habían establecido nuevos récords de caminar rápido. Abandonada excepto por Makl,
que descaradamente extendió las manos sobre sus oídos, Olivia sostuvo al bebé gritando en
sus brazos.
Tenia la cara arrugada y roja como la remolacha, sus gritos se calmaron cuando presiono los
puños en su boca. Oh, esto no iba hacerlo para nada. Olivia se dirigió en busca de sus padres,
siguiendo el sonido de los gritos — que podía oír sobre el hipo del más calmado niño. Encontró a
Tren y a Megan en la planta de abajo. Sin embargo, cualquiera que fuera la conversación se detuvo
antes de que ella entrara en la habitación. Júnior empezó a rugir de nuevo en medio del silencio.
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—Shhh. No lo hagas. —Los ojos de Megan se agrandaron—. Él es frágil. ¿Has visto su tamaño? Podría
romperse si lo agitas demasiado fuerte.
—Él es un bebé, no un pedazo de porcelana, —Olivia resopló, agitándolo de nuevo. Para sorpresa de
todos, los gritos se detuvieron. Todos los ojos se posaron en el niño y Olivia detuvo el movimiento.
Los gritos empezaron de nuevo. Olivia lo sacudió suavemente. Sin cambios. Más duro. El niño cerró
la boca y la miró fijamente.
—¿Ves? La niñera humana que te encontré ya está trabajando, —Tren anunció triunfante a su esposa.
—Bueno, es un comienzo, pero ¿esto significa que vamos a tener que sacudir al bebé
constantemente? —Megan frunció el ceño—. Podría jurar que eso no era bueno para ellos.
—Porque no lo es, —Olivia casi grito—. ¿Ninguno de vosotros se ha leído un libro sobre los bebés
antes de tener uno?
—Claro que no. —Tren enderezó los hombros mientras contestaba indignado—. La crianza de los
hijos es el trabajo de la mujer. Entraré cuando sea el momento de entrenar y disciplinar.
—¿Trabajo de la mujer? —la columna vertebral de Megan se puso tiesa como un palo—. ¿Esta es tu
forma de insinuar que no hago mi trabajo?
De ida y vuelta los gritos empezaron; el bebé con el pulgar metido en la boca los observó con
satisfacción. No es que Olivia lo notara al principio, pero cuando lo hizo, le llamó la atención.
Ellos se detuvieron, Megan se mordió el labio en disgusto evidente por haber perdido el control
frente a su hijo. La cara del bebé se arrugó. Olivia le dio una ligera sacudida con una mirada de no-te-
atrevas. El bebé se detuvo.
—No discutimos delante del niño. Incluso yo sé que eso no es saludable. —Megan rodó sus ojos.
—Entonces, empujaste al bebé a este agradable mundo cálido y se llevaron lo único que
probablemente recordará, a vosotros dos gritando. Y, um,la lucha, que probablemente lo sacudió
Asintieron.
Olivia suspiró.
—Idiotas. Está acostumbrado a la conmoción. Sin ella, se siente perdido. "—Sus palabras fueron
recibidas con un silencio pesado mientras Tren y su esposa se miraban. Entonces el bebé soltó un
alarido para recordarles que estaba allí.
Megan tomó a su hijo de Olivia, con su labio inferior temblando. La madre lo sacudió. Él se animó.
Lo rebotó de nuevo. Una sonrisa curvo sus labios. Megan jadeó y lo dejó caer.
Tren se zambulló y golpeó el suelo, atrapando al bebé antes de que se golpease, quien soltó una
risita. Asombrado silencio congeló a todos. Todas las miradas se dirigieron al bebé. Él se removió
bajo todas las miradas, luego soltó un poderoso grito.
Tren lanzó al bebé. Megan jadeó. Tren lo atrapó. Una risita. Un puchero. Sacudida. Sonrisa. Olivia
no supo cuánto tiempo ambos padres, con sonrisas estúpidas en sus rostros, jugaron coger al bebé
antes de que cayera, un juego que Olivia estaba segura que terminaría con un tortazo en la cabeza de
Tren. Pero, el padre nunca perdió una captura y jugó con su hijo lo suficiente para que en algún
momento Olivia en voz alta les recordara que el llanto reanudado del niño probablemente era
porque necesitaba comer y una siesta.
