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Tolerancia a la Incertidumbre

La vida está llena de incertidumbre y es difícil aceptar lo desconocido. Sin embargo, preocuparse excesivamente no cambia los resultados y solo causa malestar. En lugar de ello, se recomienda aceptar la incertidumbre como parte natural de la vida, distraer la mente con actividades placenteras, y desafiar los pensamientos irracionales sobre lo que podría salir mal mediante una perspectiva más equilibrada.

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Tolerancia a la Incertidumbre

La vida está llena de incertidumbre y es difícil aceptar lo desconocido. Sin embargo, preocuparse excesivamente no cambia los resultados y solo causa malestar. En lugar de ello, se recomienda aceptar la incertidumbre como parte natural de la vida, distraer la mente con actividades placenteras, y desafiar los pensamientos irracionales sobre lo que podría salir mal mediante una perspectiva más equilibrada.

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Aprender a tolerar la incertidumbre

La dicha humana reside en dos cosas: estar libre de


enfermedades del cuerpo y libre de preocupaciones del espíritu.
Lin Yutang

La vida es incertidumbre

La historia está llena de ejemplos de cosas buenas y malas que no vemos


venir. Creemos muchas veces que ciertas cosas a nosotros no nos van a
pasar, que no tendremos un accidente conduciendo, que cuando nos
enamoramos es para siempre, que no contraeremos cáncer… O al
contrario, que todas las desgracias seguro que nos atacarán por ser
nosotros y sucumbiremos ante ellas de un momento a otro, o que
nuestros hijos serán de tal o cual manera… Pero a la hora de la verdad
casi ninguna de nuestras expectativas se cumplen, ni a nivel individual ni a
nivel social, todo esto es falso, incierto. Sólo son eso: expectativas y
creencias. Hay pocas cosas en este mundo de las que podemos estar
seguros, una es que todos acabaremos muertos algún día, otra es
que el Sol saldrá cada mañana, y poco más.

Es precisamente la dificultad para aceptar lo incierto lo que


conduce a utilizar la preocupación como una estrategia de
control.

Ante una situación, nos imaginamos todas las posibles eventualidades,


con el fin de obtener una respuesta adecuada para cada una. De alguna
manera, mantener la mente ocupada alivia la inquietud del «no saber».

El no saber qué va a pasar y la inseguridad que esta sensación nos crea,


nos impulsa hacia un intento desesperado de controlar el futuro y
anticiparnos como sea hacia un sinfín de probabilidades. Parece que
necesitamos controlarlo todo, y más si cabe, como por ejemplo, ante el
desconocimiento y la espera de alguna noticia importante. El no saber es
sinónimo de desamparo, y por tanto, de miedo ante lo desconocido.
El descontrol que a algunos les provoca la incertidumbre es como si
intentaran conducir un coche sin las manos al volante o como viajar sin
mapa.

Muchas personas para sobrellevar mejor la incertidumbre echan mano de


futurólogos y pitonisas de todo tipo, con más o menos fiabilidad, ya que
les ofrecen una vía de escape mental, pues es mejor pensar que algo
sucederá (o no sucederá) para estar prevenidos, aunque luego estos
augurios no siempre se cumplan. De manera que estos “profesionales”
ofrecen a gran número de mortales, de todas las clases sociales, ricos y
pobres, listos y no tanto, cierto grado de paz mental que tanto anhelan.

Lo mismo ocurre con las teorías que últimamente han aparecido en las
que se asegura que si deseamos algo con mucho fervor, se acabará
haciendo realidad. Deseamos a toda costa tener el control de nuestras
vidas, y si alguien nos dice que lo podemos tener, que además es tan fácil
como pensar en algo y desearlo de verdad para alcanzarlo, ¿por qué no
probarlo? Al fin y al cabo no perdemos nada en el intento. Pero ¿funciona?
Yo al menos no lo sé. Podría decir que sí y estar equivocada, o podría decir
que no y también estarlo… Por suerte o por desgracia los resultados son
subjetivos, no demostrables y sujetos a infinidad de razonamientos
aleatorios, tantos como nuestra imaginación sea capaz de ofrecer (si no
consigues el éxito es que hay algo en tu subconsciente que lo bloquea, si
tu perro es atropellado es porque la otra persona pensaba en que esto
pasaría, si te curas de un cáncer es porque realmente lo deseabas y creías
que eras una persona súper sana…), de manera que nos podemos
justificar en todo momento y pensar que siempre tenemos la razón.
Es así de fácil.
Sin embargo, a pesar de proporcionar esta ilusión de control, sufrir por
anticipado no varía la probabilidad real de que algo suceda.

