Preparen el camino al Señor (Primera reflexión)
“Palabras como libertad, democracia o fraternidad se
vacían de sentido. Porque el hecho es que mientras
nuestro sistema económico y social produzca una sola
víctima y haya una sola persona descartada, no habrá
una fiesta de fraternidad universal”. FT 110
Juan, como todos los profetas, anuncia y denuncia en su predicación.
Anuncia los tiempos nuevos queridos por Dios y denuncia los ídolos.
No se detiene por miedo a las consecuencias de su predicación. Habla en
modo claro y enérgico, denuncia aquello que debe denunciarse aún con la
consciencia de que esto implica el riesgo de su vida.
Su estilo de vida es semejante al de algunos grupos hebreos que han optado
por un modo radical de vivir la tradición de Israel (2 Mac. 15).
Ellos han renunciado a vivir en la comodidad de las nuevas ciudades y se han ido
a habitar en el desierto, donde Dios había guiado a su pueblo.
En breve, esto es lo que los evangelios nos dicen del Bautista:
o Vivía en el desierto.
o Se alimentaba de chapulines y miel silvestre.
o Vestía una túnica de piel de camello, como un profeta, no como los
reyes que habitaban los palacios.
o La gente lo consideraba un profeta.
o Jesús lo considera el más grande de los profetas.
o Proclamaba la salvación.
o Invitaba a la conversión.
o Ofrecía ejemplos prácticos y concretos para la conversión.
o Hizo suyas las palabras de Isaías que había hablado de una “voz que
grita en el desierto” para preparar la venida del Señor.
o Predicó que él bautizaba con agua, pero que vendría otro que
bautizaría con Espíritu Santo y con fuego.
o Él no era la luz, pero debía dar testimonio de la luz.
o Señaló ante sus discípulos al Cordero de Dios que quita los pecados.
o Denunció enérgicamente, sin miedo, la vida ilícita del rey.
o Fue perseguido y asesinado por la radicalidad de su doctrina.
Así como la predicación y la vida de Juan el Bautista son un testimonio de
la luz, del Cordero de Dios, del Salvador, de su Reino, también nosotros fuimos
ungidos en nuestro bautismo para dar testimonio.
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Ser profetas no es solamente un compromiso de quienes hemos profesado
los consejos evangélicos en una orden religiosa. Nuestra unción bautismal, ahora
asumida con plena consciencia en esta etapa de nuestra vida, nos compromete a
anunciar, a denunciar, a prepara el camino al Señor.
Las personas que observan nuestro modo de vivir pueden encontrar
inspiración y ejemplo para perdonar, para compartir, para amar al modo de Jesús.
La Espiritualidad Calasancia nos coloca necesariamente en una misión que
comunica algo a las generaciones siguientes, a los niños y a los jóvenes. Esto es un
lugar privilegiado para testimoniar el Reino. El testimonio de nuestra propia vida
es el mayor de todos los contenidos de la Pedagogía-Espiritual o Espiritualidad-
Pedagógica de Calasanz.
Educar, dice Jesús Guergué, Sch. P., es liturgia sublime. Y a nosotros nos
corresponde, nos dijo el Concilio Vaticano II, “transmitir a las generaciones
venideras razones para vivir y para esperar” (GS 31).
El papa Francisco nos dijo en la audiencia privada con el Consejo de los
Superiores Mayores de nuestra Orden (10 de noviembre de 2017):
“Una educación completa. Salir de la herencia que nos dejó el iluminismo, que
educar significa llenar la cabeza de conceptos, ¿no es así? Y cuanto más se sabe
aquí (señala la cabeza), mejor es la educación. Educar es hacer madurar la persona
mediante los tres lenguajes: el lenguaje de las ideas, el lenguaje del corazón y el
lenguaje de las manos. Debe haber armonía entre ellos, o sea, nuestros estudiantes
deben sentir aquello que piensan y hacer lo que piensan y sienten. La armonía de
la persona, educar la persona. Creo que si no educamos así, es inútil. Algunos
pedagogos lo expresan en otros términos, pero es lo mismo: educar en contenidos
conceptuales, en las habilidades y en los valores”.
