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Clínica Psicoanalítica Veamos MARCELO BIOLATTO

Este artículo estudia el uso frecuente del sintagma "la clínica psicoanalítica" para describir la obra de Lacan, a pesar de que Lacan raramente usó este término en sus escritos. El autor argumenta que reducir el psicoanálisis a "la clínica" tergiversa la enseñanza de Lacan, la cual se centraba más en la "experiencia psicoanalítica". El objetivo es proponer una lectura más fiel a Lacan que no se
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Clínica Psicoanalítica Veamos MARCELO BIOLATTO

Este artículo estudia el uso frecuente del sintagma "la clínica psicoanalítica" para describir la obra de Lacan, a pesar de que Lacan raramente usó este término en sus escritos. El autor argumenta que reducir el psicoanálisis a "la clínica" tergiversa la enseñanza de Lacan, la cual se centraba más en la "experiencia psicoanalítica". El objetivo es proponer una lectura más fiel a Lacan que no se
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¿Clínica psicoanalítica? Veamos.

Psychoanalytic clinic? Let's see.


MARCELO JOSÉ BIOLATTO

RESUMEN
¿De qué trata este artículo? De un estudio sobre el sintagma “La clínica psicoanalítica”, de un recorrido por algunos
pasajes donde J. Lacan se muestra como haciendo teoría pura antes que psicoanálisis aplicado. Hoy todo el
psicoanálisis aplicado se reduce al minúsculo ámbito de lo que llaman “la clínica”. Es también, este estudio, una
propuesta para aquellos que quieran comenzar la difícil tarea de instalar en el imperio de la clínica psicoanalítica,
de la práctica, de la “terapéutica”, de la “clínica médica”, del consultorio, una pequeña aldea en derredor de una
idea de J. Lacan: el psicoanálisis puro. Eso que en física se llama ciencia básica en su distinción de la ciencia
aplicada. ¿Por caso será “la clínica” el apócrifo 19 de “la lista” de A. Eidelsztein, esa lista sobre lo que “Lacan
dijo”, y nunca dijo?

PALABRAS CLAVE: clínica psicoanalítica – ciencia básica – operación – J-A. Miller – practicantes – Otros
sintagmas.

ABSTRACT:

What is this article about? It is a study on the phrase "The psychoanalytic clinic", a tour through some passages
where J. Lacan shows himself as purely theoring rather than applying psychoanalysis. Today all applied
psychoanalysis is reduced to the tiny sphere of what they call "the clinic." This study is also a proposal to those
who want to begin the difficult task of installing in the empire of the psychoanalytic clinic, of practice, of "therapy",
of "medical clinic", of consulting room, a small village around Lacan’s idea about a pure psychoanalysis. That
which in physics is called basic science in its distinction from applied science. Could it be: "the clinic" an
apocryphal 19 of A. Eidelsztein's "list", that list about what "Lacan said" and he never said?

KEY WORDS: psychoanalytic clinic – basic science – operation – J-A. Miller – practitioners – Other syntagmas.

Muchos temas sensibilizan a los psicoanalistas, pero ninguno es tan nuevo y polémico como
el que quiero presentar hoy, en este artículo. No lo compartiría si no estuviera seguro de que, al
menos con el material seleccionado y revisado hasta acá –este artículo sólo incluye una mínima
parte de los datos–, puedo sostener algunas tesis que incluso a mí me resultaran sorpresivas;
vale aclarar que no he logrado asimilarlas del todo y que continúo midiendo sus consecuencias.
Estoy seguro de que no me hubiera autorizado a seguir esta vía sin ese encuentro, un poco
casual, con las investigaciones de A. Eidelsztein allá por el año 2014 (a las cuales en principio
accedí por videos de youtube). Ahora, al momento de escribir estas líneas, presumo que lo que
voy a proponer me va a hacer ganar unas cuantas críticas, incluso hasta podría lograr tener
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detractores; pero eso no importa dado que este tema me parece clave para introducir la
posibilidad de admitir un psicoanálisis de aspiraciones científicas. Dije “un”, y no dije, “él”.
Dije “psicoanálisis”, y no hay que apurarse a entender ahí ni práctica, ni clínica, ni clínica
psicoanalítica, ni consultorio, ni terapéutica, ni psicoanálisis aplicado, ni psicopatología, ni
psicoterapia.
La consecuencia de este planteo, si es que finalmente adviene alguna –dependerá de la
disposición de algunos psicoanalistas para trabajar sobre estas ideas–, tendrá lugar a nivel de la
transmisión del psicoanálisis, de su enseñanza y de la formación de los psicoanalistas que
vendrán.
De fondo, y para comenzar por clarificar al lector estas ideas, no hay en esta ponencia otra
cosa distinta del intento –sostenido por A. Eidelsztein, luego por Apertura y ahora por
A.P.O.La– de poner la disciplina psicoanalítica al corriente de la racionalidad de la ciencia
moderna. Ejercicio que, tarde o temprano, han tenido que realizar disciplinas tales como la
física, la química, la economía, la lingüística, la antropología, y todas aquellas que gozan de
buena salud. ¿Por qué no lo haría luego de 100 años el psicoanálisis? Hay que advertir también,
que todo esto puede hacerse sin la necesidad de corrernos ni un centímetro de lo que propuso J.
Lacan en su enseñanza -así llamaba su auditorio, y luego él, a su tarea de más de 30 años.
Para comenzar a trazar las primeras líneas creo lícito decir y suponer que van a estar de
acuerdo conmigo en que: el psicoanálisis actual está gobernado por la referencia a la
“clínica psicoanalítica” (tal como están las cosas el psicoanálisis tiene como referente la
clínica psicoanalítica y, en esto, el psicoanálisis es su signo –representa algo para alguien, el
psicoanálisis para los psicoanalistas). La postura consensuada por la totalidad de los
transmisores del psicoanálisis en, pongamos por caso la ciudad en la que habito, Rosario, tiene
como eje principal de transmisión las siguientes frases que todos hemos escuchado y repetido:

- “Todo lo que Freud y Lacan teorizaron lo extrajeron de su clínica”.


