Ideología Socialista Soviética Explicada
Ideología Socialista Soviética Explicada
IDEOLOGÍA SOCIALISTA SOVIÉTICA
FERNANDO HUGO AZCURRA
LA IDEOLOGÍA SOCIALISTA SOVIÉTICA
Ediciones Cooperativas es un emprendimiento
cooperativo de docentes de la Facultad de Ciencias
Económicas de la Universidad de Buenos Aires para
difundir sus trabajos e investigaciones
Azcurra, Fernando Hugo
La ideología socialista soviética / Fernando Hugo Azcurra. ‐ 1a
ed. ‐ Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Ediciones
Cooperativas, 2023.
162 p. ; 22 x 15 cm.
ISBN 978‐987‐652‐230‐4
1. Partido Socialista. I. Título.
CDD 320.53109
2023 Azcurra, Fernando Hugo
1º edición, febrero 2023
Derechos exclusivos
2023 Ediciones Cooperativas
Tucumán 3227 (1189)
Buenos Aires – Argentina
(54 011) 3528 0466 / (15) 4937 6915
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Impreso y encuadernado por: Imprenta Dorrego. Dorrego 1102, CABA.
1ª. ed. se terminó de imprimir en febrero de 2023.
Hauser: Sí, yo creo que lo es, en toda la extensión de la palabra,
y que seguirá siéndolo aún durante mucho tiempo, con todo lo
que podamos cambiar en su imagen, con todo lo que añadamos
o quitemos a su teoría, como quiera que interpretemos su
doctrina, sea en sentido político‐activista o teórico‐analítico.
Arnold Hauser – Conversaciones con Lukács
Guadarrama/Punto Omega – 1979; p. 13
9
Prólogo
Ante todo, agradezco la oportunidad que me brinda el profesor
Fernando Hugo Azcurra de prologar la obra “La ideología
Socialista Soviética”, la cual aprovecho para comentar el
contexto donde lo conocí, las actividades de carácter formativo
en las cuales nos ha acompañado y sobre su obra escrita.
Lo conocí en ocasión del Programa de Formación, Análisis y
Medición de la Economía Venezolana desde la Perspectiva
Marxista, una iniciativa del Banco Central de Venezuela, con el
apoyo académico de la Escuela Venezolana de Planificación en
el marco de las Jornadas Permanentes de Economía Política
Latinoamericana. Desde el año 2015 he mantenido relaciones
académicas, conjuntamente con otros compañeros
venezolanos. Ha sido profesor invitado de Economía Política en
la Escuela Venezolana de Planificación y participado en
actividades formativas con organizaciones de base, sindicales y
comunales en distintas ciudades de Venezuela, Caracas, San
Félix y Maracaibo. Ha acompañado la reflexión teórica sobre el
marxismo en cursos, seminarios, de forma presencial y virtual.
Destaca su participación activa en el Círculo de Estudio de la
Obra de Marx con un grupo de profesores de la Escuela
Venezolana de Planificación y el Círculo de Estudios Marxistas,
surgido desde comienzos de la pandemia por COVID‐19, donde
impartió dos cursos sobre Introducción a la Economía Política
Marxista, y participado en los seminarios sobre Crisis del
capitalismo, Revoluciones socialistas inconclusas, La Abolición
del trabajo asalariado y el Socialismo inexistente, Del modo de
10
producción capitalista al modo de producción de trabajo
asociado.
El profesor Azcurra tiene tres tipos de obras teóricas escritas
publicadas 1) estudios sobre problemáticas económicas y
políticas de Argentina (1985‐1989); 2) obras sobre teoría
económica (2006‐2021) a) visión marxista del funcionamiento
del capitalismo (Teoría macroeconómica) y estudio de las
categorías marxistas, el capital, excedente y plusvalor b) críticas
a las teorías económicas de Piero Sraffa, J.M. Keynes, Michael
Kalecki c) Guías teórico‐metodológicas para el estudio del El
Capital. 3) Obras teóricas sobre “La abolición del trabajo
asalariado”, en coautoría con la economista venezolana Luciana
Madrid Cobeña; (2017); guía para la lectura de Lenín (2018), y
“La abolición del trabajo asalariado y el socialismo inexistente”
(2021); “Del modo de producción capitalista al modo de
producción del trabajo asociado” (2021), siendo su última
publicación “Crítica de la Razón Económica del Capital” (2022).
La obra que prologamos, “La ideología Socialista Soviética”, es
el resultado de su profundo y sistemático estudio de Marx y de
Lenín, sus reflexiones sobre la abolición del trabajo asalariado y
del socialismo inexistente en la URSS.
Su propósito es refutar, desde la propia ideología soviética y su
práctica, que lo construido en la URSS desde sus inicios fuera
una sociedad con un sistema de producción comunista, lo cual,
ni siquiera, estaba en la agenda del Partido Comunista de la
Unión Soviética; que lo construido fue un capitalismo de
Estado, con el control del PCUS. En primer lugar, estudia las
ideas sobre socialismo soviético, mediante una revisión del
11
discurso en las distintas etapas, desde el comunismo de guerra,
1917‐1921 hasta la etapa de la economía oficialmente llamada
“socialista”, a partir del año 1945, considerando los autores
fundamentales: Lenín, Trotsky, Bujarín, seguidos por
Preobrajensky, Lapidus, Ostrovitianov, Stalin. En segundo lugar,
realiza una comparación entre el modelo capitalista y el
socialismo soviético, donde se verifica que el llamado
socialismo soviético fue un modo de producción con relaciones
sociales específicamente capitalistas: trabajo asalariado,
propiedad estatal de los medios de producción administrados
por el PCUS‐Estado, personificación del capital, decidiendo
sobre la inversión del capital estatal y de los usos del plusvalor
(trabajo no pagado) generado por el trabajo asalariado.
En la ideología soviética, lo necesario se convirtió en suficiente
para ser considerada una sociedad donde se construía el
socialismo. Para la transición hacia el socialismo, era necesario
inexorablemente alcanzar una victoria aplastante sobre la
burguesía y el capital privado erigiendo una nueva economía y
una nueva sociedad superior al capitalismo a partir de la
consolidación del proletariado en el poder del Estado, de la
planificación estatal y de la socialización de los medios de
producción. Esto era el capitalismo de Estado teorizado por
Lenín y que fue tomado como lo central del “tránsito” al
socialismo. Lo ocurrido fue que lo transitorio, el capitalismo de
Estado, se convirtió en permanente y suficiente para ser
asumido como socialismo, afirmando que la clase trabajadora
había tomado el poder, la propiedad de los medios de
producción eran estatales, por lo tanto, había desaparecido la
explotación. Por ello, se argumentaba que había desaparecido
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el salario, el capital, la ganancia y la plusvalía. En la realidad el
poder del Estado lo ejercía el PCUS y las relaciones sociales de
producción prexistentes a la toma del poder permanecieron,
adquiriendo especificidades soviéticas. Los miembros del PCUS
asumieron de hecho el estatus de clase dominante, ejerciendo
la dictadura del proletariado en su nombre.
Trotsky sostenía que en el capitalismo de Estado dado que el
poder político está en manos del Estado obrero no existe
explotación alguna, no hay huella alguna de capitalismo. La sola
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existencia de la industria estatal soviética significa un
crecimiento del socialismo que procede directamente del poder
proletario.
Para Bujarín, el salario, el trabajo asalariado, los beneficios y la
plusvalía desaparecen porque la clase obrera se convierte en
dominante al existir la dictadura del proletariado. En la
producción socialista ningún trabajo es asalariado, ningún
salario es distribuido como precio de la fuerza de trabajo que
adquieren los capitalistas. La categoría beneficio, así como el de
plusvalor también desaparecen, en tanto que se hable de los
nuevos ciclos productivos.
El profesor Azcurra, para realizar la refutación de la ideología
soviética, en la segunda parte, presenta una síntesis de la
versión oficial sobre la transición al socialismo. La referida
ideología constituye un sistema de pensamiento que justifica
los principios de funcionamiento de la transición al socialismo
en la URSS. En tal sentido, la producción e intercambio bajo la
conducción y regulación del Estado proletario presentaba las
siguientes características:
En esta segunda parte, el autor realiza una comparación entre
los principios del capitalismo y los contenidos de la ideología
soviética sobre el socialismo, y concluye que lo construido en la
URSS es capitalismo porque las categorías que expresan la
realidad socio‐económica del capitalismo operaron en la URSS.
Existían los propietarios que no trabajaban (la elite del PCUS‐
Estado) que gobernaban y los no‐propietarios, proletariado
asalariado de la URSS, que era quienes trabajaban. Se
producían mercancías para los mercados y la jornada laboral se
componía de una fracción que se pagaba (salario) y otra no
pagada (plusvalía), y bajo el dominio de las anteriores
relaciones estaban presentes en esa supuesta sociedad
“socialista” las categorías: valor, valor de cambio, mercancía,
dinero y capital estatal. Ello a pesar de que los agentes de la
ideología soviética negaban su existencia.
El discurso de la ideología soviética no era falso por quedarse
en las apariencias engañosas, quedando prisioneros del reflejo
de lo que hacían. El discurso de la ideología soviética era falso
en sí mismo, desfiguraba lo que se hacía, enturbiado por
definiciones, explicaciones de ilusorio carácter marxista y
científico, para no reconocer que lo que se hacía era
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capitalismo de Estado con trabajo asalariado y no el socialismo
que liberaba de la explotación a los trabajadores.
Para concluir, considero que esta obra es una invitación al
debate, al estudio de una manera científica y rigurosa sobre las
llamadas experiencias de socialismo, especialmente del
llamado socialismo soviético, que ha constituido una referencia
relevante y significativa en las luchas sociales. Es necesario que
tengamos la honestidad intelectual para reconocer, al menos,
que la transformación de las formas jurídicas de propiedad no
es suficiente para la desaparición de las clases sociales, es
necesario el cambio radical de las relaciones sociales de la
producción, erradicando el trabajo asalariado, donde los
productores individuales como trabajadores libres y asociados
organicen política y la economía relaciones sociales
democráticas.
Orángel Rivas
Caracas. Noviembre 2022
17
Prólogo del autor
Desde hace tres lustros que he venido encarando los temas que
se relacionan con el problema de qué se construyó en verdad
en la URSS y que se difundiera a otras experiencias de
liberación luego de la 2da. G.M. como “socialismo”.
Las investigaciones realizadas y su tratamiento teórico‐histórico
han llevado, sin sombras de dudas, a la conclusión que nada fue
más alejado de la realidad: ni socialismo, ni “tránsito”, ni
“nueva sociedad” de los trabajadores, ni anti‐capitalismo,
absolutamente nada de esto estuvo (ni está) en “construcción”.
Desde el título del 2008 “Imperialismo y Socialismo” (Ediciones
Cooperativas) fue acometida aquella tarea que pasó luego por
la publicación en 2017 de “La abolición del trabajo asalariado”;
“Para leer a Lenín”, 2018; “La abolición del trabajo asalariado y
el socialismo inexistente” (2021); “Del modo de producción
capitalista al modo de producción del trabajo asociado”, (2021).
Todos estos textos desarrollan los fundamentos teóricos que
avalan aquella conclusión y que, para más contundencia, fueran
refrendados por el hecho histórico del desplazamiento de la
URSS de un capitalismo estatal hacia un capitalismo privado, lo
cual no permite duda alguna o vacilación, en reconocer que la
tan difundida como incongruente expresión de “socialismo
realmente existente” siempre fue un “socialismo realmente
inexistente”.
El marxismo no sólo no tiene por qué hacerse cargo de esta
monstruosidad sino que debe ser el primer y tenaz crítico de
tamaño dislate: el de pretender que el capitalismo estatal es
¡socialismo! y que los trabajadores asalariados explotados por
tal capital ya no son… ¡asalariados y no hay explotación! Hay
que ser implacables con estas barbaridades en nombre del
socialismo.
Por supuesto que hay y habrá una extensa lista de detractores
de lo que aquí se demuestra, sosteniendo todo tipo de
tonterías respecto de lo que se hizo la URSS, pero la realidad es
una sola: ¡jamás hubo socialismo en Rusia! Y todos ellos podrán
mantenerse en una resuelta decisión de defender hasta la
muerte lo que se es incapaz de defender mediante la razón, la
verdad y la honestidad intelectual.
No ha sido tarea fácil desentrañar la verdad dentro de la
enorme maraña de textos, oficiales y no oficiales, de aquellos
países que se reclaman del socialismo, de una no menos
producción de intelectuales de todo calibre quienes aun siendo
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en muchos casos detractores de la URSS por su “burocracia” y
su responsabilidad en el “desvío” de los objetivos pregonados,
partían de que, con todas las dificultades y deformaciones, la
humanidad se encontraba ante una muestra de nueva sociedad
que enjuiciaba al capitalismo y sus horrores. En este sentido el
lector podrá encontrar que en “Imperialismo y Socialismo” yo
mismo concluía que lo construido en la URSS era un capitalismo
de Estado pero no daba aún en la clave esencial de
diferenciación entre capitalismo y socialismo: ¡la abolición del
trabajo asalariado!, cosa ésta que se expone acabadamente en
los textos posteriores antes mencionados y que retoma el
análisis materialista de Marx en sus obras principales.
Es de desear que los actuales y futuros intelectuales marxistas
se dispongan a aceptar la realidad de los hechos de la supuesta
“construcción socialista” que no fueron ni son tales y puedan
desatar una contraofensiva teórica mayúscula refutando a tirios
y troyanos dentro de las propias filas del campo revolucionario.
Diciembre 2022
21
La Ideología Socialista Soviética
(Socialismo “realmente existente” como ideología)
‐ I ‐
El discurso ideológico
Las etapas históricas de la elaboración del discurso fueron: a)
1917 – 1921: comunismo de guerra; b) 1921 – 1928: Nueva
Política Económica (NEP); c) 1929 – 1945 Concentración de
propiedad y economía en el Estado; d) 1945… Economía
“socialista”.
Dado el atraso bárbaro de Rusia, luego del comunismo de
guerra, Lenín y con él el PCUS concluyeron que no se podían
“implantar directamente” las relaciones socialistas sino
proceder a la adopción de medidas que llevaran hacia ellas, de
manera que se estableció la necesidad de pasar por una
“antesala” a la que denominaron “transición al socialismo”; se
procedió a concebir como el camino más apto y expeditivo lo
que, de acuerdo con lo expuesto por Lenín, se denominó el
22
capitalismo de Estado que a partir de 1921 se combinó con la
introducción de la NEP.
De esta manera partían de una concepción de lo que es el
socialismo para luego ir dando lugar a su “adaptación” de
acuerdo con la realidad socio‐económica rusa inmediata.
La suma aludida es la siguiente: i) técnica productiva capitalista;
ii) procedimientos capitalistas de producción y organización
planificados; iii) administración jerárquica de las empresas
estatales bajo responsabilidad unipersonal de decisiones; iv)
elevada concentración y productividad del trabajador
asalariado; v) férrea conducción del partido‐Estado soviético
23
como poder político en representación del proletariado y como
propietario de facto de los Mp.
Esto constituyó la condición básica, en la situación catastrófica
de Rusia en esa época, de lo que se denominó “capitalismo de
Estado” que, al estar el poder político del Estado en manos del
proletariado como clase dominante, según lo que se afirmaba,
era el comienzo de la construcción socialista. Veamos algunas
breves citas interpretativas de la situación de aquella época:
“La experiencia vivida por el poder soviético en el terreno de la
organización militar no puede ser considerada como una
experiencia aislada… En el mejor de los casos, la dirección
colectiva implica un enorme gasto de fuerzas y no satisface la
rapidez y la precisión del trabajo que exigen las condiciones de
la gran industria centralizada” (Ídem; XXX; págs. 307‐308.
Énfasis FHA)
Conducción del Partido‐Estado: “En el tránsito al socialismo es
inevitable la dictadura del proletariado, pero esta dictadura no
la ejerce la organización que comprende a la totalidad de los
obreros industriales (Los Sindicatos FHA. Énfasis FHA)… el
partido, por así decirlo, recoge en su seno a la vanguardia del
proletariado, y esta vanguardia ejerce la dictadura del
proletariado. Si no se cuenta con una base como los sindicatos
no se puede ejercer la dictadura, no se puede cumplir las
funciones estatales… no se puede llevar a cabo la dictadura del
proletariado a través de la organización que engloba la
totalidad del mismo, pues el proletariado está aún tan
26
fraccionado, tan degradado, tan corrompido en algunos lugares
(precisamente por el imperialismo en ciertos países) no sólo en
Rusia, uno de los países capitalistas más atrasados, sino
también en todos los demás países capitalistas, que la
organización integral del proletariado no puede ejercer
directamente la dictadura de éste. Sólo la puede ejercer la
vanguardia (El Partido. FHA), que concentra en sus filas la
energía revolucionaria de la clase. Tenemos pues, algo así como
una serie de engranajes; tal es el mecanismo de la base misma
de la dictadura del proletariado, de la esencia del tránsito del
capitalismo al comunismo” (Ídem; XXXII; págs. 11‐12)
¿Qué se consideraba, entonces, como socialismo por parte de
la dirección suprema del PCUS?
La concepción de carácter general que se fue plasmando decía
que, siguiendo a los fundadores del socialismo científico, el
socialismo era la fase primera, inferior, de la sociedad
comunista, cuya base económica era la propiedad social sobre
los Mp en sus dos formas, la estatal de todo el pueblo, y la
cooperativa‐koljosiana. Con más detalles y como primera etapa
de la futura sociedad comunista se enumeraban sus
características centrales: i) eliminación del poder económico y
político de los terratenientes y capitalistas; ii) dictadura del
proletariado desde el Estado y desde la economía; iii) Ejercicio
del poder político por parte del PCUS en nombre y
representación de la clase obrera rusa como su fracción más
consciente y revolucionaria; iv) Concentración y planificación
desde el Estado de los recursos; v) Superación de las relaciones
mercantiles capitalistas y del mercado privado; vi) Dominio de
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la planeación y de la racionalidad en la economía; vii)
superación de la ley del valor y del espontaneísmo de las
relaciones socio‐económicas de mercado.
