Chavez Carbajal Maria Guadalupe
Chavez Carbajal Maria Guadalupe
TESIS
Que para obtener el título de
Doctora en Historia y Estudios Regionales
PRESENTA:
María Guadalupe Chávez Carbajal
DIRECTOR DE TESIS:
Doctor Juan Ortiz Escamilla
Agradecimientos …………………………………………………………………… 7
Introducción……………………………………………………..……………….… 9
Capítulo III. La ciudad, sus habitantes y algunos caminos hacia el control social
Reglamentar para controlar ……….…………………………………………....105
Ciudad, orden y desorden …………….…………………………………………127
Conclusiones……………………..…………………………………………...… 199
Apéndice fotográfico…………………………………………………………… 205
Fuentes Consultadas………………..…………………………………………… 207
Bibliohemerografía …………………………………………………………….. 208
AGRADECIMIENTOS
7
Histórico del Poder Ejecutivo de Michoacán y la Hemeroteca Universitaria “Mariano
de Jesús Torres”.
Reconozco el carácter colectivo de este trabajo, porque el ánimo constante de
amigos y familiares me ayudó a concluir, y a los cuales debo la fuerza para
decidirme a presentar esta versión. En especial un amoroso reconocimiento a mis
hermanas Evangelina y Catalina, y por supuesto, a mi madre Caritina Carbajal Uribe,
bastiones de la numerosa familia a la que pertenezco, por su ayuda y la protección
incondicional que siempre me han brindado.
A Pina Alfaro, por acercarme al cine y la fotografía, por compartir cada
verano, desde hace ocho, la experiencia del Taller de fotografía para niños en
“Montenube” (Tlacotepec, Michoacán), por su ardua e invaluable labor con la
cámara y el photoshop. A ella debe esta tesis todo el trabajo fotográfico.
Debo un especial reconocimiento a Yolanda González, compañera y amiga
del doctorado por toda la solidaridad y afecto que me ha brindado en mi casa
xalapeña. A mis amigos: Irma Lombardo, Gregorio Belmonte, Vladimir Haluke y
Jesús Pimentel, por seguir ahí. A Donají Gutiérrez por esperar tanto este trabajo sin
alcanzar a verlo concluido, esta vida te extraña “Donaja”.
La lista de gratitudes no podría ser tal, sin mencionar a Lourdes Viesca, el Dr.
Fernando Martínez Cortés, Alexandra López y Elsa Estrada porque leyeron mi texto
y aún siguen siendo mis queridos amigos.
9
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
homicidio que desde los primeros años de independencia eran los problemas sociales
más frecuentes que el temprano derecho penal pretendió reprimir por medio de
diversas leyes, intentos jurídicos que se concretaron en la publicación de los códigos
penales de 1880 y 1896.
Asimismo, esta investigación busca enfatizar en la dinámica social
divisionista y excluyente bajo la cual se etiquetó a los elementos que atentaban
contra el orden y la higiene pública. Por tal razón, trata de hacer hincapié en el
análisis de las condiciones históricas, sociales y culturales de la producción,
distribución y recepción del texto fotográfico, así como en la necesidad de estudiar
este documento como una fuente histórica y más que de respaldo gráfico del
acontecer social.
La temporalidad no está encerrada en una fecha rígida e inamovible,
comienza en los años setenta aunque en el aspecto técnico se inserta en el nuevo
sentido que la presencia imperial dio a la circulación, comercialización y propaganda
de la imagen. El punto de partida son los años inciertos de la llamada República
Restaurada (1867-1876), pero hacemos furtivas referencias a intervalos anteriores
porque de ahí datan las noticias más antiguas sobre la fotografía en Michoacán y su
capital concluyendo con el fin de la administración porfiriana de Aristeo Mercado,
pues marca la parálisis en la generación de documentación y el desorden
administrativo del movimiento armado revolucionario de 1910.
Se parte de la década de los setenta porque estos años fueron de ruptura con el
viejo régimen y el inicio de una nueva codificación que intentaba liberar a la nación
mexicana del derecho de herencia colonial, por uno en el cual predominara el
individualismo jurídico moderno donde el hombre era inocente hasta que se le
comprobara lo contrario y en el que desapareció -al menos en los juicios penales-
cualquier referencia a los orígenes sociales, económicos o raciales de los implicados.
Ese discurso jurídico individualista intentó homogeneizar a toda la población
pero coexistió con un discurso antropológico en el que lo y los indígenas seguían
existiendo, no sólo como concepto sino como sujetos de estudios para investigar los
10
INTRODUCCIÓN
determinantes biológicos que, según los de ese momento, los hacían proclives a la
criminalidad.1
Son cuatro décadas que a nivel estatal transcurrieron por varias
administraciones y proyectos en las diferentes esferas de la vida. Comienza con la
referencia más antigua que encontramos sobre el uso social de la fotografía y la
generación de imágenes en movimiento (la linterna mágica, cosmoramas, dioramas,
etc.) aspecto tratado por la pre cinematografía que no es nuestro tema central pero
recurrimos a él porque el Estado las utilizó durante todo el Porfiriato para promover
el ideal de ciudadanos que México requería: individuos sanos, productivos, firmes
defensores y propulsores de la educación, las buenas costumbres, el pudor, la moral,
la familia, el trabajo, la higiene y la templanza.
Propósitos porfirianos donde la imagen fotográfica se volvió fundamental
para su promoción y generó un halo de certidumbre para el control social en una
época de conflictos sociales, de enfrentamientos entre los diferentes grupos que se
disputaban el poder, pleno de caos administrativo, saturado de leyes y reglamentos
incumplidos que no podían contener la inconformidad de la gente.
Como resultado, la fotografía se convirtió en un mecanismo fundamental para
controlar a los elementos nocivos y no gratos de la sociedad como los criminales y
las prostitutas, principales actores sobre los que se enfoca nuestra investigación, sin
dejar de lado a vagos, ebrios y demás clases peligrosas, entre los que se encuentran
los trabajadores domésticos, cargadores y voceadores que mencionamos brevemente
porque complementan el marco social para el cual se instauró el sistema de
vigilancia visual en el Porfiriato.
En contraparte de estos sectores laborales, también se mencionan brevemente
a los propietarios, labradores, empresarios, etcétera, sujetos a un registro visual
11
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
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2
Método dado a conocer en 1851 por Frederick Scott Archer, para sensibilizar placas de cristal con
sales de plata por medio del colodión (mezcla de nitrocelulosa, alcohol y éter). Este procedimiento
permitió la impresión en papel, terminando así con la unicidad de la imagen. MarieLoup Sougez y
Helena Pérez Gallardo, Diccionario de historia de la fotografía (Cuadernos Arte Cátedra 38) Madrid,
Ediciones Cátedra, 2003; Claudia Negrete, Valleto hermanos. Fotógrafos mexicanos de entresiglos,
México, UNAM, 2007, p. 35.
12
INTRODUCCIÓN
3
Los títulos más representativos de lo que se ha publicado en las últimas dos décadas se pueden
apreciar, bajo distintos análisis y enfoques, en la obra colectiva: Historiografía michoacana.
Acercamientos y balances, Gerardo Sánchez Díaz y Ricardo León Alanís (coordinadores) Morelia,
Universidad Michoacana, 2000.
4
Chávez Carbajal, María Guadalupe y Agripina Alfaro Trujillo, “La fotografía en Michoacán”
Alquimia 9, órgano informativo del Sistema Nacional de Fototecas, mayo-agosto, 2000, Instituto
Nacional de Antropología e Historia, pp. 41-43. En el mes de marzo del año 2001, el Gobierno del
Estado de Michoacán publicó en la revista Ziranda Uandani N° 23, cinco textos cuyos autores
(Guillermo Ortiz Rodríguez, Ramón Sánchez Reyna, María Teresa Carmona León, Guadalupe
Chávez Carbajal, Alberto Rendón Guillén y Guillermo Wusterhaus) trataron de esbozar algunos
13
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
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14
INTRODUCCIÓN
Mraz como “el género que intenta construir una narrativa histórica con fotografías, en
lugar de estudiar a los fotógrafos que las hicieron”.10
En lo que va del presente siglo se han multiplicado las publicaciones sobre
esta fuente y tema visual, pareciera como si la fotografía cobrara un interés repentino
motivado por las bondades de la tecnología digital que ha fomentado el rescate,
reproducción, conservación y sistematización de acervos visuales, pero también el
indiscriminado uso, consumo y multiplicación de imágenes (incluyendo
“alteraciones” de las mismas) que a todos nos puede convertir en improvisados
fotógrafos al grado de ser responsables de una “diarrea visual”11 que nos induce a
reflexionar nuevamente en la validez artística de la fotografía y sus parámetros
estéticos, discusión que desde sus orígenes acompaña a la fotografía.
El lado amable de este ambiente tecnologizado en buena parte es el bastión de
las nuevas publicaciones que señala Rebeca Monroy Nasr, fotógrafa e historiadora
del arte, colocan al 2005 como el año de mayores logros para la historia de la
fotografía mexicana “del cual no hay memoria similar desde su invención”.12
Monroy, en un precipitado ejercicio de síntesis sin ánimo de profundizar en las
causas de la abundante literatura de y sobre la fotografía en México editada tan sólo
en ese ciclo, reconoce a más de treinta publicaciones hechas por creadores,
especialistas e investigadores de la imagen, la mayor parte de ese trabajo editado en
la ciudad de México. La autora en cuestión, omite lo publicado en provincia por
carecer de un número preciso pero advierte que también es elevado.
10
Mraz, John, “Historiar la fotografía” en: Estudios Interdisciplinarios de América Latina y el
Caribe (E.I.A.L.), Vol. 16, Nº 2, julio-diciembre, 2005, http://www.tau.ac.il/eial/current/mraz.html;
del mismo autor: “Qué tiene de nuevo la historia gráfica” en: Revista Diálogos, Vol. 7, Nº 1, 2003.
http://www.dialogos.uem.br/viewarticle.php?id=134; también en: Elementos: ciencia y cultura,
enero-marzo, año/vol. 13, número 061, 2006, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, pp. 49-
57.
11
“Muchos fotógrafos van a la guerra de safari, como a un parque de atracciones”. Entrevista a
Jimmy Fox, editor gráfico de la agencia Magnum, publicada en: XLSemanal revista online, número
1018, del 29 de abril al 5 de mayo, 2007
(http://www.xlsemanal.com/web/articulo.php?id=15638&id_edicion=2007).
12
Monroy Nasr, Rebeca, “Bajo el cielo y sobre el suelo mexicano” en Cuartoscuro, revista de
fotógrafos, Año XII, Número 77, abril-mayo, 2006.
15
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
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13
Un punto de partida pueden ser varios de los artículos que a lo largo de los años ha publicado la
revista Alquimia.
16
INTRODUCCIÓN
revelar “la vida material, la existencia cotidiana y los procesos de trabajo de la gente
común”.14
Se estudia la ciudad de Morelia porque representó el proyecto modernizador
del Porfiriato en Michoacán, aquí –como en todo México- los postulados políticos y
sociales del régimen de Porfirio Díaz estuvieron encaminados, entre otras cosas, al
control de las costumbres sociales que afectaban directamente a la moral social, al
menos a aquella bajo la cual se intentaba reflejar la floreciente nación mexicana. Se
pretendía que fuera la moral propia de un país civilizado y progresista apoyado en
rígidas normas de conducta, celosamente vigiladas por el Estado, a través de un
grueso y repetitivo corpus legal.
Se privilegia el uso y contexto de la imagen fotográfica, antes de forzar
categorías de análisis y emitir justificantes equívocas, pues queda claro que la
realidad de criminales y prostitutas es radicalmente diferente a las élites que estudian
la mayoría de las obras citadas renglones arriba. Aunque en las fotos que aquí
presentamos pueda verse la adopción de las mismas poses, escenario, atrezzo y
vestuario, lo que en unos es un signo cultural en los otros es una invasión; de ahí que
creamos –al igual que Susan Sontag- que “Todo uso de la cámara implica una
agresión”.15
Los elementos conceptuales para desarrollar el presente trabajo son amplios y
variados, el concepto de control social nos remite a un profundo análisis sociológico
rico en sentidos y significados; por el momento, no es propósito fundamental de esta
investigación identificar y desarrollar cada uno de ellos. Control social lo utilizamos
como una definición que abarca los diversos elementos de la cultura (las costumbres,
la educación, la moral, el derecho, las representaciones colectivas, etcétera, y los
componentes políticos (grupos de poder, las instituciones y las leyes) por considerar
a ambos fundamentales de la vida social.
Se optó por esas dos acepciones porque el control social, como medio para
prevenir las desviaciones e imponer correctivos a través de normas, actúa de manera
14
Mraz, John, “Historiar la fotografía”.
15
Sontag, Susan, Sobre la fotografía, Barcelona, Editorial Hasa, 1996 (4ª reimpresión), p. 17.
17
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
diferente dependiendo de las áreas culturales, las situaciones sociales y las épocas
históricas de que se traten.16 La temática se reforzó con los conceptos de
transgresión, marginalidad, vigilancia y norma.
Cada una de esas nociones, incluye diversas variantes de acuerdo con quién
elabora y aplica las leyes y a quiénes se les imponen; dicho de otra manera, a los
agentes y los sujetos del control. En este proceso, resulta esencial el análisis de la
función y difusión social del retrato fotográfico, su conversión en mercancía e
instrumento de poder, proceso que Sontag define como la posesión y sujeción
simbólica del otro.
El término de masificación lo usamos en un estricto sentido “técnico” pues se
refiere a las posibilidades ilimitadas de la reproducción mecánica, lo mismo sucede
con el de revolución. Los conceptos de criminal y delincuente se manejan
indistintamente, de acuerdo con lo que indica el documento de la época que a la
definición de la antropología criminal, el derecho penal, la criminalística o como una
postura personal de la que esto escribe.
Revolución y masificación de la imagen: fotografía y control social en
Morelia, 1870- 1911, se dividió en cuatro capítulos y un apéndice fotográfico. Hasta
donde las fuentes lo permitieron, se reconstruyó la llegada y el afianzamiento de un
medio mecánico revolucionario por la velocidad y precisión con que capturaba
imágenes, que en corto tiempo pasó de ser una novedad a convertirse en el recurso
indispensable en todos los planos de la vida. Así, en los dos primeros capítulos
tratamos de enfatizar cómo el uso y práctica de la fotografía redefinió la percepción
visual de los diversos sectores sociales de Morelia.
En efecto, al mismo tiempo que para algunos la fotografía significó nuevas
fuentes de trabajo, para otros fue un elemento formal en la educación ofrecida en la
Escuela de Artes (después Escuela Industrial Militar “Porfirio Díaz”) a los jóvenes
necesitados de una guía que los alejara de la vagancia y los vicios. Para una minoría
representó el símbolo de distinción que le daba diferentes significados a su presencia,
16
Gallino, Luciano, Diccionario de Sociología, México, Siglo XXI editores, 1997.
18
INTRODUCCIÓN
19
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17
Foucault, Michel, Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión, México, Siglo XXI editores, 1991,
p. 203; La verdad y las formas jurídicas, Barcelona, Gedisa editorial, 2001, pp. 91-140; Los
anormales, México, Fondo de Cultura Económica, 2002, pp. 41, 83-86, 152-156.
18
Estos materiales se encuentran en por lo menos cinco libros de “títulos y despachos” del Archivo
General e Histórico del Poder Ejecutivo, Caja 4, Fondo: Gobernación, Serie: registro de títulos, que
comienza aproximadamente desde 1878.
20
INTRODUCCIÓN
19
Algunos de los materiales que reunimos aún están en rescate y reconstrucción digital, esta ardua
labor ha enfrentado varios obstáculos tecnológicos por ejemplo, el equipo de computación, software,
formatos electrónicos y cámaras digitales inapropiados que en un principio usamos con el fin de
prácticamente rehacer la foto en algunos casos. Razón por la cual en varios casos, el lector verá una
enorme diferencia entre la calidad de los originales que resguarda el Archivo del Ayuntamiento y
nuestro acervo electrónico trabajado con Photoshop CS.
21
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22
INTRODUCCIÓN
20
Tagg, John, El peso de la representación. Ensayos sobre fotografías e historias, Barcelona,
Editorial Gustavo Gili, 2005 (1ª edición en inglés 1988), p. 79; Michel Foucault, Vigilar y castigar.
21
Negrete, Claudia, op. cit., p. 167.
23
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INTRODUCCIÓN
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Tribunal de Justicia de 1870 a 1910 que dan un panorama del periodo y las
tendencias de las estadísticas criminales oficiales.
Ampliamos la investigación con la revisión del Archivo General e Histórico
del Poder Ejecutivo del Estado de Michoacán, en especial los ramos de Gobernación
y Salud por ser el complemento en todo lo referente a la normatividad de la
prostitución, además de tratar asuntos relacionados con la educación y los Libros de
Títulos y Despachos de 1876 a 1888. Tambien se sumó el Fondo fotográfico, el
Ramo de Amparos, una valiosa colección del Periódico Oficial, La Libertad,
Memorias de Gobierno, leyes, códigos, reglamentos y circulares
Asimismo, se consultó el Archivo fotográfico del Instituto de Investigaciones
Históricas de la Universidad Michoacana, dependencia universitaria que desde hace
poco más de siete años se dedica a conservar, catalogar y digitalizar un selecto
número de fotografías antiguas del estado de Michoacán y otras latitudes de la
República Mexicana. Finalmente, la Fototeca Nacional/SINAFO-INAH, en especial
los fondos: Felipe Teixidor, Charles B. Waite, Étnico y Hugo Brehme.
26
CAPÍTULO I
Daguerrotipia y fotografía
1
Una novela del siglo XVIII, planteaba ya para esa época, la importancia de la luz en la proyección y
grabación de diversas imágenes fijadas en superficies sólidas pulidas y líquidas, incluyendo el ojo
humano; alude a una materia sutil, “muy viscosa y pronta en desecarse y endurecer” aplicada a un
lienzo lograba que éste recibiera las características de cualquier objeto con sólo tocarlo; una vez que
la tela se retiraba de la pieza se colocaba en un lugar oscuro después de una hora, la imagen quedaba
grabada con precisión absoluta. Rosa Casanova y Olivier Debroise, Sobre la superficie bruñida de un
espejo, México, Fondo de Cultura Económica, 1989, pp. 12-13; Marie-Loup Sougez, Historia de la
fotografía, (Cuadernos Arte Cátedra 12), Madrid, Ediciones Cátedra, 1996, pp. 14-15.
2
Nuestra investigación no profundizará en el recuento cronológico de los avances de la fotografía,
para tal aspecto es mejor consultar a nivel general: Marie-Loup Soguez, Op. cit.; Gisèle Freund, La
fotografía como documento social, Barcelona, Editorial Gustavo Gili, 2002, 10ª edición; Beaumont
Newhall, Historia de la fotografía, Barcelona, Editorial Gustavo Gili; Publio López Mondéjar,
Historia de la fotografía en España. Fotografía y sociedad, desde sus orígenes hasta el siglo XXI,
27
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
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España, Lunwerg editores, 2005. Para el caso específico de México: Imagen histórica de la
fotografía en México, Eugenia Meyer (coordinadora), México, Museo Nacional de Antropología e
Historia, 1978; Rita Eder, “La fotografía en México en el siglo XIX” en: Historia del arte mexicano,
México, SEP/INBA/Salvat, 1982, tomo IX; Manuel de Jesús Hernández, Los inicios de la fotografía
en México: 1839-1850, México, Editorial Hersa, 1985; Rosa Casanova y Olivier Debroise, op.cit.;
Patricia Priego y José Antonio Rodríguez, La manera en que fuimos. Fotografía y sociedad en
Querétaro. 1840-1930, México, Gobierno del Estado de Querétaro/Secretaría de Cultura y Bienestar
Social, 1989; Teresa Matabuena, Algunos usos y conceptos de la fotografía durante el porfiriato,
México, UIA, 1991; Francisco Montellano, C.B. Waite fotógrafo. Una mirada diversa sobre el
México de principios del siglo XX, México, CONACULTA/Grijalbo, 1994; Aurelio de los Reyes,
“El cine, la fotografía y los magazines ilustrados” en: Jorge Manrique (coordinador), Historia del
arte mexicano, México, SEP/Salvat, 1994, tomo XII; Arturo Aguilar, La fotografía durante el
Segundo Imperio. 1864-1867, México, UNAM, 1996; Rebeca Monroy Nasr, De luz y plata. Apuntes
sobre tecnología alternativa en la fotografía, (Colección Alquimia) México, INAH, 1997; Patricia
Massé Zendejas, Simulacro y elegancia en tarjeta de visita. Fotografías de Cruces y Campa, México,
INAH, 1998. En lo referente a la cronología Claudia Canales presenta una de las más completas en:
Imaginarios y fotografía en México 1839-1970, España, CONACULTA/Fundación
Telefónica/Lunwerg editores, 2005, pp. 269-282; en ese sentido un texto ameno y breve es: Laura
González Flores, Fotografías que cuentan historias, (colección huellas de México), México,
Conaculta/Lumen/INAH, 2007; Claudia Negrete, Valleto Hermanos. Fotógrafos Mexicanos de
entresiglos, México, UNAM, 2007.