- “El discurso teórico de Lacan es un producto de su práctica clínica”.
- “Una de cada tres páginas de los seminarios de Lacan hablan de clínica”.
- “Lacan sólo quería ser psicoanalista” (entiéndase practicante).
- Hay que sumar a estos fraseos la inmensa cantidad de literatura psicoanalítica que tiene en sus
títulos el sintagma “clínica psicoanalítica”.

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Es con estas frases que se “pasa”, se hace pasar, en la transmisión del psicoanálisis una
orientación instituida; es la orientación por “la clínica psicoanalítica”, y desde esta se leen los
textos que consignan la enseñanza de J. Lacan. Pero, como a usted esto no se le presenta como
un problema, y le resulta “legítimo”; lo que tengo que plantear ahora, ante usted eventual lector,
es cuál sería el problema de continuar guiados por esta orientación. Esta orientación, que al
parecer viene del mismo J. Lacan y es intrínseca a su enseñanza, a su discurso (“mi enseñanza”,
“mi discurso”, repite J. Lacan como Ulises repite “el de pies ligeros”), es lo que al final del
texto debiera resultarle una operación ilegitima –desde el orden de lo razonable.
Según mi estudio el problema radica en que no se encuentra en los seminarios, Escritos,
o conferencias, de J. Lacan, esa referencia permanente –tal como se nos hace suponer– a
“La clínica psicoanalítica”.1
Entonces, cuando todo el psicoanálisis que se autoriza en la enseñanza de J. Lacan, queda
reducido a un sintagma que él no utiliza, es ahí cuando puede comprenderse “El psicoanálisis”
de un modo equivoco; es el problema que indica bien esa famosa cita de Mark Twain: “Lo que
nos mete en problemas no es lo que no sabemos, sino aquello que creemos saber pero que
sencillamente no es cierto.”
En este momento, quien siga leyendo con atención, podría tener la necesidad de ir a constatar
si este desatino tiene algún viso de realidad y, efectivamente, “la clínica psicoanalítica” ha
desaparecido de la obra de Lacan. No lo haga, puedo indicar rápidamente a que se debe esa
necesidad. Justamente, se debe al hecho de que estamos acostumbrados a realizar, desde hace
algún tiempo, un montaje sobre la lectura de los textos de J. Lacan; y eso se debe a esa operación
que hoy mismo voy a denunciar, pero en un momento.
Sucede que el sintagma que utiliza J. Lacan hasta el hartazgo es “Experiencia psicoanalítica”
y jamás, o casi nunca “clínica psicoanalítica”; ese es el montaje.
Ahora, se podría objetar a este estudio que sólo se trata de una petición de principio gobernada
por cierto purismo en la lectura, como si se tratase de optar entre “experiencia” o “clínica”, y
esto tendría el símil valor de optar por decirle al mismo tubérculo “batata” o “camote”. De
ninguna manera hay que hacer lugar a esa objeción. ¿Por qué no?:
1. Porque el que sede sobre las palabras, tarde o temprano sede ante las cosas; sabiendo que
los hechos, en la enseñanza de J. Lacan, son hechos de discurso.
2. Porque no era, J. Lacan, alguien que descuidaba el uso de los términos.

1 Ya sé que hay un texto perdido donde pronuncia el sintagma, y que hay algunas referencias perdidas a “la clínica
psicoanalítica” en su seminario numerado 16; pero no tiene el sentido consolidado que tiene en los lacanianos. Y para decirlo
todo, no refiere más que a los tratados de clínica psiquiátrica.
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3. Porque el vocablo “experiencia” es ingobernable, mientras que al término “clínica


psicoanalítica” podemos hacerle decir lo que queramos. Hay que leer a D. Winnicott justo ahí
donde trataba de recomponer el termino contra-transferencia, en el uso abusivo que se le daba
en su época; Winnicott escribía esto: “Creo que a la palabra “contratransferencia” ahora debería
restituírsele su uso original. Podemos utilizar las palabras como gustemos, sobre todo
tratándose de palabras artificiales como lo es ésta. Naturalmente, una palabra como “self” sabe
más que nosotros; nos usa y puede gobernarnos. Pero “contratransferencia” es un término que
nosotros podemos esclavizar…”.2 (cámbiese contratransferencia por “clínica” y self por
“experiencia” y ahí está la conexión con esta cita).
4. Porque el uso del vocablo experiencia es fundamental en la obra de J. Lacan y todavía ni
siquiera se lo ha señalizado. Alguna vez, en una librería, abrí un libro sobre conceptos de J.
Lacan que decía algo así: “experiencia: es el término más utilizado por Lacan, y el menos
estudiado de su enseñanza”. Brevemente, destaco los múltiples usos del término “experiencia”,
tal como J. Lacan lo utilizó en un sólo seminario, el Seminario-libro 7: Literatura experimental,
Experiencia religiosa, Experiencia familiar, Experiencia clínica, Experiencia de Freud,
Nuestra experiencia, Hecho de experiencia, Experiencia fantasmática, Experimento,
Experimento mental, Experimentum mentis, Experiencia de la acción humana, Experiencia
analítica de la fantasía, Experiencia del sujeto, Experiencia psicoanalítica, Experiencia
inefable, Experiencia del diván.3 ¿Por qué suponemos que estos son sinónimos de clínica o
de práctica psicoanalítica?

