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Suicidio en Adolescentes.

El documento habla sobre el suicidio en adolescentes y a lo largo de la historia. 1) El suicidio adolescente puede deberse a problemas emocionales o familiares sin resolver y es importante buscar ayuda profesional para prevenir futuros intentos. 2) Las actitudes hacia el suicidio han variado a través del tiempo y las culturas, desde ser aceptado en algunas hasta ser condenado en sociedades religiosas. 3) Existen diferentes formas de suicidio directas e indirectas, y Émile Durkheim identificó varios tipos seg

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Suicidio en Adolescentes.

El documento habla sobre el suicidio en adolescentes y a lo largo de la historia. 1) El suicidio adolescente puede deberse a problemas emocionales o familiares sin resolver y es importante buscar ayuda profesional para prevenir futuros intentos. 2) Las actitudes hacia el suicidio han variado a través del tiempo y las culturas, desde ser aceptado en algunas hasta ser condenado en sociedades religiosas. 3) Existen diferentes formas de suicidio directas e indirectas, y Émile Durkheim identificó varios tipos seg

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EL SUICIDIO EN ADOLESCENTES.

I. INTRODUCCION.

El suicidio es una forma de evitar el dolor, es una forma de escapar al sufrimiento que tiene una
mente atormentada y no ha encontrado otra salida.
Se ha estigmatizado demasiado a las personas que se suicidan, que son cobardes o que son muy
valientes, pero no se han puesto a pensar quienes así hablan, que la persona que atenta contra su
vida ya ha buscado, pensado, imaginado como salir de la ansiedad, de la depresión constante en
que vive y no ha encontrado una ayuda o una forma de resolver los problemas que le agobian.
Tal vez no le comentó a nadie que su forma de ver la vida es tormentosa, que los problemas que la
persona tiene para ella son sin solución. Y no ha encontrado la ayuda necesaria en quienes ha
depositado su confianza.

II. EL SUICIDIO ADOLESCENTE.

A. Cuando un adolescente intenta llevar a cabo el suicidio, es algo doloroso para la familia,
quienes buscan los motivos que llevan al joven a quitarse la vida. En estos casos es mejor
llevar a la persona con especialistas para que le den la atención y tratamiento para evitar que
vuelva querer quitarse la vida.
Si el solo intento es doloroso, cuando el resultado es la muerte del que ha querido quitarse la
vida, se transforma en una tragedia, debido a desesperanza o frustración abrumadoras es algo
que devasta a la familia, a los amigos y la comunidad. Los cercanos al suicida estarán siempre
con la duda de si ellos pudieron hacer algo para salvarle la vida al suicida.

Aprender más acerca de los factores que podrían llevar un adolescente al suicidio podría
ayudar a prevenir más tragedias. Aunque no siempre se puede impedir, siempre es buena idea
informarse y tomar medidas para ayudar a un adolescente con problemas.

B. La atención de los jóvenes para prevenir actos suicidas debe ser en la familia, el niño, de 8 a
11 años esta con la familia que debe conocer sus actitudes, su carácter, su forma de reaccionar
a diversas circunstancias. Con esto decimos que, si se nota algún rasgo diferente, alguna
conducta que varie de lo común, es necesario poner atención en la persona, si sabemos que es
un niño con la alegría natural de los niños, que buscan jugar, estar con los amigos y hasta
pelear por cosas sin importancia con los hermanos y hay un cambio en estos aspectos, es hora
de poner atención a que es lo que le sucede.

III. EL SUICIDIO EN LA HISTORIA.

A. La actitud de los hombres ante la muerte no ha sido la misma a través de los tiempos; cuando
un hombre de hoy habla de su muerte, piensa que si le fuera dado escogería una muerte
súbita, sin dolor, como un leve sueño. El hombre del medioevo se sentiría aterrado de ello,
porque como lo expresa el padre de Hamlet, en la famosa obra de Shakespeare, moriría «en la
flor del pecado»; por eso el hombre de la Edad Media prefería un tiempo de arrepentimiento y
de balance de sus deudas con Dios y con los hombres, de hecho, en las oraciones medievales
se rezaba «líbranos Señor de la muerte repentina».

B. Las antiguas civilizaciones sacralizaron la muerte, la domesticaron, queriendo restarle


dramatismo e integrarla en un sistema de ritos y creencias que tenían por objeto convertirla en
una etapa más del destino, por ello, rechazaban y condenaban el suicidio: el cuerpo del suicida
era castigado, arrastrado por el suelo, y no tenía derecho a ser sepultado en la Iglesia... solo en
el caso del soldado vencido que se suicidaba por honor, o de otras formas de suicidio como el
duelo.

C. En sociedades donde la sacralidad era la cosmovisión vigente, el comportamiento suicida se


rechazaba porque el hombre no tenía permitido modificar su destino, que estaba en las manos
de Dios. Tampoco se le reconocía al ser humano el derecho de imponer a la sociedad la
presencia intempestiva de la muerte por una decisión personal. Una sociedad así no permitía
que el individuo la forzara moralmente ni a ella ni a Dios.

D. El suicidio ha estado ligado a la humanidad y sus costumbres: los mayas, según refiere la
historia, veneraban a Ixtab, la diosa del suicidio, y en el Lejano Oriente los japoneses se hacían
el seppuku para restituir la honra.

E. Las fuentes para el estudio del suicidio en los pueblos primitivos son escasas por lo que nos
encontramos con afirmaciones dispares entre los autores. No podemos determinar con
exactitud la posición de los pueblos primitivos ante el suicidio. Se desconoce si existió o no una
regulación jurídica de esta materia. No obstante, se han descrito ciertas actitudes de algunos
pueblos primitivos que existen en la actualidad o han existido hasta fechas recientes, cual es el
caso de los esquimales, entre los cuales la muerte de los ancianos y la de los seres no
productivos estaba bien vista debido a las difíciles condiciones y medios de vida de estos
pueblos.

F. En Grecia las respuestas de las escuelas filosóficas son dispares. Aristóteles afirma en Ética a
Nicómaco que la "ley no autoriza a suicidarse, y lo que no autoriza, lo prohíbe" y el que se
suicida obra injustamente contra la ciudad. "Por eso también la ciudad lo castiga, y se impone
cierta pérdida de derechos civiles al que intenta destruirse a sí mismo, por considerar que
comete una injusticia contra la ciudad".

G. Platón admite el suicidio en determinadas circunstancias de dolor excesivo o incontrolable,


cuando la suerte le imponga al hombre una vergüenza o una ignominia que le hagan imposible
la vida. En un principio, "el cristianismo no solo no condenó el suicidio, sino que incluso lo
consideró como un gesto heroico", para escapar al deshonor, a la violación o como una forma
de aceptar el martirio. San Agustín se manifestó en contra del suicidio y lo equiparó al
homicidio y no admitía ningún tipo de excepción, ni en casos de gran dolor moral ni
desesperación. El pensamiento agustiniano influyó en gran medida en la doctrina posterior de
la Iglesia. En la Edad Media el pensamiento cristiano seguía marcando el mundo occidental, y
se equipara el suicidio al homicidio.

H. Además, existían penas de origen consuetudinario: de tipo patrimonial (confiscación de los


bienes del suicida) y penas corporales aplicadas sobre el cadáver. Para Santo Tomás de
Aquino era más grave suicidarse que matar a otra persona, no obstante, mantenía una posición
más moderada reformulando el concepto de irresponsabilidad respecto a las enfermedades
mentales, y en cuanto a las causas u origen de estas, nada tenían que ver con la posesión
diabólica u otras influencias sobrenaturales, utilizando los términos romanos furiosus o insanus.

IV. FORMAS DE SUICIDIO.

Las conductas autodestructivas son de dos tipos:


Directas, son en las que la muerte ocurre de manera inmediata.
Indirectas, cuando se lleva una autodestrucción por parte de la persona, consumiendo alcohol,
drogas o correr riesgos innecesarios que pueden provocarle un accidente y la muerte.
Otra forma autodestructiva es consumir productos alimenticios que la persona sabe que le hacen
daños y pueden provocar una enfermedad mortal, fumando mucho, tomando refrescos
excesivamente azucarados, comer golosinas y frituras, considerándose como un suicidio lento que
le llevara hacia la muerte.

Los motivos de suicidio también dan una clasificación del suicidio:

Intencionales: en que la persona lleva a cabo todas las acciones de manera deliberada para
causarse la muerte.
Subintencionales: En la que la persona busca inconscientemente o de manera disfrazada y de
manera parcial su propia muerte.

A. Tipos de suicidio según Emile Durkheim (1897).

Émile Durkheim sociólogo francés, fue el primero en realizar estudios sobre el suicidio, al que
definió como toda muerte que resulta de un acto realizado por la misma victima y la muerte
resultante refleja la relación consigo mismo y con la comunidad.

Émile Durkheim entiende la sociedad como un conjunto de representaciones colectivas, que como
un todo condensan la forma de pensamiento como un todo integrado en torno a un conjunto de
valores, creencias. Durkheim nota que la cantidad de suicidio son regulares. Solo varía según el
grupo (existen grupos más predispuestos a suicidarse) o bien según acontecimientos o fenómenos
extraordinarios en la sociedad (por ejemplo, una crisis económica).

Causas del suicidio: Según Durkheim para que suceda un suicidio son necesarias varias
condiciones: las condiciones psicopatológicas y las condiciones sociales, que incluyen la
interacción de la psique individual y el contexto social.
Otras variables: sexo, religión, nacimientos. Durkheim no creía que el suicidio fuera por causas de
imitación. La explicación de Durkheim se basa en el grado de cohesión social:
a. Integración social: se refiere a las formas en que diferentes grupos se unen para formar un todo
en la sociedad. Podría referirse a casos en que grupos minoritarios se vuelven parte de la
sociedad en general o cuando grupos de individuos se unen para formar un todo cohesionado.

b. Regulación social: de la sociedad de organizar la vida a sus miembros, de señalar los valores
morales. Es una imposición que se naturaliza y no se percibe hasta que se oponen a ella.
(Regulación no debe entenderse como reglamentación: imposición por la fuerza)
Según la forma en la que se presente la cohesión social, la sociedad tendrá distintos tipos de
suicidios.

1. Sociedad con mucha Integración social, Suicidio altruista: el que se suicida no va contra la
creencia del propio grupo, sino que es el mismo grupo el que lo impulsa. La persona no se
mata porque valore poco su grupo, se mata porque cree en el grupo y éste lo impulsa al
suicidio. Ejemplo: el ejército. Es el medio en el cual más se dan los suicidios. La tasa de
suicidios aumenta según más tiempo se pasó en la institución. El suicidio no se debe
entonces a la dureza de la vida en el ejército sino porque el grado de integración aumenta.
No sólo se trata del suicidio heroico sino también de aquel que se quita la vida porque no
puede cumplir con las exigencias, con el standard del grupo.

2. Sociedad con poca Integración social, Suicidio egoísta: el que se suicida no lo hace por un
problema propio, porque no se pudo integrar; sino que el problema es general, los lazos
débiles son generales, si uno se suicida no sólo se debe a que poco le importa el grupo,
también, y más importante, porque al grupo poco le importa el individuo. Un ejemplo son los
sujetos que asesinan a otros por el simple hecho de existir y luego se quitan la vida, como
ha sucedido recientemente en los Estados Unidos.

3. Sociedad con poca Regulación social, Suicidio Anómico: El suicidio anómico, es el que se
da en sociedades cuyas instituciones y cuyos lazos de convivencia se hallan en situación de
desintegración o de anomia. En las sociedades donde los límites sociales y naturales son
más flexibles, sucede este tipo de suicidios. Por ejemplo, en los países donde el matrimonio
tiene un peso menor, por la existencia del divorcio, el suicidio es mayor. Es el suicidio de las
sociedades en transición. Otro ejemplo es el comercio y la industria, donde el cambio (y, por
lo tanto, también el suicidio anómico) es crónico.

En una crisis económica, donde aumenta la tasa de suicidios, no se matan aquellos en


estado de pobreza, sino que de hecho la tasa de suicidios aumenta cuanto mejor es la
situación económica. No se matan por la posesión o no del material, sino por la distancia
existente entre lo que tienen y lo que quieren tener. El deseo es natural y el límite social. (se
lo puede criticar argumentando que el deseo es también social) El deseo no satisfecho es
causa de suicidio y es más grande cuanto más se pueda desear. Durkheim observa que las
regulaciones morales del pasado ya no sirven en la actualidad.

4. Sociedad con mucha Regulación social, Suicidio fatalista: se produce allí donde las reglas
a las que están sometidos los individuos son demasiado férreas para que éstos conciban la
posibilidad de abandonar la situación en la que se hallan. Las sociedades esclavistas,
serían ejemplos de situaciones en las que se da este suicidio.

