0% encontró este documento útil (0 votos)
45 vistas5 páginas

Dimensiones Del Concepto de Libertad: A) La Libertad Civil: Independencia y Ausencia de Coacción Social

Este documento presenta un resumen de las dimensiones del concepto de libertad según Aristóteles y otros filósofos. Explora dos dimensiones principales: 1) la libertad civil como independencia y ausencia de coacción social o política, y 2) la libertad interior como independencia de las propias pasiones y deseos. También discute conceptos como la libertad política, los límites a la libertad impuestos por factores materiales y sociales, y la distinción entre libertad externa e interna.

Cargado por

Lizet Trinidad
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como DOCX, PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
0% encontró este documento útil (0 votos)
45 vistas5 páginas

Dimensiones Del Concepto de Libertad: A) La Libertad Civil: Independencia y Ausencia de Coacción Social

Este documento presenta un resumen de las dimensiones del concepto de libertad según Aristóteles y otros filósofos. Explora dos dimensiones principales: 1) la libertad civil como independencia y ausencia de coacción social o política, y 2) la libertad interior como independencia de las propias pasiones y deseos. También discute conceptos como la libertad política, los límites a la libertad impuestos por factores materiales y sociales, y la distinción entre libertad externa e interna.

Cargado por

Lizet Trinidad
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como DOCX, PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
Está en la página 1/ 5

ÉTICA Y VALORES 2020-1.

LECTURA NRO. 13

MARTIN MORENO, J.
RODRÍGUEZ, L.
HORTA, A.

Dimensiones del concepto de libertad


Dice Aristóteles que nadie se plantea cómo actuar en cuestiones que irremediablemente son
como son. Si todo fuese necesariamente como es, y por lo mismo nuestras acciones siguiesen
un curso rígidamente marcado (determinismo físico, psíquico o metafísico), no tendría sentido
que nos preguntásemos qué podemos hacer. ¿Por qué iba a merecer alabanza alguien que no
tuvo más remedio que hacer lo que hizo? ¿Por qué reprochar a otro un comportamiento que no
estuvo en su mano evitar?
Si alguien merece alabanza o reproche por algo que ha hecho, es porque se presupone que
lo hizo porque quiso, que no lo habría hecho si no hubiera querido. Hablar de normas, de bien
moral, de promesas, de alabanzas y reproches por acciones hechas por alguien, etc. tiene como
presupuesto la libertad, el hecho de que determinadas actuaciones nuestras se deben
principalmente a nosotros; porque somos autores de nuestras acciones. La moral, la
responsabilidad, el derecho, la vida social no tendrían el sentido que les damos en nuestra vida
diaria sin presuponer la libertad.
A eso se añade que según entendamos la libertad, así entenderemos la vida moral: de forma
más absoluta e interior o de forma más vulnerable, pero a la vez con posibilidad de incidir en el
mundo material y social, de forma más racional o más arbitraria, etc. Por lo demás la libertad no
sólo es presupuesto de la vida moral, sino también una de las metas de la misma; aspecto éste
del que de momento no nos ocupamos directamente.
La libertad es uno de los temas centrales de la Filosofía y de la Historia de la Filosofía. No es
posible ni necesario exponer y comentar aquí la historia del concepto de libertad. Nos
limitaremos a esbozar las coordenadas en que se inscribe el planteamiento del tema.

