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Interpretación Bíblica: Lenguaje y Propósito

Este documento presenta una introducción a la hermenéutica bíblica. Explica que la interpretación bíblica implica tanto el lado humano como el divino. En el capítulo 3 se enfoca en la interpretación desde el lado humano y describe los pasos que debe seguir un intérprete, incluyendo entender el significado de palabras, el contexto, el propósito del autor y más. El objetivo final es encontrar el significado original que el autor quiso comunicar teniendo en cuenta factores históricos, culturales y lingüísticos.
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Interpretación Bíblica: Lenguaje y Propósito

Este documento presenta una introducción a la hermenéutica bíblica. Explica que la interpretación bíblica implica tanto el lado humano como el divino. En el capítulo 3 se enfoca en la interpretación desde el lado humano y describe los pasos que debe seguir un intérprete, incluyendo entender el significado de palabras, el contexto, el propósito del autor y más. El objetivo final es encontrar el significado original que el autor quiso comunicar teniendo en cuenta factores históricos, culturales y lingüísticos.
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entender más plenamente el sentido del autor original. Se realizaron estudios de la


historia, la cultura, el lenguaje y la comprensión teológica de los destinatarios originales
con el propósito de entender lo que la revelación de las Escrituras significaba para ellos.

Unidad 2: Hermenéutica General: El lado humano y divino de


la interpretación.
Al finalizar esta Unidad, el estudiante estará en capacidad de:
1. Comprender el alcance y la participación humana en la interpretación y
entendimiento del mensaje del texto bíblico.
2. Entender la participación y el actuar de dios en la tarea interpretativa del texto.
3. Analizar el alcance de la revelación de Dios, como elemento fundamental en la
relación hombre-Dios para el entendimiento de las Escrituras.

CAPÍTULO 3: LA INTERPRETACION VISTA DESDE EL LADO HUMANO


3.1 Desde el momento en que la Biblia se dirige a los hombres en el idioma humano, y
de acuerdo con la manera de hablar y pensar de los hombres, el primer trabajo que tiene
que realizar el intérprete, es: encontrar el significado de los términos que en ella se usan.
En este respecto debe procederse de la misma manera en que se procedería si se tratase
de cualquier otro escrito, tratando de obtener, con la ayuda de diccionarios, gramáticas,
antiguas versiones, interpretaciones antiguas, etc., un profundo conocimiento del
lenguaje empleado por el Santo Espíritu en sus revelaciones a los hombres. A estas
ayudas externas debe unirse la luz interna que se adquiere de la cuidadosa
consideración del contexto, de la conocida fraseología del autor, de los pasajes paralelos,
etc.
En lo que respecta al Nuevo Testamento, el conocimiento del griego clásico no será
suficiente. A esto debe agregar el intérprete un profundo conocimiento del lenguaje
peculiar del Nuevo Testamento, y también del uso especial que del idioma hacen los
distintos escritores.

En lo que respecta al carácter del griego del Nuevo Testamento, hace años hubo mucha
controversia, acompañada algunas ocasiones, de acaloramientos innecesarios. Una clase
de escritores parece que pensaba que el honor del Nuevo Testamento dependía de su
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habilidad en demostrar la pureza clásica y la elegancia del estilo; como si el Espíritu


inspirador pudiera dirigirse a los hombres solamente por medio de un lenguaje que
estuviese completamente de acuerdo con el modelo clásico. Otra clase de escritores se
fueron al extremo opuesto, hablando, en términos exagerados, del hebraísmo y
solecismo de los escritores del Nuevo Testamento. La verdad se encuentra, sin embargo,
entre estos dos extremos.

El estilo del Nuevo Testamento no es ni clásico ni bárbaro; sus características se ajustan


estrictamente a la historia de su origen. (1) Su base no es el griego de Platón o
Genofonte, sino el dialecto común llamado Helenista, que nació en la época de Alejandro
Magno, en que "los diferentes dialectos que anteriormente hablaban las varias secciones
de la nación Helena fueron fundidos en un lenguaje popular. " (Winer, Gram. of the N. T.,
Sec. 2). Los judíos alejandrinos indudablemente lo aprendieron, no de los libros, sino en
la práctica de la vida diaria, y probablemente tenía sus provincialismos en Alejandría y
las regiones inmediatas. (2) En el uso judaico, este dialecto griego recibió un colorido
hebreo, por el constante uso de la versión Septuaginta, versión que es una traducción
literal de las Escrituras hebreas al griego, reteniendo, por supuesto, muchos modismos
hebraicos. Sólo podían elevarse sobre esta influencia profundos pensadores como Josefo
y Filo.

El estilo del Nuevo Testamento recibió una profunda impresión del hecho de que los
escritores eran judíos, que escribían bajo la influencia de la educación judaica y de la fe
hebrea, además del elemento del cristianismo. En sus escritos se ve el fenómeno del
espíritu y la idea judeo-cristiano, envueltos en el lenguaje de Grecia; y esto separa
completamente los escritos del Nuevo Testamento de las composiciones puramente
clásicas.

Los escritores apostólicos hicieron que el idioma griego expresara ideas completamente
extrañas a la concepción de los autores paganos más cultos; ideas que eran sólo
parcialmente conocidas de las religiones hebrea y cristiana, y que en parte eran
peculiares al Cristianismo. Semejante cosa sólo se podía realizar dando a los términos ya
existentes un nuevo y más elevado significado, por lo que estos términos adquirieron un
carácter técnico que era completamente desconocido a los escritores clásicos.
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El Apóstol Juan, por ejemplo, aplica el término Logos (Palabra) al Hijo de


Dios. Pero de esto no podemos argumentar que los otros escritores le den
el mismo significado; como, v. g., en el bien conocido pasaje de Heb. 4:12.
"Porque la Palabra de Dios es viva y eficaz."
El uso simplemente, a menudo es insuficiente para determinar el significado de una
palabra en un pasaje particular; porque (1) en el uso corriente puede tener dos o tres
significados. En tal caso, el intérprete debe valerse de todas las ayudas que ya hemos
mencionado, sobre todo de la luz que arroja sobra cualquier pasaje su contexto a fin de
conocer el verdadero significado del término que se usa. La misma palabra griega, por
ejemplo, significa estatura (Luc. 19:3) y edad (Heb. 11:11).

Ya hemos dicho que en el uso que de ellas se hace en el Nuevo Testamento, muchas
palabras tienen una significación técnica y, por lo tanto, peculiar. Y no tenemos libertad
de determinar, al azar, estos significados técnicos, o de acuerdo con opiniones
preconcebidas. Su significación puede encontrarse, como en el caso de cualquier otro
escrito, de acuerdo con las leyes reconocidas de la interpretación. El resultado general a
que llegamos es, por lo tanto, que para determinar el significado de términos bíblicos
debemos guiarnos por las mismas leyes que obedecemos al interpretar cualquier otro
escrito.

3.2 Del significado de las palabras en sí pasamos al sentido del lenguaje de los escritores
sagrados. El conocimiento de las palabras que entran a formar las oraciones,
meramente, no nos hace comprender el verdadero sentido que el autor trata de darles.
Para llegar a una verdadera comprensión de este asunto, necesitamos conocer el fin que
se propone el autor, su manera de argumentar, las ideas que está combatiendo así como
las que defiende, las palabras enfáticas de la oración, si él desea que se le entienda literal
o figuradamente, y otras varias cosas; todo lo cual ha de ser estudiado y comprendido
según las reglas que se emplean para la interpretación del lenguaje general.

3.3 El propósito o designio del escritor inspirado puede ser general o especial; el
primero tiene referencia al designio del conjunto de su escrito, y el segundo al designio
de secciones particulares de él. "El propósito, se ha dicho muy bien, "es el alma o espíritu
de un libro; y cuando éste ha llegado a ser bien comprendido, cada argumento y cada
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palabra aparece en su justo lugar y es perfectamente inteligible; pero si no se da la


debida consideración al propósito, todo se presenta oscuro, no importa lo claro y obvio
que pueda ser su significado. " Y estas palabras de Horne (Introd., vol. 2, p. 265) en
ninguna manera son demasiado fuertes. La falta de comprensión del propósito es lo que
hace que el significado de las palabras de los escritores inspirados no sea comprendido,
y que parezca que se contradicen entre sí.

En la Epístola a los Romanos, donde el asunto que se discute no es la base meritoria de la


justificación, sino el carácter que Dios aceptará, el apóstol fija este gran principio: "Pero
a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino antes obedecen a la injusticia,
les tocará ira y condenación, tribulación y angustia; lo cual vendrá sobre toda alma
humana que obra el mal, del judío primeramente y también del griego: mas honra y
gloria y paz tocarán a todo aquel que obra lo bueno, al judío primeramente y también al
griego; pues no hay acepción de persona para con Dios." Rom. 2:8-11. Y si vamos a la
epístola de Santiago, veremos que la fe sin obras que él condena como muerta, no es tal
fe sino una vana noción-una simple creencia acerca de Cristo, en vez de la sincera
confianza en Cristo que hacen que el corazón y la vida toda se incline ante su voluntad.
En una palabra:

Pablo condena como muertas las obras sin fe; Santiago la fe sin obras. Uno rechaza las
obras muertas (Heb. 9:14); el otro la fe muerta. Entre estos dos juicios no hay
contradicción alguna. Nos hemos detenido algo en este ejemplo de supuesta
contradicción, a fin de dar una ilustración completa. El mismo razonamiento pudiera
aplicarse a otros muchos pasajes en los cuales es necesario conocer el propósito del
autor a fin de llegar a una verdadera comprensión de lo que quiere significar.

Siendo tan grande la importancia del conocimiento del propósito del autor, seguramente
se preguntará: ¿Cómo llegaremos a descubrirlo? Las reglas mecánicas serán de muy
escaso valor a este respecto. Algunas veces el autor indica directamente su propósito
general, o su designio, al escribir una sección particular de su trabajo. Un ejemplo de
primera clase: Juan 20:31: "Estas empero han sido escritas, para que creáis que Jesús es
el Cristo, el Hijo de Dios; y para que creyendo, tengáis vida eterna en su nombre." De la
segunda clase: 1ª Cor. 71: "En cuanto a las cosas de que me escribisteis: bueno sería que
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el hombre no tocase mujer"; de donde sabemos que el designio del apóstol en este
capítulo particular es contestar a ciertas preguntas que le hicieron los cristianos
corintios sobre el matrimonio.
Pero el propósito del autor es más generalmente indicado de una manera indirecta por
medio de varias observaciones inferidas, como resulta en el pasaje que ya hemos citado:
"Concluimos pues que el hombre es justificado por fe, aparte de las obras legales, "lo que
es, en realidad” una conclusión que el apóstol hace del argumento usado anteriormente.

El mejor método para llegar a comprender el designio del escritor, es: estudiar repetida
y cuidadosamente todas sus palabras. El estudiante de la Biblia debería, desde
temprano, formar el hábito de leer con gran atención todo un libro seguidamente-por
ejemplo, la epístola a los Romanos, o la a los Hebreos-sin detenerse a investigar asuntos
particulares, con el fin de embeberse, hasta donde le sea posible, en el pensamiento del
autor, y para que esto le lleve al conocimiento de la conclusión final del escritor. Cuando
una persona se ha familiarizado con el tema general de una obra, está bien preparado
para examinar las dificultades particulares que se presentan en el curso del argumento
del autor.

3.4 La palabra contexto (latín contextus) significa literalmente unir en trama; y es usada
muy apropiadamente para significar el tejido del discurso de un autor. El propósito es el
fin que se propone un autor; el contexto proporciona la forma y manera en que se
propone conseguir este fin. Con referencia a un pasaje dado, el contexto ha sido definido
de una manera más amplia, como lo que antecede y sigue al texto. Pero más
estrictamente es la serie de asertos, argumentos e ilustraciones que se hallan conectados
con el pasaje cuyo significado se desea conocer, incluyendo todas las otras conexiones
que el pensamiento general pudiera tener. El intérprete cuidadoso, pues, ha de referirse
al contexto muy a menudo, tanto para conocer el significado de un pasaje particular,
como para conocer el sentido de un pasaje general. Interpretar sin tener en cuenta el
contexto, es interpretar descuidadamente; interpretar en contradicción con el contexto,
es enseñar la falsedad.

El salmista dice: "Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿cuándo vendré y pareceré
delante de Dios?" Sal. 42:2. Fuera de su conexión estas palabras pueden significar el
32

deseo del salmista de disfrutar la visión beatífica de Dios en el cielo; pero el contexto
demuestra que el salmista tenía en mente el santuario terrenal de Dios, del que había
sido expulsado. "Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche cuando me decían todos
los días: ¿Dónde está tu Dios? De estas cosas me acordaré y derramará sobre mí mi alma.
Cuando pasaré en el número, iré con ellos hasta la casa de Dios con voz de alegría y
alabanza, bailando la multitud." (vers. 3.4.)

Muy naturalmente puede ocurrirse al lector la pregunta siguiente: ¿Hasta qué límites
debe ser consultado el contexto? Y la contestación debe ser que a este asunto no puede
marcarse límite definido. Toda la trama del discurso debe ser estudiada
cuidadosamente, incluyendo tanto el contexto inmediato como el mediato; porque los
escritores sagrados no siguen, corno regla general, un plan de divisiones y subdivisiones.
La argumentación es a menudo interrumpida por observaciones en paréntesis,
especialmente en los escritos del apóstol Pablo, o es resumido, de manera informal,
después de grandes digresiones.

