MBLEMÁTICA
JOSÉ JULIO GARCÍA ARRANZ / INSIGNIAS,
BADGES, DIVISAS, MEDALLAS... EL UNIVERSO
PROTOEMBLEMÁTICO, O LA EMBLEMÁTICA ANTES
D E A L C I ATO
¿Una emblemática medieval? disponible, cómo hemos pasado de la
fórmula de «antecedentes medievales de
En el estado actual de la investigación, ya los libros de emblemas», que figura en el
nadie pone en duda que los orígenes de la título de un artículo ya clásico de Pierre
emblemática —que aquí entendemos Badel (1990), a la de «emblemática me-
como ámbito del conocimiento que dieval» que Laurent Hablot emplea sin
abarca las múltiples expresiones gráfi- ningún pudor en sus numerosas aproxi-
co-textuales de la cultura occidental en las maciones recientes a esta cuestión. De la
que lo visual y lo escrito interactúan para definición de estas manifestaciones como
configurar un concepto o idea— se re- expresiones «pre» o «protoemblemáticas»,
montan a una época muy anterior a la hemos derivado hacia una consideración
editio princeps del Emblematum liber más amplia e integral, que engloba, co-
(Augsburgo, 1531) de Andrea Alciato. necta e inserta en una dinámica continua
Como bien apunta Fernando Rodríguez todo un conjunto de productos culturales
de la Flor (1995: 80), el librito del jurista que nacen con el estancamiento del sis-
milanés «rearticula de otra forma, bajo tema heráldico medieval, se expanden
otra lectura» una ya prolongada y diversi- con la «efervescencia emblemática» de
ficada tradición, trasladando a un nuevo fines de la Edad Media, se reelaboran en
formato libresco todas aquellas plurales los estudiolos y academias del quinientos,
expresiones precedentes que este mismo y concluyen con los Emblemata políticos
autor define como «contornos» del em- o las empresas sacras del Barroco. Quere-
blema. En efecto, el maestro Alciato, con la mos remontarnos a las raíces, a los oríge- Representación del
feliz —aunque algo azarosa— invención nes de unas formas de expresión que rey Luis XII entrando en
del emblema triplex —unidad significativa compuesta de ima- crearon el ambiente propicio para la cristalización del emblema mo- Génova en 1502, con la
gen + lema + epigrama, este último a veces sustituido por una subscrip- derno. divisa de la colmena y el
lema REX NON
tio o texto aclaratorio en prosa, todo ello en íntima comunión— acuñó UTITUR ACULEO.
una fórmula de fulgurante éxito que dio lugar en los siglos siguientes París, Bibliothèque
a centenares de obras, ediciones y producciones simbólicas diversas Orígenes y formas de expresión de las devises e imprese Nationale, Ms. Fr 5091,
fol. 15r (c. 1502).
que gravitan, más o menos respetuosas con su modelo, en torno a medievales
aquel esquema tripartito. Además, al tiempo que se difunde, el em-
blema que podemos llamar «literario» experimenta una suerte de hi- Dejando ahora a un lado ciertas producciones artísticas o artesanales
bridación con otras creaciones afines —la interpretación humanista de del mundo antiguo que también pueden denominarse «emblemas»
los jeroglíficos egipcios, las personificaciones alegóricas, la heráldica, —junto a las pinturas de los escudos militares griegos, como las que
la medallística, las imprese o devises que también quedan fijadas en las se describen en la Ilíada, recordemos los medallones figurados embu-
páginas de los libros a partir de mediados del siglo XVI...—, gene- tidos en mosaicos, o las labores de orfebrería, taracea o marquetería de
rando, en palabras de Giuseppina Ledda, un «... proteiforme materiale, los que nos habla Sebastián de Covarrubias en su Tesoro de la Lengua
sfuggito ai tentativi di sistematizzazione di infiniti trattati». (Madrid, 1611: 342v)—, podemos iniciar nuestro particular recorrido
Pero no es el propósito de estas breves líneas redundar en el aná- en torno a los años centrales del siglo XI. Con la evolución del equipa-
lisis de la fortuna y múltiples transformaciones literarias y artísticas miento militar, que incluye la generalización de la capucha de la cota
