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+ Historadoray dctora en Historia
América de la Uivesidad Pablo
e Olavide Pofesora asocada
et Departamento de Historia dela
Universidad Nacional de Colombia,
sede Medel Dirctra del grupo
6e investigacion “Historia, terri y
poblamiento en Colombia’, clssieado en
categorie por Cokiencias,
Tomis
La dificil sc
de construir unidad nacional.
La fuerza de las soberanias
locales en la Primera
Republica de la Nueva
Granada. 1810-1815
Ana Catalina Reyes Cirdenast
Introducci6n
6s mitos historiogrificos, construdos en el siglo xtx sobre el petiodo
de transicién 1810-1816, han partido de la idea errénea de conside-
sar que antes de la independencia frente a Espaiia el virreinato del
Nuevo Reino de Granada era una unidad politica y territorial sélida
que se resquebrajé debido a los errores y “envidias” de los criollos|
durante ese lapso, calificado como la “patria boba”. Esta explicacién,
ademas de simplista, compe uno de los elementos fundamentales para
entender este period, a saber: la conexién entre el periodo tardio
colonial, con sus complejidades y transformaciones, y la transicién
hacia la modernidad, que se inauguré con la invencién de una nueva
repiblica a partir de 1810,
Bajo el epiteto de patria boba se esconde la realidad de lo que era
clvirreinaio del Nuevo Reino de Granada antes de 1810 y la dificultad
de los procesos que permitieron darle Forma al nuevo Estado republi-
ano. El primer reto de la lite erioll en 1810 consisti6 en cohesionar
la unidad politica y territorial de un mundo colonial estructurado en
poderes locales, representados en ciudades, villas, parroquias y pue-
blos, que emergieron como comunidades auténomas y soberanas en
1810. El vacio de poder y el derrumbe parcial de la monarquia, como
consecuencia de la abdicacién del rey y de la invasi6n napolednica aTas Somos Historia
210
Las élites debieron
intentar construir
naciones sin
gue existieran
nacionalismos previos
ya partir de sociedades
diferenciadas no
s6lo socialmente
sino también racial y
étnicamente.
la peninsula, permitieron la emer-
‘gencia de nuevas formas de poder
politico. A partir del estableci-
miento de las Juntas Auténomas
de Gobierno en la diversas ciuda-
des y villas de la Nueva Granada,
las élteseriollas no solo debieron
affontarlainconmensurable tarea
de imaginar un nuevo Estado, de
crear una nacién, sino también de
‘garantizar I unidad territorial. Sin
embargo, al desaparecer la figura
del rey la soberania se fragmenté
cen miltiples poderes locales y se
hicieron evidentes las tensiones
entre estos poderes, el débil or-
den provincial colonial y el orden
nacional que apenas empezaba a
construirse.
En América Latina, el Es-
tado precedié a la nacién, y la
construccién de nacionalidad
fue particularmente dificil, pues
las élites criollas que lideraron
el proyecto de independencia
estaban inseritas en una cultura
y unos valores espafioles de los
cuales se sentian parte. Las élives
debieron intentar construir nacio-
nes sin que existieran nacionalismos previos y a partir de sociedades
Asimist
diferenciadas no sélo social sino también racial y tnicamente, Debie. periodo, pu
ron intentar deponer sus prejuicios y valoraciones negativas frente a Con el Ane
‘mestizos, pardos, zambos,indigenas y afrodescendientes pata intentar Indios, los ¢
construir una comunidad moderna de ciudadanos. dl titulo de
En la Nueva Granada, los numerosos conflictos entre ciudades bien permit
y villas de una misma provincia —e incluso entre las mismas provin- también gen
cias— fueron constantes yse han entendido como un enfrentamiento que en mucl
entre dos proyectos divergentes de onganizacién del nuevo Estado, convirtieror
uuno de corte federal y otro centralista; los primeros agtutinados en uunidad det r
cl Congreso de las Provincias Unidas, y los segundos en el Congreso Lograr
de Cundinamarca. Un acercamiento mis detenido a la época permite colonial. Ser
distanciarnos de esta apreciaci6n y concluir que lo que estaba en jue- poblaciones
.g0 era la defensa de un conjunto de soberanias locales, con diversos yeomar de u
proyectos que aspiraban a conquistar libertad politica, ventajas econé- eee
micas y reconocimientos, y que proclamaron autonomia no frente a havillaa lac
tuna Espafia lena y debilitada por Napoleén sino, fundamentalmente, cual le dism
frente al centro politico, Santafé, o frente a la ciudad capital que les meremrion
limitara su accién politica una cétcel,
A partir de 1810, mas que un grito de independencia fo que se y eclesistic.
vivi6 fueron miltiples gritos de autonomia local. Las ciudades, ls
villas e incluso las provincias definieron sus posiciones politicas y su
adhesién al modelo centralsta o al federalista,o bien permanecieron
ficles ala Corona, més que por principios politicos o ideol6gicos, por
el bando que les garantizara sus autonomias y les permitira desarrollar
sus propios proyectos ¢ intereses locales.
portante de
yestuvieran
de cumplir
largo y cost
la significat
Entre
Detris de los numerosos conflictos internos que han llevado a mas adelan
que se hable de patria bob, lo que subyacia era la fragmentaci6n del Bogotiy de
Viereinato en multiples “patrias chicas”, que representaban el sentido patroquias:
deidentidad, soberania yautonomia de las comunidades locales, al cual Diaz, Zipag
‘no estaban dispuestas a renunciar. La existencia de estas autonomias
y soberanias locales se evidencia claramente en las acciones politicas
que se sucedieron a partir de 1810. Entre 1810 y 1811 se crearon 21
Juntas de Gobierno auténomas que reclamaron ser las depositatias de
Ia legitimidad y la autoridad del rey ausente. Las juntas se establecieron
Chiquingui
Barichara, $
y Matanza;
provineia d
y en la pros
no slo en las ciudades capitales de las provincias sino también en Majagual
ciudades y villas que se rebelaron contra latutela de la ciudad capital i
y reclamaton el derecho a conformar sus propias Juntas de Gobier tas pan d
no, Se instauraron juntas compuestas por los notables de las éltes
locales en Cartagena, Pamplona, El Socorro, Santafé, Neiva, Santa
Marta, Popayan, Quibdé, Santa Fe de Antioquia, Névita, Honda,
Pore, Gisdn, Sogamoso, Timand, Purificacién, Mompox, Simiti, Villa
de Leyva y Cali
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La dificil tarea de construr unidad nacional, La fuerza de las soberanias locales
‘Asimismo, el mapa del virreinato cambi6 notablemente en este
periodo, pues se trastocaron las jerarquias terttoriales y politicas.
Con el Animo de ganar el favor de parroquias, sitios y pueblos de
indios, los dirigentes criollos de las distintas regiones concedieron
dl tirulo de villas a numerosas localidades. Esta estrategia politica, i
bien permitid consolidar el poder de las éltes de ciudades y de villas,
también gener6 numerosos conflictos intraprovinciales y provincales,
que en muchas ocasiones se resolvieron por medio de las armas y se
convirtieron en un nuevo elemento que dificulté la busqueda de la
uunidad del nuevo Estado.
