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Literatura - La Generación Del 98 Y El Novecentismo

Este documento presenta información sobre el Modernismo y la Generación del 98 en la literatura española. Brevemente describe que el Modernismo designa a los escritores innovadores entre 1885 y 1915 que buscaban la belleza y lo exquisito, mientras que la Generación del 98 incluía prosistas que enfocaban en los problemas históricos de España como la decadencia y la miseria social. Luego proporciona detalles sobre varios autores notables de este período como Antonio Machado, Miguel de Unamuno y sus obras.

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Literatura - La Generación Del 98 Y El Novecentismo

Este documento presenta información sobre el Modernismo y la Generación del 98 en la literatura española. Brevemente describe que el Modernismo designa a los escritores innovadores entre 1885 y 1915 que buscaban la belleza y lo exquisito, mientras que la Generación del 98 incluía prosistas que enfocaban en los problemas históricos de España como la decadencia y la miseria social. Luego proporciona detalles sobre varios autores notables de este período como Antonio Machado, Miguel de Unamuno y sus obras.

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LITERATURA

GENERACIÓN DEL 98
NOVECENTISMO

1
EL MODERNISMO Y LA GENERACIÓN DEL 98
Desde fines del siglo XIX, como en Europa, se observan en España e
Hispanoamérica corrientes de ideas de tipo inconformista o disidente, fruto de la
crisis de conciencia burguesa: nacen en el seno de la pequeña burguesía,
pero poseen un signo preferentemente antiburgués (en su propio seno, en
efecto, la burguesía ha generado siempre fuerzas que ponen en tela de juicio
sus valores). En la literatura cunden los impulsos renovadores, agresivamente
opuestos a las tendencias vigentes (realismo y naturalismo, prosaísmo poético,
etc.). Pronto se designó con el término “modernistas” a los jóvenes escritores
animados de tales impulsos innovadores ente los años 1885 y 1915. Con el
tiempo, tal denominación se fue reservando para designar a aquellos autores,
especialmente poetas, que se despegaban de un mundo del que abominan, y
con además desafiante, encauzan su inconformismo hacia la búsqueda de la
belleza, de lo “raro”, de lo exquisito; es decir, se proponen ante todo una
renovación estética.
Pero junto a ellos hay en España otros escritores, especialmente prosistas, que
aunque animados del mismo afán renovador, dan especial entrada en su
temática a los problemas del momento histórico: decadencia, colapso interno,
miseria social, atonía espiritual, etc. Llamados también al principio “modernistas”,
para ellos se creó más tarde la etiqueta de “generación del 98”. Veremos en
este tema las diferencias y las semejanzas que puedan apreciarse entre los
escritores de esta época.

1. Después del Modernismo: Antonio Machado (1875 –


1939)

Antonio Machado es uno de los autores más relevantes de nuestra literatura.


Su personal trayectoria evoluciona desde una primera poesía de influencia
modernista hacia una expresión centrada en la reflexión filosófica.

Antonio Machado nació en Sevilla en 1875 en una familia culta y liberal. A los
ocho años de trasladó con su familia a Madrid y comenzó sus estudios en la
Institución Libre de Enseñanza, lo cual marcó siempre su espíritu liberal. Durante
su juventud viaja a París, junto con su hermano Manuel, y vive de las
traducciones y adaptaciones de obras teatrales y colabora en revistas
modernistas. En su segundo viaje a París, en 1902, entabló amistad con Rubén
Darío.

En 1907 se trasladó a Soria para hacerse cargo de una cátedra de francés en su


instituto y allí conoció a la que sería su mujer: Leonor Izquierdo. En 1912 murió
Leonor de tuberculosis, hecho que supuso un gran dolor para el poeta. Abandonó
entonces las tierras sorianas y se marchó a Baeza (Jaén).

Después de su estancia en Baeza, ejerció su labor docente en Segovia y


finalmente en Madrid. En la última etapa de su vida conoció a Pilar Valderrama

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(amor imposible por estar ella casada), a la que dedicó sus versos bajo el nombre
poético de Guiomar.

Con la Guerra civil, se vio obligado a exiliarse por su adhesión a la República.


Huyó a Francia en enero de 1939 y se instaló en el pueblecito de Colliure, donde
murió un mes más tarde: el 22 de febrero de 1939.

