CLAUSULAS LITURGICAS PARA ANTES DE
LAS EUCARISTÍAS
Pbro. Cruz De la Cruz Hernández
8/12/2022
IGMR = Instrucción General del Misal Romano
Nota: Al presentar cada cláusula, debe hacerse de la siguiente manera: Clausula Litúrgica numero #:
luego se lee lo que dicta la cláusula.
1
Cuando iba a celebrar con sus discípulos la Cena pascual, en la cual instituyó el
sacrificio de su Cuerpo y de su Sangre, Cristo el Señor, mandó preparar una sala grande,
ya dispuesta (Lucas 22, 12). La IGMR en el numeral primero expresa que: La Iglesia ha
considerado siempre que a ella le corresponde el mandato de establecer las normas relativas
a la disposición de las personas, de los lugares, de los ritos y de los textos para la
celebración de la Eucaristía. IGMR numeral 21: Así, pues, esta Instrucción General del
Misal Romano, se propone dar, tanto los lineamientos generales con los cuales se ordene
idóneamente la celebración de la Eucaristía, como exponer las normas para la disposición
de cada forma de celebración.
2
La IGMR en su numeral 45 indica que todos los fieles al ingresar al templo deben
guardar silencio hasta el momento que inicia la Eucaristía. El silencio a de guardarse, en
secretaría y sacristía, como también en todos los lugares cercanos al templo. Esto es, lo que
en orden a la Eucaristía se llama: el primer sagrado silencio.
3
Al comenzar la monición ambiental todos los fieles deben estar atentos. Al comienzo
del canto inicial todos se ponen en pie, excepto los que por motivos de salud o ancianidad
no puedan hacerlo.
4
A la invocación trinitaria hecha por el sacerdote que preside la Eucaristía, al responder
el “Amén” los fieles deben hacerlo fuerte y claro.
5
La IGMR en su numeral 45, indica que durante el acto penitencial, todos los fieles deben
guardar silencio. Este es el segundo “sagrado silencio” que debe observarse para la
vivencia de la Eucaristía. Durante este sagrado silencio, cada uno hemos de reconocer con
humildad nuestros pecados y pedirle perdón a Dios, primero de manera personal, para
luego hacerlo comunitariamente.
6
La IGMR en su numeral 45, indica que después de la invitación del sacerdote a orar
“oremos” debe guardarse el tercer “sagrado silencio” en el cual todos hemos que poner en
manos de Dios las peticiones que traigamos en nuestros corazones, para que luego en la
oración, conocida como “Oración Colecta” sean ofrecidas a Dios por manos del sacerdote.
7
La IGMR en el numeral 29, expresa que cuando se leen las sagradas Escrituras en la
Iglesia, Dios mismo habla a su pueblo, y Cristo, presente en su palabra, anuncia el
Evangelio. Las lecturas de la Palabra de Dios, que proporcionan a la Liturgia son un
elemento de máxima importancia, deben ser escuchadas por todos con veneración. Los
elegidos para proclamar las lecturas deben prepararse con anticipación. El salmo se
recomienda que sea cantado, de no ser cantado, quien ha sido elegido para proclamar el
salmo debe prepararse con anticipación.
8
La IGMR en el numeral 45 indica que después de la homilía (predicación) del sacerdote,
debe dejarse espacio para el tercer “sagrado silencio”. Este sagrado silencio es un espacio
para meditar la palabra proclamada y reflexionada.
9
La IGMR en el numeral 30, indica que entre las cosas que se asignan al sacerdote, ocupa
el primer lugar la Plegaria Eucarística, que es la cumbre de toda la celebración.
10
La IGMR en el numeral 32, expresa que la naturaleza de las partes “presidenciales” es
decir; lo que le corresponde al sacerdote en la Eucaristía, exige que se pronuncien con voz
clara y alta, y que todos las escuchen con atención. Mientras el sacerdote las dice, no se
tengan cantos ni oraciones y callen el órgano y otros instrumentos musicales.
11
IGMR numeral 34: Ya que por su naturaleza la celebración de la Misa tiene carácter
“comunitario”, los diálogos entre el celebrante y los fieles congregados, así como las
aclamaciones, tienen una gran importancia, puesto que no son sólo señales exteriores de
una celebración común, sino que fomentan y realizan la comunión entre el sacerdote y el
pueblo. La IGMR en el numeral 35, indica que las aclamaciones y las respuestas de los
fieles a los saludos del sacerdote y a las oraciones constituyen el grado de participación
activa que deben observar los fieles congregados en cualquier forma de Misa. Las
respuestas de la asamblea deben ser fuertes, cargadas de convicción, alegres de estar
presentes ante nuestro Señor Jesucristo, que ofrece su sacrificio por nuestra santificación.