Aunque este estudio acentúa este problema en la obra de Lacan, es necesario indicar que
también vale para la de S. Freud, basta decir que en toda su obra no hay referencia alguna a la
“clínica psicoanalítica” (se utilizó un buscador digital para afirmar esto); y todavía más, hay
que decir que cuando utiliza el término “clínica”, a secas, es para referir a la “observación
clínica” o a “la clínica” en su referencia al edificio, o la “experiencia clínica” del clínico. De
todas maneras, hay algunas frases que podrían avalar el uso actual de “la clínica”. Pero, así y
todo, no se sale del terreno de aquella demarcación realizada por J. Lacan en su intervención en

2
Winnicott, D. (1959): Los procesos de maduración y el ambiente favorecedor. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Paidós.
p. 207.
3 Le sería de ayuda al lector tener presente los equivalentes a “experiencia en alemán, Erlebnis y Erfahrung, que se tradujeron

al inglés por la misma palabra; así mismo tenga presente el lector que Experiencia o Experimento, en tanto toma su lugar en la
metodología empirista, es casi el opuesto de Experimento mental, en tanto instrumento teórico de las investigaciones hipotéticas
deductivas.
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el congreso de La Grande-Motte: “(…) Hay una clínica, una clínica que es anterior al discurso
analítico (…)”4
Dicho esto, como presentación, queda avanzar de un modo muy poco solemne, sujeto a
modificaciones futuras, y por medio de una tesis tentativa, es decir, no apodíctica: “la clínica”
es uno de los caminos por los que se retorna a la psicología pre-freudiana, es decir, el
retorno a la vieja estructura de sujeto-objeto; es también, un modo de evitar/obstaculizar
el espíritu científico que le inyectó al psicoanálisis J. Lacan. Es esta una tesis que sin duda
se encauza por las vías del P.I.C. de A.P.O.La.
Hago acá una pequeña digresión necesaria. Mi trabajo como psicólogo es mayoritariamente
en el consultorio, es decir, eso que se llama “clínica psicoanalítica”. Con esto quiero decir que
no intento desalojar “la clínica psicoanalítica”, sea lo que sea que eso quiera decir, del
psicoanálisis; solo trato de diferenciar algo que parece ir de suyo en la enseñanza de J. Lacan y
que encontré que, de ninguna manera va de suyo, fin de la digresión.
El “discurso” de J. Lacan se diferencia de “la clínica psicoanalítica”, y es posible mostrar esto
en muchísimos pasajes de su enseñanza. Esta es la mejor frase que encontré para resolver esta
ecuación problemática entre el “discurso” de J. Lacan y “la clínica psicoanalítica” de los
lacanianos:

Transmitir conceptos no es tanto lo que está aquí en juego, sino explicárselos,


pasándoles en consecuencia el relevo y la carga de cumplir con ellos. Pero hay
algo aún más imperativo: señalarles los conceptos de los que nunca hay que servirse.5

J. Lacan, rectifica la teoría y deja que sus discípulos se ocupen de su práctica, los deja a su
suerte, es una actitud que lo muestra a las claras como psicoanalista teórico. Entonces, no me
estoy oponiendo con esto a las investigaciones guiadas por el Programa de Investigación
Científico de A.P.O.La que se esfuerzan en hacer pasar a “la clínica psicoanalítica” por ese
“Otro Lacan”, lo que tiene por resultado “La Otra clínica”. Entiendo que esta “Otra clínica”
sería una “clínica psicoanalítica” más rigurosa, menos distorsionada, desambiguada de Freud,
del lacanismo, etc. Son esfuerzos útiles de los que está demás decir que me he beneficiado. Pero
ya son varios los que trabajan en reestablecer, a partir de la investigación en psicoanálisis de J.
Lacan, la práctica clínica; y no termino de identificar si hay investigaciones que trabajan en la
teoría pura, investigación fundamental, o ciencia básica (esa que no se preocupa en absoluto

4
Lacan, J. (1973): Intervención en el congreso de la Escuela Freudiana de Paris en La Grande-Motte. Buenos Aires: versión
crítica de Ricardo Rodríguez Ponte. p. 13. Inédito.
5
Lacan, J. (1953): El Seminario. Libro 1. Buenos Aires: Paidós. p. 399.
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por las aplicaciones futuras). Hay toda una práctica de investigación y de construcción de la
teoría que queda por hacerse independientemente de su aplicación. “La clínica psicoanalítica”,
en ese contexto, sería el árbol que nos tapa el bosque de la ciencia psicoanalítica.
Históricamente se constata que los sistemas matemáticos han preexistido siempre a las
exigencias de la aplicación útil. De ello hay ejemplos notables, pensemos en las cónicas
estudiadas por Apolonio en el s. III a. de C. que encontraron aplicación sólo con Johannes
Kepler en el s. XVI, ¡diecinueve siglos!, es una nada -parafraseo un pasaje de Parábolas y
Catástrofes. René Thom, pág. 35. ¡Esto último no se hace! La mayoría de los psicoanalistas
insisten en que las novedades en psicoanálisis sólo pueden llegar como “diferencias de estilo
discursivo”. No hay nada más que inventar, nada por diseñar –¡esto se esgrimió así en una
“Maestría de psicoanálisis”! (U.N.R., Facultad de Psicología de Rosario cohorte 2017). Es la
confesión del pensamiento de esta época, que trae una consecuencia, y es que el psicoanálisis
se asuma como una disciplina estancada. Entonces, se impone una pregunta obvia: ¿dónde
estaríamos sin las investigaciones y los esfuerzos teóricos de J. Lacan, sumados a su aspiración
de buscar un estatuto científico para el psicoanálisis, y para ello recurrir a las matemáticas
modernas? ¿Dónde estaríamos? Probablemente donde estamos, en un freudismo, o incluso en
una “clínica” anterior a Freud.
Es el momento, ahora sí, de denunciar quién efectuó de una vez y para siempre, al menos
hasta hoy, esa “operación” en el interior de la comunidad psicoanalítica. Advierto esto y
después podrán o no estar de acuerdo, se trata de la operación más silenciosa y efectiva que se
produjo en el psicoanálisis luego de la muerte de J. Lacan. Esa operación estableció un
consenso, ese consenso que reduce el psicoanálisis a una práctica médica, a una psicoterapia, a
“la clínica”; ese consenso es defendido en la actualidad por todos, incluso, por los más
fervientes detractores de J-A. Miller. Estoy seguro que se desconoce que fue ¡él mismo! quien
realizó esa operación dentro del psicoanálisis. No es necesario hacer grandes articulaciones para
demostrarlo, J-A. Miller, lo asume en 1983, en Buenos. Aires. En el marco de las “Jornadas de
trabajo preparatorias al tercer encuentro internacional del Campo Freudiano”, dice así:

Recientemente salió en Francia un libro que pretende presentar en dos tomos toda la
historia del psicoanálisis a través del mundo, país por país. En la presentación del
psicoanálisis en Francia, en su última parte, me adjudica el haber dado yo, como
consigna, la clínica. No lo voy a negar. Ciertamente me pareció, después de la
muerte de Lacan, que en los años anteriores había habido un periodo en París carente
de toda orientación. Un período de la Escuela Freudiana de Paris en la que no se
sabía cómo dar pie con bola con la enseñanza de Lacan. En particular, me pareció
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que convenía, efectivamente, retornar a la clínica. Y hay que reconocer que la


consigna encontró en París bastante eco.6

Paso ahora a mostrar con una sola cita -hay muchísimas- que Lacan indicaba algo totalmente
distinto. Cita extraída del “Discurso en la escuela freudiana de París” (en Otros escritos):

Es inútil entonces que alguien, por creerse en ello líder nos aturda con los derechos
adquiridos de su “escucha”, con las virtudes de su “control” y de su afición por la
clínica, o que se dé aires de quien es un poco más ducho que cualquiera de los de su
clase.7

Hay que observar el detalle fundamental, valga el oxímoron, de escribir la clínica sin las
comillas, luego de ponérselas a “escucha” y “control”. Esto podría hablar del esfuerzo por parte
de J-A. Miller y sus seguidores de sostener una orientación por “la clínica” (recordar que Otros
escritos, fueron editados recientemente) torciendo, del modo más honesto posible, la letra de
Lacan. En el último tramo de este estudio abordaré un texto de un número de la revista
Ornicar?, que lleva por título: Apertura de la sección clínica (5 de enero de 1967). Ahí, J.
Lacan, por fin dirá “Clínica psicoanalítica” y todos irán detrás de ese texto a buscar algo que
no aparece de ninguna manera en su obra, pero tampoco en ese texto: la confesión por parte, de
J. Lacan, de la primacía de “la clínica” por sobre la “teoría pura”, o el “psicoanálisis puro” –tal
como lo llamó en “Acto de fundación”, recopilado en Otros escritos. Lo que también se podrá
encontrar en ese texto y no generará más que una sonrisa, es el gesto desesperado de J-A. Miller
que tortura a J. Lacan para que confiese cuál es el valor de la clínica, entendida en el texto como
psicoterapia. Doy solo una muestra de lo que se puede encontrar en este texto si se lo lee
teniendo en cuenta esta operación que luego hará J-A. Miller:

J.-A. M. –Todavía tengo una pregunta para hacerle, que concierne a la práctica de la
psicoterapia, de la que hablaremos en esta Sección clínica. Recientemente usted
lanzó esta fórmula sin disimulo: “la psicoterapia conduce a lo peor”. Eso debería
implicar que uno no puede decirse al mismo tiempo “lacaniano” y “psicoterapeuta”.
¿Me pregunto hasta qué punto se toma eso en serio, y, a decir verdad, hasta qué punto
usted toma en serio eso que dijo?

6
Miller, J-A. (1984): Dos dimensiones clínicas: síntoma y fantasma. Buenos Aires: Manantial. p. 14
Todas las negritas de la cita son mías.
7
Lacan, J. (1967): Discurso en la Escuela freudiana de París. Otros escritos. Buenos Aires: Paidós. p. 279. Resaltado mío.
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J. L. –Dije eso con seriedad.8

No sé si es necesario que aclare esto, pero no me gustaría que se interprete que hablo
peyorativamente de J-A. Miller, a quién no estoy en condiciones de criticar, por numerosos
motivos, pero en primer lugar porque no leí suficientemente sus publicaciones. Solo marco unos
puntos, que me parece, hablan por sí solos y que se me presentan como capitales en función del
tema que intento abordar. Fin de esta digresión.
Otra cita para mostrar mejor el punto anterior y la postura de J. Lacan respecto de la
psicoterapia, que no se puede decir que es distinta de “la clínica” por una razón sencilla: J.
Lacan opone a lo que llama psicoterapia, el psicoanálisis puro -praxis y doctrina del
psicoanálisis propiamente dicho: el psicoanálisis didáctico-, pero no realiza la oposición clara
entre “psicoterapia” y “clínica psicoanalítica” como nosotros querríamos creer:

Para introducirlos en este tema, me apoyaré en dos momentos del empalme de lo que
llamaré respectivamente en esta recreación el psicoanálisis en extensión, es decir,
todo lo que resume la función de nuestra Escuela en tanto ella presentifica el
psicoanálisis en el mundo, y el psicoanálisis en intensión, es decir, el didáctico, en
tanto no se reduce a preparar operadores.
Se olvida, en efecto, su razón de ser pregnante, que es la de constituir al psicoanálisis
como experiencia original, llevarlo hasta el punto que figura su finitud, para permitir
el après-coup, efecto de tiempo, ya se sabe, que le es radical.
Esta experiencia es esencial para aislarlo de la terapéutica, la cual distorsiona
el psicoanálisis no solamente por relajar su rigor.9

