el marido afectuoso, o los tontos de capirote
RICHARD STEELE
El marido afectuoso,
o Los tontos de capirote
Introducción y traducción
Irene Chamizo González
Edición, presentación y notas
María José Álvarez Faedo
El Quijote y sus
interpretaciones
oviedo 2023
Colección El Quijote y sus
interpretaciones, n.o 8
directores:
Emilio Martínez Mata
y María Fernández Ferreiro
http://grec.grupos.uniovi.es/
© de la introducción
y traducción:
Irene Chamizo González
© de la edición, presentación
y notas:
María José Álvarez Faedo
título original:
The Tender Husband,
or The Accomplished Fools
edita:
Luna de Abajo
https://www.lunadeabajo.com/
diseño:
Pandiella y Ocio
Ediciones:
- papel
depósito legal: as 02966-2023
isbn: 978-84-86375-67-6
- digital pdf
Gratuit0 para lectura
online y descarga
1.a edición: agosto 2023
Todos los derechos reservados.
Cualquier forma de reproducción,
distribución, comunicación
pública o transformación de
esta obra solo puede ser realizada
con la autorización del autor
y del editor, salvo excepción
prevista por la ley.
índice
Prefacio de la empresa colaboradora 9
Presentación 11
La traducción 12
Introducción 13
Inglaterra en la época de Richard Steele 14
La reforma moral de los dramaturgos whig 18
Richard Steele como dramaturgo whig, moral y sentimental 20
Cuestiones de autoría 23
Los personajes 27
Temas principales 31
Reminiscencias quijotescas 34
Bibliografía 39
El marido afectuoso, o Los tontos de capirote 43
Dedicatoria 45
Prólogo 47
Una canción 49
Nombres de los personajes 51
Primer acto 53
Segundo acto 72
Tercer acto 89
Cuarto acto 102
Quinto acto 113
Epílogo 129
richard steele • el marido afectuoso, o los tontos de capirote
Prefacio de la empresa colaboradora
Mi vínculo con El ingenioso hidalgo don Quijote de la Man-
cha viene de lejos. Era pequeño cuando me regalaron una
versión infantil y cuando leímos varios capítulos en el co-
legio, posteriormente. Su compañero en algunas andanzas,
Sancho Panza, el supuesto yelmo de Mambrino y el episo-
dio de los gigantes marcaron mi imaginación durante años,
hasta que con más edad pude deleitarme con una versión
ilustrada por Gustavo Doré y disfrutar con el placer de su
lectura íntegra.
Cuatro siglos después de su primera edición, el Quijote
sigue teniendo relevancia y sigue siendo de actualidad, pues
en su texto se encuentran multitud de referencias útiles para
entender muchas situaciones relacionadas con la vida coti-
diana hoy en día. La universalidad de la obra de Cervantes
tiene ahora una especial importancia dada la globalización
de la economía y del conocimiento. Y, en particular, la glo-
balización de las empresas que, con la contribución de los
últimos avances científicos, en muchos casos, han conse-
guido que su actividad y sus proyectos puedan alcanzar un
impacto tan universal como la propia novela cervantina.
Cuando desde E2IN2 tuve conocimiento de los traba-
jos que desarrolla el Grupo de Estudios Cervantinos de la
Universidad de Oviedo, no dudé ni un momento en poner-
me en contacto con las personas que lideraban la iniciativa
para ofrecer nuestra colaboración con el fin de aumentar el
alcance de su labor y la difusión del talento creativo e inves-
tigador en torno a la obra de Cervantes, haciéndola accesible
de manera más global.
Es justamente esta dimensión global de E2IN2 y de su
proyecto Civie el hecho que justifica el patrocinio de parte
de la edición de los ejemplares de la colección «El Quijote y
—9—
richard steele • el marido afectuoso, o los tontos de capirote
sus interpretaciones». Apoyar el talento creativo, académico
y emprendedor está en nuestro ADN y es por ello por lo que
E2IN2 desea contribuir a que el conocimiento del Ingenioso
hidalgo y de su autor, así como las interpretaciones que se
han hecho por parte de múltiples autoras y autores —y, por
ende, esta colección—, pueda ser accesible a quienes deseen
conocerla y profundizar desde países lejanos. Para llevar
nuestra colaboración a la práctica haremos esfuerzos para
hacerla llegar a diferentes bibliotecas e instituciones.
Con esta iniciativa de patrocinio, E2IN2 desea contribuir
a la difusión del conocimiento sobre la mejor novela de todos
los tiempos y a la excelente tarea que lleva a cabo el Grupo de
Estudios Cervantinos de la Universidad de Oviedo, además
de, por supuesto, a la difusión de nuestra lengua.
Espero que disfruten de esta colección tanto como he dis-
frutado cada vez que me he acercado a la lectura del Quijote.
Valentín E. de Torres-Solanot del Pino
E2IN2 S. A.
— 10 —
richard steele • el marido afectuoso, o los tontos de capirote
presentación
La obra de teatro que presentamos aquí, El marido afectuo-
so, o Los tontos de capirote, fue escrita por Richard Steele y
representada por primera vez en el Teatro Real de Londres,
el 23 de abril de 1705.1 Fue publicada por Jacob Tonson el 9
de mayo de ese mismo año y gozó de gran popularidad en
la época, e incluso un siglo después.
Parte de esa popularidad tal vez se deba a la hilaridad que
emana de los diálogos, especialmente de los intercambios
verbales entre Bridget (o Partenisa, como ella prefiere que
la llame su enamorado) y el capitán Clerimont, que suspira
tanto por la dama como por su fortuna. Y la comedia está
servida cuando descubrimos que la joven ha pasado su vida
encerrada en su casa, con el único solaz que le proporciona-
ban los libros de caballerías, que la transportaban a mundos
y tiempos lejanos, donde los enamorados suspiraban por sus
amadas durante años y tenían que demostrar su valía y su
tesón antes de ser merecedores de su amor. El paralelismo
con Alonso Quijano es evidente, especialmente cuando ve-
mos que el capitán Clerimont tendrá que jugar con las reglas,
y adoptar las palabras, de esos mundos de novela si quiere
conquistar a su dama, de igual modo que varios personajes
en la novela de Cervantes deciden seguirle el juego a don
Quijote. Y, si es a Sancho a quien le toca enfrentar a su amo
con la cruda realidad, es al enamorado Clerimont a quien le
corresponde explicar a su amada que la raza de los gigantes
se ha extinguido, y que ya no puede enfrentarse a ellos para
demostrarle su amor.
1
Esta edición se ha realizado en el marco del proyecto «Recreaciones
teatrales del Quijote» (RETEQ) (Ref: MCI-20-PID2019-111485GB-
I00), financiado por la Agencia Estatal de Investigación del Minis-
terio de Ciencia e Innovación, y ha recibido también financiación
de la Universidad de Oviedo (Ref.: PAPI-21-GR-2016-0019).
— 11 —
richard steele • el marido afectuoso, o los tontos de capirote
La obra, al más puro estilo de las comedias de enredo, va
entrelazando sutilmente los destinos de los personajes, hasta
que desemboca en un final donde el desenlace no es el espe-
rado por algunos de quienes, en principio, habían urdido la
trama, pero es el deseado por los protagonistas de la misma.
La traducción
Esta edición ha sido realizada por dos personas: quien sus-
cribe esta presentación —responsable, asimismo, de la tra-
ducción del prólogo y del epílogo de El marido afectuoso,
así como de las anotaciones a la traducción de la obra— e
Irene González Chamizo, autora tanto de la introducción a
la época, a la figura de Richard Steele y a El marido afectuoso,
como de la traducción de la obra de teatro.
La traducción se ha hecho a partir de la edición de The
Tender Husband; or The Accomplished Fools realizada por
Calhoun Winton, publicada en 1967 por el Servicio de Pu-
blicaciones de la Universidad de Nebraska (University of Ne-
braska Press), y se ha tratado de respetar el tono y el humor
de la obra, así como el vocabulario y los tratamientos típicos
del siglo xviii.
En cuanto a las partes en verso (prólogo, canciones, los
versos recitados por el capitán Clerimont, Bridget y el señor
Clerimont, y el epílogo), nos vimos en la tesitura de optar por
bien preservar la versificación y la rima o bien el contenido.
Ante la dificultad, en muchos casos, y la imposibilidad, en
otros, de conseguir mantener la métrica y que rimaran los
versos conservando su sentido, decidimos tratar de conservar
el ritmo y la rima cuando fuera posible, pero centrarnos en
reproducir el contenido del texto inglés en lengua española.
Solo esperamos que nuestra edición haya logrado repro-
ducir en la lengua de Cervantes las sutilezas, ironía e hilaridad
que Richard Steele nos regaló en la lengua de Shakespeare.
María José Álvarez Faedo
— 12 —
introducción
richard steele • el marido afectuoso, o los tontos de capirote
introducción
The Tender Husband es una obra compleja cuyo argumento
ha sido objeto de análisis que ponen en duda la autoría de
algunas escenas por parte de Richard Steele. El hecho de que
existan varias diferencias en la línea argumental, variaciones
en el uso de prefijos, así como ciertos paralelismos de estilo
con otro dramaturgo, Joseph Addison, apoya la idea de que
este pudiera haber escrito algunas escenas. Su contribución
fue importante para el desarrollo de la obra, pues sus escenas
cambiaron el enfoque de la misma y, en consecuencia, su
título inicial The City Nymph2 (La ninfa de la ciudad) pasó a
llamarse The Tender Husband; or The Accomplished Fools (El
marido afectuoso, o Los tontos de capirote). Este último título
hace referencia al personaje del señor Clerimont y a la idea
de masculinidad de la época (Sommerville 1995), aunque, sin
embargo, dicho personaje no tiene nada de afectuoso.
La ironía que subyace al título anticipa el tono de la obra
y su objetivo: parodiar los patrones de comportamiento acep-
tados por la sociedad de la época. Los personajes no encajan
con los tradicionales roles de género; ni con la idea de mascu-
linidad, ni con la de feminidad. De esta manera, el objetivo
del autor es burlarse de las actitudes socialmente aceptadas
en aquella época: en la obra aparecen asuntos matrimoniales,
sociales y políticos con el fin de ensalzar la ideología y el pen-
samiento del partido político Whig (Gollapudi 2011), la supe-
rioridad de Inglaterra sobre Francia, y de burlarse de actitudes
que alababan en exceso el estilo francés (Dow 1891), así como
de vicios inaceptables tales como el juego (Gollapudi 2016).
La crítica literaria no dio mucha importancia a El marido
afectuoso, o Los tontos de capirote porque no encajaba en el
2
Véanse Aitken (1968 [1889]: 109), Kenny (1966: 217), Ahluwalia (1993:
118) y Rosalind Ballaste y Ros Ballaste (2020: 171).
— 13 —
richard steele • el marido afectuoso, o los tontos de capirote
patrón de lo que se entendía por comedia lacrimógena, la-
crimosa o sentimental (Parnell 1963, Novak 1979, Motooka
2013). Sin embargo, la obra presenta un interesante paralelis-
mo con una de las novelas más relevantes del panorama lite-
rario europeo: Don Quijote de la Mancha (1605), de Miguel
de Cervantes Saavedra. Richard Steele incluyó en su obra
ciertos aspectos que representan el «principio quijotesco»:3
el personaje de Biddy guarda cierta similitud con el de don
Quijote y su forma de entender el mundo a través de la no-
vela caballeresca. No obstante, el vínculo quijotesco entre
ambas obras va más allá de esta relación, pues la similitud
entre la novela El curioso impertinente y la puesta a prueba
del señor Clerimont a su mujer, la señora Clerimont, es otro
claro ejemplo.
En las páginas que siguen, se ofrecerá una breve pre-
sentación de la Inglaterra de la época de Richard Steele, se
tratará sucintamente la reforma que llevaron a cabo los dra-
maturgos whig, enmarcando entre ellos al autor de la obra
que ahora editamos, toda vez que se discernirá hasta qué
punto se trata de un autor moral y/o sentimental. También
se abordarán cuestiones de autoría, un breve estudio de los
personajes y de los temas principales de la obra y, finalmen-
te, se analizarán las influencias quijotescas presentes en El
marido afectuoso, o Los tontos de capirote de Steele.
Inglaterra en la época de Richard Steele
Richard Steele fue un autor y político irlandés también co-
nocido por ser el fundador de la revista literaria The Tatler
en 1709, bajo el seudónimo de Isaac Bickerstaff, y el cofunda-
dor, junto con Joseph Addison, de otra revista, The Spectator.
3
El «principio quijotesco» se refiere la adopción, por parte de una
persona, de una nueva identidad tomada de modelos literarios o de
otro tipo (Levin 1970: 45-66). Y la relación entre la nueva identidad
y la persona original es analizada a partir de la dialéctica entre la
persona y el personaje (Pérez-Álvarez 2005: 303).
— 14 —
introducción
Nació en Dublín (Irlanda) en 1672 y murió en 1729 a los 57
años. El hecho de que su familia perteneciese a la alta bur-
guesía protestante le otorgó un estatus social privilegiado
que propició su educación en Chaterhouse School, un lujoso
internado fundado en 1611 al que asistieron alumnos nota-
bles, conocidos como Old Carthusians, entre ellos, el drama-
turgo Nathaniel Lee o el escritor y político Joseph Addison.
Además, Richard Steele también estudió en Christ Church
y Merton College en Oxford (Aitken 1968).
En la época de Richard Steele, Inglaterra sufría una gran
inestabilidad política. Carlos II era el rey de Inglaterra, Es-
cocia e Irlanda cuando nació el dramaturgo (reinó desde
1660 hasta su muerte en 1685). Su padre, Carlos I, había sido
ejecutado durante la Revolución inglesa, para dar paso a la
república, con Oliver Cromwell al frente, periodo conocido
como English Commonwealth. Carlos II llegó oficialmente
al poder en 1660, tras la muerte de Cromwell en 1658, que
fue seguida de una gran crisis económica. Su reinado estuvo
marcado por la restauración de la monarquía y la segunda
guerra angloneerlandesa entre Inglaterra y la República Ho-
landesa de las Provincias Unidas de los Países Bajos debida
a intereses económicos, como la lucha por el dominio de las
rutas comerciales.
Carlos II firmó el Tratado de Dover en 1670, en el que
se comprometía a convertirse al catolicismo y apoyar a
Luis XIV de Francia en el conflicto con la República Ho-
landesa. El hecho de que no fuese autorizado a introducir la
libertad de culto dio lugar a conflictos religiosos que provo-
caron la Crisis de Exclusión, apoyada por un nuevo partido
político llamado Whig, cuyo objetivo era destronarlo porque
era católico romano.
Su sucesor fue Jacobo II, último monarca católico ro-
mano de Inglaterra, cuyo reinado se extendería desde 1685
hasta 1688, el año de la Revolución Gloriosa. El nacimiento
de su hijo, Jacobo Francisco Eduardo —también conocido
como el Old Pretender o Viejo Pretendiente—, suponía una
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richard steele • el marido afectuoso, o los tontos de capirote
amenaza, pues con él se establecería una dinastía católica,
que, en consecuencia, excluiría a María II, su hija protestante,
y su marido Guillermo III (William of Orange). Esto fue el
detonante de la Revolución Gloriosa, en la que participaría
Richard Steele, quien también iba a apoyar más tarde a Gui-
llermo III en la guerra de los Nueve Años (1688-1697), un
conflicto con Luis XVI de Francia, cuyo objetivo era evitar
que el monarca francés apoyara la restauración de Jacobo II
en el trono inglés, del que había sido derrocado en la men-
cionada Revolución Gloriosa.
Guillermo III y María II no tuvieron descendientes; su su-
cesora fue Ana de Gran Bretaña, quien reinó desde 1702 hasta
1714. Su reinado estuvo marcado por la proclamación de Gran
Bretaña como estado soberano en 1707, cuando Inglaterra y
Escocia se unieron formando el Reino de Gran Bretaña. La rei-
na Ana también murió sin descendencia y su sucesor fue Jorge
I de la Casa de Hannover, momento en el que la influencia de
la monarquía disminuyó bajo el poder de los hannoverianos;
de hecho, fue Robert Walpole, el primer ministro de Ingla-
terra, quien dirigió la política nacional en aquellos tiempos.
La guerra de los Siete Años y la guerra de Sucesión Es-
pañola tuvieron entonces un gran impacto en la sociedad. El
ejército era considerado un símbolo de tiranía republicana
por algunos escritores; sin embargo, un gran número de au-
tores, respaldados por periódicos como The Spectator o The
Tatler, estaban a favor del mismo y mostraban su simpatía
a través de panfletos, poesía, periódicos y obras de teatro
protagonizados por soldados y militares, cuyo objetivo era
proyectar una visión positiva del ejército. En este sentido,
el teatro jugó un papel muy importante en la sociedad: los
dramaturgos popularizaron aspectos políticos y sociales, y
representaban situaciones cotidianas, lo que convirtió a los
teatros en lugares estratégicos en los que los actores trataban
dichos aspectos y hacían al público reflexionar sobre la si-
tuación de la época. El objetivo de estos escritores era repre-
sentar la figura del soldado heroico, trasmitida con comicidad
— 16 —
introducción
por Richard Steele a través del personaje del señor Clerimont
en El marido afectuoso. Las obras que ensalzaban el ejército
dieron voz al patriotismo y establecieron los roles de género
de la época, en los cuales el ejército se relacionaba con la idea
de virtud varonil: héroes que hacían grandes sacrificios, tanto
físicos como psicológicos, para salvar la patria.
Los dramaturgos que estaban a favor del ejército enfati-
zaban los valores masculinos de los soldados comparándolos
con el resto de hombres, que eran apodados lesser men, es
decir, ‘menos hombres’. Las relaciones de los soldados con las
mujeres se entendían de manera positiva, pues eran conside-
rados fieles amantes y maridos. Esta visión de las relaciones
de género, a su vez, dio forma a los personajes femeninos:
los dramaturgos crearon la figura de la mujer perfecta que
encajaba con el soldado heroico. Por consiguiente, el prota-
gonista era un apuesto caballero, valiente, inteligente y leal a
la monarquía. A partir de 1689 la idea de heroicidad empieza
a representarse a favor de la monarquía protestante parla-
mentaria y de la Iglesia de Inglaterra.4
La ascensión al trono de dos reinas, María II y Ana de
Gran Bretaña, inspiró a las escritoras a reconsiderar el papel
de la mujer en la sociedad y en la literatura. A las mujeres
no se les permitía participar en política, aunque estaban tan
capacitadas para gobernar un país como los hombres, y un
claro ejemplo de esto eran las dos reinas. Los partidarios de
los whigs no estaban a favor de que las mujeres participaran
en la política ya que solían apoyar al partido de los tories;
sin embargo, se dieron cuenta de que necesitaban el apoyo
femenino para la Revolución Gloriosa. A pesar de esto, el
papel de la mujer no iba mucho más allá de la esfera domés-
tica, pues era representada como buena esposa y ama de casa
que cuidaba de su familia (Smith 2011). No obstante, había
alguna excepción, aunque siempre dentro de la clase alta.
4
Para un estudio sobre el contexto social de la época, véase Loftis
(1955).
— 17 —
richard steele • el marido afectuoso, o los tontos de capirote
La reforma moral de los dramaturgos whig
La vida de Richard Steele está relacionada con la política,
especialmente con el partido Whig, que defendía la monar-
quía constitucional, y cuyos militantes jugaron un papel
muy importante en la Revolución Gloriosa, oponiéndose a
los Estuardo y a la Iglesia católica. El partido se fundó en
1678, pero los whigs no tomaron el control del gobierno has-
ta 1715. El periodo desde 1715 hasta 1760 es conocido como
la Supremacía Whig (Gollapudi 2011), ya que fue el partido
dominante hasta el reinado de Jorge III y la vuelta al poder
de los tories. Ambos partidos defendían diferentes sistemas
políticos: los whigs apoyaban la sucesión protestante de Han-
nover y la aristocracia, dando prioridad al parlamento sobre
la monarquía, mientras que los tories estaban a favor de la
casa de Estuardo.
La ideología whig y su reforma moral estaban muy pre-
sentes en el teatro y en los importantes dramaturgos de la
época, como Richard Steele o Joseph Addison, cuyas obras
incluían ideas simpatizantes con dicho partido político
(Hume 2011). Cuestiones relacionadas con el poder, el gé-
nero y el matrimonio eran los temas más recurrentes en la
época; las comedias no solo incluían discursos políticos, sino
asuntos morales a través de estos, lo que mostraba la tensa
relación entre matrimonio y política en el siglo xvii. Tras la
Revolución Gloriosa, hubo un sentimiento generalizado de
temor a sucumbir a los vicios y un gran miedo a la venganza
divina, incrementado por el hecho de que los whigs apoyaban
la Sociedad para la Reforma de las Costumbres,5 mediante
la instauración de leyes relacionadas con la moralidad como,
5
La Sociedad para la Reforma de las Costumbres se fundó en Londres
en 1691, con el objetivo de suprimir la blasfemia, la inmoralidad
y otras actividades lascivas, así como los burdeles y la prostitu-
ción. La Sociedad tuvo actividad hasta la década de 1730 y luego
fue revivida fugazmente en 1757. Véanse Curtis y Speck (1976) y
Dabhoiwala (2007).
— 18 —
introducción
por ejemplo, multas económicas por participar en juegos de
azar.
La retórica whig apareció durante la Revolución Gloriosa,
cuando el matrimonio empezó a ser contemplado una for-
ma de poder político. María II era considerada como una
buena y leal esposa que apoyaba a su marido Guillermo III,
apodado pater patriae, ‘padre de la patria’. En su libro Sex
and Subjection: Attitudes to Women in Early Modern Socie-
ty, Margaret Sommerville (1995: 402) escribió: «Las esposas
ofrecieron voluntaria sujeción y obediencia, pero Dios desig-
nó a los hombres, jefes y gobernadores». Esta idea justificaba
la rebelión de María II contra Jacobo II, su padre, ya que se
consideró como una sumisión a Guillermo III.
Los discursos de los whigs condicionaron las tramas de
Richard Steele, cuyos diálogos cómicos trataban sobre polí-
tica y sobre la reforma doméstica; de este modo, El marido
afectuoso muestra una época de euforia nacional durante la
guerra de Sucesión Española y celebra el éxito de las campa-
ñas inglesas como un triunfo de las políticas whig (Gollapudi
2011: 402).
Por otro lado, la reforma moral del siglo xviii puede rela-
cionarse con el aumento de la burguesía mercantil, opuesta a
los principios de la nobleza, y cuyos valores se representaban
en el teatro dominado por los dramaturgos whig. Fue una
época en la que los personajes y argumentos morales se hi-
cieron comunes. Steele consideraba el teatro como un lugar
en el que la gente aprendía y en el que se promulgaba la razón,
benevolencia y rectitud moral. Esta visión se muestra en sus
obras, que se caracterizan por fines didácticos combinados
con sentimientos como la angustia de los desdichados o re-
compensas para la buena gente.
— 19 —
richard steele • el marido afectuoso, o los tontos de capirote
Richard Steele como dramaturgo whig,
moral y sentimental
De entre las comedias sentimentales de Richard Steele, la
más representativa es The Conscious Lovers (Los amantes
conscientes), de 1722. Si bien The Lying Lover (El amante men-
tiroso) (1703) también entra en esa clasificación, El marido
afectuoso, por su parte, no se ajusta al patrón de ese tipo de
comedias. El sentimentalismo empezó con el autor inglés
Ernest Bernbaum y, ya entonces, la denominación de come-
dia sentimental resultaba un tanto vaga y ambigua, dado
que el propio Arthur Sherbo, autor de English Sentimen-
tal Drama, establecía ciertos criterios de clasificación que
también eran válidos para otras obras que no pertenecían
al género. Además, aunque los personajes sentimentales se
consideraban a sí mismos perfectos, dechados de moralidad
y con un comportamiento abnegado comparable al de Cristo,
su alta autoestima no era óbice para que reconociesen su
ambigüedad moral y, por ende, tratasen de justificarse cons-
tantemente. Los sentimentalistas alardeaban de sinceridad,
mas, en realidad, se escondían tras caretas sentimentales
caracterizadas por la perfección moral y hacían grandes es-
fuerzos para fundir estas caretas con sus verdaderos rostros
y personalidades (Purton 2012). Sus discursos eran siempre
favorables a su persona, no reconocían ni su imprudencia ni
sus errores, característica que se conoce como locus classicus,
rasgo distintivo del pensamiento sentimental.