3
En el aspecto técnico, el nuevo invento tuvo dos inconvenientes: la duración del procedimiento y la
unicidad de la imagen; el tiempo que se utilizaba para capturar la imagen era científicamente
alentador, pero no lo era para quien posaba hasta 15 minutos para ver su imagen, ni permitía que, una
vez fijada en la placa de metal, ésta se reprodujera. Manuel de Jesús Hernández, Op.cit.
4
Rosa Casanova, “De vistas y retratos: la construcción de un repertorio fotográfico en México, 1839-
1890” en Imaginarios y fotografía en México…, p. 14. A principios del siglo XX, el manual de
Daguerre aún era consultado en Morelia por los estudiantes del taller de fotografía de la Escuela
Industrial Militar “Porfirio Díaz”.
5
Son pocos, y algunas veces contradictorios, los estudios que hablan sobre esta etapa de la fotografía
en nuestro país; al menos ése es el caso de dos de los principales textos que consultamos para este
28
CAPÍTULO I FOTÓGRAFOS Y FOTOGRAFÍA EN MORELIA
prolongadas guerras y luchas intestinas por las que cruzaba el país, este contexto no
ofrecía el ambiente propicio para la distribución y promoción de los avances en la
materia, al menos no en las localidades más alejadas del centro.
Por otro lado, la clase gobernante y la burguesía no tenían la iniciativa para
impulsar el desarrollo artístico del país, ocupados en su propia seguridad de clase y
función, dejaron crecer el atraso cultural, científico e industrial imperante por la
guerra; a ello habrá que agregar las pugnas con la Iglesia que recrudecerían con el
proceso de secularización y el reparto de bienes eclesiásticos; así como una
conveniente apatía por conservar los archivos y documentación generada durante las
interrumpidas, fugaces y sucesivas administraciones.6 Todo ello influyó para que,
hasta el momento, no se pueda reconstruir una historia comparada de la daguerrotipia
mexicana.
Frente a este panorama desolador, a pesar de que la prensa promovió el uso
del daguerrotipo pocos podían utilizarlo por sus elevados costos y complejidad
técnica, lo cual ayudó para que se utilizara en “sacar vistas de paisajes y de
monumentos”, sustituyendo así las antiguas cámaras oscuras y lúcidas.7 El momento
que se vivía no fue impedimento para que en la cuarta década del siglo XIX, a decir
de la investigadora Rosa Casanova, México quedara “marcado por la presencia de
efímeros estudios improvisados por los daguerrotipistas y ambrotipistas que
recorrieron el país, estableciendo un itinerario regido por las fiestas que, afianzadas
en el pasado virreinal, conjugaban ritualidades religiosas y vida cívica a través de
ferias y conmemoraciones patrias”.8
Para Casanova, el calendario festivo de herencia colonial gozó de un público
cautivo que se convirtió en el principal consumidor de imágenes y permitió perfilar
apartado, véase como tratan la misma información Rosa Casanova y Manuel de Jesús Hernández.
Ambos refieren únicamente el caso de la ciudad de México, faltan estudios específicos sobre el resto
de la República Mexicana.
6
En Michoacán, la iniciativa de Amador Coromina para conservar los archivos oficiales benefició a
varios ramos administrativos del Estado.
7
Aspecto este último que mejoró con la comercialización, en 1841, de las lentillas luminosas del
austríaco Josef Petzval que redujeron el tiempo de las poses. Rosa Casanova y Olivier Debroise, Op.
cit., p. 23.
8
Casanova, Rosa, “De vistas y retratos...”, p. 7.
29
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
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9
Sobre el trabajo de Tiffereau, hasta el momento son escasas las referencias, los autores que se han
ocupado de él, lo reconocen como un alquimista que recorrió territorio mexicano durante la invasión
norteamericana, en realidad era “un buscador de yacimientos de oro, pero bajo la apariencia de
fotógrafo”. Patricia Priego y José Antonio Rodríguez, op. cit., p. 25, citando a: Olivier Debroise, “La
producción fotográfica en México, 1839-1899” en La cultura en México, México, noviembre 27,
número 1236, 1985, p. 42; Lina Odena Güemes, “La fotografía” en La antropología en México,
Carlos García Mora (coordinador) México, INAH, 1988, tomo 6, p. 616; Rosa Casanova y Olivier
Debroise, op. cit., p. 28; Rebeca Monroy Nasr, op. cit.
30
CAPÍTULO I FOTÓGRAFOS Y FOTOGRAFÍA EN MORELIA
31
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
comerciales que ofrecían ambos medios de generar imágenes, esa actitud desapareció
en el discurso de la prensa para dar paso a la comunión de ambas artes: la fotografía
y la pintura. Así, los anuncios cambiaron de tónica.
Si bien la invención del daguerrotipo se dio en un momento en que la
civilización estaba ávida de capturar la imagen exacta del ser humano, creía en la
eficacia de las máquinas y consideraba esencial su uso; esa confianza ayudó a
superar la etapa de la daguerrotipia y gracias a las pruebas de William Fox Talbot, se
logró fijar sobre papel las imágenes producidas por la cámara oscura.
El papel albuminado desplazó a la placa de cobre, soporte del daguerrotipo,
como receptor de la imagen fotográfica positiva. Con este hecho disminuyeron los
tiempos de exposición y la imagen obtuvo mayor nitidez; el uso del colodión
húmedo (compuesto de algodón-pólvora, éter alcoholizado y yoduro de plata) redujo
el manejo de los vapores de mercurio utilizados en la daguerrotipia y le dio mayor
sensibilidad a la placa de cristal que, impregnada por ese compuesto, minutos antes
de hacer la toma, se exponía húmeda y se procesaba de inmediato. Gracias a esos
avances químicos, la imagen pudo ser trasladada al pequeño formato llamado tarjeta
de visita, inventado en 1854 por André Adolphe Eugéne Disdéri.16
La técnica aplicada por Disdéri consistía en un novedoso recurso de la cámara
“dispuesta con un juego de cuatro lentes y un chasis movible con una placa completa
(de 6/12 por 8/12 pulgadas) que podía recorrer simultánea o alternadamente, entre
seis y ocho pequeñas tomas de 9 x 6 cm. aproximadamente”;17 esto permitió la
producción en serie de pequeños retratos y propició la comercialización de la imagen
fotográfica pues además de práctico, rápido y nítido, el proceso era mucho más
barato en relación al daguerrotipo y por lo tanto, accesible a mayor número de
personas. 18
16
Véanse las obras citadas de Patricia Massé y de John Tagg, El peso de la representación. Ensayos
sobre fotografías e historias, Barcelona, Editorial Gustavo Gili, 2005 (1ª edición en inglés 1988), pp.
67-72.
17
Massé Zendejas, Patricia, op. cit., p. 40.
18
En 1839, un daguerrotipo (el aparato) costaba en París 400 francos; en Nueva York hasta 500
dólares y en México 80 pesos. Las clases acaudaladas de Querétaro llegaban a pagar por este aparato
32
CAPÍTULO I FOTÓGRAFOS Y FOTOGRAFÍA EN MORELIA
y su aprendizaje, tres veces el salario anual de un trabajador del campo. Para 1859, un retrato con
esas características llegó a costar 12 pesos. Véase: Patricia Priego y José Antonio Rodríguez, op. cit.,
p. 36; Manuel de Jesús Hernández, op. cit.; Rosa Casanova y Olivier Debroise, op. cit.; Rebeca
Monroy Nasr, op. cit.; Olivier Debroise, op. cit.; Claudia Negrete, Valleto Hermanos. Fotógrafos
mexicanos de entresiglos, México, UNAM, 2007, p. 140; Fernando Aguayo Hernández, “Imagen,
fotografía y productores” en Secuencia 71, Revista de historia y ciencias sociales del Instituto de
Investigaciones Dr. José María Luis Mora, mayo-agosto, 2008, pp. 140-141.
19
Citando a: El Constitucionalista, 28 de mayo de 1862, en: Patricia Massé Zendejas, op. cit., p. 26.
Los subrayados son nuestros y hacemos hincapié en ellos porque, como vimos al principio de este
capítulo una de las principales preocupaciones del ser humano fue capturar y preservar su imagen,
éste será el discurso que promocione a lo largo del siglo XIX el uso de la fotografía, la familiaridad
que algunos tuvieron con este proceso técnico les hizo creer que estaba al acceso de todos,
incluyendo las clases pobres o “menesterosas”; la verdad es que no cualquiera podía pagar los
servicios de un fotógrafo y mucho menos, tener una cámara fotográfica o un daguerrotipo;
económicamente hablando eso hubiera representado años de salario para un jornalero, un simple
empleado doméstico y fabril (tan sólo a manera de ejemplo, véase la tabla de precios de este capítulo.
20
Citado en: Publio López Mondéjar, 150 años de fotografía en España, Barcelona, Lunwerg, 2000,
p. 54. Un ejemplo de la concepción que Lacan tenía sobre la fotografía y sus beneficios, lo podemos
encontrar en Fotografía, antropología y colonialismo (1845-2006), Juan Naranjo (editor), Barcelona,
Editorial Gustavo Gili, 2006; especialmente el texto de Ernest Lacan “Apuntes fotográficos a
propósito de la Exposición Universal y la Guerra de Oriente (1856)”, tomada de su obra Esquisses
33
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
34
CAPÍTULO I FOTÓGRAFOS Y FOTOGRAFÍA EN MORELIA
retratista en sus portafolios! Ya lo hemos dicho, se fotografía en todos los países del mundo. Los
retratos hechos en la India, en África, en América, en Rusia, es decir, en todas partes, bastarían para
componer una amplia colección de tipos de las razas vivas, suponiendo que no se hiciesen fotografías
especialmente destinadas a este uso”. op.cit., p. 39.
23
Para estudiar cómo se desarrolló esta etapa a nivel mundial véase: Rafael Gómez Alonso,
Arqueología de la imagen fílmica: de los orígenes al nacimiento de la fotografía, Madrid, Editorial
Archiviana, 2002. Las apreciaciones de Laura González Flores relativas a este proceso son muy
interesantes, “La fotografía como ilusión” en: Luna córnea, número 28, 2004, pp. 36-45.
24
Del Castillo Troncoso, Alberto, Conceptos, imágenes y representaciones de la niñez en la ciudad
de México 1880-1920, México, El Colegio de México/Instituto Mora, 2006.
25
Cinco años atrás se había institucionalizado la enseñanza de la fotografía en la Escuela de Artes y
Oficios de la capital de la república; se cree que desde principios de esa década, José María Velasco
utilizó la cámara fotográfica como instrumento de apoyo en la clase de perspectiva aplicada que
impartía en la Academia de San Carlos. Igualmente, al menos hasta finales del siglo XIX en la
Escuela Naval de Veracruz se daba una clase de fotografía.Véanse: Patricia Massé Zendejas, op. cit.,
pp. 23, 25; La Libertad, Año 6, Tomo 6, Núm. 11, Morelia, 11 de marzo, 1898, p. 2.
26
La familia Torres, originaria de Toluca, ya tenía unos años viviendo en Morelia cuando se le da
dicho nombramiento a Felipe, un destacado joven a quien los morelianos conocían también como un
músico entusiasta. Ver: Periódico Oficial, Año XII, Morelia, 22 de agosto, 1886; Xavier Tavera
Alfaro, Morelia. La vida cotidiana durante el porfiriato. Alegrías y sinsabores. Morelia, INAH-
Centro Regional Michoacán, Morevallado editores, 2002, p. 76.
35
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
27
La idea, Tomo I, Núm. 3, Morelia, 31 de enero, 1884, p. 4; Periódico oficial, Año X, No. 613,
Morelia, 26 de noviembre, 1884, p. 3; números 524 y 598; Año XI, Núm. 1, Morelia, 3 de enero,
1885, p. 3.
28
Memoria sobre la administración pública del estado de Michoacán de Ocampo, Morelia, Imprenta
de la Escuela de Artes y Oficios, 1890, anexos 10, 11 y 18. Memoria..., Morelia, Escuela de Artes y
Oficios, 1892.
29
Sobre este tema y proceso, véase: Juana Martínez Villa, Fiestas cívicas y diversiones públicas en
Morelia, 1891-1910, Morelia, tesis de licenciatura en historia, Universidad Michoacana de San
Nicolás de Hidalgo, 2002.
30
Tan sólo para ver algunos ejemplos, consúltese el capítulo denominado “Los caminos hacia el
control social” y la Gaceta oficial, Tomo I, Núm. 9, Morelia, 18 de octubre, 1885, p. 2; Año IV,
Núm. 427, Morelia, 1 de diciembre, 1889, p. 2; La libertad, Año 9, Tomo 9, Núm. 24, Morelia, 14 de
junio, 1901, p. 2.
36
CAPÍTULO I FOTÓGRAFOS Y FOTOGRAFÍA EN MORELIA
31
Llamado también heliograbado o fototipia, en la actualidad se le denomina con el nombre genérico
de fotograbado, fue inventado por el impresor austríaco Karel Klic. “Apoyada en el mismo principio
de que una superficie cubierta con gelatina bicromatada se endurece al contacto con la luz, se
emulsionaba un papel con dichos componentes y se proyectaba a partir de un positivo transparente,
sobre su superficie. Se humedecía el papel y se colocaba sobre una placa de cobre. Con la humedad,
el soporte de papel se podía retirar dejando únicamente la emulsión sobre la placa previamente
preparada con polvos de resina. Después se le sometía a un baño de ácido que mordía sobre las áreas
menos protegidas por la gelatina. Posteriormente se utiliza un punzón para dar mayor o menor
profundidad, de acuerdo con la imagen original, y regular de esta manera la cantidad de tinta. La
placa se utilizaba entonces en la prensa”. Claudia Negreta, op. cit., p. 147, nota 51.
32
Gaceta Oficial, Año III, Núm. 231, Morelia, 22 de diciembre, 1887, p. 3.
33
Barreswil y Davanne, Tratado práctico de fotografía, o sea, química fotográfica, Madrid, Carlos
Bailly-Bailliere, 1864; José María Cortecero, Manual de fotografía y elementos de química aplicados
a la fotografía, París, Librería de Rosas y Bouret, 1862; Jordi y Martí, El fotógrafo. Tratado práctico
de fotografía. Fotograbado y fototiphie, Barcelona, Imprenta Ibérica de Francisco Fossas, 1892; J.
Towler, El rayo solar. Tratado teórico y práctico de fotografía, Nueva York, Appleton y Compañía,
1876; Jorge Brunel, (Dir.), Enciclopedia del fotógrafo, Madrid, Bailly-Bailliere, 1899-1900, varios
tomos; El Instructor o repertorio de historia, bellas letras y artes, Londres, casa de Ackerman y
Compañía, 1834, varios tomos; Abel J. Alexander y Roberto A. Ferrari, “El Instructor (Londres,
37
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
Los temas de examen y lo tratado en clases podían variar de acuerdo con los
avances tecnológicos del momento, así al iniciar el siglo XX, se analizaban los
estudios especiales con la cámara Kodak, las manipulaciones en placas y películas,
desde la imposición en la cámara obscura hasta el retoque; la impresión sobre papel
albuminado y platino, en diferentes tamaños y los principios de trabajos en relieve;
estudio de las ediciones técnicas elementales del laboratorio fotográfico, la manera
de enfocar, los clichés negativos, las pruebas positivas, los fracasos y el retoque, la
fotografía al aire libre, los retratos en las habitaciones y la fotografía en colores.34
La enseñanza fuera del aula, o práctica de campo, consistía en visitar diversos
lugares del estado con el objeto de tomar vistas de los edificios históricos más
notables, de las antigüedades de mayor mérito como un cuadro que hay en
Tzintzuntzan cuyo pintor –se cree- fue Tiziano y los paisajes que atraían más la
atención de los viajeros por su natural belleza como el Lago de Pátzcuaro (ver:
imágenes 1 y 2), la cascada de la Tzaráracua en Uruapan. Al efecto los excursionistas
llevaban todos los útiles modernos con los que contaban para evitar dificultades
técnicas que se les pudieran presentar
Como el cuadro aludido que existe en Tzintzuntzan tiene colores antifotogénicos, los
jóvenes turistas llevan un acopio de lentes y cristales destinados a procurar que la
vista salga perfecta, al sacar la fotografía de aquella valiosísima obra de arte. No
obstante que se han impelido sin resultado favorable los esfuerzos que en ese sentido
y sobre el mismo cuadro han hecho hábiles artistas extranjeros, ahora se aseguran
que no serán fallidas las esperanzas de éxito que se abrigan.35
1834-1845). Un temprano medio de difusión de la fotografía en los países de habla hispana”; Picture
taking and picture making, 10th Rochester, New York Eastman Kodak Company, 1898, 119 pp. Para
ver un recuento detallado de la bibliografía editada al español ver: Gerardo Kurtz, “Las traducciones
al castellano del manual de Daguerre y otros textos fotográficos tempranos en España, 1839-1846”.
Sobre algunas notas bibliográficas de la época: Periódico Oficial, Año X, Núm. 598, Morelia, 4 de
octubre, 1884, p. 5; Núm. 613, Morelia, 26 de noviembre, 1884, p. 3; Gaceta Oficial, Año III, Núm.
295, Morelia, 2 de agosto, 1888, p. 4; Periódico Oficial, Tomo IV, Núm. 17, 27 de febrero, 1896, p.
7; Tomo IX, Núm. 10, 3 de febrero, 1901, p. 7.
34
Periódico Oficial, Tomo IX, Núm. 30, Morelia, 14 de abril, 1901, p. 5.
35
La Libertad, Año 6, Tomo 6, Núm. 15, Morelia, 13 de abril, 1898, p. 3; Memoria sobre la
administración pública del Estado de Michoacán. Gobierno del C. Aristeo Mercado, cuatrienio del
16 de septiembre de 1896 al 15 de septiembre de 1900, Morelia, Escuela Industrial Militar “Porfirio
Díaz”, 1900, pp. 154-155, 219; La Libertad, Año 6, Tomo 6, Núm. 15, Morelia, 13 de abril, 1898, p.
3; Año 7, Tomo 7, Núm. 14, Morelia, 4 de abril, 1899, p. 4; Año 10, Tomo 10, Núm. 51, Morelia, 19
de diciembre, 1902, p. 2. Muchas notas y comentarios hay sobre esa pintura pero, no encontramos
alguna que hablara del éxito fotográfico de su reproducción.
38
CAPÍTULO I FOTÓGRAFOS Y FOTOGRAFÍA EN MORELIA
Imagen 1. Fotografía de autor desconocido que da una idea de lo que podían ser los viajes de práctica
(Archivo Fotográfico del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Michoacana).
