28 Apuntes
28 Apuntes
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28 DIBUJO
Técnicas y procedimientos de
cerámica, vidriera y esmalte.
30-15107-13
Temario 1993
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1. LA CERÁMICA
1.1. CARACTERES GENERALES
1.3. EL MODELADO
1.4. SECADO
1.5. IMPERMEABILIZADO
1.6. COCHURA
1.7. DECORADO
2. LA VIDRIERA
2.1. TÉCNICAS DE ELABORACIÓN
2.2. EL COLOR
2.3. LA GRISALLA
2.5. LA LUZ
3. LOS ESMALTES
3.1. TÉCNICAS
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INTRODUCCIÓN
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1 LA CERÁMICA
Se denomina cerámica todo lo que se modela con una mezcla de arcilla y se somete a la acción del
fuego. En su acepción más corriente se trata de un producto destinado al uso cotidiano (recipientes,
vajilla en general), a prácticas rituales (urnas y vasos para la incineración), y la representación de
símbolos culturales (estatuillas votivas, imágenes) en algunas épocas y civilizaciones. Las fases de tra-
bajo son prácticamente las mismas, desde los métodos primitivos hasta las técnicas más modernas y
elaboradas. Su proceso consta de una serie de etapas sucesivas fijas para todos los tipos de produc-
ción; preparación del barro o pasta, modelado, secado, impermeabilizado, decoración y cochura.
Según sea la composición del barro, del revestimiento y de la temperatura de cocción, los productos
de cerámica se dividen en:
Productos de cuerpo poroso:
Terracota, de cuerpo poroso, coloreado sin revestimiento.
Mayólica, de cuerpo poroso con revestimiento transparente (barniz) y opaco (esmalte).
Loza, de cuerpo compacto poroso blanco.
Productos de cuerpo compacto:
Porcelana, de cuerpo compacto blanco.
Gres, de cuerpo compacto coloreado.
El cuerpo de los objetos de barro, se compone de una mezcla de arcillas locales más o menos de-
puradas según los tiempos y las áreas culturales.
La calidad y la cantidad de los compuestos minerales contenidos en la arcilla originan distintos
tipos de pastas que se caracterizan por el mayor o menor grado de porosidad del producto, por su
capacidad de refracción y por su color.
De las rudimentarias pastas del llamado neolítico precerámico pasamos a las técnicas más perfeccio-
nadas del mundo eurasiático, con la utilización de un barro, generalmente oscuro entre negruzco y
rojizo, cuyos productos se pueden clasificar e identificar según sus elementos decorativos. Con esta
producción, se llega hasta finales del III-II milenio.
Con la introducción del torno, también las pastas alcanzan una mayor calidad en la fase de prepara-
ción, precisamente por las nuevas posibilidades de elaboración.
En época clásica, del siglo VII a. C. al IV d. C., la producción se caracteriza por una arcilla con compues-
tos ferrosos que, después de la cochura adquiere un color rojizo. Este tipo de arcilla, posee un alto
grado de plasticidad y resistencia. El principio de la elaboración de las pastas se basa en procesos
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más o menos perfeccionados de corrección y purificación de las arcillas que constituyen el com-
puesto.
El lavado y la decantación, necesarios para eliminar las escorias y para conseguir un mayor grado de
finura en la arcilla, se realizaban mediante el paso, por lenta precipitación de las arcillas a una serie de
vasos puestos en pendiente. La arcilla decantada se deshacía a continuación con palas de madera
en agua. El fango conseguido de esta forma se colocaba en fosos apropiados o recipientes de des-
agüe para que perdiera la mayor cantidad posible de agua. El barro, después de prensado, se apilaba
en bloques para eliminar las bolsas de aire que perjudicarían su compacidad. Este proceso, se utiliza
aún hoy día cuando el trabajo de los talleres está en una fase artesanal. En la producción industrial se
realiza por medios mecánicos. Igualmente de forma industrial se prepara el compuesto arcilloso.
1.3. EL MODELADO
Para trabajar la arcilla, se emplean dos tipos de procedimientos distintos, uno manual, utilizado a
lo largo de toda la Historia, que suele utilizarse para formas orgánicas e imperfectas. Otro, el torno,
permite cierto grado de perfección de formas simétricas. Consiste en una tabla giratoria que puede
graduarse la velocidad.