Los inicios del teatro sentimental inglés se remontan a
1696, con la obra Love´s Last Shift (El último turno del amor),
de Colley Cibber (2010), pero su culminación tendría lugar
más adelante con The West Indian (El indio del oeste), de
Robert Cumberland (1771). A pesar de la mutua influencia
entre la comédie larmoyante francesa y el teatro sentimental
inglés, la comedia francesa —cuyos principales representan-
tes fueron Pierre de Marivaux y André Cardinal Destou-
ches— era considerada superior. El sentimentalismo, que
— 20 —
introducción
tenía como aspecto fundamental la moralidad, fue consi-
derado como poco original y aburrido en relación con los
criterios establecidos por sus precursores, y se caracterizaba
por presentar en escena una profusión de lágrimas provoca-
das por la amargura del desamor, y por resaltar la bondad
del ser humano, especialmente de gente corriente. El héroe
era representado como una persona normal, con fallos, si
bien benévolo. Por esta razón, algunos críticos llegaron a
relacionar el sentimentalismo con el espiritualismo y, por
ende, con la religión.6 Sin embargo, muchos autores, entre
ellos Richard Steele, disentían de esta idea. Este argumenta-
ba que el enfoque religioso, tan empleado por los místicos, de
reflejar sufrimiento como consecuencia del pecado, por una
parte, y como vehículo de redención, por otra, era un error y,
además, también enfatizaba que los sentimientos tenían que
tratar de gente corriente, más que de místicos atormentados,
ya que, de otro modo, la representación carecería de sentido.7
Richard Steele es conocido por su capacidad de combi-
nar aspectos cómicos con fines pedagógicos en sus obras.
Entendía el teatro como un lugar al que la gente acudía
para aprender el arte de vivir. En aquel momento se daba
tanta importancia al didactismo que lo cómico, una parte
6
Véanse, por ejemplo, Valerie Purton (2012) o W. Motooka (2013).
También Henry Mackenzie (1967) presenta a dos personajes, a través
de los que muestra, en palabras de Fernando Barreiro García (2010:
183), «la oposición entre el intelectualismo frío y escéptico del filó-
sofo y una concepción de la religión cálida e intuitiva, la religión
del corazón y el afecto propio de la cultura sentimental».
7
Véase The Christian Hero (1701), donde Steele ofrece diferentes ac-
titudes frente a la religión y la moralidad. Sir Richard Doddridge
Blackmore es de similar opinión a la de Steele, como refleja en su
Essay upon Wit, de 1716: «que el ejemplo de muchas personas, que
en serio abrazan y poseen los artículos de la religión, perturba con-
tinuamente su opinión de sí mismos, y crea graves recelos y des-
confianza en sus mentes, de que sus nociones sobre la religión no
sean verdaderas, cuando observan que muchas personas de partes
eminentes, y razón y erudición superior a la suya, demuestran con
celo sentimientos bastante contrarios» (Blackmore 1946: 33).
— 21 —
richard steele • el marido afectuoso, o los tontos de capirote
imprescindible, era relegado a un segundo plano. Su obra
The Conscious Lovers (Los amantes conscientes) mostraba
sentimentalismo y el modelo de la comedia gentil, un sub-
género de la comedia de modales que reflejaba y satirizaba
el comportamiento de la alta sociedad británica: una com-
binación de comicidad y moralidad que satisfacía al público
de la época. Lo que convierte esta obra en sentimental es
el énfasis en la virtud, el centrarse en todos los miembros
de la familia, desde el sirviente hasta el miembro principal,
y el amor inspirado en las historias de amor francesas. La
obra proporcionaba modelos honrados de comportamiento,
entre ellos la pasión moderada y la reflexión, con el objetivo
de ser adoptados por el público, mediante la caracterización
positiva del personaje principal como un héroe ejemplar y no
como un ejemplo negativo de cómo no comportarse.
En aquella época, los dramaturgos intentaron distanciar-
se de la alegría y obscenidad de la Restauración. Richard
Steele era partidario de un nuevo tipo de teatro que fuese
modelo para otras obras dramáticas. De hecho, su obra El
marido afectuoso, o Los tontos de capirote había sido cata-
logada, en principio, como una obra sentimental,8 pero, sin
embargo, tenía un argumento, unos personajes y unos temas
que demostraron que esta primera impresión era falsa. La
obra no había sido considerada de relevancia como objeto
de estudio hasta ya entrado el siglo xix, momento en el que
algunos investigadores empezaron a mostrar interés por su
análisis. La razón del desinterés en el siglo xviii era, preci-
samente, que la obra no representaba lo que se entendía por
teatro en aquella época: como se ha mencionado, no era una
obra sentimental. El objetivo de su autor no era enseñar prin-
cipios ni incluir discursos morales o personajes ejemplares,
sino escribir una comedia popular.
8
Véanse Bernbaum (1915), Williams (1925: 417) o Nicoll (2009 [1925]:
192).
— 22 —
introducción
Cuestiones de autoría
Richard Steele terminó de escribir El marido afectuoso, o
Los tontos de capirote, su tercera obra, a finales de marzo
o principios de abril de 1705. Se tituló The City Nymph; or,
The Accomplish´d Fools (La ninfa de la ciudad, o Los tontos
de capirote), pero el 23 de abril de 1705 fue representada por
primera vez en Drury Lane como The Tender Husband; or
The Accomplished Fools (El marido afectuoso, o Los tontos de
capirote). Según The Daily Courant, el primer periódico bri-
tánico de publicación diaria, la obra fue publicada en mayo
en tamaño de cuartilla por Jacob Tonson con la siguiente
portada:
EL MARIDO AFECTUOSO, / O LOS / tontos de capi-
rote. / Una / COMEDIA. / Como se representó en / el
Teatro Royal en Drury-Lane. / Por LOS SIERVOS DE
SU MAJESTAD. / [línea de separación] / Escrito por el
Sr. STEELE. // [línea de separación] / «Oportet ut is qui
Audiat Cogitet plura quam / Videat». [Es necesario que el
que oye piense más de lo que ve.] Tull. De Oratore. / [línea
de separación] / LONDRES, / impreso para Jabob Tonson,
en Grays-Inn Gate cerca de / Grays-Inn Lane. 1705.9
En 1711 se publicó una segunda edición con pequeños
cambios respecto a la primera, aunque data realmente de
1712. Las siguientes ediciones, 1717, 1723 y 1731, fueron todas
basadas en la segunda.
Como se mencionó más arriba, se cree que el argu-
mento no fue solo escrito por Richard Steele, sino también
9
«THE / TENDER HUSBAND; / OR, THE / Accomplish’d Fools. / A
/ COMEDY. / As it is Acted at the / Theatre- Royal in Drury-Lane. /
By Her MAJESTY’S SERVANTS. / [rule] / Written by Mr. STEELE.
// [rule] / Oportet ut is qui Audiat Cogitet plura quam / Videat. Tull.
De Oratore. / [rule] / LONDON, / Printed for Jabob Tonson, within
Grays-Inn Gate next / Grays-Inn Lane. 1705» (Steele 1967: 218)».
— 23 —
richard steele • el marido afectuoso, o los tontos de capirote
por Joseph Addison. Precisamente, Richard Steele pu-
blicó en el número 555 de la revista Spectator el siguiente
agradecimiento:
Cuando la obra mencionada anteriormente [El marido
afectuoso] se representó por última vez, se aplaudieron
tantas ocurrencias graciosas escritas por la misma mano
[la de Joseph Addison] que pensé, con mucha mez-
quindad por mi parte, que nunca lo había reconocido
públicamente.10
Algunos críticos defienden la idea de que Addison solo
aportó algunas correcciones o sugerencias,11 pero otros afir-
man que es el autor de las tramas secundarias.12 Estas teorías
se basan en las similitudes de estilo o caracterización con
algunas de sus otras obras: un análisis de las técnicas de
escritura demuestra que la primera escena del tercer acto y
la primera escena del quinto acto fueron escritas por Addi-
son.13 Asimismo, que algunas diferencias detectadas en el
argumento sugieran que no estaba totalmente familiarizado
con la obra, que las escenas que añadió fueran la causa de
que se cambiase el título original (The City Nymph [La ninfa
de ciudad]) por The Tender Husband (El marido afectuoso)
y que los análisis ortográficos demostraran la presencia de
dos estilos diferenciados aportan solidez a la teoría de que
Addison hubiera contribuido con sus adiciones. Por su parte,
Steele nunca volvió a revisar la obra para pulir esas aporta-
ciones de Addison ni para incorporarlo como coautor.
10
«When the Play above-mentioned [The Tender Husband] was last
Acted, there were so many applauded Stroaks in it which I had from
the same Hand [Joseph Addison’s], that I thought very meanly of my
self that I had never publickly acknowledged» (Steele 1840 [1712]: 797).
11
Como Macaulay (1854-1855: 542) o Aikin (1846: 127), entre otros.
12
Véanse, por ejemplo, Forster (1860: 214), Bateson (1929: 50) o Kenny
(1966: 226).
13
Véase Kenny (1966).
— 24 —
introducción
La obra en tamaño de cuartilla publicada por Tonson
en mayo de 1705, que existe en diferentes formatos, ni fue
editada con mimo ni corregida con rigor, como demuestra
el hecho de que las páginas 50, 51 y 54 estén mal numeradas
como 58, 59 y 62. Este y otros detalles llevan a Shirley Strum
Kenny (1966) a sugerir la intervención de dos tipógrafos di-
ferentes en la redacción de la obra: el tipógrafo A (que habría
reproducido el texto de Steele) utilizó guiones largos y pa-
réntesis para adjuntar acotaciones mientras que el tipógrafo
B (que habría añadido las aportaciones de Addison) prefi-
rió guiones cortos y corchetes.14 Además de que cada uno
utilizó diferentes abreviaturas y prefijos, cabe señalar que
también se refieren a un mismo personaje como «Sr. Cleri-
mont» en dos escenas (tipógrafo A), aunque, en el resto de
sus intervenciones, como «Cler.» (tipógrafo B). Inicialmente,
si se contemplara la posibilidad de un único autor, se podría
pensar que Richard Steele habría escrito «señor Clerimont»
en dos escenas y, posteriormente, la abreviatura «Cler.» para
distinguir a ese personaje de su hermano, el capitán Cleri-
mont. Sin embargo, la teoría de Kenny hace más plausible
que la discrepancia se deba a la incorporación de las aporta-
ciones de Addison, dado que esas dos escenas, la primera del
tercer acto y la primera del quinto, se diferencian también
del resto de la obra en detalles del argumento.
En la primera escena del quinto acto, a Fainlove se le
llama por el nombre de otro personaje, la doncella Jenny.
Kenny (1966) atribuye el error a Addison y al hecho de que
el tipógrafo B lo conservó. Kenny (1966: 220) también señala
que, en la primera escena del tercer acto hay una repetición
innecesaria; la señora Clerimont le dice al capitán Clerimont:
«¡Oh! Capitán Clerimont, tengo un reproche para usted» y
luego repite: «capitán Clerimont, tengo un reproche para
usted». En vista de ello, sugiere que Addison reintrodujo la
intervención en otro punto de la escena y no quitó la que
14
Véase Winton en Steele (1967: ix).
— 25 —
richard steele • el marido afectuoso, o los tontos de capirote
había introducido Steele. He de disentir con esta opinión, ya
que lo que ocurre es que, la primera vez que dice que tiene
un reproche para el capitán, es interrumpida por la entrada
del sirviente y, para más tarde poder retomar la conversación
donde la dejó, repite que le tiene que reprochar algo y, segui-
damente, le explica de qué se trata.
Como ya se apuntó, el primer título, The City Nymph (La
ninfa de ciudad) —que se refiere a Bridget Tipking (Biddy),
personaje de la trama principal que representa el principio
quijotesco a través de su pasión por la literatura causante de
su distorsión de la realidad, y quien tiene un romance con el
capitán Clerimont—, se cambió el día de la representación, el
23 de abril de 1705, a The Tender Husband (El marido afectuo-
so). La razón de este cambio se debe a las escenas escritas por
Addison, pues hacen énfasis en el deseo del señor Clerimont
de poner a prueba el afecto de su esposa hacia él. Richard
Steele entregó la obra a Christopher Rich, un director teatral,
con el primer título, a finales de marzo de 1705. El hecho de
que ese título haya sido cambiado poco antes del estreno
(que había tenido lugar en abril de ese mismo año), muy pro-
bablemente por Rich (Kenny 1966: 220), pone en evidencia
tanto las revisiones de última hora como las contribuciones
de Addison (que provocaron ese cambio de título) y el hecho
de que estas últimas no fueron revisadas por Steele (debido
a las incongruencias antes referidas). Los actores ya habían
ensayado cuando se hicieron los cambios, lo que significa
que dichas correcciones se incluyeron, sin mucho rigor, en
el ejemplar para los actores cuando estaban terminando de
ensayar. Poco después la obra sería llevada a la imprenta y
publicada. La edición se hizo a partir de esa última versión
que incorporaba las aportaciones de ambos autores y, a pesar
de sus incongruencias, sin más revisión, como ya se ha seña-
lado, se mandó a la imprenta. Eran habituales los descuidos
en la copia del impresor, especialmente si no eran corregidos
por parte de los autores, y, en consecuencia, esos errores se
reproducían en las siguientes ediciones.
— 26 —
introducción
Como ya se mencionó, a Addison se le atribuye la prime-
ra escena del quinto acto, pues presenta características de su
estilo, y la primera del tercer acto, ambas relacionadas con el
argumento del señor y la señora Clerimont. Richard Steele
detestaba los duelos, por lo que es poco probable que fuera
el autor de la escena en la que se blanden espadas, pero sí
escribió las escenas del romance entre Biddy y el capitán Cle-
rimont, que concibió como argumento principal de la obra.
Los personajes
La obra tiene dos tramas, la principal y la formal. La princi-
pal versa sobre el romance entre Bridget Tipkin y el capitán
Clerimont, un personaje empobrecido, en busca de fortuna.
En este romance no hay nada sentimental ni moral, él bus-
ca una relación rentable, en lugar de un amor verdadero, y
ella, un marido romántico, al estilo de los descritos en los
libros de caballerias y novelas. En consecuencia, tanto el ar-
gumento, como el diálogo y la caracterización contribuyen
a la comicidad.
La trama formal se centra en el señor Clerimont y su
esposa, la señora Clerimont. El señor Clerimont considera
que el comportamiento de su esposa, que se ha vuelto dema-
siado independiente y dilapida el dinero, es inmoral y decide
poner fin a esa actitud urdiendo una trampa para ella. A tal
fin, anima a Fainlove, su propia amante, a vestirse como un
galán y que simule pretender a la señora Clerimont. Y el plan
funciona, pues el señor Clerimont pilla a su esposa infraganti
en una situación comprometida, que la lleva a confesar a su
marido su arrepentimiento.
Las dos tramas están unidas por dos grupos, cada uno
de tres personajes, un personaje intermediario, Pounce, y
secundarios: Tipkin, sir Harry Gubbin y la tía. El primer
grupo está formado por el capitán Clerimont, Humphry y
Biddy: el capitán Clerimont representaría la figura del hé-
roe whig y la idea de masculinidad de la época, pero, como
— 27 —
richard steele • el marido afectuoso, o los tontos de capirote
se verá más adelante, no es el mejor ejemplo de este canon
aunque haya vuelto de la guerra, concretamente de la batalla
de Blenheim. Se le representa como un soldado que ha lu-
chado por la patria, pero, cuando acaba la guerra, tiene que
ganar otra batalla: conquistar a Biddy, una quijote femenina,
obsesionada con las novelas heroicas y cuya personalidad
se analizará en el apartado de las reminiscencias quijotes-
cas. Biddy se comporta como si fuera una heroína y rechaza
cualquier vinculación de las mujeres con la esfera doméstica,
bautizándose a sí misma como Partenisa y renunciando al
nombre de sus antepasadas, que representaban la figura de la
esposa perfecta. Además, no obedece los deseos de su familia
y se casa con quien ella quiere. Biddy sueña con caballeros y
guerreros aristócratas, pero solo tiene al capitán Clerimont,
un héroe relacionado con el comercio. Las concepciones de
heroísmo y patriotismo excluían el materialismo y el comer-
cio, por lo que la descripción del capitán Clerimont, a pesar
de haber estado en batalla, no es nada heroica, no representa
el canon de marido leal que lucha por su amada, sus intereses
son más económicos que románticos. La idea de masculini-
dad, relacionada con la élite aristócrata, está presente en las
historias que Biddy lee, en las que los guerreros pertenecen
a una sociedad elitista aristócrata que lucha por preservar el
sistema social de distinción de clases. El capitán Clerimont
tiene que combatir el carácter romántico de estas historias
con el objetivo de conquistar a Biddy.
La caracterización del segundo grupo (formado por el
señor Clerimont, la señora Clerimont y Fainlove) es más
compleja. El título de la obra hace referencia al señor Cle-
rimont, aunque este es de todo menos afectuoso. Primero
seduce a Lucy Fainlove para posteriormente rechazarla. Es
un bruto al que solo le preocupan las apariencias y el qué
dirán, lo que queda de manifiesto en la escena en la que
se muestra inquieto porque se refieren a él como el marido
de la señora Clerimont. Sus actitudes tienen mucho que ver
con la victoria de Inglaterra sobre Francia en Blenheim y,
— 28 —
introducción
consecuentemente, su idea de superioridad. La señora Cle-
rimont representa los modales e ideas franceses concebidos
como comportamiento antinatural y poco femenino. Sin
embargo, su actitud, que lleva al señor Clerimont a intentar
«reanglosajonizarla», muestra la desigualdad de poder entre
los miembros de la pareja. De este modo, la señora Clerimont
supone un peligro contra el que los ingleses, especialmente
los maridos, deben luchar: modales franceses y superiori-
dad femenina. Esto se entiende como una humillación para
el señor Clerimont, cuyo único deseo es obtener el control
y vengarse de la señora Clerimont humillándola. Su mujer,
además de ser adicta al juego, es coqueta, es decir, exhibe una
personalidad que va en contra de los valores ingleses y, por
lo tanto, resulta inaceptable. El deseo del señor Clerimont
de acabar con esta actitud se entiende como un intento de
restablecer la identidad nacional y la autoridad matrimonial.
Por estos actos de la señora Clerimont, considerados
antinaturales por la sociedad de la época, su marido, el se-
ñor Clerimont, junto a su amante Lucy Fainlove, traman un
plan para seducirla con el objetivo de recuperar el dinero
que la señora Clerimont había perdido en el juego. El hecho
de que el señor Clerimont se muestre más preocupado por
la situación económica que por la sentimental muestra un
cambio de inquietud: del temor a la infidelidad al temor a la
penuria económica. Su relación con Fainlove da credibilidad
a esta teoría, ya que obtiene beneficio económico. El señor
Clerimont no se centra en encuentros sexuales o pasión, sino
en intereses personales y económicos: humillar a la señora
Clerimont y recuperar el dinero. Su plan funciona: la señora
Clerimont es sorprendida en una situación comprometida,
promete cambiar y llora mostrando su arrepentimiento.15
Esta guerra ideológica contra su mujer parece estar ganada
en ese momento, pero la escena final, en la que la señora
15
La escena en la que amenaza a su esposa con una espada representa
a Francia arrodillada ante Inglaterra.
— 29 —
richard steele • el marido afectuoso, o los tontos de capirote
Clerimont confiesa haber probado ancas de rana, propias
de la gastronomía francesa y exótica, revela que, en realidad,
su esposa no se ha reformado. El señor Clerimont cuida de
sus apariencias incluso cuando Fainlove se casa con Hum-
phry, recibiendo esta una estabilidad económica y una buena
posición social, la de la esposa que se interesa más por las
formas y apariencias que por la realidad y la verdad, como
sería el amor.
Pounce, como ya se ha mencionado anteriormente, es un
personaje intermediario, un abogado y quien controla la ma-
yor parte de la acción. Es un factótum, lo que significa que
realiza diferentes labores e interactúa con cualquier grupo
de personajes. Se puede decir que representa la concepción
que Richard Steele tiene del mundo: el dinero era una parte
importante en la estabilidad del matrimonio, pero no ase-
guraba su prosperidad. Los matrimonios de conveniencia
por diferentes razones, mayoritariamente económicas, ne-
cesitaban más que un acuerdo para mantener el interés de
ambas partes, como, por ejemplo, mostrar una actitud que
se adecuase a los valores de la sociedad.
Además de estos personajes principales, hay una serie
de personajes secundarios cuyas intervenciones no son fun-
damentales en la obra, pero que contribuyen al desarrollo
de la trama. En este grupo se encuentran: Hezekiah Tipkin,
banquero de Lombard Street y tío de Biddy; sir Harry Gub-
bin, escudero y cuñado de Hezekiah; Barsheba Tipkin, tía
de Biddy; Jenny, la doncella de la señora Clerimont, y los
sirvientes.
La obra es un claro ejemplo de la transición entre la
Restauración y una nueva concepción de la comedia. El pro-
tagonista habitual de las comedias se divide aquí en dos: el
señor Clerimont y su hermano el capitán Jack Clerimont. En
la obra, se muestra una dicotomía ciudad versus campo, pero
ninguno de ellos es infravalorado. La única clase social que
recibe crítica satírica es la población de Londres, represen-
tada por el reprensible señor Clerimont.
— 30 —
introducción
Sin embargo, Richard Steele da más prioridad a la efec-
tividad cómica que a la sátira. Los personajes son cómicos,
sus diálogos y actitudes tienen como objetivo hacer reír al
público. En algunas escenas, como en la ya mencionada en
la que la señora Clerimont hace referencia a las ranas, la
comicidad no está en sus palabras sino en las reacciones de
los personajes: sus gestos o expresiones faciales. La razón es
que, al tratarse de una obra de teatro, se escribió para ser
representada, no para ser leída, y con el objetivo de hacer reír
al público de la época. Esto explica la dificultad que tiene un
lector contemporáneo a la hora de comprender la obra, pues
leerla no es lo mismo que verla representada en el teatro, ya
que incluye aspectos de la comunicación no verbal que re-
presentaban los códigos sociales y culturales del periodo en
el que fue escrita.
Temas principales
Los temas principales de El marido afectuoso, o Los tontos
de capirote están relacionados con aspectos matrimoniales,
sociales y políticos. El tema político está presente en el dis-
curso de la batalla de Blenheim, que tuvo lugar durante la
guerra de Sucesión Española, en 1704. La victoria de Inglate-
rra sobre Francia fue celebrada por autores como Addison en
su poema «The Campaign» (1705) dedicado a Marlborough.
Los compositores Daniel Purcell y Thomas Arne también
compusieron una canción prevista para el cuarto acto —no
incluida en la edición en la que se basa esta traducción—
para celebrar la victoria, la gloria, el triunfo, el coraje y la tan
deseada libertad. Esta batalla también se lucha simbólica-
mente en la esfera doméstica, por la señora Clerimont y el se-
ñor Clerimont, cada uno de ellos representando a Francia e
Inglaterra respectivamente. La señora Clerimont representa
los modales franceses, muestra el espíritu francés, mientras
que el señor Clerimont da voz a los intereses de Inglaterra
y la intención de «anglosajonizar» a su mujer de nuevo. El
— 31 —
richard steele • el marido afectuoso, o los tontos de capirote
capitán Clerimont juega un papel importante en la temática
de la obra. El hecho de que haya luchado en Blenheim pue-
de relacionarse con la ideología whig: la supremacía inglesa
sobre Francia.
La ideología política también está presente en la obra. La
victoria militar sobre Francia se considera cultural. Los per-
sonajes deben seguir los modales ingleses y cualquiera que
represente algún tipo de comportamiento afrancesado es ob-
jeto de críticas, como, por ejemplo, la señora Clerimont, cuyo
comportamiento debe ser corregido por su marido y por la
sociedad inglesa. Hay una implícita francofobia justificada
por las recientes confrontaciones por el poder entre las dos
naciones en aquella época. Los comportamientos y actitudes
antifranceses eran comunes en Inglaterra por entonces, pero
Richard Steele no se limitó a burlarse de Francia. El autor
moldeó y acondicionó este sentimiento antifrancés de acuer-
do con su ideología política y los intereses del partido Whig.
Esta idea se puede ver en las líneas 4-6 de la primera escena
del tercer acto, en las que la señora Clerimont menciona que
los criados ingleses son imprudentes y que por eso ella solo
quiere sirvientes franceses: «Los ingleses se toman tantas
libertades que haré que todos mis sirvientes sean franceses.
No puede haber ningún buen lacayo nacido en una monar-
quía absoluta» (p. 89). La palabra libertad era el lema del
partido Whig; los whigs defendían que los ingleses tenían
el derecho de resistirse a la tiranía durante la Revolución
Gloriosa. Este diálogo se refiere claramente a gobernantes
absolutos como Luis XIV o Jacobo II, a sus reinados y al
hecho de que la sociedad inglesa debería estar orgullosa de
la libertad establecida por los whigs.
La victoria militar es una parte importante en la obra,
pero lo que mejor refleja la ideología whig es la relación entre
aspectos matrimoniales y políticos. La señora Clerimont está
obsesionada con el comportamiento francés, pero Francia
representa el discurso de guerra, una amenaza que Ingla-
terra tiene que eliminar. Su actitud simboliza, asimismo,
— 32 —
introducción
una ruptura en las relaciones de poder entre la pareja, y es-
tas también tienen relación con el conflicto entre Francia
e Inglaterra. De este modo, la escena en la que la señora
Clerimont se arrodilla ante el señor Clerimont simboliza la
feminizada Francia y la victoria de la masculinidad inglesa,
estableciendo el orden doméstico considerado como ideal.