36
La Libertad, Año 10, Tomo 10, Núm. 51, Morelia, 19 de diciembre, 1902, p. 2; Periódico Oficial,
Tomo X, Núm. 101, Morelia, 18 de diciembre, 1901, p. 5. Era común que fotógrafos afamados como
Cruces y Campa, instalados en la capital, se adentraran al interior de la República para promover su
trabajo. Patricia Priego y José Antonio Rodríguez, Op. cit., p. 44.
37
A manera de ejemplo, véase la descripción del álbum elaborado en 1898. La Libertad, Año 6,
Tomo 6; Núm. 37, Morelia, 6 de septiembre, 1898, p. 3.
39
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
Imagen 2. Fotografía que al margen izquierdo contiene el supuesto cuadro del Tiziano. (Archivo
Fotográfico del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Michoacana).
38
Memoria… cuatrienio del 16 de septiembre de 1896 a 15 de septiembre de 1900, pp. 154-155; La
Libertad, Año 6, Tomo 6, Núm. 37, Morelia, 6 de septiembre, 1898, p. 3.
40
CAPÍTULO I FOTÓGRAFOS Y FOTOGRAFÍA EN MORELIA
41
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
43
Idem.
44
La Libertad, Año 8, Tomo 8, Núm. 18, Morelia, 1 de mayo, 1900, pp. 1-2; Periódico Oficial,
Tomo IX, Núm. 78, Morelia, 29 de septiembre, 1901, p. 5.
45
Antes de la llegada de Zalce se había diversificado y ampliado la producción fotográfica comercial,
se hacían impresiones en cualquier tipo de papel, lienzo, marfil, porcelanas, carátulas de relojes,
pétalos de rosa y toda clase de superficies bien pulimentadas, razón por la cual era conocido como el
42
CAPÍTULO I FOTÓGRAFOS Y FOTOGRAFÍA EN MORELIA
“Gran Taller Fotográfico de la Escuela Industrial Militar Porfirio Díaz”. Periódico Oficial, Tomo I,
Núm. 9, Morelia, 29 de enero, 1893, p. 5; Tomo III, Núm. 11, 7 febrero, 1895, p. 6; Tomo V, Núm.
4, 14 de enero, 1897, pp. 3-4, 6; Núm. 56, 15 de julio, 1897, p. 6.
46
Periódico Oficial, Tomo XIII, Núm. 32, Morelia, 20 de abril, 1905, p. 6.
47
López Mondéjar, Publio, 150 años de fotografía en España..., p. 122.
43
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
48
La Libertad, Año 9, Tomo 9, Núm. 30, Morelia, 26 de julio, 1901, p. 6; Año 10, Tomo 10, Núm. 5,
31 de enero, 1902, p. 2; Periódico Oficial, Tomo III, Núm. 32, Morelia, 20 de abril, 1905, p. 6.
49
La Voz del Pueblo, Tomo 1, Núm. 7, Morelia, 22 de febrero, 1903, p. 1; Gaceta Oficial, Año IV,
Núm. 362, Morelia, 31 de marzo, 1889, p. 3.
50
Periódico Oficial, Tomo III, Núm. 13, Morelia, 14 de febrero, p. 6; Núm. 15, 21 de febrero, p. 6;
Núm. 77, 26 de septiembre, 1897, p. 5.
51
Gaceta Oficial del Gobierno del Estado de Michoacán de Ocampo, Año III, Núm. 293, Morelia,
26 de julio, 1888, p. 3; La Libertad, Año 4, Tomo 4, Núm. 1, Morelia, 7 de enero, 1896, pp. 1-2;
Memoria sobre la administración pública del Estado de Michoacán de Ocampo. Gobierno del C.
Aristeo Mercado, segundo bienio, Morelia, Talleres de la Escuela Industrial Militar “Porfirio Díaz”,
1898; La Libertad, Año 12, Tomo 12, Núm. 26, Morelia, 24 de junio, 1904, p. 6; Núm. 50, 4 de
noviembre, 1904, p. 3; Periódico Oficial del Gobierno del Estado de Michoacán, Tomo XII, Núm.
44
CAPÍTULO I FOTÓGRAFOS Y FOTOGRAFÍA EN MORELIA
de tirajes, los retratos de los gobernantes, las fotografías oficiales de fiestas y paseos
a los que asistía la elite política del estado y la burguesía comercial; un mundo de
oropel donde todo era prosperidad y bonanza sólo para una pequeña élite. De esta
manera la Industrial promovió la imagen como un oficio y como un testimonio
histórico de una revolución visual insospechada.
Con el siglo XX, en especial durante la primera década, una nueva época
comenzó para la Escuela Industrial y para todos los que se dedicaban al negocio de la
fotografía en la capital michoacana. La realidad cotidiana económica y social de la
ciudad era adversa, para dicha escuela sería el principio del fin; no obstante que el
nuevo ramo de la fototipia le permitió imprimir libros, periódicos y revistas de buena
calidad que publicaban la imagen y el texto en una sola impresión, esto se volvió
usual en la mayoría de las publicaciones que circulaban por toda la República
Mexicana, incluyendo Michoacán y su capital.
La adopción de nuevas técnicas no fue suficiente para seguir destacando y el
engrandecimiento, real e imaginario, de la Escuela Industrial entró en un
estancamiento económico; se volvió abastecedora de todo tipo de materiales para las
más variadas oficinas del gobierno municipal y estatal. El área fotográfica sería de
las más afectadas pues siempre fue un taller cuyos insumos y equipo, venidos del
extranjero, absorbía un presupuesto mayor al de cualquier otro, a manera de ejemplo
basta decir que en el gasto fiscal del mes de julio de 1907 a junio del año siguiente,
de un presupuesto de $ 9,735.60 destinado a toda la Escuela Industrial52 el área de
fotografía y fotograbado, absorbió el 29%. Los gastos estaban por encima de los
ingresos, como lo ilustra la gráfica, el declive era evidente:
44, Morelia, 2 de junio, 1904, p. 8; Tomo XIV, Núm.40, 20 de mayo, 1906, p.6; El Pueblo, Tomo II,
Núm. 125, Morelia, 3 de enero, 1909.
52
Periódico Oficial, Tomo XV, Núm. 48, Morelia, 16 de junio, 1907, p. 2. .
45
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
Corte de Caja del Taller de Fotografía de la Escuela Industrial Militar "Porfirio Díaz"
6000
5000
4000
Cantidad en pesos
Ingresos
3000
Egresos
2000
1000
0
1900 1901 1902 1903 1904 1905 1906 1907 1908 1909 1910
Años
46
CAPÍTULO I FOTÓGRAFOS Y FOTOGRAFÍA EN MORELIA
Cuadro 1
Mignon 3 $ 1.50
6 2.50
12 4.00
Imperial 2 $ 3.00
3 4.00
6 6.00
12 10.00
Vista 2 $ 1.50
3 2.00
6 3.00
12 10.00
Salón 1 $ 4.00
3 8.00
6 12.00
12 20.00
8 x 10 1 $ 5.00
3 10.00
6 15.00
12 25.00
10 x 12 1 $ 5.00
3 12.00
6 20.00
12 35.00
11 x 14 1 $ 8.00
3 16.00
6 30.00
12 50.00
10 x 20 Cada uno $ 10.00
20 x 24 Cada uno $ 18.00
47
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
Múgica, ahora con el nombre de “Escuela de Artes y Oficios para Varones”, pero ya
nada sería igual.
La presencia que tuviera en la actividad fotográfica quedó en manos de los
fotógrafos establecidos, ambulantes y aficionados que lo mismo visitaban cualquier
rincón del estado que sus principales ciudades; gente que había aprendido el oficio al
margen de la academia ofrecida en la Escuela Industrial, autodidactas que pudieron
formarse como ayudantes de los ya establecidos, acudiendo a los textos que
circulaban por la época algunos de los cuales la prensa regularmente publicaba con
breves consejos y novedades sobre esa actividad; además de la bibliografía en
francés e inglés que circulaba en las bibliotecas del clero y de algunas familias
adineradas, en cuya formación el francés era fundamental.
En negocios como La Kodak del fotógrafo Villalobos, que además de vender
cámaras e insumos fotográficos, adiestraban en el manejo de las mismas y a los
talleres que ocupaban ayudantes sin que necesariamente tuvieran nociones del
trabajo fotográfico, ahí fue donde muchos aprendieron el oficio y se dedicaron a
hacer lo propio, aunque su número es incuantificable, también fueron responsables
de propagar el uso y consumo de la imagen fotográfica por todo el territorio.
48
CAPÍTULO I FOTÓGRAFOS Y FOTOGRAFÍA EN MORELIA
53
Por estas fechas, González tenía su taller en la calle de las Alcantarillas número 3, Anzorena en la
del Aguacate y Cerna en el colegio de infantes, después en la segunda calle de Hidalgo. Hasta el
momento, ellos son los fotógrafos más antiguos de quienes tenemos noticia, sin contar a los
daguerrotipistas mencionados en el primer apartado de este capítulo. No descartamos la posibilidad
de que esta lista se enriquezca con una búsqueda más prolongada, extendida a otros archivos públicos
y privados de México y el extranjero. El Constitucionalista, Tomo I, Núm. 66, Morelia, 3 de junio,
1868, p. 4; Núm. 112, 18 de septiembre, p. 4; Núm. 134, 19 de noviembre, p. 4; números 20, 22, 29,
30 y 31, 1868.
54
Tavera Alfaro, Xavier, Op. cit. volumen 2, p. 160.
49
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
comodidad de las señoras y enfermos tenía su taller en un patio bajo, para que los
clientes “gocen de la libertad e independencia que deseen”.55
De este reducido grupo de artistas de la cámara,56 Cerna tuvo una residencia
más prolongada en Morelia, además de ser fotógrafo era dueño de un cosmorama 57
cuyas funciones ofrecía en el Hotel de Michoacán; el precio por entrar a una función
era de 12 centavos los días de trabajo y 25 centavos en fechas festivas.58 Al
comenzar los años setenta Cerna se asoció con otro experto de apellido Guerra, pero
la sociedad duró 30 días; después rivalizarían en el oficio y al finalizar el año de
1875 se les conocía como los fotógrafos más destacados en la ciudad. Ambos,
además de atender sus respectivos establecimientos de continuo salían a los pueblos
aledaños a ofrecer sus servicios.59
La supremacía que ejercían Cerna y Guerra enfrentó una fuerte competencia
con el taller de fotografía y pintura, propiedad de J. D. Duvallon y localizado en un
domicilio que ocupara Guerra con anterioridad. El trabajo de Duvallon ganó adeptos
y clientela porque ofrecía al público en general “perfección, eficacia y limpieza” en
“el arte de Niepce y Daguerre”, cualidades que lo colocaron al menos temporalmente
por encima de sus colegas.60
55
El Constitucionalista, números 3, 7, 19, 27 y 31, 1868; Xavier Tavera Alfaro, Op. cit., volumen 2,
p. 160.
56
Entre el poco material fotográfico que sobrevive de esa época y que se puede consultar, hay
estereoscópicas de carácter arquitectónico que se publicaron en 1993, sólo una de ellas sabemos que
pertenece a la autoría de Cerna, las demás son anónimas. También existen colecciones privadas que
guardan celosamente algunas de las familias más antiguas y tradicionales de Morelia, pero hasta el
momento no hemos accesado a ellas. Manuel González Galván, Morelia. Ayer y hoy, México,
UNAM, 1993, p. 68, imagen 25.
57
Espectáculo óptico, inventado en París en 1808 por el Abad Gazzera, “consistía en una serie de
pequeñas vistas al óleo o a la acuarela que representaban los lugares más celebres del mundo; dichas
vistas estaban introducidas en las paredes de la sala donde se exhibían, y estaban dotadas de unos
mecanismos de lentes convexas que, por medio de unos espejos, las engrandecían, creando gran
impacto visual entre el público asistente”. Rafael Gómez Alonso, Arqueología de la imagen fílmica:
de los orígenes al nacimiento de la fotografía, Madrid, Archiviana ediciones, 2002, p. 237.
58
Archivo Histórico Municipal de Morelia (AHMM), Actas de Cabildo, sesión del 20 de octubre,
1873, f. 190.
59
El Progresista, Año V, Núm. 407, Morelia, 29 de abril, 1875, p. 4; El Atalaya, Núm. 5, Morelia, 8
de mayo, 1875, p. 3; El Demócrata, Tomo I, Núm. 3, Morelia, 19 de octubre, 1875, p. 4; Núm. 11,
Morelia, 15 de diciembre, 1875, p. 2.
60
El Progresista, Año VI, Núm. 475, Morelia, 24 de enero, 1876, p. 2; El Demócrata, Tomo I, Núm.
17, Morelia, 26 de enero, 1876, p. 3. Cabe anotar que durante las décadas de los sesentas y setentas a
50
CAPÍTULO I FOTÓGRAFOS Y FOTOGRAFÍA EN MORELIA
Imagen 3. Efrén Chávez, retrato correspondiente al permiso para portar armas que le autorizó la
Prefectura. Fuente: AHMM, Registro de licencia de armas, 1878, número 247.
falta de un expendio especial –como los habría a finales de los ochenta-, los fotógrafos se abastecían
de los productos propios de su profesión en algunas boticas de la ciudad, como por ejemplo en la de
Jenaro Padilla y Atanasio Mier. Xavier Tavera Alfaro, Op. cit., volumen 2, p. 132.
61
El Arnero del Tío Juan, 2ª época, Núm. 48, Morelia, 29 de mayo, 1879, p. 4; 4ª época, Núm. 29,
Morelia, 28 de septiembre, 1882, p. 4; 5ª época, Núm. 2, 30 de marzo, 1884, p. 4; La Idea, Año II,
Núm. 6, 1 de febrero, 1885, p. 4; Gaceta Oficial, Año IV, Núm. 322, Morelia, 6 de noviembre, 1888,
51
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
p. 4; Núm. 405, Morelia, 8 de septiembre, 1889, p. 4; Año VI, Núm. 591, 10 de septiembre, 1891,
p.4. AHMM, Actas de Cabildo, Libro 1, sesión del 19 de diciembre, 1882, p. 67; Libro 2, sesión del
10 de abril, 1883, p. 136.
62
La Libertad, Año 4, Tomo 4, Núm. 55, Morelia, 22 de diciembre, 1896, p. 3; El Apuntador, 1ª
época, Núm. 22, Morelia, 7 de junio, 1903, p. 4.
63
A manera de ejemplo, véase la tabla de precios de la Escuela Industrial Militar, p. 47.
64
Priego, Patricia y José Antonio Rodríguez, Op. cit., p. 44.
65
Durante su estancia ocupó el taller de la Escuela de Artes dirigida por Felipe Torres, quien más
tarde sería su socio en la ciudad de México. Gaceta Oficial, Año III, Núm. 295, Morelia, 2 agosto,
1888, p. 4.
52
CAPÍTULO I FOTÓGRAFOS Y FOTOGRAFÍA EN MORELIA
66
AHMM, Caja 17, Legajo 2, Exp. 119, 23 de abril, 1910; Caja 22, Legajo 1, Exp. 45, 3 de marzo,
1912. Ignoramos la calidad de este trabajo, pues las fotografías que consultamos junto con las de
mujeres públicas que se anexan en nuestro trabajo fueron tomadas en estudios, la mayoría son de
fotógrafos anónimos determinar técnicamente la autoría de ese gran corpus visual sería motivo de un
proyecto amplio y multidisciplinario que se puede hacer en un futuro próximo. Varias imágenes
fotográficas de criminales pertenecen a la autoría de los hermanos Torres, aunque todavía no
podemos determinar cuántas.
67
El Eco de Michoacán, Tomo único, Núm. 8, Morelia, 17 de mayo, 1884, p. 4.
53
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
al siguiente día de tomar el negativo, con su pequeña cámara Kodak, entregaban los
retratos “que nada dejan que desear”.68
No faltaban los jóvenes emprendedores, al estilo de José Solórzano y Manuel
Monge, amables y con destreza artística, que prometían al público un espacioso local
en la Calle Nacional (la principal de la ciudad) “elegante, fino y aseado” apto para
que acudiera a él la gente con mayores recursos económicos;69 pero que, después de
incursionar un tiempo en la actividad fotográfica no pudieron sobrellevar el ritmo,
ofertas y calidad que los competidores ofrecían; el fracaso y la quiebra fueron
ineludibles después de que las autoridades comprobaron que su obrador no era lo que
habían prometido cuando se les autorizó trabajar en eso, sino “un jacalón ridículo,
horroroso, un verdadero adefesio que pone en caricatura el grado de civilización de
los vecinos de esta ciudad, y sobre todo al Ayuntamiento si lo tolerase”.70
En contraparte, Felipe y Manuel Torres, asentados en Morelia desde febrero
de 1882, ejercían la fotografía como lo hacían en Toluca, su ciudad natal, con el
respaldo de una merecida fama; tan sólo ese año habían sido premiados en las
exposiciones de Caracas y Bogotá.71 Inicialmente montaron su negocio familiar en el
portal Hidalgo número 3, en donde durante diez meses ininterrumpidos exhibieron su
amplio trabajo, compuesto del material que ya tenían y vistas de los principales
templos, calles y paseos de Morelia a precios “muy moderados” y de una calidad
que, aseguraba la prensa, rivalizaba con los hermanos Valleto y Cruces y Campa, dos
68
Por todo lo anterior, hasta el momento, podemos considerar que Steadman y Trager iniciaron el
uso de la cámara portátil en Morelia. La Libertad, Año 5, Tomo 5, Núm. 50, Morelia, 14 de
diciembre, 1897, p. 3; Periódico Oficial, Tomo V, Núm. 99, Morelia, 12 de diciembre, 1897, p. 6.
69
Periódico Oficial, Año IX, Núm. 509, Morelia, 24 de noviembre, 1883, p. 3.
70
AHMM, Actas de Cabildo, Libro 3, Sesión del 10 de abril, 1883, f. 20. Al parecer este gabinete
fotográfico primero fue del Lic. Monge y una vez que el Ayuntamiento le exigió que lo cerrara, se
asoció con Solórzano y juntos sacaron un negocio similar. A pesar de los altibajos y la mala fortuna
de su pequeña y pretenciosa empresa, Monge seguiría fotografiando en 1902. Directorio de
Michoacán formado con datos oficiales por acuerdo del Gobierno del Estado, Morelia, Tipografía y
fotograbado de la Escuela Industrial Militar “Porfirio Díaz”, 1902, p. 27.
71
En la imagen 4, podemos apreciar que las paredes de su estudio exhiben parte de sus mejores y
más reconocidos trabajos fotográficos.
54
CAPÍTULO I FOTÓGRAFOS Y FOTOGRAFÍA EN MORELIA
55
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
75
En 1888 a Manuel y Felipe, se les menciona como encargados del taller de fotografía. Gaceta
Oficial, Año IV, Núm. 311, Morelia, 27 de septiembre, 1888, p. 3; Gaceta Oficial, 22 de julio, 1886;
Xavier Tavera Alfaro, Morelia. La vida cotidiana durante el Porfiriato. Alegrias y sinsabores,
Morelia, Morevallado editores/INAH-Michoacán, 2002, p. 76.
76
Gaceta Oficial, Año VI, Núm. 511, Morelia, 27 de noviembre, 1890, p. 3; La Idea, Año II, Núm.
6, Morelia, 1 de febrero, 1885, p. 4. El mes de enero de 1885, Manuel había recibido un diploma y
medalla de 1ª clase en la exposición de la ciudad de León, por sus excelentes vistas fotográficas de
Morelia y Toluca, en un lapso de cinco años obtuvo igual número de premios. Sus triunfos
continuarían en el nuevo siglo. Alberto del Castillo Troncoso, “La historia de la fotografía en
México…”, p. 78, n. 4.
77
Su estancia en el viejo continente duró casi un año. Gaceta Oficial, Año VI, Núm. 573, Morelia, 9
de julio, 1891, p. 3; Claudia Negrete, Valleto hermanos…, pp. 32-33.
