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Ideología Socialista Soviética Explicada

Este documento resume el libro "La ideología socialista soviética" de Fernando Hugo Azcurra. El autor analiza la ideología socialista soviética a través de una revisión del discurso de diferentes etapas desde 1917 hasta 1945, considerando autores como Lenin, Trotsky y Stalin. Luego compara el modelo capitalista con el llamado socialismo soviético, verificando que este último tenía relaciones sociales específicamente capitalistas como el trabajo asalariado y la propiedad estatal de los medios de producción administrados por el PCUS. Concluye que lo
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Este documento resume el libro "La ideología socialista soviética" de Fernando Hugo Azcurra. El autor analiza la ideología socialista soviética a través de una revisión del discurso de diferentes etapas desde 1917 hasta 1945, considerando autores como Lenin, Trotsky y Stalin. Luego compara el modelo capitalista con el llamado socialismo soviético, verificando que este último tenía relaciones sociales específicamente capitalistas como el trabajo asalariado y la propiedad estatal de los medios de producción administrados por el PCUS. Concluye que lo
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LA 

IDEOLOGÍA SOCIALISTA SOVIÉTICA
FERNANDO HUGO AZCURRA 

LA IDEOLOGÍA SOCIALISTA SOVIÉTICA
Ediciones Cooperativas es un emprendimiento
cooperativo de docentes de la Facultad de Ciencias
Económicas de la Universidad de Buenos Aires para
difundir sus trabajos e investigaciones

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sea electrónico, mecánico, óptico de grabación o de
fotocopia sin permiso previo del Editor.  Su infracción
está penada por las leyes 11723 y 25446. 

Azcurra, Fernando Hugo 
   La ideología socialista soviética / Fernando Hugo Azcurra. ‐ 1a 
ed.  ‐  Ciudad  Autónoma  de  Buenos  Aires  :  Ediciones 
Cooperativas, 2023. 
   162 p. ; 22 x 15 cm. 
   ISBN 978‐987‐652‐230‐4 
1. Partido Socialista. I. Título.
   CDD 320.53109 
 2023 Azcurra, Fernando Hugo  
1º edición, febrero 2023
Derechos exclusivos 
 2023 Ediciones Cooperativas 
Tucumán 3227 (1189) 
Buenos Aires – Argentina 
 (54 011) 3528 0466 / (15) 4937 6915 
http://www.edicionescoop.org.ar 
[email protected] 

Impreso y encuadernado por: Imprenta Dorrego. Dorrego 1102, CABA. 
1ª. ed. se terminó de imprimir en febrero de 2023.

IMPRESO EN ARGENTINA  Editorial asociada a:


PRINTED IN ARGENTINA 
A Gonzalo López, economista colombiano, insobornable 
luchador por la causa de los pueblos 
Repórter: Quisiera añadir aún algunas palabras a lo que Vd. ha 
dicho  acerca  del  punto  de  vista  marxista.  Cuando  hace  poco 
visité  al  profesor  Lukács,  recordó  una  observación  que  fue 
hecha en francés durante una conferencia internacional: “Marx 
est notre contemporain” (Marx es nuestro contemporáneo).  

Hauser: Sí, yo creo que lo es, en toda la extensión de la palabra, 
y que seguirá siéndolo aún durante mucho tiempo, con todo lo 
que podamos cambiar en su imagen, con todo lo que añadamos 
o quitemos  a  su  teoría,  como  quiera  que  interpretemos  su
doctrina, sea en sentido político‐activista o teórico‐analítico.  

Arnold Hauser – Conversaciones con Lukács 
Guadarrama/Punto Omega – 1979; p. 13 

 
Prólogo 
 
 
Ante todo, agradezco la oportunidad que me brinda el profesor 
Fernando  Hugo  Azcurra  de    prologar  la  obra  “La  ideología 
Socialista  Soviética”,  la  cual  aprovecho  para  comentar  el 
contexto donde lo conocí, las actividades de carácter formativo 
en las cuales nos ha acompañado y sobre su obra escrita.  
 
Lo  conocí  en  ocasión  del  Programa  de  Formación,  Análisis  y 
Medición  de  la  Economía  Venezolana  desde  la  Perspectiva 
Marxista, una iniciativa del Banco Central de Venezuela, con el 
apoyo académico de la Escuela Venezolana de Planificación en 
el  marco  de  las  Jornadas  Permanentes  de  Economía  Política 
Latinoamericana.  Desde  el  año  2015  he  mantenido  relaciones 
académicas,  conjuntamente  con  otros  compañeros 
venezolanos. Ha sido profesor invitado de Economía Política en 
la  Escuela  Venezolana  de  Planificación  y  participado  en 
actividades formativas con organizaciones de base, sindicales y 
comunales  en  distintas  ciudades  de  Venezuela,  Caracas,  San 
Félix y Maracaibo.  Ha acompañado la reflexión teórica sobre el 
marxismo en cursos, seminarios, de forma presencial y virtual. 
Destaca  su  participación  activa  en  el  Círculo  de  Estudio  de  la 
Obra  de  Marx    con  un  grupo  de  profesores  de  la  Escuela 
Venezolana de Planificación y  el Círculo de Estudios Marxistas, 
surgido desde comienzos de la pandemia por COVID‐19,  donde 
impartió  dos  cursos  sobre  Introducción  a  la  Economía  Política 
Marxista,  y  participado  en  los  seminarios  sobre  Crisis  del 
capitalismo,  Revoluciones  socialistas  inconclusas,  La  Abolición 
del trabajo asalariado y el Socialismo inexistente,  Del modo de 
10 
 
producción  capitalista  al  modo  de  producción  de  trabajo 
asociado. 

El  profesor  Azcurra  tiene  tres  tipos  de  obras  teóricas  escritas 
publicadas  1)  estudios  sobre  problemáticas  económicas  y 
políticas  de  Argentina  (1985‐1989);  2)  obras  sobre  teoría 
económica  (2006‐2021)  a)  visión  marxista  del  funcionamiento 
del  capitalismo  (Teoría  macroeconómica)  y  estudio  de  las 
categorías marxistas, el capital, excedente y plusvalor b) críticas 
a  las  teorías  económicas  de  Piero  Sraffa,  J.M.  Keynes,  Michael 
Kalecki  c)  Guías  teórico‐metodológicas  para  el  estudio  del  El 
Capital.  3)  Obras  teóricas  sobre  “La  abolición  del  trabajo 
asalariado”, en coautoría con la economista venezolana Luciana 
Madrid Cobeña; (2017); guía para la lectura de Lenín (2018), y 
“La abolición del trabajo asalariado y el socialismo inexistente” 
(2021);  “Del  modo  de  producción  capitalista  al  modo  de 
producción  del  trabajo  asociado”  (2021),  siendo  su  última 
publicación “Crítica de la Razón Económica del Capital” (2022).   

La obra que prologamos, “La ideología Socialista Soviética”, es 
el resultado de su profundo y sistemático estudio de Marx y de 
Lenín, sus reflexiones sobre la abolición del trabajo asalariado y 
del socialismo inexistente en la URSS.  

Su propósito es refutar, desde la propia ideología soviética y su 
práctica,  que  lo  construido  en  la  URSS  desde  sus  inicios  fuera 
una sociedad con un sistema de producción comunista, lo cual, 
ni  siquiera,  estaba  en  la  agenda  del  Partido  Comunista  de  la 
Unión  Soviética;  que  lo  construido  fue  un  capitalismo  de 
Estado,  con  el  control  del  PCUS.  En  primer  lugar,  estudia  las 
ideas  sobre  socialismo  soviético,  mediante  una  revisión  del 
11 
 
discurso en las distintas etapas, desde el comunismo de guerra, 
1917‐1921 hasta la etapa de la economía oficialmente llamada 
“socialista”,  a  partir  del  año  1945,  considerando  los  autores 
fundamentales:  Lenín,  Trotsky,  Bujarín,  seguidos  por 
Preobrajensky, Lapidus, Ostrovitianov, Stalin. En segundo lugar, 
realiza  una  comparación  entre  el  modelo  capitalista  y  el 
socialismo  soviético,  donde  se  verifica  que  el  llamado 
socialismo soviético fue un modo de producción con relaciones 
sociales  específicamente  capitalistas:  trabajo  asalariado, 
propiedad  estatal  de  los  medios  de  producción  administrados 
por  el  PCUS‐Estado,  personificación  del  capital,  decidiendo 
sobre la inversión del capital estatal y de los usos del plusvalor 
(trabajo no pagado) generado por el trabajo asalariado.  

En la ideología soviética, lo necesario se convirtió en suficiente 
para  ser  considerada  una  sociedad  donde  se  construía  el 
socialismo. Para la transición hacia el socialismo, era necesario 
inexorablemente  alcanzar  una  victoria  aplastante  sobre  la 
burguesía y el capital privado erigiendo una nueva economía y 
una  nueva  sociedad  superior  al  capitalismo  a  partir  de  la 
consolidación  del  proletariado  en  el  poder  del  Estado,  de  la 
planificación  estatal  y  de  la  socialización  de  los  medios  de 
producción.    Esto  era  el  capitalismo  de  Estado  teorizado  por 
Lenín  y  que  fue  tomado  como  lo  central  del  “tránsito”  al 
socialismo. Lo ocurrido fue que lo transitorio, el capitalismo de 
Estado,  se  convirtió  en  permanente  y  suficiente  para  ser 
asumido  como  socialismo,  afirmando  que  la  clase  trabajadora 
había  tomado  el  poder,  la  propiedad  de  los  medios  de 
producción  eran  estatales,  por  lo  tanto,  había  desaparecido  la 
explotación. Por ello,  se argumentaba que había desaparecido 
12 
 
el salario, el capital, la ganancia y la plusvalía. En la realidad el 
poder del Estado lo ejercía el PCUS y las relaciones sociales de 
producción  prexistentes  a  la  toma  del  poder  permanecieron, 
adquiriendo especificidades soviéticas. Los miembros del PCUS 
asumieron de hecho el estatus de clase dominante, ejerciendo 
la dictadura del proletariado en su nombre.   

Las  técnicas  del  capitalismo  son  necesarias,  en  tal  sentido, 


Lenín afirmaba que “… el socialismo es imposible sin aprovechar 
las  conquistas  de  la  cultura  y  de  la  técnica  alcanzadas  por  el 
gran capitalismo” El desarrollo de las fuerzas productivas en el 
capitalismo  se  expresaba  en  los  avances  en  la  organización 
científica del trabajo del taylorismo, conocidos por Lenín antes 
del  año  1917,  el  cual  había  permitido  aumentos  en  la 
productividad  en  las  economías  capitalistas  de  los  EEUU, 
Francia,  Alemania  e  Inglaterra.  Sin  embargo,  Lenín,  máximo 
exponente  de  la  ideología  soviética,  vinculó  el  sistema 
taylorista con la dirección centralizada y jerárquica, aun cuando 
el  taylorismo  por  su  naturaleza  no  está  reñido  con  la 
democracia  sindical  y  obrera.  La  dirección  colectiva  de  las 
empresas  para  Lenín  implicaba  enorme  gasto  de  fuerzas  y  no 
satisfacía  la  precisión  requerida  por  la  gran  industria 
centralizada. 

La  ideología  soviética  sostenía  que  la  dictadura  del 


proletariado  era  inevitable  en  el  tránsito  al  socialismo  e 
igualmente  que  la  misma  no  puede  ser  ejercida  por  la 
organización  de  los  obreros  industriales  (sindicatos)  porque  el 
proletariado  está  fraccionado,  degradado  y  corrompido  en 
Rusia  y  en  los  demás  países  capitalistas.  Por  lo  tanto,  la 
13 
 
dictadura del proletariado sólo la puede ejercer la vanguardia, 
el PCUS, que concentra en sus filas la energía revolucionaria de 
la  clase  trabajadora.  Para  Lenín  la  democracia  socialista 
soviética  es  compatible  con  la  dirección  unipersonal.  No 
considera  contradictoria  democracia  con  la  dirección 
unipersonal  al  afirmar  que  “...  el  democratismo  socialista 
soviético no está en contradicción en absoluto con la dirección 
unipersonal  y  la  dictadura,  el  problema  de  que  la  voluntad  de 
clase la ejecuta a veces un dictador, que en ocasiones hace más 
él solo y con frecuencia es más necesario”  

En  el  capitalismo  de  Estado  proletario  no  existe  explotación 


según el discurso “oficial”, por lo cual, en la ideología soviética, 
sostiene  el  profesor  Azcurra,  lo  relevante  era  el  carácter  de  la 
clase  del  Estado,  esto  es,  la  clase  social,  la  burguesía  o  el 
proletario,  que  domina  el  Estado.  En  el  capitalismo  de  Estado 
bajo  dominio  burgués  es  la  concentración  y  centralización 
monopólica  de  las  ramas  y  empresas  que  exige  a  su  Estado 
mejores condiciones para la explotación de la clase trabajadora. 
Trotsky  afirmaba  que  la  burguesía  dueña  del  poder  político 
explota a los obreros por medio del capitalismo de Estado de la 
misma  manera  como  un  burgués  explota  por  medio  de  la 
propiedad  privada  a  los  obreros.  En  cambio,  en  el  capitalismo 
de  Estado  proletario  no  existe  explotación.  Está  ausente  el 
trabajo asalariado y el salario desaparecen también desaparece 
el beneficio, el plusvalor y la ley del valor. 

Trotsky  sostenía  que  en  el  capitalismo  de  Estado  dado  que  el 
poder  político  está  en  manos  del  Estado  obrero  no  existe 
explotación alguna, no hay huella alguna de capitalismo. La sola 
14 
 
existencia  de  la  industria  estatal  soviética  significa  un 
crecimiento del socialismo que procede directamente del poder 
proletario. 

Para Bujarín, el salario, el trabajo asalariado, los beneficios y la 
plusvalía  desaparecen  porque  la  clase  obrera  se  convierte  en 
dominante  al  existir  la  dictadura  del  proletariado.  En  la 
producción  socialista  ningún  trabajo  es  asalariado,  ningún 
salario  es  distribuido  como  precio  de  la  fuerza  de  trabajo  que 
adquieren los capitalistas. La categoría beneficio, así como el de 
plusvalor  también  desaparecen,  en  tanto  que  se  hable  de  los 
nuevos ciclos productivos. 

El  profesor  Azcurra,  para  realizar  la  refutación  de  la  ideología 
soviética,  en  la  segunda  parte,  presenta  una  síntesis  de  la 
versión  oficial  sobre  la  transición  al  socialismo.  La  referida 
ideología  constituye  un  sistema  de  pensamiento  que  justifica 
los  principios  de  funcionamiento  de  la  transición  al  socialismo 
en la URSS. En tal sentido, la producción e intercambio bajo la 
conducción  y  regulación  del  Estado  proletario  presentaba  las 
siguientes características: 

a.  Los  medios  de  producción  son  de  propiedad  social, 


pertenecen a la sociedad en su conjunto, por ello desaparece el 
capital y la explotación de la fuerza de trabajo, donde el Estado 
domina y regula el valor y los intercambios de las mercancías. 
b. El trabajo asalariado no es mercancía, no percibe salario sino 
un  ingreso  como  fracción  individual‐familiar  del  trabajo  social. 
El salario no constituye el valor de la fuerza de trabajo, sino la 
expresión  en  dinero  de  la  parte  de  la  renta  nacional  que 
15 
 
corresponde  a  los  obreros  y  empleados  para  cubrir  las 
necesidades del consumo personal. 
c.  Al existir la propiedad social de los medios de producción se 
elimina la categoría del capital y en consecuencia el plusvalor y 
la ganancia, pero sigue existiendo el excedente de valor creado 
por el trabajo. 

En esta segunda parte, el autor realiza una comparación entre 
los  principios  del  capitalismo  y  los  contenidos  de  la  ideología 
soviética sobre el socialismo, y concluye que lo construido en la 
URSS  es  capitalismo  porque  las  categorías  que  expresan  la 
realidad socio‐económica del capitalismo operaron en la URSS. 
Existían  los  propietarios  que  no  trabajaban  (la  elite  del  PCUS‐
Estado)  que  gobernaban  y  los  no‐propietarios,  proletariado 
asalariado  de  la  URSS,  que  era  quienes  trabajaban.  Se 
producían mercancías para los mercados y la jornada laboral se 
componía  de  una  fracción  que  se  pagaba  (salario)  y  otra  no 
pagada  (plusvalía),  y  bajo  el  dominio  de  las  anteriores 
relaciones  estaban  presentes  en  esa  supuesta  sociedad 
“socialista”  las  categorías:  valor,  valor  de  cambio,  mercancía, 
dinero  y  capital  estatal.  Ello  a  pesar  de  que  los  agentes  de  la 
ideología soviética negaban su existencia.  

El  discurso  de  la  ideología  soviética  no  era  falso  por  quedarse 
en las apariencias engañosas, quedando prisioneros del reflejo 
de lo que hacían. El discurso de la ideología soviética era falso 
en  sí  mismo,  desfiguraba  lo  que  se  hacía,  enturbiado  por 
definiciones,  explicaciones  de  ilusorio  carácter  marxista  y 
científico,  para  no  reconocer  que  lo  que  se  hacía  era 
16 
 
capitalismo de Estado con trabajo asalariado y no el socialismo 
que liberaba de la explotación a los trabajadores. 

Para  concluir,  considero  que  esta  obra  es  una  invitación  al 
debate, al estudio de una manera científica y rigurosa sobre las 
llamadas  experiencias  de  socialismo,  especialmente  del 
llamado socialismo soviético, que ha constituido una referencia 
relevante y significativa en las luchas sociales. Es necesario que 
tengamos  la  honestidad  intelectual  para  reconocer,  al  menos, 
que la transformación de las formas jurídicas de propiedad no 
es  suficiente  para  la  desaparición  de  las  clases  sociales,  es 
necesario  el  cambio  radical  de  las  relaciones  sociales  de  la 
producción,  erradicando  el  trabajo  asalariado,  donde  los 
productores  individuales  como  trabajadores  libres  y  asociados 
organicen  política  y  la  economía    relaciones  sociales 
democráticas. 

 Orángel Rivas  

 Caracas. Noviembre 2022 

 
17 
 
Prólogo del autor 
Desde hace tres lustros que he venido encarando los temas que 
se  relacionan  con  el  problema  de  qué  se  construyó  en  verdad 
en  la  URSS  y  que  se  difundiera  a  otras  experiencias  de 
liberación luego de la 2da. G.M. como “socialismo”.  

Las investigaciones realizadas y su tratamiento teórico‐histórico 
han llevado, sin sombras de dudas, a la conclusión que nada fue 
más  alejado  de  la  realidad:  ni  socialismo,  ni  “tránsito”,  ni 
“nueva  sociedad”  de  los  trabajadores,  ni  anti‐capitalismo, 
absolutamente nada de esto estuvo (ni está) en “construcción”.  

Desde el título del 2008 “Imperialismo y Socialismo” (Ediciones 
Cooperativas) fue acometida aquella tarea que pasó luego por 
la publicación en 2017 de “La abolición del trabajo asalariado”; 
“Para leer a Lenín”, 2018; “La abolición del trabajo asalariado y 
el  socialismo  inexistente”  (2021);  “Del  modo  de  producción 
capitalista al modo de producción del trabajo asociado”, (2021). 
Todos  estos  textos  desarrollan  los  fundamentos  teóricos  que 
avalan aquella conclusión y que, para más contundencia, fueran 
refrendados  por  el  hecho  histórico  del  desplazamiento  de  la 
URSS de un capitalismo estatal hacia un capitalismo privado, lo 
cual no permite duda alguna o vacilación, en reconocer que la 
tan  difundida  como  incongruente  expresión  de  “socialismo 
realmente  existente”  siempre  fue  un  “socialismo  realmente 
inexistente”.  

El  marxismo  crítico  debe  desenmascarar  esta  situación 


protagonizada  y  sostenida  por  una  nomenklatura  propietaria 
en  Rusia  como  lo  que  fue:  una  verdadera  impostura  ya  desde 
18 
 
sus propios inicios debido a la estructura socio‐económica que 
sí se fue construyendo: un capitalismo basado en el Estado, el 
mantenimiento  y  expansión  del  trabajo  asalariado  cuando  lo 
que debió hacerse era desplegar políticas para su superación, la 
apropiación  del  excedente  social  por  el  PCUS  y  administrada 
por Directivos y Planificadores escindidos de la sociedad y por 
encima  de  ella;  fue  una  experiencia  histórica  novedosa  del 
modo  capitalista  de  producción  diferente  de  lo  conocido  en 
occidente, pero no por ello menos real como la propia historia 
lo mostró al mundo.  

El  marxismo  no  sólo  no  tiene  por  qué  hacerse  cargo  de  esta 
monstruosidad  sino  que  debe  ser  el  primer  y  tenaz  crítico  de 
tamaño  dislate:  el  de  pretender  que  el  capitalismo  estatal  es 
¡socialismo!  y  que  los  trabajadores  asalariados  explotados  por 
tal  capital  ya  no  son…  ¡asalariados  y  no  hay  explotación!  Hay 
que  ser  implacables  con  estas  barbaridades  en  nombre  del 
socialismo.  

Por supuesto que hay y habrá una extensa lista de detractores 
de  lo  que  aquí  se  demuestra,  sosteniendo  todo  tipo  de 
tonterías respecto de lo que se hizo la URSS, pero la realidad es 
una sola: ¡jamás hubo socialismo en Rusia! Y todos ellos podrán 
mantenerse  en  una  resuelta  decisión  de  defender  hasta  la 
muerte lo que se es incapaz de defender mediante la razón, la 
verdad y la honestidad intelectual.       

No  ha  sido  tarea  fácil  desentrañar  la  verdad  dentro  de  la 
enorme  maraña  de  textos,  oficiales  y  no  oficiales,  de  aquellos 
países  que  se  reclaman  del  socialismo,  de  una  no  menos 
producción de intelectuales de todo calibre quienes aun siendo 
19 
 
en muchos casos detractores de la URSS por su “burocracia” y 
su responsabilidad en el “desvío” de los objetivos pregonados, 
partían  de  que,  con  todas  las  dificultades  y  deformaciones,  la 
humanidad se encontraba ante una muestra de nueva sociedad 
que enjuiciaba al capitalismo y sus horrores. En este sentido el 
lector  podrá  encontrar  que  en  “Imperialismo  y  Socialismo”  yo 
mismo concluía que lo construido en la URSS era un capitalismo 
de  Estado  pero  no  daba  aún  en  la  clave  esencial  de 
diferenciación  entre  capitalismo  y  socialismo:  ¡la  abolición  del 
trabajo asalariado!, cosa ésta que se expone acabadamente en 
los  textos  posteriores  antes  mencionados  y  que  retoma  el 
análisis materialista de Marx en sus obras principales.   

Es de desear que los actuales y futuros intelectuales marxistas 
se dispongan a aceptar la realidad de los hechos de la supuesta 
“construcción  socialista”  que  no  fueron  ni  son  tales  y  puedan 
desatar una contraofensiva teórica mayúscula refutando a tirios 
y troyanos dentro de las propias filas del campo revolucionario.     

Diciembre 2022 

 
21 

La Ideología Socialista Soviética 
(Socialismo “realmente existente” como ideología) 

‐ I ‐ 

El discurso ideológico 

Las  etapas  históricas  de  la  elaboración  del  discurso  fueron:  a) 
1917  –  1921:  comunismo  de  guerra;  b)  1921  –  1928:  Nueva 
Política  Económica  (NEP);    c)  1929  –  1945    Concentración  de 
propiedad  y  economía  en  el  Estado;  d)  1945…  Economía 
“socialista”.   

La  estructura  fundamental  del  discurso  ideológico  quedó 


asentada  en  la  primera  etapa,  las  posteriores  sólo  van 
añadiendo nuevos argumentos  y adecuaciones de acuerdo con 
las políticas económicas y necesidades que se van poniendo en 
práctica. Sus autores principales fueron Lenín, Trotsky, Bujarín, 
seguidos por Preobrazhensky, Lapidus, Ostrovitianov, Stalin.   

Dado  el  atraso  bárbaro  de  Rusia,  luego  del  comunismo  de 
guerra,  Lenín  y  con  él  el  PCUS  concluyeron  que  no  se  podían 
“implantar  directamente”  las  relaciones  socialistas  sino 
proceder a la adopción de medidas que llevaran hacia ellas, de 
manera  que  se  estableció  la  necesidad  de  pasar  por  una 
“antesala” a la que denominaron “transición al socialismo”; se 
procedió  a  concebir  como  el  camino  más  apto  y  expeditivo  lo 
que,  de  acuerdo  con  lo  expuesto  por  Lenín,  se  denominó  el 
22 
 
capitalismo de Estado que a partir de 1921 se  combinó con la 
introducción de la NEP.   

De  esta  manera  partían  de  una  concepción  de  lo  que  es  el 
socialismo  para  luego  ir  dando  lugar  a  su  “adaptación”  de 
acuerdo con la realidad socio‐económica rusa inmediata.  

Según  lo  anterior,  era  perentorio  poner  en  práctica  los 


procedimientos aptos a la especificidad de la situación del país 
los que se fueron modificando a tenor de los resultados que se 
iban advirtiendo, de allí el surgimiento de las etapas. Se trataba 
de una experiencia social, política y económica completamente 
nueva.    

En  consecuencia    las  premisas  básicas  de  la  construcción  del 


socialismo  en  lo  que  fuera  la  URSS  se  fundaron  en  el 
pensamiento de Lenín, y éste consistía abreviadamente en una 
suma  de  concepciones  y  de  directivas  prácticas  que  se 
desprenden de sus propias obras e intervenciones en el C.C. del 
PCUS así como también de sus discursos e informes en diversas 
ocasiones ante las instituciones oficiales y obreras de la época, 
para  lograr  un  acelerado  y  efectivo  crecimiento  de  las  fuerzas 
productivas bajo las condiciones de la “nueva” sociedad.    

La suma aludida es la siguiente: i) técnica productiva capitalista; 
ii)  procedimientos  capitalistas  de  producción  y  organización 
planificados;  iii)  administración  jerárquica  de  las  empresas 
estatales  bajo  responsabilidad  unipersonal  de  decisiones;  iv) 
elevada  concentración  y  productividad  del  trabajador 
asalariado;  v)  férrea  conducción  del  partido‐Estado  soviético 
23 
 
como poder político en representación del proletariado y como 
propietario de facto de los Mp.    

Esto constituyó la condición básica, en la situación catastrófica 
de Rusia en esa época, de lo que se denominó “capitalismo de 
Estado” que, al estar el poder político del Estado en manos del 
proletariado como clase dominante, según lo que se afirmaba, 
era  el  comienzo  de  la  construcción  socialista.  Veamos  algunas 
breves citas interpretativas de la situación de aquella época:  

La  técnica  capitalista:  “…  el  socialismo  es  imposible  sin 


aprovechar  las  conquistas  de  la  cultura  y  de  la  técnica 
alcanzadas  por  el  gran  capitalismo…  No.  Únicamente  son 
dignos  de  llamarse  comunistas  quienes  comprendan  que  es 
imposible  crear  o  implantar  el  socialismo  sin  aprender  de  los 
organizadores  de  los  trusts.  Pues  el  socialismo  no  es  una 
fantasía,  sino  la  asimilación  por  parte  de  la  vanguardia 
proletaria que conquistó el poder, la asimilación y la aplicación 
de  lo  que  fue  creado  por  los  trusts.  Nosotros,  el  partido  del 
proletariado, no tenemos de dónde sacar la capacitación para 
organizar  la  gran  producción,  tipo  trust,  como  no  sea  de  los 
especialistas  altamente  capacitados  del  capitalismo”      (V.I. 
Lenín;  Obras  Completas;  Editorial  Cartago;  1960;  XXVII;  pág. 
343. Énfasis Lenín) 

Los  procedimientos  capitalistas  de  producción  y  organización: 


“La  reorganización  de  las  empresas  del  Estado  en  base  a  la 
rentabilidad  económica  está  vinculada  de  manera  inevitable  e 
indisoluble  con  la  Nueva  Política  Económica,  y  en  un  futuro 
próximo  no  cabe  duda  de  que  este  tipo  de  empresas  será 
predominante,  si  no  el  único.  Esto  significa  de  hecho,  en  una 
24 
 
situación en que se admite y desarrolla el libre comercio, que las 
empresas  del  Estado  pasarán  en  grado  considerable  a  regirse 
por  el  principio  comercial”.  Subrayaba  Lenín  “...  la  apremiante 
necesidad  de  elevar  la  productividad,  de  lograr  que  todas  las 
empresas  trabajen  sin  pérdidas  y  sean  rentables…”  (Ídem; 
XXXII; págs. 168‐169)  

La  administración  jerárquica  unipersonal  de  las  empresas 


estatales:  “La  dirección  colectiva,  como  forma  fundamental  de 
organización  de  la  administración  soviética,  es  algo 
rudimentario  e  indispensable  en  la  primera  fase,  es  decir, 
cuando  hay  que  empezar  a  construir.  Pero  al  crearse  formas 
más  o  menos  estables,  el  paso  al  trabajo  práctico  queda 
vinculado  a  la  dirección  unipersonal  como  sistema  (Énfasis 
FHA)  que  asegura  ante  todo  una  mejor  utilización  de  la 
capacidad  humana  y  real,  y  un  control  efectivo,  no  verbal,  del 
trabajo.  

“La experiencia vivida por el poder soviético en el terreno de la 
organización  militar  no  puede  ser  considerada  como  una 
experiencia  aislada…  En  el  mejor  de  los  casos,  la  dirección 
colectiva implica un enorme gasto de fuerzas y no satisface la 
rapidez y la precisión del trabajo que exigen las condiciones de 
la  gran  industria  centralizada”  (Ídem;  XXX;  págs.  307‐308. 
Énfasis FHA) 

“...  el  democratismo  socialista  soviético  no  está  en 


contradicción  en  absoluto  con  la  dirección  unipersonal  y  la 
dictadura, el problema de que la voluntad de clase la ejecuta a 
veces  un  dictador,  que  en  ocasiones  hace  más  él  solo  y  con 
frecuencia es más necesario ” (Ídem; XXX; pág. 468) 
25 
 
 Alta concentración y productividad del trabajador asalariado.  

“La  vanguardia  más  consciente  del  proletariado  en  Rusia  (El 


PCUS.  FHA)  se  ha  planteado  ya  la  tarea  de  elevar  la  disciplina 
del trabajo… Se debe plantear en la orden del día la aplicación 
práctica  y  la  experimentación  del  trabajo  a  destajo  (salario  a 
destajo FHA), la utilización de lo mucho que hay de científico y 
progresista en el sistema Taylor… Hay que organizar en Rusia el 
estudio y la enseñanza del sistema Taylor, su experimentación y 
adaptación  sistemáticas.  Al  mismo  tiempo,  y  planteándose 
como objetivo la elevación de la productividad del trabajo, hay 
que tener presentes las peculiaridades del período de transición 
del  capitalismo  al  socialismo,  que  reclaman,  por  un  lado,  el 
establecimiento de las bases de la organización socialista de la 
emulación y, por el otro, la aplicación de medidas de coacción 
(!),  para  que  la  consigna  de  la  dictadura  del  proletariado  no 
quede empañada por la inconsistencia del poder soviético en la 
práctica” (Ídem; XXVII; Págs. 254‐255. Énfasis FHA)   

Conducción del Partido‐Estado: “En el tránsito al socialismo es 
inevitable la dictadura del proletariado, pero esta dictadura no 
la ejerce la organización que comprende a la totalidad de los 
obreros  industriales  (Los  Sindicatos  FHA.  Énfasis  FHA)…  el 
partido,  por  así  decirlo,  recoge  en  su  seno  a  la  vanguardia  del 
proletariado,  y  esta  vanguardia  ejerce  la  dictadura  del 
proletariado. Si no se cuenta con una base como los sindicatos 
no  se  puede  ejercer  la  dictadura,  no  se  puede  cumplir  las 
funciones estatales… no se puede llevar a cabo la dictadura del 
proletariado  a  través  de  la  organización  que  engloba  la 
totalidad  del  mismo,  pues  el  proletariado  está  aún  tan 
26 
 
fraccionado, tan degradado, tan corrompido en algunos lugares 
(precisamente por el imperialismo en ciertos países) no sólo en 
Rusia,  uno  de  los  países  capitalistas  más  atrasados,  sino 
también  en  todos  los  demás  países  capitalistas,  que  la 
organización  integral  del  proletariado  no  puede  ejercer 
directamente  la  dictadura  de  éste.  Sólo  la  puede  ejercer  la 
vanguardia  (El  Partido.  FHA),  que  concentra  en  sus  filas  la 
energía revolucionaria de la clase. Tenemos pues, algo así como 
una serie de engranajes; tal es el mecanismo de la base misma 
de  la  dictadura  del  proletariado,  de  la  esencia  del  tránsito  del 
capitalismo al comunismo” (Ídem; XXXII; págs. 11‐12)  

 ¿Qué se consideraba, entonces, como socialismo por parte de 
la dirección suprema del PCUS?  

La concepción de carácter general que se fue plasmando decía 
que,  siguiendo  a  los  fundadores  del  socialismo  científico,  el 
socialismo  era  la    fase  primera,    inferior,  de  la  sociedad 
comunista, cuya base económica  era la propiedad social sobre 
los  Mp  en  sus  dos  formas,  la  estatal  de  todo  el  pueblo,  y  la 
cooperativa‐koljosiana. Con más detalles y como primera etapa 
de  la  futura  sociedad  comunista  se  enumeraban  sus 
características  centrales:  i)  eliminación  del  poder  económico  y 
político  de  los  terratenientes  y  capitalistas;  ii)  dictadura  del 
proletariado desde el Estado y desde la economía; iii) Ejercicio 
del  poder  político  por  parte  del  PCUS  en  nombre  y 
representación  de  la  clase  obrera  rusa  como  su  fracción  más 
consciente  y  revolucionaria;  iv)  Concentración  y  planificación 
desde el Estado de los recursos; v) Superación de las relaciones 
mercantiles capitalistas y del mercado privado; vi) Dominio de 
27 
 
la  planeación  y  de  la  racionalidad  en  la  economía;  vii) 
superación  de  la  ley  del  valor  y  del  espontaneísmo  de  las 
relaciones socio‐económicas de mercado. 

De  esta  manera  se  estableció  como  “científico”    una 


confrontación del tipo siguiente con el capitalismo:  la industria 
privada  era  superada  por  la  industria  estatal;  el  mercado 
capitalista  privado  desaparecía  ante  la  planificación  estatal 
“socialista”; el Estado burgués capitalista dejaba de existir al ser 
reemplazado por el Estado proletario socialista; las leyes de la 
acumulación capitalista dejaban de actuar ante la presencia de 
las  nuevas  leyes  de  la  acumulación  socialista  originaria;  las 
fuerzas productivas “socialistas” crecían con rapidez y equilibrio 
ante su declinación bajo el capitalismo;  ya no había lugar para 
la explotación de la clase obrera por el capital; la clase obrera 
rusa  era  libre  y  no  sufría  explotación  alguna;  en  consecuencia 
desaparecía la anarquía capitalista y su lugar era ocupado por la 
racionalidad estatal.  