El matrimonio y el cortejo jugaron un papel muy im-
portante en el teatro, mediante el cual los dramaturgos es-
tablecieron los conceptos de masculinidad y feminidad en
la sociedad. Como se comentó anteriormente, el estereotipo
del hombre perfecto en aquella época era el fiel amante y
marido, un soldado que luchaba por su patria. Este tipo de
personajes eran entendidos como héroes patrióticos mien-
tras que la idea de heroísmo en las mujeres se relacionaba
con el contexto familiar.16 El papel de las mujeres era apoyar
a los hombres para que fuesen héroes y salvasen su patria;
por lo tanto, eran perfectas amas de casa con el objetivo
de ayudar al país. La feminidad fue definida por el partido
Whig como una mujer de clase media y una perfecta ama
de casa que cuida de su familia. Este rol se limita a la esfera
doméstica; sin embargo, en la obra, el personaje de Biddy se
niega a seguir este patrón.
Además de esta dicotomía en el ámbito doméstico, la
oposición entre hombres y mujeres también era propagan-
dística y transmitía un claro mensaje político. Sin embargo,
la intención de Richard Steele en El marido afectuoso no era
hacer una obra moral sino una comedia, lo que explica que
ningún personaje siga los patrones de comportamiento de la
época. El señor Clerimont no representa la idea del marido
perfecto, al igual que la señora Clerimont no representa la
mujer ideal, ya que no está limitada a la esfera doméstica y
realiza actividades intelectuales como la lectura. Otros per-
sonajes femeninos, como Biddy o Barsheba Tipkin, rechazan
16
Un claro ejemplo de esta idea es la caracterización de lady Sharlot
en The Funeral, de Richard Steele.
— 33 —
richard steele • el marido afectuoso, o los tontos de capirote
acatar esta imposición, la primera renegando de la esfera
doméstica y la segunda siendo una solterona, cualidad ne-
gativa, ya que las mujeres tenían que casarse. El matrimonio
también se presenta a través del humor: los personajes no se
casan porque estén enamorados, sino por intereses perso-
nales o económicos. Si se presta atención al lenguaje, a las
descripciones y a ciertas pedanterías, como la superioridad
que muestran algunos personajes por su condición econó-
mica, de género o de etnia, se puede percibir la política de
la época, un acercamiento al contexto en el que se escribió
la obra, caracterizado por ciertos valores e ideologías expre-
sados, directa o indirectamente, por los comportamientos y
pensamientos de los personajes. Por estas razones, la litera-
tura es uno de los medios más idóneos para ofrecer al lector
un mejor entendimiento de ciertos aspectos de la época en
la que se escribió la obra.
Reminiscencias quijotescas
La obra de Richard Steele presenta influencias de la literatura
española, especialmente del Quijote de Miguel de Cervantes.
La novela El curioso impertinente de Cervantes es un claro
referente para la obra objeto de análisis, en concreto, para la
parte de la trama que trata del plan que urde el señor Cleri-
mont a fin de averiguar si su esposa le es infiel.
El curioso impertinente narra la historia de Anselmo, su
esposa Camila y su amigo Lotario. El argumento se centra
en las preocupaciones de Anselmo por la fidelidad y compor-
tamiento de su mujer, a pesar de su excelente reputación.
Anselmo le propone a Lotario que seduzca a Camila, a lo que
este inicialmente se niega. Tras la insistencia de Anselmo,
Lotario comienza a llevar a cabo el plan, pero los hechos
no ocurren como estaban planeados: Lotario y Camila se
enamoran perdidamente y, al saber que Anselmo los está ob-
servando, deciden actuar como si Camila hubiese rechazado
a su pretendiente. Sin embargo, Anselmo sigue sin confiar
— 34 —
introducción
plenamente en su esposa, idea que aumenta cuando ve a un
hombre abandonar su casa y piensa que es el amante de Ca-
mila, cuando en realidad es el de Leonela, la sirvienta de Ca-
mila conocedora de su amorío con Lotario. La novela tiene
un final dramático: Camila se va a un monasterio, Lotario
muere en batalla y Anselmo, de pena.
Es obvio que Richard Steele se inspiró en la novela de
Cervantes intercalada en el Quijote. En El marido afectuoso,
el señor Clerimont anima a Fainlove, su amante, a seducir a
la señora Clerimont para comprobar sus principios y recu-
perar el dinero que había perdido en el juego. Este parecido
entre ambas obras manifiesta la preocupación de los maridos
por la imagen pública de sus mujeres y, en consecuencia, la
de ellos mismos.
La influencia de la obra cervantina en Steele también se
puede apreciar en la caracterización de Biddy: una verdadera
quijote en enaguas (p. 86). Al igual que don Quijote, está
obsesionada con las novelas heroicas, ambos leen mucho y su
pasión por la literatura es considerada la causa de su locura.
Sus realidades están distorsionadas, entienden la vida real
conforme a principios literarios, lo que el crítico americano
Harry Levin (1970) llama «principio quijotesco». La ficción
se entendía como una actividad que hacía perder la cabeza
a los lectores, y las novelas heroicas eran criticadas por su
falta de autenticidad y verosimilitud. Aquellos que no es-
taban a favor de la novela caballeresca argumentaban que
dicha literatura era engañosa, que no había nada real en las
obras y los lectores a quienes les gustara este género podían
perder la razón, como Biddy o don Quijote. En El marido
afectuoso esta idea está representada por Barsheba Tipkin,
la tía de Biddy, personaje que relaciona la pérdida de reali-
dad de su sobrina con la literatura, siendo un claro ejemplo
las siguientes intervenciones: «estas frívolas novelas te han
hecho perder la cabeza» (p. 73), u «Ojalá hubieran colgado a
los escritores y quemado sus libros antes de que los hubieras
visto» (p. 76).
— 35 —
richard steele • el marido afectuoso, o los tontos de capirote
En su realidad paralela, Biddy es consciente de la impor-
tancia de los nombres y de cómo manifiestan la ascendencia.
Para la sociedad de la época, la mujer ideal se correspondería
con el patrón de la esposa dulce, hermosa, con valores que
mostrasen bondad y cuyo nombre representase su condición.
Esta idea está presente en la obra de Cervantes, concreta-
mente en el personaje de Dulcinea, que paradójicamente solo
existe en la mente de don Quijote ya que, en realidad, Dulci-
nea es una campesina llamada Aldonza Lorenzo.
Biddy no quiere ser relacionada con el nombre de sus
antepasadas, Bridget, ya que representa a amas de casa, por
lo que decide llamarse a sí misma Partenisa, la heroína pro-
tagonista de Parthenissa, una novela de Roger Boyle de 1651.
La parodia es posible porque el capitán Clerimont y el resto
de personajes participan en ella. El capitán Clerimont des-
cribe a Biddy como una auténtica quijote que se rige por la
literatura y, de este modo, al igual que Sancho Panza forma
parte del mundo imaginario de don Quijote, asume el pa-
pel de otro personaje en la vida de Biddy basada en novelas.
Pero su objetivo es seducirla, no por amor, sino por intereses
económicos. No hay nada que represente el amor cortés en
este cortejo: el capitán Clerimont no sufre por la distancia o
frialdad de una admirada dama, el amor no es ni platónico
ni místico, sino un negocio que adquiere tintes cómicos.
Es bastante común hallar en la literatura personajes que
dan voz a muchas ideas que no pueden ser expresadas por
otros medios debido a la censura existente en la época. En
esta línea de análisis, las actitudes de Biddy no solo dan voz
a sus pensamientos, considerados como insanos, sino que
también son importantes para el desarrollo de la trama y la
parodia, ya que nos encontramos ante una comedia popular
cuyo objetivo es hacer reír al público. Todo el argumento es
una parodia de lo que era normalmente aceptado por la so-
ciedad en aquella época. Cada personaje tiene su propia con-
cepción de la realidad y actúa de acuerdo con ella, haciendo
al resto de personajes partícipes de sus mundos. El marido
— 36 —
introducción
afectuoso representa un amor de conveniencia, actividades
inaceptables como el juego o las infidelidades, y el conflicto
entre Francia e Inglaterra a través de escenas cómicas.
Al principio del siglo xviii, los autores utilizaban perso-
najes morales para dar voz a aspectos del día a día, mostrar
rectitud ética y los patrones de comportamiento que debían
ser imitados por el público. Esto explica el papel del teatro y
de la literatura en aquella época: enseñar y promulgar razón
e integridad. Los autores utilizaban recursos didácticos y có-
micos para enseñar el arte de vivir. Sin embargo, El marido
afectuoso no puede clasificarse de acuerdo con estas caracte-
rísticas porque el objetivo de Steele no era enseñar modales
sino hacer reír a su público. Sus personajes no mostraban
moralidad o benevolencia, y sus diálogos y acciones eran
cómicos, no didácticos. Es verdad que Steele incluyó com-
portamientos que no eran aceptados por la sociedad inglesa
del siglo xviii como el juego, o actitudes francesas, pero las
incluyó como parte del argumento con objetivos cómicos.
***
Tras el análisis de El marido afectuoso, o Los tontos de capi-
rote a través del neohistoricismo o nuevo historicismo (New
Historicism en inglés)17 —perspectiva literaria que estudia
las obras en relación con la época en la que fueron escritas,
localizando y analizando los posibles elementos subversivos
presentes en ellas, a menudo de manera velada para eludir
la censura de la época—, se pueden establecer las siguientes
conclusiones: en primer lugar, la importancia del estudio
de aspectos no literarios para conseguir un mejor entendi-
miento de la obra; a tal fin se han analizado aspectos socia-
les, económicos y políticos de la Inglaterra de la época de
Richard Steele. En segundo lugar, en cuanto a las reminis-
cencias quijotescas, la obra de Steele representa el principio
17
Véase Greenblatt (1983, 1990a, 1990b y 1998).
— 37 —
richard steele • el marido afectuoso, o los tontos de capirote
quijotesco a través del personaje de Biddy y su forma de vivir
la vida de acuerdo con un género literario concreto, los libros
de caballerías y las novelas. Su paralelismo con don Quijote
está relacionado con su pasión por la literatura, ambos re-
chazan sus verdaderos nombres, Alonso Quijano y Bridget
respectivamente, y crean un mundo paralelo a la realidad, en
el que participan otros personajes, estos con el fin de obtener
algún tipo de interés, esencialmente económico.
Finalmente, el argumento de El marido afectuoso, o Los
tontos de capirote muestra el interés de su autor, Richard
Steele, por la literatura cervantina, especialmente por el re-
lato de El curioso impertinente y la caracterización de don
Quijote. El vínculo que se puede establecer entre ambas
obras reside en la intención de sus autores de entretener a su
público y a sus lectores en aras de una combinación entre lo
didáctico y lo cómico, entre enseñar y deleitar.
Irene Chamizo González
— 38 —
introducción
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richard steele
el marido
afectuoso,
o
los tontos
de capirote
•
— 43 —
el marido afectuoso, o los tontos de capirote
18
Richard Steele
18
Imagen tomada de The Complete Plays of Richard Steele (T. Fisher Unwin,
London, 1894, p. vii).
— 44 —
el marido afectuoso, o los tontos de capirote
dedicatoria19
Al señor Addison20
Señor:
Os sorprenderá, en medio de una cotidiana y familiar con-
versación, un discurso que tiene un tono tan distante como
el de una dedicatoria pública. Pero, para alejaros del dolor
que sé que esto os causará, os aseguro que no pretendo hacer,
ya que sería muy innecesario, un panegírico sobre vos o, lo
que quizás es más necesario, una defensa de la obra. Lo uno
revelaría demasiado la preocupación de un autor, lo otro de-
masiado poco la libertad de un amigo.
Mi propósito en este escrito es solo mostrar la estima
que os tengo y que considero mi trato personal con vos uno
de los más preciados placeres de mi vida. Al mismo tiem-
po, espero no hacer un cumplido inadecuado a la ciudad
por haber aceptado tan amablemente esta comedia, cuando
confieso que ha mejorado tanto mi opinión sobre ella que
me ha llevado a pensar que no es un monumento impropio
de una amistad inviolable.
No os lo debería ofrecer como tal si no hubiera sido muy
cuidadoso para evitar todo aquello que pudiera parecer ma-
lévolo, inmoral o perjudicial para lo que la mejor parte de la
humanidad considera sagrado y honrado.
La poesía, bajo tales restricciones, está al servicio de la
sociedad humana, especialmente cuando es usada, como
acostumbra su admirable musa, para recomendar cualidades
19
Traducción de Irene Chamizo González.
20
Cuando se escribió esta dedicatoria, Addison había publicado re-
cientemente (diciembre de 1704) su famoso poema La campaña y
estaba preparando sus Comentarios sobre Italia para la prensa.
— 45 —
richard steele
más útiles en uno mismo o para inmortalizar el carácter
realmente heroico de otros. Aquí corro el peligro de incum-
plir la promesa que os hice; por lo que aprovecharé la única
oportunidad posible para resistirme a mis propios deseos,
acatando los vuestros.
Soy, señor, vuestro más fiel y humilde servidor,
Richard Steele
— 46 —
el marido afectuoso, o los tontos de capirote
prólogo21
Escrito por el Sr. Addison22
Durante el primer auge e infancia de la farsa,
cuando los tontos eran muchos y las obras escasas,
los autores novatos e inexpertos podían, fácilmente,
complacer a un público joven y sin experiencia;
jamás había sido mostrado ni un solo personaje,
sino que toda la manada de petimetres era propiedad
de ellos;
ricos en originales, se fijan para ver,
en cada obra, un petimetre que era nuevo.
¡Pero ahora nuestro teatro británico puede presumir de
bufones de todo tipo, un gran anfitrión irreflexivo!
Fecundo de locura y de vicio, muestra
cornudos, y ciudadanos, y alcahuetas, y chulos, y galanes;
se encuentran rudos caballeros de campo en cada condado,
aparecen gentiles petimetres de todo tipo;
y mantenidos de diferentes caracteres que conocemos,
sobre el escenario, tan frecuentemente como en el foso.
Nuestros ingenios modernos se ven obligados a recoger
y sacrificar,
y aquí y allá, por casualidad, engañar a un tonto;
mucho antes de que encuentren la chispa necesaria,
registran la ciudad y rondan por el parque;
recurren a todos sus lugares favoritos más frecuentados,
síguenlo a menudo hasta el Ring,23 y también a los juzgados;
21
Traducción de María José Álvarez Faedo.
22
En las primeras representaciones, este prólogo era recitado por el
señor Wilks, que interpretaba al capitán Clerimont.
23
«El siguiente lugar de descanso donde se suelta al mundo servil está
en la entrada de Hyde Park, donde la gente de bien para en el Ring»
— 47 —
richard steele
como el amor por el placer o por el lugar invita,
y, a veces, lo pillan fumando en el local de White.24
Sin embargo, para hacerte justicia, la época actual
cría monstruos muy esperanzadores para el escenario,
que desprecian los caminos por los que anduvieron sus
aburridos antepasados,
y no serán tarugos en el camino común.
Echad un vistazo a este teatro abarrotado esta noche
—aquí todavía se sigue animando a los que escriben—.
Nuestro autor, para divertir hoy a sus amigos,
abastece su obra de tontos varios;
y para que pueda haber algo alegre y nuevo,
a dos damas descarriadas ha expuesto a la vista;
la primera, una damisela, versada en romance,
la otra, más refinada, procede de Francia.
Rescaten, como caballeros corteses, a la ninfa del peligro,
y traten amablemente, como hombres bien criados,
al extraño.
(Spectator, n.º 88). Este paseo era el preferido en la época, tanto para
dejarse ver en coche de caballos como para ir a pie. Los sirvientes
solían reunirse cerca de la entrada, mientras sus señores y señoras se
cortejaban. Lamentablemente, cuando construyeron la Serpentina,
fue parcialmente destruido.
24
Como cuenta G. A. Aitken en su edición de The Complete Plays
of Richard Steele (Nueva York: Chales Scribner’s Sons, p. 196), «la
Chocolatería de White, en el lado oeste de St. James’s Street, fue
fundada alrededor de 1698 y el edificio original se incendió en 1733.
En el primer número del Tatler, Steele anunció que «todos los re-
latos de galantería, placer y entretenimiento estarán en el artículo
de la Casa de Chocolate de White». Véase también Spectator, n.º 88,
y el Progreso de un libertino, de Hogarth, Pt. IV. Se jugaba mucho
a las cartas en el local de White, y Swift lo llama «el usual lugar de
encuentro de estafadores infames y bobos nobles» (Grivetti, Louis
y Shapiro, Howard-Yana, Chocolate: History, Culture and Heritage,
2009, p. 584).
— 48 —
el marido afectuoso, o los tontos de capirote
una canción25
(Diseñada para el cuarto acto, pero no incluida)
I
¡Mirad, británicos, mirad, con ojos horribles,
a Britannia de sus mares surgir!
Diez mil olas a mi alrededor rugen,
mientras vientos y olas se funden,
rompiendo en espuma en mi orilla,
e impotentes se enfurecen.
Tales fueron los terrores que últimamente
asolaban mi afligido estado;
la furia unida así fue doblegada
en mis leales escaños,
hasta que toda esa poderosa fuerza fue empleada
en débiles oleajes y amenazas vacías.
II
Pero ahora, con la gloria creciente coronada,
mis alegrías son grandes, no conocen límites;
mareas de placer rebelde fluyen
por cada vena hinchada,
nuevos arrebatos en mi pecho resplandecen,
y la cálida juventud me devuelven.
Desfiles y pompas mis calles adornan;
botines cautivos, en triunfo portados,
estándares de galos, en lucha sometidos,
colores con sangre hostil bordados,
enseñas de tiránico poder,
enemigos de la equidad y del derecho,
en tribunales de justicia británica en lo alto ondean,
sagrados para la ley y la libertad.
Mis teatros abarrotados repiten,
25
Traducción de María José Álvarez Faedo.
— 49 —
richard steele
en canciones de triunfo, la derrota.
¡Alguna vez una madre dichosa vio
una progenie tan brillante y valiente!
¡Hijas con tanta belleza coronadas,
o hijos por el valor tan renombrados!
III
Pero, oh, miro y busco en vano
encontrar, en medio de este tren bélico,
a mis hijos ausentes, que antes adornaban
con orgullo decente este alegre lugar:
¡desdichados jóvenes!, ¿cómo aumentan mis tristezas,
hinchan mi pecho y mis ojos derriten,
mientras vuestra poderosa pérdida deploro?
Salvaje, y furioso de angustia
lloro, lloro mi propio éxito,
y de mis victorias ya no presumo.
¡Desdichados jóvenes!, lejos de su cielo natal,
en las orillas del Danubio enterrados yacen.
Germania, devuélveme mis muertos,
dame de nuevo a mis hijos masacrados.
¿Fue para esto para lo que tan lejos viajaron,
para liberaros de la opresiva guerra?
Germania, etc.
IV
Lágrimas de tristeza mientras derramé
sobre las melenas de mis muertos,
eternos altares, permitidme elevar
una alabanza a mis héroes aún vivos;
que el cielo les dé una estancia más larga,
y gloriosas acciones que desplegar,
o que perezcan en un día tan grande.
— 50 —
el marido afectuoso, o los tontos de capirote
nombres de los personajes26
Señor Clerimont
un caballero inglés
Capitán Jack Clerimont
su hermano pequeño y oficial del ejército
Hezekiah Tipkin
banquero de Lombard Street, en la ciudad de Londres
Sir Harry Gubbin
caballero hacendado y cuñado de Tipkin
Humphry Gubbin
su hijo
Samuel Pounce
un abogado
Señora Clerimont
esposa del señor Clerimont
Lucy Fainlove
hermana de Pounce y amante del señor Clerimont
Bridget (Biddy) Tipkin
sobrina y tutelada de Tipkin, prima de Humphry
Barsheba Tipkin
tía solterona de Biddy
Jenny
sirvienta de la señora Clerimont
Maestro de espineta
Sirvientes
—
escena: Londres
26
Curiosamente, en el original dice, erróneamente, «The names of
actors» («Los nombres de los actores»).
— 51 —
el marido afectuoso, o los tontos de capirote
primer acto
Entran el señor Clerimont y [Lucy] Fainlove.
Señor Clerimont Bueno, Fainlove, ¿cómo llevas los amoríos
con mi esposa?
Fainlove Soy muy cortés y muy distante. Si sonríe o habla,
me inclino y la contemplo; a continuación, bajo la mirada
como si estuviera oprimida por miedo a ofender; luego le
robo una mirada hasta que ella me vuelve a mirar. Este
es mi método general.
Señor Clerimont Y es correcto, pues una dama tan her-
mosa como ella no tiene otro guardián de su virtud que
su orgullo; por lo tanto, deberías aplicarte a eso cons-
tantemente. Pero, querida Lucy, lo mismo que tú me has
sido una moza muy leal, aunque muy costosa, mi esposa
también ha sido constante en mi cama, pero imprudente
con mi fortuna.
Fainlove ¡Ah, querido mío!, ¿cómo pudiste abandonar
a tu humilde Lucy y viajar a Francia para ver monu-
mentos y mostrar tu galantería a tu esposa? ¿No fue eso
antinatural?
Señor Clerimont Ella me trajo una noble fortuna y pensé
que tenía derecho a compartirla; por eso la llevé a ver
mundo, demonio, y viajamos a Francia e Italia, donde
aprendió a perder su dinero con elegancia, a admirar
cualquier vanidad en nuestro sexo y a menospreciar toda
virtud en el suyo, que, junto a otras diez mil perfeccio-
nes, son las mejorías normales de una dama viajada. En
este momento, para vivir a gusto junto a ella, no puedo
— 53 —
richard steele
ni humillar su vanidad, ni rechazarla, hasta que la haya
pillado aumentando un poco más de la cuenta sus inocen-
tes libertades, como ella las llama. Para conseguirlo me
conformo con ser un marido a la francesa, aunque, de vez
en cuando, con los secretos ataques de celos de uno a la
italiana; de modo que, señor, o señora, deberás estar pre-
parada para ayudar y abordar a su señoría. Te interesa ser
diligente. Si nos separamos definitivamente, no necesito
decir más; si no lo hacemos, te dejaré bien provista.
Fainlove Haré todo lo que pueda, te lo garantizo, pero no
esperes que me relacione mucho con los hombres.
Señor Clerimont No, no, no debes acercarte a los hom-
bres, solo tienes que sentarte en un palco lateral con com-
pañeros atractivos cuando mi mujer vaya al teatro. No
entra en mis planes que te hagas pasar por un hombre
de verdad, solo tienes que ser un caballero apuesto; no
para jugar papel alguno en el mundo, sino, en lo que a ti
respecta, tan solo para hacer el paripé; como ves, de vez
en cuando, hay gente que ha nacido en el seno de una
familia rica, que parecen haber venido al mundo solo
para ser una etiqueta más en su árbol genealógico. Debes
de haber visto a muchos de esa especie.
Fainlove Te entiendo: es como estar de pie en las reuniones,
con una indolente dulzura y desprecio por todo lo que
los rodea; como quienes tienen una pose cuando están
en público y son despreciados en privado. Me he topado
con gente así, con un espejo de bolsillo para ver su propia
cara y una eficaz perspectiva para conocer otras. (Imita
a cada uno de ellos).
Señor Clerimont Sí, sí, ese es mi hombre, mi querida
pícara.
Fainlove Déjame sola. Apuesto mi vida a que te pondré
los cuernos; es decir, haré que parezca que lo haría si
pudiera.
— 54 —
el marido afectuoso, o los tontos de capirote
Señor Clerimont Sí, eso también me satisfará bastante.
Fainlove Para mostrarte lo que he progresado, anoche le
gané quinientas libras, que te he traído a buen recaudo.
(Dándole billetes).
Señor Clerimont ¡Maldito vicio! ¡Las mujeres piensan que
pueden sacrificar el cuidado del hogar, la prosperidad y el
temor a la pobreza por un juego de cartas! ¿Te imaginas
que no hubiera tenido con qué pagar y que tú hubieras
sido capaz de hallar cómo cobrar de otra manera?
Fainlove Eso son solo suposiciones.
Señor Clerimont Seguro que ella habría cumplido todos
tus deseos.
Fainlove Pero sabe que tú nunca le pones límite a sus gastos.
(Aparte). Le arrebataré su marido para siempre si puedo.
Señor Clerimont Con esto me has devuelto dos mil libras
y, si no me lo hubieras devuelto honestamente, no habría
podido mantenerla. Seguro que nos habríamos separado.
Fainlove (Aparte). Entonces os separaréis… si me falla el
otro modo.
Sin embargo, no puedo culparte de tu cariño hacia ella;
es tan divertida, a pesar de su vanidad. Y también tiene
ese aire irreflexivo tan atractivo, mientras pasea alrede-
dor de una habitación y parlotea.
Señor Clerimont Así ha sido desde niña. Siempre tuvo
un gran ingenio para saber de todo, menos de lo que
era necesario que supiera. Los intelectuales de la época,
las grandes bellezas y la gente que estaba en boga en un
momento dado eran siempre su tema de conversación y
de imitación. Así estaban las cosas cuando se fue a Fran-
cia, pero sus maravillosas locuras se perfeccionaron tanto
día a día que, aunque por entonces me sentía orgulloso
de que se la llamara esposa del señor Clerimont, ahora
— 55 —
richard steele
me siento igualmente avergonzado al oír que me llaman
el marido de la señora Clerimont, tal es su superioridad.