del emblema alciatino durante los tiempos modernos. No vamos a de malla y el yelmo con nasal, la imposibilidad de identificación del
valorar su influyente propuesta multimedia como un punto de par- guerrero impuso la necesidad de una señal identificadora, ya sea el
tida, sino como un producto, que casi podría considerarse «tardío», empleo de un determinado color en la indumentaria y guarnición del
que traslada a la intimidad de los gabinetes humanistas y al ambiente caballo, ya sean ciertas figuras geométricas, animales o florales repre-
erudito de las academias una moda cortesana y caballeresca que al- sentadas en la superficie del escudo, como signo de reconocimiento en
canzó una notoria vigencia durante los últimos siglos medievales. el fragor de la lucha (Pastoreau, 2003: 26-28). Al mismo tiempo, se
Debemos confesar que este cambio de enfoque no es en absoluto empiezan a imprimir en los laterales del casco marcas o insignias pro-
novedoso: basta comprobar, con un rápido vistazo a la bibliografía toheráldicas, que muy pronto dan lugar a las cimeras figuradas. Bajo
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el aspecto inicial de plumas —o alas—, o bien de cuernos curvados en el origen, el carácter, los actos, los sentimientos o las aspiraciones de
J. J. GARCÍA «lira», estos adornos del yelmo adquieren a partir del 1300 morfolo- aquellos que la portan. Los miembros de las grandes familias ostentan
ARRANZ / gías más complejas —y recargadas— de figuras animales, de ramas y con frecuencia una divisa familiar y una divisa de carácter particular.
INSIGNIAS, árboles, o incluso de cabezas, torsos o extremidades humanas, siendo La primera está constituida por un proverbio, una cita o una alusión
BADGES, DIVISAS, exhibidos en entradas, torneos y funerales en el contexto de un refina- a las propias armerías, o a un hecho glorioso o acontecimiento histó-
MEDALLAS... miento cortesano creciente (Pastoreau, 2003: 205-208). Pronto tales rico relacionado con su linaje. La segunda es, por norma, una invoca-
signos identificativos se extienden a banderas y estandartes, insignias, ción de aliento personal, más breve e impregnada a menudo de un
sellos, escudos timbrados..., diferentes elementos y soportes que se aura enigmática que propicia el juego de ingenio.
fusionan durante la segunda mitad del siglo XII en un sistema único, Uno de los mayores atractivos de la creación y adopción de las
el de las armerías heráldicas, muy pronto codificado y reglamentado divisas radica en la ausencia de normas precisas que regularan su for-
por los genealogistas o redactores de los armoriales. mulación, lo que permite al príncipe dar libre curso a su fantasía, su
En este rápido bosquejo de la evolución de la emblemática me- gusto, su humor o su cultura. Ello explica que el fenómeno del em-
dieval, podemos resaltar dos momentos decisivos: el primero de ellos pleo de estas divisas, con o sin mote, resultara ya imparable durante el
tiene lugar en el segundo cuarto del siglo XIV, concretamente en torno siglo XV, conociendo su apogeo en las décadas que marcan el tránsito
a las décadas de 1320-40. En unos años en los que la sociedad medie- hacia la centuria siguiente. Muchos personajes cambian de divisa a lo
val se está «rediseñando» en una irreversible marcha de los poderes largo de su existencia, y ciertas grandes familias inglesas, francesas e
soberanos hacia el Estado moderno, asistimos, por un lado, al declive italianas (Lancaster, Borbón, Borgoña, Saboya, Visconti, Sforza...), ya
del papel militar de las armerías, agotadas por un exceso de reglamen- plenamente conscientes del modo en que su ostentación favorecía en
tación por parte de los «reyes de armas» que coarta su natural evolu- el ámbito cortesano la formalización externa de las relaciones sociales
ción: las expresiones heráldicas, en parte obsoletas, se muestran y de la actividad política, militar y festiva, llegaron a hacer un uso
insuficientes para traducir las nuevas aspiraciones de sus usuarios. Por inmoderado de las mismas. Ya fuera como motivos decorativos, como
