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Resumen

Este documento discute el impacto de la tecnología en la naturaleza simbólica del ser humano. Explica que históricamente, el progreso de la imprenta, el periódico, el teléfono y la radio fueron bien recibidos porque ampliaban la comunicación lingüística. Sin embargo, la televisión marcó un cambio porque prioriza la imagen sobre la palabra, acercando al hombre a sus capacidades ancestrales y alejándolo de su esencia simbólica definida por el lenguaje.
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Resumen

Este documento discute el impacto de la tecnología en la naturaleza simbólica del ser humano. Explica que históricamente, el progreso de la imprenta, el periódico, el teléfono y la radio fueron bien recibidos porque ampliaban la comunicación lingüística. Sin embargo, la televisión marcó un cambio porque prioriza la imagen sobre la palabra, acercando al hombre a sus capacidades ancestrales y alejándolo de su esencia simbólica definida por el lenguaje.
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LA PRIMACÍA DE

LA IMAGEN
1. HOMOSAPIENS

Homo sapiens: de este modo


clasificaba Línneo a la especie humana
en su Sistema de la Naturaleza, de 1758.
Fisiológicamente, el homo sapiens no
posee nada que lo haga único entre los
primates (el género al que pertenece la
especie de la raza humana) , Lo que hace
único al homo sapiens es su capacidad
simbólica; lo que indujo a Ernst Cassirer
a definir al hombre como un «animal
simbólico». Cassirer lo explica así:

E] hombre no vive en un universo


puramente físico sino en un universo
simbólico. Lengua, mito, arte y religión [...]
son los diversos hilos que componen el
tejido simbólico [...] . Cualquier progreso
humano en el campo del pensamiento y de
la experiencia refuerza este tejido [...]. La
definición del hombre como animal racional
no ha perdido nada de su valor [...] pero es
fácil observar que esta definición es una
parte del total. Porque al lado del lenguaje
conceptual hay un lenguaje del sentimiento,
al lado del lenguaje lógico o científico está
el lenguaje de la imaginación poética. Al
principio, el lenguaje no expresa
pensamientos o ideas, sino sentimientos y
afectos. (1948, págs. 47-49)
23
HOMO VIDENS

Así pues, la expresión animal


symbolicum comprende todas las
formas de la vida cultural del hombre. Y
la capacidad simbólica de los seres
humanos se despliega en el lenguaje, en
la capacidad de comunicar mediante una
articulación de sonidos y signos
«significantes», provistos de
significado. Actualmente, hablamos de
lenguajes en plural, por tanto, de
lenguajes cuyo significante no es la
palabra: por ejemplo, el lenguaje del
cine, de las artes figurativas, de las
emociones, etcétera. Pero éstas son
acepciones metafóricas. Pues el
lenguaje esencial que de verdad
caracteriza e instituye al hombre como
animal simbólico es «lenguaje-palabra»,
el lenguaje de nuestra habla. Digamos,
por tanto, que el hombre es un animal
parlante, un animal loquax «que
continuamente está hablando consigo
mismo» (Cassirer, 1948, pág. 47) y que
ésta es la característica que lo distingue
radicalmente de cualquier especie de ser
viviente 1
A esto se podría replicar que los
animales también comunican con un
lenguaje propio. Sí, pero no del todo. El
llamado lenguaje animal transmite
señales. Y la diferencia fundamental es
que el hombre posee un lenguaje capaz
de hablar de sí mismo. El hombre
reflexiona sobre lo que dice. Y no sólo
el comunicar, sino también el pensar y
el conocer que caracterizan al hombre
como animal simbólico se construyen
en lenguaje y con el lenguaje. El len-

I
Gehlen (1990, págs. 91-92) indica una
discontinuidad diferente entre el hombre y el
animal: «el animal [...] no ve lo que no debe
llegar a la percepción como algo vitalmente
importante, como es el caso de señales que
indican que están ante un enemigo, una presa,
el otro sexo [ ...l. El hombre, en cambio, está
expuesto a una invasión de excitaciones, a una
riqueza de lo "perceptible"». Esto es verdad,
pero a mí me parece que la óptica simbólico-
lingüística de Cassirer es mucho más
importante que la óptica antropológico-
cultural de Gehlen. Hay que aclarar que se trata
de puntos de vista complementarios.

24
GIOVANNI SARTORI

guaje no es sólo un instrumento del


comunicar, sino también del pensar 2. Y
el pensar no necesita del ver. Un ciego
está obstaculizado, en su pensar, por el
hecho de que no puede leer y, por tanto,
tiene un menor soporte del saber
escrito, pero no por el hecho de que no
ve las cosas en las que piensa. A decir
verdad, las cosas en las que pensamos
no las ve ni siquiera el que puede ver:
no son «visibles».
Las civilizaciones se desarrollan con
la escritura, y es el tránsito de la
comunicación oral a la palabra escrita lo
que desarrolla una civilización (cfr.
Havelock, 1973) . Pero hasta la
invención de la imprenta, la cultura de
toda sociedad se fundamenta
principalmente en la transmisión oral.
Hasta que los textos escritos son
reproducidos a mano por amanuenses,
no se podrá hablar aún del «hombre que
lee». Leer, y tener algo que leer, fue
hasta finales del siglo xv un privilegio
de poquísimos doctos. El homo sapiens
que multiplica el propio saber es, pues,
el llamado hombre de Gutenberg. Es
cierto que la Biblia impresa por
Gutenberg entre 1452 y 1455 tuvo una
tirada (que para nosotros hoy es risible)
de 200 copias. Pero aquellas 200 copias
se podían reimprimir. Se había
producido el salto tecnológico. Así
pues, es con Gutenberg con quien la
transmisión escrita de la cultura se
convierte en algo potencialmente
accesible a todos.
El progreso de la reproducción
impresa fue lento pero constante, y
culmina —entre los siglos XVIII y
XIX— con la llegada del periódico que
se imprime todos los días, el «diario» .
Al mismo tiempo, desde mediados

2
Es una tesis que desarrollo en La política
(1979) , especialmente en las págs. 23-26, donde
afirmo que pensar es «onomatología», logos
construido en palabras y mediante palabras.
3
Obsérvese que también el periódico se
componía manualmente hasta la invención de la
linotipia (que fundía los caracteres en plomo

