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Esguince

El documento describe la anatomía y patologías más comunes de la articulación del tobillo. La articulación del tobillo permite el movimiento de flexión y extensión del pie y está formada por los huesos de la pierna (tibia y peroné) y el pie (astrágalo). Los ligamentos son tejidos elásticos que unen y estabilizan los huesos. Las lesiones más frecuentes son esguinces y desgarros de ligamentos, así como fracturas óseas y tendinitis.

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Esguince

El documento describe la anatomía y patologías más comunes de la articulación del tobillo. La articulación del tobillo permite el movimiento de flexión y extensión del pie y está formada por los huesos de la pierna (tibia y peroné) y el pie (astrágalo). Los ligamentos son tejidos elásticos que unen y estabilizan los huesos. Las lesiones más frecuentes son esguinces y desgarros de ligamentos, así como fracturas óseas y tendinitis.

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La articulación del tobillo está situada entre la pierna y el pie, y posibilita que este último se

mueva para arriba y para abajo (flexión y extensión). La tibia y el peroné son las estructuras óseas
ubicadas en la pierna y en la ranura que forman se acopla el talud del pie. Son los ligamentos los
tejidos que sujetan y estabilizan los huesos del tobillo. El colágeno es la sustancia que compone
estos fuertes elementos de sujeción como son los ligamentos.

El ligamento interno del tobillo está formado por dos capas, siendo la más relevante la que se
encuentra más profunda. Su rotura suele ir asociada a una fractura ósea severa.

El ligamento externo del tobillo está compuesto de tres bandas separadas: una anterior, una
medial y otra en el medio posterior. Las que pueden verse afectadas en un esguince con más
asiduidad suelen ser la anterior y la medial.

Los huesos de la pierna, la tibia y el peroné, se articulan también entre sí por encima del tobillo.
Se ven reforzados por un ligamento anterior y otro posterior. Entre un 10 y un 20% de los casos
de esguince, tiene afectación de este ligamento anterior. Y aunque suele no precisar de cirugía, su
recuperación es lenta.

Aunque se consideran como lesiones del deporte, no hay que ser un atleta, ni estar practicando
ejercicio, para que pueda haber una lesión de tobillo. El simple hecho de caminar por un terreno
irregular o dañado puede ocasionar un doloroso y limitante esguince.

A cualquiera, tenga la edad que tenga puede sobrevenirle una lesión de tobillo. No obstante, es
más frecuente que se ocasione un esguince en hombres entre los 15 y 24 años de edad, seguido
de mujeres de más de 30 años. Es realizando una actividad deportiva cuando se produce el 50 %
de los esguinces. Las lesiones de tobillo más habituales son los esguinces, en los que se ve
afectado el ligamento, las fracturas (lesión ósea), las tendinitis, con repercusión sobre el tendón, y
las bursitis.

CONCEPTOS GENERALES DE ANATOMÍA QUIRÚRGICA Y MECÁNICA ARTICULAR

La articulación del tobillo es tipo bisagra simple y suele admitir el movimiento en un plano: flexión
dorsal hasta 20° y flexión plantar 50°; también permite rotar axialmente hasta 18° el astrágalo
sobre la tibia.

La tróclea astragalina y la mortaja tibioperonea la componen.

La unión del extremo inferior de la tibia, del peroné y el cuerpo del astrágalo constituyen la
articulación tibio-tarsiana.

Estos huesos están unidos entre sí por una cápsula sinovial, afianzada por ligamentos, que forman
una cavidad articular recubierta por líquido sinovial, que comunica con los tendones adyacentes.

Funcionalmente la mortaja tibio-peronea (maléolo externo, pilón tibial y maléolo interno) con
forma de pinza y el astrágalo permiten movimientos de flexión y extensión.

Anatómica y funcionalmente está unida a las articulaciones subastragalina y mediotarsiana.

A pesar de las grandes tensiones a las que se ve sometida, es una articulación estable, gracias a
los ligamentos y los músculos que la rodean.
Mecánicamente el pie se comporta como una palanca de segundo género.

