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Carmona, J. - Iconografía Cristiana. Guía Básica para Estudiantes (OCR)

Este documento trata sobre los orígenes y el sentido del culto a las imágenes sagradas en el cristianismo. Explica que aunque el Antiguo Testamento condena claramente el culto a los ídolos, el cristianismo adoptó la representación de lo divino. Luego analiza los argumentos bíblicos contra las imágenes y cómo la cuestión fue debatida en los primeros siglos, hasta que la Iglesia estableció el control sobre la iconografía sagrada.

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Carmona, J. - Iconografía Cristiana. Guía Básica para Estudiantes (OCR)

Este documento trata sobre los orígenes y el sentido del culto a las imágenes sagradas en el cristianismo. Explica que aunque el Antiguo Testamento condena claramente el culto a los ídolos, el cristianismo adoptó la representación de lo divino. Luego analiza los argumentos bíblicos contra las imágenes y cómo la cuestión fue debatida en los primeros siglos, hasta que la Iglesia estableció el control sobre la iconografía sagrada.

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ICONOGRAFIA CRISTIANA

GUÍA BÁSICA PARA ESTUDIANTES


ICONOGRAFIA CRISTIANA
GUÍA BÁSICA PARA ESTUDIANTES

Juan Carmona Muela

UNIVERSIDAD DE MURCIA

1402287

ISTMO
© J u a n C a r m o n a M u e la , 1998

© E d ic io n e s IS T M O , S . A ., 1998
S e c to r F o r e s ta , 1
2 8 7 6 0 T r e s C a n to s (M a d rid )
T e l.: 91 8 0 6 19 9 6
F a x .: 91 8 0 4 4 0 28

D is e ñ o d e c u b ie rta :
S e r g io y E r n e s to R a m íre z

IS B N : 8 4 -7 0 9 0 - 3 4 3 -8
D e p ó s ito le g a l: M -3 7 .2 8 7 - 1 9 9 8

Im p r e s ió n :
C + I, S . L . S a n S e b a s tiá n d e lo s R e y e s (M a d rid )

Im p r e s o e n E s p a ñ a / P rin te d in S p ain

Reservados todos los derechos. De acuerdo a lo dispuesto en el


artículo 270 del Código Penal, podrán ser castigados con penas
de multa y privación de libertad quienes reproduzcan o plagien, en
todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, fijada en
cualquier tipo de soporte, sin la preceptiva autorización.
Para Caña y Julia
ÍNDICE

I. LAS IMÁGENES SAGRADAS


EN EL CRISTIANISMO: ORIGEN Y SENTIDO..... 9
La condena del culto a las imágenes en la B ib lia..... 12
La cuestión de las imágenes en el cristianismo
prim itivo........................................................................ 15
La imagen sagrada, una cuestión a debate................. 18
El control de la imagen sagrada.................................. 25
Conclusión .................................................................... 34

II. GUÍA ICONOGRÁFICA............................................... 37


1. Antiguo Testamento ................................................. 41
1.1. Patriarcas, reyes, héroes, etc.............................. 41
1.2. Profetas ............................................................... 52
2. Nuevo Testamento.................................................... 57
2.1. Sagrada familia ................................................. 57
2.2. Evangelistas....................................................... 61
2.3. A póstoles........................................................... 63
3. Ángeles ..................................................................... 68
4. Mártires, ermitaños, vírgenes, etc............................ 72
5. Padres de la Iglesia .................................................. 85
5.1. G riega................................................................. 85
5.2. Latina ................................................................. 86
6. Órdenes religiosas: fundadores, reformadores, etc....... 88
6.1. Medievales ........................................................ 88
6.2. Modernas ........................................................... 96
7. Jerarquía angélica .................................................... 101
8. Virtudes y pecados ................................................... 103

Í n d ic e d e t e m a s c r is t o l ó g ic o s y M a r i a n o s .................... 105

Í n d ic e d e nom bres ............................................................... 183

B i b l i o g r a f í a ......................................................................... 187
LAS IMÁGENES SAGRADAS
EN EL CRISTIANISMO:
ORIGEN Y SENTIDO
El cristianismo es la única de las tres grandes religiones mo­
noteístas que admite el culto a las imágenes sagradas y la repre­
sentación antropomórfica de lo divino. Lo que resulta bastante
sorprendente teniendo en cuenta que las tres aceptan el mismo
punto de partida, el patriarca Abraham, con quien un Dios úni­
co estableció su alianza; y que cristianos y judíos comparten
además, a grandes rasgos, los libros del Antiguo Testamento
como texto doctrinal, base de la autoridad de todas sus creen­
cias. En el Antiguo Testamento la condena al culto a las imáge­
nes, a los ídolos, es, como veremos, muy extensa y contunden­
te; se burla por ejemplo de la religión egipcia: «adoran además
a los bichos más repugnantes, que en estupidez superan a todos
los demás» (Sb 15, 18), y atribuye al culto idolátrico la causa de
la ira del Dios verdadero y el origen de las desgracias para los
pueblos que se entregan a él (Sb 12, 26-27; Dn 5, 23-30). Para
mantenerse fiel a Dios, Israel rechaza el culto a los ídolos (Ex
32, 7-10; Sb 15, 1-6). Por otro lado, el mandato divino no podía
ser más claro: «No te harás escultura ni imagen alguna ni de lo
que hay arriba en los cielos, ni de lo que hay abajo en la tierra,
ni de lo que hay en las aguas debajo de la tierra. No te postrarás
ante ella ni le darás culto» (Ex 20, 4-5 =Dt 5, 8-9). El mismo Je­
sús dice: «No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profe­
tas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento» (Mt 5, 17).
¿Por qué entonces el cristianismo adoptó el culto a las imágenes,
contraviniendo la tradición expresada en las Escrituras que la
misma Iglesia acepta? Hoy resulta paradójico pensar que, a pe­
sar de todas las condenas y cautelas expresadas en la Biblia con­
tra las imágenes, se haya convertido, ella misma, en la principal
fuente de inspiración para la expresión artística de los últimos
dos mil años.

La condena del culto a las imágenes en la Biblia

La prohibición contenida en el Decálogo que recibe Moisés


en el Sinaí, y el monoteísmo al que va ligada («No habrá para ti
otros dioses delante de mí», Ex 20, 3), serán las señas de identi­
dad del pueblo judío frente a los de su entorno, caracterizados
precisamente por la creencia politeísta y el culto idolátrico.
Cuando el pueblo de Israel se cansa de esperar a Moisés, se hace
fabricar un becerro de oro, es decir, un toro, un animal que, por
su bravura y su fuerza, fue considerado en el antiguo Oriente
como un dios; recuérdese el buey Apis egipcio, o los lamassu,
toros androcéfalos de la cultura asiria y persa. «Bien pronto se
han apartado del camino que yo les había prescrito. Se han he­
cho un becerro fundido y se han postrado ante él; le han ofreci­
do sacrificios y han dicho: “Éste es tu Dios [...]. Déjame ahora
que se encienda mi ira contra ellos y los devore”» (Ex 32,8-10).
Encontramos aquí una de las principales razones para condenar
el culto a los ídolos: el Dios Unico no cede su poder ni su gloria
a imágenes hechas por el hombre: «Yo, Yahveh, ése es mi nom­
bre, mi gloria a otro no cedo, ni mi prez a los ídolos» (Is 42, 8).
Son por ello materia muerta, vacía y sin espíritu: «se avergüen­
za del ídolo todo platero, porque sus estatuas son una mentira y
no hay espíritu en ellas. Vanidad son, cosa ridicula; al tiempo de
su vista perecerán» (Jr 10, 14-15). Nada pueden hacer por tanto
para calmar la angustia o el hambre, no pueden remediar las en­
fermedades ni hacer justicia (Sal 115, 1-7; Sb 13, 16-18; Ba 6,
33-37, 63; Is 46, 7-10). Por esto mismo el culto a los ídolos es
el origen del mal y del caos entre los hombres, pues la imagen
sin vida nada puede hacer contra la mentira, el crimen o el pe­
cado (Sb 14, 29).
El ídolo está hecho de material cotidiano, corruptible, y nada
perecedero puede representar a Dios: «el ídolo fabricado, mal­
dito él y el que lo hizo, uno por hacerle, el otro, porque, corrup­
tible, es llamado Dios» (Sb 14, 8). «Los adornan también con
vestidos como si fuesen hombres, a esos dioses de plata, oro y
madera; pero éstos no se libran ni de la roña ni de los gusanos»
(.Ba 6, 10). Isaías lamenta la ignorancia del hombre que se hace
un ídolo de madera, materia que tiene efectivamente usos más
nobles pues sirve para calentarse uno mismo o cocinar: «no sa­
ben ni entienden, sus ojos están pegados y no ven; su corazón no
comprende. No reflexionan, no tienen ciencia ni entendimiento
para decirse: “he quemado la mitad, he cocido pan sobre las bra­
sas; he asado carne y la he comido; y ¡voy a hacer con lo res­
tante algo abominable!, ¡voy a inclinarme ante un trozo de ma­
dera!”» (Is 44, 18-19). Parecido comentario encontramos en el
Libro de la Sabiduría (Sb 13, 11-17; 15, 7-8). Baruc dedica va­
rios capítulos a ridiculizar estos ídolos a los que, de indefensos
que son, hay que quitarles el polvo o defenderlos de los ladro­
nes; además, no pueden espantar los numerosos pájaros que re­
volotean sobre sus cabezas y, en fin, hay que llevarlos a hom­
bros porque no saben andar, y si se caen hay que levantarlos,
mostrando así su propia vergüenza (Ba 6, 16-26). Es mejor, por
tanto, que la madera o la piedra se empleen en algo verdadera­
mente útil para el hombre (Ba 6, 58).
Encontramos también argumentos de mayor calado para opo­
nerse y condenar el culto a las imágenes, argumentos que podría­
mos calificar de teológicos y que seguirán manejando los icono­
clastas en la Alta Edad Media: Dios no es representable; el Dios
Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra y de todo cuanto
hay en ella, no puede asemejarse a nada. «¿Con quién me aseme­
jaréis y seré igualado?, dice el Santo. Alzad los ojos a lo alto y
ved: ¿quién ha hecho esto?» (Is 40, 25-26, también 18 y 46, 3-5;
Jr 10,6-7). Por otra parte, el hombre, creado por Dios, comete pe­
cado al pretender «hacer», crear a Dios (Is 44,9-10; Os 8, 6; 13,2;
Jr 10, 8; Sb 13, 1; 15, 16-17; Ba 6, 45-46). En el Libro de la Sa­
biduría (Sb 15, 8-13) se expresa con claridad: «de la misma arci­
lla modela una divinidad. Y la modela él, que poco ha nació de la
tierra y que pronto habrá de volver a la tierra de donde fue saca­
do, cuando le reclamen la devolución de su alma. [...] Escoria es
su corazón, más vil que la tierra su esperanza, más abyecta que la
arcilla su vida, porque desconoció al que le modeló a él [...]. Pien­
sa que la existencia es un juego de niños y la vida un lucrativo
mercado. Este hombre más que nadie sabe que peca». Por tanto,
Dios desprecia por igual a los fabricantes de ídolos y a quienes les
rinden culto. Todos ellos encontrarán al final el merecido castigo
divino (Is 42, 17; Ba 6,4-5; Sb 14, 30-31).
El camino para llegar a Dios no es, por tanto, hacer una
«imagen falsa» de Él, sino encontrarlo en la contemplación de
su propia obra; la naturaleza: «de la grandeza y hermosura de las
criaturas se llega por analogía a contemplar a su Autor» (Sb 13,
5). Él mismo se manifestará a aquel que le busca en la justicia y
rectitud de su vida y de su pensamiento (Sb 1, 1-2; Si 1, 25-30;
17, 8-10).
En el Nuevo Testamento no son tan abundantes los testimo­
nios en contra de las imágenes, pero sí se formulan con clari­
dad. Pablo retoma algunos de los argumentos anteriores en su
Epístola a los romanos: a saber, que Dios «se deja ver a la in­
teligencia a través de sus obras», que su gloria y santidad inco­
rruptible no pueden representarse «en forma de hombre corrup­
tible», y que esta equivocación es causa de extravío y caos
social entre los gentiles (Rm 1, 18-32). Durante una visita a
Atenas se siente además «indignado al ver la ciudad llena de
ídolos» (Hch 17, 16) y, al encontrar un altar vacío con un letre­
ro en el que se lee «Al Dios desconocido» en lugar de una es­
tatua, les dice a los atenienses: «lo que adoráis sin conocer, eso
os vengo yo a anunciar» (Hch 17, 23).
La repulsa ante la representación figurativa estaba, por tan­
to, bien consolidada en el pensamiento y en el comportamiento
del pueblo judío. En una ocasión, Herodes el Grande, partidario
de la autoridad romana, hizo colocar un águila sobre la puerta
mayor del templo de Jerusalén. Dos individuos, Judas y Matías,
promovieron un tumulto y lograron derribar el águila y destruir­
la. Herodes ordenó quemar vivos a los cabecillas (Flavio Josefo,
Antigüedades judías, XVII, 6; 2-3). El mismo Poncio Pilato pro­
vocó una auténtica revuelta en Jerusalén al introducir a escondi­
das insignias militares con la imagen del emperador Tiberio,
cuando otros procuradores antes que él nunca habían hecho tal
cosa por respeto a las costumbres judías. El pueblo insistió du­
rante días para que Pilato las retirara. Éste, apostando soldados
camuflados entre la muchedumbre, les amenazaba con la muer­
te, «pero ellos se echaron al suelo y descubrieron sus gargantas,
diciendo que antes preferían morir que admitir algo en contra de
sus sabias leyes. Pilatos, admirado de su firmeza y constancia en
la observancia de la ley, ordenó que las imágenes fueran trans­
feridas de Jerusalén a Cesárea» (Flavio Josefo, Antigüedades ju ­
días, XVIII, 3, 1). El mismo Jesús, como judío, mostró su re-
chazo a la idolatría cuando, preguntado si debía pagar el tributo
o no, preguntó: «“¿de quién es la imagen y la inscripción?”.
Ellos dijeron: “del César”. Él les dijo: “Pues bien, lo del César
devolvédselo al César; y lo de Dios a Dios”» (Le 20,24-25 y pa­
ralelos). Con esta observación, Jesús desprecia el poder del em­
perador (Mt 6, 24), y aboga por la veneración verdadera para
quien la reclama y la merece mediante la oración y la piedad (Mt
6, 6 ; Jn 4, 23-24).

La cuestión de las imágenes en el cristianismo primitivo

En el año 48 se celebró en Jerusalén una asamblea para de­


cidir sobre el problema de los prosélitos, es decir, los no judíos
que habían abrazado la fe cristiana. La decisión adoptada final­
mente de dispensarlos del cumplimiento de la Ley de Moisés
significó, de hecho, la apertura del cristianismo al mundo paga­
no e inició el camino de la definitiva separación del judaismo.
Sin embargo, soltar lastre para iniciar un nuevo camino no sig­
nificó la aceptación de realizar imágenes ni ofrecerles culto. Pre­
cisamente, entre las escasas obligaciones que se les exige está el
abstenerse «de lo que ha sido contaminado por los ídolos»
(Hch 15, 20, 29; 1 Cor 8). Aunque no existe en los escritos cris­
tianos un coipus teórico tan elaborado contra las imágenes, ya
hemos visto que Pablo era abiertamente contrario a ellas, y otros
testimonios corroboran que dicha prohibición fue efectiva, al
menos, hasta el siglo ii. Plinio el Joven, gobernador de la pro­
vincia oriental de Bitinia en el año 114, escribe a Trajano una
carta exponiéndole sus dudas sobre las numerosas acusaciones
que tiene que resolver contra los cristianos. La forma que tenía
de averiguar si un acusado era o no cristiano no era otra que
obligarle a elevar súplicas a las estatuas de los dioses y a la del
emperador (Epístolas, X, 96). La negativa suponía automática­
mente la pena de muerte pues se incurría en un delito de lesa ma­
jestad. Tertuliano (105-222) argumenta en contra de esta acusa­
ción afirmando que, aun no considerando al emperador como un
dios, los cristianos tienen a bien rezar por su salud, puesto que
así lo ordenan las Sagradas Escrituras (1 Tm 2, 1-2), pero que
ellos además saben pedirla, y pueden lograrla porque saben tam­
bién dónde pedirla, pues su salud «no se encuentra en unas ma-
nos de plomo» (Tertuliano, Apologético, 29, 1-4). Otros autores
como Celso, Lactancio o Minucio Félix señalan la aversión a las
imágenes y a los templos como uno de los signos distintivos de
los cristianos', causa también del odio popular que se atrajeron.
El mismo Minucio Félix, en su fingido diálogo Octavio (32,
1-3. s. m), da la réplica a esta objeción: «¿Con qué fin vamos a
construir imágenes de Dios si, pensándolo bien, el propio hom­
bre es imagen de Dios? ¿Con qué fin voy a construir un templo
si todo este mundo, construido por él mismo, no sería suficien­
te para contenerle? [...] ¿Vamos a meter todo el poder de su ma­
jestad en el recinto propio de una capilla de dimensiones redu­
cidas? ¿No es mucho mejor que le dediquemos como templo
nuestra propia mente y que consagremos su presencia en nues­
tro corazón?». Argumentos evidentes de un culto prohibido,
obligado a la clandestinidad de su fe y de sus manifestaciones
materiales, en un mundo que le es declaradamente hostil, como
lo fue el Estado romano de los siglos ii y m. Es así como la Igle­
sia cristiana se identifica, no con un ente físico, el templo, sino
con un sentimiento compartido, una reunión, o asamblea de cre­
yentes, que es lo que, en realidad, significaba el término griego
ekklesía que le dio nombre.
La crisis que el mundo romano sufrió en el siglo m dio al
cristianismo su impulso definitivo. Efectivamente, la crisis eco­
nómica y política provoca también una crisis en el sistema de
valores imperante. En un mundo que se derrumbaba, el panteón
clásico no ofrecía ninguna esperanza de salvación, ni satisfacía
las demandas de consuelo personal. Es la época de mayor acep­
tación y difusión de cultos orientales: Osiris, Cibeles y Attis,
Mitra y Jesucristo. Todos ellos ofrecían una salvación; asegura­
ban que existía una vida después de la muerte más atractiva que
la penosa existencia presente. El carácter protector del cristia­
nismo le hacía, además, muy atractivo para la gran masa de la
población, la más afectada por la quiebra del sistema esclavista
romano. La filosofía neoplatónica y la búsqueda de un mono­
teísmo que armonizara la multiplicidad de creencias en el seno
del Imperio contribuyeron también a extender el cristianismo

1 Celso, Discurso verdadero contra los cristianos, IV, 97. s. u; Lactancio,


Sobre la muerte de los perseguidores, 2, 5 y sigs.; Instituciones divinas, V, 8, 4.
s. iu; Minucio Félix, Octavio, 8, 4 y 10, 1-2. s. m.
entre las clases mejor acomodadas de las ciudades. En conse­
cuencia, y en este contexto de crisis y, por qué no, de compe­
tencia, el cristianismo aceptó prácticas y costumbres, antes aje­
nas pero ahora necesarias para facilitar el proselitismo entre la
población. Entre ellas, la de imaginarse una representación ma­
terial de aquello que se venera, costumbre tan arraigada en el pa­
ganismo que resultaba prácticamente imposible oponerse a ella.
Cuenta Eusebio de Cesárea (265-340) que el mismo emperador
Alejandro Severo (222-235) tenía en su capilla privada estatuas
de Abraham, Orfeo y Cristo (Historia eclesiástica 6, 21, 3). El
Edicto de Milán promulgado por Constantino en el año 313 con­
virtiendo al cristianismo en un culto permitido, y el promulgado
por Teodosio I en el 380 en Tesalónica aceptándolo como reli­
gión oficial, acabaron por empujarlo también a la influencia no
siempre propicia del Estado romano. Evidentemente, el cristia­
nismo se benefició de esta protección y pudo apropiarse sin di­
ficultades de las festividades instauradas en honor del Sol, el as­
tro rey divinizado por todas las civilizaciones anteriores. Así, el
25 de diciembre del 274 Aureliano inauguró un templo al Sol In-
victus, estableciendo el culto al Sol en Roma. Esa fecha, que
también celebraba el Dies Natalis Solis, el nacimiento del Sol,
se convierte en la fecha del nacimiento de Cristo. El domingo,
día del Sol, se convierte en el Dominica dies, en el Día del Se­
ñor, fiesta oficial desde el 320. Incluso la identificación entre el
Sol y el emperador (nótese la etimología de sus nombres: Aure­
liano, Heliogábalo) dará origen a la identificación entre Cristo y
el Sol2. Pero tuvo que admitir también la utilización de imáge­
nes sagradas en su culto. Como era lógico suponer, las primeras
representaciones oficiales son anicónicas, meros símbolos res­
catados de las catacumbas: la cruz y el crismón, que aparecen en
las monedas por primera vez hacia el 315. La religiosidad po­
pular era, en la práctica, proclive a una representación figurati­
va más explícita. De hecho, al margen de la opinión oficial, ya
en la segunda mitad del siglo n comenzaron a aparecer pinturas
en las catacumbas con temas del Antiguo y del Nuevo Testa­
mento, como el Sacrificio de Isaac, Daniel entre los leones, Jo-

2 Basada adem ás en textos neotestam entarios, dicha identificación tendrá


representaciones iconográficas, por ejem plo, en Quintanilla de las Viñas, del si­
glo vi, y en el tapiz de la Creación de Gerona del siglo xi.
nás y la ballena, la Adoración de los Magos o el Bautismo. Es­
tos temas narrativos coexistieron con otros cuyo contenido era
más simbólico, como el crismón antes aludido, formado por la
superposición de las dos primeras letras de Cristo en griego, X
y P; el pez, como símbolo eucarístico o como anagrama de Cris­
to; el ancla, simbolizando la cruz o la esperanza, etc. Clemente
de Alejandría admitía este tipo de referencias indirectas a Cristo
y a la fe cristiana, pero seguía condenando la imagen antropo-
mórfica de Jesús: «Si se representa un pescador, es para recor­
dar a los apóstoles, y a las criaturas que ellos pescaron en el
agua. Pero evitad la tentación de representar ídolos: está pro­
hibido incluso mirarlos» (Pedagogo, 3, 11, finales del siglo n).
Y Eusebio, obispo de Cesárea en el siglo iv y biógrafo de Cons­
tantino, escribe una carta a Constanza, hermana del emperador,
negándose a proporcionarle una imagen de Jesús que le había
pedido. Pero en las catacumbas aparecía también el Buen Pas­
tor, figura alegórica de Jesús basada en numerosos textos neo-
testamentarios (Jn 10, 1-16; 21, 15-18; Le 1 5 , 4-7; Mt 18, 12-14,
etc.). El mismo Eusebio de Cesárea cuenta que Constantino hizo
levantar en su nueva capital, Constantinopla, iglesias por do­
quier, e hizo colocar en plazas, foros y fuentes la imagen del
Cristo Buen Pastor. Así pues, de Iglesia espiritual, prohibida y
perseguida, pasó en el siglo iv a ser Iglesia material, privilegia­
da y oficial. Adoptó la vieja basílica romana como modelo de
templo, y aceptó como necesaria la creación de una iconografía
propia. Quedaba la labor de justificar este cambio con respecto
a las imágenes, y buscar en las Sagradas Escrituras textos que
revistieran de autoridad esta nueva actitud. No por todos bien
aceptada, el debate sobre la licitud o no de la imagen sagrada se
desarrollaría entre los intelectuales, y seguramente también en la
calle, unas veces de forma pacífica, y otras veces abiertamente
hostil, prácticamente hasta el siglo xvn.

La imagen sagrada, una cuestión a debate

San Gregorio Magno (540-604), en una carta remitida al


obispo de Marsella, Sereno, condenó la destrucción de imágenes
que éste había perpetrado en su diócesis. En esta carta se en­
cuentran los argumentos en defensa de las imágenes que se re­
petirán hasta la saciedad hasta el Concilio de Trento: «Te alaba­
mos por haber prohibido adorar las imágenes, aunque reproba­
mos que las hayas destruido. Adorar una imagen es diferente de
aprender lo que se debe adorar por medio de la pintura. [...] La
obra de arte tiene pleno derecho de existir, pues su fin no es ser
adorada por los fieles, sino enseñar a los ignorantes. Lo que los
doctos pueden leer con su inteligencia en los libros, lo ven los
ignorantes con sus ojos en los cuadros. Lo que todos tienen que
imitar y realizar, unos lo ven pintado en las paredes y otros lo
leen escrito en los libros». La imagen tiene, pues, una función
primordialmente didáctica que justifica su existencia. De hecho,
si el cristianismo triunfó y se convirtió en una religión de masas,
fue precisamente por aceptar la imagen como medio de difusión
de sus creencias entre la mayoría de la población, pagana y anal­
fabeta, que abrazó la nueva fe. La imagen no sólo enseña e in­
forma, sino que puede, mejor que la palabra escrita, conmover a
los fieles y orientar su comportamiento hacia los valores cristia­
nos. San Gregorio de Nisa escribe en el año 383 que no puede
contemplar la escena del sacrificio de Isaac sin contener sus lá­
grimas; Asperius, obispo de Amaseia en el siglo v, al describir
el martirio de Santa Eufemia en Caledonia, se interrumpe, pues
«las lágrimas vienen a mis ojos y la tristeza interrumpe mi dis­
curso. El pintor ha pintado con tal claridad las gotas de sangre
que parecen resbalar de verdad de sus labios, y podrías alejarte
sollozando». Y San Juan Damasceno, principal defensor de las
imágenes en pleno período iconoclasta en el siglo vm, escribe
que «cuando no tengo libros, o mis pensamientos me torturan
por gustar de la lectura, me voy a la iglesia [...]. La frescura de
las pinturas atrae mi mirada, cautiva mi vista [...], insensible­
mente lleva mi alma a alabar a Dios [...]. Consideré el valor del
mártir, la corona con la cual es recompensado, su ardor inflama
mi emulación, caigo a tierra y rezo a Dios». En este sentido, se
recurría frecuentemente a comparar la figura del pintor con la
del orador. En ambos casos se distingue el oficio y el fin. El ofi­
cio es en uno la palabra y en otro la pintura, la imagen; el fin en
ambos será persuadir, emocionar, convencer. El Concilio de
Trento justificaba el uso de las imágenes «porque los milagros
realizados por Dios a través de los santos y sus saludables ejem­
plos son puestos bajo los ojos de los fieles, a fin de que por ellos
den gracias a Dios y conformen su vida y costumbres a imita­
ción de los santos, y sean estimulados a adorar y amar a Dios y
a practicar la piedad». El cardenal Paleotti concretaba en su Dis­
curso en torno a la imagen sagrada y profana (1582) que el fin
de la imagen sagrada es mover a los hombres a la obediencia ha­
cia Dios, así como inducirlos a la penitencia, a la piedad, a la ca­
ridad, al desprecio del mundo y a otras virtudes, instrumentos
todos para unir a los hombres con Dios.
La representación de Dios ha sido, sin embargo, el tema más
controvertido y donde no servían los argumentos prácticos o di­
dácticos que podían justificar la pintura de santos, mártires o de
escenas bíblicas. Razones doctrinales debían amparar ahora la
representación de la divinidad. Eusebio de Cesárea daba la cla­
ve en su carta a Constanza cuando distinguía entre la naturaleza
divina de Cristo, que no se puede representar, y la humana, cuya
belleza era tal, al participar todavía de la Persona Divina, que
ningún pincel podría expresarla. Sin embargo, la Encamación de
Dios, al tomar carne y forma humana, era susceptible de ser re­
presentada. Aunque la representación de Cristo en forma huma­
na data de los primeros tiempos del cristianismo, no se recono­
ció oficialmente hasta el año 692 en el Concilio Quinisexto de
la Iglesia Oriental, el cual, en el canon 82, renunciaba a repre­
sentarle en forma de cordero, símbolo tradicional del redentor:
«decretamos que el Cordero, Cristo nuestro Dios, que quita los
pecados del mundo, sea de ahora en adelante representado tam­
bién en forma humana [...] puesto que de este modo compren­
demos la sublime humillación de la Palabra de Dios, y somos
guiados así al recuerdo de Su vida en la carne, Su pasión y Su
Muerte Salvadora, y de ello, la redención que ha venido al mun­
do». Y fue en la Iglesia Oriental, en Bizancio, donde las reaccio­
nes fueron más virulentas. En el año 717 subía al trono León III,
el Isáurico; para contrarrestar el creciente poder y prestigio del
monaquismo oriental basado en el comercio de iconos y reli­
quias, prohibió en el 726 el culto a las imágenes y ordenó que­
mar y destruir todas las imágenes que había en Constantinopla.
Según Paulo Diácono en su Historia Longobardum (s. vrn), a to­
dos los que se oponían los hacía mutilar o decapitar. En el año
730 estableció la pena capital para los adoradores de imágenes.
Le sucedió en el trono su hijo, Constantino V, llamado el Co-
prónimo, el sucio, que organizó en el año 754 el Concilio de
Hiera. Allí se condenó la adoración de las imágenes como una

J
forma de idolatría, pues el pueblo, llevado por su ignorancia,
daba al objeto lo que debía al verdadero Dios. Además señalaba
cómo la defensa de la representación del Logos encamado incu­
rría en la misma herejía que Arrio o Nestorio, que también se­
pararon y diferenciaron dos personas en Cristo, y que fueron
condenados en los Concilios de Nicea (325) y de Éfeso (431)
respectivamente: «Dado por supuesto, por tanto, que en la Pa­
sión la Divinidad permanece inseparable de éste (el cuerpo y el
alma de Cristo), ¿cómo es que estos absurdos hombres dividen
la carne que ha estado unida con la Divinidad y ella misma di­
vinizada, e intentan representar una pintura como si fuera un
simple hombre? De esta manera caen en otro abismo de ilegali­
dad, es decir, por separar la carne de la divinidad, y por atribuir
a la carne una esencia separada y una persona distinta que ellos
afirman representar, en consecuencia, añaden una cuarta perso­
na a la Trinidad». Aprovechando la minoría de edad de Cons­
tantino VI, nieto del Coprónimo, la madre regente, Irene, pro­
movió la vuelta al culto a las imágenes en el II Concilio de Nicea
(787). En él se hacía la distinción entre ídolos e iconos, estable­
ciendo la excomunión para quien llamase ídolos a los iconos. Si­
guiendo a San Juan Damasceno, que a su vez se basaba en el
Pseudo Dioniso Aeropagita (s. vi), justificaba las imágenes sa­
gradas como algo instituido por Dios mismo, dándonos copias,
a modo de prototipos corpóreos de los seres divinos, inmateria­
les y espirituales, para que nuestra humana condición fuera ca­
paz de su contemplación y veneración. La verdadera adoración
estaba reservada a Dios, y nunca el culto a las imágenes había
caído en idolatría, pues «quien venera una imagen, venera a la
persona que ella representa». Los defensores de las imágenes in­
sistirán en este tipo de argumentos, aun después de que León V
el Armenio inaugurara en el año 815, en el Concilio de Santa So­
fía, un nuevo período iconoclasta. Se prohibía la fabricación de
iconos, considerados inadecuados para el culto a Dios, pero se
evitó expresamente el calificarlos de ídolos. El más importante
de esos defensores fue Teodoro Studita, que justificaba la repre­
sentación de Cristo diferenciando entre imagen natural e imagen
imitativa. En la primera hay una diferencia de persona, pero no
natural, pues el Hijo procede del Padre. Por la segunda no hay
diferencia de persona, pero sí natural, pues ésta, la naturaleza de
Cristo, no procede del material o del soporte de la pintura. Así,
«en el caso de la pintura imitativa y su modelo, esto es, de Cris­
to y su imagen, dado que la persona de Cristo es una y la mis­
ma, la reverencia es aquí, además, la misma debido a la identi­
dad de persona [...] entre Cristo y la imagen». Por ello no se
incurre en idolatría, pues se venera no a la naturaleza de la ima­
gen, al material, sino a la persona representada, a Cristo. Quizá
un poco enrevesado, pero es una buena muestra de las sutilezas
del pensamiento oriental, origen de las disputas cristológicas
más complicadas de la Alta Edad Media.
También se recurría, en la defensa de las imágenes, al peso de
la tradición, a la antigüedad de su invención y uso en el seno del
cristianismo. Argumentos de menor peso que los anteriores, pues
se basaban en creencias legendarias no probadas. Por ejemplo, la
atribución al evangelista Lucas de iconos de la Virgen y de Cris­
to, la invención del paño de la Verónica en el que Jesús dejó su
imagen cuando se dirigía al Calvario, o ciertos relatos apócrifos,
en especial los Hechos del Apóstol Juan (s. n), en el que un dis­
cípulo suyo, Licomedes, le hace un retrato; y la Vida de San Pan-
cracio (s. vil), que ponía en boca del apóstol Pedro la orden
expresa de hacer un retrato de Cristo. Focio, patriarca de Cons-
tantinopla en el siglo ix, aludía incluso al poder de la imaginación
que recrea en imágenes lo que se lee o se oye para vincular los
Evangelios a las pinturas y preguntarse después: «¿alguien odia
la enseñanza de las pinturas? Entonces, ¿por qué no ha rechaza­
do previamente y odiado el mensaje de los evangelios?».
Además de los argumentos ya expuestos, sólo quedaba una
cosa por hacer. Remitirse a la Biblia para encontrar pasajes que
autorizaran la realización y el culto a las imágenes, y zanjar así
definitivamente la cuestión. El II Concilio de Nicea las dio a co­
nocer en su cuarta sesión. Esas referencias serán utilizadas y ci­
tadas hasta el siglo xvn en los tratados de arte, cuando hubo que
defenderlas de nuevo del ataque de la Reforma protestante. En
cuanto a la representación de Dios mismo, ya Celso, en su Dis­
curso verdadero contra los cristianos (s. n), advertía una con­
tradicción que podía justificarla: «Si los cristianos piensan que
no se pueden admitir imágenes divinas, porque Dios, como tam­
bién opinan los persas, no tiene forma humana, se contradicen
de forma estrepitosa, ellos que declaran, por otra parte, que Dios
hizo al hombre a su propia imagen y que le dio una forma pare­
cida a la suya» (IV, 98). Efectivamente esa expresión aparece en
el Antiguo Testamento en numerosas ocasiones (Gn 1, 26-27; 5,
1; 9,6; Si 17, 3); además, Dios se mostró también a los profetas, \
especialmente a Daniel (Dn 7, 9-14) y a Ezequiel (Ez 1, 4-28), y
también a San Juan Evangelista (Ap 1, 12-19; 4, 5), de tal ma­
nera que si ellos pudieron describirlo, los artistas pueden repre­
sentarlo. También Cristo, que es la impronta de Dios, e imagen
del Padre, puede ser representado en forma humana (Hb 1, 3;
Rm 8, 29; Col 1, 15). Además de la Encarnación del Verbo, esto
es, Jesús, aparecen también símbolos visibles de Dios, la palo­
ma y el cordero, que fueron utilizados en los primeros tiempos.
El noble oficio del arte está justificado también por cuanto
que fue Dios mismo quien lo inventó; es el gran artífice. Fue el
primer escultor al modelar de una masa informe de barro al pri­
mer hombre y a los seres vivos (Gn 2, 7,19), y el primer pintor,
pues la naturaleza, retrato de sí mismo, está dotada de luz y co­
lor. «Así la arte del pintar parece haber también imitado a la na­
turaleza universal que es Dios, ordenando que se hiciesen imá­
genes, para mostrar la noticia y memoria de sus originales»
(Pacheco, Arte de la pintura, 1649). Él mismo consintió u orde­
nó la construcción de imágenes y altares que simbolizaran su
presencia y su gracia: el arca de Noé (Gn 6, 13-22; 7, 1-5), fi­
gura de la Iglesia cristiana que salva a todos los que se acogen a
ella; el altar construido por Abraham en Canaán (Gn 12, 7); la
estela erigida por Jacob después de su sueño (Gn 28, 18-22); o
la serpiente de bronce que colocó Moisés sobre un mástil para
salvar al pueblo de la ira de Dios (Nm 21, 4-9; Sb 16, 5-7). Esa
imagen existía todavía en tiempos del rey Ezequías (s. vn a. C.),
que la hizo destruir, pues seguía siendo venerada como un ídolo
(2 R 18, 3-4). San Juan Damasceno, en su De imaginibus ora-
tiones (s. vm), veía en ella una prefiguración de Jesús que, por
medio de la cruz, contrarresta el mordisco de la serpiente del Pa­
raíso. Así mismo, Dios ordenó construir el santuario para el Arca
de la Alianza con toda su decoración y mobiliario (Ex 25-28) y
el templo de Salomón (1 R 5-6), revistiendo especial importan­
cia las imágenes de los querubines, no sólo como trono y sím­
bolo de Dios (Ex 25, 18-22; 1 S 4, 3-4; Sal 18, 11; 80, 2; 99, 1),
sino porque contravenía claramente las leyes del Decálogo y
justificaba, así, la materialización artística de lo divino.
En Occidente, más permisivo y tolerante, la cuestión de la li­
citud de la imagen sagrada no fue tan virulenta como en Bizan-
ció. San Agustín (s. v) las consideraba superfluas, pero no se
oponía a ellas; San Gregorio Magno (s. vi), en su carta al obispo
Sereno, las defendía por su valor didáctico; Gregorio II (s. viii)
rechazó y condenó el decreto contra las imágenes de León III
Isáurico; y el imperio carolingio hizo suyos los postulados de
Nicea II en el Líber Corolini publicado en el año 794. San Ber­
nardo de Claraval (s. xii), fundador del Císter, se oponía a las
imágenes, al gasto y exhibición que conllevaban, por conside­
rarlas inadecuadas para lo que debía ser la vida de los monjes,
guiada por la oración, la austeridad y la caridad: «La iglesia re­
fulge en sus muros y está necesitada en sus pobres. Viste sus pie­
dras con oro y deja desnudos a sus hijos. Con los gastos de los
indigentes se sirve a los ojos de los ricos. Vienen los curiosos
para deleitarse, y no vienen los miserables para ser sustentados».
Repudiaba además en un tono irónico el gasto inútil que signifi­
caba pintar y decorar algo que sería inmediatamente mancillado:
«¿Cómo no respetamos al menos las imágenes de los santos, de
las que generalmente está lleno el mismo pavimento que pisotea­
mos con los pies? A menudo se escupe en la boca de un ángel, a
menudo se golpea con los zapatos de los transeúntes las caras de
algunos santos». En consecuencia, el capítulo 20 de la regla
prohibía la realización de imágenes en sus monasterios. Tam­
bién los protestantes, aunque por razones distintas, se oponían a
la realización de estatuas e imágenes. La creencia de la salva­
ción por la fe en Cristo eliminaba los méritos de la Virgen y los
santos para lograr nuestra salvación. Por tanto no sólo era inútil,
sino idolatría, rezar a las imágenes que los representan. También
se oponían a las imágenes de Cristo y reclamaban de nuevo el
culto espiritual y verdadero, en contraposición a lo que conside­
raban un culto carnal y papista, por no saber encontrar en el in­
terior del alma la verdadera adoración. El Concilio de Trento re­
afirmó la legitimidad de las imágenes en las iglesias por su
eficacia didáctica, pero insistió también en la necesidad de un
mayor control. El control sobre la imagen sagrada existió desde
sus inicios, pero precisamente la mayor tolerancia occidental ha­
bía permitido ciertos «errores» y «contaminaciones» que era pre­
ciso depurar. Sin embargo, también había posibilitado el desarro­
llo de lo que hoy llamamos «Arte», en lo que tiene de desarrollo
formal, invención y originalidad. En la Iglesia de Oriente, el con­
trol fue tan férreo que ahogó al artista para proteger el dogma.
El control de la imagen sagrada