a) La libertad civil: independencia y ausencia de coacción social


Libre es originariamente el que no es esclavo: el que no pertenece a otro más que a sí
mismo, y por eso no se ve forzado a hacer lo que otro quiere. Además de la situación social del
esclavo, este concepto de libertad excluye la coacción externa y se opone a todo tipo de
condicionamiento exterior que nos fuerza a hacer lo que no queremos hacer, lo que sólo
hacemos porque nos fuerzan y coaccionan desde fuera, no porque queremos.
Toda una corriente de enfoques del tema de la libertad insiste o se centra en la relación del
hombre individual con los otros miembros de la sociedad en que vive y muy especialmente con el
Estado. En este contexto libertad es ausencia de coacción y de obstáculos invencibles que
puedan poner los otros o el Estado, de forma que nadie nos impida hacer aquello que queremos,
o al menos no nos veamos forzados a hacer lo que no queremos.
Este concepto de libertad es ante todo social y político. Como hemos dicho más arriba en el
mundo griego y romano se entendía por libertad la condición del que no era esclavo. El esclavo,
por pertenecer a otro, tenía que hacer lo que ese otro quería. El hombre libre, en cambio, se
pertenece a sí mismo (es sui iuris) y puede hacer lo que quiera. Este concepto de libertad
desempeña un papel central en la evolución política que va del absolutismo al estado liberal.
Pero esta libertad civil tiene como límite la libertad de los demás. Mi libertad para hacer bulla
por la noche choca con la libertad del vecino para dormir. Toda sociedad regula este posible

1
ÉTICA Y VALORES 2020-1.

conflicto de libertades mediante normas que buscan el bien común. Esas normas suponen una
coacción social, ya que amenazan con multas o castigos para quien los infringe. Pero esta
coacción es una coacción legítima.
Lo que nosotros entendemos hoy por libertad política, como contrapuesta a la esclavitud y a
la coacción, es un hecho surgido en la modernidad. Es típica del "individualismo posesivo".
Muchos la entienden como independencia de toda relación con los demás, salvo las voluntarias.
Este es el concepto de libertad que sanciona la Declaración de los Derechos del Hombre y
del Ciudadano de la Revolución Francesa (26/8/1789) en su artículo 4: "La libertad consiste en
poder hacer todo lo que no daña a los demás..." John Stuart Mill consideraba a mediados del
siglo pasado que esta libertad era algo nuevo. La llamaba libertad civil y la contraponía al libre
albedrío.
No parece que sea completamente ajena al concepto de libertad la mayor o menor amplitud
del espacio de libertad de que disponemos, es decir, la posesión de los medios necesarios para
hacer lo que uno quiere. Quien carece de medios de subsistencia más fácilmente se someterá a
otros para conseguirlos. La carencia de medios materiales, de habilidades psicológicas y de
capacidades sociales limita mucho a la persona a la hora de escoger. Esas circunstancias
parecen poner límites a su libertad.
El liberalismo extremo justifica los contratos basura, las relaciones laborales opresivas,
diciendo que el trabajador las ha asumido libremente, y al revés del esclavo, es libre para dejar el
trabajo cuando quiera. Pero ¿es libre para aceptar o rechazar un contrato opresivo quien no
puede encontrar otro trabajo más digno? Por eso la social-democracia ha impuesto límites
externos a lo que el patrón puede o no puede exigir a sus trabajadores, y limita la libertad de los
patronos para aprovecharse de la falta de libertad de los obreros.
La libertad externa no se coarta sólo cuando se fuerza físicamente a alguien. También las
amenazas con males insoportables muy dolorosos, y también las persuasiones, seducciones, y
chantajes logran disminuir y aun suprimir la libertad. El que se casa porque el padre de la novia
ultrajada le amenaza con un rifle no está dando un consentimiento libre y esa boda podía ser
fácilmente anulada. Pero esto ocurre en estrecha colaboración con nuestros miedos y deseos
que debilitan también la libertad interna. En efecto, la presión externa por sí misma no disminuye
la libertad, como se ve claro en el caso de los mártires que no cedieron ante la amenaza de
muerte. Pero si esa violencia externa provoca un pánico irracional que llega a paralizar a la
persona, este pánico sí puede llevar que la persona momentáneamente deje de ser dueña de
sus actos. Lo que decimos del miedo podemos aplicarlo también a la cólera o la tristeza que
cuando son muy intensas interfieren con la capacidad del hombre para disponer libremente de sí
mismo.
Estrictamente la coacción externa solo eliminaría del todo la libertad en el caso de la persona
a la que drogan o fuerzan a firmar un papel con las manos atadas.
Cuando hoy se habla de libertad, casi siempre se trata de la libertad social y política, de la
independencia que reclama para sí el individuo libre en sus propias actuaciones frente a posibles
interferencias o coacciones no deseadas de los otros o del Estado. Apenas se habla hoy de
libertad frente a las propias pasiones o impulsos interiores, salvo para excusar conductas o en
contextos terapéuticos. Tampoco se habla mucho del "para qué" o "hacia dónde" se orienta, o
hacia donde puede o debe orientarse, la libertad. Se entiende ante todo como independencia,
despego, desarraigo: ausencia de vínculos no deseados.