El punto de apoyo está formado por el apoyo metatarsiano.

El peso corporal, transmitido por la tibia al pie a través del tobillo, actúa como resistencia.

El tendón de Aquiles, el más potente del cuerpo tras el rotuliano, es el encargado de la fuerza.

El juego articular normal del tobillo se cimenta en las concordancias entre el astrágalo, el calcáneo
y el escafoides.

La cohesión natural de los huesos del tobillo es lo que le da estabilidad, reforzada por la
distribución y resistencia de los ligamentos asociados:

Ligamentos Tibio-peroneos inferiores, anterior y posterior

Unen la tibia y el peroné.

Ligamento Lateral externo

Este ligamento se compone de tres fascículos que se originan en el peroné a nivel proximal, a
nivel distal los fascículos anterior y posterior se anclan en el astrágalo y el fascículo central se
adhiere en el calcáneo.

Ligamento medial o interno

Tiene forma triangular por lo que recibe el nombre de ligamento deltoideo y es enormemente
fuerte. A nivel proximal se fija en el maléolo interno y a nivel distal las fibras de la parte superficial
se anclan en el escafoides, el ligamento calcáneo-escafoideo y el calcáneo y las fibras profundas
pasan a la superficie medial del astrágalo.

Patología cápsulo-ligamentosa

PATOLOGÍA CÁPSULO-LIGAMENTOSA

Las lesiones de los tejidos blandos del tobillo son demasiado frecuentes y en los casos más fuertes
son complicadas de diferenciar de determinadas lesiones no desplazadas.

La exploración radiológica, principalmente para descartar una posible fractura, es primordial en


todas las lesiones excepto en las que claramente son muy leves y también cuando los síntomas
son duraderos.

Ligamento lateral
El ligamento lateral se lesiona en traumatismos por inversión, supinación forzada.

Se puede provocar un desgarro parcial en el que sólo se rompen algunas fibras, que estaríamos en
la clasificación de esguince de tobillo.

En estos casos y si no es recidiva el tratamiento es conservador y puede recuperarse totalmente y


de forma rápida con un tratamiento adecuado y reposo.

Si el ligamento está desgarrado o desinsertado completamente del peroné, el astrágalo se


encuentra libre para oscilar, y si el ligamento lateral no se cura se presenta una inestabilidad
crónica del tobillo.

En las fases agudas se debe realizar un tratamiento con inmovilización prolongada, escayola o
reparación quirúrgica.

Si el diagnóstico es tardío, la reconstrucción quirúrgica del ligamento lateral suele dar buenos
rendimientos.

Ligamentos tibio-peroneos inferiores

Realizan la cohesión entre los extremos inferiores de tibia y peroné.

El extremo distal del peroné se dirige en dirección lateral y proximal cuando se realiza la flexión
dorsal del pie, y se acopla con la parte superior del astrágalo; son los ligamentos tibio-peroneos
inferiores y la membrana interósea los que limitan este movimiento.

Pudiéndose provocar desplazamiento lateral del peroné y del astrágalo cuando se lesionan.

El tratamiento consiste en realinear el astrágalo con la tibia y reducir cualquier deplazamiento del
peroné.

Se reduce atornillando el peroné a la tibia o mediante una inmovilización con yeso.

Ligamento medial
Es muy fuerte y ante sobrecarga en las lesiones articulares del tobillo, por regla general, en vez de
romperse, se produce un arrancamiento del maléolo.

Las roturas del maléolo suelen ir asociadas a fracturas del maléolo lateral.

Es precisa la reparación minuciosa de cualquier fractura asociada y, en ocasiones, es necesaria


una reparación quirúrgica.

Bursitis PATOLOGÍA TENDINOSA

Son once los tendones que atraviesan el tobillo para alcanzar sus inserciones en el pie. Salvo el
tendón de Aquiles y el tendón plantar, disponen de una vaina sinovial.