Logras el tialo de villa era una complicada maniobra en el mundo
colonial. Ser villa era importante en la medida en que les permitia alas
poblaciones tener sus propias autoridades, el cabildo, aplicarjusticia
yy gozar de una relativa nutonomfa, Cuando una parroquia aspiraba a
‘este reconocimiento, generalmente debia sostener agrios pleitos con
Ia villa a la que pertenecia y de la que buscaba desprenderse, con lo
cual le disminuia poblacida y recursos. Asimismo, debia contar con
un templo dotado con imagenes y objetos religiosos, asi como con
una creel, tres cofradias y rentas para pagar los funcionarios civiles
yeclesidsticos. Igualmente debia tener como vecinos tn niimero im-
portante de blancos y criollos “nobles” que supieran leer y escribir
y estuvieran en capacidad de ocupar los cargos del cabildo. Después
de cumplir con estos requisitos, las parroquias debian enfrentar un
largo y costoso proceso de intrigas ante el Consejo de Indias y pagar
la significativa suma de diez mil pesos (as fue durante la Colonia).
Entre 1810y 1813, siguiendo un proceso diferente, como se veri
mis adelante, recibieron el titulo de villa los pueblos de indios de
Bogota y de Tenza. Igualmente, fueron erigidas en villas las siguientes
parroquias: del Estado de Cundinamarca: Guaduas, La Mesa de Juan
Diaz, Zipaquira, Ubaté y Chocontés en Tanja: Tarmequé, Santa Rosa,
Chiquinguira y Soatis en el corregimiento del Socorro: Puente Real,
Barichara, San Laureano de Bucaramanga, San Carlos de Piedecuesta
y Matanza; en la provincia de Mariquita: Ambalema y Chaparra;en la
provincia de Neiva: Garzén (Nueva Timand), Yaguaré y Nepomuch,
yen la provincia de Cartagena: Bl Carmen, Soledad, Barranquilla y
Majagual
Para explicar a dificultad que debieron enfrentar ls éltes crio-
las para darle unidad y gobierno al territorio de la actual Colombia,
y entender la dinimica de los
conflictos locales y regionales
desde una perspectiva distinta al
enfrentamiento entre federaistas
y centralistas, debemos empezar
por conocer qué era el Nuevo
Reino de Granada antes de 1810.
Un virreinato joven
y débil
El virreinato del Nuevo Reino de
Granada era en 1810 una unidad
politica débil y poco cohesionada;
su existencia se remontaba al aio
de 1739 y, comparado con los
tos de Nueva Espafia y
de Peri, tenia poca trayectoria.
Su establecimiento hizo parte de
la politica de eficiencia y control
de las colonias impulsadas por
la monarquia borbénica. El
desorden fiscal y politico de la
Andiencia de Santafé, bastante
lejana de Lima, la amenaza de
piratas y la inminencia de una
‘nueva guerra europea, que expo-
‘nia alas colonias yen particular al
puerto de Cartagena al ataque de
los ingleses, hicieron que el Con-
sejo de Indi
de restablecer el virreinato, que
tuvo una fugaz existencia entre
1719 y 1723.
A Ia debilidad politica del
viereinato en los albores del siglo
xix deben agregarse los efectos
aque para la configuracién tersito-
tomara la decision,
1 Yaen 1719 se habia creado el viteinato del Nuevo Reino de Granada, en un intento de contol la presién eerida por
Inglaterra en el Caribe El wrreinat, de core vida, Foe suprimido en 1723, cuando ls autoridades colonials legaron a
1a condlsién de que el tesosio era tan pobre que no aeanzaba a atosostenerse.
Segunda parte
2Toss Somos Historia
212
Fiohas regres, Ekin Usuga, 2006
“Teenica mixta, 39139 / 50386 on
tial del reino implicé el proceso de recuperacién.
demogrifica y el aumento masivo del mestizaje
durante el siglo xvin, En la segunda mitad de este
siglo los “libres de todos los colores” 0 castas*
‘término que incluia a mestizos, mulatos, pardos,
zambos y miiltiples cruces, representaban mis
del 40% de
tafé, Estos habitantes libres, excluidos del espacio
poblacidn de la Audiencia d
colonial concebido en t
minos de repuiblica de
blancos en las ciudades, y de indios en pueblos y
esguardos, se convittieron en un problema social
para la Corona, De hecho, ran parte de os esfuer-
+208 de los funcionatios reales se concentraron en
ordenar y controlar esta poblacid discolay vot,
cde manera que se sometieran al toque de eampana
y’se convirticran en stibditos files al rey ya Dios.
Al mismo tiempo, estos libres buscaban su lugar
en una sociedad colonial que los excluia. Mu
chos de ello, desprovistos de tierra, colonizaron
nuevas zonas en los valles de los rios Magdalena,
Cauca, Patia y San Jorge. Otros trabajaton como
peones en las haciendas y formaron una capa de
campesinos miserables. Otros huyeron del control
de la Corona y se asentaron en los montes en
“rochel
vicio por las autoridades y la Iglesia. En un largo
proceso, muchas veces los sitios fundados por
cllos se transformaron en parzoquias, y después de
calificadas como lugares de pecado y
aiios y esfuerzos colectivos pidieron al Consejo de
Indias que a su parroquia se le otorgata el honroso
tieulo de villa
La Corona percibié a los libres como una
amenaza contra cl orden colonial. En las ciudades
engrosaron el aiimero de vagos y mendigos y sees
acus6 de introducir vicios y malos habitos en los
pueblos de indios. Numerosas visitas y reordena-
mientos de la poblacién, al igual que
de sitios y parroquias, dan cuenta de los
de la Corona por someterlos y controlatlos. La
falta de tierras para ellos los hacia presionar sobre
los resguardos indigenas, invadiendo o arrendando
fundacién
esfuuerzos
las tiessas colectivas aun contra las prohibiciones
de la Corona, Los pleites por tiesras con los in:
di
toda ra26n, la historiadora Marta Herrera defini6,
€l siglo xv como el ocaso de los pueblos indios
y el surgimiento de las parroquias).
‘nas aumentaron durante este periodo (con
De igual manera, en el tltimo cuarto del siglo
xvul se recrudecié la relacién colonial a través de
las nuevas politicas de la Corona, mis conocidas
como reformas borbinicas, Impuestos, monopolios
sobre el tabaco y el aguardiente, confictos en los
pueblos indigenas por el tributo, inconformi
de los mestizos y rebeliones esclavas rompieron
la paz colonial, y en consecuencia legaron afios
catacterizados por revueltas, desérdenes, motines
y rebeliones, no sélo en este reino sino en toda
Hispancamética
Tod:
tencia de numerosos conflictos entre poblaciones
cen los albores del siglo x1x, la exis
ceraun indicador de los procesos de consteuccién y
2. ‘Téemnno uilizade por las autordades espaiolas para denominar a este ampli grupo.
siglo xv. E
durante el s
antiguo ord
parroquias,
cen poblaci¢
civiles y ec
Jonial yady
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su import:
(1580-1641
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>oblaciones
astruccién y
1a dificil trea de construir unidad nacional, La fuerza de las soberanias locales
eorganizacién del teritorio, que se remontaban al
siglo x1. El crecimiento demogrifico de ls castas
durante el siglo xvnt transformé y recompuso ese
antiguo ordenamiento, de modo que nuevos sitios,
ppacroquias villas yciudades empezaron a competir
‘en poblacién, recursos y presencia de funcionarios
civiles y eclesiésticos. Los nuevos asentamientos
lucharon por mejorar su estatus en la jerarquia co-
Jonialy adquirir mayor autonomia, mientras que,en.
se mismo siglo, las antiguas fundaciones colonia-
les, cudades prdsperas en los siglos xv" y xv1t, por
su importancia durante un primer ciclo aurifero
580-1640), debieron enfrentar su decadencia yla
competencia con nuevos centsos urbanos.