En realidad, todos tuvieron una siesta. La suya implicaba nada de cerrar los ojos, ya que tenía un
mercenario desnudo en su cama.
Todavía no podía creer que hubiera venido a por ella y a los pocos minutos de su partida. Eso la
sorprendió aún más que su reivindicación de cuidarla. Él me ama.
—Dilo de nuevo.
—¿Qué dije? ¿Chúpame más fuerte? ¿No puedo tener un momento para recuperarme, bárbara
insaciable?
—¿Te refieres a que te amo? Lo hago. No me di cuenta hasta que te fuiste, pero lo hago con todo mi
poderoso ser. Pero no pienses que esto quiere decir que conseguirás lo que quieras. Aún estoy a
cargo.
Rodó bajo él con la rapidez de un parpadeo, pasaron el siguiente momento discutiendo sobre quién
llevaba los pantalones en su relación, hasta que ella señaló que en el dormitorio, ninguno de ellos
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llevaban nada, entonces empezaron una discusión sobre si a las mujeres se les debería permitir usar
pantalones o no, lo que llevó a una nueva disputa. Y bueno, como dicen, el resto es historia, pero al
menos su historia ahora implicaba un felices para siempre.
Y un fabuloso nuevo apodo. Amados. Pero eso no era para las cámaras, incluso si las noticias de su
boda era actualmente noticia, por cortesía del gerente de marketing de Makl.
Los Tortolitos Galácticos ataron el nudo. ¿Significaba eso que sus días habían terminado?
—¿Podrías dejar de actuar tan alegre? Es indecoroso, dado que estás a punto de morir.
—No, yo no lo estoy.
—Pero el amor a mi compañera me dice lo contrario, —se jactó Makl cuando Olivia entró corriendo
en la habitación sin un minuto que perder. Balanceó un inestimable florero —¡No!— y lo estrelló en
la cabeza del guardia más cercano, rompiendo la frágil cerámica y dejando a su objetivo inconsciente.
Maldita moral humana, todavía no la dejaba matar con impunidad. Sin embargo, ella lo amaba —sí, lo
amaba— lo suficiente para venir a rescatarlo, gritando algo que podía jurar era, “¡Libertad!”, que no
tenía un sentido real, aunque siempre parecía poner una salvaje sonrisa en su cara .
Cualquier cosa que gritó, distrajo a su verdugo el tiempo suficiente para disparar al alien con capucha
en el hombro. Pese no ser un ataque mortal, resolvió el problema. El hacha cayó. Makl rodó sobre
ella y cuidadosamente cortó la cuerda alrededor de sus muñecas, perdiendo sólo un poco de sangre
en el proceso. Tomando posesión del arma contundente, tras una breve lucha que él por supuesto
ganó, cortó rápidamente la cabeza del verdugo, entonces cortó las cuerdas uniendo sus tobillos.
Liberado, se puso en pie.
—Ugh. No hagas que me arrepienta, ¿de acuerdo? Vamos. Salgamos de este antro antes de que
realmente tengamos que luchar por nuestra salida.
Rodando los ojos, Olivia se apoyó contra la pared y esperó a que Makl incrementara su cuenta de
muerte. Había frenado el crimen y asesinatos mucho desde que descubrió que amaba a su humana y
no podía vivir sin ella. Por alguna razón, tener más muertes que su primo a su espalda ya no parecía
tan importante. En realidad, todos los premios y recompensas del universo palidecían en
comparación con el tesoro que había encontrado. Amor.
Pero estar enamorados no quería decir que se hubieran retirado. Los Tortolitos Galácticos seguían
pisando fuerte, dejando un rastro de robos y vídeos apasionados por dondequiera que iban. Y
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pronto, si el soborno que había realizado a la diosa de la fertilidad en el sistema estelar Venusian
daba sus frutos, tendría un pequeño mercenario que seguiría sus pasos. Un hijo al que entregaría su
maltratada copia del Manual Para La Prosperidad De Un Mercenario.