1 ‐ La transición   

La  transición  hacia  el  socialismo,  como  cometido  esencial,  


pasaba  inexorablemente  por  alcanzar  una  victoria  aplastante 
sobre  la  burguesía  y  el  capital  privado  erigiendo  una  nueva 
economía y una nueva sociedad superior al capitalismo a partir 
de la consolidación del proletariado en el poder del Estado, de 
la planificación estatal y de la socialización de los Mp.  Esto era 
el capitalismo de Estado teorizado por Lenín y que fue tomado 
como lo central del “tránsito” al socialismo tal como lo hemos 
expuesto arriba.   
28 
 
De manera que en este período de transición del capitalismo al 
socialismo, el capitalismo de Estado era considerado una forma 
especial  de  sometimiento  de  las  empresas  capitalistas  a  la 
dictadura  del  proletariado  establecida  con  la  finalidad  de 
preparar  y  fortalecer  las  condiciones  de  las  relaciones  
socialistas de toda la producción.  

2 ‐ Capitalismo de Estado en Rusia y la NEP  

“El capitalismo de Estado no es de temer, es deseable. Se debe 
“Aprender  del  capitalismo  de  Estado”.  (Ídem;  XXXII;  pág.  319. 
Énfasis  Lenín).    1921  –  1928:  NEP,  lucha  encarnizada  entre  el 
capital  estatal  y  el  capital  privado;  los  principales  dirigentes  y 
teóricos bolcheviques, siguiendo las líneas directrices analíticas 
expuestas por Lenín para dar fundamento a la implantación de 
la  NEP,  partían  de  considerar  que  la  lucha  era  entre  la 
burguesía  que  “renacía”  en  Rusia  merced  a  este  nuevo 
procedimiento  de  política  económica,  y  el  proletariado  que 
dirigía  el  país  por  medio  del  poder  del  Estado  en  sus  manos, 
concentrando  las  ramas  y  empresas  más  importantes,  por 
tanto,  “regulando”  y  “vigilando”  el  mercado  privado,  de  esta 
manera  existía  o  se  construía  un  control  del  proceso  de 
producción  e  intercambio  por  parte  del  Estado    proletario 
sinónimo  de  que  la  clase  obrera  ejercía  su  dominio  sobre  el 
capital  privado.  El  poder  de  la  clase  proletaria  era,  de  hecho, 
ejercido por el Partido en su nombre y representación, no por 
ella misma.  

   
29 
 
3  ‐  Diferencia  entre  capitalismo  de  Estado  burgués  y 
capitalismo de Estado proletario.    

La  diferencia  fundamental  se  estableció,  por  parte  de  Lenín, 


continuado  en  esto  como  ya  dijimos,  por  Trotsky,  Bujarín, 
Preobrazhensky,  Radek,  Piatakov,  etc.  en  el  carácter  de  clase 
del  Estado.  El  capitalismo  de  Estado  bajo  el  dominio  burgués 
consiste en la concentración y centralización monopólica de las 
ramas y empresas que impone y exige a “su” Estado las mejores 
condiciones  y  privilegios  para  la  explotación  de  la  masa  de 
trabajadores  asalariados  y  de  la  sociedad  toda,  en  esa  línea 
decía Trotsky: “La burguesía es dueña del poder político y de la 
misma  manera  continuará  explotando  al  proletariado  por 
medio  del  capitalismo  de  Estado,  del  mismo  modo  que  un 
burgués  explota  por  medio  de  la  propiedad  privada  a  sus 
propios obreros” (Trotsky; “Informe sobre la NEP soviética y las 
perspectivas  de  la  revolución”.  Intervención  en  el  IV  Congreso 
de la I.C. 14‐11‐1922) 

En el capitalismo de Estado proletario, el poder político está en 
manos  de  la  clase  obrera.  Las  industrias  y  ramas  más 
importantes son propiedad del Estado Obrero.  Trotsky sostenía 
que en este caso “no existe explotación alguna y por lo tanto no 
hay ninguna huella de capitalismo, aun si persisten sus formas”. 
Y agregaba rotundamente que “La industria del Estado Obrero 
es una empresa socialista por el hecho de las claras tendencias 
de su desarrollo. Para desarrollarse la industria utiliza métodos 
que  fueron  inventados  por  la  economía  capitalista  y  ante  los 
cuales  hemos  sobrevivido.  Bajo  un  verdadero  capitalismo  de 
Estado, es decir, bajo una dirección burguesa, el crecimiento del 
30 
 
capitalismo de Estado significa el enriquecimiento del Estado de 
los  burgueses  y  de  su  poderoso  crecimiento  sobre  la  masa 
obrera.  Entre  nosotros,  el  crecimiento  de  la  industria  estatal 
soviética  significa  un  crecimiento  del  socialismo  que  procede 
directamente del poder proletario”. (Ídem)  

Pero cuando la aceptación de la realidad socio‐económica más 
cruda  e  irrefutable  imponía  su  presencia,  la  prudencia  y 
sensatez  hablaba,  entonces  se  podía  leer  en  Trotsky  que  “Lo 
que ahora tenemos no es un socialismo opuesto al capitalismo, 
sino  un  proceso  arduo  con  el  fin  de  cumplir  con  el  paso  de  un 
estado  a  otro,  y  sobre  todo  la  etapa  inicial  y  dolorosa  de  la 
transición…  nuestro  país  muestra  aún  enormes  vestigios  del 
capitalismo entre los rudimentos del socialismo”.    

Y  Bujarín  escribía  sobre  la  permanencia  del  salario  que  ““El 


salario  adquiere  una  magnitud  aparente  que  no  posee  ningún 
contenido.  En  cuanto  la  clase  obrera  se  convierte  en  clase 
dominante, el trabajo asalariado desaparece. En la producción 
socialista, ningún trabajo es asalariado, y en la medida en que 
no hay ningún trabajo asalariado, ningún salario es distribuido 
como  precio  de  la  fuerza  de  trabajo  (Ft)  que  adquieren  los 
capitalistas.  Sólo  queda  la  apariencia  exterior  del  salario,  la 
forma monetaria que, con el sistema monetario, se encamina a 
su autonegación. En el sistema de la dictadura del proletariado, 
el “obrero” recibe una parte del trabajo social y no un salario.  

“De  la  misma  manera,  la  categoría  beneficio  así  como  el  de 
plusvalor  también  desaparecen,  en  tanto  que  se  hable  de  los 
nuevos  ciclos  productivos”.  (Bujarín,  N.  “Las  categorías 
31 
 
económicas  del  capitalismo  durante  el  período  de  transición”. 
Capítulo 9 de su obra La Economía del período de transición”) 

Por su parte Preobrazhensky, definía lo que se estaba haciendo 
desde  el  PCUS  como  la  construcción  de  un  “sistema  mercantil 
socialista”  o  “forma  económica  mercantil  socialista”, 
diferenciándose de la caracterización de capitalismo de Estado 
de  Lenín‐Trotsky,  señalando  entre  otros  factores  lo  que  se 
oponía a la ley del valor: “... el monopolio del comercio exterior, 
el proteccionismo socialista, un riguroso plan de importaciones 
elaborado  en  favor  de  la  industrialización  del  país,  el 
intercambio  no  equivalente  con  la  economía  privada  que 
garantiza  a  la  economía  de  Estado  la  acumulación  en  las 
condiciones  extremadamente  desfavorables  dado  su  bajo  nivel 
técnico.  Pero  todos  esos  elementos,  si  se  los  considera 
globalmente  y  se  los  inserta  en  el  cuadro  unitario  de  la 
economía de Estado del proletariado, no son otra cosa que los 
instrumentos  visibles,  la  manifestación  exterior  de  la 
acumulación socialista originaria”. (Preobrazhensky, E. Artículo 
“La utilidad del estudio teórico de la economía soviética”) 

Preobrazhensky  decía  asumir  como  fundamento  de  la 


economía  de  la  URSS  “la  existencia  de  dos  sistemas  diferentes 
de  propiedad  de  los  medios  de  producción  y  dos  reguladores 
diferentes de la vida económica, es decir la ley del valor y la ley 
de la acumulación socialista originaria”  (Preobrazhensky, E. “El 
equilibrio  económico  en  el  sistema  de  la  URSS”,  1927).  Y 
concluía con total seguridad que “... nuestro sistema económico 
se  ha  alejado  del  capitalismo  en  el  campo  de  la  realidad”  (E. 
Preobrazhensky;  La  Nueva  Economía;  Ediciones  Ariel; 
32 
 
Barcelona,  1970;  pág.  97).  A  una  lectura  atenta  de  su  obra  se 
podrá comprobar que aquello que E. P. expone y describe como 
fuentes de la acumulación socialista originaria, no es otra cosa 
que  un  proceso  de  acumulación  capitalista  estatal  al  que  él 
denomina “socialismo”; bien se podría decir que padecía (como 
la  mayoría  de  otros  tantos  colegas)  del  fetichismo  de  la 
planificación estatal.   

Fue tan fuerte y decisivo ese fetichismo de la planificación que 
no  puede  dejar  de  llamar  la  atención  que  impactara  en  un 
estudioso serio y penetrante como Román Rosdolsky, quien en 
su  conocida  obra  “Génesis  y  estructura  de  El  Capital  de  Marx 
(estudios sobre los Grundrisse)” aceptara la caracterización que 
hacía Preobrazhensky de la existencia de una lucha entre la ley 
del  valor  como  base  de  la  economía  capitalista  a  la  cual  se  le 
oponía la ley de la “planificación socialista”, pasando por alto la 
persistencia  del  trabajo  asalariado  y  del  capital  como  capital 
estatal.  Decía  que  “...  no  creemos  que  podamos  decir  nada 
acerca  de  este  tema  que  se  pueda  parangonar,  en  materia  de 
claridad y profundidad, a la conocida obra del más renombrado 
de  los  economistas  de  la  revolución  rusa,  Evgen 
Preobrazhensky”.  (Cfr.  Siglo  XXI  Editores;  1983;  pág.  480). 
También  él  quedó  preso  de  la  “ideología”  soviética  sobre  el 
socialismo creyendo que era una oposición anticapitalista.    

En la “transición”, entonces de acuerdo con la versión “oficial”, 
la producción e intercambio bajo la conducción y regulación del 
Estado proletario se caracterizaba porque:  

   
33 
 
1)  “Bajo  el  socialismo,  los  medios  de  producción  (Mp) 
pertenecen  a  la  sociedad,  son  propiedad  social,  dejan  de 
constituir  un  instrumento  de  explotación  del  hombre  por  el 
hombre  y  se  convierten  en  fondos  de  producción  de  la 
economía socialista.  

2)  La  producción  de  productos  como  mercancías  se  conserva 


bajo el socialismo, pero en la sociedad socialista la producción 
y  el  cambio  de  mercancías  se  efectúan  bajo  el  dominio  de  la 
propiedad social sobre los medios de producción.  

3) Dominio y regulación del valor y de los intercambios por el 
Estado.  El  valor  que  es  la  expresión  de  las  relaciones 
mercantiles  asentadas  en  la  división  del  trabajo  que  surge 
espontáneamente,  va  dejando  de  cumplir  su  función 
equilibradora  y  de  rectora  de  los  intercambios  cuando  la 
economía  está  bajo  la  condición  del  dominio  del  Estado  y  la 
planeación.  En  estas  condiciones  la  ley  del  valor  no  ha  dejado 
aún  de  funcionar,  actuaba  en  la  URSS,  pero  lo  hacía  bajo  otra 
forma diferente del régimen capitalista, pues experimentaba un 
proceso de desaparición que la llevaba a transformarse en una 
ley del gasto de trabajo en la sociedad socialista.  

4)  El  salario  desaparece  como  pago  del  trabajador.  El  trabajo 
asalariado  bajo  la  transición  socialista,  dictadura  del 
proletariado,  la  clase  ya  no  percibe  salario  sino  un  ingreso 
como  fracción  individual‐familiar  del  trabajo  social;  “el  salario 
en  el  régimen  socialista  no  se  presenta  como  forma 
transfigurada  del  valor  y  del  precio  de  la  Ft,  dado  que  ésta 
última, bajo el socialismo, no es una mercancía. El salario, bajo 
el  socialismo,  expresa  relaciones  de  producción  socialistas  y 
34 
 
sirve como medida de trabajo y como medida de consumo… El 
perfeccionamiento  del  salario  constituye  una  de  las  medidas 
más  importantes  para  utilizar  plenamente  el  estímulo  del 
interés  material,  objetivamente  inherente  al  socialismo… 
También en el período de la amplia edificación del comunismo 
sigue  siendo  necesario  perfeccionar  los  salarios…  Bajo  el 
socialismo,  el  salario  no  constituye  el  valor  de  la  fuerza  de 
trabajo,  sino  que  es  la  expresión  en  dinero  de  la  parte  de  la 
renta nacional que corresponde a los obreros y empleados para 
cubrir las necesidades del consumo personal y se distribuye con 
arreglo  a  la  cantidad  y  calidad  del  trabajo”.  (Diccionario  de 
Economía Política; Borísov‐Zamín‐Makárova; EPU; Montevideo; 
1966; págs. 214‐216)  

5)  En  la  sociedad  socialista,  la  Ft  ya  no  es  una  mercancía. 
Merced  al  dominio  de  la  propiedad  social  sobre  los  Mp,  los 
trabajadores en la URSS, son los dueños de todas las riquezas.   

6)  Eliminado  el  capital  queda  eliminado  el  plusvalor.  Bajo  el 
socialismo  dejan  de  existir  tales  categorías,  el  excedente  del 
valor  creado  por  los  trabajadores  va  a  la  Caja  del  Estado,  es 
decir  de  la  clase  obrera,  que  las  utiliza  de  acuerdo  con  sus 
intereses.  (Lapidus  ‐  Ostrovitianov.    Compendio  de  Economía 
Política;  Moscú;  1927.  Cfr.  Critiques  de  l´Économie  Politique; 
París;  Maspero  1972  pág.  250).  Las  ganancias  de  las empresas 
estatal‐soviéticas  nada  que  ver  tienen,  en  cuanto  a  su 
contenido, con la ganancia capitalista. (El término que se utilizó 
y  difundió  luego  fue  el  de  “rendimiento”,  pero  luego  fue 
ganando  aceptación  el  término  ganancia  sin  que  provocara 
rechazo  alguno).  Pero  ¡atención!  Por  el  hecho  de  que  las 
35 
 
empresas  soviéticas  estatizadas  no  persiguen  la  obtención  de 
ganancias  como  tal,  no  se  desprende  que  el  Estado  soviético 
sea indiferente a los resultados superavitarios o deficitarios de 
sus empresas.    

7)  Bajo  el  socialismo  no  puede  existir  la    ganancia.  Por 
supuesto  que  hay  un  excedente  que  surge  de  las  relaciones 
entre las empresas estatales, pero no es beneficio o ganancia, 
es  sólo  una  “apariencia”  basada  en el  mercado y  el  dinero.  La 
“ganancia”  soviética  nada  que  ver  tiene,  en  cuanto  a  su 
contenido, con la ganancia capitalista. En la URSS la ganancia es 
el ingreso neto de la sociedad creado por el trabajo adicional de 
los  trabajadores  de  la  producción  material,  sin  que  esto 
signifique  una  relación  de  explotación  del  hombre  por  el 
hombre.   

8)  se  eliminan  las  envolturas  fetichistas  de  las  relaciones 


sociales y de la producción.    

Lo  que  en  definitiva  quedó  plasmado  como  doctrina  objetiva 


general  maciza  e  indiscutible  del  discurso  ideológico,  en 
resumen,  fue que:  

 1º) El capitalismo a comienzos del siglo XX entró en una última 
y definitiva etapa de su existencia: etapa imperialista que es el 
inicio de su derrumbe; es la “crisis general del capitalismo”.  

2º)  Esta  etapa  imperialista  agudizó  las  contradicciones  de  la 


sociedad burguesa. 

3º) La revolución de octubre de 1917 escindió al mundo en dos 
sistemas sociales diferentes y antagónicos. 
36 
 
4º)  El  PCUS  se  constituyó  en  la  vanguardia  del  proletariado 
mundial. 

5º) Rusia construye la sociedad socialista como nuevo modo de 
producción.  

6º) Han aparecido “nuevas leyes económicas”; ya no rigen sólo 
las leyes del capital.  

Es lo que puede leerse en el siguiente ejemplo, como en otros 
muchos,  repetido  ad  nauseam  por  todas  las  publicaciones 
académicas,  políticas,  económicas  a  lo  largo  de  décadas  en  la 
URSS:  

“Marx  no  se  proponía estudiar  en El  Capital  la  dialéctica  de  la 
evolución  de  la  sociedad  socialista,  si  bien  pueden encontrarse 
en varios lugares referencias en los que compara capitalismo y 
socialismo,  y  describe  en  rasgos  generales  las  leyes  del 
desarrollo  de  la  nueva  sociedad,  que  reemplazarán  las  de  las 
formaciones  antagónicas.  Esta  tarea  se  les  planteó  a  los 
marxistas en una nueva época histórica, luego de la realización 
de  las  geniales  previsiones  de  Marx  relativas  a  la  ineluctable 
caída del capitalismo y a partir de la gran Revolución socialista 
de octubre que arrancó Rusia de las cadenas del imperialismo.  

Después de la muerte de Marx y de Engels, el capitalismo entró 
en  un  nuevo  y  último  estadio.  El  imperialismo  acentuó  al 
extremo  las  contradicciones  del  capitalismo.  La  revolución 
proletaria  victoriosa  en  Rusia  ha  escindido  el  mundo  en  dos 
sistemas:  el  sistema  socialista  y  el  sistema  capitalista.  Bajo  la 
dirección  del  Partido  comunista,  los  trabajadores  del    país, 
teniendo a su cabeza la clase obrera rusa, que es la vanguardia 
37 
 
del  proletariado  internacional,  construyen  la  sociedad 
socialista. Un nuevo modo de producción, el modo socialista, ha 
surgido  y  se  desarrolla  conforme  a  las  nuevas  leyes 
económicas.”  (Mark Moiséievich Rosental; “Les problèmes de 
la dialectique dans Le Capital de Marx”; Editions Sociales; París; 
1959, págs. 15‐16).  

‐ II ‐   

      La base real como Refutación  

Para poder fijar con más precisión el discurso ideológico y sus 
inconsistencias notables, exponemos los rasgos fundamentales 
de la producción capitalista de manera que se pueda establecer 
un examen comparativo entre los supuestos de los dos 
sistemas.  

1) Concentración de los medios de producción y de los medios 
de subsistencia en muy pocos empresarios. De este modo estos 
Mp.  no  son  ya  propiedad  de  los  trabajadores  directos  sino  de 
quienes se los apropian, con lo cual toman la forma de capital 
como  potencia  social  de  producción,  que  es  la  base  de  la 
escisión  entre  las  condiciones  objetivas  de  producción  (Mp)  y 
las  subjetivas  (Fuerza  de  trabajo.  Ft),  ley  fundamental  de  las 
sociedades  de  clase  en  cuanto  a  la  organización  social  del 
trabajo.   

2)  El  modo  capitalista  de  producción  destruye  la  propiedad 


privada  personal‐familiar,  por  tanto  el  trabajo  privado  de  los 
productores individuales. 
38 
 
3) Organización del trabajo asalariado en cuanto trabajo social 
mediante  la  cooperación,  la  división  técnica  del  trabajo  y  su 
potenciación  por  la  introducción  en  la  actividad  productiva  de 
la aplicación de los resultados de la ciencias naturales. 

4) El mayor volumen del producto global producido lo es como 
mercancías. 

5) Que el trabajador aparezca en el mercado como trabajador 
“libre”  de  ataduras  personales  (esclavo;  siervo),  vendiendo  su 
fuerza  de  trabajo  (Ft)  como  mercancía  transformándose  por 
esta  situación  en  trabajador  asalariado,  obedeciendo  las 
órdenes del comprador y valorizando el dinero de aquél como 
inversión  a  ser  recuperada  con  más  un  “plus”,  o  sea 
funcionando como capital.  

6)  Sometimiento  del  proceso  material  de  producción  de 


mercancías  como  medio  para  producir  y  apropiarse  del 
excedente  de  valor  como  plusvalor  que  se  convierte  en  el 
objetivo inmediato, directo y determinante de todo el proceso 
global  de  producción.  Es  de  este  modo  como  el  capitalismo 
produce  fundamentalmente  capital  al  producir  plusvalor  y 
simultáneamente  produce/reproduce  el  sistema  de  relaciones 
sociales  y  productivas  que  mantienen  al  trabajador  como 
asalariado  y  a  los  propietarios  de  los  Mp  como  capitalistas, 
estos  últimos  se  enriquecen  cada  vez  más  y  en  esa  medida  la 
clase  asalariada  se  empobrece  cada  vez  más  en  términos 
relativos no absolutos.    

¿Cuáles son, entonces,  los elementos o factores del proceso de 
producción  capitalista?  a)  Trabajadores  libres  de  coacción 
39 
 
personal y sin propiedad de Mp; b)  concentración de los Mp en 
manos  de  propietarios  como  dueños  que  no  trabajan;  c) 
producción  de  mercancías  para  los  mercados;  d)  jornada 
laboral  compuesta  por  una  fracción  pagada  y  otra  no  pagada. 
Se  cumplía  efectivamente  con  la  ley  fundamental  de  las 
sociedades  de  clase:  la  separación  entre  las  condiciones 
objetivas  del  trabajo  (Mp)  y  las  condiciones  subjetivas 
(trabajadores),  al  igual  que  las  anteriores  sociedades  pre‐
capitalistas.  

¿Y objetivamente en el caso de la URSS? a) trabajadores libres 
de  coacción  personal  y  sin  propiedad  de  los  Mp;  b) 
concentración  de  los  Mp  en  manos  de  un  propietario,  la  élite 
del  PCUS‐Estado,  cuyos  miembros  no  trabajaban  porque 
“gobernaban”; c) producción de mercancías “estatales” para los 
mercados;  d)  jornada  laboral  compuesta  por  una  fracción 
pagada y otra no pagada. La ley fundamental de las sociedades 
de clase también permanecía vigente.  

Por  lo  tanto  las  categorías  que  expresan  la  realidad  socio‐
económica bajo el dominio de los propietarios que no trabajan 
sobre  los  no‐propietarios  que  trabajan  seguían  estando 
presentes  en  esta  supuesta  sociedad  “socialista”:  valor;  valor 
de  cambio;  mercancía;  dinero;  plusvalor;  capital,  éste  como 
capital  estatal;  aunque  se  afirmara,  repitiera  y  difundiera  que 
ya  no  existían  en  la  sociedad  “socialista”  o  que  estaban  en 
trance de desaparición definitiva.   

Lo llamativo del discurso que se construía, curiosamente, no es 
que  fuera  falso  porque  quedara  sólo  en  las  apariencias 
engañosas  de  lo  que  se  hacía,  dando  lugar  a  que  pudiera 
40 
 
pensarse  que  quienes  lo  elaboraban  quedaban  prisioneros  de 
una  representación  o    reflejo  superficial  de  la  realidad;  no, 
ocurría  que  lo  engañoso  era  el  discurso  mismo  que 
“desfiguraba”  lo  que  se  hacía  y  se  lo  enturbiaba  con 
definiciones,  supuestas  “explicaciones”,  “superaciones”  del 
capitalismo que no eran tales, etc.  La evidencia de lo real era 
“inaceptable”  y  lo  falso  era  un  discurso  pretendido  como 
“marxista”  y  “científico”  que  cumplía  las  funciones  de 
“deformar”,  “tergiversar”,  “retorcer”,  lo  que  se  hacía  para  no 
“reconocerlo”  como  lo  que  era:  un  capitalismo  de  Estado  con 
trabajadores    asalariados,  no  socialismo  liberando  de  la 
explotación al trabajador; esto era un dogma impuesto a fuerza 
de  autoritarismo,  represión  y  de  descalificación  si  así  no  era 
“creído” y “enseñado” desde las altas esferas del gobierno y de 
la  seguridad  interior,  como  también  desde  los  institutos  de 
investigación y  las Universidades. Al igual que cualquier clase, 
grupo  o  fracción  social  que  se  apodera  del  Estado  actuando 
como    un  poder  independiente  ante  la  sociedad,  el  PCUS 
cumplía  con  esta  ley  y  por  lo  mismo  inevitablemente  y 
rápidamente  debía  elaborar  una  nueva  ideología  justificadora 
de lo que decía, hacía y proyectaba, dándole un remate jurídico 
constitucional  que  le  permitía  detectar  a  los  enemigos  de  la 
“nueva”  sociedad  en  quienes  no  la  aceptaran  o  sostuvieran 
posiciones  diferentes.  De  este  modo,  La  estructura  de  la 
“Inquisición  roja”  se  iba  abriendo  paso  inexorablemente  para 
reprimir y disciplinar.  

Esta  situación  entre  realidad  y  discurso  ideológico  fue 


agudamente  captada  por  Herbert  Marcuse  en  su  obra  El 
marxismo soviético,  aunque él afirma que no se trata de falsa 
41 
 
consciencia  lo  que  sin  embargo  no  le  quita  valor  a  lo  que 
señala:  “Hipostasiada  en  una  estructura  ritual,  la  teoría 
marxista  se  transforma  en  ideología.  Pero  su  contenido  y 
función la distinguen de las formas «clásicas» de ideología: no 
es  «una  conciencia  falsa  sino  más  bien  conciencia  de  una 
falsedad objetiva, una falsedad que se «corrige» en el contexto 
de  la  «verdad  superior»  representada  por  el  interés  histórico 
objetivo. Es la situación actual la que es falsa (construcción del 
socialismo  en  un  país  atrasado;  estabilización  del 
capitalismo)...” (H. Marcuse; Colección Socialismo y Libertad Nº 
245; Pág. 84. Énfasis FHA) 

Marx enseña que “Las ideas de la clase dominante son las ideas 
dominantes en cada época; o, dicho en otros términos, la clase 
que  ejerce  el  poder  material    dominante  en  la  sociedad  es,  al 
mismo  tiempo,  su  poder  espiritual  dominante…  Las  ideas 
dominantes  no  son  otra  cosa  que  la  expresión  ideal  de  las 
relaciones  materiales  dominantes,  las  mismas  relaciones 
materiales  dominantes  concebidas  como  ideas;  por  tanto,  las 
relaciones  que  hacen  de  una  determinada  clase  la  clase 
dominante son también las que confieren el papel dominante a 
sus  ideas”  (K.  Marx;  “La  Ideología  Alemana”;  EPU;  1968;  págs. 
50‐51).  ¿Cómo  se  daba  esta  relación  en  la  época  feudal,  la 
burguesa y la “socialista”? De la siguiente manera:  

El  Papado  romano  dominaba  esgrimiendo  su  discurso  con  


ideas  y  verdades  “divinas”.  Era  un  propietario  terrateniente  y 
de servidumbre, con ejércitos al mando de sacerdotes, obispos 
y  arzobispos,  exigiendo  a  la  sociedad  feudal  obediencia  y 
difundiendo miedo si no se aceptaban las Sagradas Escrituras y 
42 
 
las  órdenes  del  representante  de  Dios  en  la  Tierra:  el  Papa; 
exigiendo a la nobleza el pago puntual de los tributos a Roma y 
al  mismo  tiempo  censurando  a  los  banqueros  que  querían 
cobrarle  interés  por  los  préstamos  acordados  a  tan  sagrada 
institución. El Papa era la  suprema autoridad de la cristiandad, 
su  palabra  era  infalible  e  irrefutable  y  quienes  no  acordaban 
con  ellas  eran  “herejes”  y  enemigos  de  Dios,  pasibles  de 
persecución,  tortura  y  muerte  ante  la  “Santa  Inquisición”.  Las 
contradicciones  sociales  eran  insoportables  para  el  Papado, 
tenía  que  “reprimirlas”  con  la  “palabra  de  Dios”,  cosa  que  no 
hacían  con  su  propia  escandalosa  corrupción  interna  que 
alcanzaba todos los estamentos de la Iglesia.  

La  Burguesía  rechazaba  aquel  discurso  que  se  oponía  a  sus 


intereses y elaboró otro basándose en una concepción de ideas 
y verdades “naturales”, no divinas pero sí eternas. Propietario 
capitalista  sojuzgando  a  los  trabajadores  asalariados,  con 
ejércitos  “profesionales”  y  poder  político  para  hacer  cumplir 
con tales “leyes  naturales”, de lo contrario se harían sentir las 
“leyes del Poder Judicial”; quien no las aceptara y contra ellas 
se  levantara,  se  convertía  ipso  facto  en  subversivo  y 
delincuente. La burguesía era la representación y la defensora 
de  las  “leyes  eternas  de  la  naturaleza”.  Las  contradicciones 
surgidas  en  las  relaciones  sociales  y  que  clamaban  contra  las 
abstracciones  discursivas  del  “sentido  común”  burgués  debían 
ser desmentidas y mejor aún ocultadas.  

La  burocracia  gobernante  de  la  URSS,  combatió  ambos 


discursos  y  consumó  otro  sosteniendo    ideas  y  verdades 
“científicas”.  El  PCUS  era  de  hecho  el  propietario  estatal, 
43 
 
planificador de los recursos materiales y personales con la clase 
trabajadora  asalariada  como  sostén.  En  la  construcción 
socialista  las  leyes  sacralizadas  por  el  discurso  oficial  eran 
“científicas” y quienes se opusieran y las criticaran o rechazaran 
eran  pasible  de  sanciones,  persecuciones,  cárcel, 
deportaciones, campos de concentración, etc. se convertían en 
“agentes”  indeseables  que  agredían  a  la  clase  trabajadora,  la 
exigencia  era  extirparlos  de  la  sociedad.  El  PCUS  ejercía  su 
dominio  en  “nombre  y  representación”  de  la  clase  obrera. 
Nadie podía “osar” crítica alguna contra el Papado laico: el C.C. 
del  PCUS  y  las  Sagradas  Escrituras  de  Lenín‐Stalin.  Las 
contradicciones  reales,  concretas,  de  la  sociedad  “socialista”, 
eran “desagradables” contrastadas con el “sentido común” del 
discurso  “exitista”  oficial  y  de  su  apologética,  por  ello  debían 
ser  tergiversadas,  deformadas,  “reinterpretadas” 
capciosamente  y  alevosamente.  El  proceso  real  mostraba 
inquietantes y peligrosas similitudes con el capitalismo privado, 
por  eso  mismo  se  redoblaba  el  empecinamiento  en  “insistir” 
sobre  diferencias  que  no  existían  pero  que  se  las  proclamaba 
como  “indudables”.  El  Secretario  General    del  PCUS  era  el 
“Papa” y el C.C. el cuerpo cardenalicio que regía los destinos de 
los feligreses “socialistas realmente existentes”.  

Sí,  el  lector  podrá  correctamente  preguntarse  ¿se  trataba  la 


burocracia  de  una  nueva  clase  entonces?  ¿el  socialismo, 
finalmente  es  no  otra  cosa  que  una  sociedad  de  ese  tipo?  De 
manera rotunda ¡no! los integrantes del C.C. del PCUS con más 
los administradores y planificadores de la propiedad estatal no 
constituían  clase  nueva  alguna,  pero  sí  se  comportaban  como 
tal  pues  regían  el  Estado  y  administraban  sus  recursos  cual 
44 
 
empresarios  “en  funciones”,  era  una  proto‐burguesía;  legal  y 
constitucionalmente  la  propiedad  era  “de  toda  la  sociedad”, 
pero  en  los  hechos  diarios,  en  sus  planes  y  proyectos,  eran 
quienes  “mandaban”  y  daban  “órdenes”.  Propietarios  + 
administradores  cumplían  de  tal  forma  ese  papel  que,  cuando 
al  final,  la  URSS  adopta  el  modo  capitalista  privado  de 
producción dejando atrás la modalidad estatal que nunca debió 
ni  debe  ser  concebido  como  socialismo,  la  fracción  de  mayor 
responsabilidad  política  y  económica  “emergió”  como 
propietaria de lo que antes administraba  como “empleada” del 
Estado:  el  despojo  continuó  pero  ahora  abiertamente  con  lo 
robado al Estado y en condiciones de capitalistas personales y 
familiares    que  es  lo  que  ahora  se  conoce  peyorativamente 
como  los  “oligarcas”  rusos  como  si  bajo  el  capitalismo  no 
existieran las mismas lacras parásitas. 

 El  lector  podría  con  toda  lógica  y  coherencia  inquirir,  si 


aquellas  determinaciones  reales  se  mostraban  como  tales  ¿en 
qué  se  basaban  los  responsables  políticos  e  ideológicos  de  la 
URSS  para  proclamar  que  lo  que  estaban  haciendo,  con  todas 
las  dificultades  existentes,  era  “socialismo”,  o  como  mínimo, 
que  se  estaban  sentando  las  bases  inconmovibles  del  tránsito 
hacia  aquella  nueva  sociedad?    Pues  en  que  tales  relaciones 
sociales  y  económicas  estaban  definidas  irrebatiblemente 
porque  el  poder  del  Estado  estaba  en  manos  de  la  clase 
trabajadora, aunque no siempre con la aclaración de que lo era 
por medio del PCUS en su nombre y representación. Con lo cual 
la característica principal del socialismo fincaba en un elemento 
de  la  superestructura  y  no  en  el  cambio  real  del  “modo  de 
producción”  y  de  la  clase  como  efectiva  propietaria  de  los 
45 
 
medios de producción, o sea de la estructura económico‐social 
material; era una jactancia ideológico‐política que renegaba de 
lo evidente e imponía groseramente lo que se debía “pensar” y 
escribir sobre lo que se estaba haciendo; de aquí la repetición 
aburrida,  la  rumiación  reiterada,  la  hueca  citatología  y  las 
vaciedades e incongruencias de los “encargados” de exponer y 
defender el “modelo soviético”, Stalin fue el ejemplo supremo 
por sus escritos sobre economía teórica que dan material para 
una antología de los disparates… “socialistas”.  