Fainlove Estoy segura de que, si yo en algún momento me
hubiera tomado alguna ligera libertad, nunca habrías
sido tan indulgente conmigo.
Señor Clerimont Debería aguantar todo el peso de mi sexo
sobre mis espaldas si pretendiera volver a meter en cin-
tura a una dama tan visitada como la mía. Así que debo
lograr que, si se reforma, parezca cosa de ella; si no, me
tacharán de celoso y me arrancarán los ojos por tenerlos
abiertos. Pero oigo venir a mi hermano Jack. Espero que
haya traído al tuyo con él. Silencio, ni una palabra.
Entran el capitán Clerimont y Pounce.
Capitán Clerimont Por fin le he encontrado, hermano, y le
he traído al servicial señor Pounce. Lo vi a lo lejos entre
la multitud, susurrando a todos acerca de usted. Es un
caballero tan recibido, tan cortejado y tan de confianza…
Pounce Me alegro mucho de que me consideréis así, si la
aprobación de otros me puede recomendar (que es lo que
más deseo) para disfrutar de vuestra compañía.
Capitán Clerimont ¡Oh, qué considerado! Pero, querido
Pounce, ya sabe que me declaro admirador suyo y que
siempre he celebrado sus excelentes habilidades y su modo
de hablar, ese dichoso conocimiento del mundo que hace
que parezca que haya nacido para vivir con la gente con
la que esté, vaya a donde vaya. Ahora, mi hermano y yo
queremos su ayuda en un negocio que requiere un poco
más de destreza de la que nosotros tenemos.
Pounce Ya sabe, señor, que mi naturaleza me inclina a ayudar
a los afligidos, lo que hago libre y gratuitamente, mien-
tras otros son conocidos por acatar rigurosamente lo que
es justo en ese momento y, en consecuencia, pierden la
— 56 —
el marido afectuoso, o los tontos de capirote
cortesía del beneficio. Ahora me dedico a ayudar a un
joven de espíritu libre a lidiar con un padre antinatu-
ralmente longevo; a librar a hombres de vida placentera
de la carga de propiedades difíciles de manejar; a apoyar
a quien no tiene más que un remoto derecho a heredar
para que reciba una herencia…
Señor Clerimont Me he hecho una buena idea de sus
méritos desde la primera vez que le vi con tanta com-
pasión decirle a un testigo tartamudo en Westminster
Hall necesitado de ayuda lo que tenía que declarar. Me
gusta un hombre que puede arriesgarse con tanta valentía
por un amigo.
Pounce Querido señor, perdone mi modestia y hágame
saber a dónde conduce todo este panegírico.
Señor Clerimont La razón, señor, de todo lo que digo es
en favor de mi hermano el capitán, aquí presente, cuya
desdicha es que nací primero que él.
Pounce Estoy seguro de que él preferirá que haya sido usted
antes que cualquier otro hombre de Inglaterra.
Capitán Clerimont Me hace justicia, señor Pounce. Pero,
aunque sea un buen caballero, sigo siendo el hermano
pequeño y usted sabe que los hermanos pequeños esta-
mos normalmente condenados a trabajar en tiendas, en
escuelas o en los colegios de abogados.
Pounce Pero usted, señor, ha escapado a esas condenas, pues
ha estado negociando en el noble mercado de la gloria.
Capitán Clerimont Eso es verdad, pero el general tiene
tanta prisa por poner fin a la guerra que nosotros, los
casacas rojas,27 puede que pronto hayamos pasado de
moda. ¡Y, además, soy un tipo que adopta una disposición
27
Con ese sobrenombre se conocía a los soldados británicos en el si-
glo xviii porque la casaca de su uniforme era de color rojo.
— 57 —
richard steele
indolente con la mayor facilidad del mundo! Detesto
todo tipo de negocios.
Pounce Es de temperamento tranquilo, ciertamente.
Capitán Clerimont En ese caso, no debería tener otra
forma de sustento que no fuera llamar a los perros de
este gentil hombre en el campo para que regresen, beber
su rancia cerveza a la salud del vecindario o casarse con
una dama rica.
Señor Clerimont Para ser breve, Pounce, estoy buscando
consorte para Jack y usted es tan conocido, en realidad
plenipotenciario, en zonas tan dispares como Cheapside,
Covent Garden y St. James; y recrea, también, el porte y
el acento de cada lugar con tal naturalidad, que es el ins-
trumento más apropiado que conozco en todo el mundo
para ayudar a un joven honesto a ser favorecido en uno
de esos sitios por lo bien que hablen de él en otro.
Pounce Por lo que entiendo de sus muchos prolegómenos,
caballeros, el propósito de todo esto es que no turbaría
en lo más mínimo el relajado carácter indolente de este
caballero el hacerse con doscientas mil libras, aunque
nunca le cayeran del cielo repentinamente.
Capitán Clerimont Es usted un hombre muy perspicaz.
¿Cómo pudo calarme tan atinadamente como para saber
que lo que quiero es una mujer refinada, hermosa y bien
dotada, que sea buena compañera y hacendosa?
Pounce Bueno, porque soy algo adivino. ¿Cómo si no?
Señor Clerimont Usted conoce a cierta persona en cuyas
manos, de vez en cuando, deja a un joven heredero para
que lo libre de la presión de los inquilinos, los impuestos,
etc.
Pounce ¡Cómo! ¿Se refiere usted a mi digno amigo y mece-
nas de la ciudad Hezekiah Tipkin, banquero en Lombard
— 58 —
el marido afectuoso, o los tontos de capirote
Street? ¿Pondría el noble capitán alguna suma de dinero
en sus manos?
Capitán Clerimont No, pero el noble capitán sí le quitaría
un tesoro de las manos. ¿Conoce usted a su sobrina?
Pounce Que yo sepa, vale diez mil libras.
Capitán Clerimont ¡Es tan alta, tiene un semblante tan
bello y tan buen tipo!
Pounce En joyas de su abuela, cinco mil libras.
Capitán Clerimont ¡Es tan ingeniosa y su semblante tan
seductor!
Pounce En tierras, mil libras al año.
Capitán Clerimont Sus labios tienen cierta prominencia,
esa protuberante suavidad que invita a besarlos; sus ojos
languidecen hasta causarte dolor, aunque parezcan solo
inclinados a descansar; toda su persona es encantadora.
Pounce ¡Éxtasis! ¡Éxtasis!
Capitán Clerimont ¿Cómo puede guiarnos el amor tan
insensiblemente hacia él, a través de preocupaciones que
desconoce, a través de tal jungla de esperanzas, miedos,
alegrías, tristezas, deseos, desesperaciones, éxtasis y tor-
mentos, con tan dulce y, a la vez, tan ansiosa crueldad?
Pounce ¿Cómo? Pensaba que usted nunca la había visto.
Capitán Clerimont Y no lo he hecho.
Pounce ¿Quién le habló entonces de sus atractivos labios y
de sus tiernos ojos somnolientos?
Capitán Clerimont Usted mismo.
Pounce Seguro que delira. Nunca hablé de ella delante de
usted.
— 59 —
richard steele
Capitán Clerimont ¿Cómo? ¡No me llevará usted la con-
traria! ¿No me acaba de decir que tenía diez mil libras en
metálico, cinco mil en joyas y mil al año?
Pounce Confieso mi torpeza y sus encantos. Si se llegaran a
conocer ustedes, seguro que le agradaría, pues domina
usted la jerga del amor; pero ¿podemos ser francos?
Aquel joven caballero…
Señor Clerimont Un caballero conocido mío, muy honesto
y modesto, uno que puede ofrecer mucho más de lo que
parece. Lo conocerá mejor, señor. Le presento al señor
Pounce; señor Pounce, le presento al señor Fainlove.
Espero que lo llegue a conocer bien y que se lo presente
a sus amigos.
Pounce Será un honor. Bien, entonces, puesto que podemos
ser francos, debe entender que la joven, al haber sido
alejada del mundo, se ha creado uno propio. Ha pasado
todas sus horas en soledad leyendo libros de caballerías;
su cabeza está llena de pastores, caballeros, floridas pra-
deras, arboledas y arroyos, de modo que, si le habla como
un hombre de este mundo, no conseguirá nada.
Capitán Clerimont ¡Qué casualidad! Yo mismo he sido un
gran viajero en el país de las hadas; conozco a Oroonda-
tes, a Cassandra. Astrea y Clelia son íntimas conocidas
mías.28
Id, mensajeros de mi corazón, apresuraos tiernos
suspiros
28
Oroondates era el único hijo de un rey de Escitia en la novela Cas-
sandra, de Gautier de Costes, señor de Calprenède, que fue tradu-
cida al inglés en 1652. Astrea es una novela de Honoré d’Urfé, tradu-
cida al inglés por segunda vez en 1657. Clelia (Clélie) fue escrita por
Madame de Scudery en diez tomos, entre 1654 y 1660. Todas estas
traducciones aparecen en el listado de la biblioteca de una dama que
publicó Joseph Addison en el número 37 del Spectator, junto con The
Christian Hero, la primera obra que se publicó de Richard Steele.
— 60 —
el marido afectuoso, o los tontos de capirote
e hinchad con vuestro aliento la suave ráfaga de
céfiro;
y si llegáis a volar cerca de esa hermosa dama
susurradle que por ella muero.
Pounce Eso funcionaría, eso funcionaría… su mismo
lenguaje.
Señor Clerimont Bien, entonces, querido Pounce, sé que
es usted el único hombre sobre la faz de la tierra que
puede ayudarle.
Pounce Caballeros, me deben disculpar. Estoy tramitando
su matrimonio con un campesino bobo, su primo Hum-
phry Gubbin, heredero del señor Harris, que va a venir a
la ciudad a llevársela.
Señor Clerimont Bueno, todo lo que puedo decir al res-
pecto es que mil libras el día que Jack se case con ella
es más de lo que obtendrá usted por llevar a cabo ese
encargo.
Pounce Bueno, mil libras es una bonita cifra, especial-
mente cuando se trata de quitar una bella dama de las
manos a un obstinado payaso malcriado, para entregár-
sela a un noble pretendiente, a un agonizante caballero
enamorado.
Señor Clerimont Sí, querido Pounce, tenga solo eso en
cuenta: lo justo del asunto.
Pounce Además, ¡acaba de llegar de la gloriosa batalla de
Blenheim!29 Mire, capitán, espero que haya aprendido a
obedecer implícitamente a sus superiores.
Capitán Clerimont Eso sé hacerlo bien.
Pounce Entonces, si voy a encargarme de ello, no dé ningún
paso sin mí. Y ya que podemos ser francos, también le
29
La batalla de Blenheim tuvo lugar en 1704.
— 61 —
richard steele
quiero informar de que será más difícil llevar esto a cabo
de lo que imagina. Aun así, con empeño todo es posible.
Señor Clerimont Nosotros seguiremos fielmente sus
instrucciones.
Pounce Pero el gran asunto en nuestra contra es la falta de
tiempo, ya que el tío de la ninfa y el padre del hidalgo se
conocieron esta misma mañana y pusieron fin al asunto.
Sin embargo, la dificultad de un asunto, capitán, no debe
ser razón para no emprenderlo.
Capitán Clerimont Tengo tan buena opinión de su gestión
que le garantizo que vamos a vencerlos a todos.
Pounce El viejo Tipkin me ha empleado para asuntos tan
personales y soy tan necesario para él, que puede que,
quizás, logre que todo encaje.
Señor Clerimont Le he visto a usted engatusar al bribón
con mucha destreza.
Pounce En realidad, señor, en términos generales, solo
hace falta saber lo que un hombre piensa de sí mismo
y darle eso, para hacer de él lo que a uno le plazca. En
este momento, Tipkin es una mente privilegiada de Lom-
bard Street, un tipo que no le hace ascos a cincuenta mil
libras. Se le conoce como el Taimado y, a fuerza de muy
buen crédito y muy mala conciencia, es un líder. Pero
debemos darnos prisa o sacará de sus casillas al viejo
sir Harry y conseguirá que ponga en venta a su sobrina
inmediatamente.
Capitán Clerimont Pero mi rival ¿qué es?
Pounce Hay alguna esperanza, ya que he oído que el bobo
es tan contrario a casarse como su padre inclinado a que
lo haga. Uno es tan terco como cruel el otro.
Señor Clerimont Dicen que es un estúpido impertinente
y muy animado cuando su padre no lo ve.
— 62 —
el marido afectuoso, o los tontos de capirote
Pounce El que me informó sobre su personalidad le llamó
«burro dócil», más bien un muchacho absurdo que un
tonto de capirote. En ausencia de su padre, hará cual-
quier cosa que se le proponga. Pero no debemos perder
el tiempo. Les ruego que se queden los dos hermanos
esperando en casa noticias mías, mientras ese apuesto
caballero que he conocido y yo damos un paseo y los
buscamos. (Aparte a Fainlove). Vamos, vamos, señorita.
Salen.
Entran sir Harry Gubbin y Tipkin.
Sir Harry Mire, hermano Tipkin, como le dije antes, mi
negocio en la ciudad es deshacerme de cien cabezas de
ganado y mi hijo.
Tipkin Hermano Gubbin, como ya le indiqué en mi última
carta, con fecha del 13 de septiembre, mi sobrina tiene mil
libras anuales y, considerándolo un hombre de palabra
(particularmente debido al tranquilo caballo de carre-
tera que puso en mis manos el verano pasado), estaba
dispuesto a renunciar a mi sobrina con tal de verme libre
de todas las cargas que asumí mientas fui su tutor y de
recibir mil libras por mis cuidados.
Sir Harry Ya, pero, hermano, la tasa demasiado alto; la
guerra ha bajado el precio de las mujeres. Toda la nación
está invadida de enaguas; no tenemos más que hijas
entre manos, hermano Tipkin. Las jóvenes son cargas,
meras cargas.
Tipkin Mire, sir Harry, deje a las jóvenes ser lo que quieran.
Mil libras al año son mil libras al año. Y mil libras al año
no son ni muchacha ni muchacho.
Sir Harry Mire, señor Tipkin, mi mayor preocupación es
lo que provoca la rebelión de las esposas y los cuernos
de los maridos: el maldito dinero para gastos menores.
¡Quinientas libras al año para gastos menores!
— 63 —
richard steele
Tipkin La expresión gastos menores, sir Harry, es solo un
término.
Sir Harry Es un término, hermano, que nosotros nunca
tuvimos en nuestra familia, ni tendremos. Déjele una
buena herencia cuando quede viuda, pero cuatrocientas
libras al año es suficiente para no tener que rendir cuen-
tas por ello.
Tipkin Bueno, sir Harry, ya que no puede tragar estas menu-
dencias, lo rebajaré a cuatrocientas libras.
Sir Harry Y para suavizar la cláusula, así como para espe-
cificar los usos, incluiremos los nombres de varios uten-
silios femeninos, como agujas, agujas de tejer, cinta, hilo,
tijeras, pasacintas, abanicos, libros de juegos, con otros
juguetes de esa naturaleza. Y ahora, ya que hemos lle-
gado a un buen acuerdo en lo relativo al matrimonio, no
será impropio que los jóvenes se vean.
Tipkin No creo que sea prudente hasta el mismo instante del
casamiento, por si no se gustasen.
Sir Harry Ellos deben conocerse. En cuanto a la joven, a
ella no puede disgustarle Numps, y en cuanto a Numps,
nunca permití que tuviera nada que le gustara en su vida.
Estará aquí inmediatamente; ha sido educado desde su
infancia con una vara como esta que tengo en la mano.
Me he esmerado en su educación.
Tipkin Sir Harry, apruebo su método; porque habiendo
dejado la caza, podría necesitar hacer ejercicio, y este
es un sutil recurso para preservar su propia salud y los
buenos modales de su hijo.
Sir Harry Ha sido tradición de los Gubbin preservar la
severidad y disciplina en sus familias. Yo mismo fui
azotado el día antes de mi boda.
Tipkin Sí, sir Harry, si no hubiera sido bien castigado de
joven, nunca hubiera sido usted el hombre que es hoy.
— 64 —
el marido afectuoso, o los tontos de capirote
Sir Harry Está en lo cierto, señor, ahora me doy cuenta
de lo beneficioso que fue. Hay un árbol silvestre cerca
de nuestra casa que sigue floreciendo para el bien de mi
descendencia en el que se han rozado nuestras chaquetas
de padre a hijo durante varias generaciones.
Tipkin Me alegra oír que disponen de todo lo necesario para
la familia.
Sir Harry ¡Ah, a lo lejos veo venir a Numps! Lo he vestido
con el mismo traje que llevé puesto el día de mi boda; es
un atuendo de lo más favorecedor.
Entra Humphry.
Tipkin En verdad, el joven tiene una buena figura casadera.
Sir Harry Preséntate, Numps: este es tu tío Tipkin, el her-
mano de tu madre, Numps, que es tan amable como
para otorgarte a su sobrina. (Aparte). No estés tan triste,
sinvergüenza. No saludes a un hombre con una cara
como si fueras a tumbarle de un puñetazo; no lo hagas,
sinvergüenza.
Tipkin Me alegra verte, primo Humphry. Ya he observado
que no es muy hablador.
Sir Harry Es muy perspicaz, señor, cuando quiere.
(Aparte). ¿Ves este palito, lo ves, perro? (A Humphry).
Bueno, Numps, no pierdas el sentido del humor. (Aparte).
¿Hablarás? (A Humphry). Ven, somos tus amigos, Numps,
acércate, muchacho.
Humphry (Aparte a su padre). Eres un tipo duro como padre.
Tu truco siempre es ridiculizar a alguien ante los demás.
Sir Harry (Aparte). No me deshonres, sinvergüenza, paté-
tico canalla sin gracia. (A Tipkin). 30 Hermano, ha sido
30
En la versión original dice, erróneamente: «To Humphry».
— 65 —
richard steele
criado para mostrar silencio y respeto ante sus padres.
Pero ¿no ha oído el ruido que hace a veces en la cocina o
en la caseta del perro? Es el más ruidoso de todos.
Tipkin Bueno, sir Harry, ya que me asegura que este mucha-
cho puede hablar, le creeré.
Humphry Puedo hablar cuando lo considero oportuno y
puedo callar la boca cuando es preciso.
Sir Harry Bien dicho, Numps. (Aparte). Sinvergüenza, ya
veo que lo haces bien si quieres.
Tipkin Ven hacia mí, primo Humphry.
Sir Harry Sí, acércate a nosotros, con el sombrero bajo el
brazo. (Aparte). Alegra tu semblante.
Tipkin Ya veo, sir Harry, que no le ha enseñado a brincar
con un maestro de danza francés. Él no anda con pasos
medidos. No ha aprendido a caminar bailando una cou-
rante o una bourée.31 Sus pasos son naturales, sir Harry.
Humphry No lo sé, pero así es como caminamos en el oeste
de Inglaterra.
Sir Harry Sí, cierto, Numps, y así lo hacemos nosotros tam-
bién. ¡Ja, ja, ja! Hermano, por favor, observa su hechura;
no es de tu raza débil y estirada. Ven aquí, Numps.
(Aparte). ¿No puedes ponerte derecho? (Midiendo sus
hombros).
Tipkin Supongo que esta no es la primera vez, sir Harry, que
ha medido sus hombros con su vara.
31
La courante, también conocida como coranto o corant, era como se
denominaba a una familia de danzas ternarias francesas de finales
del Renacimiento y principios del periodo barroco. La bourée es
una danza popular francesa tradicional de Auvernia y provincias
vecinas, con muchas variantes regionales. Se trata de una danza
rápida, en dos, cuatro o tres tiempos.
— 66 —
el marido afectuoso, o los tontos de capirote
Sir Harry Mire, hermano, dos pies y medio en los hombros.
Tipkin ¿Dos pies y medio? Debemos llegar a algún acuerdo
con los niños más pequeños.
Sir Harry ¡No como él, desde luego!
Tipkin Puede ver a su prima cuando lo desee.
Humphry Pero escúcheme, tío, tengo una objeción que pre-
fiero mencionar antes del casamiento y no después.
Tipkin ¿Cuál es, cuál es?
Humphry Mi prima, ya sabe, es mi pariente, y no creo que
sea legal que un joven se case con sus propios parientes.
Sir Harry Escucha, escucha, Numps. Tenemos una forma
de solucionar todo esto. (Aparte). ¡Sinvergüenza! ¡Fíjate
en esta porra! ¡Tu prima! Imagina que me tuviera que
casar con tu abuela, ¿qué pasaría entonces?
Tipkin Bueno, ¿le ha satisfecho su padre en ese asunto, señor
Humphry?
Humphry Sí, sí, señor, muy bien. No tengo ninguna otra
objeción. No, no, ni en lo más mínimo, señor.
Tipkin Entonces, escuche, hermano, iremos a comer algo y
dejar zanjado el asunto.
Sir Harry Vamos, dejaremos a Numps aquí. Conoce el
camino. (Aparte). ¡No casarse con sus propios parientes,
sinvergüenza!
Salen sir Harry y Tipkin.
Humphry ¡Muy bien, muy bien! ¡Qué hermoso está el parque
lleno de soldados, de ciervos, de patos y de mujeres! ¡Ja!
¿Adónde han ido los viejos? ¿Dónde pueden estar? Le
preguntaré a esta gente.
— 67 —
richard steele
Entran Pounce y Fainlove.
Humphry Apuesto caballerete, ¿ha visto a mi padre?
Fainlove ¿Su padre, señor?
Humphry Un anciano caballero enfadado con cara de coma-
dreja, de zancas largas y flacas.
Fainlove No, señor.
Humphry ¿Con un bastón de manzano silvestre en la mano?
Pounce No nos hemos topado con nadie de esas característi-
cas, pero estoy seguro de que le he visto a usted anterior-
mente. ¿No es el señor Humphry Gubbin, hijo y heredero
de sir Henry Gubbin?
Humphry Soy su hijo y heredero, pero por cuánto tiempo
voy a serlo, no le puedo decir, porque habla todos los días
de desheredarme.
Pounce Querido señor, permítame abrazarle. No, no se
ofenda si me tomo la libertad de besarlo. Señor Fainlove,
se lo ruego, bese al caballero. (Lo besa Fainlove). No,
querido señor, no nos mire fijamente ni se sorprenda, ya
que siempre he deseado que me conociera mejor desde
un día en que le vi cuando amenazó con el puño a su
padre cuando este le daba la espalda. Debo reconocer
que siento gran admiración ante un caballerete rebelde.
Humphry Vaya, señor, ¿no le dolería a un hombre tener a
un viejo tonto desairándole continuamente delante de
la gente?
Pounce Vaya por Dios, le trata como a un niño.
Humphry ¡Como a un niño! Me pega de vez en cuando
como si fuera uno de sus perros. No se puede imaginar lo
enfadado que estaba esta mañana porque dudé un poco
si casarme con mi propia prima.
— 68 —
el marido afectuoso, o los tontos de capirote
Pounce Un hombre no puede ser tan escrupuloso, señor
Humphry, un hombre no puede ser tan escrupuloso.
Humphry Señor, yo bien podría amar mi propia carne y mi
propia sangre. Discutiríamos como hermano y hermana;
¿cree que no deberíamos, señor…? Caballeros, ¿podría
rogarles que me dijesen sus nombres?
Pounce Señor, yo soy la persona encargada de preparar las
cláusulas del matrimonio entre usted y su prima.
Humphry ¿Lo dice en serio? Entonces, me puede informar
de algunos aspectos que me conciernen. Dígame, señor,
¿qué patrimonio voy a heredar?
Pounce Mil quinientas libras al año, un patrimonio
vinculado.
Humphry Me alegra de corazón oír eso; y ¿podría respon-
derme otra pregunta? Dígame, ¿qué edad tengo en este
momento?
Pounce Veintitrés cumplidos el pasado marzo.
Humphry Entonces, tan seguro como que usted está ahí, me
han engañado. Alguien del vecindario me había dicho
que nací el mismo año que se construyó el palomar, y
todo el mundo sabe que el palomar tiene veintitrés años.
Me parece que he sido engañado. Le he obedecido todo
este tiempo, como si hubiese estado obligado a ello.
Pounce En absoluto, señor. Su padre no le puede quitar ni
un acre de las mil quinientas libras al año.
Humphry ¡Qué ingenuo he sido por haber hecho lo que él
quería durante tanto tiempo!
Pounce Un hombre tan apuesto y rico como usted debe
encontrar suficientes mujeres que no estén emparenta-
das con usted.
— 69 —
richard steele
Humphry Mire, señor como-se-llame, en lo referente a mi
belleza no lo sé, pero debe de gustarles. Pero, señor, ¿no
podría preguntarle su nombre?
Pounce Mi nombre, señor, es Pounce, a su servicio.
Humphry ¿Pounce, con P?
Pounce Sí, señor, y Samuel con S.
Humphry Entonces, señor Samuel Pounce, ¿conoce alguna
buena mujer que crea que me pudiera gustar? Porque,
a decir verdad, le tengo antipatía a mi prima desde el
momento en que mi padre me la propuso como esposa.
