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Sistemas de Alma Llena: Clasificación y Definición

Este documento resume los sistemas de alma llena. Define un sistema de alma llena como una estructura formada por barras unidimensionales que están conectadas de forma continua. Clasifica los sistemas de alma llena como unidimensionales, bidimensionales o tridimensionales dependiendo de la disposición geométrica de las barras. Ejemplos de sistemas de alma llena unidimensionales incluyen vigas, mientras que arcos y pórticos planos son bidimensionales, y pórticos espaciales son tridimensionales.

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Sistemas de Alma Llena: Clasificación y Definición

Este documento resume los sistemas de alma llena. Define un sistema de alma llena como una estructura formada por barras unidimensionales que están conectadas de forma continua. Clasifica los sistemas de alma llena como unidimensionales, bidimensionales o tridimensionales dependiendo de la disposición geométrica de las barras. Ejemplos de sistemas de alma llena unidimensionales incluyen vigas, mientras que arcos y pórticos planos son bidimensionales, y pórticos espaciales son tridimensionales.

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8

Los Sistemas de Alma Llena


8.1. Generalidades
El estudio del comportamiento mecánico de las estructuras implica, entre otras necesidades, la
de conocer el denominado estado tensional del material del cual están constituidas,
básicamente con el objetivo de comparar las solicitaciones a las que se ve sometida la pieza en
cuestión con algún parámetro representativo de su resistencia o capacidad portante. En
general, no se comparan las fuerzas o pares solicitantes sino esas cantidades expresadas por
unidad de superficie, denominadas tensiones. El conocimiento del estado tensional de una pieza
es parte de un curso de Resistencia de Materiales y escapa al alcance de este texto.

De todos modos, previo a la caracterización del estado tensional de las piezas constituyentes
de una estructura, es necesario conocer los esfuerzos internos a los que está sometida la misma.
El tipo de esfuerzos a los que están sometidas las estructuras permite una clasificación de las
mismas en dos grandes tipos: los sistemas de alma llena y los sistemas de alma calada o
reticulados.

En este capítulo realizaremos el estudio del primer tipo de estructuras, quedando el análisis de
los reticulados reservado al capítulo 10.

8.2. Clasificación geométrica de las estructuras


Los elementos estructurales pueden clasificarse desde un punto de vista puramente geométrico
en:

• Unidimensionales

• Bidimensionales

• Tridimensionales

Estrictamente hablando, nuestro universo es un universo tridimensional y por lo tanto carecería


de sentido físico considerar los dos primeros tipos. Todo lo que nos rodea se desarrolla en las
tres dimensiones geométricas, y no podríamos incluir ningún objeto conocido dentro de alguno
de los dos primeros grupos. Aún la hoja de papel la cual usted está leyendo posee tres
dimensiones físicas, y es posible medir su espesor si contamos con un instrumento adecuado.
Sin embargo es fácil intuir que para el estudio de numerosas propiedades, no nos alejamos
demasiado de la realidad si despreciamos el espesor de la hoja y consideramos a la misma como
un elemento plano (nótese que no en todos los casos esta simplificación lleva a una resolución
exitosa de los problemas, considérese por ejemplo el problema de conocer la altura de una pila
de 20.000 hojas...). De igual modo, para numerosos análisis, la viga que forma parte de la
estructura de un edificio (un cuerpo prismático, tridimensional) puede ser reducida a una única
dimensión si en nuestro problema no es importante conocer la sección transversal de la misma.
En ambos casos, la idea subyacente es que al resignar parte del conocimiento de la pieza,
perdemos algo de precisión en nuestras observaciones pero ganamos y en mucho en
simplicidad... Lo que estamos efectuando es una modelación del sistema (la hoja de papel o la
viga, por ejemplo). Un modelo es, entonces, una versión simplificada de la realidad, que nos
permite realizar un estudio más sencillo del problema.

Las estructuras propiamente tridimensionales no pueden simplificarse demasiado, en general,


en cuanto a su geometría. El estudio de este tipo de piezas responde directamente a la aplicación
de la Teoría de la Elasticidad, y no está incluido en el presente curso. De igual modo, el análisis
de los elementos bidimensionales escapa del alcance de este texto, con lo que nuestro problema
se circunscribe a los elementos unidimensionales.

