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Novena A San Benito de Nurcia

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NOVENA A SAN BENITO DE NURCIA

San Benito de Nurcia, Abad, Patrón de Europa y


Patriarca del monacato occidental
(Nurcia 480 D.C. – Montecasino 543)

Incluye Letanías y Exorcismo de la Medalla

Compilador: Mons. Christhian Gabriel, Obispo Regionario de la Iglesia Católica


Conservacionista de Rito Tridentino
Primera Edición Típica MMXIX

0
Se prohíbe la reproducción, almacenamiento en sistemas de recuperación o
transmisión total o parcial, por cualquier forma o medio (mecánico, electrónico,
fotocopiado, grabación u otros) sin la previa autorización por escrito de Su
Excelencia Mons. Christhian Gabriel, Obispo al correo [email protected]

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Gabriel, Bishop, email [email protected]

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-


NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional.

© Copyright 2019 Obispo Christhian Gabriel.

Publicación en formato electrónico, julio de 2019

1
1. Dedicación……………………………………………………………………..3
2. Prologo………………………………………………………………………….4
3. Biografía Breve de San Benito de Nurcia………………………………...8
4. 1er Día de la Novena………………………………………………………..11
5. 2do Día de la Novena……………………………………………………….12
6. 3er Día de la Novena………………………………………………………..13
7. 4to Día de la Novena………………………………………………………..14
8. 5to Día de la Novena ……………………………………………………….15
9. 6to Día de la Novena………………………………………………………..16
10. 7mo Día de la Novena………………………………………………………17
11. 8vo Día de la Novena……………………………………………………….18
12. 9no Día de la Novena……………………………………………………….19
13. Letanías a San Benito (Latín/Castellano)……………………………….20
14. Medalla de San Benito……………………………………………………...22
15. Oración de Exorcismo de la Medalla de San Benito………………….24

2
3
3.- La doctrina perene de la Iglesia y la Liturgia proponen a los Santos y
Beatos, que contemplan ya "claramente a Dios uno y trino" como:

- ; ellos, fruto
eminente de la redención de Cristo, son prueba y testimonio de que Dios, en
todos los tiempos y de todos los pueblos, en las más variadas condiciones
socio-culturales y en los diversos estados de vida, llama a sus hijos a
alcanzar la plenitud de la madurez en Cristo5;

-
en los procesos de canonización la Iglesia reconoce la heroicidad de sus
virtudes y consiguientemente los propone como modelos a imitar;

- que cantan sin cesar la gloria y la


misericordia de Dios; en ellos ya se ha cumplido el paso pascual de este
mundo al Padre;

- porque
los Santos, aunque participan de la bienaventuranza de Dios, conocen los
afanes de sus hermanos y hermanas y acompañan su camino con la oración
y protección;

- de Iglesias locales, de las cuales con frecuencia fueron fundadores


(san Eusebio de Vercelli) o Pastores ilustres (san Ambrosio de Milán); de
naciones: apóstoles de su conversión a la fe cristiana (santo Tomás y san
Bartolomé para la India), o expresión de su identidad nacional (san Patricio
para Irlanda); de agrupaciones profesionales (san Omobono para los sastres);
en circunstancias especiales – en el momento del parto (santa Ana, san
Ramón Nonato), de la muerte (san José) – y para obtener gracias específicas
(santa Lucía para la conservación de la vista), etc.

Todo esto la Iglesia lo confiesa cuando, con agradecimiento a Dios Padre,


proclama: "Nos ofreces el ejemplo de su vida, la ayuda de su intercesión y la
participación en su destino".6

4.- Una novena de oración


fue la que hicieron los apóstoles como preparación a la venida del Espíritu
Santo. Se sabe que entre la Resurrección y la Ascensión hay 40 días; y hay
nueve días entre la Ascensión y Pentecostés. ¿Qué hicieron los apóstoles en
ese lapso de tiempo? En esos nueve días los apóstoles hicieron oración para

de los Hechos nos dice:

5 cfr. Ef 4,13; Col 1,28


6 Misal Romano, PREFACIO DE LOS SANTOS I “LA GLORIA DE LOS SANTOS”

5
. Por eso la novena tomó
un sentido de anticipación y preparación a una fiesta.

ello es necesario conocerlo.

Una novena bien hecha es un medio para


intensificar la intercesión.

Mientras las octavas tienen un carácter festivo, las novenas generalmente se


hacen para lograr una intención o para orar por los difuntos.

mediante una vida


plenamente conforme a la voluntad divina y la imitación de las virtudes de
aquellos que fueron discípulos eminentes del Señor.