Teodoro Lector, en su Historia eclesiástica (s. vi), cuenta


que «se le secó la mano a un pintor que se atrevió a pintar al
Salvador de forma parecida a Zeus». Este tipo de tradiciones
no hacen más que confirmar un hecho: al pintor se le exigía ve­
racidad para que la imagen pudiera cumplir su función docen­
te, y esa veracidad no era posible si no venía acompañada de
conocimiento y de fe. Quizá por eso, en Bizancio la realización
de iconos siempre fue una actividad primordial de los monas­
terios, y éstos, sus principales valedores durante las disputas
iconoclastas. Precisamente la lucha emprendida por León III \
Isáurico y su hijo Constantino V contra las imágenes no podía
hacerse ni tener éxito si no venía acompañada de otra contra ü
los monasterios. Constantino V llegó a expropiar los conven­
tos y obligó a los monjes a exiliarse, aunque la emperatriz Ire­
ne restableció la vida monástica, y León V no derogó después
la medida. El triunfo definitivo del culto a las imágenes obli­
gaba también a regular la creación artística para ponerla al ser­
vicio de Dios y evitar en lo posible la idolatría. Así, las figuras
se alargan, se espiritualizan, no son retratos «naturales» que el
pueblo sencillo pueda confundir con un ser real, son seres di- ^
vinos que, en su inmovilidad, disfrutan de la paz celestial que
transmiten con su mirada fija y serena al espectador. En 1551
el Concilio de Stoglav considera la pintura religiosa como un
sacerdocio que tiene su formación en la transmisión reiterada
de los modelos iconográficos antiguos. Dionisio de Fuma, au­
tor de un tratado de pintura (s. xviii), escribía: «No comencéis
vuestra obra al azar y sin reflexión, antes al contrario, con la
fe puesta en Dios y con piedad en este arte, que es una cosa di­
vina». Estos manuales de pintura se promovieron desde el si­
glo xvi para evitar errores, es decir, que un mismo tema pu­
diera ser pintado de distintas maneras. Dictaban cómo debían
retratarse a los santos, qué colores utilizar y qué detalles in­
cluir en una escena: «José vendido a los ismaelitas: Un pozo.
José, lampiño, la mitad del cuerpo dentro y levantando las ma­
nos. Hermanos y ovejas. Ismaelitas que cuentan los dineros so­
bre una piedra. Camellos». Salvo para los ojos de los expertos,
difícil nos resulta hoy distinguir un icono del siglo xn de otro
del siglo xvii.
En Occidente lo normal era que los artistas fueran laicos, y
sólo excepcionalmente pertenecían al clero, como Fra Angélico
o Filippo Lippi, de manera que el control sobre la creación de
imágenes sagradas debía hacerse de forma más estrecha. Duran­
te toda la Edad Media, el artista era considerado sólo como un
mero artesano que debía materializar lo programado por la men­
te de un teólogo. Los contratos que se conservan establecidos
entre cliente y artista, en la Baja Edad Media, ya en período gó­
tico, demuestran lo estrecho de este control, y el escaso margen
a la invención que le quedaba al artista. Ferrer Bassa, por ejem­
plo, se comprometió, según contrato firmado en 1346 con el
Monasterio de Pedralbes de Barcelona, a pintar «con buenos co­
lores al óleo la capilla de San Miguel [...]. Y que represente sie­
te historias de la Pasión de Jesucristo: la primera cómo Jesús fue
prendido; la segunda cómo fue juzgado ante Pilato [...]. También
debe representar a san Miguel, san Juan Bautista, san Jaime, san
Francisco, santa Clara, santa Eulalia [...]. Todas las imágenes de­
ben tener las diademas y los pasamanos de oro de buena calidad.
Bajo las historias e imágenes citadas debe haber cortinas simu­
lando tapices». En este tipo de contratos se dejaba a pagar una
parte siempre al término de la obra, la mejor manera de garanti­
zar que el resultado final sería el demandado y apetecido por el
comitente. Además, era frecuente que el cliente pagase por
separado el trabajo del artista, lo que hoy llamaríamos «mano
de obra», y los materiales que debía utilizar, de esta manera,
el artista se veía obligado a rogar al cliente y pedir dinero
cada vez que los necesitaba, por lo que el control sobre su traba­
jo era constante. El pobre Benozzo Gozzoli, que a la sazón pinta­
ba el Cortejo de los Reyes Magos en el palacio mediceo, escribía:
«Y me parecen mil años los que Vuestra Magnificencia [Piero
de Medici] no ha estado aquí, para comprobar si el trabajo os
satisface». No sólo se imponían las historias, sino que incluso
se estipulaban ciertos detalles de tipo iconográfico, simbólico
o compositivo. Así, en el contrato que firmó el maestro francés
Enguerrand Quarton en 1453 para pintar el retablo de la Coro­
nación de Val de Bénédictione, se decía por ejemplo que «en
primer lugar debe estar la representación del paraíso y en este
paraíso debe encontrarse la Santísima Trinidad, y entre el Padre
y el Hijo no debe existir ninguna diferencia, y el Espíritu Santo
en forma de paloma», o que «del lado del infierno estará un dia-
blo, en la montaña, muy desfigurado, que vuelve la espalda al
ángel y que arroja ciertas almas al infierno».
En el Renacimiento la consideración social del artista sufrió
un cambio muy importante. El descubrimiento, intelectual y ma­
terial, de la antigüedad clásica, así como otros factores econó­
micos, políticos, culturales o religiosos, despertaron de nuevo el
interés por el hombre, de manera que el humanismo, incluso
como concepción antropocéntrica del mundo, desplazó, en una
suerte de secularización de la vida pública, al teocentrismo im­
perante. Ahora no es sólo la Iglesia la principal promotora del
arte, también los príncipes y reyes, que pugnan por tener en sus
cortes a los artistas más prestigiosos del momento. Apoyándose
en estos mecenas, los artistas del Renacimiento intentaron rom­
per los estrechos vínculos gremiales que limitaban el ejercicio
de su oficio. Para ello tuvieron que demostrar que la pintura es
una ciencia, un arte liberal e intelectual, como la música o la poe­
sía, y que el antes artesano era en realidad un artista, un crea­
dor libre capaz de pensar, renovar e innovar su propia obra. Sur­
gieron nuevos temas, como la mitología, la historia o el retrato
cortesano. La propia técnica, el aspecto formal, terminó también
por romper la influencia aplastante ejercida por la estética bi­
zantina. León Bautista Alberti, Piero della Francesca y Leonar­
do escriben tratados de pintura donde lo primordial es el espa­
cio, la perspectiva, la luz, el cuerpo humano o las proporciones.
En este ambiente clasicista, era inevitable que la pintura religio­
sa resultara también, en cierto sentido, «contaminada»: temas
sagrados tratados como profanos, y el ideal clásico de belleza y
el desnudo de la mitología trasladado a la figuración religiosa.
Pietro da Cortona señalaba en su Tratado de la pintura y la es­
cultura (1652) que Giacomo della Porta, «para demostrar que
sabía pintar desnudos, realizó en Florencia en un cuadro de una
iglesia un san Sebastián desnudo con un colorido que parecía
carne y con un aire tan dulce en el rostro y tan correctamente
adecuado a la belleza de toda su persona que los ojos y el cora­
zón de algunas mujeres se llenaron de pensamientos y deseos
impuros, por lo que fue necesario retirarlo de la iglesia». Situa­
ciones como éstas son las que hacían exclamar a Federico Bo-
rromeo, primo de San Carlos: «¡Ya ha pasado la edad en que se
tenían como divinidades a Marte, a Júpiter y a Venus! Si hoy vi­
viese Apeles [famoso pintor griego] [...] tendría cuidado del de-
coro, de la dignidad y de las condiciones de los tiempos muda­
dos». El Concilio de Trento quiso poner fin a estos excesos, ba­
sándose precisamente en el «decoro», concepto clave para en­
tender la pintura barroca postridentina. El texto aprobado no
podía ser más claro: «este santo Sínodo quiere que sean erradi­
cados de inmediato, de modo que quienes los cometen no pue­
dan constituir ninguna imagen de falsa doctrina ni una ocasión
de peligroso error para los sencillos. [...] En adelante sea evita­
da toda lascivia, de modo que no se adornen ni pinten imágenes
de belleza provocativa. [...] Por lo demás, ocúpense los obispos
con tanta diligencia y cuidado de estas cosas que no se advierta
nada desordenado o dispuesto de cualquier modo y confusa­
mente, nada que sea profano y deshonesto, puesto que a la casa
de Dios conviene la santidad». Esta normativa general fue poste­
riormente sistematizada por el clero, que elaboró en los años su­
cesivos numerosos tratados moralizadores que intentaban poner
fin a los abusos en materia de pintura sagrada, al tiempo que
aconsejaban la mejor manera de pintar tal o cual tema. No esta­
ría de más citar los más importantes, pues su influencia en la
práctica fue enorme. Italia, la cuna del Renacimiento y del Ba­
rroco, se convirtió en el principal foco difusor de este tipo de tra­
tados. A tan sólo un año del dictamen de Trento, Andrea Gilio
publica su Dialogo degli errori e degli abusi d e’Pittori circa l ’ls-
toria (1564), al que siguen De imaginibus et miraculis sancto-
rum, de Castellani (1569), Instructiones fabricae et supellectilis
ecclesiasticae, de san Carlos Borromeo (1577), Discorso intomo
alie imagini sacre e profane, del obispo de Bolonia Gabrielle Pa-
leotti (1582), y, ya en el siglo xvii, el De Pittura sacra, del car­
denal Federico Borromeo (1625). Muy importante es, también, el
libro del flamenco Juan Molano De picturis et imaginibus sacris
(1570). A Paleotti y a Molano seguía el español Francisco Pa­
checo, suegro de Velázquez, en su Arte de la pintura, su anti­
güedad y grandezas (1649). También tuvieron importancia en
España los libros del jesuita Jerónimo Nadal Evangelicae Histo-
riae Imagines (1593), que utilizó también Pacheco para fijar la
iconografía de la vida de Jesús, y el del mercedario Juan Interián
de Ayala El pintor cristiano y erudito, escrito inicialmente en la­
tín (1730) y destinado al clero, para que éste supiese demandar,
escoger o rechazar obras de arte sacro. En estos tratados se vuel­
ve a exigir del pintor no sólo conocimiento, sino sentimiento,
piedad y fe, requisitos necesarios para que a su vez pueda trans­
mitirlos a su obra. Hombres contaminados, llega a decir F. Bo-
rromeo, son indignos de tratar cosas divinas, e incapaces de in­
fundir piedad a las imágenes porque ellos mismos están llenos de
vicios. La falta de cultura religiosa y la falta de fe son, por tanto,
las causas de todos los abusos que se producen en las imágenes
sagradas. La clave para evitarlos está en el concepto central del
«decoro»: a cada personaje se le atribuyen una serie de caracte­
rísticas, tanto externas como intemas, que el pintor debe respetar
y representar: edad, condición social, ropas y complementos ade­
cuados a su profesión, y el gesto y la actitud serán también los
adecuados a su santidad y dignidad. No deben ser retratados «ni
en actitudes jocosas, ni en otras maneras poco dignas de perso­
nas maduras y ejemplares» (Paleotti). Desde este punto de vista
se condenan los desnudos «que no sean estrictamente exigidos
por la verdad del misterio, o que puedan ofender la delicadeza de
ánimo» (F. Borromeo). Se condenan también los retratos de he­
rejes y de otros seres de vida licenciosa (borrachos, cortesanas,
jugadores, etc.), por ser contrarios a las normas y preceptos cris­
tianos. En ningún caso, personas conocidas y particulares deben
servir como modelo para los santos y otras historias sagradas,
«porque, además de algo frívolo y muy indigno, sería como fi­
gurar a un rey sentado en el trono de su majestad con la máscara
en el rostro de un limpiabotas u otra persona innoble y conocida
por el vulgo como privadísima, de modo que quien lo mirara en
seguida se pondría a bromear» (Paleotti). Por último, las historias
deben representarse con fidelidad a lo establecido por las Escri­
turas y la tradición sin añadir o introducir nada más.
Este rigorismo teórico en la figuración del arte sagrado tuvo
efectos inmediatos en la práctica, pues acentuó el control y la
censura, no sólo sobre el arte sagrado, sino sobre el arte en ge­
neral, ya que el «buen cristiano», cliente o artista, debía recha­
zar, condenar y evitar todo aquello que se consideraba contrario
a la moral católica. Son muchos los pintores y las obras que, por
motivos distintos, se vieron afectados por esta «contrarreforma
artística» impulsada desde Trento. Señalaremos, por temas, sólo
los ejemplos más significativos.
En cuanto al desnudo, el debate más acalorado del momento
se centró en el Juicio Final pintado por Miguel Ángel en la Ca­
pilla Sixtina. En cuanto se destapó el 31 de octubre de 1541,
después de cuatro años de trabajo, empezaron a arreciar las crí­
ticas. Un fresco de enormes dimensiones, exhibiendo cientos de
desnudos, no se creía en absoluto que fuera lo más apropiado
para un lugar santo, más propio era, decían algunos, de una sala
de baños o de un prostíbulo. Algunos testimonios de la época
son demoledores: «¿qué sentido místico se puede sacar [...] de
ver un demonio que tira fuertemente hacia abajo de los testícu­
los de una gran figura que con dolor y rabia se muerde su mis­
ma mano?» (Ludovico Dolce, Dialogo della Pittura, 1557);
«¿cómo tolerar esa Santa Catalina de Miguel Ángel, a la que ha
hecho reclinarse en gesto poco honesto ante un San Blas que,
sobre ella, con los pectorales la amenaza para que se quede quieta,
mientras ella le mira como si dijera “¿qué piensas hacer?” o algo
parecido?» (Andrea Gilio, Due Dialogi, 1564). El papa Pablo III
(1534-1549) llegó a pensar incluso en la posibilidad de elimi­
narlo, por lo que empezaron a hacerse copias en previsión de
que alguna vez se hiciera realidad tamaña amenaza. Pablo IV
(1555-1559) ordenó a Miguel Ángel retocar y «adecentar» el
Juicio. Ante la airada negativa del artista, el pontífice adjudicó
el encargo a Daniele Volterra. Cuando se celebró el Concilio de
Tiento, se incluyó el tema del Juicio Final de Miguel Ángel en­
tre los 33 decretos urgentes, ordenando, el 21 de enero de 1564,
que se cubriera toda parte obscena de la pintura. Parece que Vol­
terra comenzó su trabajo muerto ya Miguel Ángel, en febrero de
1564. Cubrió las partes pudendas de los personajes con discre­
tos paños, o «taparrabos», que le ganó el apodo de II Braghetto-
ne. Lo realizado seguía sin satisfacer ni a los pontífices ni a la
crítica rigorista del momento. De nuevo Gregorio XIII (1572-
1585) y Clemente VIII (1592-1605) volvieron a pensar en su eli­
minación definitiva. Aunque los defensores de la obra pudieron
evitar que la pérdida finalmente se produjese, no pudieron evi­
tar sin embargo que fuera sucesivamente censurada, purificada
y adecentada por pintores posteriores. Así, la tan criticada San­
ta Catalina que aparecía desnuda, fue vestida totalmente, y el
San Blas que está sobre ella giró su cabeza hacia Jesús. Critica­
da y denostada por aquellos que debían cuidarla, la pintura que­
dó abandonada a su suerte y entregada al polvo, al humo y a la
degradación, hasta que la restauración actual ha podido devol­
verle parte del esplendor que debió tener. Francisco Pacheco,
como creyente, criticaba la iconografía del Juicio, como artista
lo admiraba: «Micael Angel, no pecó contra la perfección de
l’arte [...] antes si se perdiera l’arte se había de restaurar en esta
obra» (Pacheco, El arte de la pintura, 1649).
Por incluir elementos de falsa doctrina, como decía el con­
cilio tridentino, tuvo problemas El Greco con El Expolio, pinta­
do en 1577 para la sacristía de la Catedral de Toledo. El cabildo
de la Catedral le pedía eliminar las cabezas que había sobre la de
Cristo, y «asimismo las Marías y Nuestra Señora que están con­
tra el Evangelio porque no se hallaron en el dicho paso». Las
Marías aparecen en el cuadro abajo a la izquierda, como contra­
punto compositivo a la presencia del sayón que prepara la cruz
en el lado contrario. El requerimiento muestra una vez más que
la creación artística debía subordinarse por entero a las verdades
de la fe para que aquélla pudiera cumplir su función docente sin
confundir a los sencillos de espíritu. Prácticamente por el mis­
mo motivo, por no haber observado la consigna tridentina antes
citada de no incluir nada desordenado o dispuesto de cualquier
modo y confusamente, nada que sea profano, fue llevado ante el
Tribunal de la Santa Inquisición el pintor veneciano Pablo Vero-
nés por su Última Cena, pintada para el refectorio de los domi­
nicos de San Juan y San Pablo (1573, hoy Cena en casa de Leví,
en la Galería de la Academia). Había dispuesto tantos persona­
jes y elementos secundarios y anecdóticos, que distraía la aten­
ción y ocultaba el tema principal. En la lectura de las actas del
proceso se advierte la lucha entre la censura eclesiástica, movi­
da como siempre por la fidelidad a las Escrituras, y la libertad
del artista que reclama el Veronés en sus respuestas a los inqui­
sidores. Se le pregunta por ejemplo qué tienen que ver con la
Cena unos soldados alemanes con alabardas que ha colocado, a
lo que él responde: «Nosotros, pintores, nos tomamos las licen­
cias que se toman los poetas y los locos y yo he puesto aquellos
alabarderos para dar a entender que el patrón de la casa era hom­
bre rico y grande y podía tener tales servidores». En otro mo­
mento, el tribunal le pregunta quiénes cree que estaban en la
Cena: «Creo que se encontraban Cristo y los apóstoles; pero si
queda espacio en el cuadro, yo lo adorno con figuras de mi in­
vención». También se deja ver en las preguntas de los inquisi­
dores el temor de que la excesiva libertad del artista, en sus abu­
sos, pueda dar argumentos a aquellos que condenaban las
imágenes sagradas: «¿Pero no sabéis que en Alemania y otros
lugares infectados de herejía acostumbran a vituperar y mofarse
de las cosas de la Santa Iglesia Católica a causa de estas pintu­
ras llenas de frivolidad y sensualidad?». El artista fue condena­
do a corregir y enmendar la obra en un plazo de tres meses. Lo
que queda da una idea de cuál podía ser el aspecto inicial. Tam­
bién cambió el título por el de Cena en casa de Leví, el publica-
no Mateo que invitó a Jesús a una cena con pecadores. El albe­
drío del resultado final quedaba así justificado, y el mensaje
evangélico restaurado.
Por último, Miguel Ángel Merisi de Caravaggio fue quizá el
pintor que más tuvo que soportar las acusaciones de faltas al de­
bido decoro en sus cuadros religiosos. Parecía violar todos y
cada uno de sus preceptos. Si Paleotti condenaba que personas
reales sirvieran de modelo para la representación de santos, era
éste precisamente el proceder de Caravaggio: la copia del natu­
ral, la gente de la calle que decía aceptar como maestros. «Pin­
tó una muchacha sentada en una silla, con las manos en el rega­
zo, en actitud de secarse el cabello, dentro de una estancia y,
añadiendo en el suelo un frasco de ungüentos, joyas y piedras
preciosas, la hizo pasar por la Magdalena» (Bellori, Vidas de
pintores, escultores y arquitectos modernos, 1672). El naturalis­
mo y el realismo de Caravaggio no eran bien acogidos por una
parte de la crítica, imbuida de la estética clasicista que impartía
la escuela boloñesa de los Carracci. Giovanni Pietro Bellori, ad­
mirador de Aníbal Carracci y de Nicolás Poussin, dedica a Ca­
ravaggio sus comentarios más hirientes, llegando a decir que no
tenía ni invención, ni decoro, ni diseño, ni ciencia alguna en el
arte de pintar, y que su pintura se correspondía con su aspecto fí­
sico y manera de ser, oscura y tétrica. Algunos de sus cuadros
fueron rechazados y retirados de los altares por faltar al decoro.
El primer tropiezo lo tuvo San Mateo y el ángel, pintado en 1602
para la capilla Contarelli de San Luis de los Franceses en Roma.
El cuadro hoy sólo es accesible a través de fotografías, pues fue
destruido en Berlín, donde al final fue a parar, en el bombardeo
de la capital alemana en 1945. En él aparece un torpe Mateo, re­
mangado hasta los codos, con las piernas cruzadas y proyecta­
das hacia el espectador; el rudo apóstol no sabe escribir, y el pro­
pio ángel guía su mano sobre el libro que apoya en sus rodillas.
Según Bellori, los sacerdotes lo rechazaron «diciendo que aque­
lla figura sentada con las piernas cruzadas y los pies torpemen­
te expuestos a la vista no tenía decoro ni aspecto de santo». Pin­
tó en el mismo año otra versión que aún sigue en la iglesia. Aho­
ra San Mateo escribe sobre una mesa, atento a las instrucciones
del ángel que desciende desde arriba. Así, apareció el santo, ins­
pirado y culto, y desapareció el campesino analfabeto de la pri­
mera versión. Parecida suerte corrió La muerte de la Virgen, obra
realizada en 1606 para la iglesia carmelita de Santa María della
Scala (hoy en el Louvre). De nuevo motivos de decoro causaron
su rechazo: rumores de que había utilizado como modelo una
mujer realmente muerta ahogada en el Tíber que, además, era
prostituta. Tampoco la estancia era la apropiada para un tema
que hubiera debido tratarse con más «piedad religiosa». La Vir­
gen no está sobre ninguna cama, parece más bien suspendida en
el aire, está «hinchada y con las piernas descubiertas» (Giovan-
ni Baglione, Vidas de pintores, escultores y arquitectos, 1642).
Tras ser retirado lo compró inmediatamente el duque de Mantua
a instancias de Rubens. Lo mismo ocurrió con la Virgen de los
palafreneros, obra destinada a la capilla que la hermandad tenía
en la Basílica de San Pedro. A los pocos días de ser entregado el
cuadro (1606), fue retirado «porque la Virgen y el niño desnudo
estaban retratados de manera indecente» (Bellori). Llevado a la
iglesia de Santa Ana, al cabo de unas semanas fue vendido al
cardenal Scipione Borghese. La Virgen de Loreto o de los pere­
grinos, sin embargo, no fue retirada del altar de la iglesia de San
Agustín de Roma, a pesar de los ataques al decoro o a la inusual
iconografía de la obra. Según la leyenda, la casa de Nazareth
donde vivían San José y la Virgen, y que había sido de sus pa­
dres, fue milagrosamente trasladada por unos ángeles a la loca­
lidad italiana de Loreto. Caravaggio no representó el traslado de
la Santa Casa, sino a la Virgen saliendo a la puerta de una casa
con los muros desconchados, mostrando al niño a unos peregri­
nos, como si fuera una mujer más, soiprendida en sus quehace­
res por alguien que, inoportunamente (el niño aún está desnudo),
ha llamado a su puerta. Los críticos advirtieron falta de dignidad
en los peregrinos, «uno con los pies fangosos y la otra con un
gorro caído y sucio» (Baglione), e incluso se difundió la creen­
cia de que una tal Lena, prostituta y amante del pintor, había
servido de modelo para la Virgen. Nada de todo ello surtió efec­
to. El cuadro fue apreciado desde el primer momento por la gen­
te sencilla, que era al fin y al cabo a quien pintaba Caravaggio,
aunque el significado religioso de sus obras, influidas por las
ideas de San Carlos Borromeo y de San Felipe Neri en el sen­
tido de que, en realidad, Dios prefiere a los desheredados y
se manifiesta a los pobres y pecadores, no estuviera del todo a
su alcance.