B. El suicidólogo y tanatólogo de los Estados Unidos Edwin Shneidman (1982), acuñó los
conceptos como suicidología, autopsia psicológica y posvenciòn, hace reflexiones sobre el
suicidio y una de ellas es la siguiente: “De la misma manera que existe un umbral para el dolor
físico, el cual varia de una persona a otra, incluso en la misma persona a lo largo del tiempo,
existe un umbral para el dolor psíquico o emocional”.

a. Schneidman (1996), considerado el padre de la suicidología moderna, propone que el


suicidio
es producto del dolor psicológico, psíquico o mental (psychache), experimentado por la
persona cuando este es percibido como intolerable, inescapable e interminable.

b. Los estados afectivos negativos previos al suicidio (por ejemplo, rabia, culpa, vergüenza,
angustia, depresión, desesperanza, sensación de vacío) son relevantes en la medida que
se relacionan a un sufrimiento psíquico intolerable. Si tales emociones y experiencias
negativas se vuelven una experiencia generalizada de sufrimiento, la persona puede
intentar escapar a través del suicidio.

c. El dolor psíquico se origina en la frustración de necesidades psicológicas básicas e


idiosincráticas, que por distintas razones son centrales para el funcionamiento y cuya
frustración no puede ser tolerada. Basándose en la teoría de la personalidad de Murray
(1938), enumera veinte necesidades psicológicas básicas.

d. En cada caso de suicidio se puede identificar una o más necesidades frustradas. Por lo
tanto, en una perspectiva clínica su identificación tiene gran interés. Así, las necesidades
más apremiantes en una persona pueden ser las de dominio, agresión y logro, y en otra las
de protección, consuelo y aceptación. Su carácter específico puede rastrearse a la historia
personal.

e. Por consiguiente, Shneidman define el suicidio como “un acto consiente de auto
aniquilación percibido como la mejor solución por un sujeto que sufre un malestar
pluridimensional” (Shneidman 1985). Persistiendo aspectos por clarificar, el dolor psíquico
se ha posicionado como un concepto relevante en la suicidalidad y puede ser el eslabón
final de una serie de estados psicológicos que culminan en la conducta suicida.

C. Por otra parte, el padre del Psicoanálisis Sigmund Freud ofreció la primera explicación
psicológica importante al problema del suicidio. En su obra Duelo y Melancolía afirma que el
suicidio representa la agresión dirigida hacia dentro, contra un objeto introyectado, cargado
libidinalmente de forma ambivalente. Freud dudaba de que pudiera darse un suicidio sin el
deseo previo, reprimido, de matar a otra persona.

D. Karl Menninger basándose en las ideas de Freud en “El hombre contra sí mismo” concibió el
suicidio como un homicidio invertido, causado por la cólera del paciente contra otra persona.
Este asesinato reflejo se dirige hacia el interior o se usa como una excusa para el castigo.
También describió un instinto de muerte autodirigido (Pulsión Thanática de Freud).

V. LA PSICOPATOLOGIA DEL SUICIDIO.

A. Desde una perspectiva psicopatológica se distinguen varios términos clínicos. Así, el


comportamiento suicida abarca los gestos suicidas, los intentos de suicidio y el suicidio
consumado.
a. Gestos suicidas: Los planes de suicidio y las acciones que tienen pocas posibilidades de
llevar a la muerte son llamados gestos suicidas.

b. Intentos suicidas: Las acciones suicidas con intención de muerte, pero que no logran su
propósito se llaman intentos de suicidio o intento autolítico. Algunas personas que intentan
suicidarse son descubiertas a tiempo y salvadas. Otras personas que intentan suicidarse
tienen sentimientos contradictorios acerca de la muerte y el intento puede fallar porque en
realidad es una petición de ayuda combinada con un fuerte deseo de vivir.

c. Finalmente, un suicidio consumado o autolisis tiene como resultado la muerte.

B. Una clasificación posible de las tantas que se pueden hacer es la que divide los suicidios en:

a. Vicariantes: se adelantan o aceleran el acto de la muerte que se vislumbra en un futuro, con


la justificación de que no hay esperanzas y sólo creen ver a su alrededor sufrimientos y
nada puede compensar el período de espera.
b. b. Perfeccionistas: no toleran cualquier disminución de los atributos a su persona, lo mismo
en la belleza que en la potencia sexual, o un defecto cualquiera, menoscabo económico o
social, o la pérdida del poder y prestigio.
c. Hedonistas: no soportan nada que constituya un impedimento o una disminución del placer
de predominio sensual.
d. Transicionales: ante ciertas crisis vitales de transición inevitables, optan por el suicidio. 5.
Sintomáticos: dependen de una enfermedad mental, psicosis, confusión mental, demencia y
depresión.

Otra clasificación posible sería según el método utilizado para terminar con la vida. En este
sentido encontramos multiplicidad de métodos: armas de fuego o explosivos, envenenamiento,
precipitarse desde las alturas, ahorcamiento o estrangulación, uso de armas blancas, arrojarse
al paso de vehículos o quemarse a lo bonzo. Entre los datos epidemiológicos disponibles cabe
señalar que el suicidio es la primera causa de muerte violenta en el mundo. Cada día se
suicidan unas mil personas en el mundo. Por cada suicidio consumado existen entre 10 y 20
intentos.

C. La enfermedad psiquiátrica es el primer factor de riesgo para el suicidio (OMS, 2002).

Se estima que el 90% de los suicidios se produce en personas con una enfermedad
psiquiátrica definida (Bertolote, 2003), siendo la de mayor riesgo el trastorno depresivo (hasta
el 80% de todos los suicidios), seguido de las toxicomanías (incluido el alcoholismo) y la
esquizofrenia.

Muchos de los trastornos mentales que se exponen a continuación tienen una demostrada
evidencia de que la desregulación serotoninérgica es un substrato neurobiológico que subyace
a estos trastornos, que resulta un claro candidato para explicar la asociación de los mismos con
la agresividad, la impulsividad y el suicidio, como veremos más adelante.

a. Trastornos depresivos: La depresión es un factor de riesgo para el suicidio bien establecido


(Yen et al., 2003) y los trastornos del estado de ánimo son los más frecuentemente
asociados con el suicidio y la ideación suicida (Chioqueta et al. 2003). Se ha sugerido que
los pacientes con depresión tienen un riesgo de suicidio entre un 60-70% mayor que la
población normal (Khan, 2002).

b. El intento de suicidio es más común en las formas bipolares que en las unipolares, y más
frecuentes en los trastornos bipolares tipo II respecto del tipo I . Por otra parte, los episodios
de depresión mayor y los trastornos bipolares, pero no la distimia, están significativamente
asociados a altos niveles de ideación autolítica. Los datos aportan un efecto de interacción
en los que altos niveles de ansiedad en pacientes distímicos estaban asociados con mayor
ideación suicida (Chioqueta et al. 2003). El riesgo aumenta en las formas graves
(depresiones psicóticas, depresión con síntomas endógenos/melancólicos) y con la edad
(depresiones en ancianos). La relación entre depresión y suicidio explica el leve aumento
del suicidio en primavera y otoño.

c. Trastornos de la personalidad: Un diagnóstico de trastorno de la personalidad lo hallamos


en un 9-25% de los suicidios consumados (Soloff et al., 1999). Es un factor de riesgo
importante dado que frecuentemente coexisten con otras enfermedades psiquiátricas como
el alcoholismo o la depresión, y que son personas con problemas de relación con los
demás.

d. El trastorno límite de la personalidad (TLP) está asociado al suicidio, y es un factor de


riesgo bien establecido (Yen et al., 2003) caracterizado por la inestabilidad afectiva e
interpersonal, sentido difuso del yo, e impulsividad conductual, incluyendo el pasaje al acto
de la autolesión. Este trastorno está descrito como el más letal de todos los trastornos
psiquiátricos (Keel y Cols, 2003). Aproximadamente el 50% de los pacientes con TLP han
realizado como mínimo un intento de suicidio severo. Además, una historia de intentos
previos de suicidio entre los pacientes con TLP, es el predictor más fuerte de suicidio
consumado, respecto de cualquier otro grupo diagnóstico. Otro mecanismo que relaciona el
TLP con el suicidio es la desregulación emocional como problema clave y causal del
comportamiento suicida (Linehan, 1993; Yen et al., 2003). La Terapia Dialéctica Conductual
(Linehan, 1993) ha demostrado estar empíricamente validada para el tratamiento
psicológico del TLP, y se centra en la reducción de las autolesiones mediante la enseñanza
de habilidades de autorregulación emocional.

e. El trastorno antisocial de la personalidad (TPA) y su análogo infantil, el trastorno de


conducta, están asociados al suicidio. Posibles mecanismos explicativos serían la
emocionalidad negativa como la ira (Verona, 2001), los efectos acumulativos de intentos
repetidos de autolesión, directa o indirecta, a través de la imprudencia y la habituación al
dolor (Joiner, 2002) o la impulsividad (Soloff et al., 1994).

f. Esquizofrenia: Se ha estimado que hasta un 13% de los pacientes con esquizofrenia se


suicida, una ratio comparable al de los pacientes con trastornos afectivos, que es 20 veces
mayor que en la población normal (Meltzer, 2003). El riesgo mayor está en los pacientes
jóvenes, varones, desempleados, con historia de intentos de suicidio positivos en la familia,
abuso de sustancias comórbidos y la ausencia de un entorno de apoyo social (Siris, 2001).
Las cinco variables más predictivas de suicidio entre los pacientes con esquizofrenia
incluyen número de intentos de suicidio a lo largo de la vida, número de hospitalizaciones
en los últimos tres años, abuso de sustancias actual o en el pasado, depresión, y severidad
de parkinsonismo (Meltzer, 2003). Se ha demostrado la relación entre la desesperanza y el
suicidio en los sujetos esquizofrénicos (Murphy, 1983), así como del odio hacia uno mismo
como predisponente al suicidio (Joiner et al., 2001).

g. Trastornos de ansiedad: Los datos sobre la conexión entre ansiedad y suicidio no son
claros (Khan et al., 2002). Hay estudios que sugieren que la mayor cantidad de suicidios
están asociados a la co-ocurrencia con depresión mayor (Bartles et al., 2002). EL trastorno
de pánico ha recibido más atención, sin embargo, no presenta una asociación significativa
con el suicidio, aunque es posible que su conexión pueda ser explicada a través de su
comorbilidad con los trastornos del estado de ánimo (Schmidt et al., 2000) aunque no se
asocia con desesperanza ni ideación suicida de forma específica (Chioqueta et al., 2003).

h. Anorexia nerviosa: Este trastorno está asociado con altos índices de muerte por suicidio,
siendo la segunda causa de muerte en estos pacientes (5%), cuyo riesgo de suicidio es 58
veces mayor que el índice esperado (Keel et al., 2003).

i. Insomnio: Aunque la depresión aporta la relación más robusta con el suicidio, estudios
epidemiológicos muestran que el insomnio puede incrementar el riesgo del suicidio hasta en
un 34% (Bernert et al., 2005), y se puede considerar como un predictor clínico del suicidio
consumado en el primer año de seguimiento (Chellappa et al., 2007).

j. Trastornos por abuso de sustancias: Entre un 30-40% de los varones y un 15-20% de las
mujeres que intentan suicidarse existe un diagnóstico de abuso o dependencia de alcohol
(Soller et al., 2002). El riesgo relativo de suicidio entre los alcohólicos es siete veces mayor
que en la población general (Gorwood, 2001). La prevalencia vital de los intentos de suicidio
entre los consumidores de heroína es de un 40% (Darke y Ross, 2001). Las
politoxicomanías también se han asociado a los intentos de suicidio. La evidencia empírica
sugiere que el riesgo de suicidio se asocia a la comorbilidad con otros trastornos (Prigerson
et al., 2003), especialmente con los trastornos del estado de ánimo (Bertolote et al., 2003).
Koller encontró que los sujetos con dependencia al alcohol y una historia de intentos
autolíticos tenían rasgos más agresivos e impulsivos que podían ser factores significativos
en la patogénesis de los intentos de suicidio, independientemente del método utilizado
(Soller et al., 2002).

D. OTROS RIESGOS DE SUICIDIO.

a. Conductas suicidas previas: En general, por cada suicidio consumado existen entre 10
intentos.

b. Enfermedades físicas: aumentan el riesgo, especialmente si producen dolor crónico


resistente a los tratamientos, son terminales o causan incapacidad; siempre hay que
considerar los posibles efectos depresógenos de muchos farmacológicos.

c. Acceso a medios de alta letalidad (armas de fuego, medicación de alta toxicidad).

d. Desesperanza: Es un factor significativo en la etiología y mantenimiento de la depresión, y


en un factor predictor del suicidio. La desesperanza se define como “un sistema de
esquemas cognitivos cuyo denominador común son las expectativas negativas sobre el
futuro” (Beck y cols., 1974). El autor de este constructo lo consideraba el factor clave en la
relación de la depresión con el suicidio. Existe evidencia de que los factores interpersonales
están entre los más robustos predictores del suicidio.

e. Aislamiento social: Hace referencia al estado en el que los contactos interpersonales son
interrumpidos o inexistentes. Anderson y cols. (2000) hallaron que el aislamiento
presentaba un riesgo aumentado de suicidio, y que la incidencia de los trastornos
psiquiátricos desarrollados en prisión era significativamente mayor en los prisioneros en
confinamiento solitario. Por otra parte, las estadísticas (McIntosh, 2002) señalan mayores
tasas de suicidio entre los divorciados (32.7%), viudos (19.7%) y solteros (17.8) respecto de
los individuos casados (10.6%).

f. Impulsividad y agresión: La agresión reactiva se caracteriza por la predisposición a la ira


reflexiva en el contexto de sucesos aversivos, y se ha propuesto como una vulnerabilidad
(diathesis) para el riesgo de suicidio (Mann et al., 1999), con riesgo agudo si sucede en el
contexto de la enfermedad mental (Conner et al., 2003). La impulsividad, hostilidad y
agresividad son factores de riesgo de suicidio (Conner et al., 2001), y rasgos presentes en
el TLP. Sin embargo, se han hallado evidencias de que es la agresividad, de manera
específica y como rasgo independiente de los otros dos más globales, el principal rasgo
característico de los suicidas con depresión mayor, una vez controladas las diferencias
entre sujetos con y sin trastorno límite de la personalidad, y los sujetos con y sin intentos de
suicidio previos (Keilp et al., 2006).

g. Ineficacia: Factores como el desempleo, los bajos ingresos económicos, la enfermedad


física, y bajo nivel educativo, hacen más difícil ser un agente eficaz de cambio en el entorno
de uno. Estos factores hacen más difícil obtener ayuda de los demás o afrontar los
estresares. Los individuos que pueden obtener recursos materiales están protegidos frente
al suicidio (Kaslow et al., 2002). Por otra parte, según la teoría de Joiner (2002) los
sentimientos de ineficacia contribuyen a desear el suicidio, debido al sentimiento de ser una
carga para otros.