Por esto, en la catequesis y en otros momentos de transmisión de la doctrina


divina y católica, es nuestro deber

Por ello, meditando la Vida de San Benito de Nurcia, hemos de dar gloria a
Dios por tan insigne varón que supo aceptar las gracias de Dios para llegar
a la Santidad, dejándonos su ejemplo maravilloso de Vida, y que siguiendo
su ejemplo podemos luchar desde nuestra vocación de vida, para alcanzar
la santidad y la intercesión de quien ya ve cara a cara a Dios tal cual es.

6.- Conviene también recordar, en esta Novena a San Benito de Nurcia, que
fue proclamado Patrono de Europa por el Papa San Pablo VI, la cual, después
de la caída del Imperio Romano, renació de aquel laborioso esfuerzo al que
contribuyeron grandemente también los monjes benedictinos, conservando

7
Hech 1, 14

6
S
an Benito de Nursia, nació en
Nurcia en el año 480 D.C. y murió
en Montecasino en el año 543 D.C.
Es el fundador del monacato occidental.
Nació en Nursia alrededor del año 480.
Murió en Montecasino en 543. La única
auténtica vida de Benito de Nursia es la
que está contenida en los “Diálogos” de
San Gregorio, y es más bien un
bosquejo de su carácter que una
biografía. Consistente
mayoritariamente de eventos
milagrosos que, si bien iluminan la vida
del Santo, poco ayudan para hacer una
descripción cronológica de su vida. Las
fuentes de san Gregorio fueron, según
lo que él mismo cuenta, algunos
discípulos del Santo: Constantino, que
lo sucedió como abad de Montecasino,
y Honorato, que era abad de Subiaco
cuando san Gregorio escribía los
“Diálogos”.

Benito fue hijo de un noble romano de Nursia, pequeña población cercana a


Espoleto. Hay una tradición, aceptada por san Beda, que afirma que Benito
fue gemelo de su hermana Escolástica. Pasó su niñez en Roma, donde vivió
con sus padres y asistió a la escuela hasta que llegó a la educación superior.
Fue en este punto cuando “habiendo regalado a otros sus libros, y dejando
la casa y la riqueza de su padre, deseoso de servir sólo a Dios, se dio a la
búsqueda de un sitio donde pudiera lograr ese santo propósito. Fue así que
abandonó Roma, instruido por una ignorancia culta y provisto de una
sabiduría no aprendida” (“Diálogos”, san Gregorio, II, Introducción, en Migne,
P.L. LXVI). No hay concordancia de opiniones acerca de la edad de Benito en
ese momento. Generalmente se ha afirmado que fue a los catorce años, pero
un examen minucioso de la narración de san Gregorio hace imposible
suponer que eso sucedió antes de los 19 ó 20 años. Tenía edad suficiente
para haber estado en medio de sus estudios literarios, para entender el
significado real y el valor de las vidas disolutas y licenciosas de sus
compañeros, y para haber sido él mismo afectado profundamente por el
amor de una mujer (Ibid. II, 2). Era perfectamente capaz de sopesar todos
esos elementos y compararlos con la vida que se aconsejaba en los
Evangelios, y de optar por esta última. Estaba iniciando su vida; tenía a su
alcance los medios para hacer una carrera en la nobleza romana. No era
8
ciertamente un chiquillo. San Gregorio afirma: “estaba en el mundo y era
libre de disfrutar de las ventajas que el mundo le ofrecía, pero dio un paso
atrás del mundo, en donde ya había puesto el pie” (Ibid. Introducción). Si se
acepta el año 480 como la fecha de su nacimiento, podremos pensar que el
abandono de sus estudios y de su hogar sucedió alrededor del año 500 d.C.

No parece que Benito haya salido de Roma con el objeto de convertirse en


eremita, sino simplemente de encontrar un lugar alejado de la vida de la gran
ciudad. Basta observar que se llevó con él a su anciana nodriza para que lo
sirviera, y se estableció en Enfide, cerca de un templo dedicado a san Pedro,
en compañía de “hombres virtuosos” que compartían sus sentimientos y su
perspectiva sobre la vida. La tradición de Subiaco identifica Enfide como la
actual Affile, que se encuentra en las montañas Simbrucini, alrededor de
cuarenta millas de Roma y dos de Subiaco. Está sobre la cima de un risco
que se levanta abruptamente desde el valle hacia una cadena de montañas,
y que vista desde el valle se asemeja a una fortaleza. Según describe la
narrativa de san Gregorio, y lo confirman las ruinas del pueblo antiguo y las
inscripciones encontradas en los alrededores, Enfide era un sitio de mayor
importancia que la población actual. Fue en Enfide donde Benito operó su
primer milagro restaurando a su condición original una criba de trigo hecha
de barro que su anciana sierva había roto accidentalmente. El renombre que
ese milagro le dio a Benito hizo que éste buscara irse más lejos aún de la
vida social y “escapó secretamente de su nodriza y buscó el rincón más
apartado de Subiaco”. Había sido transformado el propósito de su vida.
Originalmente había escapado de los males de la gran ciudad; ahora estaba
determinado a ser pobre y a vivir de su propio trabajo. “Por Dios escogió
deliberadamente las durezas de la vida y el cansancio del trabajo” (Ibidem
1).