Clasificación:

Estos tendones son:

En la cara anterior:

Tibial anterior.

Peroneo anterior.

Extensor largo del primer dedo.

Extensor largo de los dedos.

En la cara medial:

Tibial posterior.

Flexor largo del pulgar.

Flexor largo de los dedos.

En la cara lateral:

Peroneo largo.

Peroneo corto.

En la cara posterior:

Tendón de Aquiles.

Tendón de Aquiles
Las lesiones que puede presentar son rotura parcial o completa, o peritendinitis con mayor o
menor grado de tendinosis.

Determinadas roturas se relacionan con infiltraciones de corticoides. En la rotura completa del


tendón aparece un chasquido y dolor súbito con impotencia funcional que nos facilita su
diagnóstico. Es posible un diagnóstico erróneo ante la conservación de cierta capacidad de flexión
plantar y a la menor sensación de dolor por parte del paciente. El hematoma local y el edema
esconden una falta de continuidad del tendón que suele localizarse entre 2 - 6 cm desde la
inserción del calcáneo. La maniobra de Thompson o prueba de la expresión nos ayuda a distinguir
una rotura completa de otra parcial. Para ello el paciente se coloca en decúbito prono y se
presiona los músculos de la pantorrilla por debajo de la zona de mayor circunferencia. El pie se
flexiona hacia la planta si el tendón no está totalmente roto (Thompson negativo).

También es eficiente el estudio por imagen, ya sea radiográfico, ecográfico, TC y RMN.

En la peritendinitis el tratamiento utilizado es conservador y solamente se recurre a la cirugía


cuando la clínica persiste durante meses, llevando a cabo una limpieza quirúrgica y la
reconstrucción del tendón.

El tratamiento del tendón de Aquiles es muy controvertido yendo desde una actitud meramente
conservadora a quirúrgica.

Es un tratamiento controvertido con desventajas, la elevada recidiva del conservador y la


morbilidad postoperatoria.

El tratamiento conservador consiste en inmovilización en ligera flexión plantar de 7 a 9 semanas.


En la opción quirúrgica se sutura el tendón pudiendo llegar a recubrirla con un girón.

Se suele utilizar la opción conservadora, salvo en atletas y deportistas que se decanta por la
quirúrgica.

Tendón del músculo tibial posterior

El músculo tibial posterior es el más potente inversor del pie. Pasa por detrás del maléolo medial,
situado por delante del tendón del flexor largo de los dedos, insertándose en la tuberosidad del
escafoides, en la cara inferior del cuboides y en la base del segundo, tercero y cuarto
metatarsianos.
Su ruptura provoca el hundimiento del borde medial del arco longitudinal. Es causa de pie plano
doloroso adquirido en el adulto. La rotura es gradual, la deformidad se produce sobre todo en
mujeres mayores de 40 años.

Acontece dolor espontáneo en el trayecto retromaleolar del tendón y su palpación suele


manifestar dolor y tumefacción.

En la prueba radiográfica se observa las desviaciones de los ejes longitudinales del astrágalo y del
calcáneo y la pérdida de las relaciones normales entre astrágalo y escafoides.

El tratamiento de la rotura del tendón del músculo tibial posterior puede ser conservador y
quirúrgico.

Conservador, mediante reposo y ortesis con antiinflamatorios en la fase aguda.

En personas jóvenes y activas se emplea el tratamiento quirúrgico, consistente en la solución de


continuidad, la reimplantación del tendón en el escafoides, si se hubiese desprendido, o en la
reconstrucción, ante lesiones degenerativas (tendinosis), utilizando el flexor largo de los dedos.

Cuando encontramos ya deformidades hay que recurrir a artrodesis, como la astrágalo-escafoidea


y la triple.

Tendones peroneos

Comparten una vaina tendinosa, que se inicia a unos 4cm del maléolo lateral, y luego se
establecen en vainas independientes.

Las posibles lesiones son la tenosinovitis, la rotura y la luxación traumática.