VI. EN VEINTE AÑOS SE DUPLICÓ EL NÚMERO DE SUICIDIOS Y SE INCREMENTÓ EL ABUSO


DE SUSTANCIAS.

Con datos proporcionados por la Doctora María Elena Medina-Mora Icaza, directora de la Facultad
de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) e investigadora del Instituto
Nacional de Psiquiatría. Se obtuvo lo siguiente:

A. En México, la tasa de suicidio casi se duplicó en veinte años, al pasar de 3.5 personas por cada
100 mil habitantes en el año 2000 a 6.3 personas por cada 100 mil habitantes en el año 2020.
Además, se incrementó el número de menores de edad que requirieron hospitalización
por depresión y neurosis y existe una tendencia clara de aumento en el abuso de sustancias en
todos los grupos de edad.
a. El trabajo de la doctora Medina-Mora lleva por nombre Sistema de Monitoreo para la
Atención a los Trastornos Mentales y del Comportamiento Debidos al Consumo de
Sustancias. Fue dirigido en colaboración con la Doctora Martha Cordero Oropeza y también
participaron los investigadores Claudia Rafful Loera, Alberto Mendoza Pablo y Melissa
Mendoza Negrete, así como los desarrolladores Rogelio Barrera Delgado, Carlos Olvera
Aguirre, Ana Laura Mejía Pichardo y Antonio Fink.

b. También dio a conocer los siguientes datos:

1. Por la falta de datos confiables, durante décadas la población ha sufrido subdiagnóstico


y desequilibrio en el gasto público destinado para atención a enfermedades
mentales y abuso en el consumo de sustancias.

2. Los trastornos por abuso de sustancias están incluidos en el tema de los trastornos


mentales. Ambos pueden iniciar en edades tempranas y están asociados a costos
adversos significativos. Ambos están entre las 10 principales causas de pérdida de años
de vida con salud, ya sea por muerte prematura o por generar condiciones de vida sin
salud.

3. Desafortunadamente, a nivel mundial se considera que hay un registro insuficiente de


los trastornos mentales y abuso de sustancias, porque muchos no son reportados a los
médicos, porque no llegan a los hospitales, porque los llaman con otros nombres o
identifican con otros problemas de salud.

4. Se considera que las enfermedades mentales son responsables del 16 por ciento de


todos los días vividos sin salud, pero la distribución del gasto de salud para atenderlas
no corresponde; es ocho veces inferior, pues llega solamente al 2 por ciento del gasto
en salud. Esto ha generado muchas y muy importantes brechas de tratamiento.

5. Uno de los problemas para hacer visibles estos problemas es la dificultad para tener los
datos a la mano cuando se deben tomar decisiones, pero ya hay un avance sólido que
es el hecho de que el sistema mexicano de salud ha estado construyendo bases de
datos desde hace más de veinte años.

6. Existen bases de datos sobre trastornos mentales y uso de sustancias en casos de


suicidios, homicidios y accidentes de tránsito. Esto comienza a mostrar que sí existen
los datos, pero es difícil el acceso rápido y claro a ellos.

7. Ya se construyó un primer prototipo llamado Plataforma de Análisis Geoestadístico en


Salud Mental. Con este esfuerzo ya se pueden ver algunos datos útiles para la toma de
decisiones.

8. Uno de los primeros temas en los que enfocaron sus esfuerzos los investigadores fue el
tema del suicidio, en el cual trabaja la Secretaría de Salud actualmente, para poder
prevenir este problema.

B. México y otros países de América Latina inician con tasas bajas, pero tienen un crecimiento
dinámico. Los países que tenían tasas más altas tienen un decremento dinámico y por la
información de los países desarrollados, que la tasa de suicidio no había aumentado durante
la pandemia.

a. Pero en México aumentó y en otros países de América Latina en una proporción mayor a la que
se esperaría, debido al crecimiento que venía presentando en las últimas décadas.

b. Ahora se cuenta con acceso a datos sobre la atención hospitalaria a personas por intento de
suicidio, que entre 2003 y 2019 creció 47 por ciento, al aumentar de mil 621 a 2 mil 384
personas atendidas anualmente en hospitales por intento de suicidio.

c. En población, las hospitalizaciones por trastornos mentales se han duplicado, pero en menores


el aumento proporcional es mucho mayor porque creció de 1.3 por ciento a 5.4 por ciento.
En México todavía hay poca capacidad instalada para atender a esta población.

VII. FASES DEL PENSAMIENTO SUICIDA.

De acuerdo a lo señalado por la Doctora Claudia Rafful Loera, doctora en Salud Pública por
la Universidad de California en San Diego Los trastornos de ansiedad, de depresión y de conducta,
principales padecimientos relacionados al suicidio; abuso de sustancias, aislamiento y alteración
de sueño, factores que incrementan el riesgo.

A. Detalló que la persona que padece de un trastorno de ansiedad se caracteriza por ser “muy
nerviosa, que se angustia de otras cosas (o) que se angustia de todo”, dijo.
La depresión mayor, explicó Rafful Loera, se caracteriza por detonar sentimientos de
desesperanza, de sentir que "ya nada vale la pena" y que la situación no puede cambiar.
“Otro de los trastornos son los de conducta, y eso está relacionado con control de impulsos;
entonces, muchas veces los suicidios no son planeados, sino que son (producto) de una
conducta impulsiva”, sostuvo la también docente de la Universidad Nacional Autónoma de
México (UNAM). 
Detalló que el 25% restante de los casos no tiene antecedentes de trastornos mentales y que
éstos se relacionan más con problemas sociales, desempleo o bullying, pero que “no presentan
problemas de salud mental como tal”, señaló.

B. ¿Cuáles son las fases del pensamiento suicida?


La especialista expuso que las fases del pensamiento suicida son tres: ideación, plan e intento.
La primera etapa, abundó, es cuando la persona tiene un pensamiento de “ya no vale la pena
vivir”. 
La segunda fase involucra un cuestionamiento sobre cómo podría quitarse la vida. La última es
el intento de suicidio, mismo que puede o no ser consumado.
“Si vemos que una persona sufre de ansiedad, de depresión y también hay abuso de
sustancias, sobre todo en la adolescencia, todo esto sube el riesgo de conducta suicida”,
advirtió Claudia Rafful antes de acotar que otros factores que evidencian riesgo
son: aislamiento social y cambio en patrones de sueño.

C. Sin embargo, señaló que siempre que exista la sospecha de que una persona esté
desarrollando un pensamiento suicida, se le pregunte directamente. 
“Muchas veces se tiene este miedo de preguntarle a alguien por miedo a darle ideas, y este no
es el caso. Siempre que se tiene alguna sospecha de que alguna persona pueda estar
teniendo pensamiento suicida es importante preguntarlo y saber que eso abre un espacio de
que no se va a juzgar a la persona.
“Muchas veces las personas que tienen pensamiento suicida creen que si lo hablan con otras
personas pues van a ser criticadas o juzgadas, o estigmatizadas; entonces, hay que abrir ese
espacio para que sientan la confianza de hablar del tema y poder trabajarlo desde la salud
mental”, subrayó.  

D. ¿Qué hacer si una persona expresa deseos de quitarse la vida?


La Doctora Claudia Rafful sostuvo que lo primero que se debe hacer cuando una persona
expresa deseos de suicidarse es tomarlo en serio y canalizarla a un centro de atención. 
“Se tiene la idea en la población general de que si alguien habla de que piensa en quitarse la
vida es que nada más está amenazando o que quiere manipular a las otras personas, y esto no
necesariamente va a ser el caso”, declaró la doctora en Salud Pública, agregando que se debe
mostrar apoyo a la persona y tratar de no dejarla sola. Recalcó que todos los suicidios se
pueden prevenir y que esto puede lograrse a través de la apertura de espacios de
comunicación para tratar el tema. 

VIII. ACERCA DEL SUICIDIO DE ADOLESCENTES.

De acuerdo con la Doctora en Psicología Christina M. Cammarata, PhD.

A. Los motivos detrás del suicidio o intento de suicidio en un adolescente pueden ser complejos.
Aunque el suicidio es relativamente raro entre niños, la cantidad de suicidios e intentos de
suicidio aumenta significativamente durante la adolescencia.

a. El suicidio es la tercera causa de muerte entre jóvenes de 15 a 24 años de edad, de


acuerdo con Centers for Disease Control and Prevention (CDC), después de accidentes y
homicidio. Se cree además que por lo menos 25 intentos se hacen por cada suicidio de un
adolescente.

b. El riesgo de suicidio aumenta drásticamente cuando niños y adolescentes tienen acceso a


armas en casa y casi el 60% de todos los suicidios en los Estados Unidos se logran con una
pistola. Por eso cualquier pistola en su hogar debe estar descargada, bajo llave y fuera del
alcance de los niños y de los adolescentes.
c. Sobredosis con medicamentos de venta libre, de receta médica y sin receta también es un
método muy común, tanto para el intento de un suicidio como para lograr suicidarse. Es
importante supervisar cuidadosamente todos los medicamentos en el hogar. También tome
en cuenta que adolescentes intercambiarán diferentes medicamentos de receta médica en
la escuela y los llevarán (o almacenarán) en sus casilleros o en la mochila.

d. Las cantidades de suicidios varían entre niños y niñas. Las niñas piensan en e intentan
suicidarse dos veces más que los niños y tienden en intentar suicidarse por medio de una
sobredosis de drogas o cortándose. En cambio, los niños fallecen por suicidio cuatro veces
más que las niñas, tal vez porque tienden a usar métodos más letales, como armas,
colgándose o saltando desde alturas.

B. ¿Cuáles adolescentes están en riesgo de suicidarse?

a. Puede ser difícil recordar cómo se sentía ser adolescente, atrapado en esa área gris entre
la niñez y la edad adulta. Por supuesto que es una época de increíbles posibilidades, pero
también puede ser un periodo de estrés y preocupación. Se sienten presionados para
adaptarse socialmente, tener un buen desempeño académico y actuar con responsabilidad.

b. La adolescencia también es una época de identidad sexual y relaciones sociales y existe la


necesidad de independencia que a menudo está en conflicto con las reglas y expectativas
que otras personas establecen.

c. Los jóvenes con problemas de salud mental, como ansiedad, depresión, trastorno bipolar o
insomnio, corren riesgos más altos de pensar en el suicidio. Los adolescentes quienes
pasan por cambios fuertes en la vida (el divorcio de sus padres, mudanzas, un padre que se
va de casa por su servicio militar o por la separación de los padres, o cambios financieros) y
aquellos quienes son víctimas de intimidación corren mayores riesgos de pensar en el
suicidio.

d. Los factores que aumentan el riesgo de suicidio entre adolescentes incluyen:

1. Un trastorno psicológico, especialmente la depresión, trastorno bipolar y consumo de


drogas y alcohol (de hecho, como el 95% de las personas que fallecen por suicidio
tienen un trastorno psicológico al momento de morir).

1. Sentimientos de angustia, irritabilidad o agitación.

2. Sentimientos de desesperanza y de complejo de inferioridad que con frecuencia se


manifiestan con la depresión.

3. Un intento previo de suicidio.

4. Antecedentes de depresión o de suicidio en la familia.

5. Abuso emocional, físico o sexual.

6. Falta de un grupo de apoyo, malas relaciones con los padres o sus pares y
sentimientos de aislamiento social.

7. Hacer frente a bisexualidad u homosexualidad en una familia o comunidad que no lo


apoya o en un ambiente escolar hostil.

C. Señales de advertencia.
a. El suicidio en adolescentes con frecuencia ocurre después de un evento estresante en la
vida, como problemas en la escuela, la rotura con un novio o novia, la muerte de un ser
querido, un divorcio o un fuerte conflicto familiar.

b. Los adolescentes que piensan en suicidarse podrían:

1. Mencionar el suicidio o la muerte en general.

2. Insinuar que ya no estarán más.

3. Mencionar los sentimientos de desesperanza o de culpa.

4. Retraerse de amigos o de la familia.

5. Escribir canciones, poemas o cartas sobre la muerte, la separación y pérdida.

6. Empezar a regalar objetos valiosos a hermanos o amigos.

7. Perder el deseo de participar en cosas o actividades predilectas.

8. Tener dificultades para concentrarse o pensar con claridad.

9. Mostrar cambios en hábitos de alimentación o de dormir.


10. Participar en comportamientos riesgosos.

11. Perder interés en la escuela o en los deportes.

D. ¿Qué pueden hacer los padres?

a. Muchos adolescentes quienes logran o intentan suicidarse dan algún tipo de advertencia a
seres queridos de antemano. Por lo tanto, es importante que los padres conozcan las
señales de advertencia de manera que los adolescentes con tendencias al suicidio puedan
obtener la ayuda que necesitan.

b. Algunos adultos piensan que los jóvenes que dicen que se van a lastimar o a matar "lo
dicen sólo para llamar la atención". Es importante darse cuenta que si se ignoran a los
adolescentes que llaman la atención, podría aumentar la posibilidad de que sí se lastimen
(o peor).

c. Llamar la atención por medio de visitas a la sala de emergencias, consultas médicas y


tratamiento en institutos por lo general no es algo que deseen los adolescentes, a menos de
que sufran de una depresión seria y piensen en el suicidio o que deseen estar muertos. Es
importante considerar las señales de advertencia como serias, no como formas de "llamar la
atención" que se pueden ignorar.