A una corta distancia de Efide está la entrada de un valle angosto y oscuro


que penetra en la montaña y conduce directamente a Subiaco. Al otro lado
del río Anio y desviándose a la derecha, el sendero asciende siguiendo la cara
izquierda del precipicio y pronto llega al sitio de la villa de Nerón y de la
enorme masa formada por el extremo inferior del lago central. En el otro
extremo del valle están las ruinas de los baños romanos de los cuales aún
subsisten algunos grandes arcos y trozos de los muros. Sobresale de entre
veinticinco arcos bajos, cuyos cimientos pueden ser perceptibles aún hoy
día, el puente que une la villa y los baños, y bajo el cual fluye en cascada el
agua del lago central al lago inferior. Las ruinas de esos amplios edificios y
el ancho caudal de la cascada cerraban el paso de Benito al llegar éste de
Enfide. Hoy día el valle yace abierto ante nosotros, cerrado solamente por
las lejanas montañas. El sendero continúa ascendiendo mientras el lado del
precipicio, sobre el que corre, se hace más y más empinado hasta llegar a
una cueva sobre la que la montaña se eleva casi perpendicularmente. A su
lado derecho desciende rápidamente hasta donde estaban, en tiempos de
san Benito, las azules aguas del lago. La boca de la cueva es de forma
9
triangular y tiene unos diez pies de profundidad. De camino desde Efide,
Benito encontró a un monje, Romano, cuyo monasterio estaba en la montaña
sobre el precipicio donde estaba la cueva. Romano discutió con Benito el
propósito del viaje que había llevado este último a Subiaco, y le dio un hábito
monacal. Por consejo de Romano, Benito se convirtió en eremita y así vivió
por tres años, desconocido de la gente, en esa cueva sobre el lago. San
Gregorio dice poco de ese tiempo, pero ya no dice que Benito era un joven
(puer) sino un hombre (vir) de Dios. Dos veces nos dice que Romano sirvió
al Santo en todo lo que pudo. Parece ser que el monje visitaba
frecuentemente a Benito y le llevaba comida en ciertos días. Durante esos
años de soledad, rotos sólo por algunos encuentros casuales con el mundo
exterior y por las visitas de Romano, maduró en mente y en carácter, en el
conocimiento de sí mismo y de sus hermanos hombres, y al mismo tiempo
no solamente su nombre se fue haciendo famoso sino que conquistó el
respeto de quienes vivían a su alrededor. Su nombre era tan respetado que,
a la muerte del abad de un monasterio vecino (identificado por algunos como
Vicovaro), la comunidad lo buscó para pedirle que aceptara ser el nuevo
abad. Benito conocía la vida y la disciplina de ese monasterio y también sabía
que “su estilo de vida era distinto al suyo y que nunca podrían estar
totalmente de acuerdo, pero, después de un tiempo, vencido por su
insistencia, aceptó” (Ibid. 3). La experiencia fracasó. Los monjes intentaron
envenenarlo, de modo que Benito volvió a su cueva. A partir de ese tiempo
sus milagros se hicieron más frecuentes, y muchas personas, atraídas por su
santidad y su carácter, llegaron a Subiaco para ponerse bajo su guía. Benito
construyó doce monasterios en el valle para acomodar a esas personas. En
cada uno de ellos puso a un superior con doce monjes. Él vivía en el treceavo,
con “unos cuantos, a los que él consideraba que su presencia sería más útil
y podrían ser instruidos mejor” (Ibid., 3). Pero él se convirtió en el abad y el
padre de todos. Con el establecimiento de esos monasterios comenzaron las
escuelas para niños, y entre éstos, unos de los primeros fueron Mauro y
Plácido.