25
HOMO VIDENS

del XIX en adelante comienza un nuevo


y diferente ciclo de avances
tecnológicos. En primer lugar, la
invención del telégrafo, después la del
teléfono (de Alexander Graham Bell) .
Con estos dos inventos desaparecía la
distancia y empezaba la era de las
comunicaciones inmediatas. La radio,
que también eliminaba distancias, añade
un nuevo elemento: una voz fácil de
difundir en todas las casas. La radio es
el primer gran difusor de
comunicaciones; pero un difusor que no
menoscaba la naturaleza simbólica del
hombre. Ya que, como la radio «habla»,
difunde siempre cosas dichas con
palabras. De modo que libros,
periódicos, teléfono, radio son todos
ellos —en concordancia— elementos
portadores de comunicación lingüística.
La ruptura se produce a mediados de
nuestro siglo, con la llegada del
televisor y de la televisión 4
La televisión —como su propio
nombre indica— es «ver desde lejos»
(tele), es decir, llevar ante los ojos de un
público de espectadores cosas que
puedan ver en cualquier sitio, desde
cualquier lugar y distancia. Y en la
televisión el hecho de ver prevalece
sobre el hecho de hablar, en el sentido
de que la voz del medio, o de un
hablante, es secundaria, está en función
de la imagen, comenta la imagen. Y,
como consecuencia, el telespectador es
más un animal vidente que un animal
simbólico. Para él las cosas
representadas en imágenes cuentan y
pesan más que las cosas dichas con
palabras. Y
líquido) que no se produjo hasta 1884, y que
permitía componer 6.0()() caracteres por hora
(frente a los de la composición a mano) .
4
Utilizo «televisión» y «televisor»,
indistintamente, para indicar que la relación
entre el televisor-máquina y el televidente es
estrechísima. El televisor, por así decirlo, entra
dentro del televidente y lo plasma.
GIOVANNI SARTORI

esto es un cambio radical de dirección,


porque mientras que la capacidad
simbólica distancia al homo sapiens del
animal, el hecho de ver lo acerca a sus
capacidades ancestrales, al género al
que pertenece la especie del homo
sapiens.
2. EL PROGRESO TECNOLÓGICO

Todo progreso tecnológico, en el momento de su


aparición, ha sido temido e incluso rechazado. Y
sabemos que cualquier innovación molesta porque
cambia los órdenes constituidos. Pero no podemos, ni
debemos generalizar. El invento más protestado fue,
históricamente, el de la máquina, la máquina industrial.
La aparición de la máquina provocó un miedo
profundo porque, según se decía, sustituía al hombre.
Durante dos siglos esto no ha sido cierto. Pero era
verdad entonces, y sigue siéndolo ahora, que el coste
humano de la primera revolución industrial fue
terrible. Aunque la máquina era imparable, y a pesar
de todos los inmensos beneficios que ha producido,
aún hoy las críticas a la civilización de la máquina se
relacionan con verdaderos problemas.
En comparación con la revolución industrial, la
invención de la imprenta y el progreso de las
comunicaciones no han encontrado hostilidades
relevantes; por el contrario, siempre se han aplaudido
y casi siempre han gozado de eufóricas previsiones .
Cuando apareció el

5
Entre las escasas voces contrarias, recuerdo a Squarciafico, un
literato, que se oponía a la cantidad de libros que se podían hacer
HOMO VIDENS

29
periódico, el telégrafo, el teléfono y la radio (dejo en
suspenso el caso de la televisión) la mayoría les dio la
bienvenida como «progresos» favorables para la
difusión de información, ideas y cultura 6.
En este contexto, las objeciones y los temores no
han atacado a los instrumentos, sino a su contenido. El
caso emblemático de esta resistencia —repito, no
contra la comunicación sino contra lo que se
comunicaba— fue el caso de la Gran Enciclopedia.
La Encyclopédiede Diderot (cuyo primer tomo
apareció en 1751) fue prohibida e incluida en el Indice
en 1759, con el argumento de que escondía una
conspiración para destruir la religión y debilitar la
autoridad del Estado. El papa Clemente XII llegó a
decretar que todos los católicos que poseyeran
ejemplares debían dárselos a un sacerdote para que los
quemaran, so pena de excomunión. Pero a pesar de esta
excomunión y del gran tamaño y el coste de la obra (28
volúmenes infolio, realizados aún a mano), se
imprimieron, entre 1751 y 1789, cerca de 24.000
copias de la Encyclopédie, un número realmente
colosal para la época. El progreso de los ilustrados fue
incontenible. Y si no debemos confundir nunca el
instrumento con sus mensajes, los me-

con la imprenta porque debilitaba la memoria y la mente. En


aquel momento, esta objeción no tuvo fuerza alguna. Pero hoy
está adquiriendo la forma de una verdad.

30
6
Hubo algunas reservas sobre los periódicos. Y no sin razón, ya
que a finales del siglo XVIII y durante el XIX numerosos
periódicos eran realmente simples «papeluchos». Cuando
Thomas Jefferson finalizó su experiencia como presidente de
Estados Unidos, le escribió estas palabras a un amigo: «No
podemos creer nada de lo que se lee en un periódico. La misma
noción de verdad resulta sospechosa cuando está inmersa en ese
transmisor de polución». También hoy los llamados tabloides no
contienen información alguna digna de ese nombre.
GIOVANNI SARTORI

dios de comunicación con los contenidos que


comunican, el nexo es éste: sin el instrumento de la
imprenta nos hubiéramos quedado sin Encyplopédie y,
por tanto, sin Ilustración.
Volvamos a la instrumentalización. Incluso cuando
un progreso tecnológico no suscita temores
importantes, todo invento da lugar a previsiones sobre
sus efectos, sobre las consecuencias que producirá. No
es cierto que la tecnología de las comunicaciones haya
suscitado previsiones catastróficas (más bien ha
sucedido lo contrario); pero es verdad que con
frecuencia, nuestras previsiones no han sido muy
acertadas en este sentido: pues lo que ha sucedido no
estaba previsto. Tomemos el caso de la invención del
telégrafo. El problema que nadie advirtió a tiempo era
que el telégrafo atribuía un formidable monopolio
sobre las informaciones a quien instalaba primero los
cables, De hecho, en Estados Unidos, la Western Union
31
(monopolio del servicio telegráfico) y la Associated
Press (la primera agencia de noticias) se convirtieron
enseguida en aliados naturales; y esta alianza
prefabricaba, por así decirlo, los periódicos, porque era
la Associated Press la que establecía cuáles eran las
noticias que había que dar, y era la Western Union la
que hacía llegar el noticiario a una velocidad increfl)le.
De modo diligente e inesperado este problema se
resolvió eo ipso por el teléfono: un cable más que, sin
embargo, permitía a cada usuario comunicar lo que
quería.
También la radio ha tenido efectos secundarios no
previstos: por ejemplo, la «musicalización» de nuestra
vida cotidiana (además del gran lanzamiento de
deportes que podían ser «narrados», como el fútbol).
¿Y la televisión? Hemos llegado al punto importante.
Hasta la llegada de la televisión a mediados de nues-
HOMO VIDENS

tro siglo, la acción de «ver» del hombre se había


desarrollado en dos direcciones: sabíamos engrandecer
lo más pequeño (con el microscopio), y sabíamos ver a
lo lejos (con el binóculo y aún más con el telescopio).
Pero la televisión nos permite verlo todo sin tener que
movernos: lo visible nos llega a casa, prácticamente
gratis, de cualquier lugar. Sin embargo no era
suficiente. En pocas décadas el progreso tecnológico