E. Observe y escuche.

a. Observe bien a un adolescente retraído y con depresión. Comprender la depresión en


adolescentes es muy importante ya que puede parecer diferente a las creencias comunes
acerca de la depresión. Por ejemplo, puede presentarse como tener problemas con amigos,
con las calificaciones, el dormir o estar de mal humor o irritable en vez de llorar o de sufrir
de tristeza crónica.

b. Es importante tratar de mantener abierta la comunicación y expresar su preocupación, su


apoyo y su amor. Si su adolescente le confía, demuéstrele que toma en serio esas
preocupaciones. Una pelea con un amigo puede no parecerle importante en un contexto
más amplio, pero para un adolescente puede ser intenso y abrumador. Es importante no
minimizar o descontar lo que su adolescente está enfrentando, ya que esto podría aumentar
su sentimiento de desesperanza.

c. Si su adolescente no se siente cómodo hablando con usted, sugiérale una persona más
neutral como otro pariente, un miembro del clero, un entrenador, un consejero en la escuela
o el médico de su adolescente.

F. Haga preguntas.

Algunos padres prefieren no preguntar a los adolescentes si han pensado suicidarse o


lastimarse. Algunos temen que, al preguntar, sembrarán la idea del suicidio en los
pensamientos de sus adolescentes.

Siempre es buena idea preguntar, aunque sea difícil. Algunas veces ayuda explicar por qué
pregunta. Por ejemplo, podría decir: "He notado que mencionas demasiado tus deseos de estar
muerto. ¿Has pensado intentar matarte"?

G. Obtenga ayuda.

a. Si se entera de que su hijo piensa en el suicidio, obtenga ayuda inmediatamente. Su médico


puede recomendarle un psicólogo o psiquiatra o el departamento de psiquiatría de su
hospital local puede proporcionarle una lista de médicos en su zona. La asociación de salud
mental local o la sociedad médica del municipio también pueden darle recomendaciones.

b. En un caso de emergencia, puede llamar al 911 y números telefónicos en Gomez


Palacio, Dgo. Las líneas de atención a la población son 87 17 23 02 88, 87 17 80 10 18,
87 17 80 10 86 y 87 17 80 10 25.

c. Si su adolescente se encuentra en una situación de crisis, la sala de emergencias local


puede realizar una evaluación psiquiátrica exhaustiva y recomendarle los recursos
apropiados. Si no está seguro si debe traer a su hijo a la sala de emergencias,
comuníquese con su médico o llame al a los teléfonos anotados anteriormente para solicitar
ayuda.

d. Si concertó una cita con un profesional de salud mental, asegúrese de no faltar a la cita,
aún si su adolescente dice que se siente mejor o que no quiere ir. Pensamientos de suicidio
tienden a ir y venir; sin embargo, es importante que su adolescente obtenga ayuda para
desarrollar las habilidades necesarias para disminuir la posibilidad de que pensamientos y
comportamientos de suicidio surjan de nuevo si llegara a ocurrir una crisis.

e. Si su adolescente se negara a ir a la cita, hable de esto con el profesional de salud mental y


considere asistir a la sesión y trabajar con el médico para asegurar que su adolescente
tenga acceso a la ayuda que necesita. El médico también podría asesorarlo para desarrollar
estrategias que motiven a su adolescente a que desee obtener ayuda.

f. Recuerde que conflictos continuos entre un padre y su hijo pueden empeorar la situación
para un adolescente que se siente aislado, no comprendido, que no vale nada o suicida.
Consiga ayuda para dar a conocer los problemas de familia y resolverlos de manera
constructiva. También informe al profesional de salud mental si existen antecedentes de
depresión, abuso de alcohol o drogas, violencia en la familia u otros factores estresantes en
el hogar, como un entorno de constante crítica.

H. Ayude a los adolescentes a hacer frente a pérdidas.


a. ¿Qué debe hacer si alguien quien conoce su adolescente, quizá un miembro de la familia,
un amigo o un compañero, intentó o logró suicidarse? Primero, reconozca la gran cantidad
de emociones de su hijo. Algunos adolescentes dicen que se sienten culpables,
especialmente aquellos que sienten que pudieron haber interpretado mejor las acciones y
palabras de su amigo.

b. Otros dicen que sienten enojo con la persona que logró o intentó suicidarse por haber sido
tan egoísta. Y otros dicen que no sienten emociones fuertes o que no saben cómo expresar
lo que sienten. Asegure a su hijo que no hay manera correcta o incorrecta de cómo sentirse
y que puede hablar de eso cuando se sienta listo para hacerlo.

c. Cuando alguien intenta suicidarse y sobrevive, ciertas personas podrían temer o sentirse
incómodos de hablar con él acerca de eso. Dígale a su adolescente que resista este
sentimiento; éste es un momento en que una persona definitivamente necesita sentirse
unido a otras.

d. Ante el suicidio de un estudiante, muchas escuelas traen consejeros especiales para hablar
con los estudiantes y ayudarlos a enfrentarlo. Si su adolescente enfrenta el suicidio de un
amigo o compañero de la escuela, motívelo a usar estos recursos o a hablar con usted u
otro adulto de confianza.

I. Si perdió un hijo por suicidio.

a. Para los padres, la muerte de un hijo es la pérdida más dolorosa que uno se puede
imaginar. Para los padres que perdieron un hijo al suicidio, el dolor y la pena pueden ser
aún mayores. Aunque estos sentimientos tal vez nunca desaparecerán por completo, los
sobrevivientes de un suicida pueden tomar medidas para iniciar el proceso de recuperación.

b. Mantenga el contacto con los demás. El suicidio puede ser una experiencia muy aislante
para los miembros sobrevivientes de la familia ya que amigos a menudo no saben qué decir
o cómo ayudar. Rodéese de personas positivas que den le su apoyo para hablar con ellas
acerca de su hijo y sus sentimientos. Si los que lo rodean parecen incómodos al tratar de
ayudarlo, inicie la conversación y solicite ayuda.

c. Recuerde que otros miembros de la familia también están sufriendo y que todos expresan
dolor de su propia manera. Sus otros hijos, especialmente, pueden tratar de enfrentar su
dolor por su cuenta para no molestarlo con preocupaciones adicionales. Estén presentes el
uno para el otro entre todas las lágrimas, el enojo y los silencios y, de ser necesario,
busquen ayuda y apoyo activamente juntos.

d. Esté consciente de los aniversarios, cumpleaños y días festivos podrían ser difíciles. Los
días importantes y los días festivos a menudo despiertan los sentimientos de pérdida y de
ansiedad. En esos días, haga lo que considere mejor para sus necesidades emocionales,
ya sea rodearse de la familia y de amigos o pasar un día tranquilo para reflexionar.

e. Comprenda que es normal sentirse culpable y preguntar cómo pudo pasar esto, pero
también es importante reconocer que es posible que nunca obtenga las respuestas que
busca. La recuperación que se lleva a cabo con el tiempo resulta al alcanzar el punto de
perdonar, tanto para su hijo como para usted.

f. Los grupos de asesoramiento y de apoyo pueden contribuir de manera significativa para


ayudarlo a reconocer que no está solo. Algunos miembros de familia afligidos se unen a la
red de prevención del suicidio, la cual ayuda a padres, adolescentes y escuelas a aprender
cómo ayudar a prevenir tragedias en el futuro.
IX. LAS DROGAS COMO CAUSA DE SUICIDIO.

A. En la actualidad, los niños de 10, 11 años ya han probado el tabaco, otros a los 13, a14 años
ya han probado el alcohol y en si la niñez y la juventud se han vuelto el blanco de los
vendedores de drogas, ya sean las llamadas legales como el tabaco y el alcohol, como las
ilegales.
El mercado de la droga se ha expandido en forma alarmante en todo el mundo y nuestro país
no ha sido la excepción. Y la Región Lagunera tampoco.

B. El INEGI menciona el aumento en el consumo de drogas en México.


De acuerdo a la Encuesta Nacional de estas sustancias 2016-2017 (Encodat 2016), del INEGI,
el inicio del consumo de drogas entre adolescentes cada día es más bajo, entre 12 y 17 años.

El estudio revela que el consumo de drogas ilegales alguna vez en la vida, solo en
adolescentes de 12 a 17 años dicho consumo pasó de 2.9 en 2011 a 6.2 en 2016.

En las mujeres adolescentes se registró un aumento de 205% en consumo, siendo la


mariguana la predilecta para este sector.

La preocupación por este problema para las autoridades ha sido una constante. En agosto del
del 2015, la Secretaría de Salud presentó el programa “Salud en tu escuela”, cuyo objetivo era
prevenir y detectar enfermedades como la obesidad, adicciones, además de evitar embarazos
en niños y jóvenes de primaria a bachillerato.

“Como no nos va a preocupar si vemos que está disminuyendo la edad de inicio y no importa si
son meses, está disminuyendo y no importa si los crecimientos en el uso de drogas ilegales
son discretos, están incrementándose y hay algunos otros que tienen que ponernos la luz roja
encendida, el caso de las mujeres adolescentes el caso de los niños”, aseguró en aquel
entonces el secretario de Salud, José Narro.

La misma encuesta de Encodat detalla la forma en que son enganchados los niños a las
drogas, la mayoría de los niños y adolescentes que fueron iniciados en las drogas lo hicieron
por medio de brownies, muffins, hotcakes, paletas de dulce y palitos de chocolate alterados con
cocaína o mariguana.
Con esto nos damos cuenta que los vendedores de droga emplean cualquier forma de disfrazar
la droga para venderla a los niños, ya sea afuera de las escuelas, o dentro por mismos
compañeros escolares.
En este caso el INEGI en su estadística del 2018 nos dice “La cantidad total de delitos
asociados con drogas (narcomenudeo y delitos contra la salud), registrados durante 2018 en
las Procuradurías y Fiscalías de Justica Estatales, así como en la fiscalía general de la
República, ascendió a 82 905 delitos, lo que representó una tasa de 83.9 delitos por cada cien
mil habitantes de 12 años y más, prácticamente el doble de la tasa observada en 2016 que fue
de 42.8.

C. El consumo de drogas en adolescentes en México aumentó un 15% durante la pandemia

Según datos de la ONU, a nivel mundial, en el primer año de la pandemia, un 5,5% de la


población de entre 15 y 64 años ha consumido drogas al menos una vez y el 13% de ellos
sufrieron trastornos por su consumo.
275 millones de personas consumieron drogas en este último año.
36 millones de personas sufrieron trastornos por su consumo.
Sumado a estos factores y al aumento de la población mundial, en base a datos brindados por
la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, se proyecta que para el año 2030,
25 millones de personas más van a consumir drogas (aumento estimado del 11% en menos de
10 años).
De acuerdo a expertos del área de la salud, durante la pandemia, la mayoría de los países ha
informado un aumento del consumo de cannabis. En los últimos 24 años, la potencia de la
marihuana se multiplicó por cuatro y cada vez menos adolescentes perciben su consumo como
perjudicial (el porcentaje de adolescentes que perciben el consumo del cannabis como
perjudicial ha disminuido un 40%). Estos datos se corroboran en las escuelas secundarias de la
Laguna de Durango, en las cuales a un porcentaje de estudiantes les parece normal fumar
mariguana y la aceptarían si algún amigo se las ofrece.

En México, en el período de pandemia, el consumo de drogas duras en adolescentes y jóvenes


de entre 15 y 24 años, aumentó un 15%; por otro lado, el consumo de marihuana subió un 17%
y el de alcohol, un 14%. Y se vuelve más alarmante, ya que los adolescentes de entre 15 y 17
años, han aumentado más el consumo de drogas duras que jóvenes adultos.

D. Es común que se manifieste que los problemas económicos, la falta de trabajo aumentan el
distrés psicológico y eso hace que los adolescentes y adultos jóvenes se acerquen mas a las
drogas legales e ilegales, pero en la realidad que actualmente se vive en México se nota que
las drogas que los jóvenes con mayor estatus económico son quienes no sólo consumen más
marihuana y alcohol, sino que también han incrementado más su consumo durante la
pandemia que los de menor estrato social. Solamente se igualan en el consumo de opiáceos y
drogas duras, en ese tipo de drogas no hay nivel socioeconómico que los distinga, ya que en
ambos aumentaron su consumo por igual.

De acuerdo al género más del 60% de los que consumen aumentaron el consumo de
marihuana y drogas duras fueron varones. En relación al alcohol, mujeres y hombres
consumieron por igual.

Siguiendo con las encuestas, 7 de cada 10 han pasado por situaciones de depresión y el 62%
presentó ansiedad.

No solo han aumentado el consumo y los problemas de salud mental, también lo hizo la
violencia, abusos y demás acciones que van en contra de la integridad de las personas. El 43%
de adolescentes vivieron algún tipo de violencia en sus casas, psicológica, física o sexual
según datos brindados por Population Council México.

E. La influencia de la pandemia en el uso de las drogas.

Entre las muchas secuelas que ha dejado en la población la pandemia de covid-19, una de las
más inquietantes es que provocó un notable incremento en el consumo de drogas y sustancias.