El resto de la vida de Benito fue dedicada a llevar a cabo el ideal de monacato


que nos ha dejado plasmado en su Regla. Antes de seguir con la breve
narración cronológica de su vida que nos transmite san Gregorio, será mejor
examinar el ideal que, para san Gregorio, constituye la verdadera biografía
de Benito (Ibid. 36). Aquí trataremos de la Regla solamente en cuanto que
ésta es un elemento primordial en la vida de san Benito. Para considerar la
influencia que la Regla tuvo en el monacato de las épocas anteriores y en los
gobiernos civiles y religiosos occidentales, y sobre la vida de los cristianos.11

11Ford, Hugh. "St. Benedict of Nursia." The Catholic Encyclopedia. Vol. 2. New York: Robert
Appleton Company, 1907

10
Te saludamos con filial afecto, oh glorioso Padre San Benito,
obrador de maravillas, cooperador de Cristo en la obra de
salvación de las almas. ¡Oh Patriarca de los monjes! Mira desde el
cielo la viña que plantó tu mano. Multiplica el número de tus
hijos, y santifícalos. Protege de un modo especial a cuantos nos
ponemos con filial cariño bajo tu amparo y filial protección.
Ruega por los enfermos, por los tentados, por los afligidos, por
los pobres, y por nosotros que te somos devotos. Alcánzanos a
todos una muerte tranquila y santa como la tuya. Aparta de

¡Oh glorioso San Benito, que desde tu infancia reconociste la


vanidad del mundo y únicamente deseaste los bienes eternos!
Alcánzanos un vivo deseo del cielo y que recordemos

toda nuestra vida

¡Oh glorioso San Benito, que desde el cielo eres padre piadoso
para nosotros tus devotos! Tu gran poder ante Dios se reconoce
hoy, más que nunca, gracias a la medalla que viene honrada con
tu nombre, por la multitud de prodigios y favores que por su
medio Dios nos ofrece. Ruega por todos los que acudimos a ti.
Alcánzanos del Señor, todas la gracias que nos son necesarias

11
Te saludamos con filial afecto, oh glorioso Padre San Benito,
obrador de maravillas, cooperador de Cristo en la obra de
salvación de las almas. ¡Oh Patriarca de los monjes! Mira desde el
cielo la viña que plantó tu mano. Multiplica el número de tus
hijos, y santifícalos. Protege de un modo especial a cuantos nos
ponemos con filial cariño bajo tu amparo y filial protección.
Ruega por los enfermos, por los tentados, por los afligidos, por
los pobres, y por nosotros que te somos devotos. Alcánzanos a
todos una muerte tranquila y santa como la tuya. Aparta de

aliéntanos con tu dulce presencia.

¡Oh glorioso San Benito, humilde de corazón, que supiste


desdeñar las alabanzas de los hombres! Alcánzanos la humildad,

¡Oh glorioso San Benito, que desde el cielo eres padre piadoso
para nosotros tus devotos! Tu gran poder ante Dios se reconoce
hoy, más que nunca, gracias a la medalla que viene honrada con
tu nombre, por la multitud de prodigios y favores que por su
medio Dios nos ofrece. Ruega por todos los que acudimos a ti.
Alcánzanos del Señor, todas la gracias que nos son necesarias

12
Te saludamos con filial afecto, oh glorioso Padre San Benito,
obrador de maravillas, cooperador de Cristo en la obra de
salvación de las almas. ¡Oh Patriarca de los monjes! Mira desde el
cielo la viña que plantó tu mano. Multiplica el número de tus
hijos, y santifícalos. Protege de un modo especial a cuantos nos
ponemos con filial cariño bajo tu amparo y filial protección.
Ruega por los enfermos, por los tentados, por los afligidos, por
los pobres, y por nosotros que te somos devotos. Alcánzanos a
todos una muerte tranquila y santa como la tuya. Aparta de

¡Oh glorioso San Benito, que consagraste tus labios a la oración y


cantaste noche y día las alabanzas divinas! Alcánzanos el espíritu
de oración. Tú, que cual lirio entre espinas, guardaste una
castidad angelical por medio de la humildad, de la vigilancia

¡Oh glorioso San Benito, que desde el cielo eres padre piadoso
para nosotros tus devotos! Tu gran poder ante Dios se reconoce
hoy, más que nunca, gracias a la medalla que viene honrada con
tu nombre, por la multitud de prodigios y favores que por su
medio Dios nos ofrece. Ruega por todos los que acudimos a ti.
Alcánzanos del Señor, todas la gracias que nos son necesarias

13
Te saludamos con filial afecto, oh glorioso Padre San Benito,
obrador de maravillas, cooperador de Cristo en la obra de
salvación de las almas. ¡Oh Patriarca de los monjes! Mira desde el
cielo la viña que plantó tu mano. Multiplica el número de tus
hijos, y santifícalos. Protege de un modo especial a cuantos nos
ponemos con filial cariño bajo tu amparo y filial protección.
Ruega por los enfermos, por los tentados, por los afligidos, por
los pobres, y por nosotros que te somos devotos. Alcánzanos a
todos una muerte tranquila y santa como la tuya. Aparta de

aliéntanos con tu dulce presencia.

