SOBRE MÚSICA DE NUESTRO SIGLO 1964
Mesías Maiguashca
Transcripciones: Actividades estudiantiles
Edición de la Carrera de Artes Musicales
Quito, 2019
Materiales documentales de divulgación, levantados por los
estudiantes de I y II semestre de la Carrera de Artes Musicales de la
asignatura de Investigación.
Edición de la Carrera de Artes Musicales, Ficha APA:
Maiguashca, M. (2019). Sobre música de nuestro siglo. Quito,
Carrera de Artes Musicales-FAUCE.
Fuente original:
Maiguashca, Mesías, “Sobre música de nuestro siglo”. El Comercio.
Quito, domingo, 19 julio, 1964. p. 5.
APA (fuente original):
Maiguashca, M. (1964, julio 19). Sobre música de nuestro siglo. El
Comercio. Quito. p. 4
Datos adicionales:
Edición y compilación: Pablo Guerrero G.
Levantamiento de texto: Kevin Ortega, estudiante del I semestre.
Quito, julio 2019.
Edición de un ejemplar para la Biblioteca Digital de la Carrera de
Música alojada en: http://ucefonia.org/
Facultad de Artes de la Universidad Central del Ecuador:
MAV. Xavier León Borja, Decano
MSc. Julián Pontón, Director (E) de la Carrera de Artes Musicales.
MSc. Pablo Guerrero, Docente de Investigación y Musicología.
1
Presentación
Como parte de las actividades de la asignatura de
Investigación y Musicología, los estudiantes de la
Carrera de Artes Musicales de semestres iniciales,
realizan transcripciones de artículos históricos que
hacen referencia a aspectos musicales y que han
aparecido en publicaciones locales o que permanecían
inéditos en algún archivo particular.
Los escritos en torno a música en el país, no solo nos
ofrecen información respecto a hechos remotos,
nombres y obras, sino, algo importante, nos entregan
algunos indicios de las formas de pensar y entender la
música en ciertos sectores sociales, sobre todo de
aquellos que podían ponerse en evidencia dentro de
formatos escritos a través de manuscritos,
mecanografiados, libros y publicaciones periódicas.
Los documentos históricos que hoy reproducimos
–algunos de fuentes raras y de difícil consecución- han
sido elaborados por especialistas y aficionados
musicales de nuestro medio; algunos muy destacados
como Segundo Luis Moreno (compositor e
investigador musical), Luis H. Salgado (compositor y
crítico), Rodrigo Chávez González (polemista y
folklorista), Alejandro Andrade (escritor aficionado a
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la música), etc., habrán también discursos, informes y
documentación oficial, así como perspectivas
periodísticas, estéticas, sociológicas, antropológicas e
informativas; variada información que al ser
procesada y organizada nos permitirán secuenciar y
comprender los valores que nuestra sociedad concedía
a la música.
Las transcripciones se han realizado con mínimas
adaptaciones ortográficas actuales, por ejemplo se
han quitado las tildes de las vocales solas (á, ó) y se
han corregido errores tipográficos; las fallas
ortográficas las haremos evidentes con el clásico sic.
Como signos adicionales entre corchetes, usaremos:
[ ] Palabras añadidas por los transcriptores para
completar el sentido de la frases, entre corchetes.
[....] Texto desaparecido o que no se ha podido
descifrar.
[?] Palabra de dudosa interpretación.
Fol. Folios.
3
Sobre música de nuestro siglo
[1964]
Mesías Maiguashca1
La obra completa de Webern consta de 31
composiciones y su duración total no excede la de dos
horas. Ignorada por largo tiempo, ha llegado a ser
considerada como la más auténticamente
revolucionaria y ha servido de punto de partida para
el desarrollo de una nueva técnica y estética. Cómo
una obra tan minúscula pudo haber producido una
influencia tan grande lo veremos en otra ocasión. Nos
referiremos ahora a aquellos aspectos de su estilo
que constituye conceptos y, por lo tanto, términos
nuevos:
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Compositor de música contemporánea; nació en Quito, en
1938; en la actualidad reside en Alemania. [N. del E.]