32
nos ha sumergido en la edad cibernética 1 , desbancando
—según dicen— a la televisión. En efecto hemos
pasado, o estamos pasando, a una edad «multimedia»
en la cual, como su nombre indica, los medios de
comunicación son numerosos y la televisión ha dejado
de ser la reina de esta multimedialidad 2 . El nuevo
soberano es ahora el ordenador. Porque el ordenador (y
con él la digitalización de todos los medios) no sólo
unifica la palabra, el sonido y las imágenes, sino que
además introduce en los «visibles» realidades
simuladas, realidades virtuales.
Pero no acumulemos demasiadas cosas. La
diferencia en la que debemos detenernos es que los
medios visibles en cuestión son dos, y que son muy
diferentes. La televisión nos muestra imágenes de
cosas reales, es fotografía y cinematografía de lo que
existe. Por el contrario,

1
El término cibernética fue acuñado por Norbert Wiener para
denominar el «control y la comunicación en el animal y en la
máquina» (es el título de su libro de 1948). Esencialmente, la
cibernética de Wiener trata de los «mensajes de órdenes» que el
hombre da a la máquina, pero también los que la máquina da a la
máquina y los que ésta le devuelve al hombre. El significado
etimológico de cibernética es «arte del piloto»; pero los pilotos
en cuestión son ahora los circuitos de órdenes y de control en las
máquinas electrónicas.
2
Por multimedialidad se entiende conceptualmente la unificación
en un solo medio de la palabra escrita y hablada, además del
sonido y la imagen.
33
GIOVANNI SARTORI

el ordenador cibernético (para condensar la idea en dos


palabras) nos enseña imágenes imaginarias. La
llamada realidad virtual es una irrealidad que se ha
creado con la imagen y que es realidad sólo en la
pantalla. Lo virtual, las simulaciones amplían
desmesuradamente las posibilidades de lo real; pero no
son realidades.

34
3. EL VÍDEO-NIÑO

Así pues, el cambio de agujas se ha producido por el


hecho de informarse viendo. Este cambio empieza con
la televisión. Por tanto, comienzo también yo por tele-
ver. Sean cuales sean los desarrollos virtuales del
vídeo-ver posteriores a la televisión (vid. infra, págs. 53
y sigs.) , es la televisión la que modifica primero, y
fundamentalmente, la naturaleza misma de la
comunicación, pues la traslada del contexto de la
palabra (impresa o radiotransmitida) al contexto de la
imagen. La diferencia es radical. La palabra es un
«símbolo» que se resuelve en lo que significa, en lo que
nos hace entender. Y entendemos la palabra sólo si
podemos, es decir, si conocemos la lengua a la que
pertenece; en caso contrario, es letra muerta, un signo o
un sonido cualquiera. Por el contrario, la imagen es
pura y simple representación visual. La imagen se ve y
eso es suficiente; y para verla basta con poseer el
sentido de la vista, basta con no ser ciegos. La imagen
no se ve en chino, árabe o inglés; como ya he dicho, se
ve y es suficiente.
Está claro, pues, que el caso de la televisión no puede
ser tratado por analogía, es decir, como si la televiSión
fuera una prolongación y una mera ampliación de los
instrumentos de comunicación que la han precedido.
Con la televisión, nos aventuramos en una novedad
radicalmente nueva. La televisión no es un anexo; es
sobre todo una sustitución que modifica
36
sustancialmente la relación entre entender y ver. Hasta
hoy día, el mundo, los acontecimientos del mundo, se
nos relataban (por escrito); actualmente se nos
muestran, y el relato (su explicación) está
prácticamente sólo en función de las imágenes que
aparecen en la pantalla.
Si esto es verdad, podemos deducir que la televisión
está produciendo una permutación, una metamorfosis,
que revierte en la naturaleza misma del homo sapiens.
La televisión no es sólo instrumento de comunicación;
es también, a la vez, paideía 3 , un instrumento
«antropogenético», un medium que genera un nuevo
ánthropos, un nuevo tipo de ser humano.
Esta es la tesis, o si se prefiere la hipótesis, en la que
se centra todo el libro, y sobre la cual obviamente
volveré con frecuencia. Una tesis que se fundamenta,
como premisa, en el puro y simple hecho de que
nuestros niños ven la televisión durante horas v horas,
antes de aprender a leer y escribir 4 .

3
Paideía, de origen griego, denomina el proceso de formación del
adolescente (pais, paidós) . En su ya clásico estudio WernerJaeger (
1946) extiende el significado del término a toda la formación del
hombre.
4
La televisión sustituye a la baby sitter (es ella la primera en encender
la televisión) y, por tanto, el niño empieza a ver programas para
adultos a los tres años. Según una reciente investigación del ISTAT
(Istituto Centrale di Statistica) , en Italia el 95 por ciento de los niños
entre los tres y los diez años —son casi cuatro millones y medio— ven
la televisión casi todos los días. Otros datos indican que los niños
italianos entre los cuatro y los siete años ven la televisión durante dos
37
GIOVANNI SARTORI

Curiosamente, se ataca esta exposición porque sobre


todo (según se dice) habitúa al niño a la violencia, y lo
hace de adulto más violento ll . Digo curiosamente
porque aquí un detalle del problema lo sustituye y
esconde. El argumento de que un niño de menos de tres
años no entiende lo que está viendo y, por tanto,
«absorbe» con más razón la violencia como un modelo
excitante y tal vez triunfador de vida adulta,
seguramente es cierto, ¿pero por qué limitarlo a la
violencia? Por encima de todo, la verdad es que la
televisión es la primera escuela del niño (la escuela
divertida que precede a la escuela aburrida) ; y el niño
es un animal simbólico que recibe su imprint, su
impronta educacional, en imágenes de un mundo
centrado en el hecho de ver. En esta Paideía, la
predisposición a la violencia es, decía, sólo un detalle
del problema. El problema es que el niño es una esponja
que registra y absorbe indiscriminadamente todo lo que
ve (ya que no posee aún capacidad de discriminación).
Por el contrario, desde el otro punto de vista, el niño
formado en la imagen se reduce a ser un hombre que no
lee, y, por tanto, la mayoría de las veces, es un ser

horas y media al día (con un 19 por ciento que llega incluso a las
cinco o seis horas cotidianas). En Estados Unidos la media asciende
a
38
«reblandecido por la televisión», adicto de por vida a
los videojuegos.
«Al principio fue la palabra»: así dice el Evangelio
de Juan. Hoy se tendría que decir que «al principio fue
la imagen». Y con la imagen que destrona a la palabra
se asedia a una cultura juvenil descrita perfectamente
por Alberoni (1997):

tres horas al día para los niños que no van aún a la escuela y a
cinco horas diarias para los muchachos entre seis y doce años.
ll
Según los cálculos de un profesor americano, si no hubiera
televisión en Estados Unidos habría 10.000 asesinatos y 700.000
agresiones menos al año. El cálculo tal vez no sea de fiar, pero
esta influencia es real. Sobre televisión y violencia vid. Salerno,
1996.
Los jóvenes caminan en el mundo adulto de la escuela, del
Estado [...] de la profesión como clandestinos. En la escuela,
escuchan perezosamente lecciones [...] que enseguida olvidan.
No leen periódicos . Se parapetan en su habitación con carteles
de sus héroes, ven sus propios espectáculos, caminan por la
calle inmersos en su música. Despiertan sólo cuando se
encuentran en la discoteca por la noche, que es el momento en
el que, por fin, saborean la ebriedad de apiñarse unos con otros,