Y como todo el mundo sabe que me vine a casar, no me
importa rendirme y parecer receloso.
Pounce Tengo una idea que me ha venido a la cabeza. ¿Ve a
este joven? Tiene una hermana, con una fortuna prodi-
giosa. Creo que deberían conocerse.
Fainlove No pretendo que un caballero tan perfecto como
el señor Humphry se interese por mi hermana, pero
siendo amigo suyo, estaré a su servicio en este asunto.
Humphry Si yo tuviera a su hermana, ella y yo viviríamos
como dos tortolitos.
Pounce Señor Humphry, no puede volver a ser engañado; le
llevaré con amigos. Señor Fainlove, debe meterlo en el
cuarto privado de la señora Clerimont.
Fainlove Ella estará encantada de conocerlo, ya que le gus-
tan los caballeros de conducta exquisita.
Pounce ¡Cómo, señor, una persona de sus pretensiones,
con un patrimonio libre de impuestos, sin repartos que
pagar! Es incivilizado el modo en que lo tratan. Señor
Humphry, me temo que quiere dinero. Esto es para usted.
(Dándole un monedero). ¡Un hombre de su talento!
— 70 —
el marido afectuoso, o los tontos de capirote
Humphry Y aun así, ya ve, señor, cómo me tratan. Querido
señor, usted es el mejor amigo que he tenido en toda mi
vida. Ahora que tengo dinero, tráigame a su hermana y
le aseguro que me portaré bien. Un hombre es otra cosa
con dinero en el bolsillo, ya sabe.
Pounce. (Aparte). ¡Qué poco se pregunta el zoquete por qué
le debería dar dinero! (A Humphry). Nunca lo necesitará,
señor Humphry, mientras yo lo tenga, señor Humphry.
Mas, querido amigo, me debo despedir de usted; tengo
un negocio extraordinario entre manos, no me puedo
quedar, pero no debéis decir ni una palabra.
Fainlove Pero debe ponerse usted en camino dentro de
media hora y le presentaré en casa de la señora Clerimont.
Pounce Hágales creer que está dispuesto a casarse con su
prima Bridget, hasta que la oportunidad llegue. Me des-
pido, querido amigo.
Salen Pounce y Fainlove.
Humphry Adiós, buen Samuel Pounce. Pero vamos a ver mi
dinero. Es gran verdad el viejo dicho: que un hombre
atiende mejor a las amistades de desconocidos que a las
suyas propias. Vamos a contar mi dinero; uno, dos, tres,
cuatro por este lado; uno, dos, tres, cuatro por esa parte.
Es una estupidez poner todo el dinero en un mismo bol-
sillo; tanto como que un hombre tenga toda su hacienda
en un solo condado. Estas cinco en mi faltriquera. Guar-
daré estas en la mano por si se presenta la ocasión de gas-
tarlas. Pero esta ciudad está llena de carteristas; volveré
a casa de nuevo.
Sale silbando.
— 71 —
richard steele
segundo acto
Entran Pounce y el capitán Clerimont
con su brazo en cabestrillo.
Pounce Ahora ya está bien informado sobre la tía y la
sobrina para amoldar su modo de proceder.
Capitán Clerimont Pero conseguir hablar con ella a solas
es la gran cuestión.
Pounce La vieja solterona se siente muy atraída por la juven-
tud y le gustan mucho los hombres y el dinero. En uno
de estos aspectos, al menos, estoy seguro de poder satis-
facerla, invirtiendo sus peniques en anualidades o en
acciones de una de las compañías; de un modo u otro,
encontraré la forma de entretenerla y de comprometerte
con la joven.
Capitán Clerimont Puesto que ahora es el turno de la
dama, un hombre tan ocupado y elegante como el señor
Pounce tiene que caerle en gracia.
Pounce Y usted también, pero no deben verle conmigo
en el primer encuentro. Las perseguiré mientras usted
observa a distancia.
Salen.
Entran Barsheba y Biddy Tipkin.
Biddy ¿No fue mi galán quien silbó con tanto encanto en
el salón antes de salir esta mañana? Es el más perfecto
caballero.
— 72 —
el marido afectuoso, o los tontos de capirote
Barsheba Vamos, sobrina, vamos. No haces bien en diver-
tirte con tus parientes, especialmente con un joven que
es tan considerado contigo.
Biddy ¡Considerado conmigo! ¡Qué frase es esa para expre-
sar los dardos y las llamas, los suspiros y languidecimien-
tos de un enamorado que espera!
Barsheba Te ruego, sobrina, que te abstengas de esta ociosa
estupidez y hables como el resto de la gente. Tu primo
Humphry dirá la verdad y hablará de corazón, y eso es
mucho mejor que las conversaciones y los elogios de los
libros de caballerías.
Biddy Buena señora, no hieras mis oídos con tales expresio-
nes. ¿Crees que podré amar alguna vez a un hombre que
sea honesto y cordial? ¡Qué amor de campesino sugieren
estas toscas palabras! ¡Honesto y cordial! Por favor, tía,
esfuérzate un poco para embellecer tu estilo.
Barsheba Ay, prima Biddy, estas frívolas novelas te han
hecho perder la cabeza.
Biddy ¿Cuántas veces te debo pedir, señora, que no uses
este apelativo familiar: «prima Biddy»? Nunca lo oigo
sin ruborizarme. ¿Alguna vez te has topado con una
heroína en esas frívolas novelas, como tú dices, que se
llame Biddy?
Barsheba ¡Ay!, prima, prima. No dices más que disparates,
nada más que disparates.
Biddy No, siempre hay algo tierno y atrayente en el nombre
de la heroína; algo que nos da una idea de la dulzura
de su belleza y de su comportamiento; un nombre que
se desliza por media docena de tiernas sílabas, como
Elismonda, Clidamira, Deidamía;32 que se escapa de la
32
La correspondencia entre Elismonda y Theano es recogida por Eliza
Fowler Haywood en Love-Letters on All Occassions, lately passed
between Persons of Distinction, recopiladas por Mrs. E. H., John
— 73 —
richard steele
lengua sobre vocales, no silbando entre los dientes ni
rompiéndolos con consonantes. Esos apelativos que evo-
can familiaridad resultan groseros, cuando hay Aurelia,
Sacharissa o Gloriana,33 para mujeres de condición; y
Celia, Chloris, Corinna, Mopsa,34 para sus doncellas y
para aquellas de rango inferior.
Brindley, Robert Willock, John Jackson, John Penn y Francis Cogan,
Londres, 1730.
Clidamira es uno de los personajes de la novela de Madame de
Scudéry, Clelia, an Excellent New Romance: The Whole Work in
Five Parts, traducida al inglés en 1678 por J. Davies (partes 1-3) y
G. Havers (partes 4 y 5), publicada en Londres por H. Herringman,
D. Newman, T. Cockerel, S. Heyrick, W. Cadman, S. Loundes, G.
Marriot, W. Crook y C. Smith.
Deidamía es un personaje de la mitología griega, hija de Licomedes,
rey de Esciro. Aquiles, años antes de la guerra de Troya, disfrazado
de doncella, fue a ocultarse en la corte de Licomedes y mantuvo una
relación amorosa con ella, que dio como fruto a su hijo Pirro.
33
Aurelia, madre de Julio César, fue una dama romana del siglo i a.
C. muy admirada en la antigüedad, debido al cariño y esmero con
los que educó a su hijo.
Sacharissa es una de las protagonistas de los Poemas (Poems) de
Edmund Waller, publicados en 1645. Con ese nombre, el poeta se
refiere a lady Dorothy Sidney, a quien cortejó, en vano, tras el falle-
cimiento de su primera esposa.
La reina de las hadas Gloriana (Faerie Queene Gloriana) es como
se refiere Edmund Spenser a la reina Isabel I en el poema épico que
le dedicó, La reina de las hadas (The Faerie Queene) y que completó
en 1596.
34
Celia es la protagonista de la balada inglesa del siglo xvii El lamento
de Amintor por la crueldad de Celia (Amintor’s Lamentation for
Celia’s Unkindness), que cuenta la historia de un joven que se ena-
mora de ella, que no le corresponde, e incluso abandona el país para
huir de él.
Chloris es una ninfa, en la mitología griega, que se casó con el
dios del viento, Céfiro.
Corinna es un personaje que aparece en una canción publicada
en 1601, «Cuando Corinna canta acompañada de su laúd» («When
to her lute Corina sings»), de Thomas Campion, en su álbum A
Book of Ayres.
Mopsa es la protagonista de un poema satírico incluido en la Ar-
cadia, de sir Philip Sidney, en 1593.
— 74 —
el marido afectuoso, o los tontos de capirote
Barsheba Mira, Biddy, no lo aguanto más. No sé dónde has
aprendido esta sutileza; pero te puedo decir, de verdad,
que, tanto como lo desprecias, tu madre fue una Bridget
antes que tú y una excelente ama de casa.
Biddy Buena señora, no me reproches que mi madre se lla-
mara Bridget y que fuera una buena ama de casa.
Barsheba Sí, digo que lo fue; e invirtió su tiempo en mejo-
res aprendizajes de los que tú hayas conocido jamás: no
leyendo sobre luchas y batallas entre enanos y gigantes,
sino en escribir recetas para caldos, tisanas, velas y medi-
cinas para los empachos, como procedía que hiciera una
dama del campo.
Biddy ¡Mi madre, y una Bridget!
Barsheba Sí, sobrina, lo digo otra vez: tu madre, mi her-
mana, era una Bridget; la hija de su madre Margery, de
su madre Sisly, de su madre Lice.
Biddy ¿No tienes compasión? ¡Oh, que bárbara genealogía!
Barsheba De su madre Winifred, de su madre Joan.
Biddy Ya que vas a continuar, tengo que decirte que no estoy
satisfecha con el tema de mi nacimiento. Muchos niños
han sido abandonados en cabañas con padres anónimos
hasta que, por casualidad, algún antiguo sirviente de la
familia los reconoce por sus marcas.
Barsheba Sí, deberías haber sido buscada. Es como cuando
te refieres a los vientos como «vendavales que abanican»
ante no sé cuánta gente; y el árbol que fue derribado
por ellos tenía, en realidad, un espíritu prisionero en su
tronco.
Biddy ¡Ignorancia!
Barsheba Luego, esta mañana, había un dragón volador en
una nube.
— 75 —
richard steele
Biddy ¿Qué ojos tenías, que no podías ver nada? Por mi
parte, lo considero un prodigio y espero que me suceda
algo extraordinario antes de que anochezca. Pero tú tie-
nes muy mal gusto para estas cosas. ¿Cuántas nobles des-
cripciones de novelas se habrían perdido, si los escritores
hubieran sido personas como tú?
Barsheba Ojalá hubieran colgado a los escritores y quemado
sus libros antes de que los hubieras visto.
Biddy ¡Simplezas!
Barsheba Un montón de mentiras improbables.
Biddy En verdad, señora, tus burlas son toscas.
Barsheba Solo sirven para corromper a jóvenes doncellas y
llenar sus cabezas de miles de sueños tontos de no sé qué.
Biddy No, señora, ahora exageras.
Barsheba Lo que te digo no es para afligirte, sino para acon-
sejarte por tu bien.
Biddy ¿Qué? ¡Quemar a Filocles,35 Artajerjes,36 Oroondates
y al resto de enamorados heroicos y desposar a mi tonto
aldeano, mi primo Humphry!
Barsheba ¡Ay, querida, ay, querida Biddy! Por favor, aprende
a comportarte y a hablar como el resto de la gente. Vamos,
vamos, te casarás con tu primo y vivirás cómodamente.
Biddy ¡Vivir cómodamente! ¿Qué clase de vida es esa? ¡Que
una rica heredera viva cómodamente! Te ruego, tía, que
35
The Two Lancashire Lovers, or the Excellent history of Philocles and
Doriclea es una novela en prosa escrita por Richard Brathwaite
en 1640.
36
Artajerjes fue un rey persa cuya vida fue narrada por Plutarco en
su obra Vidas paralelas, escrita entre el 96 y el 117 a. C. En 1579 se
publicó una traducción al inglés de Sir Thomas North titulada The
lives of the noble Grecians & Romans (Londres: Thomas Vautroullier
y John Wight).
— 76 —
el marido afectuoso, o los tontos de capirote
aprendas a mejorar tus ideas. ¿Qué es, me pregunto, vivir
cómodamente?
Barsheba Vivir cómodamente es vivir con prudencia y fru-
galidad, como lo hacemos en Lombard Street.
Biddy ¡Como nosotros! Esa sí que es una buena vida, con un
sirviente de cada sexo. Vamos a ver para cuántas cosas
sirve nuestro cochero: cepilla sus caballos, pone el man-
tel, afila los cuchillos y, a veces, hace las camas.
Barsheba Un buen sirviente debe echar una mano en todo
a su familia.
Biddy No hay nadie en nuestra familia que no tenga dos o
tres quehaceres diferentes: John es el mayordomo, lacayo
y cochero, del mismo modo que Mary es cocinera, lavan-
dera y sirvienta.
Barsheba Bueno, ¿y te burlas de eso?
Biddy No, yo no; ni de los caballos del carruaje, aunque uno
tenga un trote tranquilo, para que lo monte mi tío, y el
otro un paso más lento, para tu silla de montar lateral.
Barsheba Y también te burlas del buen manejo de tus fami-
liares, ¿no?
Biddy No, estoy muy satisfecha de que todos en esta casa
sean criaturas del mundo de los negocios; pero sí que
tenía esperanza de que mi pobre cachorrito pudiera haber
vivido conmigo, disfrutado de mi fortuna, sin tener que
trabajar; pero mi tío amenaza cada día con hacer que se
encargue de girar el asador, para que él también, en su
medida, pueda ayudarnos a vivir cómodamente.
Barsheba Escucha, prima Biddy.
Biddy Juro que me sacáis de mis casillas cuando nuestro
mayordomo, con su cauto semblante, nos conduce a
todos metidos en un carruaje tirado por un caballo que
— 77 —
richard steele
anda sin prisa y otro que va al trote, con sus provisiones
detrás para la familia, desde el sábado por la noche hasta
el lunes por la mañana, con destino a Hackney; entonces
sí que damos imagen de comodidad.
Barsheba Así es y así será siempre si te casas con tu primo
Humphry.
Biddy No nombres a esa criatura.
Barsheba ¡Criatura! ¡Llamar a tu propio primo criatura!
Biddy Oh, vamos a ir yendo. Allí veo venir a otra criatura
que se encarga de los asuntos legales de mi tío y que
creo que ha preparado los documentos notariales, ¡esos
temibles documentos!
Barsheba ¡Llamar al señor Pounce criatura también! Ahora
no me cabe duda de que eres tonta. Te quedarás y apren-
derás más ingenio de él en una hora que en miles de tus
necios libros en siglos. Tu servidor, el señor Pounce.
Entra Pounce.
Pounce Señoras, espero no interrumpir una charla privada.
Barsheba De ninguna manera, señor.
Pounce Detestaría que me considerasen uno de esos que
piensan que tienen el privilegio de relacionarse con todo
tipo de gente, sin otro propósito que soltar una gran car-
cajada o gastar una broma.
Biddy (Aparte). Habla con el semblante y la solemnidad de
un paladín.
Pounce Señora, el otro día compré a las tres y media y vendí
a las siete.
Barsheba Entonces, señor, le ruego que vendáis por mí a
tiempo. Sobrina, hazle caso; tiene una sabiduría infinita.
— 78 —
el marido afectuoso, o los tontos de capirote
Pounce Esto de lo que hablo era para usted. Nunca rechazo
la oportunidad de ayudar a mis amigos.
Barsheba Realmente, señor Pounce, declaro, sin ánimo de
halagar, que es usted el hombre más sabio del mundo.
Pounce Le aseguro, señora, que anoche dije delante de cien
ciudadanos que la señora Barsheba Tipkin era la joven
más ingeniosa de las Liberties.37
Barsheba Pero, señor Pounce, qué bromista es. Pero usted
siempre está con los mejores, sin ninguna duda; no es de
extrañar que sepa tanto.
Biddy ¡Ocioso, ocioso!
Pounce Pero, señora, usted conoce a Alderman Greygoose;
es un bromista memorable. Pues él dice que brindemos
por la señora Barsheba; ella es mi dama.
Barsheba Ese hombre me hace partirme de risa, es tan bro-
mista. (Aparte). El señor Pounce pretende hacerme creer
que Greygoose ha dicho todo esto, pero sé que es fruto de
su propio ingenio, porque está enamorado de mí.
Pounce (Aparte). Señora, tengo cierto asunto que le debería
comunicar.
Barsheba (Aparte). Sí, va a ser eso. Quiere revelarme sus
pensamientos.
Entra el capitán Clerimont paseando.
Pounce Oh, señor Clerimont, señor Clerimont. Señoras,
permítanme presentarles a este joven. Es mi amigo, un
joven de gran virtud y de bien, ya que es un casaca roja.
37
A finales del siglo xvii, la zona de Londres conocida como las Liber-
ties (‘Libertades’) se extendía desde la Torre de Londres, al este, y
el Temple Bar, en Fleet Street, al oeste. Más allá de esta zona estaba
Westminster.
— 79 —
richard steele
Barsheba Si es su amigo, no dudamos de su virtud.
Capitán Clerimont Señoras, están tomando el fresco
aliento de la mañana.
Biddy (Aparte). Buena frase.
Barsheba Ese es el momento más agradable con este tiempo
tan caluroso.
Capitán Clerimont Oh, esta es la estación de los rocíos
perlados y de los céfiros suaves.
Biddy (Aparte). ¡Sí! Te ruego que escuches eso otra vez, tía.
Pounce ¿No deberíamos descansar en aquel asiento? Me
encanta la buena compañía y conversar.
Barsheba (Aparte). Sí que es cierto. Está enamorado de
mí y busca la oportunidad de decírmelo. (A él). No me
importa que lo hagamos. (Aparte). Es un hombre de lo
más ingenioso.
Salen Barsheba y Pounce.
Capitán Clerimont Disfrutamos aquí, señora, de todos los
hermosos paisajes de la campiña, sin el esfuerzo de tener
que ir hasta allí.
Biddy El arte y la naturaleza rivalizan, o más bien se alían,
para adornar este maravilloso parque con esta agradable
variedad de agua, sombra, caminos y aire. ¿Qué puede
ser más encantador que estos floridos prados?
Capitán Clerimont ¿O estas melancólicas sombras?
Biddy ¿O estos adornados valles?
Capitán Clerimont ¿O este arroyo transparente?
Biddy ¿O estas reverentes ramas en sus orillas, que parecen
admirar su propia belleza en el espejo de cristal?
— 80 —
el marido afectuoso, o los tontos de capirote
Capitán Clerimont Estoy sorprendido, madame, por
la delicadeza de su expresión. ¿Pueden proceder tales
expresiones de Lombard Street?
Biddy ¡Pobre de mí, señor! ¿Qué se puede esperar de una
inocente doncella que ha estado emparedada casi vein-
tiún años, alejada de la conversación de la humanidad,
cuidada por una tía hechicera como Urganda?38
Capitán Clerimont ¡Ay, señora, cómo han abusado de
usted! Muchas mujeres más jóvenes que usted ya han
tenido cientos de lanzas rotas a su servicio y muchos
dragones cortados en pedazos en su honor.
Biddy (Aparte). ¡Oh, qué hombre más encantador!
Capitán Clerimont ¿Cree usted que Pamela tenía veintiún
años antes de conocer a Musidorus?
Biddy (Aparte). Podría estar oyéndole siempre.
Capitán Clerimont Una dama de su ingenio y belleza
podría haber dado ocasión para una novela completa
tamaño folio antes de esa edad.
Biddy (Aparte). ¡Oh, qué poderes! ¿Quién puede ser él? (A
él). Oh, joven desconocido, permitidme, en primer lugar,
saber a quién me estoy dirigiendo, ya que no tengo el
gusto de conocer ni su persona ni su historia. Usted real-
mente parece haber estado en conflicto, por su compor-
tamiento y por la marca distintiva de su valentía, por
cierto, muy merecida. ¿No puedo saber qué belleza cruel
le ha obligado a vivir tales aventuras hasta que se com-
padeció de usted?
Capitán Clerimont (Aparte). ¡Oh, la hermosa meque-
trefe! (A ella). ¡Oh, Blenheim, Blenheim! ¡Oh, Cordelia,
Cordelia!
38
Urganda era el nombre de una hechicera en los romances de Amadís
de Gaula y Palmerín de Inglaterra.
— 81 —
richard steele
Biddy Usted menciona el lugar de la batalla. Estaría encan-
tada de escuchar una descripción exacta de ella. Nuestros
documentos públicos son tan deficientes que no hacen
mucho más que contar cómo salió el sol en un día glo-
rioso. ¿No hubo muchísimos vuelos de buitres antes de
que empezara la batalla?
Capitán Clerimont Oh, señora, han devorado a la mitad
de mis conocidos.
Biddy Ciertamente, nunca unos pájaros de presa se dieron
tan gran festín. Según se dice, deben de haber vivido
medio año de los brazos y piernas que nuestras tropas
dejaron tras de sí.
Capitán Clerimont De no haber luchado cerca de un bos-
que, nunca hubiésemos tenido suficientes piernas con las
que regresar a casa. El carpintero de la Guardia de a Pie
ha hecho fortuna gracias a ello.39
Biddy No perdonaré nunca a su general. Ha hecho que mis
antiguos héroes perdieran la compostura. Ha humillado
a Ciro y a Alejandro tanto como a Luis el Grande.40 Pero
¿cuál fue su papel en esa batalla?
Capitán Clerimont Solo esta pequeña lesión, pues el astró-
logo dijo cuando nací que ni fuego, ni espada, ni pica, ni
39
La Guardia de a Pie (Foot Guards) de la Guardia Real del Reino
Unido está integrada por los cuatro regimientos de infantería (la
Guardia Escocesa, la Guardia Irlandesa, la Guardia Galesa y la
Guardia de Coldstream) y la Guardia de Granaderos.
40
Ciro II el Grande (ca. 600/575-530 a. C.), rey aqueménida de Persia,
fue el fundador del primer imperio persa (el imperio arqueménida),
cuyos dominios se extendían hasta parte de Mesopotamia y de la
meseta central de Irán. Alejandro III de Macedonia (365-323 a. C.),
más conocido como Alejandro Magno o Alejandro el Grande, fue,
además de rey de Macedonia, hegemón de Grecia, faraón de Egipto,
rey de Asia y gran rey de Media y Persia. Luis XIV de Francia (1638-
1715), conocido como el Rey Sol o Luis el Grande, fue rey de Francia
y de Navarra, y copríncipe de Andorra.
— 82 —
el marido afectuoso, o los tontos de capirote
mosquete destruirían a este niño, pero que se guardara
de ojos hermosos. Pero, señora, ¿no debería implorar el
nombre de la mujer que ha cautivado de tal modo mi
corazón?
Biddy No puedo adivinar a quién se refiere con esa descrip-
ción, pero si pregunta por mi nombre, debo confesar que
me pone en la tesitura de revelar lo que siempre he man-
tenido como el mayor de mis secretos, porque, ¿lo creerá
usted?, me han llamado... no sé cómo tomármelo, pero
me han llamado Bridget.
Capitán Clerimont ¿Bridget?
Biddy Bridget.
Capitán Clerimont ¿Bridget?
Biddy Le ruego perdone mi confusión, señor; y si tiene oca-
sión de mencionarme, que sea como Partenisa,41 ya que
es el nombre que he asumido desde que tengo años para
ser discreta.
Capitán Clerimont ¡La intolerable tiranía de los padres,
que ponen nombres a niños indefensos de los que se ten-
drán que avergonzar el resto de sus vidas! No creo que
haya un apellido en el mundo que encaje bien con él.
Biddy ¿No? ¿Qué le parece Tipkin?
Capitán Clerimont ¡Tipkin! Creo que, si fuera una joven
y tuviera ese apellido, me lo quitaría inmediatamente.
Biddy ¿Y cómo se lo quitaría?
Capitán Clerimont Lo cambiaría por otro. Le podría
recomendar uno de tres bonitas sílabas. ¿Qué le parece
Clerimont?
41
Partenisa era la heroína de una novela del mismo nombre escrita
por Roger Boyle, conde de Orrery, cuyos dos primeros volúmenes
se publicaron en 1651.
— 83 —
richard steele
Biddy ¡Clerimont! ¡Clerimont! Muy bien. ¿Pero qué derecho
tengo para tal apellido?
Capitán Clerimont Si usted me lo permitiera, yo se lo
otorgaría. Con muy pocas palabras, se lo podría ceder a
usted y después a sus hijos.
Biddy ¡Por Dios! ¿Adónde va tan deprisa? Usted sabe que
un enamorado debería suspirar en privado y languidecer
varios años antes de revelar su pasión; debería retirarse
a una solitaria arboleda y hacer del bosque y de los ani-
males salvajes sus confidentes. Usted se lo debería haber
dicho al eco medio año antes de haberlo revelado, incluso
a mi sirvienta. ¡Y mucho menos hablarme de niños! ¿Oyó
alguna vez hablar de una heroína con una gran barriga?