De acuerdo con un estudio encabezado por el Population Council de México en colaboración


con otras instituciones, el consumo de opioides entre adolescentes registró un incremento de
18%, mientras que el de marihuana entre jóvenes se fue hasta un 21%.
Además, en ambos grupos el consumo de alcohol creció un 14%.
Al dar a conocer los resultados del estudio, Isabel Vieitez, directora de la Oficina del Population
Council en México y ante el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo
López-Gatell, agregó que la pandemia ha tenido repercusiones de gran magnitud en
adolescentes y jóvenes mexicanos, especialmente en lo relacionado a la violencia, la
educación y la salud mental.

Según la información proporcionada 7 de cada 10 adolescentes y jóvenes han experimentado


síntomas depresivos, mientras que el 62% presentó ansiedad.

En tanto, el 43% de los adolescentes y jóvenes ha vivido algún tipo de violencia en su hogar, ya
sea física, psicológica o sexual, y de ese total, al menos 28 % percibió recrudecimiento de
agresiones durante la pandemia.
La encuesta también detalló que las mujeres y la población no binaria es la más afectada.

Vieitez explicó que, durante la pandemia, los jóvenes percibieron que la violencia aumentó su
gravedad y frecuencia, siendo mayor en población indígena o afromexicanas y en los niveles
socioeconómicos más bajos.

El estudio, que se realizó en línea, a poco más de 55 mil adolescentes y jóvenes de 15 a 17


años en 2020, reveló que al menos 19% de ellos estuvieron expuestos a violencia sexual, y un
3.7 % percibió un aumento en la gravedad o la frecuencia de conductas relacionadas con
acoso y agresión sexual.

De acuerdo a los datos proporcionados durante los dos años de la pandemia hubo un 42% de
deserciones escolares entre adolescentes y jóvenes.

F. El suicidio en niñez y adolescencia es una problemática que debe visibilizarse con el objetivo
de ser prevenida.

c. Sistema Nacional de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes, 09 de septiembre de


2021.
En ocasiones las personas adultas desconocen que niñas, niños y adolescentes pueden
desarrollar pensamientos suicidas. Ante esta situación, madres, padres y personas
cuidadoras deben identificar los factores de riesgo asociados, los factores protectores y
dónde localizar a especialistas ante la posibilidad de un suicidio infantil o adolescente.

d. En casa, si a una hija o hijo le duele una rodilla, se siente mal del estómago o sufre
físicamente se le lleva de inmediato al médico. No obstante, si manifiesta sentirse triste,
irritable o si tiene miedo ante una situación se suele pasar por alto que su salud mental y
emocional también es parte fundamental de su desarrollo y se puede minimizar su
conducta, verla como parte de su crecimiento o que pasará con el tiempo; sin embargo,
esto puede ocultar un problema mayor como la depresión y el suicidio.

e. El suicidio es una problemática que debe visibilizarse con el objetivo de ser prevenida. La
Encuesta Nacional de Salud (ENSANUT) reveló que, durante 2020, mil 150 niñas, niños o
adolescentes en México decidieron suicidarse, es decir, un promedio de tres casos por día,
casi el triple que los registrados por COVID-19, que ascendieron a 392 casos durante el
mismo periodo.

f. Diagnosticar una depresión no es sencillo, en ocasiones las personas adultas han


normalizado el estrés, las fobias, la ansiedad, el distanciamiento social y eso da la pauta
para decir "no pasa nada", ya que no existen pruebas de laboratorio o radiografías que lo
demuestren. No obstante, existe, por es necesario que sea diagnosticada por una persona
profesional de la salud mental y tratarla a tiempo a fin de evitar que se desencadenen
enfermedades mentales severas, pensamientos suicidas o la consumación de dichos
pensamientos. Por ello se deben observar las siguientes señales de alerta:

g. 10 señales de alerta y factores de riesgo que pueden anticipar un intento de suicidio.

1. Problemas emocionales: miedos extremos, ansiedad, baja autoestima, culpa o


autolesiones como cortes con navajas o inicio en el consumo o abuso de sustancias
como alcohol, tabaco u otras drogas ilegales.

2. Problemas de relación social: disminución en la cantidad de amistades, aislamiento


social, incluso de gente cercana, y sentimientos de falta de apoyo familiar o social.
3. Problemas cognitivos: conductas hiperactivas, de riesgo físico como practicar retos
virales para provocarse daños, problemas de atención y concentración; así como
descenso en el rendimiento académico.

4. Trastornos de conducta alimentaria: anorexia (evitan la comida, la restringen o sólo


comen cantidades muy pequeñas), bulimia (comportamientos para compensar el exceso
de comida, como vómitos forzados, uso de laxantes o diuréticos, ayunos, ejercicio
excesivo) o el trastorno por atracón (pierden el control sobre lo que comen).

5. Antecedentes de familiares o personas cercanas con tentativas o suicidios.

6. Haber sufrido violencias: maltratos físicos, psicológicos o emocionales, omisión de


cuidados por parte de las personas cuidadoras, abandono, acoso escolar (bullying),
ciberacoso o violencia sexual.

7. Estar en un proceso de duelo por pérdidas: de un familiar, mascota de compañía,


divorcio de los padres, tener sentimientos de rechazo, problemas económicos en las
familia o falta de empleo de la jefa o el jefe de familia.

8. Buscar tener a su alcance armas de fuego o medicamentos.

9. Realizar búsquedas en internet o en grupos de redes sociales sobre


temáticas relacionadas al suicidio.

10. Haber realizado intentos de suicidio previos.

Es importante mencionar que estas señales o factores de riesgo serán diferentes en cada
niña, niño o adolescente y varían de acuerdo con la edad, el sexo y su contexto; también es
importante mencionar que, en general, se presenta más de una señal de forma simultánea.

h. ¿Cuáles son los factores protectores para prevenir el suicidio infantil y adolescente?

1. Dialogar con ellas y ellos: escuchar atentamente y sin reprimir sus emociones y


sentimientos. Validar sus sentimientos, pero no las acciones que le hagan daño.

2. Acompañar: dar seguimiento a lo que aprenden en la escuela, las redes sociales e


internet, interésese en sus amistades y personas con quienes hablan, frecuentan y
confían.

3. Permite que expresen sus emociones, sentimientos y los tuyos: las costumbres de la


sociedad en el que se enseñara que "los hombres no lloran", que "a las mujeres no hay
que entenderlas, hay que quererlas” o que no se debe demostrar fragilidad para evitar
ser vulnerables; no obstante, permitir que niñas, niños y adolescentes se expresen
creará un ambiente de confianza y respeto mutuo.

4. Empatizar con sus ideas y pensamientos: evitar decirles cómo sentirse o frases como
"échale ganas", "si no estás bien es porque no quieres", "estás exagerando, ya
supéralo"; ayúdales a entender que los problemas se pueden resolver mejor en
compañía de las personas que los quieren y utiliza frases como: "¿qué es lo que te
preocupa?", "entiendo lo doloroso que puede ser" o "de qué forma puedo ayudarte".

5. Demostrarles amor: abrazar a sus hijas e hijos, demostrarles con amor y con el ejemplo
que no importa si no han sacado las mejores notas, que sin importar su color de cabello,
vestimenta, orientación sexual o música que escuchan pueden ser personas con
principios y valores centrados en el respeto a los derechos humanos de las demás
personas.

6. Buscar ayuda profesional: las mamás, papás y familiares son importantes. Existen


acontecimientos traumáticos en la vida de niñas, niños y adolescentes que requieren
ayuda de personas expertas en salud mental como psicólogos o psiquiatras.

i. ¿A dónde acudir si se necesita ayuda profesional?

j. Si identifica alguna de las señales o conoce a alguien que esté en peligro:

1. Comuníquese de forma gratuita a la LÍNEA DE LA VIDA del CONADIC 800-911- 2000,


que funciona las 24 horas de los 365 días del año a nivel nacional. Allí te atenderá una
persona especialista y al final le ofrecerán información sobre centros especializados de
tratamiento.

2. También puede comunicarse o escribir al CHAT DE CONFIANZA del Consejo


Ciudadano que a través del programa ¡Sí a la Vida!, ofrece servicio psicológico gratuito
las 24 horas de los 365 días del año a nivel nacional. El número telefónico es: 55-5533-
5533.

3. Centro de Atención Ciudadana contra las Adicciones.


Recibir asesoría especializada de manera gratuita y confidencial las 24 horas los 365
días del año a través de una llamada telefónica en el 018009112000.
4. Centros De Integración Juvenil Laguna Durango.www.gob.mx
Avenida Matamoros 336, 35150 Ciudad Lerdo, Durango · ~15.9 km81 7725 0090.
5. Centros De Integración Juvenil A.C. Calle Juárez 301, Torreón · 871 716 8833

X. DUELO POR SUICIDIO.

A quienes han sufrido la pérdida de un familiar o amigo muy cercano se les llama supervivientes.
En general el suicidio es multicausal, es decir, no existe un solo factor o circunstancia que lleve a
una persona a atentar contra su vida, aunque puede existir un último desencadenante,
circunstancia que suele llevar a muchos supervivientes a pensar que esa ha sido la única causa y
que podrían haberla evitado.
Es común cometer el error de analizar el pasado con los conocimientos que ahora tenemos. No
debemos olvidar que en muchos casos nuestro ser querido lo ocultó y no aceptó o no pudo aceptar
nuestra ayuda.
Los supervivientes se preguntan muchas veces ¿por qué no se habla del suicidio? Durante siglos
el suicida y su familia fueron duramente castigados por la sociedad. El suicidio se convirtió en un
tabú y en un estigma social donde se evitaba hablar del tema. En la actualidad, cada vez se habla
más abiertamente sobre él en los medios de comunicación. Existen asociaciones de prevención
contra el suicidio o grupos de ayuda para los familiares que han perdido a una persona por suicidio
que reclaman atención y soluciones para esta realidad que durante demasiado tiempo ha estado
silenciada. Por parte de los gobiernos también comienza a haber un involucramiento serio, pero
sigue siendo todavía un problema difícil de abordar.