O quizás tendría una hija que necesitaría las habilidades letales de su padre para mantenerla a salvo
de mercenarios como él. Porque simplemente sabía que cualquier hija suya sería hermosa, valiente y
maravillosa, como su compañera lo encontraba. Después de todo, adoraba a la Diosa del Karma y
sabía que no debía pensar que sus depravados años no se volverían en tu contra. Sin embargo, con su
amada bárbara a su lado apoyándolo, esperaba con interés el desafío y el futuro.
***
Murphy suspiró mientras se recostaba en su cósmico y confortable sillón, con los pies en alto
observando los escena desarrollándose. Extrañaba las aventuras con su sobrina Olivia, pero al menos
la había dejado en las capaces —si, engreídas— manos de un guerrero que la amaba. Simplemente no
podía creer cuánto tiempo tardó el idiota púrpura en recuperar la cordura. ¿Se había saltado el
capítulo sobre encontrar a su única verdadera compañera?
—No lo hizo porque nunca lo tuvo, —Karma anunció, leyendo sus pensamientos al aparecerse a su
lado, vestida con un conjunto de “estallar ojos” que implicaba un montón de plumas de color rosa y
negro.
Metiendo la mano en un bolsillo —el cual no debería existir en su escasa vestimenta— Karma sacó un
fajo de papel y lo blandió con una sonrisa.
—¿Por qué?
—¿Y nunca piensas volver a ponerlo o al menos decírselo? Habría hecho mi trabajo en conseguir
establecer a nuestra sobrina mucho más fácil.
—Podría hacerlo. Sin embargo... —Su hermana le guiñó un ojo—. Todos saben que Karma es una
perra.
Resumiendo, cuando encuentres a tu verdadera compañera, realmente tendrás pocas opciones que
elegir.
Mátala antes de quedar emocionalmente invertido. La ruta de un cobarde, pero muy eficaz para el
guerrero que se mantiene firme sobre permanecer sin restricciones y quiere vivir solo.
Corre... tan lejos y lo más rápido que puedas hasta que hayas sembrado todas tus semillas de
destrucción, matado la satisfacción de tu corazón y arado todos los campos fértiles que puedas. A
Sin embargo, nuestra recomendación es casarte con ella. Y no sólo casarte, sino amarla con todo lo
que tienes, ya que realmente sólo tienes una oportunidad de ser feliz. Un solo tiro en el verdadero
amor y para un mercenario, no hay nada más precioso, más valioso, nada más digno de proteger la
unión que puedes compartir con la mujer correcta.
Y recuerda, si algo amenaza vuestro amor, no lo dudes. Mátalo. Después de todo es el camino de un
mercenario.
Fin
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Staff
Traducción: Corrección:
Eve Langlais nació en la Columbia Británica, pero al ser hija de militar, ha vivido un poco
por todas partes. Quebec, New Brunswick, Labrador, Virginia (EE.UU.) y por último en Ontario.
Su familia y ella actualmente viven a las afueras de Ottawa, la capital de su nación. Eve es la primera
persona en admitir que lleva una vida monótona. Su idea de diversión es ir de compras al Wal-Mart,
le gustan los vídeo- juegos, cocinar y leer. Su inspiración es su marido, ya que es un macho alfa
total. Pero, a pesar de su ocasional mal genio, lo quiere mucho. Eve dice que tiene una
imaginación retorcida y un sarcástico sentido del humor, algo que le gusta reflejar en sus libros. Escribe
romance a su manera. Le gustan los fuertes machos alfa, con el pecho desnudo y los hombres lobo. Un
montón de hombres lobo. De hecho, te darás cuenta de que la mayoría de sus historias giran en torno
a grandes enormes licántropos, sobreprotectores que sólo quieren agradar a su mujer. También es muy
parcial con los extranjeros, ya sabes del tipo de secuestrar a su mujer y luego en coche hacen alguna
locura... de placer, por supuesto. Sus heroínas, son de amplio espectro. Tiene algunas que son tímidas
y de voz suave, otras que patean a un hombre en las bolas y se ríen. Muchas son gorditas, porque en su
mundo, las chicas tienen curvas ¡de miedo! Ah y algunas de sus heroínas son pequeñitas y malas, pero
en su defensa, necesitan amor también.
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