¡Oh glorioso San Benito que venciste al demonio y triunfaste de


sus engaños! Alcánzanos la gracia de resistir sus sugestiones y de
huir de toda ocasión de pecado. Tú que enseñando una vida
austera, de renuncia y trabajo, aborreciste la ociosidad,

¡Oh glorioso San Benito, que desde el cielo eres padre piadoso
para nosotros tus devotos! Tu gran poder ante Dios se reconoce
hoy, más que nunca, gracias a la medalla que viene honrada con
tu nombre, por la multitud de prodigios y favores que por su
medio Dios nos ofrece. Ruega por todos los que acudimos a ti.
Alcánzanos del Señor, todas la gracias que nos son necesarias
durante esta vida y especialmente la gracia por la cual hacemos

14
Te saludamos con filial afecto, oh glorioso Padre San Benito,
obrador de maravillas, cooperador de Cristo en la obra de
salvación de las almas. ¡Oh Patriarca de los monjes! Mira desde el
cielo la viña que plantó tu mano. Multiplica el número de tus
hijos, y santifícalos. Protege de un modo especial a cuantos nos
ponemos con filial cariño bajo tu amparo y filial protección.
Ruega por los enfermos, por los tentados, por los afligidos, por
los pobres, y por nosotros que te somos devotos. Alcánzanos a
todos una muerte tranquila y santa como la tuya. Aparta de

aliéntanos con tu dulce presencia.

¡Oh glorioso San Benito, que amaste el silencio, y no abriste la


boca jamás a palabras ligeras e impuras, a quejas,
murmuraciones, y a juicios contra el amor al prójimo! Alcánzanos

a perdon

¡Oh glorioso San Benito, que desde el cielo eres padre piadoso
para nosotros tus devotos! Tu gran poder ante Dios se reconoce
hoy, más que nunca, gracias a la medalla que viene honrada con
tu nombre, por la multitud de prodigios y favores que por su
medio Dios nos ofrece. Ruega por todos los que acudimos a ti.
Alcánzanos del Señor, todas la gracias que nos son necesarias

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Te saludamos con filial afecto, oh glorioso Padre San Benito,
obrador de maravillas, cooperador de Cristo en la obra de
salvación de las almas. ¡Oh Patriarca de los monjes! Mira desde el
cielo la viña que plantó tu mano. Multiplica el número de tus
hijos, y santifícalos. Protege de un modo especial a cuantos nos
ponemos con filial cariño bajo tu amparo y filial protección.
Ruega por los enfermos, por los tentados, por los afligidos, por
los pobres, y por nosotros que te somos devotos. Alcánzanos a
todos una muerte tranquila y santa como la tuya. Aparta de

aliéntanos con tu dulce presencia.

¡Oh glorioso San Benito, que fuiste blanco de persecuciones y


guardaste la paz de tu alma por medio de la dulzura de la
paciencia! Alcánzanos el don de la paciencia y la gracia de
perdonar las ofensas, tú que perdonaste a los que atentaron
contra tu vida y te expulsaron de tu país, y que

¡Oh glorioso San Benito, que desde el cielo eres padre piadoso
para nosotros tus devotos! Tu gran poder ante Dios se reconoce
hoy, más que nunca, gracias a la medalla que viene honrada con
tu nombre, por la multitud de prodigios y favores que por su
medio Dios nos ofrece. Ruega por todos los que acudimos a ti.
Alcánzanos del Señor, todas la gracias que nos son necesarias
durante esta vida y especialmente la gracia por la cual hacemos

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Te saludamos con filial afecto, oh glorioso Padre San Benito,
obrador de maravillas, cooperador de Cristo en la obra de
salvación de las almas. ¡Oh Patriarca de los monjes! Mira desde el
cielo la viña que plantó tu mano. Multiplica el número de tus
hijos, y santifícalos. Protege de un modo especial a cuantos nos
ponemos con filial cariño bajo tu amparo y filial protección.
Ruega por los enfermos, por los tentados, por los afligidos, por
los pobres, y por nosotros que te somos devotos. Alcánzanos a
todos una muerte tranquila y santa como la tuya. Aparta de

¡Oh glorioso San Benito, que animado por un ardiente celo para
asistir al prójimo en sus necesidades, instruiste a los ignorantes,
socorriste a los pobres, curaste a los enfermos, resucitaste a los
muertos, libraste a los cautivos del demonio y de sus pasiones,
consolaste a los afligidos y convertiste a los pecadores!

obras de misericordia.