Una característica muy importante de Juan es que dirige la atención de sus
discípulos hacia otro. No permanece como maestro, sino que disminuye de modo
que el otro crezca. Delante del pueblo señala a Jesús, al Cordero de Dios y dice:
“No soy digno…” De Juan debemos aprender el valor de la humildad y solamente
así seremos capaces de vivir la Espiritualidad Pedagógica de Calasanz.
Podríamos caer en la tentación de provocar alabanzas y agradecimientos de
las personas que nos ven y nos escuchan. Podemos recibir con humildad
agradecimientos, pero debemos reconocer siempre que solamente somos
instrumentos del Señor. Debemos señalarlo a él, como hizo Juan el Bautista.
Así habló el entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio en el cónclave, antes
de ser elegido pontífice:
“Sin darse cuenta, la Iglesia se vuelve autorreferencial cuando cree tener luz
propia y olvida que es el mysterium lunae. Esta expresión era usada por los padres
de la Iglesia primitiva: como la luna, decían, es poco brillante porque carece de luz
propia, pero de noche brilla vívidamente reflejando la luz del sol. Así la Iglesia no
tiene otro propósito que reflejar a Cristo. Cuando deja de hacerlo y busca vivir de
la propia luz da lugar a aquel mal tan grave que es la mundanidad espiritual”
(Ivereigh, 2014; 408).
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De ninguna manera esto puede significar que debemos esconder los dones
que recibimos de Dios. Debemos usarlos para servir a los otros, para hacer el bien,
reconociendo que todo viene del Señor y nosotros somos sus servidores.
Al final del encuentro del papa con los nuncios apostólicos todos juntos
oraron así (13 de junio de 2019):
Oh Jesús, manso y humilde de corazón, concédemelo.
Del deseo de ser estimado -Líbrame, Jesús.
Del deseo de ser amado -Líbrame, Jesús.
Del deseo de ser honorado -Líbrame, Jesús.
Del deseo de ser alabado preferido a los demás -Líbrame, Jesús.
Del deseo de ser consolado -Líbrame, Jesús.
Del deseo de ser aprobado -Líbrame, Jesús.
Del temor a ser humillado -Líbrame, Jesús.
Del temor a ser despreciado -Líbrame, Jesús.
Del temor a ser rechazado -Líbrame, Jesús.
Del temor a ser calumniado -Líbrame, Jesús.
Del temor a ser olvidado -Líbrame, Jesús.
Del temor a ser puesto en ridículo -Líbrame, Jesús.
Del temor a ser injuriado -Líbrame, Jesús.
Que los otros sean más estimados que yo
-Jesús, dame la gracia de desearlo.
Que los otros sean más amados que yo
-Jesús, dame la gracia de desearlo.
Que los otros puedan crecer en la opinión del mundo y que yo pueda disminuir
-Jesús, dame la gracia de desearlo.
Que los otros puedan ser felicitados
-Jesús, dame la gracia de desearlo.
Que los otros puedan ser preferidos a mí en cada cosa
-Jesús, dame la gracia de desearlo.
Que los otros puedan ser más santos que yo
-Jesús, dame la gracia de desearlo.
Para la reflexión personal:
1. Lee nuevamente el texto, con particular atención a lo que más te interpela.
2. ¿Qué significan para ti cada una de las informaciones acerca de Juan el Bautista,
en tu vida, en tu itinerario? ¿Alguna de éstas te causa preocupación?
3. Haz una breve oración en silencio para agradecer aquello que Dios hace en tu
historia personal y pide los dones que necesitas para vivir tu itinerario espiritual
calasancio.
IFPG. Retiro de Adviento 2023