1 ‐ La transición
2 ‐ Capitalismo de Estado en Rusia y la NEP
“El capitalismo de Estado no es de temer, es deseable. Se debe
“Aprender del capitalismo de Estado”. (Ídem; XXXII; pág. 319.
Énfasis Lenín). 1921 – 1928: NEP, lucha encarnizada entre el
capital estatal y el capital privado; los principales dirigentes y
teóricos bolcheviques, siguiendo las líneas directrices analíticas
expuestas por Lenín para dar fundamento a la implantación de
la NEP, partían de considerar que la lucha era entre la
burguesía que “renacía” en Rusia merced a este nuevo
procedimiento de política económica, y el proletariado que
dirigía el país por medio del poder del Estado en sus manos,
concentrando las ramas y empresas más importantes, por
tanto, “regulando” y “vigilando” el mercado privado, de esta
manera existía o se construía un control del proceso de
producción e intercambio por parte del Estado proletario
sinónimo de que la clase obrera ejercía su dominio sobre el
capital privado. El poder de la clase proletaria era, de hecho,
ejercido por el Partido en su nombre y representación, no por
ella misma.
29
3 ‐ Diferencia entre capitalismo de Estado burgués y
capitalismo de Estado proletario.
En el capitalismo de Estado proletario, el poder político está en
manos de la clase obrera. Las industrias y ramas más
importantes son propiedad del Estado Obrero. Trotsky sostenía
que en este caso “no existe explotación alguna y por lo tanto no
hay ninguna huella de capitalismo, aun si persisten sus formas”.
Y agregaba rotundamente que “La industria del Estado Obrero
es una empresa socialista por el hecho de las claras tendencias
de su desarrollo. Para desarrollarse la industria utiliza métodos
que fueron inventados por la economía capitalista y ante los
cuales hemos sobrevivido. Bajo un verdadero capitalismo de
Estado, es decir, bajo una dirección burguesa, el crecimiento del
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capitalismo de Estado significa el enriquecimiento del Estado de
los burgueses y de su poderoso crecimiento sobre la masa
obrera. Entre nosotros, el crecimiento de la industria estatal
soviética significa un crecimiento del socialismo que procede
directamente del poder proletario”. (Ídem)
Pero cuando la aceptación de la realidad socio‐económica más
cruda e irrefutable imponía su presencia, la prudencia y
sensatez hablaba, entonces se podía leer en Trotsky que “Lo
que ahora tenemos no es un socialismo opuesto al capitalismo,
sino un proceso arduo con el fin de cumplir con el paso de un
estado a otro, y sobre todo la etapa inicial y dolorosa de la
transición… nuestro país muestra aún enormes vestigios del
capitalismo entre los rudimentos del socialismo”.
“De la misma manera, la categoría beneficio así como el de
plusvalor también desaparecen, en tanto que se hable de los
nuevos ciclos productivos”. (Bujarín, N. “Las categorías
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económicas del capitalismo durante el período de transición”.
Capítulo 9 de su obra La Economía del período de transición”)
Por su parte Preobrazhensky, definía lo que se estaba haciendo
desde el PCUS como la construcción de un “sistema mercantil
socialista” o “forma económica mercantil socialista”,
diferenciándose de la caracterización de capitalismo de Estado
de Lenín‐Trotsky, señalando entre otros factores lo que se
oponía a la ley del valor: “... el monopolio del comercio exterior,
el proteccionismo socialista, un riguroso plan de importaciones
elaborado en favor de la industrialización del país, el
intercambio no equivalente con la economía privada que
garantiza a la economía de Estado la acumulación en las
condiciones extremadamente desfavorables dado su bajo nivel
técnico. Pero todos esos elementos, si se los considera
globalmente y se los inserta en el cuadro unitario de la
economía de Estado del proletariado, no son otra cosa que los
instrumentos visibles, la manifestación exterior de la
acumulación socialista originaria”. (Preobrazhensky, E. Artículo
“La utilidad del estudio teórico de la economía soviética”)
Fue tan fuerte y decisivo ese fetichismo de la planificación que
no puede dejar de llamar la atención que impactara en un
estudioso serio y penetrante como Román Rosdolsky, quien en
su conocida obra “Génesis y estructura de El Capital de Marx
(estudios sobre los Grundrisse)” aceptara la caracterización que
hacía Preobrazhensky de la existencia de una lucha entre la ley
del valor como base de la economía capitalista a la cual se le
oponía la ley de la “planificación socialista”, pasando por alto la
persistencia del trabajo asalariado y del capital como capital
estatal. Decía que “... no creemos que podamos decir nada
acerca de este tema que se pueda parangonar, en materia de
claridad y profundidad, a la conocida obra del más renombrado
de los economistas de la revolución rusa, Evgen
Preobrazhensky”. (Cfr. Siglo XXI Editores; 1983; pág. 480).
También él quedó preso de la “ideología” soviética sobre el
socialismo creyendo que era una oposición anticapitalista.
En la “transición”, entonces de acuerdo con la versión “oficial”,
la producción e intercambio bajo la conducción y regulación del
Estado proletario se caracterizaba porque:
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1) “Bajo el socialismo, los medios de producción (Mp)
pertenecen a la sociedad, son propiedad social, dejan de
constituir un instrumento de explotación del hombre por el
hombre y se convierten en fondos de producción de la
economía socialista.
3) Dominio y regulación del valor y de los intercambios por el
Estado. El valor que es la expresión de las relaciones
mercantiles asentadas en la división del trabajo que surge
espontáneamente, va dejando de cumplir su función
equilibradora y de rectora de los intercambios cuando la
economía está bajo la condición del dominio del Estado y la
planeación. En estas condiciones la ley del valor no ha dejado
aún de funcionar, actuaba en la URSS, pero lo hacía bajo otra
forma diferente del régimen capitalista, pues experimentaba un
proceso de desaparición que la llevaba a transformarse en una
ley del gasto de trabajo en la sociedad socialista.
4) El salario desaparece como pago del trabajador. El trabajo
asalariado bajo la transición socialista, dictadura del
proletariado, la clase ya no percibe salario sino un ingreso
como fracción individual‐familiar del trabajo social; “el salario
en el régimen socialista no se presenta como forma
transfigurada del valor y del precio de la Ft, dado que ésta
última, bajo el socialismo, no es una mercancía. El salario, bajo
el socialismo, expresa relaciones de producción socialistas y
34
sirve como medida de trabajo y como medida de consumo… El
perfeccionamiento del salario constituye una de las medidas
más importantes para utilizar plenamente el estímulo del
interés material, objetivamente inherente al socialismo…
También en el período de la amplia edificación del comunismo
sigue siendo necesario perfeccionar los salarios… Bajo el
socialismo, el salario no constituye el valor de la fuerza de
trabajo, sino que es la expresión en dinero de la parte de la
renta nacional que corresponde a los obreros y empleados para
cubrir las necesidades del consumo personal y se distribuye con
arreglo a la cantidad y calidad del trabajo”. (Diccionario de
Economía Política; Borísov‐Zamín‐Makárova; EPU; Montevideo;
1966; págs. 214‐216)
5) En la sociedad socialista, la Ft ya no es una mercancía.
Merced al dominio de la propiedad social sobre los Mp, los
trabajadores en la URSS, son los dueños de todas las riquezas.
6) Eliminado el capital queda eliminado el plusvalor. Bajo el
socialismo dejan de existir tales categorías, el excedente del
valor creado por los trabajadores va a la Caja del Estado, es
decir de la clase obrera, que las utiliza de acuerdo con sus
intereses. (Lapidus ‐ Ostrovitianov. Compendio de Economía
Política; Moscú; 1927. Cfr. Critiques de l´Économie Politique;
París; Maspero 1972 pág. 250). Las ganancias de las empresas
estatal‐soviéticas nada que ver tienen, en cuanto a su
contenido, con la ganancia capitalista. (El término que se utilizó
y difundió luego fue el de “rendimiento”, pero luego fue
ganando aceptación el término ganancia sin que provocara
rechazo alguno). Pero ¡atención! Por el hecho de que las
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empresas soviéticas estatizadas no persiguen la obtención de
ganancias como tal, no se desprende que el Estado soviético
sea indiferente a los resultados superavitarios o deficitarios de
sus empresas.
7) Bajo el socialismo no puede existir la ganancia. Por
supuesto que hay un excedente que surge de las relaciones
entre las empresas estatales, pero no es beneficio o ganancia,
es sólo una “apariencia” basada en el mercado y el dinero. La
“ganancia” soviética nada que ver tiene, en cuanto a su
contenido, con la ganancia capitalista. En la URSS la ganancia es
el ingreso neto de la sociedad creado por el trabajo adicional de
los trabajadores de la producción material, sin que esto
signifique una relación de explotación del hombre por el
hombre.
1º) El capitalismo a comienzos del siglo XX entró en una última
y definitiva etapa de su existencia: etapa imperialista que es el
inicio de su derrumbe; es la “crisis general del capitalismo”.
3º) La revolución de octubre de 1917 escindió al mundo en dos
sistemas sociales diferentes y antagónicos.
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4º) El PCUS se constituyó en la vanguardia del proletariado
mundial.
5º) Rusia construye la sociedad socialista como nuevo modo de
producción.
6º) Han aparecido “nuevas leyes económicas”; ya no rigen sólo
las leyes del capital.
Es lo que puede leerse en el siguiente ejemplo, como en otros
muchos, repetido ad nauseam por todas las publicaciones
académicas, políticas, económicas a lo largo de décadas en la
URSS:
“Marx no se proponía estudiar en El Capital la dialéctica de la
evolución de la sociedad socialista, si bien pueden encontrarse
en varios lugares referencias en los que compara capitalismo y
socialismo, y describe en rasgos generales las leyes del
desarrollo de la nueva sociedad, que reemplazarán las de las
formaciones antagónicas. Esta tarea se les planteó a los
marxistas en una nueva época histórica, luego de la realización
de las geniales previsiones de Marx relativas a la ineluctable
caída del capitalismo y a partir de la gran Revolución socialista
de octubre que arrancó Rusia de las cadenas del imperialismo.
Después de la muerte de Marx y de Engels, el capitalismo entró
en un nuevo y último estadio. El imperialismo acentuó al
extremo las contradicciones del capitalismo. La revolución
proletaria victoriosa en Rusia ha escindido el mundo en dos
sistemas: el sistema socialista y el sistema capitalista. Bajo la
dirección del Partido comunista, los trabajadores del país,
teniendo a su cabeza la clase obrera rusa, que es la vanguardia
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del proletariado internacional, construyen la sociedad
socialista. Un nuevo modo de producción, el modo socialista, ha
surgido y se desarrolla conforme a las nuevas leyes
económicas.” (Mark Moiséievich Rosental; “Les problèmes de
la dialectique dans Le Capital de Marx”; Editions Sociales; París;
1959, págs. 15‐16).
‐ II ‐
La base real como Refutación
Para poder fijar con más precisión el discurso ideológico y sus
inconsistencias notables, exponemos los rasgos fundamentales
de la producción capitalista de manera que se pueda establecer
un examen comparativo entre los supuestos de los dos
sistemas.
1) Concentración de los medios de producción y de los medios
de subsistencia en muy pocos empresarios. De este modo estos
Mp. no son ya propiedad de los trabajadores directos sino de
quienes se los apropian, con lo cual toman la forma de capital
como potencia social de producción, que es la base de la
escisión entre las condiciones objetivas de producción (Mp) y
las subjetivas (Fuerza de trabajo. Ft), ley fundamental de las
sociedades de clase en cuanto a la organización social del
trabajo.
4) El mayor volumen del producto global producido lo es como
mercancías.
5) Que el trabajador aparezca en el mercado como trabajador
“libre” de ataduras personales (esclavo; siervo), vendiendo su
fuerza de trabajo (Ft) como mercancía transformándose por
esta situación en trabajador asalariado, obedeciendo las
órdenes del comprador y valorizando el dinero de aquél como
inversión a ser recuperada con más un “plus”, o sea
funcionando como capital.
¿Cuáles son, entonces, los elementos o factores del proceso de
producción capitalista? a) Trabajadores libres de coacción
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personal y sin propiedad de Mp; b) concentración de los Mp en
manos de propietarios como dueños que no trabajan; c)
producción de mercancías para los mercados; d) jornada
laboral compuesta por una fracción pagada y otra no pagada.
Se cumplía efectivamente con la ley fundamental de las
sociedades de clase: la separación entre las condiciones
objetivas del trabajo (Mp) y las condiciones subjetivas
(trabajadores), al igual que las anteriores sociedades pre‐
capitalistas.
¿Y objetivamente en el caso de la URSS? a) trabajadores libres
de coacción personal y sin propiedad de los Mp; b)
concentración de los Mp en manos de un propietario, la élite
del PCUS‐Estado, cuyos miembros no trabajaban porque
“gobernaban”; c) producción de mercancías “estatales” para los
mercados; d) jornada laboral compuesta por una fracción
pagada y otra no pagada. La ley fundamental de las sociedades
de clase también permanecía vigente.
Por lo tanto las categorías que expresan la realidad socio‐
económica bajo el dominio de los propietarios que no trabajan
sobre los no‐propietarios que trabajan seguían estando
presentes en esta supuesta sociedad “socialista”: valor; valor
de cambio; mercancía; dinero; plusvalor; capital, éste como
capital estatal; aunque se afirmara, repitiera y difundiera que
ya no existían en la sociedad “socialista” o que estaban en
trance de desaparición definitiva.
Lo llamativo del discurso que se construía, curiosamente, no es
que fuera falso porque quedara sólo en las apariencias
engañosas de lo que se hacía, dando lugar a que pudiera
40
pensarse que quienes lo elaboraban quedaban prisioneros de
una representación o reflejo superficial de la realidad; no,
ocurría que lo engañoso era el discurso mismo que
“desfiguraba” lo que se hacía y se lo enturbiaba con
definiciones, supuestas “explicaciones”, “superaciones” del
capitalismo que no eran tales, etc. La evidencia de lo real era
“inaceptable” y lo falso era un discurso pretendido como
“marxista” y “científico” que cumplía las funciones de
“deformar”, “tergiversar”, “retorcer”, lo que se hacía para no
“reconocerlo” como lo que era: un capitalismo de Estado con
trabajadores asalariados, no socialismo liberando de la
explotación al trabajador; esto era un dogma impuesto a fuerza
de autoritarismo, represión y de descalificación si así no era
“creído” y “enseñado” desde las altas esferas del gobierno y de
la seguridad interior, como también desde los institutos de
investigación y las Universidades. Al igual que cualquier clase,
grupo o fracción social que se apodera del Estado actuando
como un poder independiente ante la sociedad, el PCUS
cumplía con esta ley y por lo mismo inevitablemente y
rápidamente debía elaborar una nueva ideología justificadora
de lo que decía, hacía y proyectaba, dándole un remate jurídico
constitucional que le permitía detectar a los enemigos de la
“nueva” sociedad en quienes no la aceptaran o sostuvieran
posiciones diferentes. De este modo, La estructura de la
“Inquisición roja” se iba abriendo paso inexorablemente para
reprimir y disciplinar.
Marx enseña que “Las ideas de la clase dominante son las ideas
dominantes en cada época; o, dicho en otros términos, la clase
que ejerce el poder material dominante en la sociedad es, al
mismo tiempo, su poder espiritual dominante… Las ideas
dominantes no son otra cosa que la expresión ideal de las
relaciones materiales dominantes, las mismas relaciones
materiales dominantes concebidas como ideas; por tanto, las
relaciones que hacen de una determinada clase la clase
dominante son también las que confieren el papel dominante a
sus ideas” (K. Marx; “La Ideología Alemana”; EPU; 1968; págs.
50‐51). ¿Cómo se daba esta relación en la época feudal, la
burguesa y la “socialista”? De la siguiente manera:
“No es un secreto para nadie y es sabido: la regularidad
histórica de los procesos de izquierdas llegados al poder
durante toda la historia del siglo XX (el ejemplo paradigmático
tal vez sea la revolución bolchevique) muestra una absoluta
incapacidad para combinar su existencia y reproducción con
procesos de extensión de patrones democráticos. Los ataques
de exterior, los problemas internos acumulados, la complejidad
en la construcción de alternativas, termina muchas veces siendo
una reivindicación de los derechos y la emancipación para una
sola “clase” o grupo social; o la posición política termina siendo
el baremo entre el disfrute y ejercicio de derechos políticos o de
una “muerte civil” en vida. Por el excesivo celo en la defensa de
los componentes fundamentales de un modelo o sistema, entre
presiones de lo externo y de lo interno, se termina perdiendo al
menos dos cosas fundamentales: la perspectiva universal de la
emancipación y con ello una pérdida de la centralidad del ser
humano en los procesos políticos”
“Única ideología”, dice el autor en el último renglón, que no es
nada más que una “falsa consciencia” esgrimida por los
responsables ideológico‐políticos‐intelectuales del poder
político (Estado), para justificar lo “injustificable”.
