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Este documento presenta una lección bíblica sobre los diferentes nombres de Dios mencionados en el Antiguo y Nuevo Testamento, enfocándose en cómo estos nombres se relacionan con la oración. Explica que los principales nombres de Dios en el Nuevo Testamento son Dios, Señor y Jesús, y describe los significados y usos de cada uno de estos nombres en las Escrituras. El objetivo es inspirar a los creyentes a fortalecer su vida de oración dirigiéndose a Dios por sus diferentes nombres revelados.

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Este documento presenta una lección bíblica sobre los diferentes nombres de Dios mencionados en el Antiguo y Nuevo Testamento, enfocándose en cómo estos nombres se relacionan con la oración. Explica que los principales nombres de Dios en el Nuevo Testamento son Dios, Señor y Jesús, y describe los significados y usos de cada uno de estos nombres en las Escrituras. El objetivo es inspirar a los creyentes a fortalecer su vida de oración dirigiéndose a Dios por sus diferentes nombres revelados.

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Comunidad Apostólica Hosanna

Redes de Discipulado

Lección del 19 al 25 de Marzo de 2023

Apóstol Edwin Álvarez

Página Web: www.edwinalvarez.org

SANTIFICADO SEA TU NOMBRE

“Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre”.
(Mateo 6:9)

Habiendo estudiado todos los nombres de Dios conocidos por los discípulos del Señor, tal
como han sido revelados en el Antiguo Testamento, resultará conveniente realizar un
abordaje a los nombres de Dios del Nuevo Testamento, ya que la Oración Modelo nos instruye
orar así: “Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu nombre”.

Partimos de la realidad histórica de que los discípulos del Señor únicamente conocían los
nombres de Dios revelados en los libros comprendidos entre Génesis y Malaquías. Sin
embargo, el Nuevo Testamento, rico en enseñanzas sobre la oración, añade a nuestro acervo
espiritual otros nombres divinos a los que también podemos invocar cuando oramos.

Recordemos que el Antiguo Testamento fue escrito en hebreo, en tanto que el Nuevo
Testamento se plasmó en griego. Este doble rostro lingüístico nos conduce a estudiar los
nombres que el Nuevo Pacto registra con respecto al Destinatario de las oraciones de los
santos.

Al dirigir nuestra mirada a los nombres de Dios del Nuevo Testamento, lo hacemos únicamente
en su relación con la oración. No debe, pues, interpretarse esta enseñanza como un estudio
teológico, sino más bien, como una lección introductoria para inspirarnos y motivarnos a
fortalecer nuestra vida de oración.

DIOS.

Tanto en el Antiguo Pacto, como en el Nuevo Pacto, quienes oran, mayoritariamente, se


dirigen a Dios.
Nuestra palabra Dios es la traducción del griego Theos, misma que a su vez es el equivalente
de Él o Elohim del Antiguo Testamento hebreo.

Nuestra palabra Dios no puede expresar a plenitud lo que Theos o Elohim significan. La idea de
omnicomprension, vibrante en el texto bíblico original, requiere de ser desmenuzado, para su
mejor entendimiento.

Los escribas judíos que tradujeron el Antiguo Testamento al griego, en la versión conocida
como la Septuaginta escogieron la palabra Theos para denotar al Dios único y verdadero.
Llamada también la versión de los Setenta (LXX) los traductores enfocaron su trabajo en
producir un texto fiel al original, pero de fácil lectura a los judíos de la diáspora que no podían
leer el idioma hebreo. Tanto Elohim como Jehová son traducidos indistintamente como Theos.

Con el término Theos los escribas hebreos quisieron expresar el concepto omnicomprensivo
que encierran los nombres ELOHIM y JEHOVA. Es de extrema importancia, pues, que
asimilemos que Theos-Dios, indica el poder, la preeminencia, la existencia no originada, la
inmutabilidad, la eternidad, la autosuficiencia y el poder de Aquel a quien oramos.

Todos los atributos del Dios del Antiguo Testamento se repiten en el Theos del Nuevo
Testamento. En consecuencia, nosotros oramos al mismo Dios que le dio promesas a Adán y
Eva, y a quien invocaron en oración hombres y mujeres como Noé, Enoc, Noé Abraham, Isaac,
Jacob, Moisés, Josué, Débora, Ana, Samuel, David, Elías, Eliseo, Isaías, Jeremías, Ester y todos
los personajes sobresalientes del Antiguo Testamento.

Theos es el Dios único y verdadero. “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es”.
(Deuteronomio 6:4) “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres,
Jesucristo hombre”. (1ª Timoteo 2:5)

Theos posee existencia propia, no originada, sin principio y sin fin, (Juan 5:26). Theos es
inmutable y eterno. (Santiago 1:17) (Romanos 1:20); poder infinito, (Mateo 19:26);
conocimiento ilimitado, (Hechos 2:23); poder creador, (Romanos 11:36); santidad absoluta, (1ª
Pedro 1:15); justicia perfecta, (Juan 17:25); fidelidad inamovible, (1ª Corintios 1:9); amor
incondicional, (1ª Juan 4:8); misericordia compasiva, (Romanos 9:15,18) y bondad extrema.
(Lucas 18:19). Además, Dios es verás, por tanto, es conocido como Verdadero. (Juan 17:3)

Todo lo que representa la naturaleza y los atributos de Dios se concentra en Theos. Por tanto,
cuando oramos, nos comunicamos con el Dios único y verdadero, eterno, inmutable,
poderoso, Dios de amor, de bondad, de misericordia, de gracia y fidelidad.
Santifiquemos a Dios, adorando su nombre y orando con fe. Amen

SEÑOR

Señor es la traducción castellana del griego “Kurios”, vocablo asociado a poder, autoridad,
dominio, soberanía y señorío.

