Sub - competencia
2.3. Reconoce y valora los efectos negati vos de las intervenciones de Estados Unidos
en el cuerpo social y políti co panameño.
Las fatales consecuencias de la invasión estadounidense se han intentado
contabilizar, pero la dimensión de los hechos y la confusión de aquellos
años hacen que esta tarea sea difícil.
El 20 de diciembre de 1989 Estados
Unidos invadía Panamá, en lo que
luego se conocería con el nombre de
“Causa Justa”, una operación que
involucró a 25.000 soldados
estadounidenses, además de las
tropas que habitualmente permanecían
en las bases cercanas al Canal de
Panamá.
Su objetivo era capturar al entonces
presidente Manuel Antonio Noriega, militar y político que mantenía el poder en el
país istmeño. Su mandato comenzó en 1983, sucediendo a Rubén Darío Paredes
y a Omar Torrijos.
De ser uno de los más fieles colaboradores de la Agencia Central de Inteligencia
(CIA) y la Administración para el Control de Drogas (DEA), Noriega pasó a
convertirse en enemigo de Washington.
El conflicto vino cuando Noriega anunció que debía abandonar el territorio la
Escuela de las Américas de EE. UU., una academia militar que había funcionado
en Panamá desde 1946, calificada por los medios como la «escuela de asesinos»,
donde él mismo se había formado.
Luego de dirigir a la nación centroamericana una campaña de acciones
encubiertas para desestabilizarla, el entonces presidente de EE.UU., George Bush
(padre), justificó la invasión basada en cuatro razones: por un lado, la protección
de las vidas de ciudadanos estadounidenses residentes en Panamá; por otro, la
restauración del sistema democrático y el querer asegurar el buen funcionamiento
del canal; además de prometer capturar al general Noriega para su conducción a
la justicia estadounidense.
No obstante, documentos secretos revelados mucho tiempo después daban
cuenta de las verdaderas intenciones de la Casa Blanca con esta inverosímil
operación. Una de ellas era abrogar los tratados que involucraban al Canal de
Panamá, y asegurar su control más allá del año 2000 y, por otra parte, cancelar
los contratos con Japón para las alternativas al Canal y cortarle su ascenso al
poder mundial.
Entre los primeros objetivos
perseguidos por los invasores
estuvieron los cuarteles militares
de las Fuerzas de Defensa de
Panamá, pero las acciones en
dichos sitios repercutieron en las
áreas civiles aledañas,
afectadas tanto por la acción
directa de las tropas
estadounidenses como por el
posterior saqueo.
Lo que al inicio iría enfocado a las fuerzas militares panameñas, se extendió a la
población civil y la infraestructura de varias zonas residenciales. Las cifras de
muertos y heridos fueron dramáticas y varían en dependencia de las fuentes.
Según datos ofrecidos por la Iglesia católica, a causa de la invasión se produjeron
655 muertes de panameños, de los cuales 314 eran militares y 341 civiles. En
cuanto a los heridos, la cifra asciende a 2.007, y de ellos solo 124 militares.
Mientras tanto, el Instituto de Medicina Legal de Panamá registró 255 muertes y
93 desapariciones. De estos últimos, 39 correspondían a militares, el resto eran
civiles.
El Comité Panameño de Derechos Humanos, por su parte, contabilizó 556
muertos y 93 desapariciones, y otros organismos como la Asociación de
Familiares de los Caídos el 20 de diciembre de 1989, fija el número de víctimas en
alrededor de 4.000.
Por el lado estadounidense el Comando Sur dio cuenta de 26 muertos y 324
heridos. A pesar de las divergencias, cualquiera de las cifras que se tome como
referencia será alta.
Además de las pérdidas humanas, esta invasión ocasionó la destrucción de gran
parte de la infraestructura del país, dejando a miles de personas sin hogar,
obligadas a desplazarse de sus domicilios, refugiándose en otros territorios.
Aunque la Ciudad de Panamá fue la más golpeada por esa operación bélica,
también hubo víctimas en Colón y Río Hato. Estas zonas, según Comisión
Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), «fueron bombardeadas e
incendiadas indiscriminadamente». Otra de las áreas residenciales más afectadas
fue El Chorrillo, donde habitaban más de 30.000 personas en unas 20 hectáreas.
El alto número de hogares y edificaciones afectadas por la invasión da muestras
de que las tropas norteamericanas no hicieron el menor esfuerzo por limitarse a
blancos militares, y evitar daños a las vidas y bienes de la población civil
panameña.
El resultado fue que, según la demanda presentada ante la CIDH, 18.000
personas civiles quedaron sin techo.
A pesar de las promesas de los invasores de compensar los daños causados en
las viviendas de estos refugiados, lo cierto es que no ha sido suficiente para los
afectados.
