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Camus en Relación Con Victoria Ocampo y La Ediotorial SUR

Este documento describe la relación entre Albert Camus y Victoria Ocampo, fundadora de la revista argentina SUR. Camus publicó varios de sus trabajos en SUR, incluyendo el primer capítulo de La Peste. Ocampo tradujo y publicó la obra de Camus Calígula en 1946. Camus y Ocampo se hicieron amigos y mantuvieron correspondencia. Camus visitó Argentina en 1949 y se reunió con Ocampo e intelectuales opositores al gobierno de Perón, a pesar de las advertencias de no asociarse con ellos.

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Camus en Relación Con Victoria Ocampo y La Ediotorial SUR

Este documento describe la relación entre Albert Camus y Victoria Ocampo, fundadora de la revista argentina SUR. Camus publicó varios de sus trabajos en SUR, incluyendo el primer capítulo de La Peste. Ocampo tradujo y publicó la obra de Camus Calígula en 1946. Camus y Ocampo se hicieron amigos y mantuvieron correspondencia. Camus visitó Argentina en 1949 y se reunió con Ocampo e intelectuales opositores al gobierno de Perón, a pesar de las advertencias de no asociarse con ellos.

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Albert Camus en relación con Victoria Ocampo y la editorial SUR

Eduardo Paz Leston


Fundación SUR

Así recordaba Victoria Ocampo el verano de 1946: “El corredor que rodea mi
casa es como la cubierta de un barco, un barco que navega en todos los verdores de la
tierra. Yo iba y venía por esa cubierta dictando. José Bianco escribía a máquina. Era
verano. Acababa de leer –de descubrir con entusiasmo- Caligula, obra de un
desconocido. Pero ya me parecía conocerlo y lo estaba traduciendo. Así me encontré
con Albert Camus en Mar del Plata, hasta donde nunca tendría tiempo él de llegar,
físicamente.”
¿Qué significaba Calígula para Victoria Ocampo? En primer lugar era una
alegoría de la dictadura. (Los argentinos ya tenían experiencia de los gobiernos de facto
y de las democracias aparentes. Ese año comenzaba la más prolongada y más cínica de
todas.) En segundo lugar, la creación de un personaje obsesionado por lo absoluto. Ese
lado metafísico del personaje era lo que la atraía en T. E. Lawrence, el escritor inglés a
cuya compleja personalidad había dedicado un ensayo, un retrato moral, más
exactamente, que sería publicado en Francia al año siguiente.
En su prefacio a la edición norteamericana de sus obras teatrales, dice Camus:
“La pasión de lo imposible es, para un dramaturgo, un objeto de estudio tan válido
como la codicia y el adulterio.” Y aludiendo a determinados aspectos de su personaje,
añade: “Sin embargo tengo poca estima por cierto arte que elige chocar, a falta de no
saber convencer. Y si, por desgracia, resultara yo ser escandaloso, sería únicamente a
causa de esa afición desmedida por la verdad que un artista no podría repudiar sin
renunciar a su propio arte.”
Cuando Victoria Ocampo pidió los derechos de traducción a Gallimard, fue
Roger Caillois quien los gestionó. “Con respecto a Caligula -le dice Caillois en una
carta- te envié un cable indicándote el precio de publicación en una revista. Camus está
encantado. Te estima mucho. Conoce SUR y ha leído tu Lawrence.”
Calígula apareció en la revista SUR, en los números de marzo y abril de 1946.
También en su número de junio SUR publicó “Cartas a un amigo alemán”. Por entonces
Victoria Ocampo se encontraba en Nueva York preparando su largo viaje a Europa -
estuvo allí alrededor de diez meses-, para entrevistarse con editores y escritores ingleses
y franceses con el fin de obtener colaboraciones para dos números especiales de su
revista dedicados respectivamente a las letras inglesas y francesas. Cuando supo que
Camus daba una conferencia, asistió a la misma y fue luego a saludarlo: “Soy su
traductora –le dijo-. SUR. Buenos Aires”
Victoria Ocampo cuenta que se vieron varias veces durante ese viaje. Salían a
caminar, almorzaban juntos, iban al teatro, etc. En recuerdo de aquellos días Camus le
dedicó su melancólica evocación de esa ciudad titulada “Lluvias de Nueva York”. Sin
embargo, en su detallado diario de viaje de aquel año, que abarca su gira por los Estados
Unidos y Canadá, Camus no la menciona. ¿Habrá pensado Camus –asediado por
mujeres de diferentes edades a lo largo de su viaje- que la atracción que sentía por él no
era exclusivamente intelectual? Es probable. También es probable que Victoria Ocampo
no fuera consciente de lo que sucedía. De todos modos volvieron a encontrarse en París
unos meses más tarde y la amistad entre ellos fue muy fructífera para ambos.