La verdadera conexión de la idea, por lo tanto, no ha de buscarse de acuerdo con


nuestras nociones modernas de lo que el orden lógico requiere, sino del examen
repetido y cuidadoso del escrito que estudiamos. Sólo de esta manera podemos
ponernos en lugar del autor, y mirar el asunto que se discute, bajo el mismo punto de
vista, es decir: sólo de esta manera podemos compenetrarnos de su manera de pensar y
de razonar, poniéndonos así en condiciones de poderlos explicar a nuestros semejantes.

En algunos casos no existe el contexto y es, pues, inútil que lo busquemos. En una gran
parte de los proverbios, por ejemplo, cada aforismo brilla con su luz propia; y si tiene
alguna conexión con lo que se sigue o precede, es simplemente casual o superficial.
Además, en algunos libros, como el de Eclesiastés, las transiciones son demasiado
repetidas y a menudo muy difíciles de explicar. En este caso hemos de tener cuidado en
no hacer violencia al escrito, haciéndole tener una conexión que el autor no se propuso
que tuviera. El orden sistemático es bueno en su lugar; pero el Espíritu Santo no creyó
necesario hacer que todos los escritores que él inspiraba procedieran de acuerdo con
ese orden sistemático.
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Algunos maestros religiosos son muy amigos de emplear textos bíblicos, simplemente
como lemas, no respetando, poco ni mucho, su verdadera conexión. Así que muy a
menudo los adaptan a su deseo, haciéndoles tener un sentido que les es completamente
extraño. Lo que se gana con esta práctica es muy poco, comparado a lo que con ella se
pierde; porque forma el hábito de interpretar las Escrituras de una manera fantástica y
arbitraria, y así prepara los maestros del error del futuro, armados de sus armas más
peligrosas, la subjetividad o interés personal.

Sin embargo, es importante que hagamos observar, que cuando el principio general
contenido en un pasaje ha sido completamente explicado, admite innumerables
aplicaciones que son legítimas en el más alto sentido. Por ejemplo, el principio de que
"todo lo que no es fe es pecado," que el apóstol Pablo sienta en relación con el asunto de
usar o abstenerse de ciertas clases de alimentos, puede ser aplicado a casos de
conciencia que tienen aplicación a relaciones muy diversas y a distintas esferas de
acción. El poder del predicador depende principalmente de su habilidad en desarrollar
ante la inteligencia, y aplicar a la conciencia, los principios generales que aparecen
envueltos en los pasajes de la Escritura que él trata de explicar.

3.5 Ahora podemos considerar la ayuda que puede obtenerse de los pasajes paralelos.
Los paralelismos son generalmente divididos en verbales y reales: es verbal en aquellos
pasajes donde aparece la misma palabra o frase; real cuando se presenta la misma idea o
el mismo asunto. Los paralelismos verbales a menudo arrojan mucha luz sobre el
significado de ciertas frases o palabras, porque lo que aparece os_ curo en un pasaje es
aclarado en otro pasaje por alguna explicación adicional.

Los paralelismos reales se subdividen, además, en doctrinal e histórico: doctrinal, cuando


se presenta la misma verdad; histórico cuando se menciona el mismo acontecimiento o
la misma serie de acontecimientos. La suprema importancia de los paralelismos
doctrinales se verá más adelante, cuando estudiemos la Revelación desde su lado o
punto de vista divino, donde la Revelación es presentada como un sistema de verdades
que se armonizan perfectamente entre sí. Aquí sólo los consideramos como uno de los
medios de comprender el sentido de ciertos pasajes. Presumiendo que cada escritor
desea ser consistente consigo mismo, es nuestra costumbre colocar uno al lado de otro
34

los diferentes asertos que tienen referencia al mismo asunto, a fin de que se puedan
explicar mutuamente. El mismo método razonable debe usarse con respecto a Isaías y
Jeremías en el Antiguo Testamento, y a Pablo y Juan en el Nuevo Testamento. Lo que es
oscuro debe ser interpretado por lo que es claro; lo que es mencionado muy
ligeramente, por lo que es tratado con más extensión.

El paralelismo histórico necesariamente tiene un papel importante en la interpretación


tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. En el Antiguo Testamento tenemos las
dos historias paralelas de la comunidad judía, primero en los libros de Samuel y Reyes y
luego en los libros de Crónicas. En el Nuevo Testamento los cuatro Evangelios son los
cuatro relatos paralelos de la vida y enseñanza del Salvador. Además hay otros
paralelismos menos extensos, como por ejemplo, el relato que Isaías hace de la guerra
de Senaquerib contra Exequias, y la enfermedad de este último (Isa. caps. 36-39
comparado con 2a. Reyes 18:13-20:21, y la nota más breve de 2a. Crón. 32.); los tres
relatos de la conversión de Pablo (Act. 9:1-22; 22: 1-21; 26: 1-20); y otros pasajes que
fácilmente recordará el lector. A este trabajo de comparar y armonizar las historias
paralelas, los estudiantes bíblicos han dedicado mucho tiempo y desvelos, y con razón,
porque ellas mutuamente se suplementan e ilustran en muchos sentidos. Los libros (le
Samuel y Reyes son mucho mejor comprendidos cuando se comparan con las Crónicas y
viceversa. Así también cada uno de los Evangelios arroja mucha luz sobre los otros tres.

Sin embargo, estos paralelismos históricos, que prestan tantísima ayuda, presentan
también grandes dificultades, para cuya solución es necesario tener una perfecta
comprensión del espíritu de la inspiración. En lo que respecta a los asuntos esenciales de
fe y práctica, en las Escrituras prevalece una divina unidad. Pero su unidad esencial no
excluye la diversidad de concepción y representación. Aunque "todos los santos
hombres de Dios hablaron según fueron inspirados por el Espíritu Santo," plació a ese
divino Espíritu dejarles en libertad de hablar de acuerdo con sus peculiaridades
personales de pensamiento y lenguaje. Una página de Juan, tomada al azar, puede ser
inmediatamente distinguida de una de Pablo o Lucas. Al relatar el mismo acontecimiento
dos escritores inspirados, a menudo usan diferente material, o usan el mismo de
diferente manera. La narración de cada uno es verdadera, pero no completa: presenta
con verdad un lado del asunto, pero no todos los particulares conectados con él.
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En los pasajes paralelos que se refieren a la tempestad del mar de Galilea, encontramos
la exclamación de los discípulos presentada en la siguiente forma: Según Mateo (8:25):
"¡Señor, sálvanos, que perecemos!"; Según Marcos (4:38): "¿Maestro, no te importa nada
que perezcamos?"; según Lucas (8:24): "Maestro, Maestro, que perecemos." Y el Maestro
responde: según Mateo (8:26): "¿Por qué teméis, hombres de poca fe?"; según Marcos
(4:40): "¿Por qué estáis tan medrosos? ¿Cómo es que no tenéis fe?"; según Lucas (8:25):
"¿Dónde está vuestra fe?" Sobre la diferencia existente acerca de las palabras de los
discípulos, dice muy bien San Agustín (y sus palabras son también aplicables a la
respuesta del Salvador): "Los discípulos tenían el mismo propósito al despertar al
Maestro y pedirle salvación. No es necesario averiguar cuáles de las palabras que
mencionan los evangelistas son las verdaderamente pronunciadas en aquella ocasión.
Porque sean unas u otras, o palabras que ningún evangelista menciona pero que, sin
embargo, tienen fuerza en cuanto a la verdad de su pensamiento, ¿Qué más da?"

En el canon hebreo, el libro de Crónicas es el último en orden. Es opinión generalmente


aceptada que fue escrito después del regreso de los judíos del cautiverio en Babilonia,
por Esdras, que reunía todas las condiciones necesarias para realizar semejante obra.
Cualquiera que haya sido el uso que hizo de los libros de Samuel y Reyes, escritos
anteriormente, no hay duda de que éstos no fueran los únicos manantiales en que se
inspiró, porque relata muchas cosas que no aparecen en ellos. El y el autor de los libros
de Reyes tuvieron acceso a las mismas fuentes de información pública, y cada uno hizo
las citas que mejor convenía a sus propósitos. De aquí que el material de ambas obras en
parte estén de acuerdo y en parte no.

Está fuera de duda que ambos escritores (el de Crónicas y el de los Reyes), tuvieron
acceso a una mayor colección de documentos originales, que en una gran parte eran
iguales. La principal diferencia en la forma externa es, que cuando los libros de las
Crónicas fueron escritos, los -males de los reinos de Judá e Israel parece que Componían
una sola colección, mientras que en los libros de los Reyes aparecen mencionados
siempre como dos obras distintas. Al hacer su elección de estos anales, cada escritor
procedió independientemente.
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Es generalmente admitido que existen algunas discrepancias entre los libros de Samuel,
los Reyes y las Crónicas, y que estas discrepancias se deben a errores de traducción. Sin
embargo, estos errores tienen referencia principalmente a las fechas, y en nada alteran
la integridad de los referidos libros. Ahora bien, la mayor parte de las discrepancias
entre los libros más antiguos y los más modernos, son aparentes y no reales, y se deben
a la brevedad con que escribieron los autores inspirados, y al hecho de que éstos
frecuentemente eligieron diferentes acontecimientos del mismo reinado, dejando el uno
de relatar lo que el otro relata; o que cuando relatan el mismo acontecimiento, uno de
ellos omite circunstancias que acompañaron al acontecimiento.

3.6 Los conocimientos externos necesarios para hacer un bien preparado expositor de la
Palabra de Dios- el "escriba que es bien instruido para el reino de Dios"-ya han sido
señalados brevemente. Las Escrituras no sólo fueron escritas en idiomas muertos en su
forma original, idiomas que el intérprete bíblico ha de estudiar profundamente, sino que
ellas además tratan un sinnúmero de asuntos que tienen referencia a la historia antigua,
la cronología, la arqueología, etc.

Podemos asegurar, sin temor a la contradicción, que el estudio de las Sagradas


Escrituras ha contribuido más que ninguna otra cosa, a la difusión entre las masas
populares del conocimiento de la historia y costumbres antiguas. Cuando una
congregación tiene un profundo conocimiento de la Biblia es señal (le que tiene un gran
conocimiento del mundo antiguo, tanto de su espíritu como de sus costumbres e
instituciones externas.

3.7 Para que el intérprete pueda hacer un uso efectivo de las ayudas de que ya hemos
hablado, necesita especialmente un sano juicio, lo que ordinariamente es llamado
sentido común. Las investigaciones acerca del significado de los términos, y con respecto
al designio, los razonamientos sacados del contexto, la comparación de pasajes
paralelos, el uso de la historia, la cronología, la arqueología antigua-para que cada una
de estas cosas, o todas ellas combinadas, Puedan dar los resultados más valiosos, es
necesario que estén bajo la guía del sano juicio y el tacto práctico, por medio de lo cual el
intérprete está en condiciones de obtener el verdadero significado del pasaje que
37

estudia y a fin de que pueda explica con fidelidad, evitando así el hacer exposiciones
forzadas o caprichosas en aquellos pasajes en que el significado aparece oscuro.

(1) Esta cualidad de sano juicio preservará al intérprete de exposiciones ineptas, para las
que siempre pueden encontrarse razones más o menos plausibles.

(2) El sano juicio guardará también al intérprete bíblico de interpretaciones que son
contrarias a la conocida naturaleza del asunto.

(3) Este mismo sentido común pondrá al intérprete en condiciones de hacer aquellas
limitaciones en el lenguaje de los escritores sagrados que son comunes en la manera de
hablar popular.

En el idioma de la vida diaria muchas declaraciones son hechas en términos tan


generales, que requieren para su comprensión ciertas condiciones que el lector u oyente
puede afrontar por sí mismo. Los hombres honrados, cuando hablan a otros hombres
honrados, no tienen la costumbre de guardar sus palabras contra todas las posibles
malas inteligencias. Es suficiente que hablen en forma tal que el que quiera pueda
entenderlos.

(4) Por lo tanto inferimos prontamente que el oficio de un sano juicio es: reconciliar
aparentes contradicciones, puesto que éstas se deben principalmente al descuido, en uno
o en ambos de los pasajes en que se dice existir la contradicción, de condiciones y
limitaciones razonables.

(5) Finalmente, donde los medios de reconciliar las discrepancias no se presentan, la


misma cualidad de sano juicio nos guardará de los dos extremos de buscar
interpretaciones forzadas y poco naturales, por un lado, y por el otro, de llevar el
descrédito a transacciones bien demostradas, por causa de estas mismas discrepancias.

En las narraciones bíblicas se presentan algunas dificultades (principalmente en lo que


se refiere a números, fechas, y el orden cronológico de los acontecimientos) las que nos
vemos imposibilitados de obviar de manera satisfactoria con nuestros presentes
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conocimientos. El sentido común debe reservar estas dificultades hasta que se posea
más luz, y no echar a un lado por causa de ellas, hechos y verdades que están garantidos
por las pruebas más irrefutables.
39

Capítulo 4: El lado divino de la interpretación; la revelación


de Dios
4.1 "Conocidas son de Dios todas sus obras desde el principio del mundo," y por lo tanto
ellas constituyen un todo consistente. El recibir las Escrituras como una Revelación de
Dios es reconocer que ellas poseen una completa y esencial unidad en todos sus panes.
Todo aquel que hable tímida y vacilantemente de la armonía esencial que existe entre el
Antiguo y el Nuevo Testamento, o bien se niega a reconocer que ambos fueron dados por
inspiración divina, o conoce esta gran verdad fundamental de una manera may confusa a
imperfecta. Si Dios ha hablado por conducto de Moisés y los profetas, lo mismo que por
medio de Cristo y los Apóstoles, es en vano alegar que existe contradicción entre ambos
Testamentos, sea en su doctrina o en su espíritu. Es tan absolutamente cierto que Cristo
y los Apóstoles basaron sus enseñanzas en el Antiguo Testamento, que negar su
divinidad es negar la del Nuevo Testamento también.