Un estudio del Instituto noruego para Investigación en Economía y Administración
de Negocios (SNF) destacó que en el sector financiero la gran mayoría del dinero
«es de origen estadounidense, lo que convierte a Panamá en el mayor paraíso
fiscal con influencia estadounidense».
De este modo, durante los primeros años del segundo milenio miles de empresas
se radicaron en el país, y cientos de multinacionales se han instalado.
Esta realidad contrasta con los índices de pobreza que exhibe Panamá. En las
ciudades panameñas actualmente coexisten los grandes rascacielos, propiedad
de lucrativas empresas, y las paupérrimas viviendas de los ciudadanos comunes.
En 1997, el 37.3 por ciento de la población estaba en condición de pobreza,
incluyendo 18.8 por ciento en pobreza extrema. En 2017, la situación no había
cambiado mucho, pues de acuerdo con datos de la Comisión Económica para
América Latina y el Caribe (CEPAL), la pobreza se mantenía en 20.7 por ciento
más 9.8 por ciento de pobreza extrema, o sea, una tasa general de 30.5 por
ciento.
Aun hoy para las miles de víctimas de estos sucesos no se ha hecho justicia, y
varios colectivos panameños se pronuncian cada año en esta fecha para rendir
tributo y exigir justicia.
¿Qué consecuencias dejó la invasión de EE.UU. a Panamá en 1989?
(comision20dediciembrede1989.org.pa)
Contenidos
2.3. La militarización de la Zona del Canal y las intervenciones de EUA en la vida
socio – políti ca panameña.
ΕΙ militarismo en Panamá inaugura, tal como
lo conocemos hoy, con el desembarco de los
“marines”, norteamericanos en las playas de
Colón en 1904.
El MILITARISMO EN PANAMÁ
En la naciente República de Panamá el
militarismo no es una alianza entre clases –
una expresión del populismo (como lo llegó a
ser entre 1969 y 1986). El militarismo en
Panamá expresa las contradicciones
imperialistas a escala mundial y su expresión
en el Caribe donde EEUU se declaró la
potencia regional. La necesidad de EEUU de tener una vía rápida hacia sus
posesiones territoriales en la costa occidental norteamericana, la lleva a construir
el Canal de Panamá.
BASES MILITARES
El gobierno panameño disolvía el Ejército nacional que había tenido un papel
significativo en el movimiento de independencia de noviembre de 1903. La
oligarquía panameña – la clase transitista entendió, desde un principio, que su
sobrevivencia no dependia de un Ejército nacional sino de la presencia militar de
la nueva potencia.
EEUU convirtió el Ejército en una policía cipaya a las órdenes de un inspector
general norteamericano. EEUU construyó rápidamente una colonia militar en la
Zona del Canal de Panamá.771906
HECHOS OCURRIDOS EN 1906
En 1906, Washington responsabilizó a su Ejército para que asumiera la
construcción del Canal y, al mismo tiempo, que administrara la nueva colonia. La
Zona del Canal, con apenas mil kilómetros cuadrados, se impuso sobre la nueva
República con 77 mil kilómetros cuadrados. El “enclave” de tránsito no tiene las
funciones clásicas de ser exportador de materias primas al mercado mundial. Su
función en el siglo XX fue servirle a la estrategia norteamericana para consolidar
su poder en la región y, además, como futuro trampolín en su expansión mundial.
Hernán Porras señalaría que la pequefia oligarquía de la ciudad de Panamá – que
él llamaba los “capitalinos blancos” – logró sobrevivir gracias a su habilidad para
negociar con EEUU la construcción del Canal y la creación de la República. Esta
oligarquia había sido derrotada por los “liberales populares” en la guerra civil de
los Mil Días (1899 1902). En esa misma guerra, según Porras, la oligarquía
“terrateniente” del interior Fdi- del país – aliada de los “capitalinos blancos” – no
sólo había sido derrotada, fue destruida como clase para nunca más levantarse.
”El militarismo en Panamá expresa las contradicciones imperialistas a escala
mundial y su expresión en el Caribe donde EEUU se declaró la potencia regional.”
UBICACIÓN DE BASES… MILITARES.
En los cinco siglos de historia de Panamá, su posición geográfica ha sido cotizada
por los imperios con proyectos de expansión comercial y militar globales. Sobre
sus costas se establecieron intereses que aprovechaban el Istmo para realizar sus
transacciones y, al c mismo tiempo, las guarniciones necesarias para defender la
posición estratégica. Los trabajadores manifestaban su descontento con la
subordinación en forma creciente. Quizás fue a mediados del siglo XX cuando
estas búsquedas por alternativas políticas llegaron a su punto culminante.