39
la fortuna de existir corno un único cuerpo colectivo danzante
5

No podría describir mejor al vídeo-niño, es decir, el


niño que ha crecido ante un televisor. ¿Este niño se
convierte algún día en adulto? Naturalmente que sí, a la
fuerza. Pero se trata siempre de un adulto sordo de por
vida a los estímulos de la lectura y del saber
transmitidos por la cultura escrita. Los estímulos ante
los cuales responde cuando es adulto son casi
exclusivamente audiovisuales. Por tanto, el vídeo-
niño no crece mucho más. A los treinta años es un
adulto empobrecido, educado por el mensaje: «la
cultura, qué rollazo», de Ambra Angiolini (l 'enfant
prodige que animaba las vacaciones televisivas) , es,
pues, un adulto marcado durante toda su vida por una
atrofia cultural.
El término cultura posee dos significados. En su
acepción antropológica y sociológica quiere decir que
todo ser humano vive en la esfera de su cultura. Si el
hombre es, como es, un animal simbólico, de ello deriva
eo ipso

5
El nexo entre cultura juvenil y música rock lo ha explicado con
gran agudeza Allan Bloom (1987, págs. 68-81), que observa que
«con el rock, el hecho de estar reunidos consiste en la ilusión de
tener sensaciones comunes, el contacto físico y las fórmulas
emitidas a las que se les supone un significado que supera la
palabra» (pág. 75).
40
GIOVANNI SARTORI

que vive en un contexto coordinado de valores,


creencias, conceptos y, en definitiva, de
simbolizaciones que constituyen la cultura. Así pues, en
esta acepción genérica también el hombre primitivo o
el analfabeto poseen cultura. Y es en este sentido en el
que hoy hablamos, por ejemplo, de una cultura del ocio,
una cultura de la imagen y una culturajuvenil. Pero
cultura es además sinónimo de «saber»: una persona
culta es una persona que sabe, que ha hecho buenas
lecturas o que, en todo caso, está bien informada. En
esta acepción restringida y apreciativa, la cultura es de
los «cultos», no de los ignorantes. Y éste es el sentido
que nos permite hablar (sin contradicciones) de una
«cultura de la incultura» y asimismo de atrofia y
pobreza cultural.
Es cierto que «las sociedades siempre han sido
plasmadas por la naturaleza de los medios de
comunicación mediante los cuales comunican más que
por el contenido de la comunicación. El alfabeto, por
ejemplo, es una tecnología absorbida por el niño
mediante ósmosis, por llamarlo así» (McLuhan y Fiore,
1967, pág. l ) . Pero no es verdad que «el alfabeto y la
prensa hayan promovido un proceso de fragmentación,
de especialización y de alejamiento [mientras que] la
tecnología electrónica promueve la unificación y la

41
inmersión» (ibídem.) Si acaso es verdad lo contrario 6 .
Ni siquiera estas consideraciones pueden dernostrar
superioridad alguna de la cultura audio-visual sobre la
cultura escrita.
El mensaje con el cual la nueva cultura se
recomienda y se auto-elogia es que la cultura del libro
es de unos pocos —es elitista—, mientras que la cultura
audio-visual es de la mayoría. Pero el número de
beneficiarios —sean minoría o mayoría— no altera la
naturaleza ni el valor de una cultura. Ysi el coste de una
cultura de todos es el desclasamiento en una subcultura
que es además —cualitativamente— «incultura»
(ignorancia cultural) , entonces la operación representa
solamente una pérdida. ¿Es tal vez mejor que todos
seamos incultos a que haya unos pocos cultos?
¿Queremos una cultura en la que nadie sepa nada? En
definitiva, si el maestro sabe más que el alumno,
tenemos que matar al maestro; y el que no razona de
este modo es un elitista. Esta es la lógica de quien
carece de lógica.

6
Sobre todo cuando se llega (vid. infra, págs. 53-61) a la
descomposición digital (binaria) de los mens'Ajes. Porque la
digitalización es un formidable instrumento de descomposición-
recomposición que realmente fragmenta todo. Para el hombre
«digigeneraci(F nal» (el hombre de cultura digital) ya no existe una
realidad que «se sostenga». Para él cualquier conjunto de cosas
puede ser manipulado y mezclado ad libitum, a su gusto, de miles
de formas.
42
4. PROGRESOSY REGRESIONES

Damos por descontado que todo progreso


tecnológico es, por definición, un progreso. Sí y no.
Depende de qué entendamos por progreso. Por sí
mismo, progresar es sólo «ir hacia delante» y esto
comporta un crecimiento. Y no está claro que este
aumento tenga que ser positivo. También de un tumor
podemos decir que crece, y en este caso lo que aumenta
es un mal, una enfermedad. En numerosos contextos,
pues, la noción de progreso es neutra. Pero con respecto
a la progresión de la historia, la noción de progreso es
positiva. Para la Ilustración, y aún hoy para nosotros,
progreso significa un crecimiento de la civilización, un
avance hacia algo mejor, es decir, una mejoría. Y
cuando la televisión se define como un progreso, se
sobreentiende que se trata de un crecimiento «bueno».
Pero atención: aquí no estamos hablando del
progreso de la televisión (de su crecimiento) , sino de
una televisión que produce progreso. Y una segunda
advertencia: una mejora que sea sólo cuantitativa no es
por sí misma una mejora; es solamente una extensión,
un mayor tamaño o penetración. El progreso de una
epidemia y, por tanto, su difusión, no es —por así
decirlo— un

43
H0M0

progreso que ayuda al progreso. La advertencia es, pues,


que un aumento cuantitativo no mejora nada si no está
acompañado de un progreso sustancial. Lo que equivale
a decir que un aumento cuantitativo no es un progreso
cualitativo y, por tanto, un progreso en sentido positivo y
apreciativo del término. Y mientras que un progreso
cualitativo puede prescindir del aumento cuantitativo (es
decir, quedar en el ámbito de lo poco numeroso) , lo
contrario no es cierto: la difusión en extensión de algo se
considera progreso sólo si el contenido de esa difuSión
es positivo, o al menos no da pérdidas, si no está ya en
pérdidas.
Una vez aclarada esta premisa, la pregunta es: ¿en qué
sentido la televisión es «progresiva», en cuanto que
mejora un estado de cosas ya preexistentes? Es una
pregunta a la que debemos responder haciendo una
distinción. La televisión beneficia y perjudica, ayuda y
hace daño. No debe ser exaltada en bloque, pero tampoco
puede ser condenada indiscriminadamente.
En líneas generales (lo iremos viendo detalladamente)
es cierto que la televisión entretiene y divierte: el homo
ludens, el hombre como animal que goza, que le encanta
jugar, nunca ha estado tan satisfecho y gratificado en toda
su historia. Pero este dato positivo concierne a la
«televisión espectáculo». No obstante, si la televisión
transforma todo en espectáculo, entonces la valoración
cambia.
44
Una segunda generalización: es verdad que la
televiSión «estimula». En parte ya lo ha hecho la radio;
pero el efecto estimulante de la televisión es dinámico y
diferente. Despertar con la palabra (la radio) es algo
insignificante respecto a un despertar producido por la
visión de todo el mundo, lo que, en potencia, podemos
ver en cualquier casa. Hasta el siglo xx, las tres cuartas
GIOVANNI SARTORL