La tenosinovitis puede comenzar tras traumatismos óseos, presentándose de manera estenosante


por detrás del maléolo lateral.

Se percibe dolor espontáneo en el lateral del tobillo, en el trayecto tendinoso y tumefacción.

La inversión forzada del pie, con flexión plantar, provoca dolor agudo.
El tratamiento es en principio conservador, reposo y ortesis.

La persistencia de la clínica puede llevar a cirugía, cuyos fines serán la exploración y liberación del
tendón o tenólisis.

La ruptura de los tendones peroneos es rara y necesitarán de reparación quirúrgica.

La luxación traumática se origina como consecuencia de la rotura del ligamento anular o


retinaculum que mantiene en posición los tendones peroneos y saltan hacia delante por encima
del maléolo externo.

En el tratamiento conservador suelen aparecer recidivas, por ello, se suele aconsejar el quirúrgico
para reconstruir la corredera o túnel osteofibroso.

Bursa talón

Bursitis

La inflamación de las bolsas articulares o bursitis puede desarrollarse en el talón, esencialmente


en la parte posterior del calcáneo en estrecha proximidad con el tendón de Aquiles y en los
espacios intermetatarso-falángicos.

En la zona posterior del talón hay dos bolsas: una anatómica, subfascial o profunda y otra sinovial
que puede comunicarse con la cavidad articular subastragalina.

En presencia de un traumatismo crónico repetitivo sobre el talón puede desarrollarse una bolsa
eventual superficial subcutánea, en la inserción del tendón de Aquiles en el calcáneo. La
inflamación de la bolsa subcutánea y accidental se percibe como enrojecimiento, tumefacción y
dolor.

Normalmente provocadas por los zapatos ajustados, de tacón alto en la mujer.

Cuando la bursitis superficial se hace crónica, en la mayoría de los casos es bilateral produciendo
unas tumoraciones antiestéticas.
Es menos frecuente la inflamación de la bolsa profunda y sinovial y difícil. El dolor no se focaliza, y
la tumoración no se evidencia al estar recubierta por el Aquiles.

Esta bursitis puede ser el primer síntoma de artritis reumatoide en el pie posterior.

El síndrome de Haglund está forrmado por una bursitis profunda junto con peritendinitis del
tendón de Aquiles, una bursitis superficial y una prominencia manifiesta de la porción
posterosuperior del calcáneo.

El tratamiento debe ser inicialmente conservador, eliminando el desencadenante traumático.

Al no obtener resultado se puede acudir a la cirugía, llevando a cabo la extirpación de la bolsa


adventicia y la remodelación de la parte posterior del calcáneo con la exéresis de la prominencia
excesiva.

Hay que tener cuidado con la indicación quirúrgica de una bursitis profunda ya que puede ser el
comienzo de una artritis reumatoide.

La inflamación de las bolsas intermetatarsofalángicas se relaciona básicamente con el desarrollo


de una neuralgia de Morton o primera manifestación de una artritis reumatoide en el pie anterior.

¿Tipos de lesiones de tobillo existentes?

Las lesiones de tobillo se explican según el tipo de tejido (hueso, ligamento, tendón, cápsula o
bolsas serosas) que ha sufrido el daño. El tobillo está formado por tres huesos: la tibia y el peroné
de la pierna con el astrágalo del pie. Estas estructuras óseas se unen en la articulación del tobillo
mediante los ligamentos, que son fuertes bandas elásticas compuestas de tejido conectivo que
sostienen los huesos en su lugar, permitiendo el normal movimiento del tobillo. Los tendones,
además de colaborar en la estabilidad articular, fijan la musculatura al hueso, haciéndose cargo de
la movilidad de tobillo y pie.