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a) Máxima concentración de la expresión, lo cual
determinó la brevedad de sus obras, muchas
veces desconcertante. Los términos
“microestructura” o “microforma” se han
difundido para caracterizar este tipo de
construcción;
b) Uso sistemático del principio
schoenberguiano de la “Klagfarbenmelodie”
(melodía de timbres, esto es, rápida sucesión
de colores instrumentales diversos). El
resultado es el de una continuidad de
pequeños retazos o puntos sonoros. Por su
vaga analogía con un procedimiento similar en
la pintura se lo ha denominado “puntillismo”;
c) Aplicación rigurosa de la serie dodecafónica (a
partir del op. 17), que se convierte así en
determinante de formas y texturas. De allí que
su actitud sea más verdaderamente “serial”
que la de Schoenberg; quien, a la inversa,
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subordinó la serie a formas y texturas más o
menos tradicionales;
d) Desaparición progresiva de los conceptos
tradicionales de “tema” y “melodía”. En la
música “atemática”, el material sonoro surge,
no ya de la elaboración de un tema, si no de
pequeñas células rítmicas, de la serie
dodecafónica y de los colores, intensidades y
formas de ataque instrumentales.
Los nombres de Stravinsky (1882), Bártok (1881-1945)
y Messiaen (1908) se asocian a las más importantes
innovaciones rítmicas de la primera, parte del siglo. El
interés del lenguaje de los dos primeros se desprende
de un sistemático uso de “métricas irregulares”
(obtenibles mediante el desplazamiento de acentos
de una “métrica regular” o mediante el constante
cambio de compás), de “poli-ritmos” de menor a
mayor complejidad, concurrencia simultanea de dos o
más estructuras rítmicas independientes), de
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“ostinatos” (continua repetición de un mismo ritmo)
simples o combinados y de lo que Messiaen llamará
luego “personajes rítmicos” (especie de tema
susceptible de desarrollo por expansión o
contradicción).
Después de un periodo “ruso”, en el cual sobresale “la
Consagración de la Primavera” (1913), Stravinsky se
orientó hacia el “neoclasicismo”. Esta tendencia trata
de reincorporar a la creación actual de técnicas y
conceptos de períodos anteriores, entre ellos, el
barroco y el clásico. Bártok, en cambio, a pesar de que
siempre estuvo en contacto muy estrecho con la
tradición, mantuvo en contacto muy estrecho con la
tradición mantuvo una tendencia caracterizada como
“nacionalista”, la cual se nutre de fuentes populares y
folklóricas.
Messiaen además de compositor es investigador y
maestro. Fruto de sus extensos estudios, su lenguaje
rítmico es altamente conceptualizado y organizado.
Son peculiaridades de su estilo: progresiva
emancipación de la métrica impuesta por el compás,
habiendo incluso llegado a dispensar de su uso (Ej.
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Misa de Pentecostés, 1950, para órgano); utilización
de ritmos griegos, hindúes, gregorianos y de cantos de
pájaros como materia prima; uso de “pedales
rítmicos”, “cánones rítmicos”, “valores añadidos”,
términos muy caracterizados suyos, y que se explican
por si mismos; aplicación de los principios de la
dodecafonía en los campos del ritmo, intensidades y
formas de ataque (estudios de ritmo, 1949-50, piano).
Tanto Messiaen como Webern han ejercido una
decisiva influencia en los compositores de las nuevas
generaciones, entre ellos Boulez (1928). El primero se
inició en la técnica dodecafónica con Leibowitz.
Abandonó muy pronto la concepción clásica,
liberando a la serie de sus estrechas leyes y ampliando
los descubrimientos rítmicos de Messiaen mediante la
sistemática aplicación de los llamados valores
“irracionales” (la división “racional” se basa en los
principios tradicionales de subdivisión “binaria” y
“ternaria”); la “irracional” reemplaza esas divisiones
con otras. Por ej. 3 en vez de 2, tresillo; cinco en vez de
cuatro, cinquillo, etc.