Sólo  a  título  de  ilustración  de  tales  disparates  veamos  los 


siguientes:  1º)  “...  los  medios  de  producción  no  son  ya 
propiedad privada, sino propiedad socialista… 2º) el sistema del 
trabajo  asalariado  ya  no  rige…  3º)…  la  fuerza  de  trabajo  ha 
dejado de ser una mercancía… 4º) hace ya tiempo que ha sido 
liquidado  el  sistema  de  explotación…”.  Y  ahora  el  colmo  de  la 
ignorancia  y  la  desvergüenza  intelectual  y  política:  “...  pienso 
que  es  necesario  rechazar  otros  conceptos  tomados  de  El 
Capital… y que han sido traídos por los pelos para aplicarlos a 
nuestras  relaciones  socialistas.  Me  refiero,  entre  otros,  a  los 
conceptos  de  trabajo  “necesario”  y  “plustrabajo”;  “producto 
necesario”  y  “plusproducto”;  “tiempo  necesario”  y  “tiempo 
excedente”...  resulta  algo  más  que  extraño  operar  con  esos 
conceptos ahora que la clase obrera, lejos de estar privada del 
Poder y de los medios de producción, es, por el contrario, dueña 
del  Poder  y  de  los  medios  de  producción…”.  No  resulta  nada 
extraño  leer  estas  barbaridades  en  un  bárbaro.  (Cfr. 
“Problemas  económicos  del  socialismo  en  la  URSS”;  1952; 
Parágrafo 2)     
46 
 
Se justifica sin vacilación alguna lo que señala, con un dejo de 
dolor  pero  al  mismo  tiempo  con  un  vigor  sin  rodeos,  el  autor 
del fragmento siguiente:   

“No  es  un  secreto  para  nadie  y  es  sabido:  la  regularidad 
histórica  de  los  procesos  de  izquierdas  llegados  al  poder 
durante toda la historia del siglo XX (el ejemplo paradigmático 
tal  vez  sea  la  revolución  bolchevique)  muestra  una  absoluta 
incapacidad  para  combinar  su  existencia  y  reproducción  con 
procesos  de  extensión  de  patrones  democráticos.  Los  ataques 
de exterior, los problemas internos acumulados, la complejidad 
en la construcción de alternativas, termina muchas veces siendo 
una reivindicación de los derechos y la emancipación para una 
sola “clase” o grupo social; o la posición política termina siendo 
el baremo entre el disfrute y ejercicio de derechos políticos o de 
una “muerte civil” en vida. Por el excesivo celo en la defensa de 
los componentes fundamentales de un modelo o sistema, entre 
presiones de lo externo y de lo interno, se termina perdiendo al 
menos dos cosas fundamentales: la perspectiva universal de la 
emancipación  y  con  ello  una  pérdida  de  la  centralidad  del  ser 
humano en los procesos políticos” 

“Yo  preguntaría,  más  allá  de  una  “comprensión  histórica  del 


momento”, si alguien, por decencia, por ética y por humanidad, 
puede justificar y estrechar la mano de determinados actos en 
un proyecto social que debe ser por esencia superior al anterior 
(sobre todo éticamente), si ello consiste en estar de acuerdo en 
naturalizar  detenciones  arbitrarias,  restricciones  ilegales  a  la 
libertad  de  movimiento,  la  utilización  de  medios  públicos  para 
la  calumnia  y  la  difamación  de  personas,  etc.  ¿Cómo  puede 
47 
 
defenderse  todo  esto  ante  un  sistema  que  ya  está  montado 
para  que  no  haya  alternativa  política  (serían  “concesiones” 
intolerables),  para  exigir  la  conformidad  con  un  pensamiento 
único  (en  el  acceso  a  las  instituciones,  en  tus  expresiones 
cotidianas,  en  la  forma  de  “ser  y  existir”),  y  para  anularte 
política  y  civilmente  si  te  resignas  a  conciliar  con  una  única 
ideología?”.  Harold  Bertot  Triana  (Jurista  y  profesor  cubano). 
“Algo  sobre  un  “constitucionalismo  republicano”  en  Cuba”. 
Publicado  en  Sin  Permiso  del  27/12/2020  con  el  título  global 
de: “Republicanismo y socialismo. Un debate global desde Cuba 
de ahora. Dossier”.  

“Única ideología”, dice el autor en el último renglón, que no es 
nada  más  que  una  “falsa  consciencia”  esgrimida  por  los 
responsables  ideológico‐políticos‐intelectuales  del  poder 
político (Estado), para justificar lo “injustificable”.    

Ahora bien, acudamos a Marx para empezar a ver claro. ¿Qué 
nos  dice  sobre  el  salario  cuando  trata  de  la  famosa  fórmula 
trinitaria  de  la  economía  burguesa  vulgar?  Pues  que  en  las 
condiciones  capitalistas  de  producción,  el  trabajo  es  “…  el 
medio  que  siempre  se  renueva  para  adquirir,  bajo  el  título  de 
salario,  parte  del  valor  creado  por  el  obrero  y,  por  ende,  una 
parte  del  producto  social  medida  por  esa  parte  de  valor:  los 
medios imprescindibles de subsistencia”. Y ¿qué es el producto 
social  global?  ,  es  nada  más,  nos  ilustra  Marx,  que  “…  trabajo 
social objetivado”.  

¿Pero qué escribe Bujarín, uno de los constructores del discurso 
ideológico?  Pues  que  en  la  Rusia  “socialista”,    “…  el  obrero 
recibe una parte del trabajo social y no un salario”; o sea ¡igual 
48 
 
que bajo el capitalismo! De esta manera  ¿Qué recibe entonces 
el  obrero  bajo  el  socialismo  si  no  es  un  salario?:  decía  que 
recibía  una  remuneración,  un  ingreso,  una  parte  del  trabajo 
social, etc. etc. ¿Qué se hace de este modo? Pues nada más (ni 
nada menos) que para la misma relación de producción entre 
trabajo y capital ¡cambiarle el nombre! (Cambiando vera rerum 
vocabula, o sea al cambiar las palabras se cambian los hechos). 
En definitiva y aunque parezca increíble, en la Rusia soviética se 
mantenía la relación del trabajador como asalariado pero éste, 
se afirmaba desde las altas esferas políticas e intelectuales, que 
no  recibía  un  salario  sino  una…  ¡remuneración!  Y  ¿cuál  era  el 
destino  de  tal  “remuneración”  en  manos  del  trabajador  ruso? 
No  otro  que  el  de  adquirir  “…  los  medios  indispensables  de 
subsistencia”,  exactamente  igual  que  cuando  recibe  el  salario 
pagado por la clase capitalista.  

Conclusión: 1º) el salario no es una  “simple expresión o forma 
dineraria de la Ft” como afirma Bujarín, de manera tal que si no 
lo  paga  un  capitalista  (la  clase  capitalista)  deja  de  ser  salario. 
Pero  así  como  el  dinero  que  ingresa  el  capitalista  como 
ganancia no es una “simple expresión monetaria de los medios 
de  producción”,  sino  que  es  una  relación  de  producción, 
también el salario lo es como componente de aquella relación: 
es una relación entre clases “mediada” por el dinero que en un 
caso actúa como salario y en otro lo hace como capital dada la 
estructura  social  asimétrica  de  propietarios  y  no‐propietarios, 
de  trabajador  y  no‐trabajador,  que  constituye  la  base  de  las 
distintas funciones del dinero. Lo que no tiene en cuenta para 
nada Bujarín y demás “ideólogos” sobre el tema, inclusive hasta 
hoy,  es  que  los  medios  de  producción    como  capital  estatal 
49 
 
presupone  el  tipo  de    distribución:  la  expropiación  a  los 
trabajadores de las condiciones objetivas de trabajo, para nada 
“socializadas” en la URSS, la concentración de estas condiciones 
en manos de una minoría de individuos que, por esta razón, se 
comportan y son capitalistas, que en el caso examinado como 
tal se desempeñaba la élite gobernante del PCUS.     

2º)  Entonces,  bajo  el  “período  de  transición”  la  clase 


trabajadora rusa percibía un ingreso como salario al que no se 
lo  reconocía  como  tal;  el  dinero  objetivamente  actuaba  como 
“comprando” Ft por parte del Estado  cual propietario aunque 
tampoco esto se reconociera como tal, con lo cual ese dinero se 
“valorizaba” para obtener una reproducción del producto social 
global que contenía: a) una parte de valor como reposición de 
la fracción constante (maquinarias, instrumentos, instalaciones, 
etc.);  b)  otra  parte  de  valor  correspondiente  a  su  salario 
(ingreso,  remuneración,  etc.)  que  representaba  los  medios  de 
subsistencia, o sea, fracción pagada del trabajo nuevo agregado 
en  el  proceso  de  producción  a  la  fracción  constante,  y  c)  un 
“rendimiento”,  esto  es,  plusvalor  apropiado  por  la  élite  de  la 
nomenklatura, dueña del Partido y del Estado, que era la parte 
del valor no pagado o plustrabajo; el valor global se componía 
de  una  parte  pagada  y  otra  no  pagada,  en  nada  diferente  del 
capitalismo.  

 3º) Es preciso agregar otra aclaración de análisis a la estructura 
de  valor  anterior.  Si  el  trabajo  de  la  clase  obrera  rusa  no 
hubiera  estado  determinado  como  trabajo  pagado  en  dinero 
como  trabajo  asalariado,  su  participación  en  el  valor  de  los 
productos no aparecería, entonces, bajo la forma de salario; un 
50 
 
trabajador que participara en el proceso de producción bajo la 
forma  de  trabajo  asalariado,  participaría  bajo  la  forma  de 
salario  en  el  valor  y  en  los  productos  mismos,  o  sea  en  los 
resultados  del  proceso.  Para  la  fracción  gobernante  y  sus 
intelectuales  apologistas,  el  salario  pagado  por  las  empresas 
estatales no era salario porque no lo pagaba la clase capitalista 
y al estar la clase obrera en el poder y disponer de la propiedad 
social de los medios de producción, según lo establecido por el 
discurso  oficial,  sería  un  contrasentido  ya  que  esto  significaría 
que la clase obrera se explota a sí misma. 

Veamos: error 1) la clase obrera rusa no era propietaria de los 
medios de producción y no estaba en el dominio del poder del 
Estado,  a  pesar  de  cuanto  afirmaran  y  repitieran  una  y  mil 
veces sus dirigentes e ideólogos; error 2) las empresas estatales 
“contabilizaban”  en  el  valor  final  de  la  producción,  al  salario 
como  un  “costo  interno”,  exactamente  igual  que  el  capital 
privado,  para  el  cual  constituye  una  parte  de  la  inversión  de 
capital  que  debe  ser  “recuperada”,  hecho  que  derriba 
completamente  la  afirmación  “oficial”  sobre  el  salario  y  que 
además  la  realidad  mostraba  que  los  medios  de  producción 
funcionaban como capital estatal; no había capitalistas privados 
que  pagaran  salario,  pero  el  PCUS‐Estado  lo  pagaba  actuando 
“en funciones” de capitalista. 

¿Y  nunca  puede  darse  el  caso  en  que  la  clase  trabajadora 
perciba  un  dinero  como  ingreso  sin  que  adopte  la  forma  de 
salario? Si la clase trabajadora fuera efectivamente propietaria 
de  los  medios  de  producción,  el  valor  se  compondría  de  dos 
elementos:  valor  constante  (materias  primas,  insumos, 
51 
 
maquinarias, etc.) más el nuevo valor agregado; de este nuevo 
valor  agregado,  la  clase  en  cada  unidad  de  producción 
distribuiría  una  fracción  a  los  trabajadores  que  entonces 
percibirían  un  “ingreso”  sin  pasar  por  la  forma  salarial  ya  que 
no sería un costo del producto, y el excedente, a su vez, dejaría 
de adoptar la forma de ganancia. De manera que la producción 
sería  social  y  la  distribución  también.  Para  que  esto  ocurriera 
debió haberse transformado el proceso productivo en un nuevo 
“modo”, el modo de producción del trabajo asociado, situación 
que  hubiera  significado  la  desaparición  del  capital  y 
desaparición del trabajo asalariado, pero en la URSS  el capital 
no desapareció ni tampoco el trabajo asalariado, y esta es una 
verdad  que  no  exige  demostración  alguna,  incluyendo  en  la 
actualidad a China, Viet‐Nam, Corea del norte y Cuba.   

Demás está decir que en toda la literatura apologética oficial el 
“modo de producción del trabajo asociado” no aparece jamás; 
probablemente  no  se  debiera  a  algún  ocultamiento  tramposo 
sino  a  que  esos  apologistas  “oficiales”  desconocían  que  tal 
análisis  existiera  formulado  y  fundado  por  la  teoría  de  Marx; 
para  no  ir  tan  lejos,  en  El  Capital,  Libro  III;  6;  pág.  339:  “...  la 
disolución  de  esa  relación  (capitalista  F.H.A.),  al  implicar  al 
mismo  tiempo  la  transformación  de  las  condiciones  de 
producción  para  convertirlas  en  condiciones  de  producción 
generales,  colectivas,  sociales…”;  y  también  en  el  Libro  III;  7; 
pág.  563:  “En  las  sociedades  por  acciones,  la  función  está 
separada  de  la  propiedad  del  capital,  y  en  consecuencia 
también el trabajo está totalmente separado de la propiedad de 
los  medios  de  producción  y  del  plustrabajo.  Este  resultado  del 
desarrollo supremo de la producción capitalista es un punto de 
52 
 
transición  necesario  para  la  reconversión  del  capital  en 
propiedad  de  los  productores,  pero  ya  no  como  propiedad 
privada de productores aislados, sino como propiedad de ellos 
en  cuanto  asociados,  como  propiedad directa  de  la  sociedad, 
Por otra parte es un punto de transición para la transformación 
de  todas  las  funciones  que  en  el  proceso  de  reproducción  han 
estado  vinculadas  hasta  el  presente  con  la  propiedad  del 
capital,  en  meras  funciones  de  los  productores  asociados,  en 
funciones  sociales”  (Énfasis  F.H.A.);  y  en  la  pág.  568:  “Las 
empresas capitalistas por acciones deben considerarse, al igual 
que  las  fábricas  cooperativas,  como  formas  de  transición  del 
modo  capitalista  de  producción  hacia  el  modo  de  producción 
asociado…”    (Énfasis  F.H.A.).  Nada  de  esto  existió  ni  siquiera 
como  “aspiración  futura”  en  los  objetivos  políticos  del  PCUS 
gobernante en la URSS.  

En  consecuencia,  en  la  URSS  el  “modo”  de  producción  era  el 
del  trabajo  asalariado/capital  estatal;  el  dominio  del  capital 
sobre  el  trabajo  no  había  sido  superado,  los  Mp  ajenos  a  la 
propiedad  del  trabajador  se  les  oponían  como  entes 
autónomos,  como  un  poder  hostil,    ni,  tampoco,  se  abría 
camino alguno hacia un “socialismo en construcción” sino a lo 
opuesto  un  “capitalismo    en  construcción”,  y  eso  era  y  fue 
siempre la URSS ¡un capitalismo de estado que se transformó 
en capitalismo privado” ¡¡Nada de socialismo!! Lo que aquella 
dirigencia  y  la  intelectualidad  “orgánica  oficial”  no  estaba  en 
condiciones de advertir era que la persistencia del capital, aún 
en su carácter de “estatal”, como propiedad sobre los Mp, deja 
intacta  las  leyes  de  la  producción  capitalista,  ya  que  ésta 
53 
 
precisamente se basa en la oposición entre trabajo objetivado y 
trabajo vivo como factores sociales de la producción.   
“…  dejan  que  siga  en  pié  el  trabajo  asalariado  y, 
consiguientemente  por  tanto,  la  producción  capitalista”  (K. 
Marx; Carta a Sorge; 20/06/1881) 

Si se quisiera ser un tanto “benevolente” podría hablarse de un 
socialismo vulgar, reaccionario, pero sería demasiada concesión 
a una realidad en la que el socialismo brillaba por su ausencia 
aunque sus gestores y administradores juraran una y mil veces 
que  lo  que  hacían  era  socialismo  ¿qué  razones  analíticas 
argüían?  ¡ninguna!  sencillamente  porque  repetían  lo  que 
“creían” como ha sido expuesto.   

Como se desprende de lo anterior, ahora se puede comprender 
que cada renglón de lo expuesto por Bujarín, era una completa 
falsa concepción. Este hombre notorio como muchos otros de 
enorme  talento  y  más  los  que  carecían  de  él,  lo  que  parecen 
mostrar sin sonrojarse es que no habían estudiado seriamente 
a  Marx,  o  bien  que  no  llegaban  a  comprender  su  análisis 
teórico‐crítico‐materialista  de  la  economía  burguesa.  Lo  que 
hace  Bujarín  es  escribir  puras  “afirmaciones”  disparatadas: 
¡Que  el  salario  en  Rusia  en  el  período  de  transición  era  una 
“magnitud  aparente”,  que  el  trabajo  asalariado  “desaparece”, 
que  no  expresa  el  valor  de  la  Ft,  que  es  una  simple  “forma 
monetaria”  y,  como  remate  un  vocablo  que  parece  aspirar  a 
que sea considerado como “dialéctico”:  ¡se encamina hacia su 
“autonegación”!.  Es  toda  una  concepción  absurda,  que  carece 
de seriedad analítica.  
54 
 
Más aún, nunca se admitió por parte de los dirigentes políticos 
e  ideológicos  de  la  burocracia  rusa  en  particular  y  del 
Movimiento  Comunista  en  general, que  el  capital  en  su  forma 
de  capital  estatal  presupone  una  distribución  social:  la  de  la 
expropiación  de  la  clase  obrera  rusa  “socialista”  de  las 
condiciones  objetivas  de  trabajo,  y  al  mismo  tiempo  la 
concentración  de  estas  condiciones  en  manos  de  una  minoría 
de dirigentes, funcionarios y planificadores, como ya lo hemos 
dicho, comportándose como “patrones”, fijando políticas, fines, 
premios,  etc.  para  obtener  tasas  anuales  “crecientes”  del 
producto  social  global  y  poder  competir  con  el  capitalismo 
occidental, el famoso “crecimiento” de las fuerzas productivas.   

Así es que condiciones objetivas y subjetivas de la producción 
estaban  escindidas  bajo  una  determinación  social  de 
producción  entre  productores  (trabajadores  asalariados)  que 
no  eran  propietarios  de  Mp  y  administradores  (no‐
trabajadores)  en  calidad  de  propietarios  objetivos.  Como 
capital,  el  capital  producía  y  se  reproducía  como  tal,  esto  es, 
como  capital  estatal  hacía  que  se  produjera  y  reprodujera 
plusvalor  bajo  el  eufemismo  de  “rendimiento”  o  “excedente 
social”,  no  producía  ni  riqueza  ni  propiedad  para  la  clase 
obrera  rusa,  lo  que  sí  siempre  se  exigía  era  la  finalidad  de 
aumentar  la  “productividad”  del  trabajo  actuando  como  un 
acicate para acrecentar el “rendimiento”, o sea, el plusvalor. No 
pueden  caber  dudas  respecto  de  que  estos  responsables 
políticos y sus voceros intelectuales no tenían la menor idea o 
no  entendían  lo  que  Marx  esclareciera  definitivamente:  “...  la 
escisión  entre  las  condiciones  de  trabajo,  por  una  parte,  y  los 
productores,  por  la  otra,  es  lo  que  constituye  el  concepto  del 
55 
 
capital…”.  (K.  Marx;  El  Capital;  Siglo  XXI  Editores;  1978;  III;  6; 
pág. 316. Énfasis F.H.A.)  

Aún  más;  para  la  clase  trabajadora  rusa,  la  pérdida  de  las 
condiciones  objetivas  del  trabajo  se  mostraba  como  la 
autonomización  de  ellas  bajo  la  figura  de  capital  estatal,  esto 
es, como la posibilidad de disponer de las mismas sólo cual si se 
trataran de capitalistas tout court.   

De aquí se comprueba y concluye que las posiciones de Bujarín 
y luego de la dirección del PCUS y sus ideólogos, no eran otra 
cosa  que  una  absoluta  incomprensión,  un  dislate,  desde  el 
punto  de  vista  teórico,  que  no  se  adecuaba  para  nada  a  lo 
expuesto por Marx en El Capital. Y sobre la base de lo analizado 
por  Lenín,  se  elaboró  un  “estereotipo”  grotesco,  dogmático, 
falso de toda falsedad, una burda escolástica que se instauró y 
difundió  (hasta  hoy)  como  el  socialismo  “científico”  de  Marx‐
Engels,  cuando  no  era,  ni  es,  otra  cosa  que  una  perversión‐
distorsión de su pensamiento y análisis. Para estos intelectuales 
“orgánicos”  del  sistema  de  gobierno  soviético  les  cuadra  muy 
bien lo que Marx decía de T. R. Malthus, plagiario consumado, 
“...  para  mí,  quien  no  hace  ciencia  por  la  ciencia  misma  (por 
muy errónea que pueda ser), sino por motivos exteriores a ella 
y tratando de acomodarla a intereses que le son ajenos  y que 
nada  tienen  que  ver  con  ella,  merece  el  calificativo  de  ``vil´´”.  
(K.  Marx;  “Teorías  sobre  la  Plusvalía”;  FCE;  14;  México;  1980; 
pág. 101. Énfasis Marx)     

¿En  qué  se  convirtió,  pues,  el  capitalismo  de  Estado  en  Rusia 
conocido y difundido como socialismo? Pues nada más y nada 
menos  que  en  una  sociedad  en  la  que  el  PCUS‐Estado,  como 
56 
 
propietario general de los medios de producción, estableció un 
gobierno administrador despótico del proceso de producción y 
de  la  distribución  por  medio  de  las  empresas  estatales, 
haciendo  que  funcionaran  como  unidades  obedeciendo  las 
directivas  del  Organismo  Central  de  Planificación,  era  el 
capitalista  “supremo”.  Se  consideraba  que  la  industrialización 
estatal era la piedra angular de la dictadura del proletariado y 
base  inexcusable  del  socialismo.  Pues  bien,  bajo  estas 
condiciones  establecidas  por  el  PCUS,  la  autodenominada 
vanguardia consciente y revolucionaria del proletariado ruso se 
comportaba  con  la  clase,  cual  si  fuera  exactamente  igual  que 
con  el  esclavo,  esto  es,  debía  tener  un  “amo”  que  la  hiciera 
trabajar  y  que  la  gobernara  puesto  que  carecía  de  cultura, 
experiencia, creatividad, hábitos laborales, etc.    

En  esta  organización  de  la  economía,  la  relación  entre 


trabajadores  asalariados  y  el  capital  estatal,  lo  que  está 
presupuesto,  insistimos,  es  la  separación  de  trabajo  y  la 
propiedad de los Mp; por tanto entre trabajo y los resultados 
del  mismo  (masa  de  mercancías);  entre  trabajo  y  riqueza 
social producida.  

De  este  modo  la  relación  antagónica  que  bajo  el  capitalismo 
privado  se  da  entre  trabajadores  y  capitalistas,  continúa  en  la 
forma  de  trabajadores  asalariados  y  la  cúspide  dirigente  del 
Partido Comunista (Secretario General + Comité Central) más la 
fracción  de  administradores‐planificadores  estatales,  con  lo 
cual  la  antítesis  entre  trabajo  y  capital  no  se  elimina,  sólo 
mostraba  un  cambio  formal;  el  trabajo  asalariado  como  tal 
seguía presuponiendo el capital con su contrafigura.   
57 
 
Para dar más fuerza a lo anterior sobre el carácter capitalista de 
la  estructura  económico‐social  de  la  URSS  y  el  dominio  del 
Estado  por  una  proto‐burguesía,  no  por  los  trabajadores 
asociados,  se  debe  hacer  referencia  al  dramático  
levantamiento  de  Novotcherkassk  en  1962.  “Este  levanta‐
miento  se  conoce  mejor;  un  primer  relato  de  los  acon‐
tecimientos  figura  en  el Archipiélago  Gulag de  Solzhenitsyn. 
Otros  relatos  han  aparecido  después.  El  más  interesante  se 
encuentra  en  un  folleto  publicado  en  Moscú  en  1992,  con  el 
título Novotcherkassk  1‐3  de  junio  de  1962.  La  huelga  y  el 
tiroteo, resultado de una larga entrevista de David Mandel con 
Piotr Sjuda, uno de los participantes en el movimiento, que fue 
condenado  a  12  años  de  campo  de  concentración.  Esta 
entrevista  habla  también  de  la  detención  en  el  campo  de 
concentración y la vida de Piotr Sjuda, obrero disidente, tras su 
liberación, su visión de la clase obrera soviética que no idealiza 
en  absoluto,  su  crítica  del  régimen (Sjuda  era  el  hijo  de  un 
bolchevique  ejecutado  por  Stalin  en  los  años  30).  En  1990, 
Sjuda,  que  participaba  activamente  en  los  acontecimientos 
ligados a la perestroika, murió en un accidente de coche. 

“Las razones que estuvieron en el origen del movimiento fueron 
el  descenso  de  los  salarios  y  un  aumento  de  los  precios  de  los 
alimentos  básicos;  estas  medidas  suscitaron  un  profundo 
descontento entre los obreros. La huelga estalló el 1 de junio en 
la fábrica eléctrica tras un tormentoso encuentro con el director 
de la empresa que se burló abiertamente de los obreros y de sus 
problemas.  Desde  el  primer  día  de  la  huelga,  las  autoridades 
hicieron intervenir sin éxito a soldados con vehículos blindados, 
pero  los  huelguistas  obstaculizaron  a  los  vehículos  y  los 
58 
 
soldados  se  retiraron.  Durante  un  mitin  que  tuvo  lugar  a  las 
puertas  de  la  fábrica,  algunos  oradores  sugirieron  enviar 
delegaciones  a  otras  fábricas  y  a  otras  ciudades,  pero  al  final 
del día la ciudad quedó aislada del resto del país. A la mañana 
del  día  siguiente,  todo  el  barrio  donde  se  encuentra  la  fábrica 
fue  invadido  por  soldados  y  tanques,  y  comenzaron  las 
detenciones  masivas.  Una  imponente  columna  de  varios  miles 
de  personas  se  dirigió  al  centro  de  la  ciudad,  a  los  gritos  de 
"dejad pasar a la clase obrera", y se reunió en la plaza principal 
donde  se  encuentra  la  sede  regional  del  partido,  que  fue 
tomada por asalto. 

“En  ese  momento  se  dio  orden  de  abrir  fuego  contra  los 
manifestantes,  provocando  una  matanza.  Una  delegación  del 
Politburó,  con  Mikoyan  a  la  cabeza,  llegó  a  Novotcherskassk 
pero  se  contentó  con  sobrevolar  a  la  muchedumbre  en  un 
helicóptero y con una intervención amenazadora en la radio. El 
movimiento  terminó  el  3  de  junio  por  la  mañana.  Fue  el 
comienzo  de  una  represión  muy  dura:  más  de  un  centenar  de 
personas  fueron  condenadas  a  altas  penas  de  campo  de 
concentración,  siete  manifestantes  fueron  condenados  a 
muerte  por  “bandidismo”.  (Cfr.  Denis  Paillard.  Viento  Sur; 
24/10/2017).  ¿Socialismo  proletario  “realmente  existente”? 
¿Qué  tenía  que  ver  esto  con  lo  teorizado  por  Marx  y  que  con 
contundencia  se  puede  leer  en  la  Guerra  Civil  en  Francia:  “La 
dominación política de los trabajadores es incompatible con la 
perpetuación  de  su  esclavitud  social”,  cosa  ésta  que  fue 
precisamente lo que “construyó” el PCUS‐Estado como URSS.  
59 
 
Y  como  remate  de  todo  lo  que  exponemos  está  otro  hecho 
irrefutable: el carácter fetichista de la mercancía, del dinero  y 
del  capital,  continuaba  en  la  URSS  como  Estado  más 
planificación  y    dictadura  del  proletariado,  o  sea  como  forma 
mercantil  que  reflejaba  ante  los  responsables  políticos  su 
estructura,  no  como  lo  que  era,  capitalismo  estatal,  sino 
tozudamente  como…  ¡socialismo!  a  lo  que  se  añadía  para 
zanjar  toda  discusión,  el  pomposo  título  de  “realmente 
existente”,  cuando  lo  existente  era  otra  cosa,  otra  relación  de 
producción  a  la  que,  para  colmo,  se  decía  combatir:  ¡el 
capitalismo!  De  manera  que  esta  fracción  dirigente  y  sus 
intelectuales  e  ideólogos  padecían de  una  “real  inconsciencia” 
que es otro modo de decir “falsa conciencia”.   

Entonces, lo que esta experiencia mostró (y muestra aún en los 
países  que  se  autoproclaman  socialistas)  consiste  en  que  toda 
acción  política  que  elimina  a  la  clase  capitalista  pero  no 
proclama la abolición del trabajo y su sustitución por el trabajo 
“asociado”, al menos en una parte importante de la sociedad y 
de  la  economía,  lo  que  termina  por  hacer  es  que  subsista  el 
dominio  del  capital  bajo  su  modalidad  estatal  que  no  es 
sinónimo de socialismo. He aquí la potencia de lo expuesto por 
Marx, quien no se cansó de teorizar y fundamentar que no hay 
capital  sin  trabajo  asalariado,  y  donde  haya  trabajo 
asalariado habrá capital.  

El  marxismo  internacional,  sus  escritores,  intelectuales, 


dirigentes,  etc.  no  se  dan  por  enterado  de  esto  que  está  en 
Marx  y  claramente  analizado.  Lo  anterior  no  hace  sino 
confirmar  lo  que  se  puede  leer  en  otro  texto  de  mi  autoría: 
60 
 
“Dicho de otro modo: en la URSS el “modo” de explotación del trabajo 
por el capital mediado por el salario no sólo permaneció sino que se 
expandió, de manera tal que su economía funcionaba según el modo 
de producción y explotación del capital sin capitalistas privados,…”, 
así  como  también:  “Los  partidos,  movimientos,  procesos 
revolucionarios  de  liberación  marxistas  deben  tomar 
consciencia,  profunda  y  definitivamente,  de  la  enseñanza  que 
ha dejado la ex‐URSS, con más los ejemplos de lo que ocurre en 
China,  Vietnam,  Cuba:  la  transformación  en  propiedad  del 
Estado de los Mp una vez suprimida la propiedad burguesa y 
la  burguesía  misma,  dejando  que  subsista  el  trabajo 
asalariado, no significa que se suprime el dominio del capital 
sobre  las  fuerzas  productivas  y  en  particular  sobre  la  clase 
trabajadora; lo que se construye en tal caso es el dominio de 
un “tipo” de capital distinto del privado, pero capital al fin, el 
capital  estatal.  Nueva  forma  o  modalidad  de  acumulación  y 
desarrollo del capital en la sociedad que, llegado a cierto punto 
del proceso, exige, reclama e impone la libertad de intercambio 
y la rivalidad competitiva, esto es, la transformación del capital 
estatal  en  pluralidad  de  capitales  privados  y  la  “resurrección” 
de  la  clase  burguesa”.  (FHA.  “Lenín  y  la  construcción  de  la 
URSS”;  Nota  publicada  en  Revista  digital  Herramienta  Nº  40; 
2022), incluida en esta edición a partir de pág. 73)     

Una  de  las  supuestas  verdades  inconmovibles  del  PCUS 


difundida  y  defendida  por  la  Internacional  Comunista  e 
impuesta  a  la  totalidad  de  los  P.C.  del  mundo  consistió  y 
consiste aún, es que los países en los que se obtuvo una victoria 
contra  el  capital  y  los  capitalistas,  tenían  (¡Y  aún  tienen!)  por 
delante  indefectiblemente  que  desarrollar  las  fuerzas 
61 
 
productivas para superar el atraso y la pobreza de los pueblos 
alcanzando  niveles  de  industrialización  y  distribución  de  la 
riqueza  como  los  ya  logrados  por  el  capitalismo.  El 
procedimiento  político  adoptado  para  obtener  éxito  en  este 
camino no ha sido otro que el  identificar “crecimiento” de las 
Fp  con  fomento,  estímulo,  aliento  a  las  formas  capitalistas  de 
producción, en el caso de la URSS desde, por y para el Estado, 
en  China  y  el  resto  de  los  países  “socialistas”  por  medio  del 
capital privado además del Estado.  

¿Cuál es la premisa implícita de esta decisión disparatada? Pues 
que  se  debe  incentivar  el  interés  personal  de  quienes  pueden 
generar el aumento de la producción y, por tanto, incrementar 
el  valor  social  global  a  ser  distribuido.  Ya  esto  había  sido 
fundamentado  por  parte  de  Lenín  en  la  etapa  de  la  NEP 
específicamente  para  la  producción  campesina;  fue  luego 
extendido a todo país, Internacional Comunista mediante, que 
alcanzara el poder en lucha contra el capitalismo y la burguesía 
porque  finalmente  de  este  modo  se  incrementa  la  producción 
industrial y junto con ella se desarrolla y crece el proletariado. 
Leamos al propio Lenín justificando la nueva política económica 
por  medio  del  elogio  a  la  restauración  del  capitalismo  y  las 
“ventajas” que esto supondría para el proletariado:    

“Por  otra  parte,  si  el  capitalismo  saca  ventajas,  también  se 
incrementará  la  producción  industrial,  y  junto  con  ella  se 
desarrollará  el  proletariado.  Los  capitalistas  obtendrán 
ganancias  gracias  a  nuestra  política,  pero  irán  formando  un 
proletariado  industrial,  que  hoy,  en  nuestro  país,  como 
consecuencia de la guerra y de la extrema devastación y el caos 
62 
 
reinantes, se halla desclasado, es decir, fuera de sus carriles de 
clase, y ha dejado de existir como tal. Se denomina proletariado  
a la clase que se dedica a la producción de valores materiales en 
los establecimientos de la gran industria capitalista. Pero dado 
que  ésta  ha  sido  destruida  y  los  talleres  y  fábricas  están 
paralizados,  el  proletariado  ha  desaparecido.  Algunas  veces 
apareció  formalmente,  pero  sin  vinculación  con  las  raíces 
económicas.  

Si  se  restablece  el  capitalismo,  ello  significa  que  también  se 
recuperará la clase proletaria, que se dedicará a la producción 
de  valores  materiales  útiles  para  la  sociedad  en  las  grandes 
fábricas maquinizadas y no a la especulación o a la fabricación 
de  encendedores  para  la  venta  particular,  o  a  cualquier  otro 
``trabajo´´  no  demasiado  útil,  pero  inevitable  dada  la  ruinosa 
situación de nuestra industria”. (La NEP. Ídem; XXXIII; págs. 54‐
55.  Énfasis  F.H.A.).  Así  que  para  construir  el  socialismo  se 
requería  el  estímulo  e  incentivación  del  capitalismo  y  que, 
finalmente,  la  ventaja  de  esta  situación  consistía  en  que  al 
desarrollarse  el  capital  se  desarrollaría  el  proletariado;  era 
insólito,  ya  no  se  trataba  de  eliminar  a  la  clase  burguesa  y  de 
superar el trabajo asalariado, sino de lo opuesto ¿Cómo aceptar 
estas  imposturas  teóricas  y  prácticas  sin  refutarlas  durante 
tantas décadas?  

Una de las  virtudes del capitalismo como sistema ha sido  y es 


sin dudas el de potenciar el carácter social de la producción por 
medio de su concentración productiva, desarrollando al mismo 
tiempo  la  apropiación  particular  capitalista  de  sus  resultados, 
de  manera  que  esto  era  y  es  un  sometimiento  de  la  clase 
63 
 
trabajadora  al  despotismo  del  capital.  Lo  racional,  lo  decisivo 
para el caso del cambio de sistema es hacer que el proceso de 
producción descanse en los trabajadores asociados eliminando 
la propiedad capitalista privada y simultáneamente el carácter 
asalariado del trabajo despertando el interés de los individuos 
que trabajan colectivamente como dueños de sus Mp y de los 
fines  de  cada  uno  produciendo  como  elementos  de  la 
producción  social  y  de  la  apropiación  también  social 
controlados por ellos mismos y no por una fracción ociosa por 
encima y a disgusto de ellos. Porque si de “incentivar” el interés 
personal  se  trata  ¿por  qué  hacerlo  generando  “capitalistas”  y 
no  trabajadores  que  en  asociación  hagan,  aunque  fuere  de 
manera  paulatina  y  planeada,    la  producción  y  la  distribución 
inmediatamente  sociales  sin  una  clase  que  “intercepte”  desde 
su ociosidad la mayor parte de la riqueza creada? 

Esto  desataría  una  explosión  de  productividad,  creatividad, 


innovaciones,  cambios  científicos  y  tecnológicos, 
absolutamente  imposible  de  lograr  bajo  el  capital  porque  lo 
que  a  éste  le  interesa  es  la  ganancia  y  no  la  elevación  del 
estándar de vida y la eliminación de las clases. Pues bien,   esto 
está completamente fuera del “horizonte!” mental y político de 
las “vanguardias “ y “partidos” que dicen aspirar al cambio del 
sistema. Escogen el camino “capitalista” y se refieren a él como 
“socialista” (¿?) peor que un disparate es un ¡crimen!      