12
La IGMR en el numeral 42, indica que los gestos y posturas corporales, tanto del
sacerdote, del diácono y de los ministros, como del pueblo, deben tender a que toda la
celebración resplandezca por el noble decoro y por la sencillez, a que se comprenda el
significado verdadero y pleno de cada una de sus diversas partes y a que se favorezca la
participación de todos. Se debe prestar atención a estas cosas que se establecen en esta
Instrucción general (La Liturgia no es cuestión de gustos particulares, por eso debe
obedecerse lo que la Iglesia a dispuesto en sus documentos). La uniformidad de las
posturas, que debe ser observada por todos participantes, es signo de la unidad de los
miembros de la comunidad cristiana congregados para la sagrada Liturgia: expresa y
promueve, en efecto, la intención y los sentimientos de los participantes. No observar las
posturas dentro de la Misa es quebrantar la unidad de la Asamblea, salvo el caso de los que
por enfermedad o ancianidad no pueden observarlas.
13
La IGMR en el numeral 43, indica que los fieles están de pie desde el principio del canto
de entrada, o bien, desde cuando el sacerdote se dirige al altar, hasta la “Oración Colecta”
inclusive; al canto del Aleluya antes del Evangelio; Durante la proclamación del
Evangelio; Mientras se hacen la profesión de fe y la oración universal; Desde la invitación
Oren, hermanos, antes de la oración sobre las ofrendas, hasta el final de la Misa.
14
La IGMR en el numeral 43, indica que los fieles estarán sentados mientras se proclaman
las lecturas antes del Evangelio y el salmo responsorial; Durante la homilía y mientras se
hace la preparación de los dones para el ofertorio; también, Mientras se guarda el sagrado
silencio después de la Comunión.
15
La IGMR en el numeral 43, indica que los fieles estarán de rodillas, a no ser por causa
de salud, por la estrechez del lugar, por el gran número de asistentes o que otras causas
razonables lo impidan, durante la consagración. Pero los que no se arrodillen para la
consagración, que hagan inclinación profunda mientras el sacerdote hace la genuflexión
después de la consagración. Es decir; estarán de rodillas desde que el sacerdote posa sus
manos sobre el pan y el vino hasta que levanta el pan en la patena y el vino en el cáliz,
ambos juntos. Están dispensados de arrodillarse los que por alguna enfermedad o
ancianidad, no puedan hacerlo. IGMR numeral 43: Para conseguir esta uniformidad en los
gestos y en las posturas en una misma celebración, obedezcan los fieles a las moniciones
que hagan el diácono o el ministro laico, o el sacerdote, de acuerdo con lo que se establece
en el Misal.
16
La IGMR en el numeral 13, citando al Concilio Vaticano II (CVII), tratando el punto
de la participación activa de los fieles en la Eucaristía, cita textualmente lo siguiente: Con
mayor interés aún, el Concilio Vaticano II al recomendar especialmente que “la
participación más perfecta es aquella por la cual los fieles, después de la Comunión del
sacerdote, reciben el Cuerpo del Señor, consagrado en la misma Misa” exhorta a llevar a
la práctica otro deseo de los Padres Tridentinos, a saber, que para participar más
plenamente en la Eucaristía, “no se contenten los fieles presentes con comulgar
espiritualmente, sino que reciban sacramentalmente la comunión eucarística.
17
La IGMR en el numeral 39, expone lo siguiente: Amonesta San Pablo a los fieles que
se reúnen esperando unidos la venida de su Señor, que canten todos juntos salmos, himnos
y cánticos inspirados (cfr. Col 3,16). El canto es signo de la exultación del corazón (cfr.
Hch 2, 46). De ahí que San Agustín dice con razón: “Cantar es propio del que ama”,
mientras que ya de tiempos muy antiguos viene el proverbio: “Quien canta bien, ora dos
veces”. La IGMR en el numeral 40, recomienda: Téngase, por consiguiente, en gran estima
el uso del canto en la celebración de la Misa, atendiendo a la índole de cada pueblo y a las
posibilidades de cada asamblea litúrgica. Los coros antes de interpretar los cantos en la
Eucaristía deben ensayarlos con anticipación.