El esguince es el deterioro que sufren los ligamentos cuando son estirados más allá de su rango de
movilidad normal. Puede consistir en un desgarro ínfimo de las fibras del ligamento hasta una
rotura completa del mismo.
La elongación excesiva de los tendones o músculos también pueden ocasionar daños. Las áreas
que suelen afectarse con más frecuencia son las piernas o la zona lumbar. En el tobillo son los
tendones peroneos, encargados de ayudar en la estabilización, los que tienden a tensarse. Debido
a un uso repetitivo o a un trauma imprevisto podrían inflamarse, provocándose la tendinitis. Las
lesiones tendinosas microscópicas que van acumulándose sin curarse adecuadamente forman lo
que se denomina tendinosis. Puede llegar a producirse una rotura del tendón. Se dice que se
subluxa al desplazarse de su área de recorrido.

¿Qué origina la lesión en el tobillo?

Tiene lugar cuando el tobillo llega a torcerse más allá de su habitual posición. Gran parte de estas
lesiones se producen haciendo ejercicio o caminando en un terreno irregular, obligando al tobillo
y al pie a una postura antinatural, además de la utilización de determinados calzados como
sandalias sueltas e inestables, zuecos o zapatos con demasiado tacón. Otras causas que pueden
originar la lesión de tobillo son:

Caer mal tras un salto

Rodar sobre el tobillo

Impacto imprevisto como en un accidente de tráfico

Caída o un disparo

¿Son distintos los signos según el tipo de lesión?

Tanto en una fractura, como en un esguince la sintomatología es semejante. Incluso, pudiéndose


llegar a confundir la primera con el esguince. Por ello, es relevante acudir a su médico de
referencia para diagnosticar la lesión lo antes posible. Los signos que se dan son:

Dolor, con frecuencia, súbito y riguroso.

Inflamación.

Hematomas.

Impotencia para andar o cargar peso sobre la articulación afecta.

Ante el esguince se puede encontrar rigidez articular. Al palpar la zona lesionada en caso de
fractura se produce dolor, pudiendo existir deformación de esa área.

Según el grado del esguince la inflamación y el dolor varían, siendo muy intensos en esguinces
más severos.

Cuando lo que se da es una tendinitis en el tobillo, hay también inflamación y dolor y aumenta la
temperatura de la zona perceptible al tacto.
La tendinosis es una patología que se va produciendo paulatinamente. Su sintomatología es la
siguiente:

Tobillo inestable o con poca fuerza.

Dolor ocasional en la parte de fuera del tobillo

Incremento del arco del pie

Cuando hay una subluxación, el tobillo se torna más débil y con menos estabilidad. Es posible que
en reborde exterior del tobillo se pueda sentir dolor y tener sensación de que hay una rotura.

¿Cómo actuar al sufrir una lesión del tobillo?

Se puede iniciar con las pautas que se utilizan en los primeros auxilios: reposo, frío, compresión y
elevación de la zona afecta (R.I.C.E).

Reposo. Para no dañar más la zona es primordial darle reposo y no cargar sobre ella.

Hielo. Colabora en la reducción o retardo de la aparición de inflamación, y por su efecto de


sensación anestésica y, por tanto, analgésica. Debe aplicarse no más de 20 minutos, varias veces
dentro de las primeras 48 horas. Mínimo hay que esperar 45 minutos antes de aplicarlo otra vez
para que los tejidos puedan recuperar su temperatura normal y su sensibilidad. Se puede emplear
compresas frías, hielo con agua dentro de una bolsa para acoplarla bien al tobillo o bolsas de
verduras congeladas como los guisantes. Siempre colocar un paño o toalla sobre la piel para evitar
daños en la misma.

Compresión. Se puede utilizar una venda elástica o algún envoltorio compresivo que colabore en
la inmovilización del tobillo. Prestar atención de no comprimir con excesiva fuerza. Si los dedos
cogen un color azulado, pierden sensibilidad o se enfrían es señal que la compresión aplicada es
demasiada.

Elevación. Para disminuir la inflamación y el dolor es bueno colocar el tobillo lesionado igual o
más elevado que su corazón.

Primordial no cargar peso sobre el tobillo afectado hasta que el médico, en la mayor brevedad,
nos vea y compruebe el alcance de la lesión. Las fracturas y esguinces mal o no tratados
adecuadamente pueden derivar en problemas crónicos en un futuro, como lesiones recidivantes,
debilitamiento del tobillo y artritis.