Tal  como  se  puede  apreciar,  la  estolidez  y  degradación  del 


análisis  de  Marx  alcanzó  niveles  ideológicos  increíbles  en  los 
Manuales  y  Diccionarios  de  Economía  Política;  a  casi  toda 
exposición,  fuera  o  no  importante,  siempre  se  le  agregaba  la 
64 
 
calificación de “socialista”. Lo ocurrido en cuestiones filosóficas 
no  era  menos  dramático.  Todo  estaba  en  Marx,  Engels,  Lenín, 
mediante fatigosas citas y referencias de sus obras; se creó un 
ámbito  de  supuesto  debate  y  creatividad  en  torno  de  “la” 
dialéctica, en el cual los participantes se despachaban sobre la 
unidad de la dialéctica, de la lógica y la teoría del conocimiento 
en centenares de páginas al final de las cuales nada quedaba en 
el  lector  que  valiera  la  pena  de  ser  tenido  en  cuenta.  El 
marxismo  crítico  y  la  dialéctica  materialista  convertidos  en  un 
grosero  empirismo  idealista,  un  idealismo  pseudomarxista 
vulgar, dogmático e indigerible.  

En un rápido recuento de lo referido a la política y la economía 
encontramos que:    

1)  Las  fuerzas  productivas  en  la  URSS  eran  sinónimo  de 
concentración,  especialización,  técnica,  cooperación  y 
superioridad… “socialistas”;  

2)  Propiedad  estatal  y  cooperativa  igual  a  propiedad 


“socialista”; 

3)  Leyes  económicas    equivalentes  a  leyes  racionales  y  de 


equilibrio “socialistas”;  

4)  Planificación  “socialista”  era  superioridad  sobre  el  mercado 


capitalista por su orden y proporcionalidad de los planes;  

5) Trabajo “socialista” significaba la vigencia de “ley socialista”, 
a su vez, incremento incesante de la productividad del trabajo, 
esto es, de las fuerzas productivas “socialistas” 
65 
 
6)  El  cálculo  económico  “socialista”  actuaba  como  ley  para 
empresas y la economía global;  

7) Industria “socialista” constituía la base técnica y material del 
socialismo superior al capitalismo;  

8)  La  agricultura  “socialista”  se  consideraba  igual  a 


transformación cooperativa de producción  (Kolhoz/Sovjoz);  

9)  Las  Finanzas  “socialistas”  eran  superiores  por  su  finalidad 


social  a las finanzas capitalistas;  

10) Reproducción económica, se daba por sentado que era no 
otra cosa que la Reproducción ampliada “socialista”.    

El debate sobre la ley de la acumulación “socialista” como otra 
ilustración:  

 ¿Por  qué,  para  finalizar,  decimos  que  los  debates  sobre 


inversiones,  rendimientos,  precios,  valores,  interés  de  Mp, 
productividades  del  trabajo,  etc.  eran  temas  correspondientes 
a la forma capital del proceso de producción y no a “socialismo” 
alguno en la URSS? Por lo siguiente: 

“La estructura socio‐económica de la Rusia soviética (tampoco 
tenía  nada  de  soviética)  consistía  en  una  relación  entre 
trabajadores  no‐propietarios  y  propietario  único  “(PCUS‐
Estado)  no‐trabajador;  y  en  medio  de  ellos,  por  así  decir,  un 
mar  de  empresas  de  diferentes  ramas  con  sus  dirigentes 
administradores  al  frente  como  responsable  de  que 
funcionaran  teniendo  en  cuenta  la  relación  costo‐rendimiento 
en el cumplimiento del plan cuyas directrices bajaban desde el 
66 
 
Gosplan. Éstos funcionarios actuaban, de hecho, como pseudo 
capitalistas  en  funciones  (proto  burguesía)  limitados  y 
coaccionados con limitada libertad de gestión para decidir pero 
debiendo hacer que se cumplieran las metas establecidas para 
los  trabajadores  de  las  empresas  y  además  con  restricciones 
monetarias para incidir en los costos de la producción asignada. 
La  relación  entonces  era:  trabajadores  sin  propiedad  – 
administradores  poseedores  –  propietario  no‐trabajador.  Esto 
no era “socialismo” sino una estructura en que predominaba el 
capital estatal, por tanto el proceso era el de la producción de 
mercancías  “estatales”,  excedente  como  plusvalor;  salarios  y 
rendimientos  como  ganancia.  Los  problemas  de  la  inversión 
eran el del rendimiento de los  Mp  considerados como capital; 
los  de  la  relación  valores  y  precios  era  la  de  empresas  que  no 
competían  como  rivales  pero  se  les  exigía  que  obtuvieran  un 
rendimiento  cual  si  estuvieran  en  aquellas  condiciones;  y 
también el problema de la necesidad del cálculo de una tasa de 
interés para los medios de producción cual si se tratara de una 
cantidad de dinero en préstamo cuyo valor estimado varía con 
el  tiempo  que  incide  en  el  rendimiento;  etc.  todas  cuestiones 
“capitalistas”  para  nada  “socialistas”  aunque,  como  sabemos 
eran así tomadas y definidas “oficialmente”. (Azcurra, F.H. “La 
abolición  del  trabajo  asalariado  y  el  socialismo  inexistente”; 
Ediciones Cooperativas; Bs. As. 2021; págs. 110‐111) 

Un ejemplo sencillo entre tantos sobre esta cuestión puede ser 
útil; en una Resolución del XXV Congreso del Partido Comunista 
de  la  Unión  Soviética  se  enfatizaba  que  “la  fundamental 
importancia  de  una  dirección  más  eficiente  de  la  inversión  de 
capital,  que  permita  el  menor  gasto  posible  de  los  medios  de 
67 
 
producción producidos”. El texto habla por sí solo: inversión de 
“capital”  y  “menor  gasto”  en  la  producción  de  Mp;  si  no 
estuviera el contexto de la frase el lector diría que se trata de 
una  objetivo  puramente  capitalista  y  no  de  “planificación 
socialista”.  

Entre lo que el PCUS y sus intelectuales “orgánicos” decían ser y 
hacer  y  lo  que  realmente  eran  y  hacían  existía  un  abismo. 
Decían “creer” en su propio discurso fetichista, esto es, por lo 
que  éste  decía  acerca  de  sí  mismo  “falseando”  lo  real, 
pretendiendo  como  “realmente  existente”  lo  falso.  Marx 
hubiera dicho que se trataba de una solemne, larga y farragosa 
construcción  ideológica  mediante  una  pomposa  serie  de 
sonoros nombres y palabras, abstracciones mentirosas, frente a 
una  realidad  “incómoda”  que  debía  ser  ocultada  ante  la 
comprensión racional y rigurosa.   

Pero  es  preciso  hacer  una  última  aclaración  que  no  carece  de 
importancia teórica y política de la ideología socialista soviética. 
Lo  notable  y  estremecedor  de  esta  situación  entre  realidad  y 
discurso,  entre  PCUS  gobernante  y  población  trabajadora,  era 
que  para  esta  última,  la  “doctrina”  sobre  un  “socialismo 
realmente existente” consistía que en su vida diaria: a) sentía la 
explotación  de  los  administradores  (Supervisores,  Jefes, 
Directores); b) que sabía claramente que no era “dueña” de los 
medios de producción ; c) que tampoco estaba en el poder del 
Estado  como  clase  dominante;  d)  que  padecía  escaseces  y 
restricciones en su consumo diario; e) que sufría prohibiciones 
civiles y laborales; f) que veía los escandalosos privilegios de la 
élite  gobernante;  g)  que  experimentaba  la  prepotencia  del 
68 
 
PCUS‐Estado,  todo  este  conglomerado  de  hechos  del  que 
abominaba  ¿esto  era  el  “socialismo”?  pues  nada  quería  saber 
de esta “nueva sociedad”.  

 Y  lo  más  repugnante  y  esquizofrénico:  los  sujetos  del  elenco 


gobernante,  los  altos  administradores  del  país  en  realidad, 
“fingían”  creer  en  lo  que  se  difundía  desde  los  escribas 
“oficiales”  sobre  el  supuesto  socialismo  y  sus  bondades; 
decimos “fingían” porque en los hechos ellos mismos descreían 
y repugnaban no sólo de la fraseología vacua y novelesca sino 
de  lo  que  realmente  veían  y  abjuraban,  pero  calladamente 
¡Toda  una  vulgar  comedia!  quizás  Stalin  y  algunos  de  sus  más 
cercanos colaboradores es  probable que creyeran que estaban 
construyendo  el  socialismo  con  “características  rusas”,  pero  a 
partir  de  1960  en  adelante  la  nomenklatura  gobernante  y  sus 
pedantes  portavoces  doctrinarios,  se  comportaban  en  verdad 
con  una  hipocresía  y  un  cinismo  desconcertantes  para 
cualquiera:  ¡odiaban  a  los  trabajadores!  lo  cual  era  peor  aún 
que ser “anticomunista”. Allí están para atestiguar esto los ex‐
Directores  de  empresas  del  Estado  devenidos  hoy  en 
millonarios  capitalistas  “privados”,  y  la  confesión  del  propio 
Mijaíl  Gorvachov  quien  no  tuvo  empacho  en  reconocer  en  la 
Universidad Americana de Turquía hace ya varios años que  “El 
objetivo  de  mi  vida  fue  la  aniquilación  del  comunismo…  mi 
esposa me apoyó plenamente y lo entendió incluso antes que yo 
[…]  para  lograrlo  logré  encontrar  compañeros  de  lucha,  entre 
ellos  A.N.  Yakovlev  y  Shevardnadzé….Para  lograrlo  aproveché 
mi posición en el Partido y en el país, tuve que sustituir a toda la 
dirección  del  PCUS  y  de  la  URSS,  así  como  a  la  dirección  de 
69 
 
todos  los  países  socialistas  de  Europa”.  ¡Magnífico  ejemplo  de 
líder “socialista” y de “socialismo realmente existente”!! 

Finalmente y en resumen:   

El  proceso  de  producción/reproducción  del  capitalismo  de 


Estado Soviético 

1º)  El  proceso  de  producción/reproducción  era  unidad  del 


proceso  de  producción  y  circulación  como  ciclo  global  del 
capital estatal.  

2º) Ese proceso global consistía  en producción y reproducción 
de mercancías capitalistas estatales, en términos de valor: valor 
de los Mp + valor de Ft + Plusvalor (Pv).  

3º) Era un proceso de producción y reproducción constante de 
plusvalor,  que  era  denominado  como  “excedente”  y  no  como 
tal; el proceso de trabajo contenía entonces plustrabajo que se 
materializaba como plusproducto. De manera que se trataba de 
un incesante proceso de trabajo y simultáneamente proceso de 
valorización. 

4º)  Todo  el  proceso  producía/reproducía  no  sólo  mercancías 


estatales  sino  que  reproducía  la  relación  social  mediante  las 
cuales se llevaba a cabo tal producción/reproducción, o sea que 
reproducía  las  condiciones  mediante  las  cuales  objetivamente 
absorbía  trabajo  no  pagado  (o  sea  el  Pv  que  llamaban 
excedente).  
70 
 
5º) Las condiciones objetivas de la producción global producían 
y  reproducían  a  la  élite  del  PCUS‐Estado  como  propietario  de 
facto  y  a  la  clase  trabajadora  rusa  como  no‐propietaria, 
reproducía  por  tanto  al  capital  estatal  (Maquinarias,  materias 
primas,  instrumentos  de  trabajo  y medios  de  subsistencia)  y  a 
todo el sistema como regido por el capital aunque éste no fuera 
privado. Era un sistema antagónico que no se reconocía como 
tal.  

6º)  En  esta  situación  de  producción  el  funcionamiento  global 


del  capital  estatal  reproducía  a  la  clase  trabajadora  como 
asalariada, por tanto en calidad de vendedor permanente de su 
Ft,  porque  la  existencia  de  una  clase  libre  que  no  posea  nada 
más  que  su  capacidad  de  trabajo  es  la  premisa  fundamental 
para la existencia del capital, en este caso capital estatal.   

7º)  El  sistema  de  producción  producía  y  reproducía 


renovadamente  la  separación  entre  las  condiciones  objetivas 
del  trabajo  (Mp)  y  las  condiciones  subjetivas  (Ft),  nunca  podía 
llevar  a  su  eliminación  haciendo  de  los  trabajadores  dueños 
“asociados” de los Mp y haciendo que desapareciera el carácter 
asalariado de su actividad.  

8º)  La  constante  reproducción  de  aquellas  relaciones 


determinaban  inevitablemente  el  tipo  de  distribución  que 
caracterizan  al  capital:  el  valor  del  producto  se  escindía  como 
capital estatal  por  un  lado,  y  por  el  otro  en  réditos  (ingresos): 
salarios y ganancias de las empresas estatales.  

9º)  El  intercambio  que  se  daba  entre  el  trabajo  y  el  capital 
estatal  implicaba  dos  momentos:  a)  compra  de  la  fuerza  de 
71 
 
trabajo (Ft) y en consecuencia el uso de la misma para producir 
las  mercancías;  b)  expresaba  la  transformación  directa  del 
trabajo  vivo  como  capital,  o  bien,  su  materialización  como 
realización del capital estatal actuando como “patrón” de todo 
el  proceso.  No  era  otra  cosa  que  la  metamorfosis  del  dinero 
invertido  por  el  Estado  en  capital  de  los  propietarios  de  ese 
Estado.  

10º) Todo el sistema social productivo hacía pues que tanto las 
mercancías  como  los  Mp,  o  sea  las  condiciones  objetivas  del 
trabajo, los medios de trabajo y los medios de subsistencia, se 
enfrentaran  a  la  clase  trabajadora  rusa  como  potencias 
autónomas  porque  no  eran  de  su  propiedad,  se  les  aparecían 
como  hechos,  fenómenos,  ajenos  e  imponiéndose  por  encima 
de  ella,  en  definitiva  como  capital  estatal;  el  capital  estatal 
empleaba  trabajo  no  que  el  trabajo  utilizara  aquellos  medios 
para  producir  productos    subsumidos  a  sus  fines  y  planes 
sociales. El fetichismo no sólo no había sido superado sino que 
campeaba exactamente igual que bajo el capitalismo privado.  

A esto la élite del PCUS‐Estado, la nomenklatura dirigente de 
las  empresas  estatales  y  los  economistas  e  investigadores 
“académicos”  de  las  Universidades  y  sus  publicaciones 
llamaban “socialismo realmente existente”.  

Hay que decir las cosas por su nombre real y exacto:  

No ha habido (ni hay) ningún “socialismo burocrático”; ningún 
“socialismo degenerado”; tampoco “deformado” ni “desviado”; 
menos, mucho menos aún, “socialismo realmente existente” ni 
“socialismo  con  características  chinas”,  o  “socialismo  con 
72 
 
características  viet‐namitas”;  “cubanas”  o  “coreanas”… 
Absolutamente nada de eso ¡No hubo, ni hay socialismo en el 
mundo!  Lo  que  ha  existido  y  sí  existe  es  ¡capitalismo  de 
Estado!  que  inexorablemente  se  transforma  en…  “capitalismo 
privado”, pero siempre explotando a los trabajadores en ambos 
tipos, jamás socialismo alguno.  

Es hora de terminar definitivamente con estas imposturas. Los 
partidos  políticos,  los  movimientos  sociales,  los  intelectuales 
que defienden y representan a los trabajadores en nombre del 
marxismo,  tienen  la  obligación  de  repudiar  tales  imposturas 
desvergonzadas,  siniestras,  falsas,  ditirámbicas,  despóticas,  y 
construir  un  nuevo  proceso  de  rechazo  y  superación  del 
capitalismo  completamente  de  raíz:  ¡¡sin  capitalistas  privados 
ni trabajadores asalariados, ni Estado en manos de una minoría 
autoritaria,  escindida  y  autonomizada  de  la  sociedad  en 
“nombre  y  representación  de…”!!  Esta  es  la  finalidad  de  toda 
labor  y  participación  en  la  lucha  teórica  desde  el  análisis 
riguroso hecho por Marx‐Engels y que aún no ha plasmado en 
la lucha de clases anti‐capitalista.   

 
73 
 
Lenín y la construcción de la URSS 
 “Probablemente todavía no ha existido persona que al 
formularse el interrogante sobre la economía de Rusia, niegue 
el carácter transitorio de esta economía. Tampoco comunista 
alguno ha negado que la expresión República Socialista 
Soviética significa la decisión del poder soviético de realizar el 
tránsito al socialismo, y de ningún modo que las nuevas formas 
económicas puedan considerarse socialistas”                     

(XXVII; pág. 329; Mayo 1918) 

Introducción 

Este tema puede ser abordado desde dos puntos de vista: uno 
teórico,  histórico  el  otro.  No  están  separados  completamente, 
ambos  se  condicionan  pues  no  puede  haber  teoría  sin 
contenidos  históricos,  y  no  puede  haber  análisis  histórico  sin 
premisas teóricas, conscientes o inconscientemente tomadas. 

El  planteo  histórico  parte  de  tener  en  cuenta  como  lo 
fundamental  de  la  construcción  socialista,  las  condiciones 
socio‐económico‐laborales dramáticas de Rusia en la 1ra. G.M.: 
inflación,  pobreza,  desempleo,  hambre,  destrucción  de 
instalaciones,  invasión  militar  de  Rusia  por  Alemania, 
operaciones  de  reconquista  del  poder  por  fuerzas  militares 
reaccionarias,  zaristas,  caos  financiero,  etc.  etc.  que 
determinaron  la  adopción  de  medidas  drásticas,  perentorias, 
despóticas  de  dirección  y  administración  del  Estado  y  de  la 
economía.  Todo  esto,  se  suele  decir,  planteó  cambios  en  los 
objetivos  esenciales,  exigió  medidas  prácticas  inmediatas, 
74 
 
retrasó  la  construcción  socialista,  obligó  a  directivas 
autoritarias  desde  el  Partido  gobernante  para  “subsistir”  y 
“derrotar”  a  los  enemigos  de  la  revolución  proletaria  de  1917 
etc.  lo  cual  debe  ser  tenido  en  cuenta  para  una  evaluación 
justa, concreta, de lo que se estaba construyendo.  

El examen teórico acepta sí, todo lo anterior y mucho más, fue 
contundente y probablemente imposible de no ser considerado 
a  la  hora  del  balance,  pero  no  menos  cierto  es  que  tales 
decisiones  y  políticas  se  basaban  también  en  una  lectura 
teórica de construcción socialista que quedó confinada en que 
la  expropiación  de  los  capitalistas  y  la  concentración  de  los 
Mp  por  parte  del  Estado  junto  con  la  planificación    era 
sinónimo  de  socialismo  sin  más  discusión,  aun  con  todas  las 
modificaciones  apuntadas  arriba.  El  Partido  Comunista 
consideró  que  para  salir  de  aquella  situación  era 
imperativamente  necesario  mantener  la  separación  de 
trabajadores  y  medios  de  producción  con  más  la  apropiación 
de los medios de producción por el Estado y la administración 
pública de los mismos, con drásticos llamamientos al orden y a 
la  productividad  del  trabajo  por  parte  de  los  directivos  y  jefes 
designados  por  el  Partido.  Esto  no  era  socialismo  pero  sí,  se 
sostenía  con  vehemencia  y  seguridad,  era  un  paso  dado  hacia 
adelante  hacia  aquella  meta.  Lo  que  aquí  examinamos  y 
tratamos  de  demostrar incontrovertiblemente es  que  aquellos 
procedimientos  no  construían  socialismo  alguno  ni,  tampoco, 
eran  “etapas”  o  “pasos”  hacia  tal  objetivo.  Los  sucesos 
históricos de la existencia de la URSS y su desplazamiento hacia 
el  capitalismo  privado  desde  una  estructura  de  capitalismo  de 
75 
 
Estado a fines del siglo pasado, mostraron la inconsistencia de 
aquellos discursos y explicaciones totalmente erróneos.  

Una  derivación  de  este  enfoque  es  el  muy  extendido 


argumento  que  la  revolución  rusa  al  haberse  dado  en  un  país 
notablemente atrasado, en el cual las relaciones capitalistas de 
su  economía  no  eran  lo  dominante  y  a  que  la  dirección  del 
PCUS  aceptara  construir  el  socialismo  “en  un  solo  país”,  se 
alejara  de  la  política  de  internacionalización  de  los  procesos 
emancipadores  de  los  pueblos,  lo  cual    determinó  la 
burocratización  del  Estado  y  la  dictadura  personal  de  Stalin. 
Respecto  de  estas  posiciones  es  preciso  reflexionar  sobre  el 
análisis  de  Lenín  en  su  respuesta  a  Sujánov  (Nuestra 
Revolución) y el enfoque de este tipo de argumentos a los que 
demuele  de  modo  categórico:  1º)  Rusia  no  mostraba  las 
condiciones económicas objetivas  para construir el socialismo; 
carecía de un nivel de desarrollo de las fuerzas productivas para 
cumplir con tal objetivo; 2º) carecía también del nivel cultural y 
técnico  para  sostener  y  desarrollar  la  nueva  sociedad;  3º)  se 
trataba  de  un  país  de  carácter  campesino;  etc.  Lenín  les 
respondía “Por qué entonces, si para implantar el socialismo es 
necesario determinado nivel cultural (aunque nadie pueda decir 
cuál  es  ese  determinado  “nivel  cultural”),  no  podemos 
comenzar  por  la  conquista,  por  vía  revolucionaria,  de  las 
premisas  necesarias  para  obtener  ese  determinado  nivel,  y 
después,  en  base  al  poder  obrero  y  campesino  y  el  régimen 
soviético, emprender la tarea de alcanzar a los demás países… 
por  qué  no  podíamos  crear  primero  en  nuestro  país,  premisas 
de civilización tales como la expulsión de los terratenientes y de 
los  capitalistas  rusos,  y  después  iniciar  el  movimiento  hacia  el 
76 
 
socialismo?  ¿Dónde  han  leído  que  es  inadmisible  o  imposible 
semejante  modificación  del  orden  histórico  habitual?”  (O.C. 
Editorial  Cartago;  1960;  XXXIII;  págs.  438‐441.Énfasis  Lenín). 
“Estamos ``solos´´, nos dijimos; ``solos´´”, pero Lenín y el PCUS 
siguieron  adelante  venciendo  dificultades  de  todo  tipo,  el 
“aislamiento internacional” no funcionaba como pretexto para 
desandar  el  camino  que  se  habían  impuesto  y  su  proyección 
histórica mundial. (Discurso del 20/11/1922; págs. 404 y 409).       

Consideramos,  pues,  que  el  análisis  teórico  de  los  datos 


históricos  es  el  camino  más  seguro  para  alcanzar  una 
comprensión cabal de la experiencia histórico‐económica que la 
revolución de octubre de 1917 en Rusia planteó como reto a la 
sociedad  burguesa.  Lenín  fue  la  figura  revolucionaria 
descollante,  decisiva  en  la  teoría  y  en  la  práctica,  por  eso 
partimos de él, de su pensamiento y de su obra constructiva.  

El  texto  trata  de  mostrar  y  demostrar  que  la  estructura 


económico‐social  que  con  todos  los  avatares  y  peripecias 
dramáticos  que  hubo  de  sufrir,  ya  bajo  el  pensamiento, 
políticas  y  directivas  de  Lenín,  no  era  de  carácter  socialista; 
Stalin  heredó  tal  estructura  y  siguió  con  ella  sin  ninguna 
modificación sustancial que diera lugar a pensar que a partir de 
su  conducción  se  adoptaron  procedimientos  y  decisiones  que 
echaran  por  tierra  el  supuesto  “socialismo”  construido  por  su 
antecesor,  esto  no  fue  así.  Veamos  en  qué  consistía  la 
estructura que se creara y que finalmente se consolidara luego 
de la 2da. G.M.   

Organización  del  trabajo.  Producción  por  trabajadores 


asalariados  no‐propietarios  de  medios  de  producción; 
77 
 
propiedad  y  administración  de  los  medios  de  producción  por 
parte del PCUS‐Estado en funciones de capital estatal. De este 
modo  la  economía  socialista  descansaba  en  la  propiedad 
estatal,  a  la  que  se  consideraba  “de  todo  el  pueblo”,  es  decir 
que pertenecía a todo el pueblo en la “persona del Estado”. De 
hecho los trabajadores carecían de libertad de asociación y del 
ejercicio del derecho de huelga.  

Estado y Partido. PCUS‐Estado fusionados en un solo poder de 
dominación  en  calidad  de  propietario  autonomizado  de  la 
sociedad con la capacidad de imponer sus fines y políticas a la 
sociedad.  Características  llamativas  de  esta  relación:  a)  el 
Partido como supremo conductor, de hecho, capitalista estatal 
supremo  ya  que  no  existían  propietarios  capitalistas  privados. 
b) Conexión del Partido‐Estado concebido como un sistema de 
“engranajes” entre la vanguardia (PCUS), el proletariado (masa 
trabajadora  asalariada);  c)  El  PCUS  y  el  Estado  integrado 
masivamente  por  “afiliados”  que  provenían  de  las  antiguas 
relaciones  feudal‐zarista  y  de  las  empresas  de  la  naciente 
burguesía;  d)  Las  empresas  estatales  administradas  por 
Directores y Superioridad organizados “jerárquicamente” en las 
cuales  los  trabajadores  manuales  no  tenían  participación 
alguna, sólo debían trabajar y ser altamente “productivos”.    

Fuerzas  Armadas.  Se  construyó  una  Fuerza  de  “profesionales” 


con responsabilidades y privilegios especiales que se sometía a 
las  órdenes  del  Partido‐Estado  cual  una  élite  militar  a  la  élite 
civil. Al pueblo trabajador no le era permitido “armarse”.  

Legalidad  de  la  sociedad.  Los  trabajadores  nunca  fueron 


propietarios  “asociados”  de  los  medios  de  producción  (Mp)  y 
78 
 
jamás  accedieron  al  poder  del  Estado  aunque  la  constitución 
afirmara  que  la  estructura  era  “socialista”  y  los  medios  de 
producción y el Estado estaban en poder de los trabajadores.  

Las  relaciones  de  propiedad  de  esta  estructura  estaban 


conformadas  por  un  único  propietario  (PCUS‐Estado)  al  ser 
eliminados  los  propietarios  privados  capitalistas,  y  la  masa  de 
trabajadores asalariados no‐propietarios.   

‐ I ‐ 

Pensamiento  fundamental  y  estrategia  de  Lenín  para  la 


construcción del socialismo en Rusia: capitalismo de Estado. 

La cuestión del capitalismo de Estado en Lenín no fue algo que 
él  planteó  y  defendió  luego  del  “comunismo  de  guerra”.  Ya  lo 
había  abordado  en  “La  catástrofe  que  nos  amenaza  y  cómo 
combatirla” de septiembre de 1917. Dice en un fragmento del 
texto:  “…  el  imperialismo  no  es  otra  cosa  que  el  capitalismo 
monopolista.  Que    también  en  Rusia  el  capitalismo  se  ha 
transformado  en  capitalismo  monopolista  lo  evidencian 
palpablemente  los  monopolios  Produgol  y  Prodamet,  el 
consorcio  del  azúcar,  etc.  El  mismo  consorcio  del  azúcar  nos 
demuestra  palmariamente  la  transformación  del  capitalismo 
monopolista  en capitalismo monopolista de Estado.  

¿Y qué es el Estado? Es la organización de la clase dominante; 
en  Alemania,  por  ejemplo,  la  organización  de  los  ``junkers´´  y 
capitalistas… Pues bien sustituid ese Estado de ``junkers´´ y de 
capitalistas, ese Estado de terratenientes y capitalistas, por un 
Estado democrático‐revolucionario, es decir, por un Estado que 
destruya revolucionariamente todos los privilegios, que no tema 
79 
 
implantar  la  democracia  más  completa,  y  veréis  que  el 
capitalismo  monopolista  de  Estado,  en  un  Estado  verdade‐
ramente  democrático,  revolucionario,  representa  inevita‐
blemente,  infaliblemente  ¡un  paso,  pasos  hacia  el 
socialismo!...Pues  el  socialismo  no  es  más  que  el  paso 
siguiente  al  monopolio  capitalista  de  Estado  (Énfasis  FHA).  O 
dicho  en  otros  términos,  el  socialismo  no  es  más  que  el 
monopolio  capitalista  de  Estado  puesto  al  servicio  de  todo  el 
pueblo y que, por ello, ha dejado de ser monopolio capitalista… 
La  guerra,  al  acelerar  extraordinariamente  la  transformación 
del  capitalismo  monopolista  en  capitalismo  monopolista  de 
Estado,  pone  de  este  modo  a  la  humanidad  extraor‐
dinariamente  cerca  del  socialismo:  tal  es,  precisamente,  la 
dialéctica de la historia”.  (XXV; pág. 348‐349. Énfasis Lenín).  

 En  Febrero  de  1918  decía:  “Confrontemos  este  hecho  (la 


formación primero en Francia a fines del siglo XVIII de la base 
económica  de  un  sistema  de  producción  nuevo,  capitalista,  y 
luego  como  resultado  una  superestructura  que  barrió  con  el 
sistema feudal. FHA) con la situación actual de Rusia. Reina un 
cansancio  increíble  ocasionado  por  la  guerra.  No  hay  todavía 
un  régimen  económico  superior  al  del  organizado  capitalismo 
estatal  alemán,  equipado  con  excelentes  medios  técnicos… 
todavía  no  tenemos  un  régimen  económico  nuevo  y  más 
elevado” (XXVII; pág. 14. Énfasis Lenín) 

“¿Qué  significa  el  capitalismo  de  Estado  bajo  el  poder  de  los 
Soviets?  En  la  actualidad,  realizar  el  capitalismo  de  Estado 
significa  imponer  el  control  y  contabilidad  que  practicaban  las 
clases  capitalistas.  En  Alemania  tenemos  un  ejemplo  de 
80 
 
capitalismo de Estado. Sabemos que nos ha superado. Pero si se 
reflexiona un poco sobre lo que significaría poder implantar en 
Rusia,  en  la  Rusia  Soviética,  las  bases  de  este  capitalismo  de 
Estado, entonces veríamos que nadie que estuviera en su sano 
juicio,  que  no  tuviera  la  mente  atiborrada  con  fragmentos  de 
verdad librescas, puede dejar de admitir que el capitalismo de 
Estado sería la salvación para nosotros (Énfasis FHA).  

Dije  que  el  capitalismo  de  Estado  sería  nuestra  salvación;  de 
tenerlo  en  Rusia,  el  paso  al  socialismo  total  nos  sería  fácil, 
estaría en nuestras manos; porque el capitalismo de Estado es 
algo  centralizado,  calculado,  fiscalizado  y  socializado,  y  es 
precisamente  lo  que  nos  hace  falta  (Énfasis  FHA);  pues  nos 
amenaza  la  fuerza  elemental  de  la  incuria  pequeño  burguesa, 
producto  de  la  historia  y  de  la  economía  de  Rusia,  que  nos 
impide  precisamente  dar  este  paso,  del  cual  depende  el  éxito 
del socialismo. Me permito recordarles que estas palabras mías 
sobre el capitalismo de Estado fueron escritas un tiempo antes 
de la revolución y es un absurdo enorme querer asustarnos con 
el capitalismo de Estado”. (XXVII; págs. 287‐288. Abril 1918)   

“El  capitalismo  de  Estado  sería  un  gigantesco  paso  adelante, 


incluso si…debiéramos pagar más que ahora, pues vale la pena 
pagar  por  el  ``aprendizaje´´,  dado  que  es  útil  a  los  obreros;  lo 
más  importante  es  la  victoria  sobre  el  desorden,  la  ruina  y  la 
incuria,  ya  que  la  continuación  de  la  anarquía  pequeño 
propietaria  es  el  mayor  y  más  tremendo  peligro  que, 
incuestionablemente,  nos  hará  sucumbir  (si  no  lo  vencemos 
nosotros),  mientras  que  un  gran  tributo  al  capitalismo  de 
Estado,  no  sólo  no  nos  hará  sucumbir,  sino  que  nos  llevará  al 
81 
 
socialismo  por  el  camino  más  seguro.  Cuando  la  clase  obrera 
haya  aprendido  a  defender  el  orden  estatal  contra  el 
anarquismo  pequeño  propietario,  cuando  haya  aprendido  a 
poner en marcha la gran organización estatal de la producción, 
tomando  como  base  los  principios  del  capitalismo  de  Estado, 
tendrá en sus manos –y pido disculpas por la expresión– todos 
los  triunfos;  entonces  la  consolidación  del  socialismo  estará 
asegurada” (XXVII; pág. 332; Énfasis Lenín; Mayo 1918)   

Capitalismo  de  Estado  alemán  sobre  el  que  volverá 


insistentemente  y,  en  1921  con  motivo  del  debate  y  luego  la 
implementación  de  la  NEP,  lo  hará  con  energía  demoledora  y 
despliegue de argumentos notables.   

“Para  esclarecer  más  aún  el  problema  (de  la  transición  del 
capitalismo  al  socialismo  FHA),  mencionaremos  ante  todo  un 
ejemplo concreto de capitalismo de Estado. Todos saben cuál es 
ese ejemplo: Alemania. Tenemos allí ``la última palabra´´ de la 
moderna  técnica  capitalista  y  de  la  organización  planificada, 
subordinadas  al  imperialismo  junker‐burgués.  Supriman  las 
palabras  que  hemos  subrayado  y  coloquen en lugar de  Estado 
militar, junker, burgués, imperialista, otro Estado, pero de tipo 
social  diferente,  de  distinto  contenido  de  clase.  Estado 
soviético,  es  decir,  proletario,  y  obtendrán  toda  la  suma  de 
condiciones que dan como resultado el socialismo”. (XXXII; pág. 
327.  Mayo  de  1921.  Énfasis  Lenín).    Este  párrafo  resume  de 
modo  condensado  la  concepción  y  finalidad  central  de  la 
estrategia  de  “transición”  socialista  de  Lenín.  Veamos  las 
posturas de Lenín en la etapa del comunismo de guerra y luego 
lo que expone en 1921 para dejarlo a un lado y fundamentar la 
82 
 
implantación  de  la  NEP  como  tránsito  decisivo  hacia  el 
socialismo. 

‐ II ‐ 

Etapa del comunismo de guerra 

La  “Declaración  de  los  derechos  del  pueblo  trabajador  y 


explotado”  es  un  notable  documento  de  Lenín  en  el  que  se 
expone  de  forma  breve,  precisa  y  tajante  la  finalidad  de  la 
revolución  de  octubre  de  1917.  Aprobada  por  el  Comité 
Ejecutivo  Central  de  Rusia,  fue  presentada  a  la  Asamblea 
Constituyente  el 5 (18) de Enero de 1918 que se negó de plano 
a discutirla. El 12 (25) de Enero la Declaración fue aprobada por 
el III Congreso de los Soviets de Rusia. Se lee en la Declaración:  

“La Asamblea Constituyente resuelve:  

I ‐ 1º) Queda proclamada en Rusia la República de los soviets de 
diputados obreros, soldados y campesinos. Todo el poder, tanto 
en el centro como en las provincias, pertenece a los soviets.   

  2º) La República soviética de Rusia se constituye sobre la base 
de  la  libre  unión  de  naciones  libres,  como  Federación  de 
Repúblicas Soviéticas nacionales. 

“II ‐ Habiéndose señalado como misión esencial la abolición de 
toda  explotación  del  hombre  por  el  hombre,  la  completa 
supresión  de  la  división  de  la  sociedad  en  clases,  la  represión 
implacable de la resistencia de los explotadores, la organización 
socialista de la sociedad y la victoria del socialismo en todos los 
países, la Asamblea Constituyente resuelve además:  
83 
 
1º) Queda abolida la propiedad privada de la tierra. Se declara 
patrimonio  de  todo  el  pueblo  trabajador  toda  la  tierra,  con 
todos los edificios, el ganado de labor, los aperos de labranza y 
demás accesorios agrícolas.  