Básicamente un elemento es unidimensional cuando geométricamente una dimensión es


claramente preponderante frente a las dos restantes (perpendiculares a aquélla). La pieza de la
figura 8.1 responde a este tipo. Obsérvese que la dimensión principal se desarrolla según una
curva en el espacio XYZ. Estructuras de este tipo se hallan en diversas aplicaciones de la
Estática (vigas y arcos en Ingeniería Civil, bielas en Ingeniería Mecánica y cables en Ingeniería
Eléctrica, por ejemplo).
z z
A
A

y y

x x

B B

Figura 8.1 Figura 8.2

Es claro que con una perspectiva suficientemente alejada, podemos simplificar la estructura a
una única línea, tal como se representa en la Figura 8.2. En este modelo se ha perdido la
resolución transversal de la pieza, en aras de la simplicidad que se obtiene en la representación,
y como veremos, en el análisis.

En resumen, en este texto se hará referencia a elementos estructurales unidimensionales. Las


estructuras conformadas por este tipo de elementos, se denominarán sistemas de alma llena, y
a continuación daremos una definición más rigurosa de las mismas.
8.3. Definición de sistema de alma llena
Consideremos una curva en el espacio, como la indicada en la Figura 8.2. La misma puede
pertenecer a un plano (curva plana) o no (curva alabeada). A esta curva la denominaremos
curva generatriz o más simplemente eje de la pieza. Consideremos ahora una figura plana, tal
como la indicada en la Figura 8.3, de la cual conocemos la posición de su baricentro G,
determinado por alguno de los procedimientos indicados en el Capítulo 6. Esta figura se
denominará a partir de aquí sección. Hagamos coincidir el baricentro de la sección con el punto
inicial A de la curva generatriz AB, y manteniendo permanentemente la perpendicularidad
entre la sección y la curva generatriz (o bien entre la sección y la tangente a la curva generatriz
en cada punto) recorramos con la sección toda la curva, haciendo que el baricentro de la sección
ocupe la posición de todos y cada uno de los puntos de la generatriz (Figura 8.4). En ese
movimiento, la sección barrerá un lugar del espacio que supondremos ocupado por alguna
sustancia material, sólida, infinitamente rígida (cumple la hipótesis de la rigidez). El cuerpo así
resultante se denomina sistema de alma llena. Evidentemente entre dos puntos cualesquiera de
este cuerpo existen infinitos vínculos materiales, con lo cual internamente este sistema está
sobredeterminado. Esto lo diferencia de las estructuras denominadas de alma calada o
reticulados, que estudiaremos en el capítulo 10.

Figura 8.3 Figura 8.4

Sin embargo, a los fines del estudio de los sistemas de alma llena que llevaremos a cabo, no
resulta importante conocer la forma de la sección, tal como se indica en la figura 8.3, sino sólo
recordar que la misma es perpendicular a la línea generatriz en cada punto. El conocimiento de
la forma de la pieza es fundamental para caracterizar su estado tensional y será motivo de
análisis de un curso de Resistencia de Materiales. De modo tal que podemos reemplazar a la
estructura así generada sólo por su línea generatriz, enfatizando el carácter unidimensional del
problema.

8.4. Clasificación de los sistemas de alma llena


Los sistemas de alma llena pueden clasificarse en diversas categorías, atendiendo a las
características de los mismos. Si consideramos el tipo de curva generatriz que dio origen a sus
piezas, los sistemas de alma llena pueden clasificarse en sistemas de eje recto o sistemas de eje
curvo. De acuerdo a la disposición geométrica de las piezas constitutivas del sistema, los
sistemas de alma llena pueden ser unidimensionales (sólo válido para piezas de eje recto),
bidimensionales o tridimensionales. Entre los primeros se cuentan las vigas, entre los segundos
los pórticos planos y los arcos, y entre los terceros los pórticos espaciales.

Cabe insistir en el hecho de que los sistemas de alma llena bidimensionales y tridimensionales
están constituidos por elementos o barras que son unidimensionales.

Podemos definir a las vigas como

Una barra o una sucesión colineal de barras vinculadas entre sí.