¡Oh glorioso San Benito, que desde el cielo eres padre piadoso
para nosotros tus devotos! Tu gran poder ante Dios se reconoce
hoy, más que nunca, gracias a la medalla que viene honrada con
tu nombre, por la multitud de prodigios y favores que por su
medio Dios nos ofrece. Ruega por todos los que acudimos a ti.
Alcánzanos del Señor, todas la gracias que nos son necesarias
durante esta vida y especialmente la gracia por la cual hacemos
esta novena. San Benito, ruega por nosotros.

17
Te saludamos con filial afecto, oh glorioso Padre San Benito,
obrador de maravillas, cooperador de Cristo en la obra de
salvación de las almas. ¡Oh Patriarca de los monjes! Mira desde el
cielo la viña que plantó tu mano. Multiplica el número de tus
hijos, y santifícalos. Protege de un modo especial a cuantos nos
ponemos con filial cariño bajo tu amparo y filial protección.
Ruega por los enfermos, por los tentados, por los afligidos, por
los pobres, y por nosotros que te somos devotos. Alcánzanos a
todos una muerte tranquila y santa como la tuya. Aparta de

aliéntanos con tu dulce presencia.

¡Oh glorioso San Benito, que inundaste de consuelo el corazón de


tu hermana Santa Escolástica, llenándolo del amor de Dios y de
las bienaventuranzas del cielo! Concédenos

¡Oh glorioso San Benito, que desde el cielo eres padre piadoso
para nosotros tus devotos! Tu gran poder ante Dios se reconoce
hoy, más que nunca, gracias a la medalla que viene honrada con
tu nombre, por la multitud de prodigios y favores que por su
medio Dios nos ofrece. Ruega por todos los que acudimos a ti.
Alcánzanos del Señor, todas la gracias que nos son necesarias
durante esta vida y especialmente la gracia por la cual hacemos

18
Te saludamos con filial afecto, oh glorioso Padre San Benito,
obrador de maravillas, cooperador de Cristo en la obra de
salvación de las almas. ¡Oh Patriarca de los monjes! Mira desde el
cielo la viña que plantó tu mano. Multiplica el número de tus
hijos, y santifícalos. Protege de un modo especial a cuantos nos
ponemos con filial cariño bajo tu amparo y filial protección.
Ruega por los enfermos, por los tentados, por los afligidos, por
los pobres, y por nosotros que te somos devotos. Alcánzanos a
todos una muerte tranquila y santa como la tuya. Aparta de

aliéntanos con tu dulce presencia.

¡Oh glorioso San Benito, cuya alma en tu dichosa muerte, fue


elevada al cielo en medio de ángeles y santos, siendo consolados
tus discípulos por la revelación de tu gloria! Concédenos del

de tu asistencia e intercesión en nuestro último día.

¡Oh glorioso San Benito, que desde el cielo eres padre piadoso
para nosotros tus devotos! Tu gran poder ante Dios se reconoce
hoy, más que nunca, gracias a la medalla que viene honrada con
tu nombre, por la multitud de prodigios y favores que por su
medio Dios nos ofrece. Ruega por todos los que acudimos a ti.
Alcánzanos del Señor, todas la gracias que nos son necesarias
durante esta vida y especialmente la gracia por la cual hacemos
esta novena. San Benito, ruega por nosotros.

19
LITANIAE IN HONOREM SANCTI Doctor sancti timoris, ora pro nobis
PATRIS BENEDICTI Doctor oboedientiae, ora pro nobis
Doctor taciturnitatis, ora pro nobis
Kyrie eleison, R. Kyrie eleison Doctor humilit, ora pro nobis
Christe eleison, R. Christe eleison Magíster discretionis, ora pro nobis
Kyrie eleison R. Kyrie eleison Magíster zeli boni, ora pro nobis
Magíster charitatis, ora pro nobis
Christe audi nos, R. Christe audi nos Magíster pacis, ora pro nobis
Christe exaudi nos R. Christe exaudi Cohortatur debilium, ora pro nobis
nos Moderator fortium, ora pro nobis
Solamenmorientium, ora pro nobis
Pater de caelis Deus, miserere nobis Columna Ecclesiae, ora pro nobis
Gaudium nostrum, ora pro nobis
Fili, Redemptor mundi, Deus, miserere
nobis Sancte Pater Benedicte, intercede pro
nobis
Spiritus Sancte, Deus, miserere nobis