Ahora bien, acudamos a Marx para empezar a ver claro. ¿Qué
nos dice sobre el salario cuando trata de la famosa fórmula
trinitaria de la economía burguesa vulgar? Pues que en las
condiciones capitalistas de producción, el trabajo es “… el
medio que siempre se renueva para adquirir, bajo el título de
salario, parte del valor creado por el obrero y, por ende, una
parte del producto social medida por esa parte de valor: los
medios imprescindibles de subsistencia”. Y ¿qué es el producto
social global? , es nada más, nos ilustra Marx, que “… trabajo
social objetivado”.
¿Pero qué escribe Bujarín, uno de los constructores del discurso
ideológico? Pues que en la Rusia “socialista”, “… el obrero
recibe una parte del trabajo social y no un salario”; o sea ¡igual
48
que bajo el capitalismo! De esta manera ¿Qué recibe entonces
el obrero bajo el socialismo si no es un salario?: decía que
recibía una remuneración, un ingreso, una parte del trabajo
social, etc. etc. ¿Qué se hace de este modo? Pues nada más (ni
nada menos) que para la misma relación de producción entre
trabajo y capital ¡cambiarle el nombre! (Cambiando vera rerum
vocabula, o sea al cambiar las palabras se cambian los hechos).
En definitiva y aunque parezca increíble, en la Rusia soviética se
mantenía la relación del trabajador como asalariado pero éste,
se afirmaba desde las altas esferas políticas e intelectuales, que
no recibía un salario sino una… ¡remuneración! Y ¿cuál era el
destino de tal “remuneración” en manos del trabajador ruso?
No otro que el de adquirir “… los medios indispensables de
subsistencia”, exactamente igual que cuando recibe el salario
pagado por la clase capitalista.
Conclusión: 1º) el salario no es una “simple expresión o forma
dineraria de la Ft” como afirma Bujarín, de manera tal que si no
lo paga un capitalista (la clase capitalista) deja de ser salario.
Pero así como el dinero que ingresa el capitalista como
ganancia no es una “simple expresión monetaria de los medios
de producción”, sino que es una relación de producción,
también el salario lo es como componente de aquella relación:
es una relación entre clases “mediada” por el dinero que en un
caso actúa como salario y en otro lo hace como capital dada la
estructura social asimétrica de propietarios y no‐propietarios,
de trabajador y no‐trabajador, que constituye la base de las
distintas funciones del dinero. Lo que no tiene en cuenta para
nada Bujarín y demás “ideólogos” sobre el tema, inclusive hasta
hoy, es que los medios de producción como capital estatal
49
presupone el tipo de distribución: la expropiación a los
trabajadores de las condiciones objetivas de trabajo, para nada
“socializadas” en la URSS, la concentración de estas condiciones
en manos de una minoría de individuos que, por esta razón, se
comportan y son capitalistas, que en el caso examinado como
tal se desempeñaba la élite gobernante del PCUS.
3º) Es preciso agregar otra aclaración de análisis a la estructura
de valor anterior. Si el trabajo de la clase obrera rusa no
hubiera estado determinado como trabajo pagado en dinero
como trabajo asalariado, su participación en el valor de los
productos no aparecería, entonces, bajo la forma de salario; un
50
trabajador que participara en el proceso de producción bajo la
forma de trabajo asalariado, participaría bajo la forma de
salario en el valor y en los productos mismos, o sea en los
resultados del proceso. Para la fracción gobernante y sus
intelectuales apologistas, el salario pagado por las empresas
estatales no era salario porque no lo pagaba la clase capitalista
y al estar la clase obrera en el poder y disponer de la propiedad
social de los medios de producción, según lo establecido por el
discurso oficial, sería un contrasentido ya que esto significaría
que la clase obrera se explota a sí misma.
Veamos: error 1) la clase obrera rusa no era propietaria de los
medios de producción y no estaba en el dominio del poder del
Estado, a pesar de cuanto afirmaran y repitieran una y mil
veces sus dirigentes e ideólogos; error 2) las empresas estatales
“contabilizaban” en el valor final de la producción, al salario
como un “costo interno”, exactamente igual que el capital
privado, para el cual constituye una parte de la inversión de
capital que debe ser “recuperada”, hecho que derriba
completamente la afirmación “oficial” sobre el salario y que
además la realidad mostraba que los medios de producción
funcionaban como capital estatal; no había capitalistas privados
que pagaran salario, pero el PCUS‐Estado lo pagaba actuando
“en funciones” de capitalista.
¿Y nunca puede darse el caso en que la clase trabajadora
perciba un dinero como ingreso sin que adopte la forma de
salario? Si la clase trabajadora fuera efectivamente propietaria
de los medios de producción, el valor se compondría de dos
elementos: valor constante (materias primas, insumos,
51
maquinarias, etc.) más el nuevo valor agregado; de este nuevo
valor agregado, la clase en cada unidad de producción
distribuiría una fracción a los trabajadores que entonces
percibirían un “ingreso” sin pasar por la forma salarial ya que
no sería un costo del producto, y el excedente, a su vez, dejaría
de adoptar la forma de ganancia. De manera que la producción
sería social y la distribución también. Para que esto ocurriera
debió haberse transformado el proceso productivo en un nuevo
“modo”, el modo de producción del trabajo asociado, situación
que hubiera significado la desaparición del capital y
desaparición del trabajo asalariado, pero en la URSS el capital
no desapareció ni tampoco el trabajo asalariado, y esta es una
verdad que no exige demostración alguna, incluyendo en la
actualidad a China, Viet‐Nam, Corea del norte y Cuba.
Demás está decir que en toda la literatura apologética oficial el
“modo de producción del trabajo asociado” no aparece jamás;
probablemente no se debiera a algún ocultamiento tramposo
sino a que esos apologistas “oficiales” desconocían que tal
análisis existiera formulado y fundado por la teoría de Marx;
para no ir tan lejos, en El Capital, Libro III; 6; pág. 339: “... la
disolución de esa relación (capitalista F.H.A.), al implicar al
mismo tiempo la transformación de las condiciones de
producción para convertirlas en condiciones de producción
generales, colectivas, sociales…”; y también en el Libro III; 7;
pág. 563: “En las sociedades por acciones, la función está
separada de la propiedad del capital, y en consecuencia
también el trabajo está totalmente separado de la propiedad de
los medios de producción y del plustrabajo. Este resultado del
desarrollo supremo de la producción capitalista es un punto de
52
transición necesario para la reconversión del capital en
propiedad de los productores, pero ya no como propiedad
privada de productores aislados, sino como propiedad de ellos
en cuanto asociados, como propiedad directa de la sociedad,
Por otra parte es un punto de transición para la transformación
de todas las funciones que en el proceso de reproducción han
estado vinculadas hasta el presente con la propiedad del
capital, en meras funciones de los productores asociados, en
funciones sociales” (Énfasis F.H.A.); y en la pág. 568: “Las
empresas capitalistas por acciones deben considerarse, al igual
que las fábricas cooperativas, como formas de transición del
modo capitalista de producción hacia el modo de producción
asociado…” (Énfasis F.H.A.). Nada de esto existió ni siquiera
como “aspiración futura” en los objetivos políticos del PCUS
gobernante en la URSS.
En consecuencia, en la URSS el “modo” de producción era el
del trabajo asalariado/capital estatal; el dominio del capital
sobre el trabajo no había sido superado, los Mp ajenos a la
propiedad del trabajador se les oponían como entes
autónomos, como un poder hostil, ni, tampoco, se abría
camino alguno hacia un “socialismo en construcción” sino a lo
opuesto un “capitalismo en construcción”, y eso era y fue
siempre la URSS ¡un capitalismo de estado que se transformó
en capitalismo privado” ¡¡Nada de socialismo!! Lo que aquella
dirigencia y la intelectualidad “orgánica oficial” no estaba en
condiciones de advertir era que la persistencia del capital, aún
en su carácter de “estatal”, como propiedad sobre los Mp, deja
intacta las leyes de la producción capitalista, ya que ésta
53
precisamente se basa en la oposición entre trabajo objetivado y
trabajo vivo como factores sociales de la producción.
“… dejan que siga en pié el trabajo asalariado y,
consiguientemente por tanto, la producción capitalista” (K.
Marx; Carta a Sorge; 20/06/1881)
Si se quisiera ser un tanto “benevolente” podría hablarse de un
socialismo vulgar, reaccionario, pero sería demasiada concesión
a una realidad en la que el socialismo brillaba por su ausencia
aunque sus gestores y administradores juraran una y mil veces
que lo que hacían era socialismo ¿qué razones analíticas
argüían? ¡ninguna! sencillamente porque repetían lo que
“creían” como ha sido expuesto.
Como se desprende de lo anterior, ahora se puede comprender
que cada renglón de lo expuesto por Bujarín, era una completa
falsa concepción. Este hombre notorio como muchos otros de
enorme talento y más los que carecían de él, lo que parecen
mostrar sin sonrojarse es que no habían estudiado seriamente
a Marx, o bien que no llegaban a comprender su análisis
teórico‐crítico‐materialista de la economía burguesa. Lo que
hace Bujarín es escribir puras “afirmaciones” disparatadas:
¡Que el salario en Rusia en el período de transición era una
“magnitud aparente”, que el trabajo asalariado “desaparece”,
que no expresa el valor de la Ft, que es una simple “forma
monetaria” y, como remate un vocablo que parece aspirar a
que sea considerado como “dialéctico”: ¡se encamina hacia su
“autonegación”!. Es toda una concepción absurda, que carece
de seriedad analítica.
54
Más aún, nunca se admitió por parte de los dirigentes políticos
e ideológicos de la burocracia rusa en particular y del
Movimiento Comunista en general, que el capital en su forma
de capital estatal presupone una distribución social: la de la
expropiación de la clase obrera rusa “socialista” de las
condiciones objetivas de trabajo, y al mismo tiempo la
concentración de estas condiciones en manos de una minoría
de dirigentes, funcionarios y planificadores, como ya lo hemos
dicho, comportándose como “patrones”, fijando políticas, fines,
premios, etc. para obtener tasas anuales “crecientes” del
producto social global y poder competir con el capitalismo
occidental, el famoso “crecimiento” de las fuerzas productivas.
Así es que condiciones objetivas y subjetivas de la producción
estaban escindidas bajo una determinación social de
producción entre productores (trabajadores asalariados) que
no eran propietarios de Mp y administradores (no‐
trabajadores) en calidad de propietarios objetivos. Como
capital, el capital producía y se reproducía como tal, esto es,
como capital estatal hacía que se produjera y reprodujera
plusvalor bajo el eufemismo de “rendimiento” o “excedente
social”, no producía ni riqueza ni propiedad para la clase
obrera rusa, lo que sí siempre se exigía era la finalidad de
aumentar la “productividad” del trabajo actuando como un
acicate para acrecentar el “rendimiento”, o sea, el plusvalor. No
pueden caber dudas respecto de que estos responsables
políticos y sus voceros intelectuales no tenían la menor idea o
no entendían lo que Marx esclareciera definitivamente: “... la
escisión entre las condiciones de trabajo, por una parte, y los
productores, por la otra, es lo que constituye el concepto del
55
capital…”. (K. Marx; El Capital; Siglo XXI Editores; 1978; III; 6;
pág. 316. Énfasis F.H.A.)
Aún más; para la clase trabajadora rusa, la pérdida de las
condiciones objetivas del trabajo se mostraba como la
autonomización de ellas bajo la figura de capital estatal, esto
es, como la posibilidad de disponer de las mismas sólo cual si se
trataran de capitalistas tout court.
De aquí se comprueba y concluye que las posiciones de Bujarín
y luego de la dirección del PCUS y sus ideólogos, no eran otra
cosa que una absoluta incomprensión, un dislate, desde el
punto de vista teórico, que no se adecuaba para nada a lo
expuesto por Marx en El Capital. Y sobre la base de lo analizado
por Lenín, se elaboró un “estereotipo” grotesco, dogmático,
falso de toda falsedad, una burda escolástica que se instauró y
difundió (hasta hoy) como el socialismo “científico” de Marx‐
Engels, cuando no era, ni es, otra cosa que una perversión‐
distorsión de su pensamiento y análisis. Para estos intelectuales
“orgánicos” del sistema de gobierno soviético les cuadra muy
bien lo que Marx decía de T. R. Malthus, plagiario consumado,
“... para mí, quien no hace ciencia por la ciencia misma (por
muy errónea que pueda ser), sino por motivos exteriores a ella
y tratando de acomodarla a intereses que le son ajenos y que
nada tienen que ver con ella, merece el calificativo de ``vil´´”.
(K. Marx; “Teorías sobre la Plusvalía”; FCE; 14; México; 1980;
pág. 101. Énfasis Marx)
¿En qué se convirtió, pues, el capitalismo de Estado en Rusia
conocido y difundido como socialismo? Pues nada más y nada
menos que en una sociedad en la que el PCUS‐Estado, como
56
propietario general de los medios de producción, estableció un
gobierno administrador despótico del proceso de producción y
de la distribución por medio de las empresas estatales,
haciendo que funcionaran como unidades obedeciendo las
directivas del Organismo Central de Planificación, era el
capitalista “supremo”. Se consideraba que la industrialización
estatal era la piedra angular de la dictadura del proletariado y
base inexcusable del socialismo. Pues bien, bajo estas
condiciones establecidas por el PCUS, la autodenominada
vanguardia consciente y revolucionaria del proletariado ruso se
comportaba con la clase, cual si fuera exactamente igual que
con el esclavo, esto es, debía tener un “amo” que la hiciera
trabajar y que la gobernara puesto que carecía de cultura,
experiencia, creatividad, hábitos laborales, etc.
De este modo la relación antagónica que bajo el capitalismo
privado se da entre trabajadores y capitalistas, continúa en la
forma de trabajadores asalariados y la cúspide dirigente del
Partido Comunista (Secretario General + Comité Central) más la
fracción de administradores‐planificadores estatales, con lo
cual la antítesis entre trabajo y capital no se elimina, sólo
mostraba un cambio formal; el trabajo asalariado como tal
seguía presuponiendo el capital con su contrafigura.
57
Para dar más fuerza a lo anterior sobre el carácter capitalista de
la estructura económico‐social de la URSS y el dominio del
Estado por una proto‐burguesía, no por los trabajadores
asociados, se debe hacer referencia al dramático
levantamiento de Novotcherkassk en 1962. “Este levanta‐
miento se conoce mejor; un primer relato de los acon‐
tecimientos figura en el Archipiélago Gulag de Solzhenitsyn.
Otros relatos han aparecido después. El más interesante se
encuentra en un folleto publicado en Moscú en 1992, con el
título Novotcherkassk 1‐3 de junio de 1962. La huelga y el
tiroteo, resultado de una larga entrevista de David Mandel con
Piotr Sjuda, uno de los participantes en el movimiento, que fue
condenado a 12 años de campo de concentración. Esta
entrevista habla también de la detención en el campo de
concentración y la vida de Piotr Sjuda, obrero disidente, tras su
liberación, su visión de la clase obrera soviética que no idealiza
en absoluto, su crítica del régimen (Sjuda era el hijo de un
bolchevique ejecutado por Stalin en los años 30). En 1990,
Sjuda, que participaba activamente en los acontecimientos
ligados a la perestroika, murió en un accidente de coche.
“Las razones que estuvieron en el origen del movimiento fueron
el descenso de los salarios y un aumento de los precios de los
alimentos básicos; estas medidas suscitaron un profundo
descontento entre los obreros. La huelga estalló el 1 de junio en
la fábrica eléctrica tras un tormentoso encuentro con el director
de la empresa que se burló abiertamente de los obreros y de sus
problemas. Desde el primer día de la huelga, las autoridades
hicieron intervenir sin éxito a soldados con vehículos blindados,
pero los huelguistas obstaculizaron a los vehículos y los
58
soldados se retiraron. Durante un mitin que tuvo lugar a las
puertas de la fábrica, algunos oradores sugirieron enviar
delegaciones a otras fábricas y a otras ciudades, pero al final
del día la ciudad quedó aislada del resto del país. A la mañana
del día siguiente, todo el barrio donde se encuentra la fábrica
fue invadido por soldados y tanques, y comenzaron las
detenciones masivas. Una imponente columna de varios miles
de personas se dirigió al centro de la ciudad, a los gritos de
"dejad pasar a la clase obrera", y se reunió en la plaza principal
donde se encuentra la sede regional del partido, que fue
tomada por asalto.
“En ese momento se dio orden de abrir fuego contra los
manifestantes, provocando una matanza. Una delegación del
Politburó, con Mikoyan a la cabeza, llegó a Novotcherskassk
pero se contentó con sobrevolar a la muchedumbre en un
helicóptero y con una intervención amenazadora en la radio. El
movimiento terminó el 3 de junio por la mañana. Fue el
comienzo de una represión muy dura: más de un centenar de
personas fueron condenadas a altas penas de campo de
concentración, siete manifestantes fueron condenados a
muerte por “bandidismo”. (Cfr. Denis Paillard. Viento Sur;
24/10/2017). ¿Socialismo proletario “realmente existente”?
¿Qué tenía que ver esto con lo teorizado por Marx y que con
contundencia se puede leer en la Guerra Civil en Francia: “La
dominación política de los trabajadores es incompatible con la
perpetuación de su esclavitud social”, cosa ésta que fue
precisamente lo que “construyó” el PCUS‐Estado como URSS.
59
Y como remate de todo lo que exponemos está otro hecho
irrefutable: el carácter fetichista de la mercancía, del dinero y
del capital, continuaba en la URSS como Estado más
planificación y dictadura del proletariado, o sea como forma
mercantil que reflejaba ante los responsables políticos su
estructura, no como lo que era, capitalismo estatal, sino
tozudamente como… ¡socialismo! a lo que se añadía para
zanjar toda discusión, el pomposo título de “realmente
existente”, cuando lo existente era otra cosa, otra relación de
producción a la que, para colmo, se decía combatir: ¡el
capitalismo! De manera que esta fracción dirigente y sus
intelectuales e ideólogos padecían de una “real inconsciencia”
que es otro modo de decir “falsa conciencia”.