56
CAPÍTULO I FOTÓGRAFOS Y FOTOGRAFÍA EN MORELIA
78
La platinotipia, procedimiento patentizado en 1878, se basa en la capacidad del oxalato férrico de
precipitar las sales de platino, da como resultado una imagen estable, con mucho detalle en los
semitonos sepia o negro; era muy costosa y al encarecerse el platino después de la Primera Guerra
Mundial, se sustituyó por el paladio. Marie-Loup Sougez y Helena Pérez Gallardo, Diccionario de
historia de la fotografía (Cuadernos Arte Cátedra 38), Madrid, Ediciones Cátedra, 2003, p. 97, 358.
79
Gaceta Oficial, Año VII, Núm. 673, Morelia, 26 de junio, 1892, p. 3.
80
A nivel mundial era el fotógrafo más afamado del momento, por el estudio de este fotógrafo,
periodista, ilustrador y caricaturista, pasaron grandes personalidades de la política y cultura. “Realizó
las primeras fotografías aéreas desde un globo, así como vistas de las catacumbas parisinas con luz
artificial (1858). Sus retratos le dieron justificada fama y se consideran como obras maestras de su
época, comparables con los mejores retratos pictóricos. En ese momento, competía en la Exposición
Universal de París junto con los primeros fotógrafos del mundo. Marie-Loup Sougez, Helena Pérez
Gallardo, op. cit., p. 325; Gaceta Oficial, Año VII, Núm. 673, Morelia, 26 de junio, 1892, p. 3.
81
Lo novedoso de este repertorio fotográfico, además de la fama mundial de los personajes, era que
cada uno de ellos estampó su autógrafo en las fotografías que les tomaron los hermanos Torres.
Gaceta Oficial, Año VII, Núm. 673, Morelia, 26 de junio, 1892, p. 3.
57
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
82
El Mundo Ilustrado, Año VI, Tomo II, México, 2 de julio, 1899, p. 7. La doctora Rebeca Monroy,
historiadora, fotógrafa y estudiosa de la fotohistoria, cree que las hermanas Torres si trabajaron la
imagen fotográfica, así se lo indica “la familiaridad con que se observa el trato de ellas con las
cámaras”, supone que pudieron ejercer el oficio “con la anuencia o no de los hermanos”. Rebeca
Monroy Nasr, “Mujeres en el proceso fotográfico (1880-1950)” en: Alquimia, Núm. 8, enero-abril,
2000, año 3, p. 8.
83
El Mundo Ilustrado, Año VI, Tomo II, México, 2 de julio, 1899, p. 7; Olivier Debroise, Fuga
mexicana, p. 36. En realidad, por lo menos desde 1890, se conocía el trabajo fotográfico de Natalia
Baquedano, quizás la primera mujer en establecer un estudio fotográfico y en incursionar en el cartel
comercial. Rita Eder y Emma Cecilia García, “La fotografía en México en el siglo XIX” en: Historia
del arte en México, México, SEP, Salvat, 1982, tomo 12, pp. 1734, 1736; véase también: Alquimia,
Núm. 8; Eli Bartra, “Por las inmediaciones de la mujer y el retrato fotográfico: Natalia Baquedano y
Lucero González” en: Política y Cultura, Revista académica del Departamento de Política y Cultura
de la Universidad Autónoma Metropolitana-Unidad Xochimilco, Número 6, primavera, 1996, pp. 85-
109, (“Women and Portraiture in Mexico”, History of Photography, Vol. 20, Nº 3, Londres, otoño,
1996); Alquimia, Núm. 20, enero-abril, 2004, año 7.
58
CAPÍTULO I FOTÓGRAFOS Y FOTOGRAFÍA EN MORELIA
84
Imagen 4. Las hermanas Torres. Fotografía publicada en El Mundo Ilustrado.
84
Esta fotografía también fue publicada en: Rebeca Monroy, “Mujeres en el proceso fotográfico…”
p. 9.
85
El afamado pintor Alfredo Zalce, así lo declaró en una conversación que tuviera con Juan Antonio
Zúñiga Mendoza intitulada: “Zalce, la fragua intensa” en: La Jornada Semanal, Número 421, 30 de
marzo, 2003.
59
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
60
CAPÍTULO I FOTÓGRAFOS Y FOTOGRAFÍA EN MORELIA
renglón, “el uso del colodión declinó debido al surgimiento de las placas secas de
gelatina y la difusión de las imágenes «instantáneas», lo que favoreció el auge de la
fotografía de aficionados [en todos los niveles como ya vimos líneas arriba]. La
perspectiva de ese género se amplió notablemente con la adquisición de cámaras en
correspondencia con las nuevas técnicas”.88
Con el nuevo siglo seguirían presentes algunos egresados de la Industrial
frente a los aficionados en constante crecimiento los agrupamos como un sector
local con un radio de acción regional, algunos pertenecían a familias pudientes
unidas por alianzas comerciales o de parentesco. De aquellos jóvenes estudiantes
como Ángel Cervantes, Salvador Olmos, Manuel García del Real, José Ma. Ortiz y
Francisco Gaona;89 sólo Olmos seguiría manejando la cámara a nivel profesional, ya
desde 1887 él sobresalía del común de los alumnos de la Escuela de Artes por
realizar “excelentes trabajos” sin el auxilio de su profesor. Por las fechas en que
estudió creemos que tuvo por maestros a los hermanos Torres.
Siendo aún muy joven, Olmos dirigió el taller de fotografía en dos ocasiones,
aunque bajo su dirección la escuela tuvo un digno papel en concursos nacionales él
fue poco conocido más allá de Michoacán; estuvo un tiempo en la ciudad de México,
para perfeccionar y actualizar sus conocimientos; a su retorno, Olmos instaló, en
compañía de otro colega, un elegante y espacioso taller que se caracterizaría por
contar con modernos aparatos y por la calidad de sus retratos “verdaderamente
notables”; pero tanto él como su socio, se disputarían un lugar frente a la creciente
competencia, que gracias al ferrocarril ahora se desplazaban con suma facilidad de
un lugar a otro por todo el amplísimo territorio michoacano y estados circunvecinos.
Por su parte, Manuel García Real, integrante de una familia con presencia en
la esfera política, estudió fotografía en la misma escuela que Salvador Olmos, su
88
Del Castillo Troncoso, Alberto, “La historia de la fotografía en México, 1890-1920. La diversidad
de los usos de la imagen” en Imaginarios y fotografía en México. 1839-1970, p. 59.
89
Gaceta Oficial, Año III, Núm. 231, Morelia, 22 de diciembre, 1887, p. 3. Para esos años la prensa
menciona repetidamente al destacado joven Ángel Cervantes, pero ignoramos a qué se dedicó
después de que egresara de esa escuela, quizá porque regresó a su lugar de origen. Ortiz y Gaona,
después de su etapa escolar no los volvemos a encontrar como fotógrafos.
61
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
compañero generacional, en sus años mozos intercaló esos estudios con la música e
integró la Sociedad Filarmónica “Mariano Jiménez”; y aunque en 1892 lo veremos
de fotógrafo en la inauguración de la escuela primaria anexa a la Academia de Niñas,
no continuó con ese oficio; finalmente, se convirtió en un respetado abogado.90
Otros morelianos como el farmacéutico Rafael Elizarrarás, quien sin ser
experto en la materia sólo aficionado, se dedicaba a vender lo necesario para el
revelado e impresión de imágenes fotográficas, a diferencia de él José M. Padilla,
Arcadio Calderón, Jesús Castro Torres, Jesús Villalobos, González y Zepeda, Génaro
Ruesga y su hijo Edmundo, se destacaron por su profesionalismo y numerosa
clientela.91
La libre competencia permitió a los principiantes, itinerantes y connotados
fotógrafos luchar por la preferencia del público, ofreciendo sus servicios a domicilio
y promocionando –al igual que en el siglo pasado- su estilo, las ventajas técnicas,
artísticas y económicas de sus retratos; al menos esos eran los argumentos de
González y Zepeda, en cuyo negocio se exhibía por una de sus vitrinas la fotografía
de cuerpo entero del presidente de la República Porfirio Díaz, con la anotación de
que la ampliación fue hecha por orden de ellos en una casa comercial de los Estados
Unidos; además mostraban todo tipo de amplificaciones y retratos perfectamente
iluminados al platino en tarjetas sumamente elegantes, todo “a los mejores precios de
la ciudad”.92
José M. Padilla decía tener el mejor taller de la capital, pues estaba montado
“con todas las reglas del arte” y, según él, era el preferido de la sociedad y el público
90
La Libertad, Año 4, Tomo 4, Núm. 2, Morelia, 17 de enero, 1896, p. 3; Núm. 13, 31 de marzo,
1896, p. 3; El Centinela, Tomo 4, Núm. 35, Morelia, 26 de enero, 1896, p. 3; Xavier Tavera Alfaro,
Morelia. La vida cotidiana…, p. 75.
91
Desconocemos cómo aprendieron esta actividad, pero la capacidad y profesionalismo de González
y Zepeda, Villalobos y los Ruesga estaba por encima de los demás. Elizarrarás, es un caso
excepcional, él aficionado y comerciante de imágenes, también fue impresor, miembro distinguido de
la clase empresarial moreliana, católico, promotor y defensor –a través de la prensa- del orden moral
bajo el cual se debía regir el pueblo de Morelia.
92
El Correo Michoacano, Tomo I, Núm. 42, Morelia, 6 de julio, 1902, pp. 2-3.
62
CAPÍTULO I FOTÓGRAFOS Y FOTOGRAFÍA EN MORELIA
en general porque garantizaba sus trabajos, laboraba con esmero y prontitud, además
de cobrar barato con precios “al alcance de todas las fortunas”.93
Si lo que la gente quería era retratarse y quedar complacida, tenía que visitar
“la acreditada y conocida” fotografía de Arcadio Calderón, situada en la esquina del
jardín de San José y la calle de la Flor; ahí ofrecía “Arte y Belleza”, precios “sin
competencia” y una variante que los demás no promocionaban, si el cliente no
quedaba conforme con sus trabajos le devolvía su anticipo; el negocio era favorecido
porque sus retratos revelaban “la expresión más tranquila y natural de las personas”.
Otra novedad impulsada por Calderón fue la exclusividad para fijar anuncios en los
árboles de la ciudad; ese permiso se le retiró cuando otros giros comerciales
empezaron a impugnarlo y a invadir sus espacios hasta que lograron que el
Ayuntamiento le retirara tan excepcional licencia.94
Como podemos apreciar el discurso comercial que manejaban los diversos
trabajadores de la lente era monótono y repetitivo, no se había modificado gran cosa
en casi cuarenta años, seguían enfocándose en el precio, la calidad, la rapidez y lo
artístico de su labor; pocos como Jesús Castro dueño de “La Fronteriza”, gabinete
fotográfico de su propiedad cobraban menos del precio establecido para los retratos
de primera clase y no lo incrementaba en grupos mayores de cinco personas, además
a cada persona que se tomara seis retratos tamaño imperial, le regalaba un retrato
extra en tarjeta grande de fantasía montada de 6 x 8 pulgadas.95
El lugar mejor abastecido de materiales y equipo fotográfico era el almacén
“La Kodak” de Jesús Villalobos, ofrecía productos importados de Europa y Estados
Unidos; vendía cámaras con sus accesorios, placas, películas de rollo y film-pack
para revelado e impresión solar, reveladores y birofijadores preparados y todas las
substancias del ramo. El departamento de amplificaciones, realizaba marcos y
93
El Pueblo, Tomo VIII, Núm. 92, Morelia, 13 de diciembre, 1910, p. 1.
94
AHMM, Caja 21, Legajo 1, Exp. 85, 3 de julio; Legajo 2, Exp. 155, 6 de marzo, 1911; El Pueblo,
Tomo VIII, Núm. 107, Morelia, 30 de diciembre, 1910, p. 1. También, a modo de novedad, recurrió a
las rifas de cámaras fotográficas ello nos habla del uso generalizado que se estaba dando de este
aparato en la primera década del siglo XX y de los modelos de cámaras.
95
La Libertad, Año 13, Tomo 13, Núm. 88, Morelia, 7 de noviembre, 1905, p. 1; AHMM, Caja 18,
Exp. 155, 6 de marzo, 1911.
63
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
molduras de todas las clases, “hermosos y bien acabados fondos al óleo y al temple,
especialidad de la Northguet Company”.
El negocio de Villalobos aseguraba tener precios similares a la capital de la
República e incluso más baratos, enviaba la mercancía hasta el domicilio de sus
clientes sin pagar gastos extras de correo o express, siempre y cuando los pedidos
fueran superiores al importe de 10 pesos, todo con el fin de “impulsar más el
desarrollo de la fotografía”; el lema de este negocio era: “Ser fotógrafo o no ser
nada”.96
Otro de los comercios más fuertes del ramo era el de Jenaro Ruesga,
localizado en la cerrada de san Agustín número 1, a él y a su hijo se les etiquetó de
expertos profesionales porque lo mismo elaboraban retratos pequeños que de tamaño
natural, montados en elegantes y modernas tarjetas importadas de las mejores
fábricas; también por utilizar las técnicas y procedimientos de boga en Estados
Unidos y Europa, aspecto que Ruesga padre conocía bien por sus viajes a París y
Roma, donde aprendió a dominar los “notables adelantos en el arte fotográfico”.97
Este panorama laboral lo complementaban los talleres de fotografía y
fotograbado de la Escuela Industrial, cuya bien ganada fama rebasaba los límites de
la ciudad y también ofrecía “trabajos corrientes”, con los mismos adelantos,
procedimientos y técnicas que los demás: impresiones desde miniaturas hasta tamaño
natural, amplificaciones en fotografía, botones, prendedores y espejos para anuncios;
con la platinotipia, carbón y bromuro;98 todo, aparentemente y al igual que
argumentaban los demás, a menor precio.
96
El Pueblo, Tomo VI, Núm. 415, Morelia, 4 de enero, 1910, p. 4; Núm. 422, p. 4; Tomo VIII, Núm.
29, 22 de septiembre, 1910, p. 4. La Actualidad, Año IV, Núm. 735, Morelia, 6 de enero, 1909, p. 4;
Directorio General de la Ciudad de Morelia, Morelia, Tipografía de Agustín Martínez Mier, 1908, p.
11.
97
El Correo Michoacano, Tomo I, Núm. 46, 3 de agosto, 1902, p. 4; El Pueblo, Tomo VIII, Núm.
61, Morelia, 3 de noviembre, 1910, p. 2.
98
La Libertad, Año 14, Tomo 14, Núm. 14, Morelia, 16 de febrero, 1906, p. 1; La Actualidad, Año
IV, Núm. 732, Morelia, 1 de enero, 1909, p. 2. El carbón es un pigmento pulverizado para obtener
copias firmes, con varios procedimientos: transporte a otro papel, al papel velours o procedimiento de
Artigue, al de Bühler o el ozotipo de Thomas Manley (1899) y el papel Freson (1903), sistema que
todavía se utiliza en la actualidad para fotografías de color. “Las múltiples variantes de
procedimientos al carbón o pigmentarios no dan necesariamente una imagen en negro, sino que en la
64
CAPÍTULO I FOTÓGRAFOS Y FOTOGRAFÍA EN MORELIA
La tarea gráfica de esta lista de fotógrafos que hemos rescatado, fue extensa;
lamentablemente sólo una mínima parte sobreviven. Eso no obsta para darnos cuenta
de la inmensa labor que realizaron y las miles de imágenes que cada uno capturó.
Aspecto este último que vale la pena detenerse a reflexionar pues tan sólo Jenaro
Ruesga e hijo, reunieron miles de negativos a lo largo de dieciséis años y ante la
incapacidad de seguir almacenándolos, Edmundo decidió deshacerse de ellos, para
tal fin los ofreció en venta a través de un anuncio en el periódico. Semejante idea no
corrió con buena suerte y de inmediato la prensa católica, con el apoyo de sus
feligreses, reclamó a Edmundo que aprovechara la ausencia de su padre en la ciudad
para “vender a un precio reducido las referidas negativas”; pero sobre todo, que se
atreviera a “meterles miedo” a sus antiguos clientes, advirtiéndoles que de no
comprarlas “las venderá al mejor postor sin responsabilidad alguna”.
La crítica mordaz que recibiera el joven Ruesga, no sólo de ese diario sino
también de varios conciudadanos, lo obligó a corregir su nota para terminar
ofreciendo una “brillante oportunidad” que debían aprovechar todas las personas
retratadas por ellos durante el periodo de 1892 a 1908, “las placas impresionadas
solamente le serán vendidas a poco costo a los legalmente interesados, pues a ese
respecto ofrecemos todo género de garantías, como cualquier otra cosa honorable”.99
No sabemos cómo concluyó el conflicto y si bien a su regreso, el Sr. Ruesga
trató de resarcir el error de su vástago, el daño estaba hecho; esta facción de católicos
temerosos del destino que pudieran tener las miles de imágenes de hombres y
mujeres, difuntos y vivos, cerró filas contra lo que consideraban un acto vergonzoso.
Esta acción resulta ilustrativa del poder de la imagen y de cómo la concebía un
pequeño sector de la sociedad, de una sociedad a la que se le ha querido etiquetar
como católica en extremo sin tomar en cuenta las profundas desigualdades entre la
mayoría de los casos tienen tonos cálidos rojizos”. El gelatino bromuro, placa de cristal, cubierta con
una solución de bromuro, agua y gelatina sensibilizada con nitrato de plata… Constituye la solución
definitiva para la ansiada placa seca, tras el antecedente del colodión seco y otros intentos. Hacia
1880, comenzó la fabricación industrial de papeles de positivar al gelatina-bromuro, que ha sido el
proceso fotográfico definitivo, utilizado hasta nuestros días”. Marie-Loup Sougez y Helena Pérez
Gallardo, Op. cit., pp. 97, 198 y 358.
99
La Actualidad, Año III, Núms. 701, 21 de noviembre, 1908, p. 3; Núm. 703, p. 3.
65
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
población, la gran brecha que separaba a los disconformes y marginados del régimen,
los que no podían pagar por un retrato fotográfico significaba el salario de varios
días, de los que gastaban esa cantidad o más coleccionaban vistas y postales de todo
el mundo.
El crecimiento de profesionales fue relativo, no hay un indicativo formal,
excepto el pago de impuestos de establecimientos seriamente montados, que señale
cuáles fueron las variantes de su crecimiento; los locales existentes a principios del
siglo XX se distribuyeron en los principales puntos del estado. El gremio de
fotógrafos bien establecidos, junto con los impresores, litógrafos y encuadernadores,
formaron parte de un grupo obligado a pagar gravámenes y a cumplir ciertos parámetros
urbanos impuestos por las autoridades.100
Cuadro 2
Fotógrafos registrados en el estado de Michoacán. Principios del siglo XX
100
AHMM, Secretaría del Ayuntamiento, Libro 322, Expediente 2, 16 de septiembre, 1894; La
Libertad, Año 2, tomo 2, Núm. 34, 25 de agosto, 1894, pp. 3-4.
66
CAPÍTULO I FOTÓGRAFOS Y FOTOGRAFÍA EN MORELIA
Fuente: Directorio de Michoacán…, pp. 27, 33, 48, 50, 54, 57, 63, 67, 71, 73, 76, 78, 82-83, 91, 93,
96, 99 y 110.
101
López Mondéjar, Publio, Op. cit., p. 75.
67
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
buena cámara fotográfica”, la Folding Pocket Kodak Núm. IA, para fotografías de
2½ x 4¼ pulgadas inglesas, con un valor de 25 pesos, misma que se mantuvo en
exhibición por varias semanas en el almacén del Sr. Jesús Villalobos, quien se
encargó de enseñar gratuitamente al ganador el manejo de la cámara.102 Esa cifra en
términos reales sería el monto de varias semanas de trabajo de un jornalero, aunque
también era un precio por debajo de los establecidos una década atrás, lo cual indica
el “abaratamiento” del aparato.
Imagen 5. Anuncio que promociona la rifa de la moderna cámara ofrecida por el periódico católico
La Actualidad.