4.2 Pero la unidad de la Revelación, lo mismo que la que existe en todas las obras de
Dios, es unidad en medio de diversidad--diversidad en sus panes contemporáneos, pero
principalmente en su progreso. De esto tenemos innumerables ilustraciones. La historia
de una planta de trigo, desde que la semilla es echada en el surco hasta la hora de la
siega, time perfecta unidad de plan. Mas ¡Qué diferentes en. su forma externa son la
suave hoja, el verde tallo, el maduro grano! E1 año forma un todo consistente; pero
¿puede algo ser más desemejante en la forma, que la primavera y el otoño? Sin embargo,
nadie piensa en buscar falta de armonía entre las fragantes flores del primero y los
maduros frutos del segundo. E1 camino de la siega va a través de las flores.

Los geólogos nos hablan macho de las variadas condiciones por que ha atravesado
nuestro planeta, las diversas formas de vida vegetal y animal que corresponden a cada
una de estas variadas condiciones. Sin embargo, en medio de esta inmensa diversidad en
la forma externa, ellos reconocen desde el principio a1 fin, una unidad fundamental de
plan. Podemos, por lo tanto, inferir con toda razón que si Dios hubiera de hacer una
revelación de sí mismo a los hombres, esta revelación había de tener, no unidad, sino
diversidad en la forma externa, especialmente diversidad de progreso o desarrollo. El
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hecho de que la revelación contenida en la Biblia tenga semejante diversidad es una


prueba de su divinidad.

4.3 Podemos considerar esta unidad en diversidad en lo que respecta a la forma del reino
de Dios. Desde Adán a Abraham Dios administró los asuntos de la familia humana, en su
totalidad, sin ninguna organización visible de una iglesia distinta del mundo en general.
Con el comienzo de la dispensación mosaica Dios reunió su pueblo en la forma de estado,
de cuyo estado él era la cabeza suprema y el legislador, a la vez que todos los
gobernantes ejercían bajo su dirección las funciones de sus empleos civiles, incluso el
manejo de la espada. Cuando Cristo vino separó la iglesia del estado, y le dio su presente
organización espiritual y universal. En toda esta diversidad de forma externa, se
reconoce fácilmente el progreso de un gran todo consistente.

4.4 Ahora podemos volver al principio y considerar la diversidad en la forma del servicio
público. La sencilla ofrenda de Abel, quien "trajo de los primogénitos de sus ovejas y de
los sebos de ellas;" el altar de los patriarcas; el brillante ceremonial de la economía
mosaica, con su sacerdocio y sacrificios; "el servicio de canto en la casa del Señor,"
agregado por David; el servicio de la sinagoga en tiempos más recientes; y finalmente, el
sacerdocio espiritual de los creyentes bajo la dispensación del Nuevo Testamento,
sacerdocio cuyo oficio es "ofrecer sacrificios espirituales, aceptos a Dios, por medio de
Jesucristo" (1a. Ped. 2:3)-y demostrar que a través de toda esta variedad de formas
externas, la esencia del servicio de Dios ha sido siempre la misma, de manera tal que el
ejemplo de los primitivos creyentes es un buen modelo para nuestra imitación. Heb. cap.
11.

5.5 Podemos demostrar, además, que la misma diversidad se encuentra también en la


forma de trabajo que fue dado a los siervos de Dios en las diferentes edades. La obra
asignada a Noé no fue la misma que se le asignó a Abraham; ni la de Abraham la misma
de Moisés; ni la de Moisés fue la de David; ni la de David fue la de Isaías, Jeremías o
Ezequiel; así como ninguno de los creyentes del Antiguo Testamento recibió la gran
comisión: "Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura. " Ellos no
podían haber recibido semejante comisión, porque el camino aún no había sido
preparado. Abraham había de it a la tierra de la promesa, "como en tierra extraña,
41

morando en tiendas con Isaac y Jacob" (Heb. 11 :9); Moisés había de sacar a Israel de
Egipto, y ser el mediador de Dios con respecto a la ley dada en Sinaí; Josué había de
tomar posesión de la tierra de la promesa, y David había de sostener esta posesión,
espada en mano; los profetas habían de predecir las glorias futuras del reino de Cristo, y
a los apóstoles fue reservado el predicar este reino. Pero en el plan divino esta
diversidad de servicios constituye un todo consistente y harmónico.

5.6 La misma unidad en medio de diversidad pertenece al espíritu de lo Revelación. Por


no comprender completamente el carácter de Dios, Marción dividió la perfección divina
en dos partes, consistente la una de la justicia, que atribuyó al "Demiurge" del Antiguo
Testamento, y la otra en la bondad como atributo supremo de Dios en el Nuevo
Testamento. Pero dejó de comprender que el carácter de Dios es por igual infinito en
ambos aspectos; que su justicia es una justicia de infinita bondad y su bondad una
bondad de infinita justicia. De aquí que presentara dos caricaturas de la deidad, en
oposición una de otra, la una sacada del Antiguo Testamento y la otra del Nuevo; error
que ha tenido muchos imitadores en tiempos modernos. Para -ser la armonía de espíritu
que prevalece en todas las Escrituras, desde el principio al fin, con respecto al carácter
divino, debiéramos estudiar completamente, y no en parte, sus representaciones.

Es verdad que el Antiguo Testamento presenta a Dios como infinito en santidad a


inflexiblemente justo; pero también lo presenta como "Jehová Dios compasivo y
clemente, lento en iras y grande en misericordias y en fidelidad; que usa de misericordia
hasta la milésima generación; que perdona la iniquidad, la trasgresión y el pecado" (Exo.
34:6, 7). Es cierto que el convenio de Dios bajo el Antiguo Testamento estaba restringido
a una sola nación; pero esto era simplemente preparatorio a la dispensación universal
de gracia-como el general que toma una fuerte posición con el propósito de conquistar
toda la región. Es verdad por el otro lado, que el Nuevo Testamento es, en un sentido
peculiar, una revelación de la misericordia de Dios por Jesucristo; pero es una
misericordia discerniente por medio de la cual la profunda santidad y justicia de Dios
resplandecen con infinita brillantez.

Es una misericordia que no se demuestra a expensas de la justicia, sino en perfecta


armonía con ella; una misericordia austeramente restringida a todos aquellos que
42

cumplen con las condiciones sobre que es otorgada. E1 Evangelio es un plan de


salvación, no de condenación; "porque Dios no envió a su Hijo al mundo para que
condene al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él" (Juan 3:17). Sin embargo,
los que le rechazan reciben la condenación, porque el Salvador inmediatamente agrega
(ver. 18) : "El que cree en el Hijo no es condenado; pero el que no cree ya es condenado,
porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. "

Es en el Nuevo Testamento, y no en el Antiguo, donde encontramos las más pavorosas


declaraciones de la ira con que Dios mirará a los finalmente impenitentes, procediendo
algunas de estas declaraciones de los mismos labios del compasivo Salvador: " El Señor
Jesús descenderá del cielo con sus poderosos ángeles, en llamas de fuego, tomando
venganza de los que no conocen a Dios, ni obedecen el Evangelio de nuestro Señor Jesús:
los cuales sufrirán el castigo de eterna perdición, procedente de la presencia de Dios y
de la gloria de su poder" (2a. Tes. 1:7-9). "Aquel que no cree al Hijo, no verá la vida, sino
que la ira de Dios permanece sobre él" (Juan 3:36). "Y estos irán al suplicio eterno; pero
los justos a la vida eterna" (Mat. 25 :46) .

4.7 La misma armonía de espíritu prevalece en ambos Testamentos en lo que se refiere


al camino de la salvación. Acerca de este importantísimo asunto las enseñanzas del
Nuevo Testamento son más completas que las del Antiguo, pero jamás se hallan en
contradicción con ellas. E1 Antiguo Testamento enseña que los hombres son salvos, no
por los méritos de sus buenas obras, sino por la misericordia de Dios; el Nuevo
Testamento agrega una gloriosa revelación con respecto a la base de esta misericordia
en Cristo Jesús. Para demostrar claramente la realidad de esta armonía, tomemos un
pasaje del Nuevo Testamento que encierre la sustancia del camino de la salvación, y
comparémoslo con las declaraciones del Antiguo Testamento. El siguiente pasaje será
muy apropiado: "No a causa de obras de justicia que hayamos hecho nosotros, sino
conforme a su misericordia él nos salvó, por medio del lavamiento de la regeneración y
la re novación del Espíritu Santo." Tito 3:5.

No a causa de obras de justicia que hayamos hecho nosotros, sino conforme a su


misericordia él nos salvo. "No por ser vosotros más numerosos que todos los pueblos, os
ha amado Jehová y os ha escogido (porque vosotros erais el mas pequeño de todos los
43

pueblos); sino por el amor de Jehová hacia vosotros, y por guardar el juramento que
había hecho a vuestros padres, os sacó Jehová con mano fuerte y os redimió de la casa de
servidumbre, librándoos de mano de Faraón rey de Egipto" (Deut. 7:7, 8). "Por causa de
lo hombre lo harás así oh Jehová, y perdonarás mi iniquidad, porque es grande"
(Sal.25:11). "Apiádate de mí, oh Dios, conforme a lo misericordia; conforme a la
muchedumbre de tus piedades, bona mis transgresiones" (Sal. 51:1). "No por vuestra
causa voy a hacer esto, oh casa de Israel, sino por mi Santo hombre que vosotros habéis
profanado entre las naciones adonde habéis ido" (Eze. 36:22). "No presentamos
nuestros ruegos ante lo rostro a causa de nuestra justicia, sino a causa de tus grandes
misericordias" (Dan. 9:18).

Por medio del lavamiento de la regeneración y la renovación del Espíritu Santo. He aquí lo
quieres la verdad en lo íntimo; por lo tanto en lo recóndito de mi corazón hazme conocer
la sabiduría. ¡Purifícame con hisopo, y seré limpio, lávame y quedaré más blanco que la
nieve! ¡Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio y renueva un espíritu recto dentro de mí!
¡No me arrojes de lo presencia y no me quites lo Santo Espíritu!" (Sal. 51:6, 7, 10, 11);
"Pondré mi ley en sus entrañas, y en su corazón la escribiré; y yo seré su Dios, y ellos
serán mi pueblo" (Jer. 31:33); "Luego rociaré sobre vosotros agua limpia y seréis
limpios; de todas vuestras inmundicias y de todos vuestros ídolos os limpiaré. También
os daré un nuevo corazón y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros, y quitaré de
vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Pondré también mi
espíritu dentro de vosotros, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis leyes y
las pongáis por obra" (Eze. 36:25-27).

4.8 El carácter austero de la dispensación mosaica es francamente aceptado. Como


dispensación preparatoria, la severidad le correspondía muy propiamente. "La ley," dice
Pablo, "ha sido nuestro ayo para traernos a Cristo, a fin de que seamos justificados por la
fe" (Gal. 3:24). Su oficio era educar la conciencia humana a tal extremo que estuviera
preparada para recibir más completa revelación de la misericordia de Dios en Cristo.
Podemos conceder que la justicia de Dios time un lugar prominente en el Antiguo
Testamento y su gracia en el Nuevo; pero nunca debemos olvidar que ninguna de estas
dos partes de la Revelación divina es completa por sí. Solamente cuando las
44

consideramos en su interconexión, como partes de un gran todo, podemos comprender


la unidad y armonía de espíritu que prevalece en toda ella.

De la unidad de la revelación pueden sacarse algunas inferencias de carácter muy


práctico, especialmente en lo que se refiere a la interpretación del Antiguo Testamento.

4.9 Cada comunicación de Dios al hombre debe ser perfecta en su lugar y medida. Porque
ha procedido de la mente infinita de Dios que estableció desde el principio todo el plan
de la salvación, y quien, cuando hizo la primera revelación de este plan, conocía lo que
había de seguir a hizo y dijo, de la manera más perfecta, lo que era más propio que
hiciera y dijera. Las revelaciones del Espíritu Santo admiten, por lo tanto, un estupendo
desarrollo, pero ninguna rectificación o mejoramiento.