otro, se produce la disolución del carácter identitario de los blasones signos de identidad, de posición social, como marcas de propiedad o
tradicionales a causa de unas particiones o subdivisiones familiares como indicios de la personalidad de su portador, estos «emblemas» se
que vienen a complicar su lectura. Consecuencia de estos fenómenos convierten en moda de uso común, no solo en la etiqueta de la socie-
es el nacimiento de nuevas formas de carácter emblemático mucho dad cortesana, fiestas (torneos, justas, paradas, mascaradas...) o crea-
más abiertas y flexibles, como las denominadas badges —devises en ción de órdenes de caballería. Proliferan como objeto de consumo
francés, imprese en italiano—, marcas propias de un individuo o co- en demostraciones de galantería, afectación o en pasatiempos triviales,
lectivo, figuradas habitualmente con motivos de animales, plantas u de modo que la elaboración de una divisa deviene un deporte
objetos diferentes a los que ornan sus escudos familiares (Pastoreau, mundano, un entretenimiento intelectual refinado: inventadas de
2003: 218-219). Con una función más allá de mero rol identificador, modo habitual por las personas letradas del entorno de los grandes
sirvieron en un primer momento de señales particulares de propiedad, personajes, o por el propio príncipe, cada una de ellas exprime algún
y también en ocasiones, a causa de la conflictividad política del mo- rasgo notorio de su personalidad.
mento, de signo de reconocimiento o contraseña para la clientela de Tal desarrollo se vio favorecido, además, por el auge de la fascina-
los príncipes, para transformarse poco después en auténtica alegoría ción por los bienes suntuarios, diversificando al máximo los soportes
de la «persona social». y espacios empleados para la ostentación de estas señales, o de sus
El segundo hito importante es el que vendrá marcado por la in- formas de expresión. Las divisas menudean sobre todo tipo de acceso-
corporación de la «letra» al dispositivo heráldico. No resulta extraño rios de la vestimenta, bien en forma de broches en cinturones, zapatos
encontrar, desde sus orígenes, iniciales, cifras y monogramas de nom- o joyas, cincelados sobre las armas personales, bordados en sombreros
bres que se asocian a la figura con el fin de facilitar su identificación; y guantes, o sobre vestimentas civiles o militares, estandartes y guarni-
a ello se suma la costumbre, ya en la segunda mitad del siglo XIV, de ciones. De igual modo se integran en numerosas obras de arte —en
acompañar al motivo de una corta sentencia que lo completa o ex- especial retratos, ya sea como insignia que portan los propios retrata-
plica, generando así las primeras devises o imprese dotadas de «cuerpo» dos, o como complemento pseudo-heráldico—, y se insertan en las
(figura) y «alma» (lema) según la clásica analogía de los tratadistas del fachadas arquitectónicas, o se pintan en los artesonados de las habita-
momento. Se ha hablado mucho de la vinculación de estos breves ciones más nobles de los palacios, a los que aportan una dimensión
motes con la tradición de los «gritos de armas» —cris d’armes—; con secular. Enriquecen las tapicerías con que se revisten tronos y muros
tal término se alude a una palabra o agrupación de palabras que, en las recepciones y acontecimientos protocolarios. Pero, tal vez el
inspiradas unas veces en los nombres o figuras de las armerías de las ámbito en el que se materializa con mayor riqueza la presencia de las
propias familias, ideadas muchas otras a modo de invocación/exhor- divisas medievales es aquel de las insignias, generalmente metálicas,
tación de desafío, se pronunciaban en voz alta en el fragor de las ba- que eran portadas con asiduidad en vestimentas y sombreros. Aquí
tallas y los torneos a fin de infundir temor en los oponentes, o insuflar podemos hablar de diversos tipos en función de su uso, de acuerdo
valor y coraje a sus propios caballeros. Estas manifestaciones se gene- con la acertada clasificación establecida por Denis Bruna (2007).