partes de los seres vivos estaban aislados y adormecidos


en sus pueblos (como máximo en pequeñas ciudades).
Ahora a todos nosotros, casi seis mil millones de
personas, nos despiertan o nos pueden despertar. Es un
movimiento colosal, del cual aún no podemos sopesar el
impresionante impacto. De momento, en cualquier caso,
es seguro que un despertar es apertura hacia el progreso
en la acepción ilustrada del término. Pero por el
contrario, es también seguro que frente a estos progresos
hay una regresión fundamental: el empobrecimiento de
la capacidad de entender.

45
5. EL EMPOBRECIMIENTO DE CAPACIDAD DE ENTENDER

El homo sapiens —volvemos a él— debe todo su saber


y todo el avance de su entendimiento a su capacidad de
abstracción. Sabemos que las palabras que articulan el
lenguaje humano son símbolos que evocan también
«representaciones» y, por tanto, llevan a la mente figuras,
imágenes de cosas visibles y que hemos visto. Pero esto
sucede sólo con los nombres propios y con las «palabras
concretas» (lo digo de este modo para que la exposición
sea más simple) , es decir, palabras como casa, cama, mesa,
carne, automóvil, gato, mujer, etcétera, nuestro
vocabulario de orden práctico14
De otro modo, casi todo nuestro vocabulario
cognoscitivo y teórico consiste en Palabras abstractas que
no tienen ningún correlato en cosas visibles, y cuyo
significado no se puede trasladar ni traducir en imágenes.
Ciudad es todavía algo que podemos «ver», pero no nos

14
En lógica a las palabras concretas se les llama «denotativas»:
palabras que existen para cosas (observables) que denotan. El
contenido significante de las palabras es, en cambio, su
«connotación». La reformulación técnica de la cuestión es que todas
las palabras connotan, pero que no todas las palabras denotan.
VIDENS

es posible ver nación, Estado, soberanía, democracia,


representación, burocracia, etcétera; son conceptos
abstractos elaborados por procesos mentales de abstracción
que están construidos por nuestra mente como entidades.
Los conceptos de justicia, legitimidad, legalidad, libertad,
igualdad, derecho (y derechos) son asimismo abstracciones
«no visibles». Y aún hay más, palabras como paro,
inteligencia, felicidad son también palabras abstractas. Y

47
toda nuestra capacidad de administrar la realidad política,
social y económica en la que vivimos, y a la que se somete
la naturaleza del hombre, se fundamenta exclusivamente
en un Pensamiento conceptual que representa —para el ojo
desnudo— entidades invisibles e inexistentes. Los
llamados primitivos son tales porque —fábulas aparte— en
su lenguaje destacan palabras concretas: lo cual garantiza
la comunicación, pero escasa capacidad científico-
cognoscitiva. Y de hecho, durante milenios los primitivos
no se movieron de sus pequeñas aldeas y organizaciones
tribales. Por el contrario, los pueblos se consideran
avanzados porque han adquirido un lenguaje abstracto —
que es además un lenguaje construido en la lógica— que
permite el conocimiento analítico-científico.
Algunas palabras abstractas —algunas, no todas— son
en cierto modo traducibles en imágenes, pero se trata
siempre de traducciones que son sólo un sucedáneo infiel
y empobrecido del concepto que intentan «visibilizar». Por
ejemplo, el desempleo se traduce en la imagen del
desempleado; la felicidad en la fotografía de un rostro que
expresa alegría; la libertad nos remite a una persona que
sale de la cárcel. Incluso podemos ilustrar la palabra
igualdad mostrando dos pelotas de billar y diciendo: «he
aquí objetos iguales», o bien representar la palabra
inteligencia mediante la imagen
GIOVANNI SARTORI

de un cerebro. Sin embargo, todo ello son sólo distorsiones


de esos conceptos en cuestión; y las posibles traducciones
que he sugerido no traducen prácticamente nada. La
imagen de un hombre sin trabajo no nos lleva a comprender
en modo alguno la causa del desempleo y cómo resolverlo.
De igual manera, el hecho de mostrar a un detenido que
abandona la cárcel no nos explica la libertad, al igual que
la figura de un pobre no nos explica la pobreza, ni la

48
imagen de un enfermo nos hace entender qué es la
enfermedad. Así pues, en síntesis, todo el saber del homo
sapiens se desarrolla en la esfera de un mundus
intelligibilis (de conceptos y de concepciones mentales)
que no es en modo alguno el mundus sensibilis, el mundo
percibido por nuestros sentidos. Y la cuestión es ésta: la
televisión invierte la evolución de lo sensible en inteligible
y lo convierte en el ictu oculi, en un regreso al puro y
simple acto de ver. La televisión produce imágenes y anula
los conceptos, y de este modo atrofia nuestra capacidad de
abstracción y con ella toda nuestra capacidad de entender 7
.
Para el sensismo (una doctrina epistemológica
abandonada por todo el mundo, desde hace tiempo) las
ideas son calcos derivados de las experiencias sensibles.
Pero es al revés. La idea, escribía Kant, es «un concepto
necesario de la razón al cual no puede ser dado en los
sentidos ningún objeto adecuado (kongruirender
Gegenstand) » 16 Por tanto, lo que nosotros vemos o
percibimos concreta-
VIDENS

mente no produce «ideas», pero se insiere en ideas (o


conceptos) que lo encuadran y lo «significan» 1 7 . Y éste es
el proceso que se atrofia cuando el homo sapiens es
suplantado por el homo videns. En este último, el lenguaje
conceptual (abstracto) es sustituido por el lenguaje
perceptivo (concreto) que es infinitamente más pobre: más

7
Gad Lerner (1997) escribe que «reconocer la llegada de la imagen
televisiva modifica la capacidad de abstracción, no implica que la
bloquea». Tal vez no, pero me gustaría disponer de un ejemplo
concreto. ¿Cuáles son las abstracciones alternativas del saber analítico-
científico que funda la civilización occidental y su tecnología? 16 Crítica
de la razón pura, Dialéctica trascendental, libro I, par. 2.

49
pobre no sólo en cuanto a palabras (al número de palabras)
, sino sobre todo en cuanto a la riqueza de significado, es
decir, de capacidad connotativa.