La primera de estas revelaciones contiene el germen de lo que había de seguir, sin


mezcla o falsedad. Hay en ellas una retención de la completa luz que estaba reservada a
las edades futuras, pero sin mezcla de error-sin tener nada que, bien interpretado,
requiera una retractación. Por esta razón las primitivas revelaciones de Dios conservan
para nosotros, que vivimos tantos siglos después, su prístina frescura y poder. Tomad,
por ejemplo, la primitiva gran profecía: "Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre lo
simiente y su simiente, ella lo herirá en la cabeza y tú le herirás en el calcañal" (Gen.
3:15). No podemos encontrar palabras que de una manera más perfecta describan el
conflicto existente entre el reino de Dios y el de Satán. ¿Qué son estas palabras sino la
condensación a una sola oración de toda la historia de la redención-un rayo de luz del
tercer cielo que expone el destino del hombre desde Edén hasta que suene la trompeta
del arcángel? Y lo mismo sucede con las más recientes profecías acerca de Cristo y su
reino. Y si esto resulta cierto con respecto a las revelaciones del Antiguo Testamento,
también lo es con referencia a sus instituciones. En su lugar, y dado el fin que se
proponían realizar, eran todas perfectas; eran las mejores instituciones que podían
existir bajo aquellas circunstancias. Como fundamento de todos nuestros razonamientos
acerca de las instituciones del Antiguo Testamento, debe encontrarse el axioma
siguiente: "En cuanto a Dios, sus caminos son perfectos."
45

4.10 Las postreras revelaciones deben ser tomadas como verdaderas exponentes de las
primeras. Con esto queremos decir que el Espíritu Santo es el mejor y más apropiado
expositor de sus comunicaciones a los hombres. Desde el momento en que, como hemos
visto, las primeras comunicaciones fueron hechas mirando a lo que había de venir, las
subsecuentes revelaciones no deben ser consideradas como una masa de materiales
extraños y heterogéneos agregados a las profecías originales, sino como la verdadera
expansión de las primitivas profecías. Por ejemplo, la promesa hecha a Abraham: "V
serán bendecidas en lo simiente todas las naciones de la tierra" (Gen. 22:18), no es tanto
una nueva promesa como la explanación de la promesa original: "Ella lo herirá en la
cabeza." Una mayor explanación de esta promesa la tenemos en las palabras de Natán a
David "Tu casa y lo reino serán eternamente estables delante de ti; lo trono será innoble
para siempre'' (2a. Sam. 7 :16); y en toda la brillante cadena de profecías en que se
predice la gloria y dominio universal del reino del Mesías, hasta el día en que Gabriel
anunció a María: "Será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el
trono de David su padre; y reinará en la casa de Jacob eternamente; y de su reino no
habrá fin" (Lúc. 1:32, 33).

Desde el momento en que la manifestación de Dios en la carne es el punto culminante de


la revelación, se sigue que el Señor Jesús y sus apóstoles, a quienes él autoritativamente
comisionó para desarrollar el Evangelio, deben ser, en un sentido especial, los
expositores del Antiguo Testamento y de cuyas interpretaciones no hay apelación alguna
cuando han sido bien comprendidas. El esfuerzo de algunas personas en hacer distinción
entre la autoridad de Cristo y la de los apóstoles es completamente nulo. Así como es
cierto que el Señor no podía estar en error, también lo es que él no hubiera mandado a
sus apóstoles a predicar y enseñar a todas las naciones acerca de él y sus doctrinas, ni
les hubiera dado el sello de su comisión, al darles poderes milagrosos, si ellos habían de
continuar siendo esclavos de los prejuicios y errores de aquella época.

Muy temprano en su ministerio el Señor eligió doce apóstoles "para que estuviesen con él
desde el principio, y para enviarles a predicar; y para tener autoridad de sanar
enfermedades, y de echar fuera demonios" (Mar. 3:14, 15). En este corto pasaje tenemos
todas las marcas distintivas de un apóstol. El apóstol era elegido para que pudiese estar
con Cristo desde el principio y ser así, ante el pueblo, un testigo ocular de toda la vida
46

pública del Maestro. Cuando se hizo necesario elegir un apóstol en lugar de Judas, Pedro
puso especial énfasis en esta cualidad: "Es pues necesario que de estos hombres que nos
han acompañado todo el tiempo que el Señor Jesús entró y salió con nosotros
(comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en que fue tomado arriba de entre
nosotros), uno de estos mismos sea hecho testigo, juntamente con nosotros, de su
resurrección" Hechos. 1:21, 22).

En el apostolado de Pablo es el único caso en que se pasó por alto esta condición, y esto
por haber tenido una directa y especial revelación de Jesucristo. Gal. 1:11, 12. El apóstol,
además, era el que recibía la comisi0n de predicar directamente del Señor, condición en
que Pablo hace especial hincapié en su propia defensa. "Pablo, apóstol (no de parte de
los hombres, ni por medio de hombre alguno, sino por me-dio de Jesucristo, y de Dios el
Padre, que le resucitó de entre los muertos) " Gal. 1:1. El apóstol, también, era el que
recibía directamente de Cristo el poder de efectuar milagros. Este era el sello, ante el
mundo, de su apostolado. En los tres particulares de que hemos hablado, los apóstoles
sostenían con Cristo la relación más estrecha que era posible sostener, y por causa de
esta relación se distinguían de los otros hombres. ¿Tenemos evidencia de que los
apóstoles estaban divinamente calificados, por medio del ingerimiento del Espíritu
Santo, para predicar y relatar los hechos y doctrinas del Evangelio, sin mezcla de error?

Creemos que tenían semejante calificación, en primer lugar, por la misma necesidad del
caso. Aunque el Señor terminó la obra que el Padre le había encomendado hacer en el
mundo, no terminó la revelación del Evangelio. Antes al contrario, dijo a sus discípulos
poco antes de su crucifixión: " Tengo todavía muchas cosas que deciros, pero no podéis
sufrirlas (llevarlas) ahora. Mas cuando viniere Aquel, el Espíritu de verdad, él os guiará a
toda verdad" (Juan 16:12, 13). Veamos algunas de estas cosas que fueron reservadas
para futura revelación. La naturaleza puramente espiritual del reino de Cristo no fue
comprendida por los apóstoles hasta después del día de Pentecostés, porque sabemos
que preguntaban poco antes de la ascensión del Señor: "¿Señor, restituirás en este
tiempo el reino de Israel?" pregunta a que él no respondió, sino que los remitió a la
promesa del don del Espíritu Santo (Hechos. 1:6-8). Otra de las cosas que ellos no podían
sufrir era la abolición, por el sacrificio expiatorio de Cristo, de la ley mosaica, y con ella,
de la pared divisoria existente entre los judíos y los gentiles.
47

Esta gran verdad estaba reservada a ser revelada prácticamente en el progreso del
Evangelio, como se ve en el libro de Actos, y doctrinalmente en las epístolas de Pablo. Y
qué hermosa presentación tenemos en las epístolas apostólicas del significado de la
muerte de Cristo en el Calvario, y- en conexión con ella, de la doctrina (le la justificación
por la fe-fe no solamente en Cristo, sino en Cristo crucificado ¡Antes de la muerte de
Cristo los discípulos tenían fe en su persona; pero no podían tener fe en su crucifixión
por los pecados del mundo, hasta después de su resurrección y exaltación a la diestra de
Dios. Estas verdades que arriba hemos mencionado-por no hacer referencia a otras,
como por ejemplo, lo que Pablo dice de la resurrección en la. Cor. 15 y 1a. Tes. 4:13-18-
entran en la sustancia del Evangelio. En verdad ellas forman parte integrante del
Evangelio.

¿Podemos suponer que el Señor comenzara la revelación de su Evangelio con su infinita


sabiduría, y que luego la abandonase para que fuera terminada por la falible sabiduría
de los hombres? Si Agustín y Jerónimo en el último período del imperio romano, si
Abelardo y Bernardo en la Edad Media, si Lutero y Calvino en la era de la Reforma, si
Wesley y Edwards en tiempos más contemporáneos, han cometido errores, el daño que
han ocasionado es relativamente pequeño; porque bajo la suposición de que los
apóstoles fueron preparados por el Espíritu Santo para enseñar y escribir sin error, en
sus escritos tenemos una norma infalible para juzgar los escritos más recientes de
hombres no inspirados. Pero si los apóstoles que el mismo Señor eligió para que
terminaran la obra que él había comenzado, y a quienes dotó de poderes milagrosos,
como sello de su comisión, hubieran sido dejados sin una segura garantía contra el error,
entonces no habría una norma de verdad a la que la Iglesia pudiera apelar en siglos
subsecuentes. Nadie que crea que Jesús es el Hijo de Dios y que vino al mundo a hacer a
los hombres una perfecta revelación del camino de la vida, puede admitir una suposición
tan absurda.
En segundo lugar, tenemos las promesas directas de Cristo a sus apóstoles de que él los
habilitaría para su obra, por medio del don del Espíritu Santo "Pero cuando os
entregaren, no os afanéis sobre cómo o qué habéis de decir; porque no sois vosotros los
que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros" (Mat. 10 :19, 20) .
"Cuando os llevaren pues, ante los tribunales, para entregaros, no os afanéis de
48

antemano acerca de lo que habéis de decir; mas lo que os fuere dado en aquella hora, eso
hablad; porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo" (Mar. 13:11). "Y
cuando os trajeren ante las sinagogas y los magistrados y las autoridades, no tengáis
cuidado de como o de que hayáis de responder, o hayáis de decir: porque el Espíritu
Santo os enseñará en aquella misma hora lo que conviene decir" (Lúc. 12:11, 12). "Fijad
pues en vuestros corazones que no habéis de premeditar lo que debéis responder:
porque yo os daré boca y sabiduría que todos vuestros adversarios no podrán
contrarrestar ni contradecir" (Luc. 21:14, 15).

Las anteriores promesas son perfectamente explícitas; y aunque ellas se refieren


principalmente a emergencias particulares en que los apóstoles sentirían la necesidad
de divina guía, son aplicables, por su espíritu a todas las emergencias. No podemos
leerlas sin dejar de comprender que contienen la promesa hecha a los apóstoles de que
siempre se les ayudaría y guiaría en la obra que les fue encomendada. Si ellos habían
sido habilitados para poder defender el Evangelio, sin error, ante sus semejantes -"os
daré boca y sabiduría que todos vuestros adversarios no podrán contrarrestar ni
contradecir "habían también de relatar los hechos del Evangelio, y desarrollar sus
doctrinas en las epístolas que escribieran”.

Las promesas que aparecen en el Evangelio de Juan son de un carácter más general y
comprensivo Será suficiente que mencionemos dos solamente: "Estas cosas os he dicho,
estando aun presente con vosotros. Alas el Consolador, es decir el Espíritu Santo, a quien
el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo
cuanto os he dicho " (14 :25, 26) . " Tengo todavía muchas cosas que deciros, pero no
podéis sufrirlas ahora. Mas cuando viniere Aquel, el Espíritu de verdad, él os guiará al
conocimiento de toda verdad; porque no hablará de sí mismo, sino de todo cuanto oyere
hablará; y os anunciará las cosas que han de venir. El me glorificará; porque tomará de
lo mío y os lo anunciará. Todo cuanto tiene el Padre mío es; por tanto os dije que tomará
de lo mío y os lo anunciará" (16:12-15). En el primero de estos pasajes la promesa es
que el Espíritu Santo traerá a la recordación de los apóstoles y desarrollará en su
entendimiento todas las enseñanzas personales de Cristo; en forma tal que ellos habían
de tener una más perfecta comprensión de su significado de la que pudieron tener
mientras su Señor estuvo con ellos. La segunda promesa aparece con la introducción (le
49

que el Salvador tenía aún muchas cosas que decir a los apóstoles que ellos entonces no
podían sufrir o comprender. Por supuesto la revelación de estas cosas estaba reservada
al ministerio del Espíritu, como él dice inmediatamente: "Mas cuando viniere Aquel, el
Espíritu de verdad, el os guiará al conocimiento de toda verdad." El Espíritu glorificaría a
Cristo porque había de tomar las cosas de Cristo, y las había de revelar a los apóstoles.
Pero, ¿cuáles son las cosas de Cristo? "Todo lo que el Padre tiene," porque el Padre ha
entregado todas las cosas en manos del Hijo. Juan 13:3. Entre "todas las cosas" están
incluidos los consejos del Padre acerca del camino de la salvación por medio del Hijo.

Estos son dados al Hijo y el Espíritu Santo los tomará y revelará a la Iglesia, por medio de
los apóstoles, hasta donde los necesite la Iglesia. En estas maravillosas palabras tenemos
una prueba de la deidad de Cristo y una completa garantía de que los apóstoles tendrían
una guía a iluminación sobrenaturales en la obra que se les encomendaba-toda la guía a
iluminación que ellos necesitaran, a fin de que pudieran estar en condiciones de
terminar la obra de revelación del Evangelio que Cristo había comenzado, y esto sin
mezcla de error.

A menudo se pregunta: ¿Fueron estas promesas hechas a los apóstoles solamente, o por
su mediación a la Iglesia en general? La respuesta es bien sencilla: Ellas fueron hechas
primeramente y en un sentido especial a los apóstoles; porque se referían a una obra
especial que les había sido encomendada y que requería, para su ejecución, divina
iluminación y gula. También fueron hechas, en un sentido importante, a la Iglesia en
general; desde el momento en que todos los creyentes disfrutan, por medio de la
enseñanza de los apóstoles, el beneficio de estas revelaciones del Espíritu Santo. No
fueron hechas, sin embargo, a los creyentes personalmente; sino, de una vez para
siempre, a la Iglesia por medio de los apóstoles. Se hace el don del Espíritu Santo a los
creyentes personalmente: por medio de su poder iluminador y santificador ellos tienen
la ayuda y guía que puedan necesitar. Pero ellos no han sido llamados, como los
apóstoles, a poner los fundamentos de la le cristiana, y no han recibido, por lo tanto,
promesa alguna de nuevas revelaciones del Espíritu acerca de ser puestos a cubierto del
error, así como no han sido investidos de dones milagrosos.
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Estamos ahora en condiciones de considerar, en tercer lugar, las enseñanzas de los


mismos apóstoles acerca de que ellos hablaban y escribían con autoridad divina. Aunque
sus palabras, como hombres, eran de muy poca importancia, estas mismas palabras,
cuando son consideradas en conexión con la relación de los apóstoles hacia Cristo, con la
obra que les fue encomendada y con las promesas que se les hizo, tienen la más grande
importancia. Su costumbre no era alardear de su autoridad sobrenatural; sin embargo,
cuando para ello se les presenta ocasión de tratar de este asunto, o cuando los falsos
maestros se les oponían, hablaban de su poder de una manera clara y terminante. Por
ejemplo, el apóstol Pablo, escribiendo a los Corintios, dice: "Y nosotros hemos recibido
no el espíritu del mundo, sino el Espíritu que es de Dios; para que conozcamos lo que
Dios nos ha dado.