ralizan y diversifican con el tránsito del siglo XIII al XIV, y, a partir del Uno de ellos, directamente derivado de las bagdes o devises parti-
cuatrocientos, los artistas comienzan a inscribir aquellas sentencias en culares, son las denominadas insignias «de librea», esto es, aquellas
las banderolas, o a grabarlas sobre un listel situado bajo el yelmo. prendas u objetos investidos con los colores, las armas o las divisas del
En contraste con los «gritos de armas», las divisas presentan una noble o príncipe que eran distribuidas por estos con ocasión de ciertas
diferencia no tanto formal como de propósito: algo más que una ex- ceremonias o fechas señaladas entre todos los miembros de su casa
hortación de carácter general destinada a estimular el ímpetu comba- —familiares, amigos, lacayos, aliados...—, o a sus más fieles caballe-
tivo en la lucha, la sentencia breve que acompaña a la divisa nos revela ros. Podían aparecer bien bordadas en jubones, ligas, fajas, bandoleras
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o tocas, bien labradas en apliques, joyas, broches o colgantes, según género, se dio cuenta muy pronto de estas posibilidades, y, durante J. J. GARCÍA
su rango y preferencia. El propósito esencial de estos distintivos de el segundo cuarto del siglo XV, labró las primeras piezas que estable- ARRANZ /
INSIGNIAS,
favor era el de insertar en el círculo de sus incondicionales una suerte cían una clara relación entre ambas caras de la pieza. Empezó a re-
BADGES, DIVISAS,
de ideal corporativo, o una señal de reconocimiento entre los miem- presentar tanto escenas alegóricas como animales u objetos MEDALLAS...
bros de una misma facción. Junto a las anteriores, hay también insig- simbólicos que encarnaran cualidades y virtudes de los personajes
nias conmemorativas de alguna hazaña notable, recordatorios de representados —un auténtico «retrato moral» del príncipe—, acom-
algún pacto o alianza, acuñaciones con ocasión de grandes funerales, pañados de un lema latino, creando composiciones que en nada se
duelos colectivos y sucesos políticos. Una tercera categoría, tal vez la diferencian de las imprese modernas.
más vinculada formal y temáticamente a las posteriores divisas del Esta costumbre bajomedieval se extiende, en fin, a otros ámbitos
quinientos, son las insignias de asunto amoroso. Surgidas de la creación plástica, como los grandes programas de
también en torno al 1300 al amparo de la corriente pintura mural que, recuperando personajes y temas
de refinamiento y elegancia que se extiende a las de la Antigüedad, ilustran con asuntos entre
costumbres y bienes de lujo al alcance de épicos y ejemplarizantes las salas nobles de las
príncipes y grandes burgueses, representan grandes residencias nobiliarias. Mencione-
en ocasiones convencionales escenas del mos como ejemplo los frescos que un
amor cortés, como la coronación de la noble caballero, Lorenzo Manlio, hizo
amada con una guirnalda vegetal o la representar en los muros de su palacio
declaración de su amor por parte del romano con el fin de celebrar la memo-
pretendiente en el contexto de un idí- ria de sus antepasados en tiempos del
lico jardín; pero, al mismo tiempo, nu- viejo Imperio, de acuerdo con la deta-
merosos motivos-tópicos de la lírica llada descripción que Pedro de Gracia
cortés serán individualizados y acuñados Dei nos hace en su Blasón general de todas
en metal, en varios casos con su breve sen- las insignias del universo (Coria, 1489: 13 r.-
tencia referida a los conceptos de la belleza y -14r.); se trata de diversas figuras extraídas de
el deseo: rosas, tórtolas, cisnes, halcones y una las antiguas insignias de las legiones romanas
interminable serie de corazones, a menudo corona- que no solo se reprodujeron para gloria de sus an- Pisanello, medalla
dos o traspasados de una flecha o filacteria que porta el cestros, sino «mirando virtud», es decir, inculcándoles un de Alfonso V de Aragón,
reverso (c. 1450).
lema «Amour». carácter edificante y moral, amplificado mediante la «letra» o breve Representación del águila
sentencia latina, por lo pueden situarse sin reparos en el origen de las distribuyendo su presa
imprese militares librescas. entre aves más pequeñas
Tempranos testimonios del emblema humanista E incluso, ya desde la década de 1480 circulan auténticos «libros con el lema
LIBERALITAS
de emblemas» manuscritos, que reúnen, como las posteriores recopi- AVGVSTA.