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A su regreso recrudeció la tuberculosis de Camus, que no cuidaba de su salud,
puesto que no quería o no podía dejar de fumar. En una carta del 20 de julio escrita
desde París, Victoria le cuenta a su hermana Angélica: “Comí con Camus el jueves. Es
de verdad una de las mejores veladas, en realidad la mejor que pasé en París. Me parece
inteligente, humano, honesto, encantador. Mi idea es hacer un libro sobre Lawrence
(solicitar ensayos a los que están impresionados con el personaje a través de la obra y
que ven en él algo que es particular de nuestra época) le gusta tanto que quiere
publicarlo en Gallimard, en la colección que él dirige.” Y más adelante agrega: “Camus
tiene muchos deseos de publicar libros argentinos y le he prestado varios. Vendrá a
Buenos Aires.”
Durante su estadía en París Victoria Ocampo hizo de intermediaria entre las
editoriales Emecé y Gallimard para conseguir los derechos de traducción de L’étranger
en la Argentina a pedido de Bioy Casares, su cuñado.
El anunciado número de SUR dedicado a las letras francesas apareció finalmente
en el verano de 1947. Entre las colaboraciones de ese número memorable había una de
Camus titulada “Desterrados en la peste”. Se trataba de la primera versión de un
capítulo de La peste. La peste saldría en Francia en junio de ese año. Además del texto
de Camus el sumario incluía el Teseo de André Gide, “La rosa y la reseda” de Aragon,
“La ley del desierto” de André Malraux –capítulo de un libro sobre Lawrence que quedó
inconcluso, poemas de Eluard y Francis Ponge, “El existencialismo es un humanismo”
de Jean-Paul Sarte y ensayos de Jean Paulhan y Julien Gracq.
Al año siguiente la editorial SUR publicó La peste. Otras colaboraciones de
Camus siguieron apareciendo en lñas páginas de SUR durante 1949: “El artista es
testigo de la libertad” y “Lluvias de Nueva York” ya mencionada. Así la fama de Camus
quedó cimentada en la Argentina.
En junio de 1949, Camus le anunció su postergado viaje a América del Sur,
pero le dijo que el viaje estaba signado por la mala suerte. Acababa de enterarse de que
El malentendido había sido prohibido por la censura argentina. Por un lado no estaba
convencido de que ese viaje fuera oportuno, por el otro era atacado en la prensa por su
posición anti-totalitaria que no se prestaba al juego de los comunistas y necesitaba
ausentarse de París por un tiempo.
Camus hizo el viaje en barco porque evitaba el avión. Le pidió a su amiga que lo
esperara en Brasil. Pero ella no pudo hacerlo. Camus permaneció cerca de un mes en
Brasil. Dejó apuntes muy detallados de su estadía que incluían la crónica de una
macumba que utilizó para “La pierre qui pousse”, uno de sus mejores cuentos.
Después de haber estado dos días en Montevideo donde dio una conferencia
organizada por Susana Soca, directora de la revista bilingüe La Licorne, Camus llegó a
la mañana temprano a Buenos Aires, donde permaneció el 12 y 13 de agosto y parte del
14 en que tomó el avión a Santiago de Chile.
Al aceptar la propuesta del Quai d’Orsay de hacer una gira de conferencias en
América del Sur, se le advirtió a Camus que tuviera una actitud distante con Victoria
Ocampo y sus amigos. Cuando el agregado cultural de la embajada de Francia le
preguntó cual sería el tema de su conferencia, Camus contestó: “La libertad de
expresión”. En ese caso el diplomático le advirtió que el texto tendría que ser aprobado
previamente por la censura argentina. .Camus no sólo se negó a dar la conferencia
anunciada sino que no quiso que su visita tuviera carácter oficial.
Contrariamente a lo que le habían aconsejado, se solidarizó con Victoria
Ocampo y los escritores del grupo SUR, opositores al gobierno peronista. Dice Victoria
en el artículo ya citado: “Camus sabía perfectamente a quien daba su adhesión y por
qué; aquí como en otras partes del mundo. Y su adhesión fue siempre abierta, clara. No