Figura 8.5

En la Figura 8.5 podemos ver diversos tipos de vigas. En cuanto a los sistemas de alma llena
bidimensionales, distinguiremos los arcos y los pórticos planos. Diremos que

un arco es un sistema de alma llena cuya directriz es una curva plana

mientras que

un pórtico plano es una sucesión de barras coplanares que forman un


arreglo bidimensional.

En la Figura 8.6 se observan diversos tipos de arcos, mientras que en la figura 8.7 se muestran
ejemplos de pórticos planos.

Figura 8.6
Figura 8.7

En todos estos casos, el sistema de alma llena podrá estar constituido por una o más chapas,
conformando en este último caso una cadena cinemática, tal como se vio en el capítulo 7.

En el caso en que el sistema de alma llena esté constituido por barras que conforman un arreglo
tridimensional o espacial, diremos que estamos en presencia de un pórtico espacial. Ejemplos
de pórticos espaciales pueden verse en la Figura 8.8.

x y

Figura 8.8

Resumiendo, de acuerdo a un criterio puramente geométrico, los sistemas de alma llena pueden
clasificarse según lo indicado en la Figura 8.9.
Figura 8.9

Una clasificación adicional puede hacerse teniendo en cuenta no sólo la disposición geométrica
de las barra de la estructura, sino también la de las cargas que la solicitan. En efecto, aún cuando
desde un punto de vista geométrico la estructura pueda clasificarse como unidimensional o
bidimensional, pueden darse dos situaciones:

a) que las cargas actuantes sean coplanares a la estructura;


b) que al menos una carga actuante NO sea coplanar con la estructura.

z B B
x y
P
P
F C F C

(a) (b)
Figura 8.10

En el caso de la viga, es suficiente con que las cargas solicitantes sean coplanares entre ellas,
ya que el eje de la viga es siempre una recta perteneciente al plano de carga. En el caso de los
pórticos planos y los arcos, el plano de la estructura es único, y por lo tanto queda definido
geométricamente. Si todas las cargas actuantes (incluso los pares) pertenecen a ese plano,
decimos que estamos en presencia de un sistema plano de alma llena, mientras que si al menos
una carga no pertenece a dicho plano, clasificaremos al sistema de alma llena como espacial.
Es decir, que una misma estructura puede clasificarse como un sistema plano o espacial de
alma llena según el sistema de fuerzas que la solicitan. En efecto, considérese la estructura de
la Figura 8.10. Desde un punto de vista puramente geométrico, la estructura es un pórtico plano
en tanto está conformada por barras coplanares dispuestas en un arreglo bidimensional (en este
caso, en el plano yz). En la figura 8.10.a, las fuerzas actuantes también pertenecen a ese plano
y por lo tanto, el sistema de alma llena es plano. En la figura 8.10.b, sin embargo, la misma
estructura está sometida a un sistema de fuerzas de las cuales una de ellas (la carga distribuida
de intensidad q) no es coplanar con la estructura (actúa según el plano xy), y por lo tanto el
sistema de alma llena es espacial.

Por último, claro está que los pórticos espaciales son siempre sistemas espaciales de alma llena.

8.5. Los sistemas planos de alma llena


Si bien las estructuras que se construyen en la práctica son en general de carácter
tridimensional, en muchas metodologías de cálculo es posible reducir el problema en una
dimensión, aprovechando en general alguna propiedad de simetría. De allí la importancia de
conocer el comportamiento de los sistemas planos de alma llena. De acuerdo a la clasificación
vista precedentemente, los sistemas planos de alma llena pueden clasificarse en:

• vigas
• pórticos (planos)
• arcos

Por las particularidades de estos últimos, su estudio lo reservaremos al capítulo 9 de este libro,
mientras que en el presente capítulo nos abocaremos a los dos primeros, y finalmente nos
introduciremos a los sistemas espaciales de alma llena.