¿Cómo diagnostica el tipo de lesión su médico?

El primer paso que dará su médico es informarse mediante preguntas cómo se produjo la lesión.
Seguidamente evaluará el tobillo, valorando la inflamación y la existencia o no de hematomas. El
examen físico es posible que resulte doloroso ante la movilización del tobillo, que precisa hacer el
médico para examinar el grado de dolor e inflamación y poder dar un diagnóstico correcto.

Cabe la posibilidad que pida una placa radiográfica del tobillo para comprobar si hay alguna
fractura. En ocasiones pedirá también placa de la pierna y pie para descartar otras lesiones. La
petición de alguna otra prueba como la Resonancia Magnética, la puede hacer si hay sospecha de
fractura por estrés. Si hay una fractura, el médico también puede solicitar Una prueba de
esfuerzo, radiografía especial que se realiza ejerciendo presión a la articulación es también
posible en caso de fractura y determinar si se precisa una intervención quirúrgica.

En gran parte de los casos se recurrirá a la prescripción de farmacología antiinflamatoria no


esteroidea, como es el Ibuprofeno. El tratamiento más específico tendrá relación según el tipo de
lesión.

FISIOTERAPIA EN LAS LESIONES DE TOBILLO Y PIE

Tratamiento de las lesiones del tendón

Las medidas terapéuticas de las lesiones tendinosas son similares a las del esguince. Incluyen:

Inmovilización

Administración de antiinflamatorios vía oral o inyectados para disminuir el dolor.

Fisioterapia para recuperar la movilidad, el equilibrio y la fuerza.

Intervención quirúrgica, en ocasiones, necesaria para restaurar el tendón u otras estructuras de


soporte del pie.

Lesión del Aquiles

Fisioterapia en la rotura del tendón de Aquiles

La rotura del tendón de Aquiles suele asociarse a un adelanto patológico del tendón. Esta
degeneración debilita una zona determinada que, si se coloca bajo una tensión excesiva, puede
romperse. El lugar más habitual de ruptura suele ser de 2 a 6 cm del calcáneo.

Tratamiento fisioterápico

El principal objetivo es devolver al tendón su fuerza y flexibilidad. Inmediatamente después de la


lesión se indica aplicación de hielo, compresión, elevación e inmovilización.
Un tratamiento conservador implica una extensa inmovilización durante dos meses.
Posteriormente se inicia un programa progresivo de extensión y potenciación.

Se deben de utilizar alzas en ambos zapatos para menguar la tensión sobre el tendón.

La rehabilitación debe ser gradual, practicando un seguimiento cuidadoso del dolor y del tipo de
actividades que puede ejecutar el paciente.

Con el tratamiento conservador existe la posibilidad, sobre todo en las personas deportistas, de
que se provoque una nueva rotura.

El programa de rehabilitación postquirúrgico sigue un curso similar. Una inmovilización entre 6 y 8


semanas, seguida por los ejercicios de amplitud de movimientos, particularmente la flexión
dorsal.

Cuando la amplitud de movimiento vuelve a ser normal, se empezará el programa de ejercicios de


resistencia gradual.

1.- Fase I:

Crioterapia.

Compresión (vendaje compresivo).

Elevación del miembro inferior afectado.

Inmovilización (férula de yeso, ortesis, etc.).

2.- Fase II:

En tratamiento conservador: inmovilización durante 2 ó 3 meses.

Tratamiento quirúrgico: Reparación quirúrgica.

3.- Fase III:

Alzas en talones

Ejercicios de amplitud de movimiento pasivo y activo.

Estiramientos suaves (con rodilla flexionada y estirada).

Ejercidos de resistencia progresiva.

Crioterapia (masaje con hielo) tras las sesiones de ejercicio.


En las primeras fases hay que hacer hincapié en que la marcha debe de realizarse sobre
superficies lisas.