La obra poética de Antonio Machado

En 1903 Machado publicó su primer libro de poemas: Soledades. Este libro, de


corte modernista, apareció depurado en su segunda edición, de 1907, titulada
Soledades, galerías y otros poemas. El poeta había eliminado todos los
poemas que presentaban un estilo modernista, con lo que se apartó de este
movimiento.

Esta obra de inspiración modernista, gira, salvo mínimas excepciones, alrededor


del dolor de los recuerdos y de la melancolía. Se trata de una poesía
esencialmente simbolista en la que un pequeño número de motivos, que
aparecen constantemente –la fuente, las galerías del alma, la tarde, la plaza, los
espejos, etc.-, expresan la angustia y la desazón del poeta.

En Campos de Castilla (1912), el poeta abandona la estética modernista. La


poesía de Machado deriva hacia temas y problemas que trascienden la esfera
de lo íntimo y reflejan el mundo exterior (el paisaje y los hombres españoles)..

Respecto al estilo de sus poemas, Machado adopta la mayoría de las veces un


tono conversacional. Los ritmos de sus versos apenas deslumbran, pues
predominan los de música lenta y cadenciosa. El uso de símbolos emotivos es
mucho mayor en Soledades que en el resto de los libros, aunque también son
frecuentes los de tipo conceptual, especialmente en Nuevas canciones.

La obra en prosa de Antonio Machado

Machado escribió en prosa un conjunto de artículos y diálogos, aparecidos


previamente en prensa, que se reunieron bajo el título de Juan de Mairena y
que se publicaron en 1936. En estos textos expone el autor sus ideas sobre arte,
literatura, filosofía, etc.

Tras su muerte se publicaron Los complementarios, textos diversos que


conservaba el autor en un cuaderno personal y que permiten ahondar en su
pensamiento.

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2. La prosa de la generación del 98.

La prosa de la generación del 98 está protagonizada por un fuerte desarrollo


del ensayo, que recoge la preocupación por España. Asimismo, la novela
alcanza notable relevancia, gracias a autores como Unamuno o Baroja.

El nombre de generación del 98 fue propuesto por Azorín en unos artículos de


1913 para referirse a una serie de escritores que tenían en común un espíritu de
protesta y un profundo amor al arte. Los escritores que se incluyeron inicialmente
en este grupo fueron más de los que hoy consideramos “hombres del 98”:
Unamuno, Azorín, Baroja, Maeztu, Valle-Inclán y Antonio Machado.

Temas

El tema fundamental en la generación es el problema de España. El


pesimismo que trajo consigo la pérdida de las colonias provocó que los autores
buscaran respuestas más filosóficas que prácticas. Reflejaron la situación de
atraso del país, de sus pueblos y de sus gentes, y para ello propusieron, en un
primer momento, “europeizar España”. Posteriormente, encontraron más
acertado ahondar en las raíces y en la esencia de lo español y hablaron de
“españolizar Europa”.

La búsqueda de las raíces les condujo a valorar la historia pero, sobre todo, la
historia de las gentes sencillas, lo que Unamuno llamó la intrahistoria. Castilla
y el paisaje castellano llamaron la atención de los noventayochistas. Su visión
lírica y subjetiva de la tierra castellana refleja su estado de ánimo. Se critica el
atraso y la pobreza, pero también se exalta de manera lírica el paisaje.

Los temas existenciales y religiosos también preocuparon a estos autores.


Son considerados precursores del existencialismo en su obsesión por el paso
del tiempo, la muerte, el sentido de la existencia, etc. Es evidente, en este sentido
la influencia de los filósofos del momento: Kierkegaard, Schopenhauer y
Nietzsche.

El estilo

La generación del 98 repudió la retórica anterior, aunque admiró en ciertos


aspectos a Galdós, a Bécquer o a Rosalía de Castro. Se sintió influida por
clásicos como Quevedo, Cervantes, Larra, etc. En su deseo de buscar la esencia
de lo español, recuperó leyendas y tradiciones, y recurrió a menudo a lo
medieval.

Su estilo es sobrio y aparentemente sencillo, pero muy cuidadoso. Los autores


usan palabras tradicionales rescatadas del pueblo, a las que denominan
terruñeras. Frente al objetivismo decimonónico, se muestran subjetivos, y utilizan
el lirismo.

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Son notables sus innovaciones en cuanto a los géneros literarios, a los que
confieren mayor flexibilidad. Así, las innovaciones notables en el teatro de Valle-
Inclán y, especialmente, la renovación en el género de las novelas.