Estas enseignes metálicas, como significativo producto a medio ca- laciones impresas, diversas imágenes enigmáticas con sus motes ins-
mino entre el giro intelectual que aproxima la divisa medieval al gé- critos en filacterias, listas para su empleo como puesta en escena de
nero de la emblemática literaria y un renaciente culto a la personalidad, un vicio, una virtud, una noción o una entidad abstracta. Especial-
ya plenamente concebidas como marca de identidad y distinción, se mente conocida en este contexto es la Recopilación de emblemas y em-
convierten en el adorno masculino más característico de príncipes, presas, conjunto de divisas realizadas en Milán o Pavía hacia 1490, y
nobles y gentilhombres a lo largo del siglo XVI. que hoy se conserva en la Biblioteca Trivulziana de Milán (codex
Junto a aquellas insignias destinadas a la indumentaria, otro de 2168).
los soportes básicos de la emblemática inmediata al quinientos serán Ante tal despliegue de ejemplos, soportes y medios de expresión,
las medallas conmemorativas de bronce. La acuñación de estas pie- nos resulta difícil, como adelantamos al inicio, seguir hablando de
zas empezó a adquirir relevancia a partir del siglo XIII, inspiradas, al «precedentes» del género emblemático moderno. Más bien debemos
menos parcialmente, en la imitación de la numismática antigua. referirnos a todo ello, en palabras de Hablot (2011: 308), como una
Bien sabido es que las monedas romanas se caracterizaban por re- verdadera «moda emblemática» que se desarrolla esencialmente en las
presentar, de manera habitual, el retrato del emperador vigente en principales cortes europeas de los últimos siglos medievales, en per-
el anverso, y una figura o composición alegórica o mitológica en el fecta sintonía con la cultura artística, literaria, religiosa, política y
reverso, acompañada de alguna inscripción relativa al personaje re- cortesana de sus propietarios. Se trata de un nuevo sistema de signos,
tratado o alusiva a su gobierno. Con el Renacimiento, el deseo de consecuencia de la «emblematización» de los motivos heráldicos, ex-
los grandes personajes de ser conmemorados y de adquirir inmorta- plotando todas sus potencialidades simbólicas, que podemos conside-
lidad provocó un extraordinario auge de la actividad medallística, rar como ya consolidado, en su forma, contenido y funciones, a
de modo que los rasgos de aquellos prohombres podían servir de finales del siglo XIV con unos tipos de expresión procedentes del modo
inspiración edificante a quienes los contemplasen a través de sus de pensamiento alegórico. Como indicó Pastoreau de manera muy
heroicas acciones o deseos. Pero la adecuada expresión del carácter, gráfica (1981: 129), tanto las cimeras de los cascos góticos como las
las elevadas cualidades de mente y espíritu o la posición social del empresas barrocas, pese a no responder a la misma esencia, son las
individuo requerían de la inclusión de una divisa, de modo que la «dos extremidades de un proceso de larga duración, propio de la civi-
relación entre el anverso y el reverso de estas obras se adaptaba per- lización occidental». El verdadero mérito que puede atribuirse a An-
fectamente a ese fin. Pisanello, el primer gran artista especializado drea Alciato reside, por tanto, en haber sabido encontrar de manera
en la acuñación de medallas conmemorativas y gran renovador del intuitiva la respuesta formal adecuada a su pulsión humanista de re-
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coger, sistematizar y actualizar aquel especial legado simbólico tardo- coordenadas más marcadamente doctrinales y moralizantes— la nu-
J. J. GARCÍA medieval, mezclando o aliñando su hallazgo con otras concreciones trida y diversa herencia emblemática de las viejas cortes medievales
ARRANZ / culturales propias del momento: el interés por los jeroglíficos anti- europeas.
INSIGNIAS, guos, la codificación de las personificaciones alegóricas, la reactivación
BADGES, DIVISAS, impresa de los bestiarios y fabularios medievales, las colecciones de J. J. G. A.—UNIVERSIDAD DE EXTREMADURA
MEDALLAS...
Bibliografía citada
BADEL, P. Y. (1990): «Antécédents médiévaux des libres d’emblèmes»,
Revue de Littérature Comparée, 64, n.º 4, pp. 605-624.
