EUTANASIA
PERPECTIVA PSICOLOGICA
1.1PSICOLOGIA
1. Muchos piden morir por dolor y soledad: ¡pero eso se arregla con cuidados paliativos,
no matando!
En Nueva Zelanda la Asociación Médica NZ, la Asociación de Médicos de Cuidados
Paliativos y la Asociación de Enfermeras de Cuidados Paliativos se han declarado contra la
eutanasia. La Asociación Médica Mundial dijo en 2019 que “no es ética” y “y debe ser
condenada por la profesión médica”.
La Asociación Médica de EEUU se reafirmó en 2019 en que “es incompatible con el
papel del médico como persona que cura” y que la eutanasia legal es “difícil o imposible de
controlar”. Todos dicen que casi siempre se pide la eutanasia por miedo al sufrimiento, por
dolor mal atendido, por soledad y dolor psíquico… todo eso se puede tratar con eficacia
con la medicina actual.
2. Así es, el sufrimiento, el dolor, la enfermedad, la vejez y la muerte son a menudo una
amenaza para los humanos y aumentan los sentimientos y las actitudes de miedo,
inseguridad, confusión, manipulación e incluso instrumentalización.
De hecho, hay varios indicadores que reflejan la enfermedad, el sufrimiento y el dolor que
proviene de ellos, sus soluciones y su realidad más profunda, fuera de la fisiología;
Pertenece al misterio de la persona humana.
Vale la pena recordar algunos datos:
1)Hoy los factores psicológicos juegan un papel preponderante en la aparición de
enfermedades. Se calcula que aproximadamente 80% de los pacientes que acuden al
médico están sometidos de alguna manera a fuertes condicionantes psicológicos.
(ORGANIZACIÓN PANAMERICANA DE LA SALUD). Cada vez son más
abundantes los miedos hipocondríacos. Aproximadamente 6% de la población de
las naciones desarrolladas padece algún tipo de miedo hipocondríaco lo
suficientemente importante como para alterar su estado de vida normal. Hoy en día,
una de cada veinte camas de los hospitales está ocupada por una paciente víctima de
la llamada intervención iatrogénica (miedo bata blanca). Por otra parte, es alto el
número de personas que transcurren su vida sometida a enfermedades más o menos
crónicas por estas mismas razones.
3. La eutanasia es siempre una forma de homicidio, pues implica que un ser humano dé
muerte a otro, ya mediante un acto positivo, ya mediante la omisión de la atención y
cuidados debidos, lo que en principio y por sentido común es moralmente rechazable, pues
como ha expresado el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo: «La garantía del
derecho a la vida no supone un derecho a la muerte; la vida humana es un bien que el
Derecho debe proteger por encima del derecho de privacidad, y nunca cabe legitimar a
alguien para matar.
La eutanasia compromete la vida en común
La propuesta de Ley presentada en la Cámara de Diputados, refiere que la eutanasia que se
pretende legislar es la llamada eutanasia voluntaria. Los hechos muestran que la aceptación
social y legal de la eutanasia voluntaria puede traer consigo la eutanasia no voluntaria e
incluso impuesta. No pocos se verían presionados, de uno u otro modo, a pedir
«voluntariamente» la muerte y algunos más se sentirían impelidos a matar «por compasión»
a quien ya no puede decidir.
4. Quienes promueven la eutanasia, consideran que el valor de la vida es extrínseco a ella
misma y es dado por la salud, los recursos materiales y económicos, ciertos satisfactores o
capacidades…, cuando no existen estos bienes o no forman parte de la vida misma, se
considera que la vida ya no es valiosa ni útil. Parece que la vida vale sólo en función de la
«calidad» que, evidentemente, imponen quienes tienen la capacidad y los recursos
económicos y sociales garantizados.
5. En el fondo subyace un problema ético. Se pretende que sólo vivan los «mejores»,
biológicamente hablando, pero la dignidad humana no depende de bienes, recursos, salud,
conducta, sino que es la característica distintiva de toda persona humana, que siempre es fin
en sí misma y nunca medio, y que exige y merece respeto, estima y aprecio. La dignidad
humana es un «derecho a tener derechos». Quienes cuenten con recursos económicos
podrán viajar a países en donde puedan practicarles la eutanasia o agotar todas las
instancias médicas antes de recurrir a la eutanasia, con la posible consecuencia de que a
quienes no tienen recursos ni seguridad social se les presione para que opten
«voluntariamente» por la eutanasia para no ser una carga ni causar incomodidades o
molestias a los demás. Decisiones en estas condiciones, ¿verdaderamente pueden llamarse
libres?
6. La verdadera piedad y compasión no es la que quita la vida, sino la que la cuida hasta
su final natural. Quien cediendo a una falsa compasión o a una equivocada idea de progreso
colabora directamente en dar muerte a alguien se hace cómplice de un grave mal moral y
contribuye a minar los cimientos de la convivencia en la justicia. A nadie se le puede
obligar a esa colaboración inmoral. En su caso, sería obligada la objeción de conciencia.
7. Una sociedad que legitima la eutanasia está proclamando su ineptitud para ofrecer
auténtica solidaridad, afecto y cariño a sus enfermos terminales. El compromiso al que se
nos invita «es más que una simple condena a la eutanasia o el simple intento en poner
obstáculos en su camino hacia la eventual difusión y legalización. El problema de fondo es,
ayudar a los hombres de nuestro tiempo a tomar conciencia de la inhumanidad de ciertos
aspectos de la cultura dominante y a volver a descubrir los valores más preciados
oscurecidos por ella».
MANUEL GOMEZ GRANADOS
2.1 ACEPRENSA
1. Todos deben vivir con dignidad hasta el final de su vida
Toda persona, con independencia de su estado de salud, tiene una dignidad intrínseca.
Incluso en las situaciones más difíciles y menos deseables, los equipos de cuidados
paliativos ponen todo su corazón y su experiencia para salvaguardar la dignidad de los
pacientes. Al contrario, optar por la muerte no garantiza esa dignidad y supone una
renuncia a la condición humana.
2. La prohibición de matar fundamenta nuestra civilización
Legalizar la eutanasia significa introducir en el corazón de la sociedad la transgresión de la
prohibición de matar. Aunque solo fuera por el principio básico de cautela, se debería
rechazar un “matarás a veces” o “bajo ciertas condiciones”. Nuestra civilización ha
progresado eliminando las excepciones a la prohibición de matar (venganzas, duelos, pena
de muerte). Legalizar la eutanasia significaría dar un paso atrás.
3. Los cuidadores están para cuidar, no para matar
La vocación específica de los cuidadores es proporcionar cuidados, dentro de una relación
de confianza con la persona enferma. Matar destruye este contrato de confianza y deroga el
código de deontología médica. Los cuidadores muestran que son capaces de superar la
tentación de la omnipotencia a través del encarnizamiento terapéutico o la eutanasia.
4. Las encuestas sobre eutanasia recogen la opinión de sanos, no de enfermos
A partir de sondeos, se afirma que la sociedad está preparada para admitir la legalización de
la eutanasia. Sin embargo, nadie puede proyectarse de manera realista hacia el final de su
vida y decir que sabe qué desearía realmente en ese momento. De hecho, las encuestas no
tienen en cuenta la palabra de los enfermos en fase terminal de la vida.
5. La legalización de la eutanasia “ocasiona dentro de las profesiones sanitarias un
fenómeno corrosivo de su ethos y de la relación sanitario-paciente”