2.1 Miguel de Unamuno (1864 – 1936)

Miguel de Unamuno nació en Bilbao en 1864. Estudió Filosofía y Letras en


Madrid, y en 1891 ganó la cátedra de Griego en la Universidad de Salamanca.
En 1901 fue nombrado rector de dicha Universidad. Permaneció en Salamanca
hasta su muerte, ciudad con la que se le sigue identificando.

Se distinguió por su espíritu crítico e inquieto y por la constante búsqueda de la


verdad. En su juventud, estuvo cercano al socialismo y en 1897 sufrió una crisis
espiritual y religiosa a partir de la cual volcó su interés en lo existencial: mostró
sus dudas sobre la existencia de Dios y sobre la inmortalidad del alma y su
obsesión por la muerte. Entre 1924 y 1930 estuvo desterrado en Fuerteventura
–desde donde huyó a Francia- por su oposición a la dictadura de Primo de
Rivera. Murió en Salamanca en 1936.

Aunque Unamuno realizó una importante obra poética, lo fundamental de su


producción literaria radica en los ensayos y las novelas.

Poesía y teatro

En su poesía, ajena a la moda modernista, da rienda suelta a sus angustias


espirituales: El Cristo de Velázquez (1920) constituye un estremecedor ejemplo
de sus preocupaciones. Es un largo poema de unos dos mil quinientos
endecasílabos blancos, distribuidos en cuatro partes. La serenidad que muestra
la figura de Cristo en el famoso cuadro del pintor sevillano constituye, para
Unamuno, una prueba inequívoca de su naturaleza divina, y da sentido a la
existencia humana.

Ensayo

Entre los ensayos de tema histórico ha de destacarse En torno al casticismo


(1895), libro que define sus inclinaciones socialistas de juventud. Unamuno ataca
el papel histórico de Castilla al tiempo que critica el estancamiento de España.
Contrapone lo que llama falsa historia de héroes y hechos gloriosos a la noción
de “intrahistoria”, es decir, la que vive y construye el pueblo sencillo, que con
su trabajo participa de forma silenciosa en los acontecimientos históricos, pero
que nunca es consultado ni mencionado en los documentos.

El otro gran tema de la obra de Unamuno se centra, como ya se ha dicho antes,


en el sentido humano de la vida. Dos obras importantes reflejan esta actitud:
Del sentimiento trágico de la vida (1913) y La agonía del cristianismo (1923).
Sus ideas muestran una clara influencia del pensamiento del danés Kierkegaard.
En la primera, una de las obras más importantes del pensamiento existencialista,
sus reflexiones giran en torno a la inmortalidad del alma y la necesidad de un
Dios, debatiéndose entre la razón que niega toda esperanza y la fe.

5
Novela

Unamuno es un renovador de este género puesto que pretende expresar, a


través de él, sus conflictos existenciales y sus preocupaciones filosóficas. Por
ello, cobran mayor importancia las ideas y se simplifica la acción y la descripción
del ambiente. El interés fundamental está en el interior del personaje, que se
puede apreciar en sus diálogos y monólogos. Unamuno denominó a sus novelas
nivolas para acallar las voces de aquellos que le criticaban su alejamiento del
género tradicional.

Unamuno comenzó su producción con Paz en la guerra (1897), novela que


relata, con estilo realista, un suceso vivido en primera persona por el autor: el
asedio de los carlistas en 1874 a Bilbao.

En Amor y pedagogía (1902) muestra ya su interés por crear una “novela de


ideas”. Parodia la educación despersonalizada y científica a través de un padre
(Avito Carrascal) que pretende educar a su hijo para que sea un genio. El
producto será un ser desgraciado que termina suicidándose. La vida se ha
impuesto a la razón.

Sobre los problemas existenciales, de identidad y la inmortalidad del alma,


escribe Niebla (1914). En esta novela, el protagonista (Augusto Pérez) descubre
que es un personaje de ficción creado por Unamuno a quien va a pedirle cuentas
sobre su decisión de hacerlo morir.

San Manuel Bueno, mártir (1931) afronta también el problema de la fe, puesto
que cuenta la historia de un sacerdote atormentado por su falta de fe en la vida
eterna, situación que él oculta para dar felicidad a sus feligreses. El sacerdote,
al que todos tienen por santo –de ahí el título de la novela-, sacrifica su verdad
personal a la felicidad de los demás.