Entonces, lo que esta experiencia mostró (y muestra aún en los
países que se autoproclaman socialistas) consiste en que toda
acción política que elimina a la clase capitalista pero no
proclama la abolición del trabajo y su sustitución por el trabajo
“asociado”, al menos en una parte importante de la sociedad y
de la economía, lo que termina por hacer es que subsista el
dominio del capital bajo su modalidad estatal que no es
sinónimo de socialismo. He aquí la potencia de lo expuesto por
Marx, quien no se cansó de teorizar y fundamentar que no hay
capital sin trabajo asalariado, y donde haya trabajo
asalariado habrá capital.
¿Cuál es la premisa implícita de esta decisión disparatada? Pues
que se debe incentivar el interés personal de quienes pueden
generar el aumento de la producción y, por tanto, incrementar
el valor social global a ser distribuido. Ya esto había sido
fundamentado por parte de Lenín en la etapa de la NEP
específicamente para la producción campesina; fue luego
extendido a todo país, Internacional Comunista mediante, que
alcanzara el poder en lucha contra el capitalismo y la burguesía
porque finalmente de este modo se incrementa la producción
industrial y junto con ella se desarrolla y crece el proletariado.
Leamos al propio Lenín justificando la nueva política económica
por medio del elogio a la restauración del capitalismo y las
“ventajas” que esto supondría para el proletariado:
“Por otra parte, si el capitalismo saca ventajas, también se
incrementará la producción industrial, y junto con ella se
desarrollará el proletariado. Los capitalistas obtendrán
ganancias gracias a nuestra política, pero irán formando un
proletariado industrial, que hoy, en nuestro país, como
consecuencia de la guerra y de la extrema devastación y el caos
62
reinantes, se halla desclasado, es decir, fuera de sus carriles de
clase, y ha dejado de existir como tal. Se denomina proletariado
a la clase que se dedica a la producción de valores materiales en
los establecimientos de la gran industria capitalista. Pero dado
que ésta ha sido destruida y los talleres y fábricas están
paralizados, el proletariado ha desaparecido. Algunas veces
apareció formalmente, pero sin vinculación con las raíces
económicas.
Si se restablece el capitalismo, ello significa que también se
recuperará la clase proletaria, que se dedicará a la producción
de valores materiales útiles para la sociedad en las grandes
fábricas maquinizadas y no a la especulación o a la fabricación
de encendedores para la venta particular, o a cualquier otro
``trabajo´´ no demasiado útil, pero inevitable dada la ruinosa
situación de nuestra industria”. (La NEP. Ídem; XXXIII; págs. 54‐
55. Énfasis F.H.A.). Así que para construir el socialismo se
requería el estímulo e incentivación del capitalismo y que,
finalmente, la ventaja de esta situación consistía en que al
desarrollarse el capital se desarrollaría el proletariado; era
insólito, ya no se trataba de eliminar a la clase burguesa y de
superar el trabajo asalariado, sino de lo opuesto ¿Cómo aceptar
estas imposturas teóricas y prácticas sin refutarlas durante
tantas décadas?
En un rápido recuento de lo referido a la política y la economía
encontramos que:
1) Las fuerzas productivas en la URSS eran sinónimo de
concentración, especialización, técnica, cooperación y
superioridad… “socialistas”;
5) Trabajo “socialista” significaba la vigencia de “ley socialista”,
a su vez, incremento incesante de la productividad del trabajo,
esto es, de las fuerzas productivas “socialistas”
65
6) El cálculo económico “socialista” actuaba como ley para
empresas y la economía global;
7) Industria “socialista” constituía la base técnica y material del
socialismo superior al capitalismo;
10) Reproducción económica, se daba por sentado que era no
otra cosa que la Reproducción ampliada “socialista”.
El debate sobre la ley de la acumulación “socialista” como otra
ilustración:
“La estructura socio‐económica de la Rusia soviética (tampoco
tenía nada de soviética) consistía en una relación entre
trabajadores no‐propietarios y propietario único “(PCUS‐
Estado) no‐trabajador; y en medio de ellos, por así decir, un
mar de empresas de diferentes ramas con sus dirigentes
administradores al frente como responsable de que
funcionaran teniendo en cuenta la relación costo‐rendimiento
en el cumplimiento del plan cuyas directrices bajaban desde el
66
Gosplan. Éstos funcionarios actuaban, de hecho, como pseudo
capitalistas en funciones (proto burguesía) limitados y
coaccionados con limitada libertad de gestión para decidir pero
debiendo hacer que se cumplieran las metas establecidas para
los trabajadores de las empresas y además con restricciones
monetarias para incidir en los costos de la producción asignada.
La relación entonces era: trabajadores sin propiedad –
administradores poseedores – propietario no‐trabajador. Esto
no era “socialismo” sino una estructura en que predominaba el
capital estatal, por tanto el proceso era el de la producción de
mercancías “estatales”, excedente como plusvalor; salarios y
rendimientos como ganancia. Los problemas de la inversión
eran el del rendimiento de los Mp considerados como capital;
los de la relación valores y precios era la de empresas que no
competían como rivales pero se les exigía que obtuvieran un
rendimiento cual si estuvieran en aquellas condiciones; y
también el problema de la necesidad del cálculo de una tasa de
interés para los medios de producción cual si se tratara de una
cantidad de dinero en préstamo cuyo valor estimado varía con
el tiempo que incide en el rendimiento; etc. todas cuestiones
“capitalistas” para nada “socialistas” aunque, como sabemos
eran así tomadas y definidas “oficialmente”. (Azcurra, F.H. “La
abolición del trabajo asalariado y el socialismo inexistente”;
Ediciones Cooperativas; Bs. As. 2021; págs. 110‐111)
Un ejemplo sencillo entre tantos sobre esta cuestión puede ser
útil; en una Resolución del XXV Congreso del Partido Comunista
de la Unión Soviética se enfatizaba que “la fundamental
importancia de una dirección más eficiente de la inversión de
capital, que permita el menor gasto posible de los medios de
67
producción producidos”. El texto habla por sí solo: inversión de
“capital” y “menor gasto” en la producción de Mp; si no
estuviera el contexto de la frase el lector diría que se trata de
una objetivo puramente capitalista y no de “planificación
socialista”.
Entre lo que el PCUS y sus intelectuales “orgánicos” decían ser y
hacer y lo que realmente eran y hacían existía un abismo.
Decían “creer” en su propio discurso fetichista, esto es, por lo
que éste decía acerca de sí mismo “falseando” lo real,
pretendiendo como “realmente existente” lo falso. Marx
hubiera dicho que se trataba de una solemne, larga y farragosa
construcción ideológica mediante una pomposa serie de
sonoros nombres y palabras, abstracciones mentirosas, frente a
una realidad “incómoda” que debía ser ocultada ante la
comprensión racional y rigurosa.
Pero es preciso hacer una última aclaración que no carece de
importancia teórica y política de la ideología socialista soviética.
Lo notable y estremecedor de esta situación entre realidad y
discurso, entre PCUS gobernante y población trabajadora, era
que para esta última, la “doctrina” sobre un “socialismo
realmente existente” consistía que en su vida diaria: a) sentía la
explotación de los administradores (Supervisores, Jefes,
Directores); b) que sabía claramente que no era “dueña” de los
medios de producción ; c) que tampoco estaba en el poder del
Estado como clase dominante; d) que padecía escaseces y
restricciones en su consumo diario; e) que sufría prohibiciones
civiles y laborales; f) que veía los escandalosos privilegios de la
élite gobernante; g) que experimentaba la prepotencia del
68
PCUS‐Estado, todo este conglomerado de hechos del que
abominaba ¿esto era el “socialismo”? pues nada quería saber
de esta “nueva sociedad”.
Finalmente y en resumen:
2º) Ese proceso global consistía en producción y reproducción
de mercancías capitalistas estatales, en términos de valor: valor
de los Mp + valor de Ft + Plusvalor (Pv).
3º) Era un proceso de producción y reproducción constante de
plusvalor, que era denominado como “excedente” y no como
tal; el proceso de trabajo contenía entonces plustrabajo que se
materializaba como plusproducto. De manera que se trataba de
un incesante proceso de trabajo y simultáneamente proceso de
valorización.
9º) El intercambio que se daba entre el trabajo y el capital
estatal implicaba dos momentos: a) compra de la fuerza de
71
trabajo (Ft) y en consecuencia el uso de la misma para producir
las mercancías; b) expresaba la transformación directa del
trabajo vivo como capital, o bien, su materialización como
realización del capital estatal actuando como “patrón” de todo
el proceso. No era otra cosa que la metamorfosis del dinero
invertido por el Estado en capital de los propietarios de ese
Estado.
10º) Todo el sistema social productivo hacía pues que tanto las
mercancías como los Mp, o sea las condiciones objetivas del
trabajo, los medios de trabajo y los medios de subsistencia, se
enfrentaran a la clase trabajadora rusa como potencias
autónomas porque no eran de su propiedad, se les aparecían
como hechos, fenómenos, ajenos e imponiéndose por encima
de ella, en definitiva como capital estatal; el capital estatal
empleaba trabajo no que el trabajo utilizara aquellos medios
para producir productos subsumidos a sus fines y planes
sociales. El fetichismo no sólo no había sido superado sino que
campeaba exactamente igual que bajo el capitalismo privado.
A esto la élite del PCUS‐Estado, la nomenklatura dirigente de
las empresas estatales y los economistas e investigadores
“académicos” de las Universidades y sus publicaciones
llamaban “socialismo realmente existente”.
Hay que decir las cosas por su nombre real y exacto:
No ha habido (ni hay) ningún “socialismo burocrático”; ningún
“socialismo degenerado”; tampoco “deformado” ni “desviado”;
menos, mucho menos aún, “socialismo realmente existente” ni
“socialismo con características chinas”, o “socialismo con
72
características viet‐namitas”; “cubanas” o “coreanas”…
Absolutamente nada de eso ¡No hubo, ni hay socialismo en el
mundo! Lo que ha existido y sí existe es ¡capitalismo de
Estado! que inexorablemente se transforma en… “capitalismo
privado”, pero siempre explotando a los trabajadores en ambos
tipos, jamás socialismo alguno.
Es hora de terminar definitivamente con estas imposturas. Los
partidos políticos, los movimientos sociales, los intelectuales
que defienden y representan a los trabajadores en nombre del
marxismo, tienen la obligación de repudiar tales imposturas
desvergonzadas, siniestras, falsas, ditirámbicas, despóticas, y
construir un nuevo proceso de rechazo y superación del
capitalismo completamente de raíz: ¡¡sin capitalistas privados
ni trabajadores asalariados, ni Estado en manos de una minoría
autoritaria, escindida y autonomizada de la sociedad en
“nombre y representación de…”!! Esta es la finalidad de toda
labor y participación en la lucha teórica desde el análisis
riguroso hecho por Marx‐Engels y que aún no ha plasmado en
la lucha de clases anti‐capitalista.
73
Lenín y la construcción de la URSS
“Probablemente todavía no ha existido persona que al
formularse el interrogante sobre la economía de Rusia, niegue
el carácter transitorio de esta economía. Tampoco comunista
alguno ha negado que la expresión República Socialista
Soviética significa la decisión del poder soviético de realizar el
tránsito al socialismo, y de ningún modo que las nuevas formas
económicas puedan considerarse socialistas”
(XXVII; pág. 329; Mayo 1918)
Introducción
Este tema puede ser abordado desde dos puntos de vista: uno
teórico, histórico el otro. No están separados completamente,
ambos se condicionan pues no puede haber teoría sin
contenidos históricos, y no puede haber análisis histórico sin
premisas teóricas, conscientes o inconscientemente tomadas.
El planteo histórico parte de tener en cuenta como lo
fundamental de la construcción socialista, las condiciones
socio‐económico‐laborales dramáticas de Rusia en la 1ra. G.M.:
inflación, pobreza, desempleo, hambre, destrucción de
instalaciones, invasión militar de Rusia por Alemania,
operaciones de reconquista del poder por fuerzas militares
reaccionarias, zaristas, caos financiero, etc. etc. que
determinaron la adopción de medidas drásticas, perentorias,
despóticas de dirección y administración del Estado y de la
economía. Todo esto, se suele decir, planteó cambios en los
objetivos esenciales, exigió medidas prácticas inmediatas,
74
retrasó la construcción socialista, obligó a directivas
autoritarias desde el Partido gobernante para “subsistir” y
“derrotar” a los enemigos de la revolución proletaria de 1917
etc. lo cual debe ser tenido en cuenta para una evaluación
justa, concreta, de lo que se estaba construyendo.
El examen teórico acepta sí, todo lo anterior y mucho más, fue
contundente y probablemente imposible de no ser considerado
a la hora del balance, pero no menos cierto es que tales
decisiones y políticas se basaban también en una lectura
teórica de construcción socialista que quedó confinada en que
la expropiación de los capitalistas y la concentración de los
Mp por parte del Estado junto con la planificación era
sinónimo de socialismo sin más discusión, aun con todas las
modificaciones apuntadas arriba. El Partido Comunista
consideró que para salir de aquella situación era
imperativamente necesario mantener la separación de
trabajadores y medios de producción con más la apropiación
de los medios de producción por el Estado y la administración
pública de los mismos, con drásticos llamamientos al orden y a
la productividad del trabajo por parte de los directivos y jefes
designados por el Partido. Esto no era socialismo pero sí, se
sostenía con vehemencia y seguridad, era un paso dado hacia
adelante hacia aquella meta. Lo que aquí examinamos y
tratamos de demostrar incontrovertiblemente es que aquellos
procedimientos no construían socialismo alguno ni, tampoco,
eran “etapas” o “pasos” hacia tal objetivo. Los sucesos
históricos de la existencia de la URSS y su desplazamiento hacia
el capitalismo privado desde una estructura de capitalismo de
75
Estado a fines del siglo pasado, mostraron la inconsistencia de
aquellos discursos y explicaciones totalmente erróneos.
Estado y Partido. PCUS‐Estado fusionados en un solo poder de
dominación en calidad de propietario autonomizado de la
sociedad con la capacidad de imponer sus fines y políticas a la
sociedad. Características llamativas de esta relación: a) el
Partido como supremo conductor, de hecho, capitalista estatal
supremo ya que no existían propietarios capitalistas privados.
b) Conexión del Partido‐Estado concebido como un sistema de
“engranajes” entre la vanguardia (PCUS), el proletariado (masa
trabajadora asalariada); c) El PCUS y el Estado integrado
masivamente por “afiliados” que provenían de las antiguas
relaciones feudal‐zarista y de las empresas de la naciente
burguesía; d) Las empresas estatales administradas por
Directores y Superioridad organizados “jerárquicamente” en las
cuales los trabajadores manuales no tenían participación
alguna, sólo debían trabajar y ser altamente “productivos”.
‐ I ‐
La cuestión del capitalismo de Estado en Lenín no fue algo que
él planteó y defendió luego del “comunismo de guerra”. Ya lo
había abordado en “La catástrofe que nos amenaza y cómo
combatirla” de septiembre de 1917. Dice en un fragmento del
texto: “… el imperialismo no es otra cosa que el capitalismo
monopolista. Que también en Rusia el capitalismo se ha
transformado en capitalismo monopolista lo evidencian
palpablemente los monopolios Produgol y Prodamet, el
consorcio del azúcar, etc. El mismo consorcio del azúcar nos
demuestra palmariamente la transformación del capitalismo
monopolista en capitalismo monopolista de Estado.
¿Y qué es el Estado? Es la organización de la clase dominante;
en Alemania, por ejemplo, la organización de los ``junkers´´ y
capitalistas… Pues bien sustituid ese Estado de ``junkers´´ y de
capitalistas, ese Estado de terratenientes y capitalistas, por un
Estado democrático‐revolucionario, es decir, por un Estado que
destruya revolucionariamente todos los privilegios, que no tema
79
implantar la democracia más completa, y veréis que el
capitalismo monopolista de Estado, en un Estado verdade‐
ramente democrático, revolucionario, representa inevita‐
blemente, infaliblemente ¡un paso, pasos hacia el
socialismo!...Pues el socialismo no es más que el paso
siguiente al monopolio capitalista de Estado (Énfasis FHA). O
dicho en otros términos, el socialismo no es más que el
monopolio capitalista de Estado puesto al servicio de todo el
pueblo y que, por ello, ha dejado de ser monopolio capitalista…
La guerra, al acelerar extraordinariamente la transformación
del capitalismo monopolista en capitalismo monopolista de
Estado, pone de este modo a la humanidad extraor‐
dinariamente cerca del socialismo: tal es, precisamente, la
dialéctica de la historia”. (XXV; pág. 348‐349. Énfasis Lenín).
“¿Qué significa el capitalismo de Estado bajo el poder de los
Soviets? En la actualidad, realizar el capitalismo de Estado
significa imponer el control y contabilidad que practicaban las
clases capitalistas. En Alemania tenemos un ejemplo de
80
capitalismo de Estado. Sabemos que nos ha superado. Pero si se
reflexiona un poco sobre lo que significaría poder implantar en
Rusia, en la Rusia Soviética, las bases de este capitalismo de
Estado, entonces veríamos que nadie que estuviera en su sano
juicio, que no tuviera la mente atiborrada con fragmentos de
verdad librescas, puede dejar de admitir que el capitalismo de
Estado sería la salvación para nosotros (Énfasis FHA).
