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Los Bañistas y Un Análisis Fenomenológico

El documento resume la pintura "Las bañistas" de Renoir, completada en 1919 como su testamento espiritual. Retoma elementos característicos de su estilo como el amor por el aire libre, los desnudos femeninos y la alegría de vivir. Representa a dos bañistas disfrutando de sus cuerpos con pinceladas gruesas y colores puros. Renoir buscaba comunicar el placer de la vida y la pintura a pesar de su artritis, usando como modelo a la futura esposa de su hijo Jean.

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Los Bañistas y Un Análisis Fenomenológico

El documento resume la pintura "Las bañistas" de Renoir, completada en 1919 como su testamento espiritual. Retoma elementos característicos de su estilo como el amor por el aire libre, los desnudos femeninos y la alegría de vivir. Representa a dos bañistas disfrutando de sus cuerpos con pinceladas gruesas y colores puros. Renoir buscaba comunicar el placer de la vida y la pintura a pesar de su artritis, usando como modelo a la futura esposa de su hijo Jean.

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El lienzo definitivo fue completado en 1919, en el mismo año en que murió Renoir, y en la

práctica constituye una especie de testamento espiritual. De hecho, son retomados y llevados al
máximo grado de refinamiento todos los elementos característicos de su pintura: el amor por el
plein air (aire libre) y por la pintura tizianesca y rubensiana, el gusto por los desnudos
femeninos, y esa sensación abrumadora de joie de vivre (alegría de vivir) que había impregnado
su producción pictórica, tanto durante sus experimentaciones impresionistas como en el
transcurso del período ingresco. El mismo Jean Renoir, hijo del célebre pintor, era consciente de
la relevancia de esa pintura, a tal punto que la consideraba un monumental «objetivo» y «un
buen trampolín para las investigaciones futuras».12​ ​

La obra aborda uno de los pilares del arte occidental del pasado y del presente: el desnudo
femenino, que Renoir pudo admirar durante sus repetidas sesiones de estudio en el Museo de
Louvre, reflexionando sobre las obras maestras de Tiziano y de Rubens. La obra, de hecho,
representa a dos bañistas, con un cuerpo florido y vital, que disfrutan plenamente de su propio
físico desbordante. Descrito con un estilo que ya ha superado en gran medida la fase más
esquemática e ingresca de los años 1880: «Amo la pintura gorda, lisa, untuosa, amo palpar un
cuadro, pasar una mano sobre ella» escribió él mismo sintetizando en una sola frase su
concepción artística. Las dos bañistas, de hecho, están delineadas por pinceladas móviles,
fervientes, gruesas, que confieren a la materia pictórica una nueva frescura. El entusiasmo de la
pintura también viene reforzado por la ausencia de una preparación del dibujo y por la adopción
de masas densas y fluidas: «quien ha podido observarlo mientras pinta afirma haber visto a las
formas tomar vida directamente del lienzo [...]: Renoir dispone los colores a través de un frottage
rápido, un borrador ondulatorio, en nubes hinchadas de un magma vivo incluso antes de que se
definan los colores de la imagen» (Benedetti). Igualmente audaz es la paleta, arpegiada en
colores puros, con tonos deslumbrantes - blanco, negro, amarillo, rojo, esmeralda y azul cobalto
- que se distribuyen sobre la superficie pictórica para crear contrastes atrevidos y electrizantes.

Las dos bañistas, además, están totalmente inmersas en la naturaleza circundante: Renoir, de
esta manera, tiene la intención de comunicar sin mediaciones el placer de la vida y de la pintura,
entonando un último y alegre himno a las bellezas terrenales incluso a pesar de la artritis
deformante que lo afligió durante su vejez. Posó para la obra la modelo Catherine Hessling
quien después se uniera en matrimonio con Jean Renoir, hijo del pintor. Las sesiones de posado
tuvieron lugar en el gran jardín plantado con olivos, el hogar de Cagnes-sur-Mer en la cual
residió el pintor durante los años de su vejez: el fondo, en efecto, restaura con palpitante
frescura la colorida exuberancia de la naturaleza mediterránea.

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