BRUNA, D. (2007): Saints et diables au chapeau. Bijoux oubliés du
Moyen Âge, Paris, Éditions du Seuil.
HABLOT, L. (2011): «Emblématique et discours allégorique à la fin du
Moyen Age», en L’allégorie dans l’art médiéval : entre l’exégèse vi-
suelle et la rhétorique de l’image, ed. Christian Heck, Turnhout,
Brepols.
Divisas de la Casa
PASTOREAU, M. (1981): «Aux origines de l’Emblème: La crise de l’He-
Visconti. Milán, raldique européenne aux XVe et XVIe siecles», en Emblemes et
Biblioteca Trivulziana, epigramas antiguos y de sentencias, proverbios o lugares comunes, el devises au temps de la Renaissance, ed. M. T. Jones-Davies, París,
codex 2168, fols. 24 y 25 uso moralizante de la mitología o la historia sagrada y profana... Ins- Jean Touzot, pp. 129-136.
(c. 1490).
taura así una nueva y exitosa formulación, el emblema literario mo- — (2003): Traité d’héraldique, París, Picard Éditeur.
derno, que retroalimentará en otros contextos y con otras funciones RODRÍGUEZ DE LA FLOR, F. (1995): «Los contornos del emblema: del
—en especial cuando la Iglesia y las monarquías absolutas se dan escudo heráldico a la divisa y la empresa», en Emblemas. Lecturas
cuenta de sus infinitas posibilidades, y el género se desliza hacia unas de la imagen simbólica, Madrid, Alianza Forma, pp. 79-107.
F R A N C I S C O J . T A L AV E R A E S T E S O / L O S
JEROGLÍFICOS: DE HORAPOLO A PIERIO VALERIANO
A Horapolo (Horap), oscuro autor alejandrino («caracteres sagrados»). El complejo sistema de
de finales del siglo V se le atribuyen los Hiero- escritura de los jeroglíficos se mantuvo largos
glyphica (Hierog), obra que trataba de mante- siglos sin descifrar hasta que el sabio J. F. Cham-
ner viva la tradición egipcia. Diez siglos pollion consiguió leer el texto de la célebre
después el humanista Pierio Valeriano (PV) Piedra Rosetta en 1822. Pero esta resistencia a
escribió una obra de título similar (Hier), lle- su comprensión por parte del hombre mo-
vado por la corriente de admiración hacia la derno no se ha debido a un descuido multise-
cultura egipcia que dominaba en Venecia. A cular, pues el interés hacia esa escritura ha ido
estos dos autores y sus obras se les ha conside- parejo con la constante admiración de la mis-
rado hitos señeros en la tradición cultural eu- teriosa cultura egipcia y sus monumentos que
ropea sobre los jeroglíficos. exhibían abundantes muestras de sus llamati-
vos jeroglíficos. La dificultad para llegar a su
cabal desciframiento estaba en la diferencia
Los clásicos grecolatinos y los jeroglíficos radical existente entre la escritura moderna del
hombre mediterráneo basada en alfabetos fo-
Los jeroglíficos del antiguo Egipto forman nológicos, y el sistema complejo de los jeroglí-
parte de un triple sistema de escritura consis- ficos. La intrincada complejidad de estos
tente en jeroglífico propiamente dicho, hierá- estriba en los variados niveles que conviven
tico y demótico. Tienen una larga historia dentro de una masa de signos amplia, próxima
(desde ca. 3200 hasta el siglo IV a. C.), cuya al millar, de apariencia uniforme, que fueron
evolución sigue siendo para los egiptólogos interpretados desde muy pronto por los grie-
objeto de estudio y debate. En ellos se contiene gos con valores simbólicos. He aquí de forma
la gran masa de la literatura egipcia antigua, y muy simplificada los grupos de signos que se
Imagen recogida
en Pierio Valeriano,
especialmente los textos considerados de natu- dan en el sistema de los jeroglíficos: IDEOGRA-
Hier. 31. Fol. 219 C-D. raleza sagrada, de ahí su nombre hieroglyphica MAS, que representan objetos; FONOGRAMAS,
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