Dije que el capitalismo de Estado sería nuestra salvación; de
tenerlo en Rusia, el paso al socialismo total nos sería fácil,
estaría en nuestras manos; porque el capitalismo de Estado es
algo centralizado, calculado, fiscalizado y socializado, y es
precisamente lo que nos hace falta (Énfasis FHA); pues nos
amenaza la fuerza elemental de la incuria pequeño burguesa,
producto de la historia y de la economía de Rusia, que nos
impide precisamente dar este paso, del cual depende el éxito
del socialismo. Me permito recordarles que estas palabras mías
sobre el capitalismo de Estado fueron escritas un tiempo antes
de la revolución y es un absurdo enorme querer asustarnos con
el capitalismo de Estado”. (XXVII; págs. 287‐288. Abril 1918)
“Para esclarecer más aún el problema (de la transición del
capitalismo al socialismo FHA), mencionaremos ante todo un
ejemplo concreto de capitalismo de Estado. Todos saben cuál es
ese ejemplo: Alemania. Tenemos allí ``la última palabra´´ de la
moderna técnica capitalista y de la organización planificada,
subordinadas al imperialismo junker‐burgués. Supriman las
palabras que hemos subrayado y coloquen en lugar de Estado
militar, junker, burgués, imperialista, otro Estado, pero de tipo
social diferente, de distinto contenido de clase. Estado
soviético, es decir, proletario, y obtendrán toda la suma de
condiciones que dan como resultado el socialismo”. (XXXII; pág.
327. Mayo de 1921. Énfasis Lenín). Este párrafo resume de
modo condensado la concepción y finalidad central de la
estrategia de “transición” socialista de Lenín. Veamos las
posturas de Lenín en la etapa del comunismo de guerra y luego
lo que expone en 1921 para dejarlo a un lado y fundamentar la
82
implantación de la NEP como tránsito decisivo hacia el
socialismo.
‐ II ‐
Etapa del comunismo de guerra
“La Asamblea Constituyente resuelve:
I ‐ 1º) Queda proclamada en Rusia la República de los soviets de
diputados obreros, soldados y campesinos. Todo el poder, tanto
en el centro como en las provincias, pertenece a los soviets.
2º) La República soviética de Rusia se constituye sobre la base
de la libre unión de naciones libres, como Federación de
Repúblicas Soviéticas nacionales.
“II ‐ Habiéndose señalado como misión esencial la abolición de
toda explotación del hombre por el hombre, la completa
supresión de la división de la sociedad en clases, la represión
implacable de la resistencia de los explotadores, la organización
socialista de la sociedad y la victoria del socialismo en todos los
países, la Asamblea Constituyente resuelve además:
83
1º) Queda abolida la propiedad privada de la tierra. Se declara
patrimonio de todo el pueblo trabajador toda la tierra, con
todos los edificios, el ganado de labor, los aperos de labranza y
demás accesorios agrícolas.
2º) Se confirma la ley de los soviets sobre el control obrero y el
Consejo Superior de Economía del Pueblo, con objeto de
asegurar el poder del pueblo trabajador sobre los explotadores
y, como primera medida, para que las fábricas, talleres, minas,
ferrocarriles y demás medios de producción y de transporte
pasen por entero a ser propiedad del Estado obrero y
campesino.
3º) Se confirma el paso de todos los Bancos a propiedad del
Estado obrero y campesino, como una de las condiciones de la
emancipación de las masas trabajadoras del yugo del capital.
4º) Queda establecido el trabajo obligatorio para todos, con el
fin de suprimir las capas parasitarias de la sociedad.
5º) Se decreta el armamento de los trabajadores, la formación
de un Ejército Rojo socialista de obreros y campesinos y el
desarme completo de las clases poseedoras, con objeto de
asegurar la plenitud del poder de las masas trabajadoras y
eliminar toda posibilidad de restauración del poder de los
explotadores.
III ‐ … 3º) La Asamblea Constituyente considera la ley de los
Soviets de la anulación de los empréstitos contratados por los
gobiernos del zar, de los terratenientes y de la burguesía, como
un primer golpe asestado al capital bancario, al capital
financiero internacional, y expresa la seguridad de que el Poder
84
de los soviets seguirá firmemente esa ruta, hasta la completa
victoria de la insurrección obrera internacional contra el yugo
del capital. …” (XXVI; pág. 405 y ss.).
1) Cimientos socialistas
Abolición de la propiedad privada de la tierra.
Control obrero (Inspectores, supervisores obreros, etc.)
Trabajo obligatorio para todos; combate del parasitismo.
Vigilancia obrera de la entrega de la dirección por los
capitalistas de las empresas (Ver XXVII págs. 341‐342‐343)
“El trabajo se ha unificado en Rusia sobre bases comunistas
porque , en primer lugar se abolió la propiedad privada sobre
los Mp, y en segundo lugar porque el poder estatal proletario
organiza en escala nacional la gran producción en las tierras
pertenecientes al Estado y en las empresas estatales, distribuye
la mano de obra entre las distintas ramas de la economía y las
diversas empresas y reparte entre los trabajadores grandes
cantidades de artículos de consumo pertenecientes al Estado”
(XXX; págs. 102‐103)
Lo afirmado por Lenín en el fragmento anterior no era cierto.
Que el trabajo se hubiera unificado “sobre bases comunistas” y
la explicación que da en los renglones siguientes no podía ser
concebido como una “economía comunista”, cosa ésta que
pronto reconocerá el propio Lenín para fundamentar la Nueva
Política Económica (NEP) en 1921 señalándolo como un franco
error.
2) Socialismo en 1917‐1920
“El trueque de los productos de la industria por pan y un control
severo y censo de la producción: he aquí el principio del
socialismo. Sí, nosotros tendremos una República del trabajo. El
que no quiera trabajar, no comerá”. (XXVI; pág. 275: Nov. 1917)
“El socialismo no se crea por decretos, a su espíritu le es extraño
el automatismo burocrático administrativo; el socialismo vivo,
creador, es obra de las propias masas populares”. (XXVI; pág.
272. Nov. 1917)
“El proletariado debe convertirse en la clase dominante, en el
sentido de guía de los trabajadores y en la clase dominante
políticamente. Hay que luchar contra el prejuicio de que sólo la
burguesía es capaz de gobernar. El proletariado debe hacerse
cargo del gobierno… De una vez para siempre, rompamos con el
prejuicio de que los asuntos de Estado, la dirección de los
Bancos y fábricas, son tareas imposibles para los obreros. Pero
todo esto sólo puede ser resuelto por medio de un enorme
trabajo cotidiano de organización” (XXVI; pág. 346. Diciembre
1917. Énfasis FHA)
87
“Todos los ciudadanos, sin excepción, deben intervenir en la
justicia y en el gobierno del país. Para nosotros es fundamental
atraer a todos los trabajadores sin excepción a la
administración del Estado. La tarea es enormemente difícil.
Pero una minoría –el Partido‐ no puede implantar el
socialismo (Énfasis FHA). Esta tarea la realizarán decenas de
millones de trabajadores, cuando aprendan a hacerlo.
Consideramos que nuestra responsabilidad es esforzarnos por
ayudar a la masa a abocarse de inmediato a ello, sin esperar a
estudiarlo en libros y lecciones” (XXVII; pág. 129. Ver págs. 148‐
152)
“El poder soviético es el camino al socialismo descubierto por
las masas laboriosas; y por lo tanto un camino seguro e
invencible” (XXIX; pág. 243. 1919‐1920)
“El socialismo es la supresión de las clases (Énfasis FHA). Para
suprimir las clases lo primero que hace falta es derrocar a los
terratenientes y capitalistas. Hemos cumplido esta parte de la
tarea, pero es sólo una parte y no la más difícil. Para acabar con
las clases es preciso, en segundo lugar, suprimir la diferencia
existente entre obreros y campesinos, convertir a todos en
trabajadores. Y no es posible hacerlo de la noche a la mañana”
(XXX; pág. 106. Nov. 1919. Énfasis Lenín)
3) Errores del comunismo de guerra (1917‐1920)
“… un inmenso país agrícola con pésimas vías de comunicación,
con un territorio vastísimo, con diversidad de climas, con
distintas condiciones agrícolas, etc. presupone
indefectiblemente cierta libertad de circulación mercantil de la
agricultura y de la industria locales en el plano local. En este
sentido cometimos muchos errores, fuimos demasiado lejos en
el camino de la nacionalización del comercio y de la industria,
al interrumpir la circulación local de mercancías ¿Fue un error?
Sin duda alguna”. (XXXII; pág. 212. Énfasis FHA)
“… para un país arruinado, atormentado, atrasado, se ha hecho
muchísimo en cuanto a la transformación socialista de la
sociedad”. (Ídem; pág. 41)
89
Ahora Lenín sostenía otros tipos de argumentos respecto del
socialismo; ya no era la “supresión de las clases”: “Marx y
Engels se burlaban sin piedad de las ideas, frases e hipótesis
relativas a la desaparición de las clases antes del comunismo y
afirmaban que sólo el comunismo significa la supresión de las
clases… Sabemos perfectamente que las clases subsisten en
nuestro país y subsistirán largo tiempo; que este es un
fenómeno inevitable… es posible una situación en la que queden
clases hostiles al proletariado; por eso no podemos crear ahora
en la práctica aquello de que hablaba Engels (la sociedad
comunista en la que no habrá clases FHA). Habrá dictadura del
proletariado. Después habrá sociedad sin clases”. De manera
que en la sociedad socialista todavía hay clases sociales:
trabajadores asalariados, capitalistas privados, campesinado,
terratenientes. (XXXII; págs. 242‐243)
Sin embargo no será sin resistencia y oposición a su proyecto
de cambio de procedimientos políticos y económicos que Lenín
justificará lo que consideraba como necesario e inevitable para
evitar que la revolución sucumbiera por los errores que el
Partido estaba cometiendo con el comunismo de guerra. En su
afán de fundamentar con solidez el viraje de una etapa a otra
en la política de construcción, o sea del comunismo de guerra a
la NEP, Lenín llegó a decir que “... no hay un solo libro que hable
del capitalismo de Estado que existe bajo el comunismo. Ni
siquiera Marx sospechó la necesidad de escribir una sola
palabra sobre ello, y murió sin dejar ni una cita precisa, ni
indicaciones irrefutables”. Por eso ahora tenemos que
esforzarnos por salir adelante solos”. (XXXIII; pág. 254). ¿Cómo
dejaría Marx algún escrito sobre el capitalismo de Estado
90
cuando toda su teoría derriba de antemano esta afirmación?
Marx escribió y teorizó un cambio en el “modo de producción”
no una continuación del trabajo asalariado ni de capital estatal
alguno al que Lenín y el PCUS lo etiquetarían de antesala del
“socialismo” cuando no directamente de “socialismo”; lo
manifestado por Lenín era (es) un lamentable argumentum ad
hoc.
‐ III ‐
La Nueva Política Económica. (1921)
“Considerábamos ‐o quizás sea mejor decir suponíamos, pues
no lo habíamos entendido bastante‐ poder organizar en forma
directa, por la sola existencia del Estado proletario, al modo
comunista, la producción y distribución estatales de productos,
en un país de pequeños campesinos. La vida nos hizo
comprender nuestro error, ver que son necesarias una serie de
etapas de transición: el capitalismo de Estado y el socialismo
(¿? FHA), para preparar por medio de un prolongado trabajo –
que requiere varios años‐ el paso al comunismo. Y que no es
suficiente ese solo entusiasmo, que hay que contar, sí, con ese
fervor que engendra una gran revolución, pero unido al interés
personal, al estímulo material, a la rentabilidad comercial,
para comenzar a construir los sólidos puentes que nos
llevarán, de un país de pequeños campesinos, pasando por el
capitalismo de Estado, al socialismo. (Énfasis FHA). De otro
modo no es posible acercarse al comunismo, aproximar a él a
91
decenas y decenas de millones de hombres. Esto es lo que nos
ha enseñado la vida y el desarrollo objetivo de la revolución”
(Lenín; O.C. tomo XXXIII; Cartago; pág. 47. Énfasis Lenín)
“No debemos contar con el paso directo al comunismo. Es
preciso construir en base al interés individual del campesino…
Nuestro intento de solucionarla (A la transición FHA) en forma
directa, mediante un ataque frontal, por decirlo así, terminó en
un fracaso” (XXXIII; pág. 58. Énfasis FHA)
Lenín “El papel de los sindicatos en la NEP”. Notable escrito de
Lenín por lo que expone y por las premisas desde las que parte.
(O.C. XXXIII, págs. 167‐178):
93
La NEP “… no cambia la esencia del Estado obrero, aunque
modifica de modo sustancial los métodos y formas de la
construcción socialista, puesto que admite la emulación
económica entre el socialismo en construcción y el capitalismo
que aspira a resurgir; todo ello con el fin de satisfacer por el
mercado las necesidades de millones de campesinos.
“Los cambios de forma en la construcción socialista se deben a
que en toda la política de transición del capitalismo al
socialismo el Partido Comunista y el poder soviético emplean
ahora métodos especiales para este período, actúan en una
serie de aspectos de manera diferente; conquistan una serie de
posiciones ``por medio de un nuevo rodeo´´, para decirlo así,
retroceden para poder pasar otra vez mejor preparados a la
ofensiva contra el capitalismo. En términos concretos hoy se
permite el desarrollo del libre comercio y el capitalismo, a los
que se somete a una regulación estatal; por otra parte, las
empresas socializadas del Estado se reorganizan sobre la base
de la denominada rentabilidad económica, es decir, del
principio comercial, lo que en medio del atraso cultural y del
agotamiento del país hará surgir, en mayor o menor grado pero
de modo inevitable, en la consciencia de las masas, la
contraposición entre la administración de determinadas
empresas y los obreros que trabajan en ellas”. (Énfasis FHA)
¿Y cuál era la estructura socio‐económica de la cual parte Lenín
para su análisis, o sea que da por supuesta Lenín?: a) masa
campesina en parte propietaria de la tierra y en otra
arrendataria del Estado que es el propietario; b) en las ciudades
mantenimiento y aun expansión del trabajo asalariado; c) el
94
Estado “proletario” autonomizado de la clase pero
“representado” por el PCUS, afirmando que está en manos de
los trabajadores (¿?). En definitiva lo que estimula, fomenta,
alienta, facilita y permite es la expansión de las relaciones
capitalistas aun cuando la burguesía privada fuera débil e
ínfima. Stalin & Cía. pondrán fin a este “experimento”, una vez
muerto Lenín, hacia fines de 1928 comienzos de 1929,
poniendo el acento en el Estado, sus empresas y la planeación
económica, esto es, acentuarán el capitalismo de Estado
abandonando la NEP. Con lo cual no se hacía otra cosa que
“modificar” la política de “construcción” de un tipo de
capitalismo “mixto” (estatal‐privado) por otro tipo de
capitalismo plenamente estatal al que se lo etiquetó, hasta hoy,
de “socialismo”.
La decisión política de restaurar las relaciones capitalistas “… la
dicta nuestro estado de miseria, de ruina y por el tremendo
debilitamiento de nuestra gran industria”. (XXXIII; pág. 143)
Lenín señalaba que era necesario mediante la NEP “… mantener
a riendas cortas a los señores capitalistas, dirigir el capitalismo
al cauce estatal y crear un capitalismo que se subordine al
Estado y lo sirva”. (Ibídem; pág. 55)
95
“No podemos apartarnos de la rentabilidad comercial,
debemos comprender que sólo en base a ella podemos crear
condiciones tolerables en cuanto a que los salarios satisfagan
a los obreros, en cuanto a las horas de trabajo, etc.
Únicamente sobre la base de la rentabilidad comercial es
posible organizar la economía”. (Ibídem; pág. 93. Énfasis FHA)
2) Resumen de las posiciones de Lenín y la NEP
Es innegable que las premisas básicas de la construcción del
socialismo en lo que fuera la URSS se fundaban en el
pensamiento de Lenín, y éste consistía abreviadamente en la
siguiente suma de concepciones y de directivas prácticas que se
desprenden de sus propias obras e intervenciones en el C.C. del
PCUS así como también de sus discursos e informes en diversas
ocasiones ante las instituciones oficiales y obreras de la época.
Esta suma constituía, para Lenín, la condición básica, en la
situación catastrófica de Rusia en esa época, del capitalismo de
Estado que, al estar el poder político en manos del proletariado
como clase dominante, según él lo afirmaba, aseguraba el
camino expedito al socialismo. La Rusia de la NEP se
transformará en la Rusia socialista aseguraba Lenín (XXXIII; pág.
409)
a.‐ Técnica capitalista
“… el socialismo es imposible sin aprovechar las conquistas de la
cultura y de la técnica alcanzadas por el gran capitalismo… No.
98
Únicamente son dignos de llamarse comunistas quienes
comprendan que es imposible crear o implantar el socialismo
sin aprender de los organizadores de los trusts. Pues el
socialismo no es una fantasía, sino la asimilación por parte de la
vanguardia proletaria que conquistó el poder, la asimilación y la
aplicación de lo que fue creado por los trusts. Nosotros, el
partido del proletariado, no tenemos de dónde sacar la
capacitación para organizar la gran producción, tipo trust,
como no sea de los especialistas altamente capacitados del
capitalismo” (XXVII; pág. 343. Énfasis Lenín)
¡¡Notable frase!! El socialismo es la “… asimilación por parte de
la vanguardia proletaria que conquistó el poder, la asimilación
y la aplicación de lo que fue creado por los trusts. Nosotros, el
partido del proletariado, no tenemos de dónde sacar la
capacitación para organizar la gran producción, tipo trust,
como no sea de los especialistas altamente capacitados del
capitalismo”. ¿Y la clase trabajadora? El partido fue su
sustituto ¡¡“Nosotros, el partido del proletariado”!! De este
modo el Partido actuaba de hecho como una élite y así se
consolidó para lo futuro.
