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FUERO

El documento describe los fueros, que eran estatutos jurídicos aplicables en localidades que establecían normas, derechos y privilegios. Los fueros recogían las costumbres locales y privilegios reales, y constituían un pacto entre pobladores y el rey sobre las leyes que regían una comarca. También describe brevemente los fueros agrarios y su marco jurídico sobre la relación entre sujetos y la tierra.
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FUERO

El documento describe los fueros, que eran estatutos jurídicos aplicables en localidades que establecían normas, derechos y privilegios. Los fueros recogían las costumbres locales y privilegios reales, y constituían un pacto entre pobladores y el rey sobre las leyes que regían una comarca. También describe brevemente los fueros agrarios y su marco jurídico sobre la relación entre sujetos y la tierra.
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FUERO

Los fueros eran los estatutos jurídicos aplicables en una determinada localidad
cuya finalidad era, en general, regular la vida local, estableciendo un conjunto de
normas, derechos y privilegios, otorgados por el rey, el señor de la tierra o el
propio consejo. Fue un sistema de derecho local utilizado en la Península Ibérica a
partir de la Edad Media y constituyó la fuente más importante del Derecho
altomedieval español. También fue utilizado en ciertas zonas de Francia.

Los fueros recogían las costumbres de cada localidad, además de los privilegios
otorgados por los reyes a las mismas, así como el conjunto de disposiciones que
preservaban la nobleza, el clero y el vasallaje de una zona.

Era un pacto solemne entre los pobladores y el rey, y también por extensión eran
las leyes que regían determinada comarca o localidad.

En un comienzo las pretensiones de los pobladores era la de incluir en el pacto


derechos de carácter público. El Derecho privado primeramente estuvo casi
excluido. Luego fue progresivamente incorporado en la legislación foral. La razón
se debía a que aquellos derechos que estaban en discusión no eran éstos, sino
los relacionados con reivindicaciones que los pobladores anhelaban; con su status
jurídico. Para la constitución del referido pacto era siempre necesaria la firma real,
porque por más que se hubiesen tratado tales reivindicaciones con un noble de
rango inferior, era el rey quien juraba respetar y hacer cumplir esos derechos
reclamados.

Los fueros como Cartas Pueblas son el conjunto de leyes y libertades entregados
a los repobladores de una villa, es decir, una población sin señorío o cuyo señorío
correspondía al rey. En estas leyes se detallan las libertades, como la elección de
alcalde, tributos a la corona, la obligación de prestar auxilio a la mesnada real con
peones y caballeros villanos, y muchas prerrogativas que hacían al hombre de la
ciudad más libre que el campesino de régimen feudal (aunque el feudalismo en
España es mínimo a excepción de Cataluña y en menor medida, León). A cada
fuero le correspondía, aparte de la ciudad o villa, un alfoz o territorio, que contaba
con varias aldeas y municipios, dependientes de la villa principal. La población
tenía un concejo, que gobernaba, y representaba a la ciudad en las cortes. El
concejo tenía gran poder sobre el alfoz y la ciudad, sin embargo, no podía
conceder cartas-puebla, es decir, dar título de villa a cualquier aldea (eso era
potestad real, como la carta-puebla de Añover de Tajo). Cabe aclarar que una villa
es aquella población con capacidad de hacer justicia (juzgar, detener y ajusticiar e
imponer penas), y se simboliza en los rollos o picotas de piedra.

FUERO AGRARIO

El fuero agrario tiene que ver con el marco jurídico que establece el estado para
identificar y tipificar la relación entre los sujetos y la tierra, su acceso, su
aprovechamiento o no, sus usos y las garantías para ejercer el dominio real sobre
la misma.

Entendemos entonces, que la situación agraria se nos presenta como un conjunto


de elementos que integran la estructura rural del país: La legislación agraria,
regulando la tenencia de la tierra y la explotación racional de los recursos
naturales; el uso inteligente de la tecnología; el crédito agrícola oportuno y
suficiente para dinamizar la producción, la transformación y comercialización; así
como otras relaciones derivadas de las anteriores, como los tipos de empresas
agropecuarias; la estructura social del sector agrario; las relaciones sociales de
producción en el campo y la organización del sector público.