2º) Se confirma la ley de los soviets sobre el control obrero y el 
Consejo  Superior  de  Economía  del  Pueblo,  con  objeto  de 
asegurar el poder del pueblo trabajador sobre los explotadores 
y, como primera medida, para que las fábricas, talleres, minas, 
ferrocarriles  y  demás  medios  de  producción  y  de  transporte 
pasen  por  entero  a  ser  propiedad  del  Estado  obrero  y 
campesino.  

3º)  Se  confirma  el  paso  de  todos  los  Bancos  a  propiedad  del 
Estado obrero y campesino, como una de las condiciones de la 
emancipación de las masas trabajadoras del yugo del capital. 

4º) Queda establecido el trabajo obligatorio para todos, con el 
fin de suprimir las capas parasitarias de la sociedad.  

5º) Se decreta el armamento de los trabajadores, la formación 
de  un  Ejército  Rojo  socialista  de  obreros  y  campesinos  y  el 
desarme  completo  de  las  clases  poseedoras,  con  objeto  de 
asegurar  la  plenitud  del  poder  de  las  masas  trabajadoras  y 
eliminar  toda  posibilidad  de  restauración  del  poder  de  los 
explotadores. 

III  ‐  …  3º)  La  Asamblea  Constituyente  considera  la  ley  de  los 
Soviets  de  la  anulación  de  los  empréstitos  contratados  por  los 
gobiernos del zar, de los terratenientes y de la burguesía, como 
un  primer  golpe  asestado  al  capital  bancario,  al  capital 
financiero internacional, y expresa la seguridad de que el Poder 
84 
 
de  los  soviets  seguirá  firmemente  esa  ruta,  hasta  la  completa 
victoria  de  la  insurrección  obrera  internacional  contra  el  yugo 
del capital. …”  (XXVI; pág. 405 y ss.). 

El  desarrollo  de  los  hechos  históricos,  políticos  y  económicos 


haría que estos objetivos de la Declaración fueran modificados, 
directamente considerados como un error por el propio Lenín, 
y en adelante jamás mencionados ni revalorados por el PCUS ni 
por Stalin.   

1) Cimientos socialistas  

Abolición de la propiedad privada de la tierra.  

Concentración  en  el  Estado  de  industrias,  bancos,  seguros, 


sector externo; etc.  

Control obrero (Inspectores, supervisores obreros, etc.)  

Trabajo obligatorio para todos; combate del parasitismo. 

Administración  y  dirección  unipersonal  de  las  unidades 


económicas  

Vigilancia  obrera  de  la  entrega  de  la  dirección  por  los 
capitalistas de las empresas (Ver XXVII págs. 341‐342‐343) 

En  la  Declaración  como  en  todos  los  documentos  posteriores 


del  gobierno  del  PCUS  no  existe  la  menor  alusión  a  la 
importancia  clave  de  la  superación  del  trabajo  asalariado  por 
medio de la efectiva socialización de los medios de producción, 
o  bien  su  entrega  en  calidad  de  propietario  colectivo  a  los 
trabajadores  tal  como  se  lee  en  muchísimas  intervenciones  y 
85 
 
escritos  de  Lenín:  la  clase  trabajadora  se  ha  vuelto  clase 
dominante  por  ser  “dueña”  de  los  medios  de  producción  y 
ejerce el poder del estado, lo escribe y sostiene en muchísimas 
ocasiones, con la siguiente aclaración en ciertas oportunidades: 
en verdad el Partido es quien, siendo la vanguardia consciente 
más  firme  y  organizada  de  la  clase,  ejerce  tal  dominio  y 
propiedad,  lo  cual  era  sinónimo  inmediato  del  proletariado 
como clase dominante y en ejercicio del poder del Estado.  

“El  trabajo  se  ha  unificado  en  Rusia  sobre  bases  comunistas 
porque  ,  en  primer  lugar  se  abolió  la  propiedad  privada  sobre 
los  Mp,  y  en  segundo  lugar  porque  el  poder  estatal  proletario 
organiza  en  escala  nacional  la  gran  producción  en  las  tierras 
pertenecientes al Estado y en las empresas estatales, distribuye 
la mano de obra entre las distintas ramas de la economía y las 
diversas  empresas  y  reparte  entre  los  trabajadores  grandes 
cantidades  de  artículos  de  consumo  pertenecientes  al  Estado” 
(XXX; págs. 102‐103) 

Lo  afirmado  por  Lenín  en  el  fragmento  anterior  no  era  cierto.  
Que el trabajo se hubiera unificado “sobre bases comunistas” y 
la  explicación  que  da  en  los  renglones  siguientes  no  podía  ser 
concebido  como  una  “economía  comunista”,  cosa  ésta  que 
pronto reconocerá el propio Lenín para fundamentar la Nueva 
Política Económica (NEP) en 1921 señalándolo como un franco 
error.    

“Después  de  derrocar  a  la  burguesía  y  de  conquistar  el  poder 


político,  el  proletariado  ha  pasado  a  ser  la  clase  dominante: 
tiene  en  sus  manos  el  poder estatal,  dispone  de  los  medios  de 
producción  ya  socializados,  dirige  a  los  elementos  y  clases 
86 
 
vacilantes  e  intermedios  y  aplasta  con  creciente  energía  la 
resistencia  de  los  explotadores”  (XXX;  pág.  109.  Nov.  1919. 
Énfasis  Lenín).  Que  el  proletariado  tuviera  en  sus  manos  el 
poder  estatal  y  poseyera  los  medios  de  producción  ya 
socializados  tampoco  era  verdad  al  confrontarlos  con  la 
realidad  que  se  vivía,  como  lo  hemos  expresado  renglones 
antes.    

2) Socialismo en 1917‐1920 

“El trueque de los productos de la industria por pan y un control 
severo  y  censo  de  la  producción:  he  aquí  el  principio  del 
socialismo. Sí, nosotros tendremos una República del trabajo. El 
que no quiera trabajar, no comerá”. (XXVI; pág. 275: Nov. 1917) 

“El socialismo no se crea por decretos, a su espíritu le es extraño 
el  automatismo  burocrático  administrativo;  el  socialismo  vivo, 
creador,  es  obra  de  las  propias  masas  populares”.  (XXVI;  pág. 
272. Nov. 1917)  

“El  proletariado  debe  convertirse  en  la  clase  dominante,  en  el 
sentido  de  guía  de  los  trabajadores  y  en  la  clase  dominante 
políticamente. Hay que luchar contra el prejuicio de que sólo la 
burguesía  es  capaz  de  gobernar.  El  proletariado  debe  hacerse 
cargo del gobierno… De una vez para siempre, rompamos con el 
prejuicio  de  que  los  asuntos  de  Estado,  la  dirección  de  los 
Bancos y fábricas, son tareas imposibles para los obreros. Pero 
todo  esto  sólo  puede  ser  resuelto  por  medio  de  un  enorme 
trabajo  cotidiano  de  organización”  (XXVI;  pág.  346.  Diciembre 
1917. Énfasis FHA) 
87 
 
“Todos  los  ciudadanos,  sin  excepción,  deben  intervenir  en  la 
justicia y en el gobierno del país. Para nosotros es fundamental 
atraer  a  todos  los  trabajadores  sin  excepción  a  la 
administración  del  Estado.  La  tarea  es  enormemente  difícil. 
Pero  una  minoría  –el  Partido‐  no  puede  implantar  el 
socialismo  (Énfasis  FHA).  Esta  tarea  la  realizarán  decenas  de 
millones  de  trabajadores,  cuando  aprendan  a  hacerlo. 
Consideramos  que  nuestra  responsabilidad  es  esforzarnos  por 
ayudar a la masa a abocarse de inmediato a ello, sin esperar a 
estudiarlo en libros y lecciones”  (XXVII; pág. 129. Ver págs. 148‐
152)  

“El  poder  soviético  es  el  camino  al  socialismo  descubierto  por 
las  masas  laboriosas;  y  por  lo  tanto  un  camino  seguro  e 
invencible” (XXIX; pág. 243. 1919‐1920) 

“El socialismo es la supresión de las clases (Énfasis FHA). Para 
suprimir  las  clases  lo  primero  que  hace  falta  es  derrocar  a  los 
terratenientes  y  capitalistas.  Hemos  cumplido  esta  parte  de  la 
tarea, pero es sólo una parte y no la más difícil. Para acabar con 
las  clases  es  preciso,  en  segundo  lugar,  suprimir  la  diferencia 
existente  entre  obreros  y  campesinos,  convertir  a  todos  en 
trabajadores. Y no es posible hacerlo de la noche a la mañana” 
(XXX; pág. 106. Nov. 1919. Énfasis Lenín)   

Ahora  bien,  ¿Cómo  “convertir  a  todos,  obreros  y  campesinos, 


en  trabajadores”    sin  modificar  la  propiedad  de  los  medios  de 
producción siendo sus dueños los trabajadores mismos? ¿Cómo 
hacerlo  manteniendo  el  trabajo  asalariado?  De  la  propiedad 
colectiva y del trabajo asociado nada se dice. Con esas medidas 
claras y bienintencionadas lo que se debe decir, sin embargo, es 
88 
 
que  no  había  cambio  alguno  en  el  “modo”  de  producción:  he 
aquí  la  clave  fundamental  para  entender  que  lo  que  se 
construía  en  Rusia  ya  bajo  Lenín,  no  era  socialismo,  sino 
capitalismo  de  Estado  sin  más,  al  estilo  “alemán”,  como  él 
mismo  lo  defendía,  sólo  que  como  etapa  necesaria  hacia  el 
socialismo según también lo sostenía y argumentaba.   

3) Errores del comunismo de guerra (1917‐1920) 

“… un inmenso país agrícola con pésimas vías de comunicación, 
con  un  territorio  vastísimo,  con  diversidad  de  climas,  con 
distintas  condiciones  agrícolas,  etc.  presupone 
indefectiblemente cierta libertad de circulación mercantil de la 
agricultura  y  de  la  industria  locales  en  el  plano  local.  En  este 
sentido cometimos muchos errores, fuimos demasiado lejos en 
el camino de la nacionalización del comercio y de la industria, 
al interrumpir la circulación local de mercancías ¿Fue un error? 
Sin duda alguna”. (XXXII; pág. 212. Énfasis FHA)  

 “Con  esfuerzos  casi  sobrehumanos,  en  un  país  increíblemente 


arruinado,  con  las  fuerzas  del  proletariado  agotadas,  nos 
entregamos  a  la  labor  más  difícil:  colocar  los  cimientos  de  la 
verdadera economía socialista, implantar un justo intercambio 
de  mercancías  (Trueque.  FHA)    entre  la  industria  y  la 
agricultura”.  (Lenín;  O.C.  tomo  XXXII;  Cartago;  pág.  18.  Énfasis 
FHA)     

“… para un país arruinado, atormentado, atrasado, se ha hecho 
muchísimo  en  cuanto  a  la  transformación  socialista  de  la 
sociedad”. (Ídem; pág. 41)  
89 
 
Ahora  Lenín  sostenía  otros  tipos  de  argumentos  respecto  del 
socialismo;  ya  no  era  la  “supresión  de  las  clases”:  “Marx  y 
Engels  se  burlaban  sin  piedad  de  las  ideas,  frases  e  hipótesis 
relativas a la desaparición de las clases antes del comunismo y 
afirmaban  que  sólo  el  comunismo  significa  la  supresión  de  las 
clases…  Sabemos  perfectamente  que  las  clases  subsisten  en 
nuestro  país  y  subsistirán  largo  tiempo;  que  este  es  un 
fenómeno inevitable… es posible una situación en la que queden 
clases hostiles al proletariado; por eso no podemos crear ahora 
en  la  práctica  aquello  de  que  hablaba  Engels  (la  sociedad 
comunista en la que no habrá clases FHA). Habrá dictadura del 
proletariado. Después habrá sociedad sin clases”.    De manera 
que  en  la  sociedad  socialista  todavía  hay  clases  sociales: 
trabajadores  asalariados,  capitalistas  privados,  campesinado, 
terratenientes. (XXXII; págs. 242‐243)   
 
Sin  embargo  no  será  sin  resistencia  y  oposición  a  su  proyecto 
de cambio de procedimientos políticos y económicos que Lenín 
justificará lo que consideraba como  necesario e inevitable para 
evitar  que  la  revolución  sucumbiera  por  los  errores  que  el 
Partido estaba cometiendo con el comunismo de guerra. En su 
afán de fundamentar con solidez el viraje de una etapa a otra 
en la política de construcción, o sea del comunismo de guerra a 
la NEP, Lenín llegó a decir que “... no hay un solo libro que hable 
del  capitalismo  de  Estado  que  existe  bajo  el  comunismo.  Ni 
siquiera  Marx  sospechó  la  necesidad  de  escribir  una  sola 
palabra  sobre  ello,  y  murió  sin  dejar  ni  una  cita  precisa,  ni 
indicaciones  irrefutables”.  Por  eso  ahora  tenemos  que 
esforzarnos por salir adelante solos”. (XXXIII; pág. 254). ¿Cómo 
dejaría  Marx  algún  escrito  sobre  el  capitalismo  de  Estado 
90 
 
cuando  toda  su  teoría  derriba  de  antemano  esta  afirmación? 
Marx escribió y teorizó un cambio en el “modo de producción” 
no una continuación del trabajo asalariado ni de capital estatal 
alguno al que  Lenín y el PCUS lo etiquetarían de  antesala del 
“socialismo”  cuando  no  directamente  de  “socialismo”;  lo 
manifestado por Lenín era (es) un lamentable argumentum ad 
hoc.    

 ‐ III ‐ 

La Nueva Política Económica. (1921) 

Consideraciones  y  evaluaciones  por  parte  de  Lenín  sobre  la 


etapa anterior.  

 “Considerábamos  ‐o quizás sea mejor decir suponíamos, pues 
no lo habíamos entendido bastante‐ poder organizar en forma 
directa,  por  la  sola  existencia  del  Estado  proletario,  al  modo 
comunista, la producción y distribución estatales de productos, 
en  un  país  de  pequeños  campesinos.  La  vida  nos  hizo 
comprender nuestro error, ver que son necesarias una serie de 
etapas  de  transición:  el  capitalismo  de  Estado  y  el  socialismo 
(¿? FHA), para preparar por medio de un prolongado trabajo –
que  requiere  varios  años‐  el  paso  al  comunismo.  Y  que  no  es 
suficiente ese solo entusiasmo, que hay que contar, sí, con ese 
fervor que engendra una gran revolución, pero unido al interés 
personal,  al  estímulo  material,  a  la  rentabilidad  comercial, 
para  comenzar  a  construir  los  sólidos  puentes  que  nos 
llevarán, de un país de pequeños campesinos, pasando por el 
capitalismo  de  Estado,  al  socialismo.  (Énfasis  FHA).  De  otro 
modo  no  es  posible  acercarse  al  comunismo,  aproximar  a  él  a 
91 
 
decenas y decenas de millones de hombres. Esto es lo que nos 
ha  enseñado  la  vida  y  el  desarrollo  objetivo  de  la  revolución” 
(Lenín; O.C. tomo XXXIII; Cartago; pág. 47. Énfasis Lenín) 

“…  hasta  cierto  punto  suponía  (La  anterior  política  económica 


FHA)  que  se  operaría  una  transición  espontánea  de  la  vieja 
economía rusa a la producción estatal y a la distribución sobre 
bases  comunistas…  cometimos  el  error  de  resolver  el  paso 
inmediato  a  la  producción  y  distribución  comunistas. 
Resolvimos  que  los  campesinos  debían  darnos  (al  PCUS  – 
Estado. FHA) la cantidad de trigo fijada por la requisición de los 
excedentes, la que sería repartida en las fábricas y talleres para 
obtener  de  esa  manera  una  producción  y  distribución 
comunistas” (XXXIII; pág. 50)  

¿Producción  y  distribución  “comunistas”  en  Rusia  1918‐1920, 


no socialistas?    

“No  debemos  contar  con  el  paso  directo  al  comunismo.  Es 
preciso construir en base al interés individual del campesino… 
Nuestro intento de solucionarla (A la transición FHA) en forma 
directa, mediante un ataque frontal, por decirlo así, terminó en 
un fracaso” (XXXIII; pág. 58. Énfasis FHA)      

“Nuestra  labor  de  construcción  económica  que  habíamos 


elevado  entonces  a  primer  plano,  era  enfocada  de  manera 
unilateral. Se suponía que la transición directa al socialismo se 
realizaría  sin  pasar  por  un  período  previo  de  ajuste  de  la 
antigua economía a la economía socialista. Suponíamos que al 
crear  la  producción  y  distribución  estatales,  habíamos  entrado 
directamente  en  un  sistema  económico  de  producción  y 
92 
 
distribución  diferente  del  anterior.  Suponíamos  que  en  tales 
condiciones ambos sistemas –el de producción y de distribución 
estatales  y  el  de  producción  y  distribución  privadas‐  entrarían 
en  conflicto  y  que  podíamos  organizar  la  producción  y 
distribución  estatales,  quitándole  posiciones  paso  a  paso  al 
sistema antagónico. Afirmamos ahora que nuestro objetivo no 
es  tanto  la  expropiación  de  los  expropiadores  como  la 
contabilidad,  el  control,  la  elevación  de  la  productividad  del 
trabajo y de la disciplina (Énfasis FHA)”.  (XXXIII; pág.76. Énfasis 
Lenín)  

 “La  transición  a  la  nueva  política  económica  consiste  también 


en  que  después  de  haber  intentado  la  construcción  directa  del 
socialismo  en  condiciones  extraordinariamente  difíciles,  en 
medio  de  la  guerra  civil,  cuando  la  burguesía  nos  impuso  la 
forma  de  lucha  más  enconada,  nos  enfrentamos,  en  la 
primavera de 1921, con una situación bien clara: no se trataba 
de la construcción directa del socialismo, sino de retroceder en 
varias  ramas  de  la  economía  al  capitalismo  de  Estado;  no  se 
trataba  del  ataque  por  asalto,  sino  de  la  difícil,  dura  y 
desagradable tarea de un sitio prolongado, unido a numerosos 
retrocesos. Esto era imprescindible para encarar la solución del 
problema  económico,  es  decir,  para  asegurar  la  transición 
hacia  las  bases  del  socialismo”  (XXXIII;  pág.  81‐82.  Énfasis 
FHA).  

Lenín “El papel de los sindicatos en la NEP”. Notable escrito de 
Lenín por lo que expone y por las premisas desde las que parte. 
(O.C. XXXIII, págs. 167‐178):  
93 
 
La  NEP  “…  no  cambia  la  esencia  del  Estado  obrero,  aunque 
modifica  de  modo  sustancial  los  métodos  y  formas  de  la 
construcción  socialista,  puesto  que  admite  la  emulación 
económica entre el socialismo en construcción  y el capitalismo 
que  aspira  a  resurgir;  todo  ello  con  el  fin  de  satisfacer  por  el 
mercado las necesidades de millones de campesinos.  

“Los cambios de forma en la construcción socialista se deben a 
que  en  toda  la  política  de  transición  del  capitalismo  al 
socialismo  el  Partido  Comunista  y  el  poder  soviético  emplean 
ahora  métodos  especiales  para  este  período,  actúan  en  una 
serie de aspectos de manera diferente; conquistan una serie de 
posiciones  ``por  medio  de  un  nuevo  rodeo´´,  para  decirlo  así, 
retroceden  para  poder  pasar  otra  vez  mejor  preparados  a  la 
ofensiva  contra  el  capitalismo.  En  términos  concretos  hoy  se 
permite el desarrollo del libre comercio y el capitalismo, a los 
que  se  somete  a  una  regulación  estatal;  por  otra  parte,  las 
empresas socializadas del Estado se reorganizan sobre la base 
de  la  denominada  rentabilidad  económica,  es  decir,  del 
principio  comercial,  lo  que  en  medio  del  atraso  cultural  y  del 
agotamiento del país hará surgir, en mayor o menor grado pero 
de  modo  inevitable,  en  la  consciencia  de  las  masas,  la 
contraposición  entre  la  administración  de  determinadas 
empresas y los obreros que trabajan en ellas”.  (Énfasis FHA) 

¿Y cuál era la estructura socio‐económica de la cual parte Lenín 
para  su  análisis,  o  sea  que  da  por  supuesta  Lenín?:  a)  masa 
campesina  en  parte  propietaria  de  la  tierra  y  en  otra 
arrendataria del Estado que es el propietario; b) en las ciudades 
mantenimiento  y  aun  expansión  del  trabajo  asalariado;  c)  el 
94 
 
Estado  “proletario”  autonomizado  de  la  clase  pero 
“representado” por el PCUS, afirmando que está en manos de 
los  trabajadores  (¿?).  En  definitiva  lo  que  estimula,  fomenta, 
alienta,  facilita  y  permite  es  la  expansión  de  las  relaciones 
capitalistas  aun  cuando  la  burguesía  privada  fuera  débil  e 
ínfima. Stalin & Cía. pondrán fin a este “experimento”, una vez 
muerto  Lenín,    hacia  fines  de  1928  comienzos  de  1929, 
poniendo el acento en el Estado, sus empresas y la planeación 
económica,  esto  es,  acentuarán  el  capitalismo  de  Estado 
abandonando  la  NEP.  Con  lo  cual  no  se  hacía  otra  cosa  que 
“modificar”  la  política  de  “construcción”  de  un  tipo  de 
capitalismo  “mixto”  (estatal‐privado)  por  otro  tipo  de 
capitalismo plenamente estatal al que se lo etiquetó, hasta hoy, 
de “socialismo”.  

1)  Hacia  el  socialismo  mediante  el  restablecimiento  del 


capitalismo  

La decisión política de restaurar las relaciones capitalistas “… la 
dicta  nuestro  estado  de  miseria,  de  ruina  y  por  el  tremendo 
debilitamiento de nuestra gran industria”. (XXXIII; pág. 143) 

NEP  “…significa  en  grado  considerable,  un  paso  al 


restablecimiento del capitalismo. En qué medida, no lo sabemos 
con exactitud.” (Ibídem; pág. 53).  

Lenín señalaba que era necesario mediante la NEP “… mantener  
a riendas cortas a los señores capitalistas, dirigir el capitalismo 
al  cauce  estatal  y  crear  un  capitalismo  que  se  subordine  al 
Estado y lo sirva”. (Ibídem; pág. 55)  
95 
 
“No  podemos  apartarnos  de  la  rentabilidad  comercial, 
debemos  comprender  que  sólo  en  base  a  ella  podemos  crear 
condiciones tolerables en cuanto a que los salarios satisfagan 
a  los  obreros,  en  cuanto  a  las  horas  de  trabajo,  etc. 
Únicamente  sobre  la  base  de  la  rentabilidad  comercial  es 
posible organizar la economía”. (Ibídem; pág. 93. Énfasis FHA) 

No  hay  ningún  escrito  de  Lenín  y  de  otros  dirigentes  e 


intelectuales soviéticos que aludan con energía y claridad sobre 
la  implementación  práctica  e  imperiosa  de  la  iniciativa, 
creatividad,  originalidad,  etc.  de  la  clase  trabajadora  así  como 
lo  hacían,  en  especial  Lenín,  sobre  la  iniciativa  personal  del 
campesinado  y  de  los  pequeños  propietarios  para  la  NEP.  La 
excepción  es  sin  dudas  la  Oposición  Obrera  representada  por 
Kollontai y Shliapnikov que fue prácticamente defenestrada en 
el  X  Congreso  del  PC(b)  R.  Refutando  a  esta  Oposición  que 
fincaba  en  la  actividad  de  los  Sindicatos  como  una  institución 
apta  para  abrir  la  transición  al  socialismo,  Lenín  decía  que 
“Ningún obrero que razone con sensatez estará de acuerdo en 
que  ya  se  puede  prescindir  de  la  coacción,  en  que  se  puedan 
disolver  los  sindicatos,  o  entregarles  toda  la  producción. 
Únicamente  el  camarada  Shliapnikov  podía  decir  semejante 
despropósito”,  reafirmando  que:  “Para  gobernar  hace  falta 
disponer  de  un  ejército  de  revolucionarios  comunistas 
templados  en  la  lucha;  ese  ejército  existe  y  se  llama  Partido. 
Todo el absurdo sindicalista de las candidaturas obligatorias de 
los productores, todo eso hay que tirarlo al cesto de los papeles 
inútiles”. (XXXII; págs. 51 y 53. Énfasis FHA) 
96 
 
 En  la  etapa  del  comunismo  de  guerra  Lenín  sí  afirmaba  en 
muchos escritos sobre aquellas virtudes y particularidades pero 
para  luego  relegarlas  como  atrasadas,  rudimentarias, 
desgastantes,  no  aptas  para  la  administración  de  las  grandes 
unidades centralizadas de las empresas debido a la carencia de 
cultura laboral y técnica que el capitalismo había extendido en 
los países avanzados. Ni siquiera la extraordinaria iniciativa  de 
los trabajadores rusos cuando decidieron poner en práctica los 
“sábados  comunistas”  fue  una  alerta  suficiente  para  Lenín, 
aunque  lo  exaltara  y  ponderara  sin  retaceos,  como  para 
extenderlo  a  la  propiedad,  dirección  y  administración  de  los 
Mp.  por  la  clase  misma  sin  que  ello  significara  disminuir  la 
importancia  y  responsabilidad  del  Estado  en  defensa  de  la 
nueva  sociedad  para  desbaratar  los  planes  terroristas  y 
sanguinarios de la burguesía. El 1 de mayo de 1920 en el acto 
de  poner  la  piedra  fundamental  del  Monumento  al  Trabajo 
Liberado, todavía podía leerse en Lenín, en referencia al sábado 
comunista, que la burguesía llamaba (aún llama) a la esclavitud  
asalariada  “trabajo  libre”:  “Sabemos  que  no  es  fácil  organizar 
debidamente el trabajo libre, ni lo es trabajar en las condiciones 
del período difícil en que vivimos. El sábado comunista de hoy es 
el primer paso por este camino, pero si proseguimos por él de la 
misma  manera,  crearemos  el  trabajo  auténticamente  libre”. 
(XXXI;  pág.119).  Pues  bien,  este  camino  no  se  “prosiguió”, 
quedó sepultado por los avatares inmediatos de la construcción 
vía  NEP  y  jamás  se  lo  tuvo  en  cuenta.  La  esclavitud  asalariada 
“prosiguió”  en  toda  la  historia  de  la  URSS;  y  esto  a  pesar  de 
cuanto  creía  y  enfatizaba  Lenín  sobre  que:  “tú,  obrero, 
trabajabas para el capitalista, para tu explotador; naturalmente 
trabajabas  mal;  pero  ahora  trabajas  para  ti,  para  el  poder 
97 
 
obrero‐campesino”.  (XXXIII;  pág.  60),  lo  que    manifiestamente 
no era real.            

2) Resumen de las posiciones de Lenín y la NEP 

Es  innegable  que  las  premisas  básicas  de  la  construcción  del 
socialismo  en  lo  que  fuera  la  URSS  se  fundaban  en  el 
pensamiento  de  Lenín,  y  éste  consistía  abreviadamente  en  la 
siguiente suma de concepciones y de directivas prácticas que se 
desprenden de sus propias obras e intervenciones en el C.C. del 
PCUS así como también de sus discursos e informes en diversas 
ocasiones ante las instituciones oficiales y obreras de la época. 

“…  la  técnica  capitalista  +  los  procedimientos  capitalistas  de 


producción  y  organización  planificados  +  la  administración 
jerárquica  de  las  empresas  estatales  +  la  alta  productividad 
del  trabajador  asalariado  +  la  conducción  del  partido‐Estado 
soviético  como  poder  político  en  representación  del 
proletariado y como propietario de facto de los Mp”.    

Esta  suma  constituía,  para  Lenín,  la  condición  básica,  en  la 
situación catastrófica de Rusia en esa época, del capitalismo de 
Estado que, al estar el poder político en manos del proletariado 
como  clase  dominante,  según  él  lo  afirmaba,  aseguraba  el 
camino  expedito  al  socialismo.    La  Rusia  de  la  NEP  se 
transformará en la Rusia socialista aseguraba Lenín (XXXIII; pág. 
409) 

a.‐ Técnica capitalista  

“… el socialismo es imposible sin aprovechar las conquistas de la 
cultura y de la técnica alcanzadas por el gran capitalismo… No. 
98 
 
Únicamente  son  dignos  de  llamarse  comunistas  quienes 
comprendan  que  es  imposible  crear  o  implantar  el  socialismo 
sin  aprender  de  los  organizadores  de  los  trusts.  Pues  el 
socialismo no es una fantasía, sino la asimilación por parte de la 
vanguardia proletaria que conquistó el poder, la asimilación y la 
aplicación  de  lo  que  fue  creado  por  los  trusts.  Nosotros,  el 
partido  del  proletariado,  no  tenemos  de  dónde  sacar  la 
capacitación  para  organizar  la  gran  producción,  tipo  trust, 
como  no  sea  de  los  especialistas  altamente  capacitados  del 
capitalismo”   (XXVII; pág. 343. Énfasis Lenín) 

¡¡Notable frase!! El socialismo es la “… asimilación por parte de 
la vanguardia proletaria que conquistó el poder, la asimilación 
y la aplicación de lo que fue creado por los trusts. Nosotros, el 
partido  del  proletariado,  no  tenemos  de  dónde  sacar  la 
capacitación  para  organizar  la  gran  producción,  tipo  trust, 
como  no  sea  de  los  especialistas  altamente  capacitados  del 
capitalismo”.    ¿Y  la  clase  trabajadora?  El  partido  fue  su 
sustituto  ¡¡“Nosotros,  el  partido  del  proletariado”!!  De  este 
modo  el  Partido  actuaba  de  hecho  como  una  élite  y  así  se 
consolidó para lo futuro.   

“Mientras vivamos en un país de pequeños campesinos, habrá 
en  Rusia  una  base  económica  más  sólida  para  el  capitalismo 
que  para  el  comunismo.  Es  preciso  recordarlo.  Quien  haya 
podido  observar  atentamente  la  vida  del  campo  y  compararla 
con la de la ciudad, sabe que no hemos arrancado las raíces del 
capitalismo,  ni  destruido  el  fundamento,  la  base  del  enemigo 
interno….  Este  se  sostiene  gracias  a  la  pequeña  economía,  y 
para  destruirlo  hay  un  medio:  trasladar  la  economía  del  país, 
99 
 
inclusive  la  agricultura,  a  una  base  técnica  nueva,  a  la  de  la 
gran  producción  moderna.  Esta  base  no  puede  ser  otra  que  la 
electrificación.  “El  comunismo  es  el  poder  soviético  más  la 
electrificación  de  todo  el  país”  (XXXI;  pág.  493.  Diciembre  de 
1920. Énfasis Lenín)  

¡¡Contundente  expresión!!  Es  como  si  hoy  dijera:  “el 


comunismo es el poder soviético más internet en todo el país” 
(¿¿¿¿???).  ¿Podía  decir  esto  cuando  renglones  antes  había 
escrito  que  “no  se  habían  arrancado  las  raíces del  capitalismo 
ni  destruido  el  fundamento,  la  base,  del  enemigo  interno”?  Es 
cual si fuera una creencia de que con la técnica capitalista sólo 
que  estando  el  PCUS  (no  la  clase  trabajadora)  en  el  poder 
político  ya  se  estaba  implantando  el  comunismo  (¿¿??).  Y    así 
efectivamente  se  puede  leer  sin  duda  alguna  en  lo  que  sigue: 
“Alemania y Rusia encarnaron en 1918, con la mayor evidencia, 
la  realización  material  de  las  condiciones  económicas, 
productivas  y  económico‐sociales  del  socialismo,  la  primera,  y 
de  las  condiciones  políticas  del  socialismo,  la  segunda”  (XXVII; 
pág. 333. Mayo 1918)    

“El  socialismo  es  inconcebible  sin  la  gran  técnica  capitalista, 


estructurada  de  acuerdo  con  la  última  palabra  de  la  ciencia 
moderna,  y  sin  una  organización  estatal  planificada,  que 
someta  a  decenas  de  millones  de  personas  al  estricto 
cumplimiento de una norma única en cuanto a la producción y 
distribución de los productos”. (XXXII; pág. 327; Énfasis FHA) 

Este era el camino para Lenín que llevaría al socialismo a Rusia, 
por  lo  tanto  había  que  alentar  vigorosamente:  “…  el  interés 
personal, al estímulo material, a la rentabilidad comercial, para 
100 
 
comenzar a construir los sólidos puentes que nos llevarán, de un 
país  de  pequeños  campesinos,  pasando  por  el  capitalismo  de 
Estado, al socialismo” (XXXIII; Pág. 47)   

“La  revolución  se  asignó  en  Rusia,  como  tarea  directa  e 


inmediata,  un  objetivo  democrático‐burgués:  suprimir  los 
vestigios  medievales,  barrerlos  para  siempre,  limpiar  Rusia  de 
esa barbarie, de esa vergüenza, de ese enorme freno para toda 
la  cultura  y  el  progreso…  ¿Cuáles  eran  las  principales 
manifestaciones,  supervivencias,  vestigios  del  régimen  de  la 
servidumbre en Rusia en 1917? La monarquía, los estamentos, 
las formas de propiedad y de usufructo de la tierra, la situación 
de  la  mujer,  la  religión  y  la  opresión  de  las  nacionalidades… 
Resolvimos  los  problemas  de  la  revolución  democrático‐
burguesa sobre la marcha, de paso, como ``producto accesorio´´ 
de  nuestra  actividad  principal  y  verdadera,  proletario‐
revolucionaria  y  socialista.  Hemos  dicho  siempre  que  las 
reformas  son  un  producto  accesorio  de  la  lucha  revolucionaria 
de  clases.  Las  transformaciones  democrático‐burguesas  –lo 
hemos dicho y demostrado con nuestros actos– son un producto 
accesorio  de  la  revolución  proletaria,  es  decir,  socialista”. 
(XXXIII; Págs. 40, 41, 43).  

b.‐  Procedimientos  capitalistas  de  producción  y  organización 


estatalmente planificados  

“La  reorganización  de  las  empresas  del  Estado  en  base  a  la 
rentabilidad  económica  está  vinculada  de  manera  inevitable  e 
indisoluble  con  la  Nueva  Política  Económica,  y  en  un  futuro 
próximo  no  cabe  duda  de  que  este  tipo  de  empresas  será 
predominante,  si  no  el  único.  Esto  significa  de  hecho,  en  una 
101 
 
situación en que se admite y desarrolla el libre comercio, que las 
empresas  del  Estado  pasarán  en  grado  considerable  a  regirse 
por  el  principio  comercial”.  Subrayaba  Lenín  “...  la  apremiante 
necesidad  de  elevar  la  productividad,  de  lograr  que  todas  las 
empresas trabajen sin pérdidas y sean rentables…” (XXXII; págs. 
168‐169)  

En  adelante  se  pondera  la  transformación  del  Estado  y  del 


proletariado  en  “buenos  comerciantes”,  porque  solo  con  el 
entusiasmo no alcanza. En noviembre de 1920 al conmemorar 
el  tercer  año  de  la  revolución  de  octubre,  Lenín  señala  la 
necesidad de cambiar actitudes y procedimientos en el camino 
de construcción del socialismo por parte del proletariado y del 
propio Estado proletario: “... no podemos terminar la obra de la 
revolución  únicamente  con  entusiasmo,  fervor  y  heroísmo:  no 
podemos llevarla a la victoria total. Con eso pudimos repeler al 
enemigo cuando se arrojó sobre nosotros para estrangularnos, 
con eso se pudo vencer en el sangriento combate, pero no basta 
para  llevar  la  obra  hasta  el  final.  Es  poco,  porque  ahora 
tenemos por delante la segunda,  mayor y más ardua mitad de 
nuestra  tarea.  Y  de  nuestro  triunfo  de  hoy,  de  nuestra 
certidumbre  en  la  victoria,  debemos  extraer  las  energías  que 
nos  permitirán  en  esta  segunda  etapa  obtener  una  victoria 
igualmente  decisiva.  El  entusiasmo,  la  abnegación  de  los 
obreros y de los campesinos dispuestos a morir, ya no bastan, 
porque  esta  segunda  tarea  es  de  las  más  difíciles:  se  trata  de 
edificar,  de  crear…  Ahora  es  preciso  reunir  a  todos  los 
trabajadores  y  trabajadoras  y  obligarlos  a  trabajar  juntos”. 
(XXXI; págs. 385‐386. Énfasis FHA) 
102 
 
Es necesario entender que se debe construir el comunismo con 
manos  no  comunistas,  y  sostiene  Lenín  que  “Es  una  idea  por 
completo  pueril  pretender  construir  la  sociedad  comunista 
sólo con los brazos de los comunistas. Éstos son como una gota 
de agua en el mar para la inmensidad del pueblo… Lograremos 
dirigir  la  economía  cuando  los  comunistas  sean  capaces  de 
construirla  con  manos  ajenas,  cuando  ellos  mismos  aprendan 
de la burguesía y la dirijan por el camino que deseen. En cambio 
si  pensamos:  ``lo  sabemos  todo,  somos  comunistas 
responsables,  triunfamos  sobre  gente  mucho  más  importante 
que  un  empleado  cualquiera´´.  ¿Acaso  era  como  ésta  la  gente 
que derrocamos en el frente?, resultará que nos dejamos llevar 
por  ese  estado  de  ánimo  predominante,  que  es  el  que  nos 
perjudica”  (XXXIII; pág. 266. Énfasis FHA)  

Se debe aceptar que el Estado proletario debe ser más hábil y 
eficiente que la burguesía en el comercio: “El Estado proletario 
debe  ser  un  ``patrono´´  diligente,  cuidadoso  y  hábil,  un  buen 
comerciante  mayorista;  de  lo  contrario  no  podrá  levantar 
económicamente a un país de pequeños campesinos; no hay, en 
las  condiciones  actuales,  mientras  tengamos  por  vecino  al 
Occidente  capitalista  (todavía  capitalista),  otro  camino  que 
conduzca  al  comunismo.  El  comerciante  mayorista  se  nos 
aparece  como  un  prototipo  económico  tan  apartado  del 
comunismo  como  el  cielo  de  la  tierra.  Pero  esta  es  una  de  las 
contradicciones  que  en  la  vida  real  conduce,  de  la  pequeña 
hacienda  campesina,  por  medio  del  capitalismo  de  Estado,  al 
socialismo.  El  estímulo  material  eleva  la  producción;  y 
nosotros  necesitamos  ante  todo  y  a  toda  costa  que  ésta 
aumente (Énfasis FHA). El comercio al por mayor establece un 
103 
 
nexo  económico  entre  millones  de  pequeños  campesinos,  les 
proporciona  un  interés  material,  los  vincula  entre  sí  y  los 
conduce a otra etapa: a diversas formas de relación y vínculos 
en la producción misma”. (XXXIII; pág. 47. Énfasis Lenín)  

El objetivo de la “nueva” etapa era entonces para Lenín entrar 
al  campo  de  los  negocios  y  del  comercio  burgueses  para 
convertir  a  los  comunistas  en  negociantes  astutos,  hábiles 
compradores‐vendedores,  eficientes  en  las  negociaciones,  etc. 
de manera que aprendiera de las trampas, de las triquiñuelas, 
de  los  ardides  y      trapacería  del  comercio,  para  reconstruir  la 
economía y sentar las bases socialistas. (¿?)  