Sancta Trinitas, unus Deus, miserere Agnus Dei, qui tollis percata mundi,
nobis parcenobis, Domine

Sancta Maria, ora pro nobis Agnus Dei, qui tollis peccata mundi,
exaudi nos, Domine
Regina Monachorum, ora pro nobis
Agnus Dei, qui tollis peccata mundi,
Sancte Benedicte, ora pro nobis miserere nobis
Gratia Benedicte et nomine, ora pro
nobis
Vir Dei, ora pro nobis V/ Amaviteum Dominus et ornavit eum
Vir vitae venerabilis, ora pro nobis
Vir orationis, ora pro nobis R/ Stolam gloriae induit eum
Amator solitudinis, ora pro nobis
Cultor sanctae Crucis, ora pro nobis Oremus: Excita, Domine, in Ecclesia
Contemptor saeculi, ora pro nobis tua Spiritum, cui beatus Pater Noster
Victor daemonum, ora pro nobis Benedictus Abbas servivit; ut eodem
Pater Monachorum, ora pro nobis spiritu nos repleti, studeamus amare
Speculum Abbatum, ora pro nobis quod amavit et opere excercere
Normavitae monasticae, ora pro nobis quoddocuit. Per Christum Dominum
Institutor Dominici servitii, ora pro nostrum.
nobis
Domus Dei dispensator, ora pro nobis
Christi dux militiae, ora pro nobis
Praeco divini operis, ora pro nobis
Praeco laboris, ora pro nobis

20
LETANIAS EN HONOR DE NUESTRO Pregonero de la obra de Dios, ruega por
PADRE SAN BENITO nosotros
Pregonero del trabajo, ruega por nosotros
Señor, ten piedad, Señor, ten piedad Maestro del santo temor de Dios, ruega
Cristo, ten piedad, Cristo, ten piedad por nosotros
Señor, ten piedad; Señor, ten piedad Maestro de la obediencia, ruega por
nosotros
Cristo, óyenos, Cristo, óyenos Maestro del silencio, ruega por nosotros
Cristo, escúchanos, Cristo, escúchanos Maestro de la humildad, ruega por
nosotros
Dios, Padre del cielo que eres Dios, ten Maestro de la discreción, ruega por
piedad de nosotros; nosotros
Ejemplo del celo bueno, ruega por
Dios, Hijo Redentor del mundo que eres nosotros
Dios, ten piedad de nosotros; Ejemplo de caridad, ruega por nosotros
Ejemplo de paz, ruega por nosotros
Dios, Espíritu Santo que eres Dios, ten Animador de los débiles, ruega por
piedad de nosotros; nosotros
Moderador de los fuertes, ruega por
Santísima Trinidad, que eres un solo Dios, nosotros
ten piedad de nosotros. Consolador de los que mueren, ruega por
nosotros
Columna de la Iglesia, ruega por nosotros
Santa María, ruega por nosotros Alegría nuestra, ruega por nosotros
Reina de los monjes, ruega por nosotros;
Nuestro Padre San Benito. Intercede por
San Benito, ruega por nosotros nosotros
Bendito por la gracia y por el nombre,
ruega por nosotros
Varón de Dios, ruega por nosotros Cordero de Dios, que quitas el pecado del
Varón de vida venerable, ruega por mundo, perdónanos, Señor
nosotros
Varón de oración, ruega por nosotros Cordero de Dios, que quitas el pecado del
Amador de la soledad, ruega por nosotros mundo, escúchanos, Señor
Adorador de la Santa Cruz, ruega por
nosotros Cordero de Dios, que quitas el pecado del
Despreciador del siglo, ruega por mundo, ten piedad de nosotros
nosotros
Vencedor de los demonios, ruega por
nosotros V/ Lo amó el Señor y lo engalanó
Padre de los monjes, ruega por nosotros
Espejo de los abades, ruega por nosotros R/ Lo vistió con vestidura de gloria
Norma de vida monástica, ruega por
nosotros
Fundador del servicio del Señor, ruega Oremos: Despierta, Señor, en tu Iglesia
por nosotros el Espíritu al cual sirvió Nuestro Padre
Administrador de la casa de Dios, ruega San Benito abad, para que, llenos de él,
por nosotros nos empeñemos en amar lo que él amó y
Jefe de la milicia de Cristo, ruega por en practicar lo que él enseñó Por
nosotros Jesucristo, Nuestro Señor. Amen.
MEDALLA DE SAN BENITO
La medalla, originalmente una cruz, está dedicada a la devoción,
en honor de San Benito. En un lado de la medalla, está la imagen
del Santo sosteniendo una cruz en la mano derecha y la Santa

cuervo y sobre éstas, inscriptas las palabras:


. Alrededor del borde de
la medalla, la leyenda
.