Conclusión

La creación de imágenes en el cristianismo surgió por tanto


como un fenómeno de adaptación y asimilación de formas aje­
nas en un momento en que fue necesario no sólo defender la
nueva religión, sino convencer, convertir y triunfar. La multipli­
cación del número de nuevos creyentes era precisamente su me­
jor garantía. Así como aceptaron, según Orígenes (Contra Cel­
so, s. m), la pistis, la fe, como beneficiosa para la multitud, en
parte a causa de las necesidades de la vida y en parte a la debi­
lidad humana, desdeñando el pensamiento racional, el logismos,
acabaron también por aceptar la creación artística como el me­
jor medio para fomentar entre la multitud nuevas adhesiones.
Esta eficacia didáctica atribuida al arte sagrado será esgrimida
durante toda su historia como su única razón de ser y su mejor
argumento. El control y la censura llegaron también en seguida
como algo necesario, puesto que «las verdades de la fe» no po­
dían ser difundidas por «falsas imágenes». El control se ejercía
antes y después de la ejecución de la obra, partiendo también de
varios niveles. El primero, las reuniones conciliares, que dicta­
ban lo que era ortodoxo o era herejía, lo que era dogma de fe o
superstición rechazable y condenable. Todas estas decisiones tu­
vieron su inmediato reflejo en la obra de arte, la encargada pre­
cisamente de su difusión y enseñanza. El segundo, el tratado de
arte y la guía iconográfica, primero transmitida de forma oral y
práctica en el taller, después escrita, tanto más importante y pro­
lija cuanto que su desarrollo coincide con la imprenta y con el
inicio de una sociedad más culta que reclama mayores cotas de
libertad, libertad política, religiosa, económica y también artís­
tica. El último y más eficaz medio de control es el que se ejerce
directamente sobre el artista y su obra. El contrato establece los
deseos del cliente a los que se somete el artífice. Si el resultado
no es el esperado y la obra no satisface, no se termina de pagar,
se rechaza. Todo ello puede acarrear problemas al artista, que ve
así mermadas sus posibilidades de mantener al cliente o de cap­
tar otros nuevos.
A pesar de todo, siempre hubo personas, eclesiásticas tam­
bién, que valoraban la inventiva, la originalidad o simplemente
la belleza de las obras realizadas al margen del «gusto» o de la
«normativa» oficial. La Catedral de Toledo pleiteó con El Gre­
co por el pago del Expolio, pero se quedó con el cuadro ante su
amenaza de llevárselo. No le volverá a encargar nada más, pero
nunca le faltó al Greco clientela en Toledo. También los cuadros
de Caravaggio que eran rechazados encontraban en seguida
comprador, a veces incluso por cantidades más altas a las perci­
bidas por el propio artista, como la Virgen de los palafreneros,
comprada por el cardenal Borghese. De manera que la creación
artística, tanto sagrada como profana, pudo desarrollarse con
cierta libertad, favorecida también por una sociedad cada vez
más secularizada que diferencia y establece límites entre las dis­
tintas parcelas de la vida, científica, intelectual o religiosa. La
Iglesia se opuso sin éxito a esta delimitación, y tuvo que admi­
tir la separación entre ciencia y religión, razón y fe; entre reli­
gión y política, y la Soberanía Divina dará paso a la Soberanía
Nacional. Sin embargo, la pérdida de la cultura religiosa es una
consecuencia negativa de esta secularización. Si antes se acusa­
ba a los artista de falta de fe y de cultura religiosa como causa
de sus abusos, hoy podríamos volver a esgrimir casi la misma
acusación contra el hombre actual, el hombre de la calle, el es­
tudiante que se acerca a una obra de arte sacro. Su estudio se
puede y se debe hacer sin fe, pero no sin conocimiento. La his­
toria del arte no es sólo el estudio de unas reglas técnicas con­
cretas, de un desarrollo formal determinado, ni la secuencia cro­
nológica de obras o artistas. Es también y sobre todo el estudio
de su Historia; historia, cultura, pensamiento, creencias religio­
sas... Olvidar las circunstancias en que se gestó una obra de arte
es olvidar su sentido y su significado, y arrebatarle la función
principal que tenía: comunicar y enseñar.
GUÍA ICONOGRÁFICA
La presente Guía pretende ser un instrumento de consulta
práctico para acercarse a la iconografía básica del arte cristia­
no. Ambas pretensiones, práctica y básica, justifican el forma­
to, la selección y el criterio de agrupación de los personajes tra­
tados. Así, se ha optado por una presentación en forma de
cuadros, o tablas, divididos en cinco secciones, donde se pue­
den encontrar los datos históricos o legendarios, los atributos
que acompañan a cada personaje, o explicaciones simbólicas u
otros significados y vinculaciones que permiten tener del per­
sonaje un retrato mucho más complejo y profundo. El criterio
de agrupación es básicamente temático, aunque se respeta la
cronología de los personajes bíblicos, y es estrictamente alfa­
bético para la multitud de santos, mártires y vírgenes del apar­
tado 4. La selección de los profetas se ha realizado en base a la
asociación de sus profecías con la figura de Jesús y del cristia­
nismo. Las órdenes religiosas del apartado 6 están encabezadas
por su fundador o reformador, seguido por los miembros más
destacados y más representados de su orden. Todo ello permite
una consulta rápida y sencilla, y pretende hacer de la Guía un
instrumento útil y manejable.
Para facilitar la consulta de los cuadros se ofrece al final un
índice de nombres consignando todas las páginas en que apare­
cen. El número en negrita hace referencia a la página específi­
ca de ese personaje. En el índice están los nombres de los per­
sonajes importantes, aquellos que podrían aparecer como título
de una representación pictórica o escultórica, y aquellos que dan
sentido completo a la escena que se narra. Para facilitar su loca­
lización en los cuadros, van también en negrita cuando aparecen
por primera vez. Si además el personaje se cita en otra parle, se
hace una llamada al índice (*), por lo que es aconsejable su con­
sulta para tener un relato completo del mismo. Por aparecer de
una manera constante y frecuente los nombres de Jesús y de Ma­
ría, se ha preferido no ponerlos en negrita ni hacer llamadas al
índice para no cargar demasiado los cuadros, aunque sí se han
consignado todas las páginas en que aparecen, pues, de una ma­
nera o de otra, se relacionan con la multitud de los personajes
tratados en la Guía. El resto de los personajes, con ser impor­
tantes históricamente hablando, no aparecen en el índice ni se
resaltan en negrita, aunque sí están evidentemente completando
el cuadro «histórico» del personaje en cuestión.
En los cuadros aparecen también en cursiva las representa­
ciones relativas a Jesús y a María que se han tratado de forma
específica en el índice de temas cristológicos y marianos. Como
su consulta puede hacerse de manera independiente, este índice
puede también remitir a los personajes de los cuadros para acla­
rar o completar un tema. Cuando se interrelacionan varios temas
del propio índice, éstos aparecen en negrita cursiva para indicar
que también se han tratado de forma independiente.
Las citas bíblicas siguen la versión de la Biblia de Jerusalén,
y las de los evangelios apócrifos, salvo que se especifique lo
contrario, siguen a De Santos Otero, Los evangelios apócrifos,
B.A.C., en la edición de Madrid de 1996.
1. ANTIGUO TESTAMENTO
1.1. PATRIARCAS, REYES, HÉROES, ETC.
Episodios m ás im portantes Representaciones m ás frecuentes A tributos Vinculaciones y otros significados
ADÁN Creados por Dios (Yahveh) en el sexto día. ca­ • Creación. • Arbol • «Adam» = Hombre {Gn 2,7).
YEVA yeron en la tentación de comer del Arbol de la • Tomando el fruto. y manzana. • «Havvah» = La que da la vida
Ciencia. Dios les reconvino duramente y los • La Reconvención. {Gn 3,20).
G énesis 1-3 expulsó del Paraíso. • Desnudos, conscientes ya de su • Culpables del pecado, Dios envia­
vergüenza, siendo expulsados. rá a Jesús para redimir a la huma­
nidad. La expulsión puede re­
presentarsejuntoa laAnunciación.
CAÍN Caín es agricultor y Abel pastor. Envidioso • En sus labores. • Abel = «Hebbel», aliento.
YABEL porque Dios aceptaba los sacrificios de su her­ • Caín matando a Abel. •Justo muerto injustamente. Pre­
Hijos de mano y no los suyos, Caín mató a Abel gol­ cedente de Cristo.
Adán y Eva. peándole en la cabeza.
Gn 4
NOÉ Con el tiempo, los descendientes de Caín y los •Anciano, embarcando o desem­ • El arca. • El diluvio anticipa el Juicio Final
Descendiente de Set se mezclaron, y con ello el mal se ex­ barcando los animales. y la salvación por las aguas del
de Set, que tendiópor la tierra. Dios decide purificarla en­ • La borrachera. bautismo. El arca por tanto sim­
sustituyó a viando el diluvio, y le encarga a Noé la cons­ • La torre de Babel. boliza a la Iglesia.
Abel. truccióndel arca para salvar una pareja de cada • La borrachera de Noé es prefigu­
especie animal. Después del diluvio, que duró ración eucarística.
Gn 6-11 cuarenta días y cuarenta noches, Dios hizo sa- • Los pueblos de Oriente Medio se-
Episodios más importantes Representaciones más frecuentes Atributos Vinculaciones yotros significados
NOÉ lir el arco iris como señal de su alianza con la rán descendientes de Cam, como
(continúa) estirpedeNoé. Sus hijos Sem, CamyJafet re­ los acadios, asirios, filisteos y to­
poblarán la tierra de nuevo. Se dedicó luego a dos los pueblos que vencerá Jo­
la agricultura y, desconociendo los efectos de sué* en las tierras de Palestina,
la vid, se emborrachó y «quedó desnudo en también llamada Canaán.
medio de su tienda». Camle vio y avisó a sus
hermanos, Semy Jafet, que cubrieron su des­
nudez sin verla. Cuando Noé se enteró de lo
ocurrido, maldijo y condenó a Canaán, hijo de
Cam, a ser siervo de sus hermanos. Descen­
diente de Cames también Nemrod, que quiso
edificar en su ciudad, Babel, una torre deladri­
llo que alcanzara los cielos. Dios castigó esta
prepotencia del hombre confundiendo sus len­
guas y desperdigándole por todo el mundo.
ABRAHAM Dios se pone en contacto con él y, a cambio • Abrahamy Melquidesec. • «Ab-Hamón» =Padre de muche­
(s. xix a. C.) de su fidelidad, le promete ser padre (patriar­ • Agar y el ángel. dumbre (Gn 17,5).
Descendiente ca) de una gran nación y la tierra de Canaán. • Abrahamy los tres ángeles. • Personajeimportanteparael cris­
deSem*.Pas­ Hacia allí marcha Abraham con su mujer, • Agar e Ismael en el desierto. tianismo porque demuestra que
tor de Ur, en Sara, su esclava Agar y su sobrino Lot. Sa­ • Anciano, en el momento de sacri­ Dios aceptaba a los incircuncisos
Mesopota- liendo victorioso de unas campañas para li­ ficar a Isaac. y a los que prueban su fe y obe­
mia. Casado berar a Lot, que se había establecido en So­ diencia por encima de la Ley de
con Sara y la doma, le salió al encuentro Melquidesec Moisés* (Rm 4).
Episodios m ás im portantes R epresentaciones m ás frecuentes A tributos Vinculaciones y otros significados
esclavaAgar. para bendecirlo, presentándole agua y vino, y • La bendición de Melquidesec es
Emigra a Ca- Abrahairt le entregó el diezmo. Agar conci­ un anuncio de la Eucaristía cris­
naán (Pales­ bió un hijo de Abraham y fue por ello mal­ tiana.
tina). tratada por Sara. Agar escapa y en el camino • Ism ael, el hijo de Agar, será el
se encuentra con unAngel que le anuncia que origen del pueblo árabe (Gn 21,
Gn 12-19, su hijo, Ism ael, será padre de un gran pueblo 12-13).
21,22 y la conmina a volver con Sara. Más larde, •Por su maternidad milagrosa,
estando Abraham en la tienda con su mujer, Sara es prefiguración de María.
se le aparecieron tres ángeles que le anuncia­ • SanAgustínveíaenla teofamade
ron el nacimiento de un hijo de Sara, a pesar los tres ángeles en Mambré a la
de su avanzada edad. El hijo será Isaac*. Por Trinidad.
su iniquidad, Dios destruyó Sodoma y Go-
morra a pesar de la intercesión de Abraham.
Cuando escapaban, la mujer de Lot, deso­
yendo las advertencias, miró hacia atrás y
quedó convertida en una estatua de sal. Des­
pués del nacimiento de Isaac, Abraham, por
petición de su esposa, expulsó de su casa a
Agar y a Ismael, que marcharon ai desierto,
donde Dios evitó que murieran proveyéndo­
les de agua. Para probar su fidelidad, Dios le
pide en sacrificio a su primogénito Isaac*,
hijo de S ara.
Episodios más im portantes Representaciones más frecuentes A tributos Vinculaciones y otros significados
ISAAC Conducido por su padre hacia el monte Moría • Joven, a punto de ser sacrificado • Isaac = «Sonría Dios» (Gn 17,
HijodeAbra- para sacrificarlo, fue sustituido por un camero. porAbraham. 17-19).
ham, casado Su padre mandó a Eliecer a buscarle esposa, y • Eliecer y Rebeca. •Anuncia el sacrificio de Jesús,
con Rebeca, la elegida fue aquella que le ofreció agua a él y • Anciano bendiciendo a Jacob. también como primogénito, pues
padredeEsaú a sus camellos, Rebeca. Yaanciano, quisoben­ el monte Moría es el mismo Gól-
yJacob. decir a su hijo mayor Esaú*, pero fue engaña­ gota donde será crucificado.
do por su esposa y en su lugar bendijo a J a ­ • Rebeca, que propicia la bendi­
Gn 22,24, cob* como nuevo patriarca. ción de Jacob, es prefiguración
27 de María, pues Jesús fue bendeci­
do por los profetas.
JACOB Engañó a Isaac* con una piel decabritoenvuel­ • Joven, durante el engaño. • La escalera. • Recibió el nombre de Israel des­
ta en el brazo (Esaú* era muy velludo). Huyó a
Hijode Isaac, • Durmiendo y recibiendo el men­ pués de vencer aun ángel de Dios
Mesopotamia. En el camino, durmiendo con la
padre de las saje de Dios. (Gn 3 2 , 23). Padre de las doce tri­
cabeza apoyadaen una piedra, soñócon una es­
docetribus de • Luchando con el ángel. bus de Israel.
calera por donde subían y bajaban ángeles, re­
Israel. Casa­ • Jacob y el ganado de Labán. • Jacob bendice con los brazos en
novando el pacto con Dios y prometiéndole la
do con Lía y • Bendiciendo a los hijos de José. cruz poniendo su mano derecha
Raquel. tierra sobre la que yace. Se puso al servicio de sobre el pequeño Efraím, que re­
su tío, Labán, apacentando sus ovejas durante presenta la Nueva Alianza, y la
Gn 27, 28- catorce años paracasarse conLía yconRaquel. izquierda sobre Manasés, la Vieja
30,49 Formó su propia casa consiguiendo de su tío Alianza, los judíos. Jesús, con su
todo el ganadoque estuviese pintadoo mancha­ sacrificio en la cruz, sustituirá el
do de negro. Yaanciano, bendijo a los dos hijos pueblo antiguo por uno nuevo.
deJosé*, E fraím yM anases.
Episodios más im portantes Representaciones m ás frecuentes A tributos Vinculaciones y otros significados
JOSÉ Era el preferido de su padre. Envidiosos sus • La túnica de José. • Siete espigas de • Es una prefiguración del Mesías
hermanos, le dejaron un día abandonado en • José y la mujer de Putifar.
Es el penúlti­ trigo o siete va­ por haber sidoobjetode envidiay
mo de los 12un pozo seco. Llevando a su padre su túnica cas. haber sido entregado por sus pro­
hijos de Ja­manchada con la sangre de un animal, le hi­ pios hermanos.
cob, hijo decieron creer que fue devorado. Unos ismaeli­
Raquel. tas lo encontraron y en Egipto lo vendieron
como esclavo a Putifar. La mujer de Putifar
Gn 37,39-48 intentó seducirle y, ante las negativas reitera­
das de José, le acusó de seducirla y fue encar­
celado. En la cárcel interpretó el sueño del fa­
raón de las siete vacas gordas y las siete vacas
flacas, lo que le valió un puesto destacado en
la corte y el permiso de traer a las doce tribus
de Israel a Egipto.
MOISÉS Los faraones convirtieron en esclavos a los is­ • Moisés rescatado de las aguas del • Las tablas. • «Masa = Sacar, «sacado de las
(s. xn a. C.) raelitas y aprobaron una ley que ordenaba la Nilo. • Dos haces lumi­ aguas» {Ex 2,10).
De la casa de muerte de los nacidos varones. Moisés fue de­ • Recibiendo las Tablas de la Ley. nosos emanando • El atributo de los cuernos se debe
Leví. positado vivo en el Nilo en una cesta y, recogi­ • Otros momentos durante el trán­ de la frente. a la traducción de la Vulgata
do por lahermana del faraón, fueeducadoen la sitopor el Sinaí: el becerrode oro «cuernos de oro» por el rostro ra­
Exodo, Núme­ corte. Tuvo que exiliarse tras matar a un egip­ {Ex 32), la serpiente de metal diante de Moisés después de su
ros, Deutero- cio que maltrataba a un israelita. Siendo pastor, {Nm 21,4-9), etc. encuentroconYahveh(Ex 34,29).
nomio. Dios le eligió para liberar a su pueblo de Egip­ • El maná {Ex 16) y el agua de la
to, lo que hizo tras las 10 plagas. Atravesando roca de Horeb {Ex 17,1-7) envia-
Episodios m ás im portantes Representaciones m ás frecuentes A tributos Vinculaciones y otros significados
MOISÉS el Sinaí recibió las Tablas de la Ley, que esta­ dos por Dios se consideran prefi­
(continúa) blecían la Alianza entre Yahveh y el pueblo de guraciones eucaristías (1 Co 10,
Israel. Para guardarlas se construyó el Arca, y 2-4).
se encargó su custodia y el sacerdocio a Yah­ • La serpiente de bronce representa
veh a su hermano A arón, de la tribu de Leví. a Cristo en la cruz redimiendo a
la humanidad del pecado produ­
cido por la primera serpiente.
JOSUÉ Ayudante de Moisés* durante la travesía del • Batalla contra los amalecitas. • Por su nombre y por el episodio
(s. xma. C.) desierto, será después elegido por Dios y con­ • El paso del Jordán. de las trompetas ante las murallas
Conquista y sagrado por Moisés comojefe de los israelitas. • La toma de Jericó. de Jericó, es una prefiguración de
reparto de Pa­ El mismo Moisés le encargará antes de su • Batalla contra los amorreos. Jesús y del Juicio Final.
lestina entre muerte la conducción del pueblo de Israel ha­
lasdocetribus. cia la tierra prometida. Yahveh detuvo las
aguas del Jordán para que pasaran en cuanto
Ex 1 7 , 8; Nm los sacerdotes que llevaban el Arca de laAlian­
27, 15-23; Dt za comenzaron a atravesarlo. La primera ciu­
31, 7-8; Jos dadimportante que conquistóJosué por media­
1 ,3 ,6 ,1 0 ,1 3 ción de Dios fue Jericó. Siete sacerdotes
y sigs. tocaron durante siete días las trompetas de
«cuerno de camero» delante de otros siete que
llevaban el Arca mientras daban una vuelta en
tomo a sus murallas. El séptimo día dieron sie­
te vueltas y, después del toque de las trompe-
Episodios más im portantes Representaciones m ás frecuentes A tributos Vinculaciones y otros significados
JOSUÉ tas, el pueblo gritó y las murallas de Jericó se
(continúa) derrumbaron. En su lucha con una coalición de
amonitas, Josué hizo detenerse al sol en Ga-
baón para poder exterminarlos. Después de
conquistar Palestina, se procedió al reparto en­
tre las doce tribus.
YAEL Entiempos deDébora, profetisayjuezdeIsrael, • Yael y Sisara, a punto de clavarle • Martillo yclavo. • ComoJudit*, Yael es unaprefigu­
(s. xn a. C.) estaba el pueblojudío acosado por el rey de Ca- el clavo en la sien. ración de María por vencer al mal.
Períododelos naán, Yabín, y el jefe de su ejército, Sisara. De­
Jueces. cidido Dios a salvar a su pueblo, hizo reunir un
ejército que se enfrentó al de Sisara cerca del
Jueces 4,1-23 monteTabor. El ejércitocananeofuederrotadoy
sólo Sisara salió con vida. Fue a refugiarse en
casadeYael, mujer deJéber, conquienYabínes­
taba en paz. Cuando se hubo dormido, cogió
Yael un martillo y le clavó un clavo en la sien.
SANSÓN Elegido por Dios para liberar a Israel de la do­ • Luchando (desquijarando) con el • Pelo largo. • Asociado a Gilgam esh de Meso-
(s. xi a. C.) minación filistea, tenía una enorme fuerza atri­ león. • León. potamia y al H erakles griego, su
buida a la longitud de su pelo. Entregado a los • Dalila cortándole el pelo. victoria frente al león {Je 14,5-6)
Jueces, 13-16 filisteos, sólo Dalila pudo arrancarle el secreto • Derribando las columnas. es el triunfodel bien sobreel mal.
de su fuerza y cortarle a traición el pelo. Cega­ • Es otra prefiguración de Cristo al
do y atado a dos columnas para escarnio públi- vencer al león.
Episodios más im portantes Representaciones m ás frecuentes A tributos Vinculaciones y otros significados
SANSÓN co, pudo derribarlas y arrastrar en su muerte a
(continúa) miles de filisteos.
DAVID Cuando Dios decidió retirar su favor de Saúl, • Joven, lanzando la piedra contra • Cítara. • Ungido (hebreo, Mashiah; grie­
(s. x a. C.) primer rey de Israel, mandó al profeta Sam uel Goliat. • Honda. go, Cristo) por Dios, es el porta­
a Belén, a la casa de Jesé*, para ungir a un • Mostrando la cabeza de Goliat. • La espada y la dor de la esperanza mesiánica, o
Hijo de Jesé, nuevo rey de entre sus hijos. El elegido fue • La prudente Abigaíl. cabeza de Go­ promesa de un salvador, que ha
de Belén. David, el menor de ocho hermanos que se en­ • Observando a Betsabé. liat. de nacer de la casa de David (2
Institución contraba guardando el rebaño. Entró después Sam uel 7).
de la monar­ al servicio del rey como trovador y, en una ba­ • Betsabé, reina y madre de Salo­
quía. talla, se enfrentó al gigante filisteo G oliat, al món, es por ello prefiguración de
que mató de una pedrada. Su fama fue cre­ María, reina de los cielos.
1Sam uel 16- ciendo, provocando los recelos del propio rey, • Abigaíl, por su mediación ante
17,19-25; que incluso llegó a atentar contra él. David es­ David para conseguir salvar la
2 Sam uel 5, capó y se convirtió enjefe de banda, aumenta­ vida de su familia, y Abisag, que
11-18 da con los descontentos y adversarios del rey cuidó del rey ya anciano (1 R 1,
Saúl. En una ocasión exigió a un rico hacen­ 1-4) y se mantuvo virgen, son
dado la tasa por proteger y no atacar su ha­ también consideradas como pre­
cienda, pero éste se la negó. Iba ya David a figuraciones de María.
atacarle cuando le salió al encuentro la esposa,
Abigaíl, rogándole que perdonase la necedad
de su maridoy que aceptase el tributo que traía.
Sucedió a Saúl como rey de Judá y de Israel.
Conquistó Jerusalén y allí trasladó su capital y
Episodios más importantes Representaciones más frecuentes Atributos Vinculaciones y otros significados
DAVID construyó su palacio. Se enamoró de Betsabé
(continúa) cuando la vio bañarse, y mandó a su marido
Urías a la muerte para poder poseerla. Duran­
te sureinado tuvoque sofocar la rebelión de su
hijo Absalón.
SALOMÓN Dios le concedió sabiduría e inteligencia para • El juicio de Salomón. • Corona y cetro. • Salomón = «Amado de Yahveh»
Hijo de Da­ juzgar al pueblo, y tuvo ocasión de demostrarlo • Salomón y la reina de Saba. (2 S12,24- 25).
enunjuicioentredos prostitutas. Las dos habían
vid y de Bet- • La reina de Saba personifica a los
sabé. tenido un hijo casi al mismo tiempo, pero uno gentiles que vienen a escuchar la
División delde ellos murió accidentalmente. La madre inter­ palabra de Dios.
Reinoen dos:cambió entonces el niño muerto por el vivo, y
Israel (N) yahora las dosreclamabanlamaternidad sobreél.
Judá(S). Salomón ordenó entonces partir al niño por la
mitad y dar una parte a cada una. La verdadera
1Reyes 3-11 madre prefirió entregar el niño vivo a la otra, y
así supo Salomón la verdad. Su fama se exten­
dió por todo el mundo y fue visitado por la rei­
na de Saba paracomprobarlo. ConstruyóenJe-
rusalén el templo para albergar el Arca de la
Alianza. Amante del placer, tuvo numerosas
mujeres extranjeras que le llevaron a ofrecer
culto a sus dioses, por lo que fue castigado por
Yahveh quitándole y dividiendo el reino en dos.
Episodios más importantes Representaciones más frecuentes Atributos Vinculaciones y otros significados
JUDIT Judit salvó a Betulia de las tropas del general • En el momento de cortar la cabe­ • La espada. • Judit = Lajudía, descendiente de
(s. vi a. C.) asirio Holofemes. Fue con su criada, Abra, al za a Holofemes. Israel.
Cautiverio en campamento de los asirios pretendiendo trai­ • Portando el cesto en su cabeza. • Es el débil que vence al podero­
Babilonia. cionar a su pueblo. En una cena con Holofer- so, instrumento de Dios como
Nabucodono- nes, éste cae dormido por el exceso de alcohol. David*.
sor conquista Judit le corta la cabeza con su espada y, escon­ • Como la Virgen, es la mujer que
Jerusalén. diéndola en una alforja, abandona el campa­ vence al pecado (la serpiente) y
mento. Al día siguiente, cuando descubrieron salva a su pueblo.
Judit 7-13 el cadáver decapitado de Holofemes, los asi­
rios, aterrorizados, abandonaron la ciudad.
ESTER Ester era huérfana y vivía en Susa en casa de • Ester ante el rey Asuero. • Corona. • Es también una prefiguración de
(s. v a. C.) un pariente suyo, Mardoqueo, de la tribu de la Virgen pues, mediando ante
Benjamín. El rey Asuero (Jerjes) repudió a su Dios, consigue para su pueblo el
Est 2-5 esposa Vastí y, después de un proceso de selec­ perdón de los pecados y la vida
ción, eligió a Ester como nueva reina. Mardo­ eterna.
queo se negaba a postrarse ante Amán, alto
dignatario, por lo que decidió exterminar a to­
dos los judíos con el consentimiento del rey,
que no sabía que su nueva esposa era judía.
Haciendo peligrar su vida, pues nadie podía
presentarse ante el rey sin ser llamado, Ester se
presentó anteAsuero yconsiguiórevocar la or­
den y la caída en desgracia de Amán.
Episodios m ás im portantes Representaciones m ás frecuentes A tributos Vinculaciones y otros significados
JOB Job es un hombre piadoso y temeroso de Dios. • Las pruebas, es decir, el robo de • Representa el arquetipo de
Job, especial­ Ha sido por ello recompensado con siete hijos, sus ganados, la muerte de sus hi­ paciencia y fidelidad a Dios a pe­
mente 1, 2 y tres hijas y una gran hacienda. Pero Satanás jos al derrumbarse la casa y Job sar de las adversidades de la vida.
Epilogo. quiere probar su fe acosándolo con numerosas leproso. Figura de las pruebas del alma
desgracias, pues, dice, cuando lleguen las pe­ • Suele representarse anciano, sen­ cristiana.
nas maldecirá a Dios. Así, sucesivamente, sus tado y lamentándose, con las ma­ • Como Abel*, es una prefigura­
rebaños son robados y muertos sus criados, nos olacaradirigidas haciaarriba. ción de Cristo, pues es el justo
muertos también todos sus hijos al derribar el castigado injustamente. Alegoría
viento su casa mientras comían y, finalmente, de la Pasión de Cristo.
él mismo es presa de la lepra en todo su cuer­
po. Medio desnudo y con la cabeza rapada, se
sienta en medio de la basura para lamentarse,
pero no pierde su fe en Dios. Yahveh conside­
ra terminada la prueba y le devuelve todos sus
bienes por partida doble, y recupera también a
sus hijos y criados. Al final celebran todos un
banquete.
1.2. PROFETAS
Episodios más importantes Representaciones más frecuentes Atributos Vinculaciones y otros significados
ELÍAS Dios le ordena ir a Oriente, a la corriente de • Elias y el ángel. • Carro de fuego. • Venerado por la orden carmelita,
(s. IX) Kerit, alimentándose del pan que le suministra­ • Arrojando el manto a Elíseo. • Cuervo. que le atribuía su fundación.
ban unos cuervos y del agua del torrente. Fue • En el carro de fuego. • Presente en la Transfiguración de
1 Reyes li­ luego enviado ante Ajab, rey de Israel, que se Cristojunto a Moisés* por su la­
li; 2Reyes 2 había entregado a la adoración de Baal. Reuni­ bor en larestauraciónde laAlian­
dos los profetas de Baal en el monte Carmelo, za (1 Re 19,8; Mr 17,1-9).
edificó un altar a Yahveh demostrando que era • Vinculadocon Henoc, arrebatado
el único Dios. Caminando por el desierto hacia también por Dios (Gn 5,24), se­
el monte de Dios, el Horeb, desfalleció, pero rán los dos «testigos» reservados
un ángel le dio a comer una torta de pan. Yen­ para luchar contra el Anticristo*,
do con Elíseo, su continuador, a quien había ser vencidos y alcanzar finalmen­
arrojado su manto, fue arrebatado por Dios en te la gloria (Ap 11,1-14; y A ctas
un carro de fuego tirado por caballos también de Pilato 25).
de fuego. • El episodio del ángel (1 R 19,4-
8) es considerado un anuncio de
la Eucaristía.
AMOS Pastor que predicó en la primera mitad del si­ • Viste como un pastor. • Cayado y oveja. •Anunció el Juicio Final como
(s. viii a. C.) glovma. C.. durante el reinado de JeroboamII • Como en el caso de otros profe­ •Cesto de higos, castigo al lujo y a la ostentación,
en Israel (785-743). tas, se representa aislado, identi­ alusión a la ca­ que hacen olvidar los manda­
ficado con su nombre y portando nasta de fruta mientos divinos.
en las manos un rollo con algún madura de su
Episodios m ás im portantes Representaciones más frecuentes A tributos Vinculaciones y otros significados
AMOS texto relativo a sus profecías me- cuarta visión
(continúa) siánicas. (Am8,1-3), otra
señal previa al
Juicio Final {Le
21, 29-33 y pa­
ralelos).
OSEAS Predicó en la segunda mitad del siglo y posi­ • ídolo a sus pies • Profecías mesiánicas destacables
(s. viii a. C.) blemente asistió a la conquista del reino de Is­ (predicó contra son Os 1 1 , 1, y sobre todo 1 3 , 14,
rael por las tropas asirias en el 721. Presenta a la idolatría). en donde Pablo* veía la victoria
Yahveh casado con una esposa infiel, Israel, • Calavera. Victoria de Cristosobre lamuerte: «¿Dón­
que se ha entregado a la adoración de los ído­ sobrelamuerte. de está, oh muerte, tu victoria?
los cananeos, por lo que será castigada. ¿Dónde está, oh muerte, tu agui­
jón?» (1 Co 1 5 , 55).
ISAÍAS Bajoeste nombre seesconden tres profetas dis­ • Aislado, descalzo y con un libro. • El árbol de Jesé. • Es muy importante parael cristia­
(s. viii a. C.) tintos. El primero predicó durante los reinados • La vocación de Isaías. Un queru­ • Sierra. nismo por los textos en los que
de Ajaz y Ezequías (fin s. viii). En sus profe­ bín tocándole la boca con una anuncia la llegada de un nuevo
cías llamaba a la renovación espiritual y anun­ brasa {Is 6,1-7). Mesías; así la visión del «árbol de
cia también la llegada de un Mesías. Insta Jesé*» {Is, 11), o el «Siervo de
constantemente a su pueblo a mantener la fe y Yahveh» {Is, 53; Mt 1 2 , 17).
la confianza en Dios. La tradición asegura que • Profetizó la Anunciación {Is 7,
fue martirizado, partido en dos con una sierra. 14) y la Encamación {Is 9,5-6).
El segundo Isaías compondría los capítulos 40 La tradición asegura que la Vir-
Episodios m ás im portantes Representaciones m ás frecuentes A tributos Vinculaciones y otros significados
ISAÍAS al 55 ya en la época del cautiverio en Babilo­ gen se encontraba leyendo estos
(continúa) nia (s. vi). El tema central es la consolación al versos en el momento en que re­
pueblo en el destierro. cibió lavisita del ángel G abriel*.
SOFONÍAS Predicó en tiempos deJosías, rey de Judá (639- • Una linterna (So • Además del Juicio Final, anuncia
(s. vn a. C.) 609). Sus profecías se centran en el anuncio de 1,12). el perdón por medio de un salva­
un castigo final para todas las naciones por la dor que renovará la fe por su
infidelidad a Dios, el Día deYahveh. amor (So 3,17).
JEREMÍAS Anunció y vivió la caída del reino de Judá y el • Se le representa siempre triste y •Cruz enunamano • Anunció la llegada de un rey del
(s. vn-vi a. C.) cautiverio en Babilonia de gran parte de su po­ afligido. que indica la pa­ tronco de David* (Jr 23,5-6).
blación. Vivió también la destrucción del tem­ sión y el senti­ • Para los cristianos, Jeremías es el
plo de Jerusalén por las tropas de Nabucodo- mientode supre­ profeta de la Nueva Alianza, ba­
nosor. Probablemente muriera lapidado en dicación. sada en el conocimiento interior
Egipto. Es el profeta de la lamentación y del de Dios después de haber perdo­
diálogo desconsolado con Dios. nado sus pecados {Jr31,31-34).
EZEQUIEL Actuó entre los desterrados en Babilonia con­ • Mostrando una puerta cemada. • Relacionados •Contiene también visiones im­
(s. vi a. C.) solándolos y prometiendo un futuro mejor. con sus visiones, portantes para el cristianismo. La
fundamental­ «puerta cemada», que quiso iden­
mente el Carro tificarse como la virginidad de
de Yahveh. María (Ez 44,1-3), y sobre todo
la visión del «Carro de Yahveh»,
{Ez, 1), origen de la iconografía
de los cuatro evangelistas.
Episodios m ás im portantes Representaciones m ás frecuentes A tributos Vinculaciones y otros significados
DANIEL Enunaocasión, Baltasar, el hijodeNabucodono- • El festín de Baltasar. • Los leones. • Se suele representar junto al Sa­
(s. vi a. C.) sor, dio un banquete y quisousar como copas los • Susana y los viejos. crificio de Isaac*, ejemplos de la
En el cauti­ vasos sagrados de losjudíos quetrajosupadre de • Daniel entre los leones. salvación por la fe en Dios.
verio en Ba­ Jerusalén. Daniel denuncióel sacrilegioyanunció
bilonia. la caída de su reino, cosa que ocurrió más tarde.
También salvóa Susana de lafalsa acusaciónde
Daniel, enes­ adulterio de dos viejos que la deseaban. Más tar­
pecial 5, 6, de, el nuevoreypersa, Darío, le arrojóal fosode
13,14 los leones, perofiiesalvadoyprovistodealimen­
topor Habacuc, gracias asu feen Dios.
ZACARÍAS Predicó después de la cautividad; se preocupa • Montando un asno y blandiendo • Candelabro ocá­ • Es muyimportantesudoctriname-
(s. vi a. C.) por la restauración del Templo de Jerusalén, e una rama de olivo. liz de su quinta siánica, por ejemplo laqueanuncia
insiste, como los demás profetas, en las denun­ visión (Za 4). la llegada de un rey humilde a Je-
cias de contaminación religiosa y la necesidad rasalén (Za 9,9), quecumplirálue­
de mantener la pureza espiritual y moral. goJesús (Jn 12,12-17).
MALAQUÍAS Las profecías de Malaquías, libro posiblemen­ • Con alas, pues es un mensajero, • Globo de fuego, • Su anuncio de la venida de un
(s. v a. C.) te anónimo, pues su nombre significa «mensa­ un ángel. alusivo al fuego Ángel de la Alianza que allana a
jero de Dios», se centran en denunciar las fal­ • Contemplandoel Nacimiento de Je­ purificador del Dios el camino para el día del
tas alos mandamientos divinos ylas cometidas sús, identificadocon el Ángel de la Ángel delaAlian­ Juicio Final (MI 3,1-5) ha sido
por los sacerdotes en el culto. Alianza(MI3,1-5,20; Le1,76-79). za (MI3,2-3). aplicado a Ju a n Bautista*, el
Precursor (Mr 11,10), y a Jesús
(Le 1,76-79).
Episodios más importantes Representaciones más frecuentes Atributos Vinculaciones y otros significados
JOEL Sus descripciones de la ruina material y moral • Trompetaocuer­ • Muchas de sus imágenes escato-
(s. v-iv a. C.) de Israel anuncian el Juicio Final. La salvación no, anunciando lógicas se repetirán en el Apoca­
se alcanzará al fin por medio de la penitencia y el Juicio (7/2,1). lipsis de San Juan (langostas,
la oración. • Langosta, prelu­ trompetas, etc.).
dio del Juicio (7/ • Profetizó la llegada del Espíritu
1,4). Santo (7/ 3, 1-5). Pedro* cita
• Sol y Luna. La todo el pasaje en el día de Pente­
confusión cós­ costés, anunciando la salvación
mica propia del para ei que invoque a Jesús {Hch
Último Día (7/ 2, 2,16-21).
10; 3,3-4).
JONÁS Es un profeta desobediente con Dios que quiso • Jonás engullido o saliendo de la ° La ballena. • Prefiguración de Cristo al identi­
huir de su misión embarcando para Tarsís. Se «ballena». ficar esos tres días con los que es­
desencadenó una tormenta, y los marineros, tuvo Jesús en el corazón de la tie­
culpándole, le arrojaron al mar. Dios le salvó rra hastaque resucitó (Mt 14,20).
haciendo salir un «gran pez» que mantuvo a
Jonás tres días en su vientre hasta que lo vomi­
tó de nuevo en la playa.
2. NUEVO TESTAMENTO
2.1. SAGRADA FAMILIA
Episodios m ás im portantes Representaciones m ás frecuentes A tributos Vinculaciones y otros significados
JUANEL Juan, consideradoprofeta, preparaba el adveni­ • SanJuan niño, con la Sagrada Fa­ • Piel de camello. •Juan = «Yahveh es favorable»
BAUTISTA miento del «Cristo» bautizando en las aguas milia. •Palo largo con (Le 1,13).
Hijo de Isa­ del Jordán. Fue encarcelado por H erodes An­ • El Bautism o de Jesús. travesaño corto • Precursor de Cristo.
bel y de Z a­ tipas por denunciar la unión de éste con Hero- • La danza de Salomé y la entrega en la punta.
carías. Pri­ días, la mujer de su hermano Filipo. En el de su cabeza. • Concha.
mo de Jesús, cumpleaños de Herodes, Salomé, la hija de • Su cabeza sobre una bandeja. •Libro, queleacre­
(s. i) Palesti­ Herodías, danzó para él. Como premio le con­ ditacomoprofeta.
na, provincia cedió cualquier deseo que pidiera. Salomé pi­ • Oveja (Agnus
romana. dió la cabeza del Bautista en una bandeja, y el Dei).
Lucas 1, 3. rey se lo concedió.
M ateo 14
MARÍA Sus padres, A na y Joaquín, ya ancianos, reci­ • El N acim iento de la Virgen. Objetos mencio­ • La etimología del nombre es in­
Hija de Ana bieron la visita de un ángel anunciándoles el • Los D esposorios nados en las Leta­ cierta. Si proviene del hebreo
ydeJoaquín. advenimiento de su hija. Con dos años fue en­ • LaAnunciación. nías a María: Miryampuede significar «gallar­
EsposadeJosé tregada al templo de Jerusalén y cuando cum­ • La Visitación. •Sol, luna, puer­ da», «hermosa», «sublime». Si
y madre de plió los doce fue entregada a José*. Estaba re­ • SantaAna, metterza, como madre ta, cedro, rosal, procede del egipcio significaría
Jesús. Del li­ zando (o hilando la púrpura para el templo) de la Virgen que a su vez es ma­ pozo, árbol, jar­ «amada de Yahveh».
naje de D a­ cuando se le apareció el ángel San G abriel* dre de Jesús. También Santa Ana dín cerrado, es­ • María está asociada a virginidad
vid*. anunciándole la concepción de Jesús. También Triple. trella, lirio, oli­ y juventud perpetua concedida
Lucas, 1,2. le dice que Isabel, su pariente, está embaraza- • La Sagrada Familia. vo, torres, espejo. por la concepción de Jesús. Ino-
Episodios más importantes Representaciones más frecuentes Atributos Vinculaciones y otros significados
P seudo M a ­ da e inmediatamente va a visitarla. Cuando • LaAsunción. fuente, ciudad, cencía y pureza, azul y blanco.
teo y Santia­ murió ascendió a los cielos. • El Espasmo. escalera, etc. • Asociada a la Luna, como satéli­
go, Transitus (Otros episodios asociados a la infancia de Je­ • La Doloroso. • Corona. te de Dios (Sol), y personifica­
m ariae (Apó­ sús.) • La Coronación. ción de la Iglesia cristiana.
crifos) 9 Inmaculada. • Nueva Eva*. Hará de mediadora
9 Virgen con el niño. para lavar el pecado de la prime­
• Otras asociadas a la infancia, pa­ ra, y así aparece pisando la cabe­
sión y muerte de Jesús. za de una serpiente (Gn 3,15).
JOSÉ Unmilagro ledesignócomoesposodeMaría, al • Anciano, con vara, en la Sagrada • Vara florida. • La Contrarreforma dignificará su
Esposo de florecer suvarademaderaysalir, oposarse, una Familia. •Útiles de carpin­ figura y desde entonces se le re­
María. paloma. Recibió en sueños la advertencia de la • El sueño de José. tero. presenta más joven. En el Barro­
M ateo 1*2; Matanza de los inocentes ordenadapor Herodes co se recomendaba pintarlo de
A pócrifos el Grande, para que escapara a Egipto. unos 30 años.
JESÚS Nació en Belén a finales del siglo i durante el Nacimiento e infancia: Los asociados a • Jesús = Yehosu'a, «Yahveh sal­
reinado de Augusto. Su renovadora interpreta­ • Nacimiento. sus milagros: va» (Mí 1,21).
ción de la Ley le enfrentó con las autoridades • Adoración de los Magos. • Panes, peces, etc. •Emmanuel, «Dios entre noso­
judías del Sanedrín, que le acusaron de blasfe­ • Adoración de los pastores. Animales: tros» (M t 1,23).
mia (se declaraba «hijo de Dios») y solicitaron • D escanso en la huida a Egipto. • Pelícano. Ofrece • Mesías. Ungido. Persona consa­
de Roma la pena capital. Tras entrevistarse con • Presentación en el templo. su sangre a sus grada con aceite para una misión
el gobernador, Pondo Pilato, éste accedió a • Jesús ante los doctores. hijos. divina. En griego Cristo.
aplicarla en la forma prescrita para ladrones y Predicación: • Ave fénix. Resu­ • Hijo de David. Es título mesiá-
delincuentes comunes, y así, Jesús fue crucifi- • Bautismo. rrección. nico.
Episodios m ás im portantes Representaciones más frecuentes A tributos Vinculaciones y otros significados
JESÚS cado, quizá con 35 o 40 años, en el reinado de • Bodas de Caná. •León. Fuerza y • Hijo del Hombre. Subraya la hu­
(continúa) Tiberio. • Cena en casa de Leví*. protección. Re­ mildad de su condición humana.
• La Transfiguración. surrección, pues • Hijo de Dios. Filiación adoptiva.
Ver representaciones e índice de temas cristo- • Expulsión de los m ercaderes del con su aliento Ha sido elegido por Dios. Luego
lógicos y marianos. templo. daba vida a sus sugiere filiación divina.
• Resurrección de Lázaro*. cachorros al ter­ • Asociado al Sol como fuente de
Pasión y resurrección: cer día de nacer. luz y vida. En Juan 8, 12: «Yo
• Lavatorio de los pies. •Pez. Acróstico soy la luz del mundo», es decir,
• Última cena. de su nombre en su venida «obra la separación en­
• Oración del huerto. griego. tre la luz y las tinieblas, entre el
• Prendim iento y beso de Judas*. • Gallo. Resurrec­ bien y el mal en el juicio final».
• Jesús ante Pilato. ción, pues asiste • Alfa y omega. Primera y última
• Atado a la columna. al fin de la no­ letra del alfabeto griego. Aplica­
• Coronación de espinas. che y al inicio das indistintamente al Padre o al
• Ecce Homo. del día. Hijo (Ap 1,8,1; Is 42,6), lo que
• Vía Crucis o Camino del Calva­ • Unicornio. Su probaría su igualdad e identifica­
rio. cuerno es sím­ ción.
• Crucifixión. bolo de salva­ • Agnus Dei. Cordero de Dios (Jn
• Calvario. ción (Sal 92, 1,29; A p 5,6-10). Cristo personi­
• Descendimiento. 11). Para cazarlo fica el sacrificio que se ofrece al
• Piedad. se utiliza a una Padre para redimir a la humani­
• D escendim iento y Santo Entierro. doncella virgen dad del pecado. Con su muerte
• D escenso a los infiernos. (María). El ani- toda la humanidad, personificada
Episodios m ás im portantes Representaciones m ás frecuentes A tributos Vinculaciones y otros significados
JESÚS • Resurrección. mal se acerca y en Adán*, vuelve a la vida (R o­
(continúa) • Cena en Emaús. salta a su regazo m anos 5,12; A ctas de Pílalo 20 y
• Ascensión. (Encamación). 24). Así, es frecuente ver la figu­
Otros: Los instrumentos ra de Adán levantándose a los
• Trinidad. de la Pasión: pies mismos de la Crucifixión.
• Tetramorfos o Pantocrátor, etc. • Cruz. Según latradición, lacalaveraque
• Corona de espi­ se encuentra a los pies de la cru­
nas. cifixión es la suya.
• Clavos. • Buen Pastor. Jesús es el pastor
• Columna. que guía al pueblo hacia la salva­
• Lanza. ción. También es título mesiánico
(Jn 10,14; E z 34).
Episodios m ás im portantes Representaciones m ás frecuentes A tributos Vinculaciones y otros significados
MATEO Evangelio escrito en hebreo o arameo, en los • Sentado, escribiendosuEvangelio • El ángel. • Su símbolo es el ángel, o el hom­
También años 50-60. Dedica buena parte ala infanciade o siendo inspirado por un ángel. bre, por hacer hincapié en la hu­
apóstol. Jesús. Su objetivo básico es demostrar que es • Sustituido por su símbolo. manidad de Cristo. Simboliza el
el Mesías anunciado por los profetas. Sus des­ Nacim iento y se sitúa a laderecha
tinatarios serían los cristianos convertidos del de Cristo.
judaismo.
MARCOS Sería el sobrenombre de un tal Juan. Posible­ • Sentado, escribiendo el Evange­ • El león. • Su símbolo es el león porque su
mente escribió su Evangelio en la década de liojunto a su animal simbólico. Evangelio empieza con la predi­
los 60-70. Los destinatarios serían cristianos • Sustituido por su animal. cación del bautista «voz del que
procedentes de la gentilidad, es decir, no ju­ •Otros episodios narrados en la clama en el desierto». Simboliza
díos. Su objetivo principal sería demostrar que Leyenda D orada como el trasla­ la Resurrección y se sitúa a la de­
Jesús es verdaderamente el hijo de Dios. Su do de su cuerpo a Venecia, el ha­ recha de Cristo.
cuerpofue trasladado aVenecia y ocultoen se­ llazgo posterior o el milagro del
creto bajo una columna. Con el tiempo, ya na­ esclavo.
die se acordaba del lugar y, tras muchas rogati­
vas yprocesiones, las piedras mismas pusieron
al descubierto el cuerpo del santo.
LUCAS Nacido en Antioquía de Siria, según la tradi­ • Sentado, escribiendo el Evange­ • El bueyoel toro. • El buey hace alusión al sacrificio
ción es compañero de Pablo*. Médico de pro­ liojunto a su animal simbólico. de Zacarías*, sacerdote y padre
fesión. Redactaría suEvangelio entre el 61 y el • Sustituido por su animal. de Ju a n Bautista*. El toro es el
63. Los destinatarios son los cristianos prove- • San Lucas como pintor. animal de los sacrificios y Lucas
Episodios más importantes Representaciones másfrecuentes Atributos Vinculaciones y otros significados
LUCAS nientes de la gentilidad. Su objetivo es demos­ trata extensamente el sacrificio
(continúa) trar que Jesús es el Salvador de todos los hom­ de Jesús en la cruz. Simboliza la
bres, por eso su genealogía de Jesús llega has­ Pasión y se sitúaa la izquierdade
taAdán. También sele atribuye la redacción de Cristo.
los Hechos de los Apóstoles. • Se cree que pintó a la Virgen, o
que es el que mejor la «retrató»,
o escribió sobre ella. Patrón de
los pintores.
JUAN Evangelio redactado entre el 90 y el 100. Es­ • Sentado, escribiendo el Evange­ • El águila. •El águila haría alusión al alto
También crito en un lenguaje mucho más abstracto, su liojunto a su animal simbólico. contenido espiritual del Evange­
apóstol. tema central es la fe, tratando siempre de de­ • Sustituido por su animal. lio. El águila, según el bestiario,
sentrañar el contenido de las palabras deJesús. es el único animal que puede mi­
También a San Juan se le atribuye la redacción rar de frente al sol, es decir, a
del Apocalipsis durante su reclusión en la isla Dios. Se sitúa a la izquierda, en­
de Patmos. cima del toro.
Episodios m ás im portantes R epresentaciones m ás frecuentes A tributos Vinculaciones y otros significados
PEDRO Uno de los primeros apóstoles, formó parte de • Anciano, con barba y pelo canos. •Dos llaves, una • Cristo le cambia el nombre por
Pescador, lla­ los tres más allegados a Cristo. Fue captado a Viste túnica azul y manto ocre. de oro (poder de Cefás, «Roca»; en la versión grie­
madotambién orillas del lago libertades (Pesca milagrosa, • La Negación. absolución) y ga: «Pedro». Será la piedra de la
Simón. Her­ Le, 5). Después del Prendimiento llegó a negar • Penitente. otra de plata futura Iglesia y tendrá las llaves
mano de An­ a Jesús hasta tres veces antes del amanecer se­ • La Liberación. (poder de exco­ para «atar y desatar»: sus senten­
drés. ñalado por el canto de un gallo. Artífice de la • Quo Vadis Domine. munión). cias abriránocerraránel acceso al
evangelización de los no judíos. Apresado por • Su crucifixión. • Barca y pez. reino. Esto explica su supremacía
Herodes Agripa, fue liberado por un ángel. En • Gallo. en la comunidad cristiana.
unaocasión, saliendodeRoma, seencontrócon • Cadenas. • Primer penitente, retirándose a
Jesús, que llevaba la cruz a cuestas. Pedro, sor­ • Cruzdetripletra­ llorar después de la negación (Le
prendido, lepreguntó: «dóndevas señor». Jesús vesara aludiendo 22, 62). Escena necesaria para
le responde que a ser crucificado en su lugar. a su dignidadpa­ ensalzar laimportancia dela con­
Pedrovolvióa Roma, dondefuecrucificado ca­ pal. fesión y la oración (muy valora­
beza abajo durante la persecución de Nerón. das por la Contrarreforma).
ANDRÉS Unode los primeros apóstoles llamados por Je­ • En su martirio. • Cruz en aspa. • No existe constancia de que el
Hermano de sús. Predicó enGreciay, segúnlatradición, allí • Anciano, con el instrumento de • Peces. instrumento de su martirio fuera
Pedro. fue crucificado hacia el año 60. su martirio. una cruz en aspa, pero este ele­
mento aparece en la iconografía
del apóstol hacia el siglo xiv.
SANTIAGO Hecho decapitar por Herodes Agripa en el año • Apóstol. •Conchas, caya­ • Según la leyenda, el santo fue en­
ZEBEDEO 42 (Hch 1 2 , 2), sus restos fueron trasladados a • Peregrino. do, sombrero, terrado cerca de Padrón. Con el
Episodios m ás im portantes Representaciones m ás frecuentes A tributos Vinculaciones y otros significados
El Mayor. Galicia, adonde fuetransportadopor uncarrode • Degollación. calabaza y capa: tiempo el lugar exacto quedó ol­
bueyes salvajes que fueron amansados haciendo • Traslado de sus restos. el atuendodel pe­ vidado, hasta que fue iluminado
la señal de lacruz. La tradición también le hace •Caballero, «Matamoros», sobre regrino. por una estrella hacia el 813. Ese
intervenir en la Batalla de Clavijo (s. ix). un caballo blanco. Campus Stellae será Compostela,
objetivo de peregrinaje desde en­
tonces.
JUAN Con Pedro* y Santiago*, es uno de los ínti­ • Presente en las escenas antes cita­ •Copa con ser­
Hermano de mos de Cristo. Asistió a la Transfiguración, o das (en la Última Cena suele apo­ piente o dragón.
Santiago el revelación de la naturaleza divina de Jesús. En yar su cabeza en el regazo de Je­
Mayor. Pes­ la Última Cena «descansó en el pecho» de Je­ sús. El episodio del Calvario es
cador. Evan­ sús; estuvo en el Calvario, junto a la cruz al conocido como Stabat Mater.)
gelista. lado de María, donde Jesús le dijo: «ahí tienes • Como apóstol.
a tu madre», encargándole sucuidado; yacom­
pañó a Pedro a ver el sepulcro vacío. La tradi­
ción supone que residía en Efeso. Llevado a
Roma, fue echado en una caldera de aceite hir­
viendo de la que salió ileso. Bebió también de
unacopa envenenadadespués de rezar para de­
mostrar su fe. Murió en el año 104en el reina­
do de Trajano.
FELIPE Predicaba en Asia Menor. Fue crucificado • Apóstol. • La cruz.
amarrado a la cruz con cuerdas. • Su martirio.
Episodios más importantes Representaciones más frecuentes Atributos Vinculaciones yotros significados
BARTOLOMÉ Predicó por Armenia, o la India. Allí, al llegar • Apóstol con sus atributos. • Piel. • Santiago de la Vorágine admite el
al templo de Astaroth, encadenó al diablo que • En su martirio. • Cuchillo. desacuerdo en cuanto a la muerte
habitaba en su estatua. También la estatua de • Manto blanco. del santo concluyendo la posible
Baldach cayó hecha pedazos en presencia del •Cabeza de dios veracidad de todas las versiones.
santo. El rey Astiages ordenó entonces su pagano. Pudo haber sufrido tormento y
muerte. Según lá tradición, fue despellejado •Diablo encade­ luego decapitado como era usual.
vivo y luego decapitado o arrojado al mar. nado. • Asociado con el Sátiro Marsias,
que sufrióel mismocastigo a ma­
nos de Apolo.
TOMÁS No estaba presente cuando Jesús se apareció a • La duda de Tomás. • Escuadra. • Puede aparecer junto al Noli me
Juan 20,24 sus discípulos después de la Resurrección y se • Lanza o alabar­ tangere por contraste, puesto que
negaba a creerlo. Jesús le instó a comprobarlo da. Magdalena* creyó sin tocar. To­
metiendoel dedoensullaga. PredicóenlaIndia, más fue reprendido por tener que
donde además construyó un palacio para su rey. tocar para creer.
Murió atravesado por una espada ouna lanza.
MATEO Uno de los primeros discípulos llamados por • La Vocación. • Libro.
También lla­ Jesús paraseguirle. En sucasa secelebró laco­ • Cena en casa de Leví. • Ángel.
mado Leví*, mida «con publícanos y pecadores» que le re­ • Escribiendo el Evangelio inspira­
era publica- procharon los fariseos. Jesús contestó que «no do por el ángel.
no, recauda­ había venido a llamar ajustos, sino a pecado­ • El martirio.
dor. Evange­ res». Hitarco, rey de Egipto, requirió su ayuda
lista. para convencer a la princesa Efigenia para que
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Mateo 9, 9- se casase con él. Mateo se negó, yun sicario le
13; Lucas 5, atravesó con una espada después de acabar la
27-32 misa.
SANTIAGO Pocos datos setienensobre él. Se encargóde la • Como apóstol, y con gran pareci­ • Mazacurvadacon •Existe bastante confusión en
El Menor. IglesiadeJerusaléndespués de lamuerte deJe­ do con Jesús. la que fue rema­ cuanto al parentesco e identidad
Mt 13,55; 27, sús, y allí fue martirizado durante la persecu­ • En su martirio. tado. de Santiago, y se debe tanto a los
55; Hch, 15 ción de Nerón. Primero fue lanzado al vacío nombres utilizados (el Menor, el
desde el templo, y luego rematado con un gol­ deAlfeo, el Justo, el Hermanodel
pe de bastón en la cabeza. Señor), como al parecido físico
con Jesús. Los apócrifos le hacen
«hermanastro» de Jesús al ser
hijo del viudo José* antes de su
matrimonio con María.
JUDAS Predicó por Persia y Mesopotamia en compa­ • Como apóstol. • Hacha. •Escasas representaciones histo­
TADEO ñía de Simón el Zelota. Fue decapitado con un riadas. Sólo presente, con Simón,
Hermano de hacha. en apostolados.
Santiago el
Menor.
SIMÓN Fue partido en dos con una sierra en Persia, • Como apóstol. • Sierra.
Hermano de junto a Judas Tadeo.
Santiago el
Menor.
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JUDAS Traicionó a Jesús por treinta monedas identifi­ • Enla Ultima Cena, apartadoyes­ • La bolsa. • Afeado y con el pelo rojizo, aso­
ISCARIOTE cándole con un beso. Luego, arrepentido, se condiendo la bolsa. Sin nimbo. ciado a la maldad ylodemoníaco
Mt 26, 14, ahorcó. • El beso, en la noche del Prendi­ {Jn 13,27).
43; 27,3 miento. •Expulsado del número de los
doce, será sustituido en las repre­
sentaciones de los apostolados
por San Pablo*.
3. ÁNGELES
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MIGUEL Vencióy expulsó aLucifer* del cielo, y vence­ • Luchando con los demonios. •Armadura y es­ • Miguel = «Quién como Dios».
rá al A nticristo* cuando sea adorado por las • Pesando las almas. pada. Capitán de las milicias celestia­
multitudes sentado en su trono en el mismo • Victoria sobre el Anticristo. • Balanza. les, se le encomiendan las misio­
monte donde se elevó Jesús. Tiene como fun­ • El milagro de la flecha. •Demonio enca­ nes más difíciles.
ción pesar las almas el día del Juicio Final. Se • Aparición a San G regorio* en el denado. • En la Biblia aparece citadoenDn
apareció en el monte Gárgano, en Italia, des­ Mausoleo deAdriano. 10, 13 como inspirador de las
viando la flecha que un pastor disparó contra profecías de Daniel* y defensor
una res descarriada haciendo que se clavara en del pueblo contra el mal. En Ex
su ojo, para decir a los habitantes del lugar que 2 3 , 20-33, Yahveh envía un ángel
había decidido vivir allí. Se apareció al obispo que guiará al pueblo elegido en
de Abranles para que le construyera un templo su lucha contra otras naciones.
a la ribera del mar (el Mont Saint Michel), • En Judas 9 y en l a 3 , 2 como el
obrandomilagros parasuconstrucción (retirada ángel que lucha contra Satán*.
de las rocas, emanación de agua). Se apareció • En A p 1 3 , 7-12, es quien expulsa
también a San G regorio M agno* enel Mauso­ al Diablo yasus ángeles del cielo.
leo de Adriano enfundando una espada ensan­
grentada y dando por terminada la peste en
Roma. El lugar se llamaría Castel Sant Angelo.
GABRIEL Transmite a los hombres la voluntad de Dios y • La Anunciación. • Lirio. • Gabriel =«Fortaleza de Dios».
Lucas 1, 19- sus designios. Es el ángel que anuncia el naci­ • Caduceo. • En el Antiguo Testamento Ga­
20; 26-38 miento de Ju a n el Bautista* a su padre Zaca- briel interpreta la visión del car-
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GABRIEL rías* y que, por no creerle, le deja mudo hasta ñero en Dn 8,15; y la profecía de
(continúa) el nacimiento de su hijo. También anuncia a las siete semanas, Dn 9,20.
María el nacimiento de Jesús. • Para el Islam, es el ángel que
transmite el Corán a M ahom a.
RAFAEL FueenviadoporDiosparacurarlacegueradeTo- • Tobías y el ángel. • Pez. • Rafael =«Dios ha sanado».
Tobías 3-12 bit, padre de Tobías, y paraexpulsar a undemo­ • Paisaje con Tobías y el ángel. • Incensario. • Rafael encama el ángel protector,
nio de la habitación de Sarra, que había matado guardián de los hombres. Sería el