Lo cual también hablamos no con palabras que enseña la humana sabiduría, sino en la
que enseña el Espíritu Santo, acomodando lo espiritual a lo espiritual" (1a. Cor. 2:12,
13); y escribiendo a los Tesalonicenses acerca de la resurrección: "Porque os decimos
esto en palabra del Señor, que nosotros que vivimos, que hemos quedado hasta la venida
del Señor, no seremos delanteros a los que durmieron ya" (1a. Tes. 4:15). Y otra vez
escribe a los Gálatas, entre quienes su apostolado había sido puesto en duda: "Empero,
os hago saber, hermanos, que el Evangelio que os ha sido anunciado por mí, no es según
hombre; porque ni lo recibí de hombre, ni tampoco me fue enseñado sino por revelación
de Jesucristo" (Gal. 1:11, 12) .

Este lenguaje es suficientemente explícito, y solamente podía ser usado por una persona
que era consciente de haber sido habilitado divinamente para enseñar el Evangelio sin
error. Por eso en esta misma epístola él opone su autoridad apostólica a la autoridad de
estos falsos maestros: "He aquí, yo Pablo os digo: que si os circuncidareis Cristo no os
aprovechará nada" (Gal. 5:2). En la memorable carta escrita por los apóstoles y ancianos
a la iglesia entre los gentiles (Hechos. 15:23-29), ellos dicen: "Porque ha parecido bien al
Espíritu Santo y a nosotros, no imponeros otra carga alguna que estas cosas necesarias."
"Al Espíritu Santo y a nosotros" puede solamente significar "a nosotros bajo la guía del
Espíritu Santo." Además de estas aserciones tan explícitas hay un tono de autoridad en
todos los escritos apostólicos, que sólo puede ser explicado con el hecho de que ellos en
realidad hablaban con autoridad divina.
51

Los apóstoles presentan las más grandes verdades y hacen las más profundas
revelaciones acerca del futuro, como hombres que tienen derecho a que implícitamente
se les crea y obedezca. Por ejemplo, en la discusión que Pablo hace de la resurrección
(1a. Cor. 15), donde anuncia verdades que trascienden la razón humana, hay una gran
demostración de autoridad: " He aquí", dice, "yo os enseño un gran misterio; no todos
dormiremos, pero todos seremos transformados. " (ver. 51.) Y dice esto como quien
tiene la absoluta seguridad de que habla de parte de Dios. Encontramos el mismo tono
de certeza en todas las observaciones que Juan hace en su Evangelio y en sus epístolas; y
también en los otros escritos apostólicos.

En el segundo grado de relación con Cristo se hallan hombres que, como Marcos y Lucas,
no eran apóstoles, pero que fueron compañeros de los apóstoles, y sus asociados en la
obra de la predicación del Evangelio. No estamos autorizados para colocarlos en la
misma línea que a los apóstoles; sin embargo, tuvieron el don del Espíritu Santo, que fue
siempre dado en conexión con la imposición de manos de los apóstoles.

Y si a esto agregamos que su relación con los apóstoles era de una naturaleza tan íntima
que ellos no pudieron escribir nada sin su conocimiento y aprobación, tendremos que
sus escritos tienen toda la autoridad apostólica. La íntima relación de Lucas y Pablo es
bien conocida; y tenemos razones suficientes para creer que estaba con él cuando
escribió tanto el Evangelio como el libro de los Hechos. La íntima relación de Marcos con
Pedro está bien demostrada por el unánime testimonio de las iglesias primitivas y es
confirmada aún más por el examen de las peculiaridades de su Evangelio. Está en
perfecta armonía con la posición de estos dos evangelistas el carácter de sus escritos.
Ellos jamás asumen el oficio de maestros independientes, sino que se concretan a un
cuidadoso relato de las palabras y obras de Cristo y sus apóstoles.

4.11 La extensión de significado de una revelación dada debe ser la que el Espíritu se
propuso que tuviera. No ha de ser limitada, por lo tanto, por la idea de aquellos a quienes
originalmente fue hecha. Las primeras profecías fueron hechas, en muchos casos por lo
menos, de acuerdo, con el subsiguiente desarrollo de su significado. Hasta que Dios no
efectúe este desarrollo, ya sea por medio de otras profecías o indirectamente por el
52

curso de su providencia, la idea que el hombre time de su significado, aunque puede ser
verdadera hasta cierto extremo, siempre ha de ser inadecuada. Para citar un sólo
ejemplo de una de las profecías del Antiguo Testamento: "Jehová quiso quebrantarle; le
ha afligido; cuando hicieres su v ida ofrenda por el pecado, Ver, linaje, prolongará sus
días, y el placer de Jehová prosperará en sus manos" (Isa. 53:10, V.M.). Nadie mantendrá
que los judíos antes de la venida del Señor (sin contar sus prejuicios carnales) podían
tener una verdadera comprensión del profundo significado de este pasaje, significación
que es nuestro privilegio comprender. Este significado estaba comprendido en la
promesa desde el principio, pero sin haber sido desarrollado. De acuerdo con esto los
profetas "buscaron a inquirieron diligentemente" acerca de la significación de sus dichos
y el tiempo en que habían de tener cumplimiento. 1a. Ped. 1:11. Los que niegan la
realidad de la inspiración profética, para ser consistentes consigo mismos, tienen que
negar también, necesariamente, el principio que hemos presentado aquí. Pero si la
revelación es una verdadera comunicación de Dios a los hombres, es muy razonable
creer que ella había de contener, desde el principio, los gérmenes de grandes
acontecimientos de realización futura, realización que, en la historia había de ser, en
unión de otras revelaciones de Dios, su verdadero expositor.

4.12 Las declaraciones oscuras de las Escrituras han de ser interpretadas de acuerdo con
las más claras. Un solo pasaje de la Palabra de Dios en algunas ocasiones nos da una
vislumbre de alguna gran verdad que no es enseñada en ninguna otra parte de las
Escrituras. De esto tenemos un admirable ejemplo en lo que dice el apóstol con respecto
a que Cristo entregará el reino al Padre a la terminación de la obra de la redención. 1a.
Cor. 24-28. Pero ninguna gran verdad que se relacione con el camino ale la salvación es
enseñada oscuramente en la Biblia. Cada una de estas verdades aparece enseñada en
todo el tenor de la Revelación, y brilla tan claramente en sus páginas que ningún lector
cuidadoso y sincero puede dejar de comprender su significado. Por lo tanto, si
encontramos en la Biblia pasajes oscuros y difíciles, ellos han de ser interpretados, no en
contradicción con lo que se encuentra clara y completamente enseñado, sino de acuerdo
con ello. Y con esto queremos decir que, en vez de usar lo que es oscuro para
entenebrecer lo que es claro, debemos, por el contrarío, ilustrar lo que es oscuro por lo
que es claro.
53

Las Escrituras enseñan con toda claridad, por templo, que Cristo es el único fundamento
en que la Iglesia puede descansar. Isa. 28:16; 1a. Cor. 3: 11; Efes. 2:20; la. Ped. 2:6.
Verdaderamente este es un oficio para cuya ejecución se requiere aquella omnipotencia,
y aquel poder supremo en la tierra que expresamente se dice que posee el Salvador. Mat.
11:27; 28 :18; Juan 5 :19-30; 17 :2; 1a. Cor. 15 :24-28; Efes. 1:20-23; Filip. 2 :9-11; Col.
1:15-19; Heb. 1:3. Cuando nuestro Señor dice a Pedro "Tú eres Pedro (es decir, piedra,
según el use que (-le la palabra se hace en el original), y sobre esta roca edificaré mi
Iglesia" (Mat. 16:18), entender que aquí se hace referencia a Pedro, o a alguno de los
pretendidos sucesores de Pedro, como roca, en cualquier otro sentido que el de ser
instrumento en las manos de Cristo para el establecimiento de su Iglesia, es un absurdo
y una blasfemia.

Además: Cristo da a Pedro las llaves del reino de los cielos con poder de atar y desatar
(Mat. 16: 19), y en otro lugar este poder es conferido a todos los apóstoles (Mat. 18:18).
Pensar que Pedro y sus asociados en el apostolado tenían las llaves del reino de los
cielos en el mismo sentido en que Cristo las tiene (Rev. 3 :7) , o decir que ellos tenían
poder autoritativo para admitir a sus semejantes pecadores en el cielo, o para excluirlos
de él, es contrario a todo el tenor del Nuevo Testamento que dondequiera representa a
Cristo como el Supremo Juez de cuyo fallo depende el destino de cada hijo de Adán (Mat.
7 :21, 22; 16 :27; 25 :31-46; Juan 17 :2; Hechos. 17 :31; 2a. Cor. 5 :10) .

Las palabras de Cristo acerca de las llaves deben entenderse en el sentido de que
significan autoridad especial que él dio a sus apóstoles, como maestros inspirados y
guías de la Iglesia primitiva, para arreglar todas las cosas que a ella se refiriese. Un buen
ejemplo del ejercicio de este poder lo tenemos en las decisiones tomadas con respecto a
los conversos gentiles. Hechos. 11:1-18; 15 a-19. En este sentido, el don de las llaves
cesó con el don de la inspiración. Pero si, como creen algunos, estas palabras tienen
referencia al común poder que Cristo dio a sus iglesias para resolver sus asuntos,
administrar disciplina y admitir y excluir de su comunión, ese poder continúa en iglesias
y es válido siempre que sea usado de acuerdo con la Palabra de Dios.

Así también han de ser interpretadas las palabras de Cristo que menciona el apóstol Juan
: "Y habiendo dicho esto, sopló sobre ellos, y les dice Percibid el Espíritu ! A los que
54

perdonareis los pecados, perdonados le son; y a los que se los retuviereis, les son
retenidos" (20:22, 23). El perdón de los pecados es una prerrogativa de Dios, el ejercicio
de la cual implica omnisciencia, así como autoridad suprema en los cielos y en la tierra.
La prerrogativa de perdonar y retener los pecados de los hombres que se confiere a los
apóstoles es una parte del poder general de atar y desatar que ya lea sido mencionado; y
era ejercido en la esfera de la Iglesia visible en la tierra.. En lo que respecta al perdón
actual de los pecados y la consecuente admisión del espíritu a comunión con Dios aquí y
en la vida eterna, los ministros de Dios no pueden hacer otra cosa que presentar los
términos de la salvación tal como son presentados en el Evangelio.

El mismo principio es aplicable a todos los pasajes que contienen "cosas difíciles de
comprender." El "iletrado e inconstante" los desvirtúa sacándolos de su conexión y
poniéndolos en contradicción con el tenor general de la Palabra Dios. Pero el buen
estudiante de las Escrituras nunca use lo que es difícil en la Revelación para oscurecer lo
que es claro. Por el contrario, trata de ilustrar lo que es oscuro con lo que brilla con luz
clara y brillante.

13.-Como un fin apropiado a esta parte de nuestro asunto, hacemos aquí algunas
sugestiones acerca de la analogía de la fe. "Podemos definirla como aquella regla general
de doctrina que es deducida, no de dos o tres pasajes paralelos, sino de la armonía de
todas las partes de las Escrituras que tratan de los puntos fundamentales de fe y
práctica. La analogía de la fe está basada en dos principios fundamentales: primero, que
"todas las Escrituras han sido dadas por inspiración divina," y constituyen, por lo tanto,
un todo consistente, ninguna de cuyas partes puede ser interpretada en contradicción
con el resto; segundo, que las verdades a que la Palabra de Dios da la mayor
prominencia, y que inculca en la más grande variedad de formas, han de ser las de
mayor importancia. Así comprendida, la analogía de la fe es una guía segura para la
comprensión del significado del Libro Inspirado.

El que la siga ha de estudiar toda la Palabra de Dios inteligentemente y en oración, y no


ciertas partes especiales de ella solamente; puesto que es de toda la Biblia de donde
tomamos el sistema de Revelación Divina en su justa y completa proporción. "Si vamos a
las Escrituras con opiniones preconcebidas y nos sentimos más deseosos de dar al texto
55

el sentido que coincide con nuestras opiniones, más bien que el que coincide con la
verdad, entonces se convierte en la analogía de nuestra fe, y no en la analogía de todo el
sistema.

Además, el que sigue la verdadera analogía de la fe, no permitirá que ninguna doctrina
que pertenezca al tenor de la Revelación Divina sea debilitada o echada a un lado en
interés de otra doctrina también bíblica.