102
La Actualidad, Año II, Núm. 435, Morelia, 8 de octubre, 1907, p. 2; Año III, Núm. 570, 2 de
junio, 1908, p. 1; Núm. 595, 4 de julio, p. 1.
68
CAPÍTULO I FOTÓGRAFOS Y FOTOGRAFÍA EN MORELIA
información se aprecia que varios de estos sujetos traían sus cámaras fotográficas de
uso personal.
El auge y expansión de los usos fotográficos estimuló el surgimiento de
asociaciones,103 que iniciaron el siglo XX con renovadas propuestas como fue la
promoción de concursos convocados a través de la prensa capitalina.104 Numerosos
fotógrafos, aficionados y profesionales, se agruparon en distintas organizaciones para
fomentar e impulsar “el arte fotográfico” y promover las bellezas naturales, ruinas
históricas, monumentos, edificios y paisajes notables de todo el mundo.
Sociedades como la International Photographie Exchange (IPE), con socios en
buena parte del mundo, mantenían actualizados a sus afiliados en los avances y
procedimientos de la rama, al mismo tiempo que promovían el intercambio y hacía
circular sus trabajos en álbumes artísticos distribuidos únicamente entre los afiliados,
con eso propagaban los progresos del arte y lo más notable de cada país.
Michoacán contaba con varios fotógrafos que pertenecían a la IPE, entre sus
miembros estaban personajes de la política y los negocios: José Ramos, Jesús
Martínez, Pedro A. Luna, Jesús Villalpando, Jesús Calderón, Andrés Jarelly,
Martiniano Arredondo, Ismael Macouzet, Salvador Solórzano Malo, Roberto
Lomana, Onésimo López Couto y Luis B. Valdés, este último, secretario de
Gobierno que además de sus labores administrativas se dedicaba “con buen éxito[…]
al ejercicio del bonito arte de la fotografía”; al mismo tiempo que divulgaba la labor
progresista de la administración que representaba.105
103
En 1890, Fernando Ferrari fundó la Sociedad Fotográfica Mexicana; hacia el primer lustro del
siglo XX surgió otra que también daba cabida a los amateurs, ambas en la ciudad de México. Al
mismo tiempo, comenzó la publicación de revistas especializadas como lo fue El fotógrafo mexicano.
En 1842, surgió la primer revista ilustrada con fotografías llamada The Illustrated London News,
editada en la Gran Bretaña; al año siguiente en Francia surgió L’Illustration y hasta 1857 Harper’s
weekly en USA. Idem.
104
El mundo ilustrado y El universal ilustrado fueron los principales promotores de tales eventos.
Los hermanos Torres destacaron en los primeros lugares de estos concursos. Alberto del Castillo
Troncoso, “La historia de la fotografía en México…”, p. 78, n. 4.
105
La Libertad, Año 13, Tomo 13, Núm. 85, Morelia, 27 de octubre, 1905, p. 2. El Lic. Valdés fue el
encargado de sacar las fotografías sobre los avances en la planta para la purificación del agua que
construía J. Lee Stark, en la ex hacienda del Rincón, esas vistas posteriormente las exhibió en los
aparadores de la mercería de los señores Emilio y Rafael Sáenz, en el lado norte de la Plaza de la Paz
69
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
de esta ciudad, con el fin de que el público en general tuviera una idea completa del avance de las
instalaciones. La Libertad, Año 13, Tomo 13, Núm. 87, Morelia, 17 de octubre, 1905, p. 1.
106
López Mondéjar, Publio, op. cit., p. 60.
70
CAPÍTULO I FOTÓGRAFOS Y FOTOGRAFÍA EN MORELIA
71
CAPÍTULO II
LA MASIFICACIÓN DE LA FOTOGRAFÍA
La fotografía desde los primeros años de su invención fue impulsada por un flujo
constante de viajeros que recorrieron tierras mexicanas, envueltos en la fascinación
de las ruinas arqueológicas y las bellezas naturales. Diversos viajeros dejaron
numerosos testimonios gráficos de Michoacán,1 por ejemplo François Aubert, quien
además de ser conocido como fotógrafo favorito de Maximiliano en México también
realizaba visitas a ciudades y pueblos de la República Mexicana; en parte de estos
recorridos logró reunir un banco de imágenes de una riqueza que apenas se ha
empezado a estudiar.2
La incursión de fotógrafos se incrementó en toda la república con la llegada
del ferrocarril, así, en lo que hace a nuestra área de estudio, el ferrocarril que salía de
1
Debroise, Olivier, Fuga mexicana..., p. 164; Ernest Gruening, Mexico and its heritage, New York,
1929, Published by the Century Co., 1929, pp. 248, 461-464; Adolfo Dollero, México al día.
(Impresiones y notas de viaje), París, México, Librería de la viuda de C. Bouret, 1922; William
Seymour Edwards, On the Mexican Highlands, with a Passing Glimpse of Cuba, 2ª ed., Cincinnatti,
Press of Jennings and Graham, 1906; Michoacán desde afuera. Visto por algunos de sus ilustres
visitantes extranjeros. Siglos XVI al XX, Brigitte Boehm de Lameiras et al. (Coordinadores) México,
El Colegio de Michoacán Gobierno del Estado, Universidad Michoacana, 1995, pp. 315-428; Marie
Robinson Wright, Picturesque Mexico, Philadelphia, J. B. Lippincott Company, 1897, pp. 315-329;
Frederick Starr, En el México indio, México, CNCA, 1995; Francisco Montellano, C.B. Waite,
fotógrafo. Una mirada diversa sobre el México de principios del siglo XX, Camera lucida, México,
CNCA/Grijalbo, 1994, p. 214.
2
Se cree que Aubert, en más de alguna ocasión viajó atrás de las tropas imperiales antes de
establecerse en la ciudad de México, a él se deben varias de las imágenes más celebres de la
detención y ejecución del emperador, otros retratos oficiales, una colección muy interesante de tipos
indígenas y fotografía prostibularia. Este artista acompañó al emperador durante su visita a Morelia
como parte del recorrido que realizó por Toluca, Morelia, Querétaro y Dolores Hidalgo, de agosto a
octubre de 1864.Aguilar Ochoa, Arturo, op. cit., pp. 27, 132, 119-123, 125. Véase: La Gaceta
Imperial de Michoacán (microfilm de 35mm propiedad del Instituto de Investigaciones Históricas de
la Universidad Michoacana, copia del existente en el acervo Nattie Lee Benson Latin American
Collection, Universidad de Texas en Austin) de esos meses y la revista Alquimia, Sistema Nacional
de Fototecas, mayo-agosto, 2004, año 7, núm. 21, edición dedicada a François Aubert en México, 40
pp.
73
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
3
Debroise, Olivier, Fuga mexicana, p. 164.
4
En su paso por Morelia, antes de partir a la ciudad de México, sostuvo una entrevista con Aristeo
Mercado, gobernador de Michoacán, a quien le manifestó lo satisfecho que estaba por su expedición;
también le expresó el deseo de regresar para completar y ampliar sus estudios que publicaría (como
así fue) en una obra especial para dar a conocer los puntos que tocó en su viaje y las cosas más
notables que encontró. Ver: La Libertad.
5
La Libertad, Año 4, Tomo 4, Núm. 55, Morelia, 22 de diciembre, 1896, p. 2; Año 5, Tomo 5, Núm.
1, Morelia, 5 de enero, 1897, p. 5. Las expediciones de Lumholtz a la vertiente y Sierra Madre
Occidental de México fueron en: 1890, 1892, 1894, 1898, 1905, 1909 y 1910, contó con el apoyo del
general Porfirio Díaz y el financiamiento de algunas instituciones científicas norteamericanas. Carl
74
CAPÍTULO II LA MASIFICACIÓN DE LA FOTOGRAFÍA
Lumholtz, El México desconocido. Cinco años de exploración entre las tribus de la Sierra Madre
Occidental, en la Tierra Caliente de Tepic y Jalisco y entre los tarascos de Michoacán, Nueva York,
Charles Scribner’s sons, 1904, Tomo II, p. 353.
6
Lumholtz, Carl. Op. Cit., Tomo II, pp. 367 y 372.
75
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
gran cosa la carta de apoyo y presentación que el presidente Díaz le había dado y que
cargaba para todos lugares. Frente a la hostilidad indígena, duró poco tiempo en
Cherán; una parte de las notas que escribió ahí las subtituló: “La fotografía es un
crimen”. Su estancia fue de sobresalto en sobresalto, se le dificultó fotografiar hasta
el paisaje, únicamente con la ayuda del cura logró que algunos accedieran a retratarse
Fotografiarse era consentir en una muerte segura; ni el cura mismo consiguió que se
resignaran a ello otros que sus criados tarascos, cuyas fotografías tuve que tomar
dentro del curato. Sin embargo, desde una ventana de su casa, logré recoger las de
algunas mujeres cuando iban a la fuente [el cura] me acompañó para subir a un
cordón, desde donde pude tomar la vista de Cherán y del hermoso valle […] El vivo
interés del cura y mi propio empeño me sirvieron no sólo directa, sino aun
indirectamente. Don Sebastián [el alcalde del pueblo], para no ser menos que el
sacerdote, invitó a varios de sus más adictos conocidos a su casa para que yo los
retratase. Una vieja, a quien fue preciso asegurar solemnemente que no la
degollarían, todavía protestó con violencia y se puso muy enojada cuando la cogí por
el brazo, para ponerla derecha.7
Estas líneas son un ejemplo claro de la agresión implícita en cada toma, así
como también de la poca difusión o aceptación que aún tenía en determinados
sectores y regiones del país, este moderno medio mecánico de reproducción de
imágenes. Sin duda, la anécdota de Lumholtz se presta para reflexiones más
detenidas, que en otro espacio y tiempo haremos, sobre todo si consideramos que en
muchas áreas rurales en pleno siglo XXI la reacción sigue siendo la misma: miedo a
la fotografía.
Por su parte, Frederick Starr antropólogo de origen norteamericano,
considerado uno de los pioneros de la antropología física en México, visitó Pátzcuaro
entre 1897 y 1898, llegó en tren desde el Estado de México con la finalidad de
observar a los tarascos de las aldeas cercanas al Lago de Pátzcuaro, recorrido que
realizó en canoas para después partir a caballo hacia Uruapan –ciudad que aún no se
conectaba con el ferrocarril-; posteriormente visitó otros pueblos indios que ya había
estudiado Lumholtz. Este antropólogo recorrió la cañada de los once pueblos, Santa
7
Ibid., p. 387.
76
CAPÍTULO II LA MASIFICACIÓN DE LA FOTOGRAFÍA
Fe, Uruapan, Sevina, Paracho y Cherán, con el objetivo de estudiar las “tribus” que
habitaban en esos lugares.
Frederick Starr, a lo largo de sus viajes por México, además de describir
detalladamente el paisaje, los recursos naturales, los grupos lingüísticos, la artesanía,
la indumentaria y varios usos y costumbres, es enfático y persistente en sus
comentarios sobre la “irresponsabilidad acumulada” de los indígenas, elemento que a
cada paso le dificultó medirlos, “bustearlos” (elaborar sus bustos en yeso) y “medir
la cantidad de alcohol que habían ingerido”,8 comentario mordaz en alusión al
exagerado consumo de alcohol que para él era una constante entre la generalidad de
esa gente.
En sus estancias de trabajo Starr midió, fotografió e hizo bustos de 2,847
personas de los distintos grupos indígenas mexicanos; elegía a cien hombres y
veinticinco mujeres de cada conjunto. Consideraba que en los hombres se distinguían
mejor los caracteres raciales y en las mujeres no, debido a su “terquedad, estupidez o
miedo, eran mucho más difícil [sic] de ser medidas”. En el proceso que cubrió
aproximadamente en períodos trimestrales de 1897 a 1901, lo acompañaba un
traductor, un yesero y un fotógrafo profesional, inicialmente fue Bedros Tatarian,
después Charles B. Lang y Louis Grabic con quien trabajó en sus dos últimas
expediciones. 9
Starr estuvo en Michoacán hacia finales de 1897 y principios del siguiente
año, aquí al igual que en el resto del país, los indígenas obstaculizaron
frecuentemente los propósitos científicos del antropólogo, pero la resistencia y
ebriedad de éstos logró vencerlas deslumbrándolas con el “brillo” de un peso, setenta
y cinco o cincuenta centavos de plata mexicana cantidades que podían significar
según la región que estudiara más de tres días de salario. En cada pueblo enfrentó
dificultades que esquivó con el apoyo de los curas, a causa del ambiente festivo de
8
Ibid., pp. 17, 361-362.
9
Ibid, pp. 15, 29-30. El trabajo fotográfico de Starr se publicó en la edición en inglés de En el
México indio y en Indians of southern Mexico: an ethnographics álbum, Chicago, Lakeside Press,
1899.
77
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
10
En el México indio, pp. 88, 91, 93, 99 y 362.
11
Ibid., p. 118.
78
CAPÍTULO II LA MASIFICACIÓN DE LA FOTOGRAFÍA
12
Montellano, Francisco, op. cit., pp. 26, 30, 124.
13
En 1901, un periodista lo acusó públicamente de hacer retratos pornográficos; mismos que intentó
enviar por servicio postal a Estados Unidos; se trata de las imágenes de dos muchachos sucios y de
muchachas de diez y 12 años. Según el reportero, el fotógrafo “había corrido mucho para poder
encontrar esos tipos, que muy rara vez se ven fuera de las chozas de los caminos”; Waite, hizo un
verdadero “tour de force” y fotografió a los niños “desnudos completamente, presentando sus
deformados cuerpos sin velo alguno”. Por ese material estuvo tres días en la cárcel de Belem. Ibíd., p.
38.
79
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
Imagen 6. Indígenas purépechas. Fuente: Fototeca Nacional, Fondo C.B. Waite/W.Scott. (Inv
120725)
Imagen 7. Mil cumbres. Fuente: Fototeca Nacional, Fondo Hugo Brehme (Inv. 372851)
80
CAPÍTULO II LA MASIFICACIÓN DE LA FOTOGRAFÍA
Durante los años que Brehme vivió en México, de 1905 a 1954, captó un
lugar de contrastes; al mismo tiempo, con los cientos de postales que realizó, exportó
la imagen de un país “folklórico, pictórico, bucólico, adormilado, calmo, relajado,
sin prisa, de fuertes luces, de enigmáticas y caprichosas formas naturales, de
santuarios inusitados”.14
Al mismo tiempo que científicos y fotógrafos extranjeros capturaban y
difundían su propia visión de México y los mexicanos, los avances técnicos en
fotografía maravillaban al público en general. La impresión que un selecto público
moreliano recibiera por los recursos y dominios técnicos de algunos fotográfos
locales, no tuvo comparación tal y como lo señalaba la prensa con el impacto de
saber que se podían fotografiar los latidos del corazón:
Hoy se fotografía todo, y de aplicación en aplicación, ya se hace eso con los latidos
del corazón.
A Mr. Holowinski es a quien se le ha ocurrido esto, combinando un método
automático para fotografiar los ruidos cardíacos. Este método descansa sobre el
hecho de que la tensión periódica de las válvulas es, no solamente micrónica con las
vibraciones sonoras de los ruidos estetoscopicos, sino también las sacudidas
mecánicas que la acompañan y que se propagan por toda la superficie del tórax.
Estas sacudidas son imperceptibles para el oído a causa de su pequeña frecuencia,
por más que se les siente con la presión del dedo.
Para fijar fotográficamente esas sacudidas micrónicas con el estetoscopio, Mr.
Holowisnki utiliza todo esto: un micrófono perfeccionado, teléfono óptico, excitado
por el micrófono y cuyo diafragma produce los anillos colorados de Newton, un
sistema óptico para iluminar los anillos y reflejar la imagen real, y un tambor
envuelto en un papel muy sensible que protege la cámara fotográfica.15
14
México: una nación persistente. Hugo Brehme. Fotografías, México, INBA, Museo Franz Mayer,
Miguel Ángel Porrúa editor, 1995, p. 27, 15. Nacido en Alemania, llegó a México a la edad de 23
años, tomó la nacionalidad mexicana y murió aquí en 1954. En 1923, publicó México pintoresco.
15
Periódico Oficial, Tomo IV, Morelia, 24 de diciembre, 1896, p. 4.
81
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
para obtener la fotografía del estómago de cualquier persona, a través de una sonda
estomacal, cuyo extremo se adaptaba a un aparato fotográfico de 65 milímetros de
largo por 11 milímetros de diámetro.
Por el interior de la sonda o tubo se deslizaba un finísimo alambre por medio
del cual funcionaba una lámpara eléctrica. Para obtener la fotografía, la superficie
debería estar totalmente limpia, después de eso inyectaban aire y así se podían sacar
de 10 a 15 minutos, 50 negativos instantáneos. El aparato podía girar para capturar
diferentes ángulos del estómago, el negativo era del tamaño de una semilla de cereza
y se podía ampliar para ver a detalle la mucosa del estómago; desde entonces se
creyó que la fotografía sería de gran ayuda en el diagnóstico de enfermedades.16
La importancia de las imágenes fotográficas era incuestionable, la prensa lo
sabía y se ocupó de mantener a sus lectores informados de los adelantos que
acontecían en el resto del mundo: los rayos x, la fotografía a colores, la fotografía en
movimiento, en la astronomía, la botánica, y cuanta relación tuviera con todas las
ciencias.17
Acorde con este ritmo que el desarrollo tecnológico imponía, Michoacán no
permaneció al margen, al menos desde 1893, Aristeo Mercado gobernador del
estado, dispuso que cuando lo exigiera el interés de la ciencia médica, pasara al
Hospital Civil el encargado del taller de fotografía de la Escuela de Artes a tomar
retratos de todos los enfermos que presentaran “casos raros” como lo fue el de la
niña Nislao Ariche que nació con un quiste congénito:
La niña sólo tiene 3 años de edad y entre los nacidos es uno de los seres más raros.
Su nombre Nislao Ariche, nació en Charo a los pocos días fue abandonada por su
madre. Cuando tenía 2 años comenzó a inflamarse en toda la región glútea izquierda,
poco después lo llamaron quiste monstruoso, poco a poco fue apareciendo allí un ojo
rudimentario con su ceja, una ventana de la nariz, bajo de crespas pestañas y de otra
ceja, una arcada dentaria con 4 dientes, el brote del pelo en lo que se juzga el fin de
la frente.
16
Revista Católica, Tomo X, Núm. 5, Morelia, 9 de abril, 1899, p. 73.
17
Las notas que con más frecuencia se publicaban tenían que ver con su relación en la medicina. La
Libertad, Tomo 9, Año 9, Núm. 24, Morelia, 14 de junio, 1991, p. 1; Solemne inauguración de la
Escuela Médica y del Hospital General de Michoacán, Morelia, Talleres de la Escuela Industrial
Militar "Porfirio Díaz", 1902.
82
CAPÍTULO II LA MASIFICACIÓN DE LA FOTOGRAFÍA
18
Gaceta Oficial, Año VI, Núm. 565, Morelia, 11 de junio, 1891, p. 3.
19
Gaceta Oficial, Año VI, Núm. 570, Morelia, 28 de junio, 1891, p. 3. A pesar de la atención que
generó este caso, hasta el momento no conocemos alguna de las fotografías que se le tomaron a la
niña Ariche.
20
Periódico Oficial, Tomo I, Núm. 8, Morelia, 26 de enero, 1893, p. 6. A partir de mediados del
siglo XIX, en el Reino Unido la fotografía clínica proporcionaba una documentación permanente
para la orientación médica y el análisis fisiognómico en pacientes psiquiátricos; asimismo, los casos
espectaculares o monstruosos de la medicina eran asentados detalladamente en informes. En 1855 se
publicó en Australia, la primera compilación de ese tipo y casi treinta años después apareció en
Leipzig, Alemania, la primera publicación periódica sobre el tema. Véase: John Tagg, El peso de la
representación. Ensayos sobre fotografía e historia, Barcelona, Editorial Gustavo Gili, 2005, pp.