Fisioterapia en los esguinces de tobillo

Los esguinces de tobillo son muy frecuentes y deben tratarse adecuadamente para evitar
recidivas y retrasos en la incorporación a la vida diaria, o en los deportistas a la competición. Por
lo que el tratamiento fisioterapéutico debe tener como objetivos la curación rápida y completa
del sujeto y evitar en lo posible las recaídas, obteniéndose una óptima recuperación funcional y
una rápida adaptación a la vida activa diaria y sin secuelas.

Se clasifican como grado 1 (leve), grado 2 (moderado) y grado 3 (severo). El tratamiento variará
en su función. La operación quirúrgica se llevará a cabo sólo cuando hay una gran afectación,
viéndose afectadas varias estructuras y cuando otras medidas terapéuticas fracasen.

Los esguinces de primer grado se tratan siguiendo las pautas del método RICE hasta que la
inflamación y el dolor mejoren. Su médico le permitirá que cargue peso en el tobillo bastante
pronto, el mismo día o dos o tres días posteriores, siempre y cuando sea tolerable y, también, le
prescribirá ejercicios de movilidad y fortalecimiento.

En esguinces de grado 2, el médico pautará el método RICE durante más tiempo, para que se
produzca la adecuada recuperación. Importante la aplicación de vendaje comprensivo y se
prescribirá ejercicios de movilidad y fortalecimiento. El médico también puede prescribir
Fisioterapia para conseguir la correcta recuperación del tobillo.

Ya en el grado más severo, el 3, se produce una rotura completa del ligamento, siendo la curación
más compleja y lenta. Tras la inmovilización se recurre a la Fisioterapia para recuperar la
movilidad y la fuerza del tobillo. Puntualmente, si el tratamiento no da resultados, se planteará la
cirugía con el objeto de reconstruir los ligamentos rotos.

La media de duración del tratamiento inicial del esguince es una semana para que baje parte de la
inflamación y el tobillo descanse. Posteriormente, será la fase de rehabilitación de mínimo una
semana buscando recuperar movilidad, elasticidad y fuerza. Esta etapa puede continuar hasta el
completo restablecimiento de las actividades cotidianas, que puede postergarse, semanas o
meses, dependiendo de la lesión.

Protocolo de fisioterapia

En un esguince de 2° grado el objetivo del tratamiento fisioterápico es evitar la atrofia muscular,


las retracciones téndino-ligamentosas, las rigideces articulares y readaptar lo antes posible al
paciente a la vida activa. Una vez diagnosticado el esguince de 2° grado se aplica un vendaje
funcional, crioterapia cada 4 horas durante 15 minutos, antiinflamatorios y analgésicos habituales
y deambulación en descarga. 24 horas tras la lesión aguda, dependiendo del dolor, se puede
empezar a aplicar el siguiente protocolo:

1.- Fase 1 (precoz):

Revisar el vendaje funcional.

Ejercicios de bombeo con el pie en alto (40 repeticiones 2 veces al día).

Caminar con dos bastones en descarga.

Crioterapia local cada 4 horas durante 15 minutos.

Duración: primeras 48 horas.

2.- Fase 2:

Quitar el vendaje funcional y exploración de la lesión (supervisar el hematoma y edema).

Isométricos resistidos para flexo-extensión y lateralizaciones del pie.

Estiramientos autopasivos del tendón de Aquiles y enseñanza de estiramientos.

Estiramientos de los flexores y extensores de los dedos del pie (activos y pasivos).

Ejercicios punta-talón y propioceptivos.

Drenaje linfático.

Colocación de vendaje funcional.

Crioterapia 3 veces al día.

Deambulación en descarga.

Duración: 5-7 días.

3.- Fase 3:

Retirada del vendaje funcional.

Aplicación de láser o alta frecuencia (10 min, 50-60 w) en la zona dolorosa.

Ejercicios activo-resistidos de dorsal flexión y eversión-inversión del pie.

Estiramientos manuales del tendón de Aquiles.

