0% encontró este documento útil (0 votos)
102 vistas2 páginas

Domingo de Descanso Segun Constantino

Constantino promulgó una ley en 321 que declaraba el domingo como día festivo para los cristianos. Aunque era mitraísta y adoraba al dios del sol Mitra, esto también era compatible con sus creencias. Las enseñanzas de Arrio contradecían la tradición teológica de Alejandría sobre la Trinidad y fueron declaradas heréticas en un sínodo en 323, aunque Arrio no aceptó esta decisión. Constantino convocó el Primer Concilio Ecuménico en Nicea en 325, donde se estableció la doctrina de

Cargado por

Internet Megasis
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como DOCX, PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
0% encontró este documento útil (0 votos)
102 vistas2 páginas

Domingo de Descanso Segun Constantino

Constantino promulgó una ley en 321 que declaraba el domingo como día festivo para los cristianos. Aunque era mitraísta y adoraba al dios del sol Mitra, esto también era compatible con sus creencias. Las enseñanzas de Arrio contradecían la tradición teológica de Alejandría sobre la Trinidad y fueron declaradas heréticas en un sínodo en 323, aunque Arrio no aceptó esta decisión. Constantino convocó el Primer Concilio Ecuménico en Nicea en 325, donde se estableció la doctrina de

Cargado por

Internet Megasis
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como DOCX, PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
Está en la página 1/ 2

En 321 Constantino promulgó una ley por la que se prohibía la administración de justicia y los trabajos manuales en

el que para los cristianos era el "día del Señor", esto es, el domingo, y para los paganos era el "día del Sol".
Recordemos que Constantino era mitraísta, es decir, adoraba a Mitra, el dios del Sol, por lo que la idea de convertir
al domingo en un día festivo también era acorde a sus propias creencias.

Las predicaciones de Arrio no sólo contradecían el sentir popular de los cristianos, que preferían adorar a un
Jesucristo más tangible que a un Yahveh abstracto al estilo judío, sino también a la tradición teológica de Alejandría,
que había creado la doctrina del trinitarismo. Los sacerdotes de Alejandría instaron a su obispo,
llamado Alejandro, a convocar un sínodo en torno al arrianismo. Así lo hizo en 323 y en él las tesis de Arrio fueron
declaradas heréticas. Sin embargo, Arrio no aceptó la decisión y fue excomulgado. Entonces se dirigió a Palestina y
a Asia Menor, donde encontró numerosos partidarios, especialmente a Eusebio, el obispo de Nicomedia, que se
convirtió en el auténtico impulsor del arrianismo. Es posible que el auge de esta rama del cristianismo inquietara a
Constantino. La verdad era que Licinio seguía mostrándose hostil hacia los cristianos, pero si el arrianismo crecía y
Licinio decidiera apoyarlo, Constantino podría perder su ventaja.

En 324 Constantino avanzó hacia el este y sus ejércitos se enfrentaron a los de Licinio en Adrianópolis, al oeste de
Bizancio. Obtuvo una victoria y Licinio tuvo que refugiarse tras los muros de Bizancio. Constantino controlaba una
flota que manejó con la suficiente habilidad como para cortar los suministros a la ciudad a la vez que lograba
aprovisionar sus propios ejércitos. Licinio consiguió burlar el cerco y escapar a Asia Menor con unos pocos
hombres, donde reunió un nuevo ejército. Constantino mantuvo el sitio a la vez que enviaba un destacamento por
Licinio. Se libró una nueva batalla en Crisópolis, frente a Bizancio, al otro lado del Bósforo. Nuevamente los
hombres de Constantino resultaron vencedores y le proporcionaron el dominio efectivo sobre todo el Imperio. La
situación real se hizo oficial en 325, cuando Constantino hizo estrangular a Licinio y se convirtió en el único
emperador romano.

Constantino realizó un esfuerzo similar al de Diocleciano para asegurarse de que su autoridad no sería discutida.
Como éste, adoptó la pompa y la magnificencia propias de las monarquías orientales, en particular la diadema como
símbolo del poder. Además decidió construir una nueva capital para el Imperio, una capital grandiosa que marcara el
resurgimiento del Imperio e hiciera su poder incuestionable. Durante un tiempo pensó en reconstruir Troya, pero
mientras meditaba sobre ello se ocupó de una cuestión más acuciante: decidió tomar cartas en la disputa contra el
arrianismo.

Constantino convocó lo que se llamó el Primer Concilio Ecuménico, esto es, universal, llamado así porque en él
participaron por primera vez obispos de todo el Imperio (alrededor de trescientos). Incluso fue invitado un obispo
godo llamado Teófilo. El concilio se celebró en Nicea, al sur de Nicomedia, que por el momento seguía siendo la
capital del Imperio. Allí se convino que existe una única Iglesia Universal (o, dicho en griego, una única Iglesia
Católica), cuya doctrina se plasmó en un Credo que desde entonces pasó a formar parte del ceremonial católico.
Además de la unidad de la Iglesia, el concilio de Nicea ratificó las tesis trinitarias frente a las de Arrio y también
zanjó algunas disputas menores sobre la fecha de la Pascua. No obstante, Arrio y muchos de sus seguidores no
aceptaron las decisiones del concilio y tuvieron que exiliarse, entre ellos Eusebio, que fue despojado de su cargo de
obispo.

Al margen de las cuestiones teológicas, del concilio de Nicea también se extrajeron varias consecuencias prácticas.
En primer lugar quedó asentado que era el emperador el que tenía la atribución de convocar concilios ecuménicos, lo
cual le confería un notable control sobre la Iglesia. En segundo lugar se fijó una prelación entre los obispos, que
hasta entonces habían tenido todos el mismo rango. Se aceptó la supremacía de tres de ellos: el de Roma, que a la
sazón era Silvestre, el principal asesor de Constantino en lo tocante al cristianismo; el de Alejandría, que entonces
era Alejandro, el más reputado en cuestiones de teología, y el de Antioquía, la tercera ciudad en importancia del
Imperio y cuna del cristianismo. Fue en Antioquía donde san Pablo desarrolló su doctrina y nunca había dejado de
ser un punto de referencia en materias doctrinales.Estos tres obispos fueron llamados patriarcas (o primeros padres)
de la Iglesia. En realidad Silvestre no estuvo presente en el concilio de Nicea, sino que envió como representante al
obispo de Córdoba, que fue uno de los cinco únicos obispos occidentales que acudieron (a causa de la distancia,
principalmente). La victoria del trinitarismo era previsible, pues era la doctrina de Alejandría y Alejandría era
entonces la capital cultural del mundo. El principal defensor del trinitarismo no fue el propio Alejandro, sino su
diácono Atanasio. Todo parecía apuntar a que el patriarca de Alejandría estaba destinado a ser la cabeza de la Iglesia
Católica, pero ese mismo año Constantino iba a tomar una decisión que frustraría esta aspiración.

También podría gustarte