¿Y  los  “nuevos”  valores  de  la  nueva  sociedad,  de  la  nueva 
cultura, etc. etc. ¿“emular” y “superar” a los capitalistas en las 
negociaciones  y  decisiones?  ¿en  verdad  se  podía  considerar  
ésto como tránsito al socialismo ?    

3) Administración jerárquica de las empresas estatales  

Primera etapa 

“…  debemos  conceder  plena  libertad  al  genio  creador  de  las 
masas  populares.  El  antiguo  gobierno  derribado  por  la 
insurrección  armada  (Kerenski.  FHA),  pretendía  resolver  el 
problema agrario con el concurso de la vieja burocracia zarista 
mantenida en sus puestos”. (XXVI; pág. 247. Octubre 28 – 1917) 

“Para  la  industria  necesitamos  ingenieros,  cuyo  trabajo 


apreciamos  mucho.  Les  pagaremos  de  buena  gana.  Por  el 
momento  no  pensamos  quitarles  su  posición  privilegiada. 
Cualquier  persona  que  quiera  trabajar  será  apreciada  por 
104 
 
nosotros,  pero que no trabaje como jefe, sino  como  un igual, 
puesto  bajo  el  control  de  los  obreros.  No  guardamos  ni  la 
sombra  de  rencor  contra  las  personas  y  no  ahorraremos 
esfuerzos  para  ayudarlos  a  pasar  a  la  nueva  situación”,  (XXVI; 
pág. 277; Énfasis FHA) 

“De  una  vez  para  siempre,  rompamos  con  el  prejuicio  de  que 
los  asuntos  del  Estado,  la  dirección  de  los  bancos  y  fábricas 
son  tareas  imposibles  para  los  obreros.  Pero  todo  esto  sólo 
puede  ser  resuelto  por  medio  de  un  enorme  trabajo  cotidiano 
de organización”. (XXVI; pág. 346. Énfasis FHA)  

“Oprimidos  por  el  régimen  capitalista,  en  la  actualidad  ni 


siquiera  podemos  imaginarnos  con  precisión  qué  riqueza  de 
fuerzas  se  ocultan  en  la  masa  trabajadora,  en  las  diversas 
comunas  de  trabajadores  de  un  gran  Estado,  en  las  fuerzas 
intelectuales  que  hasta  ahora  trabajaron  como  ejecutoras 
inertes  y  mudas  de  las  prescripciones  capitalistas,  qué  riqueza 
de  fuerzas  se  ocultan  y  pueden  desplegarse  en  la  estructura 
socialista de la sociedad. Nuestra tarea consiste únicamente en 
desbrozar  el  camino  a  todas  esas  fuerzas”.  (XXVII;  págs.  201‐
202. Marzo 1918).  

Todas  estas  expresiones  irán  cambiando  dramáticamente  a 


tenor  de  la  desastrosa  situación  social  y  económica  de  los 
trabajadores    para,  finalmente,  dar  fundamento  a  la 
implantación de la NEP.   

 
105 
 
Segunda etapa 

Marzo‐Abril 1918  

“La  vanguardia  más  consciente  del  proletariado  en  Rusia  (El 


PCUS.  FHA)  se  ha  planteado  ya  la  tarea  de  elevar  la  disciplina 
del trabajo… Se debe plantear en la orden del día la aplicación 
práctica  y  la  experimentación  del  trabajo  a  destajo  (salario  a 
destajo FHA), la utilización de lo mucho que hay de científico y 
progresista en el sistema Taylor… Hay que organizar en Rusia el 
estudio y la enseñanza del sistema Taylor, su experimentación y 
adaptación  sistemáticas.  Al  mismo  tiempo,  y  planteándose 
como objetivo la elevación de la productividad del trabajo, hay 
que tener presentes las peculiaridades del período de transición 
del  capitalismo  al  socialismo,  que  reclaman,  por  un  lado,  el 
establecimiento de las bases de la organización socialista de la 
emulación y, por el otro, la aplicación de medidas de coacción 
(!),  para  que  la  consigna  de  la  dictadura  del  proletariado  no 
quede empañada por la inconsistencia del poder soviético en la 
práctica” (XXVII; Págs. 254‐255. Énfasis FHA)   

Abril‐Mayo 1918  

“En  la  orden  del  día  se  plantean  especialmente  las  medidas 
destinadas  a  elevar  la  disciplina  laboral  y  la  productividad  del 
trabajo. Las gestiones ya iniciadas en este sentido, en particular 
por  los  sindicatos  obreros,  deben  ser  apoyadas,  reafirmadas  y 
reforzadas  por  todos  los  medios.  Entre  ellas  figuran,  por 
ejemplo,  la introducción  del  salario  a  destajo,  la  aplicación  de 
lo  mucho  que  tiene  de  científico  y  progresista  el  sistema 
Taylor”. (XXVII; pág. 310. Énfasis FHA) 
106 
 
4) Productividad del trabajador asalariado 

Marzo 1913 – XVIII  

El  sistema  de  Frederick  Taylor:  “Taylor  lo  describe  como 


``científico´´ y su libro es traducido y propagado afanosamente 
en  Europa…  ¿En  qué  consiste  ese  ``sistema  científico´´?  En 
exprimir  al  obrero  hasta  extraer  de  él  el  triple  de  trabajo  a  lo 
largo de una misma jornada… El progreso de la técnica y de la 
ciencia significa en la sociedad capitalista el progreso en el arte 
de exprimir el sudor” (Pág. 584)  

Marzo 1914 ‐ XVIII 

“El sistema Taylor hace al hombre esclavo de la máquina”  

“El  capitalismo  no  puede  detenerse  un  solo  instante.  Necesita 


avanzar  y  avanzar.  La  competencia,  que  se  agudiza  en  forma 
especial en épocas de crisis como la nuestra, obliga a inventar 
constantemente  nuevos  medios  que  abaraten  la  producción.  Y 
el  dominio  del  capital  convierte  esos  medios  en  instrumento 
para una mayor opresión del obrero… El sistema Taylor –sin que 
sus autores tengan noción de ello y contra su voluntad– prepara 
el momento en que el proletariado tomará en sus manos toda 
la  producción  social  y  designará  sus  propias  comisiones 
formadas por obreros para distribuir y ordenar acertadamente 
el trabajo de la sociedad en su conjunto. La gran producción, las 
máquinas,  los  ferrocarriles,  el  teléfono:  todo  esto  brinda  mil 
posibilidades para reducir a la cuarta parte el tiempo de trabajo 
de  los  obreros  organizados,  asegurándoles  un  nivel  de  vida 
cuatro veces mayor del que ahora conocen”  (Págs. 149‐150)  
107 
 
Marzo 1918  

“... la situación extremadamente crítica y aun desesperada, del 
país,  en  lo  que  se refiere  a  garantizar  aunque más  no  fuere  la 
subsistencia  de  la  mayoría  de  la  población,  protegerla  del 
hambre;  dicha  situación  económica  exige  perentoriamente 
resultados  prácticos  definidos…    la  tarea  del  día  consiste  en 
separar  rigurosamente  las  discusiones  y  los  mítines  del 
cumplimiento incondicional de todas las órdenes del dirigente”. 
(XXVII; Págs. 204 y 206) 

Enero 1920  

El problema de la organización y de la administración colectiva 
o unipersonal  

“En las discusiones que se producen en torno de esta cuestión, 
el  problema  se  plantea  en  el  plano  de  los  razonamientos 
abstractos, en los que se pone de manifiesto precisamente una 
preferencia por la dirección colectiva con respecto a la dirección 
unipersonal.  Pero  con  ello  nos  alejamos  mucho  de  las  tareas 
prácticas  actuales.  Esos  razonamientos  nos  trasladan  a  la 
primera  etapa  de  la  construcción  del  poder  soviético  que  ya 
hemos superado (????? FHA). Ha llegado la hora de pasar a un 
enfoque más práctico de la cuestión.  

La  dirección  colectiva,  como  forma  fundamental  de 


organización  de  la  administración  soviética,  es  algo 
rudimentario  e  indispensable  en  la  primera  fase,  es  decir, 
cuando  hay  que  empezar  a  construir.  Pero  al  crearse  formas 
más  o  menos  estables,  el  paso  al  trabajo  práctico  queda 
vinculado  a  la  dirección  unipersonal  como  sistema  (Énfasis 
108 
 
FHA)  que  asegura  ante  todo  una  mejor  utilización  de  la 
capacidad  humana  y  real,  y  un  control  efectivo,  no  verbal,  del 
trabajo.  

“La experiencia vivida por el poder soviético en el terreno de la 
organización  militar  no  puede  ser  considerada  como  una 
experiencia  aislada…  En  el  mejor  de  los  casos,  la  dirección 
colectiva implica un enorme gasto de fuerzas y no satisface la 
rapidez y la precisión del trabajo que exigen las condiciones de 
la  gran  industria  centralizada”  (XXX;  págs.  307‐308.  Énfasis 
FHA) 

“..en el momento de pasar de la guerra civil a las nuevas tareas, 
debemos  volcar  todo  en  el  frente  del  trabajo  y  concentrar  allí 
todas las fuerzas en máxima tensión, con una decisión militar, 
con una determinación implacable. Ahora no podemos tolerar 
ninguna  desviación…  (Énfasis  FHA),  así  creando  el  Ejército  del 
trabajo y poniendo en tensión todas las fuerzas de los obreros y 
campesinos,  cumpliremos  nuestra  tarea  fundamental”  (XXX; 
pág. 310) 

“Sólo  es  un  proletario  consciente  el  que  sabe  preparar  al 
especialista burgués para la campaña que se avecina  y el que 
no invierte un minuto de más en gastar la energía humana que 
siempre se derrocha en la dirección colegiada” (XXX; pág. 426. 
Énfasis FHA) 

“...  el  democratismo  socialista  soviético  no  está  en 


contradicción  en  absoluto  con  la  dirección  unipersonal  y  la 
dictadura, el problema de que la voluntad de clase la ejecuta a 
109 
 
veces  un  dictador,  que  en  ocasiones  hace  más  él  solo  y  con 
frecuencia es más necesario (??????? FHA)” (XXX; pág. 468) 

5) Conducción del Partido‐Estado como propietario de facto  

Primera etapa 

“Hoy  el  Estado  se  transformó  en  proletario.  La  clase  obrera 
pasó a ser la clase dominante en el Estado… Las cooperativas en 
la  sociedad  capitalista,  como  pequeñas  islas,  eran  tienduchas. 
Las cooperativas, cuando abarcan la sociedad entera, allí donde 
la  tierra  está  socializada  y  las  fábricas  nacionalizadas, 
constituyen el socialismo” (XXVII; págs. 209‐210) 

“Debemos comprender con toda claridad que la vanguardia (El 
Partido comunista   FHA) no puede por sí sola llevar a cabo el 
paso al comunismo. La tarea consiste en despertar la actividad 
revolucionaria de las masas trabajadoras, para que actúen por 
sí  mismas  y  se  organicen  cualquiera  sea  el  nivel  en  que  se 
encuentren,  para  traducir  la  auténtica  doctrina  comunista, 
concebida para los comunistas de los países más evolucionados, 
al lenguaje de todos los pueblos; para realizar la labor práctica, 
inmediata,  y  para  fundirse  en  una  lucha  común  con  los 
proletarios de otros países” (XXX; pág. 157. Diciembre 1919)  

 Segunda etapa 

“El estado obrero es una formulación teórica (Énfasis FHA). En 
primer  lugar,  tenemos  de  hecho  un  Estado  obrero  con  la 
particularidad  de  que  en  el  país  no  predomina  la  población 
obrera, sino la campesina; y en segundo lugar, un Estado obrero 
con una deformación burocrática” (XXXII; pág. 39) 
110 
 
“En  el  tránsito  al  socialismo  es  inevitable  la  dictadura  del 
proletariado,  pero  esta  dictadura  no  la  ejerce  la  organización 
que comprende a la totalidad de los obreros industriales (Los 
Sindicatos FHA. Énfasis FHA)… el partido, por así decirlo, recoge 
en su seno a la vanguardia del proletariado, y esta vanguardia 
ejerce  la  dictadura  del  proletariado.  Si  no  se  cuenta  con  una 
base como los sindicatos no se puede ejercer la dictadura, no se 
puede  cumplir  las  funciones  estatales…  no  se  puede  llevar  a 
cabo  la  dictadura  del  proletariado  a  través  de  la  organización 
que  engloba  la  totalidad  del  mismo,  pues  el  proletariado  está 
aún  tan  fraccionado,  tan  degradado,  tan  corrompido  en 
algunos  lugares  (precisamente  por  el  imperialismo  en  ciertos 
países)  no  sólo  en  Rusia,  uno  de  los  países  capitalistas  más 
atrasados, sino también en todos los demás países capitalistas, 
que  la  organización  integral  del  proletariado  no  puede  ejercer 
directamente  la  dictadura  de  éste.  Sólo  puede  ejercerla  la 
vanguardia  (El  Partido.  FHA),  que  concentra  en  sus  filas  la 
energía revolucionaria de la clase. Tenemos pues, algo así como 
una serie de engranajes; tal es el mecanismo de la base misma 
de  la  dictadura  del  proletariado,  de  la  esencia  del  tránsito  del 
capitalismo al comunismo” (XXXII; págs. 11‐12)  

“El  comunismo  dice:  la  vanguardia  del  proletariado,  el  partido 


comunista,  dirige  a  la  masa  de  obreros  sin  partido,  instruye, 
prepara,  enseña  y  educa  a  esta  masa  (“escuela  de 
comunismo”),  primero  a  los  obreros  y  después  a  los 
campesinos, para que pueda llegar y llegue a concentrar en sus 
manos la dirección de toda la economía nacional”. (XXXII; pág. 
41) 
111 
 
“La  clase  obrera  ejerce  en  Rusia  la  dictadura,  es  la  clase 
gobernante en un país en el que los obreros son minoría; pero 
justamente  porque  dirige  la  clase  obrera,  porque  el  obrero 
sufrió y soportó el peso de la explotación capitalista, justamente 
por eso, la clase obrera tiene asegurada la simpatía y el apoyo 
de toda la masa de campesinos trabajadores, de todos los que 
no viven del trabajo ajeno” (XXXII; pág. 110) ¿¿¿???  

‐ IV ‐ 

Algunas conclusiones 

Ahora  bien,  este  camino  de  construcción  de  la  sociedad 


socialista  pasando  por  el  interregno  del  capitalismo  de  Estado 
(NEP),  aun  reconociendo  todas  las  enormes  e  innegables 
limitaciones inmediatas de carácter económico, político y social 
que padecía la atrasada, acosada y arruinada Rusia durante esa 
época,  cumplía  todavía  con  las  condiciones  fundamentales  de 
las  sociedades  de  clase,  no  las  eliminaba  tal  como  eran 
presentadas y defendidas por Lenín y el PCUS, ni siquiera como 
“transición”:  1º)  organización  social  del  trabajo;  2º)  la  clase 
trabajadora  (los  productores);  3º)  las  relaciones  de  propiedad 
de  los  Mp  sociales;  4º)  El  Estado  y  su  poder  de  coacción  e 
imposición  a  la  sociedad;  5º)  El  Ejército  como  organización 
permanente  y  autonomizada  en  la  sociedad  responsable  de  la 
defensa  y  seguridad  del  Estado  en  cuestiones  internas  y 
externas;  6º)  Legalidad  jurídico‐constitucional  de  la  propiedad 
estatal  en  manos  del  PCUS  pero  definida  como  de  “toda  la 
sociedad”.    
112 
 
¿Cómo se estructuraban estas condiciones en 1921 en la Rusia 
soviética con la finalidad política consciente de establecer como 
fin  supremo  pasar  al  socialismo  y  de  éste  ir  hacia  el 
comunismo?  Lenín  y  el  PCUS  afirmaban  sin  sombras  de  dudas 
que en Rusia existía la “dictadura del proletariado”, basada en 
que  el  Estado  era  de  carácter  proletario,  sosteniendo  que  el 
proletariado  se  había  apoderado  del  mismo,  no  directamente 
sino bajo la  representación y conducción del PCUS que era lo 
más  avanzado  y  revolucionario  de  la  clase  obrera  rusa  (Esa 
minoría que según él mismo no podía implantar el socialismo; 
XXVII; pág. 129); además la burguesía había sido prácticamente 
eliminada  y  si  bien  la  NEP  permitía  una  “reanimación”  del 
capitalismo y por tanto de “resurgimiento” de la burguesía, su 
poder  era  ínfimo  y  el  proletariado,  partiendo  de  la  economía 
planificada por el Estado vigilaba los límites en los cuales debía 
moverse  y  comerciar  para  evitar  los  peligros  que  tal  situación 
“objetivamente” y peligrosamente planteaba a la Revolución.  

Por otra parte se enfatizaba  desde Partido‐Estado la perentoria 
necesidad  de  aumentar  la  disciplina  laboral  y  la  productividad 
del  trabajo  de  la  clase  asalariada  al  punto  de  restringir  los 
derechos  de  huelga  en  pro  de  un  rápido  crecimiento  de  las 
fuerzas  productivas  como  condición  sine  qua  non  para  el 
socialismo en construcción rodeado de enemigos acérrimos.  

En  diciembre  de  1921  escribía  Lenín  que  “...  el  Partido 
Comunista, el poder soviético y los sindicatos no deben olvidar 
nunca, ni ocultar a los obreros y a las masas trabajadoras, que 
utilizar la lucha huelguística en un Estado con un poder estatal 
proletario  se  explica  y  justifica  sólo  en  caso  de  deformación 
113 
 
burocrática  de  aquél,  en  caso  de  que  se  manifiesten 
reminiscencias  del pasado  capitalista  en  sus  instituciones; esto 
por un lado; por el otro, debido a la falta de desarrollo político y 
el atraso cultural de las masas trabajadoras”. (XXXIII; pág. 170) 
,  y    sostenía  enfáticamente    que  “...  es  necesario  saber  que  el 
objetivo de la NEP, lo principal y decisivo, a lo que se subordina 
todo  lo  demás,  consiste  en  vincular  la  nueva  economía,  que 
comenzamos  a  construir  (mal,  de  modo  muy  torpe,  pero  cuya 
edificación  hemos  emprendido  sobre  la  base  de  una  economía 
socialista del todo nueva, de una producción y una distribución 
de  nuevo  tipo),  y  la  economía  campesina,  de  la  que  viven 
millones y millones de campesinos”  (XXXIII; pág. 247)  

¡Economía  de  “nuevo  tipo”  “sobre  la  base  de  una  economía 
socialista  (¿?)  del  todo  nueva!”    ¡¿de  una  producción  y  una 
distribución  de  nuevo  tipo?!  Sin  embargo  en  el  epígrafe 
transcripto  decía  que  “...de  ningún  modo  las  nuevas  formas 
económicas puedan considerarse socialistas” (¿?) ¡Sin dudas lo 
afirmado  que  se  había  emprendido  “…sobre  la  base  de  una 
economía  socialista  del  todo  nueva,  una  producción  y  una 
distribución de nuevo tipo” no se compadecía con la realidad 
inmediata!  ¿Economía  socialista  de  nuevo  tipo  basada  en  la 
producción  y  distribución  de  nuevo  tipo?  ¿Cuál?  ¿Dónde? 
¿Cómo?  Si  era  así  ¿Por  qué  apelar  entonces  a  la  NEP  y  al 
capitalismo  de  Estado?  Son  frases,  argumentos  y  posiciones 
que desconciertan por la carencia de base real.   

De  esta  manera  en  consecuencia,  para  el  primer  punto  se  iba 
determinando  una  forma  “específica”  de  relación  entre  los 
trabajadores  rusos  y  los  medios  de  producción  (Mp),  que  se 
114 
 
explica por los siguientes puntos; a) la masa de productores la 
constituía  la  clase  obrera  “asalariada”,  objetivamente  des‐
pojada  de  los  Mp  aunque  se  proclamara  lo  contrario  por  las 
autoridades  gobernantes;  b)  se  estructuraba  una  economía 
entre  trabajadores  no  propietarios  dependientes  y  subor‐
dinados  de  hecho  al  propietario  único  que  era  el  Partido‐
Estado; c) el Estado adoptaba el carácter de organismo político‐
administrativo “autonomizado” de la sociedad y por encima de 
ella dictando sus políticas al conjunto y no como emanación de 
ella,  por  medio  de  una  masa  de  empleados,  “especialistas”, 
“técnicos”  burgueses  (y  hasta  zaristas)  que  se  señalaba  eran 
dueños  de  conocimientos  y  experiencias  de  gestión  de  los 
cuales  carecía  la  clase  obrera  a  la  que  le  demandaría  décadas 
alcanzar  a  dominarlos;    más  aún,  ese  Estado,  era  concebido 
como  “… complejo sistema de engranajes y no puede haber un 
sistema  simple,  pues,  no  se  puede  ejercer  la  dictadura  del 
proletariado  a  través  de  la  organización  que  lo  abarca  en  su 
totalidad.  No  se  puede  llevar  a  efecto  la  dictadura  sin  varias 
``correas de transmisión´´ que van de la vanguardia a las masas 
de  la  clase  avanzada  y  de  ésta  a  las  masas  trabajadoras.  En 
Rusia las masas trabajadoras son campesinas”. (XXXII, págs. 12‐
13).  

¿Adónde habían quedado las intenciones de que el proletariado 
debía acceder a la administración del estado y de las empresas 
estatales  que  hemos  leído  en  transcripciones  anteriores?      El 
propio Lenín advertía claramente que: “… el socialismo existirá 
cuando no haya clases, cuando todos los Mp se encuentren en 
manos  de  los  trabajadores.  En  nuestro  país  quedan  todavía 
clases;  su  supresión  requerirá  largos  años,  y  quien  prometa 
115 
 
hacerlo a corto plazo es un charlatán”. (XXXII; pág. 101. Énfasis 
FHA)  

Nadie debería engañarse, los hechos históricos mostrarían que 
no se trataba realmente de la dictadura del proletariado sobre 
la burguesía y los restos feudales que pudieran aún existir, sino 
dictadura “sobre” el proletariado, dictadura no de la burguesía 
sino  del  Partido‐Estado  “proletario”:  “En  el  tránsito  al 
socialismo es inevitable la dictadura del proletariado, pero esta 
dictadura  no  la  ejerce  la  organización  que  comprende  a  la 
totalidad  de  los  obreros  industriales”  (O.C.  XXXII;  pág.  11. 
Énfasis FHA). Pero con no menos énfasis debe decirse que una 
cosa era la dictadura “sobre” el proletariado bajo la conducción 
de Lenín, quien nunca olvidaba que el sujeto de la revolución y 
el  cambio  social  en  Rusia  eran  los  trabajadores  y    quienes 
siempre  debían  ser  tenidos  en  cuenta  como  tal,  por  eso  él 
afirmaba  en  diciembre  de  1920  “Nuestro  Estado  de  hoy  es  tal 
que el proletariado organizado en su totalidad debe defenderse, 
y  nosotros  debemos  utilizar  estas  organizaciones  obreras  para 
defender a los obreros frente a su Estado y para que los obreros 
defiendan  nuestro  Estado”  (XXXII;  pág.  16),  y  otra  cosa  fue 
luego  bajo  el  autoritarismo  desenfrenado,  revanchista  e 
inmisericorde  de  Stalin  a  partir  de  1928.    Como  se  puede 
advertir,  entonces,  Lenín  no  se  engañaba  ni  engañaba,  pero 
entonces    ¿Cómo  compatibilizar  estas  expresiones  con  la 
multitud  de  fragmentos  en  los  que  afirma  enfáticamente  lo 
opuesto?      

Finalmente  el  cuadro  se  completaba  con  la  erección  de  una 
Fuerza Militar profesionalizada y también autonomizada, en la 
116 
 
cual descansaba las decisiones de defensa y seguridad internas 
sin participación alguna de la población trabajadora (El Ejército 
Rojo).  El  pueblo  trabajador  entonces  no  estaba  armado  (en 
realidad fue mantenido “desarmado”) para esa tarea. Estas dos 
últimas  instituciones  (Estado  y  Fuerza  militar)  se  fueron 
aislando  de  tal  manera  en  la  sociedad  supuestamente 
“socialista  en  construcción”,  que  generaron  privilegios  y 
derechos económicos, políticos, laborales, ahondando cada vez 
más la separación entre pueblo y gobierno hasta tal punto que 
no se podía advertir cuál era el carácter socialista superador del 
capitalismo  cuando  lo  cotidiano  era  asalariados,  burocracia, 
autoritarismo,  ortodoxia,  dogmatismo,  represión,  inercia 
laboral, desinterés e hipocresía sociales.                

Lenín  y  el  PCUS  insistían  imperturbables,  a  pesar  de  lo  antes 


transcripto,  en  que  los  Mp  pertenecían  en  propiedad  a  los 
trabajadores,  y  éstos  eran  “dueños”  del  poder  del  Estado;  el 
poder de los explotadores había sido derrocado; lo decisivo era 
la clase trabajadora en alianza con el campesinado para que el 
camino  de  construcción  se  consolidara  por  medio  de  la  NEP. 
Luego  agregó  algo  no  tenido  en  cuenta  en  1921  y  1922:  las 
cooperativas  y  su  importancia  fundamental  para  acceder  a  la 
sociedad  socialista.  Esto  último  parece  mostrar  que  Lenín 
empezaba  a  advertir  “inconsistencias”  y/o  “defectos”  en  la 
política  de  construcción  tal  como  se  estaba  llevando  a  cabo 
bajo su conducción y su fundamentación, de manera tal que la 
Rusia  de  la  NEP  por  sí  sola,  aun  bajo  la  vigilancia  “proletaria”, 
no se transformaría en la Rusia socialista.  
117 
 
En  el  escrito  “Sobre  la  cooperación”  (Ver  Anexos)  señala 
aspectos  que  deberían  ser  tenidos  en  cuenta  y  que, 
manifiestamente, no se compadecen llanamente con sus ideas 
de los años mencionados:  

1º) “… la cooperación adquiere en nuestro país una importancia 
en verdad extraordinaria.”;  

2º) cooperación más NEP “… no es todavía la edificación de la 
sociedad  socialista,  pero  sí  todo  lo  imprescindible  y  suficiente 
para construirla”;  

3º)  “Al  pasar  a  la  NEP  nos  excedimos,  pero  no  porque  dimos 
demasiada  preeminencia  al  principio  de  la  industria  y  el 
comercio  libres,  sino  porque  olvidamos  la  importancia  de  la 
cooperación,  no  la  valoramos  como  corresponde,  dejamos  de 
pensar en su enorme significación en cuanto a los dos aspectos 
arriba indicados  (Mp en poder del Estado, y éste en manos del 
proletariado en alianza con el campesinado. FHA);  

4º)  “Se  debe  conceder  a  las  cooperativas  recursos  del  Estado, 


superiores aunque sea en pequeña medida a los que se otorgan 
a  las  empresas  privadas,  elevándolas  incluso  hasta  el  nivel  de 
los que se destinan a la industria pesada, etc.”;  

5º)  “Ahora debemos  comprender,  para  obrar en  consecuencia, 


que  el  régimen  social  al  que  hoy  debemos  prestar  un  apoyo 
extraordinario es el régimen cooperativo”;  

6º)  “…  la  cooperación  se  basa  en  una  serie  de  privilegios 
económicos,  financieros  y  bancarios;  en  esto  debe  consistir  el 
118 
 
apoyo  de  nuestro  Estado  socialista  al  nuevo  principio  según  el 
cual debe organizarse la población”.  

7º)  “Si  pudiéramos  organizar  en  cooperativas  a  toda  la 


población, podríamos decir que nos afirmamos con ambos pies 
en una base socialista”.  

Se  puede  apreciar  que  estas  ideas  y  razones  ya  no  eran 
exactamente iguales a las que vigorosamente defendía en 1921 
en contra de la oposición de izquierda, más aún, tienen todo el 
carácter  de  acercarse  mucho  a  ella  de  manera  general.  Cierto 
es  que  Lenín  no  precisa  cuál  era  el  tipo  de  cooperativas  a  las 
que se refería, dicho de otro modo, no dice que se trataran de 
empresas colectivas de producción, más bien parece que alude 
a  cooperativas  de  distribución,  pero  sí  deja  explícito  que 
debería haber tres formas fundamentales de propiedad de los 
medios  de  producción:  privadas  (resurgidas  en  la  NEP); 
estatales  y  cooperativas,  las  dos  últimas  rivalizando  con  las 
primeras y sometiéndolas al Estado proletario y socialista.  

Como  el  lector  puede  advertir,  las  dos  expresiones  más 


utilizadas  continuamente  por  Lenín,  medios  de  producción 
(Mp) en  propiedad  de  la  clase  obrera  y  Estado en  poder  de  la 
clase obrera, eran indudablemente falsas, no se correspondían 
para  nada  con  el  proceso  real  de  lo  que  se  estaba 
construyendo,  que  como  exponemos  arriba  el  propio  Lenín 
reconocía; sencillamente: los trabajadores no eran propietarios 
de los medios de producción y el Estado tampoco estaba en sus 
manos.  Lenín  y  el  PCUS  identificaban  al  Partido  con  la  clase 
toda  y  a  ésta  como  clase  dominante  “dueña”  del  Estado, 
cuando  en  realidad  la  clase  obrera  rusa  era  una  clase 
119 
 
“asalariada” despojada de propiedad y obligada coactivamente 
a  trabajar  y  elevar  la  productividad;  en  tanto  los  miembros 
superiores del PCUS y del Estado eran quienes, en lo inmediato, 
se  comportaban  como  propietarios  ejerciendo  la 
administración económica y política del capital estatal: era, en 
consecuencia,  una  variante  histórico‐específica  de 
acumulación  capitalista;  era  capitalismo  de  Estado  en  su 
versión más cruda y dura que, por supuesto, de socialismo no 
tenía  absolutamente  nada,  ni  tampoco  podía  (ni  puede)  ser 
considerado como “transición” hacia él.  

‐ V ‐ 

¿Qué se construyó en definitiva en la URSS? 

En consecuencia, los factores de “fundamento” como causa de 
la  mal  llamada  implosión  de  la  URSS  eran  estructurales:  el 
“modo  de  producción”  y  la  institución  “político‐militar”  del 
Ejército  como  instrumento  “profesional”  de  un  Estado 
propietario. Breve: la persistencia asalariada del trabajo como 
contracara  del  no‐trabajo  de  los  propietarios  estatales,  y  las 
FF.AA. “profesionales” como la cabal “muestra” de la población 
trabajadora “desarmada”, por tanto, sin condición alguna para 
“defender” supuestamente su “nueva” sociedad. Los medios de 
producción (Mp) separados, alejados, autonomizados, respecto 
del trabajador, concentrados en la nomenklatura estatal (PCUS‐
Estado)  como  propietarios‐administradores,  y  la  violencia  de 
clase  “autonomizada”  y  “concentrada”  como  Ejército  en  una 
élite de “especialistas” en Defensa y Seguridad constituyeron la 
verdadera estructura económico‐social clasista nada socialista.   
120 
 
Esto fue precisamente lo que se construyó en la ex – URSS. Una 
vez  expropiados  los  capitalistas  privados  y  suprimidos,  como 
hemos  dicho,  los  Mp  se  concentraron  en  manos  de  una 
fracción  de  la  sociedad  rusa  como  dueña  de  los  mismos 
(Partido)  y  al  mismo  tiempo  dueña  del  Estado  de  manera  tal 
que  se  produjo  entonces  de  facto  un  cambio  en  el  “tipo”  de 
propietario ante la masa de trabajadores rusos “asalariados” y 
aquellos  Mp  adoptaron  la  forma  de  capital  estatal  para  el 
planeamiento  centralizado  de  la  producción:  como  dice  Marx, 
la  separación,  el  mantenimiento  y  la  reproducción  se 
desarrollaban  siempre  en  una  escala  cada  vez  mayor, 
constituyendo  un  proceso  de  producción  basado  en  el  capital 
estatal  enfrentado  a  los  trabajadores  asalariados  bajo  la 
propiedad,  administración  y  gobierno  de  un  Partido‐Estado, 
repetimos,  funcionando  de  facto  como  propietarios,  esto  es, 
como  una  proto‐burguesía  “en  funciones”,  pero  a  la  que 
denominaban  (denominan  aún)  “socialismo”,  expresión 
disparatada  por  su  incongruencia  esquizofrénica  con  lo  que 
realmente estaban (están: Cuba; Viet‐Nam; China) haciendo. Si 
resumimos  a  F.  Engels  en  una  perífrasis,  hay  que  decir 
tajantemente  que  una  minoría  dominante  (Terratenientes  y 
burguesía)  fue  derribada  y  otra  minoría  (PCUS)  empuñó  en  su 
lugar  el  timón  del  Estado  y  amoldaba  a  sus  intereses  las 
instituciones estatales bajo la falsa consigna de que se trataba 
de un nuevo Estado, de un Estado “socialista”. (F. Engels; Obras 
Escogidas  en  dos  tomos;  Editorial  Progreso;  Moscú;  I;  1966; 
pág. 109. Prólogo a Las luchas de clases en Francia de K. Marx).  