b) La libertad interior
Libre es además el que tampoco es esclavo de sus pasiones, el que no está completamente
a merced de sus propios impulsos, pasiones y deseos. Fueron los estoicos los que introdujeron
este concepto de libertad. Para ellos es libre incluso el que acepta el curso inevitable de los
acontecimientos, especialmente cuando descubre en ellos una racionalidad impresa en el

2
ÉTICA Y VALORES 2020-1.

cosmos, en la naturaleza y en la historia y se acomoda a ella con ánimo imperturbable e


impasible.
Libertad es en este caso libertad del propio querer respecto de las propias pasiones,
instintos, pulsiones. Libre es el que hace lo que quiere y porque quiere, pudiendo no hacerlo si
no quisiera, aunque sólo sea en la esfera interna del puro querer.
Si en la concepción anterior la perspectiva es social y política, en la perspectiva que ahora
comentamos la libertad es ante todo un atributo de la voluntad. Esta manera de enfocar el tema
insiste en la relación del hombre consigo mismo y con los diferentes componentes que
intervienen en su actuación. Esto lleva a distinguir la actuación libre de la conducta involuntaria.
Una persona libre de coacciones externas puede no ser libre interiormente si está determinada
por sus hábitos compulsivos. Y a su vez, al hombre interiormente libre las coacciones del medio
social no le llegan a afectar en su núcleo más íntimo ni disminuyen su libertad interior.
El concepto de libertad interior plantea el tema de la relación entre libertad y voluntad, entre
voluntad y deseos, tendencias, pasiones. Al hablar de la libertad externa veíamos cómo la
coacción con amenazas es también una forma de coartar nuestra libertad. Pero es difícil decir
dónde termina la coacción que nos fuerza y dónde empieza el chantaje o la seducción mediante
los cuales los demás o la sociedad nos manipulan para que nos sometamos a sus dictados. En
estos casos el sujeto conserva su libertad externa y puede negarse a quienes intentan
manipularlo. Pero la amenaza o la seducción encuentran aliados en el interior del hombre, en su
miedo a las amenazas y sus deseos que sucumben a la seducción. En ese caso no cabe hablar
de falta de libertad externa, sino más bien de falta de libertad interna, falta de capacidad para
controlar los miedos y los deseos. Si no se trata de un pánico invencible, o de un deseo
compulsivo, la presencia de estos condicionamientos no anula la libertad interna
Aristóteles cuando habla de la acción voluntaria ( boulesis) alude a los navegantes que ante
una tempestad se ven obligados a echar al mar su cargamento para salvar sus vidas. 1 Lo hacen
con harto dolor de su corazón, pero lo hacen queriendo, libremente; eso sí no lo hacen
espontáneamente sino porque las circunstancias "les fuerzan" a hacerlo. El que obra así en tales
circunstancias, diríamos que obra libremente (le haríamos responsable de lo que ocurriese en
caso de no hacerlo), pero apenas podemos decir que lo hizo porque quiso. Lo hizo a
regañadientes (Ricoeur). Esto se pone de manifiesto comparando esta actuación con otra en que
actúe de buen grado y porque quiere, venciendo incluso dificultades y obstáculos.
¿Y qué pasa si se trata de un deseo compulsivo irrefrenable? ¿Diríamos que tiene libertad
interna el drogadicto, ya bastante avanzado en su adicción, que no puede abstenerse de la
droga cuando la tiene a su alcance? Habría que decir que en ese caso y en ese momento el
drogadicto actúa compulsivamente, pero eso no quiere decir que haya perdido su libertad. Sigue
siendo libre para someterse a una terapia o para continuar sin más con su drogadicción. Si elige
no someterse a una terapia se hace responsable de su drogadicción y de todas sus
consecuencias.
La libertad depende pues del campo de posibilidades de acción que nos ofrecen las
situaciones, de la facilidad o dificultad que haya para realizar dichas posibilidades, de la
importancia que se atribuya a éstas en relación con el propio plan de vida, con el propio carácter
y las circunstancias, del valor que cada uno atribuya a esas posibilidades.
Normalmente tendemos a decir que es más libre el seducido que el amenazado, pero eso
sólo es así porque solemos atribuir mayor fuerza a nuestros miedos que a nuestros deseos.
Muchas veces irán mezclados (el palo y la zanahoria), y serán difíciles de separar y aun de
distinguir.
Si traemos todo esto a colación, es sobre todo para presentar la seducción, no sólo la
coacción o la amenaza como enemiga, reductora o destructora de la libertad. Aunque no tiene
buen cartel el estoicismo en las sociedades de abundancia, desde la perspectiva de la libertad,
1
Ética a Nicómaco, 1110ª.