A mano: Con la simple presión de los dedos sobre el empaste, o bien, enrollando tiras de arcilla
en espiral, unidas después por la presión de los dedos (culturas prehistóricas o primitivas).
Con el torno: Desde fines del tercer milenio con la invención del torno lento, con el que se
consigue todo lo que se hace con el giro perfecto, se modelaban en un sólo bloque de barro
los objetos de pequeñas dimensiones. Los de mayor tamaño se hacían por partes separadas, la
sutura se hacía después pegando arcilla en estado líquido (barbotina) y se disimulaba con tiras
finas de arcilla. Este sistema utilizado por las más antiguas culturas y frecuente en época clásica,
se mantiene a través del proceso de la evolución cerámica.
Los objetos se remataban con ayuda de instrumentos apropiados de madera o de metal, o utili-
zando simplemente los dedos, humedeciendo antes el objeto con una esponja, cuando estaba
aún en el torno. Cualquier tipo de adorno, modelado a mano se aplicaba una vez torneado el ob-
jeto, con una fina capa de barbotina. Muchas veces las grandes bases se hacían a mano, dejando,
en la base del objeto, una gruesa capa de arcilla sin modelar al torno: sobre ésta se realizaba un
modelado a mano. El torno eléctrico y semieléctrico introducidos en la industria cerámica moder-
na, también exigen la ayuda de la mano experta del alfarero.
Con moldes se realizan todos aquellos objetos que no son curvos. En la época clásica, los objetos
con forma antropomorfa o zoomorfa; las estatuas, los relieves y todos aquellos objetos que no
pueden trabajarse con torno por las dificultades inherentes a su forma.
Determinados tipos de vasos, de recipientes de boca estrecha donde difícilmente puede entrar la
mano del alfarero, y recipientes de grandes dimensiones.
La técnica del molde también exige la operación de sutura, puesto que generalmente los objetos
de grandes dimensiones se ejecutan con moldes en dos partes que después se unen con barbo-
tina. Los moldes son de barro cocido o de yeso. La arcilla trabajada en láminas, se extiende sobre
el molde o dentro de él. Por presión se consigue la forma deseada.
Los moldes se utilizaban también para ciertos tipos de decoración llamada a la barbotina por
ejemplo en el caso de los búcaros etruscos, realizados imitando los vasos de metal. La moderna
industria utiliza la técnica del molde para realizar objetos en serie de una sola pieza, gracias a
la capacidad y perfección de los moldes que la máquina permite aprovechar programando los
tiempos.
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1.4. SECADO
Una vez modelado, el objeto se somete a un proceso de desecación que puede realizarse expo-
niéndolo al aire o a un ambiente caliente, de forma que por deshumidificación, la pasta adquiera
consistencia y estabilidad de manera que puedan evitarse deformaciones durante la cocción.
Los dos sistemas, utilizados a través de los tiempos, se mantienen aún en los procesos de fabricación,
especialmente en los talles artesanales.
1.5. IMPERMEABILIZADO
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plomo por su propiedad de adherirse con más fuerza al objeto que los barnices de base alcalina;
este tipo de barniz se difunde por Europa, y a partir del siglo XII, se utiliza corrientemente.
El uso de barnices de plomo permite, junto al conocimiento del uso de los colores y de su punto
de fusión, la introducción de la técnica de los colores bajo el barniz que utilizaron mucho las ma-
nufacturas europeas.
Engobe: la necesidad de cubrir con una superficie no transparente el objeto de cerámica, ha
tomado en la técnica del engobe, que consiste en una cubierta a base de una mezcla de arcilla
blanca cocida. Sobre ésta, se pintaban los motivos decorativos que se fijaban con una fina capa
de esmalte antes de la cocción. Este tipo de cubierta, ya utilizado en diversas áreas de antigua
cultura cerámica y en época clásica, se difunde en las manufacturas europeas, a partir de finales
del siglo XIV.
Su producto se conoce normalmente con el nombre de mezzamayólica. Añadiendo al barniz de
plomo óxido de estaño, se consiguen barnices opacos, utilizados a partir del siglo IX después de
Cristo en Mesopotamia, pero ya conocidos en el Extremo Oriente.