XI. EL TRATAMIENTO DEL DUELO: ASESORAMIENTO PSICOLÓGICO Y TERAPIA,


Aunque cada persona puede reaccionar de manera diferente ante un mismo suceso, y por
ello no hay una forma “adecuada” frente a otra “inadecuada” de actuar, es cierto que
habitualmente se dan una serie de conductas, pensamientos y emociones comunes
cuando se ha sufrido la pérdida de un ser querido por esta causa.
Algunas de las causas que diferencia el duelo por suicidio de otros tipos de duelo es la
culpa irracional, la estigmatización social, pensamientos reiterados buscando el por qué y,
en algunos casos, la ocultación y la vergüenza.
El hecho de saber que el proceso de duelo por el que estamos atravesando es normal y
que le sucede a la mayoría de las personas que sufren este tipo de pérdida, ya es en sí
mismo terapéutico. Saber cómo iremos evolucionando, también tiene un efecto positivo.
MITOS SOBRE EL SUICIDIO EN RELACIÓN CON LOS SUPERVIVIENTES Los mitos son
criterios equivocados que utilizamos recurrentemente y los aceptamos como verdades
absolutas cuando, en realidad, no se basan en ninguna realidad científica. Son perjudiciales
porque al creerlos y repetirlos sin cuestionarnos su veracidad contribuyen a divulgar
opiniones y creencias que pueden hacer mucho daño, a nivel emocional, psicológico e
incluso profesional. Podemos aprender a identificarlos y divulgar otra realidad que puede
ayudar de manera significativa a los supervivientes. Consecuencias Equiparamos el suicidio
a una cualidad reduciéndolo de una manera simplista. Considerarlo como un acto de
valentía es un error por la posibilidad de que se convierta en un modelo a seguir. Si lo
identificamos con un acto de cobardía, culpabilizamos a la persona fallecida y reducimos
nuestra capacidad de comprensión. Ambos conceptos pueden causar mucho dolor a los
supervivientes. Conocimiento actual El suicida no es un cobarde ni un valiente, es una
persona sin esperanza que sufre enormemente y que no sabe o no puede encontrar otra
salida, la única forma que encuentra para dejar de sufrir es acabar con su vida.
Consecuencias Este pensamiento repercute negativamente en los supervivientes por el
temor a que otros miembros de la familia puedan hacer lo mismo. Conocimiento actual En
la actualidad no hay estudios que avalen la existencia de un determinismo genético. Lo que
sí se puede heredar es una predisposición a padecer una enfermedad mental, p. ej., la
depresión, pero dependerá de múltiples factores ambientales que esta enfermedad pudiera
llegar a desarrollarse y, en su caso, no tendría necesariamente que culminar en un suicidio.
Mito 1 El suicidio es hereditario Si se sabe que en algunas familias ha habido más de un
suicidio se piensa que puede ser hereditario, p. ej., si mi marido se ha suicidado en muy
probable que mi hijo también lo haga. Mito 2 Ha sido muy valiente / ha sido un cobarde La
conducta suicida es una de las conductas más complejas del ser humano, no se puede
reducir a un simple adjetivo. 5 Mito 3 Solo se suicidan personas con graves problemas Es
común pensar que, para tomar una decisión tan grave, o se tienen problemas personales o
económicos o algo muy grave le ha debido ocurrir a la persona. Consecuencias Nos
olvidamos de que el suicidio es multicausal. Los familiares y amigos se sienten juzgados y
culpabilizados por su entorno. Conocimiento actual Ni el aparente bienestar económico o
social nos ponen a salvo del sufrimiento emocional. Aunque estemos rodeados de amigos y
familiares o tengamos buenas relaciones escolares o laborales y mostremos una aparente
normalidad, en ocasiones, esta apariencia esconde un sentimiento de gran soledad y un
sufrimiento que no podemos o no sabemos compartir con quienes nos rodean. Mito 4 Solo
se suicidan personas con algún trastorno mental Cuando no entendemos la conducta del
ser humano tendemos a pensar que se debe a algún problema mental. Aunque un alto
porcentaje de personas que se suicidan padecían algún trastorno mental grave, no siempre
es así. Consecuencias Necesitamos encontrar desesperadamente algún signo de
enfermedad para justificar lo que ha ocurrido a nuestro ser querido y al no encontrar
respuesta nuestra ansiedad aumenta. Conocimiento actual No todas las personas que se
suicidan padecen una enfermedad mental, ni todos los enfermos mentales se suicidan,
aunque es un importante factor de riesgo. Mito 5 Yo podría haberlo evitado Es muy normal
que el superviviente, al analizar lo sucedido, piense que podría haber hecho mucho más y
que podría haberlo evitado. Consecuencias Aumentamos nuestros sentimientos de culpa
causándonos más daño. Conocimiento actual Los expertos, psicólogos y psiquiatras, a
veces no son capaces de detectarlo, menos aún una persona sin conocimientos previos
sobre suicidio. El grado de ocultación de la ideación suicida con el fin de evitar el rescate,
impide la detección y la posibilidad de actuar en consecuencia. 6 Mito 6 No volveré a reír ni
a disfrutar de la vida Al principio, el impacto es tan brutal que el pensamiento de lo ocurrido
nos acompaña constantemente. Consecuencias Nos invade la tristeza y entramos en
estado de desesperanza respecto a la vida y nuestro entorno en general. Conocimiento
actual Durante mucho tiempo nos resultará imposible sentirnos bien, con la ayuda
adecuada aprenderemos a enfrentar esta realidad de una manera más adaptativa.
Consecuencias Silenciar el suicidio, sus causas y sus graves consecuencias impide que se
reconozca una realidad constatada estadísticamente. Si no se conoce un problema no se
buscan soluciones. Sin embargo, las muertes por suicidio superan a las de los accidentes
de tráfico desde hace una década. Los familiares sienten que la sociedad da la espalda al
problema. Conocimiento actual La cobertura mediática sensacionalista ante un suicidio
puede que afecte a las personas que están en una situación muy vulnerable y les puede
inducir a copiar el comportamiento suicida. Normalmente, causa grave daño psicológico a
los familiares y amigos en un momento muy angustioso para ellos e incluso afecta a otros
supervivientes ajenos al caso. Una cobertura mediática seria y correcta del suicidio en los
medios de comunicación, sin ninguna duda, debe tener un efecto positivo ya que alienta a
las personas a pedir ayuda.
El duelo por suicidio reúne una serie de circunstancias que no se dan en otros tipos de
duelo. Es una muerte autoinfligida que puede ser INEXPLICABLE para la persona
superviviente además de repentina o inesperada. Todo ello genera una serie de
alteraciones a nivel de pensamientos, emociones, de comportamientos y físicas.
EL DÍA DEL SUCESO Referencia especial merece el día en que, en palabras de los propios
supervivientes, sus vidas se pararon y cambiaron para siempre. Nadie está preparado para
recibir la noticia de que un ser querido se ha quitado la vida. Salvo en los casos de
familiares con un largo periodo de enfermedad mental y numerosos intentos previos. Todas
son reacciones normales a una situación anormal. Quizás las reacciones emocionales
primarias que aparecen en los primeros momentos van a depender de varios factores: De si
fue uno mismo quien encontró al ser querido muerto. Del estado en que se encontraba su
cuerpo y de la forma de la muerte De si pudimos o no verle y despedirnos. De cómo se nos
dio la noticia. Del grado de convivencia o relación que teníamos con la persona que ha
muerto. De lo inesperado (hay casos con intentos previos y otros que jamás se hubieran
imaginado) Del tiempo que transcurre desde que se conocen los hechos hasta que se nos
comunica de forma oficial el fallecimiento. De si hay nota de despedida y de su contenido.
Un pequeño porcentaje de personas dejan nota de despedida y los que lo hacen no suelen
aclarar las causas de dicha decisión. De la ayuda recibida por los equipos de emergencia y
red social.
Reacciones emocionales y cognitivas más comunes: Shock. Bloqueo emocional (no poder
llorar, no poder sentir dolor…) Negación de lo ocurrido. Incredulidad, incomprensión de lo
acontecido debida a la existencia de planes a corto o largo plazo. Rabia, enfado.
Autorreproches, culpa. Dolor, pena, desesperanza. Vergüenza. Pensamientos intrusivos en
bucle y expresiones reiterativas. Es común que los familiares no crean que la persona
fallecida pudiera llevarlo a cabo, aunque lo haya intentado o mencionado en anteriores
ocasiones. De manera no consciente negamos que algo así pueda suceder. Nadie nos ha
enseñado a actuar en una situación así, ni conocíamos los recursos necesarios para
intervenir y sin embargo, es frecuente que nos sintamos culpables. Aunque es un
sentimiento que surge con frecuencia, la culpa nos bloquea y no hace más que aumentar
nuestro sufrimiento. Hasta los profesionales más expertos a veces no lo han podido evitar.
Pudieran darse manifestaciones físicas y de comportamiento: Síntomas de ansiedad
(sequedad en la boca, opresión en el pecho…) Gritos, llanto, agitación motora. Trastornos
del sueño y de la alimentación. Molestias gástricas, dolores articulares y musculares.
Hipersensibilidad al ruido. Falta de energía, cansancio, etc.
EL PROCESO Después de los primeros momentos, el primer interrogante que se plantea
es: Y ahora… ¿Cómo continúo con mi vida? PENSAMIENTOS PRIMEROS MOMENTOS:
Se busca constantemente una explicación. 1. Siempre hay un detalle que queda fijado en
nuestra mente y que no podemos olvidar. Ej. El último sonido de una llamada que no
atendimos… cuyo recuerdo recurrente nos causa mucho dolor. 2. Los «porqués» ¿Por qué
lo hizo? ¿Por qué no me di cuenta? ¿Por qué no confió en mí? (culpa). 3. ¿Cómo ha sido
capaz de hacer algo así? (asombro, incredulidad). 4. ¿Por qué nos has hecho esto? ¿Cómo
no has pensado en mí o en tu hijo/a? ¿No nos querías? (enfado). 5. Los «y si» (y si no
hubiera salido esa tarde… Y si le hubiera escuchado quizá…). 6. La revisión reiterada y
obsesiva de las conversaciones y momentos compartidos, tanto recientes como pasados,
en un intento de buscar respuestas. 7. «Podría haber hecho algo más» convencimiento
implícito: «yo podría haberle salvado». 8. Si hay hijos pequeños: ¿Cómo se lo diré en el
futuro? ¿Cuál es la edad adecuada para contárselo? ¿Me culpará mi hijo/a por la muerte de
su padre/madre? y lo más importante ¿Podría ocurrirle lo mismo? 9. ¿Cómo continúo?
¿Podré vivir con este dolor? ¿Y si… no puedo recuperarme de esto? Pensamientos de
suicidio.
PASADO UN TIEMPO: Duelo más elaborado. Vamos rectificando algunos pensamientos
erróneos. Comprendemos que no existe una única respuesta. Según los expertos el suicidio
es multifactorial. Poco a poco dejamos de preguntarnos obsesivamente el por qué.
Aceptamos que cada persona tiene una parcela privada que no comparte con nadie,
aunque seamos personas cercanas y de su confianza; a veces, porque creen que nadie les
puede ayudar o también por protegernos y no hacernos sufrir o simplemente porque
pertenece a su privacidad. Ahora sabemos que no teníamos ningún conocimiento sobre la
conducta suicida y no podíamos haber adivinado lo que podía ocurrir. Aunque hubiera
señales que ahora vemos, en aquel momento no podíamos reconocerlas. El suicidio se
puede prevenir, es cierto, pero en algunos casos, por mucho que hayamos cambiado
nuestros hábitos cotidianos para estar vigilantes y alerta, probablemente no hayamos
podido evitarlo. No somos todopoderosos. El brutal impacto en nuestras vidas y el ser
conscientes de que no teníamos control sobre lo sucedido nos vuelve hipersensibles y
afloran otros miedos. Nadie está a salvo de un acontecimiento vital. ¿Podría ocurrir algo
más? Y si así fuera, ¿podría yo resistir otra desgracia? Cuando empiezo a sentirme mejor,
pienso: ¿volver a disfrutar de la vida es olvidar? No quiero olvidarle/a ¿Cómo puedo volver
a reír con lo que ocurrió? ¿Significa que le estoy olvidando? (culpa). Sólo el hecho de
empezar a sentirme mejor me hace sentir mal.
CAMINANDO HACIA LA RECUPERACIÓN ACEPTACIÓN: Aceptar NO es resignarse. 1.
Aceptamos que lo ocurrido es un hecho que habrá cambiado para siempre nuestras vidas.
Nunca nada volverá a ser igual, pero esto no significa no poder seguir adelante. 2.
Entendemos y aceptamos que sufría mucho, por razones quizás incompresibles para
nosotros, pero según los profesionales se produce una VISIÓN EN TUNEL y no ven otra
salida a su sufrimiento más que acabar con su vida.
3. Respetamos que fue su decisión, EQUIVOCADA, la peor de toda su vida, pero suya. 4.
Nos han explicado que la visión distorsionada de la realidad causaba que su capacidad de
afrontamiento y toma de decisiones estuviese limitada. En casos de diagnóstico de
enfermedad mental esta capacidad se encuentra aún más restringida. 5. Entendemos que
su sufrimiento le hizo creer que estaríamos mejor sin él/ella. Probablemente pensó que con
su muerte nos aliviaría de la carga que podría significar para nosotros en un futuro y que
saldremos adelante. 6. Comprendemos que no quiso hacernos sufrir, aunque no supuso
que lo pasaríamos tan mal, nunca imaginó el dolor tan grande y permanente que iba a
causarnos. 7. LES PERDONAMOS y NOS PERDONAMOS por ser simplemente humanos.
8. Nos damos permiso para volver a reír, para disfrutar, porque entendemos que forma
parte de la vida misma y comprendemos que nunca olvidaremos a nuestro ser querido por
eso; muy al contrario, sentimos que también nos acompaña y que le gustaría vernos
sonreír.
EMOCIONES Todas las emociones son válidas y pueden darse en cualquier momento del
proceso de duelo con distinta intensidad sin necesidad de que se den en un orden
cronológico. la persona doliente debe darse permiso para sentirlas y expresarlas.
PRIMEROS MOMENTOS: CULPA: Es la emoción más común, la que más daño nos hace y
que perdura a lo largo del tiempo relacionada directamente con los pensamientos de los
porqués, los y si y los debería.
RABIA: Es muy común e intensa también desde el principio. En muchas ocasiones es difícil
de expresar e incluso de admitir por la persona doliente, por aquello de que no es correcto
sentir enfado o agresividad contra alguien que ya no está vivo, alguien que, por otro lado,
amábamos. Ser conscientes de este enfado hacia nuestro ser querido nos puede llevar al
sentimiento de culpa. MIEDOS: Sensación de fragilidad, nos hacemos más conscientes de
la vulnerabilidad del ser humano. Sentimos que en cualquier momento puede ocurrir una
adversidad que cambie la vida, aparece con intensidad el miedo a la muerte de otros seres
queridos, por enfermedad o accidente; si nos abruma, puede generar gran inseguridad.
FRACASO: Por no haberlo evitado. Cuando se trata de padres, se puede generar un
sentimiento de no haber cumplido con su deber de protección, que provoca una gran culpa.
FRUSTRACIÓN: Porque todo el esfuerzo realizado para ayudarle a superar su estado de
ánimo finalmente no sirvió. VERGÜENZA: Porque se sienten juzgados por los demás,
incluso por el entorno más cercano y hasta por la propia familia. ALIVIO: En algunas
ocasiones, cuando el suceso ocurre después de un largo tiempo de sufrimiento, años
incluso, luchando por mantener a salvo a nuestro ser querido, de ingresos continuados y
vigilancia constante, se puede producir un agotamiento general por el estrés que significa
esta lucha. En estos casos, puede ocurrir que el familiar experimente sentimientos de alivio
(ya no tiene que seguir luchando), sentimientos que a su vez pueden generar culpa.
En ocasiones, la combinación de todas o algunas de estas emociones puede llevar a la
persona superviviente a un grado de desesperanza similar al que sufrió la fallecida, por lo
que es muy importante disponer de recursos y ayuda profesional para manejar esta
situación, ya que puede llegar a ser una situación de alto riesgo. PASADO UN TIEMPO:
Duelo más elaborado. LA CULPA: Puede seguir presente, aunque con menor intensidad. LA
TRISTEZA: Junto con la culpa, la rabia y el enfado es la emoción más significativa. Aparece
a medida que disminuye la rabia del principio. La tristeza lo invade todo alrededor de la
persona, nos deja sin energía. En un duelo complicado, incluso nos puede llevar a una
depresión o a la desesperanza y con ello, a la posibilidad de pensamientos de suicidio.
SOLEDAD: Sentimiento de ausencia y de abandono. CAMINANDO HACIA LA
RECUPERACIÓN Se mantienen todas las emociones, pero más atenuadas; puede haber
sido de ayuda si se ha acudido a terapia o a grupos de apoyo y se van aceptando de nuevo
las emociones positivas con naturalidad. Si el duelo se va elaborando adecuadamente, la
rabia disminuye, aunque puede mantenerse cierto enfado porque, aunque les perdonemos,
su decisión cambió para siempre nuestra vida. La culpa nos puede seguir acompañando,
aunque aprendemos a rebajar su intensidad y a convivir con ella; la tristeza se mantiene,
pero con el tiempo se atenúa y se mezcla con otras emociones positivas al volver a
incorporar a nuestro ser querido en la vida familiar y hablar de él de manera natural,
centrándonos más en los recuerdos de cómo vivió, que en el hecho de cómo murió; la
soledad mejora al retomar la vida social anterior o con nuevas relaciones, como las
personas de grupos de apoyo de otros familiares en duelo por suicidio.
CONDUCTA PRIMEROS MOMENTOS: Una vez superado el shock inicial se puede producir
un aislamiento y rechazo hacia todo y hacia todos. Nos culpabilizamos y en ocasiones
culpamos a otras personas por lo acontecido. Con la intención de paliar el dolor, nos
podemos embarcar en diferentes estrategias de evitación. Algunas familias optan por
silenciar lo ocurrido y mentir sobre la causa de la muerte. Esto empeora la elaboración del
duelo. Otras personas se entregan al trabajo para estar muy ocupadas y no pensar; con ello
solo consiguen que el duelo se demore. Para paliar el dolor, a veces se inician
comportamientos adictivos debido a la necesidad de autocastigarse por la culpa. El
consumo de alcohol o drogas nos expone a numerosos riesgos y solo se consigue empeorar
la situación. Pasados los primeros momentos, nos damos cuenta del desconocimiento que
tenemos sobre el suicidio. Para algunas personas la necesidad de comprender les impulsa a
iniciar una intensa búsqueda de información, normalmente a través de Internet. En este
espacio se pueden encontrar asociaciones o grupos de apoyo con los que, con dificultad,
nos atrevemos a entrar en contacto y esto puede servir de una gran ayuda.
PASADO UN TIEMPO: Duelo más elaborado. Depende del afrontamiento que se haya
hecho y de la ayuda recibida. Si hemos procurado buscar ayuda externa, bien de terapeutas
o de grupos de apoyo, es más fácil aceptar lo que nos ha ocurrido y podemos incluso
comenzar a pronunciar la palabra suicidio. Las relaciones sociales, por lo general, cambian.
Se va saliendo del aislamiento y, aunque podemos conservar las relaciones anteriores, por
lo general se hacen nuevas, normalmente con otros supervivientes o personas relacionadas
con el suicidio.
El primer año sin ti. El primer año es muy duro, el primer cumpleaños, la primera Navidad, el
primer verano, etc., son fechas que nos hacen sentir con más fuerza la ausencia de nuestro
ser querido y nos dará la impresión de que retrocediéramos en los pocos o muchos avances
conseguidos en el proceso de duelo. Hay familias que cambian la manera de conmemorar
estas fechas y lo hacen para siempre o inventan rituales nuevos. Debemos saber que estos
momentos nos van a alterar emocionalmente siempre, pero por lo general no significará un
retroceso.
CAMINANDO HACIA LA RECUPERACIÓN Aquellos que han buscado ayuda y van
elaborando el duelo adecuadamente empiezan a recuperar recuerdos positivos de la
persona desaparecida sin tanto dolor y vuelven a hablar con naturalidad de él/ella entre sus
relaciones familiares y de amigos. Es decir, devuelven su presencia a la vida cotidiana sin
sentir esa angustia. Con el paso del tiempo nos iremos sintiendo algo mejor, dentro del
dolor. Algunas personas han ido adquiriendo bastante información sobre suicidio y, en su
ánimo de luchar contra este problema de salud pública, se sienten impulsados a implicarse
en algunas actividades de prevención como p. ej., crear un blog o ayudar a otras personas
que estén atravesando la misma situación que ellos, creando grupos de apoyo a los que
dedican gran parte de su tiempo y su esfuerzo. Estas actividades, aunque les altera
emocionalmente, sobre todo las compartidas con los grupos, por lo general les resulta
positivo y les ayuda a avanzar en su propio duelo, ya que genera un sentimiento de «no
estamos solos». Su lema: Ayudar, ayuda. Después de un tiempo, algunos familiares han ido
superando el duelo y comienzan a disfrutar de celebraciones (bodas, bautizos, etc.). Otros,
sin embargo, aun habiendo pasado años y encontrándose mejor, no están preparados para
participar de dichas celebraciones. Ver a los demás plenamente felices, como si nada
hubiera pasado, les vuelve a causar gran dolor.
AYUDAR AYUDA: MIRANDO HACIA ADELANTE LAS RELACIONES SOCIALES EN EL
PROCESO DE DUELO POR SUICIDIO LAS RELACIONES SOCIALES PUEDEN CAMBIAR
Es normal que las relaciones sociales que antes teníamos cambien. Existe un antes y un
después de lo ocurrido. En ocasiones, ocultamos a nuestros amigos o familiares la
verdadera causa de la muerte; en otros casos, sentimos que nos hacen culpables de lo
sucedido, lo que nos duele profundamente; y en muchas ocasiones, no saben qué decirnos
o cómo llegar a nosotros para consolarnos y terminan por dejar de llamarnos, al no poder
seguir relacionándonos con ellos como antes. SI NO SE HA DICHO LA VERDADERA
CAUSA DE LA MUERTE. En este caso el proceso se complica más. Cuando perdemos a
alguien cercano PARA SIEMPRE y de manera repentina, a nuestra mente le cuesta mucho
aceptar esa realidad, nos parece mentira. Los rituales funerarios habituales cumplen la
función de ayudarnos a aceptar una dura realidad al repetir una y otra vez lo ocurrido a
familiares y amigos, por duro que sea, expresamos nuestro dolor emocional en relación con
los hechos acaecidos, empezando de manera sana nuestro proceso de duelo. Cuando no
contamos lo que ha sucedido realmente, el proceso normal se ve alterado. Emociones y
realidad no se integran adecuadamente desde el principio, además del esfuerzo que
significa mentir a todos aquellos que, como es natural, nos preguntan por lo ocurrido. Para
no hacerlo terminamos por alejarnos de algunas personas, limitando así el apoyo social
necesario. Al desconocer la realidad de lo ocurrido, los amigos, los compañeros,
transcurrido un tiempo, no entienden por qué su amigo/a no va avanzando hacia su
recuperación, aunque sea de una manera paulatina. Desconocen que para esa persona el
shock y la falta de poder expresar abiertamente todo lo que le ha pasado, le ha dejado
anclado en el momento más duro de su vida probablemente, y que le es muy difícil ir
evolucionando en su dolor como sería de esperar.
RECOMENDACIONES Silenciar u ocultar la muerte por suicidio es como negar la realidad.
No obstante, cada persona tiene el derecho a decidir: - Si contar o no la realidad de lo
ocurrido. - Con quién quiere compartirlo y con quién no. - Qué parte de lo ocurrido quiere
compartir y qué parte prefiere guardarse para sí misma. Cuando los hechos se hicieron
públicos: Igualmente, cada persona tiene derecho a decidir si quiere hablar de ello, con
quién y de qué aspecto quiere hablar y de cuál no. En todo caso: Si no lo queremos
compartir, estamos en nuestro derecho a no hacerlo, pero es importante que seamos
conscientes de por qué no lo hacemos: si es por MIEDO A QUE NOS JUZGUEN, o por
VERGÜENZA de decir cómo ha muerto nuestro ser querido, o por el motivo que sea. Si
decidimos contarlo, hay que prepararnos para poder escuchar algún comentario inapropiado
sin que nos cause daño. De igual forma, podemos responder o no sin sentirnos obligados.
BUSCAR AYUDA EXTERNA CON QUIÉN EXPRESAR NUESTROS PENSAMIENTOS Y
EMOCIONES nos ayudará a elaborar un duelo sano.
EL SILENCIO DE LA PROPIA FAMILIA. Aunque se sepa la verdad, al menos en el círculo
más cercano, cada familia o allegado tiene su propia manera de ir superando los distintos
momentos del duelo. Algunos miembros de la familia optan por el silencio y no hablar más
de lo sucedido, bien porque creen que así evitan provocar más dolor al resto de la familia, o
bien, porque quieren ocultar el suyo.
NOTAS - El silencio impuesto por la familia nos puede hacer sufrir más porque no tenemos
con quién compartir lo que sentimos. - El aislamiento para evitar escuchar opiniones provoca
distanciamiento entre la familia y los amigos. - No se puede vivir continuamente disimulando
sin expresar nuestras emociones. Nos impide liberar tensión. - Rehuir el ambiente asociado
al fallecido no minimiza el sufrimiento ni evita el dolor. - No hablar del fallecido por temor a
los recuerdos tampoco atenúa el dolor. - No querer hablar con los familiares o con personas
de confianza sobre lo sucedido por miedo a ser juzgados o a los reproches hace que
suframos en silencio. - Culpar a miembros de la familia, a otras personas, a profesionales, o
a instituciones nos puede llegar a desgastar emocionalmente.