Las unidades mayores, las provineias, no logra-
ron consolidar una unidad terstoral, politica y fiscal
que cohesionara las ciudades, villas y parroquias
que hacian parte de ellas. Las provincias estaban
desintegradas y, dentro de ellas, los centros de po-
der competian entre si Las ciudades capitales de
provincia en general habian heredado su rango del
antiguo ordenamiento de a gobernacin; pero para
Ja segunda mitad del siglo xvi, nuevas ciudades
competian y rivalizaban con ella. La pujanza de
esas nuevas ciudades y villas, e incluso de las pa-
rroquias, hizo que varias capitales de provincia se
aceptaran como tales con recelo y resentimiento,
pues las nuevas poblaciones competian con ellas
¥y no aceptaban su supuesta preeminencia politica
y eclesistca
Los reinos huérfanos y la dificil
unidad de la nueva repiblica
Pata entender esos conflictos entre localidades y
1 desmoronamiento del proyecto patridtico ¢ in-
dependentista durante la Primera Repiibliew, debe
tenerse en cuenta que si bien tradicionalmente la
historiografia sobre la independencia en el Nuevo
Reino de Granada caracteriza este petiodo como,
resultado de un proyecto federalista que fracas6,
hablar de federalismo es poco apropiado, pues no.
‘existian provincias politica, territorial y administra-
Las unidades mayores, las
provincias, no lograron consolidar
una unidad territorial, politica
y fiscal que cohesionara las
ciudades, villas y parroquias que
hacian parte de ellas.
tivamente cohesionadas. En los albores del siglo
IK, en la Nueva Granada las provincias 0 “estados
independientes”, como se les llamaria después, eran
uunidades débiles, en las que coexistfan numerosos
poderes locales y conflictos interns.
Ademés, a diferencia de lo que ocurrié en
Estados Unidos, en Hispanoamérica no existieron
provincias con érganos de gobierno (cémaras
provinciales) o consejos de provincia en los que
las ciudades de una misma unidad politica pudic-
tan representar sus necesidades ante el gobierno
central (Chiaramonte, 2003: 100-104)..Los cabildos
se comunicaban disectamente con la Audiencia,
con el virrey y aun con el rey, sin mediaciones, en
cocasiones desconociendo la autoridad del gober-
nador, que aparecia a veces como un funcionasio
autoritario y despético,o en otros casos como una
figura débil e incapaz de enfrentar los conflictos
con las autoridades de las ciudades y villas, en
particular con corregidores, regidores y cabildos.
Las dlites de las distintas localidades del vi-
reinato reducfan su émbito de accién politica & su
propio pais, que era su ciudad o villa se conforma-
ban, la mayoria de las veces, con los privilegios y
el manejo politico y de recursos econéimicos de su
‘propia localidad. Su accidn en estos aios se concent
«en defender los privilegios de la ocalidad yen enfren-
tarse con las élites de la ciudad o villa mas cercana,
con la que competian, La construccién de proyectos
« identidades que fueran mis alli de los limites de la
comarca, que convocaran un sentido de regién 0 de
naci6n, fue lentas para algunos autores, laidentidad
Segunda parte
213214
Todos Somos Historia
én s6lo se constru
y la representacién de na
1 partir de 1816, al fragor de los ejércitos y de la
‘guetta de independencia (Thibaud, 2003).
Esta situaci6n Ia defini6 muy bien uno de los
actores principales del periodo, Pedro Fermin Var-
_gas:**Yo no llamo Patria el lugar de mi nacimiento,
ni el departamento o Provincia a que pertenece”;
en cambio, “el hijo de Cartagena, el del Socorro, el
de Pamplona y tal vez el de Popayin, noha mirado
como limites de su Patria los del Nuevo Reyno
de Granada, sino que ha contraido sus miradas
ala Provincia o acaso al lugar en que vio la luz”
(Gutiérrez, 1810/2005: 101-123).
En 1810, el sentimiento de nacién se reducia
al eriollismo y a la defensa de los intereses politicos
yy econémicos de las élites locales, que buscaban
cestrategias de reactivacién econémica propias y el
fortalecimiento de su poder politico. Las alianzas
‘con otras localidades se hacian en fancién de estas,
cexpectativas, lo que, sin duda, ayudé a la atomi-
zacin del viereinato. Como ya se anot6, a partir
de 1810, y ante ef vacio de poder que produjo Ia
ausencia de rey, la deslegitimacién del Consejo
de Regencia y la expulsién de las autoridades
coloniales; los cabildos, a través de la juntas de
gobierno, asumicron la soberania en nombre del
pueblo, reforzaron su poder y reclamaron una
participacidn politica mas activa. Sin la autoridad
del rey, del virrey ni de la Audiencia, el gobierno
del virreinato quedé en manos de las éltes locales
«que controlaron las juntas de gobierno, lo que sin
duda contribuyé mas a la fragmentaci6n territorial
y politica y a un periodo de confrontaciones civiles,
y disputas por la soberanfa en el Nuevo Reino de
Granada. En 1810, el virreinato operé como una
confederacién de juntas de gobierno de ciudades
y villas, Estas juntas asumieron no sélo el poder
politico, sino también las funciones de jueces que
antes desempeftaban las autoridades coloniales
y los cabildos, lo cual les dio un enorme poder
judicial, que les permitié someter a los vecinos
‘su poder y autoridad, Entraron a controlar no
sblolitgios de tierras, sino ademas delitos de todo.
orden, la moralidad y a vida privada. Esta situacién
llevé, en muchos casos, a que utlizaran su poder
como jueces de forma parcializada,
Las primeras medidas
Desde el 29 de julio de 1810, la Junta de Santafé,
como primera tarea, y consciente del peligro que
significaba para el virreinato la multiplicidad de
soberanias en mis de veinte juntas de gobierno,
invit6 a las demés provincias para nombrar dipu-
tadosa un congreso que debia pronunciarse sobre
Jos asuntos fundamentales que permitieran reor-
‘ganizar el reino, En la proclama, dejé expuestos
los temores que albergaban las éltes santafere
por la proliferacién de juntas que “amenazaban
con la desmembracién y disolucién politica del
cuerpo social” (“Proclama de la Junta de Santafé
al Nuevo Reyno de Granada, Julio 29, 1810”, en:
Gaceta de Caracas, 12 de octubre de 1810). Si el
rey estaba preso, Espatia bajo el control de los
franceses y se habjan removido las autoridades
coloniales, el problema concreto que se planteaba
cera si las juntas de gobierno de las ciudades y
villas, que asumian la soberania en nombre del
pucblo, permitirfan mantener el endeble armazén
politico y territorial que le daba cohesi6n al reino;
cs decis, ante la orfandad de la figura unificadora
de la monarqquia catdlica, zera posible mantener las,
jerarquias territoriales y Ia subordinacién entre la
capital del reino y las provincias, y entre éstas y las
ciudades y villa, finalmente, gera posible someter
a las parroquias y pueblos de indios?
En suiinvitaci6n a las otras provineias, si bien
Santafé les reconocia libertad ¢ independencia,
«lla se proponia como “centro comin de unién”
("Proclamia de la Junta de Santafé al Nuevo Reyno
de Granada, 29 de julio de 1810”, en: Gace de Ca
‘acas, 12 de octubre de 1810), reclamaba su posicién
jerirquica de capital del virteinato y el interés de
conservar, desde el centro y capital virreinal, la
unidad del reino. Sin embargo, ante la disoluciéa
del orden colonial y la easuncién de la soberania
Lo qu
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vincias 1
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colonial
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‘cuerpo
cuerpo
aa situacién
1 su poder Lo que reclamaban
las provincias, las
ciudades y las villas
era el derecho al
autogobierno sin
le Santa,
cligro gue sujecién a la antigua
licidad de capital.
gobierno,
brar dip
ase sobre
eran teor-
expuestos
ntafereias
renaraban
olitea del
de Santafé
porlas distintas ciudades y villas,
esta legtimidad como centro de
poder se encontraba en entre-
dicho. Las soberanias asumidas
por las distintas ciudades en su
calidad de “pueblos del reino”
1810", en: las poaia en pie de igualdad con
810). Si el Santafé, De hecho, as juntas de
rol de los otras ciudades cuestionaban los
utoridades
derechos aducidos por Santaté
‘como capital, pues esta desig-
sido otorgada
planteaba
ciudades y acién le habi
ombre dl por los soberanos como lugar
e armazén de residencia de las autoridades
imal reino; virreinales y, habiendo sido éstas
mificadorn
depuestas, el privilegio cesaba.