ya a cuantos se habían casado con ella. Sana era ángel custodio.
hija de un pariente cercano y, según la tradición, • Se leidentificaconel ángel deAp
debía casarse con Tobías. El ángel, haciéndose 8 , 3, lo que explica el atributo del
llamarAzarías, acompañóaTobías arecuperar un incensario donde guardaría las
depósito de plata que su padre había entregado a entrañas del pez. El incensario es
unjudío de Media. Por el caminocogióunpez y, también atributo de Seathiel*.
siguiendolas instrucciones del ángel, seguardóel •De escasa representación en la
corazón, el hígado y la hiel. Quemando los dos Edad Media, en el siglo xv italia­
primeros consiguióexpulsar al demoniodelaha­ no será por el contrario un tema
bitaciónde Sana. Rafael saliótras él y loencade­ frecuente.
nó. De vuelta a su casa, aplicó la hiel sobre los
ojos de supadrey ésterecuperólavista.
LUCIFER Conocidopor muchos nombres yapelativos, es • En luchaconel ángel M iguel*, el • Serpiente. Los nombres:
probablemente un ángel expulsado del cielo día del Juicio Final, o ya vencido • Dragón. • Lucifer. Nombre con el que San
por cometer pecado de soberbia [Ap 1 2 , 7-12). a sus pies. • Macho cabrío. Jerónim o* tradujo «hijo del lu-
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LUCIFER Encama el principio del mal, y es considerado • Presidiendo los tormentos a los • Sapo o rana. cero matutino» de Is 14, 12. El
(continúa) príncipe ysoberanode las huestes de demonios condenados en el infierno. En las • León. nombre haría alusión a su origen
que atormentan a los condenados en el infier­ portadas, a la izquierda de Jesús • Cerdo. divino.
no. En el mundo, acecha a los cristianos para (Mí 25,41), derecha del especta­ • Satanás, o el «Satán», «Adversa­
que abandonen su fe o actúen contra ella. Pue­ dor. rio», «Acusador». Así aparece en
de provocar enfermedades, poseer a las perso­ • La tentación a Eva en el Paraíso. Jb 1-2 probando la fidelidad de
nas e inspirar las malas acciones de los hom­ • Las tentaciones a Jesús en el de­ Job* a Yahveh enviándole des­
bres. Habita en las imágenes de los dioses sierto. gracias; enZa 3,1 a laderechade
paganos y otras divinidades desde donde fo­ • Tentaciones aotros santos (A nto­ Dios acusando a sus fieles; y en
menta su culto y aleja a los fieles del verdade­ nio Abad*, etc.). A p 12,10 se dice claramente que
ro Dios. Entre sus acciones más importantes se • Encadenado por santos que han «ha sido arrojado el acusador de
cuentan la tentación a Eva* en el Paraíso que destacado en su lucha (Bartolo­ nuestros hermanos, el que los
provocó el pecado original (Gn 3,1-15); tentar mé*, Bernardo*). acusaba día y noche delante de
a Jesús en el desierto (Mr 4,1-11 y paralelos), • El ángel caído. nuestro Dios».
e inspirar la traición de Judas* {Le 22,3; Jn • Belcebú. «Baal-Zebub» o «Beel-
13,2). Sin embargo, Jesús vence al Diablo; en Zebul». Apelativos del dios cana-
nombre de Dios, él y los apóstoles pueden ale­ neo de la fecundidad. De la pri­
jarlo de los hombres. Pero la batalla definitiva mera forma aparece en 2R1,2 y
tendrá lugar al final de los tiempos, el día del significa «Señor de las moscas».
Juicio Final. Ese momento será anunciado por De la segunda forma, en Mí 20,
la llegada de un adversario personal de Jesús, 22, «Baal el Príncipe».
el A nticristo* (1 Jn 2,18; 2 Ts 2,3), creación • Belial. 2 Co 6,15.
del Diablo, llamado Bestia en el Apocalipsis • Diablo. El Seductor. Aparece in-
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LUCIFER {Ap, 13). La primera batalla tendrá lugar en distintamente y como sinónimo
(continúa) Harmaguedón. El Diablo será vencido y enca­ de Satanás.
denado durante mil años, junto al Anticristo • Demonio. Del griego «Daimon»,
y al falso profeta. Luego, será soltado de nue­ designaaespíritus de signo malé­
vo para ser por fin derrotado y arrojado al lago fico.
de fuego y azufre, donde también serán arroja­ • El Maligno. Jn 1 7 , 15; \Jn 5,18-
dos los injustos y pecadores {Ap 1 9 , 11-21; 20; 21. Se subraya la intención cons­
Mí 2 5 , 3146). ciente de extender el Mal y em­
pujar a los fieles hacia los ídolos.
Jesús ha venido para luchar con­
tra él y extender el conocimiento
del Dios verdadero.
•Abbadón. Significa «Destruc­
ción». En Ap 9,11 se le aplica al
«Angel del Abismo», rey de las
langostas enviadas a la tierra des­
pués de la quinta trompeta.
•Dragón. También llamado Ser­
piente antigua enAp 1 2 , 9, loque
le pondría en relación con la ser­
piente de Gn 3, y quizá con el
Leviatán de Jb 3 , 8; 40, 25 e Is
27,1.
4. MÁRTIRES, ERMITAÑOS, VÍRGENES, ETC.
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ÁGATA Quintiliano, cónsul de Sicilia, quiso hacerla su • Virgen y mártir. • Palma. • La palma simboliza el triunfo so­
(s- m) esposa. Al negarse ella, hizo que la torturaran, • Senos en bande­ bre la muerte y es atributo que
primero en el potro y luego cortándole los pe­ ja de plata. comparten todos los mártires.
chos, que, sin embargo, le volvieron a crecer
por mediación del apóstol Pedro*, que se le
apareció en la celda.
APOLONIA Original de Alejandría, murió martirizada du­ • Como mártir. • Palma. • Muy venerada en la Edad Media,
(S. III) rante la persecución de Decio. Primero le •Tenazas soste­ era invocada contra el dolor de
arrancaron todos los dientes, y luego ella mis­ niendo una mue­ muelas.
ma se arrojó a la hoguera que habían prepara­ la.
do para atormentarla.
ANTONIO Fundador de los anacoretas de Egipto. Pasó • Anciano, viste manto pardo, vie­ • Bastón en forma • Santo protector de los animales
ABAD gran parte de su vida en el desierto, donde fue jo y roto. de T, la cruz con domésticos. Asociado especial­
(s. ni-rv) tentado en varias ocasiones por el Diablo. En • Las tentaciones. que venció las mente al cerdo porque con su
una ocasión fue apaleado por una legión de de­ tentaciones. grasa los monjes de S. Antonio
monios que lo dejaron maltrecho. • Cerdo. curaban unos sarpullidos en la
• Libro o rosario, piel producidos por el pan de
pues, sin estu­ centeno.
diar, conocía las • El cerdo es también símbolo del
Escrituras. mal y del demonio que el santo
ayuda a alejar (Me 5,11-13), por
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ANTONIOA. lo que puede ir asociado con San
(continúa) Sebastián* o San Roque*.
BÁRBARA Fue encerrada en una torre por su padre, Diós- • Leyendo y meditando en la torre. • Palma.
(S. IV) coro, para preservar su belleza y su virginidad. • Su martirio. • Torre de tres ven­
Allí se entregó a la meditación y a labúsqueda tanas(laTrinidad).
del Dios verdadero. Convertida al cristianismo, • Espada.
fue denunciada por supadre. Después de sufrir • Cañón. En rela­
diversos tormentos, él mismo ladecapitó. Lue­ ción al trueno,
go un rayo mató a su padre. rayo que mató a
su padre.
CARLOS Consagrado arzobispo de Milán en 1562. Fue • Penitente. • Calavera. • Santo muy venerado durante la
BORROMEO un gran impulsor de la Contrarreforma repri­ • Ayudando a los enfermos durante • Crucifijo. Contrarreforma por su exaltación
(1538-1584) miendo los núcleos protestantes de su diócesis, la peste. • Soga al cuello. de la caridad.
por lo que intentaron matarle en una ocasión • El atentado.
cuando estaba arrodillado ante el altar. Destacó
por su entrega y ayuda a los enfermos durante
la epidemia de peste de 1575.
CATALINA Acudió a Alejandría por mandato del empera­ • La disputa con los sabios. • Palma. • Es posible encontrarla formando
DEALE­ dor Majencio para dar culto a los dioses, pero • Los desposorios de Sta. Catalina. • Rueda dentada y parte de las Sagradas Familias
JANDRÍA allí se enzarzó en una discusión con él. Viendo • En su martirio, ocomo mártir ro­ rota. comoesposa mística de Jesús, in­
(s- iv) que no podía rebatir sus argumentos, hizo lla­ deada de sus atributos. • Espada. cluso de un Jesús niño que le
mar a 50 sabios para celebrar un certamen con • Anillo. pone el anillo en su dedo.
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CATALINA Catalina, del que no sólo salió airosa, sino que • Es patraña de filósofos y teólo­
DEALE­ logró convencer y convertir a los sabios. Fu­ gos.
JANDRÍA rioso, el emperador mandó torturarla con cua­
(continúa) troruedas tachonadas condientes de hierro que
se destruyeron al instante. Fue finalmente de­
capitada. Se consideraba esposa de Jesús.
CECILIA De noble familia romana, llevaba siempre el • Coronada de rosas. • Corona de rosas. • La palabra organis presente en el
(S. III) Evangelio escondido en el pecho para rezar • En su martirio y como mártir. • Lirio. oficio de la santa hizo creer que
continuamente. Cuando secasó, logróconvertir • Libro de los era un instrumento musical el
a su esposo para así mantenerse pura y virgen. Evangelios. que llevaba durante su martirio,
Los esposos fueron coronados con una corona • Halcón. y con él aparece desde el Renaci­
de rosas por un ángel. Sufrió varios tormentos • Espada. miento. Se la considera patraña
y, finalmente, condenada a la decapitación. Por • Palma. de la música.
tres veces el verdugo no logró separar la cabe­ • Órgano o instru­
za de su cuerpo y aún se mantuvo con vida tres mentos musica­
días, que aprovechó para repartir su dinero en­ les en general.
tre los pobres antes de morir.
COSMEY Médicos de origen árabe. Convertidos al cris­ • El milagro de la pierna. •Instrumentos de •Muy representados en la Edad
DAMIÁN tianismo, fueron sometidos a varios tormentos • Su martirio. medicina: lance­ Media para conjurar las pestes,
(s. III) (hoguera, flechas que se clavaban en sus ver­ ta, espátula, caja por lo que pueden aparecer tam­
dugos) y finalmente decapitados por Diocle- de ungüentos. biénjunto a San Sebastián*.
cianoen el año 285. Invocados contratodotipo • Palma.
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COSMEY de enfermedades. En una ocasión el encargado
DAMIÁN de la limpieza de la iglesia de los santos en
(continúa) Roma contrajo un cáncer en una pierna. Mien­
tras dormía se aparecieron Cosme y Damián,
que sustituyeron su pierna enferma por la pier­
na de un moro muerto.
CRISTÓBAL Un gigante llamado Réprobo decide buscar al • Con una vara larga de madera y • Vinculado quizá al gigante Atlas,
príncipe más poderoso de la tierra y ponerse a llevando al niño Jesús sobre los que sostenía como castigo la es­
su servicio. Después de dos intentos, da con un hombros, en ocasiones el niño fera celeste sobre sus espaldas:
ermitaño que le bautiza y le encarga pasar a la lleva la bola del mundo. un préstamo del paganismo a los
gente de una orilla a otra de un río muy peli­ santos cristianos, como el «origi­
groso. Un día se lo pide un niño. El gigante nal» martirio de San B artolo­
acarrea conél, ya cada paso se lehace más pe­ mé*.
sada la carga. Cuando le pasa al otro lado le
dice: «He sentido un peso mayor que si llevara
al mundo entero». A lo que el niño contestó:
«Bien puedes decirlo, sobre tus hombros aca­
rreabas al mundo entero y al creador de ese
mundo». Yse cambió el nombre por «Cristó­
bal», portador de Cristo.
ERASMO Obispo nacido en Antioquía, fue sometido a • En su martirio y como mártir. • Palo con intesti­ • En el siglo xiv se añadió a la his­
(S. IV) varios tormentos: azotado con varas de plomo, nos enrollados. toria de este santo el martirio de
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ERASMO apaleado, desgarradas sus carnes con garfios • Angel. ir sacándole los intestinos mien­
(continúa) de hierro y quemado, sin que nada de ello sur­ • Palma. tras son enrollados en una rueda.
tiera efecto. Fue encarcelado, colgando de su Este tormento vino a sustituir al
cuello y de sus manos grandes pesos, pero fue de lacaldera, yes desde entonces
liberado por un ángel. Vivió siete años más y atributo que le identifica.
luego murió. • Era invocado contra el cólico.
ESTEBAN Uno de los siete diáconos (servidores) elegidos • En su martirio, joven e imberbe, • Piedra en la ca­ •Puede considerarse el primer
Hch, 6-7 por los apóstoles. Falsamente acusado de blas­ arrodillado y rezando mientras le beza. mártir del cristianismo después
femia ante el Sanedrín, fue lapidado. arrojan piedras. • Palma. de Jesús.
EULALIA Joven doncella barcelonesa que fue martiriza­ • Mártir. • Cruz en aspa. •Su historia puede confundirse
(s. m) da en tiempos de Diocleciano. Fue flagelada, • Paloma. con otra santa del mismo nombre
desgarrada su piel con garfios de hierro, que­ •Cruz rematada de Mérida que sufrió martirio en
mada, etc., y finalmente decapitada. Al morir, por un disco. la misma época.
una paloma salió volando de su boca. • Palma. • Por el atributo de la cruz aspada
puede aparecer con San A n­
drés*.
ILDEFONSO Discípulo de San Isidoro de Sevilla, fue un • Imposición de la casulla a San Il­ • La casulla. • Especial culto en Toledo.
(606-668) destacado prelado de la Iglesia en tiempos de defonso.
Recesvinto, sucediendoa Eugenio II en el obis­
pado de Toledo. Por sus escritos en defensa de
la virginidad de María mereció que la Virgen
descendiera del cielo para imponerle la casulla.
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INÉS Hermosa doncella de trece años martirizada • Como virgen mártir y en su mar­ •Cordero blanco • Su nombre, Agnes, puede signifi­
(s. IV) por ser cristiana y por rechazar las proposicio­ tirio. al lado o encima car casta, piadosa; encamaría es­
nes de matrimonio de sus pretendientes al con­ • Orante. de una mano. tas virtudes representadas por el
siderarse ya casada con Cristo. Primero fue • Anillo. cordero, Agnus.
condenada a la prostitución, pero su desnudez • Espada.
fue cubierta por su pelo y su virginidad prote­ • Diadema y pal­
gida por un ángel. Fue luego arrojada a la ho­ ma.
guera y finalmente decapitada. Estando sus pa­
dres rezando frente asu sepultura, tuvieron una
visión en la que aparecía Inés con un cordero
blanco a su lado.
JORGE Cerca de una ciudad había un lago donde vivía • Aislado, con armadura de caba­ • Armadura y dra­ •Tenemos una vez más la lucha
(s- ni) un dragón pestilente, que se alimentaba con las llero. gón. entre el bien y el mal, entre la os­
ovejas que sus habitantes le llevaban. En oca­ • Enfrentándose al dragón. curidad y la luz, la belleza y la
siones, iba hasta las murallas a por su alimen­ fealdad, encamadas en San Jorge
to, provocando con su peste la muerte de mu­ y el dragón respectivamente.
chos habitantes. Las ovejas escaseaban ya, y se • Dragón, demonio. Princesa, Igle­
decidió llevar al dragón una oveja y una perso­ sia, salvada por la fuerza de la
na por sorteo. Un día le cayó en suerte a la hija verdad y la fe.
del rey. Cuando iba hacia el lago lamentándose • Podría también ser otro préstamo
se encontró con San Jorge, tribuno y cristiano del paganismo, emparentándose
de Capadocia, que se enfrentó con el dragón; entonces con la liberación de A n­
primero lo hirió con su lanza y luego, a las dróm eda por el héroe Perseo.
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JORGE puertas de la ciudad, lo remató. Fue luegomar­
(continúa) tirizado y decapitado.
JUSTAY Hijas de alfareros y alfareras ellas, se negaron • Como mártires, juntas y sujetan­ • Cacharros de al­ • Santas muy veneradas en Sevilla.
RUFINA a dar sus «cacharros» para ofrecer libaciones a do la Giralda. farería.
(S . III) un ídolo pagano. Fueron martirizadas y muer­ • Giralda.
tas, quizá en el 304. Según la tradición, las dos • Palma.
santas salvaron la Giralda de un terremoto que
ocurrió en Sevilla en 1504.
LONGINOS Identificado con el centurión que atravesó con • Clavando la lanza. ° Lanza.
Jn 20, 31 y su lanza el costado de Jesús para acelerar su
sigs. muerte y así retirar su cuerpo porque el día si­
A ctas de Pi- guiente erael Sabat. Al ver los prodigios que se
lato 16,7. sucedieron (del costado de Cristo salió sangre
y agua), proclamó su fe.
LORENZO Diácono de la iglesia de Roma, fue quemado • Su martirio. • La parrilla. • Por su calidad de diácono puede
(s. ni) vivo por negarse a entregar al prefecto el teso­ • Palma. aparecer con San Esteban* o
ro de la comunidad. San Vicente*.
LUCÍA Eranatural de Siracusayqueríamantenersepura • En su martirio, o como mártir con •Palmaenlamano • Según una tradición no recogida
(s. ni) paraJesús. Logróresistir las presiones paracon­ una espada atravesándole la gar­ derecha. por Santiago de la Vorágine, se
traer matrimonio, peroel prometidoladenunció. ganta, o, más frecuentemente, con •Plato conlos ojos arrancó los ojos para no ver más
Fue condenada a la prostitución. Después la in- sus ojos en una bandeja. en la izquierda. que en su interior, por lo que su
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LUCÍA tentaron quemar en la hoguera, y finalmente le nombre tendría que ver con la
(continúa) atravesaron la garganta con una espada. luz, y es patrona de los ciegos.
MAGDALENA MaríaMagdalenaestápresente enel Calvarioy • Noli me tangere. •Tarro de ungüen­
Mt 27, 56, en el Santo Entierro, y es a quien primero se le • Como penitente. tos.
61; Me 16,1- aparece Jesús después de laResurrección cuan­ • Presente en las escenas anterio­ •Calavera (que re­
10 y Jn 20, do, en compañía de otras mujeres, se dirige al res. cuerda la fugaci­
11 sepulcro con los aromas que había preparado dad de la vida
(«No me toques, que todavía no he subido al humana).
Padre»), Identificada también con la mujer pe­
cadora que perdona Jesús deLe 7,36-50, y con
laque lederramael tarrodeungüentos eníaun­
ción de Betania, loque la convertiría en herma­
na de M arta y de Lázaro* {Jn 12,1-8).
MARGARTTA Nacida en Antioquía, su padre la echó de su • Venciendo al dragón. • El dragón. •Santa muy representada en la
(S. III) casa por ser cristiana. Torturada y encerrada en Edad Media como protectora de
el calabozo, pidió a Dios que le permitiese ver los nacimientos.
al enemigo contra el que luchaba. Se apareció
entonces un dragón que desapareció al hacer la
señal de la cruz. Fue finalmente decapitada,
concediéndole Dios que el parto fuera feliz en
aquellas mujeres que en el momento de dar a
luz invocaran su nombre.
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MARÍA Cortesana de Alejandría, se convirtió al cris­ • Anciana y penitente. • Pan seco.
EGIPCIACA tianismo durante una estancia en Jerusalén.
($• III) Fue a hacer penitencia, sobreviviendo cuaren­
tay siete años en el desierto con tres panes que
compró con una limosna de un desconocido.
Murió a orillas del Jordán después de recibir la
comunión.
MARTÍN Soldado romano que en una ocasión vio a las • Sobre caballoblancopartiendo su • Comolegionario. • Puede aparecer asociado a San­
(s. IV) puertas de Amiens a un mendigo casi desnudo, capa con un mendigo. • Como obispo. tiago* «matamoros» (otro santo
inmediatamente desenvainó su espada y rasgó • El sueño. «caballero» defensor de la fe),
su capa por la mitad entregándole una parte al • La salvación del niño. sobre caballo blanco pisando
mendigo. Aquella misma noche soñóque Cristo • El milagro de la losa. «moros».
se le aparecía vestido con la media capa que le
había dado al mendigo. Convertido a la fe cris­
tiana, llegó a ser obispo de Tours. Entre sus mi­
lagros se cuenta que rescató de la muerte a tres
personas, entre ellos a un niño, rezandojunto a
su cadáver. Cuando murió, con 81 años, San
Ambrosio* levioascender a los cielos. Pasados
unos años quisieron trasladar sus restos a una
nueva zona de la catedral de Tours, pero no po­
dían levantar la losa. Entonces se apareció un
ancianoque tocólalosayéstaseechóaunlado.
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NICOLÁS Natural de Licia, nada más nacer ya se sostenía • Nacimiento. •Tres bolsas de • Culto muy extendido en Oriente,
(s. m-iv) de pie. En una ocasión salvó atres doncellas de • Arrojando las bolsas de oro por la oro. donde se le conoce como Santa
ser entregadas alaprostitución arrojandopor la ventana. • Ancla. Claus, ligado a los regalos navi­
ventana de la casa donde vivían tres bolsas lle­ • Salvando al navio. deños.
nas de oro. Después de ser elegido obispo rea­ • La resurrección de los tres niños. • Como santo protector de los na­
lizó varios milagros, comoel salvamento de un vegantes vendría a sustituir a Po-
navio a punto de naufragar, o salvar de la sidón.
muerte a tres jóvenes condenados injustamen­
te, o la resurrección de tres niños ya descuarti­
zados y colocados en un saladero. Sus restos
fueron trasladados a Barí en el siglo xi.
PABLO Pertenecíaal grupo de los fariseos yestuvo im­ • La conversión. • Espada. • Suele ir en compañía de San Pe­
Antes llama­ plicado en la lapidación de S. Esteban*. Parti­ • Como apóstol: calvo, barba larga •Libro, por las dro*, los dos pilares de la Iglesia
do Saulo, ori­ cipó activamente en la persecución contra los y puntiaguda. Viste túnica verde cartas del Nuevo cristiana.
ginal de Tar­ cristianos. Camino haciaDamasco, se le apare­ y manto rojo. Testamento.
so, ciudadano ció Jesús en forma de luz dejándolo ciego • Tambiénjoven y con pelo y bar­
romano. («Saúl, Saúl, por qué me persigues»). Recupe­ ba negros, desde la Contrarrefor­
rado, se convirtió a la nueva fe. Considerado ma.
Hch, 7-9 y también apóstol, participó en laevangelización
sigs. de los gentiles de Asia Menor y otros lugares
junto con Bernabé. Es autor de la mayoría de
las epístolas del Nuevo Testamento. Murió de­
capitado por Nerón.
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PABLO Primero de los ermitaños egipcios que, tras • Ermitaño, anciano, cubierto sólo* • Calavera.
ERMITAÑO huir de la persecución de Decio, se retiróal de­ con hojas de palma entrelazadas. •Pan.
(S. III) sierto. Allí fue alimentado diariamente por un • Cuervo.
cuervoque le traía unahogaza de pan. Antes de
su muerte fue visitado por Antonio Abad*.
ROQUE Noble provenzal que donó sus bienes yperegri­ • Como peregrino (capa, esclavina, •Herida enlapier­ • Es evidente el carácter antipestí­
(1295-1327) nó por Italia, azotada por la peste. El santo cu­ sombrero de ala ancha, concha, na derecha. fero del santo, muy venerado por
raba a los enfermos sólo con hacer la señal de etc.). • Perro con pan en tanto entodaEuropa, donde se le­
la cruz. En Plasencia sanó a todos los enfermos la boca. vantaniglesias ensuhonor. Puede
de un hospital, pero él mismo enfermó a causa aparecer con San Sebastián*.
de una herida de flecha en la pierna derecha.
Para evitar contagiar alagente, se intemóen un
bosque, donde un perro le llevaba una hogaza
de pan cada día. Murió después en Francia, pi­
diendo a Dios que liberara de la peste a todo
aquel que invocara su nombre.
SEBASTIÁN Ingresa en el ejército para ayudar a sus compa­ • Joven, semidesnudo, atado a un • Las flechas. • Asociado con Apolo, no sólo por
(s. III) ñeros cristianos. Diocleciano, ignorándolo, le árbol y lleno de flechas, y con el su belleza corporal, sino por el
asciende a capitán de los pretorianos. Durante rostro implorante hacia el cielo. simbolismo de las flechas, que se
la persecución, el mismo Papa se refugia en el asocian a la peste. Apolo mismo
palaciodel emperador, donde está Sebastián, al tenía lafacultaddeextenderla con
que concede el título de «defensor de lafe». Se sus flechas. Por esoSan Sebastián
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SEBASTIÁN enfrenta con Diocleciano reprochándole las es invocado contra la peste, y
(continúa) persecuciones. El emperador le entrega a los puede aparecer en asociación con
arqueros, que lo desnudan y lo acribillan a fle­ San Roque* en retablos o repre­
chas. Santa Irene le cura de sus heridas. Se­ sentaciones antipestíferas.
bastiánsepresentadenuevoanteel emperador, • Puede aparecer con Santa C ata­
y en el anfiteatro es muerto a palos. Su cuerpo lina* en su advocación de atleta
fue arrojado a un vertedero, pero se quedó en­ de Cristo y defensor de la fe.
ganchado en un garfio. Seaparecióesa noche a
Lucina diciéndole dónde se hallaba su cuerpo.
Lucina le enterró en las catacumbas, a los pies
de los sepulcros de Pedro* y Pablo*.
SIMÓN Según los evangelios sinópticos, Simón de Ci- • Ayudando a sostener la cruz a Je­ •Cruz. • La tradición convierte este episo­
CIRENEO rene, es decir, del norte de África, es la perso­ sús, caídoenel caminoal Calvario. dio en la 5aestación del Vía Cru-
Mt 27,32; Le naque ayudaaJesús durante el Caminoal Cal­ cis, después de su tercera caída.
23,26 vario a llevar la cruz.
ÚRSULA y Era hija del rey de Bretaña. Por su hermosura, • Acompañada de las once mil vír­ • Una flecha en la
las once mil fue requeridaen matrimonio por el rey de Ingla­ genes y en su martirio. mano.
vírgenes terra. Ella pidió, antes de casarse, poder recorrer
(s. ni) el mundodurantetres añoscondiezdamas y mil
asistentas para cada una. Cuando llegaron a Co­
lonia los hunos las mataron a todas. AÚrsula le
atravesaron el corazón con una flecha.
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VERÓNICA Segúnlatradición, es lamujer queenjugóconun • Mostrando el paño con la «Santa • El paño. • «Vera-oikon»=Imagenverdadera.
pañolacaradeCristoduranteel Vía Crucis, que­ Faz». • «Pherénikos»o«Phereniké»=Triun­
dándose la improntade su rostro grabadaen él. fadora ygloriosarespectivamente.
• Seidentificaconlahemorroísacura­
daporJesús(M i 9,20; Nicodemo 7).
VICENTE Diácono del obispo Valerio de Tarragona, fue­ • Ciclo de su vida. •Diácono, joven •Como diácono, puede aparecer
(S. III) ron los dos arrestados y conducidos ante el pre­ ° Como mártir. imberbe. emparejado con San Lorenzo*.
tor. Mientras el obispo fue desterrado, San Vi­ • Palma.
cente fue sometido a diversos tormentos: • Cruz en aspa.
azotado en la cruz, quemado en una parrilla y •Soga al cuello
lacerado con rastrillos de hierro. Todavía vivo, atada a una rue­
fue encarcelado y allí se transfiguró. Los car­ da de molino.
celeros, al ver el prodigio, seconvirtieron. Pen­
sando las autoridades que estaban vencidos,
decidieron curarlo de sus heridas para conti­
nuar después con nuevas torturas, pero el san­
to murió. Quisieron entonces deshacerse de su
cuerpo abandonándolo paraque se locomieran
las rapiñas, pero fue protegido por unos ánge­
les. Luego le ataron «un enorme bloque de pie­
dra» al cuello y lo arrojaron al mar. Pero las
olas lo devolvieron a la playa, donde recibió
por fin cristiana sepultura.
5. PADRES DE LA IGLESIA
5.1. GRIEGA
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ATANASIO Natural deAlejandría fue ordenado obispo de su • ComodoctordelaIglesia, conhábi­ • Libro abierto. • Como en el caso de los padres de
(295-373) ciudad. Luchócontralaherejíaamanaenel Conci­ tode obispo: capa, mitraybáculo. • Maquetadeiglesia. la Iglesia de Occidente, los atri­
liodeNicea(325), defendiendoel dogmadelacon- • Pluma. butos comunes hacen difícil su
sustancialidad. Entre sus obras hayque destacar el identificación, aunque normal­
Discurso contra los arríanos y la Vida de San An­ mente a sus representaciones sue­
tonio, al quellegóaconocerenel desiertodeTebas. le acompañar su nombre.
BASILIO Obispo de Cesárea de Capadocia. Participó • ComodoctordelaIglesia, conhábi­ • Libro abierto
(330-379) tambiénenel Concilio de Niceacontrael arria- todeobispo: capa, mitraybáculo. • Maquetadeiglesia.
nismo. Se le considera el padre del monaquis­ • Ofreciendo un plato de comida a • Pluma.
ino oriental. los pobres.
GREGORIO Ordenadopor San Basilio* obispode Constanti- • ComodoctordelaIglesia, conhábi­ • Libro abierto • Pocorepresentado enel arte occi­
NACIANCENO nopla. Destacótambiénen su luchayconversión todeobispo: capa, mitraybáculo. • Maquetadeiglesia dental.
(330-390) delos arríanos. Escritordeimportantessermones. • Pluma.
JUAN Monje, buen orador yermitaño, fue elegido Pa­ • ComodoctordelaIglesia, conhábi­ • Libro abierto. • Su elocuencia le valió el sobre­
CRISÓSTOMO triarca de Constantinopla. Enfrentado con la todeobispo: capa, mitraybáculo. • Maquetadeiglesia nombre de «Crisóstomo», es de­
(344407) emperatriz Eudoxia, fue depuesto y admitido • Pluma cir, «boca de oro».
en varias ocasiones. •Colmena (oratoria
tan dulce como la
miel).
5.2. LATINA
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AGUSTÍN CatedráticoderetóricaenMilán. Impresionado • Como doctor de la Iglesia. • Libro. • Los padres de la Iglesia suelen
(354430) por los sermones de S. A mbrosio*, se hizo • Pluma. aparecer los cuatrojuntos, o bien
bautizar por él. ElegidoobispodeHipona, com­ • Maqueta de igle­ en combinación con los padres de
batió las herejías de maniqueos y donatistas. sia. la Iglesiagriega, manteniendopor
Murió durante el asedio de los vándalos a Hi­ • Concha. reglageneral el númerode cuatro.
pona. Sus obras más importantes son las Con­ • Corazón en lla­ • El atributo del corazón en llamas
fesio nes y La Ciudad de Dios. Un día, pasean­ mas. es frecuente en otros santos, y
do por la playa, se encontró con un niño que hace alusión siempre a la intensi­
pretendía meter el mar en un hoyo con ayuda dad de su amor por Dios.
de una concha. El santo le dijo que aquello era
imposible, y el niño replicó que era menos di­
fícil que encerrar el Misterio de la Trinidad en
un razonamiento humano.
AMBROSIO Gobernador de Liguria con residencia en Mi­ • Recriminando al emperador Teo­ • Libro abierto • El atributode lacolmenaposible­
(340-397) lán. Ordenado obispo de la ciudad, sustituyó al dosio. • Maqueta de igle­ mente haga alusión a su nombre,
anterior obispo amano. Se enfrentó al empera­ • Como doctor de la Iglesia. sia (contribu­ pues la «ambrosía» era el néctar
dor Teodosio por la matanza de Tesalónica, ción a la «cons­ que daba la inmortalidad.
obligándole a hacer penitencia. Elaboró ladoc­ trucción» de la
trina de las obligaciones cristianas D e officiis Iglesia).
ministrorum. • Pluma.
®Colmena.
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JERÓNIMO Se convirtió al cristianismo durante una estan­ • En su estudio. • León. • Santo vinculado a lo divino, des­
(347-420) ciaenAntioquía, y se retiró al desierto para de­ • Penitente en el desierto, golpeán­ • Piedra (rigor de de la Contrarreforma el ángel
dicarse al estudio de la Biblia, que posterior­ dose el pecho con una piedra y, la penitencia). anuncia la muerte piadosa como
mente tradujo al latín (Vulgata). Estuvo un desde el Barroco, sorprendido • Pergaminos o li­ único camino para unirse a Dios.
total de cuatro años en el desierto golpeándose por el «Angel de la trompeta, por bros en hebreo.
el pecho para alejar de su cuerpo y de su men­ lacontinua memoria de la muerte •Manto rojo de
te toda tentación. Luego vivió en Belén, donde y del Juicio Final». cardenal.
en una ocasión entró en el monasterio un león
con una pata herida que el santo le curó.
GREGORIO Primero monje y luego Papa en el 590, fue el • Como doctor de la Iglesia con su • Libro abierto. • El tema de la misa de San Grego­
MAGNO impulsor de varias reformas políticas y admi­ atuendo papal: capa, báculo, tiara •Maqueta de igle­ rio fue muy representado en el
(540-604) nistrativas en el Vaticano. Consiguióla conver­ cónica de tres coronas. sia. gótico comomediode contrarres­
sión al catolicismo de la corte lombarda de Ita­ • La misa de San Gregorio, con la • Pluma. tar las herejías que negaban el
lia, así como de visigodos y anglosajones. En aparición del «Cristo varón de • Paloma sobre el dogma de la transubstanciación
una ocasión en que estaba celebrando misa, dolores». hombro (inspira­ (ver Última Cena).
uno de sus fieles se echó a reír durante la con­ ción).
sagración. En ese momento se apareció en la
hostia la imagen de Jesús, o él mismo con las
heridas y los atributos de la Pasión.
6. ÓRDENES RELIGIOSAS: FUNDADORES, REFORMADORES, ETC.
6.1. MEDIEVALES
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BENITO Funda en Montecasino la orden benedictina y • Hábito negro. • Paloma. • Es frecuente su representación en
DENURSIA crea la estructurade laorden monásticaocciden­ • Recibiendo la regla. • Báculo. compañía de San B ernardo*, o
(480-547) tal hastalareformadel Císter, basadaenel traba­ • Cuervo y pan. formando grupo con los impulso­
jo manual e intelectual de los monjes, obligados •Libro de laregla. res de otras órdenes monásticas.
aresidirenlos monasterios. Pasótresañosenuna
cuevaalimentadosóloconel panquelesubíacon
ayuda de una cuerda el religiosoRomán. En una
ocasión, para huir de las tentaciones del Diablo,
se desnudó y se lanzó a un zarzal. Su fama des­
pertóenvidias, y en dos ocasiones intentaron en­
venenarlo, primerocon una copaque se partióal
hacer la señal de lacruz, y luegocon un pan que
Benito dio a un cuervo para que se lo llevara le­
jos. Cuando se encontraba rezando vio cómo se
aparecía la bola del mundo y un haz de luz por
donde subíael almadel obispoGermán.
BERNARDO En 1112 ingresa en laorden del Císter (fundada • Aparición de la Virgen o el mila­ • Hábito blanco. • El milagro de la lactancia surge
DE por el abadRobertodeMolesme), y organiza en gro de la lactación. • Colmena. en España hacia el siglo xm. La
CLARAVAL «Clara vallis» una abadía. Intentan seguir la re­ • Abrazando a Cristo. • Mitra episcopal o leche divina es la fuente de su
(1090-1153) gla de San Benito* en todo su rigor. En suju- báculoenel suelo. elocuencia.
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BERNARDO ventud venció al Diablo en varias ocasiones •Demonio enca­
DE (tentaciones, íncubo, exorcismo, etc.). Rechazó denado.
CLARAVAL ladignidadepiscopal envarias ocasiones. Enre­
(continúa) compensa por sus escritos dedicados a la Vir­
gen, ésta seleapareciópremiándoleconlaleche
de su pecho. Estando un día meditando delante
de un crucifijo sobre la Pasión del Señor, se le
vinieronlas lágrimas alos ojos. Jesús sesoltóla
mano derecha y le abrazó consolándole.
BRUNO Oriundo de Colonia, fundó la Cartuja cerca de • El funeral de Diocres. • Hábito blanco. • Las siete estrellas de la visión de
(1035-1101) Grenoble en 1084. Se rigen por laregla de San •Con sus seis compañeros ante • Mitra a sus pies. San Hugo forman parte del bla­
Benito*, al que añaden el voto de silencio San Hugo. • Crucifijoconex­ són de la Cartuja.
perpetuo que sólo rompen cuando se reúnen • Recibiendo la regla, joven, calvo tremos de hojas, • Profesan una especial devoción a
para cantar en el coro. Incluso duermen y co­ y con hábito blanco. simboliza la ca­ la Virgen, pues se pusieron bajo
men por separado. San Bruno decidió abando­ • Penitente. ridad. su protección cuando San Bruno
nar el mundo cuando, asistiendo al funeral de • Ante Urbano H. • Cáliz con hostia. marchó a Roma acudiendo a la
Diocres, éste se levantó por tres veces procla­ • La Virgen de los Cartujos. llamada del Papa.
mando: «He sido juzgado por juicio justo de • Consideran a Ju a n Bautista* su
Dios». Con seis compañeros más se dirigió a patrón.
Grenoble, cumpliendo así el sueño de San • Carece de representaciones hasta
H ugo, su obispo, que vio siete estrellas guian­ el siglo xvn.
do su marcha hasta el monasterio. Fue llamado
por el papa U rbano II, que le ofreció el arzo-
Episodios m ás im portantes Representaciones m ás frecuentes A tributos Vinculaciones y otros significados
BRUNO bispado de Reggio, pero lo rechazó. En 1515 **
(continúa) fue encontrado su cuerpo incorrupto. Canoni­
zado en 1623.
FRANCISCO De familia acomodada, decidió renunciar al pa­ • Joven con pequeña barba puntia­ • Viste hábito par­ • Las fuentes para la vida de San
DEASÍS trimonio familiar para dedicarse a predicar el guda. do con nudos y Franciscosonmuydiversas. Ade­
(1181-1226) evangelio entre las gentes, rescatando así el pri­ • La renuncia a la herencia. capucha puntia­ más de la Leyenda D orada de
mitivoespíritucristiano. Formalaordenrninori- • Predicación a los pájaros. guda. Santiago de la Vorágine, son im­
ta o Franciscana, exigiendo a sus fieles la po­ • El milagro de las rosas en Por- portantes las escritas por San
breza y la caridad como máximos valores. Se ciúncula. B uenaventura*, de donde se ob­
cuentaquedevolvió a supadrehasta laropaque • Imposición de los estigmas en el tiene el episodio del ángel que va
llevabayquecubriósudesnudezcontansóloun monte Alvemia. a reconfortar con su música a un
saco. En una ocasión, rezando, sufrió las tenta­ • Confortado por el ángel. enfermo San Francisco; y la H is­
ciones del demonio, y parahuir de ellas selanzó • En éxtasis, o la momia del santo. toria Seráfica de Salvador Vítale
a una zarza cercana que al instante se convirtió (s. xvn), de donde procede la vi­
en un rosal. LaVirgen se le apareció prometién­ sión de un ángel mostrándole un
doleindulgenciaplenariapara aquel que visitara objetode cristal llenode agua, in­
el lugarel díadelaliberacióndeSan Pedro*. En dicandoque el almade quien qui­
1224se le aparecióun serafíncrucificadoque le siera ser sacerdote debía ser
impuso en su cuerpo las llagas de la Pasión y como ella.
murió a los pocos años. Su cuerpo fue hallado • Es patrón de Italia.
por el papa Nicolás enAsís, en estado de eterna
contemplación, con las manos enfundadas en su
hábito, los ojos abiertos yel rostro hacia lo alto.
Episodios m ás im portantes Representaciones m ás frecuentes A tributos Vinculaciones y otros significados
ANTONIO En una ocasión, mientras rezaba, fue al altar y • Hábito de franciscano, tomando •Lirio. • Otra versión aseguraba que la vi­
DEPADUA pidió a la Virgen que le permitiese abrazar al al niño de los brazos de laVirgen. sión se produjo leyendo, por lo
(1195-1231) niño. La Virgen se le apareció poniéndole el • Abrazado al niño, que se apoya que el niño sale del libro y se
niño en sus brazos. en un libro. apoya en él.
ISABELDE Hija deAndrés II de Hungría, ala muerte de su • Curando a los enfermos pobres.
HUNGRÍA esposo ingresó en la Orden Tercera de San
(1207-1231) Francisco*, para laicos que querían imitar la
vida del santo, dedicándose a obras de caridad.
BUENA­ Místico italiano cuyo verdadero nombre era • San Buenaventura en el Concilio •Vestido de car­ • Puede aparecerjunto a Tomás de
VENTURA Giovanni Fidanza. Elegido general de la orden de Lyon. denal. Aquino*.
(1221-1274) franciscanaen 1257, fue luego obispodeAlba- • Exposición del cuerpo del santo. • Custodia.
no. Consideraba el conocimiento como un pro­
ceso de elevación de la mente hacia Dios, por
loque fue proclamado doctor seráfico en 1587.
Siendo arzobispo de Lyon actuóde intermedia­
rio ante los enviados de Miguel VII Paleólogo
para acabar con el cisma de Oriente en el se­
gundo Concilio que allí se celebró.
DIEGODE Nacido en Sevilla, era confesor franciscano. • Muyjoven, conhábito de francis­ • Rosas.
ALCALÁ Fue enviado a las Canarias y llegó a fundar un cano. • Cruz sin imagen.
(1400-1463) convento en Fuerteventura. Pasó algún tiempo • El milagro de las rosas.
después a Roma, donde sanaba a los enfermos • Levitando ante la cruz.
Episodios m ás im portantes Representaciones m ás frecuentes A tributos Vinculaciones y otros significados
DIEGODE de peste utilizandoel aceite de una lámpara. El • Milagro del niño caído en el hor­
ALCALÁ alimento que sacaba del convento para los po­ no.
(continúa) bres se convertía en rosas ante la vigilancia de • Curación de un ciego.
sus hermanos. Sus últimos años los pasóenAl­
calá de Henares, donde fue enterrado. Fue ca­
nonizado en 1588 a instancias de Felipe II, que
atribuíaa laintercesióndel santolacuraciónde
su hijo Carlos tras una caída.
DOMINGO Fundador de la Orden de los Predicadores o • Hábito blanco con capa negra. •Estrella en la • Se suele representar junto a San
DE Dominicos. Participóenlapersecucióndelahe­ • Penitente. frente o encima Francisco* por la reforma que
GUZMÁN rejía albingense. El papa Honorio III les confía • Ciclo de su vida. de la cabeza. ambos emprendieron de la Igle­
(1170-1221) el Santo Oficio de la Inquisición. Un día redac­ • Libro. sia.
tó un escrito refutando las herejías. Estos, los • Lirio de la casti­ • En el s. xv se le atribuye la in­
herejes, decidieron someter el libro a la prueba dad. vención del Rosario debido a una
del friegoarrojándolo a las llamas; si se quema­ •Báculo abacial aparición de la Virgen.
ba, seguirían con sus ideas; si no, se converti­ (crucifero).
rían. Al arrojarlo, el libro levitó sobre la hogue­ • Perro(domini ca-
ra sin quemarse. nis) royendo un
hueso (herejías)
o llevando un
leño encendido
(iluminando la
verdad).
Episodios m ás im portantes Representaciones m ás frecuentes A tributos Vinculaciones y otros significados
PEDRO Dominico e inquisidor asesinado por los mani- • Viste el hábito blanco y la capa •Hacha clavadaen
MÁRTIR queos. Después de hundirle un hacha en la ca­ negra de los dominicos. la cabeza y cu­
( ?-1252) beza, le atravesaron la espalda con una espada • En oración. chillo en el pe­
mientras el santo, con su propia sangre, escri­ • En su martirio y como mártir. cho.
bía el credo en el suelo. • Palma.
TOMÁS DE Filósofoyteólogoitaliano, fuediscípulodeSanAl­ • Con hábito de dominico. • Paloma inspirán­ • Es frecuente asociarle en retablos
AQUINO bertoMagno. SuobramásimportanteeslaSumma • La tentación de Santo Tomás. dole sus escritos. oesculturas con los demás miem­
(1225-1274) Theologica en laqueintentaarmonizar razónyfe. • Enoración yconversación ante el • Pluma. bros de su orden, o con otros in­
Canonizadoen 1323ydeclarado«doctorangélico» crucifijo. • Un sol o estrella signes doctores de la Iglesia.
en 1567. Ingresó a los 14años en la orden de los • Apariciónde SanPedroySan Pa­ sobre el pecho. • Es patrón de todas las escuelas.
predicadores. Sufamilia, paraapartarledesuvoca­ blo.
ción, le secuestró y mantuvo encerrado dos años. • En apoteosis.
Intentaroninclusotentarle introduciendounapros­
tituta en suhabitación, que él ahuyentó utilizando
un leño encendido. Dios le concedió entonces el
donde lacastidaddepor vida. Tambiénfue inspi­
radopor Diosenlacomposicióndesuslibrosatra­
vésdelos apóstoles Pedro* yPablo*, queconver­
sabanconél ensuestudio.
VICENTE Nacido en Valencia, fue defensor de la sede • Con hábito de dominico y en ac­ • Libro.
FERRER apostólica de Aviñón. Cuando Pedro Luna titud de predicar. • Lirio.
(1350-1419) fue elegido Papa con el nombre de Bene-
Episodios m ás im portantes Representaciones m ás frecuentes A tributos Vinculaciones y otros significados
VICENTE dicto XIII, Vicente fue reclamado como
FERRER confesor papal. Estuvo también en el Com­
(continúa) promiso de Caspe contribuyendo en la elec­
ción de Fernando de Antequera como rey
de Aragón. Predicó por toda Europa segui­
do de una gran muchedumbre y viviendo de
la caridad. Sus encendidos sermones arras­
traban a las masas a la conversión y a la pe­
nitencia.
PEDRO Nacido en Francia, se trasladó a Barcelona, • Salida para Barcelona. • Hábitoblancode •La tardía canonización de este
NOLASCO donde se instaló como mercader, dedicando • Aparición de la Virgen. la orden con el santo (1628) explica que las re­
( ? -1249) parte de su dinero al rescate de los cautivos • Visión de la Jerusalén celeste. escudo de Ara­ presentaciones alusivas a su vida
cristianos. Ya de niño, el santo repartía li­ • Aparición de San Pedro. gón sobre el pe­ se retrasen hasta el Barroco. El
mosna a la puerta de su casa. Tuvo una vi­ cho. ciclo más completo sobre su vida
sión en la que la Virgen le pedía que fundara •Cadenas rotas, fue el que pintó Zurbarán (22
una orden en su honor para ayudar a los cau­ alusiónalos cau­ cuadros) para la Merced Calzada
tivos de los moros. La orden de Nuestra tivos liberados. de Sevilla.
Señora de la Merced Calzada se fundó en •Cruz de doble
1218, respaldada por Jaime I, rigiéndose por travesaño.
la regla de San A gustín*. Un voto especial • Olivo (paz) alu­
les obligaba a entregarse como presos en sivoaunavisión.
caso de necesidad para salvar a los cristianos
cautivos.
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RAMÓN El sobrenombre se debe a la creencia de que • Como mártir, aunque en realidad • Hábito de la or­
NONATO nacióde su madre ya difunta. Realizó misiones no lo fue. den mercedaria.
(1200-1240) enArgel, donde sufrió tormento. Entre ellos, le •Candado en la
pusieron un candado en la boca porque no de­ boca.
jaba de predicar. Murió camino de Roma antes
de ser ordenado cardenal. La última comunión
la recibió de manos de un ángel.
6.2. MODERNAS
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IGNACIO De noble familia guipuzcoana, a la muerte de • La visión de San Ignacio. • Corazónenllamas. • La tipologíafísica de San Ignacio
DE su padre pasó al servicio del Duque de Nájera • Pablo III confirmando la Compa­ Alusión siempre a fue establecida por Alonso Sán­
LOYOLA y fue herido en la defensa de Navarra contra ñía de Jesús. la fogosidad o al chez Coello a partir de su masca­
(1491-1556) los franceses. La lectura de libros sagrados du­ •Milagros (curación del leproso, ardor de su amor rilla mortuoria. El retrato fue un
rante su convalecencia le llevó a dedicarse a la del ciego y expulsión de los de­ por Dios. encargo del padre Pedro de Riba-
vida religiosa. Ordenado sacerdote en 1538, monios). •Siglas de lacom­ deneira, autor de Vida de San Ig­
fundó la Compañía de Jesús, que fue aproba­ • La apoteosis de San Ignacio. pañía IHS lan­ nacio de Loyola (1633), quien lo
da por Pablo III. Su lema es «combatir por zando rayos. describe así: «Fuede estaturame­
Dios bajo la bandera de la Cruz, y servir úni­ •0 también las diana, terna el rostro autorizado,
camente al Señor y al Papa, su vicarioen latie­ siglas AMDG: la frente ancha y sin arrugas; los
rra», añadiendo así a los tres votos tradiciona­ A d M aiorem D ei ojos hundidos, [...] la nariz alta y
les uno de obediencia al Pontífice. Impulsa Gloriam. combada [...] con la calvade muy
misiones enAmérica yfunda colegios por todo venerado aspecto».
el mundo. En una ocasión, yendo a Roma, se • La orden contribuyó a difundir la
puso a rezar en las ruinas de un templo y tuvo Contrarreforma católica fundan­
la visión de la Trinidad, en la que Jesús le dijo: do escuelas e iglesias por todo el
«Yo os seré en Roma propicio y favorable». mundo.
Canonizado en 1622.
FRANCISCO NacidoenNavarra, enel castillode SanJavier, • Bautizando a indígenas. • Cangrejo. • Se representajunto aotros miem­
JAVIER enseñó Filosofía en París y allí conoció a San •Cruz. bros de la orden.
(1506-1552) Ignacio de Loyola*, con quien fundó la Com- • Llamas saliendo
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FRANCISCO pañía de Jesús. Viajó y predicó por Extremo de su corazón,
JAVIER Oriente organizando las primeras comunidades por lo que a me­
(continúa) en la India. Un cangrejo le devolvió el crucifi­ nudoestá abrién­
jo que se le había caído al mar. Fue canoniza­ dose la sotana.
do en 1622.
FRANCISCO Duque de Gandía y virrey de Cataluña, casado • Vestido como cardenal y rezando • Calavera corona­
DEBORJA con Leonor de Castro. Al morir la esposa del frente a un ostensorio. da.
(1510-1572) emperador Carlos V, doña Isabel de Portugal,
se le encargó conducir su cuerpo de Toledo a
Granada, y al contemplar su cadáver entriste­
ció de tal manera que decidió abandonar la
vida cortesana ingresando en la Compañía de
Jesús al enviudar, llegando a ostentar el cargo
de Tercer General.
JUAN Nacido en Portugal, pasó mucho tiempo lu­ • Imposición de la corona. • Corona de espi­ • Patrón de los enfermos.
DEDIOS chandocontra los turcos y asistiendo a los cris­ • Asistiendo a un enfermo. nas.
(1495-1550) tianos de África que padecían bajo su dominio. • Granada con una
En 1537 funda en Granada un hospital y laOr­ cruz.
den Hospitalaria, oHermanos de la Caridad,
para asistir a los pobres y curar a los enfermos.
Cuando rezaba ante una representación del Cal­
vario, San Juan* y la Virgen, saliendo del
Episodios más im portantes Representaciones m ás frecuentes A tributos Vinculaciones y otros significados
JUAN cuadro, le impusieron lacorona de espinas en la
DEDIOS cabeza diciendo: «Juan, por estas espinas y por
(continúa) tus sufrimientos te has hecho merecedor de la
corona que mi hijo tereserva en el cielo».
FRANCISCO Nacido en Italia, ingresó en la orden de los • Con el hábito de franciscano y • Bastón.
DEPAULA franciscanos y fundó la Orden de los Padres como ermitaño, con larga barba y ° Letreros con la
(1416-1507) Mínimos, observando además de los tres votos bastón en forma de T. leyenda «Chan­
tradicionales de castidad, pobreza y obedien­ tas» o «Humili-
cia, un cuarto de ayuno y la obligación de dor­ tas».
mir con el hábito.
TERESA Perteneciente a la orden de los carmelitas, es­ • Escribiendo o en estado de con­ • Pluma. • Puede aparecer en compañía del
DEJESÚS tuvo entre 1535 y 1562 en el Monasterio de la templación. •Paloma, hacien­ otro carmelita y místico español,
(1515-1582) Encamación, extramuros de Avila, como prio­ • La transverberación o el éxtasis. doreferenciaa lo San Ju a n de la Cruz*.
ra. Decidida a reformar la orden, fundó el pri­ alto de su inspi­
mer convento en 1562. Contraria a la ortodo­ ración.
xia dominante, insistía en la igualdad y
pobreza absolutas, teniendo como medio de
vida únicamente la caridad. Autora de nume­
rosas obras donde relata sus experiencias mís­
ticas (Castillo interior, Libro de la vida...).
Considerada doctora de la Iglesia. En el capí­
tulo 29 del libro de su vida describe la visión
Episodios m ás im portantes Representaciones m ás frecuentes A tributos Vinculaciones y otros significados
TERESA de un ángel que le clava dardos de oro en el
DEJESÚS corazón dejándola «abrasada en amor grande
(continúa) de Dios».
JUANDE Con Santa Teresa de Ávila* reformó la orden • Hábito blanco abierto por el cen­ •Cruz, alusivaa la
LACRUZ de los carmelitas. Autor de varias obras de poe­ tro hasta el pecho, con capucha. visión y a los su­
(1542-1591) sía mística, fue canonizado en 1726. En 1588, • En éxtasis ante el cuadro o ante frimientos.
estando en un convento de Segovia, vio un una cruz.
cuadro de Cristo con la cruz a cuestas y se sin­
tió inmediatamente transportado en éxtasis. Je­
sús le concedió un deseo, pero el santo sólo pi­
dió sufrimiento.
JOSÉ DE Nacido en Huesca, fundó la Congregación de • Lleva sotana negra de sacerdote. •Mitra episcopal y
CALASANZ Clérigos Regulares de las Escuelas Pías, E s­ • En compañía de niños. capelo cardenali­
(1556-1648) colapios, en 1597, para la educación de niños • La última comunión de San José cio en el suelo.
pobres. Estando en Roma, contando ya los 91 de Calasanz. • Estandarteconlas
años ygravemente enfermo, pidiórecibir laco­ siglas MP OY,
munión en la iglesia de San Pantaleón. «MadredeDios».
FELIPE Hijo de un notario de Florencia, marchó a • Anciano y con barba. • Bastón.
NERI Roma para vivir de la caridad después de una • Aparición de la Virgen a San Fe­ • Rosario.
(1515-1595) aparición de la Virgen. Ordenado sacerdote, lipe Neri. •Corazón en lla­
funda la Congregación d el Oratorio para sa­ mas.
cerdotes no pertenecientes a ninguna orden re- •Emblema de la
Episodios m ás im portantes R epresentaciones m ás frecuentes A tributos Vinculaciones y otros significados
FELIPE ligiosaque quisieran llevar una vida de caridad congregación:
NERI y penitencia. Considerado el «apóstol de un corazón ro­
(continúa) Roma», fue canonizado en 1622. deado de lirios o
rosas, atributos
de la Virgen.
FRANCISCO Obispo de Ginebra, fundó en 1610 la Congre­ • Calvo y barbado. • Corazón rodeado
DESALES gación de Hijas de la Visitación. de una corona de
(1567-1622) espinas o en lla­
mas.
7. JERARQUÍA ANGÉLICA
1.a JERARQUÍA: Están en contacto directo con Dios.
Funciones Representación Referencias bíblicas
SERAFINES «Ardientes», por el inmenso amor que sien­ • Seis alas repletas de ojos, símbolos de sa­ Isaías 6,2.
ten hacia Dios. Ejecutores de castigos divi­ biduría.
nos mediante el fuego, que utilizan también
como elemento purificador.
QUERUBINES Destacan por su inteligencia. • La imagen bíblica es parecida a las esfin­ Ex 25, 18-22; 1R 6,23-29; 15 4,34; Jal
ges aladas, sede de Dios. 18,11; 80,2; 99,1.
• Más tarde, cabezas infantiles con alas.
TRONOS Ángeles que disfrutan de la cercanía de • Se caracterizan por su luminosidad y su Colosenses 1,16.
Dios. Le ayudana sostenerse yparececomo tensión hacia lo alto.
si descansaran en El.
2.a JERARQUÍA: Presiden y gobiernan las comunidades humanas.
DOMINACIONES Presiden y gobiernan a los espíritus angéli­ • Visten alba blanca y estola verde. Empu­ Estajerarquía aparece en Ef 1,20 y en Col
cos de la categoría inferior. ñan sello de Dios o cetro. 1,16, a menudo como posibles adversarios
espirituales, Rm8,38-39; Ef 6,12.
VIRTUDES Ejecutan lo que se les manda y están dota­ • Mujeres con distintos atributos que han va­
das de lafuerzanecesariapara hacerlo. Pue­ riadosegúnépocaylugar. El númerodesie­
den hacer milagros. tefuefijadoporSantoTomásdeAquino*.
POTESTADES Despejanel caminoa cualquier impedimento • Visten alba y llevan báculo crucifero.
que pudieraobstaculizar el trabajode las vir­ •Globo terráqueo con el anagrama de
tudes. Tienendominio sobre los demonios. Cristo.
3.a JERARQUÍA: Llevan a cabo misiones concretas y definidas, y llevan mensajes a los hombres.
Funciones R epresentación Referencias bíblicas
PRINCIPADOS Protegen una provincia determinada. • Visten alba y cinturón dorado. Estola ver­
de en vertical.
• Báculo crucifero.
• Globo terráqueo con «ICXC»
• (Pueden confundirse con las potestades.)
ARCÁNGELES Protegen a una colectividad de personas y • Ver apartado 3, Ángeles. La Biblia habla de «ángel» y no de «arcán­
llevan mensajes de gran importancia. gel». Sí mencionalaexistenciade siete(Tob
12,15), pero sólo nombra a tres, los únicos
cuyocultoadmitióel Concilio deTrentode­
jando fuera a U riel, Baraquiel, Jehudiel y
Seathiel.
ÁNGELES Custodian a una persona en particular y lle­ • Se les representa en edad infantil o juve­
van mensajes de menor importancia. nil, sin barba, de pelo dorado y rizado,
vestidos de blanco, rosa, azul, etc. (pure­
za). Son cantores y músicos.
8. VIRTUDES Y PECADOS
VIRTUDES R epresentación y atributos Correspondencia PECADOS Representaciones Anim ales representativos
FE • Cruz y cáliz. IDOLATRÍA • Mujer ciega arrodillada ante
• Venda en los ojos (s. xvn). HEREJÍA una estatua.
• Anciana desnuda con un libro
cerrado y serpientes.
ESPERANZA • Alada, orante, siendo corona­ DESESPERANZA • Suicida atravesándose con es­
da desde el cielo. pada o ahorcándose.
• Ancla. • Compás roto en el suelo: pér­
dida de la razón.
CARIDAD • Dando limosnas, amamantan­ AVARICIA • Juez aceptando sobornos. • Topo, buitre, cabra.
do. ENVIDIA • Avaro o anciana con su cofre.
•Llevando un corazón y una • Perros peleándose por un hue­ • Perro.
cornucopia (abundancia). so.
• Anciana con los pechos mor­
didos por serpientes.
FORTALEZA • Espada atravesando un demo­ COBARDÍA • Soldado huyendo. • Conejo.
nio. PEREZA • Personajes dormidos o mujer • Asno, tortuga.
• Atributos de Hércules, piel y de aspecto desaliñado.
maza.
VIRTUDES Representación y atributos Correspondencia PECADOS Representaciones Animales representativos
JUSTICIA • Espada y balanza. INJUSTICIA • Juez con espada, garfio y uñas
de rapaz.
• Mujer ciega. Balanza y Tablas
de la Ley en el suelo.
PRUDENCIA • Leyendo con cirio. LOCURA • Bufón.
• Bifronte con espejo y libro. IRA ° Mujer rasgándose las vestidu­ Oso, gallo, perro.
Considera el pasado y el futu­ ras.
ro. Conocimiento de sí mismo • Mujer con antorcha encendida
y sabiduría. o espada desnuda.
• Peleas callejeras.
TEMPLANZA • Escanciando una copa. LUJURIA • Pareja de amantes. • Mono, camero, sapo, serpiente.
• Con dos cántaros. • Mujer joven y desnuda.
• Espada envainada. GULA • Gordos comilones. • Cerdo.
• Freno y bridas. SOBERBIA • Dama recreándose ante el es­ • León, caballo, pavo real.
pejo que porta un demonio.
• Mujer a lomos de un caballo o
un león.
Índice de temas cristológicos y Marianos
Abrazo en la Puerta Dorada. Ver Nacimiento de María