“Mientras vivamos en un país de pequeños campesinos, habrá
en Rusia una base económica más sólida para el capitalismo
que para el comunismo. Es preciso recordarlo. Quien haya
podido observar atentamente la vida del campo y compararla
con la de la ciudad, sabe que no hemos arrancado las raíces del
capitalismo, ni destruido el fundamento, la base del enemigo
interno…. Este se sostiene gracias a la pequeña economía, y
para destruirlo hay un medio: trasladar la economía del país,
99
inclusive la agricultura, a una base técnica nueva, a la de la
gran producción moderna. Esta base no puede ser otra que la
electrificación. “El comunismo es el poder soviético más la
electrificación de todo el país” (XXXI; pág. 493. Diciembre de
1920. Énfasis Lenín)
Este era el camino para Lenín que llevaría al socialismo a Rusia,
por lo tanto había que alentar vigorosamente: “… el interés
personal, al estímulo material, a la rentabilidad comercial, para
100
comenzar a construir los sólidos puentes que nos llevarán, de un
país de pequeños campesinos, pasando por el capitalismo de
Estado, al socialismo” (XXXIII; Pág. 47)
“La reorganización de las empresas del Estado en base a la
rentabilidad económica está vinculada de manera inevitable e
indisoluble con la Nueva Política Económica, y en un futuro
próximo no cabe duda de que este tipo de empresas será
predominante, si no el único. Esto significa de hecho, en una
101
situación en que se admite y desarrolla el libre comercio, que las
empresas del Estado pasarán en grado considerable a regirse
por el principio comercial”. Subrayaba Lenín “... la apremiante
necesidad de elevar la productividad, de lograr que todas las
empresas trabajen sin pérdidas y sean rentables…” (XXXII; págs.
168‐169)
Se debe aceptar que el Estado proletario debe ser más hábil y
eficiente que la burguesía en el comercio: “El Estado proletario
debe ser un ``patrono´´ diligente, cuidadoso y hábil, un buen
comerciante mayorista; de lo contrario no podrá levantar
económicamente a un país de pequeños campesinos; no hay, en
las condiciones actuales, mientras tengamos por vecino al
Occidente capitalista (todavía capitalista), otro camino que
conduzca al comunismo. El comerciante mayorista se nos
aparece como un prototipo económico tan apartado del
comunismo como el cielo de la tierra. Pero esta es una de las
contradicciones que en la vida real conduce, de la pequeña
hacienda campesina, por medio del capitalismo de Estado, al
socialismo. El estímulo material eleva la producción; y
nosotros necesitamos ante todo y a toda costa que ésta
aumente (Énfasis FHA). El comercio al por mayor establece un
103
nexo económico entre millones de pequeños campesinos, les
proporciona un interés material, los vincula entre sí y los
conduce a otra etapa: a diversas formas de relación y vínculos
en la producción misma”. (XXXIII; pág. 47. Énfasis Lenín)
El objetivo de la “nueva” etapa era entonces para Lenín entrar
al campo de los negocios y del comercio burgueses para
convertir a los comunistas en negociantes astutos, hábiles
compradores‐vendedores, eficientes en las negociaciones, etc.
de manera que aprendiera de las trampas, de las triquiñuelas,
de los ardides y trapacería del comercio, para reconstruir la
economía y sentar las bases socialistas. (¿?)
¿Y los “nuevos” valores de la nueva sociedad, de la nueva
cultura, etc. etc. ¿“emular” y “superar” a los capitalistas en las
negociaciones y decisiones? ¿en verdad se podía considerar
ésto como tránsito al socialismo ?
3) Administración jerárquica de las empresas estatales
Primera etapa
“… debemos conceder plena libertad al genio creador de las
masas populares. El antiguo gobierno derribado por la
insurrección armada (Kerenski. FHA), pretendía resolver el
problema agrario con el concurso de la vieja burocracia zarista
mantenida en sus puestos”. (XXVI; pág. 247. Octubre 28 – 1917)
“De una vez para siempre, rompamos con el prejuicio de que
los asuntos del Estado, la dirección de los bancos y fábricas
son tareas imposibles para los obreros. Pero todo esto sólo
puede ser resuelto por medio de un enorme trabajo cotidiano
de organización”. (XXVI; pág. 346. Énfasis FHA)
105
Segunda etapa
Marzo‐Abril 1918
Abril‐Mayo 1918
“En la orden del día se plantean especialmente las medidas
destinadas a elevar la disciplina laboral y la productividad del
trabajo. Las gestiones ya iniciadas en este sentido, en particular
por los sindicatos obreros, deben ser apoyadas, reafirmadas y
reforzadas por todos los medios. Entre ellas figuran, por
ejemplo, la introducción del salario a destajo, la aplicación de
lo mucho que tiene de científico y progresista el sistema
Taylor”. (XXVII; pág. 310. Énfasis FHA)
106
4) Productividad del trabajador asalariado
Marzo 1913 – XVIII
Marzo 1914 ‐ XVIII
“El sistema Taylor hace al hombre esclavo de la máquina”
“... la situación extremadamente crítica y aun desesperada, del
país, en lo que se refiere a garantizar aunque más no fuere la
subsistencia de la mayoría de la población, protegerla del
hambre; dicha situación económica exige perentoriamente
resultados prácticos definidos… la tarea del día consiste en
separar rigurosamente las discusiones y los mítines del
cumplimiento incondicional de todas las órdenes del dirigente”.
(XXVII; Págs. 204 y 206)
Enero 1920
El problema de la organización y de la administración colectiva
o unipersonal
“En las discusiones que se producen en torno de esta cuestión,
el problema se plantea en el plano de los razonamientos
abstractos, en los que se pone de manifiesto precisamente una
preferencia por la dirección colectiva con respecto a la dirección
unipersonal. Pero con ello nos alejamos mucho de las tareas
prácticas actuales. Esos razonamientos nos trasladan a la
primera etapa de la construcción del poder soviético que ya
hemos superado (????? FHA). Ha llegado la hora de pasar a un
enfoque más práctico de la cuestión.
“La experiencia vivida por el poder soviético en el terreno de la
organización militar no puede ser considerada como una
experiencia aislada… En el mejor de los casos, la dirección
colectiva implica un enorme gasto de fuerzas y no satisface la
rapidez y la precisión del trabajo que exigen las condiciones de
la gran industria centralizada” (XXX; págs. 307‐308. Énfasis
FHA)
“..en el momento de pasar de la guerra civil a las nuevas tareas,
debemos volcar todo en el frente del trabajo y concentrar allí
todas las fuerzas en máxima tensión, con una decisión militar,
con una determinación implacable. Ahora no podemos tolerar
ninguna desviación… (Énfasis FHA), así creando el Ejército del
trabajo y poniendo en tensión todas las fuerzas de los obreros y
campesinos, cumpliremos nuestra tarea fundamental” (XXX;
pág. 310)
“Sólo es un proletario consciente el que sabe preparar al
especialista burgués para la campaña que se avecina y el que
no invierte un minuto de más en gastar la energía humana que
siempre se derrocha en la dirección colegiada” (XXX; pág. 426.
Énfasis FHA)
5) Conducción del Partido‐Estado como propietario de facto
Primera etapa
“Hoy el Estado se transformó en proletario. La clase obrera
pasó a ser la clase dominante en el Estado… Las cooperativas en
la sociedad capitalista, como pequeñas islas, eran tienduchas.
Las cooperativas, cuando abarcan la sociedad entera, allí donde
la tierra está socializada y las fábricas nacionalizadas,
constituyen el socialismo” (XXVII; págs. 209‐210)
“Debemos comprender con toda claridad que la vanguardia (El
Partido comunista FHA) no puede por sí sola llevar a cabo el
paso al comunismo. La tarea consiste en despertar la actividad
revolucionaria de las masas trabajadoras, para que actúen por
sí mismas y se organicen cualquiera sea el nivel en que se
encuentren, para traducir la auténtica doctrina comunista,
concebida para los comunistas de los países más evolucionados,
al lenguaje de todos los pueblos; para realizar la labor práctica,
inmediata, y para fundirse en una lucha común con los
proletarios de otros países” (XXX; pág. 157. Diciembre 1919)
Segunda etapa
“El estado obrero es una formulación teórica (Énfasis FHA). En
primer lugar, tenemos de hecho un Estado obrero con la
particularidad de que en el país no predomina la población
obrera, sino la campesina; y en segundo lugar, un Estado obrero
con una deformación burocrática” (XXXII; pág. 39)
110
“En el tránsito al socialismo es inevitable la dictadura del
proletariado, pero esta dictadura no la ejerce la organización
que comprende a la totalidad de los obreros industriales (Los
Sindicatos FHA. Énfasis FHA)… el partido, por así decirlo, recoge
en su seno a la vanguardia del proletariado, y esta vanguardia
ejerce la dictadura del proletariado. Si no se cuenta con una
base como los sindicatos no se puede ejercer la dictadura, no se
puede cumplir las funciones estatales… no se puede llevar a
cabo la dictadura del proletariado a través de la organización
que engloba la totalidad del mismo, pues el proletariado está
aún tan fraccionado, tan degradado, tan corrompido en
algunos lugares (precisamente por el imperialismo en ciertos
países) no sólo en Rusia, uno de los países capitalistas más
atrasados, sino también en todos los demás países capitalistas,
que la organización integral del proletariado no puede ejercer
directamente la dictadura de éste. Sólo puede ejercerla la
vanguardia (El Partido. FHA), que concentra en sus filas la
energía revolucionaria de la clase. Tenemos pues, algo así como
una serie de engranajes; tal es el mecanismo de la base misma
de la dictadura del proletariado, de la esencia del tránsito del
capitalismo al comunismo” (XXXII; págs. 11‐12)
‐ IV ‐
Algunas conclusiones
Por otra parte se enfatizaba desde Partido‐Estado la perentoria
necesidad de aumentar la disciplina laboral y la productividad
del trabajo de la clase asalariada al punto de restringir los
derechos de huelga en pro de un rápido crecimiento de las
fuerzas productivas como condición sine qua non para el
socialismo en construcción rodeado de enemigos acérrimos.
En diciembre de 1921 escribía Lenín que “... el Partido
Comunista, el poder soviético y los sindicatos no deben olvidar
nunca, ni ocultar a los obreros y a las masas trabajadoras, que
utilizar la lucha huelguística en un Estado con un poder estatal
proletario se explica y justifica sólo en caso de deformación
113
burocrática de aquél, en caso de que se manifiesten
reminiscencias del pasado capitalista en sus instituciones; esto
por un lado; por el otro, debido a la falta de desarrollo político y
el atraso cultural de las masas trabajadoras”. (XXXIII; pág. 170)
, y sostenía enfáticamente que “... es necesario saber que el
objetivo de la NEP, lo principal y decisivo, a lo que se subordina
todo lo demás, consiste en vincular la nueva economía, que
comenzamos a construir (mal, de modo muy torpe, pero cuya
edificación hemos emprendido sobre la base de una economía
socialista del todo nueva, de una producción y una distribución
de nuevo tipo), y la economía campesina, de la que viven
millones y millones de campesinos” (XXXIII; pág. 247)
¡Economía de “nuevo tipo” “sobre la base de una economía
socialista (¿?) del todo nueva!” ¡¿de una producción y una
distribución de nuevo tipo?! Sin embargo en el epígrafe
transcripto decía que “...de ningún modo las nuevas formas
económicas puedan considerarse socialistas” (¿?) ¡Sin dudas lo
afirmado que se había emprendido “…sobre la base de una
economía socialista del todo nueva, una producción y una
distribución de nuevo tipo” no se compadecía con la realidad
inmediata! ¿Economía socialista de nuevo tipo basada en la
producción y distribución de nuevo tipo? ¿Cuál? ¿Dónde?
¿Cómo? Si era así ¿Por qué apelar entonces a la NEP y al
capitalismo de Estado? Son frases, argumentos y posiciones
que desconciertan por la carencia de base real.
De esta manera en consecuencia, para el primer punto se iba
determinando una forma “específica” de relación entre los
trabajadores rusos y los medios de producción (Mp), que se
114
explica por los siguientes puntos; a) la masa de productores la
constituía la clase obrera “asalariada”, objetivamente des‐
pojada de los Mp aunque se proclamara lo contrario por las
autoridades gobernantes; b) se estructuraba una economía
entre trabajadores no propietarios dependientes y subor‐
dinados de hecho al propietario único que era el Partido‐
Estado; c) el Estado adoptaba el carácter de organismo político‐
administrativo “autonomizado” de la sociedad y por encima de
ella dictando sus políticas al conjunto y no como emanación de
ella, por medio de una masa de empleados, “especialistas”,
“técnicos” burgueses (y hasta zaristas) que se señalaba eran
dueños de conocimientos y experiencias de gestión de los
cuales carecía la clase obrera a la que le demandaría décadas
alcanzar a dominarlos; más aún, ese Estado, era concebido
como “… complejo sistema de engranajes y no puede haber un
sistema simple, pues, no se puede ejercer la dictadura del
proletariado a través de la organización que lo abarca en su
totalidad. No se puede llevar a efecto la dictadura sin varias
``correas de transmisión´´ que van de la vanguardia a las masas
de la clase avanzada y de ésta a las masas trabajadoras. En
Rusia las masas trabajadoras son campesinas”. (XXXII, págs. 12‐
13).
¿Adónde habían quedado las intenciones de que el proletariado
debía acceder a la administración del estado y de las empresas
estatales que hemos leído en transcripciones anteriores? El
propio Lenín advertía claramente que: “… el socialismo existirá
cuando no haya clases, cuando todos los Mp se encuentren en
manos de los trabajadores. En nuestro país quedan todavía
clases; su supresión requerirá largos años, y quien prometa
115
hacerlo a corto plazo es un charlatán”. (XXXII; pág. 101. Énfasis
FHA)
Nadie debería engañarse, los hechos históricos mostrarían que
no se trataba realmente de la dictadura del proletariado sobre
la burguesía y los restos feudales que pudieran aún existir, sino
dictadura “sobre” el proletariado, dictadura no de la burguesía
sino del Partido‐Estado “proletario”: “En el tránsito al
socialismo es inevitable la dictadura del proletariado, pero esta
dictadura no la ejerce la organización que comprende a la
totalidad de los obreros industriales” (O.C. XXXII; pág. 11.
Énfasis FHA). Pero con no menos énfasis debe decirse que una
cosa era la dictadura “sobre” el proletariado bajo la conducción
de Lenín, quien nunca olvidaba que el sujeto de la revolución y
el cambio social en Rusia eran los trabajadores y quienes
siempre debían ser tenidos en cuenta como tal, por eso él
afirmaba en diciembre de 1920 “Nuestro Estado de hoy es tal
que el proletariado organizado en su totalidad debe defenderse,
y nosotros debemos utilizar estas organizaciones obreras para
defender a los obreros frente a su Estado y para que los obreros
defiendan nuestro Estado” (XXXII; pág. 16), y otra cosa fue
luego bajo el autoritarismo desenfrenado, revanchista e
inmisericorde de Stalin a partir de 1928. Como se puede
advertir, entonces, Lenín no se engañaba ni engañaba, pero
entonces ¿Cómo compatibilizar estas expresiones con la
multitud de fragmentos en los que afirma enfáticamente lo
opuesto?
Finalmente el cuadro se completaba con la erección de una
Fuerza Militar profesionalizada y también autonomizada, en la
116
cual descansaba las decisiones de defensa y seguridad internas
sin participación alguna de la población trabajadora (El Ejército
Rojo). El pueblo trabajador entonces no estaba armado (en
realidad fue mantenido “desarmado”) para esa tarea. Estas dos
últimas instituciones (Estado y Fuerza militar) se fueron
aislando de tal manera en la sociedad supuestamente
“socialista en construcción”, que generaron privilegios y
derechos económicos, políticos, laborales, ahondando cada vez
más la separación entre pueblo y gobierno hasta tal punto que
no se podía advertir cuál era el carácter socialista superador del
capitalismo cuando lo cotidiano era asalariados, burocracia,
autoritarismo, ortodoxia, dogmatismo, represión, inercia
laboral, desinterés e hipocresía sociales.
1º) “… la cooperación adquiere en nuestro país una importancia
en verdad extraordinaria.”;
2º) cooperación más NEP “… no es todavía la edificación de la
sociedad socialista, pero sí todo lo imprescindible y suficiente
para construirla”;
3º) “Al pasar a la NEP nos excedimos, pero no porque dimos
demasiada preeminencia al principio de la industria y el
comercio libres, sino porque olvidamos la importancia de la
cooperación, no la valoramos como corresponde, dejamos de
pensar en su enorme significación en cuanto a los dos aspectos
arriba indicados (Mp en poder del Estado, y éste en manos del
proletariado en alianza con el campesinado. FHA);
6º) “… la cooperación se basa en una serie de privilegios
económicos, financieros y bancarios; en esto debe consistir el
118
apoyo de nuestro Estado socialista al nuevo principio según el
cual debe organizarse la población”.
Se puede apreciar que estas ideas y razones ya no eran
exactamente iguales a las que vigorosamente defendía en 1921
en contra de la oposición de izquierda, más aún, tienen todo el
carácter de acercarse mucho a ella de manera general. Cierto
es que Lenín no precisa cuál era el tipo de cooperativas a las
que se refería, dicho de otro modo, no dice que se trataran de
empresas colectivas de producción, más bien parece que alude
a cooperativas de distribución, pero sí deja explícito que
debería haber tres formas fundamentales de propiedad de los
medios de producción: privadas (resurgidas en la NEP);
estatales y cooperativas, las dos últimas rivalizando con las
primeras y sometiéndolas al Estado proletario y socialista.