Santafé era,a juicio de miembros
de las élites de otras provincias,
‘una ciudad mas (Corrales, 1884:
210). Lo que reclamaban las pro-
vincias, las ciudades y las villas era
1 derecho al autogobierno sin
antenerlas
Sn entre la
éstas y las
dlesometer
“as, si bien
vendencia, sujecin a la antigua capital. Por
de unin” cl peso que ruvieron las localida-
evo Reyno des y los cabildos en la tradicién
‘acta de Cor colonial, a las élites eriollas de
suposiciéa las distintas localidades les era
interés de incomprensible, sin la figura del
rey, concebir el reino como un
cuerpo politico tinico. La idea de
cuczpo politico tinico s6lo hacia
‘ereinal, la
disolucién
« soberani
Ladificiltarea de construit unidad nacional. La fuerza de las soberanis locales
referencia a la pertenencia a la monarquia espafiola; de modo que,
tuna vez desapatecida la representacién del rey como padre con poder
para someter y cohesiona a sus stibltos, la naci6n estaba huérfana
yala deriva,
La convocatoria de Santafé ayudé a recrudecet la desconfianza
y aviv las tradicionales rivalidades entre las éltes santaferedias y las
{de otras provincias, Santafé, ademas, en su comunicacién les propuso
alas provincias desconocer el Consejo de Regencia, sin que hubiera
acuerdos previos frente a esta materia —y
‘pues la Provincia de Cartagena se habia negado a desconocer el Con-
sejo— La Junta de Cartagena recibi6 con escepticismo esta invitacién,
Su desconfianza frente a los miembros de la Junta de Santafé era
cevidente, por las rencillas que habian mantenido en torno a intereses,
comerciales y a la sede del consulado (McFarlane: 1971-1972), Por
el contrario, el 5 de agosto de 1810, Ia villa de Mompox, que hacia
parte de la Provincia de Cartagena, reasumié la soberania en nombre
del pueblo, cred su propia junta, declaré su independencia frente a
Espatia, desconocis el Consejo de Regenciay, al tiempo que criticaba
Ja debilidad de Ia junta cartagenera, en un acto de desafio hacia la
capital de la provincia, reconocia la autoridad sobre ella de la Junta
Provisional de Santafé. A partir de este momento, las relaciones entre
Cartagena y Santafé se deterioraron notablemente.
ste era un tema espinoso,
En septiembre de 1810, la Junta de Cartagena respondié la
invitacién de Santafé con un manifiesto en el que hacia explicito su
reconocimiento al Consejo de Regencia y pedia a las demés provin-
cias que la decisién en cuanto a este delicado asunto sélo se tomara
cuando el Congreso se reuniera. También solicitaba que, en lugar de
tun diputado por cada una de las provincias, se eligieran diputados
‘por cada 50,000 habitantes (Corrales, 1884), y finalmente proponia la
realizacién del Congreso, no en Santafé, sino en la villa de Medellin
Para José Manuel Restrepo, la disputa entre Cartagena y Santafé:
[Tajo] muchos mates ala Nueva Granada; impidié la formaciin de un
‘gobierno general en los primeros dias de larevolucdn;l cual se hubiera
‘establecido si Cartagena enva sus diputados: lifundi lsideas liber
les que todavia no estaban extendidas, y que produjeron la division y la
snarquias en fin, ech los fundamentos de lavaldad entre Cartagena y
Santafé validad que fue origen Fanesto de dscordia (Restrepo, 1821:
206-207,
Esta pugna entre las élites locales de los dos centros urbanos
mis poderosos del virreinato ha sido interpretada por la historiogra-
fia colombiana como el punto de ruptura de una supuesta cohesion
preexistente durante el periodo colonial, debido a una lucha entre
centralistas y federalistas. Pero esta interpretacién desconoce el he-
‘cho de que realmente los acontecimientos que sucedicron en estos
‘Segunda parte
215“Todos Somos Historia
primeros aiios se inscribieron en la logica de una
representacion politica propia del antiguo régimen,
cen a que los pueblos (ciudades, villas y posteriores,
provineias) se asumieron como soberanos ¥, por
tanto, auténomos. La pregunta adecuada es, mis
bien, si los conflictos surgidos a partir de 1810
‘no fueron una continuidad del antiguo régimen,
cen que las ciudades y villas se enfrentaban por
fueros y privilegios. Estas pugnas, ademas, ponian
cn evidencia Ia dificultad de concebir el nuevo
proyecto de un Estado republicano a parti de la
multplicidad de soberanias poltias y territories
en conflicto,
La invencion del Estado
de Cundinamarca
(Otx0 hecho generador de miltiplesescollos y des-
confianzas entre las éltes locales en el virreinato
fue la intencién expansionista y centralizadora
de las dlites de Santafé. Sus intentos de anexarse
algunas poblaciones y de recomponer el mapa del
Virreinato aumentaron los recelos de las otras pro-
vincias, que las vieron como una potencial amenaza
para su autonomia y sus propios proyectos.
Santafé, en su calidad de ciudad capital del
virreinato, con el dnimo de extenderse territo-
rialmente y transformarse en provincia, inicié un
proceso de incorporacién de nuevas poblaciones
bajo su control para constituir el nuevo Estado
de Cundinamarca. El primer paso fue tomar, en
septiembre de 1810, la arriesgada decisién de erigir
cn villas a diez parroquias, hecho que les creaba ri-
validades con otras y trastocaba el orden jerirquico
territorial colonial. Convertir de un solo plumazo
parroquias y pueblos de indios en villas era de por
sf impensable en el orden colonial, si tenemos en
cuenta, como se explicd, que este proceso tomaba
largos aos, exigia cumplir con unos requisitos,
implicaba pagar a la Corona y por lo general se
acompaiiaba de largos pleitos. A esta decisién se
sumaba el hecho, atin mas grave, de que algunas de
parroquias no estaban bajo la jurisdiccibn de
esta
Santafé, sino que pertenecian al corregimiento de
‘Tanja, lo que propicié graves conflictos, incluso
armados, entre 1810 y 1816.