Adoración de los Magos

La escena, sólo narrada en el Evangelio de San Mateo (M t


2, 1-12), ha sido frecuentemente representada como prueba del
reconocimiento del Mesías por otras naciones y, por tanto, de la
extensión a otros pueblos y naciones de la esperanza redentora.
El texto no precisa ni el número ni los nombres de los reyes que
vienen de Oriente, es más, el texto los llama M a g o s , esto es, as­
trólogos, que vienen a adorar al niño porque han visto s u e s tr e ­
lla. Una tradición medieval afirmaba que Jesús había nacido en
marzo, cuando se produjo una conjunción de Júpiter y Saturno
sobre el signo de Piscis. Los magos, sabedores de que la perso­
na que había nacido bajo su influencia era excepcional, fueron
en su busca y cuando la encontraron le ofrecieron o ro , símbolo
de la realeza (1 R e 10, 2); in c ie n s o , símbolo de la adoración di­
vina (L e v 2, 1-2; J n 8, 4); y m ir r a , símbolo del sufrimiento, uti­
lizada para ungir a los muertos (Le 23, 56). «Los magos, ofre­
ciendo al Señor estas tres cosas, proclamaron que en aquel niño
coexistían la regia potestad, la majestad divina y la naturaleza
humana corporal» (Santiago de la Vorágine, L e y e n d a D o r a d a ,
cap. 14). Los tres dones fueron inmediatamente asociados a tres
magos que, a su vez, se convirtieron en reyes por efecto del sal­
mo 72 que anuncia la llegada del rey prometido: «Los reyes de
Epifanía de Navasa. Museo de Jaca.

Tarsís y las islas traerán tributo. Los reyes de Sabá y de Seba


pagarán impuestos; todos los reyes se postrarán ante él, le ser­
virán todas las naciones» (S a l 72, 10-11). Los nombres de los
tres Reyes Magos los encontramos en el E v a n g e lio a r m e n io d e
¡a in fa n c ia (5, 10. s. vi): «Y los reyes de los magos eran tres
hermanos, M elkon, que reinaba sobre los persas; Baltasar, que
reinaba sobre los indios, y Gaspar, que tenía en posesión el
país de los árabes». Beda el Venerable (s. vin), al describir la
escena, afirmaba que Baltasar era de tez morena, por lo que los
tres Reyes Magos representarían las tres partes del mundo co­
nocidas y las tres razas humanas que venían a homenajear a
Cristo. Tradiciones judías y árabes decían que Dios había en­
viado a un ángel a la tierra a recoger el polvo necesario para
crear al hombre (h u m a n o viene de «humus», tierra), y que ésta
le dio polvo blanco, negro y cobrizo, origen de las distintas ra­
zas de la humanidad'. En los frescos románicos de Santa María
de Tahull (Museo de Arte de Cataluña) y en la E p ifa n ía de Na­
vasa (Museo Diocesano de Jaca) se representan a los tres reyes
con sus nombres, personificando las tres edades de la vida, ju­
ventud, madurez y ancianidad. En el fresco de Jaca, Baltasar es1

1 Graves, R. y Patai, R.: Los mitos hebreos, Alianza Editorial, M adrid, 1986,
pág. 58.
D u re ro . A d o ra c ió n d e los M agos.

el más joven, como quería también la descripción de Beda. Esta


idea pervivirá en la iconografía religiosa hasta el siglo xv (Lo­
renzo Monaco, Gentile da Fabriano, Botticelli, Ghirlandaio,
etc.), incluso hasta el xvi (Rafael, R e ta b lo d e O ddi, 1503, Vati­
cano; Correggio, A d o ra c ió n d e los M a g o s, 1513, Galería Brera,
Milán), cuando ya se ha convertido a Baltasar en un rey negro,
aunque siguen siendo apreciables las diferencias de edad, y
Baltasar sigue siendo el más joven de los tres. Véase por ejem­
plo el T ríp tico d e la E p ifa n ía de Hans Memling (s. xv, Museo
del Prado, Madrid); o la A d o ra c ió n d e lo s M a g o s de Durero
(1504, Galería de los Uffizi, Florencia). La escena podría inter­
pretarse entonces como una variable más del simbolismo de Je­
sús Cronocrátor, es decir, Señor de las edades de la vida huma­
na12. La normal disposición de los reyes en la escena de la
Epifanía podría subrayar este sentido. El más anciano y barba­
do, Melchor, el pasado, aparece ya arrodillado; el maduro, Gas­
par, también con barba, el presente, se encuentra en medio; y el
más joven e imberbe, Baltasar, el futuro, está de pie esperando
su turno para acercarse a Jesús. En el E v a n g e lio d e l P seu d o
M a teo (16,1. s. vi) se lee: «Después de transcurridos dos años,

1 G u e r ra , M .: S im b o lo g ía rom ánica, F u n d a c ió n U n iv e rs ita ria E s p a ñ o la , M a ­


d r id , 1 9 9 3 , p á g s . 3 4 5 y ss.
vinieron a Jerusalén unos magos procedentes del Oriente, tra­
yendo consigo grandes dones». Jesús tiene entonces dos años,
y esa edad parece tener en las representaciones del tema, como
señala Aurelio de Santos en su notación del apócrifo: «los mo­
numentos suelen representar a Jesús como un niño crecidito ya
y sentado sobre las rodillas de su madre, no como un recién na­
cido envuelto entre pañales»3.
La escena de los magos y el detalle de la edad de Jesús están
relacionados con el tema de la Matanza de los Inocentes orde­
nada por Herodes el Grande. Los magos se presentan primero
ante el rey, recibiendo de él el encargo de regresar cuando hu­
biesen averiguado el paradero y la identidad del niño. Los ma­
gos, alertados por un ángel, se fueron por otro camino sin avi­
sarle. «Entonces Herodes, al ver que había sido burlado por los
magos, se enfureció terriblemente y envió a matar a todos los ni­
ños de Belén y de toda su comarca, de dos años para abajo, se­
gún el tiempo que había precisado por los magos» (M t 2, 16), es
decir, desde la aparición de la estrella que siguieron hasta Belén.

Adoración de los pastores

La escena, narrada únicamente en San Lucas (Le 2, 8-20), ha


sido también ampliamente representada. En el Barroco resulta­
ba un tema especialmente idóneo para acercar la religión al pue­
blo y recuperar así el espíritu del cristianismo primitivo: «No te­
máis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el
pueblo» (L e 2, 10). El naturalismo y el realismo del arte barro­
co eran vehículos más que apropiados para difundir ese nuevo
espíritu de la Iglesia después del Concilio de Tiento. Aunque allí
reafirmó su poder y su papel de mediadora entre Dios y los cre­
yentes, se impuso la labor de simplificar su culto y hacerlo más
asequible. La simplicidad, incluso la pobreza de unos pastores
de pies sucios arrodillados frente a lo sagrado, era una imagen
con la que cualquier creyente podía fácilmente identificarse,
como en la emotiva A d o r a c ió n d e lo s p a s to r e s de Murillo (1650,
Museo del Prado).

3 De S antos O tero: Los evangelios apócrifos, M adrid, B .A .C ., 1996,


pág. 208.
M u rillo . Adoración de los pastores.

Anunciación

El episodio se narra en San Lucas {L e 1,26-38) y representa al


ángel San Gabriel arrodillado frente a la Virgen. El ángel lleva el
cetro que le acredita como mensajero o el lirio blanco de la pure­
za. Este lirio puede aparecer en el centro de la estancia en un jarrón
(Simone Martini, L a A n u n c ia c ió n . 1333, Uffízi, Florencia). Male
cree que su presencia se debe a que la Anunciación se hizo en pri­
mavera, el mes de las flores4. En el P r o to e v a n g e lio d e S a n tia g o
(s. n), María se encuentra hilando la púrpura para el templo de Je-
rusalén cuando fue sorprendida por el ángel, y así se la representa
en algunas obras paleocristianas, como en los mosaicos de Santa
María la Mayor en Roma, o en la desaparecida iglesia de San Ser­
gio en Gaza (s. vi), según la descripción de Choricus5. Aunque la
tradición prefiere representarla leyendo o rezando en la Anun­
ciación, el cesto de hilado suele acompañarla como atributo. «Se
entregaba con asiduidad a las labores de la lana», se lee en el P se u -
d o M a te o 6, 1, (s.vi), y así la pintó Murillo en L a S a g r a d a F a m i-

' M a le , E .: El gótico. La iconografía de la Edad Media y sus fuentes, M a ­


d r id , E n c u e n tro , 1 9 8 6 , p á g . 2 6 5 .
5 Y a rz a , J o a q u ín y o tro s : Fuentes y documentos para la historia del arte,
Medieval I, B a r c e lo n a , G u s ta v o G ili, 198 2 , p á g . 134.
Fra Angélico. Anunciación.

lia d e l p a ja r ito (1650, Museo del Prado). En las composiciones gó­


ticas, de la boca o de la mano del ángel se desarrolla una filacteria
con las primeras palabras que le dirige: «Salve, María. Llena eres
de Gracia, el Señor está contigo». Le anuncia la concepción de Je­
sús por obra del Espíritu Santo, que aparece en forma de paloma
impulsada normalmente por las manos de Dios {A n u n c ia c ió n , Fra
Angélico, 1430, Museo del Prado). Tampoco faltan representacio­
nes en las que un bebé sustituye a la tradicional paloma en su ca­
mino hacia el vientre de María (Gil de Siloé, R e lie v e d e la A n u n ­
c ia c ió n en el Retablo de la Cartuja de Miraflores, Burgos). En las
representaciones del tema de Pedio Sena (Pinacoteca de Brera de
Milán) y de Lorenzo Veneciano (Galería de la Academia, Venecia),
detrás de la paloma del Espíritu Santo vuela también el citado bebé
hacia el vientre de María, aludiendo quizá a Anunciación y Encar­
nación, los dos momentos previos al nacimiento; o a las dos natu­
ralezas de Cristo, la divina y la humana. Este tipo de iconografía
era condenada en el siglo xvi, pues inducía a pensar que Cristo no
se hizo carne en María, sino que la trajo del cielo. En la A n u n ­
c ia c ió n de Roberl Campin (Metropolitan Museum, Nueva York) se
representa al niño llevando una cruz, en una clara alusión a la mi­
sión redentora de Jesús, que nace para salvar a la humanidad de la
caída producida por el pecado original. El mismo motivo llevó a
Roger Van Der Weyden a pintar un crucifijo en la pared de la ca­
lió
baña de su Adoración (Alte Pinakothek, Munich). De ahí también
la identificación tradicional de María como la nueva Eva: «Y cuan­
do José y Eva, nuestra primera madre, vieron aquello, se postraron
con la faz en tierra [...] diciendo: Bendito seas, [...] Dios de Israel,
que me habéis realizado hoy con vuestra venida la redención del
hombre; que me habéis rehabilitado de nuevo y levantado de mi
caída y que me habéis reintegrado a mi antigua dignidad» (Evan­
gelio armenio de la Infancia, 9, s. vi). Por eso es frecuente también
unir la Expulsión y la Anunciación en una sola representación,
como en la ya citada obra de Fra Angélico o en la Anunciación de
Giovanni di Paolo (1455, National Gallery, Washington).
Señalar por último que el Evangelio de San Lucas no le asig­
na a María ninguna edad concreta cuando recibe la anunciación
del ángel, pero el Protoevangelio de Santiago (cap. 12) afirma
que tenía dieciséis años, con lo que habría pasado dos en casa de
José desde sus D e s p o s o r io s , de creer las noticias que proporcio­
nan otros apócrifos.

Ascensión

Después de la R e s u r r e c c i ó n , y reunidos los once en un


monte de Galilea (Mí 28, 16), reciben de Jesús las últimas ins-

San Isidoro de León. Puerta del Perdón.


J u a n d e F la n d e s . A scen sió n .

trucciones antes de ser elevado al cielo. Esta Ascensión, que


aparece en los evangelios de Lucas (Le 24, 51) y de Marcos (Me­
ló, 19) y en Hechos (Hch 1, 9-11), marcaría el inicio del tiempo
de espera hasta su Segunda Venida o Parusía (Mt 24 y parale­
los), en la que tendrá lugar el Juicio Final y la instauración del
Reino de Dios (M t 25, 31 y sigs.). La falta de concreción de los
textos, que sólo dicen que fue eleva d o , o lle v a d o al cielo, ha
permitido cierto margen de imaginación, incluso de ironía a los
artistas que, como en el caso de L a P u e rta d e l P erd ó n (s. xn,
San Isidoro de León), son unos ángeles quienes ayudan a Jesús
a elevarse apoyándose en sus rodillas. Lo más frecuente es re­
presentar la nube de la que se habla en Hechos envolviendo
completamente a Cristo sin permitirle asomar más que la cabe­
za (R e lie v e d e la A sce n sió n , Santo Domingo de Silos), o los
pies (Juan de Flandes, A sc e n sió n , 1510, Museo del Prado). De
esta forma se retrata el fenómeno en movimiento, desapare­
ciendo Jesús de nuestra vista: «y una nube le ocultó a sus ojos.
Estando ellos mirando fijamente al cielo mientras se iba [...]»
(H ch 1, 9-10).

Asunción

Tomado de los apócrifos llamados asuncionistas, el tema


representa la ascensión a los cielos de María. En el occidente
cristiano vendría a sustituir a la representación de la D o rm i-
ció n o T rá n sito desde el siglo xv. Después de la Muerte de la
Virgen, los apóstoles depositaron su cuerpo en un sepulcro «y
permanecieron unánimemente junto a él tres días para guar­
darle. Mas, cuando fuimos a abrir la sepultura con intención
de venerar el precioso tabernáculo de la que es digna de toda
alabanza, encontramos solamente los lienzos, pues había
sido trasladado a la eterna heredad por Cristo Dios, que tomó
carne de ella» (L ib r o d e J u a n , a r z o b is p o d e T e sa ló n ic a , 14,
s. vil). Parecido es el relato que encontramos en el P se u d o
J u a n E v a n g e lis ta (48, s. iv). Las representaciones nos mues­
tran por tanto a los apóstoles rodeando un sepulcro vacío, pero
repleto de lirios, azucenas o rosas, atributos de María, y a ésta
siendo impulsada a los cielos por un torbellino de ángeles y
nubes, a menudo en actitud oratoria, o siendo ya Coronada
por Jesús. Como en la C o r o n a c ió n d e la V irgen de Rafael
(1502, Museos Vaticanos), que nos presenta entre los apósto­
les a Tomás, en el centro, enseñando el ceñidor que le ha ti­
rado la Virgen cuando ascendía a los cielos, según cuenta
el P se u d o J o s é d e A r im a te a en el capítulo 17: «Entonces el
Rafael. Coronación de la Virgen.
dichosísimo Tomás se sintió repentinamente transportado al
monte Olivete, y, al ver cómo el bienaventurado cuerpo se di­
rigía al cielo, empezó a gritar [...]. Y en el mismo momento le
fue arrojado desde lo alto al bienaventurado Tomás el cintu­
rón con que los apóstoles habían ceñido el cuerpo santísimo
de María».
A pesar de los abundantes testimonios de la tradición y el
arte, la Asunción de María a los cielos no fue declarado dog­
ma sino hasta mediados de este siglo por el papa Pío XII,
aunque la fiesta quedó ya fijada para el 15 de agosto en el si­
glo vi.

Bautismo

El Bautismo de Jesús realizado por Juan el Bautista es


una de las escenas más importantes y más representadas del
cristianismo. Es el rito por el que un nuevo miembro es
aceptado en la comunidad de creyentes. El agua del bautis­
mo purifica el alma y lava los pecados del recién incorpora­
do. «El agua absorbe el mal gracias al poder de asimilación
y desintegración de todas las formas»6. Así, por el bautismo,
el hombre viejo muere, como Cristo, y renace, como él, lim­
pio y purificado. «Fuimos, pues, con él sepultados por el
bautismo en la muerte, a fin de que, al igual que Cristo fue
resucitado de entre los muertos por medio de la gloria del
Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva» (Rm 6,
4). Bautismo y Eucaristía eran los dos únicos sacramentos
admitidos por Lutero por considerarlos de fuente estricta­
mente evangélica.
Son muchos y muy importantes los datos iconográficos
que nos transmiten los cuatro evangelios con pocas variantes.
En primer lugar la descripción del propio Juan: «Tenía Juan
su vestido hecho de pelos de camello, con un cinturón de cue­
ro a sus lomos, y su comida eran langostas y miel silvestre»
CMt 3, 4; Me 1, 6). Otro atributo más de su iconografía, el cor­
dero, lo aporta el Evangelio de San Juan con las primeras pa-

6 E lia d e , M .: T ratado d e h isto ria d e las religiones, M a d rid , C ris tia n d a d ,


1981, p á g . 206.
abras que pronuncia el Bautista al ver a Jesús: «He aquí al
Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo» (Jn 1, 29).
3ero sin duda lo más importante que transmite esta escena es
a idea de la Trinidad: la concepción de Jesús como Hijo de
Dios, el simbolismo de la paloma como su Espíritu y la pre­
sencia de Dios mismo, que con su voz hace recaer expresa­
mente sobre Jesús su elección mesiánica: «Bautizado Jesús,
salió luego del agua; y en esto se abrieron los cielos y vio al
espíritu de Dios que bajando en forma de paloma venía sobre
íl. Y una voz que salía de los cielos decía: Éste es mi hijo
amado, en quien me complazco» (Mt 3, 16-17). Aunque la es­
cena que describe Marcos es igual, son las palabras de Lucas
las que con mayor frecuencia se han representado. Lucas des­
cribe a Jesús postrado en oración en el río, y no fuera ya de él,
cuando del cielo abierto desciende la paloma del Espíritu San­
to y las palabras de Dios: «Tú eres mi hijo; yo hoy te he en­
gendrado» (Le 3, 22). En el Evangelio de Juan la aparición
sólo es visible para él, y Dios se dirige también únicamente a
él para hacerle saber quién bautizará con Espíritu Santo. Juan
presta a los demás su testimonio: «Y yo le he visto, y doy tes­
timonio de que éste es el Elegido de Dios» {Jn 1, 34). De esta
forma, se confunde e identifica la adopción divina, la elección
mesiánica en la persona de Jesús (Le 9, 35), con la filiación
«real» que sugiere él mismo {Jn 10, 28-38), y que servirá de
pretexto para acusarle de blasfemia y condenarle {Mt 26, 63-
66, y paralelos).

Beso de Judas. Ver Prendimiento

Bodas de Cana

Proviene la escena de San Juan {Jn 2, 1-12). Según el


evangelista, es la primera de las señales que realizó Jesús
como prueba de su mesianidad. Muy representada como sím­
bolo anunciatorio de la Eucaristía al convertir el agua en vino,
como convertirá después el vino en sangre. Paolo Veronés
hizo del tema un verdadero canto a la alegría y al buen vivir,
con un despliegue fastuoso de colorido propio de la escuela
V e ro n é s. B o d a s d e Cana.

veneciana del siglo xvi (B o d a s d e C ana, 1563, Museo del


Louvre, París).

Calvario

Llamamos Calvario a una imagen general de la Crucifixión,


cuya representación incluye a los dos ladrones crucificados a de­
recha e izquierda de Jesús, e incluso a otras secuencias del Vía
Crucis o de la Pasión, como el episodio de la Verónica, el Cire-
neo, el Espasmo de la Virgen, la lanzada de Longinos, etc. Con
este nombre suele llamarse incluso a la representación de Cristo
en la cruz con San Juan y María a los pies que suele coronar los
retablos, pudiéndose tratar de la Déesis o del Stabat Mater.
Male señala otro sentido para esta representación7. La Virgen, si­
tuada a la derecha de Cristo, representa a la Iglesia, mientras que
San Juan, situado a su izquierda, encarna la Sinagoga. Esta iden­
tificación se basa en el relato del hallazgo del sepulcro vacío que
hace el propio Juan. Magdalena corre hasta Pedro y Juan para
darles la noticia de la Resurrección, los dos corren pero, a pesar

7 M a le , E .: o p . c it., p á g . 2 1 7 .
de que Juan llega primero, no entra, cede el paso a Pedro, la
Iglesia (Jn 20, 1-10). Centrando el tema en los ladrones, ningu­
no de los cuatro evangelios precisa la forma en que fueron cru­
cificados, pero la tradición prefiere representarlos amarrados
con cuerdas a la cruz, generalmente rodeando con sus brazos por
detrás el travesaño, mientras que reserva los clavos para Jesús.
Tampoco nos dicen nada sobre sus nombres, que, según las A c ­
ta s de P ila to o también llamado E v a n g e lio d e N ico d e m o , son
Gestas y Dimas (9, 5, s. ii). En L u c a s 23, 39-43, se desarrolla
un breve diálogo entre los tres. El ladrón «malo» le conmina a
salvarse a sí mismo, y a ellos, si es verdad que es el Cristo. El
otro, Dimas, el «buen ladrón» crucificado a su derecha, se com­
padece de Jesús y le pide un sitio en su reino. En la D ec la ra c ió n
d e J o s é d e A rim a te a (3, 3-4) la oración de Dimas es bastante
más extensa: «Te conozco, ¡oh Jesucristo!, y sé que eres el hijo
de Dios; te estoy viendo como Cristo adorado por miríadas de
ángeles. Perdóname los pecados [...] no concedas al enemigo
poder para engullirme y hacerse heredero de mi alma, como lo
es de la de ese que está colgado a la izquierda; pues estoy vien­
do cómo el diablo recoge su alma, mientras sus carnes desapa­
recen». En el Museo de Navarra se conserva un capitel del
claustro románico de la Catedral de Pamplona (primera mitad
del siglo xn) que es una verdadera ilustración del texto anterior.
En él, un diablo acecha al buen ladrón, mientras éste reza consi­
guiendo juntar las manos a pesar de estar crucificado. Y de los
restos de los frescos que decoraron Santa María de Ceresola, si­
glo xiii, hoy en el Museo Diocesano de Jaca, se ve a un ángel
que desciende del cielo y se lleva el alma que sale de su boca.
Así, los ángeles en tomo a Dimas y los diablos en torno a Gestas
serán una constante en la iconografía del tema hasta el siglo xv,
como símbolo de la disputa entre el bien y el mal en el mundo,
y la salvación por medio de la piedad y la oración (Andrea Bo-
naiutti, C apilla de los esp a ñ o les en Santa María Novella, Floren­
cia). Posteriormente, aunque desaparece esta referencia explícita,
se conservan rasgos más o menos deformes para Gestas, en iden­
tidad con el demonio y el mal (Gregorio Fernández, P iedad,
1616, Museo Nacional de Escultura, Valladolid; o los calvarios
de Lucas Cranach).
A la Segunda Palabra de Jesús desde la cruz: «Yo te asegu­
ro, hoy estarás conmigo en el Paraíso» (L e 23, 43), las A c ta s d e
P ila to (cap. 10) completan la escena describiendo a Dimas lle­
gando al paraíso prometido con su cruz a cuestas.