18
Los acólitos deben estar formados al menos cinco minutos antes de la monición
ambiental. La IGMR en el numeral 120, dice lo siguiente: Reunido el pueblo, el sacerdote
y los ministros, revestidos con sus vestiduras sagradas, proceden hacia el altar en este
orden: El turiferario con el incensario humeante, cuando se emplea incienso. Luego los
ministros que llevan los cirios encendidos y, en medio de ellos, el acólito u otro ministro
con la cruz. Siguen los acólitos y los demás ministros. Luego El lector, que puede llevar el
Evangeliario, más no el leccionario, un poco elevado. El sacerdote que va a celebrar la
Misa. Si se emplea incienso, el sacerdote antes de iniciar la procesión, pone incienso en el
incensario y lo bendice con el signo de la cruz, sin decir nada.
19
La IGMR en los numerales 49 y 122, indica que al llegar al altar, el sacerdote y los
ministros han de hacer inclinación profunda. (Si el santísimo está al frente, se hará
genuflexión, lo mismo debe hacer todo fiel se que cruce de un extremo al otro del templo).
Como signo de veneración, el sacerdote y el diácono besan el altar; y el sacerdote, según
las circunstancias, inciensa la cruz y el altar.
20
La presentación de los fieles que participan en la liturgia debe ser decorosa. Los
Hombres vestir pantalón y camisa formal con zapatos formales, o al menos, que sean
sobrios que no llamen mucho la atención por sus colores y estilos. Las Mujeres: falda
debajo de la rodilla, una blusa formal no escotada, zapatos que no sean muy extravagantes,
preferibles que sean bajos, no de tacones.
21
La IGMR en el numeral 47 y 121, expresan lo siguiente: Estando el pueblo reunido,
cuando avanza el sacerdote con el diácono y con los ministros, se da comienzo al canto de
entrada. La finalidad de este canto, es abrir la celebración, promover la unión de quienes
están congregados e introducir su espíritu en el misterio del tiempo litúrgico o de la
festividad, y acompañar la procesión del sacerdote y los ministros. Una característica
propia de este canto es ser comunitario.
22
El canto litúrgico debe tener fundamento bíblico o magisterial, debe ser original en su
letra y música, debe ser comunitario y debe tener su origen en el seno de la Santa Madre
Iglesia Católica.
23
La IGMR en el numeral 53, tratándose del “Himno del Gloria” dice lo siguiente: El
Gloria es un himno antiquísimo y venerable con el que la Iglesia, congregada en el Espíritu
Santo, glorifica a Dios Padre y glorifica y le suplica al Cordero. El texto de este himno no
puede cambiarse por otro. Lo inicia el sacerdote o, según las circunstancias, el cantor o el
coro, y en cambio, es cantado simultáneamente por todos. Se canta o se dice en voz alta los
domingos fuera de los tiempos de Adviento y de Cuaresma, en las solemnidades y en las
fiestas, y en algunas celebraciones peculiares más solemnes.
24
La IGMR en el numeral 54, refiriéndose a la Oración Colecta dice lo siguiente: En
seguida, el sacerdote invita al pueblo a orar, y todos, juntamente con el sacerdote, guardan
un momento de silencio para hacerse conscientes de que están en la presencia de Dios y
puedan formular en su espíritu sus deseos. (Aquí todos los fieles envían espiritualmente la
sacerdote sus peticiones la cuales se unirán a la oración colecta). El pueblo uniéndose a la
súplica, con la aclamación “Amén” hace suya la oración.
25
IGMR numeral 16: La celebración de la Misa, como acción de Cristo y del pueblo de
Dios ordenado jerárquicamente, es el centro de toda la vida cristiana para la Iglesia, tanto
universal, como local, y para cada uno de los fieles. Pues en ella se tiene la cumbre, tanto
de la acción por la cual Dios, en Cristo, santifica al mundo, como la del culto que los
hombres tributan al Padre, adorándolo por medio de Cristo, Hijo de Dios, en el Espíritu
Santo. Además, en ella se renuevan en el transcurso del año los misterios de la redención,
para que en cierto modo se nos hagan presentes. Las demás acciones sagradas y todas las
obras de la vida cristiana están vinculadas con ella, de ella fluyen y a ella se ordenan.