Este precedente alenté a parroquias y villas de
distintas partes del virreinato, ansiosas de mejorar
su estatus y tener mayor autonomia frente a las
ciudades de las que dependian, a solicitar que las
anexaran al Estado de Cundinamarca y ponerse
bajo la tutela de la Junta Suprema de Gobierno
de Santafé. Y esta junta, para conseguir adeptos
su proyecto de Estado centralista y ampliar su
jurisdiccién, no tuvo problemas en otorgar el
titulo de villa @ las parroquias, suprimiendo los
requisitos exigidos por el régimen colonial para
otorgatlo, en particular, el pago a la Corona de
diez. mil pesos en oro. Esta estrategia de otorgar
titulos de villas alas parroquias a cambio de apoyo
politico se convertira en algo comiin a todas las
juntas de gobierno del virreinato, lo cual agudiz6
las sivalidades ylos conflictos entre las poblaciones,
de las provincias
‘También contribuyé a la divisién y polari
zacién el hecho de que, a mediados de 1811, el
presidente del nuevo Estado de Cundinamarca, el
ctiollo ilustrado Jorge Tadeo Lozano, lanzara la
propuesta de una nueva onganizacion territorial del
virreinato, que rompia el ordenamiento colonial;
esto generd fuertes resistencias en las provincias,
«que no se vefan bien dibujadas en este nuevo mapa,
‘Mientras las provincias, aun las més pobres y débi
les, ntentaban cada una consolidarse como centro
de poder auténomo, las autoridades de Santafé
insistian en conservar una estructura mis cohe-
sionada, que garantizara,segtin ellos, a unidad del
reino. La propuesta de Lozano partia de reconocer
«que era necesario, para que la federacién no fuera
ilusoria, ue los estados que la compusieran fueran
independientes y tuvieran los medios de subsistir
cn todos sus ramos. En consecuencia, proponia
que la confederacién se dividiera en cuatro de-
partamentos, a saber: Quito, Popayén, Calamasi
(© Cartagena) y Cundinamarca; el primero debia
componerse de todas las provincias que existan al
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Provincia
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provincia:
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La diffi taea de construir unidad nacional. La fuerza de las soberanias locales
sur del sio Carchi y que antes formaban la antigua
Provincia de Quito; el segundo, de la gobernacién
de Popayin y Provincia del Chocé; el tercero, de as,
provincias de Cartagena y Antioguia y del Istmo
de Panamé; el cuarto, de las provincias de Neiva,
Santafé, Tunja, Socorro, Pamplona, Santa Marta,
Riohacha, Llanos de Casanare y San Martin (Diario
Paltco de Santafe, 16 de septiembre de 1810). Lo-
zano proponia como condicién esencial que cada
tuno de los nuevos departamentos tuviera “uno 0
dos rios navegables para el comercio interno, algu-
sa costa y puertos de mar para el externo, con el
objeto de que jamis se viese en la triste necesidad
de recibie la ley de otro” (Diario Politico de Santa,
16 de septiembre de 1810)
Notese emo este proyecto integraba a Quito
y Venezuela, reconocia el poder de Popayin y casti-
{gabaa Antioquia, al desaparecerla como provincia,
integrindola a Cartagena, mientras que a ésta le
‘quitaba jurisdiccién sobre provincias cercanas
‘como Santa Marta y Riohacha. Y lo mis complica
do: ereaba un inmenso Estado de Cundinamarca,
‘que extendia su jurisdiccién por todo el vireinato,
Esta propuesta de conformacién territorial
para la nueva nacién no se acept6; las juntas de
gobierno contestaron al presidente Lozano que
‘no tenfan autoridad para hacer wna variacién tan
sustancial en el sistema adoptado, la que perte-
necia a los pueblos”. Como vemos, de nuevo se
explicita Ia soberania de los pueblos, entendidos
como ciudades o provincias representadas en sus
juntas de gobierno, Otras pidieron que se Formara
el Congreso, tinica autoridad a la cual le correspon-
derfa decidir cudles provincias debian ser estados
independientes y cules podian agregarse a otras.
Por lo demi, ls provineias que Lozano recla-
m6 como partes integrantes de la provincia lezal de
Cundinamarca (Neiva, Socorro, Tunja, Pamplona,
Santa Marta, Riohacha, Llanos de Casanare y San
Martin) rechazaron rotundamente esta anexién.
‘Demodo que esta propuesta lo tinico que hizo fue
generar mis desuni6n y recelo frente a la capital
virteinal, Las élites locales reforzaron la defensa de
sus poderes y la soberania que alegaban tener, al
tiempo que las gentes sefalaron como ambicioso
yy despético al gobierno de Santafé. Al decir de
José Manuel Restrepo, “este fue el inicio de los
partidos provincialstas y capitalistas 0 centralistas
y federaistas” (1827, 251-253),
La posicién del recién creado Estado de Cun-
dinamarca sélo contribuyé a rear mis inestabili-
dad politica, pues en ese momento muchas de las
provincias enfrentaban problemas internos graves,
de desmembracién de pueblos, parroquias, villas y
ciudades,y atin estaban en el proceso de conformar
juntas provinciales y colegios electoral.
La debilidad de las provincias:
conflictos y guerras internas
‘Nuevos y viejos conflictos en las provincias salie-
on a flote con intensidad a partir de 1810. Muchas
de estas tivalidades se convirtieron en verdaderos
enfrentamientos civiles y armados entre villas y
ciudades. Bjemplo de éstos son los que se dieron
cn la provincia de Cartagena, que se enfrenté con
la villa de Mompox y las poblaciones de Toli,
San Benito Abad y Sincelejo; Tunja se enfrenté a
Sogamoso, Villa de Leiva, Chiquinquiré y Muzo.
En Santander, San Gil y Vélez se unieron contra
Socorro, y Girén se enfrents a Pamplona. Las
parroquias de Piedecuesta y Bucaramanga se
opusieron a la vieja ciudad de Girén, Neiva se
cenfrenté a Garz6n ya la Villa de Purificacién; San
Martin y San Juan de los Llanos se enfrentaron a
Santafé; finalmente, Novita y Ci
contra Quibd6. En Antioquia, con menor intensi-
dad, se dieron enfrentamientos entre la ciudad de
Antioquia, eapital de la provincia, con Rionegro,
Medellin y Marinilla. La parroquia de Nare y la
antigua ciudad de Zaragoza se rebelaron contra la
Junta Provincial. José Manuel Restrepo resumié
los conflictos de la siguiente manera:
[La anarquia lceraba las provincias haciendo rip
dos progresos. No hubo cudad rival con su eabe
cer, o.que uvies algunas razones para figuras, que
‘Segunda parte
217218
Tados Samos Hittoria
no pretenders hacerse independiente y soberana
‘para constitu la unin federativa 0 para agsegasse
2 ota provincia. La de Tunia fue despedazada por
facciones, de ls evales unas qurian junta en su ca-
pital, otras unise a Santa, y otras como Sogamoso,
ceigise en provincia. Con la misma pretensin se
separd Mompox de Cartagena y Jin de Pamplo
na, estableciendo su Junta, a cujo frente puso al
eclesiistico doctor Eloy Valenzuela, bajo el stalo
‘modesto de capellin: Amalema no quiso depender
cde Mariquita, Névita del Citar; y otros lugares de
sus tespectivas provincas. Donde quieea que hubo
tun demagogo o arstérata ambicioso, que deseaba
figura, se vieron aparecer juntas independents y
soberanas aun en ciudadesy parroquias miserables
‘como las de Nate, ls que pretendian elevarse all
rango de provineias, Podia temerejustamente que
la disolucién social Megara hasta las familias. Se
‘nccesitaban actos vigorosos de parte de las juntas
provincals para contener los progresos del mal,
‘no tardaron en ejecutatlos (1827: 208-208).