Las Escrituras enseñan, con gran frecuencia y claridad, por ejemplo, que los hombres
son salvados, no por el mérito de sus obras, sino simplemente por la libre gracia de Dios
por medio de la Se en Cristo. También enseñan con igual frecuencia y claridad, que sin
arrepentimiento y obediencia a la ley divina, no hay salvación. Estas dos declaraciones
no son contradictorias, sino que se suplementan mutuamente; porque simplemente
presentan dos lados del mismo plan de salvación. Sin embargo, pudiera suceder que a
algún estudiante bíblico le fuera imposible conciliar, de una manera lógica, dos
declaraciones como las siguientes: "Concluimos pues que el hombre es justificado por fe,
aparte de las obras legales" Rom. 3:28); "No todo aquel que me dice: Señor, Señor,
entrará en el reino de los cielos; sino el que hiciese la voluntad de mi Padre que está en
los cielos" (Mat. 7 :21) . ¿Qué hemos, pues, de aconsejarle que haga?

Es bien claro que su primer deber es recibir y sostener ambas doctrinas. Después puede
tratar de reconciliarlas de una manera lógica; pero si fracasa en esta obra, no debe negar
una doctrina, o desmeritar su importancia, en interés de la otra. El mismo principio es
aplicable a otras muchas dificultades doctrinales, cuya enumeración no es necesario que
hagamos aquí.

Finalmente, un verdadero respeto a la analogía de la fe hará que nuestro sistema de


creencia y práctica sea completa, y bien proporcionada en todas sus partes. Cada
declaración de la Palabra de Dios ha de ser recibida en espíritu de reverencia y
obediencia. Pero por cuanto que las Escrituras insisten más en unas doctrinas que en
otras, lo justo es que, en este respecto, aceptemos la guía del Espíritu Santo. El anhelo de
todo fiel creyente debe ser dar a cada doctrina y precepto de la Revelación el lugar y la
prominencia que se le asigna en la Biblia. Y sobre todo, ha de tener especial cuidado en
56

evitar que los pasajes oscuros y dudosos de las Escrituras sean interpretados en forma
tal que vengan a contradecir las más claras enseñanzas de la Palabra Inspirada.

El estudio práctico de la Biblia, esto es, su estudio como "útil para enseñanza, para
reprensión, para corrección, para instrucción en justicia," se resume en una gran parte a
la comparación de una Escritura con otra Escritura, y especialmente a la comparación de
paralelismos doctrinales. Todo lo que la Biblia enseña desde el Génesis hasta Revelación
con respecto a la personalidad y atributos de Dios, su gobierno providencial, la persona
y oficios ale Cristo y el camino de la salvación por él, el destino final de los justos y de los
injustos, todo debiera ser diligentemente comparado, a fin de que del todo podamos
obtener un más completo y bien proporcionado sistema de fe y práctica, según se
encuentra contenido en las páginas de la Inspiración. Mientras dejemos de hacer
semejante cosa, nuestra concepción de la verdad divina será defectuosa y
desproporcionada. La solemne amenaza que se hace con respecto al último libro de la
Biblia es también aplicable a toda la Revelación: "Si alguno pus adición a estas cosas,
Dios pondrá sobre él las plagas que están escritas en este libro: y si alguno quitase de las
palabras de esta profecía, quitará Dios su parte del libro de la vida, y de la ciudad santa y
de las cosas que están escritas en este libro. Apocalipsis . 22:18, 19.
57

Capítulo 5: LAS NARRACIONES DEL ANTIGUO TESTAMENTO

La Biblia contiene más literatura del género narrativo que de ningún otro estilo literario.
Por ejemplo, más del cuarenta por ciento del Antiguo Testamento es narrativo. Como el
Antiguo Testamento constituye unas tres cuartas partes de toda la Biblia, por eso el
estilo narrativo es el más común en ella. Los siguientes libros del Antiguo Testamento
están compuestos en su mayor parte o completamente en el género narrativo: Génesis,
Josué, Jueces, Rut, 1 y 2 Samuel, 1 y 2 Reyes, 1 y 2 Crónicas, Esdras, Nehemías, Daniel,
Jonás y Hageo. Además, Éxodo, Números, Jeremías, Ezequiel, Isaías y Job también
contienen gran cantidad de porciones narrativas. En el Nuevo Testamento, partes
extensas de los cuatro evangelios y casi todo el libro de los Hechos son narrativos,
también.

Supongamos que el Espíritu Santo sabía bien lo que estaba haciendo cuando inspiró una
parte tan extensa de la Biblia en el género narrativo. Es obvio que este género literario
cumple bien el propósito revelador de Dios. Este capítulo trata de la manera como se
cumple este propósito y del buen uso que podemos hacer de él en nuestro servicio a
Dios.

5.1 LAS CARACTERISTICAS DE LA NARRACIÓN


Lo que es la narración
Las narraciones son relatos. Aunque de vez en cuando usamos la palabra relato para
describirlas, preferimos la palabra narración, porque relato ha llegado a tener la
connotación de "lo ficticio", como un cuento de hadas o "un relato verosímil". También
significa una sola historia, con un solo grupo de personajes y una sola trama. La Biblia, al
contrario, contiene lo que a menudo oímos llamar la historia de Dios: una historia real,
muy importante, y con frecuencia compleja. Es una historia magnífica, más grande que la
más famosa épica, con una trama mejor y más significativa en cuanto a Personajes y
descripciones, de lo que podría ser cualquier otra historia compuesta por los hombres.
De modo que, para las porciones de esta gran historia divina que tengan la forma de
historia, se prefiere la palabra narración en su uso técnico, pues es más objetiva y lleva a
menos ideas preconcebidas.
58

Las narraciones bíblicas nos cuentan cosas que sucedieron, pero no solamente cualquier
cosa. Su propósito es mostrar a Dios en acción en su creación y en medio de su pueblo.
Las narraciones lo glorifican, nos ayudan a entenderlo y valorarlo, y nos presentan una
descripción de su providencia y protección. Al mismo tiempo, también nos dan ejemplos
de muchas otras lecciones importantes para nuestra vida.

Todas las narraciones tienen una trama y personajes (ya sean divinos, humanos,
animales, vegetales u otros). Las narraciones del Antiguo Testamento, sin embargo,
tienen tramas que son parte de una trama global especial, y tienen un grupo de
personajes especiales, el más importante de los cuales es Dios mismo.

Los niveles de las narraciones


Es bueno saber al leer y estudiar las narraciones del Antiguo Testamento que la historia
se cuenta, en realidad, en tres niveles. El nivel superior es todo el plan universal de Dios
realizado a través de su creación. Los aspectos clave de la trama de este nivel superior
son la creación inicial; la caída de la humanidad; el poder y la ubicuidad del pecado; la
necesidad de la redención; y la encarnación y el sacrificio de Cristo.

Los aspectos clave del nivel medio se centran en Israel: el llamamiento de Abraham; el
establecimiento de un linaje abrahámico a través de los patriarcas; la esclavitud de
Israel en Egipto; la liberación de la esclavitud otorgada por Dios y la conquista de la
tierra prometida en Canaán; los pecados frecuentes de Israel y su creciente deslealtad; la
protección paciente de parte de Dios y sus esfuerzos por tratar de convencerlos; la
destrucción final de Israel, el reino del norte, y luego de Judá; y la restauración del
pueblo santo después del exilio.

Luego viene el nivel inferior. Aquí se encuentran los centenares de narraciones sueltas
que componen los otros dos niveles: la narración de José vendido por sus hermanos a la
caravana de árabes camino de Egipto; la narración de Gedeón y la forma en que probó a
Dios con el vellocino; la narración del adulterio de David con Betsabé y muchas más.

Observe con cuidado: cada narración en particular en el Antiguo Testamento (nivel


inferior) es por lo menos parte de la narración mayor de la historia de Israel en el
59

mundo (nivel medio), que a su vez forma parte de la narración de la creación de Dios y
su redención (nivel superior). Esta última narración continúa en el Nuevo Testamento.
No se puede justificar ninguna narración en particular, sin reconocer su papel dentro de
las otras dos. Algunas veces, una narración está compuesta por otras narraciones más
cortas. Tal narración se puede llamar "narración compuesta". Por fines prácticos, lo que
decimos acerca de los tres niveles de la narración no se afecta con el reconocimiento de
la existencia de las narraciones compuestas en la Biblia.

Esperamos que el conocimiento de esta jerarquía de narraciones le sirva para ser mejor
cristiano en su aplicación de las narraciones del Antiguo Testamento a su propia vida y
al servicio a otros. Cuando Jesús enseñó que las Escrituras "... dan testimonio de mí"
(Juan 5:27-29), es obvio que no se refería a cada uno de los pasajes del Antiguo
Testamento. Las narraciones mesiánicas o tipológicas de Cristo (1 Corintios 10:4) son
una parte importante del Antiguo Testamento, pero constituyen sólo una porción
pequeña de toda su revelación. No obstante, Jesús habló de la narración del nivel
superior, de la cual su expiación fue el acto central, y la sujeción de toda la creación a Él
fue el clímax de su trama. Por eso enseñó que toda la Escritura da testimonio de Él y
señala hacia su señorío divino.

Lo que tenemos, pues, son narraciones particulares (algunas veces compuestas) dentro
de una narración mayor, que está dentro de la narración superior. Algunas están
compuestas de muchas narraciones más cortas. Esto es característico de todas las
historias que tienen argumentos secundarios. En el Nuevo Testamento tenemos
narraciones (como la de la entrada triunfal, Lucas 19:28-46) dentro de narraciones
mayores (Lucas-Hechos), a su vez dentro de la narración de toda la historia de Dios,
como se cuenta en la Biblia. El Antiguo Testamento es similar. Por ejemplo, la extensa
narración compuesta que llamamos la "narración de José" (Génesis 37-50) contiene
muchas narraciones más cortas acerca de José, tales como la narración de sus sueños
primeros (Génesis 37:5-11), la historia de su exaltación y su caída como esclavo de
Potifar (Génesis 39), la narración de los funerales de Jacob en Canaán (Génesis 50:1-14),
etc. Sin embargo, todas son parte de la gran narración general de la Biblia.

No hay nada malo en el estudio de alguna narración por separado, lo cual es muy
60

recomendable. Ahora bien, para obtener su sentido más completo, hay que considerar
tal narración dentro de su contexto más amplio.

Lo que no es la narración
1. Las narraciones del Antiguo Testamento no son solamente historias sobre las
personas que vivieron en la época del Antiguo Testamento. Son principalmente y en
primer lugar, las historias de la intervención de Dios en la vida de esas personas y a
través de ellas. En contraste con las narraciones humanas, la Biblia está compuesta
especialmente por narraciones divinas. Dios es el héroe de esa historia, si está en la
Biblia. Hay personajes, sucesos, desarrollo de las tramas y puntos culminantes en las
historias, pero detrás de todo eso, Dios es el "protagonista" supremo, o el personaje
decisivo y principal de todas las narraciones.
2. Las narraciones del Antiguo Testamento no son alegorías ni historias con
significados ocultos, pero puede haber aspectos de las narraciones que no sean de
fácil comprensión. No siempre podemos entender la manera como Dios obra en la
historia, su influencia en los actos humanos y la ejecución de su propia voluntad por
medio de seres humanos (algunas veces contra los deseos de las personas; véase
Génesis 50:20). No se menciona siempre con precisión todo lo que Dios hizo para
producir una situación que ha sido narrada en el Antiguo Testamento, y si se
menciona lo que Dios hizo, no siempre se dice cómo o por qué lo hizo.

En otras palabras, las narraciones no responden todas nuestras preguntas sobre un


tema dado. Tienen un enfoque limitado, y nos dan solamente una parte de todo el
cuadro de lo que Dios está haciendo. Tenemos que aprender a contentarnos con esa
comprensión limitada, y restringir nuestra curiosidad en muchos casos; si no,
terminaremos tratando de leer entre líneas cosas que no están en las historias, y
haciendo alegorías de lo que en realidad son relatos históricos. De este modo se
puede abusar especialmente de las narraciones en forma de parábolas (capítulo 8).

La gente les atribuye un sentido que no tienen a las historias, cuando identifica
acontecimientos sobrenaturales en las narraciones bíblicas, como resultado de cosas
tales como la intervención de objetos voladores no identificados, o máquinas del
tiempo venidas de otra época en nuestro futuro, o supuestos descubrimientos
61

científicos, secretos antiguos que habían estado desde entonces perdidos para el
conocimiento humano. Es verdad que la Biblia misma no dice cómo Dios hace la
mayoría de sus obras milagrosas, pero la curiosidad insaciable y el deseo de saber o
entender lo que la Biblia ha excluido, esto es, de comprender exactamente cómo
ocurrieron las cosas, puede llevar a muchas personas a aceptar explicaciones
absurdas o fabricadas. La fascinación y el asombro de la seudo-ciencia hacen que
presenten explicaciones seudo-científícas de los sucesos milagrosos de la Escritura.
Dios sencillamente no nos ha dicho en la Biblia cómo hace todas sus obras. Al tratar
de entender ese proceso, se encuentran explicaciones extrañas y tan incompatibles
con las narraciones bíblicas, que no son explicaciones en realidad.