‐ V ‐
¿Qué se construyó en definitiva en la URSS?
En consecuencia, los factores de “fundamento” como causa de
la mal llamada implosión de la URSS eran estructurales: el
“modo de producción” y la institución “político‐militar” del
Ejército como instrumento “profesional” de un Estado
propietario. Breve: la persistencia asalariada del trabajo como
contracara del no‐trabajo de los propietarios estatales, y las
FF.AA. “profesionales” como la cabal “muestra” de la población
trabajadora “desarmada”, por tanto, sin condición alguna para
“defender” supuestamente su “nueva” sociedad. Los medios de
producción (Mp) separados, alejados, autonomizados, respecto
del trabajador, concentrados en la nomenklatura estatal (PCUS‐
Estado) como propietarios‐administradores, y la violencia de
clase “autonomizada” y “concentrada” como Ejército en una
élite de “especialistas” en Defensa y Seguridad constituyeron la
verdadera estructura económico‐social clasista nada socialista.
120
Esto fue precisamente lo que se construyó en la ex – URSS. Una
vez expropiados los capitalistas privados y suprimidos, como
hemos dicho, los Mp se concentraron en manos de una
fracción de la sociedad rusa como dueña de los mismos
(Partido) y al mismo tiempo dueña del Estado de manera tal
que se produjo entonces de facto un cambio en el “tipo” de
propietario ante la masa de trabajadores rusos “asalariados” y
aquellos Mp adoptaron la forma de capital estatal para el
planeamiento centralizado de la producción: como dice Marx,
la separación, el mantenimiento y la reproducción se
desarrollaban siempre en una escala cada vez mayor,
constituyendo un proceso de producción basado en el capital
estatal enfrentado a los trabajadores asalariados bajo la
propiedad, administración y gobierno de un Partido‐Estado,
repetimos, funcionando de facto como propietarios, esto es,
como una proto‐burguesía “en funciones”, pero a la que
denominaban (denominan aún) “socialismo”, expresión
disparatada por su incongruencia esquizofrénica con lo que
realmente estaban (están: Cuba; Viet‐Nam; China) haciendo. Si
resumimos a F. Engels en una perífrasis, hay que decir
tajantemente que una minoría dominante (Terratenientes y
burguesía) fue derribada y otra minoría (PCUS) empuñó en su
lugar el timón del Estado y amoldaba a sus intereses las
instituciones estatales bajo la falsa consigna de que se trataba
de un nuevo Estado, de un Estado “socialista”. (F. Engels; Obras
Escogidas en dos tomos; Editorial Progreso; Moscú; I; 1966;
pág. 109. Prólogo a Las luchas de clases en Francia de K. Marx).
De este modo la relación antagónica que bajo el capitalismo
privado se da entre trabajadores y capitalistas, continúa en la
121
forma de trabajadores asalariados y la cúspide dirigente del
Partido Comunista (Secretario General + Comité Central) más la
fracción de administradores‐planificadores estatales, con lo
cual la antítesis entre trabajo y capital, como hemos dicho, no
se eliminaba, sólo mostraba un cambio formal; el trabajo
asalariado como tal seguía presuponiendo el capital como su
contrafigura.
Ahora bien la historia de las sociedades suele poner patas para
arriba muchas verdades consideradas inapelables. La
experiencia iniciada y desarrollada por la revolución de octubre
de 1917 planteó una tan “nueva” situación de la relación
trabajo asalariado/capital que hasta hoy se resiste a ser
122
comprendida cabalmente por quienes se reclaman ser
marxistas, anticapitalistas, revolucionarios, partidos
comunistas, etc.
No es que lo manifestado por Marx sea erróneo o haya “pasado
a ser historia”, de ningún modo, la potencia de lo que dice se
muestra categóricamente pero de una manera impensada. Lo
construido en la URSS mostró la eliminación de los capitalistas
como clase dominante pero manteniendo el trabajo asalariado,
con lo cual se daba como supuesto la “separación de los
trabajadores asalariados respecto de la propiedad de los
medios de producción”, que es precisamente la clave y base del
mantenimiento del capital sobre el trabajo; esa relación es la
que “creó” en Rusia una clase de propietarios no capitalistas en
el sentido privado, pero sí de un Partido‐Estado propietario
(élite de Estado) con sus administradores dirigiendo, dando
órdenes a los trabajadores, cumpliendo, más bien tratando de
cumplir, con planes por “fuera” del interés de los trabajadores,
fijando jornada laboral, productividad, premios y multas, etc.
esta fracción de la sociedad rusa constituía, pues, la proto‐
burguesía de facto que también hemos mencionado. No podía
comportarse, jurídicamente y económicamente, como
propietaria privada porque todos los Mp eran propiedad
estatal, propiedad que se la etiquetaba de “propiedad social de
los trabajadores” y que éstos eran la clase dominante del
Estado: lo cual era en rigor todo un discurso ideológico que
negaba lo real y justificaba una comprensión inadecuada entre
lo que se hacía y lo que se decía que se estaba haciendo.
123
Entonces, lo importante para estar en condiciones de
comprender lo que fue la URSS, es advertir críticamente la
forma económica específica mediante la cual se le extraía el
plustrabajo impago al productor directo (trabajador), que
determinaba, finalmente, un tipo de relación de subordinación
al Estado y de dominación de éste, tal como surgían
directamente de la propia relación de producción establecida.
Dicho de otro modo: en la URSS el “modo” de explotación del
trabajo por el capital mediado por el salario no sólo
permaneció sino que se expandió, de manera tal que su
economía poseía el modo de producción y explotación del
capital sin capitalistas privados, lo cual determinaba el “tipo”
de ingresos resultante: salarios y ganancias (“rendimiento”) de
las empresas estatales que no eran simples formas
autonomizadas de la distribución, sino en rigor formas
determinadas por la producción estatal construida. Leamos a
Marx: “…las relaciones de distribución no son otra cosa más que
las relaciones de producción, sub alia specie (bajo otra forma)”
(Théories sur la Plusvalue; Editions Sociales; París; III; págs. 59 y
95). Y, para mayor comprensión del tema, agreguemos lo que el
mismo Marx decía: “En general, la forma del cambio de los
productos corresponde a la forma de la producción. Modificad
esta última y, como consecuencia, se modificará la primera”.
(Marx; Miseria de la Filosofía; Siglo XXI; pág. 58).
Es éste “el secreto más íntimo, el fundamento oculto de toda
la estructura social” creada en Rusia, o sea el “modo de
producción” basado en la extracción de plustrabajo, que era
exactamente idéntico al capitalismo, el que “en virtud de
diferentes circunstancias empíricas” presentaba una variedad
124
en su manifestación: capital de Estado, PCUS, burocracia de
planeación y de administración, eliminación de propiedad
privada, etc. En la ex‐URSS ¡nunca se modificó la forma (el
“modo”) de producción! Que el Partido‐Estado hubiera
suplantado a la burguesía privada no alteraba la estructura del
estamento burocrático (Nomenklatura) como propietario‐
administrador y no que lo fuera la clase trabajadora rusa. La
persistencia del trabajo asalariado y la propiedad estatal de los
medios de producción. dejaban intactas las leyes de la
sociedad burguesa capitalista.
La conclusión a la que arriba M. L. muestra que no alcanzaba
una clara comprensión teórica: la URSS no era “un caso
particular de poder burocrático”, era una forma “específica” de
capitalismo tutelada por el Estado, en manos éste de una élite
despegada de la sociedad trabajadora, era un ¡capitalismo de
Estado! que nada que ver tenía con socialismo alguno tal como
ya lo había demostrado Raya Dunayeskaya hacia fines de la
década del 30 y comienzos del 40 de manera irrefutable.
129
Pero ¡¡Atención!! Que la planificación puesta en práctica en la
URSS no fuera sinónimo directo e inmediato de socialismo, no
significa en ninguna instancia cuestionar la planeación de los
recursos sociales por parte de los trabajadores asociados: en
estas últimas condiciones, habiendo cambiado el “modo” de
producción, la planeación es una necesidad y un resultado
superior al capitalismo de libre competencia, al capitalismo de
la rivalidad monopólica‐financiera, pero también a la
planificación centralizada autoritaria del capitalismo estatal
soviético.
En consecuencia, lo que llevó adelante Stalin, luego de la
muerte de Lenín, estaba ya, en su génesis, estructurado de
hecho como un modo de producción del capital: trabajadores
asalariados sin propiedad versus propietarios no‐trabajadores
(Partido‐Estado), lo que éste hizo fue poner en práctica medios
bárbaros para salir de la barbarie asiática‐feudal, cosa ésta que
ya había sido planteada por Lenín mismo cuando sin tapujos
decía que no había que detenerse “…ante métodos bárbaros de
lucha contra la barbarie”. (O.C. Editorial Cartago; tomo XXVII,
pág. 333).
Lo que debe señalarse respecto de esta situación consiste en
que aún si el PCUS, sus dirigentes más conspicuos, no hubieran
apelado a todos los procedimientos autoritarios, dogmáticos,
persecutorios, burocráticos y privilegios, el resultado final no
habría diferido de lo sucedido en 1991 quizás por otros medios
políticos (Cuba y Viet‐Nam son ejemplos actuales); dada la
estructura económico‐social, el modo de producción del capital
estatal, determinaba que lo construido no era socialismo: en
130
rigor, gobierno y sociedad padecían de una “aberración
mental” (no aberración óptica o astronómica) producto de una
aberración real: la de que “eso” era altisonantemente
difundido como socialismo. Marx habría dicho que era el
fetichismo del capital estatal.
Ahora estamos en condiciones de comprender, además, el por
qué se caracterizaba de “socialista” lo que se hacía en la URSS:
se definía como “socialista” en la Rusia de los años 20 no la
transformación de las relaciones de producción hacia el cambio
del “modo” de producción, es decir por las relaciones reales
socio‐económicas, sino, casi exclusivamente, por una
característica superestructural: ¡el Estado!, que como lo hemos
131
expuesto, se afirmaba sin derecho a discusión alguna, estaba en
manos del proletariado y que los Mp principales constituían su
“propiedad”, lo cual era completamente falso porque lo cierto
era que se mantenía el trabajo asalariado separado de aquellos,
tal como ha sido demostrado. De manera que no se apelaba a
una característica estructural materialista para definir el
socialismo sino a una estatal voluntarista. F. Engels, en carta a
E. Bernstein del 12/03/1881, se mofaba de los reformistas
socialistas quienes creían que, sin modificar el modo de
producción, “… el Estado es… el socialismo ¡qué hermoso
socialismo!”.
Y esto es lo que cuajó como verdad dogmática desde el
Movimiento Comunista Internacional (MCI): en países
atrasados las Fp deben ser desarrolladas sí o sí para alcanzar a
los países capitalistas más adelantados y esto se logra mediante
políticas de estímulo al capital y a la burguesía solo que
“sometido” al Partido‐Estado y sus directivas. Esto es una
auténtica “esquizofrenia teórico‐práctica” que nada tiene que
ver con Marx y una supuesta construcción socialista por él
teorizada.
1º) Los precios deben actuar como señal para incrementar la
producción, las ganancias, primas y crédito.
2º) Se debe desarrollar y consolidar la autonomía financiera de
las empresas.
4º) Se suprimía el Consejo Superior de la Economía Nacional de
la URSS; los Consejos de Economía de las Repúblicas y los
Consejos de las Regiones.
5º) Hay que superar la rutina e inercia en la toma de decisiones
de las unidades.
6º) Se introduce la ganancia como el elemento central para
juzgar de la eficiencia o ineficiencia de la gestión de las
empresas.
134
7º) La vinculación con la planeación central permanece pero se
flexibiliza y las unidades se hacen responsables de los
resultados económicos y del rendimiento laboral.
‐ VI ‐
Marx – Engels y el socialismo
La fundamentación teórica de lo anterior se puede encontrarla
en casi todas las obras científicas de Marx que se inician con
“Trabajo asalariado y capital” (1847); el “Manifiesto
Comunista” (1848); “Contribución a la crítica de la Economía
Política” (1859), que prosigue en El Capital y en el manuscrito
de las hoy conocida Teorías sobre el Plusvalor como Libro IV. He
aquí unos breves fragmentos de estas dos últimas obras.
“El capital como valor que se valoriza no sólo implica relaciones
de clase, determinado carácter social que se basa en la
existencia del trabajo como trabajo asalariado”. (K. Marx; El
Capital; Siglo XXI Editores; Libro II; 4; pág. 123). De modo que
claramente escrito: el capital se basa en la existencia del
trabajo como trabajo asalariado.
“Resulta claro que el capital presupone el trabajo como trabajo
asalariado” (K. Marx; El Capital; Libro III; 8; pág. 1049)
Y en las Teorías sobre el Plusvalor se puede leer que: “Las
condiciones de trabajo se convierten en capital en la medida en
que, ante el trabajador, funcionan como su no‐propiedad y, en
consecuencia, como propiedad ajena. Pero en tanto que tales,
sólo funcionan en oposición al trabajo. Es la existencia de estas
condiciones en su oposición al trabajo que convierte a su
propietario en un capitalista y de esas condiciones de trabajo,
que él posee, un capital”. (K.M. Théories; tomo III; pág. 544.
FCE; 14; págs. 408‐409. Énfasis Marx)
Esta clara y terminante concepción sobre la que se asienta el
pensamiento teórico de Marx y que estructura el análisis de El
Capital, jamás fue tenida en cuenta por los más grandes
pensadores marxistas, tampoco por MCI (Movimiento
Comunista Internacional) ni por los partidos que lo constituían.
Hasta se podría hacer una paráfrasis del último fragmento sin
que se altere su fundamento diciendo que: “… fueron la
existencia de esas condiciones en su oposición al trabajo de la
clase obrera rusa lo que convirtió a su propietario, el Partido‐
Estado, en capitalista y de tales condiciones de trabajo, a los
Mp en capital estatal”.
Y más aún. Refutando a Dühring en relación con el tema de la
división del trabajo entre ciudad y campo, escribe Engels como
una crítica irrefutable antes de tiempo de lo que se puso en
práctica en la URSS como socialismo: “Y ahora consideremos la
infantil idea del señor Dühring de que la sociedad (El Estado
FHA) puede tomar posesión de la totalidad de los medios de
producción sin cambiar radicalmente el viejo modo de producir
(Mediante el trabajo asalariado. Énfasis FHA), y, ante todo, sin
suprimir la vieja división del trabajo”. (Ibídem, pág. 294)
¿Acaso no fue exactamente esto lo “construido” en la URSS?
¿Cuál socialismo? Fue verdaderamente tal como lo defendía
Lenín y Stalin lo continuó un ¡capitalismo de Estado! No
alemán sino ruso, tampoco como resultado de la NEP sino por
una centralización estatal completa de los recursos eliminando
aquella pero sin suprimir la relación trabajo asalariado/capital,
reemplazando de facto a la burguesía privada por el Partido
como propietario y los planificadores, administradores y
directores de las empresas como poseedores al mando de ellas
y dando órdenes a la clase asalariada rusa.
Una vez que las condiciones de trabajo (Mp) se presentan bajo
la forma de capital y sus propietarios como capitalistas ante los
trabajadores separados de los mismos y obligados a trabajar no
para sí sino para aquellos “… el mantenimiento y la
reproducción de la separación se desarrollan en una escala
siempre creciente, sobre la base del modo de producción
capitalista hasta que se produzca el derrocamiento histórico.
No es la posesión de dinero lo que convierte en capitalista a un
capitalista. Para transformar el dinero en capital es necesario
que existan las condiciones previas de la producción capitalista:
su primera condición histórica es la de la separación de la cual
hablamos antes. En el cuadro de la producción capitalista
misma, esta separación, en consecuencia la existencia de las
140
condiciones de trabajo como capital, está dada; es la base de la
producción que se reproduce y se amplía continuamente”
(Ibídem; p. 318; FCE; pág. 242).
ANEXOS
143
SOBRE LA COOPERACIÓN [1]
I
Me parece que no se presta atención suficiente al movimiento
cooperativo en nuestro país. No todos comprenden que ahora,
a partir de la Revolución de Octubre, y a pesar de la NEP (por el
contrario, en este sentido habría que decir: gracias a la NEP),
nuestro movimiento cooperativo adquiere en nuestro país una
importancia verdaderamente extraoprdinaria. En los sueños de
los viejos cooperativistas hay mucha fantasía; tanta, que a
menudo resultan cómicos. ¿En qué consiste esta fantasía? En
que la gente no comprende la significación fundamental,
esencial, de la lucha política de la clase obrera por derrocar la
dominación de los explotadores. Nosotros hemos derrocado la
dominación de los explotadores, y mucho de lo que era
fantástico, incluso romántico, incluso trivial, en los sueños de
los viejos cooperativistas, es ahora sencilla realidad.
En efecto, dado que el poder estatal está en manos de la clase
obrera, dado que a este poder estatal le pertenecen todos los
medios de producción, la única tarea que nos resta es organizar
a la población en cooperativas. Con la mayoría de la población
organizada en cooperativas, el socialismo, que antes
despertaba justificadas burlas, sonrisas y actitudes desdeñosas
por parte de quienes estaban convencidos, y con razón, de la
necesidad de librar la lucha de clases, la lucha por el poder
político, etc., logrará forzosamente su objetivo. Ahora bien, no
todos los camaradas advierten la enorme, la infinita
importancia que adquiere ahora organizar en cooperativas a la
144
población de Rusia. Al adoptar la NEP hicimos una concesión al
campesino en su calidad de comerciante, una concesión al
principio del comercio privado; precisamente de ello emana (al
contrario de lo que algunos creen) la inmensa importancia del
movimiento cooperativo.