RECOMENDACIONES Poder hablar con la familia, con los amigos o con las personas
cercanas de confianza sobre lo que ha sucedido nos ayuda. Los límites de lo que se quiere
o no contar los pone cada persona, y también los tiempos; es importante que se respete
cuándo se quiere o se puede contar. El apoyo de la familia o de los amigos o instituciones
hace avanzar en el duelo. Cuando nos sentimos culpabilizados por terceras personas o nos
hacen sentirnos culpables otras circunstancias, puede ser recomendable alejarnos de ellas
por una temporada. Es importante darnos permiso para protegernos y cuidarnos ante esas
circunstancias que nos pueden hacer daño mientras estamos en una situación de
vulnerabilidad. Debemos recordar que hay otros familiares o seres queridos que también
están en duelo por la muerte del fallecido y puede que necesiten que los escuchemos.
Dentro del mismo núcleo familiar puede haber algún miembro de la familia que no quiera
hablar de lo sucedido. No todos enfrentan el duelo de la misma manera. Es importante
aceptar y respetar esta decisión. Cada persona necesita sus tiempos de aceptación. El no
encontrar en nuestra familia o en nuestros amigos el consuelo que necesitamos no es razón
para aislarnos y refugiarnos en el dolor y en la soledad. Si resulta difícil o insuficiente
compartir el dolor con alguien de nuestro entorno, es importante buscar un grupo de apoyo
para personas en duelo por suicidio o asociaciones de supervivientes, donde se puede
expresar los sentimientos de manera abierta. Si se detectase que algún miembro de la
familia estuviese tan afectado por lo sucedido que incluso pudiera tener ideación suicida, el
apoyo familiar es fundamental y se debe buscar de manera inmediata ayuda profesional.
EL PAPEL DEL ENTORNO PRÓXIMO A LA FAMILIA O ALLEGADOS MÁS AFECTADOS.
Si estamos rodeados de la familia y de nuestros amigos, el dolor se sobrelleva mejor. Parte
del alivio de la pena estriba en compartirlo con los demás. Si deseamos prestar ayuda a
nuestros familiares o amigos, esta se puede manifestar de diferentes maneras, desde el
acompañamiento hasta ofrecerse para resolver los trámites propios ante una muerte, como
la gestión con la funeraria, comunicar la defunción en el trabajo, gestionar los seguros de
vida, todo lo relacionado con los bancos, etc. No todos los supervivientes aceptan ayuda al
principio.
CUIDADO Algunas preguntas, aunque no sean malintencionadas, del estilo: Pero ¿qué
pasó? ¿Cómo sucedió? ¿No te diste cuenta? O frases de consuelo como: «Fue su elección»
«hay que ser fuertes» «el tiempo lo cura todo». Son preguntas o frases que pretendiendo
ayudar provocan más dolor que alivio.
IMPORTANTE Un simple abrazo de un ser querido puede ser muy reconfortante para los
supervivientes. A veces, no son necesarias las palabras, solo estar ahí a su lado, compartir
y aguantar los silencios es suficiente para quien está en duelo. Es de gran ayuda para la
persona superviviente saber que se le está escuchando sin juicios.
LOS NIÑOS TAMBIÉN SON SUPERVIVIENTES Los niños necesitan recorrer su propio
proceso de duelo. También pueden llegar a sentirse muy culpables por el suicidio de un ser
querido. Los niños se dan cuenta de que algo muy grave está ocurriendo. Tendemos a
protegerles ocultando lo sucedido, pero ven que están pasando cosas a su alrededor de las
que no se les está haciendo partícipes, situación que les puede provocar sentimientos de
culpa y confusión al imaginarse cosas irreales. Pueden creer que el fallecido no le quería lo
suficiente y por eso se ha muerto o marchado. En ocasiones se pueden echar la culpa de lo
sucedido por haber tenido un mal comportamiento. Pueden culparse porque en un momento
de enfado ha deseado la muerte de esa persona y cuando ha ocurrido creen que lo han
provocado ellos por tener ese pensamiento. Es normal que por parte de los adultos no
sepan cómo dar la noticia a los más jóvenes, esto se agrava cuando la muerte es por
suicidio. RECOMENDACIONES No se les debe ocultar la realidad, pero tampoco entrar en
excesivos detalles. Se suele recurrir a no decir la verdad con la idea de protegerles. Según
la edad, pueden o no comprender con claridad lo sucedido. Decir la verdad adaptándola a la
edad y al momento vital de la niña o el niño. Se debe responder a sus preguntas sin dar más
información que la que ellos nos reclamen, adaptándonos a su edad y a su nivel cognitivo.
Es saludable que puedan participar en el duelo familiar y darles lugar para que expresen sus
sentimientos. La manera de cómo va a vivir el duelo la niña o el niño dependerá de cómo lo
manejen sus figuras de referencia, por ej., esconderles el dolor hará que ellos actúen de la
misma manera.
LA CULPA.
LA CULPA ES EL SENTIMIENTO QUE TENEMOS DE NO HABER HECHO LO
SUFICIENTE PARA AYUDAR A UNA PERSONA O POR NO HABER ESTADO LO
SUFICIENTEMENTE ATENTO A LO QUE LE SUCEDÍA. Existen dos clases de culpa:
CULPA SANA: Es el sentimiento que surge cuando hemos hecho algo mal deliberadamente.
Este sentimiento de culpa indica que tenemos conciencia del mal que hemos provocado.
Razonamos lo que ha sucedido y tenemos la opción de solucionar y disculparnos por lo que
hemos hecho.
CULPA INSANA: Es cuando sentimos que hemos hecho algo mal, pero en realidad no
estamos percibiendo las cosas de manera objetiva. No deberíamos culpabilizarnos. El
razonamiento que utilizamos en esta situación es emocional. Recurrimos a pensamientos
circulares, a ideas recurrentes que no aportan nada. Buscamos comprender lo que ha
sucedido y no encontramos respuestas. Muchas veces la base de esta culpa está motivada
por la creencia de que podemos controlar todo lo que acontece en la vida «si yo hubiera
hecho aquello de otro modo, quizá ella estaría aun aquí». Llevados por esta culpa insana no
nos damos la opción de solucionar y disculparnos por lo que creemos que hemos hecho o
hemos dejado de hacer. Esta culpa insana es la que sufren muchos supervivientes de
familiares o allegados por suicidio.
La culpa insana puede llevarnos a pensamientos circulares que dificultan o impiden hacer
análisis o reflexiones correctas.