De  este  modo  la  relación  antagónica  que  bajo  el  capitalismo 
privado  se  da  entre  trabajadores  y  capitalistas,  continúa  en  la 
121 
 
forma  de  trabajadores  asalariados  y  la  cúspide  dirigente  del 
Partido Comunista (Secretario General + Comité Central) más la 
fracción  de  administradores‐planificadores  estatales,  con  lo 
cual la antítesis entre trabajo y capital, como hemos dicho, no 
se  eliminaba,  sólo  mostraba  un  cambio  formal;  el  trabajo 
asalariado  como  tal  seguía  presuponiendo  el  capital  como  su 
contrafigura.  

En  las  condiciones  del  dominio  capitalista  “tradicional”  de  la 


economía,  la  pretensión  de  “Hacer  que  subsista  el  trabajo 
asalariado  y  al  mismo  tiempo,  abolir  el  capital,  es  una 
reivindicación  que  se  contradice  y  se  disuelve  a  sí  misma”.  (K. 
Marx; Grundrisse I; Siglo XXI Editores; 1971; pág. 249). ¿Por qué 
es  una  contradicción  que  “se  contradice  y  se  disuelve  a  sí 
misma”?  Pues  porque  en  las  condiciones  del  capital  que 
subordina  a  los  trabajadores  como  asalariados  hace  que  su 
existencia  dependa  absolutamente  de  éstos,  por  lo  tanto  si 
queda  abolido  el  capital,  para  Marx,  los  trabajadores  dejarían 
de  ser  “asalariados”  y  pasarían  a  transformarse  en 
“propietarios”  de  las  condiciones  objetivas  del  proceso  de 
producción (Medios de producción) haciéndolos funcionar bajo 
sus  propios  fines  en  condiciones  de  trabajadores  “asociados”. 
Dicho  de  otra  manera,  abolir  el  capital  en  los  términos  de  su 
teoría, implica que queda eliminado el trabajo asalariado.  

Ahora bien la historia de las sociedades suele poner patas para 
arriba  muchas  verdades  consideradas  inapelables.  La 
experiencia iniciada y desarrollada por la revolución de octubre 
de  1917  planteó  una  tan  “nueva”  situación  de  la  relación 
trabajo  asalariado/capital  que  hasta  hoy  se  resiste  a  ser 
122 
 
comprendida  cabalmente  por  quienes  se  reclaman  ser 
marxistas,  anticapitalistas,  revolucionarios,  partidos 
comunistas, etc.  

No es que lo manifestado por Marx sea erróneo o haya “pasado 
a  ser  historia”,  de  ningún  modo,  la  potencia  de  lo  que  dice  se 
muestra  categóricamente  pero  de  una  manera  impensada.  Lo 
construido en la URSS mostró la eliminación de los capitalistas 
como clase dominante pero manteniendo el trabajo asalariado, 
con  lo  cual  se  daba  como  supuesto  la  “separación  de  los 
trabajadores  asalariados  respecto  de  la  propiedad  de  los 
medios de producción”, que es precisamente la clave y base del 
mantenimiento  del  capital  sobre  el  trabajo;  esa  relación  es  la 
que “creó” en Rusia una clase de propietarios no capitalistas en 
el  sentido  privado,  pero  sí  de  un  Partido‐Estado  propietario 
(élite  de  Estado)  con  sus  administradores  dirigiendo,  dando 
órdenes a los trabajadores, cumpliendo, más bien tratando de 
cumplir, con planes por “fuera” del interés de los trabajadores, 
fijando  jornada  laboral,  productividad,  premios  y  multas,  etc. 
esta  fracción  de  la  sociedad  rusa  constituía,  pues,  la  proto‐
burguesía de facto que también hemos mencionado. No podía 
comportarse,  jurídicamente  y  económicamente,  como 
propietaria  privada  porque  todos  los  Mp  eran  propiedad 
estatal, propiedad que se la etiquetaba de “propiedad social de 
los  trabajadores”  y  que  éstos  eran  la  clase  dominante  del 
Estado:  lo  cual  era  en  rigor  todo  un  discurso  ideológico  que 
negaba lo real y justificaba una comprensión inadecuada entre 
lo que se hacía y lo que se decía que se estaba haciendo.  
123 
 
Entonces,  lo  importante  para  estar  en  condiciones  de 
comprender  lo  que  fue  la  URSS,  es  advertir  críticamente  la 
forma  económica  específica  mediante  la  cual  se  le  extraía  el 
plustrabajo  impago  al  productor  directo  (trabajador),  que 
determinaba, finalmente, un tipo de  relación de subordinación 
al  Estado  y  de  dominación  de  éste,  tal  como  surgían 
directamente  de  la  propia  relación  de  producción  establecida. 
Dicho de otro modo: en la URSS el “modo” de explotación del 
trabajo  por  el  capital  mediado  por  el  salario  no  sólo 
permaneció  sino  que  se  expandió,  de  manera  tal  que  su 
economía  poseía  el  modo  de  producción  y  explotación  del 
capital sin capitalistas privados, lo cual determinaba el “tipo” 
de ingresos resultante: salarios y ganancias (“rendimiento”) de 
las  empresas  estatales  que  no  eran  simples  formas 
autonomizadas  de  la  distribución,  sino  en  rigor  formas 
determinadas  por  la  producción  estatal  construida.  Leamos  a 
Marx: “…las relaciones de distribución no son otra cosa más que 
las relaciones de producción, sub alia specie (bajo otra forma)” 
(Théories sur la Plusvalue; Editions Sociales; París; III; págs. 59 y 
95). Y, para mayor comprensión del tema, agreguemos lo que el 
mismo  Marx  decía:  “En  general,  la  forma  del  cambio  de  los 
productos  corresponde a  la  forma de  la producción.  Modificad 
esta  última  y,  como  consecuencia,  se  modificará  la  primera”. 
(Marx; Miseria de la Filosofía; Siglo XXI; pág. 58).  

Es éste “el secreto más íntimo, el fundamento oculto de toda 
la  estructura  social”  creada  en  Rusia,  o  sea  el  “modo  de 
producción”  basado  en  la  extracción  de  plustrabajo,  que  era 
exactamente  idéntico  al  capitalismo,  el  que  “en  virtud  de 
diferentes  circunstancias  empíricas”  presentaba  una  variedad 
124 
 
en  su  manifestación:  capital  de  Estado,  PCUS,  burocracia  de 
planeación  y  de  administración,  eliminación  de  propiedad 
privada,  etc.  En  la  ex‐URSS  ¡nunca  se  modificó  la  forma  (el 
“modo”)  de  producción!  Que  el  Partido‐Estado  hubiera 
suplantado a la burguesía privada no alteraba la estructura del 
estamento  burocrático  (Nomenklatura)  como  propietario‐
administrador  y  no  que  lo  fuera  la  clase  trabajadora  rusa.  La 
persistencia del trabajo asalariado y la propiedad estatal de los 
medios  de  producción.  dejaban  intactas  las  leyes  de  la 
sociedad burguesa capitalista.   

Y  es  precisamente  Marx  quien  fundamenta  y  enseña 


anticipadamente  sobre  la  comprensión  teórica  de  lo  que  sería 
la  URSS,  casi  como  una  profecía:  “La  forma  económica 
específica  en  la  que  se  le  extrae  el  plustrabajo  impago  al 
productor  directo  determina  la  relación  de  dominación  y 
servidumbre,  tal  como  ésta  surge  directamente  de  la  propia 
producción  y  a  su  vez  reacciona  en  forma  determinante  sobre 
ella…  En  todos  los  casos  es  la  relación  directa  entre  los 
propietarios  de  las  condiciones  de  producción  y  los 
productores  directos  (relación  ésta  cuya  forma  eventual 
siempre  corresponde  naturalmente  a  determinada  fase  de 
desarrollo  del  modo  de  trabajo  y,  por  ende,  a  su  fuerza 
productiva social) donde encontraremos el secreto más íntimo, 
el  fundamento  oculto  de  toda  la  estructura  social,  y  por 
consiguiente  también  de  la  forma  política  que  presenta  la 
relación  de  soberanía  y  dependencia,  en  suma,  de  la  forma 
específica del estado existente en cada caso. Esto no impide que 
la  misma  base  económica  –  la  misma  con  arreglo  a  las 
condiciones  principales  –,  en  virtud  de  incontables  diferentes 
125 
 
circunstancias  empíricas,  condiciones  naturales,  relaciones 
raciales,  influencias  históricas  operantes  desde  el  exterior,  etc. 
pueda  presentar  infinitas  variaciones  y  matices  en  sus 
manifestaciones, las que sólo resultan comprensibles mediante 
el  análisis  de  estas  circunstancias  empíricamente  dadas”  (K. 
Marx; El Capital; Siglo XXI Editores; 1981; III; pág. 1007. Énfasis 
FHA)  

De  manera  que,  desde  este  planteo  teórico  materialista,  la 


URSS  no  fue  otra  cosa  que  una  “variación”  socio‐económica 
“empíricamente  comprobable”,  repetimos,  de  la  estructura 
capitalista  de  explotación  del  trabajo;  capitalismo  de  Estado 
en  definitiva.  De  allí  que  sea  inexacto  afirmar  que  la  URSS 
“involucionó”  del  socialismo  al  capitalismo,  lo  que  ocurrió  fue 
que  se  “desplazó”  de  un  tipo  de  capitalismo  (estatal)  a  otro 
(privado‐monopólico).   

Entonces,  insistimos  hasta  el  cansancio:  es  la  estructura  del 


proceso  de  producción  la  que  determina  inexorablemente  las 
relaciones  del  proceso  de  intercambio  (circulación)  de  lo 
producido en las sociedades. ¿Hubo tal cambio en la ex – URSS 
respecto  del  proceso  capitalista  de  producción  e  intercambio, 
de modo tal que pudiera haber sido diferenciado radicalmente 
como  “otro”  modo  de  producción  e  intercambio  no  sólo 
distinto sino opuesto al del capital y la explotación del trabajo 
asalariado?  ¡No!  No  lo  hubo,  ni  lo  podía  haber  ¿por  qué? 
Sencillamente  porque  aquella  estructura  del  proceso  de 
producción y de intercambio era la del capital: trabajadores no 
propietarios  (asalariados)  productores  de  la  riqueza  social 
126 
 
apropiada por no‐trabajadores propietarios PCUS‐Estado de los 
medios de producción (capital estatal).  

Los  trabajadores  rusos  producían  mercancías bajo  la  égida  del 


capital  estatal  planeación  mediante;  producían  mercancías 
“capitalistas estatales”. El intercambio estaba determinado por 
este  fundamento  estructural:  los  trabajadores  consumían  su 
salario (trabajadores manuales y de administración‐planeación) 
y  las  empresas  ingresaban  el  excedente  como  “rendimiento 
económico” de las empresas estatales. El intercambio se hacía 
como distribución de ingresos e inversión en capital constante. 
De forma que el modo de producción del capital bajo la URSS 
no había cambiado respecto del capital privado, había habido sí 
una  modificación  de  las  relaciones  jurídicas,  de  los  sectores 
sociales  en  el  proceso,  pero  jamás  se  modificó  el  proceso  de 
exacción del trabajo asalariado.  

Más  aún,  y  de  manera  contundente,  los  responsables 


intelectuales,  políticos  y  económicos  de  la  URSS  “en 
construcción”,  mostraban  (¡muestran  aún  en  las  experiencias 
existentes!)  no  entender  que  cuando  el  dinero  se  entrega  a 
cambio  de  la  compra  de  Ft  (salario)  como  mercancía,  actúa 
objetivamente  como  dinero  transformado  en  capital  dada  la 
estructura  socio‐económica  que  la  sostiene,  esto  es, 
trabajadores sin propiedad de Mp y propietarios apropiadores 
de  la  valorización  de  ese  dinero.  No  terminan  de  comprender 
que  el  capital  no  se  compone  de  “cosas”  sino  que  es  una 
“relación social de producción”; capital privado y capital estatal 
es  una  diferenciación  interna  pero  ninguna  oposición 
antagónica correspondiente a sociedades opuestas.      
127 
 
¿Qué  otra  conclusión  importante  o  deducción  decisiva  se 
desprende  de  lo  anterior?  Pues  que  la  planeación  estatal 
centralizada  de  la  economía  sin  burguesía  pero  con 
mantenimiento  y  expansión  del  trabajo  asalariado  no  es 
ninguna  característica  determinante  de  oposición  entre 
capitalismo y socialismo; dicho de otra manera: la planeación 
económica  soviética  no  fue  ni  puede  ser  identificada  como 
sinónimo  efectivo  de  “sociedad  socialista”  opuesta  a  la 
sociedad  burguesa  capitalista;  ni  que  hubiera  vigencia  de  una 
supuesta “ley” de acumulación socialista originaria; fue y es una 
variante  capitalista  nueva,  razón  por  la  cual  no  puede  ni  debe 
aceptarse que se “derrumbó” el socialismo, que “implosionó” la 
sociedad  socialista  o  que  lo  ocurrido  es  igual  a  evidente 
“fracaso” del socialismo. ¡¡Jamás hubo socialismo!! ni siquiera 
elementos que permitieran hablar de “transición al socialismo”, 
y  no  lo  hay  tampoco  en  aquellos  países  que  aún  persisten 
tozudamente y erróneamente en autoproclamarse como tal, el 
animismo  fetichista  del  capital  dominaba  (domina  aún)  a 
quienes creían que estaban construyendo el socialismo.  

Aunque  nuestros  argumentos  difieren  de  los  de  Moshé  Lewin 


para  fundamentar  la  inexistencia  de  socialismo  en  la  URSS,  él 
había advertido con penetración tal hecho equívoco y señalado 
en  El  Socialismo  Soviético,  que  no  era  teóricamente  correcto 
confundir  “socialización”  con  “nacionalización‐estatización”  y 
decía  que:  "Si  algún  día  emergiera  una  economía  de  mercado 
estable  en  la  ex−URSS,  podríamos  concluir  que  el  papel  del 
período soviético  ha  consistido en realizar  aquello  en  lo que el 
capitalismo  ruso  fracasó  de  partida:  hacer  nacer  una  sociedad 
industrial, urbana y educada, capaz de integrarse de verdad en 
128 
 
el sistema económico actual. Esto marcaría el cierre de un ciclo 
y  no  la  apertura  de  una  nueva  época  en  la  historia  de  la 
humanidad".  

Con  significativa  agudeza  escribía  también  en  esa  obra, 


"Aunque  tenemos  algunas  dificultades  en  caracterizar  el 
sistema soviético, no tenemos en cambio ninguna duda sobre lo 
que  era  y  lo  que  no  podía  ser.  Por  eso  los  slogans  que  han 
proliferado  (aunque  hoy  se  vuelven  más  discretos)  afirmando 
que el hundimiento de la Unión Soviética habría significado “la 
muerte  del  socialismo  y  del  marxismo”,  no  son  más  que 
ideología  “pura”  y  sólo  pueden  inducir  a  error.  El  socialismo, 
como  ideal  que  pretende  más  democracia  y  una  ética  social 
exigente,  nunca  ha  existido  como  sistema  en  ningún  sitio.  El 
sistema  soviético,  un  sistema  más  bien  atrasado,  no 
presentaba  ninguna  de  las  características  del  socialismo.  El 
régimen  que  se  hacía  llamar  soviético,  y  hasta  comunista, 
pertenece  a  la  clase  de  formaciones  sociales  que  combinan 
“subdesarrollo”  y  “estatismo”,  es  un  caso  particular  de  poder 
burocrático". (Énfasis FHA).  

La  conclusión  a  la  que  arriba  M.  L.  muestra  que  no  alcanzaba 
una  clara  comprensión  teórica:  la  URSS  no  era  “un  caso 
particular de poder burocrático”, era una forma “específica” de 
capitalismo tutelada por el Estado, en manos éste de una élite 
despegada  de  la  sociedad  trabajadora,  era  un  ¡capitalismo  de 
Estado! que nada que ver tenía con socialismo alguno tal como 
ya  lo  había  demostrado  Raya  Dunayeskaya  hacia  fines  de  la 
década del 30 y comienzos del 40 de manera irrefutable.    
129 
 
Pero ¡¡Atención!! Que la planificación puesta en práctica en la 
URSS no fuera sinónimo directo e inmediato de socialismo, no 
significa  en  ninguna  instancia  cuestionar  la  planeación  de  los 
recursos  sociales  por  parte  de  los  trabajadores  asociados:  en 
estas  últimas  condiciones,  habiendo  cambiado  el  “modo”  de 
producción,  la  planeación  es  una  necesidad  y  un  resultado 
superior al capitalismo de libre competencia, al capitalismo de 
la  rivalidad  monopólica‐financiera,  pero  también  a  la 
planificación  centralizada  autoritaria  del  capitalismo  estatal 
soviético.  

En  consecuencia,  lo  que  llevó  adelante  Stalin,  luego  de  la 
muerte  de  Lenín,  estaba  ya,  en  su  génesis,  estructurado  de 
hecho  como  un  modo  de  producción  del  capital:  trabajadores 
asalariados  sin  propiedad  versus  propietarios  no‐trabajadores 
(Partido‐Estado), lo que éste hizo fue poner en práctica medios 
bárbaros para salir de la barbarie asiática‐feudal, cosa ésta que 
ya  había  sido  planteada  por  Lenín  mismo  cuando  sin  tapujos 
decía que no había que detenerse “…ante métodos bárbaros de 
lucha  contra  la  barbarie”.  (O.C.  Editorial  Cartago;  tomo  XXVII, 
pág. 333).  

Lo  que  debe  señalarse  respecto  de  esta  situación  consiste  en 
que aún si el PCUS, sus dirigentes más conspicuos, no hubieran 
apelado  a  todos  los  procedimientos  autoritarios,  dogmáticos, 
persecutorios,  burocráticos  y  privilegios,  el  resultado  final  no 
habría diferido de lo sucedido en 1991 quizás por otros medios 
políticos  (Cuba  y  Viet‐Nam  son  ejemplos  actuales);  dada  la 
estructura económico‐social, el modo de producción del capital 
estatal,  determinaba  que  lo  construido  no  era  socialismo:  en 
130 
 
rigor,  gobierno  y  sociedad  padecían  de  una  “aberración 
mental” (no aberración óptica o astronómica) producto de una 
aberración  real:  la  de  que  “eso”  era  altisonantemente 
difundido  como  socialismo.  Marx  habría  dicho  que  era  el 
fetichismo del capital estatal.  

El  marxismo  con  el  que  Partido  y  Estado  justificaban  y 


defendían  lo  que  hacían,  no  era  otra  cosa  que  una  vulgar 
ideología  animista‐fetichista  de  una  proto‐burguesía 
estructurada  como  burocracia  administrativa.  Por  esta  razón 
se  podría  afirmar  que  la  burocracia  partidista  y  estatal  no 
traicionó al pueblo ruso, ni al  socialismo: simplemente porque 
¡nunca  hubo  cimientos  socialistas!  de  una  nueva  sociedad  en 
construcción. Por supuesto que esto no quita responsabilidad a 
esa  misma  proto‐burguesía  burocratizada  de  haber  actuado 
como  actuó:  represiva  y  sanguinariamente  para  con  los 
trabajadores rusos y con los países que conformaron el “campo 
socialista” luego de la segunda guerra mundial invadiéndolos al 
menor  signo  de  “desviarse”  de  la  línea  ortodoxa  establecida,  
con  más  el  rasgo  lamentable  de  haberlo  hecho  en  nombre  y 
representación  de  un  supuesto  socialismo  “realmente 
existente” (¿?)   

Ahora estamos en condiciones de comprender, además, el por 
qué se caracterizaba de “socialista” lo que se hacía en la URSS: 
se  definía  como  “socialista”  en  la  Rusia  de  los  años  20  no  la 
transformación de las relaciones de producción hacia el cambio 
del  “modo”  de  producción,  es  decir  por  las  relaciones  reales 
socio‐económicas,  sino,  casi  exclusivamente,  por  una 
característica superestructural: ¡el Estado!, que como lo hemos 
131 
 
expuesto, se afirmaba sin derecho a discusión alguna, estaba en 
manos del proletariado y que los Mp principales constituían su 
“propiedad”, lo cual era completamente falso porque lo cierto 
era que se mantenía el trabajo asalariado separado de aquellos, 
tal como ha sido demostrado. De manera que no se apelaba a 
una  característica  estructural  materialista  para  definir  el 
socialismo sino a una estatal voluntarista. F. Engels, en carta a 
E.  Bernstein  del  12/03/1881,  se  mofaba  de  los  reformistas 
socialistas  quienes  creían  que,  sin  modificar  el  modo  de 
producción,  “…  el  Estado  es…  el  socialismo  ¡qué  hermoso 
socialismo!”.    

Y  esto  es  lo  que  cuajó  como  verdad  dogmática  desde  el 
Movimiento  Comunista  Internacional  (MCI):  en  países 
atrasados las Fp deben ser desarrolladas sí o sí para alcanzar a 
los países capitalistas más adelantados y esto se logra mediante 
políticas  de  estímulo  al  capital  y  a  la  burguesía  solo  que 
“sometido”  al  Partido‐Estado  y  sus  directivas.  Esto  es  una 
auténtica “esquizofrenia teórico‐práctica” que nada tiene que 
ver  con  Marx  y  una  supuesta  construcción  socialista  por  él 
teorizada.  

La  realidad de  los  hechos  históricos  han  mostrado  y  muestran 


que  este  “camino  transitorio”  es  una  verdadera  quimera,  un 
enorme  contrasentido;  que  no  hay,  ni  puede  haber, 
construcción del socialismo mediante el mantenimiento y, peor 
aún, el estímulo a las relaciones capitalistas como “medio” para 
“acelerar”  el  crecimiento  de  las  fuerzas  productivas  (Fp)  y  el 
acceso  a  la  sociedad  socialista;  por  este  “procedimiento”  no 
hay  derrocamiento  alguno  de  la  sociedad  del  capital  ¡por  el 
132 
 
contrario!  lo  que  se  hace  es  desarrollarlo  y  consolidarlo  por 
“nuevos”  mecanismos  pero  nunca  su  superación  y  supresión; 
esta situación no es ya tema de discusión, el proceso histórico‐
económico  lo  ha  demostrado  y  lo  demuestra  todavía, 
insistimos, en China, Viet‐Nam, Corea, Cuba, en estos países no 
hay  socialismo;  sí,  arengas,  proclamas,  discursos,  ensayos, 
textos,  los  hay  muchos,  demasiados,  en  los  que  se  afirma  y 
elogia lo que creen que es socialismo ¡sancta simplicitas! para 
decir lo menos.  

Los  partidos,  movimientos,  procesos  revolucionarios  de 


liberación  marxistas  deben  tomar  consciencia  profunda  y 
definitiva  de  la  enseñanza  que  ha  dejado  la  ex‐URSS  con  más 
los lamentables ejemplos dados por China, Viet‐Nam, Cuba: la 
transformación  en  propiedad  del  Estado  de  los  Mp  una  vez 
suprimida  la  propiedad  burguesa  y  la  burguesía  misma  pero 
manteniendo  el  trabajo  asalariado,  no  significa  que  se 
suprime  el  dominio  del  capital  sobre  las  fuerzas  productivas, 
en  particular,  sobre  la  clase  trabajadora;  lo  que  se  construye 
de esta forma es el dominio de un “tipo” de capital distinto del 
privado, pero capital al fin, es el ¡capital estatal! Nueva forma 
o  modalidad  de  acumulación  y  desarrollo  del  capital  sobre  la 
sociedad que llegado a un punto de su proceso exige, reclama e 
impone  la  libertad  de  intercambio  y  la  rivalidad  competitiva, 
esto es, la transformación del capital estatal en capital privado, 
o sea la libertad del capital para el capital y la “resurrección” de 
la clase burguesa, siendo ésta la verdad oculta del “socialismo 
de  mercado”  que  pedían  a  gritos  los  economistas  reformistas 
estilo Liberman y otros (E. Atlas; V. Nemchinov; I. Malyshev; V. 
Trapeznikov; L. Leontiev…).  
133 
 
Como confirmación sencilla, directa e irrefutable de lo anterior 
es  preciso  señalar  que  en  1965  el  Consejo  de  Ministros  de  la 
URSS,  aprobó  el  Estatuto  de  la  Empresa  Estatal de  producción 
socialista,  mediante  el  cual  se  oficializaba  la  Reforma 
Económica. En su Art. 1º) decía; “La empresa de producción es 
la  unidad  básica  de  la  economía  nacional  en  la  URSS.  Sus 
actividades  están  basadas  en  la  combinación  de  la 
administración  centralizada  con  la  independencia  económica  e 
iniciativa  de  la  empresa”.  Algunos  de  los  objetivos  de  la 
susodicha Reforma consistían en que: 

1º)  Los  precios  deben  actuar  como  señal  para  incrementar  la 
producción, las ganancias, primas y crédito. 

2º) Se debe desarrollar y consolidar la autonomía financiera de 
las empresas. 

3º)  Es  imprescindible  aumentar  la  productividad  del  trabajo 


(obreros y empleados)  

4º) Se suprimía el Consejo Superior de la Economía Nacional de 
la  URSS;  los  Consejos  de  Economía  de  las  Repúblicas  y  los 
Consejos de las Regiones.  

5º) Hay que superar la rutina e inercia en la toma de decisiones 
de las unidades. 

6º)  Se  introduce  la  ganancia  como  el  elemento  central  para 
juzgar  de  la  eficiencia  o  ineficiencia  de  la  gestión  de  las 
empresas. 
134 
 
7º) La vinculación con la planeación central permanece pero se 
flexibiliza  y  las  unidades  se  hacen  responsables  de  los 
resultados económicos y del rendimiento laboral. 

Todo  este  cuadro  de  “reformas”  no  hacía  sino  confirmar 


dramáticamente lo que sostenía Marx: que la competencia es la 
naturaleza  interna  del  capital,  ya  que  el  capital  existe  y  sólo 
puede  existir  como  multiplicidad  de  capitales  (Elementos 
fundamentales  etc…  (Grundrisse);  Siglo  XXI  Editores;  I;  1971; 
pág.  366;  y  II;  1972;  págs.  167;  285),  por  la  boca  y escritos  de 
estos  reformistas  como  por  las  decisiones  adoptadas  por  el 
PCUS,  hablaba  el  capital  privado  (La  protoburguesía)  con  sus 
exigencias  objetivas,  pero  economistas  y  políticos  afirmaban 
que  tales  cambios  en  la  política  económica  mejoraban…  ¡el 
“socialismo”!  Los  sucesos  acaecidos  en  la  República 
Democrática Alemana (Alemania oriental) en 1989 y en la Rusia 
soviética  en  1991  significaron  la  verificación  de lo  que  ha  sido 
expuesto aquí.    

Como  colofón  cabe  preguntarse  ¿Qué  podría  ¡y  debería! 


pensarse  de  alguien  que,  en  la  etapa  de  transición  del 
feudalismo  al  capitalismo  en  el  occidente  europeo,  hubiera 
dicho  completamente  convencido  que  para  “acelerar”  el 
desarrollo de las Fp había que facilitar e incentivar la iniciativa 
de  la  nobleza  terrateniente  concediéndole  más  tierras  y  más 
siervos,  más  esclavos,  solo  que  bajo  la  directa  vigilancia  del 
Estado  que  gobierna  en  “nombre  y  representación”  de  los 
siervos  y  de  los  esclavos?  Lo  más  probable  hubiera  sido  que 
fuera  tachado  como  un  imbécil  redomado;  pues  bien  esto 
mismo  es  lo  que  ocurre  con  la  “transición”  del  capitalismo  al 
135 
 
socialismo  cuando  se  pretende  argumentar  “seriamente”  que 
las famosas Fp sólo son patrimonio de la burguesía puesto que 
sabe cómo hacerlo, manteniendo la masa de trabajadores en su 
condición  de  asalariada  por  parte  de  un  Estado  que  dice 
gobernar en su nombre ¿no es esto una atroz imbecilidad?  

‐ VI ‐ 

Marx – Engels y el socialismo 

Consideramos  que  no  estará  demás  apoyarnos  en  Marx  y 


Engels para alcanzar una mayor y mejor comprensión del tema 
bajo tratamiento.  

Marx  y  Engels  habían  teorizado  en  profundidad  la  relación  de 


explotación del trabajo asalariado por el capital: la expropiación 
de los expropiadores significaba no sólo quitar la propiedad de 
los  capitalistas  sino  la  transformación  de  los  trabajadores 
asalariados  en  trabajadores  propietarios  de  sus  propias 
condiciones de producción, o sea directamente en productores, 
por tanto era la eliminación del trabajo asalariado como sostén 
del  capital  y  su  clase  explotadora,  ya  que  la  existencia  del 
capital  reside  en  el  trabajo  como  trabajo  asalariado.  No  hay 
uno  sin  el  otro  y  su  antagonismo  irreductible.  Para  ellos 
siempre  se  trató  de  un  proceso  de  cambio  en  el  “modo”  de 
producción  para  lo  cual  el  socialismo  constituía  su  etapa 
primera  al  disponer  la  eyección  de  los  obstáculos  que  la 
burguesía y el capital oponen ferozmente al mismo pero que no 
es  aún  desaparición  de  las  categorías  mercantiles  (valor,  valor 
de cambio, mercancía, mercados, división del trabajo, etc.) que 
sólo  desaparecerán  en  el  modo  de  producción  asociado 
136 
 
(sinónimo de comunismo) en el que la humanidad recupere la 
unidad del trabajo con los Mp en su condición de tales y no de 
capital,  que  le  permitan  un  “metabolismo”  de  conexión  y 
preservación  con  la  naturaleza.  De  manera  que  mientras  haya 
trabajo  asalariado  los  Mp  adoptarán  la  figura  de  capital  en 
manos  de  una  minoría  que  dispondrá  de  ellos  como  de  su 
propiedad  sea  la  burguesía,  sea  una  burocracia  partidaria 
(PCUS) y estatal.  

La fundamentación teórica de lo anterior se puede encontrarla 
en  casi  todas  las  obras  científicas  de  Marx  que  se  inician  con 
“Trabajo  asalariado  y  capital”  (1847);  el  “Manifiesto 
Comunista”  (1848);  “Contribución  a  la  crítica  de  la  Economía 
Política”  (1859),  que  prosigue  en  El  Capital  y  en  el  manuscrito 
de las hoy conocida Teorías sobre el Plusvalor como Libro IV. He 
aquí unos breves fragmentos de estas dos últimas obras.  

“El capital como valor que se valoriza no sólo implica relaciones 
de  clase,  determinado  carácter  social  que  se  basa  en  la 
existencia  del  trabajo  como  trabajo  asalariado”.  (K.  Marx;  El 
Capital;  Siglo  XXI  Editores;  Libro  II;  4;  pág.  123).  De  modo  que 
claramente  escrito:  el  capital  se  basa  en  la  existencia  del 
trabajo como trabajo asalariado.  

“Resulta claro que el capital presupone el trabajo como trabajo 
asalariado” (K. Marx; El Capital; Libro III; 8; pág. 1049)  

“El  Capital  son  los  medios  de  producción  transformados  en 


capital…  son  los  medios  de  producción  monopolizados  por 
determinada  parte  de  la  sociedad,  los  productos  y  las 
condiciones  de  actividad  de  la  fuerza  de  viva  trabajo 
137 
 
autonomizados  precisamente  frente  a  dicha  fuerza  de  trabajo, 
que  se  personifican  en  el  capital  por  obra  de  ese  mismo 
antagonismo”. (K.M. El Capital; Libro III; 8; pág. 1038)  

Y  en  las  Teorías  sobre  el  Plusvalor  se  puede  leer  que:  “Las 
condiciones de trabajo se convierten en capital en la medida en 
que, ante el trabajador, funcionan como su no‐propiedad y, en 
consecuencia,  como  propiedad  ajena.  Pero  en  tanto  que  tales, 
sólo funcionan en oposición al trabajo. Es la existencia de estas 
condiciones  en  su  oposición  al  trabajo  que  convierte  a  su 
propietario en un capitalista y de esas condiciones de trabajo, 
que  él  posee,  un  capital”.  (K.M.  Théories;  tomo  III;  pág.  544. 
FCE; 14; págs. 408‐409. Énfasis Marx)  

Esta  clara  y  terminante  concepción  sobre  la  que  se  asienta  el 
pensamiento teórico de Marx y que estructura el análisis de El 
Capital,  jamás  fue  tenida  en  cuenta  por  los  más  grandes 
pensadores  marxistas,  tampoco  por  MCI  (Movimiento 
Comunista Internacional) ni por los partidos que lo constituían. 
Hasta  se  podría  hacer  una  paráfrasis  del  último  fragmento  sin 
que  se  altere  su  fundamento  diciendo  que:  “…  fueron  la 
existencia de esas condiciones en su oposición al trabajo de la 
clase obrera rusa lo que convirtió a su propietario, el Partido‐
Estado, en capitalista y de tales condiciones de trabajo, a los 
Mp en capital estatal”.  

Podríamos  rematar  lo  antes  expuesto  con  una  notable  y 


penetrante anticipación de Engels perfectamente aplicable a lo 
que sucedería con la URSS, que expone en el Anti‐Dühring. En la 
Sección Tercera – Socialismo, apartado II – Cuestiones Teóricas, 
se puede leer lo siguiente: “El Estado moderno, cualquiera que 
138 
 
fuera  su  forma,  es  una  máquina  esencialmente  capitalista,  un 
Estado de los capitalistas: el capitalista total ideal. Cuantas más 
fuerzas  productivas  posea  como  propias,  tanto  más  se  hace 
capitalista total, y tantos más ciudadanos explota. Los obreros 
siguen  siendo  asalariados,  proletarios.  No  se  supera  la 
relación capitalista, sino que, más bien, se exacerba” (Editorial 
Grijalbo; 1964; pág. 276. Énfasis FHA). 