Camino al Calvario. Ver Vía Crucis

Cena en casa de Leví. Ver Mateo apóstol

Cena en Emaús

Después de su R e s u r r e c c ió n , Jesús se apareció a dos discí­


pulos que se dirigían a Emaús, localidad cercana a Jerusalén.
Marcos hace una referencia a este episodio (Me 16, 12-13), pero
es San Lucas quien lo relata extensamente (L e 24, 13-35). En
ambos textos se confirma que el Jesús resucitado era difícil de
reconocer para sus discípulos, bien porque se aparecía bajo otra
naturaleza, o porque él evitaba deliberadamente su reconoci­
miento. Así, Magdalena sólo pudo reconocerle después de man­
tener un breve diálogo con él, y los peregrinos de Emaús cami­
naron con él todo el trayecto sin hacerlo. Jesús somete así a sus
discípulos a una última prueba, la definitiva, sobre su fe en la

Caravaggio. Cena en Emaús.


promesa mesiánica que incluye la de su propia resurrección
(Me 16, 14; Le 24, 6-11; 1 Co 15). Magdalena le reconoce des­
pués de un emotivo «María» (Jn 20, 16); los apóstoles, después
de enseñarles las marcas de sus heridas (Jn 20, 20, 27; Le 24,
38-40); y los peregrinos de Emaús, después de verle cortar y
bendecir el pan durante la cena. La escena que pintó Caravaggio
(1601, National Gallery, Londres) puede resultar extraordinaria­
mente fiel al espíritu y significado del episodio, pues el Jesús jo ­
ven e imberbe que nos presenta tampoco resulta reconocible
para el espectador, educado en la imagen del Cristo siríaco, ma­
duro y barbado.

Coronación de espinas

Escena propia de Mateo y Marcos (Mt 27, 27-31; Me 15,


16-20) realizada después del E c c e H o m o , sin concordar por
tanto con la secuencia de los hechos según nos cuenta San Juan.
Después de soltar a Barrabás, Pilato entrega a Jesús para azo­
tarle y crucificarle, y es entonces objeto de la burla y de los gol­
pes de los soldados romanos, que le desnudan, le ponen encima
un manto de púrpura, una corona de espinas, y en su mano de­
recha una caña. Se arrodillan ante él y gritan: «¡Salve, Rey de
los judíos!». Así pintaron la escena Van Dyck, Tiziano, etc. De
la corona de espinas nada se vuelve a decir en los evangelios,
pero en las Actas de Pilato (10, 1, s. ti) la corona se la ponen
cuando va a ser crucificado: «Salió Jesús del Pretorio, acom­
pañado de los dos malhechores. Y, en llegando al lugar conve­
nido, le despojaron de sus vestiduras [...] y le pusieron alrede­
dor de las sienes una corona de espinas». En las Crucifixiones
que se realizan desde el gótico, Jesús lleva puesta la corona de
espinas, acentuando así el nuevo carácter sufriente del tema.
«Con la sagrada sangre que brotó de sus sienes punzadas por
los aguijones de la ignominiosa corona, lavó las manchas de
nuestros delitos y nos liberó de las penas que teníamos que
padecer. Por tan maravilloso procedimiento la cabeza se aba­
tió para obtener el perdón y la Gracia en favor del cuerpo, y la
parte más noble del organismo se rebajó para elevarnos a no­
sotros, sus miembros» (Santiago de la Vorágine, Leyenda Do­
rada, cap. 243, s. xm).
Velázquez. Coronación de la Virgen.

Coronación de la Virgen

La Coronación de María supone la consecuencia culminante


de su A s u n c i ó n a los cielos, donde ocupa, desde ese momento,
un destacado lugar junto a Jesús, y desde donde ejercerá su pa­
pel como mediadora universal (S a l 21, 10). En la Edad Media la
escena responde a un esquema sencillo: la Virgen, sentada a la
derecha de Jesús, recibe humildemente la corona que éste le im­
pone (Pedro Sena, Lorenzo Monaco, Fray Angélico, etc.). Este
esquema lo encontramos incluso en el siglo xvi unido a la esce­
na de los apóstoles reunidos ante el sepulcro vacío. Así lo hicie­
ron por ejemplo Rafael y Giulio Romano. A partir del siglo xv
vemos también a la Trinidad coronando a la Virgen: Jesús está
sentado a la derecha del Padre Eterno y la Paloma ocupa la po­
sición central. Así concibieron el tema entre otros El Greco y
Velázquez, quien, en vez de la corona real, impone a la Virgen
una corona de rosas. La corona real es pues uno de los principa­
les atributos de María, aunque la Iglesia oriental representó a la
Virgen nimbada y nunca coronada.

Crucifixión

Conocemos con este nombre a la representación de Cristo en


la cruz, aunque por extensión puede aplicarse a numerosas obras
que en realidad representan el Calvario y los sucesos que prece­
dieron a la Crucifixión propiamente dicha. Es el momento más
importante de la Pasión de Jesús, pues con su sacrificio en la
cruz culmina su misión redimiendo a la humanidad del pecado
original. Así lo expresa Pablo en su Epístola a los romanos: «La
justicia de Dios se ha manifestado [...] por la fe en Jesucristo,
para todos los que creen [...] y son justificados por el don de su
gracia, en virtud de la redención realizada en Cristo Jesús, a
quien exhibió Dios como instrumento de propiciación por su
propia sangre» (R m 3, 21-24). Lorenzo Veneciano subrayó más
si cabe este sentido en su T r íp tic o p o r tá t il d e la C r u c ifix ió n
(1370, Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid), poniendo encima
de la cruz un símbolo tradicional de Cristo, un pelícano gol­
peándose el pecho con su pico. Según el F is ió lo g o g r ie g o (s. m-v),
«cuando nacen los polluelos, en cuanto están algo crecidos, gol­
pean a sus padres en el rostro. Estos les golpean a su vez ma­
tándolos. Pero los padres empiezan entonces a afligirse por sus
hijos, y después de haberse lamentado durante tres días sobre los
polluelos que han matado, la madre, al final del tercer día, se abre
el costado y deja caer su sangre sobre los cuerpos muertos de los
pequeños, y los despierta a la vida [...]. Nosotros, las criaturas,
nos hemos puesto en contra del Creador. Sin embargo, cuando
Él subió a lo alto de la cruz, abrió Su costado y derramó sangre
y agua para nuestra redención y nuestra vida eterna»8. Se refie­
re el Fisiólogo al episodio de la lanzada de Longinos (Jn 1 9 , 34), j
uniendo así el significado redentor de la Crucifixión a la salva­
ción propiciada también por la Eucaristía. El agua y la sangre re­
presentan pues a la Iglesia cristiana nacidas del costado de Cris­
to en sus dos sacramentos básicos; el Bautismo y la Eucaristía.
En un ejemplo más de simetría simbólica, la presencia de Lon­
ginos a la derecha de la cruz es contrarrestada con la de Estefa-
nos a la izquierda, el individuo, se creía que era judío, que le
ofreció vinagre en una esponja (Mí 27, 48 y paralelos). Así, la
sangre del costado derecho es el vino de la Nueva Iglesia a la
que proclama su fe el soldado, y el vinagre es la antigua doctri­
na judía. El sol y la luna son otros dos elementos constantes dis­
puestos a ambos lados de la cruz, señal del eclipse que se pro­
dujo en los instantes previos a la muerte de Jesús (Le 2 3 , 44), en
una manifestación más de su dominio sobre el cosmos en cali­
dad de Cristo Cosmocrátor. Recordemos en este sentido las ca­
tástrofes cósmicas que anunciarán el Juicio Final: Mt 24, 29-30;
Le 21, 25-27; Ap 6, 12-17.
Son otras muchas las cuestiones iconográficas que se discu­
ten, tanto a nivel artístico como histórico, sin que haya ninguna
conclusión firme en los puntos en discusión. Ello se debe a que
nuestra principal fuente de información, los Evangelios, nada
nos dicen al respecto. Un acontecimiento tan importante para el
cristianismo se resuelve con frases breves y lacónicas: «Una
vez que le crucificaron [...]» (Mt 2 7 , 35); «Llegados al lugar lla­
mado Calvario, le crucificaron allí a él [...]» (Le 23, 33). La for­
ma romana de castigo para los criminales era tan conocida que
los evangelistas no vieron necesario precisar más. Sobre el tipo
mismo de cruz, la iconografía recoge fundamentalmente dos.
La decapitata o commisa, es decir, sin cabeza, sería aquella for­
mada por un travesaño, el brazo horizontal, que encajaría sobre
el vertical sin dejar apenas ningún saliente por encima. Estaría
ya preparado y clavado en la tierra, por lo que el condenado
sólo llevaría el palo transversal. Sería el tipo más adecuado y el
más rápido para las ejecuciones masivas que prodigaron los ro-

8 M a la c h a v e r ría , I.: B estia rio m edieval, M a d r id , S ir u e la , 19 8 9 , p á g . 5 2 .

124
manos: 6.000 crucificados entre Capua y Roma ofrecidos por
Craso tras la revuelta de Espartaco en el año 71 a. C.; 2.000 en
las cercanías de Jerusalén crucificados por Varo en el año 4 a. C.,
etc. Ribera, en E l m a rtir io d e S a n F e lip e (1639, Museo del Pra­
do, Madrid), ofrece una imagen de cómo podían haber sido este
tipo de crucifixiones. Vemos a los sayones elevando el cuerpo
del santo para colocarlo en el palo vertical de la cruz que ya está
fijado al suelo. La cruz d e c a p ita ta es la utilizada con preferen­
cia por la escuela de los primitivos flamencos como Eyck y Van
Der Weyden, aunque ya comenzó a representarse por algunos
pintores anteriores italianos como Giotto. En España la utilizan
algunos pintores góticos claramente influenciados por la estéti­
ca flamenca. Véase por ejemplo la P ie d a d de Fernando Galle­
go, en el Museo del Prado. Los jesuítas defendían sin embargo
que había sido la cruz la elevada, y no Jesús, que había sido
clavado a ella en el suelo. Así, en el Evangelio de Pedro (4, 2,
s. ii) encontramos: «Y, cuando hubieron enderazado la cruz, es­
cribieron encima: “Éste es el Rey de Israel”». Así imaginó Ru-
bens la escena en L a ere c c ió n d e la C ru z (1610, Catedral de
Amberes).
El tipo de cruz más aceptado y más representado es el que
llamamos cru z latina, cuando el travesaño se ajusta al palo ver­
tical dejando claramente una «cabeza», un trozo que albergaría
la tablilla de madera, donde, según la costumbre romana, se es­
cribía el nombre del condenado y la causa de la ejecución. Di­
cho texto, según San Mateo, es: «Éste es Jesús, el Rey de los ju­
díos», concretando que se puso «sobre su cabeza» (Mí 27, 37);
San Lucas coincide en el texto y en la situación de la tablilla
(Le 23, 38), lo que podría ser un argumento para defender el tipo
de cruz latina. San Juan afirma que fue «sobre la cruz» donde se
puso la inscripción dictada por Pilato: «Jesús el Nazareno, Rey
de los judíos», escrito en hebreo, latín y griego (Jn 19, 19-22).
En las representaciones del tema, el texto puede aparecer desa­
rrollado en los tres idiomas o bien en su forma más común con
las siglas INRI, de Ifesus] N[azarenus] R[ex] I[udaeorum]. El
apelativo de Rey se hace en el mismo tono irónico en que se ha
desarrollado el encuentro con Pilato, la Coronación de espinas,
etc. También puede incluirse en la cruz un elemento para repo­
sar los pies, el su p p ed a n eu m , o subpedáneo, bastante frecuente
en el románico. Perece que el condenado a la crucifixión podía
¡

M a s a c c io . C rucifixión.

de alguna manera sostener su cuerpo y respirar, ello explicaría


la costumbre de romperle las piernas para acelerar la muerte
(.Jn 19, 31). Con el subpedáneo, el cuerpo de Jesús aparece menos
tenso y mucho más relajado. En ocasiones, la cruz no es una
buena obra de carpintería, sino un rústico madero, un árbol con
las ramas cortadas en su inicio. Así aparecen por ejemplo en el
románico (relieve del Descendimiento en Santo Domingo de Si-
los) y en el gótico ( C ru cifijo de la Catedral de Palencia), y muy
posiblemente haga referencia a la leyenda según la cual, cuando
Adán estaba a punto de morir, envió a su hijo Set a las puertas
del Paraíso para conseguir el óleo del árbol de la Misericordia
que le haría recobrar la salud. El ángel que vigila la puerta le
dice: «Esto no se puede encontrar ahora. Vete, pues, y di a tu pa­
dre que después de cinco mil quinientos años, a partir de la crea­
ción del mundo, ha de bajar el Hijo de Dios humanado; Él se en­
cargará de ungirle con este óleo y tu padre se levantará» (A c ta s
d e P ilato, 3, s. n). Santiago de la Vorágine recoge la leyenda y,
citando otro apócrifo que no identifica, afirma que el ángel le
dio una ramita y le dijo: «Cuando este ramito se convierta en ár­
bol y fructifique, tu padre sanará» (L e y e n d a D o ra d a , cap. 68).
Ese árbol sería el utilizado para crucificar a Jesús, justo en el
mismo lugar en que fue enterrado Adán, por eso la tradición
identifica la calavera que hay siempre a los pies de la cruz como
suya. En cualquier caso, la identificación entre los dos maderos
como causa de perdición y salvación estaba ya muy extendida:
«Venid aquí conmigo todos los que fuisteis heridos de muerte
por el madero que éste [Adán] tocó, pues he aquí que yo os re­
sucito a todos por el madero de la cruz» {A ctas d e P ilato, 8). Así,
aparece Adán levantándose a los pies de la cruz en el citado re­
lieve de Silos, o en el C ru cifijo d e F e rn a n d o I, de San Isidoro de
León (s. xi), hoy en el Museo Arqueológico Nacional. De esta
asociación derivaría también el L ig n u m Vitae, el Árbol de la
Vida, que se convierte en el Árbol de la Cruz, cuyas ramas pue­
den servir además como soporte a las representaciones de la
vida de Jesús. Desde el siglo xiv el árbol remata la cruz como
símbolo de la Resurrección (Masaccio, C ru cifixió n , 1426, Mu­
seo de Capodimonte, Nápoles; Masolino, C ru cifixió n , Pinacote­
ca Vaticana, Roma, con el pelícano antes citado anidando en sus
ramas). Aunque la inspiración directa se atribuye a la obra de
San Buenaventura A r b o r C rucis, el Árbol de la Vida fue siem­
pre considerado como la fuente de la vida eterna, y así se expre­
sa en el G én esis ( G n 2, 9; 3, 22) y en el A p o c a lip sis: «Ésos son
los que vienen de la gran tribulación; han lavado sus vestiduras
y las han blanqueado con la sangre del Cordero [...]» y «dicho­
sos los que laven sus vestiduras, así podrán disponer del Árbol
de la Vida y entrarán por las puertas en la ciudad [la Jerusalén
Celeste]» (A p 7, 14; 22, 14).
Santo Domingo de Silos. Descendimiento de la Cruz.

Otro motivo de discusión son los clavos utilizados para cruci­


ficar a Jesús. Según el relato evangélico la conclusión es que, al
menos para las manos, sí se utilizaron clavos. Así, en el Evange­
lio de San Juan, Tomás no cree que el resucitado sea Jesús: «Si no
veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el
agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré».
«[...] Luego dice a Tomás: “Acerca aquí tu dedo y mira mis ma­
nos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino
creyente”» (Jn 20, 25 y 27). «Entonces sacaron los clavos de las
manos del Señor y le tendieron en el suelo» (E va n g elio de P edro
6, 21, s. n). Todo ello podría hacer pensar que le amarraron los
pies. Sin embargo, en el Evangelio de San Lucas se dice: «Sobre­
saltados y asustados creían ver un espíritu. Pero él les dijo [...]
“Mirad mis manos y mis pies; soy yo mismo”. [...] Y, diciendo
esto, les mostró las manos y los pies» {Le 24, 38-40). Un texto
gnóstico, el A poccüipsis d e Pedro, posiblemente redactado entre
los siglos n y iv, afirma también que «aquel en cuyas manos y pies
están clavando los clavos en su parte carnal, es el sustituto»9. Si
también le clavaron los pies, ya no es posible deducir si se utili­
zaron uno o dos clavos. Como es bien sabido, el arte ha utilizado
cuatro clavos en las crucifixiones hasta el siglo xiv, uniendo la
tradición a, quizá, la incapacidad para dotar del movimiento ne­
cesario a las piernas que requeriría un solo clavo para los pies. Es
a partir del gótico cuando el arte recoge un solo clavo. Se atribuye
esta invención a los herejes cátaros o albingenses, que no creían
que Cristo hubiera sufrido ni muerto en la cruz. Se burlaban así de
la creencia católica, cruzando los pies de Jesús, postura poco orto­
doxa en un momento tan dramático. Un descubrimiento arqueoló­
gico realizado en 1968 en las cercanías de Jerusalén avala sin em­
bargo la creencia de que se utilizó un solo clavo en los pies, aunque
no en la forma transmitida por el arte, superpuestos, sino atrave­
sando los dos talones dispuestos lateralmente, obligando a las pier­
nas a describir un ángulo aproximado de sesenta grados10.
Francisco Pacheco, suegro de Velázquez, defendió la utiliza­
ción de cuatro clavos, según la antigua costumbre, en su A rte de
la p in tu ra , su a n tig ü e d a d y g ra n d e za s, publicado en Sevilla en
1649. La defensa de los cuatro clavos hace también reaparecer
el subpedáneo. Pintores de la escuela sevillana como Zurbarán o
el mismo Velázquez seguirán sus instrucciones.
Tampoco se menciona explícitamente en los evangelios ca­
nónicos, pero habría que deducir que los condenados en la cruz

9 A p o c a lip sis d e Pedro, 8 1 . C ita d o e n P a g e ls , E .: L o s ev a n g e lio s gnósticos,


B a r c e lo n a , C rític a , 1 9 8 2 , p á g . 118.
10 G a r c ía I g le s ia s , L .: L a P a le stin a d e Jesú s, C u a d e r n o s d e H is to r ia 16,
p ág . 28.
sufrirían el tormento completamente desnudos, pues sus ropas
se sorteaban entre los soldados guardianes (M t 27, 35 y parale­
los; Jn 1 9 , 23). Sin embargo, desde los primeros tiempos del arte
cristiano, Jesús va cubierto con un p e rizo n iu m o «paño de pure­
za», costumbre que arrancaría de un texto de las A c ta s d e P ila-
to: «Y , en llegando al lugar convenido, le despojaron de sus ves­
tiduras, le ciñeron un lienzo y le pusieron alrededor de las sienes
una corona de espinas» (A c ta s d e P ila to 6, 1). En el románico el
paño es un faldellín que llega hasta las rodillas. También puede
ir completamente vestido cuando se le representa en majestad,
añadiéndole entonces la corona sobre la cabeza. Desde el siglo xv
el paño se recorta hasta los muslos.
Otro asunto que puede resultar interesante es el momento ele­
gido, pues se puede imprimir al gesto de Jesús cierta expresivi­
dad, y con ello cambiar sensiblemente el contenido simbólico del
tema. Las crucifixiones románicas presentan a un Cristo inexpre­
sivo, impasible, incluso sereno. Su sacrificio redentor está mar­
cado por el destino de su misión como Mesías, por lo que el tema
se concibe y representa como una victoria, sobre la muerte y so­
bre el pecado. Sin embargo, desde el gótico, la Crucifixión es un
tema dramático, y de un crudo realismo en el Barroco, donde la
sangre que emana de sus heridas mancha todo su cuerpo (Grego­
rio Fernández, C risto d e la Luz, 1631-1636, Palacio de Santa Cruz,
Valladolid). La corona real del románico es también sustituida
por la corona de espinas. Desde el gótico lo humano predomina
sobre lo divino, y el sufrimiento sobre la victoria. Uno de los mo­
mentos más dramáticos del sufrimiento de Cristo en la cruz es,
desde la Edad Moderna, la que sería, de las siete veces que habló
Jesús, su Cuarta Palabra: «Y alrededor de la hora nona clamó Je­
sús con fuerte voz: “¡Dios mío! ¡Dios mío! ¿Por qué me has
abandonado?”» (M t 27, 46) (Velázquez, C risto en la cruz, 1632,
Museo del Prado; Zurbarán, C rucificado, Bellas Artes, Sevilla,
etc.). Expresión que aparece también en San Marcos, y que en
San Lucas se sustituye por lo que la tradición contabiliza como
su Primera Palabra: «Padre, perdónales, porque no saben lo que
hacen» (Le 23, 34).
En el momento de morir, es el texto de San Juan el que se
ilustra, su Sexta Palabra: «Cuando tomó Jesús el vinagre dijo:
“Todo está cumplido”, e inclinando la cabeza entregó el espíritu»
(Jn 19, 30.). Todavía el Evangelio de San Lucas pondrá en su
boca la última y Séptima Palabra (Le 23, 46), afirmando inclu­
so, coincidiendo con Mateo y Marcos, que Jesús dio un fuerte
grito antes de morir. En cualquier caso, en el último momento,
en la cruz, Jesús sigue mostrando sus contradicciones, la angus­
tia de un hombre que va a morir, y la tranquilidad, incluso el
consuelo de haber cumplido, como Mesías, las profecías de las
Escrituras.

Déesis

Del griego, plegaria o súplica, representa a María y a San


Juan Bautista intercediendo por los hombres ante Jesús el día del
Juicio Final. De clara inspiración apócrifa, el tema presenta a
María como mediadora universal una vez que ha ascendido a los
cielos y ha sido coronada. En el Libro de San Juan Evangelista
(40-43, s. iv), María, cuando está en el lecho a punto de morir, le
pide a Jesús que ha bajado a recibir su alma: «Otorga tu ayuda a
todo el que invoque o ruegue o que simplemente haga mención
del nombre de tu sierva. [...] ten compasión del mundo y de toda
alma que invoque tu nombre». Es, sin embargo, en una supues­
ta carta escrita por Jesús, la Carta del domingo (s. v), donde el
tema de la Déesis se presenta perfectamente conformado: «Y
tomé la determinación de aniquilar a todo hombre a causa del
día santo del domingo; pero me moví de nuevo a misericordia
por la súplica de mi madre inmaculada y de los santos ángeles,
apóstoles y mártires, y también del Precursor y Bautista. Ellos
apartaron mi cólera de vosotros». El tema es muy frecuente en
el arte bizantino (así por ejemplo el conocido Tríptico de Har-
baville, s. x, Museo del Louvre, París), y en el medioevo cris­
tiano en las portadas del Juicio Final (Puerta de la Coronería,
Catedral de Burgos, y del Juicio Final, Catedral de León, am­
bas del s. xm), donde normalmente se ha sustituido a San Juan
Bautista por el Evangelista, el apóstol más querido por Jesús y
el más cercano a la Virgen, por lo que aparece no con la piel de
camello, sino con una túnica larga. A menudo se encuentran al
pie de la cruz, adelantando la súplica al momento mismo en
que se cumple la redención. El tema así expuesto suele coro­
nar los retablos góticos y puede fácilmente confundirse con el
Stabat Mater. La Déesis, con San Juan Bautista ocultando la
V an E y c k . P o líp tico d e l C ordero m ístico.

piel de camello con un manto verde, es el tema que preside la


tabla central del Políptico del Cordero místico de Jan Van Eyck
(1430-1432, iglesia de San Bavón de Gante). El Greco, el pintor
nacido en Creta, haciendo gala de su formación bizantinante, lo
incluyó también en El entierro del Conde Orgaz (1586-1588,
iglesia de Santo Tomé, Toledo): San Juan, suplicando, y la Vir­
gen, dispuesta a recoger el alma del Conde.

Descanso en la huida a Egipto

Después de la A d o r a c i ó n d e lo s M a g o s , un ángel advierte a


José en sueños de que Herodes busca al niño para matarle: «Le­
vántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y es­
táte allí hasta que yo te diga» {Mt 2, 13). La escena, que sólo es
narrada en San Mateo, es completada por los apócrifos de la Na­
tividad. En el Pseudo Mateo (20, s. vi) se desarrolla la curiosa
historia de la palmera. María, agotada, se sienta a descansar a la
sombra de una alta palmera: «Me gustaría, si fuera posible, to­
mar algún fruto de esta palmera». Entonces el niño Jesús orde-
nó a la palmera que se agachase para que María pudiera coger­
los, y además que con sus raíces hiciera brotar agua de la tierra
para saciar también su sed. Antes de abandonar el lugar, en re­
compensa, Jesús le ofrece el privilegio de plantar una de sus ra­
mas en el Paraíso y ofrecer una palma como prueba de victoria,
reservada, pues, «para todos los santos del Edén».

Descendimiento

Representa el descenso del cueipo de Jesús de la cruz.


Puesto que al día siguiente era sábado, los judíos pidieron a las
autoridades romanas que, en contra de la costumbre, se retira­
ran los cuerpos del Gólgota. Así, se aceleró la muerte de los
dos malhechores rompiéndoles las piernas y, aunque Jesús ha­
bía muerto ya, uno de los soldados le atravesó el costado con
su lanza (Jn 19, 31-37). Se procedió entonces a su descendi­
miento y posterior entierro. Las personas que colaboraron no
coinciden exactamente en los cuatro evangelios, y la iconogra­
fía tradicional que representa este tema incluye normalmente a
los seis que las Actas de Pilato (10) reúnen en la escena: José
de A rim atea, común en los cuatro evangelios, es miembro del
Sanedrín y seguidor de Cristo, y es también quien pide a Pila­
to su cuerpo, compra el sudario blanco (Me 15, 46) y lo entie­
rra en un sepulcro de su propiedad (Mt 27, 60); María Magda­
lena, que también aparece en los cuatro evangelios; M aría
Salomé (Me 15, 40), madre de Santiago el Mayor y de Juan
(Mt 27, 55); María, la madre de Jesús (Jn 19, 25); Nicodemo
(Jn 19, 39), fariseo y magistrado (Jn 3, 1); y Juan, según su
propio testimonio (Jn 19, 26). Pueden sin embargo aparecer
otros personajes, así por ejemplo, Juan menciona a la hermana
de la Virgen, M aría de Cleofás (Jn 19, 25), Marcos y Mateo a
María, madre de Santiago el Menor y José (Mt 27, 56; Me 15,
40), y Lucas a Juana y Susana (Le 8, 2-3; 23, 55). Tampoco
coinciden en los acontecimientos posteriores. Así, en el tema
que llamamos M a r ía s a n t e e l s e p u l c r o v a c ío , primer testimo­
nio de la R e s u r r e c c i ó n de Jesús, estas «Marías» son las tres
que menciona Marcos (Me 16, 1-8), ya que Mateo sólo men­
ciona dos, y Lucas incluye a Juana (Le 24, 10). También Lucas
habla de dos ángeles que dialogan con las mujeres, mientras
que en Mateo y Marcos es un solo ángel quien, sentado sobre
el sepulcro, se dirige a ellas.

Descenso a los infiernos

Aunque existen referencias bíblicas (M t 27, 52; H ch 2, 24;


1 P e 3, 19), el tema procede fundamentalmente de las A c ta s d e
P ila to (17-27, s. ii). Puede llamarse también Descenso al Lim­
bo, o, más apropiadamente, al Seno de Abraham (L e 16, 19-
26), lugar del Hades donde están los justos, precisamente es­
perando la llegada del Redentor. El arte bizantino lo ha
representado con frecuencia, pues la bajada a los infiernos o
A n á s ta s is era una de las doce grandes fiestas del año (A n á sta -
s is d e D a fn e, s. xi, Atenas; de S a n S a lv a d o r d e C ora, s. xiv,
Constantinopla, etc.). Las representaciones ilustran las prime­
ras palabras del capítulo 24: «Mientras así apostrofaba el In­
fierno a Satanás, extendió su diestra el Rey de la gloria y con
ella tomó y levantó al primer padre Adán». Por los suelos se
desparraman los pedazos de las puertas del infierno. Jesús lle­
va la bandera de la Resurrección, la cruz (en C risto en e l L im ­
bo, 1655, Museo de Arte de Los Angeles, Alonso Cano mues­
tra los dos elementos), o un báculo crucifero; en cualquier
caso, símbolos de su triunfo sobre la muerte. «Entonces todos
los santos de Dios rogaron al Señor que dejase en los infiernos
el signo de la santa cruz, señal de victoria, para que sus per­
versos ministros no consiguieran retener a ningún inculpado a
quien hubiere absuelto el Señor. Y así se hizo; y puso el Señor
su cruz en medio del infierno, que es señal de victoria y per­
manecerá por toda la eternidad» (cap. 26). El triunfo sobre el
mal se señala con el diablo vencido a sus pies, o atrapado de­
bajo de las puertas del infierno. Pedro Berruguete, en el D e s ­
c e n so a lo s in fie rn o s (1499-1504, retablo mayor, Catedral de
Avila) muestra a Eva con la serpiente inerte del génesis en su
mano. La entrada al infierno ha sido imaginada de diversas
maneras; en la iconografía medieval es frecuente la imagen de
una cueva rodeada de monstruos, o de una gran boca abierta
permitiendo la salida de los santos. Esa boca infernal haría
alusión al monstruo marino que mantuvo a Jonás en su vien­
tre durante tres días, anunciando la bajada de Jesús al infierno
(Mt 12, 40). Así veía El Greco, ya en el siglo xvi, la entrada
del infierno en su Alegoría de la Liga Santa (1577-1579, Mo­
nasterio de El Escorial). Ver también Crucifixión.
Desposorios de la Virgen

María fue educada en el Templo de Jemsalén y, cuando alcanzó


la pubertad, los sacerdotes decidieron casarla antes de que «llegue
a mancillar el santuario» (P rotoevangelio d e Santiago, 8, s. n), es
decir, antes de que le llegara el período. Se consideraba impura a
una mujer, y todo cuanto ella tocase, el tiempo que le duraba la re­
gla: «La mujer que tiene flujo, el flujo de sangre de su cueipo, per­
manecerá en su impureza por espacio de siete días» (L ev 15, 19).
Según el P ro to eva n g elio , María tenía 12 años, y L a H isto ria de
J o s é e l C a rp in tero (s. iv) coincide en la edad, pero el P seu d o
M a teo (s. vi) y el L ib ro d e la N a tiv id a d (s. ix) afirman que son
catorce los años que tiene María cuando se toma esta decisión. Se
reúnen entonces los viudos del pueblo: «Que venga cada cual con
una vara, y de aquel sobre quien el Señor haga una señal portento­
sa, de ése será mujer» {P rotoevangelio Sant.). La elección recae en
José, para la iconografía, según la forma que describe E l Libro de
la N a tivid a d d e M aría (7, 3-4): «Y dijo que el dueño de la vara, que
una vez depositada hiciera germinar una flor y en cuyo ápice se po­
sara el Espíritu del Señor en forma de paloma, sería designado para
ser custodio y esposo de la Virgen». Con ello se cumplía el orácu­
lo de Isaías (Is 11, 1-2). La vara florida es pues el atributo más im­
portante y significativo de San José. De un San José anciano y ca­
noso, representado así prácticamente hasta el Barroco: «tengo hijos
y soy viejo, mientras que ella es una niña; no quisiera ser objeto de
risa por parte de los hijos de Israel» {Protoevangelio Sant. 9, 2).
«Dichoso tú en tu ancianidad, ya que el Señor te ha declarado
idóneo para recibir a María bajo tu cuidado» {P seudo M a teo 8, 4).
Rafael, en L o s D esp o so rio s d e la Virgen (1504, Pinacoteca Bie­
la, Milán), pintó la escena presidida por un Templo de Jemsalén
transformado para la ocasión en una rotonda bramantesca.

Disputa de Jesús en el Templo. Ver Jesús entre los doctores

Dolorosa. Ver Espasmo

Duda de Tomás. Ver Tomás y Cena en Emaús


Ecce Homo

Literalmente «Este Hombre». Una vez que Jesús ha sido


azotado, Poncio Pilato le saca al balcón del Pretorio, la sede
del gobernador romano, y lo muestra a la multitud: «Aquí te­
néis al hombre» (Jn 19, 5). Había ofrecido indultarlo con mo­
tivo de la Pascua según era su costumbre (Me 14, 6-10), pero
la gente gritaba: «¡crucifícale, crucifícale!», y «¡suéltanos a
Barrabás!» {Le 23, 18-21), encarcelado por asesinato. Pilato
insistía en la inocencia de Jesús, en la ausencia de motivos
para ejecutarle según le solicitaba el Sanedrín, pues, aunque la
condena era competencia de los judíos, aplicar la pena capital
era competencia exclusiva de las autoridades romanas {Jn 18,
31). Pensaba darle un escarmiento, azotarle y luego soltarle
{Le 23, 14-16; Jn 19, 1-4). Cedió finalmente, declinó toda res­
ponsabilidad, se lavó las manos {Mt 27, 24), y lo entregó para
que fuera crucificado.
Las representaciones, frecuentes desde el siglo xvi, muestran
a Cristo frente al espectador con los atributos que se describen
en la C o r o n a c ió n d e e s p in a s : corona de espinas y manto púrpu­
ra, según el texto de San Juan {Jn 19, 2). La imagen pretende
suscitar arrepentimiento, compasión y dolor.

Entrada en Jerusalén

Escena capital que confirma las pretensiones mesiánicas de


Jesús al entrar en la ciudad santa, Jerusalén, según lo predicho
en las Escrituras: «¡Exulta sin freno hija de Sión, grita de ale­
gría, hija de Jerusalén! He aquí que viene a ti tu rey: justo él y
victorioso, humilde y montado en un asno, en un pollino, cría de
asna [...] será suprimido el arco de combate, y él proclamará la
paz a las naciones» {Za 9, 9-10). Estaría quizá proclamando un
mesianismo pacífico frente a aquellos que querían un Mesías
más combativo: «Nosotros esperábamos que sería él el que iba
a librar Israel» {Le 24, 21) (ver Jesús ante Pilato). La muche­
dumbre que ha acudido a celebrar la Pascua, al enterarse «de que
Jesús se dirigía a Jerusalén, tomaron ramas de palmera y salie­
ron a su encuentro» {Jn 12, 12-13). «La gente, muy numerosa,
extendió sus mantos por el camino; otros cortaban ramas de ár­
boles y las tendían por el camino» {Mt 21, 8). Estos actos de su­
misión y entrega provocan sin embargo en Jesús tristeza, piensa
que no se ha entendido su mensaje: «Al acercarse y ver la ciu­
dad, lloró por ella diciendo: “¡Si también tú conocieras en este
S a n J u a n d e la P e ñ a . E n tra d a en Jeru sa lén .

día el mensaje de paz! Pero ahora ha quedado oculto a tus ojos”»


{Le 19, 41-42).
La escena es muy frecuente en el románico y en el gótico;
vemos incluso a gente que se ha subido a los árboles para verlo
mejor, como en un conocido capitel de San Juan de la Peña (s. xt,
Huesca). En Bizancio constituía una de las doce grandes fiestas
del año, la Baiofora.

Espasmo

Presenta a la Virgen desmayada al ver a Cristo en la cruz, o


llevando la cruz a cuestas. La escena proviene de las Actas de
Pilato, apócrifo del siglo n, que desarrolla de una manera más
amplia el papel de la Virgen en la Pasión de Jesús, pues los si­
nópticos nada dicen de ella y en el Evangelio de San Juan su
aparición se limita al S t a b a t M a te r . Allí se dice que María «al
ver la comitiva preguntó a Juan cuál era su hijo. Él señaló,
diciéndole que era el que llevaba la corona de espinas; cayó des­
vanecida hacia atrás y estuvo mucho rato en el suelo. Al reani­
marse prorrumpió en una serie de estremecedoras exclamacio­
nes. Los judíos quisieron alejarla, pero ella permaneció firme
junto a Jesús» {Actas de Pilato 10, 1). Así por ejemplo, Van Der
Weyden, en el Descendimiento del Prado, presenta a la Virgen
desmayada y siendo asistida por San Juan. Desde el siglo xvi se
mantuvo sin embargo que la Virgen permaneció fírme y sin des­
fallecer junto a la cruz. Admitir el desmayo supondría atribuir
dudas a María sobre la pronta R e s u r r e c c ió n de Jesús. Ya en el
siglo vil, en el Libro de Juan, arzobispo de Tesalónica (cap. 8),
San Juan les dice a los apóstoles antes de entrar junto a María,
que está a punto de morir: «Ahora, pues, hermanos, si entráis de
madrugada hasta ella no lloréis ni os turbéis, no sea que, vién­
doos llorar los que están a su alrededor, duden acerca de la re­
surrección». También, en un añadido a la Leyenda Dorada de
Santiago de la Vorágine (cap. 224) se lee: «En el capítulo 19 de
su evangelio afirma Juan que María permaneció junto al Señor,
“a la vera de la cruz” escribe el evangelista, “estaba de pie la
Madre de Jesús”. Estaba allí, no de manera insensible e indi­
ferente, sino tal como lo exigía su santidad. Estaba allí va­
lientemente erguida y sostenida por la fuerza interior que le
proporcionaba su fe». Así, con las manos entrelazadas, es
como la pintó Tiziano (1550, Museo del Prado), o la esculpió

V an d e r W e y d e n . D e sc en d im ien to d e la cruz.
Pedro de Mena (1672, Real Academia de Bellas Artes de San
Fernando, Madrid).

Expolio

Representa a Jesús siendo despojado de sus vestiduras antes


de ser crucificado. Tradicionalmente esas vestiduras son las que
describe el Evangelio de San Juan en el E c c e H o m o , limitándose
tan sólo al manto púrpura, o clámide roja, pues de la corona de es­
pinas ninguno de los evangelios dice nada. En los evangelios de
San Mateo y San Marcos, la túnica roja se la quitan antes de ini­
ciar- el V ía C r u c is : «Cuando se hubieron burlado de él, le quita­
ron el manto, le pusieron sus ropas y le llevaron a crucificarle»
CMt 27, 31 y paralelos). Los cuatro evangelios coinciden sin em­
bargo en que, una vez crucificado, los soldados que le custodia­
ban se echaron a suertes sus vestidos (Mt 27, 35 y paralelos), así
que este despojo debió de producirse en el momento antes de cru­
cificarle. San Juan especifica que la túnica que llevaba Jesús esta­
ba hecha sin costuras, inconsútil, por lo que hubo que echarla a
suertes sin dividirla (Jn 19, 23-24). La confirmación de este des­
pojo viene de un apócrifo, las Actas de Piloto (10, 1), donde se
dice que «le despojaron de sus vestiduras y le ciñeron un lienzo»,
de donde podría venir la costumbre de ponerle un «paño de pure­
za» en la C r u c ifix ió n . La representación más conocida de este
tema es la que pintó El Greco para la sacristía de la Catedral de
Toledo en 1577. Cristo lleva el manto rojo que, según San Juan,
le pusieron antes de crucificarle. El Greco pintó en esta escena a
las «tres Marías» sin seguir ninguno de los textos evangélicos, lo
que provocó un litigio entre el pintor y la Catedral y el retraso en
el pago de la obra. Zurbarán, en su Cristo recogiendo los vestidos
(1661, iglesia de Jadraque, Madrid), sigue sin embargo la versión
de Marcos y Mateo, cuando nos presenta a un dolorido Jesús re­
cogiendo su túnica parda después de haber sido flagelado.

Expulsión de los mercaderes del Templo

La escena, presente en los cuatro evangelios, narra la expul­


sión o purificación del Templo de Salomón después de su E n tr a -
a lomos de un huno. En las representaciones de
d a en J e r u s a lé n
este tema, es el texto de San Juan el que se ilustra: «Y encontró
en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a
los cambistas en sus puestos. Haciendo un látigo con cuerdas,
echó a todos fuera del Templo, con las ovejas y los bueyes, des­
parramó el dinero de los cambistas y les volcó las mesas» (Jn 2,
14-15). Así pintó la escena El Greco en dos ocasiones, según el
estilo veneciano, antes de venir a España (Purificación del Tem­
plo, 1570, Capodimonte, Ñapóles, y por las mismas fechas,
1570-1575, en el Instituto de Arte, Minneapolis). En los sinópti­
cos, Jesús explica su acto citando a Isaías: «Mi casa será casa de
oración» (Is 56, 7), y a Jeremías, acusando a los vendedores de
haber convertido el Templo en «una cueva de bandidos» (Jr 7,
11). En el Evangelio de San Juan, sin embargo, Jesús grita: «No
hagáis de la Casa de mi Padre una casa de mercado». En cual­
quier caso, y como refuerza a continuación el texto de San Juan,
Jesús con su acción está criticando la degradación religiosa de Is­
rael, perdida en lo ritual y lo extemo, olvidando el verdadero fin
de la ley: la oración y el amor a Dios y a los demás (M t 6; 22, 34-
40). Por eso les dice a los mercaderes: «destruid este Santuario y
en tres días lo levantaré» (Jn 2, 19), refiriéndose a sí mismo
como nuevo y renovado centro de culto tras su R e s u r r e c c ió n .