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pactaba. Comprendía muy bien, además, que nosotros estábamos ya maduros para el
simbolismo de La peste y que “éramos un país paralizado por una creciente plaga; una
plaga que minaba nuestro organismo moral.”
Las dos noches que pasó en Buenos Aires, Camus vivió en Villa Ocampo. El
día de su llegada hubo una recepción a la tarde, probablemente en la embajada de
Francia. Camus no lo especifica. En su diario de viaje cuenta, en cambio, que “aterrizó”
en casa de Victoria Ocampo, “una casa grande y agradable, en el estilo de Lo que el
viento se llevó. Gran lujo antiguo. Tengo ganas de acostarme y de dormir hasta el fin del
mundo.”
Al día siguiente recibió cartas que su anfitriona le escribió desde su cuarto como
acostumbraba a hacerlo con algunos de sus huéspedes. Cuando leyó los diarios, Camus
advirtió que la prensa peronista omitió o suavizó sus declaraciones del día anterior.
Almorzó con el director del diario La Prensa y a la tarde Victoria Ocampo le organizó
en su casa una reunión con cuarenta intelectuales argentinos. Esa última noche comió a
solas con Victoria. Conversaron, escucharon una ópera de Britten y algunos poemas de
Baudelaire grabados por Victoria cuya interpretación Camus calificó de “admirable”. Y
agregó en sus Diarios de viaje: “Primera velada de distensión real desde mi partida.
Debería quedarme aquí hasta el día de mi regreso –para evitar esa lucha continua que
me extenúa. Hay una paz, provisoria, en esta casa.”
Camus regresó muy enfermo a París. Otra vez sufría de tuberculosis. Siguió
enviando colaboraciones a SUR, entre otras, capítulos inéditos de L’homme revolté –
erróneamente traducido en la Argentina como El hombre rebelde- y su artículo sobre
Oscar Wilde titulado “El artista preso”. Camus, no está demás recordarlo, era un notable
crítico literario. Basta mencionar su “Introducción a las Máximas de Chamfort” y su
artículo sobre las novelas de Roger Martín du Gard. Junto con el artículo mencionado le
dice a su amiga en una carta: “Estoy contento de que le haya gustado EL ARTISTA
PRESO. Estoy apegado a ese texto porque en él he puesto instintivamente lo que tengo,
por el momento, de más recóndito. Hay hasta una confidencia (indirecta, desde luego)
en una frase que describe bastante bien el tormento que no logro dominar desde hace un
año (la que se refiere a la desdicha del artista que conoce a partir de ahora los caminos
de la gran obra, pero ya no tiene la fuerza o la capacidad de emprenderla.).” La frase
aludida es ésta: “Wilde no produjo nada después de la Balada y conoció sin duda la
indecible desgracia del artista que sabe cuáles son los caminos del genio, pero no tiene
ya la fuerza de tomarlos.”
En el mismo número en que salió “El artista preso” –mayo-junio de 1953-, SUR
incluyó el artículo de Thierry Maulnier, “El problema moral del comunismo”, en
solidaridad con Camus. Camus había sido atacado por Jeanson y luego por Sartre en
Temps Modernes a raíz de la publicación de L’homme revolté. En lo que respecta a la
supuesta debilidad de sus argumentos, Camus respondió a Jeanson: “La verdad que hay
que rescribir y reafirmar frente a su artículo es que mi libro no niega la historia
(negación que carecería de sentido) sino que critica solamente la actitud que tiende a
hacer de la historia un absoluto”.
En realidad, el distanciamiento público con Sartre data de 1946. En su carta al
director de La Nef dice Camus: “El existencialismo es una filosofía completa, una
visión del mundo que supone una metafísica y una moral. Si bien percibo la
importancia histórica de este movimiento no tengo suficiente confianza en la razón para
entrar en un sistema. Tan cierto es esto que el manifiesto de Sartre, en el primer número
de Temps Modernes, me parece inaceptable. La tarea de una revista no consiste en
confundir (los diarios ya lo hacen muy bien) sino en matizar.”

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Cuando Camus se dedicó a hacer adaptaciones teatrales como un medio de salir de
su bloqueo, Victoria Ocampo, cuya primera vocación había sido el teatro, tradujo dos de
ellas: Los poseídos y Requiem para una reclusa, sobre sendas novelas de Dostoiewsky
y Faulkner. Con fecha 1° de abril de 1953 Camus le anunció en una carta que “ha vuelto
al español”. “Traduzco La devoción de la cruz de Calderón. Ya ve que trabajo en medio
del milagro. ¿Conoce usted el final de la obra, la admirable invocación de Eusebio a la
Cruz? Cuando uno piensa que un sacerdote ha escrito esta obra de incesto y de monja
violada, uno se dice que nuestros mezquinos ateos de bistrot son tímidas niñas que
hacen su primera comunión.”
Además de su adaptación de la novela de Faulkner, la editorial SUR publicó
Bodas y El verano. Sabemos, por otra parte, que Camus revisaba personalmente las
traducciones al español de sus libros y que no autorizaba la representación de sus obras
teatrales si no aprobaba el punto de vista del director. En una carta fechada en octubre
de 1953 le explica a su editora: “El travestismo me produce horror. Calígula debe ser
interpretado virilmente. Es una mezcla de Hamlet y de Stavroguine (guardando las
distancias). Nada que ver con Lafcadio ni con Dorian Gray. Lo lamento por sus jóvenes
actores pero la idea de ellos es descabellada y no puedo autorizarles, por su propio
interés, que representen Calígula.”
Después de la muerte de Camus, Victoria Ocampo se ocupó de revisar las
traducciones a pedido de Francine Camus y mantuvo con ella una correspondencia que
duró hasta la desaparición de la escritora argentina.
Tanto Albert Camus como Victoria Ocampo practicaron la honestidad intelectual
sin medir las consecuencias. Se negaron a pactar. Prefirieron la soledad.

__________________________________________

Bibliografía:

Albert Camus: Essais (Bibliothèque de La Pléiade, Paris, 1962); Théatre Récits


Nouvelles (Bibliothèque de La Pléiade, Paris, 1965); Diarios de viaje (Losada, Buenos
Aires, 1979). Las cartas citadas de Albert Camus y de Francine Camus dirigidas a
Victoria Ocampo están depositadas en la Houghton Library, Harvard University,
Estados Unidos.
Olivier Todd: Albert Camus une vie (Gallimard, Paris, 1996.

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