Lo que necesitamos, en síntesis, es organizar en cooperativas a
la población de Rusia, en escala suficientemente amplia, bajo la
NEP, pues ahora hemos encontrado el grado de conjugación del
interés privado, del interés comercial privado, con la
verificación y control de este interés por el Estado, el grado de
su subordinación a los intereses generales, lo que antes
constituyó un escollo para muchos socialistas. En efecto, el
poder del Estado sobre todos los grandes medios de
producción, este poder en manos del proletariado, la alianza de
este proletariado con millones y millones de pequeños y muy
pequeños campesinos, la garantía de que la dirección del
campesinado la ejerce el proletariado, etc., ¿no es eso todo lo
necesario para construir la sociedad socialista completa
partiendo de las cooperativas, sólo de las cooperativas, que
antes ridiculizábamos por mercantilistas y que ahora, bajo la
NEP, merecen también en cierto modo el mismo trato? ¿No es
eso todo lo necesario para construir la sociedad socialista
completa? No es todavía la construcción de la sociedad
socialista, pero sí todo lo necesario y suficiente para ello.
Y esto, una vez más, es de importancia fundamental. Una cosa
es trazar planes fantásticos para construir el socialismo
mediante todo tipo de asociaciones obreras, y otra aprender en
la práctica a construir el socialismo de modo tal
que cada pequeño campesino participe en ella. Esa es la etapa
que hemos alcanzado ahora, y es indudable que, después de
haberla alcanzado, la aprovechamos muy poco.
Al implantar la NEP fuimos demasiado lejos, pero no porque
atribuimos demasiada importancia al principio de la empresa y
el comercio libres; fuimos demasiado lejos porque perdimos de
vista las cooperativas, porque ahora las menospreciamos,
porque ya empezamos a olvidar la enorme importancia de las
cooperativas desde los dos puntos de vista arriba indicados.
Me propongo ahora exponer al lector lo que puede y debe
hacerse en la práctica y de inmediato, sobre la base del
principio "cooperativo". ¿Con qué recursos es posible, y
necesario, desarrollar de inmediato este principio
"cooperativo", de modo tal que resulte claro para todos su
significado socialista?
Es necesario organizar la cooperación políticamente, de suerte
que no sólo represente en general y siempre ciertas ventajas,
sino que estas ventajas sean de índole puramente material
(interés bancario favorable, etc.). Se debe conceder a las
cooperativas préstamos del Estado, superiores aunque sea en
146
pequeña medida a los préstamos que se otorgan a las empresas
privadas, incluso a la industria pesada, etc.
Todo régimen social necesita, para surgir, del apoyo financiero
de una clase determinada. Huelga mencionar los centenares de
millones de rublos que costó el nacimiento del capitalismo
"libre". Ahora debemos comprender, para obrar en
consecuencia, que el régimen social al que hoy debemos
prestar una ayuda extraordinaria es el régimen cooperativo.
Pero hay que ayudarlo en el verdadero sentido de la palabra, es
decir, no bastará interpretarlo como una ayuda similar a la que
se presta a cualquier tipo de actividad cooperativa, sino que
por ayuda debemos entender el apoyo al comercio
cooperativo, en el cual deben participar en forma efectiva
masas verdaderamente grandes de la población. Entregar una
prima al campesino que participa en el comercio cooperativo es
sin duda una forma acertada de ayuda, pero el problema es
verificar el carácter de esa participación, verificar si es
consciente, y verificar su valor. Cuando un cooperativista llega a
una aldea y abre allí un almacén cooperativo, la población, a
decir verdad, no participa; pero al mismo tiempo, y guiada por
sus propios intereses; se apresurará a tratar de participar.
Este problema tiene otro aspecto. No nos queda mucho por
hacer, desde el punto de vista de un europeo "civilizado" (ante
todo que sepa leer y escribir) para inducir absolutamente a
todos a que participen, no de manera pasiva, sino activa en las
operaciones de las cooperativas. A decir verdad, nos
resta "sólo" una cosa: lograr que nuestro pueblo sea tan
"civilizado" como para comprender todas las ventajas que
representa la participación de todos en la labor de las
147
cooperativas, y para que organice esa participación. "Sólo" eso.
Ninguna otra sabiduría se necesita ahora para avanzar hacia el
socialismo. Mas para realizar ese "sólo" es preciso una
verdadera revolución, un período de desarrollo cultural de todo
el pueblo. Por lo tanto, nuestra norma debe ser: la menor
cantidad posible de lucubraciones y vueltas.
En este sentido, la NEP es un progreso, pues se adapta al nivel
del campesino más corriente y no le exige nada superior. Pero
se requerirá toda una época histórica para lograr que por
medio de la NEP el conjunto de la población tome parte en la
labor de las cooperativas; en el mejor de los casos lograremos
esto en una o dos décadas. No obstante, será una época
histórica distinta, y sin esta época histórica, sin terminar con el
analfabetismo, sin un grado adecuado de eficiencia, sin
preparar suficientemente a la población para que se
acostumbre a recurrir a los libros, y sin la base material para
ello, sin lo suficiente, en cierta medida, para asegurarla, por
ejemplo, contra las malas cosechas, el hambre, etc., sin esto no
podremos alcanzar nuestro objetivo. Lo necesario ahora es
aprender a combinar el amplio campo de acción revolucionario,
el entusiasmo revolucionario que hemos revelado, y revelado
ampliamente, y coronado con un éxito completo; aprender a
combinar esto con (estoy casi dispuesto a decirlo) la habilidad
necesaria para ser un comerciante inteligente y eficiente, lo
que basta para ser un buen cooperativista. Cuando hablo de
habilidad me refiero a la habilidad de ser un comerciante culto.
Que lo entiendan bien los rusos, o los campesinos, que piensan:
el que comercia es buen comerciante. Esto es por completo
equivocado. Es cierto que comercian, pero de ahí a ser un
148
comerciante culto hay mucha distancia. Comercian ahora al
estilo asiático, pero para convertirse en un buen comerciante
es necesario comerciar al estilo europeo. Están separados de
eso por toda una época.
4 de enero de 1923.
II
Cada vez que escribí acerca de la nueva política económica, cité
siempre mi artículo de 1918 acerca del capitalismo de
Estado[2]. Esto, en más de una ocasión, despertó dudas entre
algunos camaradas jóvenes. Pero sus dudas giraban
principalmente en torno de cuestiones políticas abstractas.
Les parecía que no se debía calificar de "capitalismo de Estado"
a un régimen en el que los medios de producción pertenecen a
149
la clase obrera, a una clase obrera que tiene el poder estatal.
Sin embargo no advertían que utilicé la expresión "capitalismo
de Estado", en primer lugar, para establecer la vinculación
histórica entre nuestra posición actual y la posición adoptada
en mi polémica contra los llamados comunistas de izquierda;
también expuse entonces que el capitalismo de Estado sería
superior a nuestra economía actual. Para mí era importante
mostrar la continuidad entre el capitalismo de Estado común y
el capitalismo de estado poco común, incluso muy poco común,
al que me referí cuando introduje al lector en la nueva política
económica. En segundo lugar, para mí siempre tuvo gran
importancia el objetivo práctico. Y en relación con nuestra
nueva política económica el objetivo práctico consistía en
entregar concesiones, las cuales, sin duda alguna, en las
condiciones imperantes en nuestro país, representarían un tipo
puro de capitalismo de Estado. Así es cómo argumenté sobre el
capitalismo de Estado.
Pero hay otro aspecto de la cuestión, en el cual podríamos
necesitar el capitalismo de Estado, o por lo menos una
equiparación con él. Se trata de las cooperativas.
No hay duda de que las cooperativas, en el Estado capitalista,
son instituciones capitalistas colectivas. Tampoco hay duda de
que en nuestras actuales condiciones económicas, cuando
combinamos las empresas capitalistas privadas —pero sólo
sobre la base de la tierra socializada, y sólo bajo el control del
Estado obrero— con las de tipo efectivamente socialista (los
medios de producción, la tierra en que se hallan las empresas y
todas las empresas en conjunto pertenecen al Estado), surge el
problema de un tercer tipo de empresas, las cooperativas, que
150
antes no eran consideradas como un tipo independiente que se
diferencie fundamentalmente de las otras. Bajo el capitalismo
privado, las empresas cooperativas se diferencian de las
empresas capitalistas lo mismo que las empresas colectivas se
diferencian de las empresas privadas. Bajo el capitalismo de
Estado, las empresas cooperativas se diferencian de las
empresas capitalistas estatales, en primer lugar porque son
empresas privadas, y en segundo lugar, porque son empresas
colectivas. Bajo nuestro sistema actual, las empresas
cooperativas se diferencian de las empresas capitalistas
privadas porque son empresas colectivas, pero no se
diferencian de las empresas socialistas si la tierra en que se
hallan y los medios de producción pertenecen al Estado, es
decir, a la clase obrera.
Me explicaré. ¿Por qué eran fantásticos los planes de los viejos
cooperativistas, a partir de Robert Owen? Porque soñaban con
trasformar pacíficamente la sociedad moderna en socialismo
sin tener en cuenta problemas tan fundamentales como el de la
lucha de clases, la conquista del poder político por la clase
obrera, el derrocamiento de la dominación de la clase
explotadora. Por eso tenemos razón cuando consideramos que
151
ese socialismo "cooperativo" es puramente fantástico, y que es
romántico y hasta trivial, el sueño de trasformar a los enemigos
de clase en colaboradores de clase y a la guerra de clases en
paz de clases (la llamada paz civil) mediante la simple
organización de la población en cooperativas.
Es indudable que teníamos razón desde el punto de vista de la
tarea fundamental de la actualidad, ya que no se puede
establecer el socialismo sin la lucha de clases por el poder
político en el Estado.
Pero fíjense cómo han cambiado ahora las cosas, debido a que
el poder estatal está en manos de la clase obrera, a. que el
poder político de los explotadores ha sido abatido y todos los
medios de producción (excepto los que el Estado obrero
voluntariamente, por cierto tiempo y en determinadas
condiciones, cede a los explotadores en forma de concesiones)
pertenecen a la clase obrera.
Ahora tenemos el derecho de decir que para nosotros el simple
desarrollo de la cooperación (salvo la "pequeña" excepción
indicada más arriba) se identifica con el desarrollo del
socialismo, y al mismo tiempo nos vemos obligados a reconocer
que se ha producido un cambio radical en toda nuestra visión
del socialismo. Este cambio radical consiste en que antes
poníamos el acento fundamental, y así debía ser, en la lucha
política, en la revolución, en la conquista del poder, etc. Ahora
el acento cambia y se desplaza hacia el trabajo pacífico,
organizativo, "cultural". Diría que el acento se desplaza hacia el
trabajo educativo, si no fuera por nuestras relaciones
internacionales, si no fuera porque tenemos que luchar en
152
escala mundial por nuestra posición. Pero si dejamos esto a un
lado y nos limitamos a las relaciones económicas internas, en
realidad el acento de nuestro trabajo se desplaza hacia la
educación.
6 de enero de 1923.
Publicado por primera vez el 26 y 27 de mayo de 1923 en
Pravda. Firmado N. Lenín, de acuerdo con la copia
mecanografiada de las notas de la secretaria cotejada con el
texto del periódico.
[2] Véase V. I. Lenin, ob. cit., t. XXIX, "Infantilismo 'de izquierda
y la mentalidad pequeñoburguesa". (Ed.)
154
NUESTRA REVOLUCIÓN
(A propósito de las notas de N. Sujánov)
I
En estos días he hojeado las notas de Sujánov sobre la
revolución. Salta a la vista, sobre todo, la pedantería de todos
nuestros demócratas pequeñoburgueses, asi como la de todos
los héroes de la II Internacional. No hablando ya de que son
extraordinariamente cobardes y de que incluso los mejores de
ellos recurren a reservas cuando se trata de la menor
desviación del modelo alemán, sin hablar, pues, de esta
cualidad de todos los demócratas pequeñoburgueses,
suficientemente puesta de manifiesto durante toda la
revolución, salta a la vista su imitación servil del pasado.
Todos ellos se dicen marxistas, pero entienden el marxismo de
una manera harto pedante. No han comprendido lo decisivo del
marxismo: su dialéctica revolucionaria. Incluso las referencias
directas de Marx, de que en los momentos de revolución es
necesario mostrar la máxima flexibilidad, no las han
comprendido en absoluto, y ni siquiera se han fijado, por
ejemplo, en las indicaciones hechas por Marx en su
correspondencia que, si no recuerdo mal, se remonta al año
1856, en la que expresaba su esperanza de que la guerra
campesina en Alemania, capaz de crear una situación
revolucionaria, se fundiese con el movimiento obrero. Incluso
eluden esta indicación directa, dando vueltas alrededor de ella
como el gato alrededor del plato con leche caliente.
155
En toda su conducta se manifiestan como unos reformistas
cobardes que temen alejarse de la burguesía y aún más romper
con ella, encubriendo al mismo tiempo su cobardía con la más
descarada fraseología y jactancia. Pero, incluso desde el punto
de vista puramente teórico, salta a la vista en todos ellos su
plena incapacidad de comprender la siguiente consideración
del marxismo: han visto hasta ahora un camino determinado de
desarrollo del capitalismo y de la democracia burguesa en la
Europa Occidental y no son capaces de imaginarse que este
camino no puede ser considerado como modelo mutatis
mutandis sin introducir en él ciertas correcciones
(absolutamente insignificantes, desde el punto de vista de la
historia universal).
Segundo: les es completamente ajena toda idea de que, dentro
de la regularidad general del desarrollo que se observa en toda
la historia universal, no quedan en modo alguno excluidas, sino
156
que, por el contrario, se presuponen etapas determinadas de
desarrollo que representan una peculiaridad, ya sea en la forma
o ya sea en el orden de este desarrollo. Ni siquiera se les pasa
por las mentes, por ejemplo, que Rusia, situada en la línea
divisoria entre los países civilizados y aquellos que por vez
primera son arrastrados definitivamente por esta guerra al
camino de la civilización – los países de todo el Oriente, países
no europeos – , que Rusia podía y debía, por eso, revelar ciertas
peculiaridades, que no se desvían, claro está, de la línea general
del desarrollo mundial, pero que hacen que se diferencie su
revolución de todas las anteriores revoluciones operadas en los
países de Europa Occidental y que introducen algunas
innovaciones parciales al desplazarse a los países orientales.
Por ejemplo, no puede ser más estereotipada la argumentación
empleada por ellos y que han aprendido de memoria en la
época de desarrollo de la socialdemocracia de Europa
Occidental, de que nosotros no hemos madurado para el
socialismo, que no existen en nuestro país, como se expresan
varios señores “eruditos” que militan en sus filas, las premisas
económicas objetivas para el socialismo. Y a ninguno de ellos se
les pasa por la imaginación preguntarse: ¿pero no podía un
pueblo que se encontró con una situación revolucionaria como
la que se formó durante la primera guerra imperialista, no
podía, bajo la influencia de su situación desesperada, lanzarse a
una lucha que le brindara, por lo menos, algunas perspectivas
de conquistar para sí condiciones no del todo habituales para el
ulterior incremento de la civilización?
157
“Rusia no ha alcanzado tal nivel de desarrollo de las fuerzas
productivas que haga posible el socialismo”. Todos los héroes
de la II Internacional, y entre ellos, naturalmente, Sujánov, van
y vienen con esta tesis como chico con zapatos nuevos. Esta
tesis indiscutible la repiten de mil maneras y les parece que es
decisiva para valorar nuestra revolución.
Pero ¿qué hacer, si una situación peculiar ha llevado a Rusia,
primero a la guerra imperialista mundial, en la que
intervinieron todos los países más o menos importantes de
Europa Occidental, y ha colocado su desarrollo al borde de las
revoluciones del Oriente, que comienzan y que en parte han
comenzado ya, en unas condiciones en las cuales hemos podido
llevar a la práctica precisamente esa alianza de la “guerra
campesina” con el movimiento obrero, de la que, como una de
las probables perspectivas, escribió un “marxista” como Marx
en 1856, refiriéndose a Prusia?
Enero 16 de 1923
II
Ni que decir tiene que el manual escrito siguiendo a Kautsky
fue, en su época, cosa muy útil. Pero ya es tiempo de renunciar
a la idea de que ese manual había previsto todas las formas del
desarrollo de la historia universal. A los que piensan de tal
modo es hora ya de llamarlos simplemente imbéciles.
Enero 17 de 1923.
Publicado por primera vez el 30 de mayo de 1923 en Pravda Nº
117.
161
ÍNDICE
La Ideología Socialista Soviética
I – El discurso ideológico 21
1 – La transición 27
2 – El capitalismo de Estado en Rusia y la NEP 28
3 – Diferencia entre capitalismo de Estado burgués y
capitalismo de Estado proletario 29
II – La base real como Refutación 37
Lenín y la construcción de la URSS
I – Pensamiento fundamental y estrategia de Lenín para la
construcción del socialismo en Rusia: capitalismo de Estado 73
II – Etapa del comunismo de guerra 82
1) Cimientos socialistas 84
2) Socialismo en 1917‐1920 86
3) Errores del comunismo de guerra (1917‐1920) 88
III – La Nueva Política Económica. (1921) 90
2) Resumen de las posiciones de Lenín y la NEP 97
162
3) Administración jerárquica de las empresas estatales 103
4) Productividad del trabajador asalariado 106
5) Conducción del Partido‐Estado como propietario de
Facto 109
IV – Algunas conclusiones 111
V – ¿Qué se construyó en definitiva en la URSS? 119
VI – Marx – Engels y el socialismo 135
ANEXOS 141