2.2 Pío Baroja (1872 – 1956)

Pío Baroja nació en San Sebastián en el seno de una familia burguesa. En


Madrid cursó estudios de Medicina y ejerció de médico, sin mucho entusiasmo,
en zonas rurales. Pronto abandonó la carrera y se instaló definitivamente en
Madrid. Regenta durante algún tiempo una panadería, propiedad de una tía suya,
pero se cansó pronto del negocio y se dedicó exclusivamente a escribir.
Permaneció ligado a su tierra, pasando grandes temporadas en el caserón de
Vera de Bidasoa, en Navarra. Al declararse la Guerra Civil se refugió en Francia,
pero en 1937 volvió a España y se instaló de nuevo en Madrid. Su muerte y
entierro en 1956 se convirtieron en un homenaje de adhesión a lo que representó
Pío Baroja en el panorama de la novela, durante la primera etapa de la dictadura
franquista.

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Obra

Su obra es muy extensa. Además de cuentos, novelas cortas, biografías, libros


de ensayo y algunos dramas, publicó más de sesenta novelas cuya clasificación
resulta difícil. Baroja solía agrupar muchas de ellas en trilogías o series.

Destacan en estas obras sus complejos análisis de vidas intelectuales o


artísticas, como el que lleva a cabo sobre la intensa y amarga existencia del
protagonista de El árbol de la ciencia (Andrés Hurtado). Baroja fue también
pionero en revelar el mundo suburbial de la gran ciudad, anticipándose de esta
forma a la novela social de los años sesenta.

El Árbol de la ciencia es una de las creaciones más significativas de Baroja. En


ella el autor convierte en elementos novelescos muchos acontecimientos de su
propia biografía. En la historia de su protagonista Baroja refleja su estancia en
las aulas, su breve experiencia como médico, la muerte de su hermano Darío,
etc. La obra narra la historia de Andrés Hurtado, un personaje que ve frustrados
en sus experiencias todos sus sueños y sus expectativas. La ciencia y el
conocimiento, el fruto que Andrés Hurtado prueba para explicarse los misterios
de la vida, no le aportan las respuestas que busca sino que intensifican su
sufrimiento. En esta obra se presenta la descomposición de una España que
camina hacia la destrucción ante la mirada despreocupada de la sociedad.

En sus novelas cobran una especial relevancia tres elementos: la acción


argumental, la reflexión intelectual y la descripción de ambientes.

Los rasgos breves y escuetos con que traza personajes y ambientes revelan una
técnica impresionista, muy diferente a las prolijas descripciones del naturalismo.
Su estilo sencillo y antirretórico lo convirtió en el maestro de los jóvenes
novelistas que aparecieron después de la Guerra Civil.

2.3 Azorín (1873 – 1967)

José Martínez Ruiz, conocido con el pseudónimo de Azorín, nació en Monóvar


(Alicante) en 1873 y murió en Madrid en 1967. Estudió Derecho en Valencia,
Granada y Madrid, pero se dedicó fundamentalmente al periodismo.

Perteneció al llamado Grupo de los Tres junto con Baroja y Maeztu, y con ellos
realizó actos de protesta social y política en su juventud. Evolucionó desde el
anarquismo hacia una postura más conservadora.

Estuvo obsesionado con el tema del tiempo y la fugacidad de la vida, lo que en


sus obras le suele llevar a evocar un tiempo pasado.

Obra

Sus novelas se acercan al ensayo puesto que el argumento y la acción pierden


su centralidad; sin embargo, abunda la descripción de ambientes y personajes.

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Las tres primeras novelas que escribió son de carácter autobiográfico y tiene un
protagonista común que le dio el seudónimo al autor: Antonio Azorín. Se trata
de La voluntad (1902), Antonio Azorín (1903) y Las confesiones de un
pequeño filósofo (1904).

Prefiere utilizar la frase breve y la palabra exacta buscando la precisión y la


claridad. El léxico es amplio y rico y recupera palabras olvidadas, como es
característico de su generación literaria.

2.4 Ramón María del Valle-Inclán (1866 – 1936)

Ramón María del Valle-Inclán nace en Villanueva de Arosa (Pontevedra), en el


seno de una familia noble venida a menos. Abandona los estudios de Derecho y
se traslada a Madrid en 1890. Dos años más tarde viaja a México, donde
colabora con los periódicos de la capital y, tras una temporada en Cuba, regresa
a España en 1893. Reside en Galicia y, en 1896 vuelve a Madrid. Lleva una vida
bohemia en medio de graves dificultades económicas hasta que la publicación
de Sonatas (1902) le proporciona éxito y notoriedad. En 1907 se casa con la
actriz Josefina Blanco, unión de la que nacerán seis hijos. Viaja a
Hispanoamérica y durante la I Guerra Mundial ejerce de corresponsal en el frente
francés. En 1932 se divorcia y, después de una breve etapa en Roma como
director de la Academia de Bellas Artes, muere en Santiago.