103-108.
83
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
La fotografía en movimiento
Aunque el tema del cine no es el punto central del presente estudio, recurrimos a él
porque en sus inicios fue una extensión de la fotografía, eran películas mudas que
duraban sólo unos minutos, también llamadas “vistas” generalmente de paisajes y
gente posando. Pasada esta primera etapa, las imágenes empezaron a manejar
información de los acontecimientos del país y el mundo; al poco tiempo, se
implementaron argumentos casi siempre moralizantes, sin olvidar los cómicos y
dramáticos, así como los pasajes y personajes más sobresalientes de la Historia
Universal.
Las imágenes “precinematográficas” fueron utilizadas por el Estado para
promocionar el desarrollo industrial del país y el ideal de ciudadano que México
requería, actividad esta última que contó con el apoyo de la Iglesia a través de una
intensa campaña gráfica y periodística, además de diatribas desde el púlpito, para
proteger la educación, las buenas costumbres, el pudor, la familia, la higiene y la
templanza. De este modo, la imagen fotográfica se convirtió en un mecanismo que
21
Boletín de la Sociedad Michoacana de Geografía y Estadística, Tomo II, Núm. 5, Morelia, 31 de
mayo, 1906, pp. 36-38.
84
CAPÍTULO II LA MASIFICACIÓN DE LA FOTOGRAFÍA
22
“La linterna mágica es un aparato mediante el cual, por medio de lentes, se hace aparecer imágenes
proyectadas sobre una pared o lienzo. Los perfeccionamientos y adelantos de la linterna mágica
dieron origen a la fantasmagoría, al microscopio solar, a los cuadros disolventes, al cinematógrafo y a
distintos aparatos de proyección muy útiles para el estudio de las ciencias naturales”. Alonso Gómez,
Arqueología de la imagen fílmica: de los orígenes al nacimiento de la fotografía, Madrid, Ediciones
Archiviana, 2002, p. 291.
23
“Se denomina panorama a la pintura circular dispuesta de manera que el ojo del espectador, situado
en el centro de una base o tarima puede abarcar todo el horizonte recubierto por el lienzo que le
envuelve”. Ibid., pp. 198-199.
24
“Cuadro pintado capaz de ser iluminado por la cara anterior o por la posterior. Los dibujos son de tal
naturaleza que en las dos iluminaciones se representan figuras diversas. Para hacer más intenso el cambio
en el espacio que queda entre la tela y el espectador, se colocan objetos reales, hábilmente ajustados con
los tonos de la pintura”. Ibid., p. 210.
25
AHMM, Caja 92, Exp. 22, 1861; Caja 102, Exp. 120, 1863. “La linterna mágica es un aparato
mediante el cual, por medio de lentes, se hace aparecer imágenes proyectadas sobre una pared o
lienzo. Los perfeccionamientos y adelantos de la linterna mágica dieron origen a la fantasmagoría, al
microscopio solar, a los cuadros disolventes, al cinematógrafo y a distintos aparatos de proyección
muy útiles para el estudio de las ciencias naturales”. Alonso Gómez, Arqueología de la imagen
fílmica.
26
Luna Córnea, número 28, 2004. Los datos más antiguos del cosmorama en Michoacán, datan de
los años veinte del siglo XIX, según se puede constatar en las Actas de Cabildo del Archivo
Municipal de Morelia.
85
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
86
CAPÍTULO II LA MASIFICACIÓN DE LA FOTOGRAFÍA
27
El Centinela, 2ª época, núm. 45, 27 de mayo, 1894, p. 2.
28
Antes del aparato creado por Louis y Auguste Lumière, se conocían otros artefactos que generaban
imágenes en movimiento. Al invento de los Lumière se le denominó de diversas formas: biógrafo
Lumière, cinematógrafo mágico, cromofotógrafo, etc.
29
El Centinela, tomo 5, núm. 18, noviembre, 1897, p. 3. Las salas kinetoscopio, que funcionaban
con una moneda, surgieron en Nueva York a finales de 1890.
30
La Libertad, Año 15, Tomo 15, Núm. 1, Morelia, 1 de enero, 1907, p. 1; Periódico Oficial, Tomo
XIII, Núm. 87, Morelia, 29 de octubre, 1905, p. 6. La Actualidad, Año III, Núm. 592, 1 de julio,
1908, p. 2.
87
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
31
Periódico Oficial, Tomo VIII, Núm. 29, Morelia, 12 de abril, 1900, pp. 5-6.
32
La Libertad, Año 16, Tomo 16, Núm. 34, Morelia, 28 de abril, 1908, p. 1. La Escuela Práctica
Pedagógica (Escuela de Niñas) de Morelia, contó con su sala de proyecciones dotado de un buen
cinematógrafo y una “magnífica linterna mágica” para fines meramente instructivos y morales. La
Libertad, Año 15, Tomo 15, Núm. 1, Morelia, 1 de enero, 1907, p. 1; Periódico Oficial, Tomo XIII,
Núm. 87, Morelia, 29 de octubre, 1905, p. 6;
33
Periódico Oficial, Tomo XVIII, Núm. 22, Morelia, 17 de marzo, 1910, p. 5.
34
Periódico Oficial, Tomo IX, Núm. 92, Morelia, 17 de noviembre, 1901, p. 1; Periódico Oficial,
Tomo XII, Núm. 102, Morelia, 22 de diciembre, 1904, p. 6; La Actualidad, Año I, Núm. 121,
Morelia, 11 de septiembre, 1906, p. 3; Tania Celina Ruiz Ojeda, La llegada del cinematógrafo y el
surgimiento, evolución y desaparición de la primera sala cinematográfica en la ciudad de Morelia,
1896-1914, tesis de maestría en historia de México, Universidad Michoacana, 2007, p. 102.
88
CAPÍTULO II LA MASIFICACIÓN DE LA FOTOGRAFÍA
35
El Pueblo, Tomo III, Núm. 212, Morelia, 27 de abril, 1909, p. 1. Ramón Zalce, fotógrafo de la
ciudad de Morelia, fue el que tomó la vista cinematográfica en cuestión. Con este acto podemos
considerar a Zalce como el primer cinefotógrafo de Morelia. La Actualidad, Año IV, Núm. 799,
Morelia, 4 de abril, 1909, p. 1
36
La Libertad, Año 15, Tomo 15, Núm. 1, Morelia, 1 de enero, 1907, p. 1. Las cursivas son nuestras.
89
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
Prensa y fotografía
37
Negrete, Claudia, op. cit., pp. 147.
38
Ibid, p. 150.
39
La marmografía, consiste en la incorporación de una imagen fotográfica del positivo al negativo,
sobre una superficie de piedra, luego de ser trabajada sobre la base de un ordenamiento químico.
Impreso en el papel le daba efectos suaves al contorno de los retratos y difusión de tonos en las
sombras. El cliché se logra a partir del procedimiento fotográfico, se recubre una lámina de vidrio
con tinta tipográfica que se deja secar. Sobre ella se realiza un dibujo con una “punta”, al pasar la luz
por las partes que la tinta ha puesto al descubierto en la lámina de vidrio, se obtiene sobre un papel
sensible un negativo fotográfico en el que los trazos resultan negros sobre fondo blanco. Introducción
90
CAPÍTULO II LA MASIFICACIÓN DE LA FOTOGRAFÍA
fueron fundamentales para el desarrollo del fotograbado y por lo tanto, del arribo de
la imagen fotográfica a la prensa. Sin duda, el responsable de este gran salto fue
Meinsebach quien en 1882, creó una placa también llamada autotipia que permitió,
por primera vez, imprimir sobre el papel la imagen fotográfica al mismo tiempo que
el texto. Como resultado, en breve la impresión tipográfica fue desplazada por la
fotográfica.40
El primer taller de fotograbado en Morelia se estableció en la Escuela
Industrial ejerciendo el predominio en esta técnica hasta la primera década de la
siguiente centuria. La invención de la placa de fotograbado posibilitó la producción
ilimitada y económica de imágenes fotomecánicas transformando la posición y la
economía de la fotografía, así como los métodos tradicionales de creación de
imágenes de forma tan decisiva como antes había sucedido con la invención del
negativo de papel por Fox Talbot.41
A nivel local sirvió para reforzar el discurso oficial sobre las bondades,
aciertos y avances del régimen en diferentes áreas. Si bien la entrada de las rotativas
de gran tiraje, de los linotipos alemanes y de la técnica del medio tono (utilizada en
Estados Unidos desde 1890) revolucionó el concepto de revistas y periódicos, no
suplantó el uso de los grabados y litografías hasta el segundo tercio del siglo XX,
mientras tanto sería un elemento complementario.
Los publicistas fueron los primeros en tomar conciencia de su importancia,
movidos seguramente por la competencia, recurren al medio más moderno para
anunciar sus productos. “En este caso, la fotografía se inserta como elemento
adyacente en un diseño heredado de la ilustración gráfica manual: muchas veces
recortada y retocada, la imagen fotográfica se incluye a manera de viñeta enmarcada
por una orla, art nouveau, o bien aparece en un recuadro sobrepuesto a una
general al arte, Madrid, Editorial Istmo, 1980, pp. 384-394; La Voz del Pueblo, Tomo I, Núm. 7,
Morelia, 22 de febrero, 1903, p. 1.
40
La Paz, Núm. 6, Morelia, 6 de julio, 1892, p. 3.
41
Tagg, John, op. cit., p. 146.
91
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
42
Debroise, Olivier, Fuga mexicana, p. 145; Aurelio de los Reyes, “El cine, la fotografía y los
magazines ilustrados” en: Historia del arte en México, México, SEP-Salvat, 1982, tomo 12, p. 1800.
43
La Libertad, Año 12, Tomo 12, Núm. 44, Morelia, 14 de octubre, 1904, p. 1. AHMM, Caja 92,
Exp. 22, 1861; Caja 102, Exp. 120, 1863. Se pueden apreciar algunos ejemplos en: La Libertad, Año
9, Tomo 9; Año 10, Tomo 10, Año 12, Tomo 12; Año 14, Tomo 14; La Actualidad, Año I y II; El
Correo michoacano, Tomo I; El Apuntador, 1ª época; El Pueblo, Tomo VII, varios números y años.
44
Este prefecto por lo menos, en dos ocasiones, publicó sus informes impresos en buen papel con
numerosas ilustraciones y varias vistas panorámicas de Zinapécuaro y otros lugares del Distrito. La
Actualidad, Núm. 498, Morelia, 3 de enero, 1907, p. 1; Año IV, Núm. 822, 11 de mayo, 1909, p. 1.
Véase también: La Democracia, Tomo I, Año I, Núm. 30 y 31, Morelia, 30 de agosto, 1892, p. 3 y 4
respectivamente; Periódico Oficial, Tomo I, Núm. 27, Morelia, 3 de abril, 1893, p. 7; Tomo IX,
Núm. 23, 21 de marzo, 1901, p. 5; de La Libertad, Años y Tomos 8, 12, 13, 14 y 15, varios números
y años.
92
CAPÍTULO II LA MASIFICACIÓN DE LA FOTOGRAFÍA
45
La Actualidad, Año III, Núm. 571, 3 de junio, 1908, p. 1; Núm. 578, 23 de junio, 1908, pp. 1-2.
46
Para valorar tal aseveración y no dejarla como una simple queja de la Iglesia, realizamos una
revisión de los periódicos que en esas fechas se editaban y pudimos comprobar cómo este tipo de
noticias después de estar por mucho tiempo en la gacetilla, llegaron a colocarse como primera plana
al finalizar la primera década del siglo XX. Esta situación es un reflejo nacional de lo que acontecía
en la capital de la república. Irma Lombardo García, De la opinión a la noticia, México, Ediciones
Kiosco, 1992; Alberto del Castillo Troncoso, “El reportaje…”.
93
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
fotografía, una muestra de ello son las reflexiones que Ernest Legouvé hace bajo el
título de “Retratos”:47
Mme. Stael murió, hacía algunos días que la familia, al ver llegar el fatal desenlace,
trataba de apartar de su lecho de agonía a los visitantes: “Dejad que entren, tengo sed
de ver caras humanas” esta palabra profunda y casi terrible expresaba una de las más
ardientes pasiones de la época.
Detenerse delante de las tiendas de los vendedores de estampas, ver cuánta gente se
detiene delante de las vidrierías en que hay fotografías en exhibición y observar con
atención investigadora qué manifiesta. Pertenezca la imagen expuesta a un criminal
o a un hombre de genio, una actriz, un general, un sombrero, un poeta. No. Hay en
ese insaciable ardor de mirar algo más que el deseo de ver, hay una necesidad
intima y característica de la inteligencia moderna; no tenemos sed de ver rostros
humanos, sino tenemos sed de comprender lo que es el alma humana.
Nuestra época no es de imaginación ni de poesía; sólo la realidad interesa
profundamente, en la ciencia, pasó el tiempo de los sistemas y ha llegado el de la
experimentación directa. En la historia exigimos la verdad absoluta, queremos que la
historia sepa y diga respecto a los grandes hombres. En el teatro, el medio más
seguro de conseguir éxito, es referir en la noche al público lo visto por la mañana;
poco importa que sea feo, doloroso.
Balzac, nadie mejor que él, ha descubierto tantas torpezas humanas; nadie ha
penetrado tan profundamente en el alma, saca a menudo monstruos, llega a conocer
el fondo de las cosas y no engaña.
Esta doble disposición explica nuestra pasión por los retratos de las personas
célebres; no nos basta saber lo que han hecho, queremos saber lo que son.
Hay gran número de culpados que son menos criminales que sus crímenes y hay
muy pocos héroes que sean tan heroicos como sus hazañas. Si penetramos en el
fondo del corazón de donde ha partido tal o cual hecho, nos espantaríamos de la
diferencia que existe entre el acto y el actor. Las circunstancias, el momento, los
móviles secretos, tienen en nuestras acciones una parte tan grande que a nosotros no
nos queda, sino la mitad en ejecución: todos los acontecimientos son nuestros
colaboradores anónimos. Cuál será la parte precisa que corresponde a los hombres
celebres en sus hechos, qué proporción existe entre lo que han hecho y lo que son: he
aquí lo que preguntamos a su imagen citamos ante nosotros el rostro humano como
último testigo, testigo que no lo dice todo, más de lo que nadie pudiera decir: agrava,
atenúa, completa, rectifica los demás testimonios.
Al considerar esos retratos, reflexioné y me dije “esas personas se parecen más de lo
que se me imaginan, sin sospecharlo han hecho lo que han podido a favor de su
semejanza, han sido a la vez modelos y pintores. Más de uno de ellos, estoy seguro,
al sentarse en la silla fotográfica ha tomado su postura predilecta, su fisonomía
preferida, expresó no lo que es sino lo que cree ser”.
47
Gaceta Oficial, Año VII, No. 648, 31 de marzo, 1891, p. 2. Varios ejemplos de este tipo de textos
publicados en la prensa moreliana tienen mayormente carácter cómico, anecdótico, científico y
moralista.
94
CAPÍTULO II LA MASIFICACIÓN DE LA FOTOGRAFÍA
48
Las cursivas son nuestras.
49
Hijo del también poeta y académico Gabriel-Marie Legouvé (1764-1812), además de su labor
literaria Legouvé “era un militante activo por los derechos de las mujeres y la educación de los niños.
Escribió L’Histoire morale des femmes (1848)”. Jenny Pérez Carrasco, “La poesía intervencionista
de José Maria Heredia” en Journal des traducteurs/Meta: Translateurs Journal, Vol. 50, Nº 4, 2005,
p. 6, nota 1.
95
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
El coleccionismo
50
Así lo testificaron Lumholtz y Starr en sus expediciones por Michoacán.
51
Jules Leclercq, oriundo de Bruselas, en su viaje a la Tierra Caliente de Michoacán, a finales de
1884, descubrió con admiración que aún en las lejanas tierras de Ario se encontrara a gente que
además de haber estudiado en Europa, coleccionara fotos de familiares y amigos; se refería
especialmente al doctor Melesio Medal, quien estudio medicina en París y se casó con una mujer de
origen belga. Leclercq, quedó “agradablemente sorprendido de encontrar en el álbum de fotografías
del doctor varias caras conocidas que me parecieron no menos sorprendidas de encontrarme en Ario”.
Jules Leclercq, “Crónica de un viaje a Morelia, Tacámbaro y el volcán Jorullo” en: Michoacán desde
afuera. Visto por algunos de sus ilustres visitantes extranjeros. Siglos XVI al XX, Brigitte Boehm de
Lameiras, Gerardo Sánchez Díaz y Heriberto Moreno García (coordinadores), México, El Colegio de
Michoacán, Gobierno del Estado, Universidad Michoacana, p. 285
52
La Libertad, Año I, Tomo I, Núm. 39, Morelia, 7 de octubre, 1893, p. 4; Año 6, Tomo 6, Núm. 39,
20 de septiembre, 1898, p. 2; Año 7, Tomo 7, Núm. 38, 19 de septiembre, 1899; Año 13, Tomo 13,
Núm. 51, 30 de junio, 1905, p. 1.
96
CAPÍTULO II LA MASIFICACIÓN DE LA FOTOGRAFÍA
cuando compartían los desafíos del maestro como lo atestigua una nota periodística
de la época:
El hábil y prestigiado señor Ramón Zalce tomó, en placas ortocromáticas antihalo,
tres negativas del famoso lienzo [“Descendimiento”, cuadro atribuido a Vecellio
Ticiano], y según se me informa la que se obtuvo en segundo lugar, con una
exposición de diez minutos, es la que dio resultados más satisfactorios. No pasaré
por alto manifestar a mis lectores, que de cientos de fotografías que se han sacado de
ese cuadro, ninguna lo ha reproducido fielmente. Algunos atribuyen esos malos
resultados a secreta virtud, y otros, las más, a que el lienzo no está bien restirado y a
las pésimas condiciones de óptica en que se encuentra, así como también a que no se
emplearon los aparatos y elementos adecuados. Sea de ello lo que fuere, lo cierto es,
que si el señor Zalce, logró obtener la primera versión y él habrá robustecido el
prestigio de que goza.53
53
La Actualidad, Año III, Núm. 621, Morelia, 5 de agosto, 1908, p. 3. Véase la imagen 2, del
capítulo I del presente trabajo.
54
E. y H. T. Anthony y Cía. de Nueva York, se destacó como una empresa que ofrecía los mejores,
más duraderos, hermosos y variados álbumes fotográficos; también fabricaba finos papeles
albuminizados, agentes químicos, cristales, marcos, cajas, lentes, etc. Periódico Oficial del Imperio
Mexicano, Tomo 2, 2ª parte, Núm. 148, Morelia, 8 de diciembre, 1864, p. 4.
97
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
55
La Libertad, Año 5, Tomo 5, Núm. 37, Morelia, 14 de septiembre, 1897, p. 5; Año 6, Tomo 6,
Núm. 39, 20 de septiembre, 1898, p. 5.
56
Monroy, Rebeca, Op. Cit., pp. 77-78; Aurelio de los Reyes, “Introducción, producción y
reproducción mecánica de las imágenes en los siglos XIX y XX y su estudio” en: Historia Mexicana,
Vol. XLVIII (190), octubre-diciembre, 1998, Núm. 2, pp. 159-166; Patricia Massé Zendejas, Op. Cit,
pp. 49, 57, 90-94, 98, 100-101.
57
Krauss, Rosalind E., El inconsciente óptico, Madrid, Tecnos, 1997; Lo fotográfico. Por una teoría
de los desplazamientos, Barcelona, Gustavo Gili, 2001; Roger Bartra, “A flor de piel: la disección
fotográfica del indio” en El ojo de vidrio. Cien años de fotografía del México indio, México,
Bancomext, 1993, p. 9.