Producto de su misma historia, Guatemala tiene una realidad agraria totalmente


desorganizada. A la política de la Colonia, caracterizada por la creación de
grandes latifundios a través del mecanismo de denuncia, la creación de pueblos
de indios y las encomiendas y los repartimientos, se han sumado una serie de
políticas erradas y arbitrarias tomadas durante el período de vida independiente,
siendo las más importantes las expropiaciones para la expansión del cultivo del
café a finales del Siglo XIX, la reforma agraria de 1952 y la política de colonización
de los años setenta hasta la fecha.

ANTECEDES HISTÓRICOS
Para determinar la filosofía que preside la legislación agraria nacional y su
objetividad frente a la realidad nacional, lógico sería estudiar primero la
Constitución vigente en todos aquellos aspectos que tocan directa e
indirectamente con las instituciones, las estructuras y la política agraria. Así lo
haremos, pero para comprender mejor sus basamentos y sus proyecciones,
conviene hacer previamente un breve bosquejo del desarrollo histórico de la
misma.

La Constitución vigente en lo relativo a las normas fundantes de la legislación


agrarias, reproduce a grandes rasgos la Constitución de 1956. Este fenómeno es
de tomarse en cuenta, precisamente porque ha avanzada en la historia de la
legislación guatemalteca, y que esta última es consecuencia de una acción
política, el derrocamiento del gobierno constitucional, presidido por el coronel
Arbenz Guzmán, motivado por la política Agraria desembocada en el Decreto 900
del Congreso de la República, Ley de Reforma Agraria. Es la aplicación de esta
ley, la que provoco el denominado Movimiento de Liberación, cuya meta esencial
era restablecer la estructura agraria existente antes de 1952, es decir, realizar la
“Contra-revolución” agraria.

Por ello, puede afirmarse, que la filosofía de la legislación agraria actual está
contenida medularmente en el ESTATUTO AGRARIO, Decreto 31 de la Junta de
Gobierno, emitido el 26 de julio de 1954. Encontraremos en él, los principios
generales de la política agraria del nuevo régimen y a la par, una parte procesal
con un alto contenido de “revanchismo” cuya meta era borrar los vestigios de la
reforma agraria. Aunque este contenido político no podía perdurar más allá del
término mínimo para que se reconstituyeran las fincas objeto de la reforma, es
indudable que las normas constitucionales elaboradas en 1956 y aun las de 1965
iban claramente dirigidas a evitar una nueva experiencia reformista al estilo de
1952.
ESTATUTO AGRARIO – DECRETO 31

26 de julio de 1956 Como se dejó señalado, es en este cuerpo legal donde


encontramos la esencia filosófica de la legislación agraria vigente. Por ello, se
considerado útil reproducir, comentándolos, sus “Principios Fundamentales”:

La propiedad privada:

Se restablece el sistema de la propiedad privada “plenamente garantizada”. En


consecuencia, no será tolerada ninguna acción que contradiga esos principios y
nadie deberá hacerse justicia por su propia mano. Podría decirse que este
principio alude a las represiones realizadas contra los parcelarios a quienes se les
había otorgado tierra, pero igualmente puede referirse a las acciones de “invasión”
de tierras ociosas instituidas por el Decreto 900.

Al reafirmarse el principio de la propiedad privada, se omite la mención a la


“función social” de la misma que la Constitución del 45 había establecido. En esta
forma, Guatemala regresaba a los primeros principios del liberalismo, de la época
manchesteriana, ya sobradamente superada en las naciones modernas que se
inscriben dentro del marco económico capitalista.

Para fortalecer este principio, el estatuto plantea los fundamentos de la fututa


política agraria:

La tierra que, por acción del estado, pase a manos de particulares, “será
considerada como patrimonio familiar y gozará de toda protección y auxilio”.
Queda excluido en definitiva todo régimen de tenencia de la tierra, que no sea la
propiedad privada. La repartición de tierra nueva exclusivamente en forma de
propiedad particular, representa la voluntad policía de fortalecer el sistema
capitalista. Pero tendrá además consecuencias en el orden económico nacional,
de verdadero freno al desarrollo integral, sin tener en cuenta lo prácticamente
inaplicable, dadas las extensiones disponibles y el número de campesinos sin
tierras.
La acción del Estado:

El estado asume en materia agraria, una doble actitud:

a. La Protectora: garantizando la propiedad privada, reprimiendo toda acción


peligrosa, dirimiendo “inmediatamente” todo conflicto, cuestión o reclamos, y

b. La Paternalista: proporcionando a todo guatemalteco la tierra que necesite


para sustento propio y familiar, consagrando cuantos medios y recursos le sea
posible a fin de construir vías de comunicación y hacer toda aquella obra material
que haga factible el aprovechamiento de la tierra y una intensa colonización del
territorio nacional; velando por el incremento de la riqueza pública, y
especialmente de la producción agrícola.