De aspecto extravagante y asiduo a las tertulias madrileñas, Valle envolvía sus


opiniones con un sarcasmo lleno de indignación. Dirigió duros ataque contra el
sistema político de la Restauración, al que oponía su ideario carlista y en el que
se mezclaba la idealización del pasado con la estética modernista. A raíz de la I
Guerra Mundial se distanció del carlismo, abriéndose paso en su obra las
inquietudes sociales. Se manifestó contra la dictadura de Primo de Rivera y
recibió con júbilo la proclamación de la República.

Obra

Los primero relatos y novelas de Valle muestran las influencias de las corrientes
modernistas francesas que culminan con las Sonatas (Otoño, Estío, Primavera
e Invierno), escritas entre 1902 y 1905. La serie recoge las memorias del
marqués de Bradomín, un Don Juan “feo, católico y sentimental”, encarnación
de los valores tradicionales de la nobleza rural, que se enfrenta al nacimiento de
la sociedad moderna. La ironía, no exenta de emoción, con que narra sus
experiencias revela la actitud del autor hacia un mundo de valores en trance de
desaparición. La serie fue considerada como modelo de prosa modernista.

El esperpento

El teatro de Valle-Inclán constituye uno de los monumentos dramáticos más


destacados del teatro europeo contemporáneo y el de mayor originalidad dentro
del teatro español del siglo XX.

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Hacia 1919 su evolución cristaliza en una nueva fórmula totalmente original: el
esperpento.

El esperpento se basa en una deformación sistemática y grotesca de la realidad.


Dentro de este periodo, destacan las obras Divinas palabras (1920), Farsa y
licencia de la reina castiza y, sobre todo, Luces de bohemia, primera obra que
tituló “esperpento” y que refleja con tonos agridulces el mundo de los escritores
a través del deambular de Max Estrella y don Latino. Las prolijas acotaciones –
escritas con una intencionalidad literaria- y la multiplicidad de escenarios,
ambientes y personajes, dificultan la puesta en escena de la obra.

Valle también aplica a la novela su nueva estética. El resultado son dos obras
maestras de la novela española contemporánea: Tirano Banderas (1925) y la
trilogía del Ruedo Ibérico (1927 – 1932) – La corte de los milagros, Viva mi
dueño y Baza de espaldas-. La primera aborda la conducta estrafalaria y cruel
de un dictador hispanoamericano. En la trilogía, el sarcasmo sobre la figura de
Isabel II y sus cortesanos alcanza cotas inigualables.

3. Poesía de la generación del 14 o Novecentismo


Ya hemos visto cómo el Modernismo entró en decadencia en la segunda y
tercera década del siglo XX. Surgieron nuevas revistas literarias y periódicos que
fueron eco de las nuevas tendencias: Prometeo (1908) y la Revista de Occidente,
fundada en 1923 por Ortega y Gasset.

Se fueron superando los elementos más ornamentales del Modernismos y se


buscó la esencia de la poesía. También se refrenó lo sentimental y se puso el
acento en lo intelectual.

Bajo el nombre de novecentismo o Generación del 14 se reconoce a un grupo


de autores que desean una renovación estética y persiguen el ideal del arte puro
y deshumanizado (como propugnó Ortega en La Deshumanización del arte) cuyo
objetivo es el placer estético y la búsqueda de la esencia. Evitan todo lo humano
en el arte y huyen del sentimentalismo; quieren el rigor y la precisión formal y
rechazan la ornamentación.

Su máximo impulsor fue Ortega y Gasset, pero en la poesía destaca Juan


Ramón Jiménez.

Asimismo, en esta época, autores como Guillermo de la Torre, Pedro Garfias,


Gerardo Diego, Juan Larrea o Gómez de la Serna recogen los ecos de las
primeras vanguardias.