Los barnices opacos blancos, que desde Oriente se difundieron por Europa a partir del siglo
XIV, se componen de una mezcla de cristal de potasa, óxido de estaño, y de plomo con pequeñas
cantidades de cloruro sódico. Este tipo de cubierta se conoció en Europa a través de los árabes
alrededor del siglo XIV en las regiones dominadas por su influencia.
La composición del esmalte de estaño varía según su uso, dependiendo de si se destina al interior
o al exterior de los objetos.
Estos sistemas de cubierta caracterizan la producción de la cerámica como producción autóno-
ma, o como intento de la producción de imitación de porcelana, cuya difusión, llevó la manufac-
tura lo más parecida posible a dicho producto.
Un sobreesmalte especial, transparente aplicado sobre el engobe tipo frita, además de dar mayor
brillo al producto, contribuía a reforzar la gama cromática de la decoración.
La loza: Otra variante de la cubierta vinculada a las técnicas del esmalte es la denominada loza
dorada de la cultura árabe. Sobre el esmalte y sobre el barniz, previamente cocidos, se extiende
una finísima capa de pigmento de cobre o de plata mezclado con ocres preciosos. Se somete el
objeto a una posterior cocción, que origina un humo denso dentro del horno que en una atmós-
fera pobre en oxígeno favorece la absorción del contenido en los óxidos de metal que, reducién-
dose a partículas finísimas, se depositan sobre el esmalte, dando al producto un brillo especial,
con un efecto de extraordinarios brillos cambiantes.
La técnica conocida en Mesopotamia hacia el 850 d. C., se difundió en los países europeos direc-
tamente influidos por ella, sobre todo en España, alrededor del siglo X.
Este producto, conocido con el nombre de loza dorada, se caracteriza por una gama cromática
que va desde el color miel al dorado oscuro, al verde, al turquesa, alcanzando una gran produc-
ción.
Desde principios del siglo XIV y después en el XVI se extiende por Europa; el hecho de que la zona
de origen comercial fue el puerto de Mallorca determinó el nombre del producto: mayólica.
Los llamados azulejos pertenecen a la familia de las lozas doradas.
Hasta la introducción de la porcelana en Europa, durante los primeros veinte años del siglo XVIII,
todos estos procedimientos técnicos son típicos de la producción cerámica.
A partir de este momento, empezará la fase de imitación del producto más refinado y de moda.
Por este motivo, las manufacturas perfeccionarán los viejos y tradicionales procesos técnicos,
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quedando sin embargo firmes los principios básicos. Cambiará sobre todo la decoración, que
caracterizará las distintas manufacturas.
1.6. COCHURA
Para aquellos productos sin vidriado, engobe, ni esmalte es suficiente una sola cochura que varía
según la plasticidad de la pasta. A fuego abierto se alcanza temperaturas no constantes que no
consienten por lo tanto un elevado grado de impermeabilidad ni compacidad. En horno cerrado, la
temperatura alcanza valores más altos.
Al buen resultado de la cocción, contribuye la estabilidad de la temperatura del horno, sin cambios
imprevistos y con una progresión gradual; a los 100 grados centígrados, se eliminan la humedad
atmosférica y el agua contenida en la creta con la consiguiente «reducción» de la superficie del
objeto.
A los 350 grados centígrados, se consume la materia orgánica con la que reduce el agua de las po-
rosidades.
Por encima de los 600 grados centígrados, la cochura se realiza mucho más rápidamente.
Después de la primera cocción, el producto alcanza un elevadísimo grado de dureza. Se denomina
bizcocho al producto resultante de la primera cochura.
Las siguientes cochuras son necesarias para fijar el vidriado, engobe, esmaltado y decoración que
originen los diferentes productos: cerámica vidriada, con engobe y esmaltada.
Aunque hay productos, como las térreas sigillatas romanas, de refinado efecto decorativo conse-
guido mediante una finísima pátina de color, que sólo se cuecen una vez a elevada temperatura.
Algunas veces el vidriado queda acabado tras una primera cochura; el barniz aplicado directamente
sobre la pieza, en cuanto ésta ha alcanzado una cierta consistencia durante la desecación, pasa a un
estado vítreo con una sola fase de cochura.
Los barnices de plomo se extienden sobre el bizcocho y a él se adhieren a lo largo de una cochura,
a una temperatura de alrededor de los 1000 grados centígrados. Un proceder análogo tienen los
barnices de estaño.