Resalto de esta cita, que es difícil entender sin el contexto, dos cosas puntuales. El
psicoanálisis en intensión, sería el interno, el de puertas adentro de la comunidad psicoanalítica,
el didáctico, ¡que no se reduce a preparar operadores!, según el establecimiento de Miller. Pero
en el establecimiento de Ricardo Rodríguez Ponte es lo opuesto: “(…) el psicoanálisis en
intensión, es decir, el didáctico, en tanto este no hace más que preparar sus operadores.” Acaso
en las instituciones de formación psicoanalítica, haciendo una generalización, ¿no subyace, bajo
las conductas de los profesores, debajo de los modos de transmisión, bajo el recorte que se
propone a través de los autores que se seleccionan y que tienen un efecto directo, aunque

8
Lacan, J. (1977): Apertura de la sección clínica. Ornicar? Nº 9. Versión en español: María del Carmen Malegatti, Rafael
Pérez. p. 21.
9
Lacan, J. (2014): Proposición del 9 de octubre de 1967. Otros escritos. Buenos Aires: Paidós. p. 264. El resaltado es mío.
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imperceptible en los alumnos u oyentes, no subyace esta línea?: “HAY QUE FORMAR
PRACTICANTES” ¿No es ésta, también, la demanda de todos los aspirantes a psicoanalistas?
¿Los que leen revistas especializadas, no buscan encontrar alguna clarificación que los haga ser
mejores practicantes? ¿No buscan ser mejores en “la clínica”? ¿Pero si es así, dónde vamos a
ubicar ese comentario resaltado en negritas del pasaje recién citado: “esta experiencia es
esencial para aislar el psicoanálisis de la terapéutica, que lo distorsiona no solamente por relajar
su rigor”?
Entonces, Hay que formar practicantes para “la clínica”, dice el discurso oficial, pero la
pregunta es: ¿POR QUÉ NO TEÓRICOS?
Supongamos este diagnóstico, sobre el psicoanálisis actual, como acertado: Argentina tiene
la mayor tasa de psicoanalistas y de psicoanalizantes, pacientes, psicoanalizados, etc. por
habitante; y hagamos la pregunta: ¿por qué esperamos que las teorizaciones nos lleguen de
Francia?
Otra cita más de Otros escritos, esta vez del “Discurso en la Escuela freudiana de París”, 6
de diciembre del mismo año, 1967:

Lo inaudito, quién lo creería sino al escucharlo registrado en una cinta, es que mi


operación se identifica con el fantasma sadiano, al que dos personas consideran
burdamente presente en mi proposición. “La postura se rompe”, dice uno de ellos,
pero es por construcción. El otro se lanzó a la clínica.10

No sé si en esta cita, incluso sacada de contexto como está, se pueda admitir otro significado
más claro que el que hace entender que J. Lacan se refiere del modo más peyorativo posible a
“la clínica”; esa que los psicoanalistas usamos de brújula para leer sus textos.
Después de este recorrido puedo introducir el siguiente paso. Se trata de las consecuencias
que tiene esta orientación de larga data, producto de la operación de J-A. Miller, en el ambiente
psicoanalítico.

Consecuencia 1: anular la investigación en ciencia básica.


Esta orientación impide que los psicoanalistas se vuelquen al trabajo o la tarea de hacer lo
que en otras ciencias o disciplinas científicas se llama “ciencia básica”, es decir, esa área de la
ciencia que no tiene por objetivo la inmediata aplicación de sus resultados en la práctica, y para
“beneficio de la población”. Antes de la ciencia moderna a este ejercicio se lo puede comparar

10
Lacan, J. (2014): Discurso en la Escuela Freudiana de París. Otros escritos. Buenos Aires: Paidós. p. 279. Negritas mías.
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con lo que se llamaban “Artes liberales”, incluso J. Lacan, en algún texto, ubicó ahí al
psicoanalista. Hoy no se puede pensar que un psicoanalista se dedique a esto porque es un área
que todavía necesita ser abierta. Todas las ciencias se enfrentaron a estas situaciones y han ido
mutando con el correr de su desarrollo histórico; antes de la revolución francesa los prestigiosos
eran los ingenieros, mientras que los teóricos eran prescindibles y ridiculizados, después, eso
fue lentamente modificándose y, finalmente, con A. Einstein, el físico teórico llegó a la cima,
recibió todo el prestigio, mientras que los “experimentales” -como se dice hoy en la jerga física-
pasaron a un segundo plano. Para palpar esto puede verse el documental “Locos por la
partícula” sobre el gran colisionador de hadrones y el bosón de Higss. Entonces, hay una
asociación ilícita, que es la asociación entre psicoanálisis y “La Clínica”, en el sentido de que
se unificaron dejando reducida una disciplina de pretensiones científicas a una mera labor de
orden práctico, de orden terapéutico. De este modo no se hace necesaria la formación en
ciencia básica ¡porque la teoría ya está acabada y sólo hay que entender bien lo que dijeron
Freud y Lacan… y seguirlos, sobre todo, “cuando hablan de Clínica”! Pero resulta que, si se
fatigan las páginas de estos dos autores, como vengo insistiendo, no se encontrará en la obra de
S. Freud el menor vestigio de ese sintagma “Clínica psicoanalítica”; mientras que en la de J.
Lacan aparece en un lugar marginal como “Apertura de la sesión clínica” y en la segunda parte
de El seminario numerado 16. La situación desastrosa se agudiza más cuando se hace de ese
híbrido, “clínica psicoanalítica”, el objeto del psicoanálisis. El cual, se aborda por la experiencia
que se tenga en ella, por la lectura casi bíblica de Freud y Lacan (teoría), y las supervisiones
con un clínico experimentado. ¡Un disparate! La brujería no se animó a tanto. Las ciencias
estabilizadas y añosas, a diferencia del psicoanálisis que es una ciencia joven (no recién nacida,
pero joven), han resuelto el problema separando las áreas: la teoría pura, por un lado, y la
aplicación práctica, por otro. Objetaran que en psicoanálisis tenemos esa división; pero esa
separación, teoría-práctica, en psicoanálisis funciona como una parodia donde se cree que
primero se aprende la teoría acabada, y luego, sólo resta aplicarla en “La Clínica”. La historia
de la física muestra que la teoría se continuó haciendo permanentemente y sin importar la futura
aplicación práctica. Las disputas actuales entre los físicos teóricos y los ingenieros que aplican
esas teorías, muestran hasta qué punto esa división no existe, en psicoanálisis, por el hecho de
que no tenemos esas peleas internas. Vale aclarar que el ideal científico de hacer teoría, no es
el positivismo, ni el experimentalismo; desde la modernidad (s. XVI) no hay otro método, en
ciencia, que el de suponer un modelo, una estructura, un algebra al estilo de la frase de Jean
Baptista Perrin: “a un visible complejo se le da un invisible simple”. Fue esto lo que a su