Algunos de los comportamientos más evidentes de la falta de tolerancia


a la incertidumbre son los siguientes:

● Evadir: mucho se habla de evadir responsabilidades, pero


principalmente se trata de evitar realizar ciertas actividades,
como por ejemplo conducir, ya que le provoca mucha
incertidumbre y ansiedad no saber con exactitud un camino o
todo lo que pueda suceder en el trayecto mismo, por
ejemplo. También se incluye aquí el hecho de evitar a ciertas
personas, lugares y situaciones.
● Revisar: se trata de revisar las cosas una y otra vez para
asegurarse de que todo está siempre perfecto y no tiene
errores. También incluye la necesidad constante de
informarse de todo buscando certezas.
● Buscar alivio y seguridad: hay personas que se pasan el día
preguntando a familiares, amigos o incluso desconocidos, la
misma cosa una y otra vez, pues les da sensación de
seguridad. Es curioso también que son personas que cuando
explican la situación sobre la que buscan opinión, lo hacen de
manera que todos les ofrezcan la misma resolución que a
ellos les gustaría oír. Son poco objetivos en sus explicaciones,
pues buscan reafirmar sus verdaderos deseos, sean realistas
o no.
● Hacer listas: muchos hacen listas con el propósito de no
olvidar nada, hasta sobre las cosas más triviales.
● Preocuparse: síntoma clave en personas con intolerancia a la
incertidumbre y, por tanto, con altos niveles de ansiedad,
pues se pasan el día dando vueltas a las cosas sin llegar a un
fin razonable.
● Negarse a delegar: este tipo de personas sienten que es
mejor si ellos mismos se encargan de todo, para así tener
mayor control sobre las mismas.

Por desgracia, la comodidad de la certeza no puede ser una necesidad,


porque el mundo está lleno de imprevistos incómodos. Por lo tanto,
quien tiende a preocuparse suele tener una asignatura pendiente:
aprender a tolerar mejor la incertidumbre.

¿Qué puedo hacer para no preocuparme tanto?

Si tienes dificultades para tolerar la incertidumbre hacia el futuro y sientes


mucha ansiedad, intenta reflexionar respondiendo a la siguiente
pregunta: “¿En qué pienso y qué hago cuando necesito tener mayor
certeza sobre el futuro?”, luego describe estas sensaciones, ideas o
experiencias lo mejor que puedas, te ayudará a verlas desde fuera y a
distanciarte un poco.

Recuerda que tus preocupaciones son sólo pensamientos, puedes


intentar distraer tu mente para frenar tus rumiaciones con actividades
alternativas, como leer una revista, ver una película, jugar con alguna de
las múltiples aplicaciones que hoy en día nos ofrecen las nuevas
tecnologías, en fin, la lista es muy larga. Hay que ponerse, eso es todo.

Piensa qué podrías decirte para sentirte más tranquilo y dejar de anticipar
el futuro, seguro que es más razonable que tu autodiálogo anterior.
Pregúntate también qué podrías decirte para estar más enfocado en el
presente, escríbelo si es necesario. Cada vez que notes avances en tu
bienestar interior, recompénsate por los logros conseguidos en este tema.
Desafía racionalmente con la lógica y el sentido común tus
dificultades para tolerar la incertidumbre. Reflexiona y responde a las
siguientes preguntas:

● ¿Puedo estar absolutamente seguro sobre algo en mi vida?


● ¿Cuáles son las ventajas que obtengo al evitar o negar la
incertidumbre?
● ¿Cuáles son las desventajas de necesitar a toda costa el
control de lo que sucederá?
● ¿De qué modo esto me provoca malestar emocional o
ansiedad?
● ¿Tiendo a pensar que sucederán cosas malas porque siento
incertidumbre?
● ¿Es razonable o lógico pensar así?
● ¿Qué probabilidades hay de que suceda algo neutral o
positivo en mi vida?
● ¿Cuál es la probabilidad de que las cosas que estoy
anticipando sucedan de verdad?
● Si las probabilidades no son muy altas, ¿podría vivir con ellas?
● ¿Hay algunos temas en mi vida en los que tengo un nivel de
incertidumbre con el que puedo vivir tranquilo?
● ¿Cómo enfrento esos temas?
● ¿Podría hacer lo mismo en situaciones en las cuales siento
mayor dificultad para tolerar la incertidumbre?

También puedes hablar con tus amigos y seres queridos y preguntarles


cómo enfrentan ellos la sensación de impredictibilidad de sus vidas o las
incertidumbres que les toca experimentar. ¿Podrías hacer lo mismo que
hacen ellos en las situaciones que sean más desafiantes para ti?
Consejos