Cochuras especiales exigen los colores. Sólo algunos resisten las altas temperaturas: el verde y el azul
seguidos del púrpura y amarillo; los otros se aplican con pequeño fuego o tercer fuego (600 grados,
800 grados centígrados).
Cocciones a pequeño fuego son las que necesitan los barnices aplicados sobre ciertos tipos de
vajillas.
La temperatura del horno ha de ser controlada constantemente. Existen hornos tradicionales y hor-
nos eléctricos y de gas. En los primeros, la temperatura se mide por medio de los conos piroscópicos,
en los segundos por medio de los pirómetros.
Acabada la cocción, es necesario dejar que el horno se enfríe lentamente antes de sacar los objetos
para evitar que éstos se rompan a causa de un brusco cambio de temperatura.
1.7. DECORADO
El proceso de decoración es intrínseco a la evolución de las formas y a la difusión de los motivos y las
técnicas por contacto con distintas áreas y por necesidad de imitación de los productos.
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Dividimos la decoración en dos grandes grupos: el primero es de una decoración incisa, a la barbo-
tina, en relieve y el segundo pintada.
Teniendo presente que las técnicas de cubierta forman parte integrante del proceso decorativo.
X Decoración plana
A partir del IV milenio, empieza la decoración pintada. En general, se utilizaba el color ocre que se
alteraba con el calor del horno. Una gama de color más amplia, se utilizaba sobre el producto des-
pués de la cocción, pero esto lo hacía menos resistente.
En la mayoría de los casos, los colores utilizados son el blanco sobre el rojo o viceversa. Son corrientes ya a
partir del IV milenio, las decoraciones en la cubierta en colores grises, rojos y negros fijados en la cocción.
A partir de los siglos VIII y VII en el mundo Egeo, encontramos técnicas más complejas y de efecto más
elaborado. La decoración se realizaba antes de la cocción.
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El decorado con motivos de color se realiza sobre el bizcocho simple o engolado; para fijar los colo-
res que se someten a una segunda cocción a altas temperaturas. Los cuatro colores fijos a elevadas
temperaturas son: púrpura, amarillo, verde y azul. Estos colores y sus compuestos fueron los más
utilizados por las manufacturas europeas, a partir del siglo XV.
Según el efecto deseado y también en relación con el comportamiento de las cubiertas tenemos:
Decoración bajo barniz (esmalte transparente). La utilización de cubiertas vidriadas que dan al
objeto una especial brillantez, conduce a la técnica de los colores bajo barniz, que se extienden
directamente sobre bizcocho antes de someter al objeto a una segunda cocción.
Decoración sobre barniz (esmalte transparente). En la técnica de decoración sobre el barniz, los
colores se extienden sobre el objeto previamente cocido y barnizado, y éste se somete a conti-
nuación a una nueva cocción a pequeño fuego.
Decoración sobre esmalte (esmalte opaco blanco).La utilización de la decoración sobre esmalte
se vincula a la utilización del esmalte de estaño para la preparación de las cubiertas. Los colores
sobre esmaltes se realizan:
− Sobre esmalte crudo, con un pincel muy fino y después de haber extendido sobre el esmalte,
para fijarlo, una solución de agua y goma.
− Sobre esmalte semicocido, la superficie es poco absorbente, facilitando por lo tanto la apli-
cación del color.
Los dos sistemas requieren una cocción posterior con fuego vivo.
Sobre esmalte cocido, es decir, sobre el objeto esmaltado y decorado bajo el esmalte y ya sometido a
una cocción a gran fuego; una vez coloreado el objeto se somete a una cocción a pequeño fuego.
Existe también un tipo de decoración en frío, que se realiza sobre el bizcocho con colores al óleo.
La decoración puede realizarse a mano alzada, mediante un proceso que requiere rapidez y capa-
cidad de ejecución; por estarcido, que consiste en marcar sobre el objeto los bordes del dibujo con
unos polvos a través de unos pequeños agujeros realizados sobre un dibujo ya preparado y, coloca-
do sobre el cacharro, el dibujo se completa luego a mano. Por aplicación sobre el objeto de moldes
de madera sobre los que primero se ha grabado la imagen que se quiere representar.