3.1 Juan Ramón Jiménez (1881 – 1958)

Juan Ramón Jiménez nació en Moguer (Huelva) en 1881 y estudió en la


Universidad de Sevilla. En 1900 se traslada a Madrid para defender el

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Modernismo. La muerte de su padre marcó profundamente su personalidad.
Desde ese momento, sufrió periódicamente depresiones nerviosas por las que
se internó en diversos sanatorios. En 1903 fundó con otros escritores la revista
literaria Helios. Mantuvo estrechas relaciones con la Institución Libre de
Enseñanza, y en 1916 contrajo matrimonio en Nueva York con Zenobia
Camprubí, que ejerció una gran influencia en su vida y en su obra. En la Guerra
Civil se exilió a América, donde permaneció hasta su muerte. Recibió el Premio
Nobel de Literatura en 1956.

Juan Ramón fue un personaje profundamente admirado en su tiempo, pero


también fue instigador de algunas polémicas. Retraído, solitario y orgulloso, se
jactaba de permanecer al margen de la vida literaria y rechazó diversos honores,
como pertenecer a la RAE. Juan Ramón representa al prototipo de poeta
apartado del mundo y entregado a un proceso de creación intenso.

Juan Ramón Jiménez se consagró a la poesía por entero, revisando y


corrigiendo hasta su muerte sus obras, incluso las escritas en su juventud. Él
mismo hablaba de tres etapas en su poesía: etapa sensitiva, etapa intelectual y
etapa suficiente o verdadera.

Etapa sensitiva

Esta etapa llega hasta 1915 y en ella escribe los siguientes libros:

• Arias tristes (1903) y Jardines lejanos (1904), obras de un


modernismo intimista y simbolista. Se centran en temas como la
melancolía, el paso del tiempo, la muerte, la soledad, recuerdos,
jardines, paisajes otoñales,… Se busca la musicalidad, el léxico
decadente, la abundante adjetivación, etc.

• Elejías (1908), La soledad sonora (1911)…

En estas obras, escritas en su estancia en Moguer, se aprecia el adorno


modernista (“los ropajes del modernismo”, los llamó el poeta). Predominan los
versos alejandrinos y endecasílabos. A pesar de esta huella modernista, pueden
observarse ya rasgos de una poesía más personal: el ambiente rural, la ternura
hacia los niños; muestra de ello es su prosa poética Platero y yo (1914, obra
en prosa en la que abundan los rasgos modernistas, pero ya muestra deseos de
superar este movimiento).

Etapa intelectual

Esta etapa de inicia con el Diario de un poeta recién casado (1917), escrito
durante su viaje en barco a Nueva York con motivo de su boda con Zenobia
Camprubí. Se ha roto ya la vinculación con el Modernismo y aparecen
importantes novedades vanguardistas: verso libre, poemas en prosa, poesía de
ideas más que de sentimientos, collage, uso de enumeraciones caóticas, etc.

Desaparece la anécdota y se busca la esencia, la poesía pura o desnuda. Las


palabras utilizadas se ajustan al concepto y se suprime el adjetivo.

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La poesía pura consiste en la búsqueda de la palabra exacta, en la eliminación
de lo accesorio. La belleza no reside en la ornamentación de las cosas, sino en
la cosa misma. A través de la precisión de la palabra, la poesía aspira a transmitir
las más complejas realidades del alma. De este modo, la expresión de Juan
Ramón Jiménez es cada vez más hermética y abstracta y exige un gran esfuerzo
intelectual para ser interpretada. El propio autor era consciente de ello y renuncia
a llegar a todos: así, dedica su obra “a la minoría, siempre”. Esta forma de
concebir la poesía es asimilada por algunos de los poetas del 27.

Etapa suficiente o verdadera

Esta etapa se corresponde con el exilio del poeta en Puerto Rico. Publicó En el
otro costado (que recoge poemas de 1936 a 1942), obra en la que destaca el
largo poema Espacio. Este poema en prosa lo escribió tras salir del hospital y
superar una profunda crisis. Se trata de un repaso a toda su existencia y un
anticipo de lo que está por llegar.

Dios deseado y deseante (1948 – 1949) incluye una obra publicada antes:
Animal de fondo (1946). Se trata de una poesía mística y metafísica en la que
el dios que aparece no se corresponde con el dios cristiano, sino que es la
conciencia y el propio poeta se identifica con esa conciencia.

En conclusión, podemos señalar que la obra de Juan Ramón Jiménez es


fundamental por sí misma, y constituye un elemento clave para entender la
evolución de la literatura en estos años, especialmente de poesía de la
generación del 27.

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