98
CAPÍTULO II LA MASIFICACIÓN DE LA FOTOGRAFÍA
58
AHMM, Caja 94, Exp. 52, Circular Núm. 35, Morelia, 28 de noviembre, 1891; Libro de Actas de
Cabildo, Núm. 11, sesión ordinaria del 24 de noviembre, 1891, p. 23; Mauricio Tenorio Trillo,
Artilugio de la nación moderna. México en las exposiciones universales, 1880-1930, México, Fondo
de Cultura Económica, 1998, pp. 122-140.
59
Sobre el saqueo, préstamo o reparto de objetos arqueológicos se pueden ver datos reveladores en:
Mechtild Rutsch, Entre el campo y el gabinete: nacionales y extranjeros en la profesionalización de
la antropología mexicana (1877-1920), México, UNAM, 2007, pp. 60-71.
60
Bartra, Roger, op. cit., p. 13; Georgina Rodríguez Hernández, “Recobrando la presencia.
Fotografía indigenista mexicana en la Exposición Histórico-Americana de 1892” en Cuicuilco,
Revista de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, nueva época, volumen 5, número 13,
mayo-agosto, 1998, pp. 123-144.
61
Este tipo de fotografía se apreciaba a través de unos visores especiales en los que era posible
observar vistas en tercera dimensión, las más exitosas eran las que tenían mayor perspectiva y juegos
ópticos. Este generó agudizó “el sentido de profundidad que alcanza la cámara y procurar captar
elementos rítmicos o repetitivos de las arquitecturas para alcanzar un mayor dramatismo”. Rita Eder
y Emma Cecilia García, “La fotografía en México en el siglo XIX” en: Historia del Arte en México,
México, SEP-Salvat, 1982, tomo 12, p. 1734.
99
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
históricos y figuras eróticas; en resumen ofrecía “un mundo casi real, una suerte de
ilusión sobre la nariz del observador. Su ejercicio visual simulaba para el ojo la
construcción de volúmenes, siempre apoyado en la tridimensionalidad que ofrecen
dos imágenes ligeramente desfasadas. La fascinación de instruir, espectacularizar y
comercializar aprovechó la profundidad y el diseño de planos visuales, secreto de la
fotografía estereoscópica”.62
Sin embargo, lo que se concibió como un pasatiempo infantil en los años
ochenta, fue desplazado gradualmente sobre todo por las postales de empresas
extranjeras en su mayoría estadounidenses (Underwood and Underwood, Keystone
Views, Kilburn Brothers, Continental Stereoscopic Co.), de forma que para 1940 la
producción de estereoscopias se derrumbó ante la masiva difusión de tarjetas
postales.63 Esta masificación de la imagen a diferencia de la estereoscopia era mucho
más barata, versátil y de mayores alcances; una tarjeta podía ser enviada a, o desde
cualquier parte del mundo por un costo de 10 centavos (la tarjeta 2, el envío 4, con
respuesta pagada otros 4 centavos)64 el ser amado, el amigo o familiar recibía la
imagen fotográfica de la litografía, pintura o retrato favorito o del agrado del
remitente.65
El éxito de las tarjetas como transmisor de afectos fue tal que ante la
dificultad del espacio para escribir en ella algunas notas, además de los datos del
destinatario y el remitente, comenzó la circulación de unas nuevas tarjetas que
llevaban una hoja de papel en blanco de buen tamaño, suficiente para una carta que
62
Córdova, Carlos A. “El cristal con que se mira: Romualdo García y lo estereoscópico” en Alquimia
4; La casa de citas en el barrio galante, Ava Vargas, compilador, con prólogo de Carlos Monsiváis,
México, Grijalbo, 1991, pp. XV-XX.
63
Debroise, Olivier, Fuga Mexicana, pp. 74-75.
64
Gaceta Oficial, Tomo I, Núm. 46, Morelia, 25 de febrero, 1886, p. 2.
65
A finales de los años ochenta se empezó a promocionar un novedoso aparato en el que se podían
apreciar todas las postales ofrecidas por el establecimiento comercial, era una caja de hierro,
sostenida en una columna; uno de los lados de la caja servía de pupitre, tenía dos departamentos uno
con las tarjetas postales y el otro las fojas para impresos. Debajo de cada departamento había un
cajón con una tarjeta o una faja. El mecanismo de los cajones solo funcionaba cuando se le ponía
monedas y el peso de ellas oprimía un resorte que permitía el movimiento del cajón a través del cual
salía la tarjeta deseada. Gaceta Oficial, Tomo I, Núm. 50, Morelia, 11 de marzo, 1886, p. 2.
100
CAPÍTULO II LA MASIFICACIÓN DE LA FOTOGRAFÍA
66
La Libertad, Año 4, Tomo 4, Núm. 4, Morelia, 28 de enero, 1896, p. 3; Año 5, Tomo 5, Núm. 5,
Morelia, 12 de enero, 1897, p. 5.
67
El Pueblo, Tomo I, Núm. 40, Morelia, 19 de septiembre, 1908, p. 2. No debemos olvidar que para
ese año ya habían salido al mercado los revolucionarios productos kodak, tanto en películas, como
químicos, papeles, cámaras y otros aparatos.
101
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
68
González Reyes, Alba Hortensia, El cuerpo desnudo femenino: elaboración de discursos y
prácticas expresivas desde la gráfica, ciudad de México, 1897-1927, Tesis de Doctorado en Historia,
Universidad Veracruzana, 2007, pp. 124-141, 162-165.
69
Negrete, Claudia, op. cit., p. 132, véase la nota 13.
70
Debroise, Olivier, Fuga mexicana…, p. 42.
71
Gaceta Oficial, Año II, Número 177, 1877, p. 2; Revista Católica, II época, Año II, Número 236,
1887. Por lo general, la prensa de Morelia sólo fomentaba y promocionaba el coleccionismo de
nuevas imágenes sobre todo las de carácter oficial donde destacaban el presidente y el gobernador del
Estado.
102
CAPÍTULO II LA MASIFICACIÓN DE LA FOTOGRAFÍA
de su egreso. Por otro lado, esta no es la única agresión que sufrió el obispo pues al
parecer él no era tan querido por sus discípulos como lo era entre su feligresía y la de
Morelia al grado de que algunos se interpusieron entre él y su agresor para protegerlo
y someter al otro.
El acto de Rojas se consideró como el primero de esa naturaleza en toda la
República. Tan “dramática y escandalosa” noticia, despertó el interés de la prensa
que se dio a la tarea de entrevistarlo para publicar sus deshilvanadas declaraciones y
hablar sobre el retrato que le tomó Felipe Torres el día en que lo arrestaron y que tan
obsequiosamente Juan de Mata, editor del Monitor del Pueblo “ha hecho reproducir
el retrato para contentar la curiosidad pública, lo ha puesto de venta en su
establecimiento de la calle de escalerillas”.72
También, para que los lectores de otras latitudes se formaran una “idea del
asesino”, el señor Mata envió copias a algunos periódicos de la Ciudad de México
seguramente con la idea de que se publicaran en una sección especial, línea
periodística que al poco tiempo adoptaría El Universal al editar entre sus páginas una
“Galería de Rateros, en la que se presentaban grabados con los retratos de
delincuentes y criminales, acompañados de textos en los que se alertaba a la
ciudadanía y se describía el tipo de delito en el que se especializaba el sujeto en
cuestión”.73
No obstante lo publicitado del caso Rojas, no logramos localizar el retrato del
bachiller, su nombre se omite en las listas y expedientes que revisamos. Asimismo,
únicamente sobreviven dos libros de registros y un “álbum” fotográfico que se
elaboró por órdenes de la prefectura, la mayor parte de él está insertado en el
apéndice, si bien es sólo una selección basada en dos tercios del acervo de
información visual de identidad que rescatamos, sirvió para el registro de criminales
sentenciados por delitos del fuero común.
Es probable que algunos directores de publicaciones periódicas lo conocieran
pues celebraban la existencia de este álbum guardado y usado exclusivamente por el
72
Gaceta Oficial, Año II, Número 188, 1887, p. 3.
73
Castillo Troncoso, Alberto del, “El surgimiento del reportaje policiaco en México…”, p. 170.
103
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
104
CAPÍTULO III
El ámbito regional decimonónico se caracterizó –al menos hasta los años setenta- por
los movimientos bélicos escalonados, el estancamiento de la agricultura, el cierre de
minas y la disminución del comercio. Esta inestabilidad movilizó a gruesos bloques
poblacionales hacia el principal foco urbano, alimentando así la formación de un
abundante sector de inmigrantes muchos de los cuales engrosaron las filas de la
vagancia y la delincuencia citadina.
Esa movilidad social no era un fenómeno nuevo en la capital michoacana,1
pero en esos años amenazaba con cobrar índices alarmantes que alertaron a las
autoridades. Como resultado, el naciente Estado se enfrentó a la disyuntiva de
construir un sólido cuerpo de leyes y un aparato que las hiciera cumplir o aceptar que
el desorden social impediría la consolidación de la República. La administración de
justicia se convirtió así, junto con la reactivación de la economía, en la principal
preocupación del nuevo Estado.2
La impartición de justicia, generación y aplicación de leyes en Michoacán, no
se entiende si no tomamos en cuenta varios puntos: las leyes emergentes dictadas a
partir de la Constitución de 1857, en especial las que trataban de pacificar y controlar
a los gruesos bloques de expulsados por la guerra; ese amplísimo cuerpo de
1
Desde los tiempos de la colonia, las autoridades civiles y eclesiásticas la consideraron un verdadero
azote para la prosperidad y tranquilidad del extenso obispado; pero tuvo su máxima expresión
después de la guerra civil de 1810 y de la expulsión de los españoles.
2
Un testimonio bastante interesante sobre este aspecto se observa en: Memoria en que el C. General
Epitacio Huerta, dio cuenta al Congreso del Estado... en 15 de febrero de 1858 y terminó en 1861,
Morelia, Imprenta de Ignacio Arango, 1861.
105
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
3
Recopilación de leyes, decretos, reglamentos y circulares expedidas en el estado de Michoacán,
formada y anotada por Amador Coromina, Morelia, Imprenta de los hijos de Ignacio Arango, 1887,
Tomo XIX, pp. 55-77.
4
La lucha entre federalistas y centralistas, la intervención norteamericana, la guerra de tres años entre
liberales y conservadores, contra la invasión francesa, la de los monarquistas y los republicanos;
finalmente, el periodo de “orden, paz y progreso” que ofreció el porfiriato se caracterizó por
constantes brotes de descontento popular y elevados índices de vagancia y delincuencia.
5
Memoria leída ante la legislatura de Michoacán en la sesión del día 30 de julio de 1869, por el
secretario del Gobierno del Estado Lic. Francisco H. González, Morelia, Imprenta de O. Ortiz, 1869,
p. 17.
106
CAPÍTULO III LA CIUDAD, SUS HABITANTES Y ALGUNOS CAMINOS HACIA EL CONTROL
SOCIAL
6
Sánchez Díaz, Gerardo, “Movimientos campesinos en la Tierra Caliente de Michoacán, 1869-1900”
en Jornadas de Historia de Occidente. Movimientos populares en el occidente de México siglos XIX
y XX, México, Centro de Estudios de la Revolución Mexicana “Lázaro Cárdenas”, A.C., 1980, pp.
31-45; Álvaro Ochoa Serrano, “Religioneros en Michoacán: Eulogio Cárdenas y otros” en: La
responsabilidad del historiador. Homenaje a Moisés González Navarro, Shulamit Goldsmit y
Guillermo Zermeño (coordinación y compilación), México, Universidad Iberoamericana, 1992, pp.
173-184; Movimientos sociales en Michoacán. Siglos XIX y XX, Eduardo Mijangos Díaz,
coordinador, (colección Encuentros 4) Morelia, Universidad Michoacana, 1998; Laura Solares
Robles, Bandidos somos y en el camino andamos. Bandidaje, caminos y administración de justicia
en el siglo XIX. 1821-1855. El caso de Michoacán, Morelia, Instituto Michoacano de
Cultura/Instituto Mora, 1999.
7
Ibid, p. 15. Ya desde las primeras décadas del siglo XIX, la necesidad de controlar el desorden
social llevó al gobierno de la primera república federal a tratar de hacer un código penal (1826) y uno
de procedimientos criminales (1833); ambos proyectos fracasaron, para Michoacán es el principio de
un proceso codificador que intentaba romper con la legislación del Antiguo Régimen. Jaime
Hernández Díaz, op. cit, pp. 183-184.
107
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
Penal del Distrito Federal de 1871, Michoacán elaboró el propio pero lo dio a
conocer hasta finales de 1880; con él teóricamente sustituía al derecho español, éste
fue más afín a los principios liberales y a las demandas de la sociedad.8
En la práctica el derecho penal demandó más reformas en el modo de aplicar
el estrenado código y se fue adaptando a las diferentes épocas con la finalidad de que
estuviera a la altura de los últimos adelantos científicos, estableciendo un sistema
penitenciario inspirado en el verdadero objeto y el fin de la pena “para volver a los
individuos dóciles y útiles”.9
A partir de la expedición del código de 1880, todas las demandas que se
presentaran ante los tenientes, alcaldes y jueces de primera instancia debían ser
resueltas sujetándose a lo estipulado por dicho código; éste a su vez sustituyó al
antiquísimo derecho español, de esta manera la justicia trataba de estar acorde con
los principios liberales, eliminando toda la influencia que pervivía de la legislación
colonial y tratando, hipóteticamente, de modificar los procedimientos arbitrarios en
la detención y privación de la libertad de los individuos; a partir de este código el
individuo era inocente hasta que se le comprobara lo contrario.
Una década más tarde, el código sufriría modificaciones pues en la práctica
jurídica se encontraron vacíos que debían corregirse por “el bien de la buena
administración de justicia” y a propuesta de Aristeo Mercado, gobernador del
Estado, esto se sanaría adoptando nuevamente el código vigente del Distrito Federal,
haciéndole “las modificaciones y reformas necesarias para adecuarlos al Estado”;
8
Tiene su antecedente en la propuesta de reformas presentada, el 30 de junio de 1880, por los
licenciados Fernando Martínez y Alejo Flores ante el Gobierno; en términos jurídicos esa propuesta
se le conoce como Proyecto Martínez-Flores y es el primer Código Penal. Alejandro González
Gómez, Consideraciones básicas en torno al origen y evolución de la legislación penal michoacana,
Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo/Supremo Tribunal de Justicia, 2003, p.
25.
9
Foucault, Michel, Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión, México, Siglo XXI editores, 1991,
p. 233; Alejandro González Gómez, op. cit., p. 27; Gaceta Oficial, Tomo I, Núm. 59, Morelia, 11 de
abril, 1886, p. 1; Alejandro González Gómez, op. cit.; Elisa Speckman Guerra, Crimen y castigo:
legislación penal, interpretaciones de la criminalidad y administración de justicia (ciudad de
México, 1872-1910), México, El Colegio de México, UNAM, 2002.
108
CAPÍTULO III LA CIUDAD, SUS HABITANTES Y ALGUNOS CAMINOS HACIA EL CONTROL
SOCIAL
10
González Gómez, Alejandro, op. cit., pp. 41-44.
11
Por el momento, no escudriñaremos este aspecto por complejo y amplio, porque no es el motivo de
nuestro trabajo pero algunos matices de este proceso se pueden consultar en: Alejandro González
Gómez, op. cit.; María de Lourdes Salgado Ramírez, La mujer y el crimen en una ciudad
provinciana. Morelia 1877-1910, Tesis de Licenciatura en historia, Universidad Michoacana,
Morelia, 2004; de la misma autora, Una cuestión de honor: adulterio y sexualidad en Morelia, 1881-
1924, Tesis de Maestría en historia moderna y contemporánea, Instituto de Investigaciones “Dr. José
María Luis Mora”, México, 2007. Para el caso de la ciudad de México se presentan circunstancias
similares. Véase: Robert M. Buffington, Criminales y ciudadanos en el México moderno, México,
Siglo XXI editores, 2001; Elisa Speckman Guerra, op.cit.
109
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
mundo en México, como bien lo señalan Beatriz Urías Horcasitas, Pablo Picatto y
Robert M. Buffington,12 se construye un discurso nacional propio, basado en la
retórica científica y su importancia en la clasificación de los grupos sociales.13
Por un lado, la criminología positivista en su versión clásica enfatizaba la
importancia de generalizaciones biológicas y sociales para entender el crimen,
sosteniendo la existencia de “criminales natos” que se encontraban más allá de toda
enmienda. Su fe en la validez objetiva de las investigaciones empíricas, desprovistas
de la carga emotiva religiosa o filosófica, le permitía a los criminólogos enfatizar en
la prevención, definiendo a la “población peligrosa”, y proponiendo la eliminación
de los incorregibles. Por el contrario, las premisas liberales de la jurisprudencia
vigente mantenía que todos los ciudadanos eran iguales ante la ley, y que el castigo
debía ser decidido por la sociedad, de acuerdo con el daño causado por
transgresiones individuales al bien público, y a una mediación de las penas en
términos de tiempo de trabajo.14
En la realidad michoacana la prensa local de fin de siglo, indica la existencia
de una profunda clasificación y separación de los grupos sociales; en sus notas
informativas sobre los avances científicos en el extranjero rara vez se manifiesta a
favor de estas teorías y/o novedades científicas. Por otro lado, el lenguaje oficial de
las autoridades y la codificación de lo único que hablan es de cómo controlar el
“alarmante” crecimiento de delitos y el relajamiento de la moral y las buenas
costumbres, e incluso, se valen de la estadística para afirmar los avances o retrocesos
(casi nunca según ellos) sobre la aplicación de la justicia.
12
Piccato, Pablo, “La construcción de una perspectiva científica: miradas porfirianas a la
criminalidad” en Historia Mexicana, Vol. XLVII, número 1 (185), julio-septiembre, 1997; City of
suspects.Crime in México City, 1900-1931, Duke University Press, 2001; Beatriz Urías Horcasitas,
Indígena y criminal. Interpretaciones del derecho y la antropología en México, 1871-1921, México,
Universidad Iberoamericana, 2000; “Eugenesia e ideas sobre las razas en México, 1930-1950”,
Historia y grafía, Universidad Iberoamericana, número 17, 2001, pp. 171-205. Otro estudio,
igualmente interesante es: Robert M. Buffington, Criminales y ciudadanos en el México moderno,
México, Siglo XXI editores, 2001.
13
Piccato, Pablo, “La construcción de una perspectiva…”, p. 134.
14
Ibid., p. 137; Michel Foucault, op. cit., pp. 238-241, 243-247.
110
CAPÍTULO III LA CIUDAD, SUS HABITANTES Y ALGUNOS CAMINOS HACIA EL CONTROL
SOCIAL
Sería erróneo suponer que desde los inicios del porfiriato, las ideas de la
moderna criminología europea circulaban y se debatían entre los científicos
positivistas mexicanos de la capital, como tampoco es acertado creer que lo hacían
en Michoacán. Seguramente porque, como lo asienta Piccato, “la adopción de la
criminología en México tuvo lugar a través de múltiples canales, careciendo de
estructuras académicas o autoridades personales como las que sancionaron la
introducción del positivismo comtiano y porque el optimismo de los ‘científicos’,
por otra parte, no le otorgó al tratamiento de las patologías sociales un lugar central
entre sus discusiones iniciales sobre la sociedad mexicana y las vías para el
progreso”.15 Las explicaciones biológicas se empezarían a dar tímidamente hasta el
nuevo siglo, en 1929, a través del Código Penal para el Distrito y Territorio
Federales que implanta las ideas penológicas derivadas de la criminología
positivista.16
En Morelia hay una ausencia de datos en la prensa regional que indiquen
discusiones similares a las referidas por Piccato por la aplicación de los estudios y
paradigmas de europeos como Lombroso, Ferri y Garofalo; ello no implica que se
desconocieran sus contribuciones a la ciencia y la criminología moderna, por el
contrario, éstas con frecuencia eran editadas en las secciones científicas de los
periódicos morelianos. En comparación, a gran prensa nacional se ocupa de ello
porque
Los observadores sociales, un poco flàneurs y un poco antropólogos, trataron
de establecer una mirada científica de la sociedad, que combinara la importación de
teorías europeas con la observación directa de la realidad de la vida cotidiana
de las ‘clases peligrosas’. La perspectiva que los observadores sociales
construyeron con esas bases buscaba distinguirse por su carácter científico aunque
adoleciera de tradicionales prejuicios sobre la naturaleza y el lugar en la
sociedad de las clases bajas urbanas.17
15
Ibid, p.155.