17
Sobre esta premisa ha sido elaborada sucesivamente la «psicología
de la forma» (Gestalt) de la cual hemos aprendido —
experimentalmente— que nuestras percepciones no son nunca
reflejos o calcos inmediatos de lo que observamos, sino
reconstrucciones mentales «enmarcadas» de lo observado.
6. CONTRA-DEDUCCIONES

La acusación es grave. Y uno de mis intentos de


nerla en toda su gravedad es ver de qué modo los acusados
—sean vídeoaefensores o multimedialistas— la saben
rebatir.

50
La respuesta ritual es que todo hallazgo tecnológico se
ha topado con inquisidores que siempre se han equivocado.
Pero ya hemos visto que esta respuesta es falsa18 ¿Quién
maldijo el invento de la imprenta? ¿Quién ha condenado el
telégrafo y el teléfono? La invención de la radio deslumbró
a todos. Responder invocando a inexistentes satanizadores
es, pues, una respuesta vacía que evade el problema
propuesto.

18
Si ha habido errores de previsión clamorosos, éstos no han sido
errores en cuanto a la condena, sino en cuanto a lo factible de los
hechos. Por ejemplo, Poincaré, gran físico francés, consideraba
imposible en 1905 que las ondas de radio se propagaran más allá de
300 kilómetros, exactamente mientras Marconi estaba a punto de
enviar su señal de radio desde Cornualles en Inglaterra hasta
Terranova, en Canadá. También Herz, el descubridor de las ondas de
la radio, negó durante toda su vida la posibilidad de un teléfono sin
cables. Pero éstos son errores de previsión técnica, no de
catastrofismo.
"DENS

Una segunda respuesta es que lo inevitable es aceptado.


Estoy de acuerdo: la llegada de la televisión y después de
la tecnología multimedia es absolutamente inevitable. Pero
por el hecho de ser inevitable no debe aceptarse a ciegas.
Una de las consecuencias imprevistas de la sociedad
industrial ha sido la polución, la intoxicación del aire y del
ambiente. Y la polución es algo inevitable que estamos
combatiendo. Del mismo modo, el desarrollo de la era
nuclear trajo como consecuencia la bomba atómica que
puede exterminarnos a todos, y esto fue inevitable; a pesar
de ello, numerosas personas están en contra de la
producción de energía nuclear, y todos temen e intentan

51
impedir el uso bélico del átomo y de la bomba de
hidrógeno. El progreso tecnológico no se puede detener,
pero no por ello se nos puede escapar de las manos, ni
debemos darnos por vencidos negligentemente.
Una tercera respuesta —la verdaderamente seria— es
que palabra e imagen no se contraponen. Contrariamente a
cuanto vengo afirmando, entender mediante conceptos y
entender a través de la vista se combinan en una «suma
positiva», reforzándose o al menos integrándose el uno en
el otro. Así pues, la tesis es que el hombre que lee y el
hombre que ve, la cultura escrita y la cultura audio-visual,
dan lugar a una síntesis armoniosa. A ello respondo que si
fuera así, sería perfecto. La solución del problema debemos
buscarla en alguna síntesis armónica. Aunque de momento
los hechos desmienten, de modo palpable, que el hombre
que lee y el homo videns se estén integrando en una suma
positiva. La relación entre los dos —de hecho— es una
«suma negativa» (como un juego en el cual pierden todos).
El dato de fondo es el siguiente: el hombre que lee está
decayendo rápidamente, bien se trate del lector
GIOVANNI SARTORI

de libros como del lector de periódicos. En España como


en Italia, un adulto de cada dos no lee ni siquiera un libro
al año. En Estados Unidos, entre 1970 y 1993, los diarios
perdieron casi una cuarta parte de sus lectores. Por más que
se quiera afirmar que la culpa de este veloz descenso es la
mala calidad o la equivocada adaptación de los periódicos
a la competencia televisiva, esta explicación no es
suficientemente aclaratoria. Nos lo aclara más
profundamente el hecho de constatar que si en Estados
Unidos la sesión televisiva de los núcleos familiares ha
crecido de las tres horas al día en 1954 a más de siete horas
diarias en 1994, quiere decir que después del trabajo no
queda tiempo para nada más. Siete horas de televiSión, más

52
nueve horas de trabajo (incluyendo los trayectos) , más seis
o siete horas para dormir, asearse y comer, suman
veinticuatro horas: lajornada está completa.
Cuentas aparte, tenemos el hecho de que la imagen no
da, por sí misma, casi ninguna inteligibilidad. La imagen
debe ser explicada; y la explicación que se da de ella en la
televisión es insuficiente. Si en un futuro existiera una
televisión que explicara mejor (mucho mejor) , entonces el
discurso sobre una integración positiva entre homo sapiens
y homo videns se podrá reanudar. Pero por el momento, es
verdad que no hay integración, sino sustracción y que, por
tanto, el acto de ver está atrofiando la capacidad de
entender.
Una cuarta respuesta es que —aun admitiendo que el
acto de ver empobrece el entendimiento— este
empobrecimiento está ampliamente compensado por la
difusión del mensaje televisivo y por su accesibilidad a la
mayoría. Para los triunfalistas de los nuevos medios de
comunicación el saber mediante conceptos es elitista,
mientras que el saber por imágenes es democrático. Pero
este elogio es impúdico y tramposo, como aclararé
WDENS

a continuación. Y ya he explicado que un progreso que es


sólo cuantitativo y que comporta una regresión cualitativa
no constituye un avance en la acepción positiva del
término. Por tanto, la conclusión vuelve a ser que un
«conocimiento mediante imágenes» no es un saber en el
sentido cognoscitivo del término y que, más que difundir
el saber, erosiona los contenidos del mismo.
Una última respuesta posible es aceptar que las críticas
aquí formuladas son justas para la televisión, pero que no
lo son para el naciente mundo multimedial. Pasaremos a
analizar esto a continuación.

53
7. INTERNETY«CIBERNAVEGACIÓN»

¿Está, o estará, superada la televisión ? Cuando hace apenas


cincuenta años de su aparición, la televisión ya ha sido
declarada obsoleta. Las nuevas fronteras son Internet y el
ciberespacio, y el nuevo lema es «ser digitales». El salto es
grande y la diferencia es ésta: que el televisor es un
instrumento monovalente que recibe imágenes con un
espectador pasivo que lo mira, mientras que el mundo
multimedia es un mundo interactivo (y, por tanto, de
usuarios activos) y polivalente (de múltiple utilización)
cuya máquina es un ordenador que recibe y transmite
mensajes digitalizados.
Entonces, ¿está superada la televisión? Si la
comparación se establece entre máquinas, entonces la
máquina superior es, sin duda alguna, el ordenador.
Además, el ordenador es una máquina mediante la cual
pensamos, y que modifica nuestro modo de pensar, lo que
no significa que el hombre común se abalanzará sobre el
ordenador personal abandonando el tele-ver. Así como la
radio no ha sido anulada por el televisor, no hay razón para
suponer que la televisión será anulada por Internet. Ya que
estos instrumentos ofrecen productos diferentes, está claro
que pueden estar al lado el uno