El militarismo en Panamá, entonces, no es producto del desarrollo nacional.
Es el producto de alianzas coyunturales que tienen a la cabeza la potencia
norteamericana y a los sectores que aparece en las luchas intestinas panameñas.
La militarización de Panamá que reflejan los crecientes decretos gubernamentales
responde a la visión de EEUU para rodear a Colombia en una operación que le
permita sostener la evitando que caiga en manos de una insurrección armada.
La clase transitista, que se han plegado a esta visión de EEUU, no tiene proyecto
nacional por lo que la presencia de una institución militar le es totalmente
indiferente. En esta coyuntura los liberales tampoco tienen aspiraciones de ese
Tipo.
Los residuos de un proyecto populista (burguesía productiva y clase obrera) no
aparecen en el horizonte para justificar la recreación de una institución militar.
La versión militarista panameña se consolidó a mediados del siglo XX con la
presencia de un Ejército de ocupación en la Zona del Canal. Los espacios que
pudieron haberse abierto para la negociación eran inmediatamente cerrados por
EEUU.
En 1941 destituye de la Presidencia a Arnulfo Arias (heredero de la tradición de
Acción Comunal), en 1955 asesina al presidente Remón, y sigue una cadena de
acciones contra los jefes militares panameños: en 1969 exilia a Boris Martínez, en
1981 accidenta a Torrijos y en 1989 secuestra y condena a una pena de cárcel a
Noriega
La invasión norteamericana de 1989 interrumpe lo que parecía ser un proceso en
permanente crecimiento del militarismo en Panamá. Los transitistas regresaron al
poder y pidieron que EEUU se convirtiera en el protector de su dominación. Al
mismo tiempo, sometieron a la nueva Policía a una política de “shock”
reduciéndola a vigilante con pito y tolete.
Los transitistas regresaban a la experiencia de 1904 con la disolución del Ejército
comandado por Esteban Huertas.
El ESTADO PANAMEÑO
El estado panameño, desde la invasión militar de EEUU en 1989, no ha
organizado estamentos de inteligencia o militares independientes de EEUU.
Incluso, la Policía Nacional es asesorada por especialistas de las Fuerzas de
Defensa de Israel y el Ejército de Colombia, ambos en estrecha colaboración con
el Comando Sur de EEUU.
En 1999 la presidente Mireya Moscoso autorizó el inicio de negociaciones con
EEUU para la realización de maniobras militares y la construcción de bases con
miras a intervenir en la guerra civil colombiana. Durante la gestión de Moscoso se
aprobaron cuatro acuerdos militares con EEUU.
EL PANAMÀ DE HOY.
Hace 26 años que Panamá, por enmienda constitucional, no tiene ejército. Fue
disuelto tras la invasión del 20 de diciembre de 1989, orquestada y ejecutada por
Estados Unidos. Desde entonces, la economía ha crecido de forma sostenida y
siete presidentes de distintos partidos fueron elegidos por voto popular para
gobernar un país cuya prosperidad es el revés de una profunda desigualdad: la
sexta a nivel mundial.
Eso convirtió a Panamá en una rareza en la región, junto a Costa Rica: una
democracia sin fuerzas armadas.
El país sepultó la estructura en 1990, cuando creó la Fuerza Pública, encargada
de la seguridad y la defensa nacional tras el legado de represión de las Fuerzas
de Defensa (FFDD), el brazo armado de la dictadura que controló el país entre
1968 y 1989. Pero el poder de la bota sigue rondando aquí. Algunas de las
estructuras y vicios heredados de los militares persisten.
EEUU insiste en realizar anualmente maniobras militares en torno al Canal de
Panamá con supuestos “aliados” panameños y de otros 15 países
latinoamericanos. Durante estos ‘juegos’ militares EEUU asume abiertamente el
control territorial del país. En el proceso delega a terceros países
responsabilidades soberanas panameñas.
En la Constitución Política panameña se establece en forma explícita que el país
no tiene un ejército. Igualmente, señala que la soberanía es inalienable e
intransferible.
Panamá es ocupada todos los años por tropas norteamericanas con el supuesto
de que el Canal está en peligro. Según un comunicado del Comando Sur (con
base en Miami), “el Ejército Sur de EEUU y las fuerzas armadas y de seguridad de
17 naciones participan del ejercicio anual Panamax”
El militarismo es una consecuencia de contradicciones y se puede combatir
conociendo su inserción en la formula política de los gobernantes. En el caso de
Panamá, el militarismo es una consecuencia de la imposición por parte de EEUU
de sus políticas de “seguridad nacional”.
Revista De Militarización de la Zona del Canal (calameo.com)