Al anverso de la misma, una cruz con las letras iniciales

escritas descendiendo y en línea perpendicular. Las letras


iniciales
, en línea horizontal. Y las letras
iniciales en los ángulos
de la cruz.

Al reverso, alrededor del borde, las letras iniciales


- en dos hileras (dístico):
-

.
El
Superior Abad de Monte Cassino tuvo el derecho exclusivo para
su lanzamiento. La medalla usual de San Benito difiere,
normalmente, de la precedente, por la omisión de las palabras
"Eius in obitu etc.", y en algunos detalles menores. El usuario
habitual de la medalla del jubileo, podía ganar todas las
indulgencias conectadas con ella y, además: todas las que podrían
ser ganadas visitando la basílica, cripta, y torre de San Benito en
Monte Cassino (Pio IX, 31 diciembre, 1877); una indulgencia
plenaria en la fiesta de Todas las Almas (desde,
aproximadamente, las dos de la tarde del 1 noviembre hasta el
ocaso del 2 noviembre), tantas veces como (toties quoties),
después de la confesión y sagrada comunión, él visite cualquier
iglesia u oratorio público y ore allí, según la intención del Papa,
previendo la imposibilidad de visitar una iglesia u oratorio
público de los Benedictinos, por enfermedad, clausura monacal o
por una distancia, al menos, de 1000 pasos. (Decr. 27 febrero,
1907, en Acta S. Sedis, LX, 246.) Actualmente cualquier sacerdote
puede bendecir estas medallas.

Cuándo se originó la Medalla de San Benito, es dudoso. Durante


un juicio por brujería en Natternberg, cerca de la Abadía de
Metten en Bavaria, en el año 1647, las mujeres acusadas
testificaron que ellas no tenían poder sobre Metten, porque
estaba bajo la protección de la cruz. En la indagación, varias
cruces pintadas, rodeadas por las letras que se encuentran ahora
en las medallas Benedictinas, fueron halladas en las paredes de la
abadía, pero su significado había sido olvidado.

Finalmente, en un manuscrito antiguo, escrito en 1415, se


encontró una imagen que representa a San Benito con una vara
terminando en cruz, en una mano y un pergamino, en la otra. En
la vara y el pergamino están escritas las palabras completas y las
misteriosas letras, eran sus iniciales. Medallas que llevaban la
imagen de San Benito, una cruz, y estas letras empezaron a
lanzarse, entonces, en Alemania y pronto a través de toda Europa.

Fueron aprobadas, primeramente, por Benedicto XIV en sus cartas


apostólicas del 23 diciembre de 1741, y 12 marzo de 1742.
En el nombre de Dios Padre Todopoderoso, creador del cielo y
de la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos, te ordeno, espíritu
maligno, que abandones esta medalla. Que desaparezcan y se
alejen de esta, toda la fuerza del adversario, todo el poder del
diablo, todos los ataques e ilusiones de satanás. Que todos
aquellos que la utilicen con gran devoción, sean bendecidos con
la salud del alma y del cuerpo.

En el nombre del Padre Todopoderoso, de su Hijo nuestro


Señor Jesucristo, y del Espíritu Santo Paráclito, y por el amor
del mismo Señor Jesucristo, que ha de venir a juzgar a los vivos
y a los muertos y al mundo por el fuego.

Dios omnipotente, dador de todos los bienes, te suplicamos


humildemente q o Padre San Benito,
infundas tu bendición sobre esta sagrada medalla, a fin de que
quien la lleve, dedicándose a las buenas obras, la gracia de una
santa muerte, y la remisión de la pena temporal causada por sus
pecados. merezca conseguir la salud del alma y del cuerpo, la
gracia de la santificación, y todas la indulgencias que se nos
otorgan, y que por la ayuda de tu misericordia se esfuerce en
evitar la acechanzas y engaños del diablo, y merezca aparecer
santo y limpio en tu presencia. Te lo pedimos por Cristo, nuestro
Señor. Amén
Esta obra se terminó de editar el día 22 de julio
del año del Señor de 2019.

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