8.6. Los esfuerzos interiores en los sistemas de alma llena


Consideremos el caso de la estructura de la figura 8.11.a, representada por medio de su eje, la
cual está solicitada por un sistema de fuerzas en equilibrio. La figura bien puede corresponder
al diagrama de cuerpo libre de la estructura, en el cual coexisten cargas exteriores y reacciones
de vínculo externo, las cuales para el problema que nos atañe resultan indistintas.
Consideremos, a su vez, una sección m-m, magnificada en el dibujo, que como sabemos es
perpendicular a la barra a la que pertenece, la BC en este caso. Si pudiéramos dividir a la
estructura en dos partes, cortando la barra BC según la sección m-m, y elimináramos una de las
dos partes en que quedó dividida, la parte de la derecha por ejemplo, se nos presentaría una
situación tal como la indicada en la figura 8.11.b, donde hemos reemplazado a la carga
triangular actuante sobre la barra AB y de intensidad de carga máxima p1, por su resultante P1,
que cumple las condiciones indicadas en el capítulo 5 para las resultantes de cargas distribuidas
a lo largo de una línea. De hecho, ahora es posible componer la fuerza F1 con la resultante P1
para obtener la resultante de las fuerzas ubicadas a la izquierda de la sección Ri, tal como se
indica en la figura 8.11.c. De acuerdo a la Segunda Ley de Newton de la Mecánica, la parte de
la estructura de la figura se verá sometida a una aceleración proporcional a esta resultante e
inversamente proporcional a su masa, a menos que sobre ella actúe una fuerza que equilibre a
esta resultante. Y de acuerdo a lo indicado por el Segundo Principio de la Estática (Capítulo
1), esta nueva fuerza deberá ser opuesta a la resultante en cuestión, según indica la figura
8.11.d. Es fácilmente deducible que esta fuerza, denominada Rd en la figura, puede interpretarse
como la resultante de las fuerzas actuantes en la parte eliminada de la estructura (figura 8.11.a).
En efecto, como el sistema completo de fuerzas está en equilibrio, y siendo Ri equivalente a las
fuerzas ubicadas a la izquierda de la sección m-m, la fuerza Rd (equilibrante de Ri ) debe ser
equivalente a las restantes fuerzas del sistema original, es decir de aquellas ubicadas a la
derecha de la sección m-m. En general, las resultantes Ri y Rd son fuerzas de cualquier
intensidad y recta de acción, siendo sus sentidos siempre contrarios.
p2

E F
n n
p1 m p1 m
F3
C

B M1
m m
F2
D
A

F1 (a) F1 (b)

m m

m m

Rd
F1
Ri

Ri (c) (d)
P1

Figura 8.11

Físicamente, la fuerza Rd está representando la acción que provoca la parte eliminada de la


estructura sobre la parte existente, y en virtud del Cuarto Principio deberá existir una fuerza
opuesta actuante sobre la otra parte (la no eliminada) que es la denominada Ri. De allí que a
estas fuerzas (y a sus componentes, como veremos enseguida) se las conozca también como
reacciones de vínculo interno, ya que aparecen al ponerlas en evidencia eliminando el vínculo
interno (de tercera especie) que representa una de las partes de la estructura a la otra. De aquí
en más, entonces, será indistinto hablar de esfuerzo característico, esfuerzo interno o reacción
de vínculo interno.
m
Q

B
N

M
m
d
A
Ri

Figura 8.12
Reduzcamos (es decir, traslademos) la equilibrante Rd al baricentro de la sección m-m, que por
definición es un punto del eje de la pieza (representado por el punto G de la figura 8.12). Como
sabemos, en esta traslación aparecerá un par de reducción cuya intensidad viene dada por

𝑀 = 𝑅𝑑 ⋅ 𝑑 [8.1]

Es evidente que si en la figura 8.11(a) hubiéramos eliminado la parte ubicada a la izquierda de


la sección m-m, la resultante de las fuerzas exteriores actuantes sobre la parte conservada
hubiera sido Rd y su equilibrante Ri, por lo que el par de reducción que se hubiera obtenido al
realizar la operación indicada precedentemente hubiera sido de igual intensidad y sentido de
giro contrario (horario según la figura 8.12).

Definiremos entonces

El momento flexor en una sección de un sistema de alma llena es el


momento de la resultante de las fuerzas exteriores actuantes a un lado o
al otro de la sección, con respecto al baricentro de dicha sección.