Las técnicas más recientes favorecen el empleo de la calcomanía, trasladando sobre la superficie
del objeto la decoración recortada sobre papel con colores cerámicos, desde el soporte de papel a
la superficie del objeto.
Sobre todo a partir del siglo XV las decoraciones de las cerámicas se caracterizaban por una icono-
grafía de fines utilitarios (símbolos de gremios, de cofradías religiosas).
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2 LA VIDRIERA
No es casual que el florecimiento del arte de la vidriera se sitúe en la Francia del siglo XII donde se
estaban consolidando, más que en otros lugares, los términos del nuevo lenguaje arquitectónico
gótico.
La costumbre de proteger las ventanas con vidrios a veces polícromos, es bastante anterior; cono-
cida en el Egipto faraónico y en la Roma imperial, esta documentada en varios textos medievales, al
menos desde el siglo VI.
Por otra parte, si la difusión de las vidrieras polícromas está limitada al área occidental, al menos
hasta la época carolingia, éstas no eran desconocidas en el mundo islámico.
Como veremos, los grandes ciclos de vidrieras figurativas o polícromas no se inician antes del siglo
XII; y esto no es más que la consecuencia directa de la situación de la arquitectura.
2.2. EL COLOR
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2.3. LA GRISALLA
La coloración de las vidrieras se hacía con ayuda de la grisalla, un color adicional marrón o negro,
compuesto de vidrios pulverizados mezclados con óxidos metálicos u otros colores diluidos en sus-
tancias líquidas.
Su función era múltiple; servía para modificar los tonos de los colores del vidrio, para atenuar el
contraste de algunos colores respecto a otros (por ejemplo el azul, que filtraba la luz por tonos muy
claros; se procedía pues, a rodear las piezas de vidrio azul con tiras de grisalla para atenuar el paso
de la luz), para hacer los trazos del dibujo en las figuras representadas, para dar sentido del volumen
en la figura, para hacer cornisa y otros elementos de adorno, etc. Se aplicaba en la parte interior de
la vidriera, más resguardada de los agentes atmosféricos.
Su aplicación era bastante laboriosa. Primero, se realizaban los elementos lineales, luego los efectos
más generales de tono y volumetría, quitando el color en algunas partes, para crear contraste, y por
último se daban los retoques. El proceso de arranque, era frecuente en la pintura de grisalla, cuando
aplicaba en determinadas zonas, se quitaba la parte negativa o positiva del dibujo. (Fig. 2 ).
Una vez aplicada la grisalla se sometían las piezas aisladas de vidrio a un nuevo proceso
Figura 2. Proceso de cocción; así los componentes vítreos de la grisalla tenían posibilidad de adherirse a
de decoración en las placas de vidrio.
negativo y positivo.
Una vez enfriados, se montaban las piezas sueltas siguiendo el diseño compositivo ge-
neral, metiéndolas en listeles de plomo de doble acanaladura (de sección en H), lla-
mados plomos, soldados con estaño entre sí, y que formaban una especie de gran
red irregular que constituía la estructura «capilar» de la vidriera; éstos se insertaban en
Figura 3.
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2.5. LA LUZ
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Durante todo el siglo XII, la historia de la vidriera es preferentemente un hecho francés, ampliado
episódicamente al área germánica. En Francia, se produce una cierta distinción de formas, en rela-
ción con las áreas geográficas: las del norte mantienen un cierto carácter románico y expresivo.
En el centro y sureste, ciertos contactos con Italia y en particular con Lombardia, alumbraron un
lenguaje nutrido de elementos bizantinizantes.
Las vidrieras de este siglo, en general, mantienen coloraciones muy netas, sobre gamas claras; al aca-
bar el siglo y en el siguiente, las coloraciones se hacen más oscuras; no debe ser ajeno a este cambio
la ampliación de las dimensiones de las ventanas, con la siguiente necesidad de filtrar y reducir la
continuidad de luz en el interior de los edificios.
En el siglo XIII, el arte de la vidriera, alcanza su punto más alto. Se desarrolla una concepción más
amplia de la vidriera, en el sentido de una acentuación de su función narrativa. Las vidrieras ante-
riores, marcaban una distinción clara de la superficie, destinada la parte inferior al aspecto narrativo
y la superior a la representación de personajes aislados, ahora toda la superficie se toma como un
aspecto narrativo; el siglo XIII tiende con preferencia a unificar el vano de la ventana en una única
gran apertura.