26
IGMR numeral 27: En la Misa, o Cena del Señor, el pueblo de Dios es convocado y
reunido, bajo la presidencia del sacerdote, quien obra en la persona de Cristo (in persona
Christi) para celebrar el memorial del Señor o sacrificio eucarístico. De manera que para
esta reunión local de la santa Iglesia vale eminentemente la promesa de Cristo: “Donde dos
o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mt 18, 20). Pues en
la celebración de la Misa, en la cual se perpetúa el sacrificio de la cruz, Cristo está
realmente presente en la misma asamblea congregada en su nombre, en la persona del
ministro, en su palabra y, más aún, de manera sustancial y permanente en las especies
eucarísticas.
27
IGMR numeral 28: La Misa consta, en cierto modo, de dos partes, a saber, la Liturgia
de la Palabra y la Liturgia Eucarística, las cuales están tan estrechamente unidas entre sí,
que constituyen un solo acto de culto. En efecto, en la Misa se prepara la mesa, tanto de la
Palabra de Dios, como del Cuerpo de Cristo, de la cual los fieles son instruidos y
alimentados. Consta además de algunos ritos que inician y concluyen la celebración.
28
IGMR numeral 46: Los ritos que preceden a la Liturgia de la Palabra, es decir, la
entrada, el saludo, el acto penitencial, el Señor, ten piedad, el Gloria. y la colecta, tienen
el carácter, de introducción y de preparación. La finalidad de ellos es hacer que los fieles
reunidos en la unidad construyan la comunión y se dispongan debidamente a escuchar la
Palabra de Dios y a celebrar dignamente la Eucaristía.
29
IGMR numeral 55: La parte principal de la Liturgia de la Palabra la constituyen las
lecturas tomadas de la Sagrada Escritura, junto con los cánticos que se intercalan entre
ellas; y la homilía, la profesión de fe y la oración universal u oración de los fieles, la
desarrollan y la concluyen. Pues en las lecturas, que la homilía explica, Dios habla a su
pueblo, le desvela los misterios de la redención y de la salvación, y le ofrece alimento
espiritual; en fin, Cristo mismo, por su palabra, se hace presente en medio de los fieles. El
pueblo hace suya esta palabra divina por el silencio y por los cantos; se adhiere a ella por
la profesión de fe; y nutrido por ella, expresa sus súplicas con la oración universal por las
necesidades de toda la Iglesia y por la salvación de todo el mundo.
30
IGMR numeral 56: La Liturgia de la Palabra se debe celebrar de tal manera que
favorezca la meditación; por eso hay que evitar en todo caso cualquier forma de
apresuramiento que impida el recogimiento. Se recomiendan breves silencios, por ejemplo:
antes de que se inicie la liturgia de la Palabra, después de la primera lectura, de la segunda
y, finalmente, una vez terminada la homilía.
31
IGMR numeral 57: no es lícito que las lecturas y el salmo responsorial, que contienen
la Palabra de Dios, sean cambiados por otros textos no bíblicos. IGMR numeral 58: En la
celebración de la Misa con el Pueblo, las lecturas se proclamaran siempre desde el Ambón.
32
IGMR Numeral 60: La lectura del Evangelio constituye la cumbre de la Liturgia de la
Palabra. La Liturgia misma enseña que debe tributársele suma veneración, cuando la
distingue entre las otras lecturas con especial honor, sea por parte del ministro delegado
para anunciarlo y por la bendición o la oración con que se prepara; sea por parte de los
fieles, que con sus aclamaciones reconocen y profesan la presencia de Cristo que les habla,
y escuchan de pie la lectura misma; sea por los mismos signos de veneración que se tributan
al Evangeliario.
33
IGMR numeral 61: Conviene que el salmo responsorial sea cantado, al menos la
respuesta que pertenece al pueblo. Así pues, el salmista o el cantor del salmo, desde el
ambón o en otro sitio apropiado, proclama las estrofas del salmo, mientras que toda la
asamblea permanece sentada, escucha y, más aún, de ordinario participa por medio de la
respuesta, a menos que el salmo se proclame de modo directo, es decir, sin respuesta.
34
IGMR numeral 62: Después de la lectura, que precede inmediatamente al Evangelio, se
canta el Aleluya u otro canto determinado por las rúbricas, según lo pida el tiempo litúrgico.