Inmaculada

Literalmente sin mancha, sin pecado. Prerrogativa especial


de María que afirma que fue concebida sin pecado original.
Puesto que el concepto de Inmaculada Concepción es conse­
cuencia de su virginidad también como madre de Jesús, la idea
de la virginidad de María, y el mantenimiento de su pureza, se
prolongaría incluso después del nacimiento de Jesús. Defendida
por franciscanos y jesuítas y apoyada por la monarquía españo­
la, que consiguió ciertos privilegios (entre ellos, por ejemplo, la
utilización del azul en el día de la festividad de la Inmaculada),
no fue declarado dogma sino hasta el año 1854 por el papa Pío IX.
Los evangelios canónicos no sólo silencian el nacimiento y la
infancia de María, sino que pueden sembrar de dudas la idea de
su virginidad después del nacimiento de Jesús: «Despertado
José del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado,
y tomó consigo a su mujer. Y no la conocía hasta que dio a luz
un hijo, y le puso por nombre Jesús» (M t 1, 24-25). De lo que
podría deducirse que, después de Jesús, sí tuvo María hijos con
José: «¿No es éste el hijo del carpintero?, ¿no se llama su madre
María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas?» (M t 13,
55 - M e 6, 3). Para llenar estos vacíos y alejar las dudas se com­
pusieron los llamados evangelios de la natividad e infancia (P ro -
to e va n g e lio d e Santia g o , s. n; P se u d o M a teo , s. iv; N a tiv id a d d e
M aría, s. ix, etc.) (ver Nacimiento de María y Desposorios).
Los hermanos de Jesús citados más arriba serían en realidad hi­
jos de José, producto de un matrimonio anterior (H ist. d e J o s é el
ca rp in tero 2, 3, s. iv). Y, cuando María se queda embarazada,
José es acusado de haber «violado a aquella doncella que reci­
bió del templo de Dios, con fraude de su matrimonio», por lo
que ambos tienen que someterse a la prueba de las «aguas amar­
gas». Bebiendo agua sagrada, las pruebas de su culpabilidad de­
bían aparecer en su cuerpo, cosa que evidentemente no ocurrió.
Y después del nacimiento de Jesús, una comadrona llamada Sa­
lomé, que no creía que María hubiera dado a luz manteniendo su
virginidad, se dispuso a comprobarlo y, al hacerlo, la mano se le
quedó carbonizada (P ro to e v a n g e lio d e S a n tia g o , 16, 19, 20;
P seu d o M ateo, 12, 13). De ambas escenas existen representa­
ciones, señaladas ya por Aurelio de Santos11.
La imagen de la Inmaculada quedó fijada en el siglo xv toman­
do como base un texto del A pocalipsis: «Una gran señal apareció
en el cielo: una Mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies, y
una corona de doce estrellas sobre su cabeza» (Ap 12, 1). En oca­
siones pisa una seipiente: «Enemistad pondré entre ti y la mujer, y
entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza» (Gn 3, 15), aña­
diendo así la idea de la Virgen como nueva Eva, elegida para ven­
cer el mal y restaurar la pureza primitiva (Inm aculada Concepción,
Rubens, Museo del Prado, Madrid). Completan la imagen los sím­
bolos mencionados en las letanías laurentanas extraídos del Antiguo
Testamento: espejo, fuente, rosal, pozo, etc.; primero rodeándola y
luego formando parte de un paisaje lejano y difuso12.

" S a n to s , A .: o p . c it., p á g s. 156, 162, 2 0 3 .


12 E s te b a n L o r c n te , J . F.: T ra ta d o d e ico n o g ra fía , M a d r id , I s tm o , 1 9 9 0 ,
p á g s . 211 y s ig s. P a ra lo s p rim e r o s e n s a y o s ic o n o g rá fic o s d e l te m a v e r ta m b ié n
S to ic h ita , V. I.: E l o jo m ístico, M a d rid , A lia n z a , 1 9 9 6 , p á g s . 9 6 y s ig s.
R u b e n s . In m a cu la d a C oncepción, d e ta lle . M u s e o d e l P ra d o .

La edad de María debiera oscilar entre los doce y los catorce


años, edad que le atribuyen los apócrifos en el momento de sus
con José. El tema ha sido representado con especial
D e s p o s o r io s
asiduidad por el barroco español, como otros temas de la Virgen,
cuyo culto había sido cuestionado por la Reforma. Como ejemplos,
podríamos citar la sencilla talla de Alonso Cano, Inmaculada Con­
cepción (1655, Catedral de Granada), las muchas que pintó Zurba-
rán, o las que pintó un verdadero especialista en el tema, Murillo.
Todas ellas siguen casi al pie de la letra las indicaciones que Pa­
checo exponía para el tema en El arte de la pintura: «Hase de pin­
tar, pues, en este aseadísimo misterio esta Señora en la flor de su
edad, de doce o trece años, hermosísima niña, lindos y grandes
ojos, nariz y boca perfectísima y rosadas mexillas, los bellísimos
cabellos tendidos, de color de oro [...]. Hase de pintar con túnica
blanca y manto azul, que así apareció esta Señora a doña Beatriz
de Silva, portuguesa, que se recogió después en Santo Domingo el
Real de Toledo a fundar la religión de la Concepción Purísima [...];
vestida del sol, un sol ovado de ocre y blanco, que cerque toda la
imagen [...]; debaxo de los pies [...] la media luna con las puntas
abaxo [...], lo cual era forzoso para alumbrar a la mujer que está so­
bre ella, recibiendo la luna la luz del sol»13. Citar por último el ba­
rroco, por complicado, Altar de la Virgen de Guadalupe de Herre­
ra Bamuevo (1653, Monasterio de las Descalzas Reales, Madrid),
en el que se han retratado a las numerosas mujeres bíblicas, Judit,
Abigaíl, Ester, etc., que prefiguran las virtudes de María14.

Jesús ante Pilato

Representa a Jesús maniatado frente a Pilato, que se en­


cuentra, según San Juan, sentado «en el tribunal, en el lugar
llamado enlosado, en hebreo Gabbatá» (Jn 19, 13). A menudo
está lavándose las manos según el texto de San Mateo (Mt 27,
24). Escena fundamental en la Pasión de Cristo, la sentencia de
Pilato ha sido ampliamente representada, a menudo acompaña­
da de otras entrevistas precedentes: ante Caifas, Sumo Sacer­
dote del Sanedrín (Jn 18, 12-24), y ante Herodes (Le 23, 8-12).
Poncio Pilato gobernó la provincia romana de Judea entre el 26
y el 36 d. C., siendo rey Herodes Antipas, vasallo a su vez del

13 P a c h e c o , F.: E l a rte d e la p in tu ra , M a d rid , C á te d r a , 19 9 0 , p á g s . 5 7 6 -5 7 7 .


11 S e b a s tiá n , S .: C ontrarreform a y barroco, M a d rid , A lia n z a , 1 9 8 5 , p á g . 2 2 6 .
emperador Tiberio. Su implicación en el proceso contra Jesús
se debe a la prerrogativa romana que se había reservado el de­
recho de aplicación de la pena capital en la provincia. Así, el
Sanedrín, el alto tribunal de justicia de los judíos que buscaba
la muerte de Jesús, tuvo que recurrir al gobernador (Jn 18, 31).
Los evangelistas, cargando la culpa de la muerte de Jesús en las
autoridades judías, dibujan un retrato idealista del gobernador
romano, que aparece como una persona tolerante, inhibida de
los asuntos religiosos judíos {Jn 18, 31), que es consciente de la
injusticia que se quiere cometer contra Jesús {Mt 27, 18), y que,
creyéndole inocente por tanto {Mt 27, 23; Le 23, 4, 14, 15; Jn
18, 38, 19, 4, 6), quiere liberarle (Le 23, 16, 22; Jn 18, 39,19,
12). Al final cedió no sólo por las presiones del pueblo, y para
evitar mayores tumultos {Mt 27, 24), sino por una acusación di­
rigida a él mismo y mucho más grave: poner en libertad a un
reo acusado de un delito de sedición: «si sueltas a ése, no eres
amigo del César; todo el que se hace rey se enfrenta al César»
{Jn 19, 12). Las Actas de Pilato lo expresan de una manera más
clara: «No eres amigo del César si sueltas a éste, porque se ha
llamado Hijo de Dios y rey; según esto, quieres a éste por rey y
no al César» {Act. Pil. 9, 2, s. n). De esa forma una cuestión re­
ligiosa, la profecía mesiánica, de competencia estrictamente lo­
cal, se convertía en un asunto de índole política que el gober­
nador no podía desdeñar. Mientras se lava las manos afirma:
«Inocente soy de la sangre de este justo. Vosotros veréis» {Mt
27, 24). Parece sin embargo que Pondo Pilato no era tan com­
prensivo ni tan tolerante con las costumbres judías. Según nos
informan otras fuentes no comprometidas con el cristianismo,
Flavio Josefo fundamentalmente, en sus diez años de gobierno
cometió varios atropellos a sus costumbres, algunos de los cua­
les se saldaron con matanzas, como la construcción de un acue­
ducto con el tesoro del Templo, o la masacre de samaritanos
que se acercaban a adorar unas supuestas reliquias de Moisés15.
De cualquier manera, la propia profecía mesiánica tenía ya un
contenido político claro al hacer descender al Mesías de la casa
de David, el glorioso rey que tuvo toda la tierra prometida uni­
da bajo su mando. De ahí que ni la casa de Herodes ni las au­

IS F la v io J o s e fo : A n tig ü e d a d e s ju d ía s, M a d r id , A k a l, 1 9 9 7 , X V III, 3, 2 y 4,
re s p e c tiv a m e n te .
toridades romanas estuvieran dispuestas a aceptarlo (Mt 2; Jn 7,
25-26). Incluso su comportamiento {Mt 21, 1-11, 27, 11; Jn 2,
15, etc.), y las dudas que había expresado sobre el camino a se­
guir, pacífico o violento («No he venido a traer paz, sino espa­
da», Mt 10, 34; también Le 11, 23; 12, 49; 22, 36), podrían ha­
cer pensar que simpatizaba con los zelotas, grupo nacionalista
radical que veía en el Mesías el líder que liberaría Israel del
yugo romano {Le 24, 21). Incluso uno de sus discípulos, Simón,
era o fue uno de ellos {Le 6, 15; Hch 1, 14). Los zelotas se opo­
nían abiertamente a pagar impuestos al estado romano, y el epi­
sodio del T r ib u to d e b id o a l C é s a r {Mt 22, 15-22 y paralelos) no
era sino una trampa para que Jesús reconociera su adhesión al
grupo. Nótese que entre los enviados estaban los herodianos,
partidarios de la autoridad romana, en quien se apoyaba por
otra parte la monarquía de Herodes. Hasta su procedencia, Ga­
lilea, resultaba en este sentido sospechosa desde que Judas, lla­
mado el Galileo, iniciara la revuelta zelota a principios del si­
glo i. Galilea era el principal foco de insurrección contra Roma
y escenario frecuente de disturbios {Le 13, 1); todos los apósto­
les, salvo Judas Iscariote, eran de Galilea. Es así como se en­
tiende la observación de los que increpan a Pedro en el patio del
Sumo Sacerdote después del P r e n d i m i e n t o : «Cierto que éste
también estaba con él, pues además es galileo» {Le 22, 59). No
importa si Jesús era o no zelota, era sospechoso de serlo, y
como zelota fue entregado a Pilato: «Hemos encontrado a éste
alborotando a nuestro pueblo, prohibiendo pagar tributos al Cé­
sar y diciendo que él es Cristo Rey» {Le 23, 2). Así pues, con­
denando a Jesús, Roma y los judíos podían dormir tranquilos:
«Si le dejamos que siga así, todos creerán en él y vendrán los
romanos y destruirán nuestro Lugar Santo y nuestra nación. [...]
os conviene que muera uno solo por el pueblo y no perezca toda
la nación» {Jn 12, 48-49). Flavio Josefo hace un comentario si­
milar a propósito de un tal Atronges que se autoproclamó rey a
finales del siglo i a. C.: «Por aquel entonces Judea estaba llena
de ladrones. Cualquiera que pudiera reunir un grupo, se consti­
tuía en rey. Todo resultaba en perjuicio del país, pues sólo en
medida limitada dañaban a los romanos, mientras que hacían
grandes matanzas entre sus propios compatriotas» (Flavio Jo­
sefo, Antigüedades judías, XVII, 10, 8). De esta manera, el fa­
moso letrero en la tablilla de la C r u c i f i x i ó n expresaría real-
mente la causa de su condena, no en la forma final, sino en la
requerida por el Sanedrín: «No escribas: “El Rey de los judíos”,
sino “éste ha dicho: Yo soy Rey de los judíos”» (Jn 19, 20). Ver
también Ecce Homo y Jesús atado a la columna.

Jesús atado a la columna

También llamado Flagelación, representa a Cristo siendo


azotado por los soldados romanos antes de crucificarle. El Evan­
gelio de San Juan presenta el episodio como un intento del go­
bernador Poncio Pilato por satisfacer de esta manera las preten­
siones de castigo que solicita el Sanedrín (Jn 19, 1,4). También
Lucas coincide en esta versión (Le 23, 16), mientras que en Ma­
teo y Marcos la tortura se produce después de soltar a Barrabás,
y cuando ya ha decidido entregarle para crucificarle. En las re­
presentaciones del tema, los verdugos, deliberadamente afeados,
disfrutan del castigo que están infligiendo a Jesús, en la línea de
identificar lo feo con el mal, en la misma medida que el bien es
identificado con lo bello y luminoso. Ver Ecce Homo.

Jesús y la samaritana

Escena contenida únicamente en el Evangelio de San Juan


(Jn 4, 1-42). Jesús volvía de Judea a Galilea, por lo que tenía que
atravesar Samada. Esta región fue repoblada con elementos no
israelitas por el rey asirio Sargón II después de tomarla a finales
del siglo viii a. C. (2 R 17, 5-6, 24-34). Éstos, los samaritanos,
llegaban a negar por tanto su identidad espiritual con los judíos,
y sostenían incluso que adoraban a distintos dioses. Esa ani­
madversión entre judíos y samaritanos pervivía todavía en el si­
glo i. Así, cuando Jesús le pide agua del pozo a la samaritana,
ella le contesta: «¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a
mí, una mujer samaritana?» (Jn 4, 10). De ahí que se procurara
siempre evitar atravesar la región (Mt 10, 5; Le 17, 11), pues se
temía tener que enfrentarse a una mala acogida (Le 9, 51-56).
Esta enemistad subraya aún más el significado de la escena: la
redención propiciada por las aguas del bautismo es universal y
alcanza a todos: «Todo el que beba de esta agua volverá a tener
sed; pero el que beba del agua que yo le dé no tendrá sed jamás»
(Jn 4, 13-14). Los samaritanos, que oyen el testimonio de la mu­
jer y las propias palabras de Jesús, terminan por reconocerle
como el Mesías esperado: «éste es verdaderamente el Salvador
del mundo» (Jn 4,42). Parecido significado tiene la parábola del
buen samaritano (Le 10, 29-37) al mostrar que es precisamente
de quien menos se espera de quien encontramos la misericordia.
El sacerdote y el levita evitaron socorrer al malherido viajero
tendido en el suelo, pero es un samaritano quien le ayuda. Así,
el cristiano, el seguidor de Cristo, debe practicar la misericor­
dia con todo el mundo: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo»
(Mt 22, 40).

Jesús entre los doctores

Se trata de una anécdota de la infancia de Jesús, sólo narra­


da en el Evangelio de San Lucas (Le 2, 41-50). Sus padres iban
todos los años a Jerusalén a la fiesta de Pascua. En una ocasión,
cuando Jesús tenía doce años, se quedó en el Templo sin que sus
padres lo advirtiesen. Habiendo emprendido ya el camino de
vuelta a Nazaret, tuvieron que volver a Jerusalén a buscarle. Lo
encontraron al cabo de tres días «en el Templo, sentado en me­
dio de los maestros, escuchándoles y preguntándoles; todos los
que le oían estaban estupefactos por su inteligencia y sus res­
puestas» (Le 2, 46-47). Este es el momento elegido por la ico­
nografía del tema. Jesús, en una posición destacada y elevada,
con aspecto juvenil, gesticula o mueve las manos en actitud de­
clamatoria mientras los ancianos doctores se miran sorprendidos
o consultan las Sagradas Escrituras. Tintoretto, sin embargo, en
La disputa ele Jesús en el templo (1542, Museo del Duomo, Mi­
lán), en clara composición manierista, relegó la figura de Jesús
al final de la estancia.

Lavatorio de los pies

Escena sólo narrada por San Juan (Jn 13, 1-20). Son famo­
sas e importantes las composiciones de Tintoretto, que llegó a
pintarla en varias ocasiones. Jesús antes de la Cena «tomando
una toalla, se la ciñó. Luego echó agua en un lebrillo y se puso
a lavar los pies de sus discípulos y a secárselos con la toalla con
que estaba ceñido» (Jn 13, 4-5). Hacer que los esclavos o cria­
dos lavaran los pies de un huésped era un acto de hospitalidad
con que se honraba a un visitante (Gn 18, 4; 1 Tm 5, 10). Jesús
le reprocha a un fariseo que le ha invitado a comer: «Entré en tu
casa y no me diste agua para los pies» (Le 7, 44). Es por tanto
un acto de humildad ejemplarizante que Jesús invita a imitar a
los apóstoles. También con él anuncia la traición de Judas: «vo­
sotros estáis limpios, aunque no todos» (Jn 13, 10).

Marías ante el sepulcro vacío. Ver Descendimiento


y Resurrección

Matanza de los inocentes. Ver Adoración de los Magos

Muerte de la Virgen

Historia narrada también en los apócrifos asuncionistas ya


citados. María recibió la comunicación de su muerte por el án­
gel Gabriel, que le entrega una palma y le dice que, en tres días,
abandonará el cuerpo (un ejemplo, en el Retablo Guimerá,
s. xv, de Ramón de Mur, Anunciación de la muerte, Museo de
Vic). Quiso la Virgen ver antes de morir a los apóstoles, y és­
tos fueron transportados por nubes desde el lugar en que se en­
contraban predicando hasta la casa de María. Juan fue el pri­
mero en llegar desde Éfeso. Pablo, el apóstol de los gentiles,
estaba también entre ellos. Tomás no llegó a tiempo de presen­
ciar la muerte, pues, según el Pseudo José de Anmatea, estaba
predicando en la India, aunque sí contempló su Asunción a los
cielos. Así, en el Tránsito de la Virgen de Mantegna (1491, Mu­
seo del Prado) sólo contamos once apóstoles en torno al lecho
de María.
El arte bizantino ha representado con frecuencia la escena, a
la que suele llamar Dormición o Tránsito (Koimesis), desdeñan­
do siempre la idea de una muerte para la Virgen, haciendo hinca­
pié por tanto en la temporalidad del hecho. Así, la Virgen apare-
ce acostada, «Pedro se sentó a su cabecera y Juan a sus pies [a
quien le ha entregado la palma], mientras los demás apóstoles ro­
deaban la cama. [...] Y Jesús en persona, acompañado de Miguel,
entró en la cámara donde estaba María [...]. María entonces abrió
su boca y dio gracias con estas palabras [...]. Mas Él tomó su
alma y la puso en manos de Miguel, no sin antes haberla envuel­
to en unos como velos, cuyo resplandor es imposible describir.
Mas nosotros los apóstoles vimos que el alma de María, al ser en­
tregada en manos de Miguel, estaba integrada por todos los
miembros del hombre, fuera de la diferencia sexual, no habiendo
en ella sino la semejanza de todo cuerpo y una blancura que so­
brepasaba siete veces la del sol» (L ib ro d e Juan, a rzo b isp o d e Te-
salónica, 12, s. vil). Santiago de la Vorágine, que recogió el tema
para su L eye n d a D o ra d a (s. xm, cap. 119), introducía la versión
del L ibro de! Tránsito d e la Virgen M aría, del siglo iv, atribuido
a Melitón, obispo de Sardes. En él los apóstoles le piden a Cris­
to que resucite el cuerpo de María. Jesús vuelve con el alma de
la Virgen y, uniéndola al cuerpo, la devolvió al Paraíso. El hecho
de la muerte de la Virgen ocurrió cuando contaba cincuenta y
nueve años, según el curioso resumen de su vida que encontra­
mos en el L ibro á ra b e d e l T ránsito d e la Virgen M a ría : «El nú­
mero de años durante los cuales la Virgen, Madre de Dios, había
vivido sobre la tierra era de cincuenta y nueve. Desde su naci­
miento hasta su entrada en el templo, habían pasado tres años;
ella había permanecido once años y tres meses en el templo, y ha­
bía llevado en su seno al Señor Jesús durante nueve meses y
había pasado treinta años con el Señor Jesús cuando Él vivía so­
bre la tierra, y después de su ascensión al cielo, habían transcu­
rrido once años. Esto hace el número de cincuenta y nueve años.
Esperamos de sus plegarias cerca de su Hijo para librar nuestras
almas por los siglos de los siglos. Amén»16.
Representaciones tempranas del tema las encontramos ya en
el s. x, en un pequeño marfil destinado a adornar un evangelia­
rio del emperador Otón III (Biblioteca Nacional de Múnich), o
en un ábside del monasterio de Der el Surian del siglo xi en
Egipto. Frecuente también en el arte medieval europeo, lo tene­
mos por ejemplo representado en la llamada P u e rta P re c io sa de
la Catedral de Pamplona, del siglo xiv, o en la tabla de Masoli-

C ré p o n , P.: L o s eva n g e lio s a p ó crifo s, M a d r id , E D A F , 19 9 5 , p á g . 7 9 .

152
D u c c io . M u erte d e la Virgen.

no El entierro de la Virgen (1428, Pinacoteca Vaticana, Roma);


representaciones siempre fieles al texto citado. Caravaggio pin­
tó La muerte de la Virgen (1606, Museo del Louvre, París) para
la iglesia de Santa María de la Scala en Roma, pero el cuadro fue
rechazado, no sólo por los rumores de que Caravaggio, en su ex­
ceso de realismo, se había servido de una prostituta ahogada en
el Tíber como modelo, sino por la indiferencia de algunos após­
toles ante la muerte de la Virgen, y sobre todo porque ésta pare­
cía realmente muerta. En el cuadro que se colocó en su lugar, un
espectacular rompimiento de gloria barroco esperaba para aco­
ger a la Virgen.

Multiplicación de los panes y los peces

Narrado en los cuatro evangelios (Mt 14, 13-21 y paralelos),


la multiplicación de los panes y los peces prefigura el rito euca-
rístico: «“no tenemos aquí más que cinco panes y dos peces”, Él
dijo: “Traédmelos acá”. [...] y levantando los ojos al cielo, pro­
nunció la bendición, y partiendo los panes, se los dio a sus dis­
cípulos y los discípulos a la gente». Comieron unas cinco mil
personas «sin contar mujeres y niños», y todavía sobraron doce
canastos llenos. El mensaje es mucho más explícito en el Evan­
gelio de San Juan: «entonces le dijeron: “Señor, dadnos siempre
de ese pan”. Les dice Jesús: “Yo soy el pan de la vida. El que
venga a mí no tendrá hambre, y el que crea en mí no tendrá nun­
ca sed”» (Jn 6, 34-35). Como símbolo de la Eucaristía se repre­
sentó ya desde los primeros tiempos del cristianismo, así por
ejemplo el fresco con la cesta de panes y el pez en las C a ta ­
cu m b a s ele L u cin a (s. n, Roma), y está presente también en nu­
merosos sarcófagos paleocristianos del siglo iv, el llamado pre­
cisamente de los p a n e s y lo s p ec es, de Gerona, el d e A sto rg a , en
el Arqueológico de Madrid, el d e la H u e rta d e S a n R a fa el, en el
de Córdoba, etc.

Nacimiento de Jesús

Según San Lucas (2, 1-7), el emperador Augusto ordenó la


elaboración de un censo, por lo que todo el mundo debía diri­
girse a su ciudad para empadronarse. José, de la estiipe de Da­
vid, tenía que dirigirse a su ciudad natal, Belén, en Judea, des­
de Nazaret, en la región de Galilea. «Y sucedió que, mientras
ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento,
y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le
acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento»
(Le 2, 6-7). El P ro to e v a n g e lio d e S a n tia g o (17-18, s. ii) afirma
que en las cercanías de Belén, estando en un descampado, le
llegó a María la hora del alumbramiento: «Y, encontrando una
cueva, la introdujo dentro, y, habiendo dejado con ella a sus hi­
jos, se fue a buscar una partera hebrea». Este detalle de la cue­
va será recogido a menudo para la iconografía del tema (por
ejemplo en la A d o r a c ió n d e lo s M a g o s de Mantegna, 1462, Ga­
lería de los Uffizi, Florencia), pero mayor repercusión ha teni­
do sin lugar a dudas la presencia del buey y el asno que apare­
cen ya desde el siglo iv en la secuencia del nacimiento: «Tres
días después de nacer el Señor, salió María de la gruta y se
aposentó en un establo. Allí reclinó al niño en un pesebre, y el
buey y el asno le adoraron. Entonces se cumplió lo que había
sido anunciado por el profeta Isaías: “El buey conoció a su
amo, y el asno el pesebre de su Señor”» (Is 1, 3) {Pseudo Ma­
teo, 14, s. vi).

Nacimiento de María

Según los llamados apócrifos de la Natividad, vivía en Je-


rusalén un hombre llamado Joaquín que, a pesar de ofrecer
generosos dones al Templo, se le reprochaba el no haber teni­
do aún descendencia. Afligido, se retira al desierto. Su mujer,
Ana, que no sabe nada de la huida de su marido, lamenta doble­
mente «su viudez y su esterilidad» {Protoevangelio de Sant. 2, 1,
s. n). Mientras se lamentaba se le apareció un ángel anuncián­
dole el advenimiento de una hija. «Vete a la puerta que llaman
Dorada y sal al encuentro de tu marido [que también había
sido visitado por el ángel] porque hoy mismo llegará. Ella se
dio prisa y se marchó con sus doncellas. [...] Y en seguida
salió corriendo a su encuentro, se abalanzó sobre su cuello y
dio gracias a Dios» (Pseudo Mateo 3, 5, s. vi). Este Abrazo
en la Puerta Dorada de Joaquín y Ana es un tema frecuente
e importante en la iconografía mañana, y sirvió, junto al
Arbol de Jesé, para expresar la concepción de María sin pe­
cado original hasta que el modelo de Inmaculada quedó fija­
do a principios del siglo xvi. «Poco ha era viuda y ya no lo
soy; no hace mucho era estéril, y he aquí que he concebido en
mis entrañas» (Pseudo Mateo 3, 5). Como ejemplos podrían ci­
tarse los frescos de Giotto en la capilla Scrovegni (1304, Pa-
dua), o el Retablo del Árbol de Jesé de Gil de Siloé (1483-
1486, Catedral de Burgos).
En las representaciones del nacimiento de María, Santa Ana
está acostada y rodeada por una numerosa corte de asistentes.
«Y preguntó a la comadrona: “¿qué es lo que he dado a luz?”. Y
la comadrona respondió: “Una niña”. Entonces Ana exclamó:
“Mi alma ha sido hoy enaltecida”, y reclinó a la niña en la cuna.
Habiendo transcurrido el tiempo marcado por la Ley, Ana se pu­
rificó, dio el pecho a la niña y le puso por nombre Mariam»
{Pseudo Mateo 5, 2).
Negaciones de Pedro. Ver Pedro apóstol y Prendimiento

Noli me tangere. Ver Magdalena y Cena en Emaús

Oración en el Huerto

Representa la angustia de Jesús en el Huerto de los Olivos, o


de Getsemaní, la noche del Prendimiento. Teme la muerte, y
quisiera alejarla, pero se muestra sumiso y obediente a la volun­
tad de Dios, es decir, a la necesidad de su sacrificio para la re­
misión del hombre. El episodio es propio de los sinópticos, el
Evangelio de Juan no lo menciona, aunque sí hay una breve alu­
sión en 18, 11, y en 12, 27 manifiesta ya las dudas y el deseo de
Jesús de librarse de la muerte. Los sinópticos coinciden en la
oración que Jesús dirige a Dios, pero difieren en lo demás. Así,
la imagen de su misión redentora queda plasmada en la copa o
cáliz que él quisiera rechazar. Sin embargo, Lucas no precisa
quién le acompaña, mientras que Mateo y Marcos coinciden en
que Jesús apartó del grupo a sus tres discípulos más allegados,
es decir, a Pedro, a Santiago el Mayor y a Juan, y que éstos se
quedaron dormidos mientras Jesús, algo apartado, rezaba ano­
dinado (Mt 26, 36-46; Me 14, 32-42). Esta es la imagen que con
más frecuencia se ha representado, aunque se tiende a comple­
tar la escena uniendo las discordancias de los textos, e inclu­
yendo así al ángel que, según Lucas, bajó a reconfortar a Jesús
en su agonía (Le 22, 43). Quizá una de las imágenes más bellas
de este tema sea La oración del Huerto de Salzillo (1760, Mu­
seo Salzillo, Murcia).

Pantocrátor

Típica representación del Dios Todopoderoso muy frecuente


en el románico. Es el Dios omnipotente, solemne y justiciero de
la segunda Parusía. La fuente de inspiración se encuentra en la
visión de San Juan en Apocalipsis 4-5 y de símbolos tomados de
otros lugares. El Pantocrátor de San Clemente de Tahull (Museo
de Cataluña), o el de San Isidoro de León, responderían a este
clásico modelo. Cristo está sentado en el trono, y un arco iris al­
rededor del trono, o sentado sobre él. El arco iris era la señal es­
tablecida por Dios como símbolo del pacto después del diluvio
(Gn 9, 12-17). A sus pies la bola del mundo, entendida ésta como
creación de la Palabra de Dios, y como lugar de pecado (Sal 110;
Is 66, 1; Jn 1, 10; 16,33). Rodeándolo, veinticuatro Ancianos con
vestiduras blancas, símbolos de las veinticuatro horas del día17, o
de los doce apóstoles y doce profetas o patriarcas, según la inter­
pretación de Jan Van Eyck del pasaje apocalíptico (Políptico del
Cordero místico, 1432, iglesia de San Bavón de Gante).
En los cuatro ángulos se encuentran los cuatro Vivientes; el
primero con forma de león, el segundo de novillo, el tercero con
rostro de hombre y el cuarto de águila. Inspirado a su vez en la

17Güeña, M.: op. cit., pág. 353.


S a n C le m e n te d e T a h u ll. P antocrátor.

visión del Carro de Yahveh (Ez 1), estos cuatro vivientes, con
sus «cuatro formas» (Tetramorfos) representan los cuatro evan­
gelistas: Marcos, Lucas, Mateo y Juan respectivamente. A la de­
recha de Jesús se sitúan el ángel (la Encarnación de Cristo) y el
león (la Resurrección) porque, como explicaba Guillermo Du­
rando, «el nacimiento y la resurrección de Cristo fueron alegría
para todos». El águila (Ascensión) y el buey (la Pasión) se co­
locan a su izquierda, «porque la muerte de Cristo fue triste para
los apóstoles» (Durando, G.: Razones de los oficios divinos, s. xm).
Tiene Dios en su mano el Libro de la Vida, «y los muertos fue­
ron juzgados según lo escrito en los libros, conforme a sus
obras [...] y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue
arrojado al lago de fuego» (Ap 20, 12, 15). En el libro se lee:
Ego sum lux mundi, «yo soy la luz del mundo. El que me siga
iio-caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida»
C(Jn 8, 12). Sobre sus hombros las alfa y omega del alfabeto
'griegen(A y W), «Yo soy el Alfa-yJa Omega, el Primero y el
Último, el Principio y el Fin» \Ap 2¿J) 13). Miguel Ángel, en el
Juicio Final (1536-1541, CapilmSíxtina, Roma) no utilizó nin­
guno de los símbolos que rodeaban las composiciones románi­
cas, pero se mantuvo fiel a la imagen de Dios que aquéllos que­
rían representar: un Dios implacable y amenazante, el Dios que
atemorizaba a los hombres de la Alta Edad Media con los tor­
mentos del infierno.

Pentecostés

Palabra griega que significa la cincuentena, fiesta que cele­


braba la entrega de las primicias a Yahveh después de la siega
del trigo (Ex 34, 22). Había que contar siete semanas desde la
entrega y, el domingo siguiente al séptimo sábado, se hacía una
ofrenda nueva (Lev 23, 15-22). En total se contaban cincuenta
días, de ahí que la fiesta se llamase «de las semanas», shavuot
en hebreo, o cincuentena, Pentecostés en griego. Así, según He­
chos 2, ese domingo estaban reunidos los apóstoles y María,
cuando «de repente vino del cielo un ruido como el de una ráfa­
ga de viento impetuoso, que llenó toda la casa en que se encon­
traban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se
repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos; quedaron to­
dos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras len­
guas, según el Espíritu les concedía expresarse» (Hch 2, 2-4).
El hecho, anunciado ya y prometido anteriormente (Le 24,
49-50; Jn 1, 33; Hch 1, 4-5), es importantísimo pues señala el
fin de la misión de Jesús y el inicio de la misión apostólica, o di­
cho de otro modo, de la Iglesia cristiana: «Recibiréis la fuerza
del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testi-
E l G re c o . P en teco stés.
gos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines
de la tierra» (Hch 1, 8). La predicación apostólica es oída por
todo el mundo en su propia lengua gracias al Espíritu Santo, con
lo que quedaría restaurada la unidad antes de la confusión de
Babel (Gn 11, 1-9). Ante el estruendo producido por el aconte­
cimiento, muchas personas se acercaron a la puerta. Al oírlos ha­
blar en todas las lenguas, muchos pensaron que estaban borra­
chos. Pedro, adoptando el papel de primer apóstol otorgado por
Jesús (Mt 16, 13-19), dirige un primer discurso a los israelitas en
cuyo contenido está ya la predicación evangélica básica (Hch 2,
14-36).
Las innumerables representaciones del tema presentan a los
apóstoles rodeando a la Virgen, que, ocupando una posición des­
tacada, personifica desde ese momento a la propia Iglesia. El Es­
píritu Santo se manifiesta ahora, siguiendo el texto citado, en for­
ma de llamas sobre cada una de las cabezas de los presentes. En
una miniatura del Pontifical del arzobispo Roberto (s. x, Biblio­
teca Municipal, Ruán), es del pico abierto de la tradicional palo­
ma de donde sale el fuego que se dirige a la boca de los apósto­
les. En el relieve de Santo Domingo de Silos, la venida del
Espíritu Santo se representa sin embargo con la mano derecha de
Dios, símbolo de su poder omnipresente y divino, según una ico­
nografía muy extendida en el románico18. En el discurso de Pedro
antes aludido puede leerse: «Y exaltado por la diestra de Dios, ha
recibido del Padre el Espíritu Santo prometido» (Hch 2, 33). Lo
más frecuente, sin embargo, es que sea de la paloma de donde
partan los rayos o las llamas que los apóstoles reciben con acti­
tudes piadosas, como los pintaron Tiziano, El Greco, etc.

Pesca milagrosa

Corresponde a la vocación de los cuatro primeros discípulos


según la versión de San Lucas (Le 5, 1-11). Jesús estaba ense­
ñando a orillas del lago Genesaret, llamado Tiberíades en San
Juan (Jn 21, 1), cuando advirtió la presencia de dos barcas que se
habían acercado a la orilla. Se subió a una de ellas y continuó
desde ahí. Cuando acabó le dijo a Pedro que volviera al lago y

G u e r r a , M .: o p . c it., p á g s. 164 y s ig s.
echase sus redes. «Maestro, hemos estado bregando toda la no­
che y no hemos pescado nada; pero, en tu palabra, echaré las re­
des» (Le 5, 5). Cuando las sacaron del agua había en ellas gran
cantidad de peces. Asombrados, Pedro, Andrés su hermano, San­
tiago y Juan, los hijos del Zebedeo, le siguieron. El episodio,
como la M u ltip l ic a c ió n d e lo s p a n e s y lo s p e c e s y las B o d a s d e
C a n á , es una prefiguración del sacramento eucarístico. No en
vano, panes, peces y vino son los alimentos que a menudo se ven
sobre la mesa de la U ltim a C e n a . Habría que recordar que el pez
sirvió también para representar a Jesús y a la propia comunidad
de cristianos en los primeros tiempos. La palabra «pez» en grie­
go IXZUS es un acróstico de le sus Xristus Zeus Uios Soter; es de­
cir, Jesús Cristo Hijo de Dios Salvador. En este sentido también
se relaciona el pez, como elemento acuático, con el B a u t i s m o y
la Redención para los convertidos: «el agua que yo le dé, se con­
vertirá en él en fuente de agua que brota para vida eterna» (Jn 4,
14); «Luego me mostró el río de agua de Vida, brillante como el
cristal, que brotaba del trono de Dios» (Ap 22, 1). En este senti­
do, el pez, identificado con el bien y la salvación, se opone a la
seipiente, el mal, la perdición: «¿hay acaso alguno entre vosotros
que al hijo que le pide pan le dé una piedra; o si le pide un pez le
dé una culebra?» (Mt 7, 9-10). Así pues, Jesús le dice a Pedro:
«Desde ahora serás pescador de hombres» (Le 5, 10), lo que con­
vertiría su primera «pesca» en verdaderas primicias ofrecidas a
Dios el día de P e n te c o s té s (Hch 2, 41).

Piedad

Representa a la Virgen con Jesús en su regazo después de su


de la cruz. El tema aparece en el gótico como
D e s c e n d i m i e n to
consecuencia de la relajación y humanización de las formas y
contenidos religiosos. En la misma medida que María se con­
vierte en Madre, y no ya tan sólo en Trono de un Jesús más hu­
mano (Virgen Elousa, jugando cariñosamente con el niño Jesús,
Cristo sufriente en la cruz, etc.), se admite también la expresión
de su dolor por la «muerte» de su hijo: «Oh Jesús mío, Hijo mío
queridísimo, ¿qué es lo que hiciste? ¿Por qué los judíos te cruci­
ficaron? ¡Hijo de mis entrañas! ¿Por qué te han matado? ¡Qué
precio tan elevado y amargo has tenido que pagar para redimir al
E n g u e r r a n d Q u a rto n . P iedad.

género humano! Pero, a pesar de todo esto, desde el fondo de mi


alma doy gracias a Dios Padre, a Ti Dios Hijo e Hijo mío, y a
Dios Espíritu Santo, porque esta empresa ya se ha realizado»
(Santiago de la Vorágine, Leyenda Dorada, cap. 244).
En las primeras representaciones se hace muy evidente la di­
ficultad para encajar el cuerpo adulto de Jesús en el regazo de
María, como lo muestra por ejemplo la Piedad de Avignon de En­
guerrand Quarton (1455, Museo del Louvre, París), o la Piedad
de Perugino (1493, Galería de los Uffizi, Florencia). En la famo­
sa Piedad de Miguel Ángel (1498-1499, Basílica de San Pedro,
Roma), el artista alteró las proporciones haciendo a la Virgen
sensiblemente más alta, por lo que puede sostener, tumbado en su
regazo, el cuerpo muerto de Cristo. El tema llegó a obsesionar al
artista, incluso le sorprendió la muerte trabajando en la última
versión, la Piedad Rondanini (1564, Castillo Sforzesco, Milán).
El clásico esquema piramidal se irá abandonando por las dificul­
tades de composición que entraña, y se irán adoptando otros mo­
delos iconográficos. Ya el mismo Miguel Ángel representó el
tema con el cuerpo inerte de Jesús en vertical. Aníbal Carracci
dispone a la Virgen recostada sobre un brazo, mientras que con
G r e g o rio F e rn á n d e z . P iedad.

sus piernas recoge el torso de Jesús, cuyo cueipo se proyecta en


diagonal (Piedad, 1600, Capodimonte, Nápoles, Piedad con S.
Francisco y María Magdalena, 1602, Museo del Louvre, París),
disposición todavía más acentuada por Gregorio Fernández (Pie­
dad, 1616, Museo Nacional de Escultura, Valladolid). Otro mo­
delo frecuente en el Barroco presenta a Jesús de frente con los
brazos abiertos y apoyados en las rodillas de María (Ribera, Pie­
dad, 1634, convento de las Agustinas de Monterrey, Salamanca).

Prendimiento

Representa el arresto de Jesús la misma noche de su agonía,


después de la O r a c ió n e n e l H u e r to . La escena incluye la señal
convenida por Judas para identificarle: el beso. El beso comple­
taba el saludo habitual que se iniciaba con la expresión salom, es
decir, «paz». «No me diste el beso» (Le 7, 45), le reprocha Jesús
a un fariseo que le ha invitado a su mesa. El B e s o d e J u d a s , dado
pues en señal de salutación, se convierte, en virtud de las cir­
cunstancias, y por las palabras de Jesús, en señal de hipocresía:
«Amigo, ¡a lo que estás aquí!» (Mt 26, 50). Santiago de la Vorá­
gine (Leyenda Dorada, cap. 67) explicaba que el beso era debi­
do a su enorme parecido con Santiago el Menor, llamado el
«Hermano del Señor» (Ga 1, 19); así, como Judas andaba siem­
pre con los dos, los distinguía perfectamente y el beso evitaría
cualquier confusión a sus captores. Este asunto nos lleva a la con­
troversia de si Jesús tuvo o no hermanos. Indicios hay para pen­
sarlo, así, en el Evangelio de San Mateo encontramos: «¿No es
éste el hijo del carpintero?, ¿no se llama su madre María, y sus
hermanos Santiago, José, Simón y Judas?» (Mt 13, 55); también
en otras partes se sugiere {Le 2, 7; Mt 13,46 y paralelos), aunque
la tradición prefiere negarlo. De hecho algunos apócrifos se com­
pusieron para clarificar estos pasajes añadiendo pasado a la vida
de María y de Jesús. Así por ejemplo, el Pseudo Mateo (42, 1,
s. vn) convierte a los «hermanos de Jesús» en hermanastros al
hacerlos hijos de un matrimonio anterior de José. Sin embargo,
Eusebio de Cesárea {Historia eclesiástica, 3, 20. 1, s. iv) cuenta
que en tiempos de Domiciano, «de la familia del Señor vivían to­
davía los nietos de Judas, llamado hermano suyo según la carne,
a los que delataron por pertenecer a la familia de David». En
cualquier caso, suele representarse a Santiago el Menor con bas­
tante parecido físico con Jesús (Duccio di Buoninsegna, Maestá,
1308-1311, paneles de la vida de Jesús distribuidos entre el Mu­
seo dell’a Opera Metropolitana de Siena y la National Gallery de

S a lz illo . P ren d im ien to , d e ta lle , b e s o d e J u d a s .