La colonización:

Por primera vez se introduce en la legislación agraria guatemalteca el concepto de


“Colonización”. Esta va a constituir, a partir de ese momento, la base inspiradora
de toda política agraria de los gobiernos, de esa fecha hasta la actual. Ello
representa nuevamente la voluntad política de no afectar la estructura de la
tenencia de la tierra, lo que equivale a reafirmar la inamovilidad de los principios
del capitalismo liberal.

Esta política se justifica en el mismo estatuto agrario. En efecto, si bien se asevera


que “la tierra ociosa es incompatible con el bienestar nacional y con el progreso
económico” y que “por consiguiente, el gobierno tomará todas las medidas
necesarias y oportunas para reducirla”, ninguna norma concreta desarrolla este
principio y la legislación posterior, como lo veremos oportunamente, lo hará en
forma sumamente deficiente. No hay, en realidad, ninguna intención de modificar
la estructura de tenencia, por lo que la colonización va a ser, en definitiva, la
política a seguir.
En su parte dispositiva, el Estatuto Agrario prevé la emisión de la Ley de Reforma
Agraria que encarne los principios fundamentales que se promulgan en el
presente cuerpo legal.

Por lo demás, el Estatuto Agrario se refiere exclusivamente a los problemas


derivados de las expropiaciones decretadas en virtud de la Ley de Reforma
Agraria de 1952 y de la consiguiente ocupación de tierras por parcelarios
legalmente dotados. Se agiliza los procedimientos para que las restituciones se
legalicen lo antes posible; el propio estado recupera las fincas nacionales que
habían sido repartidas y se establecen las nuevas autoridades agrarias. No serán
hasta la promulgación del nuevo estatuto agrario (Decreto 559 del Presidente)
emitido el 25 de febrero de 1956 y de la Constitución de la República del 1 de
marzo de 1956, que esos principios serian desarrollados más ampliamente,
conservando sus bases filosóficas y la misma intención política

CONSTITUCION DE 1965

A manera resumida enunciaremos los principales aspectos regulados por esta


constitución y que de alguna manera algunos aun reflejan en nuestra legislación
agraria actual; entre estos:

 La propiedad privada:

Importante destacar que a diferencia de la Constitución del 45 que ubico la


propiedad en el capítulo referente al régimen económico y hacendario y la del 56
que lo hizo entre los derechos humanos, nuestra carta constitutiva vigente
desarrolla esta institución en el capítulo relativo a las garantías y los derechos
individuales. (Artículo 39 Constitución Política de la República de Guatemala).

 Sistema de expropiación:

En todo régimen agrario, la facultad de expropiación para poner en cultivo tierras


ociosas, para mejorar los índices de productividad o para lograr la justicia social es
un instrumento indispensable. En esta constitución el sistema referente a la
expropiación lo encontrábamos regulado en los artículos 71 y 126 y en nuestra
Constitución actual se encuentra regulado en el artículo 40.

 El uso del agua:

En materia agraria, el uso del agua es absolutamente vital y toda legislación debe
preservar los derechos de la comunidad sobre este recurso. En esta constitución
se encontraba regulado este derecho en el Artículo 136 y en la Constitución actual
se encuentra regulado en el Artículo 127.

 La organización campesina:

En materia agraria, el sujeto de toda transformación es el campesino que, para el


efecto, debe estar organizado adecuadamente. La constitución de 1965 se refería
exclusivamente a la cooperativa y al programa denominado del “desarrollo de la
comunidad”, de manera diferente lo encontramos regulado ahora en el Artículo 67
de nuestra Constitución Política.

 El campesino no es un trabajador:

En relación con las normas laborales, la Constitución de 1965, establece una serie
de principios fundamentales aplicables a todos los trabajadores asalariados, sin
embargo, la mayoría del caso eran claramente discriminatorios y afectaban
precisamente a los trabajadores del campo.

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