Esta aclamación constituye por sí misma un rito, o bien un acto, por el que la asamblea de
los fieles acoge y saluda al Señor, quien le hablará en el Evangelio, y en la cual profesa su
fe con el canto. Se canta estando todos de pie, iniciándolo los cantores o el cantor, y si fuere
necesario, se repite, pero el versículo es cantado por los cantores o por un cantor. El Aleluya
se canta en todo tiempo, excepto durante la Cuaresma. En tiempo de Cuaresma, en vez del
Aleluya, se canta el versículo antes del Evangelio que aparece en el leccionario.
35
IGMR numeral 64: La Secuencia, que sólo es obligatoria los días de Pascua y de
Pentecostés, se canta antes del Aleluya.
36
IGMR numerales 65 y 66: La homilía es parte de la Liturgia y es muy recomendada,
pues es necesaria para alimentar la vida cristiana. La homilía la hará de ordinario el mismo
sacerdote celebrante, o éste se la encomendará a un sacerdote concelebrante, o alguna vez,
según las circunstancias, también a un diácono, pero nunca a un laico. Es conveniente que
se guarde un breve espacio de silencio después de la homilía.
37
IGMR numeral 68: El Símbolo (más conocido como “Credo”) debe ser cantado o
recitado por el sacerdote con el pueblo los domingos y en las solemnidades; puede también
decirse en celebraciones especiales más solemnes. Si se canta, lo inicia el sacerdote, o
según las circunstancias, el cantor o los cantores, pero será cantado o por todos juntamente,
o por el pueblo alternando con los cantores. Si no se canta, será recitado por todos en
conjunto o en dos coros que se alternan.
38
IGMR numeral 69: En la oración universal, u oración de los fieles, el pueblo responde
en cierto modo a la Palabra de Dios recibida en la fe y, ejercitando el oficio de su sacerdocio
bautismal, ofrece súplicas a Dios por la salvación de todos. Conviene que esta oración se
haga de ordinario en las Misas con participación del pueblo, de tal manera que se hagan
súplicas por la santa Iglesia, por los gobernantes, por los que sufren diversas necesidades
y por todos los hombres y por la salvación de todo el mundo. IGMR numeral 70: La serie
de intenciones de ordinario será: a) Por las necesidades de la Iglesia. b) Por los que
gobiernan y por la salvación del mundo. c) Por los que sufren por cualquier dificultad. d)
Por la comunidad local. Sin embargo, en alguna celebración particular, como la
Confirmación, el Matrimonio o las Exequias, el orden de las intenciones puede tener en
cuenta más expresamente la ocasión particular.
39
Las peticiones. IGMR numeral 71: Pertenece al sacerdote celebrante dirigir las preces
(o peticiones) desde la sede. Él mismo las introduce con una breve monición, en la que
invita a los fieles a orar, y la termina con la oración. Las intenciones que se proponen deben
ser sobrias, compuestas con sabia libertad y con pocas palabras y expresar la súplica de
toda la comunidad. Las propone el diácono, o un cantor, o un lector, o bien, uno de los
fieles laicos desde el ambón o desde otro lugar conveniente. Por su parte, el pueblo, de pie,
expresa su súplica, sea con una invocación común después de cada intención, sea orando
en silencio.
40
IGMR numeral 72: En la última Cena, Cristo instituyó el sacrificio y el banquete
pascual. Por estos misterios el sacrificio de la cruz se hace continuamente presente en la
Iglesia, cuando el sacerdote, representando a Cristo Señor, realiza lo mismo que el Señor
hizo y encomendó a sus discípulos que hicieran en memoria de Él. Cristo, pues, tomó el
pan y el cáliz, dio gracias, partió el pan, y los dio a sus discípulos, diciendo: Tomad, comed,
bebed; esto es mi Cuerpo; éste es el cáliz de mi Sangre. Haced esto en conmemoración
mía.
41
IGMR numeral 72: En la Plegaria Eucarística se dan gracias a Dios por toda la obra de
la salvación y las ofrendas se convierten en el Cuerpo y en la Sangre de Cristo. Por la
fracción del pan y por la Comunión, los fieles, aunque sean muchos, reciben de un único
pan el Cuerpo, y de un único cáliz la Sangre del Señor, del mismo modo como los
Apóstoles lo recibieron de las manos del mismo Cristo.
42
IGMR numeral 76: el rito de lavarse las manos del sacerdote a un lado del altar, expresa
el deseo de purificación interior.