Pedal cinético con resistencia progresiva.

Potenciar tibial anterior y peroneos con zapatilla cinética.

Ejercicios punta-talón en carga.

Ejercicios propioceptivos (tabla de Freedman).


Autoestiramientos del tendón de Aquiles y tríceps sural.

Ultrasonido en maléolo externo.

Deambulación con carga total y tobillera.

Readaptación progresiva a la actividad habitual del paciente.

Fisioterapia en la bursitis retrocalcánea

La bursitis retrocalcánea es una lesión inflamatoria por sobrecarga que afecta la bolsa
retrocalcánea, localizada en el calcáneo delante de la inserción del tendón de Aquiles. El dolor
crece con la actividad y suele ir unido de una leve inflamación. Este proceso puede derivarse de
microtraumatismos del tacón del calzado. A veces se confunde con una tendinitis del tendón de
Aquiles.

Tratamiento

El tratamiento inicial debe dirigirse a corregir la irritación causada por la suela del calzado.
Elevando el talón con alzas se alivia la irritación. Hay que modificar el ejercicio para disminuir la
irritación de la bolsa.

Las técnicas más efectivas para reducir la inflamación son:

Baños alternos de agua fría y caliente.

Masaje con hielo.

Fonoforesis con crema de Hidrocortisona.

Utilizar un calzado adecuado para mermar la fricción de la bolsa.

Corrección de los puntos de apoyo en la marcha.

La cirugía se aconseja en casos extremos. Siendo necesaria una de inmovilización de 8 semanas.


Después de eliminar la escayola, se realizan ejercicios de amplitud articular y un programa de
potenciación con el objeto de recuperar la fuerza y la flexibilidad de la musculatura de la pierna.

Fisioterapia pie

¿Qué hacer ante un tobillo inestable?

Gran número de personas que tienen inestabilidad del tobillo es porque algunos de sus
ligamentos están dañados. La recuperación es posible con la ayuda de una fisioterapia adecuada.
La rehabilitación se centra en dos puntos: Primeramente el fortalecimiento de los grupos
musculares que envuelven el tobillo. Seguido del restablecimiento de sus capacidades mediante el
trabajo de propiocepción y equilibrio. Para ello se puede utilizar material especializado como las
tablas oscilantes o cama elásticas o recurrir a elementos más cotidianos como un trozo de esponja
o un cojín. El fisioterapeuta le ayudará con este trabajo.

Si hay rigidez en la articulación o en el tendón de Aquiles son rígidos, se llevará a cabo un trabajo
de estiramientos.

Tras la fisioterapia la sensación de tener un tobillo más estable y sentirse mejor suele darse en la
mayor parte de los casos. No obstante, habrá pacientes que no evolucionen como se esperaba. En
ese momento será necesaria la opinión de un cirujano ortopédico de pie y tobillo, al que le podría
derivar su médico de familia si lo cree conveniente. El cirujano valorará la realización de una
artroscopia exploratoria para ver el estado en el que se encuentra la articulación. Si se comprueba
que hay debilitamiento de los ligamentos del tobillo, puede que le aconseje hacer una
intervención quirúrgica.

¿Es posible la prevención de lesiones del tobillo?

Las recomendaciones para que el riesgo de lesionarse el tobillo son las siguientes:

Realice ejercicio con frecuencia.

Evite hacerlo los días que esté muy cansado o con dolor.

Caliente y estire antes del ejercicio y muy importante el estirar después.

Conserve el correcto acondicionamiento del deporte que practique.

Utilice el equipamiento debido dependiendo de la actividad deportiva.

Use calzado apropiado para el deporte que haga.

Cambie el calzado cuando ya sufra desgaste de un lado.

Si corre, hágalo sobre una superficie lisa y blanda.

Mantenga los músculos fuertes con una dieta equilibrada.

Conserve un peso saludable.

Trate de evitar caerse.

https://fisanamadrid.es/tobillo-y-pie-tendinitis-esguince-y-bursitis

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