54
del otro. No se trata, pues, de superación, sino de protagonismo.
Internet, la «red de las redes» es un prodigioso instrumento multitarea:
transmite imágenes, pero también texto escrito; abre al diálogo entre los usuarios
que se buscan entre ellos e interactúan; y permite una profundización
prácticamente ilimitada en cualquier curiosidad (es como una biblioteca universal,
conectada por diferentes mecanismos) . Para orientarse entre tanta abundancia,
distingamos tres posibilidades de empleo: l) una utilización estrictamente práctica,
2) una utilización para el entretenimiento, y 3) una utilización educativo-cultural.
Sobre el uso de Internet para administrar nuestros asuntos y servicios, la previsión
es indudable: los chicos y chicas de hoy serán todos en el futuro «cibernautas
prácticos». Las dudas aparecen en cuanto a los restantes usos.
Si Internet es entretenimiento y se utiliza como entretenimiento, entonces ya no
es tan seguro que venza a la televisión. El punto débil de la televisión que
conocemos es que «generaliza», en el sentido de que no proporciona productos
suficientemente diferenciados «vía éter». La televisión debe ofrecer productos de
masa, productos que lleguen a un público muy numeroso (y al que presenten
numerosos anuncios publicitarios) . Por el contrario, Internet proporciona
productos a medida de diferentes intereses. Pero también la televisión se está
fragmentando —por cable o vía satélite— en centenares de canales dirigidos a
audiencias concretas. Al especializarse de este modo, la televisión cubrirá también
nichos que resultarán competitivos con los nichos de los cibernautas19

19
Ésta es la transformación del broadcasting, un casting «amplio», en el narrowcasting, un casting
«estrecho». Inicialmente, fue la radio la
Por tanto, en la medida en que Internet es una diverSión, un entretenimiento, la
televisión resultará vencedora entre los «perezosos» o las personas cansadas que
prefieran el acto de mirar, mientras que Internet triunfará entre los «activos», los
que quieran dialogar y buscar. Sin embargo, el hecho de que la cantidad de
amantes de la televisión sea superior o inferior al número de red-dependientes, me
induce sólo a observar que cada uno se entretiene a su modo.
El problema es si Internet producirá o no un crecimiento cultural. En teoría
debería ser así, pues el que busca conocimiento en Internet, lo encuentra. La
cuestión es qué número de personas utilizarán Internet como instrumento de
conocimiento. El obstáculo, durante este largo camino, es que el niño de tres o
cuatro años se inicia con la televisión. Por tanto, cuando llega a Internet su interés
cognoscitivo no está sensibilizado para la abstracción. Y ya que sin capacidad de
abstracción no se alcanza el mundus intelligibilis, es muy probable que el saber
almacenado en la red permanezca inutilizado durante un largo tiempo. Decía que,
en teoría, Internet debería estimular el crecimiento cultural. Pero en la práctica
puede suceder lo contrario, desde el momento en que el homo vidensya está
formado cuando se enfrenta a la red. Sin duda, Internet nos puede ayudar a salir
del aislamiento del mundus sensibilis, pero ¿cuántos lograrán esto?
En líneas generales, estoy de acuerdo con Sergio Lepri, que afirma que
«Internet es un gran mar donde navegar es apasionante [...] pero un mar que,
después de una pequeña travesía de algunos días, preferimos con-

que se defendió de la televisión con el narrowcasting, ahora el proceso se repite con la televisión.

55
templarlo sin movernos del puerto» (1996, pág. 22). Como instrumento práctico,
como un paseo a un mercadillo callejero o como un recorrido por nuestros más
variados hobbies, Internet tiene un porvenir revoluci()nario 8. Como instrumento
cultural, de crecimiento de nuestra cultura, preveo que tiene un futuro modesto.
Los verdaderos estudiosos seguirán leyendo libros 9 , sirviéndose de Internet para
completar datos, para las bibliografías y la información que anteriormente
encontraban en los diccionarios; pero dudo que se enamoren de la red.
Observa Furio Colombo: «El Edén de la red está al otro lado de una cancela que
se está abriendo [...] solamente para unos pocos [...]. Diferentes jerarquías de
cerebros manejarán los ordenadores, jugarán y experimentarán con ellos. Para los
excluidos queda el juego interactivo [.„] para llenar un inmenso tiempo libre»
(1995, pág. 16). Y aquí debemos llamar la atención: los «pocos» de Furio Colombo
no son hombres de cultura; son más bien adictos a su trabajo, los nuevos señores
de los medios de comunicación y de la nueva nomenclatura del mundo de los
ordenadores. Para el hombre de cultura, la salvación no consiste en traspasar la
cancela que lleva al Edén de la red, sino más bien la cancela que lo protege de la
avalancha de mensajes. Porque el individuo se puede asfixiar en Internet y por
Internet. Disponer de demasiada oferta hace estallar la oferta; y si estamos
inundados de mensajes, podemos llegar a ahogarnos en ellos.
Afirmo de nuevo que las posibilidades de Internet son infinitas, para bien y para
mal. Son y serán positivas cuando el usuario utilice el instrumento para adquirir
información y conocimientos, es decir, cuando se mueva por genuinos intereses
intelectuales, por el deseo de saber y de entender. Pero la mayoría de los usuarios
de Internet no es, y preveo que no será, de esta clase. La paidêia del vídeo hará
pasar a Internet a analfabetos culturales que rápidamente olvidarán lo poco que
aprendieron en la escuela y, por tanto, analfabetos culturales que matarán su
tiempo libre en Internet, en compañía de «almas gemelas» deportivas, eróticas, o
de pequeños hobbies. Para este tipo de usuario, Internet es sobre todo un terrific
way to waste time, un espléndido modo de perder el tiempo, invirtiéndolo en
futilidades 22 . Se pensará que esto no tiene nada de malo. Es verdad, pero tampoco
hay nada bueno. Y, por supuesto, no representa progreso alguno, sino todo lo
contrario23
Pero el objetivo final no es Internet; es el «cibermundo» profetizado y
promovido, más que por cualquier

22
La frase en inglés es de Clifford Stoll (1996), un astrónomo de Berkeley experto en
seguridad de los ordenadores, que después de años de Internet-manía ahora declara que Internet
no es otra cosa que «un tejido impalpable elaborado con nada» y un miserable suy tituto de la
vida física. Como es evidente, Stoll ha dejado de usar el teclado y el ratón. Esto le puede suceder
a muchas personas.

8
Actualmente, la megarred informática se utiliza en América durante 130 millones de horas a la
semana, las mismas horas que se destinan a la televisión. Pero, precisamente, la mayor parte de este
tráfico es comercial y para llevar a cabo pequeñas cuestiones de orden práctico.
9
«No podremos prescindir de los libros», observa con gran sensatez Umberto Eco. «Si me conecto
a Internet y voy al programa Gutenberg puedo hacerme con toda la obra de Shakespeare. ¿Pero
por qué tendría que saturar el ordenador con una masa de bites [...] y luego esperar dos semanas
para poder imprimirlo, cuando por 5 dólares [...] puedo comprar la edición de Penguin?» (1996,
pág. 17).