43
IGMR numeral 78: la Plegaria Eucarística, es una oración de acción de gracias y de
santificación. El sacerdote invita al pueblo a elevar los corazones hacia el Señor, en oración
y en acción de gracias, y lo asocia a sí mismo en la oración que él dirige en nombre de toda
la comunidad a Dios Padre, por Jesucristo, en el Espíritu Santo. El sentido de esta oración
es que toda la asamblea de los fieles se una con Cristo en la confesión de las maravillas de
Dios y en la ofrenda del sacrificio. La Plegaria Eucarística exige que todos la escuchen con
reverencia y con silencio.
44
IGMR numeral 79: la plegaria eucarística está compuesta por: a) Acción de gracias. b)
Aclamación. c) Epíclesis. d) Narración de la institución y consagración. e) Anámnesis. f)
Oblación. g) Intercesiones. h) Doxología final.
45
IGMR numeral 80: Puesto que la celebración eucarística es el banquete pascual,
conviene que, según el mandato del Señor, su Cuerpo y su Sangre sean recibidos como
alimento espiritual por los fieles debidamente dispuestos. A esto tienden la fracción y los
demás ritos preparatorios, con los que los fieles son conducidos inmediatamente a la
Comunión.
46
Mientras se canta el canto del Cordero: IGMR numeral 83: El sacerdote parte el pan e
introduce una parte de la Hostia en el cáliz para significar la unidad del Cuerpo y de la
Sangre del Señor en la obra de la redención, a saber, del Cuerpo de Cristo Jesús viviente y
glorioso.
47
IGMR numeral 86: Mientras el sacerdote toma el Sacramento, se inicia el canto de
Comunión, que debe expresar, por la unión de las voces, la unión espiritual de quienes
comulgan, manifestar el gozo del corazón y esclarecer mejor la índole “comunitaria” de la
procesión para recibir la Eucaristía. El canto se prolonga mientras se distribuye el
Sacramento a los fieles. IGMR numeral 87: Cuando no hay canto, se puede decir la antífona
propuesta en el Misal. La pueden decir los fieles, o sólo algunos de ellos, o un lector, o en
último caso el mismo sacerdote, después de haber comulgado, antes de distribuir la
Comunión a los fieles.
48
IGMR numeral 90: Al rito de conclusión de la santa Eucaristía pertenecen: a) Breves
avisos, si fuere necesario. b) El saludo y la bendición del sacerdote, que en algunos días y
ocasiones se enriquece y se expresa con la oración sobre el pueblo o con otra fórmula más
solemne. c) La despedida del pueblo, por parte del diácono o del sacerdote, para que cada
uno regrese a su bien obrar, alabando y bendiciendo a Dios. d) El beso del altar por parte
del sacerdote y del diácono y después la inclinación profunda al altar de parte del sacerdote,
del diácono y de los demás ministros.
49
IGMR numeral 95: En la celebración de la Misa, los fieles hacen presente la nación
santa, el pueblo adquirido y el sacerdocio real, para dar gracias a Dios y para ofrecer la
víctima inmaculada, no sólo por manos del sacerdote, sino juntamente con él, y para
aprender a ofrecerse a sí mismos.
50
IGMR numeral 106: Conviene que al menos en las iglesias catedrales y en las iglesias
mayores, haya algún ministro competente, o bien un maestro de ceremonias, con el encargo
de disponer debidamente las acciones sagradas para que sean realizadas con decoro, orden
y piedad por los ministros sagrados y por los fieles laicos.
51
IGMR numeral 111: La efectiva preparación de cada celebración litúrgica hágase con
ánimo concorde y diligente, según el Misal y los otros libros litúrgicos, entre todos aquellos
a quienes les atañe, sea en lo relativo al rito, sea en lo relativo a la pastoral y a la música,
bajo la dirección del rector de la iglesia, y oídos también los fieles en lo que a ellos
directamente se refiere. De todas maneras, el sacerdote que preside la celebración siempre
tiene el derecho de disponer aquellas cosas que a él mismo le incumben.
52
IGMR numeral 117: Cúbrase el altar al menos con un mantel de color blanco. Sobre el
altar, o cerca de él, colóquese en todas las celebraciones por lo menos dos candeleros, o
también cuatro o seis, especialmente si se trata de una Misa dominical o festiva de precepto
y, si celebra el Obispo diocesano, siete, con sus velas encendidas.