Una de las provincias que enfrent6 numerosos
conflictos internos que llevaron a enfrentamientos
armados fue Cartagena. El intento de sus élites,
pot monopolizar decisiones politicas hizo que
‘otras localidades de la provincia, que mantenian
‘ivalidades con ella, aprovecharan la coyuntura de
1810 para reclamar su soberania y autonomia e
independizarse de su tutela, iste fue el caso de la
importante y prospera villa comercial de Mompox,
€l puerto mis importante sobre el rio Magdalena,
que debia su riqueza a la habilidad para combinar
1a actividad comercial con el atractivo y lucrativo
negocio del contrabando. Ademés de varios titalos
nobiliarios, ya desde fines del siglo xvin existia en
Mompox una élite influenciada por las ideas de
{a Tlustracién. Junto a los hermanos Gutiérrez de
Pifieres, en particular Vicente Celedonio, que vivia
alli, Mompox contaba con una élite de criollos que
conformaban un grupo de radicales seguidores
de los postulados de la Revolucién Francesa. De
este grupo también hacian parte Germén Pan-
taledn Rib6n, rico comerciante, y el clérigo Juan
Fernindez. de Sotomayor, hombres claves en los
acontecimientos revolucionarios de la provincia
de Cartagena
EL de agosto de 1810, la Junta de Gobierno
ela villa de Mompox siguié las instrucciones dela
Junta Suprema de Santafé y desconocié el Consejo
dde Regencia de Espafia, que Cartagena habia reco.
nocido. Y, desafiando a Cartagena, envi diputados
al Congreso propuesto por la capital del virrcinato,
Esta confrontacién era el resultado de la
tivalidad mantenida por las dos ciudades durante
tun largo tiempo y se convertia en el primer frac-
cionamiento de la endeble unidad provincial de
Cartagena, Como muchos de los confictos que
afloraron en la independencia, éste ten‘a su origen
en las antiguas relaciones coloniales establecidas
centre ambos centros urbanos; Mompox aceptaba
de mala gana el sistema de privilegios del que go-
zaba Cartagena como plaza fuerte, y ya en 1774
habia logrado independizarse legalmente de Carta-
sgena, pues la Corona acept6 que se erigiera como.
corregimiento independiente, aunque su duracién
‘como tal hubiera sido efimera, Su poblacién habia
crecido de manera vertiginosa, al pasar de tres mil
uinientos habitantes, en 1778, a dieciséis mil en
1810 (Pals Borda, 1980: 168). Igual que para todas
las ciudades y provincias del virreinato, Carta-
‘gena resultaba una pesada carga para Mompox,
‘que era la que debia aportar mas situados para el
sostenimiento de esa ciudad. En 1809 seguia con-
‘tribuyendo a Cartagena con la suma de quinientos
‘il pesos anuales, mucho més de lo que para ese
‘momento se recaudaba entre todas las provincias,
del centro del pais (Helg, 2004: 38).
E18 de octubre de 1810, Mompox ratifies, por
‘medio de votacién en el cabildo, la independencia
frente a Espafiay su separacién de la jurisdiccién
de Cartagena, y al tiempo se elevaba, ella misma,
al estatuto de “nueva Provincia de Mompox”. Tal
pretensidn exacerbs los dnimos de los miembros
de la Junta de Cartagena, quienes consideraron
“ilegales” las decisiones de Mompox, a la que se
referian en términos despectivos, invalidando su
pretensién de ser reconocida como provincia; Ia
caracterizaban como “reducida, estéril einfecunda
isla o anegadizo, carece de territorio y de la pobla-
los partid
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sélo por
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los miembros
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vx, a la que se
avalidando su
» provincia; a
cileinfecunda
y de la pobla-
La dificil tarea de construir unidad nacional. La fuerza de las soberanias locales
cin correspondiente para ser provincia”. Resaltaban, ademés, c6mo
Jos partidos mas prdsperos de Mompox, como Majagual o Magan-
_goé, no la habian querido apoyar en sus absurdas pretensiones, y que
sélo por la fuerza de la seduccién habia logrado el apoyo del sitio de
‘Lobs, insignificante por su “poca poblacién y miseria” (AGN, Archivo
Resrepo . 4, fols. 463-468).
En enero de 1811, la Junta de Cartagena declaré la guerra contra
‘Mompox y envié a Antonio José de Ayos con cuatrocientos veteranos;
bien armados del Regimiento Fijo a enfrentar los recién creados bata-
tlones de blancos y pardos de Mompox, que estaban bajo la direccién
de Pantale6n Ribén. Bajo el lema “Dios e Independencia” y mal arma-
4os, los batallones momposinos resisticron inicialmente el ataque, pero
después de tres dias fueron derrotados. Ayos nombr6 nuevas autori-
dades, entre las cuales habia varios espafioles defensores del Consejo
de Regencia. Algunos lideres, como Vicente Celedonio Gutiérrez de
Pifieres y German Pantaledn Ribén, huyeron a otras provincias; otros,
fueron capturados y encarcelados en Cartagena. Las propiedades de
los fugitivos y presos fueron confiscadas (AGN, Archio Restepa,t. 4,
fols. 563-574). Don Antonio de Narviez y La Torre, miembro de la
Junta Provincial de Cartagena, informé al Consejo de Regencia sobre
‘este confficto en un relato que deja ver cémo las contiendas internas
dentro de las provincias no s6lo alimentaban los localismos, sino que
destruian las economias y cobraban vidas humanas:
Ahora ambas poblaciones, ln ciudad de Cartagena y a vill de Mompox
cstin empefadas en ss ruina porlos resentimientos parculares de ambas
Junta y de algunos individuos que haa hecho esta querelatrascenden:
‘al, los unos por los prinipios de superioridad y os otros por hacerse
independientes de esta ciudad, Ambos se han abandonado a la fuerza
riente del
ada. Desde
:producto-
10 trataron,
ciones con
de unir las
rarse de la
Disolucién del corregimiento
de Socorro y conflictos
en Pamplona
Desde el momento en que conformé su Junta de
Gobierno, e110 de julio de 1810, el corregimiento
de Socorro enfrent6 el reto de mantener unidas a
Linterés era todas las ciudades, villas y parroquias de su jurisdic
comercial cin, Bn su acta constitucional del 13 de agosto de
de Céicuta 1810, la Junta de Socorro proclamé en nombre del
Maracaibo, pueblo la division de poderes: el legislativo residiria
incia e im- en la junta; el ejecutivo en los alcaldes ordinarios
vacia tener yen los cabildos, y el judicial en estos iltimos, en
ivas sobre ‘quienes se concentrarian las causas menores. La
ovechar las junta debia nombrar un tribunal para las causas
fiscal que mayores. Asimismo, se desconocia el Consejo de
aCorona, Regencia por suilegtimidad (Quintero y Martinez,
eto y plara 2008: 304-310).
‘ormacion Para constituir la junta como poder legislativo,
Herne de con importantes tareas como onganizar el nuevo
ode 1810, gobierno de la provincia, promulgar una nueva
>s pujantes constitucién y definir las relaciones con Espatia,
sisdicciéa, con la capital del virreinato y con las demas pro-
o be del vincias, era necesario incorporar a ésta miembros
pendencia, de las juntas de otras ciudades y villas, pues como.
fu r y Pp
¢ reacia capital del corregimiento, esta junta debia asumir
Jena s la representacién de la totalidad de la provincia,
ane para evitar su fragmentacién en una multiplicidad
pieielid de soberanias. La propuesta era entonces que los
cia y a las cabildos de San Gil y Vélez enviaran sus diputidos
voloniales. para conformar la Junta Suprema de Gobierno
1, autoriza- Provincial como organo legslativo que mantuviera
Domingo la unidad e hiciera posible el nuevo proyecto pol:
caibo, para tico, Pero los notables de San Gily Vélee sinticron
Cortes de que Socorro vulneraba su autonomia y soberania
2 Capitania como pueblos del reino; rivalidades, antiguos
1a dificil trea de construir unided nacional, La fuerza de las soberanias locales
enirentamientos y desconfianza frente a Socorro
hicieron que esta convocatoria fracasara
Con el animo de evitar adhesiones de parro-
«quias de su jurisdicci6n ala Junta de Cundinamarca,
y también como estrategia para fortalecerse, la
provincia de Socorro les prometié concederles el
titulo de villas a las parroquias de Barichara (que
adelantaba solicitudes y pleitos con San Gil para
Jogear este titulo) y Moniquira, que estaban bajo la
jurisdiccién de San Gil y Vélez, respectivamente,
si se ponian bajo su jurisdiccién, Con este hecho,
se tornaron atin més dificiles las relaciones de San.