3
ÉTICA Y VALORES 2020-1.

nos haría mucho bien un poco de ataraxia y apatheia estoica (imperturbabilidad) y un poco de la
moderación epicúrea en el disfrute de los placeres. Especialmente en nuestra cultura de las
seducciones del marketing. Una enérgica actitud ascética ampliaría mucho el horizonte de
nuestra libertad.

c) El libre albedrío
Es la suma de las dos libertades anteriores. Uno es libre para escoger entre dos cosas
cuando no hay coacción externa ni condicionamientos internos. El libre albedrío es la libertad de
indeterminación o indiferencia, cuando la voluntad no está determinada a elegir entre dos o más
posibilidades, sino que se determina por sí misma. Existe libre albedrío cuando ni los factores
externos ni los internos fuerzan a elegir una entre dos o más posibilidades.
Para San Pablo y San Agustín el que peca, peca libremente porque actúa de una manera
que podría haber evitado; el libre albedrío es ejercido al pecar. El pecador, al pecar, "libremente"
se convierte en esclavo del pecado. “Veo el bien y lo apruebo, y sin embargo hago el mal”. Pero
el libre albedrío es en muchos casos todavía una libertad enferma, una libertad disminuida.
Para que haya una conducta inmoral tiene que haber libre albedrío. Los locos, los niños no
son sujetos de conductas inmorales. En este punto son como los animales, no pueden actuar de
otra manera. Pero el poder pecar es propio de una libertad todavía imperfecta. Más libre es el
que elige no pecar; y mucho más el que ni siquiera puede pecar. En este sentido Cristo y el
mismo Dios son plenamente libres precisamente en su incapacidad para hacer el mal. Los
santos en el cielo ya no pueden pecar y son más libres que nosotros.
Con un ejemplo podemos explicar esta paradoja del libre albedrío. Quien comete un error en
una operación matemática lo hace en uso de su facultad racional. Los animales no se equivocan
en las cuentas. Pero yerra por un defecto en su uso de la razón. Otra persona más inteligente no
cometería ese error. Cuanto más se perfecciona el uso de la razón, disminuyen los yerros.
Lo mismo pasa con la libertad. Quien elige el mal lo hace usando su libertad, pero una
libertad defectuosa. Cuanto más perfecta sea la libertad, más se excluirá la posibilidad de elegir
conductas malas. La libertad perfecta excluye del todo la posibilidad de elegir el mal.