Capitán Clerimont ¿Qué puede hacer un enamorado,
señora, ahora que la raza de los gigantes está extinta? Si
hubiera vivido en aquellos tiempos, no habría existido
un mortal de metro ochenta y dos centímetros de altura
que no hubiese tenido a Partenisa por el parangón de
belleza, so pena de que yo lo derribase. Partenisa debería
haber sido oída por los arroyos y desiertos a medianoche;
el estribillo del eco y el murmullo del río.
Biddy ¡En verdad esa había sido una edad dorada! Pero mire,
mi tía ha dejado a su circunspecto compañero y está
viniendo hacia nosotros. Le ordeno que se vaya.
Capitán Clerimont De este modo Oroondates, cuando
Estatira lo privó de su presencia,42 se lanzó a sus pies y le
imploró permiso para vivir. (Ofreciéndole arrodillarse).
Biddy Y de esa manera Estatira lo levantó del suelo, permi-
tiéndole vivir y amar.
42
Estatira era un personaje de la novela Cassandra. Viuda de Ale-
jandro Magno e hija de Darío, tras superar muchas dificultades,
consiguió casarse con Oroondates.
— 84 —
el marido afectuoso, o los tontos de capirote
Sale el capitán Clerimont.
Entra Barsheba.
Barsheba ¿No está mejorando mucho la conversación del
señor Pounce, sobrina?
Biddy ¿No es Clerimont un nombre muy bonito, tía?
Barsheba Es tan discreto.
Biddy Es tan galante.
Barsheba Tan sentencioso en sus expresiones.
Biddy Tan pulido en su lenguaje.
Barsheba Todo lo que dice, a mi parecer, se asemeja tanto
a un sermón.
Biddy Todo cuanto dice tiene sabor a libro de caballerías.
Barsheba ¿Libro de caballerías, sobrina? ¡El señor Pounce!
¿Qué sabores de libro de caballerías?
Biddy No, yo me refería a su amigo, el perfecto señor
Clerimont.
Barsheba ¡Por Dios! ¡Alguien de tu edad elogiando a un
joven!
Biddy ¡Alguien de mi edad guiada sobremanera por el ejem-
plo! No te disgustó el señor Pounce.
Barsheba ¡Qué! ¿Reprobadora también? Veo que no puedo
confiar en ti fuera de la casa. Un momento de aire fresco
no hace sino que te enamores más de desconocidos y
desprecies a tus propios parientes.
Biddy Ciertamente, estoy ubicada entre vosotros por el poder
de algún encantamiento, pero espero haber tomado a mi
servicio a alguien esta mañana para buscar aventuras y
romper el hechizo.
— 85 —
richard steele
Barsheba ¡Disparates, Biddy, de verdad! Nada más que dis-
parates. Tu primo Humphry romperá el hechizo.
Biddy No lo nombres. Prefiero que me llames Biddy a que
nombres a ese bruto.
Salen Barsheba y Biddy.
Entran el capitán Clerimont y Pounce.
Capitán Clerimont ¡Un perfecto quijote en enaguas! Le
digo, Pounce, que se rige plenamente por los libros de
caballerías, lo lleva en la sangre. Se altera según sus
reglas y se sonroja siguiendo su ejemplo. Si hubiera
podido ofrecerle un ejemplo del consentimiento de una
dama a primera vista, habría conseguido su compromiso
en ese momento. ¡Cómo tengo que maldecir frías deter-
minaciones de Filocleas y Estatiras! Estoy perdido por
falta de precedentes.
Pounce Estoy seguro de que trabajé duramente para favo-
recer su conversación y manejé a la vieja todo el tiempo
con algo que complacía su vanidad o su codicia. He
tenido en cuenta todos los temas de conversación que
le podrían interesar: la Antigua Compañía y la Nueva,43
43
A finales del siglo xvi, la rivalidad entre las naciones europeas por el
poder comercial y político en la India las llevó a fundar compañías
de comercio. En Inglaterra se creó la East India Company, en 1600.
Los agentes de las compañías británicas procuraron familiarizarse
con las costumbres y lenguas indias, hasta el punto de que vivían
como los indios, mezclándose en matrimonio con ellos e incluso
renunciando a regresar a su país de origen. Ese conocimiento que
adquirieron los británicos sobre India y los acuerdos que firmaron
con los comerciantes indios les dieron ventaja sobre otros europeos.
La East India Company, pasó a llamarse London Company y pasó
a ser denominada vulgarmente como la «Old Company» (la Anti-
gua Compañía), cuando, en 1698 se aprobó una ley que, entre otras
cosas, establecía el comercio con las Indias Orientales, creándose
la English Company Trading to the East Indies, que pasó a ser la
«New Company» (la Nueva Compañía). Véase The Early Annals of
the English in Bengal, being the Bengal Public Consultations for the
— 86 —
el marido afectuoso, o los tontos de capirote
su propia complexión y juventud, los participantes en
un posible duelo, la Cámara de Londres, los bancos de
beneficencia y mis propias aventuras, hasta que me dijo
que tengo fama de ser el hombre más chistoso que jamás
ha venido al café de Garraway.44 Pues ha de saber usted
que hay famosos bribones y corredores de bolsa que se
hacen pasar por ingeniosos en la zona de la ciudad donde
ella vive, igual que lo hacen los vulgares tramposos y los
jugadores en la que vive usted.
Capitán Clerimont Lamento la tortura a la que ha estado
sometido, pero ¿qué es lo siguiente que debemos hacer
para conseguir a mi hermosa heroína?
Pounce ¿Lo siguiente que se debe hacer siguiendo el pro-
cedimiento ordinario? Usted ya la ha visto; el siguiente
acercamiento es en el que no puede subsistir un
momento sin enviarle lamentos musicales de su infor-
tunio mediante una serenata.
Capitán Clerimont Eso lo puedo apañar, señor. Tengo
un amigo medio escritor en la Armada, que ha escrito
una triunfante, única y clamorosa canción en honor a
nuestra última victoria, que impactará justo en la fanta-
sía de la ninfa. Lo tendré todo preparado lo más rápido
posible.
Pounce Cuando esté dándole la serenata ante la fortaleza,
estaré dentro y observaré cómo lo hace y le iré infor-
mando en consecuencia.
First Half of the Eighteenth Century, Summarised, Extracted and
Edited with Introductions and Illustrative Addenda, de C. R. Wilson
(Londres: W. Thacker & Co., 1895), p. 152. Pounce sacó a relucir el
tema de la Antigua Compañía y de la Nueva en su conversación con
Barsheba porque era conocedor de la afición de esta a cuestiones
relacionadas con las inversiones.
44
El café de Garraway estaba en Change Alley y era donde paraban
los comerciantes.
— 87 —
richard steele
Capitán Clerimont Debe vigilar al señor Humphry mien-
tras alimento la vanidad de Partenisa, ya que soy tan
experto en estos asuntos que no conozco sino a meque-
trefes que piensan conquistar a una mujer con cualquiera
de sus méritos. No es así, se debe hacer más bien satis-
faciendo los antojos de la amada que demostrando cual-
quier buena cualidad en uno mismo.
No es el mérito del amante lo que vence en el
campo de batalla,
sino solo aquellos a los que se rinde la hermosa
dama.
— 88 —
el marido afectuoso, o los tontos de capirote
tercer acto
escena primera
Entran la señora Clerimont, Fainlove,
con su perro, y Jenny.
Jenny Señora, el lacayo que le ha sido recomendado está
abajo, por si a su señoría le complaciera servirse de él.
Señora Clerimont ¡Por Dios! No creas que pensaré hacerlo.
Es imposible que sea bueno en algo. Los ingleses se toman
tantas libertades que haré que todos mis sirvientes sean
franceses. No puede haber ningún buen lacayo nacido
en una monarquía absoluta.
Jenny Le estoy agradecida a su señoría por tener tan buena
opinión de las doncellas en Inglaterra.
Señora Clerimont De hecho, Jenny, ojalá fueras real-
mente francesa; porque tú eres una inglesa simplona a
pesar de mi ejemplo. Tus brazos no hacen sino colgar
y los mueves perfectamente en las articulaciones; no
con un movimiento natatorio de toda tu persona. Pero
estoy hablando contigo y todavía no me he cambiado
hoy. ¡Qué buena compañía es una copa, para tener otra
personalidad! (Besa al perro). ¡Hablar en soliloquios!
¡Tener compañía que nunca nos contraría o desagrada!
¡El bonito y visible eco de nuestros actos! (Besa al perro).
Qué fácil es también ser liberada del corsé, donde una
mujer tiene algo como una silueta y, si no tiene silueta,
un buen aire. Pero me veo mejor cuando hablo. (Besa al
perro que está en brazos de Fainlove).
— 89 —
richard steele
Jenny Usted siempre se ve bien.
Señora Clerimont Porque siempre estoy hablando, lo que
desasosiega tu hosco temperamento inglés; pero no me
veo tan bien cuando estoy en silencio. Si me ofrezco a
hablar, entonces debo decir que… ¡Oh, por Dios, Jenny,
soy tan pálida que me tengo miedo a mí misma! No me
he puesto suficiente colorete. ¡Qué cara de pan tenía antes
de perfeccionarme y viajar para ser bella! Sin embargo,
hoy mi cara está diseñada con mucha hermosura.
Fainlove Cierto, señora, empieza usted a tener tan buena
mano que cada día está más joven.
Señora Clerimont Las mujeres, en el extranjero, solían lla-
marme señorita Tiziano,45 era muy famosa por mi colo-
rido; pero, venga, muchacha, tráeme mis cejas negras de
la habitación contigua.46
Jenny Señora, las tengo en mano.
Fainlove Sería una gran fortuna, para todos los que la van
a ver hoy, si pudiera cambiar los ojos también.
Señora Clerimont Basta de galanterías. No, espera, lle-
varé estas que tengo puestas, esta moda de rostro se lleva
mucho. La semana pasada vinieron tres señoras a con-
templar mi tez. Me considero una mujer hermosa esta
quincena, hasta que me doy cuenta de que soy demasiado
imitada. Creo que ya hay cien copias de mí.
45
Tiziano Vecellio di Gregorio (ca. 1477/1490-1576) fue un pintor ita-
liano del Renacimiento.
46
Ya a principios del siglo xviii las cejas negras hicieron furor en
Gran Bretaña como accesorio de moda. Como los cosméticos de la
época, que tenían trazas de plomo, provocaban la pérdida de pelo
en la frente y en las cejas, se empezó a cazar ratones para utilizar su
pelo para hacer cejas artificiales. Para más información al respecto
véase Sara Jane Downing, A Deadly Fashion: Beauty and Cosmetics
1550-1950, Shire, Londres, 2012.
— 90 —
el marido afectuoso, o los tontos de capirote
Jenny Querida señora, ¿no me dejará usted copiar el
próximo rostro al que renuncie?
Señora Clerimont Puedes, Jenny, pero te aseguro que
es una bonita muestra de malicia el que una mujer que
tiene ingenio para la belleza observe la servil imitación
de su comportamiento, su movimiento, sus miradas y
sus sonrisas.
Fainlove Sí, señora, lo cierto es que nada es tan ridículo
como imitar lo inimitable.
Señora Clerimont Es cierto lo que dices, Fainlove. El
porte francés no se aprende, como tampoco el idioma,
sin ir allí. Entonces, ver algunas pobres damas, que tie-
nen bufonescos y mezquinos maridos ingleses, cambiar y
atormentar sus viejos ropajes de tantas formas y teñirlos
de tantos colores para imitarme… ¿Qué opinas, Jenny?
¿Qué opinas? ¿No dices nada?
Jenny Bueno, señora, todo lo que puedo decir…
Señora Clerimont No. Creo, Jenny, que ya no tienes nada
más que decir que el resto de las campesinas que asienten
con la cabeza y hablan solo cuando el tiempo se lo per-
mite; son meros barómetros parlantes. En el extranjero,
la gente habla eternamente, son alegres y se entretienen.
En Inglaterra, el discurso no se compone de nada más
que de preguntas y respuestas. Estuve el otro día en una
visita en la que hubo un profundo silencio durante, creo,
la tercera parte de un minuto.
Jenny ¿Y estaba usted allí, señora?
Señora Clerimont Me corrompieron con su aburrimiento.
¿Quién puede mantener su buen humor en una visita
inglesa? Se sientan como en un funeral, en silencio en
medio de muchas velas. Una, quizás, inquieta a la habi-
tación diciendo que hace mucho frío. Después, todas
las mudas agitan sus abanicos hasta que se haga otra
— 91 —
richard steele
pregunta y, a continuación, todos los abanicos se cierran
de nuevo.
Entra un chico.
Chico Señora, su maestro de espineta ha llegado.
Señora Clerimont Hágalo pasar, es una muy grata
compañía.
Fainlove Su espineta lo es. Él nunca habla.
Entra el maestro de espineta.
Señora Clerimont ¡Hable, simplón! ¿Qué pasa? Guarda
silencio ¿no? Oh, señor, tiene que disculparme. He estado
muy ociosa. Bueno, perdóneme. (Se inclina el maestro).
¿Cree que canté perfectamente? (Se inclina). Pero le ruego
que me permita escucharle una vez más. Permítanos
verlo.
Maestro (Cantando).
Con aires estudiados y sonrisas fingidas,
Flavia engaña a mi cautivado corazón,
los hechizos lanzados son solo nuestros,
obras de la naturaleza no,
su hábil mano concede toda gracia,
y muestra en su rostro su imaginación.
Nutre con su arte mi amorosa rabia y
no ve la fuerza del futuro con temor.
Señora Clerimont Canta muy bien, pero debo confesar
que ojalá lo hubiera hecho al estilo francés. Obsérveme
cantarlo a la francesa:
Con aires estudiados, etc.
Toda la persona, cada miembro, cada nervio canta. La
manera inglesa consiste en ser solo un mero instrumento
musical para el tiempo que dure la canción, simplemente
— 92 —
el marido afectuoso, o los tontos de capirote
produciendo un sonido sin saber que lo hacen. Ahora, le
enseñaré un poco, como una mujer inglesa. Debe supo-
ner que le he negado veinte veces, he parecido tonta y
todo eso —luego, con las manos y la clara insensibles—
tengo un frío tremendo…
Con aires estudiados, etc.
Entra el sirviente.
Sirviente Señora, el capitán Clerimont y un hombre muy
raro han venido para servirle.
Señora Clerimont Déjales pasar a él y al caballero tan raro.
Fainlove ¡Oh! Señora, este es el hidalgo del que le estuve
hablando.
Entran Humphry y el capitán Clerimont.
Fainlove Señora, ¿puedo tener el honor de presentarle al
señor Gubbin, hijo y heredero de sir Harry Gubbin, para
su conocimiento?
Señora Clerimont Señor Gubbin, estoy sumamente
encantada con su traje; es antiguo y se lo trajeron de
Francia.
Humphry Siempre está guardado, señora, cuando estoy en
el campo. Mi padre lo aprecia mucho.
Señora Clerimont Estaría muy bien para un traje de baile
en un baile de disfraces. ¡Oh! Capitán Clerimont, tengo
un reproche para usted.
Entra el sirviente.
Sirviente Señora, su marido desea saber si quiere verle hoy
o no.
Señora Clerimont ¿A quién, a ti, payaso?
— 93 —
richard steele
Sirviente Al señor Clerimont, señora.
Señora Clerimont Puede entrar.
Entra el señor Clerimont.
Señora Clerimont Su muy humilde servidora.
Señor Clerimont Voy a tomar el aire esta mañana en mi
carruaje, pero me hice el honor, antes de irme, de recibir
tus órdenes, encontrándome con que recibiste una visita.
Señora Clerimont A cualquier hora que sepas que recibo,
puedes dejar que te vea. Dime, ¿cómo dormiste anoche?
(Aparte). Si no le hubiera hecho esta pregunta, podrían
haber pensado que dormíamos juntos.
Fainlove, mirando a través de una lupa, se inclina
hacia el señor Clerimont.
Señora Clerimont Pero, capitán, tengo un reproche para
usted. He olvidado completamente aquellos tres coupés
que prometió volver a enseñarme.47
Señor Clerimont ¿Entonces, señora, no ordena nada esta
mañana?
Señora Clerimont Su humilde servidora, señor. ¡Pero, oh!
(Como si fuera a ser guiada por el capitán). ¿Has firmado
ese documento para terminar de pagar las ganancias de
mi señora Faddle?
Señor Clerimont Sí, señora.
Señora Clerimont Luego todo está bien, mi honor está a
salvo.
47
El coupé es un movimiento en ballet, en el que el bailarín flexiona
la rodilla de la pierna que tiene colocada delante y eleva el pie hasta
la posición coup de pied.
— 94 —
el marido afectuoso, o los tontos de capirote
Sale el señor Clerimont.
Señora Clerimont Venga, capitán, guíeme en este paso,
porque puedo dar un paso en falso. Me enseñará.
Capitán Clerimont Le enseñaré, señora. No es problema
para uno que está en forma. Le daré los pasos a la francesa,
con una melodía para enseñárselos. Vamos, más rápido.
(Canta). Oh, mademoiselle, que faites-vous à moi?48 Otra
vez. Ahora deslícese, como si fuera, con y sin medida.
Ahí lo hizo usted mejor que la gitana. Y se merece todas
las sonrisas del baile.
Señora Clerimont Realmente, creo que esta es la mejor
parte. He visto una mujer inglesa bailado con la rigidez
de una virgen vestal.
Humphry Si esto es baile y canto francés, creo que lo podría
hacer. ¡Ja, ja! (Brinca apartado).
Señora Clerimont Afirmo, señor Gubbin, que usted ya
casi tiene el paso, sin atisbo de la timidez propia del
campo. Deme su mano. ¡Ja, ja! Así, así, un poco más
rápido. Está bien. ¡Ja! Capitán, su hermano me entregó
esta chispa, para que lo entretenga hasta que él que lo
llame.
Sale el capitán Clerimont.
Humphry Este corte tan alto hace que el dinero de uno
suene horriblemente. He decidido que nunca llevaré un
bolsillo lleno tan arriba de aquí en adelante.
Señora Clerimont Lo hace muy fácilmente. Me asombra.
Humphry ¿Están los caballeros en Francia, por lo general,
tan bien educados como lo estamos en Inglaterra? ¿Lo
48
«Oh, señorita, ¿qué me hace?».
— 95 —
richard steele
están, señora? Pero, joven, ¿cuándo veré a su hermana?
¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! ¿No es el más alto quien salta mejor?
Fainlove Le va a gustar muchísimo, estoy seguro. Uno no
pensaría de usted que fuese tan alegre y bailase saltando
tan alto.
Humphry ¿Qué debería afligirme? ¿Creía usted que padecía
de una hinchazón en la pierna? También puedo cantar si
quiero, pero no lo haré hasta que vea a su hermana. Esta
es una casa muy bonita.
Señora Clerimont (Aparte). Bueno, ¿sabéis que me gusta
muchísimo este caballero? Debería alegrarme de decír-
selo. (A él). Pero ¿nunca estuvo usted en Francia, señor
Gubbin?
Humphry No, pero soy siempre así de agradable si mi padre
no está cerca. (A Fainlove). Afirmo que aconsejaría a su
hermana que me aceptase: estoy por casarme con ella
ahora mismo. ¿Por qué debo titubear, como un patán
de pueblo?
Fainlove (Aparte). Señor Gubbin, me atrevo a decir que ella
estará tan inclinada a ello como usted. Entraremos y la
veremos.
Señora Clerimont (Aparte). ¡Luego, él todavía no ha visto
a la mujer de la que está enamorado! Me parece muy
moderno y muy galante. (A ellos). Señor Gubbin, ella
debe creer que es usted una persona franca. Fainlove,
debo ver a esta hermana también, estoy decidida a que
le guste.
No se necesita tiempo para descubrir la verdadera
pasión;
El más crédulo es el más enamorado.
Salen todos.
— 96 —
el marido afectuoso, o los tontos de capirote
escena segunda
Los aposentos de Biddy.
Entra Biddy sola.
Biddy ¡Oh, Clerimont, Clerimont! ¡Estoy impresionada
a primera vista! Estoy avergonzada de mi debilidad.
Encuentro en mí todos los síntomas de un amor intenso:
me gusta la soledad, palidezco, suspiro con frecuencia,
invoco el nombre de Clerimont cuando no estoy pen-
sando en él. Su persona está siempre en mis ojos y su voz
en mis oídos. Creo que anhelo perderme meditabunda
en alguna arboleda o flotar sobre la cabeza de alguna
fuente cantarina, con un laúd en mi mano, mitigando
los murmullos del agua.
Entra Barsheba.
Barsheba Biddy, Biddy. ¿Dónde está Biddy Tipkin?
Biddy ¿Por quién pregunta?
Barsheba Ven, ven. Está llegando a la puerta del parque.
Biddy ¿Quién viene?
Barsheba Tu primo Humphry. ¿Quién debería venir? Tu
enamorado, el que va a ser tu marido. Venga, querida
mía, ten buena presencia y sé educada, por tu reputación,
y por la mía también.
Biddy Si responde a mi idea, llevaré al rústico a la muerte.
Barsheba Silencio. Aquí está.
Entra Humphry.
Humphry Barsheba, su querido servidor. ¿Es esta…? ¡Ja!
¿Barsheba?
— 97 —
richard steele
Barsheba Sí, primo Humphry, esta es tu prima Bridget.
Bueno, os dejaré solos.
Sale Barsheba y ellos se sientan.
Humphry Barsheba hace lo que debería hacer, prima Bridget,
¿verdad prima? ¡Ja! ¿Qué pasa, eres una londinense y no
hablas con un caballero? Mira, prima, puesto que los
mayores de la familia han acordado casarnos, pensé que
sería apropiado ver si me gustabas, para no preocuparme
por comprar un cerdo en un mercado, ya que me gusta
mirar antes de dar el salto.
Biddy Señor, tu persona y modales traen a mi mente toda
la historia de Valentina y Orson.49 ¿Qué es esto? ¿Me
casarán con un salvaje? Te ruego me respondas a una
pregunta o dos.
Humphry Sí, sí. Tantas como desees, Bridget.
Biddy ¿A qué bosque te llevaron? ¿Cuánto tiempo has estado
atrapado?
Humphry ¡Atrapado!
Biddy ¿Dónde estaban tus guaridas?
Humphry ¡Mis guaridas!
Biddy ¿No son estas ropas muy incómodas para ti? ¿Es esta
extraña vestimenta la primera que llevas?
Humphry ¿Cómo?
Biddy ¿No eres un gran admirador de las raíces y de la carne
cruda? Déjame echarles un vistazo a tus uñas. ¿No te
gustan muchísimo las moras, las bayas y las nueces?
49
Valentina y Orson era los dos hijos gemelos de Alejandro, empe-
rador de Constantinopla, que, según el antiguo romance, habían
nacido en un bosque.
— 98 —
el marido afectuoso, o los tontos de capirote
Humphry ¡Cómo!
Biddy ¿Puedes negar que fuiste amamantado por una loba?
No habrás sido tan bárbaro, espero, puesto que viniste
entre hombres, de cazar a tu nodriza ¿no?
Humphry (Aparte). ¿Cazar a mi nodriza? Sí, eso es, está ida,
tan cierto como que estoy aquí. (A ella). Escucha, prima,
¿me dejarás hacerte una pregunta o dos?
Biddy Si ya has aprendido el uso del lenguaje, habla,
monstruo.
Humphry ¿Cuánto tiempo has estado así?
Biddy ¡Así! ¿Qué quieres decir?
Humphry ¿Cuál es la causa de esto? Dime la verdad, ahora,
¿nunca amaste a nadie antes que a mí?
Biddy Vete, vete, eres un salvaje. (Se levanta).
Humphry Me imagino que nunca te han dejado viajar al
extranjero.
Biddy Eres un monstruo, te digo.
Humphry De hecho, prima, aunque es un disparate decirte
esto, me temo que estás loca.
Biddy Haré que te lleven a un bosque.
Humphry Yo te llevaría a un cuarto oscuro.
Biddy Te odio.
Humphry Ojalá lo hicieras. No hay ningún odio perdido, te
lo aseguro, prima Bridget.
Biddy ¡Prima Bridget, dices! Preferiría reclamar parentesco
con un oso de montaña. Te detesto.
Humphry Nunca causas ningún daño en esos ataques,
espero. ¿Pero en serio me odias?
— 99 —
richard steele
Biddy ¿Y lo preguntas, grosero guardabosques?
Humphry Sí. Porque tengo un motivo, mira. Me parece muy
bien que me odies y que estés en plenas facultades men-
tales, ya que, a decir verdad, no me importas mucho;
y estoy informado de que hay otra hermosa mujer que
desea tenerme.
Biddy (Aparte). Esto merece mi atención.
Humphry Mira, ¿ves? Como dije, puesto que no me impor-
tas, no me gustaría que me dieras tu corazón; pero, si
te gusta otra persona, házmelo saber y averiguaré la
manera de deshacernos el uno del otro y engañar a los
mayores de la familia que nos iban a emparejar.