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tiempo intentaron hacer S. Freud (naturalista) y J. Lacan (anti-materialista). Cita para reforzar
el argumento:

Ahora bien, el alcance de lo que aportaba Freud sobrepasaba infinitamente lo que


podían las personas a las que se dirigía. ¿Quiénes eran éstos? Terapeutas
preocupados por comprender los oscuros movimientos cuya existencia comprobaban
en sus pacientes. Esto era loable, pero la formación médica no era, y nunca lo es, con
sus intereses y su tradición, digamos, humanística, la más indicada para introducir
a la dimensión del psicoanálisis. Si lingüistas y lógicos se encuentran más al alcance
de entenderlo –esto indica suficientemente en qué sentido debería completarse la
formación médica.11

Consecuencia 2: reducción de la obra de Lacan al orden de la práctica médica.


Otra posible consecuencia a señalar es que, si invertimos la ecuación oficial, y sostenemos
que en escasos lugares de la obra de J. Lacan se pueden encontrar referencias a “la clínica”, a
la práctica, a la terapéutica, entenderemos que los lectores guiados por el camino de “la clínica
psicoanalítica” leerán muy poco de esa obra. Leerán los seminarios que consideren más afines
a esa línea, dejando de lado los tramos que contengan matemáticas, física, topología, geometrías
y algunas otras disciplinas no humanísticas e incluso humanísticas. Esa obstinación en buscar
“la clínica psicoanalítica”, en la obra de J. Lacan, tiene además como consecuencia que se
fuercen los textos para hacerles decir algo que no dicen; y que una gran parte de su obra no sea
leída o se pase por alto.

Consecuencia 3: ocultación de sintagmas científicos en la obra de Lacan.


Esta consecuencia me parece la más grave. La orientación oficial por la “clínica
psicoanalítica” (digresión: ¿por qué no “psicoanálisis clínico”? porque siempre en un sintagma
de dos palabras, el primero gobierna al segundo, como por ejemplo en “Naturaleza y cultura”
– tal como lo refirió A. Eidelsztein en numerosas oportunidades–, se entiende que siempre el
primero es más importante y abarca al segundo) atenta y hace décadas viene atentando, contra
otros sintagmas que se encuentran en la obra de J. Lacan y que tienen por lo menos el mismo
valor, en términos de cantidad, que el de “clínica psicoanalítica” (un sintagma es una palabra o
grupo de palabras que constituyen una unidad sintáctica y cumplen una función determinada

11
Lacan, J.: Entrevista con Pierre Daix. Publicado en Les Lettres Françaises, nº del 1º. Establecimiento de Ricardo
Rodríguez Ponte. p. 3. Inédito. Las negritas son mías.

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con respecto a otras palabras de la oración). ¿Cuáles propongo como Otros sintagmas que
podrían tener la misma capacidad de orientar el psicoanálisis pero que no han contado con esa
suerte?: “ciencia psicoanalítica”, “ciencia del lenguaje habitado por el sujeto”, “ciencia del
sujeto” y “ciencia del deseo”.

Desarrollaré, por último, este próximo paso; no sin antes permitirme una cuarta, pero
necesaria, digresión. Seguramente se piense por qué no está incluido el sintagma “ciencia
conjetural” o “ciencia conjetural del sujeto”, es que justamente ese sintagma, para el
psicoanálisis, fue abordado ya. Además, no tiene el estatuto de un pseudo-hápax como los
otros, ya que es de frecuente uso en la enseñanza de J. Lacan. De todos modos, destaco algo
que resulta curioso sobre el desarrollo que se hizo de esa “ciencia conjetural” en psicoanálisis,
y es que se la vació de “ciencia” (rigurosidad y consistencia lógica). “Ciencia conjetural” no
puede dejar de estar conectada con el libro acuñado por el gran matemático del s. XVII, Jakob
Bernoulli; la referencia es su última obra, Ars conjectandi, que se puede traducir como “El arte
de la conjetura”; el libro contiene ideas originales e innovadoras para la época, pero es un libro
de matemáticas. En psicoanálisis, lo “conjetural” se usa para validar la hegemonía de los
“Ensayos”, Literatura psicoanalítica, y demás hierbas. Así mismo cabe destacar algo que no he
escuchado puertas adentro de la sociedad A.P.O.La, y es que en Escritos, J. Lacan, retoca su
posición respecto del modo de considerar la ciencia conjetural y lo hace en al menos dos
pasajes que exigen, una vez encontrados, ser comunicados a nuestra Sociedad. En la misma ha
surgido el interrogante sobre el motivo por el cuál, luego de 1966, J. Lacan, no utilizara más el
sintagma “ciencia conjetural”. En “La ciencia y la verdad” escribió:

La oposición de las ciencias exactas a las ciencias conjeturales no puede sostenerse


ya desde el momento en que la conjetura es susceptible de un cálculo exacto
(probabilidad) y en que la exactitud no se funda sino en un formalismo que separa
axiomas y leyes de agrupación de los símbolos.12

El otro pasaje es de “Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis”:


Aquí no aparece ya aceptable la oposición que podría trazarse de las ciencias exactas
con aquellas para las cuales no cabe declinar la apelación de conjeturales:
por falta de fundamento para esta oposición.13