Esta concepción del espacio lleva como consecuencia directa una acentuación de los caracteres de
la vidriera, con un aumento de motivos de relleno: un indicio de ello es el uso más difundido de la
grisalla, tanto en la ejecución de motivos decorativos como en los más figurativos.
Así se sentaron las bases para un desarrollo en el sentido pictórico. Así la vidriera sigue el curso co-
mún de la época, se resiente del impacto de la naciente cultura ciudadana y burguesa, que tenderá
a desviar los ejes de la producción artística. En el ámbito de la decoración, llega a una concepción
que presupone su empleo como complemento y valor añadido, de adorno y como transmisor de
glorificación personal.
La historia de la vidriera del siglo XIV, muy marcada por una serie de innovaciones técnicas y formales
que la asimilan a las otras artes figurativas cada vez más, y de modo especial a la pintura. Francia va
perdiendo su carácter preeminente y se van individualizando áreas de desarrollo como España, Italia
o Inglaterra.
En la segunda mitad del siglo, se acentúan la tendencia decorativa con la afirmación del llamado
Gótico Internacional, tanto en su dimensión naturalista como en la más específicamente cortés.
El Quatrocento desarrollará esta tendencia, ya que está a punto de transformar el arte de la vidriera
en verdadera pintura sobre vidrio; éste es el camino que sigue en Italia, donde artistas como Paolo
Ucello, y Donatello, reciben encargos para dibujos de las vidrieras.
Suiza, cuyo desarrollo en los siglos anteriores había estado estrechamente ligado a la cultura germá-
nica, manteniendo aún estos contactos, va asumiendo una caracterización propia, al dar un impulso
especial al tipo de vidrieras laicas, con temas heráldicos destinadas a las vidrieras privadas y edificios
públicos.
El siglo XVI, marca en casi todas partes, un descenso del interés por la vidriera; especialmente en
Italia, donde la arquitectura renacentista no dejaba lugar para este tipo de arte.
Aunque no desaparece durante el siglo XVII, también en el resto de Europa disminuye la importancia
de la vidriera, en la cual va ganando terreno la decoración del esmalte.
Tras un período de desuso de casi dos siglos, a finales del XIX, la vidriera volvió a encontrar un cierto
éxito bajo la ola de decorativismo del Art Nouveau y del simbolismo. Dibujos de artistas como
Toulouse Lautrec o Bonnard, para vidrieras o las dibujadas por Maurice Denis y las que se han hecho
en nuestro siglo con dibujos de Léger, Braque, Rouault, Matisse, etc.
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3 LOS ESMALTES
Entre los numerosos empleos de la pasta vítrea, exigen un lugar propio los esmaltes. Esta técnica
consiste en acoplar pasta vítrea en general polícroma, a superficies metálicas. Posee pues, caracterís-
ticas técnicas y formales tanto del arte del vidrio como de la orfebrería. A veces, el esmalte se acopla
al propio vidrio, como en la decoración de objetos de uso y vidrieras.
Su empleo se introdujo relativamente tarde en el área mediterránea; los ejemplares más antiguos
que conservamos son, anillos micénicos del año 1200 a. C.
En Grecia se desarrolla sobre todo entre los siglos V y IV a. C.; más tarde se sustituyó el uso del esmalte
por el de aplicaciones de piedras preciosas o semipreciosas.
En la cultura Celta, a partir del siglo V a. C., se emplearon por sus caracteres propios; los celtas utiliza-
ron sobre todo esmaltes rojos, con función decorativa en la orfebrería y en ciertos objetos de uso.
En el Medieval, la difusión de los esmaltes, encontró su punto culminante en la Europa occidental
entre los siglos XI y XVI, con la formación de ciertas escuelas como la del «Mosa», la «Renana» y la
«Limosina».
3.1. TÉCNICAS
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metálicos fijados a la superficie de la lámina: el esmalte se adhiere por fusión a las paredes de los
alvéolos y al plano de la lámina.
El resultado, es una especie de mosaico en pasta vítrea, en donde las «teselas» de esmalte están
delimitadas por los cloisons, dispuestos según motivos geométricos o formando dibujos más com-
plicados.