En un esfuerzo por sintetizar lo más importante del nombre de Dios “SEÑOR”, hemos de
indicar que los escritores del Nuevo Testamento lo utilizan para referirse tanto a Dios el Padre,
como a Jesús. De allí que es necesario concluir que para los apóstoles Jesús no solamente es El
salvador, si no, Dios mismo.

Jesús, por sí y ante sí, asumió el título de Señor. “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará
en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre
echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?” (Mateo 7:21-22) “Rogad,
pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies”. (Mateo 9:38)

La revelación de Jesús como Señor fue gradual en el caso de los apóstoles, siendo asimilada en
su plenitud después de la Resurrección de Cristo.

Tomás, después de comprobar por experiencia propia, que estaba frente al cuerpo que había
sido crucificado y sepultado, exclamó: “Señor mío, y Dios mío”. “Ocho días después, estaban
otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y
se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis
manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. Entonces
Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío!” (Juan 20:26-28)

Después de la Resurrección del Señor, el Nuevo Testamento evidencia que Kurios únicamente
se utilizó para dirigirse a Dios o al Señor Jesús. “Alabando a Dios, y teniendo favor con todo el
pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos”. (Hechos 2:47) “Y
ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu
palabra, mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios
mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús”. (4:29-30).

Pedro, en su primer sermón, y también primer sermón de la era de la iglesia, declara: “Dios le
ha hecho Señor”, refiriéndose a Jesús. “Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que
a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo”. (Hechos 2:36)
De igual manera, Pedro se refiere a Jesús como Señor en la casa de Cornelio. “Dios envió
mensaje a los hijos de Israel, anunciando el evangelio de la paz por medio de Jesucristo; éste
es Señor de todos”. (Hechos 10:36)

El apóstol Santiago utiliza Kurios para referirse a Dios y también al Señor Jesús. “No piense,
pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor”. (Santiago 1:7) “En lugar de lo cual
deberíais decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello”. (4:15) “He aquí, clama
el jornal de los obreros que han cosechado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido
pagado por vosotros; y los clamores de los que habían segado han entrado en los oídos del
Señor de los ejércitos. Hermanos míos, tomad como ejemplo de aflicción y de paciencia a los
profetas que hablaron en nombre del Señor. He aquí, tenemos por bienaventurados a los que
sufren. Habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy
misericordioso y compasivo”. (5:4,10-11)

Pablo emplea igualmente, consuetudinariamente, Kurios para designar al Señor Jesús. “Gracia
y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo”. (1ª Corintios 1:3) y muchos
otros pasajes así lo confirman.

Kurios es, en resumen, un título que identifica la divinidad de Jesús. Jesús invita a orar en su
nombre. “Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea
glorificado en el Hijo”. (Juan 14:13) “En aquel día no me preguntaréis nada. De cierto, de cierto
os digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará”. (Juan 16:23)

La iglesia apostólica se apropió de estas promesas y oraba al Señor Jesús. “Por tanto, queda un
reposo para el pueblo de Dios”. (Hechos 4:29)

Santifiquemos el nombre de nuestro glorioso Señor orando en el nombre del Señor Jesucristo.
Amén

JESÚS.

Jesús fue el nombre designado por el ángel para el Mesías, antes de nacer en Belén.

Jesús significa literalmente Salvador. El nombre de Jesús estará asociado primariamente con
salvación. Hemos de entender que la salvación en el concepto bíblico es integral, lo que
significa que involucra perdón de pecados, vida eterna, liberación, sanidad y bendición total.
Todo lo que se ha expuesto en el punto anterior sobre el Señor es aplicable también a Jesús.
“Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os
será hecho”. (Juan 15:7)

Después de la Resurrección del Señor, los apóstoles se apropiaron de la deidad del nombre de
Jesús, de tal manera que todo lo hacían en el nombre de Jesús. “Y les dijo: Id por todo el
mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo;
más el que no creyere, será condenado. Y estas señales seguirán a los que creen: En mi
nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes,
y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y
sanarán. Y el Señor, después que les habló, fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la
diestra de Dios. Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y
confirmando la palabra con las señales que la seguían. Amén”. (Marcos 16: i5-20)

“Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo
de Nazaret, levántate y anda. Y tomándole por la mano derecha le levantó; y al momento se le
afirmaron los pies y tobillos; y saltando, se puso en pie y anduvo; y entró con ellos en el
templo, andando, y saltando, y alabando a Dios”. Hechos 3:6-8

“Y halló allí a uno que se llamaba Eneas, que hacía ocho años que estaba en cama, pues era
paralítico. Y le dijo Pedro: Eneas, Jesucristo te sana; levántate, y haz tu cama. Y en seguida se
levantó”. (Hechos 9: 33-34)

Pedro predica sobre la preeminencia y autoridad del nombre de Jesús. “Y en ningún otro hay
salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser
salvos”. (Hechos 4:12)

Pablo expresa la superioridad y la autoridad del nombre de Jesús. “Haya, pues, en vosotros
este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser
igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de
siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí
mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le
exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de
Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y
toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre”. (Filipenses 2:5-11)

Todos los escritores de las epístolas, así como Juan en el Apocalipsis, declara la divinidad del
nombre de Jesús.

En síntesis, orar a Jesús que es orar a Dios y esperar de Él respuesta con plena certeza.
Theos, -Dios- Kurios -Señor- y Jesús, tres nombres que nos invitan a orar. Oremos y
santifiquemos así el nombre de nuestro Dios. Amén

Aplicación personal:

¿Quién es Dios para ti?

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¿Es Jesús tu Kurios?

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¿Cómo es tu relación con Jesús?

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¿Cómo te ha edificado esta lección en relación con: “Santificado sea tu nombre”?

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