12 Lacan, J. (1966): La ciencia y la verdad. Escritos II. Buenos Aires: Siglo XXI. p. 841-2
13
Lacan, J. (1966): Función y campo de la palabra y del lenguaje. Escritos I. Buenos Aires: Siglo XXI. p. 275.
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En ambos pasajes J. Lacan es categórico, no se puede plantear ya una oposición entre ciencias
exactas y ciencias conjeturales. Esta es una novedad de proporciones tan exageradas que pasa
desapercibida como la palabra E U R O P A, en la
vasta extensión y el vasto palabrerío de algún mapa de continente europeo. Fin de la digresión.
Ahora sí, retomo la consecuencia 3, con un repaso por los mencionados sintagmas.
Entonces el sintagma 1, “Ciencia psicoanalítica”, se encuentra en la segunda clase del
seminario 12 (pág. 24) Los problemas cruciales del psicoanálisis:

–… nada prepara al psicoanalista para discutir efectivamente su experiencia con su


vecino. Esa es la dificultad…– yo no digo insuperable, puesto que aquí estoy para
tratar de trazar sus vías –…ésa es la dificultad…– por otra parte, salta a la vista,
simplemente hay que saber formularla –…la dificultad de la institución una ciencia
psicoanalítica.14

Hay que destacar el valor que tiene para este tipo de problemas tener las traducciones de
Ricardo Rodríguez Ponte -el psicoanalista argentino, porque sólo en ellas se puede encontrar
este tipo de contenidos que no ocultan el afán de cientificidad con el que trabajaba J. Lacan.
Cito este mismo pasaje desde una traducción que circula con frecuencia y que no indica su
procedencia:

Nada prepara al analista para discutir de su experiencia con su vecino. Es la dificultad


que salta a los ojos de la institución de una ciencia psicoanalítica.

No es difícil observar cómo cambia drásticamente el sentido. En la primera cita, J. Lacan,


trabaja para instituir una “Ciencia Psicoanalítica”, en la segunda, declara que hay una dificultad
que hace imposible instituir una “ciencia psicoanalítica”.
El segundo sintagma/hápax se encontrará en la conferencia del 16 de mayo de 1956 titulada
“Freud en el siglo”, incluida en el Seminario-libro 3, página 350:

¿Pero para nosotros, trabajadores, para nosotros, científicos, para nosotros médicos,
para nosotros, técnicos, que dirección indica este retorno a la verdad de Freud?

14
Lacan, J. (1964): Problemas cruciales para el psicoanálisis. Clase 2. Buenos Aires. Versión crítica, Ricardo Rodríguez
Ponte. p. 24. Las negritas son mías.
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La de un estudio positivo cuyos métodos y cuyas formas están dadas en esa esfera
de las ciencias llamadas humanas que conciernen al orden de lenguaje, la lingüística.
El psicoanálisis debería ser la ciencia del lenguaje habitado por el sujeto.15

Al tercer sintagma propuesto se lo puede encontrar en Entrevista con Pierre Daix:

Descartes constituyó la física del movimiento desembarazándola del ímpetus.


Hoy tenemos que destrabarnos de la ilusión de la autonomía del sujeto, si queremos
construir una ciencia del sujeto.16

Al cuarto sintagma propuesto en este estudio se lo encontrará en el Seminario-libro 7: La ética


del psicoanálisis:

La ciencia, que ocupa el lugar del deseo, sólo puede ser una ciencia del deseo bajo
la forma de un formidable punto de interrogación, y esto sin duda no deja de tener
un motivo estructural.

Me parecen, estas, tres vías (más la cuarta algo más problemática) perfectamente válidas para
el psicoanálisis que “debería ser…” si queremos apoyarnos en la enseñanza de J. Lacan. Solo
di las citas claves, pero para nada deberá considerarse que no están entretejidas en toda su
enseñanza. Basta leer con esta clave para encontrar, a cada paso de las elaboraciones de J.
Lacan, su aspiración científica.
Para terminar con lo prometido, allá por la mitad de este artículo, ofrezco al lector que me
siguió hasta acá las citas de ese texto del 5 enero de 1977, “Apertura de la sección clínica”,
donde J. Lacan se refiere al sintagma clínica-psicoanalítica. La frase inicial es la que todos los
analistas citan para imponerse, como única orientación posible para el psicoanálisis, la “Clínica
psicoanalítica”:

¿Qué es la clínica psicoanalítica? No es complicado. Tiene una base –Es lo que se


dice en un psicoanálisis.17

15
Lacan, J. (1956): El seminario. Libro 3. Buenos Aires: Paidós. p. 350. Resaltado mío.
16
Lacan, J. (1959): El seminario. Libro 7. Buenos Aires: Paidós. p. 386.
17 Lacan, J. (1977): Apertura de la sección clínica. Ornicar? Nº 9. Versión en español: Malegatti, M.del C. y Pérez, R. p. 4.

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Vamos ahora todas las otras y así se podrán sacar mejores conclusiones sobre la postura de
Jacques Lacan respecto del tema al que se lo convocó a reflexionar: sección clínica.