3. Las narraciones del Antiguo Testamento no siempre enseñan directamente. Ponen


énfasis en la naturaleza de Dios y su revelación con un método diferente al de las
partes doctrinales o legales de la Biblia, pues nos permiten experimentar lo ocurrido
en vez de simplemente aprender cosas acerca de los asuntos abarcados por esos
sucesos y experiencias. Los dichos modernos, como "para entender bien algo, hay
que experimentarlo", no siempre son verdaderos, pero tienen un germen de verdad.
El conocimiento algunas veces se adquiere mejor y afecta la conducta de modo más
permanente cuando surge de la experiencia, o la participación en algo. Al seguir de
cerca la acción de las narraciones del Antiguo Testamento, el lector toma parte en
ellas indirectamente, como pasa al leer cualquier historia, no importa cuán diferentes
sean los personajes y el lector, y no importa la diferencia en las circunstancias. Las
narraciones dan así un conocimiento práctico de la obra de Dios en su mundo, y
aunque este conocimiento sea secundario, será no obstante un verdadero
conocimiento que puede ayudar a formar su conducta.

Si usted es cristiano, el Antiguo Testamento es su historia espiritual. Las promesas y


el llamamiento de Dios a Israel son sus promesas y llamamiento históricos (Gálatas
3:29). En sentido más práctico y útil, Dios le permite a usted que siga los hechos que
El realizó en aquellos tiempos, al haber inspirado hombres y mujeres para ponerlos
por escrito de la manera como El quería que fueran escritos.

Aunque las narraciones del Antiguo Testamento no dan siempre necesariamente una
62

enseñanza directa, a menudo ejemplifican lo que se enseña directa y


categóricamente en otro lugar. Esto representa una enseñanza implícita, que en
correspondencia con las enseñanzas explícitas de la Escritura, puede producir la
enseñanza que el Espíritu Santo puede usar de modo positivo. Por ejemplo, en el
adulterio de David con Betsabé (2 Samuel 11) no se afirma: "David hizo mal al
cometer adulterio y asesinato." Se espera que uno sepa que el adulterio (y el
asesinato) son malos, porque así se enseña explícitamente en la Biblia (Exodo 20:13,
14). La narración ilustra el daño hecho a la vida del rey David y a su capacidad para
gobernar. No enseña sistemáticamente sobre el adulterio, y no se puede usar como el
único fundamento de tal enseñanza; en cambio, como ejemplo de los efectos del
adulterio en un caso específico, conlleva un mensaje poderoso que se puede grabar
en la mente del lector cuidadoso, lo cual tal vez no pueda hacer la enseñanza
categórica y directa.
4. No es imprescindible que cada una de las narraciones, o cada uno de los episodios
dentro de una narración, tengan que tener su propia aplicación moral. No se pueden
interpretar las narraciones de modo tan minucioso como si una de sus partes,
sucesos, descripciones o declaraciones tuviera un mensaje especial para el lector,
independientemente de las otras partes. En realidad, aun en las narraciones bastante
largas, todos los componentes de la narración pueden tener el mismo objetivo de dar
al lector un mensaje principal. La narración tiene cierto movimiento, o
superestructura, que enfoca un solo mensaje.

En esto, las narraciones son análogas a las parábolas (véase el capítulo 8); en que es
toda la unidad la que da el mensaje, no las partes separadas, El efecto, la impresión y
la persuasión son todos producto de la secuencia completa de los sucesos relatados.
Muchos elementos se combinan para constituir la narración y proveer la revelación
de Dios por medio de la narración. No es útil tratar de encontrarle un significado
especial a cada una de las partes, ni a cada suceso por separado. Hay que evaluar la
narración como unidad completa, no por cada una de sus partes.

5.2 PRINCIPIOS PARA LA INTERPRETACIÓN DE LAS NARRACIONES


Para ilustrar los puntos de la discusión anterior, hemos seleccionado dos narraciones
principales del Antiguo Testamento para analizarlas en este capítulo. Primero le damos
63

los diez principios siguientes que le ayudarán a evitar errores obvios de interpretación
al tratar de hacer la exégesis de estas y otras historias.

1. Una narración del Antiguo Testamento, por lo general no enseña


directamente una doctrina.
2. Una narración del Antiguo Testamento usualmente ilustra una doctrina que
se enseña con proposiciones en otra parte.
3. Las narraciones informan lo que pasó, no necesariamente lo que debió haber
pasado, ni lo que debe pasar todo el tiempo. Por lo tanto, no todas las
narraciones tienen una aplicación moral identificable.
4. Lo que los personajes de las narraciones hacen no es necesariamente un buen
ejemplo para nosotros. Con frecuencia, es precisamente lo opuesto.
5. La mayoría de los personajes de las narraciones del Antiguo Testamento y sus
acciones son imperfectos.
6. No siempre se nos dice al final de una narración si lo que ocurrió era malo o
bueno. Se espera que podamos juzgar bien con lo que Dios ya nos ha
enseñado directa y categóricamente en la Escritura.
7. Todas las narraciones son selectivas e incompletas. No siempre se dan todos
los detalles pertinentes (Juan 21:25). Lo que aparece en la narración es todo
lo que el autor inspirado pensó que era importante que nosotros supiéramos.
8. Las narraciones no se han escrito como soluciones a todas las cuestiones
teológicas. Tienen propósitos limitados, específicos y particulares y tratan
ciertos asuntos, dejando otros para que sean tratados en otro lugar, de otro
modo.
9. Las narraciones pueden enseñar explícitamente (afirmando algo con claridad)
o implícitamente (implicando algo con claridad, pero sin declararlo).
10. En todos los casos, Dios es siempre el héroe de las narraciones bíblicas.

5.3 EJEMPLOS DE INTERPRETACIÓN DE NARRACIONES


La narración de José
La gran porción de material narrativo que llamamos "narración de José", ocupa los
capítulos 37 y 39-50 del Génesis. Al leer esos capítulos se ve que José es el personaje
humano central en casi todos los puntos. En realidad, su figura domina todo el relato.
64

Leemos acerca del estilo crítico y casi altanero de José (capitulo 37) resultante, quizás,
del favoritismo de su padre (37:3). La insistencia de José por contar sus sueños de
superioridad lo pone en enemistad con sus hermanos (37:10, 11). Sus hermanos lo
venden a los tratantes de esclavos, y le dicen a su padre Jacob que José está muerto. José
es vendido como esclavo en Egipto y llega a ser el exitoso administrador de Potifar
(capítulo 39). ¿Por qué? ¿Fue por su capacidad innata para la administración? La Biblia
identifica claramente la razón: "Jehová estaba con José, .. Jehová estaba con él, y... todo lo
que él hacía, Jehová lo hacía prosperar... Jehová bendijo la casa del egipcio a causa de
José, y la bendición de Jehová estaba sobre todo lo que tenía" (Génesis 39:2-5).
Cualquiera que fuera la capacidad administrativa de José, estaba claro que ocupaba un
lugar secundario con relaciónala intervención de Dios en su vida. Fue encarcelado con
injusticia, pero ascendió a la posición de administrador de los presos. ¿Por qué? La Biblia
no deja lugar a dudas: "Jehová estaba con José y le extendió su misericordia, y le dio
gracia" (39:21; comp. v. 23).

El narrador inspirado indudablemente presenta a Dios como el héroe de la historia, y su


aplicación moral es que Dios estaba con José. Si se quiere aprender de esta narración de
José y se busca otro héroe que no sea Dios, ¿quién sería tal héroe? ¿Sería Jacob, quien
muestra favoritismo entre sus propios hijos? ¿Sería tal vez Potifar, o su esposa, aunque
ambos fueron injustos con José? ¿Sería el carcelero egipcio, cuyo nombre
desconocemos? ¿Sería José mismo, el joven egoísta y demasiado confiado, quien se mete
en aprietos tan fácilmente? Si se escoge a alguno de los anteriores, se pierde el énfasis de
la narración, al desviar la atención lejos de la guía soberana de Dios y de su
manipulación de los acontecimientos.

¿Qué decir de la aplicación moral de la historia? ¿Cometerá usted el mismo error de


algunos predicadores y maestros, que buscan una lección moral en cada suceso de la
vida de José? Si es así, usted puede sacar en conclusión que esta narración enseña que
"no se deben contar los sueños a otros, para no meterse en líos", o "aun los esclavos
pueden progresar, si cultivan su capacidad administrativa", o "a uno le va mejor en la
cárcel, si adquiere experiencia en los negocios antes de su arresto", o "los extranjeros
ascienden más rápido en las posiciones de autoridad que los ciudadanos de un país".
65

En otras palabras, si se busca algo que José fue o hizo, y que los cristianos modernos
debamos copiar para recibir bendición, no se encontrará tal cosa en la narración. Esta
dice lo que Dios hizo con un candidato del cual no se esperaría que tuviera éxito. No
contiene reglas para progresar en los negocios, ni en la vida en general. José va de mal en
peor, y pasa muchos años en la cárcel antes que Dios (no José) disponga su libertad.

La liberación de José de la prisión, debido al don que Dios le había dado de interpretar
sueños (Génesis 40, 41), su exaltación al poder y la oportunidad de ayudar a su familia
durante la época de hambre (Génesis 41-50), y los varios detalles de las narraciones
menores que forman toda la narración de José, en realidad, no señalan nada intrínseco
en José, y nada especialmente ejemplar en sus actos. En vano se buscaría alguna otra
aplicación moral diferente de la que da la Biblia: "Dios estaba con José." Todo el proceso
de la caída y el acceso al poder de José fue obra de Dios. Aun la mala intención de sus
hermanos hacia él fue usada en la estrategia de Dios. Como José mismo les dice a sus
hermanos: "¿Acaso estoy yo en lugar de Dios? Vosotros pensasteis mal contra mí, mas
Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho
pueblo" (50:19, 20).

Toda la cadena de sucesos y narraciones menores que componen la gran narración de


José forma así parte de una narración mayor: el plan de Dios para Israel como nación, y
para la conservación de los Cananeos, egipcios y otros junto con los israelitas durante la
época de hambre. Egipto fue el lugar donde Dios edificó y multiplicó a su pueblo,
mientras lo preparaba para el éxodo y la conquista, que El usaría para darles la tierra de
Canaán como lo había prometido a Abraham.

El estilo de vida de José, sus cualidades personales y sus acciones no nos dicen nada de
lo que podamos derivar principios morales generales. Si usted cree que ha encontrado
algunos, esto es lo que usted quería encontrar en el texto no la interpretación del mismo.

José mismo, al fin, puede reconocer que Dios ha permitido que ocurran todos los
acontecimientos de la narración suya con un propósito mayor. Al final de su vida les dice
a sus hermanos: "Yo voy a morir; mas Dios ciertamente os visitará, y os hará subir de
esta tierra a la tierra que juró a Abraham, a Isaac y a Jacob" (50:24). Dios ocupa el centro
66

de la atención en la narración. El puede realizar lo que quiere. Por medio de personas


imperfectas como José, su familia y el faraón, Dios conservó a mucha gente y comenzó a
crearse para sí un pueblo especial. Allí encontramos la aplicación moral de la historia,
que se centra en la misericordia y la providencia de Dios, lo cual nos lleva a respetar su
voluntad y a confiar en esa providencia.

Si usted cree que ha encontrado algunos, esto es que usted quería encontrar en el texto
no la interpretación del mismo. José mismo, al fin, puede reconocer que Dios ha
permitido que ocurran todos los acontecimientos de la narración suya con un propósito
mayor. Al final de su vida les dice a sus hermanos: "Yo voy a morir; mas Dios
ciertamente os visitará, y os hará subir de esta tierra a la tierra que juró a Abraham, a
Isaac y a Jacob" (50:24).
Dios ocupa el centro de la atención en la narración. El puede realizar lo que quiere. Por
medio de personas imperfectas como José, su familia y el faraón, Dios conservó a mucha
gente y comenzó a crearse para sí un pueblo especial. Allí encontramos la aplicación
moral de la historia, que se centra en la misericordia y la providencia de Dios, lo cual nos
lleva a respetar su voluntad y a confiar en esa providencia.

La narración de Rut
El libro de Rut es breve y completo, es fácil seguir su trama y no es difícil conocer a sus
personajes. Por eso, este libro es una buena ilustración de los principios antes
mencionados, aquí queremos ayudarle a ver que el Espíritu Santo enseña a través de las
narraciones de modo implícito y explícito. La enseñanza explícita es aquella en la cual el
narrador inspirado dice claramente, por ejemplo: "Jehová estaba con José." La
enseñanza implícita está presente en la historia, pero no se declara abiertamente. Se ve
implícita en la historia y no se lee en ella.

La distinción de lo que se enseña de modo explícito puede ser bastante fácil, pero
distinguir lo implícito es más difícil. Para esto se requiere habilidad, esfuerzo, cuidado, y
reverencia por el cuidado que el Espíritu Santo puso al inspirar el texto. Después de
todo, el deseo del lector es aprender de la narración, no poner sus propias ideas en ella.