Biddy Esto tiene pinta de un enamoramiento. Hay algo en
esa idea que hace tu presencia menos insoportable.
Humphry No, no, ahora te estás encariñando. Si vienes con
estos trucos de sirvienta para primero decir que me odias
y a continuación que te gusto, echarás a perder todo el
plan.
Biddy No temas. Cuando pienso en casarme contigo, que
el jabalí ensucie al limpio armiño; que el tigre se case
con un niño.
Humphry Cuando lo piense yo de ti, que el turón aúlle con
el gato de algalia.
Biddy Cuando te dedique el más insignificante pensamiento,
que el plateado Támesis olvide su curso.
Humphry Cuando me gustes, que me empapen la cabeza y
las orejas en un abrevadero de caballos. ¿Pero me odias?
Entra Barsheba.
Biddy Para siempre. ¿Y tú a mí?
Humphry Con todo mi corazón.
— 100 —
el marido afectuoso, o los tontos de capirote
Barsheba (Aparte). ¡Ja! Me gusta. Ya han llegado a las pro-
mesas y declaraciones.
Humphry Estoy encantado de haber encontrado la manera
de agradarte.
Biddy ¿Prometes ser constante?
Humphry Hasta la muerte.
Biddy ¡Eres el mejor de los salvajes!
Humphry ¡«Eres el mejor de los salvajes»! Pobre Biddy.
Barsheba (Aparte). Oh, qué bonita pareja, bromeando el
uno con el otro. (A ellos). Bueno, ¿qué opinas de tu primo
Humphry ahora?
Biddy Mucho mejor de lo que pensaba. Es totalmente dife-
rente de lo que pensé que iba a ser. Tenemos el mismo
sentimiento el uno por el otro.
Humphry Solo queríamos tener ocasión de abrir nuestros
corazones, tía.
Barsheba ¡Oh, cómo se alegrarán mi hermano y sir Harry!
Iremos a decírselo.
Humphry No, debo ir a pasear con un nuevo conocido, el
señor Samuel Pounce.
Barsheba Un excelente conocido para tu marido. Vamos,
sobrina, vamos.
Biddy Adiós, aldeano.
Humphry Adiós, Biddy.
Barsheba ¡«Aldeano»! ¡Biddy! Ja, ja, qué lindas criaturas.
Salen.
— 101 —
richard steele
cuarto acto
escena primera
Una calle. Entran el capitán Clerimont y Pounce.
Capitán Clerimont ¿Me espera ella entonces, en este pre-
ciso momento?
Pounce Le digo que me ordenó traer al pintor a esta hora,
precisamente, para dibujar a su sobrina; porque, para
que su imagen resulte especialmente encantadora, tiene
ahora esa bonita vergüenza alicaída, esa cálida mejilla,
sonrojada por el miedo y la esperanza del destino de hoy,
con el tentador y tímido efecto de una novia, todo a la
vez en su cara. Y bien, así sé que es usted un pretendiente.
Capitán Clerimont Suficiente, le aseguro que representaré
al personaje en tan inspiradora ocasión.
Pounce Debe interpretar la canción de la que le hablé, bajo
esta ventana, al final de la cual le haré una seña. Lo tiene
usted ya todo preparado, su lápiz, su lienzo estirado, su…
Asegúrese de representar su papel con gracia. Para ser el
pintor de una dama, tiene que tener el excesivo halago
de un enamorado, la aguda inventiva de un poeta y el
gesto fácil de un actor.
Capitán Clerimont Vamos, vamos, no más instrucciones.
Mi imaginación excede todo lo que usted pueda decir.
¡Váyase, váyase!
Sale Pounce.
— 102 —
el marido afectuoso, o los tontos de capirote
una canción
¿Por qué, hermosa hechicera, dime por qué
eres tan gentil y vergonzosa a la vez?
¿Por qué tras el frío céfiro amenazador,
hay calmas de tristeza y desesperación?
¿O por qué esa sonrisa mi alma domina,
y en llamas, de nuevo, arde mi corazón?
En vano despliegas tú todo tu arte,
para helar y abrasar mi corazón;
si, al observar un rostro tan hermoso,
mirar tan dulce, aire tan delicado,
mi alma embelesada cae, al fin, hechizada,
no te puedo amar menos, ni puedo amarte más.
Tras la canción aparece Pounce, haciendo
señas al capitán Clerimont.
Pounce Capitán, capitán.
Sale el capitán Clerimont.
escena segunda
En el aposento de Biddy, dos sillas y una mesa.
Entran Biddy y Barsheba.
Barsheba En verdad, sobrina, estoy llena de alegría por ver
el día de tu boda como si fuera el mío.
Biddy ¿Pero, por qué tiene que ser tan en familia?
Barsheba Oh, querida, una boda privada es mucho mejor.
Tu madre tuvo tal bullicio en la suya, con banquete y ton-
terías, que no se acostaron hasta las dos de la madrugada.
Biddy Ya que entiendes las cosas tan bien, me pregunto por
qué nunca te casaste.
— 103 —
richard steele
Barsheba Querida, hace treinta años fui muy cruel y nadie
me lo pidió desde entonces.
Biddy ¡Desdichado día!
Barsheba Sí, te lo aseguro, recibí proposiciones de muchos
buenos partidos: hubo un señor, Gilbert Jolly, pero, en
realidad, no me agradaba; bebía cerveza, fumaba tabaco
y no era un buen hombre. Pero, luego, también tuve la
del joven Peregrine Shapely, que había viajado, hablaba
francés y sonreía a todo lo que yo decía; era un apuesto
caballero, pero enfermó de tuberculosis. Y, por último,
para ver cómo una se puede equivocar, el señor Jolly
murió a los seis meses, y mi señora Shapely tiene por
ese pequeño desliz ocho niños, que deberían haber sido
míos. Pero aquí está el novio. ¡Primo Humphry!
Entra Humphry.
Humphry A su disposición, señoras. A sus pies, querida.
Biddy A sus pies, mi salvaje.
Barsheba Oh, para, no más de eso para tu marido, Biddy.
Humphry No pasa nada, me gusta tanto como querido o
amor. Sé que mi prima me ama tanto como yo a ella.
Barsheba Os dejaré solos. Debo ir y preparar un espectá-
culo para cuando regreséis a casa.
Humphry Bueno, prima, ¿eres constante? ¿Me sigues
odiando?
Biddy Más que nunca.
Humphry ¡Qué felicidad cuando los sentimientos de las
personas son correspondidos! Ojalá supiera qué hacer
contigo. ¿Crees que puedes encontrar a alguien que se
quiera casar contigo?
— 104 —
el marido afectuoso, o los tontos de capirote
Biddy (Aparte). ¡Oh, Clerimont, Clerimont! ¿Dónde estás?
Entran Barsheba y el capitán
Clerimont disfrazado.
Barsheba Esta, señor, es la dama que tiene que dibujar. Ya ve,
señor, tan buena carne y hueso como un hombre desearía
plasmar en colores. Debo tener su retrato de soltera.
Humphry Entonces, el pintor se debe dar prisa, ¿no, prima?
Biddy Guarda esa lengua, buen salvaje.
Capitán Clerimont Señora, generalmente me veo obligado
a remodelar cada rasgo y arreglar la obra de la naturaleza,
pero aquí ha hecho una obra original tan perfecta que
me avergüenzo de las copias que pueda hacer de ella.
Barsheba ¿Oyes eso, sobrina?
Biddy No deseo que cree belleza donde no la encuentre.
Capitán Clerimont ¡Para ver la diferencia con el hermoso
sexo! Le aseguro, señora, que mi imaginación está muy
exhausta de inventar caras para las que se sientan para
mí. La primera diversión con la que generalmente me
encuentro son quejas por falta de sueño; nunca estuvie-
ron tan pálidas en su vida como cuando se sientan para
sus retratos. Luego tantos toques y retoques cuando su
cara está terminada: esa arruga no debería estar aquí,
esos ojos son demasiado lánguidos, ese color es dema-
siado tenue, ese enfoque lateral esconde el lunar de la
mejilla izquierda. En resumen, todo parecido es elimi-
nado. Pero en usted, señora, lo más perfecta que la pueda
pintar no le hará sino rigurosa justicia.
Humphry ¡Este es un sinvergüenza gracioso!
Barsheba En verdad, el caballero parece entender su oficio.
Biddy Señor, si su lápiz halaga como su lengua, va a hacer un
— 105 —
richard steele
dibujo que no se parecerá en nada a mi persona.50 (Aparte).
Segura estoy de haber oído esa voz en alguna parte.
Capitán Clerimont Señora, por favor, colóquese cerca
de mí, más cerca todavía, señora, aquí está la mejor luz.
Debe saber, señora, que hay tres tipos de poses que a las
mujeres más deleitan: su pose altanera, su pose con tem-
planza y su pose pensativa. La altanería puede expresarse
con la cabeza un poco más erguida de lo normal y el
rostro con un cierto desdén, para que parezca casi, pero
no del todo, inexorable. Este tipo de pose se realza nor-
malmente juntando un poco las cejas. Le di a mi señora
Scornwell la posibilidad de una docena de ceños antes
de que pudiera encontrar uno de su gusto.
Biddy ¿Pero cuál es la pose con templanza?
Capitán Clerimont La pose con templanza se compone de
melancolía y una sonrisa. Pero si se me permite aconsejar,
escogería la pose pensativa. La pensativa normalmente
siente su pulso, se apoya en un brazo o se sienta pensativa
con un libro en la mano, cuya conversación se supone
que va a elegir, en lugar de las infinitas importunidades
de sus enamorados.
Humphry ¡Un sinvergüenza gracioso!
Barsheba Le doy mi palabra de que entiende bien su negocio.
Te diré, sobrina, cómo fue retratada tu madre. Ella sos-
tenía una naranja en su mano y un ramillete de flores en
su pecho, pero tenía una mirada tan pura y fresca que la
hubieras tomado por una de las diosas de las estaciones.51
50
Esta frase está tomada de la escena XIII de Le Sicilen de Molière: «Si
votre pinceau flatte autant que votre langue, vous allez me faire un
portrait qui ne me resemblera point». L. Aime-Martin (ed.), Oeuvres
complètes de Molière avec les notes de tous les commentateurs, tomo
5, Chez Lefèvre, Paris, p. 177.
51
Las cuatro horas o diosas de las estaciones eran siervas de Hera,
hijas de Helios y Selene según la mitología griega, y constituían un
— 106 —
el marido afectuoso, o los tontos de capirote
Capitán Clerimont Usted, señora, parece más inclinada
a la pose pensativa. La mujer pensativa se deleita en las
cascadas, en las figuras pastoriles o en cualquier vista
rural apropiada para una bella dama que, con un deli-
cado enfado, se ha retirado del mundo, cansada de su
adulación y admiración.
Biddy No. Ya que hay cabida para la imaginación en una
pintura, me gustaría ser dibujada como la amazona
Talestris,52 con una lanza en mi mano y un casco en la
mesa ante mí. Al fondo, que haya un enano sujetando de
la brida un palafrén blanco como la leche.
Capitán Clerimont Señora, la idea está llena de inspira-
ción y, si lo desea, puede haber un cupido robándole su
casco, para mostrar que el amor debería de estar presente
en todos los actos galantes.
Biddy Esta circunstancia puede ser muy pintoresca.
Capitán Clerimont Aquí, señora, estará su propio retrato,
aquí el palafrén y aquí el enano. El enano tiene que ser
muy pequeño o no quedará espacio para él.
Biddy Un enano no puede ser demasiado pequeño.
Capitán Clerimont Lo haré negro para distinguirlo del
otro enano, que es demasiado poderoso (suspira), el
cupido. Colocaré a este hermoso niño cerca de usted,
parecerá muy natural. Seguro que la tomará por su
madre Venus.
Biddy Dejo esos detalles a su imaginación.
grupo aparte de las demás horas. Sus nombres eran Eiar, hora de la
primavera; Theros, hora del verano; Phthinoporon, hora del otoño,
y Cheimon, hora del invierno.
52
Talestris fue la reina de las amazonas, que llevó trescientas mujeres
a Alejandro Magno con la intención de criar niños tan fuertes e
inteligentes como él.
— 107 —
richard steele
Capitán Clerimont Por favor, señora, descubra su cuello un
poco. Un poco más, todavía un poco más, un poco más.
Biddy Me pintará de este modo, si lo desea, señor.
Capitán Clerimont Señoras, ¿han oído las noticias del
último casamiento entre una joven muchacha de gran
fortuna y un hermano más joven de una buena familia?
Barsheba ¿Cómo es eso, señor?
Capitán Clerimont Ese joven caballero, señoras, es un
especial conocido mío, de mi edad y estatura. (Míreme
a la cara, señora). Se encontró con la joven, que tenía
todas las perfecciones de su sexo, por casualidad. (Suba
la cabeza, señora. Eso es). Ella le hizo saber que su per-
sona y su discurso no le desagradaban, pero la dificul-
tad estribaba en cómo conseguir un segundo encuentro.
(Sus ojos mirando solo para mí, señora). Ya que nunca
hubo tal suspirante en los valles de Arcadia como aquel
desafortunado joven durante la ausencia de aquella a la
que amaba.
Barsheba ¡Pobre joven caballero!
Biddy (Aparte). Tiene que ser él. ¡Qué enamoramiento más
encantador es este!
Capitán Clerimont Con el tiempo, él ideó un recurso, se
vistió de la misma forma que estoy ahora y vino a dibujar
su retrato. (Sus ojos solo sobre mí, por favor, señora).
Humphry Un sutil sinvergüenza, se lo garantizo.
Capitán Clerimont Y por estos medios encontró la opor-
tunidad de llevársela y casarse con ella.
Barsheba En realidad, su amigo fue un joven muy perverso.
Biddy Pero quizás a la muchacha no le disgustó lo que había
hecho.
— 108 —
el marido afectuoso, o los tontos de capirote
Capitán Clerimont Ay, señora, ¡cuál fue el éxtasis del ena-
morado cuando ella le hizo tal confesión!
Biddy Me atrevería a decir que ella se sintió muy feliz cuando
se vio liberada de las manos de su guardiana.
Barsheba Es muy cierto, sobrina. Hay abundancia de esas
jóvenes barrigas impetuosas por la ciudad.
Capitán Clerimont El caballero me ha dicho a menudo
que le causó gran impresión a primera vista, pero cuando
ella se sentó para hacer el retrato y adoptó todas esas
gracias que son propias de tal ocasión, fue tan exqui-
sito su tormento, su pasión tan violenta, que el pintor no
podría haber vivido un día más si no hubiera encontrado
la forma de hacer suya a la que le hechizó el corazón.
Humphry Es en verdad la cosa más tonta del mundo que-
darse titubeando por una mujer, cuando uno tiene la
intención de casarse con ella.
Capitán Clerimont El joven pintor se convirtió en poeta
de ese tema. Creo que sé las palabras de memoria.
Biddy ¡Un soneto! Por favor, repítalo.
Capitán Clerimont
Cuando la muy gentil Partenisa camina,
con dulzura sonríe, y habla con alegría,
mil flechas lanzadas en torno a ella vuelan,
mil zagales ignorados de amor mueren.
Si luego ella insiste en dejarse ver
con su pose y su semblante letales,
¿de tan sin par belleza y de tanto arte,
qué mortal va a proteger su corazón?
Humphry Me imagino que si fuera cantada sería una buena
trampa.
Capitán Clerimont Mi sirviente tiene buena voz; la oiréis.
— 109 —
richard steele
Aquí es cantada.
Barsheba ¡Es preciosa! Pienso que un pintor nunca debe-
ría estar sin un buen cantante, ilumina los rasgos extra-
ñamente. Aseguro que estoy muy complacida. No haré
más que entrar, dar algunas órdenes y estaré con ustedes
ahora mismo.
Sale Barsheba.
Biddy ¿No se llamaba ese aventurero pintor Clerimont?
Capitán Clerimont Era Clerimont el siervo de Partenisa,
pero permítame rogarle a esa bella doncella que se decida
y haga del incidente que le he fingido uno real. Consi-
dere, señora, que está rodeada de crueles y traicioneros
guardianes que le obligarían a un mal casamiento; su
caso es exactamente igual que el de la princesa de los
leontinos53 en Clelia.
Biddy ¿Cómo podemos cometer tal solecismo54 en contra
de todas las reglas? ¿Piensa incluir nuestro matrimonio
en la primera página de nuestra historia? Usted sabe que
no puede ser.
Capitán Clerimont La mejor parte de la historia será tras
la boda.
Biddy ¡No! Aún no leí nunca sobre un caballero que entrara
en lid o torneo después del matrimonio. Esto no es lo
que se espera: cuando empieza el marido, desaparece
el héroe. Todo noble impulso de gloria, toda generosa
53
Los leontinos eran los habitantes de una ciudad del mismo nombre
(actualmente Lentini) localizada en Sicilia, entre Siracusa y Catania,
a unos 12 km de la costa. La princesa de los leontinos que aparece
en la novela Clelia, de Madeleine de Scudéry, era Lysimene, que
termina enamorándose de Zenócrates.
54
Error gramatical por el que se altera el orden sintáctico correcto de
los elementos de una oración.
— 110 —
el marido afectuoso, o los tontos de capirote
pasión en pos de aventuras se consume en la antorcha
nupcial. No sé cómo sucede, pero Marte e Himeneo
nunca la alcanzaron.55
Humphry (Escuchando, aparte). ¡Consumidos en la antor-
cha nupcial! ¡Marte e Himeneo! ¿Qué puede significar
todo esto? Estoy muy contento de que apenas pueda
leer. Nunca podrán meter estas tontas imaginaciones
en mi cabeza, siempre he tenido un cerebro fuerte. (A
ellos). Escucha, prima, ¿no es este pintor un chistoso
sinvergüenza?
Biddy Creo que es una compañía muy agradable.
Humphry Entonces te digo que te cases con él. Ser pintor
es una elegante profesión. Es un tipo ingenioso y cierta-
mente pobre. Me imagino que se alegraría. Mantendré
a mi tía fuera de la habitación un minuto o dos, es todo
el tiempo que tenéis para pensarlo.
Sale Humphry.
Capitán Clerimont La fortuna nos da solo esta oportuni-
dad para nuestra felicidad. El amor es de origen celestial
y no necesita mucha relación para manifestarse. Los ena-
morados, al igual que los ángeles, hablan por intuición,
sus almas se reflejan en sus ojos.
Biddy (Aparte). Entonces temo que vea la mía. (A él). Pero
no me imagino reduciendo nuestros amoríos y recor-
tando todo el resto de decoración, de disfraz, serenata
y aventura.
Capitán Clerimont Tampoco estaría yo dispuesto a perder
mis méritos en prolongados servicios, suspiros de media-
noche y lastimeras soledades, si no hubiera necesidad.
55
Marte es el dios de la guerra e Himeneo es el dios del matrimonio
en la mitología romana.
— 111 —
richard steele
Biddy ¡Debemos ser cautelosos!
Capitán Clerimont ¿Por qué, señora? Usted tiene una gran
fortuna y no debería casarse de una manera común. De
hecho, señora, usted debería ser secuestrada; no, para ser
rigurosos, no sé cómo, pero debería ser violada.
Biddy Pero entonces nuestra historia será muy corta.
Capitán Clerimont Se lo garantizo, pero no considere que
hay ingenio en el modo en que otro la guía a usted, en
lugar de esta persona que ha de tenerla; y, señora, aunque
nuestros amoríos no pueden crear un libro de caballerías,
harán una novela muy bonita. ¿Por qué sonríe, querida?
Biddy Casi soy de la opinión de que, si Oroondates hubiera
insistido tanto como Clerimont, Casandra hubiera apa-
recido en un libro de bolsillo. Pero parece tan normal
salir por una puerta para casarse. De hecho, debería ser
sacada por una ventana y huida.
Entran Humphry y Pounce.
Humphry Bien, prima, el coche está a la puerta. Si lo deseas,
te guiaré.
Biddy Me pongo en tus manos, buen salvaje, si prometes
dejarme.
Humphry Te digo claramente que no debes pensar en
tenerme.
Pounce (Al capitán Clerimont). Tendrá la oportunidad
suficiente de llevársela. Los ancianos estarán ocupados
conmigo. Ganaré todo el tiempo que pueda, pero sed
audaces y prósperos.
Biddy Síganos, Clerimont.
Capitán Clerimont Sobre las alas del amor.
— 112 —
el marido afectuoso, o los tontos de capirote
quinto acto
escena primera
La casa del señor Clerimont.
Entran el señor Clerimont y Fainlove.
Señor Clerimont Entonces, ¿te dio esta carta y te invitó a
leerla como un ensayo en verso?
Fainlove56 Este es el lugar, la hora, y el afortunado minuto.
Ahora estoy refrescando mi memoria para recordar todo
lo que me dijiste la primera vez que me arruinaste, para
atacarla correctamente.
Señor Clerimont Tu elocuencia no es necesaria, esto es
demasiado vulgar para necesitar persuasión. La modes-
tia avergüenza a una mujer, pero mi esposa está por
encima de eso, por ejemplo (leyendo la carta): «Fainlove,
usted no parece falto de ingenio, por lo que solo nece-
sito decir que la distancia entre una mujer y el mundo
no favorece a ningún hombre salvo al marido. En una
hora suba por las escaleras traseras hasta mis aposentos
privados. Adieu, mon mignon». Me alegra que seas pun-
tual, me esconderé para ver el encuentro. (Aparte). ¡Oh,
tortura! Pero esta moza no debe verlo.
Fainlove Asegúrate de llegar a tiempo de salvar mi reputación.
56
En la edición original, en la primera escena del quinto acto, a
«Fainlove» se le llama por el nombre de otro personaje, la doncella
«Jenny». Parece ser que, según Kenny (1966), el error fue de Addison
y el tipógrafo B lo reprodujo.
— 113 —
richard steele
Señor Clerimont Recuerda tus órdenes: «la distancia no
favorece a ningún hombre salvo al marido».
Fainlove Me alegra que estés de tan buen humor para la
ocasión; pero sabes que soy de todo menos intimida-
dora en el amor, que puedo fanfarronear solo hasta el
momento del compromiso. Pero bordaré mi papel y me
regiré por mis propios sentimientos. Si se pone tímida,
me pondré más pícara. Como si fuera a conquistarme a
mí misma.
Señor Clerimont Bueno, mi querido rival, llega la hora de
tu cita. Tienes que fingir tu dicha; tu impaciente corazón
palpitante no te permitirá esperar su llegada. Deja que
los temas familiares aburridos y el marido, que cuenta
las horas por sus preocupaciones, tengan que esperar;
pero tú eres un galán y mides el tiempo por momentos
de pasión.
Fainlove La oigo venir, a tu puesto. Buen marido, conoce
tus obligaciones, y no estés de por medio cuando tu
esposa tiene en mente estar en privado. A tu puesto, den-
tro de la carbonera.
Entra la señora Clerimont.
Fainlove Bienvenida, querida, mi tierna hechicera. ¡Oh! A
mis ansiosos brazos. Sienta el corazón palpitar, que sube
y baja a la vez que usted sonríe o frunce el ceño. ¡Oh, qué
momento de alborozo! (Aparte.) Creo que es algo que se
me ha dicho.
Señora Clerimont Muy bien, Fainlove. Me tengo por una
mujer perspicaz. Sabía que usted albergaba fuego tras
el respeto que me mostraba. ¿Cómo no se me insinuó
directamente, caballerete? ¿Por qué me obligó a exhortar
su galantería?
— 114 —
el marido afectuoso, o los tontos de capirote
Fainlove Vaya, señora, la tenía por una mujer de clase y por
encima de las sutilezas sin sentido de una esposa inglesa.
El estilo francés dicta que tienes que llegar igual de lejos
ya seas agradable o no. Si tienes la felicidad de agradar,
nadie que no se refrene perderá la oportunidad de hacér-
telo saber. Además, si el humilde sirviente es el primero
en acercarse, tendrá la insolencia de hacer una petición,
pero no el honor de obedecer una orden.
Señora Clerimont Cierto. Un amante debe esconder la
pasión con un aire familiar de indiferencia. Ahora bien,
en cuanto al señor Clerimont: no puedo permitir que se
tome ni la libertad más mínima, pero ese bobo anticuado
me quiere tanto que no puede esconderlo en público.
Fainlove Sí, señora, a menudo me he preguntado sobre la
elección que hizo usted de uno que parece tener tan poco
beau monde en su porte, aparte del que usted le obliga a
tener, habiendo tantos caballeros atractivos. (Bailando).
Señora Clerimont Oh, joven caballero, usted está muy
equivocado si piensa que tales animales como usted y el
apuesto Beau Titmouse y el impertinente Billy Butterfly,
aunque les permita venir y juguetear en mis aposentos,
están en manera alguna a la altura de un hombre cuyo
nombre una llevaría.
Fainlove ¡Oh, señora! Entonces creo que somos…
Señora Clerimont Una mujer con sentido debe respetar a
un hombre de ese carácter; pero ¡ay!, respeto, ¿qué es el
respeto? El respeto no es el asunto. El respeto tiene algo
demasiado solemne para los buenos momentos. Uste-
des, jovencitos, son más apropiados para las horas de
diversión.