Nótese que la palabra “o” en la definición anterior no podría ser reemplazada por una “y”, ya
que en este caso el resultado sería nulo!.

Combinando la definición anterior y el Teorema de Varginon visto en el capítulo 1, podemos


escribir la siguiente versión alternativa de la definición de momento flexor:

El momento flexor en una sección de un sistema de alma llena es la suma


de los momentos de las fuerzas exteriores actuantes a un lado o al otro de
la sección, con respecto al baricentro de dicha sección.

En base a la definición anterior, podría presentársele al lector cierta ambigüedad en la


asignación de un “signo” o sentido al valor del momento flexor según se consideren las fuerzas
provenientes de uno u otro lado. En realidad, si se observa con detalle, el momento flexor sólo
puede tener dos “sentidos” o “signos”:

M M M M

(a) (b)
Figura 8.13

que el momento flexor calculado con la resultante de las fuerzas provenientes de un lado sea
de giro horario y el calculado con las fuerzas provenientes del otro lado sea antihorario (figura
8.13a), o que el momento flexor calculado con la resultante de las fuerzas provenientes de un
lado sea de giro antihorario y el calculado con las fuerzas provenientes del otro lado sea horario
(figura 8.13b) ya que los momentos flexores calculados a un lado y al otro de la sección
considerada deben ser opuestos.
Estrictamente hablando, dichos momentos no se encuentran en equilibrio desde que actúan
sobre cuerpos diferentes (las partes divididas de la estructura por la sección), por lo que sus
signos contrarios en realidad provienen de la aplicación directa del Cuarto Principio de la
Estática o Tercera Ley de Newton de la Mecánica (principio de acción y reacción).

A diferencia de otros textos en la materia, no asignaremos un signo numérico a los posibles


sentidos del momento flexor sino que haremos una interpretación física de los mismos, según
se detallará más adelante.

Volviendo al esquema de la Figura 8.12, la fuerza Rd (y del mismo modo la Ri ) reducida al


baricentro G de la sección puede descomponerse en dos componentes ortogonales: una
perpendicular al plano de la sección (o colineal con el eje de la pieza) denominada N en la
figura, y otra paralela, contenida o tangencial al plano de la sección (o perpendicular al eje de
la pieza) denominada Q, y que representan respectivamente los denominados esfuerzo normal
y esfuerzo de corte en la sección m-m.

Definimos entonces

El esfuerzo normal en una sección de un sistema de alma llena es la


componente perpendicular al plano de la sección de la resultante de las
fuerzas exteriores actuantes a un lado o al otro de dicha sección.

En forma similar,

El esfuerzo de corte en una sección de un sistema de alma llena es la


componente paralela al plano de la sección de la resultante de las fuerzas
exteriores actuantes a un lado o al otro de dicha sección.

De acuerdo a la expresión analítica de la resultante de un sistema de fuerzas dada en el capítulo


2, es posible escribir una forma alternativa de las definiciones del esfuerzo normal y el esfuerzo
de corte:

El esfuerzo normal en una sección de un sistema de alma llena es igual a


la suma de las componentes perpendiculares al plano de la sección de las
fuerzas exteriores actuantes a un lado o al otro de dicha sección.

y
El esfuerzo de corte en una sección de un sistema de alma llena es igual
a la suma de las componentes paralelas al plano de la sección de las
fuerzas exteriores actuantes a un lado o al otro de dicha sección.

(a) (b)
Figura 8.14
(a) (b)
Figura 8.15
En forma similar a lo indicado en el caso del momento flexor, se pueden presentar dos posibles
sentidos para los esfuerzos normal y de corte, según se consideren las fuerzas provenientes a
un lado o al otro de la sección, los cuales se sintetizan en la Figura 8.14 (para el esfuerzo
normal) y 8.15 (para el esfuerzo de corte). En cualquiera de los tres casos (figuras 8.13 a 8.15)
se asume por convención que el sentido indicado a uno de los lados de cada figura, corresponde
al sentido del esfuerzo determinado a partir de las fuerzas (o su resultante) provenientes de ese
mismo lado de la sección, es decir que para la sección representada en la figura 8.12, los
sentidos del momento flexor, esfuerzo normal y esfuerzo de corte corresponden a los indicados
en las figuras 8.13.a, 8.14.a y 8.15. b respectivamente. Esto será de suma importancia en el
trazado de los diagramas de esfuerzos interiores o diagramas característicos, como se verá más
adelante.