Gil y Vélez con la capital de la provincia, la villa
de Socorro.
A finales de 1811, la convocatoria para insta-
lar un Colegio Electoral Provincial recrudeci6 los
enfrentamientos politicos entre Socorro, San Gill
y Vélez. Fl presidente de la Junta de Gobierno de
Socorro, José Lorenzo Plata, quiso desconocer a los
representantes de San Gily Vélez, alegando que los
habian elegido de manera fraudulenta. Entonces
San Gil declaré su independencia y recibié el
apoyo de la parroquia de Charalé, perteneciente a
Socorro, En medio de mutuas acusaciones y recti-
minaciones,y ante la falta de acuerdos, el conflicto
involuet6 a los vecinos de Socorro y San Gil en
tun enfrentamiento armado, Como parte de las
hostilidades, os habitantes de San Gil, segtin una
‘erénica periodistica, atacaron por las armas a los
habitantes de las parroquias de Pinchote y el Valle,
“ejecutando en la primera la violacién del templo
y el asesinato de un nilio y un anciano” (Gaceta
Extraordinaria de Cundinamarca, sim, 25, Santafé
de Bogota, 18 de enero de 1812); por su parte,
los vecinos de la parroquia de Charaléatacaron a
{os soldados de una patrulla armada (enviada por
Socorro para defender sus partoquias), mientras
tomaban desnudos un batio en el rio.
San Gil, con el énimo de buscar respaldo
politico y apoyo militar, se puso bajo la proteccién.
de la Junta de Gobierno de Cundinamarca el 7 de
diciembre 1811. En la justificacion de su decisin,
los miembros del eabildo precisaron que habian
Segunda parte
223———— Tos Somos Historia
224
sido humillados y maltratados por los miembros
de la Junta de Gobierno del Socorro, quienes
ademas habian “intentado asesinaslos en repetidas
ocasiones”. Después de consultar “el bien de sus
ciudadanos”, y seguros de que esto pondeia fin al
estado de “anarquia” que reinaba, los miembros del
cabildo tuvieron “a bien solicitar su unién con la
Provincia de Cundinamarca como parte integrante
de ella, jurar la Constitucién adoptada y sancionada
por ella y en una palabra, reputarse como verda-
deros cundinamarqueses” (Gaceia Extraordinaria
de Cundinamarca, nism. 21, Santafé de Bogota, 4 de
enero de 1812).
El cabildo de San Gil aprovech6 su adhesi6n
‘a Cundinamarca para negociar un pacto de unién
‘que tenia explictas exigencias que le garantizaban
cierto reconocimiento politico y el respeto de
privilegios locales. Exigié el nombramiento de
tun “subpresidente hijo de dicho eant6n”,? cuyo
‘cargo debia durar dos afios, y el mantenimiento
de un estanco de aguardiente en dicha villa (Gaceta
Extraordinaria de Cundinamarca, asim. 21, Santaté
de Bogoti, 4 de enero de 1812). Esta tiltima soli-
citud la justifieaba en la medida en que el estanco
de aguardiente era el ramo mis productivo y el
tinico que podia garantizar los “gastos piblicos”,
Exigié ademis que la aleabala no aumentara, que
permaneciera en el mismo dos por ciento, y que
l Estado de Cundinamarca se comprometiera a
defender la villa de San Gil de sus enemigos. San
Gil, jgualmente, debia conservar la libertad para
“ descubrir minas beneficiar salinas en su terttorio,
abrir caminos y cualquier otro proyecto para la
felicidad de dicho Cantén”,
A principios de 1812, la ciudad de Vélez tam-
bién elev6 una solicitud de proteccidn y adhesién a
Ia Junta de Gobierno del Estado de Cundinamarca
Los habitantes de Vélez denunciaron emo Soco-
rro os habia forzado a involucrarse en una pugna y
acusaron a esta provincia de realizar reclutamientos
forzosos, sobornos econémicos y saqueos (ligicas
de guerra y confrontacion que se fueron imponien-
do), La Junta de Santafé, aunque veia con buenos
‘ojos estas adhesiones que fortalecian al Estado de
Cundinamarca, era consciente de que éstas produ-
cirian rechazo entre los enemigos de su proyecto
centralizador y unitario, Especialmente temia las
acusaciones dela Junta de Gobierno de Cartagena,
que desde el periéico E/ Argos Americano atacaba
las actuaciones de Cundinamarca y de don Antonio
Narifio. Los articulos de prensa muestran cémo la
construccién de legitimidad politica pas6 rapi
mente del campo de la
Ia guerra; las armas y bayonetas aparecieron como,
tun recurso para resolver los contfiictos. Antonio
Narifio expresé su preocupacién frente a la ads-
cripeién de San Gil:
confrontacién de ideas a
Laaadmisién del Cabildo de San Gil y sos pucblos
vaaserel objeto dela mordacidad de los enemigos
de Santafé, Unos con tono injuriadorgritarin que
aque trano imprudente que subyuga y esclivies
Cundinamarca se ha quitado ya la miseara, y
pprocura llevar adelante sus miras ambiciosas por
‘medios ta ilegtimos y violentos [..]. Otros de
clamarin que ya a San Gil se le legs su turno de
sumergirse en el abismo de la unin santafereia,
«que se ha subrogado al proyecto del centralismo
Yy que es idéaticamente el sistema continental
{que Bonaparte propuso desde el ao 99 (Gate
Exaraorinaria de Cundinamara, isn. 21, Santa
de Bogoti, 14 de enero de 1812)
Mas adelante, el periddico seftalaba que otras
provincias podian ver en esta admisién de San
Gil slo una estrategia de Cundinamarea para
tender “el lazo a la bella Provincia del Socorro,
cuyo gobierno tratara inmediatamente de castigat
1 Estado
alos Tasurgentes de San Gil y entonces
de Cundinamarca a pretexto de los derechos de
3 Bsa primer ver que aparece la denominaciéa de cantén, omada de la organizacin esta francesa y equivlente at
‘municipio espaol
Sino, Gi
(Grabado en
tun pueblc
aquellos
(Gaceta 1
14 de ene
Soco
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~*~La df trea de constrir nidad nacional La fuerza dea soberanias leaes Segunda parte
daron bajo la jusisdiecién de Cun-
ddinamarca, Para Socorro fue nom:
brado el coronel Joaquin Ricaurte
1a pugna,y
lutamientos
£08 (6gicas
ximponien.
con buenos
stad de
tas produ.
y Tortijos, y este corregimiento
fue dividido en los cantones de
Socorro, San Gil y Vélez. Pero en
julio de 1812, Socorro se sublev6 y
seindependia6 de Cundinamarca,
‘tras vencer militarmente en la ba-
talla de Paloblanco a José Miguel
Pey, jefe de las fuerzas cundina
su proyecto
te temia las
Cartagena,
“ano atacaba
on Antonio smarquesas, Como nuevo goberna-
dor, designaron Custodio Garcia
Rovira. Desde julio de 1812, las
provincias de Pamplona y Socorro
hicieron parte de la Confederacién
can c6mo la
86 ripida
1 de ideas a
ieron como Sitio, Gladys Elena Betrén, 1988,
Fao enreer, 2150/5070 cn de Provincias Unidas de la Nueva
1998:
2s. Antonio
Granada (Martinez Garic
55-64),
te ala ads.