LA CULPA SE PUEDE VIVIR DESDE DIVERSOS ASPECTOS: - Por la propia


estigmatización social (desaprobación social que de alguna manera juzga a los familiares). -
Por el sentimiento de no haberlo podido evitar. - Por nuestro entorno familiar o de amigos
que creemos que nos juzgan y silenciamos la causa de la muerte. - Cuando comenzamos a
sentirnos de nuevo vivos, con proyectos, nuevas relaciones, etc. La culpa insana puede
llevarnos a pensamientos circulares que dificultan o impiden hacer análisis o reflexiones
correctas.
NOTAS - Las actitudes o los juicios sociales ante el suicidio en cierta manera intimidan a las
familias a poder hablar de lo sucedido, lo que podría ocasionar un grave perjuicio para el
equilibrio psíquico y físico del superviviente. - Un comportamiento defensivo por parte del
superviviente provoca mucha desconfianza en su entorno. - Las mentiras que se han dicho
sobre las causas de la muerte del fallecido provocan que el superviviente viva con el temor a
ser descubierto, creándole un estado considerable de ansiedad. - Los familiares o allegados
pueden llegar a tener ideación suicida, generalmente por ese sentimiento de que lo podían
haber evitado.
RECOMENDACIÓN - Buscar la ayuda de un terapeuta o de alguna persona que sepa
escucharnos facilitará poder hablar sobre el fallecido, sobre todo lo ocurrido, cómo fueron las
circunstancias de su muerte y todo aquello que consideremos necesario contar; es
importante verbalizar los hechos y expresar o reconocer las emociones que los acompañan.
La culpa cuando se pierde a un hijo por suicidio es muy destructiva. Muchos padres se
culpabilizan: - Porque continúan ellos vivos en lugar de su hijo. - Porque no se dieron cuenta
de lo que les preocupaba y les hacía sufrir. - Porque creyeron que era una situación que se
superaba con la edad. - Porque piensan que no investigaron lo suficiente en el entorno de su
hijo lo que le estaba sucediendo. - Porque pensaban que eran llamadas de atención o
problemas pasajeros. - Porque creen que no les dedicaron todo el tiempo suficiente. - Porque
piensan que no supieron protegerle como era su deber.

RECOMENDACIONES Es importante comenzar a trabajar en la desculpabilización. - No


podemos estar vigilando a todas horas a una persona, aunque en alguna ocasión haya
manifestado alguna idea sobre suicidio. - No podemos vigilar a una persona 24 horas todos
los días, aunque previamente ya exista algún intento de suicidio. - El sentimiento de culpa
nos provoca mucho sufrimiento y desasosiego. Saber de qué está compuesta la culpa y
mirarla cara a cara es un paso importante para reconocerla y tratar de evitar que nos cause
tanto daño. La culpa se asienta en emociones como: El remordimiento, por lo que he hecho o
he dejado de hacer. Existe una idea generalizada de que podían haber evitado esa muerte.
La mayoría de los supervivientes se hacen responsables de la muerte de su ser querido. Es
importante - Aceptar que no se puede controlar todo. - No atribuirnos la responsabilidad del
comportamiento final que llevó a la muerte del ser querido. - Preguntarnos qué hay detrás de
ese sentimiento de culpa. Analizar lo ilógico y lo irreal detrás del sentimiento. La rabia o los
reproches: - Hacia uno mismo por no haberlo sabido o podido evitar. - Hacia los médicos o
profesionales, por no haber sabido ayudarle. - Hacia el fallecido por haberse dado por
vencido y haber rechazado la ayuda que se le prestó o por habernos abandonado sin tener
en cuenta el dolor que nos iba a causar para el resto de nuestra vida. - Hacia Dios, los
creyentes. Los no creyentes hacia la vida. - Por el último disgusto, enfrentamiento o pelea
que tuvimos con la persona fallecida. El sentimiento de fracaso o frustración: - Por todo lo
que se les aconsejó y no supieron o no quisieron escuchar. - Por las promesas que nos
hicieron y no cumplieron. - Por engañarnos y disimular sobre la realidad de su estado vital,
manteniendo en silencio lo que iban a hacer. - Por esa carta que no nos dejó explicando el
por qué o por no tener ni siquiera una explicación o despedida por escrito. - Por no haberlo
sabido cuidar ni proteger. - Por todos los cuidados y desvelos que no han servido para evitar
la tragedia.

En ocasiones, los supervivientes para poder enfrentarse a una vorágine de sentimientos y


emociones que concurren ante una muerte por suicidio buscan ayuda en terapeutas que les
apoyan en el proceso de duelo, o asisten a grupos de apoyo en duelo por suicidio, donde
encuentran un espacio en el que pueden expresar y compartir sus sentimientos.
COMENTARIOS SOBRE LAS PREGUNTAS CIRCULARES Nos hacen sufrir mucho más
porque buscamos respuestas que difícilmente vamos a encontrar. Lo peor de estas
preguntas son algunas de nuestras contestaciones, que las encajamos para que la culpa
continúe prevaleciendo en nuestras vidas. Comienza el eterno planteamiento de los: -
Porqués -Podíamos -Y si -Debería Se preguntan desde el sentimiento emocional, desde el
dolor, desde la rabia. Es una manifestación de la dificultad para la aceptación. No podemos
evitar hacernos tantas preguntas, es normal. Aunque desearíamos no tener esos
pensamientos recurrentes es difícil evitarlos. Las técnicas terapéuticas ayudan a controlarlos.
Difícilmente vamos a encontrar respuestas ni explicaciones para tantos porqués. Preguntas
para las que la mayoría de ellas no logramos una respuesta satisfactoria. La persona que
nos podría dar la respuesta ya no está. La no aceptación de la muerte del fallecido intentado
buscar respuestas constantemente, provoca un modelo de pensamiento circular molesto e
ineficaz que dificulta seguir hacia adelante con el duelo. Aceptar la muerte del fallecido por
suicidio es aceptar también la manera en que eligió morir. En la decisión de suicidarse prima
en el fallecido la necesidad de dejar de sufrir. Tiene la necesidad de liberarse del dolor. Es
incapaz de ver que hay personas que pueden ayudarle y piensa, por otra parte, que con su
muerte los demás también van a dejar de sufrir por él y que de alguna manera vivirán mejor.
No es consciente del gran dolor y destrucción que deja con su muerte a sus familiares y
allegados. Es importante saber y aceptar que la persona, a causa de su sufrimiento y
desesperanza, no era capaz de ver otra salida. La culpa por creer que nuestra última o
últimas acciones fueron las que le provocaron quitarse la vida es una explicación que nos
damos demasiado simplista y reduccionista a una toma de decisión por parte del fallecido
muy compleja. La última comunicación que algunos fallecidos hacen a sus familiares o
conocidos no es para ser rescatados. No suele ser una despedida clara, la mayoría de las
veces no nos damos cuenta de que se estaban despidiendo para siempre. La decisión ya
estaba tomada.
IMPORTANTE La culpa nos aleja de la persona fallecida y nos hace olvidar cómo fue. El
objetivo de ir eliminando culpas, de analizarlas racionalmente nos sirve para poder
acercarnos de nuevo a nuestro ser querido. La culpa nos hace difícil poder mirar hacia el
futuro y emprender nuevas perspectivas de vida y relaciones. Nos llenamos de miedos. Nos
instala en un vacío mental en el que anulamos de nuestros pensamientos todo el esfuerzo
que hicimos durante días, meses o años para ayudarle. Solo nos quedamos con la sensación
de que no hemos hecho lo suficiente. Otro sentimiento de culpa muy común es cuando nos
empezamos a sentir mejor. Pasado un tiempo y generalmente con un duelo elaborado, poco
a poco vamos recuperando las fuerzas necesarias para volvernos a incorporar a la vida. La
culpa puede volver a resurgir cuando comenzamos a disfrutar de algo, cuando recuperamos
la sonrisa o cuando distanciamos los recuerdos del fallecido. Se tiene la sensación de que
estamos traicionando u olvidando a nuestro ser querido. Esta idea puede hacer que algunos
supervivientes se prohíban estar bien. No se levanta el autocastigo impuesto por ellos
mismos. El sentimiento de vergüenza a que los demás nos vean bien, o el miedo a las
opiniones de los demás (el qué dirán), nos obstaculiza también para emprender nuevas
relaciones, dificultándonos el proceso del duelo. Una ardua tarea en el proceso de duelo es
la de invertir energía en nuevas relaciones.
RESUMEN DE FRASES RECORDATORIAS QUE NOS PUEDEN AYUDAR A ANALIZAR
NUESTRO SENTIMIENTO DE CULPA
Es muy difícil intentar resolver los problemas de los demás si no nos dejan o no nos los
cuentan. Es muy difícil darse cuenta, para alguien que no es un experto en conducta suicida,
que una persona puede suicidarse. En ocasiones ni siquiera un experto logra darse cuenta.
Ninguna persona es adivina si nunca dijo abiertamente sus pensamientos de suicidio y a
veces hasta los negó. Si lo hubiesen sabido, seguro que hubieran hecho todo lo que hubiese
estado en sus manos. Murió cuando quiso. Probablemente pensó que era lo mejor para él y
para todos. Una persona no puede estar siempre pendiente de los actos de otras personas.
Hay muchas cosas de la vida que influyen en los actos de las personas. Recordar lo que
hicieron por ayudarle durante toda su vida. Por lo general, nadie se suicida nunca por un
motivo único, el suicidio es multicausal. No fueron las únicas personas que influyeron en la
vida de su ser querido. Por ejemplo, en la adolescencia, los padres, en determinados temas,
ejercen muy poca influencia en los hijos, ya que sobre todo buscan consejo y apoyo en los
de su misma edad. No podían saber que se iba a suicidar, nadie tiene una bola mágica, lo
saben ahora que ya ha ocurrido. Aunque nos lo hubiera dicho, no se podían imaginar que lo
iba a llevar a cabo. Hicieron lo que consideraron mejor para él/ella con los conocimientos que
tenían sobre la conducta suicida, por lo general se carece de esa información. Nadie puede
olvidar lo ocurrido, pero se aprende a recordar sin tanto sufrimiento y dolor. De haber sabido
la intención suicida de su hijo, los padres habrían dado su propia vida para evitarlo
MIRANDO HACIA DELANTE La capacidad de ir recuperando de nuevo la seguridad en uno
mismo, el aprender a enfrentarnos con las circunstancias adversas, y el afrontar las
emociones derivadas por el suicidio de nuestro ser querido, nos hace ir teniendo nuevos
recursos y estrategias para poder afrontar la vida de una manera más optimista. Ir superando
el duelo es ir realizando diferentes ajustes adaptativos. Estos cambios se van haciendo de
forma gradual, de manera que vamos asimilando la muerte de nuestro ser querido a la vez
que utilizamos estrategias para enfrentarnos a situaciones nuevas. No todas las personas
reaccionan de la misma manera. Personas que se han adaptado desde el primer momento a
lo que ha sucedido y han continuado con su vida pueden en otro momento tener una recaída.
Por eso es importante hacer un buen proceso de duelo. Al comienzo del duelo, podemos
sentir que nos vamos a volver locos, que esta desolación que sentimos no va a desaparecer
nunca, que nuestra inseguridad ante todo va a ser permanente o que nunca podremos
controlar nuestros sentimientos. Este sufrimiento es una respuesta inevitable ante la pérdida
de nuestra persona querida. En esta fase es muy importante sentirse entendido y
acompañado. Es ley de vida que el dolor disminuya permitiéndonos seguir adelante. Cada
superviviente tiene sus propios tiempos de afrontamiento y de adaptación tras una pérdida tan
significativa. Es importante darnos permiso para pensar en nuevos proyectos o recuperar a
nuestras amistades o emprender nuevas relaciones. El dolor constituye una respuesta
inevitable a la pérdida de la persona querida. Lograremos salir adelante si comprendemos
también que nuestras emociones son las normales ante un hecho como es el suicidio, y que
con ayuda profesional y familiar lograremos un equilibrio emocional y podremos retomar de
nuevo la vida cotidiana. Pasado un tiempo, es importante recuperar o implicarnos en
actividades nuevas que pueden ser de ayuda en el proceso de sanación
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