Señor Clerimont (Aparte). ¡Cómo he injuriado a esta bella
dama! Descubro que voy a ser un cornudo debido a su
pura estima hacia mí.
— 115 —
richard steele
Señora Clerimont Además, esos hombres a los que tene-
mos respeto no tienen ninguno hacia nosotras. Le garan-
tizo que, si estuviera en esta situación, Clerimont se
habría abalanzado sobre una mujer descomponiéndola,
mientras que usted…
Señor Clerimont (Aparte). Una buena indirecta, ahora
comienza mi causa.
Fainlove Ya que nos permite cortejar en los momentos de
diversión, ¿por qué los desaprovechamos? Permítame
besar esa bella mano y abrazar esa elegante figura.
Señora Clerimont ¡Fainlove! ¿Qué pasa, no se da cuenta
de que está siendo impertinente? Pero mis labios tienen
cierta aspereza hoy, ¿no le parece?
Fainlove (Besándola). No, son muy suaves. Su deliciosa dul-
zura es inexpresable, no hay palabras. Déjeme alabar sus
labios, no con palabras, sino con el roce de los míos.
Entra el señor Clerimont, sacando su espada.
Señor Clerimont ¡Ja! ¡Villano! ¡Violador! ¡Invasor de mi
cama y de mi honor! ¡Apártate!
Señora Clerimont ¿Qué significa esta insolencia, esta
intrusión en mi privacidad? ¿Por qué entras en mi habi-
tación sin llamar? ¿Quién te metió esto en la cabeza?
Señor Clerimont Mis agravios me han puesto en alerta y
no lo soportaré más, sino que sacrificaré a su arrogante
enamorado, el causante de ellos.
Señora Clerimont ¡Oh! ¡Pobre señor Fainlove! ¿Debe
morir por su complacencia y tomarse inocentes liber-
tades conmigo? ¿Cómo podrías hacerlo? ¡Oh! ¡Mi dulce
joven! ¿Cómo luchar contra el señor Fainlove? ¿Qué
dirán las damas?
— 116 —
el marido afectuoso, o los tontos de capirote
Fainlove Permítame atacar al intruso de la privacidad de
las damas. ¡El monstruo anticuado! Evitaré todas sus
las futuras interrupciones. Déjeme atacarle. (Desenfun-
dando su espada).
Señora Clerimont ¡Oh, valiente y apuesta criatura! Mira
su juventud e inocencia. No está hecho para estos difíci-
les encuentros. Quédese detrás de mí. ¡Pobre Fainlove!
No hay ningún sitio en la ciudad, señor, donde no deba
ser totalmente expuesto por esta intrusión. Le destierro
para siempre de mi vista y de mi cama.
Señor Clerimont La obedezco, señora, ya que la distancia
no favorece a hombre alguno salvo al marido. (Dándole
la carta, la cual ella lee y se desmaya). He ido demasiado
lejos. (La besa). El impertinente no es culpable de nada
salvo de lo que mi indiscreción la ha llevado a hacer.
Este es el primer beso que le he dado en seis semanas.
Se despierta. Bien, Lucy, has hecho bien tu parte. Ven a
mis brazos, dispuesta y ansiosa hermosa mía. No tienes
vanidades ni sutilezas, pero agradeces cada momento de
amor que te concedo. (Abrazándola).
Señora Clerimont ¿Cómo, he sido engañada? ¿Es una
moza? ¡Ay de mí! ¿Fue alguna vez una esposa tan des-
graciadamente engañada, y una pobre e inocente joven
herida de tal modo? (Corre y se apodera de la espada de
Fainlove).
Señor Clerimont ¡Oh, valiente y bella criatura! ¡Quieres
herir a Fainlove! Ten en cuenta su juventud, su inocencia.
¡Ja, ja! (Interponiéndose).
Fainlove Ten cuidado, ten cuidado, querido. Sé, por expe-
riencia, que no tendrá misericordia.
Señora Clerimont Le daré muerte. Déjame seguir. Quítate
de en medio, Clerimont, no quisiera herirte. (Empujando
y llorando).
— 117 —
richard steele
Señor Clerimont Corre, corre, Fainlove.57
Sale Fainlove.
Señor Clerimont (Mira a la señora Clerimont con des-
precio antes de hablar). Bueno, señora, ¿son estas las
inocentes libertades que me reclamas? ¿Merecía yo esto?
¿Te he interrumpido yo, en algún momento, por el gran
dolor que sufro? Los acreedores, que llegaron a serlo
porque consentí tus múltiples vanidades, me importu-
nan a diario. ¿Alguna vez dije algo por tener que procu-
rarte alguna de tus diversiones mientras las consideraba,
como tú las llamabas, inofensivas? ¿Deben, acaso, esos
ojos que solían agradar mi corazón con familiar lumino-
sidad mirar hacia abajo pesarosos por la culpa? La culpa
ha trasformado toda tu persona; no, el mero recuerdo de
ello... ¡Huye volando de mi creciente cólera!
Señora Clerimont No puedo ni salir volando, ni sopor-
tarla. ¡Oh!, no mires…
Señor Clerimont ¿Qué puedes decir? Habla inmediata-
mente. (Ofreciendo apartarse).
Señora Clerimont Nunca te vi dar un paso anteriormente.
No des muerte a esta impertinente; estoy totalmente en
tu poder como una criminal, pero recuerda que también
he recibido tu afectuosa atención.
Señor Clerimont Pero ¿cómo has considerado esa
atención?
Señora Clerimont ¿Es posible que puedas perdonar la
trampa que me ha tendido? Oh, mírame con cariño.
Sabes que solo he fallado en mi intención, no vi mi peligro
hasta que, con este honesto arte, me has enseñado lo que
57
Esta intervención posiblemente haya sido añadida por Addison,
pues, en la versión original, hace que el señor Clerimont llame a
«Fainlove» erróneamente «Jenny».
— 118 —
el marido afectuoso, o los tontos de capirote
implica arriesgarse hasta el límite de lo que es legítimo.
Tú preparaste esta trampa, estoy segura, para alertar y
no para traicionar mi inocencia. Señor Clerimont ¡des-
precia tal ruindad! Por ello me arrodillo y lloro. Me has
convencido. (Se arrodilla).
El señor Clerimont la coge y la abraza.
Señor Clerimont ¡Entonces no te arrodilles ni llores más,
hermosa mía, mi reconciliada! Enjuaga tus lágrimas,
pues sabes que no puedo (sin apenar mi propio corazón)
causarte la más mínima congoja. Alégrate. Será culpa
tuya si alguna vez intercambiamos otra seria palabra
sobre este asunto.
Señora Clerimont Debo corregir cada idea que crece en
mi cabeza, y aprender de nuevo cada gesto de mi cuerpo.
Detesto lo que fui.
Señor Clerimont No, no. No debes hacer eso. Nuestra
alegría y nuestro dolor, honor y reproche son lo mismo.
Debes deshacerte de tu afectación en el vestir poco a
poco para que parezca decisión tuya.
Señora Clerimont Pero ¿y esta moza?
Señor Clerimont Ella ya está fuera de tu vista, verás la
catástrofe de su destino tú misma. Pero mantén todavía
tu porte de bella dama hasta que salgamos de la ciudad.
Podrás volver a ella con aires tan decentes como desees.
Y, ahora que te he mostrado tu error, estoy tan contento
que te voy a repetir un pareado para la ocasión:
Solo los que superan a otras mentes portan laureles
de verdad;
es menos arduo conquistar que convencer a la
beldad.
Salen.
— 119 —
richard steele
escena segunda
La casa de Tipkin. Una mesa, sillas, una pluma, tinta y papel.
Entra Pounce con papeles.
Pounce Cómo me deleita fastidiar a estos viejos granujas y
llevarlos a un desacuerdo sobre posibles adquisiciones,
de las que sé que ninguno de ellos tomará posesión.
Entran Tipkin y sir Harry.
Tipkin ¿Puede imaginarse, sir Harry, que tendrán una pro-
piedad en sus propias manos y mantendrán la casa ellos
mismos, los pobres?
Sir Harry No, no, señor. Tengo una idea mejor: irán al
campo y vivirán conmigo, sin tocar un penique, pero,
teniendo todo lo necesario, estarán dóciles por casa y
procrearán.
Tipkin Bueno, sir Harry, entonces, teniendo en cuenta que
todo lo humano es susceptible de cambio, corresponde
a todo hombre que sea consciente de su mortalidad ocu-
parse de su dinero.
Sir Harry No sé a qué se refiere, hermano. ¿A dónde quiere
llegar, hermano?
Tipkin Este documento está firmado por usted, su hijo y por
mi sobrina, lo que me libera de todas las cargas.
Sir Harry Está atestiguado, hermano, pero ¿ahora qué?
Tipkin Todo lo que queda es que me pague los doce años de
manutención de la joven, así como otros gastos, como
vestimenta, etc.…
Sir Harry ¿Qué dice? ¿Le liberé yo de todas las cargas,
como usted las llama? ¿Y después me viene con esto y lo
— 120 —
el marido afectuoso, o los tontos de capirote
otro y lo de más allá? He descubierto que es…, le digo,
señor, a la cara, que le considero…
Tipkin Yo también he descubierto lo que es usted, sir Harry.
Sir Harry ¿Qué soy, señor? ¿Qué soy?
Tipkin Un colérico.
Sir Harry Señor, desdeño sus palabras. No soy un colérico.
El señor Pounce es mi testigo; soy tan apacible como
un cordero. ¿No enfadaría a cualquier ser vivo ver a un
hombre sórdido y avaro cercano venir, después de todo,
exigiendo…?
Tipkin Señor Pounce, por favor, informe a sir Harry sobre
este asunto.
Pounce De hecho, sir Harry, le debo decir claramente que
el señor Tipkin, en este asunto, no exige nada más que
lo que le corresponde recuperar. Pues, aunque este caso
puede ser considerado desde diferentes puntos de vista
—es decir, como es usualmente, comúnmente y vul-
garmente expresado, una víctima—, aun así, digo que,
cuando solo observamos que el poder está como la ley
exige, ex assensu patris, con el consentimiento del padre,
esa circunstancia significa que usted es buen conocedor
de los beneficios que le corresponden a su familia con
esta alianza, lo que corrobora la demanda del señor Tip-
kin, y evita todas las objeciones que se puedan hacer.
Sir Harry Bueno, me doy cuenta de que es su consejero
en todo esto.
Pounce Mire, sir Harry, para mostrarle que me gusta pro-
mover entre mis clientes un buen entendimiento, aunque
el señor Tipkin pueda reclamar cuatro mil libras, me
comprometeré en su nombre, y lo conozco tan bien que
sé que cogería tres mil novecientas noventa y ocho libras,
cuatro chelines y ocho peniques y cuarto.
— 121 —
richard steele
Tipkin En verdad, señor Pounce, es demasiado duro
conmigo.
Pounce Debe tener un poco de consideración, sir Harry es
su hermano.
Sir Harry ¡Tres mil novecientas noventa y ocho libras,
cuatro chelines y ocho peniques y cuarto! ¿Por qué, pre-
gunto? ¿Por qué, señor?
Pounce ¡Por qué, señor! Por lo que ella pidió, señor, una
bella dama siempre está pidiendo. Sus meros ropajes
sumarían ese dinero en la mitad de tiempo.
Sir Harry ¡Tres mil novecientas noventa y ocho libras, cua-
tro chelines y ocho peniques y cuarto en ropa! ¿Cuánta
ropa se pone al año?
Pounce ¡Oh! Querido caballero, las vestimentas de una bella
dama no son demasiado viejas para ser puestas sino para
ser vistas.
Sir Harry Bueno, le guardaré ropa para el futuro, después
de la que tenga en el campo. Le garantizo que no volverá
más a esta malvada ciudad donde las ropas se desgastan
con la mirada. Y respecto a lo que usted exige, señor, le
digo que es una extorsión.
Tipkin Sir Harry, ¿me acusa de extorsión?
Sir Harry Sí, he dicho extorsión.
Tipkin Señor Pounce, apunte eso. Hay muy buenas leyes en
contra de la difamación y la calumnia. La pérdida de
reputación puede llevar a la pérdida de dinero.
Pounce Apunte: «por haber acusado al señor Tipkin de
extorsión».
Sir Harry No, si vuelve a sus apuntes… Mire, señor Tipkin,
esto es un inventario de los bienes que fueron dejados a mi
sobrina Bridget por su padre fallecido, y que espero que
— 122 —
el marido afectuoso, o los tontos de capirote
pasen a mi hijo por su casamiento; en primer lugar: «un
medallón de oro de su madre, con algo muy ingenioso, en
latín, en su interior»; apunte: «un par de mosquetes con
dos tahalíes y bandoleras»; apunte: «una gran taza de plata
con dos asas, con una historia verídica grabada en ella».
Pounce Pero, sir Harry…
Sir Harry Apunte: «un bajo viola con casi todas sus cuer-
das y solo un pequeño agujero en la parte trasera».
Pounce Pero, sin embargo, señor…
Sir Harry Estos son los muebles del dormitorio de mi her-
mano: «un conjunto de tapices colgantes, con la histo-
ria de Judith y Holofernes, rasgado solo donde debería
haber sido cortada la cabeza; una vieja testera de la cama,
curiosamente cincelado sobre los postes, que consta de
dos palos de madera; una piedra de afilar, una palan-
gana, tres navajas de afeitar y un estuche de peines». Mire
usted, señor, ya ve que las puedo enumerar.
Pounce Ay, sir Harry, ¡si tuviera diez páginas de apuntes!
Todo está respondido en la palabra «retrospectiva».
Sir Harry Pues entonces, señor Pounce y Tipkin, ambos
son unos sinvergüenzas.
Tipkin ¿Me llama sinvergüenza a mí, sir Harry?
Sir Harry Sí, señor.
Tipkin Anótelo, Pounce, al final de la hoja.
Sir Harry Si le queda espacio, señor Pounce, anote también
«villano, hijo de puta, cascarrabias, avaro y canalla».
Tipkin No tan rápido, sir Harry, no puede escribir tan rápido.
Iba por la palabra «villano»; «hijo de puta», también lo
he escuchado, va después. Puede hacer la lista tan larga
como desee, sir Harry.
— 123 —
richard steele
Sir Harry Vamos, vamos, no permitiré que me utilicen de
esta manera. Escuche, bellaco, desenvaine... ¿Qué hace en
esta parte de la ciudad sin una espada? Desenváinela, digo.
Tipkin Sir Harry, usted es un militar, un coronel de la milicia.
Sir Harry Lo soy, bellaco, y atravesaré a un bribón extor-
sionador como usted por las tripas, para enseñarle que
la milicia es útil.
Pounce ¡Oh, vaya, oh, vaya! Cómo me preocupa ver a per-
sonas de su talla conmovidas de esta manera. La comi-
tiva de la boda está llegando, solucionaremos estas cosas
después.
Tipkin Yo estoy calmado.
Sir Harry Tipkin, viva estas dos horas, pero espere…
Entra Humphry llevando a Biddy, la señora Clerimont
llevada por Fainlove, el capitán Clerimont
y el señor Clerimont.
Pounce ¿Quiénes son estos? Menudo día, ¿quién es esta
gente, sir Harry? ¡Ja!
Sir Harry Algo de fiesta, es el día de la boda, no te preocupes.
Humphry ¡Ja! ¡Ja! Padre, maestro, tío, venid, debéis mover
las piernas, debéis bailar. Vamos, viejos muchachos,
besen a las damas.
Señora Clerimont Señor Tipkin, sir Harry, les pido per-
dón por la interrupción tan inapropiada. Sé que no es
costumbre inglesa tomarse familiaridades demasiado
pronto. Ay, señor Gubbin, este padre y tío suyos deben
ser remodelados, ¡cómo se miran uno al otro!
Sir Harry Escucha, Numps, ¿quién es esta que has traído
aquí? ¿No es la famosa y bella dama, la señora Clerimont?
¿Por qué demonios la dejas acercarse a tu mujer?
— 124 —
el marido afectuoso, o los tontos de capirote
Humphry Mira, no te descubras y hagas alguna broma loca
de aldeano para avergonzarme ante ella. Se reirá de mí,
porque ella sabe que la entiendo.
Señora Clerimont La felicito, señora, por salir de las ata-
duras de un estado virginal. Una mujer puede hacer lo
que quiera adecuadamente hasta que se casa.
Sir Harry. ¿Has oído lo que le ha dicho a tu mujer?
Entra Barsheba y varios sirvientes
llevando platos.
Barsheba Bien, señor novio, coja esa servilleta y sirva a su
esposa en este día, de acuerdo con la tradición.
Humphry Señora Clerimont, le presento a mi tía.
Señora Clerimont Señora, le pido disculpas, no es posible
que me guste toda esta gran cantidad de carne que está
sirviendo en la mesa. Además, es ofensivamente dulce,
le falta el sabor refinado con el que tanto nos deleitamos
en Francia.
Barsheba Lo perdonará, ya que no la esperábamos. (Aparte).
¿Quién es esta?
Señora Clerimont Oh, señora, solo hablo para el futuro;
pequeños platillos son de mucha más educación. Mire,
soy perfecta para las costumbres francesas. Siempre que
se me permite, las sigo plenamente.
Sir Harry Los franceses, señora, me gustaría que supiera…
Señora Clerimont No les gustará al principio, debido al
natural mal humor inglés, pero les irá gustando poco a
poco. La primera vez que fui a Francia tenía un miedo
terrible a una rana, pero en un corto periodo de tiempo
no podía comer nada más, excepto las ensaladas.
— 125 —
richard steele
Fainlove 58 ¡Comer ranas! ¿He besado a alguien que ha
comido ranas? ¡Puaj! ¡Puaj!
Señora Clerimont Oh, señora, una rana y una ensalada
son una deliciosa comida; no ha llegado a Francia hace
mucho tampoco, pero su glorioso monarca la ha introdu-
cido en la dieta, lo que los hace tan espirituales. Erradicó
toda la comida intolerable mediante impuestos y, para
gloria del monarca, envió a sus súbditos a pastar… Pero
temo postergar el entretenimiento y la diversión del día.
Humphry Ahora, padre, tío, antes de ir más lejos, creo que
es necesario saber quién está con quién. Os doy dos horas
para adivinar quién es mi mujer, y no es mi prima, hasta
aquí os diré.
Sir Harry ¡Cómo! ¿Qué has dicho? Pero ¡oh! Quieres decir
que ella ya no es tu prima, está más emparentada. Eso
está bien. Bien dicho, Numps. ¡Ja, ja, ja!
Humphry No quiero decir eso. Te digo que no quiero decir
eso. Mi esposa esconde su rostro bajo su sombrero.
Todos miran a Fainlove.
Tipkin ¿Qué quiere decir el mocoso? ¡Su esposa bajo un
sombrero!
Humphry Sí, sí, esa es, esa es. ¡A fe, una buena broma!
Sir Harry Escucha, Numps, ¿qué quieres decir, hijo? ¿Es
esa una mujer y estás realmente casado con ella?
Humphry Estoy seguro de ambas cosas.
Sir Harry ¿Lo estás, bribón? Entonces, bribón, esta es la
58
Esta intervención, en el texto original, aparece atribuida a Barsheba.
Posiblemente haya sido añadida por Addison (sin revisión posterior
de Steele), ya que parece que no se ha dado cuenta de que quien besó
a la señora Clerimont fue Fainlove y no Barsheba.
— 126 —
el marido afectuoso, o los tontos de capirote
cena de tu boda, bribón. ¿Lo ves, bribón? Aquí tienes
carne asada. (Ofreciéndole morder).
Humphry ¡Oh, no! ¡Cómo! ¡Golpear a un hombre casado!
Sujétenlo, señor Clerimont, hermano Pounce, señora
esposa; ¿nadie va a defender a un joven casado? (Corre
detrás de Fainlove).
Sir Harry ¿No dijo el bribón «hermano Pounce»? ¿Cómo?
¿Es esta la señora Ragout?59 ¿Esta, la señora Clerimont?
¿Quién demonios sois todos? Pero, especialmente, ¿quién
demonios sois vosotros dos? (Empuja a Humphry y a
Fainlove fuera del escenario, siguiéndolos).
Tipkin (Aparte). Maestro Pounce, exigirán ahora toda la for-
tuna de mi sobrina, ya que supongo que ese casaca roja
se ha casado con ella. ¿No cree que deberíamos irnos?
Pounce (Aparte). Puede hacerlo tan pronto como desee,
pero me interesa ser honesto un poco más.
Tipkin Bueno, Biddy, ya que no aceptarías a tu primo, espero
que no hayas aceptado a otro.
Biddy Si aguantas tu curiosidad un poco más, conocerás
toda la historia de mis amoríos hasta este día de mi boda,
bajo el título de Los amores de Clerimonte y Partenisa.
Tipkin Entonces, señora, tu dinero está en buenas manos.
Capitán Clerimont Venga, venga, caballero, es en vano
pelear. Aquí está el honesto señor Pounce, que será mi
gestor, y le garantizo que le libraremos de todas sus
aprehensiones.
Barsheba (Aparte de Biddy). ¿Entonces, qué, es el señor
Pounce un pícaro? Debe de tener algún truco, hermano,
59
Esta intervención posiblemente haya sido añadida por Addison,
pues hace referencia a un personaje (la señora Ragout) que no apa-
rece en la obra.
— 127 —
richard steele
no puede ser. Debe de haber engañado a los otros, pues
estoy segura de que es honesto.
Señor Clerimont (A Pounce). Señor Pounce, todo lo que
su hermana ha logrado de esta dama lo ha puesto hones-
tamente en mis manos y se lo devolveré, a petición de
esta dama.
Pounce Y las mil libras que prometió en nombre de su her-
mano, deseo que sean de ella también.
Señor Clerimont Entonces, entre y tráigalos a todos de
vuelta para sacar el mejor partido de un mal juego. Cena-
remos y bailaremos juntos, o no cumpliríamos con las
formas.
Vuelven a entrar Fainlove, Humphry y sir Harry.
Sir Harry Bueno, ya que dices que tienes algo de dote y el
chico te ha entregado su corazón, tendré paciencia hasta
que vea más.
Pounce Venga, venga, sir Harry, encontrará mi alianza más
razonable de lo que imagina. Los Pounce son una familia
que siempre tendrá dinero, si es que lo hay en el mundo.
Vamos, violines.
Bailan.
Señor Clerimont
Habéis visto los extremos de la vida doméstica,
un hijo demasiado confinado, una esposa
demasiado libre,
con generosas ataduras, a ambos deberíais refrenar,
y tan solo de sus inclinaciones beneficiaros;
las esposas para obedecer deben amar, los hijos,
venerar,
mientras solo los esclavos por sus miedos son
gobernados.
— 128 —
el marido afectuoso, o los tontos de capirote
epílogo 60
Los británicos, en guerra constante entre sí,
por la libertad, luchan con faccioso frenesí,
salvando este escenario inglés de foráneos insultos.
Ya no admiten de la tribu italiana61 exabruptos
en lenguas desconocidas; ingenio de papismo.
De Roma traen canciones (confiesan ellos mismos),
para, como debéis saber, misa mayor cantar.
Maridos, no os confiéis, el peligro puede acechar,
si las mujeres dicen su eunuco en un fraile tornar.
Pero ¿no es un mal grave que los grandes árbitros
de Europa puedan llegar a ser tan mezquinos;
que, con alegría afectada al sentarse, pasivos,
olviden que ingenio viril pedían los nativos;
y descuiden su humor cómico, su rabia trágica,
por sabidos defectos de natura y de la edad?
Conquistadores británicos, por vergüenza, levantad,
tal afeminamiento sin ornamento despreciad;
(si os gusta el ingenio extranjero) admirad
no las odas de italianos, sino escritos romanos.
Así, cual la comedia de esta noche, obras menores,
a vuestras órdenes, con justicia, perecerán;
hasta entonces, perdonad a vuestros escritores,
pues que seáis tales tramontanos no pueden soportar,
ni a las naciones que os desprecian reverenciar.
60
Traducción de María José Álvarez Faedo.
61
Aquí Steele hace referencia a que, en marzo de 1705, se representó
en el teatro de Drury la primera ópera de estilo italiano, titulada
Arsinoe, Reina de Chipre, de Thomas Clayton Lane (se había estre-
nado ya el 16 de enero).
— 129 —
richard steele
Que la tierra de Ana sea conocida por todos su encantos;62
tan famosa por ciencias liberales, como por armamentos:
quienes traigan nuevos modales o discursos
de Italia o Francia, que reciban burlas dejad.
Que aprendan de vosotros quienes busquen vuestro
beneplácito,
y que el inglés sea el idioma de toda la humanidad.
FIN
62
Ana Estuardo fue reina de Inglaterra, Escocia e Irlanda desde 1702, y
de Gran Bretaña e Irlanda, desde 1707 hasta su fallecimiento, en 1714.
— 130 —
El marido afectuso, o Los tontos de capirote
se preparó para su publicación el mes de julio de 2023
en el estudio de Pandiella y Ocio (Oviedo, Asturias).
Se emplearon las tipografías Minion Pro (Adobe) en la
tripa y Kiperman (Harbor Type) en la cubierta.