La clínica psicoanalítica consiste en el discernimiento de cosas que importan y que


serán masivas a partir del momento que se haya tomado conciencia de ellas. La
inconciencia en que se está en cuanto a esas cosas que importan, no tiene nada que
ver con el inconsciente, que con el tiempo creí deber designar con l’une-bévue. No
basta para nada que se tenga la sospecha de su inconsciente para que éste recule –
sería demasiado fácil. Eso no quiere decir que el inconsciente nos guíe bien.18

Suponer que la clínica psicoanalítica, es eso [entender el inconsciente por la función


de lo simbólico], indica una dirección a aquellos que se consagran a ella.19 [Es claro
cómo cambia en esta frase el sentido de que la teoría se extrae de “la práctica clínica”,
J. Lacan plantea que es la investigación y la teoría la que orienta la “clínica
psicoanalítica” y para nada en sentido contrario]

… pero sigue siendo muy sorprendente que la clínica analítica no esté más
asegurada. ¿Por qué no se le pide al psicoanalista que dé razón del modo en el que
se conduce en el campo freudiano?20

Les propongo que la sección que se intitula en Vincennes “de la clínica


psicoanalítica” sea una manera de interrogar al psicoanalista, de urgirlo a que dé sus
razones.21
[Nada más alejado de lo que se entiende por clínica, práctica, consultorio,
terapéutica, lo que hacemos todos los días apoyándonos en la enseñanza de J. Lacan]

[Esto debería citarse más extensamente pero solo doy la última parte]
Es por eso que la clínica psicoanalítica consiste en re interrogar todo lo que Freud
dijo. Es así como lo entiendo, y en mi blablá, lo pongo en práctica.22
[¿Se le ocurre al lector, algo más alejado de lo que el consenso psicoanalítico dice,
incluso repite día a día, acerca de la clínica psicoanalítica?]

18 Ídem. p. 6.
19 Ídem. p. 14.
20 Ídem. p. 14.
21 Ídem. p. 16.
22Op. Cit. Lacan, J. (1977): Apertura de la sección clínica. Ornicar? Nº 9. p. 16.

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Hay un último pasaje de este texto que refiere a la pregunta de J-A. Miller sobre “la práctica
de la psicoterapia” que no incluyo porque se comentó más arriba en este texto. Quisiera agregar
que es posible – dado el contexto donde J. Lacan NO decía, sobre “la clínica psicoanalítica”, lo
que se esperaba, incluso lo que todavía hoy día se espera que diga –, que es posible que, por
eso, J-A. Miller en su pregunta cambie las coordenadas y lo consulte por la “terapéutica” y no
por “la clínica”: ¿es cierta su fórmula “la psicoterapia conduce a lo peor”? ¿Uno NO puede
decirse al mismo tiempo “lacaniano” y “psicoterapeuta”? ¿Se toma en serio eso? ¿Se toma en
serio eso que dijo? Y la respuesta lacónica de J. Lacan: “dije eso con seriedad”; téngase presente
la insistencia que siempre puso al término “serio”, y entiéndase: dije eso con rigurosidad y
consistencia lógica. Pero J-A. Miller no se da por vencido y sigue: “Las psicoterapias ¿no valen
la pena?”; respuesta: “Es cierto, no vale la pena terapiar lo psíquico.” (… y continúa un poco
más esa discusión).
Quizás en otro momento sería bueno hacer notar, después de lo dicho, los problemas que se
hace un tal Gabriel Lombardi, en un texto que se titula “¿Qué es la clínica psicoanalítica”23
(no sé por qué no cierra el signo de interrogación). Todos los problemas que se le plantean a
este autor son por no poder concebir otra orientación que la mayoritaria sobre el psicoanálisis
y su “asociación ilícita” con “la clínica”. Sería muy ilustrativo para el lector de este artículo
hacer ese recorrido que J. Lacan llamaba recensión del campo freudiano. Son recomendables
esos ejercicios.
Cierro con estas palabras: si al menos unos años… si al menos algunos de nosotros dejamos
de orientarnos por la “clínica psicoanalítica” y trabajamos con la orientación de “La ciencia
psicoanalítica”, de la “Ciencia del lenguaje habitado por el sujeto”, de la “Ciencia del sujeto”,
de la “Ciencia del deseo”, estoy convencido de que podríamos jerarquizar el psicoanálisis. En
este sentido, no está nada mal lo que le dijo J. Lacan a su auditorio de 1953:

Este paso adelante, como todo paso adelante, es también un paso retroactivo. En
consecuencia, diré que estamos así elaborando, en la medida en que ustedes me
siguen, un psicoanálisis. Nuestro paso adelante en el campo del psicoanálisis es, al
mismo tiempo, un retorno a la aspiración de su origen.24

Tengamos esto presente y entendámoslo en los dos sentidos posibles:

23
Texto redactado sobre la base de la presentación del Colegio Clínico de Buenos Aires, realizada el 8 de mayo de 2000.
Publicado en Lacaniana, Vol. III. Una versión francesa fue publicada en Link, Vol. VII. Paris. France. 2000. pp. 85-92.
24
Lacan, J. (1959): El seminario. Libro 1. Buenos Aires: Paidós. p. 386.
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Podemos avanzar mucho si me siguen. La cuestión no es saber hasta dónde se


puede llegar, la cuestión es saber si alguien nos seguirá.25

BIBLIOGRAFÍA
1. Lacan, J. (2006): El Seminario. Libro 1. Buenos Aires: Paidós.
2. Lacan, J. (2005): Escritos 1. Buenos Aires: Siglo XXI.
3. Lacan, J. (2006): El seminario. Libro 2. Buenos Aires: Paidós.
4. Lacan, J. (2010): El seminario. Libro 3. Buenos Aires: Paidós.
5. Lacan, J. (2005): El seminario. Libro 7. Buenos Aires: Paidós.
6. Lacan, J. (2007): Sección clínica. Versión en español: María del Carmen Malegatti, Rafael Perez.
7. Lacan, J. Problemas cruciales para el psicoanálisis. Clase 2. Versión crítica, Ricardo Rodríguez
Ponte. Inédito.
8. Lacan, J.: Intervención en el congreso de la Escuela Freudiana de Paris en La Grande-Motte.
Establecimiento de Ricardo Rodríguez Ponte. Inédito.
9. Lacan, J. (2014): Otros escritos. Buenos Aires: Paidós.
10. Miller, J-A. (1984): Dos dimensiones clínicas: síntoma y fantasma. Buenos Aires: Manantial.

MARCELO J. BIOLATTO
Psicólogo (Santa Fe, segunda circunscripción)
Miembro de A.P.O.La Sociedad Psicoanalítica
E-mail: [email protected]

25
Ídem. p. 399.
41

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