d) Libertad como ejercicio de autodeterminación


Los anteriores conceptos de libertad son negativos y se llaman también "libertad de". El
tercero nos presenta la libertad como función de la autorrealización: el hombre es libre para
realizarse como hombre desde su libertad, comprometiéndose con lo más íntimo y radical de su
ser hombre y de su ser libre. Hablamos en este caso de la "libertad para".
Ya san Agustín distinguía entre la libertas minor o libre albedrío y la libertas maior o
capacidad de realizar el bien con vistas al fin. Si bien no hay libertad sin libre albedrío, la
verdadera libertad es más que libre albedrío, es la capacidad del hombre para autorrealizarse.
Es la aptitud de una persona de disponer de sí en orden a su realización, a construir su propio
destino.
Libre es, no sólo el que no es determinado por otro ni está determinado por sus impulsos y
pasiones, sino el que se determina a sí mismo desde lo más constitutivo de su ser y de su
libertad. Cuando el objeto de nuestro querer es tan central al mismo dinamismo de nuestro
querer y de nuestra libertad, la libertad no sólo es compatible, sino que encuentra su sentido y
razón de ser en "no poder no querer" y a la vez "no querer no querer" aquello que quiere. Libre
es el que libre y necesariamente quiere aquello que le hace ser libre, la raíz y el sentido pleno de
su libertad, así como las concreciones incorporadas a su identidad por su biografía. Este
concepto ve la libertad como autorrealización a la vez libre y necesaria.
Si la libertad consistiera sólo en la ausencia de coacciones externas o de condicionamientos
internos, no se ve cuál es su valor o su sentido, ni siquiera de dónde surge. La rotura de todo
vínculo, el desarraigo, el no compromiso con nada ni con nadie, el aislamiento y la distancia, la

4
ÉTICA Y VALORES 2020-1.

indecisión serían las maneras más seguras de ejercer y aun mantener la libertad. El más libre
sería el que nunca se ata porque nunca se decide, el que mantiene abiertas todas las
posibilidades, o el que hoy decide esto y mañana lo otro... Porque no se ve el sentido de
decidirse hoy por algo que una vez decidido nos va a disminuir la libertad, y nos ata.
Desde la perspectiva de la "libertad para", sin embargo, no es más libre el que nunca se
decide, ni quien decide cada día de nuevo, dejando perpetuamente abiertas todas sus opciones
y posibilidades, sino que es más libre quien desde la libertad ejercida y realizada, desde la
determinación más íntima de su ser, llega a no poder dejar de querer aquello que y a aquellos a
quienes libremente amó y sigue amando.
Todo acto libre tiende a la definitividad. Incluye el compromiso y la fidelidad. Es posible una
decisión irrepetible e irrevocable del sujeto sobre sí mismo. Hay quienes dicen que es inhumano
comprometerse para toda la vida con alguien. Pero si el hombre no es capaz de comprometerse
en serio con alguien, estaría condenado al flirteo crónico consigo mismo, a la inmadurez
permanente. Acometer un proyecto sin voluntad eficaz de llevarlo a término es una forma de
infantilismo residual. El hombre puede darse o rehusarse, pero no puede alquilarse por horas sin
prostituirse. Los grandes hombres son los que han dedicado su vida entera a una causa noble.
La libertad no es libertad para hacer cualquier cosa, sino libertad para hacer el bien. Hay un
amplio consenso filosófico en este punto entre distintos humanismos modernos que en este
punto coinciden con el humanismo cristiano.
Libertad no es primariamente la capacidad para elegir entre este o ese objeto, sino entre
este o ese modelo de existencia, al que se subordina la elección de los medios para realizar
dicho modelo. La libertad implica responsabilidad. Uno está llamado a responder de su logro o su
malogro.
Una libertad sin horizonte, sin norte, está desorientada, y, es solo una apariencia de libertad.
Es una falacia identificar el ser libre con el hacer lo que me apetece. Condenaría al hombre a la
crónica e irresponsable indefinición. Somos más libres en la medida en que optamos por ser más
nosotros mismos, más personas. Es libre quien se posee, y se posee quien se abre a la relación
con un tú.2
Erich Fromm resume la tesis central de su libro El miedo a la libertad en estos términos: "El
hombre moderno, libertado de los lazos de la sociedad preindividualista -lazos que a la vez lo
limitaban y le otorgaban seguridad -, no ha ganado la libertad en el sentido positivo de la
realización de su ser individual, esto es, de su potencialidad intelectual, emocional y sensitiva.
Aun cuando la libertad le ha proporcionado independencia y racionalidad, lo ha aislado tanto que
lo ha vuelto ansioso e impotente y rehúye la responsabilidad de la libertad positiva, que se funda
en la unicidad e individualidad del hombre."

2
J. L. RUIZ DE LA PEÑA, Imagen de Dios. Antropología teológica fundamental, Santander 1988, 189.

También podría gustarte