un pueblo que ya corre por suyo, hari llevar el fuego y el hiero a
‘los conlabayonctay eleaaén” Los pueblos menores
(Gaeta Extreorinaria de Candinanars wm. 21, Santa de Bogor,
14 de enero de 1812)
sus pueblos
los enemigos aquellos paises, ytratari de cong
rtarin que
reclaman
su soberania,
hte Socorro, efectivamente, situé
-a San Gil, depuso alos,
la
se refugiaron en la poblacién de Cepitd, y junto con los de la ciudad daban entre ciudades y villas se
dbiciosas por
J. Oreos de-
5 su rurno de
alealdes yal eabildo y tomé control de la villa. Las antiguas autoridades Los enfrentamientos que se
saneaferea,
de Vélez enviaron sus representantes a Cundinamarca. Mientras tanto, —reproducian entre los niveles in-
| centralise »
continened Socorto suftié el desmembramiento de las parroquias de Ocamonte, _feriores de a jerarquia territorial
10 99 (Gace
21, Santaté
Riachuelo, Cincelada, Valle de San José, Mogotes y San Vicente de La documentacién de este perio-
CChucut, que pdieron en protesta su anesiGn a Cundinamarca (Mar- do muestra de forma fehaciente
tinez Garnica, 1998). cémo las parroquias actuaron
sa que otras como verdaderas comunidades
Como lo habia predicho el editor de la Gaceta de Cundinamarca,
ion de San con el envio de sus tropas la Junta Suprema de Cundinamarca puso Politieasy, en su condicién, en
narea para punto final ala disputa en el antiguo corregimiento de Socorro. En Osiones exigieron ser sujetos de
€l Socore, enero de 1812, una avanzada, bajo las Grdenes del capitin Ignacio “Presentacion politica y eercer
dees Te Pikin Temsci0 4 propia soberania. Fundamen-
gar Salcedo, y un batallén de caballeria, que salié posteriormente co-
sel Estado z a tadas en el principio de reasun
lado por Joaquin Ricaurte y Atanasio Girardot, derrotaron a
ci6n de a soberana po el pueblo,
exechos de as topas de Socorro en el sitio de Monte del Moro, Socorro firmd Galian
pare sitio cle Monte del Moto, Socorro fi reclamaron su derecho a elegir a
capitulaciones y acepté su anexidn al E
driguez Plata, 1963: 178).
tado de Cundinamarca (Ro-
(Ro- Gué junta querian pertenccer. La
decisin para tomar partide por
Antonio Narifio, como presidente de la Junta de Cundinamarca, una u otra junta se de
suivante a srmin6, n0
impuso gobernadores en cada una de las antiguas provincias que que- tanto las posiciones ideoldgicas,
225226
Todos Somes Historia.
sino, como en el caso de ciudades y villas, por la bisqueda de garantas
¥ privilegios o la preservacién o el mejoramiento del estatus.
Un nuevo factor de conflicts fue que algunas parroquias pro-
‘movidas a villas por las juntas de gobierno, sobre todo las promovi-
das en 1810 por la Junta de Santafé, para sostener su nuevo rango,
y creyéndose poseedoras de autoridad y poder, intentaron a su vez
‘someter bajo su jurisdiccién a pueblos de indios y a otras parroquias
yy viceparroquias. Para justificar su independencia respecto a una
pparroquia o villa y para manifestar su voluntad de agregarse a otta,
se entremezclaban, por un lado, argumentos que se apoyaban en cl
ordenamiento propio del antiguo ségimen, y por otro, justificaciones
‘que apelaban al nuevo ideal republicano.
En 1810, las provincias de Mariquita y Neiva formaron sus juntas
y depusieron a las antiguas autoridades coloniales. Entonces, como
‘ocurrié en otras regiones, algunas villas y parroquias pertenecientes a
sus jursdicciones procedieron a separase dela ciudad capital ya soici-
tar su anexién a Cundinamarca, En julio de 1811, las villas de Timana
1 Purificacién, que pertenecian a la provincia de Neiva y mantuvieron
rivalidades constantes con la villa de Neiva, cabeza de gobernacién,
decidieron agregarse a Cundinamarca. Los habitantes de la villa de
‘Timand citaron un cabildo abierto para tomar tal decisién; sll, los
‘vecinos argumentaron que se vefan precisados a anexarse, dadas las
ccontinuas transgresiones de la Junta de Neiva a los acuerdos hechos
entre las dos localidades, y que pretendian ponerie fin a los abusos
que cometia continuamente Neiva contra el vecindario de Timand,
Por su parte, los habitantes de ‘Timané rechazaban la propuesta
de integrar el Colegio Electoral de la Provincia de Neiva, pues, segin
allos, no reconocfa la soberania del pueblo de Timand y estaba integrado
por “personas ineptas ¢ incultas,incapaces de realizar una consttucién
liberal”. Los vecinos de Timand afirmaban que, para salir de “su atraso
econdmico”, sélo podian contar con el apoyo del Fstado de Cundina-
‘marca. Denunciaban, ademas, que sus pretensiones ls obstaculizaban por
vecinos “sediciosos y desnaturalizados, propensos a intrigar y a desauto-
sizar al Cabildo Abierto” (entre quienes estaban el “petulante cura de
Paycol y el cua del Gigante”), y manifestaban que esperaban recibir
reconocimicntos y cargos politicos del cuerpo provincial terminaban
ta comunicacién anunclando que la vila estaba dispuesta 2 morir
antes que “sujetarse a Neiva, siempre su enemiga y rival y ambiciosa
de predominacién y despotismo a toda costa” (Gaeta Ministerial de
Candinamarca, mien. 30, Santafé de Bogota, 20 de febrero de 1812),
Por su parte, Chiquinquira, recién erigida en villa en agosto
de 1810 por la Junta de Santafé, intent6 anexarse a los vecinos del
Los enfrentamientos EM
que se daban entre gobier
ciudades y villas judicial
se reproducian entre veeing
los niveles inferiores a ju
de la jerarquia ys
mel maltrat
territorial
de del
pueblo de Saboyé (Provincia de
Socorro); pero los vecinos protes- En 181
taron contra el alealde ordinario
de Chiguinguiré, quien pretendla
desagregatlos del cabildo de la
ciudad de Vélez para sujetarios a
su jurisdiecién: “Ha pretendido
alealde de ese pueblo, se nos
agregue y sujete a ella, arranci
ddonos con las mis inaudita tirania
y mayor erueldad y contra toda
cen la provir
villa con la
dencia que
villa de Gus
era més am
con mayor
que tenian
templo sun
arias, t. 20,
sain y justia y contra su libre sus asuntos,
voluntad para elegir como ya lo slo delega
hha hecho su sujecin al Cabildo de tender at
Vélez, de donde siempre ha sido” En ese
(AGN, Quist. 1, fols. 394-398). ‘una parroqt
Lego, invocando las relaciones parase del
propia del antguo régimen,afr- tuna de las
maban que la “novisima villa de ar
CChiguinguirs” queria que “Saboya nose
sea feudataria de Chiquinguiri, deat
que le rinda vasallie” (AGN, incor
Queias, t.1, fols. 394-398). Por lo bole
dems, el hecho de que ls juntas ae
de gobierno también ejercieran las y
poder judicial facilis que muchas sore
veces los vecinos que se esisteran pee
aaceptar la jurisdiccién olos man-
datos de la junta fueron puestos
presos, maltratados, golpeados
© inculpados de delitos que 90
hhabjan cometido.
movida aviwincin de
os protes-
ordinario
pretendia
Ido de la
ajetatlos a
setendido
lo, se nos
lita trania
sntra toda
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