Londres; Ribera, serie del Apostolado, 1630-1632, Museo del
Prado). En el Evangelio de San Juan, en coherencia con el papel
que le atribuye a Judas (Jn 13, 21-30), es Jesús quien se adelan­
ta y se identifica para entregarse (Jn 18, 3-8).
La escena del Prendimiento debía cumplir también lo pre­
visto por las Escrituras (Mt 26, 54; Me 14, 49). «[...] el que no
tenga que venda su manto y que compre una espada; porque os
digo que es necesario que se cumpla en mí esto que está escrito:
Ha sido contado entre los malhechores. Porque lo mío toca a su
fin» (Le 22, 36-37). Armados están cuando les sorprende la co­
mitiva en el Huerto de los Olivos para apresarlo. Pedro intenta
defenderle y con su espada le corta la oreja a Maleo, siervo del
Sumo Sacerdote (Jn 18, 3-11). Las representaciones muestran el
beso de Judas y la agresión de Pedro al mismo tiempo, así por
ejemplo lo pintó Van Dyck (1618, Museo del Prado), o lo escul­
pió Salzillo (1763, Museo Salzillo, Murcia). Rembrandt unió la
escena del Prendimiento a la de las N e g a c i o n e s d e P e d r o si­
guiendo el Evangelio de San Lucas: «Y en aquel momento, es­
tando aún hablando cantó un gallo, el Señor se volvió y miró a
Pedro, y recordó Pedro las palabras del Señor [...]» (Le 22, 60,
61). Así, en La negación de Pedro (1660, Rijksmuseum, Ams-
terdam), éste niega haber conocido a Jesús a la criada del Sumo
Sacerdote, que le increpa acercándole una vela al rostro. A lo le­
jos, Jesús, con las manos atadas a la espalda, comprueba el cum­
plimiento de su profecía.

Presentación de Jesús en el Templo

Escena sólo contenida en el Evangelio de San Lucas (2, 22-


35), representa a María y a José presentando, ofreciendo a Dios al
niño Jesús en el Templo de Jerusalén, según lo estipulado en la ley
mosaica para los primogénitos (Éxodo 13, 1-2), al tiempo que
ofrecen los dones necesarios para la P u r ific a c ió n d e M a r ía :
«Cuando una mujer conciba y tenga un hijo varón [...] será impu­
ra como en el tiempo de sus reglas [...] permanecerá todavía trein­
ta y tres días purificándose de su sangre», al término de los cua­
les debe ir al Templo con un cordero, «mas si a ella no le alcanza
para presentar una res menor, tome dos tórtolas o dos pichones,
uno como holocausto y otro como sacrificio por el pecado; y el sa-
M o ra le s . P resen ta ció n d e l N iñ o en el Templo.

cerdote hará expiación por ella y quedará pura» {Lev 12, 2-4; 8).
El sacerdote es Simeón, un hombre justo a quien el Espíritu Santo
le ha revelado que no verá la muerte hasta haber visto al Mesías
enviado por Dios. Tomando al niño en brazos, da gracias a Dios por
haber visto la salvación de Israel, y a María le anuncia el dolor que
por su causa ha de padecer: «Éste está puesto para caída y ele­
vación de muchos en Israel, ¡y a ti misma una espada te atravesa-
rá el alma!» {Le 2, 34-35). Esta expresión de San Simeón ha sido
materializada a menudo con la imagen denominada V ir g e n d e lo s
D o lo r e s o también D o lo r o s o . Presenta a María siendo atravesada
por una espada (Gregorio Fernández, La Doloroso, iglesia de la
Vera Cruz, Valladolid), o por numerosos cuchillos, normalmente
cinco, aludiendo a los cinco misterios dolorosos del rosario (Juan
de Juni, Virgen de los cuchillos, iglesia de Santa María la Antigua,
Valladolid). En la escena está también presente la profetisa Ana
{Le 2, 36-39), quien, reconociendo también al niño, hablaba de él
a todos los que esperaban la redención.
En cumplimiento de la promesa hecha al ángel por su madre
Ana (Prot. Evan. Sant. 4), cuando María cumplió tres años fue
llevada al Templo, «y al llegar frente a la fachada, subió tan rá­
pidamente las quince gradas, que no tuvo tiempo de volver su
vista atrás y ni siquiera sintió añoranza de sus padres, cosa tan
natural en la niñez. Esto dejó a todos estupefactos, de manera
que hasta los mismos pontífices quedaron Henos de admiración»
{Pseudo Mateo 4). Tiziano pintó a esta muchedumbre gesticu­
lante y sorprendida en La presentación de María en el Templo
(1534-1538, Galería de la Academia, Venecia). Allí vivirá, ali­
mentada por un ángel, hasta los doce años, en que es entregada
a José (ver Desposorios). El tema insiste en la entrega y la de­
dicación de María a Dios, ya incluso desde su más tierna infan­
cia: «Desde la madrugada hasta la hora de tercia hacía oración;
desde tercia hasta nona se ocupaba en sus labores; desde nona
en adelante consumía todo el tiempo en oración, hasta que se de­
jaba ver el Ángel del Señor, de cuyas manos recibía el alimen­
to» (Pseudo Mateo 6, 2).

Purificación de María. Ver Presentación de Jesús


en el Templo

Resurrección

La petición de vigilar el sepulcro la hicieron los fariseos y


los sumos sacerdotes temiendo que los apóstoles robasen el
cuerpo para dar después testimonio de su resurrección (Mt 27,
62-66). Cuando la resurrección se produce, sobornan a los sol­
dados para decir que, efectivamente, los apóstoles se lo han
llevado {Mt 28, 11-15). La iconografía tradicional del tema pre­
senta a Jesús saliendo de un sepulcro, ante la sorpresa y estu­
pefacción de sus guardianes, y enarbolando una bandera como
señal de su triunfo sobre la muerte. Sin embargo, ninguno de los
evangelios cuenta la resurrección de Jesús, sino el indicio de que
ha resucitado, cuando las Marías se dirigen al sepulcro y lo en-
cuentran vacío. En el Evangelio de San Mateo, el único que de­
sarrolla la escena en detalle, Magdalena y las otras mujeres, in­
cluso los soldados que vigilaban el sepulcro, son testigos única­
mente del terremoto que precede a la llegada del ángel que retira
la piedra, pero el sepulcro ya está vacío (Mt 28, 1-6). De ahí que
este tema, las Marías ante el sepulcro vacío, haya servido para
representar, o al menos insinuar, la resurrección de Jesús hasta
el siglo xm.
El tema de la resurrección de Cristo en particular, y en ge­
neral de los muertos, es importante y controvertido. Pedro y
Pablo tuvieron enfrentamientos con los saduceos del Sanedrín
por defenderla (Hch 4, 1-2; 23, 6-8). Algunos judíos, los fari­
seos, creían en ella, como lo expresaban Ezequicl (Ez 37, 1-15)
y sobre todo Daniel (Dn 12, 1-3), y era el tema central de la
predicación y la fe cristiana (Mt 22, 23-33; Jn 11, 25-26), de­
fendida ardientemente por Pablo ante los corintios: «Os re­
cuerdo, hermanos, el evangelio que os prediqué: [...] que Cris­
to murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue
sepultado y que resucitó al tercer día [...]. Si no hay resurrec­
ción de muertos, Cristo tampoco resucitó. Y si no resucitó
Cristo, vacía es nuestra predicación, vacía también nuestra fe.
[...] estáis todavía en vuestros pecados. Por tanto, también los
que durmieron en Cristo perecieron» (1 Co 15, 1-18). Quizá
por eso el arte prefiere hacer explícito lo que los evangelios
ocultan: una imagen clara de Jesús saliendo del sepulcro, tal
como lo representaron Mantegna, Piero de la Francesca, El
Greco, Tintoretto, Caravaggio, etc.
Pero, además, la defensa de la resurrección física de Jesús,
en una interpretación literal de las Escrituras frente a otras po­
sibilidades (espiritual, por ejemplo, Me 16, 12), tiene también,
como señala Elaine Pagcls, una explicación «política»: «Le­
gitimar la autoridad de ciertos hombres que pretenden ejercer
la dirección exclusiva de las iglesias como sucesoras del após­
tol Pedro»19. Pedro no sólo recibió directamente de Jesús las
llaves del Reino de los Cielos (Mt 16, 18) y el encargo de apa­
centar sus corderos (Jn 21, 15-18), sino que, además, según
San Lucas, fue el primer testigo de su resurrección (Le 24,
23). Pedro y el resto de los «once», testigos oficiales de la re­

19 Pagcls, E.: op. cit., pág. 44.


surrección de Jesús, eran los únicos que, en su virtud, queda­
ban revestidos de la autoridad necesaria para continuar con su
labor (Mt 28, 16-20 y paralelos), y los únicos también que po­
dían delegarla: «Conviene, pues, que de entre los hombres que
anduvieron con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús
convivió con nosotros, a partir del bautismo de Juan hasta el
día en que nos fue llevado, uno de ellos sea constituido testi­
go con nosotros de su resurrección» (Hch 1, 21-22). Así, Ro­
drigo Borgia se convirtió en el papa Alejandro VI en agosto de
1492 comprando el apoyo de sus electores con feudos, villas,
abadías, obispados, etc., alcanzando un valor aproximado de
80.000 ducados. La acusación de simonía pretendió el pontí­
fice acallarla haciéndose retratar por Pinturicchio arrodillado,
asistiendo en primera fila a la resurrección de Cristo (1492-
1494, Sala de los Misterios, apartamentos Borgia, Vaticano),
como si la representación justificara por sí sola sus pretensio­
nes al pontificado.

Resurrección de Lázaro

Es una escena que sólo aparece en el Evangelio de San Juan,


pero que ha sido muy representada a lo largo de toda la Edad
Media, decorando numerosos capiteles románicos y tablas góti­
cas. El episodio (Jn 11) constituye la prueba definitiva del poder
de la palabra de Jesús sobre la muerte y la promesa de la vida
eterna para sus seguidores (Jn 11, 25-26). El románico es espe­
cialmente fiel al texto presentándonos, en el apretado espacio de
un capitel, a las hermanas de Lázaro, Marta y María, al mismo
Lázaro levantándose «atado de pies y manos con vendas y en­
vuelto el rostro con un sudario» (Jn 11, 44) y a algún espectador
tapándose la nariz, ilustrando la anecdótica observación de Mar­
ta: «Señor, ya huele, es el cuarto día» (Jn 11, 39) (capitel de la
colegiata de Tudela).

Santo Entierro. Ver Descendimiento

Stabat Mater. Ver Juan apóstol


Corresponde a Mateo 4, 1-11 y paralelos. Jesús es tentado
por el diablo en el desierto después de un ayuno de cuarenta
días. Primero le incita a demostrar la veracidad de su mesiani-
dad y luego le promete los reinos del mundo y sus glorias terre­
nales si accede a adorarle. La escena sucede inmediatamente
después de su bautizo, y el mismo Espíritu de Dios que en for­
ma de paloma ha mostrado su elección por él es quien le lleva
al desierto: «Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al de­
sierto para ser tentado por el diablo» (Mt 4, 1), por lo que po­
dría interpretarse la escena como la prueba de iniciación nece­
saria antes de comenzar su vida pública. Superada la prueba, «el
diablo le deja. Y he aquí que se acercaron unos ángeles y le ser­
vían» (Mt 4, 11).

Tetramorfos. Ver Pantocrátor

Transfiguración

Manifestación de la naturaleza divina de Jesús: «su rostro se


puso brillante como el sol y sus vestidos se volvieron blancos
como la luz» (Mt 17, 2). Junto a Cristo, se aparecen Moisés y
Elias, los dos profetas que, como Jesús, restablecen la pureza de
la Alianza de Yahveh con Israel y le han visto de cerca (Ex 34,
29; 1 R 10-13). También son los dos que, como Jesús, ayunaron
cuarenta días en el desierto. Male ve en las representaciones me­
dievales de este tema una exaltación del ayuno y la victoria so­
bre las tentaciones de la carne20. Son testigos del hecho Santia­
go, Pedro y Juan, quien curiosamente no lo menciona en el
Evangelio, aunque Pedro confirma lo contado en los sinópticos
(2 P 1, 16-18). Después, una nube blanca los envolvió, y los
apóstoles se postraron en tierra al oír la voz que de ella salía.
«Este es mi hijo amado, en quien me complazco; escuchadle»
(Mt 17, 5), por lo que esta nube es otra manifestación más del
Espíritu Santo.

20 M a le , E .: o p . c it., p á g 197.
Rafael, en La Transfiguración (1518-1520, Pinacoteca Vati­
cana, Roma), presentó el tema en la forma tradicional en la par­
te alta de la composición. En la parte baja, sin embargo, desa­
rrolla una escena que los críticos identifican con un suceso
posterior (Curación del endemoniado epiléptico, M t 17, 14-21).

Tributo debido al César. Ver Jesús ante Pilato

Trinidad

Representación del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, basa­


da fundamentalmente en la escena del B a u tis m o de Jesús (M t 3,
13-17 y paralelos), identificando al Padre en la voz que des­
ciende del cielo. En otras partes de la Biblia se sugiere también
la idea de la Trinidad, así por ejemplo en la T r a n s fig u r a c ió n ,
pero especialmente en la aparición de los tres ángeles a Abra-
ham en la llamada Teofania ele Mambré (Gn 18, 2). El misterio
de la Encarnación ha suscitado fuertes controversias en el seno
de la Iglesia, que ha luchado contra creencias heréticas desde los
primeros tiempos de su formación. Así el arrianismo (s. iii-iv , el
Logos encarnado, el Hijo, es distinto e inferior al Padre); el nes-
torianismo (s.v, en Cristo hay dos personas, dos naturalezas, hu­
mana y divina. María es madre de Jesús, de la naturaleza huma­
na, no de la divina); el monofisismo (s. v-vi, una sola persona y
una sola naturaleza al absorber la divina a la humana); el mono-
telismo (s. vil, dos naturalezas y una sola voluntad); el adopcio-
nismo (s. viii, Jesús es hijo adoptivo de Dios, en cuanto que
lomó, adoptó de María carne para su nacimiento humanado), etc.,
fueron condenados en numerosos concilios, donde hubo que pre­
cisar además el dogma y el vocabulario que definía la idea de la
Trinidad y el misterio de la Encarnación: Jesús ha sido engen­
drado consustancialmente con el Padre, participan de la misma
sustancia (Nicea, 325), y, por tanto, Jesús es Dios («Yo y el Pa­
dre somos uno» Jn 10, 30); es una persona poseedora de dos na­
turalezas, unidas sin absorción, sin mezcla, sin división y sin se­
paración (Calcedonia, 451); que se encarnó en María por obra del
Espíritu Santo, que a su vez procede del Padre y del Hijo, de am­
bos a la vez (Letrán IV, 1215); se hizo Hombre para morir en la
E n g u e rr a n d Q u a rto n . C oro n a ció n d e la Virgen.

cruz y salvar a la humanidad del pecado original. El tema es por


tanto muy importante, es la base misma del credo católico, la
creencia que permite y hace posible la redención. Las represen­
taciones de la Trinidad del tipo Trono de Gracia (el Padre mos­
trando a Cristo en la Cruz, frecuente en la Edad Media) y Com-
passio Patris (sosteniendo al Hijo muerto, introducido en el
siglo xvi) no son sino la traducción gráfica de este credo fun­
damental. La iglesia de San Salvador de Toldaos (Lugo) conser­
va una Virgen abridera trinitaria del primer tipo datada en el si­
glo xiv. Cuando se abre, muestra la imagen del Padre sosteniendo
a Cristo crucificado. Este tipo de imágenes fueron destruidas por
considerarlas cercanas a la herejía, pues se podría pensar que la
Trinidad entera se había encamado en María. En el románico es
frecuente la imagen de la Trinidad Paternitas: el Padre haciendo
de trono al Hijo, y el Espíritu Santo como paloma entre los dos.
Siguiendo la fórmula aprobada en Letrán IV, en el II Concilio de
Lyon (1274) se determinó que la Paloma debía tocar al mismo
tiempo la boca del Padre y del Hijo, como se ve en la Trinidad
románica de Aguinaga en Navarra y en la Coronación de la Vir­
gen (1453, Museo Villenuevelés, Aviñón) de Enguerrand Quar-
ton, quien, además, pintó al Padre y al Hijo exactamente iguales,
estando especificado este detalle en el contrato. Se le exigía así
materializar lo establecido en el Concilio de Florencia (1438-
1445): «Por razón de esta unidad el Padre está todo en el Hijo,
todo en el Espíritu Santo [...]. Ninguno precede a otro en eterni­
dad, o le excede en grandeza, o le sobrepuja en potestad»21.

Última Cena

Es una de las escenas capitales del ciclo de la Pasión, pues


en ella ocurren dos hechos fundamentales: el anuncio de la trai­
ción de Judas y la institución de la Eucaristía. Con respecto al
primero, el arte ha preferido seguir, cuando retrata esta escena,
el texto de San Mateo. Judas vende a Jesús por treinta monedas
de plata (Mt 26, 15), cantidad que no especifican Lucas ni Mar­
cos. Así, Judas aparece siempre apartado de los demás, ocultan­
do la bolsa con el dinero de su recompensa. Carece del nimbo
que lo santifica, sus facciones son exageradas y afeadas, y su
pelo cobrizo recuerda que ha sido poseído por el diablo (Le 22, 3;
Jn 13, 2, 27). La escena es también en Mateo más viva y dra­
mática, como la pintó Leonardo da Vinci para el refectorio de
Santa María de las Gracias de Milán: los apóstoles se entriste­
cen, y uno por uno van acercándose a Jesús preguntándole:
«¿Acaso soy yo, Señor?» (Mt 26, 22). También es el único que,
interesándose después por la suerte de Judas, cuenta su suicidio
(Mt 27, 3-5). El retrato que hace San Juan de Judas es bien dis­
tinto al realizado por los sinópticos. No hay una conspiración
previa a la cena, ni recibe a cambio recompensa alguna. Más
bien parece haber sido objeto de la elección de Jesús para trai­
cionarle y así cumplir también lo escrito por los profetas (Jn 13,
17-18). «Es aquel a quien dé el bocado que voy a mojar. Y, mo­
jando el bocado, lo toma y se lo da a Judas, hijo de Simón Isca­
riote. Y entonces tras el bocado entró en él Satanás. Jesús le
dice: lo que vas a hacer, hazlo pronto. [...] En cuanto tomó Ju-

21 P a r a o tro s tip o s d e re p re s e n ta c ió n d e la T r in id a d v é a s e E s te b a n L o rc n tc ,
J. F.: o p . c it., p á g s . 2 0 3 y s ig s.
das el bocado, salió. Era de noche» (Jn 13, 26-30). Poussin, en
La Eucaristía (1647, Galería Nacional de Escocia, Edimburgo),
perteneciente a la serie de los siete sacramentos, siguió la ver­
sión joánica al colocar a un lado, sumido en la penumbra, a Ju­
das alejándose de la mesa de la Última Cena.
La cena organizada por Jesús, y que sería la última con sus
discípulos, celebraba la Pascua judía, la fiesta que recordaba la
salida de Egipto, pero Jesús la convierte en una cena ritual con
un significado bien distinto, al instaurar esa noche la Eucaristía.
El pan y el vino compartidos son su cuerpo y su sangre sacrifi­
cados por el perdón de los pecados. Al hacer esto «en recuerdo
mío» {Le 22, 19), se convierte a sí mismo en la base y punto de
partida de una Nueva Alianza y una nueva religión. Juan de Jua­
nes en La Ultima Cena (Museo del Prado, Madrid) representó
precisamente la conciencia de este hecho fundamental en las ac­
titudes encendidamente piadosas de los apóstoles.
El catolicismo defendió siempre la presencia real de Cristo en
el ritual {Jn 6, 53-58), aunque es en la Edad Media donde se for­
mula el dogma de la Transubstanciación (el pan y el vino se con­
vierten por medio del ritual en carne y sangre de Cristo), que
tuvo que defender contra los movimientos heréticos que lo nega­
ban: contra valdenses y cataros, también llamados albingenses,
en los concilios de Letrán III y IV en el siglo xii; en este último
se estableció además la comunión obligatoria una vez al año.
Contra el wyelefismo y el husismo en el Concilio de Constanza
en el siglo xv; y contra luteranos y calvinistas en el Concilio de
Tiento en el siglo xvi. El arte oficial a su servicio emprendió
también la tarea de propagar loas al santo sacramento con repre­
sentaciones del tipo Misa de San Gregorio, muy populares du­
rante el gótico, las mismas Misa de Bolsena y La disputa del
Santísimo Sacramento de Rafael en las Estancias vaticanas, o la
Misa del padre Cabañuelas de Zurbarán. En el Barroco, elabo­
ró también el arte para la Iglesia triunfante complicados progra­
mas iconográficos ensalzando el triunfo del dogma, así, El triun­
fo de la Eucaristía de Rubens (1626, Museo del Prado, Madrid),
o el Transparente de Narciso Tomé (1729, Catedral de Toledo).
En ellos se representan lo que la Iglesia considera prefiguracio­
nes de la Eucaristía narradas en el Antiguo Testamento, como el
encuentro entre Abraham y Melquidesec, la prudente Abigaíl,
Elias y el ángel, etc.
Vía Crucis

También llamado Camino del Calvario, describe el itine­


rario de Jesús desde la salida del Pretorio hasta el Calvario
con paradas o estaciones. Aunque tradicionalmente se consi­
deran catorce, incluyendo desde la Crucifixión hasta la se­
pultura, la iconografía del tema sólo representa las más im­
portantes: la imposición de la cruz, el episodio de Simón
Cireneo, el de la Verónica y el encuentro con las hijas de Je-
rusalén. Ninguno de los cuatro evangelios describe con deta­
lle este itinerario. Así, la imagen de Jesús cargando con la
cruz sólo la confirma San Juan (Jn 19, 17), y el encuentro con
las hijas de Jerusalcn es un episodio que sólo cuenta San Lu­
cas (Le 23, 27). El episodio más importante, y el más repre­
sentado, el de Simón cargando con la cruz de Jesús, lo narran
sólo los sinópticos. San Lucas precisa que «le cargaron la
cruz para que la llevara detrás de Jesús» (Le 23, 27). El epi­
sodio de la Verónica con el paño es pues extraevangélico, así
como las numerosas caídas que según la tradición sufrió Je­
sús en este itinerario. Las dificultades de Jesús para trasladar
la cruz son deducibles por los testimonios de Juan y de los
otros evangelistas, pero la confirmación expresa procede de
las Actas de Piloto (10, s. n): «Jesús llegó a la puerta de la
ciudad con la cruz a cuestas. Pero, encontrándose desfalleci­
do por sus llagas y por lo pesado del madero y teniendo los
judíos, por otra parte, gran interés en que fuera crucificado
cuanto antes, mandaron que se hiciera cargo del madero Si­
món de Cirene [...], que pasaba a la sazón por allí». Así, Ra­
fael en la caída del Camino al Calvario (Pasmo de Sicilia)
(1515, Museo del Prado, Madrid) presenta a la comitiva a la
salida de la ciudad, cuyas puertas se ven a la derecha, Jesús
arrodillado en el suelo y a Simón cogiendo la cruz al tiempo
que mira, con gesto enfadado, a un sayón que tira de la cuer­
da para levantarle. Este esquema clásico lo repetirá Salzillo
en uno de sus pasos procesionales (La caída, 1752, Museo
Salzillo, Murcia). Para El Greco, sin embargo, la cruz era
más el símbolo de la Redención que del martirio o del sufri­
miento de Cristo, y la convierte en un elemento casi liviano,
que Jesús levanta y ofrece al Padre en sus numerosas versio­
nes de Cristo abrazado a la cruz. Una derivación del Ecce
R a f a e l. C a m in o d e l C alvario.

Homo, es el Cristo de la paciencia o de la humildad, que lo


representa ya semidesnudo, sentado y esperando ser crucifi­
cado. Surge en el siglo xvi, probablemente a partir de la xi­
lografía de Durero, Ecce Homo sentado, que puso al frente de
La Gran Pasión en 1511.
El cristianismo ha profesado siempre una especial devo­
ción a María como madre de Cristo, y en general como perso­
nificación de la Iglesia, madre y protectora de los fieles. Así lo \
demuestran las innumerables representaciones que con este
motivo se realizaron desde los principios del cristianismo.
También fue temprano objeto de controversia cuando Nestorio,
patriarca de Constantinopla en el año 427, se opuso a otorgar a
María el título de Madre de Dios, Theotocos, al considerar que
era sólo madre de la esencia o naturaleza humana de Jesús, por
lo que debía llamarse Madre de Cristo. El Concilio de Efeso
del año 431 reafirmó la maternidad divina de María, y pronto
surgieron también leyendas que aseguraban que San Lucas, el
Evangelista, era autor de varios iconos de la Virgen con el niño,
a los que se creía dotados de grandes poderes. Así, en el año 717,
cuando los árabes sitiaban Constantinopla, una imagen de la
Virgen atribuida a San Lucas fue paseada en procesión por sus
murallas. Quizá como reacción a la herejía nestoriana el arte
bizantino desarrolló una variada iconografía de la Virgen como
Madre de Dios, algunos de cuyos modelos serán adoptados
más tarde por el arte occidental. Así, la Theotocos, o Kirio-
tissa, la que sostiene al Señor, presenta a la Virgen frontal,
sentada en un trono, sosteniendo al niño Dios que está bendi­
ciendo con tres dedos ( Virgen Stroganoff, s. x, Museo de Cle­
veland, Ohio). Éste es el tipo más común en la plástica romá­
nica, la Virgen entronizada y solemne que da la réplica al
Cristo Pantocrátor del Juicio Final. Solemos llamarla Virgen
Trono de Dios, y es frecuente en frescos y en innumerables ta­
llas de madera. En el tipo Hodegetria, la Conductora, o la que
indica el camino, la Virgen está de pie llevando al niño sobre
su brazo izquierdo y señalando, mostrando a Jesús con su
mano derecha abierta (Mosaico de Torcello, s. x i i ; ejemplares
de marfil de Londres, Utrecht, etc.), recordando quizá las pa­
labras del Evangelio de San Juan: «Yo soy el Camino, la Ver­
dad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí» (Jn 14, 6). El tipo
Elousa, o de la Compasión, presenta ya una Virgen más huma­
na y maternal, en juego afectuoso con Jesús, desprovisto aho­
ra de su actitud de Niño-Dios (Virgen de Vladimir, s. x i i , Gale­
ría Treitiakov, Moscú). En la Europa del siglo xm, un cierto
C a te d r a l d e T o le d o . Virgen B lanca.
V an E y c k . La Virgen d e l C a n c iller Rolin.

abandono de la preocupación escatológica, y el renacer urba­


no, económico y cultural, provocó también un cambio en la
iconografía mañana. Desde ahora, la Virgen deja de ser Trono,
para convertirse en Madre de Jesús. De pie, como la Hodege-
tria, establece con su hijo una comunicación mucho más cari­
ñosa, imitando el tipo Elousa. Su rostro es también más alegre
y amable. La Virgen Blanca (s. xm, Catedral de Toledo) sería
el ejemplo más representativo de esta nueva espiritualidad.
Llevada al Renacimiento alcanzará las más altas cotas de refi­
namiento. Véase por ejemplo la Virgen con el Niño de Lucca
della Robbia (s. xv, Museo del Barguello, Florencia), con el
niño Jesús abrazando el cuello de María y acercando sus caras,
como en la ya citada Virgen de Vladimir y otras del mismo
tipo; o los numerosos ejemplos de Rafael o Leonardo.
Habría que citar un último tipo iconográfico adaptado
también al gusto occidental. Se trata del tipo Galactotrofusa,
amamantando al niño. Además de ser, en esencia, una escena
cotidiana y maternal, establece mayor énfasis en la depen­
dencia del niño con María, en claro paralelismo con los fie­
les, dependientes de su madre, la Iglesia, encarnada en María.
Recordemos tan sólo la Virgen de Lucca de J.V. Eyck (Stád-
lisches Kunstinstitut, Francfort); o las numerosas versiones
del tema de Luis de Morales con el niño buscando el pecho de
su madre.
Es este carácter protector y maternal de la Virgen lo que
convertía al tema en el más idóneo para retratarse como donan­
te, arrodillado frente a la Virgen con el niño, apelando también
a su influencia mediadora ante Jesús para garantizarnos un lu­
gar en el cielo. En este tipo de representaciones la Virgen apa­
rece frontal, sentada en un trono, cubierta normalmente con un
dosel, y sosteniendo al niño en brazos. El donante, de perfil al
espectador, se sitúa arrodillado en un discreto segundo plano.
La proporción jerárquica medieval lleva también a empequeñe­
cer de forma exagerada su figura (Retablo de la Virgen de Si-
gena, Jaime Serra, s. xiv, Museo de Arte de Cataluña, Barcelo­
na). Jan Van Eyck en La Virgen del Canciller Rolin (Museo del
Louvre, París), seguramente por imposición del propio donan­
te, pintó, violando todas las reglas, al canciller arrodillado fren­
te a la Virgen, muy cerca de ella, inusualmente dispuesta tam­
bién frente a él. Este soberbio canciller recibe, él solo, la
bendición del niño Jesús con un rostro que no es en absoluto de
oración o de contemplación de la divinidad, sino más bien de
insolencia y desafío.

Virgen de los Dolores. Ver Presentación de Jesús


en el Templo
Aarón, 46. Atanasio, 85.
Abel, 41,51. Atlas, 75.
Abigaíl, 48.
Abisag, 48.
Baltasar, 55.
Abra, 50.
Baraquiel, 102.
Abraham, 42-43, 44.
Bárbara, 73.
Adán, 41, 60, 62.
Bartolomé, 65, 70, 75.
Agar, 42, 43.
Basilio, 85.
Ágata, 72.
Benito de Nursia, 88, 88.
Agustín, 43, 86, 94.
Bernabé, 81.
Ajab, 52.
Bernardo de Claraval, 70, 88-
Aman, 50.
89.
Ambrosio, 80, 86.
Betsabé, 49.
Amos, 52-53.
Bruno, 89-90.
Ana, madre de la Virgen, 57.
Buenaventura, 90, 91.
Andrés, 63, 76.
Andrómeda, 77.
Anticristo, 52, 68, 70. Caín, 41.
Antonio Abad, 70, 72-73, Cam, 42.
82. Canaán, 42, 43.
Antonio de Padua, 91. Carlos Borromeo, 73.
Apolo, 65, 82. Catalina de Alejandría, 73-
Apolonia, 72. 74.
Astiages, 65. Cecilia, 74.
Asuero, 50. Cosme y Damián, 74-75.
Cristo, 41, 46-48, 51, 53, 56- Goliat, 48.
63, 75, 77, 78, 80, 83, 84, Gregorio Magno, 68, 87.
88, 99, 101. Ver Jesús. Gregorio Nacianceno, 85.
Cristóbal, 75.
Habacuc, 55.
Dalila, 47. Henoc, 52.
Daniel, 55, 68. Herakles, 47.
Darío, 55. Herodes Agripa, 63.
David, 48-49, 50, 54, 57, 58. Herodes Antipas, 57.
Débora, 47. Herodes el Grande, 58.
Diablo, 65, 68, 70-71, 72, Herodías, 57.
88, 89. Ver Lucifer y Sa­ Hitarco, 65.
tanás. Holofcrnes, 50.
Diego de Alcalá, 91-92. Hugo de Grenoble, 89.
Diocres, 89.
Domingo de Guzmán, 92. Ignacio de Loyola, 96, 96.
Ildefonso, 76.
Efigenia, 65. Inés, 77.
Efraím, 44. Irene, 83.
Elias, 52. Isaac, 44, 55.
Eliecer, 44. Isabel, madre de Juan B., 57.
Eliseo, 52. Isabel de Hungría, 91.
Erasmo, 75-76. Isaías, 53-54.
Esaú, 44. Isidoro, 76.
Esteban, 76, 78, 81. Ismael, 43.
Ester, 50.
Eulalia, 76. Jacob, 44, 44.
Eva, 41, 58, 70. Jafet, 42.
Ezequiel, 54.' Jeremías, 54.
Jerónimo, 69, 87.
Felipe', 64. Jesé, 48, 53.
Felipe Neri, 99-100. Jesús, 41, 44, 46, 55, 56, 57,
Francisco de Asís, 90, 91. 58,58-60,61,62, 63,64,65,
Francisco de Borja, 97. 66, 68, 69, 70, 71, 73, 74,
Francisco de Paula, 98. 75, 76, 78, 79, 81, 83, 84,
Francisco de Sales, 100. 87, 89, 96, 99. Ver Cristo.
Francisco Javier, 96-97. Jehudiel, 102.
Joaquín, 57.
Gabriel, 54, 57, 68-69. Job, 51, 70.
Gilgamcsh, 47. Joel, 56.
Jonás, 56. María, madre de Jesús, 43, 44,
Jorge, 77-78. 47, 48, 54, 57, 58, 59, 64,
José, padre de Jesús, 58, 66. 66, 69, 76. Ver Virgen.
José, patriarca, 45. María Egipciaca, 80.
José de Calasanz, 99. Marsias, 65.
Josué, 42, 46-47. Marta, 79.
Juan, apóstol y evangelista, 62, Martín, 80.
64, 97. Mateo, apóstol, 65-66.
Juan Bautista, 55, 57, 61, 68, Mateo, evangelista, 61.
89, 97. Melquidesec, 42.
Juan Crisóstomo, 85. Mesías, 45, 53, 58, 61.
Juan de Dios, 97. Miguel, 68, 69.
Juan de la Cruz, 99. Moisés, 42, 45-46, 46, 52.
Judas Iscariote, 59, 67, 70.
Nemrod, 42.
Judas Tadeo, 66.
Nicolás, 81.
Judit, 47, 50. Noé, 41-42.
Justa y Rufina, 78.
Oseas, 53.
Pablo, 53, 61, 67, 81, 83, 93.
Labán, 44. Pablo III, 96.
Lázaro, 59, 79. Pablo Ermitaño, 82.
Leví, 59, 65. Pedro, 56, 63, 72, 81, 83, 90,
Lía, 44. 93, 94.
Longinos, 78. Pedro Mártir, 93.
Lorenzo, 78, 84. Pedro Nolasco, 94.
Lot, 42. Per seo, 77.
Lucas, 61-62. Poncio Pilato, 58.
Lucía, 78. Posidón, 81.
Lucifer, 68, 69-71. Ver Satán Putifar, 45.
y Diablo.
Rafael, 69.
Lucina, 83.
Raquel, 44.
Salomón, 49.
Magdalena, 65, 79. Sansón, 47-48.
Mahoma, 69. Santiago el Mayor, 63-64, 80.
Malaquías, 55. Santiago el Menor, 66, 66.
Manasés, 44. Sara, 42, 43.
Marcos, 61. Sana, 69.
Mardoqueo, 50. Satán, 68, 70-71. Ver Diablo
Margarita, 79. y Lucifer.
Saúl, 48. Urbano II, 89.
Seathiel, 69, 102. Urías, 49.
Sebastián, 73, 74, 82-83. Uriel, 102.
Sem, 42. Úrsula, 83.
Set, 41.
Simón, 66. Valerio, 84.
Simón Cireneo, 83. Verónica, 84.
Sisara, 47. Vicente, 78, 84.
Sofonías, 54. Vicente Ferrer, 93-94.
Susana, 55. Virgen (María), 50, 53-54, 57,
58, 62, 76, 88, 89, 91, 92,
94. Ver María.
Teodosio, 86.
Teresa de Jesús, 98-99. Yael, 47.
Tobías, 69.
Tobit, 69. Zacarías, padre de Juan Bau­
Tomás, 65. tista, 57, 61, 68-69.
Tomás de Aquino, 91, 93, 101. Zacarías, profeta, 55.
CONTEXTO HISTÓRICO:
La Biblia y el cristianismo

La Biblia como documento y fuente histórica: Martens,


H.: Manual de la Biblia, Barcelona, Herder, 1989; Fernández
Marcos y otros: Simposio Bíblico Español, Madrid, Universi­
dad Complutense, 1984; Vidal Manzanares, C.: Textos para la
historia del pueblo judío, Madrid, Cátedra, 1995. Como do­
cumento religioso: Vidal Manzanares, C.: Diccionario de las
tres religiones monoteístas, Madrid, Alianza, 1993; Eliade,
M.: Tratado de historia de las religiones. Morfología y diná­
mica de lo sagrado, Madrid, Cristiandad, 1981; Graves, R., y
R. Patai: Los mitos hebreos, Madrid, Alianza, 1986. Sobre el
contexto histórico y religioso del cristianismo en particular:
Leipoldt, J., y W. Grundmann: El mundo del Nuevo Testa­
mento, Madrid, Cristiandad, 1973 (3 vols.); García Iglesias,
L.: La Palestina de Jesús, Cuadernos de Historia 16; Mitre,
E.: Judaismo y cristianismo. Raíces de un gran conflicto his­
tórico, Madrid, Istmo, 1980; Blázquez, J. M.a y otros: Cris­
tianismo primitivo y religiones mistéricas, Madrid, Cátedra,
1995; Pagels, E.: Los evangelios gnósticos, Barcelona, Críti­
ca, 1982; Santos Yanguas, N.: Cristianismo e Imperio Roma­
no durante el siglo i, Madrid, Clásicas, 1991; Teja, R.: El cris­
tianismo en Roma, Cuadernos de Historia 16, Madrid, 1985;
Sordi, M.: Los cristianos y el Imperio Romano, Madrid, En-
cuentro, 1988; Dodds, E. R.: Paganos y cristianos en una épo­
ca de angustia, Madrid, Cristiandad, 1975.

ARTE:
Fuentes y documentos

Además de la Biblia, son importantes para los temas de Cris­


to, la Virgen y los santos: Los evangelios apócrifos, edición de
Aurelio de Santos Otero, Madrid, B.A.C., 1996, y Santiago de la
Vorágine: Leyenda Dorada, traducción de José Manuel Maclas,
Madrid, Alianza, 1982 (2 vols.). Para vicios, virtudes, alegorías,
etc.: Alciato, A.: Emblemas, Madrid, Akal, 1985, y Ripa, C.: Ico­
nología, Akal, Madrid, 1988 (2 vols.). Bestiario medieval, edi­
ción de I. Malachaverría, Madrid, Siruela, 1989. De carácter mu­
cho más general: Yarza, J. y otros: Fuentes y documentos para la
historia del arte, Barcelona, Gustavo Gili, 1982 (8 vols.).

Iconografía y simbología

Obras generales: Esteban Lorente, J. F.: Tratado de icono­


grafía, Madrid, Istmo, 1990; Revilla, F.: Diccionario de ico­
nología y simbología, Madrid, Cátedra, 1995; Louis Réau: Ico­
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1997; Roig, J. F.: Simbología cristiana, Barcelona, Joan Flors,
1958; Ferguson, G.: Signos y símbolos del arte cristiano, Bue­
nos Aires, Emecé, 1956; Duchet-Suchaux, G., y M. Pastoureau:
La Biblia y los santos, Madrid, Alianza, 1997; Ferrando Roig, F.:
Iconografía de los santos, Barcelona, Omega, 1950. Iconografía
paleocristiana y bizantina: Grabar, A.: Las vías de la creación en
la iconografía cristiana, Madrid, Alianza, 1985. Iconografía
románica y gótica: Madeleine Davy, M.: Iniciación a la icono­
grafía románica, Madrid, Akal, 1996; Guerra, M.: Simbología
románica, Madrid, Fundación Universitaria Española, 1993; Se­
bastián, S.: Mensaje simbólico del arte medieval. Arquitectura.
Iconografía. Liturgia, Madrid, Encuentro, 1994; Yarza, J.: Estu­
dios de iconografía medieval española, Universidad Autónoma
de Barcelona, 1984; Male, E.: El gótico. La iconografía de la
Edad Media y sus fuentes, Madrid, Encuentro, 1986. Iconogra-
fía del Renacimiento y el Barroco: Panofsky, E.: Estudios sobre
iconología, Madrid, Alianza Universidad, 1972; Panofsky, E.:
El significado de las artes visuales, Madrid, Alianza, 1979;
Gombrich, E. H.: Imágenes simbólicas, Madrid, Alianza, 1983.
Estos últimos se centran más en la iconografía clásica, pero con­
tienen información importante sobre el concepto y los proble­
mas de la investigación iconológica: Pacheco, F.: El arte de la
pintura, edición de B. Bassegoda i Hugas, Madrid, Cátedra,
1990; Male, E.: El barroco. Arte religioso del siglo xv i i , Madrid,
Encuentro, 1985; Brovvn, J.: Imágenes e ideas de la pintura es­
pañola del siglo xv i i , Madrid, Alianza, 1980; Sebastián, S.: Con­
trarreforma y barroco, Madrid, Alianza, 1985; Stoichita, V. I.:
El ojo místico. Pintura y visión religiosa en el Siglo de Oro es­
pañol, Madrid, Alianza, 1996; Gállego J.: Visión y símbolos en
la pintura española del Siglo de Oro, Madrid, Cátedra, 1987.

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