Esta técnica en el área europea entre los siglos X y XIII, tanto en las regiones occidentales como en
las que estaban en contacto con la cultura Bizantina.
Una variante de esta técnica fue la llamada pliqué-á-jour, que se obtiene del mismo modo que el
cloisonné, pero se diferencia, en que carece de lámina de base por lo que hace resaltar las caracte-
rísticas de semitransparencia de los esmaltes.
Otra técnica muy difundida es la del champlevé. En este caso, los alvéolos se labran directamente
en la lámina. El champlevé ofrece mayores facilidades para una representación compleja: Se presta
al buen dibujo. Esto permite una amplia utilización del fondo dorado como elemento de contraste
con el color de los esmaltes.
Esta técnica se conocía ya en Francia, en época Merovingia, y se practicó durante la Edad Media en
diversos países europeos, y dio sus mejores resultados cuando ciertas escuelas se afirmaron en un
área francogermánica.
Se distinguen en particular la de Mosa, la Limosina, y la Renana. Estas tres escuelas que desarrollaron
en los esmaltes las directrices formales locales, presentan algunas diferencias de naturaleza técnica.
Los esmaltes del Mosa: son opacos y se distinguen por una policromía acentuada y el efecto de
contraste entre el fondo dorado y los esmaltes polícromos. Suelen hallarse aplicados en objetos
de culto.
La escuela Renana: se desarrolló a partir del siglo XII, cuidando la búsqueda de efectos de po-
licromía marcados preferentemente en el contraste azul-oro. Al contrario que en Mosa, aquí las
figuras se obtienen dejando emerger el fondo dorado que contrasta con el esmalte azul haciendo
de fondo.
La escuela Limosina: es sin duda la más significativa de las tres, tanto por la difusión que alcanzó
su producción en el área europea como por su extensión cronológica, desde la segunda mitad
del siglo XII hasta el XVI, como por ciertos elementos técnicos característicos.
Su producción iniciada en talleres monásticos y luego pasada al artesanado laico, consta en gran
parte de objetos de uso litúrgico, aunque no falten los de uso profano. Muy decorados, caracteri-
zados por la pasta opaca de varios colores, aunque prevalece el contraste oro-azul, sobre todo en
el siglo XIII, cuando sufre la influencia de la escuela renana, haciendo emerger en la figura el color
dorado del cobre de la lámina.
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acentuará en el siglo XIII, hasta llegar a formar figuras completas de bulto redondo. Otra caracte-
rística, son las incrustaciones de piedras preciosas como elemento decorativo.
En el siglo XV, empiezan a desaparecer los tradicionales sistemas por el éxito obtenido de las
nuevas técnicas, decididas a acentuar en sentido pictórico las características de los esmaltes; es el
caso de los esmaltes traslúcidos (bajo relieves, de bulto) y sobre todo de los esmaltes pintados.
El esmalte traslúcido: en bajo relieve se empezó a usar a partir del siglo XIV, en varias regiones
europeas. Caracterizado por la producción de plaquitas que se aplican al objeto, consiste en tallar
o esculpir con la técnica del bajo relieve, láminas metálicas sobre las que se aplica un estrato fino
de esmalte transparente, que deja ver el dibujo que hay debajo; los altos y bajos, crean un delica-
do juego de claroscuro en la superficie del bajo relieve.
Del basse-taille deriva la aplicación parcial de esmaltes translúcidos a objetos de bulto redondo,
según un proceso denominado émail de rondebosse.
El esmalte pintado: en la evolución del esmalte, desempeñaron un papel determinante los es-
maltes pintados, que empezaron a usarse a partir de mediados del siglo XV.
La técnica tenía varias fases: Trazado del dibujo con una ligera incisión sobre una lámina metá-
lica.
Luego se disponían a poner los colores con un pincel, que eran sustancias vítreas con colo-
rantes.
A veces, antes de pintar en la plancha, se aplicaba una base de esmalte blanco.
Se cubría a continuación toda la superficie pintada con una fina capa de esmalte translúcido. Se
cocía.
La introducción de la grisalla en la segunda mitad del siglo, cierra la historia de esta forma de arte.
No se quiere decir con esto que el esmalte desaparezca a partir del siglo XVI, pero dejó de existir
entonces, como forma de arte con tradición y técnica autónoma.
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