● Acepta que la incertidumbre es parte de la vida. No


intentes controlar ni estar seguro de todo, todo el tiempo, no
puedes predecir el futuro, así que trata de dejarlo ir.
● Si sientes que te abruma la angustia, trata de hacer
ejercicios de visualización que te ayuden a aceptar las
posibilidades. Imagínate qué pasaría si el desenlace es uno u
otro, y luego ve más allá, si pasara el peor de los casos ¿qué
harías? Y luego ¿podrías enfrentar eso? ¿De qué manera? Y en
el supuesto (poco probable) de que no fuera así, ¿podrías
poner en marcha un plan B, algo totalmente distinto para
salir de eso que te molesta o dificulta avanzar? Seguro que si
te esfuerzas en visualizar las posibilidades, encontrarás más
de las que pensabas en un principio, aunque algunas ahora te
parezcan incluso una locura, es cuestión de darle la vuelta a la
tortilla.
● Intenta cambiar alguno de tus comportamientos que te hacen
sentir seguro, sólo para variar, y relacionarte con las
sensaciones. Por ejemplo, si para tomar una decisión,
necesitas consultar con muchas personas diferentes,
pregúntale solamente a una. O si siempre pides lo mismo en
un restaurante, intenta probar un plato nuevo. Cambia, haz
algo distinto y luego evalúa el resultado, quizás te
sorprendas.
● Controla tu pensamiento negativo y trata de desarrollar un
pensamiento más realista, más positivo, sin exagerar en
negatividad, pero tampoco exclusivamente en un lado de la
balanza.
¿Cómo desarrollar tolerancia a la incertidumbre?
Si detectamos algunas de las conductas que nombrábamos en el punto anterior,

existe la posibilidad de que estemos evitando la incertidumbre, y así


cultivandola sensibilidad e intolerancia a la misma. Es por ello que debemos
afrontar de cabeza la falta de certidumbre, tarea difícil pero que a la larga da
resultados.

No evites las situaciones de incertidumbre


Las conductas de evitación de la incertidumbre alivian momentáneamente el
malestar y la ansiedad, y por ello es más probable que se repitan. Si, por
ejemplo, estamos preocupados por la posibilidad de suspender un examen, el
procrastinar el estudio, hacer constantemente listas de temas o contenidos a
estudiar que después no seguimos, o buscamos confirmación en nuestros
amigos de que el temario es complicadísimo, sólo calmará nuestra ansiedad a
corto plazo. A largo plazo, el evitar afrontar el problema y no ponerse a estudiar
sólo mermará nuestras probabilidades de éxito.

Deja de buscar la certeza


Vivimos en un mundo en el que poder estar 100% seguros de algo es bastante
infrecuente. A menudo no encontraremos soluciones claras y unívocas a los
problemas cotidianos, y, queramos o no, la incertidumbre siempre será parte de
nuestras vidas. Buscar las oportunidades de crecimiento a partir de la duda y la
complejidad, así como afrontar el hecho de que la certeza y el control absolutos
no existen, será un primer paso en el buen camino.

Deja de pensar en la preocupación como algo útil


Algo característico en casos de Ansiedad es la valoración positiva de las
preocupaciones. En el fondo, la persona ve utilidad en sus preocupaciones, que
le sirven para “prevenir un daño mayor”, “para hacer las cosas mejor” o “para
evitar una decepción”, entre otras razones. El dejar de preocuparse se ve, por
tanto, como muestra de irresponsabilidad por parte de la persona, y ello
mantiene el círculo de preocupación. Este puede ser también el caso de muchas
personas que, aunque no desarrollen un trastorno de Ansiedad, siguen viendo
la preocupación como beneficiosa.

El problema con esto es que, si bien la preocupación es necesaria, y en un


primer momento nos puede servir para tomarnos las cosas en serio y buscar
soluciones, cuando aparece de manera excesiva puede volverse contra uno. La
preocupación, cuando realmente no sirve un propósito ni permite solucionar
nada, eleva la ansiedad y merma la capacidad de afrontamiento del problema.
Es por ello que diferenciar entre responsabilidad y preocupación es crucial aquí.
La tolerancia a la incertidumbre nos permitiría precisamente responsabilizarnos
de nuestros actos, a la vez que mantener una perspectiva realista, que nos
permita afrontar los eventos negativos no como una amenaza sino como un
reto para encontrar soluciones que están en nuestra mano.

Pensar en cómo reaccionarían otras personas


Si tenemos en mente a alguien en concreto al que se le dé bien afrontar la falta
de certeza, ¿por qué no usarlo como ejemplo? El ejercicio de pensar en cómo
reaccionaría alguien tolerante a la incertidumbre nos permite reflexionar e
implementar acciones más adaptadas. Asimismo, el darnos cuenta de las
conductas que llevamos a cabo para evitar la incertidumbre nos permitirá
detectar los pensamientos negativos asociados al malestar, y pararlos para que
no cobren fuerza.
Exposición a la incertidumbre
Esta es quizás la forma más eficaz de eliminar la ansiedad y aprender a tolerar la
falta de respuestas. En lugar de evitar la ansiedad y la incertidumbre, se trata de
no realizar la conducta de evitación del malestar. Esta técnica nos ayudará
progresivamente a comprobar que la incertidumbre no es tan amenazante, y
que podemos superarla. Un ejemplo claro en el caso del temor a suspender
sería, precisamente, suspender (siempre que la persona se lo pueda permitir),
para comprobar que el mundo no se acaba por no sacar un examen a la
primera.

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