Nuevamente el lector observará que tanto para el esfuerzo normal como para el esfuerzo de
corte hemos adoptado la representación de los sentidos de los esfuerzos evitando el uso de
signos. Cabe destacar, sin embargo, que en el caso particular del esfuerzo normal se presenta
una convención adicional universalmente aceptada, como se describe a continuación.

En el caso del sentido del esfuerzo normal representado en la figura 8.14.(a), decimos que el
esfuerzo es de tracción, ya que el esfuerzo normal actuante de ese modo tiende a traccionar o
tirar del elemento o barra (si imagináramos por un momento eliminada la hipótesis de la rigidez,
intuiríamos que la barra tendería a alargarse tal como lo haría una bandita elástica, por
ejemplo). En este caso, suele asignársele signo positivo al esfuerzo de tracción.

En el caso del sentido del esfuerzo normal representado en la figura 8.14.(b), decimos que el
esfuerzo es de compresión, ya que el esfuerzo normal actuante de ese modo tiende a comprimir
o empujar al elemento o barra (si imagináramos por un momento eliminada la hipótesis de la
rigidez, intuiríamos que la barra tendería a acortarse tal como lo haría una pieza de caucho, por
ejemplo). En este caso, suele asignársele signo negativo al esfuerzo de compresión.

8.7. Diagramas de esfuerzos característicos


Si retomamos el esquema de la figura 8.11a, es claro que si hubiéramos elegido otra sección
que no fuera la m-m, sino la n-n por ejemplo, hubiéramos obtenido otros valores para los
esfuerzos característicos o interiores esfuerzo normal, esfuerzo de corte y momento flexor. Es
decir que podemos imaginar una relación biunívoca entre la posición de la sección y los valores
de cada uno de los esfuerzos. Si la posición de la sección la definimos a través de una
coordenada (x por ejemplo) surge inmediatamente la idea de que cada uno de los esfuerzos
interiores resulta una función de la posición x. Evidentemente, y salvo para el caso de las vigas,
resultará muy difícil hallar una única coordenada que pueda definir la posición de cada una de
las secciones, a menos que asumamos el concepto de coordenada local.
Decimos que una coordenada es local en una barra cuando tiene como
origen alguno de los extremos de la barra y como dirección la del eje de
la misma.

Así, por ejemplo, en el pórtico de la figura 8.16 se pueden observar las diferentes coordenadas
locales x para cada una de las barras del sistema.

x
x

Figura 8.16

En algunos casos, como los indicados en la figura 8.17, la dirección de la coordenada local se
plantea de un modo diferente por comodidad, así, en la barra inclinada del pórtico de la figura
8.17a conviene elegir la coordenada local según la dirección horizontal (de todos modos queda
biunívocamente definida la posición de una sección con el valor de x), mientras que en el arco de
la figura 8.17b si se desea mantener una coordenada rectilínea no podrá seguirse la dirección de
la barra.
x
x

x x
(a) (b)
Figura 8.17

Volviendo a los esfuerzos interiores, al definirse como una función de las coordenadas locales
x, es posible graficarlos. Si bien podríamos graficar estas funciones N(x), Q(x) y M(x) en un
sistema cartesiano de ejes tal como el lector acostumbró en los cursos de Análisis Matemático,
la práctica impuso una forma diferente de graficación: la que surge de tomar como eje de
referencia al propio eje de la barra. Llevando los valores de los esfuerzos (en una cierta escala)
en cada una de las secciones de la pieza en forma perpendicular al eje de la barra, se genera
una gráfico que se denomina diagrama del esfuerzo característico. De ese modo, si llevamos
los valores del esfuerzo normal en cada sección perpendicular al eje de la pieza tendremos el
diagrama de esfuerzos normales; si utilizamos los valores del esfuerzo de corte, tendremos el
diagrama de esfuerzos de corte; y finalmente si los valores graficados corresponden a los
momentos flexores, tendremos el diagrama de momentos flexores. Estos tres diagramas se
suelen denominar diagramas de esfuerzos interiores o mas simplemente diagramas
característicos.