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Se embarcó luego en la búsqueda de una técnica
“serial integral”. En este procedimiento, no solo las
alturas, sino también los valores, las intensidades y las
formas de ataque estarían sujetos a las leyes seriales,
es decir en gran parte, predeterminadas (Polifonía X,
para 18 instrumentos, 1951 y Estructuras para dos
pianos, 1952). Stockhausen se inició en dirección
paralela, con un mismo sentido de rigor y disciplina.
Sus búsquedas fueron, sin embargo, más audaces,
particularmente en lo rítmico. La aplicación de los
conceptos seriales en Zeitmasse (1956) para quinteto
de vientos y Gruppen (1995-57) para triple orquesta,
produjo una complejidad prácticamente sin
precedentes. La Pieza XI para piano (1956) trajo aún
más novedades: las 19 partes de la obra pueden ser
ejecutadas en cualquier orden, a voluntad del
ejecutante; los tempi y marcas dinámicas varían con
cada itinerario, Bautizada ésta como música aleatoria”
(aquella en que algunos o varios de sus elementos no
están completamente predeterminados por el
compositor, y por lo tanto dependen del azar o de la
voluntad del intérprete) ha ejercido una notable
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influencia entre los compositores jóvenes. Otra de las
más nuevas tendencias es la proclamada por el griego
Xenaquis (1922); quien, equipado de una preparación
matemática, pretende aplicar a la música los
principios de la “estocástica”, la cual “estudia y formula
las leyes de los números grandes, de los
acontecimientos imprevistos, los procesos aleatorios,
etc.”
Entre las músicas experimentales, las que han
llamado más atención del público son la “concreta” y
la “electrónica”. Estos tipos de música se hicieron
posible merced a los sucesivos descubrimientos
electroacústicos del siglo. El grabador de cinta, entre
ellos, permitió el uso de diferentes fuentes sonoras,
no necesariamente instrumentales, como material de
una nueva música. Mediante varias técnicas de
grabación, montaje y reproducción se puede,
entonces, “componer”. Son fuentes sonoras: a) ruidos
existentes en la naturaleza; b) ruidos producidos
deliberadamente por el hombre con instrumentos,
musicales o no. La “música concreta” se ha servido de
los primeros y de cualquier objeto capaz de producir
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ondas sonoras. Esta escuela se ha desarrollado en
París, desde alrededor de 1948, su portavoz ha sido P.
Schaeifer (1910) y su principal colaborador P. Henry
(1927). La obra de mayores méritos producida por
ellos es la “Sinfonía para un hombre solo” (1950).
Aunque en rigor “música electrónica” sería cualquiera
que se sirviera de la electricidad (la de instrumentos
como el theremin o las ondas martenot, por ejemplo),
se ha convenido de dar este calificativo a aquella en
que el material sonoro proviene exclusivamente de
generadores electrónicos y en montada mediante las
técnicas posibles con los grabadores de cinta. Fue en
Colonia, en 1953, donde se formó uno de los primeros
y más importantes laboratorios de música electrónica,
cuyo paladín ha sido H. Eimert (1887) y su principal
exponente, Stockhausen.
“El canto de los Adolescentes” (1956) de este último,
es de mayores méritos y la más difundida de las
producciones electrónicas. (Es interesante el anotar
que, en esta obra, además de los sonidos electrónicos,
se ha procesado la grabación de una voz humana).
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Dado que tanto la música “concreta” como la
“electrónica” se basan en las facilidades ofrecidas por
las técnicas de grabación y montaje en grabadores de
cinta, es natural que se puedan mezclar ambas
técnicas y aún combinarlas con música instrumental.
Una gran parte del esfuerzo actual de los
compositores dedicados a estas técnicas se dirige a
explotar estas posibilidades.
Es evidente que el léxico explicado en éste y el anterior
artículo es incompleto. Creo, sin embargo, que es el
básico para comprender los problemas actuales de la
música.
Buenos Aires, junio 1964
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Archivo Equinoccial de
Música Ecuatoriana (AEQ)
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