Y más aún. Refutando a Dühring en relación con el tema de la 
división del trabajo entre ciudad y campo, escribe Engels como 
una  crítica  irrefutable  antes  de  tiempo  de  lo  que  se  puso  en 
práctica en la URSS como socialismo: “Y ahora consideremos la 
infantil  idea  del  señor  Dühring  de  que  la  sociedad  (El  Estado 
FHA)  puede  tomar  posesión  de  la  totalidad  de  los  medios  de 
producción sin cambiar radicalmente el viejo modo de producir 
(Mediante el trabajo asalariado. Énfasis FHA), y, ante todo, sin 
suprimir la vieja división del trabajo”. (Ibídem, pág. 294) 

¿Acaso  no  fue  exactamente  esto  lo  “construido”  en  la  URSS? 
¿Cuál  socialismo?  Fue  verdaderamente  tal  como  lo  defendía 
Lenín  y  Stalin  lo  continuó  un  ¡capitalismo  de  Estado!  No 
alemán sino ruso, tampoco como resultado de la NEP sino por 
una centralización estatal completa de los recursos eliminando 
aquella pero sin suprimir la relación trabajo asalariado/capital, 
reemplazando  de  facto  a  la  burguesía  privada  por  el  Partido 
como  propietario  y  los  planificadores,  administradores  y 
directores de las empresas como poseedores al mando de ellas 
y dando órdenes a la clase asalariada rusa.  

Y  si  se  quisiera  insistir  un  tanto  fatigosamente,  veamos  lo 


siguiente:  
139 
 
 “… los obreros se aglomeran como obreros asalariados, es decir 
como  obreros  forzados  a  vender  su  fuerza  de  trabajo,  porque 
sus condiciones de trabajo los enfrentan de manera autónoma 
como propiedades ajenas, en tanto que potencia ajena, lo que 
implica  que  tales  condiciones  de  trabajo  los  enfrentan  como 
capital; que se presenta igualmente de la manera siguiente: los 
medios  de  subsistencia  y  los  medios  de  trabajo  o,  lo  que  es  lo 
mismo, la posibilidad de disponer de ellos por medio del dinero, 
se  encuentra  en  las  manos  de  los  propietarios  del  dinero  o  de 
las  mercancías  individuales  que,  por  esto,  se  convierten  en 
capitalistas. Para los obreros, la pérdida de sus condiciones de 
trabajo  se  presenta  como  la  autonomización  de  éstas  como 
capital o como posibilidad de los capitalistas de disponer de las 
mismas”. (K. Marx; Théories sur la Plusvalue, Editions Sociales; 
III; París pág. 317; Teorías sobre la Plusvalía; FCE; 14; pág. 241) 

Una vez que las condiciones de trabajo (Mp) se presentan bajo 
la forma de capital y sus propietarios como capitalistas ante los 
trabajadores separados de los mismos y obligados a trabajar no 
para  sí  sino  para  aquellos  “…  el  mantenimiento  y  la 
reproducción  de  la  separación  se  desarrollan  en  una  escala 
siempre  creciente,  sobre  la  base  del  modo  de  producción 
capitalista hasta que se produzca el derrocamiento histórico.  

No es la posesión de dinero lo que convierte en capitalista a un 
capitalista.  Para  transformar  el  dinero  en  capital  es  necesario 
que existan las condiciones previas de la producción capitalista: 
su primera condición histórica es la de la separación de la cual 
hablamos  antes.  En  el  cuadro  de  la  producción  capitalista 
misma,  esta  separación,  en  consecuencia  la  existencia  de  las 
140 
 
condiciones de trabajo como capital, está dada; es la base de la 
producción  que  se  reproduce  y  se  amplía  continuamente” 
(Ibídem; p. 318; FCE; pág. 242).  

  

  

  

  

  

  

 
 

 
ANEXOS 
143 

SOBRE LA COOPERACIÓN [1]

I
Me parece que no se presta atención suficiente al movimiento 
cooperativo en nuestro país. No todos comprenden que ahora, 
a partir de la Revolución de Octubre, y a pesar de la NEP (por el 
contrario,  en  este  sentido  habría  que  decir:  gracias  a  la  NEP), 
nuestro movimiento cooperativo adquiere en nuestro país una 
importancia verdaderamente extraoprdinaria. En los sueños de 
los  viejos  cooperativistas  hay  mucha  fantasía;  tanta,  que  a 
menudo  resultan  cómicos.  ¿En  qué  consiste  esta  fantasía?  En 
que  la  gente  no  comprende  la  significación  fundamental, 
esencial, de la lucha política de la clase obrera por derrocar la 
dominación de los explotadores. Nosotros hemos derrocado la 
dominación  de  los  explotadores,  y  mucho  de  lo  que  era 
fantástico,  incluso  romántico,  incluso  trivial,  en  los  sueños  de 
los viejos cooperativistas, es ahora sencilla realidad.

En efecto, dado que el poder estatal está en manos de la clase 
obrera, dado que a este poder estatal le pertenecen todos los 
medios de producción, la única tarea que nos resta es organizar 
a la población en cooperativas. Con la mayoría de la población 
organizada  en  cooperativas,  el  socialismo,  que  antes 
despertaba justificadas burlas, sonrisas y actitudes desdeñosas 
por  parte  de  quienes  estaban  convencidos,  y  con  razón,  de  la 
necesidad  de  librar  la  lucha  de  clases,  la  lucha  por  el  poder 
político, etc., logrará forzosamente su objetivo. Ahora bien, no 
todos  los  camaradas  advierten  la  enorme,  la  infinita 
importancia que adquiere ahora organizar en cooperativas a la 
144 

población de Rusia. Al adoptar la NEP hicimos una concesión al 
campesino  en  su  calidad  de  comerciante,  una  concesión  al 
principio del comercio privado; precisamente de ello emana (al 
contrario de lo que algunos creen) la inmensa importancia del 
movimiento cooperativo.

Lo que necesitamos, en síntesis, es organizar en cooperativas a 
la población de Rusia, en escala suficientemente amplia, bajo la 
NEP, pues ahora hemos encontrado el grado de conjugación del 
interés  privado,  del  interés  comercial  privado,  con  la 
verificación y control de este interés por el Estado, el grado de 
su  subordinación  a  los  intereses  generales,  lo  que  antes 
constituyó  un  escollo  para  muchos  socialistas.  En  efecto,  el 
poder  del  Estado  sobre  todos  los  grandes  medios  de 
producción, este poder en manos del proletariado, la alianza de 
este  proletariado  con  millones  y  millones  de  pequeños  y  muy 
pequeños  campesinos,  la  garantía  de  que  la  dirección  del 
campesinado la ejerce el proletariado, etc., ¿no es eso todo lo 
necesario  para  construir  la  sociedad  socialista  completa 
partiendo  de  las  cooperativas,  sólo  de  las  cooperativas,  que 
antes  ridiculizábamos  por  mercantilistas  y  que  ahora,  bajo  la 
NEP, merecen también en cierto modo el mismo trato? ¿No es 
eso  todo  lo  necesario  para  construir  la  sociedad  socialista 
completa?  No  es  todavía  la  construcción  de  la  sociedad 
socialista, pero sí todo lo necesario y suficiente para ello.

Pues  bien,  esta  circunstancia  misma  es  subestimada  por 


muchos  de  nuestros  militantes  dedicados  al  trabajo  práctico. 
Desprecian  nuestras  cooperativas,  no comprenden  su 
excepcional  importancia,  en  primer  lugar  desde  el  punto  de 
vista de los principios (la propiedad del Estado sobre los medios 
145 
 
de producción), y en segundo lugar desde el punto de vista del 
paso  al  nuevo  sistema  por  el  camino más  sencillo,  más  fácil  y 
más aceptable para el campesino. 

Y esto, una vez más, es de importancia fundamental. Una cosa 
es  trazar  planes  fantásticos  para  construir  el  socialismo 
mediante todo tipo de asociaciones obreras, y otra aprender en 
la  práctica  a  construir  el  socialismo  de  modo  tal 
que cada pequeño campesino participe en ella. Esa es la etapa 
que  hemos  alcanzado  ahora,  y  es  indudable  que,  después  de 
haberla alcanzado, la aprovechamos muy poco. 

Al  implantar  la  NEP  fuimos  demasiado  lejos,  pero  no  porque 
atribuimos demasiada importancia al principio de la empresa y 
el comercio libres; fuimos demasiado lejos porque perdimos de 
vista  las  cooperativas,  porque  ahora  las  menospreciamos, 
porque  ya  empezamos  a  olvidar  la  enorme  importancia  de  las 
cooperativas desde los dos puntos de vista arriba indicados. 

Me  propongo  ahora  exponer  al  lector  lo  que  puede  y  debe 
hacerse  en  la  práctica  y  de  inmediato,  sobre  la  base  del 
principio  "cooperativo".  ¿Con  qué  recursos  es  posible,  y 
necesario,  desarrollar  de  inmediato  este  principio 
"cooperativo",  de  modo  tal  que  resulte  claro  para  todos  su 
significado socialista? 

Es necesario organizar la cooperación políticamente, de suerte 
que  no  sólo  represente  en  general  y  siempre  ciertas  ventajas, 
sino  que  estas  ventajas  sean  de  índole  puramente  material 
(interés  bancario  favorable,  etc.).  Se  debe  conceder  a  las 
cooperativas  préstamos  del  Estado,  superiores  aunque  sea  en 
146 
 
pequeña medida a los préstamos que se otorgan a las empresas 
privadas, incluso a la industria pesada, etc. 

Todo régimen social necesita, para surgir, del apoyo financiero 
de una clase determinada. Huelga mencionar los centenares de 
millones  de  rublos  que  costó  el  nacimiento  del  capitalismo 
"libre".  Ahora  debemos  comprender,  para  obrar  en 
consecuencia,  que  el  régimen  social  al  que  hoy  debemos 
prestar  una  ayuda  extraordinaria  es  el  régimen  cooperativo. 
Pero hay que ayudarlo en el verdadero sentido de la palabra, es 
decir, no bastará interpretarlo como una ayuda similar a la que 
se  presta  a  cualquier  tipo  de  actividad  cooperativa,  sino  que 
por  ayuda  debemos  entender  el  apoyo  al  comercio 
cooperativo,  en  el  cual  deben participar  en forma  efectiva 
masas  verdaderamente  grandes  de  la  población. Entregar  una 
prima al campesino que participa en el comercio cooperativo es 
sin  duda  una  forma  acertada  de  ayuda,  pero  el  problema  es 
verificar  el  carácter  de  esa  participación,  verificar  si  es 
consciente, y verificar su valor. Cuando un cooperativista llega a 
una  aldea  y  abre  allí  un  almacén  cooperativo,  la  población,  a 
decir verdad, no participa; pero al mismo tiempo, y guiada por 
sus propios intereses; se apresurará a tratar de participar. 

Este  problema  tiene  otro  aspecto.  No  nos  queda  mucho  por 
hacer, desde el punto de vista de un europeo "civilizado" (ante 
todo  que  sepa  leer  y  escribir)  para  inducir  absolutamente  a 
todos a que participen, no de manera pasiva, sino activa en las 
operaciones  de  las  cooperativas.  A  decir  verdad,  nos 
resta "sólo" una  cosa:  lograr  que  nuestro  pueblo  sea  tan 
"civilizado"  como  para  comprender  todas  las  ventajas  que 
representa  la  participación  de  todos  en  la labor  de  las 
147 
 
cooperativas, y para que organice esa participación. "Sólo" eso. 
Ninguna otra sabiduría se necesita ahora para avanzar hacia el 
socialismo.  Mas  para  realizar  ese  "sólo"  es  preciso  una 
verdadera revolución, un período de desarrollo cultural de todo 
el  pueblo.  Por  lo  tanto,  nuestra  norma  debe  ser:  la  menor 
cantidad posible de lucubraciones y vueltas. 

En este sentido, la NEP es un progreso, pues se adapta al nivel 
del campesino más corriente y no le exige nada superior. Pero 
se  requerirá  toda  una  época  histórica  para  lograr  que  por 
medio de la NEP el conjunto de la población tome parte en la 
labor de las cooperativas; en el mejor de los casos lograremos 
esto  en  una  o  dos  décadas.  No  obstante,  será  una  época 
histórica distinta, y sin esta época histórica, sin terminar con el 
analfabetismo,  sin  un  grado  adecuado  de  eficiencia,  sin 
preparar  suficientemente  a  la  población  para  que  se 
acostumbre  a  recurrir  a  los  libros,  y  sin  la  base  material  para 
ello,  sin  lo  suficiente,  en  cierta  medida,  para  asegurarla,  por 
ejemplo, contra las malas cosechas, el hambre, etc., sin esto no 
podremos  alcanzar  nuestro  objetivo.  Lo  necesario  ahora  es 
aprender a combinar el amplio campo de acción revolucionario, 
el  entusiasmo  revolucionario  que  hemos  revelado,  y  revelado 
ampliamente,  y  coronado  con  un  éxito  completo;  aprender  a 
combinar esto con (estoy casi dispuesto a decirlo) la habilidad 
necesaria  para  ser  un  comerciante  inteligente  y  eficiente,  lo 
que  basta  para  ser  un  buen  cooperativista.  Cuando  hablo  de 
habilidad me refiero a la habilidad de ser un comerciante culto. 
Que lo entiendan bien los rusos, o los campesinos, que piensan: 
el  que  comercia  es  buen  comerciante.  Esto  es  por  completo 
equivocado.  Es  cierto  que  comercian,  pero  de  ahí  a  ser  un 
148 
 
comerciante  culto  hay  mucha  distancia.  Comercian  ahora  al 
estilo  asiático,  pero  para  convertirse  en  un  buen  comerciante 
es  necesario  comerciar  al  estilo  europeo.  Están  separados  de 
eso por toda una época. 

Termino:  hay  que  otorgar  a  las  cooperativas  una  serie  de 


privilegios  económicos,  financieros  y  bancarios;  en  esto  debe 
consistir  el  apoyo  de  nuestro  Estado  socialista  al  nuevo 
principio según el cual debe organizarse la población. Pero esto 
es sólo el bosquejo general de la tarea; no define ni describe en 
detalle  todo  el  contenido  de  la  tarea  práctica,  es  decir, 
debemos encontrar qué forma de "prima" concederemos (y las 
condiciones  en  que  la  concederemos)  por  incorporarse  a  las 
cooperativas,,  forma  de  prima  que  nos  permita  prestar  ayuda 
suficiente  a  las  cooperativas,  forma  de  prima  que  preparará 
cooperativistas  cultos.  Y  cuando  existe  la  propiedad  social  de 
los medios de producción y cuando el proletariado ha triunfado 
como  clase  sobre  la  burguesía  el  sistema  de  cooperativistas 
civilizados es el régimen del socialismo. 

4 de enero de 1923.  

II 
Cada vez que escribí acerca de la nueva política económica, cité 
siempre  mi  artículo  de  1918  acerca  del  capitalismo  de 
Estado[2].  Esto,  en  más  de  una  ocasión,  despertó  dudas  entre 
algunos  camaradas  jóvenes.  Pero  sus  dudas  giraban 
principalmente en torno de cuestiones políticas abstractas. 

Les parecía que no se debía calificar de "capitalismo de Estado" 
a un régimen en el que los medios de producción pertenecen a 
149 
 
la  clase  obrera,  a  una  clase  obrera  que  tiene  el  poder  estatal. 
Sin embargo no advertían que utilicé la expresión "capitalismo 
de  Estado", en  primer  lugar, para  establecer  la  vinculación 
histórica  entre  nuestra  posición  actual  y  la  posición  adoptada 
en  mi  polémica  contra  los  llamados  comunistas  de  izquierda; 
también  expuse  entonces  que  el  capitalismo  de  Estado  sería 
superior  a  nuestra  economía  actual.  Para  mí  era  importante 
mostrar la continuidad entre el capitalismo de Estado común y 
el capitalismo de estado poco común, incluso muy poco común, 
al que me referí cuando introduje al lector en la nueva política 
económica. En  segundo  lugar, para  mí  siempre  tuvo  gran 
importancia  el  objetivo  práctico.  Y  en  relación  con  nuestra 
nueva  política  económica  el  objetivo  práctico  consistía  en 
entregar  concesiones,  las  cuales,  sin  duda  alguna,  en  las 
condiciones imperantes en nuestro país, representarían un tipo 
puro de capitalismo de Estado. Así es cómo argumenté sobre el 
capitalismo de Estado. 

Pero  hay  otro  aspecto  de  la  cuestión,  en  el  cual  podríamos 
necesitar  el  capitalismo  de  Estado,  o  por  lo  menos  una 
equiparación con él. Se trata de las cooperativas. 

No  hay  duda  de  que  las  cooperativas,  en el  Estado  capitalista, 
son  instituciones  capitalistas  colectivas.  Tampoco  hay  duda  de 
que  en  nuestras  actuales  condiciones  económicas,  cuando 
combinamos  las  empresas  capitalistas  privadas  —pero  sólo 
sobre la base de la tierra socializada, y sólo bajo el control del 
Estado  obrero—  con  las  de  tipo  efectivamente  socialista  (los 
medios de producción, la tierra en que se hallan las empresas y 
todas las empresas en conjunto pertenecen al Estado), surge el 
problema de un tercer tipo de empresas, las cooperativas, que 
150 
 
antes no eran consideradas como un tipo independiente que se 
diferencie  fundamentalmente  de  las  otras.  Bajo  el  capitalismo 
privado,  las  empresas  cooperativas  se  diferencian  de  las 
empresas capitalistas lo mismo que las empresas colectivas se 
diferencian  de  las  empresas  privadas.  Bajo  el  capitalismo  de 
Estado,  las  empresas  cooperativas  se  diferencian  de  las 
empresas  capitalistas  estatales,  en  primer  lugar  porque  son 
empresas  privadas,  y  en  segundo  lugar,  porque  son  empresas 
colectivas.  Bajo  nuestro  sistema  actual,  las  empresas 
cooperativas  se  diferencian  de  las  empresas  capitalistas 
privadas  porque  son  empresas  colectivas,  pero  no  se 
diferencian  de  las  empresas  socialistas  si  la  tierra  en  que  se 
hallan  y  los  medios  de  producción  pertenecen  al  Estado,  es 
decir, a la clase obrera. 

Esta  circunstancia  no  la  tenemos  suficientemente  en  cuenta 


cuando se discute sobre las cooperativas. Se olvida que debido 
a  los  rasgos  peculiares  de  nuestro  régimen  estatal,  nuestras 
cooperativas  adquieren  una  significación  en  verdad 
excepcional.  Si  dejamos  a  un  lado  las  concesiones,  que  dicho 
sea  de  paso  no  han  alcanzado  en  el  país  un  desarrollo 
importante,  en  nuestras  condiciones  la  cooperación  casi 
siempre coincide plenamente con el socialismo. 

Me explicaré. ¿Por qué eran fantásticos los planes de los viejos 
cooperativistas, a partir de Robert Owen? Porque soñaban con 
trasformar  pacíficamente  la  sociedad  moderna  en  socialismo 
sin tener en cuenta problemas tan fundamentales como el de la 
lucha  de  clases,  la  conquista  del  poder  político  por  la  clase 
obrera,  el  derrocamiento  de  la  dominación  de  la  clase 
explotadora. Por eso tenemos razón cuando consideramos que 
151 
 
ese socialismo "cooperativo" es puramente fantástico, y que es 
romántico y hasta trivial, el sueño de trasformar a los enemigos 
de  clase  en  colaboradores  de  clase  y  a  la  guerra  de  clases  en 
paz  de  clases  (la  llamada  paz  civil)  mediante  la  simple 
organización de la población en cooperativas. 

Es indudable que teníamos razón desde el punto de vista de la 
tarea  fundamental  de  la  actualidad,  ya  que  no  se  puede 
establecer  el  socialismo  sin  la  lucha  de  clases  por  el  poder 
político en el Estado. 

Pero fíjense cómo han cambiado ahora las cosas, debido a que 
el  poder  estatal  está  en  manos  de  la  clase  obrera,  a.  que  el 
poder  político  de  los  explotadores  ha  sido  abatido  y  todos  los 
medios  de  producción  (excepto  los  que  el  Estado  obrero 
voluntariamente,  por  cierto  tiempo  y  en  determinadas 
condiciones, cede a los explotadores en forma de concesiones) 
pertenecen a la clase obrera. 

Ahora tenemos el derecho de decir que para nosotros el simple 
desarrollo  de  la  cooperación  (salvo  la  "pequeña"  excepción 
indicada  más  arriba)  se  identifica  con  el  desarrollo  del 
socialismo, y al mismo tiempo nos vemos obligados a reconocer 
que  se  ha  producido  un  cambio  radical  en  toda  nuestra  visión 
del  socialismo.  Este  cambio  radical  consiste  en  que  antes 
poníamos  el  acento  fundamental,  y  así  debía  ser,  en  la  lucha 
política, en la revolución, en la conquista del poder, etc. Ahora 
el  acento  cambia  y  se  desplaza  hacia  el  trabajo  pacífico, 
organizativo, "cultural". Diría que el acento se desplaza hacia el 
trabajo  educativo,  si  no  fuera  por  nuestras  relaciones 
internacionales,  si  no  fuera  porque  tenemos  que  luchar  en 
152 
 
escala mundial por nuestra posición. Pero si dejamos esto a un 
lado  y  nos  limitamos  a  las  relaciones  económicas  internas,  en 
realidad  el  acento  de  nuestro  trabajo  se  desplaza  hacia  la 
educación. 

Se  nos  plantean  dos  tareas  principales,  que  constituyen  la 


época.  Una,  reorganizar  nuestro  aparato,  que  no  sirve  en 
absoluto,  y  que  recibimos  íntegramente  de  la  época  anterior; 
en cinco años de lucha no lo reorganizamos drásticamente, y no 
podía  ser  de  otro  modo.  Nuestra  segunda  tarea  es  el  trabajo 
educativo  entre  los  campesinos.  Y  el  objetivo  económico  de 
este  trabajo  educativo  entre  los  campesinos  es  organizar  a 
éstos  en  cooperativas.  Si  se  hubiera  organizado  a  todos  en 
cooperativas  ahora  nos  afirmaríamos  con  ambos  pies  en 
terreno  socialista.  Pero  organizar  a  todos  en  cooperativas 
presupone  tal  grado  de  cultura  del  campesino  (precisamente 
del campesinado como inmensa mayoría de la población), que 
sin una revolución cultural esa organización no puede lograrse. 

Nuestros  adversarios  nos  dijeron  más  de  una  vez  que 


emprendíamos  una  tarea  temeraria  al  proponernos  implantar 
el  socialismo  en  un  país  insuficientemente  culto.  Pero  ellos  se 
equivocaron  porque  comenzamos  por  el  extremo  opuesto  al 
que prescribe la teoría (la teoría de todo género de pedantes) y 
porque en nuestro país la revolución política y social precedió a 
la revolución cultural, esa misma revolución cultural frente a la 
cual, no obstante, estamos ahora. 

Esta  revolución  cultural  sería  hoy  suficiente  para  convertir  a 


nuestro  país  en  un  país  completamente  socialista,  pero 
presenta  inmensas  dificultades,  tanto  de  carácter  puramente 
153 
 
cultural (pues somos analfabetos) como material (pues para ser 
cultos  debemos  alcanzar  cierto  desarrollo  de  los  medios 
materiales de producción, debemos tener cierta base material). 

6 de enero de 1923. 

Publicado  por  primera  vez  el  26  y  27  de  mayo  de  1923  en 
Pravda.  Firmado  N.  Lenín,  de  acuerdo  con  la  copia 
mecanografiada  de  las  notas  de  la  secretaria  cotejada  con  el 
texto del periódico.  

[1]  Lenin  se  proponía  detenerse  en  el  problema  del 


cooperativismo  en  su  informe  al  X  Congreso  de  toda  Rusia  de 
Soviets. En el plan del informe, que elaboró en la primera mitad 
de  diciembre,  anotó:  "La  Unión  Central  de  Sociedades  de 
Consumidores: su significación especial". Vladímir Ilich solicitó a 
L.  M.  Jinchuk,  presidente  de  esa  institución  datos  sobre  la 
actividad  del  movimiento  cooperativo  en  enero  de  1923  N.  K. 
Krúpskaia  solicitó  para  Vladímir  Ilich  literatura  sobre 
cooperativismo;  le  fue  enviado  un  conjunto  de  libros  sobre  el 
tema.  

[2] Véase V. I. Lenin, ob. cit., t. XXIX, "Infantilismo 'de izquierda 
y la mentalidad pequeñoburguesa". (Ed.) 

  

  

  

 
154 
 
NUESTRA REVOLUCIÓN  

(A propósito de las notas de N. Sujánov) 

I  

En  estos  días  he  hojeado  las  notas  de  Sujánov  sobre  la 
revolución. Salta a la vista, sobre todo, la pedantería de todos 
nuestros demócratas pequeñoburgueses, asi como la de todos 
los  héroes  de  la  II  Internacional.  No  hablando  ya  de  que  son 
extraordinariamente cobardes y de que incluso los mejores de 
ellos  recurren  a  reservas  cuando  se  trata  de  la  menor 
desviación  del  modelo  alemán,  sin  hablar,  pues,  de  esta 
cualidad  de  todos  los  demócratas  pequeñoburgueses, 
suficientemente  puesta  de  manifiesto  durante  toda  la 
revolución, salta a la vista su imitación servil del pasado.  

Todos ellos se dicen marxistas, pero entienden el marxismo de 
una manera harto pedante. No han comprendido lo decisivo del 
marxismo:  su  dialéctica  revolucionaria.  Incluso  las  referencias 
directas  de  Marx,  de  que  en  los  momentos  de  revolución  es 
necesario  mostrar  la  máxima  flexibilidad,  no  las  han 
comprendido  en  absoluto,  y  ni  siquiera  se  han  fijado,  por 
ejemplo,  en  las  indicaciones  hechas  por  Marx  en  su 
correspondencia  que,  si  no  recuerdo  mal,  se  remonta  al  año 
1856,  en  la  que  expresaba  su  esperanza  de  que  la  guerra 
campesina  en  Alemania,  capaz  de  crear  una  situación 
revolucionaria,  se  fundiese  con  el  movimiento  obrero.  Incluso 
eluden esta indicación directa, dando vueltas alrededor de ella 
como el gato alrededor del plato con leche caliente.  
155 
 
En  toda  su  conducta  se  manifiestan  como  unos  reformistas 
cobardes que temen alejarse de la burguesía y aún más romper 
con ella, encubriendo al mismo tiempo su cobardía con la más 
descarada fraseología y jactancia. Pero, incluso desde el punto 
de  vista  puramente  teórico,  salta  a  la  vista  en  todos  ellos  su 
plena  incapacidad  de  comprender  la  siguiente  consideración 
del marxismo: han visto hasta ahora un camino determinado de 
desarrollo  del  capitalismo  y  de  la  democracia  burguesa  en  la 
Europa  Occidental  y  no  son  capaces  de  imaginarse  que  este 
camino  no  puede  ser  considerado  como  modelo  mutatis 
mutandis  sin  introducir  en  él  ciertas  correcciones 
(absolutamente  insignificantes,  desde  el  punto  de  vista  de  la 
historia universal).  

Primero:  una  revolución  ligada  con  la  primera  guerra 


imperialista  mundial.  En  tal  revolución  debían  manifestarse 
rasgos nuevos o modificados, debido precisamente a la guerra, 
porque jamás ha habido en el mundo una guerra como ésta y 
en  una  situación  semejante.  Vemos  que  hasta  ahora  la 
burguesía de los países más ricos no ha podido “normalizar” las 
relaciones  burguesas  después  de  esta  guerra,  mientras  que 
nuestros  reformistas  pequeñoburgueses  que  se  las  dan  de 
revolucionarios,  consideraban  y  consideran  como  un  límite 
(insuperable,  además)  las  relaciones  burguesas  normales, 
comprendiendo  además  esta  “norma”  de  una  manera  harto 
estereotipada y estrecha.  

Segundo: les es completamente ajena toda idea de que, dentro 
de la regularidad general del desarrollo que se observa en toda 
la historia universal, no quedan en modo alguno excluidas, sino 
156 
 
que,  por  el  contrario,  se  presuponen  etapas  determinadas  de 
desarrollo que representan una peculiaridad, ya sea en la forma 
o ya sea en el orden de este desarrollo. Ni siquiera se les pasa 
por  las  mentes,  por  ejemplo,  que  Rusia,  situada  en  la  línea 
divisoria  entre  los  países  civilizados  y  aquellos  que  por  vez 
primera  son  arrastrados  definitivamente  por  esta  guerra  al 
camino de la civilización – los países de todo el Oriente, países 
no europeos – , que Rusia podía y debía, por eso, revelar ciertas 
peculiaridades, que no se desvían, claro está, de la línea general 
del  desarrollo  mundial,  pero  que  hacen  que  se  diferencie  su 
revolución de todas las anteriores revoluciones operadas en los 
países  de  Europa  Occidental  y  que  introducen  algunas 
innovaciones parciales al desplazarse a los países orientales.  

Por ejemplo, no puede ser más estereotipada la argumentación 
empleada  por  ellos  y  que  han  aprendido  de  memoria  en  la 
época  de  desarrollo  de  la  socialdemocracia  de  Europa 
Occidental,  de  que  nosotros  no  hemos  madurado  para  el 
socialismo,  que  no  existen  en  nuestro  país,  como  se  expresan 
varios señores “eruditos” que militan en sus filas, las premisas 
económicas objetivas para el socialismo. Y a ninguno de ellos se 
les  pasa  por  la  imaginación  preguntarse:  ¿pero  no  podía  un 
pueblo que se encontró con una situación revolucionaria como 
la  que  se  formó  durante  la  primera  guerra  imperialista,  no 
podía, bajo la influencia de su situación desesperada, lanzarse a 
una lucha que le brindara, por lo menos, algunas perspectivas 
de conquistar para sí condiciones no del todo habituales para el 
ulterior incremento de la civilización?  
157 
 
“Rusia  no  ha  alcanzado  tal  nivel  de  desarrollo  de  las  fuerzas 
productivas  que  haga  posible  el  socialismo”.  Todos  los  héroes 
de la II Internacional, y entre ellos, naturalmente, Sujánov, van 
y  vienen  con  esta  tesis  como  chico  con  zapatos  nuevos.  Esta 
tesis indiscutible la repiten de mil maneras y les parece que es 
decisiva para valorar nuestra revolución.  

Pero  ¿qué  hacer,  si  una  situación  peculiar  ha  llevado  a  Rusia, 
primero  a  la  guerra  imperialista  mundial,  en  la  que 
intervinieron  todos  los  países  más  o  menos  importantes  de 
Europa Occidental, y ha colocado su desarrollo al borde de las 
revoluciones  del  Oriente,  que  comienzan  y  que  en  parte  han 
comenzado ya, en unas condiciones en las cuales hemos podido 
llevar  a  la  práctica  precisamente  esa  alianza  de  la  “guerra 
campesina” con el movimiento obrero, de la que, como una de 
las  probables  perspectivas,  escribió  un  “marxista”  como  Marx 
en 1856, refiriéndose a Prusia?  

Y  ¿qué  debíamos  hacer,  si  una  situación  absolutamente  sin 


salida,  decuplicando  las  fuerzas  de  los  obreros  y  campesinos, 
abría  ante  nosotros  la  posibilidad  de  pasar  de  una  manera 
diferente  que  en  todos  los  demás  países  del  Occidente  de 
Europa  a  la  creación  de  las  premisas  fundamentales  de  la 
civilización?  ¿Ha  cambiado  a  causa  de  esto  la  línea  general  de 
desarrollo  de  la  historia  universal?  ¿Ha  cambiado  por  esto  la 
correlación  esencial  de  las  clases  fundamentales  en  cada  país 
que entre, que ha entrado ya en el curso general de la historia 
universal?  

Si  para  implantar  el  socialismo  se  exige  determinado  nivel 


cultural  (aunque  nadie  puede  decir  cuál  es  ese  determinado 
158 
 
“nivel cultural”, ya que es diferente en cada uno de los países 
de  Europa  Occidental)  ¿por  qué,  entonces,  no  podemos 
comenzar  primero  por  la  conquista,  por  vía  revolucionaria,  de 
las premisas para ese determinado nivel, y luego, ya a base del 
poder obrero y campesino y del régimen soviético, ponernos en 
marcha para alcanzar a los demás pueblos?  

Enero 16 de 1923  

II  

Para  implantar  el  socialismo  ‐  decís‐  hace  falta  cultura. 


Perfectamente. Pero, entonces, ¿por qué no habíamos de crear 
primero en nuestro país premisas culturales como la expulsión 
de  los  terratenientes  y  de  los  capitalistas  rusos  y,  después, 
iniciar  ya  el  movimiento  hacia  el  socialismo?  ¿En  qué  libros 
habéis  leído  que  semejantes  variaciones  del  orden  histórico 
habitual sean inadmisibles o imposibles?  

Recuerdo  que  Napoleón  escribió:  “On  s´engage  et  puis…  on 


voit”,  lo  que  traducido  libremente  quiere  decir:  “Primero  hay 
que  entablar  el  combate  serio  y  después  veremos  que  pasa”. 
Pues  bien, nosotros,  en  octubre  de  1917,  entablamos  primero 
el  combate  serio  y  después  ya  hemos  visto  los  detalles  del 
desarrollo  (desde  el  punto  de  vista  de  la  historia  universal, 
éstos,  indudablemente,  son  detalles),  tales  como  la  paz  de 
Brest, o la nueva política económica, etc. Y hoy no cabe ya duda 
de que, en lo fundamental, hemos obtenido el triunfo.  

Nuestros  Sujánov,  sin  hablar  ya  de  aquellos  socialdemócratas 


que  están  más  a  la  derecha,  incluso  no  se  imaginan  que  las 
revoluciones,  en  general,  no  pueden  hacerse  de  otra  manera. 
159 
 
Nuestros  pequeñoburgueses  europeos  no  piensan  ni  por 
ensueños  que  las  ulteriores  revoluciones  en  los  países  de 
Oriente, con una población incomparablemente más numerosa 
y  que  se  diferencian  mucho  más  por  la  diversidad  de  las 
condiciones sociales, les brindarán sin duda más peculiaridades 
que la revolución rusa.  

Ni  que  decir  tiene  que  el  manual  escrito  siguiendo  a  Kautsky 
fue, en su época, cosa muy útil. Pero ya es tiempo de renunciar 
a la idea de que ese manual había previsto todas las formas del 
desarrollo  de  la  historia  universal.  A  los  que  piensan  de  tal 
modo es hora ya de llamarlos simplemente imbéciles. 

Enero 17 de 1923. 

Publicado por primera vez el 30 de mayo de 1923 en Pravda  Nº 
117.  

   
161 
 
ÍNDICE  

La Ideología Socialista Soviética 
I – El discurso ideológico   21 

1 – La transición   27 

2 – El capitalismo de Estado en Rusia y la NEP   28 

3 – Diferencia entre capitalismo de Estado burgués y 
capitalismo de Estado proletario  29  

II – La base real como Refutación   37 

 
Lenín y la construcción de la URSS 
 I –  Pensamiento fundamental y estrategia de Lenín para la 
construcción del socialismo en Rusia: capitalismo de Estado 73  

II –  Etapa del comunismo de guerra   82 

  1) Cimientos socialistas   84 

  2) Socialismo en 1917‐1920   86 

  3) Errores del comunismo de guerra (1917‐1920)  88 

 III –  La Nueva Política Económica. (1921)  90 

  1)  Hacia  el  socialismo  mediante  el  restablecimiento  del 


capitalismo   94 

    2) Resumen de las posiciones de Lenín y la NEP  97 
162 
 
   3) Administración jerárquica de las empresas estatales   103  

   4) Productividad del trabajador asalariado  106 

   5) Conducción del Partido‐Estado como propietario de 
Facto  109  

IV – Algunas conclusiones   111 

V –  ¿Qué se construyó en definitiva en la URSS?   119 

VI – Marx – Engels y el socialismo   135 

ANEXOS  141 

  

  

  

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