La historia de Rut se puede resumir así: La viuda Rut, moabita, emigra de Moab a Belén
67

con Noemí, su suegra israelita, quien también es viuda (Rut 1). Rut recoge el trigo dejado
en el campo después de la siega, Booz se hace amigo de ella al oír hablar de su fe y su
bondad con Noemí, quien es su pariente (Rut 2). Por sugerencia de Noemí, Rut le hace
saber a Booz que ella lo ama y espera que él quiera casarse con ella (Rut 3). Booz inicia
el procedimiento legal necesario para casarse con Rut y para proteger los derechos de la
propiedad familiar de su difunto esposo Mahlón. El nacimiento de Obed, el primer hijo
de Booz y Rut, es una gran consolación para Noemí. El nieto de Obed fue el rey David
(Rut 4).
Si usted no está familiarizado con la narración de Rut, le sugerimos que la lea por lo
menos dos veces. Luego, vuelva a empezar y tome nota de los siguientes puntos,
implícitos en la narración:

1. La narración dice que Rut se convirtió a la fe en el Señor Dios de Israel. Lo hace al


informar de las palabras de Rut dichas a Noemí "Tu pueblo será mi pueblo, y tu
Dios mi Dios" (1:16), en vez de decir: "Rut se convirtió". Se espera que podamos
reconocer que, puesto que recibió a Jehová como Dios suyo, fue convertida.
También se confirma de modo implícito que la conversión de Rut fue genuina, y no
solamente de boca, con las palabras de Rut: "Así me haga Jehová, y aun me, añada"
(1:17). Estas palabras implican con claridad, aunque no se diga abiertamente, que
Rut, la moabita que antes adoraba a los dioses moabitas, ahora cree en las normas
de Jehová, el Dios de Israel, y vive según ellas. No cabe duda que la narración nos
dice que Rut se convirtió a la fe del verdadero Dios, aunque eso no se declare
explícitamente en ninguna otra parte.
2. La narración dice de modo implícito que Booz era un israelita justo, que guardaba
la ley de Moisés, aunque muchos otros israelitas no lo hacían. ¿Dónde dice eso? Lea
con cuidado 2:3-13, 2:22, 3:10-12 y 4:9, 10. Estas partes de la narración aclaran
que Booz, según sus palabras, se considera leal a la autoridad de Jehová: que
guarda la ley de la recolección promulgada en Levítico 19:9, 10 (Rut llena los dos
requisitos de esa ley: es pobre y extranjera); que guarda la ley de la redención, de
Levítico 25:23, 24, y que no todos los israelitas eran tan leales a la ley. En realidad,
era peligroso recoger en los campos de las personas que no obedecían a las
obligaciones de recolección establecidas en la ley (2:22).
3. Otra vez, sacamos abundante información de importancia de modo implícito. Esta
68

información es valiosa para nosotros; nos ayuda a seguir la narración y a


interpretarla. Sin embargo, esta información no se nos da de modo explícito.
4. La narración nos dice de modo implícito que la historia es parte del fondo ancestral
del rey David, y por extensión, de Jesucristo. Véase 4:17-21. La genealogía breve
del versículo 17, y la más completa de los versículos 18-21 terminan con el nombre
de David.
5. Este David es el foco, el objetivo de esta porción de la narración. Sabemos por otras
genealogías de la Biblia, que este David es el rey David, el primer gran rey de Israel.
También sabemos por las genealogías del Nuevo Testamento que Jesús,
humanamente hablando, descendió de David. Rut, entonces, fue bisabuela de David
y antepasada de Jesús. Esta es una parte importante de la enseñanza de toda la
narración. Es una historia no sólo acerca de Rut y Booz en cuanto a su fidelidad al
Señor, sino también en cuanto a su lugar en la historia de Israel. Ellos no podían
saberlo, pero fueron personas que el Señor usó en la ascendencia de David y de su
descendiente, Jesús.
6. La narración nos dice implícitamente que Belén era un pueblo excepcional durante
el período de los jueces, a causa de la fidelidad de sus ciudadanos. No es fácil ver
esto en la narración. Se requiere una lectura cuidadosa de toda la narración, con
especial atención a las palabras de todos los participantes en la historia. También
hay que tener conocimiento de la situación general de aquella época en otras
partes de Israel, en contraste con lo que sucedía en Belén. Para esto, hay que
conocer los acontecimientos y temas principales del libre de los jueces, pues el
narrador relaciona a Rut directamente con ese período (1:1 ), Si usted ha leído
Jueces con cuidado, habrá observado que el período de los jueces (alrededor de los
años 12401030 a.C.) se caracterizó por lo general, por la idolatría, el sincretismo
(la mezcla de aspectos de religiones paganas con los de la fe verdadera de Israel),
la injusticia social, los disturbios, la rivalidad entre las tribus, la inmoralidad sexual
y otras manifestaciones de infidelidad. El cuadro presentado en el libro de los
Jueces es muy triste, aunque hay casos aislados en los cuales Dios, en su misericor-
dia, beneficia a Israel o a sus tribus, a pesar de la rebelión generalizada contra El.

¿Qué nos dice en Rut que Belén era una excepción a la regla general de infidelidad? Casi
todo, excepto 2:22, que implica que no todos los habitantes de Belén practicaban la ley
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de la recolección como era debido. Aparte de esto, hay uniformidad. Las palabras de los
personajes mismos demuestran con cuánta conciencia la gente de este pueblo
manifestaba su lealtad al Señor.

Recuerde que todos los personajes mencionados en la narración, excepto Rut y su


hermana Orfa, son habitantes de Belén. Noemí, en tiempos de gran amargura (1:8, 9, 13,
20, 21) o de felicidad (1:16; 2:19, 20), reconoce la voluntad del Señor y se somete a ella.
Booz, por sus palabras, se muestra siempre como adorador y seguidor del Señor (2:11,
12; 3:10, 13), y sus actos confirman sus palabras.

Aun la manera como la gente se saluda, demuestra su lealtad al Señor (2:4). Asimismo,
se ve la fe de los ancianos del pueblo en su bendición sobre el matrimonio y su hijo
(4:11, 12), y de las mujeres, en su bendición a Noemí (4:14). La aceptación de Rut, la
moabita convertida, es un testimonio implícito de la fe de ellos.

Finalmente, el narrador inspirado atribuye los sucesos de importancia al Señor (1:6;


4:13), aunque no podemos tener certeza de si el narrador era de Belén o no, y es casi
seguro que el narrador no participaría de la infidelidad general de su época.

Confirmamos, pues, que después de leer la narración con cuidado (y comparando con
Jueces) no se puede pasar por alto el carácter excepcional de Belén. En ninguna parte de
la narración dice: "Belén era un pueblo famoso por su piedad en aquella época." No
obstante, eso es exactamente lo que dice, con la misma fuerza convincente que tendrían
las palabras”.

Esperamos que los ejemplos dados demuestren que es necesario prestar atención a los
detalles y al desenvolvimiento global de la narración y su contexto para obtener todo su
significado. Lo implícito puede ser tan importante como lo explícito.

5.4 UNA ADVERTENCIA


"Implícito" no significa "secreto". Usted se puede meter en toda clase de líos si trata de
encontrar en el texto los significados que cree que Dios ha "escondido" en la narración.
Eso no es todo lo que se quiere decir con la palabra implícito. Implícito significa que el
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mensaje se puede entender con lo que se dice, aunque no se exprese con muchas
palabras. No se trata de descubrir cosas que nadie puede entender. La tarea consiste en
tomar nota de todo lo que la narración dice en realidad — directa o indirectamente —
pero nunca por comunicación mística o privada. Si uno no puede comunicar con
confianza a otros algo que se enseña implícitamente, para que puedan entenderlo y
captar el mensaje, también probablemente es que uno está leyendo mal el texto. Lo que
el Espíritu Santo ha inspirado, es de beneficio para todos los creyentes. Discierna y
relate lo que reconoce que la historia contiene; ¡no haga una nueva historia (2 Pedro
2:3)!

5.5 PRECAUCIONES FINALES


¿Por qué algunas personas encuentran a menudo en las narraciones bíblicas, cosas que
en realidad no están en ellas, y ponen en la Biblia sus propias nociones, en vez de leer en
la Biblia lo que Dios quiere que sepan? Hay tres razones principales. Primera, porque
están desesperadas por conseguir información que les sea útil, de valor personal, que se
aplique a su propia situación. Segunda, son impacientes; quieren sus soluciones ahora
mismo, en este libro y en este capítulo. Tercera, esperan (equivocadamente) que todo en
la Biblia se aplique directamente como instrucción a su propia vida. La Biblia es una gran
fuente.

Contiene todo lo que un cristiano necesita verdaderamente como guía de Dios para la
vida, pero no siempre contiene respuestas específicas y personales como algunas
personas quisieran, y no contiene toda su información en cada capítulo de cada libro.
Por su demasiada impaciencia en buscar la voluntad de Dios como se encuentra en toda
la Biblia, la gente comete errores y malinterpreta algunas partes de las Escrituras.

Para que usted pueda evitar esa tendencia, incluimos aquí los seis errores de
interpretación más comunes que la gente comete al buscar respuestas en algunas partes
de la Biblia. Aunque todos se aplican a las narraciones, no se limitan a ellas.
1. Alegorización. En vez de centrarse en el significado claro, hay personas que se ponen
a reflexionar en otro significado que no aparece en el texto. Hay porciones alegóricas
en las Escrituras (p.e., Ezequiel 23 o partes del Apocalipsis) pero ninguna de las
alegorías bíblicas es una narración sencilla.
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2. Sin contexto. Algunas personas pasan por alto los contextos históricos y literarios, y a
veces la propia narración, se centran en unidades pequeñas solamente y así
interpretan mal. Al separarse del contexto, pueden hacer que casi cualquier parte de
la Escritura diga lo que ellos quieran.
3. Selección. Es análogo al anterior. Se refiere a la selección de ciertas palabras y frases
para el estudio, mientras se pasan por alto los demás, y se ignora el mensaje de
importancia global que tiene el pasaje estudiado. En vez de buscar el equilibrio entre
las partes y el todo, pasan por alto algunas de las partes y el todo completamente.
4. Combinación falsa. Este método combina elementos aislados en un pasaje y saca
conclusiones de esa combinación, aunque los elementos mismos no estén
directamente conectados en el pasaje. Un ejemplo extremo de este error común de
interpretación sería la conclusión de que los enemigos de uno están en la propia
iglesia, y no fuera de ella, porque en el Salmo 23 David dice que morará en la casa de
Jehová por "largos días", y que Dios le ha preparado mesa delante de sus
"angustiadores". (Los enemigos, por tanto deben estar en la casa de Dios junto con
David, o de lo contrario no podría estar en su presencia.)
5. Nueva definición. Cuando el significado sencillo del texto deja a la gente fría, no
produce un deleite espiritual inmediato, o dice algo que la gente no quiere oír, con
frecuencia se siente tentada a dar una nueva definición para conseguir un significado
diferente. Por ejemplo, se toman las palabras de Jesús: "¡Ay de vosotros, ricos...!" y
"¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros!" (Lucas 6:24,
26) y se presentan de manera que cambien su significado llano: "¡Ay de ustedes que
aman tanto el dinero, que han renunciado a su fe en Dios!" y "¡Ay de ustedes, que se
han vuelto ateos para ganar las alabanzas de los mundanos infieles!" Esto es, la
nueva definición se ha limitado tanto, que ya no constituye peligro para las personas
que definen.
6. Autoridad extra-canónica. Es el uso de alguna clave externa para la interpretación de
las Escrituras, generalmente un conjunto de doctrinas o un libro que pretenda
revelar verdades bíblicas "que no se pueden saber de otro modo". Con esto, hay
quienes suponen que pueden resolver los misterios de la Biblia. Las sectas falsas
generalmente se fundan en una autoridad extra-canónica, y tratan la Biblia como una
serie de adivinanzas cuya solución necesita un conocimiento especial.
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Quizá la precaución más útil que se pueda tener al leer para aprender de las narraciones
es ésta: No trate de imitar o hacer todo lo que lee en la Biblia. No hay ninguna narración
de la Biblia escrita especialmente para usted. La narración de José es acerca de José y lo
que Dios hizo a través de él; no una narración acerca de usted. La narración de Rut exalta
la protección de Dios y su beneficio hacia Rut y los habitantes de Belén; no directamente
hacia usted. Usted siempre puede aprender mucho de estas narraciones, y de todas las
narraciones de la Biblia, pero nunca debe suponer que Dios espera que usted haga las
mismas cosas que hicieron los personajes de la Biblia, ni que le ocurra a usted lo mismo
que a ellos. En el capítulo 6 se habla más de este punto.

Los personajes de la Biblia son a veces buenos, a veces malos, en ocasiones sabios, y
también necios. Algunas veces son ricos, otras miserables; son castigados, o se tiene
misericordia de ellos.

Su tarea es aprender la Palabra de Dios de las narraciones acerca de ellos, no tratar de


hacer todo lo que se hizo en la Biblia. El hecho de que alguien haya hecho algo en la
historia bíblica, no significa que usted tenga permiso u obligación de hacer lo mismo
también.

El deber del cristiano es obedecer, y hacer lo que Dios le pide que haga a través de las
Escrituras. Las narraciones son muy valiosas para nosotros, porque demuestran
vívidamente la participación de Dios en el mundo e ilustran sus principios y su
llamamiento. Nos enseñan mucho, pero lo que nos enseñan directamente no incluye la
ética personal de modo sistemático. Para encontrarla, debemos estudiar en otros lugares
de las Escrituras donde se enseña de modo realmente explícito y categórico. Se deben
considerar la riqueza y la variedad de las Escrituras como recursos de gran valor, nunca
como una carga complicada.
Apreciado estudiante, ahora le invita a realizar la lectura complementaria
No.1 Sobre el tema “El contexto histórico del Antiguo Testamento”, por
Samuel Pagán. Analice el aporte que le puede dar a su ejercicio de
interpretación, el conocimiento de dichos contextos. Regrese a este punto
para continuar su estudio.

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