56
23
Arbasino (1995-1996, pág. 74) se pregunta: «¿Las inmensas autopistas tan celebradas en
las exaltaciones de Internet, además de una
otro autor, por Nicholas Negroponte. En su libro El mundo digital (1995), el nuevo
paso del progreso se resume así: en el mundo digital, el que recibe puede elaborar
la información «reseteándola» como quiera, con lo que el control formal sobre el
mensaje se individualiza, se hace suyo. Consigue, así, una «cibernavegación» —
muy visual y visualizada— en las llamadas realidades virtuales, en una casi
infinita descomposición y recomposición (ensamblaje) de imágenes, formas y
figuras24
No niego que la navegación en lo virtual —que es como decir en las
simulaciones— puede ser enormemente estimulante. Los que proyectan formas
aerodinámicas, por ejemplo, «simulan» desde hace muchas décadas; y tal vez el
evangelio de Negroponte roba la idea —difundiéndola a millones de personas— a
los especialistas que han empleado técnicas de simulación desde que disponen de
procesadores. Sea como fuere, para los comunes mortales la navegación
cibernética es sólo una especie de vídeo-juego. Y si toman esta navegación
demasiado en serio, los cibernautas «comunes» corren el riesgo de perder el
sentido de la realidad, es decir, los límites entre lo verdadero y lo falso, entre lo
existente y lo imaginario. Para ellos todo se convierte en trampa y manipulación y
todo puede ser manipulado y falseado. Pero como las realidades virtuales son
juegos que no tienen probabilidades de convertirse en realidades materiales, el
negropontismo puede llegar a ge-

gran masa de informaciones ventajosas, no transportan también una gran cantidad de necedades
que no son divertidas ni útiles?». La pregunta es retórica. La inundación de estupideces es
evidente, e Internet en sí misma las multiplica de un modo increff)le.
24
El término técnico es mopPhing: una técnica que permite transformar sin límite alguno
las fórmas y dimensiones de cualquier objeto.
nerar, en un extremo, un sentimiento de potencia alienado y frustrado, y en el
extremo opuesto, un público de eternos niños soñadores que transcurren toda la
vida en mundos imaginarios. La facilidad de la era digital representa la facilidad
de la droga.
¿Terminaremos todos siendo «digigeneracionales» 10y en el cibermundo?
Espero que no. Negroponte es realmente el aprendiz de brujo del Postpensamiento.
En el mundo que él promueve y elogia, es la máquina la que lo hace todo. El finge
que no es así contándonos que el mundo multimedia-cibernético es un mundo
gobernado por una «lógica circular» sin centro alguno (ya no es un mundo
gobernado por una lógica lineal y de concatenación causal).
Suena bien, pero no significa nada, Porque «lógica circular» es sólo una
metáfora, pero como lógica no existe. La lógica establece las reglas del
pensamiento correcto (que si acaso son reglas de concatenación deductiva, no de
concatenación causal) ; y la noción de centro pertenece a la lógica cuando las
nociones de derecha e izquierda pertenecen a las matemáticas. Por tanto, la

10
El término es de Luis Rossetto, otro gurú de la medialidad electrónica, y es una abreviación de
digital generation, generación digital. Una generación (como escriben Calvo-Platero y Calamandrei,
1996, pág. 58) cuyo lenguaje «consiste en "hipertexto, compreSión de datos, amplitud de banda y
bites"» y que se encuentra muy a gusto «en el mundo virtual, en ese mundo tridimensional creado
por un ordenador en el que te mueves llevando una máscara y guan tes especiales».

57
«circularidad» de Negroponte evoca sólo un cúmulo de disparates 11. En uno de
sus comentarios al «Infierno» de Dante, T. S. Eliot lo describía como un lugar en
el cual nada se conecta con nada. Con el mismo criterio la lógica circular es un
infierno (lógico).
Esperanzas aparte, mi pronóstico es que la televiSión seguirá siendo el centro
—en detrimento de la cibernavegación y de sus sirenas— y esto se fundamenta,
asimismo, en la consideración de que la televisión no tiene techo. En 1992 ya
existían en el mundo un millón de millones de televisores. Si excluimos a los
marginados y a los que realmente se mueren de hambre, la televisión cubre, adonde
llega, casi el cien por cien de las casas. En cambio, para los demás inventos, hay
un techo. Internet produce saturación 27, y «ver pasivamente» es más fácil y más
cómodo que el acto de «ver activamente» de las navegaciones cibernéticas. Sin
contar que, como ya he explicado, la televisión nos muestra una realidad que nos
atañe de verdad, mientras que el cibermundo nos enseña imágenes imaginarias.
Vivir en el ciberespacio es como vivir sólo de Star Trek y de películas de ciencia
ficción. ¿Todo el día y todos los días? Qué aburrido.

tiempo colectivo y diferenciado, general y específico [...] es una inteligencia distribuida por todo
el mundo». La cuestión está en ese «permite». Es verdad que la cibernaútica permite el
«crecimiento» de una inteligencia articulada y difundida. Pero también permite el crecirniento de
una difundida estupidez instalada en un magma indiferenciado. Las posibilidades son numerosas.
Entre permitir y actuar está de por medio el mar. Y el concepto de lo posible (de Negroponte)
que seduce a Ferrarotti a mí me parece enormemente improbable.
27
Bien entendido, la Internet que produce saturación es la del diálogo interactivo. Ya he dicho
que como instrumento de trabajo, Internet es utilísima. En su utilización práctica, Internet no se
traduce en saturación, sino, por el contrario, supone simplificación de los problemas de la vida
cotidiana.
Podría ser que mi previsión sobre el centralismo de la televisón resultara
equivocada 12 . Es posible, por ejemPIO, que yo infravalore la importancia de una
comunicación activa e interactiva 29 . Incluso si es así, los problemas que he
destacado siguen siendo los mismos. Por tanto, continúa siendo verdad que hacia
finales del siglo xx, el homo sapiens ha entrado en crisis, una crisis de pérdida de
conocimiento y de capacidad de saber.

11
Ferrarotti (1997, pág. 193) explica el ciberespacio de este modo: «es un espacio que permite la
máxima articulación de mensajes y de inteligencia [...] La inteligencia colectiva que se desarrolla
en el ciberespacio es un proceso de crecimiento que logra ser al mismo
12
Tengo que dejar claro que esta cuestión es válida también en cuanto a la radio. El hecho de que
una televisión deficiente, o un exceso de televisión, pueda aportar grandes grupos de público a la
radio (como está sucediendo en Italia) no deja sin efecto el problema de la huella que puede dejar
en el proceso de formación del niño. 29 Tal vez porque las interacciones en la red son sólo un pálido
sustituto de las interacciones cara a cara, es decir, de las interacciones primarias. Intercambiarse
mensajes mediante un ordenador nos deja siempre solos ante un teclado.

58

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