La correcta representación de los diagramas característicos es una habilidad que sólo se logra
a través de una larga y cuidadosa práctica, y se considera una parte fundamental del presente
curso de Estática.

En la figura 8.18 se muestran unos diagramas característicos típicos en el caso de un pórtico


plano. Podemos ver indicados en los diagramas de esfuerzos normal y de corte el sentido del
esfuerzo según la convención representada en las figuras 8.14 y 8.15. Nótese que cuando el
esfuerzo cambia de sentido, el diagrama cambia el lado de su representación respecto del eje
de la pieza, tal como ocurre en el tramo inclinado del pórtico de la figura 8.18.

N Q
(a) (b)

M (c)
Figura 8.18
No asumiremos ninguna convención especial relativa al lado del eje de la pieza respecto del
cual dibujar cada uno de los sentidos de los esfuerzos normal y de corte. Por ejemplo, en el
caso del diagrama de esfuerzos normales representado en la figura 8.18.a, es indistinta la
elección del lado respecto del cual representar el esfuerzo de tracción. Ahora, una vez elegido,
los esfuerzos contrarios (compresión en este caso) se llevarán del lado contrario del eje de la
pieza. Siempre indicaremos el tipo de esfuerzo (tracción o compresión) en el diagrama.
Consideraciones similares son igualmente válidas para el diagrama de esfuerzos de corte.
M M M M

(a) (b)
Figura 8.19
En el caso del diagrama de momentos flexores, asumiremos una convención para su
representación, para lo cual será necesario por un momento eliminar (al menos
cualitativamente) la hipótesis de la rigidez y admitir que la barra flexada se deforma.
Consideremos la pieza de la figura 8.19.a, solicitada (por simplicidad) por dos pares extremos
opuestos. Es evidente que la barra se encuentra sometida a un momento flexor constante M
cuyo sentido se corresponde con el indicado en la figura 8.13.a. Imaginemos por un momento
que la barra de la figura 8.19.a se deforma bajo la acción de la flexión. Es intuitivo pensar que
la forma final deformada de la pieza será similar (con una escala de deformación exagerada) a
la representada en la figura 8.19.b, adquiriendo una concavidad hacia arriba. En estas
condiciones, podemos imaginar que la fibra (o línea) superior de la pieza se acortará debido a
la flexión, mientras que la fibra inferior se alargará. Por lo tanto es de imaginar que alguna
línea intermedia no sufrirá deformación alguna en la solicitación. Tal como hemos mencionado
anteriormente, el alargamiento o estiramiento de las fibras se encuentra asociado a una
solicitación de tracción, mientras que el acortamiento está vinculado a un estado de
compresión. Por lo tanto, es válido hablar de fibras traccionadas y fibras comprimidas. Esto
está asociado al tipo de tensiones que solicitan a la sección y se verá más en detalle en un curso
de Resistencia de Materiales.

Para el trazado del diagrama de momentos flexores asumiremos la siguiente convención:


dibujaremos el diagrama del lado de las fibras traccionadas. Esta convención responde a una
cuestión práctica en el caso de los materiales con disímil resistencia a tracción y compresión,
como lo son en general los materiales pétreos, entre ellos (como más famoso) el hormigón,
siendo que el mismo es prácticamente incapaz de soportar tracción, de aparecer este tipo de
solicitación será necesario reforzarlo con barras de acero, conformando un nuevo material
denominado hormigón armado. Con un diagrama de momentos flexores correctamente
dibujado de acuerdo a la convención asumida, surge de inmediato la distribución necesaria de
armaduras en la pieza, como se verá posteriormente en los cursos de Hormigón Armado.

Dibujado el diagrama de momentos flexores sobre el lado de las fibras traccionadas, no es


necesario agregar ningún tipo de indicación acerca del sentido de flexión, tal como se indica
en la figura 8.13. Sin embargo, es común ver a algunos autores superponer al diagrama los
sentidos indicados en dicha figura. La información redundante no se considera perjudicial, en
tanto y en cuanto no se contradiga con la convención fundamental asumida para el trazado de
este diagrama característico.

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