16
Ibid, p.156. Este nuevo código generó diferentes reacciones a todos los niveles. Véase: las citadas
obras de Buffington, de Beatriz Urías Horcasitas, Indígena y criminal…, p. 174; de la misma autora,
Historias secretas del racismo en México (1920-1950), México, Tusquets editores, 2007.
17
Piccato, Pablo, “La construcción de una perspectiva…”, pp. 173-174.
111
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
18
Ibid.
19
Ortiz Elizondo, Héctor “Impartición de justicia, ciencia y diferencia cultural: instantáneas de un
viajero perdido” en Dimensión antropológica, revista en línea del INAH, volumen Núm. 15, 1999, p.
112
CAPÍTULO III LA CIUDAD, SUS HABITANTES Y ALGUNOS CAMINOS HACIA EL CONTROL
SOCIAL
113
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
XIV. Castigar con multas hasta de cien pesos o con arresto hasta por un mes las
infracciones a los bandos de observancia general que dictan en circunstancias
extraordinarias y urgentes, para conservar la tranquilidad pública o evitar escándalo
en los lugares de reunión más o menos numerosa.
XVI. Ejercer inmediata vigilancia sobre todos los funcionarios, autoridades y
empleados del Distrito, ya sean del ramo político o judicial, ya del rentístico o
municipal o ya de cualquier otro servicio administrativo; dando cuenta al Gobierno
de la conducta pública que aquellos observen y de los abusos o faltas que cometan.
XX. Intervenir en las licencias para diversiones públicas en las Cabeceras de
Distrito, de acuerdo con el Presidente municipal, por razón de la vigilancia que en
ellas deben ejercer.
Las prefecturas cuidarán de dar a los Ayuntamientos instrucciones generales para la
concesión de licencias de diversiones públicas que hayan de verificarse por la noche.
XXIV. Presidir las sesiones de los Ayuntamientos del Distrito cuando fuere
necesario, para el ejercicio de alguna de sus atribuciones o cuando lo creyeren
conveniente al servicio público.
XXV. Excitar a los Ayuntamientos o a los Prefectos de estos, a los Jefes de tenencia
y Encargados del orden según los casos, a que cumplan sus respectivos deberes
cuidando a la vez de que los desempeñen legal y eficazmente y de que no se excedan
en el ejercicio de sus atribuciones. Cuando se trata de hacer ineficaces las órdenes
del Ejecutivo, los Prefectos deberán evitarlo, pudiendo en este sólo caso suspender
cualquier acto que tienda a aquel fin, entretanto se participa al Gobierno y se obtiene
la resolución de éste.
XXVI. Conocer de las faltas que cometan los Presidentes municipales o los Jefes de
tenencia y Encargados del orden, en el ejercicio de las funciones que les conciernen
en su carácter de agentes de la autoridad política y reprimir tales faltas con arreglo a
sus facultades.
XLI. Cumplir las atribuciones que en materia de policía judiciales confieren en el
Código penal y el de Procedimientos del ramo, y cuidar de que las demás
autoridades y empleados desempeñen eficazmente sus deberes a este respecto.
XLII. Nombrar y remover con aprobación del Gobierno a los alcaldes y rectores de
las cárceles de Cabecera de Distrito, y a propuesta de los Presidentes de
Ayuntamiento, los de cabecera de municipalidad.
XLIII. Hacer personalmente en las Cabeceras de Distrito la calificación y
consignación de todos los reos de faltas o delitos que sean diariamente
aprehendidos; castigando a los que estuviere en sus facultades hacerlo, si a ello
hubiere lugar, y poniendo a las demás a disposición de los Jueces, Presidente
municipal o Autoridad federal, según los casos, para los efectos correspondientes.
Sólo cuando el Prefecto esté impedido para asistir al despacho o tuviere que salir de
la Cabecera del Distrito, el Presidente municipal ejercerá las funciones de que habla
este inciso.
Artículo 9º. No pudiendo los Prefectos ejercer acto alguno de jurisdicción voluntaria
o contenciosa civil o penal, cuando por cuestiones civiles entre particulares se tema
algún desorden o la comisión de un delito, amonestarán a las partes para que se
abstengan de toda clase de vías de hecho, pero sí sus amonestaciones no bastasen o
se hubiere causado ya alarma o escándalo, procederán contra los culpables con
arreglo a las facultades gubernativas que la ley concede a las Prefecturas o los
pondrán a disposición de la autoridad judicial, según el caso.
114
CAPÍTULO III LA CIUDAD, SUS HABITANTES Y ALGUNOS CAMINOS HACIA EL CONTROL
SOCIAL
Las numerosas facultades hasta aquí enlistadas no son las únicas, las
resaltamos porque en la cotidianidad sirvieron de excusa legal para que la figura del
prefecto se invistiera de un poder y control desmedido,24 de forma que podía
intervenir en todos los asuntos de su jurisdicción y bajo su libre albedrío interpretar
lo que la Ley Orgánica le confería e incluso inmiscuirse en la vida privada de las
personas.25 En lo que se refiere a la consignación y castigo de los reos ejercía más
autoridad de la que teóricamente podía, ¿bajo que parámetros canalizaba los casos a
los jueces o autoridades competentes en materia de justicia?
Con base en los expedientes que revisamos,26 hemos constatado que esos
criterios algunas veces eran demasiado laxos y entrometidos, aunque no fue la
generalidad en todos los prefectos que ocuparon el cargo en la cabecera distrital que
fue Morelia, existen casos como el de Maximiano Rocha, Lauro Guzmán en Morelia,
Luis Villaseñor en Coalcomán y Carlos Allen en Zitácuaro, conocidos por sus actos
de impunidad.27
La intromisión del prefecto en cuestiones de jurisdicción, justicia y vida
privada, generó un laberinto documental en donde varios asuntos de competencia
exclusiva de los tribunales o el ministerio público, se ventilaban en la prefectura
porque eran delitos cometidos en el distrito;28 esa hipotética idea justifica el por qué
23
Recopilación de leyes, 1887, Tomo XIX, pp. 66-68. El presente enlistado se basa en la última ley
orgánica que rigió en el estado, publicada en 1901. Las cursivas son nuestras.
24
Mijangos Díaz, Eduardo Nomelí, La dictadura enana. Las prefecturas del porfiriato en
Michoacán, Morelia, Universidad Michoacana/Instituto Panamericano de Geografía e Historia, 2008.
25
En la documentación revisada, no son escasos los ejemplos en que interviene el Prefecto para
dirimir pleitos familiares o líos conyugales.
26
Son expedientes sueltos de todo tipo: civil, penal, administrativo, familiar, etc., además de varios
libros de registros que pertenecieron al archivo de la prefectura; en la actualidad forman parte del
acervo que resguarda el Archivo Municipal. Dicha documentación no está clasificada, la mayor parte
se encuentra almacenada en cajas numeradas, aún sin catalogar, en donde hay papeles revueltos tanto
del Ayuntamiento como de la Prefectura de la más disímbola temática.
27
Mijangos Díaz, Eduardo Nomelí, op. cit. pp. 193-205.
28
Código de procedimientos en materia criminal del estado de Michoacán, Morelia, Talleres de la
Escuela Industrial Militar “Porfirio Díaz”, 1908, p. 10, artículos 22 y 25; Directorio de Michoacán,
115
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
muchos de los procesados por la prefectura no eran tratados en las salas del tribunal
y por lo tanto, no tienen expediente en el Archivo del Poder Judicial,29 aunque
existen excepciones éstas son minoría. A esas confusiones administrativas se suma
una idea ambigua sobre qué era el distrito y dónde empezaba la ciudad y por tanto la
jurisdicción del Ayuntamiento.
Para tratar de clarificar esa confusión, al menos geográficamente, debemos
observar en su conjunto los distritos que integraban el territorio michoacano y anotar
que al distrito con cabecera en la capital del estado lo integraban –como se aprecia en
el mapa- las villas de Acuitzio, Quiroga, Cuitzeo y los pueblos de Santa Ana Maya y
Chucándiro, regiones con población mayoritariamente indígena dedicada a las
labores agrícolas.
pp. 7, 10 y 11. Oficialmente, desde los años ochenta en el organigrama del gobierno existían la
procuraduría de justicia y el ministerio público pero, mientras no se intensificó la práctica cotidiana
del uso y aplicación de los códigos, no sólo la interpretación libre y personal de ellos, el arbitrio del
prefecto pervivió en muchos asuntos judiciales por eso es invisible la acción del ministerio público
aún después de la revolución de 1910.
29
Desde 1825, con la creación del Supremo Tribunal de Justicia, éste resolvía a través de sus
juzgados municipales y de partido los negocios comunes, civiles y criminales. La nueva Constitución
de 1858 estableció que la administración de justicia en primera instancia estaría a cargo de los jueces
letrados, ellos tratarían todos los negocios civiles y criminales; más tarde, se fusionaron al Supremo
Tribunal. A partir de entonces, este órgano judicial tuvo por responsabilidad atender y resolver las
causas que le presentaran los tenientes, alcaldes, jueces de primera instancia, prefectos y
subprefectos. Véase: Sergio García Ávila, Historia del Supremo Tribunal de Justicia, Morelia,
Supremo Tribunal de Justicia, 1992; del mismo autor, La administración de justicia en Michoacán
durante el siglo XIX, Morelia, Supremo Tribunal de Justicia, 1993; Michoacán y sus constituciones,
Morelia, 1968, pp. 100-104; Recopilación de leyes, decretos, reglamentos…, Tomo IV, p. 87, Tomo
VII, p. 13.
116
CAPÍTULO III LA CIUDAD, SUS HABITANTES Y ALGUNOS CAMINOS HACIA EL CONTROL
SOCIAL
Mapa 1. Distritos de Michoacán durante el porfiriato. Mapa elaborado por Guillermo Vargas Uribe,
publicado en la obra: Alfonso Luis Velasco, Geografía y estadística del estado de Michoacán
(edición facsimilar de 1895), Morelia, Universidad Michoacana-CIDEM, 2006.
117
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
Morelia, además de ser capital del estado y cabecera distrital, como municipio
estaba conformado por: la villa de Charo, los pueblos de Jesús del Monte, San
Miguel del Monte, Santa María de los Altos, Atécuaro, Undameo, San Nicolás,
Tacícuaro, Capula, Cuto de la Esperanza, Teremendo, Chiquimitio y Tarímbaro. El
distrito y la capital con su jurisdicción son áreas extensas, pareciera que en la vida
diaria los habitantes y autoridades no tenían una definición precisa de la ciudad y su
jurisdicción, de lo urbano y lo rural porque como se observa en el mapa 2 el tejido
urbano es relativamente pequeño: cuatro cuarteles y dos barrios, aunque durante la
primer década del siglo XX hubo un crecimiento éste fue muy leve en la mancha
urbana.
Esta imprecisa concepción del espacio territorial se sigue reproduciendo en el
presente, así se observa en varias investigaciones actuales sobre la administración de
justicia y la historia de Morelia que usan indiscriminadamente la documentación
generada por el Tribunal de Justicia como prueba única y elemento insuperable para
ejemplificar los índices de criminalidad en la ciudad, bajo la excusa de que formaba
parte del distrito; la mayoría no indaga, ni reflexiona en lo que registraba el
ayuntamiento, lo que acontecía día a día en las calles, cuarteles, barrios, villas y
tenencias de su adscripción.30
A lo anterior, como veníamos diciendo, habrá que agregar la intervención del
Jefe Político, en bastantes ocasiones él excedía sus funciones en lo que le indicaban
los puntos VII y IX, de la Ley Orgánica, referentes a la conservación de la
tranquilidad y el orden público, las faltas a la moral y a las buenas costumbres,
porque al menos hasta 1891 registró en sus libros la mayoría de estas transgresiones;
contradiciendo así lo establecido por los códigos penales de 1881 y 1896. Para
esclarecer los lineamientos de las diferentes estancias de justicia y precisar el castigo,
las formas de la acción judicial codificada fueron respaldadas con la publicación del
Código de procedimientos en materia criminal, pero dada la fecha de su aparición
30
Véanse, por ejemplo, los estudios de Sergio García Ávila, Eduardo Miranda, Ivonne Pineda,
Berenice Guevara y Lourdes Salgado, por citar sólo algunos.
118
CAPÍTULO III LA CIUDAD, SUS HABITANTES Y ALGUNOS CAMINOS HACIA EL CONTROL
SOCIAL
poco pudo hacer para que todos los involucrados en la, ahora denominada, “Policía
Judicial” se limitaran a las funciones que la ley les ordenaba.
La Policía Judicial no necesariamente era un cuerpo de gobierno, sino una
acción que ejercían varios organismos del Estado: los jefes y oficiales de policía, los
de seguridad pública, los encargados del orden, los jefes de acordada y sus soldados,
los alcaldes de las cárceles, el director de la Escuela Industrial Militar, los jefes de
tenencia, los presidentes municipales, los prefectos y subprefectos, los alcaldes de
tenencia y municipales con jurisdicción mixta, los jueces de letras del ramo penal y
de jurisdicción mixta y los comisarios de policía.31
De acuerdo con lo que indicaba la Ley Orgánica, la mayoría de estos
funcionarios debía rendir cuentas ante el prefecto lo que deriva en una especie de
círculo vicioso, pues eso no modificó ni restringió las capacidades del prefecto, al
contrario, lo reafirma como el brazo ejecutor de las políticas del Gobierno;
estrategias que en el aspecto social eran desiguales y difíciles de controlar como lo
indica el crecimiento constante de delitos de toda índole.
Para ejemplificar este aspecto tomamos una muestra de 2,850 criminales,
hombres y mujeres (en un escaso 10 por ciento) analfabetas, desplazados del campo
a la ciudad; cuyo pasado campesino si bien no queda del todo claro en los
expedientes respectivos, se infiere por su lugar de origen, filiación, antecedentes de
vida (en raras ocasiones se anexan datos al respecto) y fotografía. Todos ellos,
sujetos sociales tratados por un sistema de códigos que no lograba detener el
crecimiento de la criminalidad cuyo origen era -a decir de las autoridades, la iglesia,
la prensa y los empresarios- la ociosidad en que vivía buena parte de la población en
edad productiva.
Los criminales retratados eran en realidad el reflejo del descontento, evidente
en la vida diaria pero invisible en las estadísticas del gobierno y difícil de ocultar, por
31
Código de procedimientos en materia criminal…, artículo 77, p. 21. En el caso de la Escuela
Industrial, se incluía a su director porque él debía dar cuenta de los delitos que se cometieran en esa
institución, no debemos olvidar que además de tener un carácter educativo desde su fundación ejercía
la de tipo correccional.
119
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
más que los discursos oficiales y la prensa servicial lo intentaran, bajo la idea de que
la paz se había alcanzado cumpliendo correctamente con la aplicación de las leyes y
la justicia.
Otros órganos informativos no estaban de acuerdo e intentaron manifestarlo
pero eran acallados con la cárcel y represión para sus redactores;32 conocido aunque
poco estudiado, es el caso del periodista Luis González que enfrentó y pagó con la
vida su osadía frente al poder que representaba el prefecto Maximiano Rocha.33 La
prensa disidente es clara al condenar la corrupción de Rocha, el ejército y la policía;
responsabiliza al primero de la descomposición de la fuerza pública, de fomentar y
tolerar el atraco, la ley fuga y la violencia en quienes eran los encargados de
salvaguardar el orden, la paz y la tranquilidad de la ciudad.34 Así como en denunciar
la dolosa intervención de este funcionario, en asuntos de justicia que no eran de su
injerencia al ordenar que
[…] a determinadas personas no se administrara la justicia de los tribunales. Al
contrario a todos aquellos abogados que pretendían hacer efectiva una alta y
manifiesta responsabilidad, no sólo se les burló sino se les levantó un delito y se les
hundió en la cárcel, procurando humillarlos, confundiéndolos con los más
repugnantes criminales y se les vejó privándolos de toda comunicación y
nulificando para ellos los recursos de defensa.35
32
Así lo indican los escasos periódicos disidentes como: El explorador, El grano de arena y La
justicia, a pesar de su corta vida y los pocos números que sobrevivieron.
33
Archivo Histórico del Poder Judicial del Estado de Michoacán (AHPJEM), Juzgado 1º de Morelia,
Caja 5, 1/1, Exp. s/n. 6, fs. 756, 21 de febrero de 1885. En el apéndice fotográfico (pp. 186 y 195) se
pueden ver los retratos de los supuestos homicidas del periodista, entre ellos el de Refugio Tafolla
agente de la prefectura de Morelia y el de Cirilo Magaña, también empleado de la prefectura.
34
A manera de ejemplo pueden revisarse algunas notas publicadas en: El gato, Tomo I, Número 8,
1879; El duende, primera época, Número 5, 1881; El explorador, Año I, Número 1, 1884, Números
26 y 27, 1885; La sombra de Hidalgo, Año I, Número 22, 1885.
35
El grano de arena, Segunda época, Número 12, 25 de abril de 1886, Morelia, p. 1. Sobre los
abusos de los policías durante la administración del prefecto Rocha, véase también: La idea, Tomo I,
Número 33, 1884. (Las cursivas son nuestras).
120
CAPÍTULO III LA CIUDAD, SUS HABITANTES Y ALGUNOS CAMINOS HACIA EL CONTROL
SOCIAL
36
El grano de arena, Segunda época, Número 17, Morelia, 30 de mayo, 1886, p. 2.
121
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
es cierto que esa galería aumentó a lo largo de la década de los ochenta, con la
existencia de varias gavillas que azotaban un amplio territorio en Michoacán y que
en buena medida eran el resultado de la desaparición de la propiedad comunal y
secuelas de los intermitentes movimientos armados.37
Los índices de criminalidad aumentaron no sólo en el distrito y ciudad que
nos ocupa, basta con revisar la correspondiente Memoria de gobierno y la prensa
para darnos cuenta que seguían muy activas varias gavillas por todo el estado, sin
omitir la capital. Aunque, al menos para los años ochenta, el gobierno y la prensa
aliada, hablaban e intentaba mostrar a una sociedad religiosa y con un alto sentido de
la moral, no pudieron evitar el aumento de la violencia y los delitos sexuales, éstos
últimos se habían multiplicado vertiginosamente, sobre todo en los distritos de
Morelia, Zamora, Apatzingán, Uruapan y la Villa de Huetamo.38
Dicho fenómeno se reafirma en la muestra que se levantó (de 1870 a 1908),
sólo se presentan los casos registrados por la Prefectura y los dictaminados por los
juzgados; no quiere decir que fueran los únicos, hubo otros que no recibieron
sentencia porque se consideraron delitos menores y eran resueltos con el pago de una
fianza proporcional a la falta. Los resultados obtenidos son cifras representativas de
un universo más amplio, los delitos de mayor incidencia distaban de los discursos de
paz y tranquilidad arrojando una gráfica de criminalidad que tiene su cúspide en los
años ochenta.
37
Véase la nota 6 del presente capítulo
38
Memoria sobre la administración pública leída ante el Congreso del Estado de Michoacán de
Ocampo por el secretario de despacho Francisco Pérez Gil, Morelia, Imprenta del Gobierno 1887,
anexo número 5; Pueblos, villas y ciudades de Michoacán en el Porfiriato, Morelia, Universidad
Michoacana, 1991, p. XVII.
122
CAPÍTULO III LA CIUDAD, SUS HABITANTES Y ALGUNOS CAMINOS HACIA EL CONTROL
SOCIAL
Gráfica 2
Variables de la criminalidad en el Distrito de Morelia, 1870-1908
Cuadro 3
Porcentajes de criminalidad, por delito, en el Distrito de Morelia, 1870-1908
Fuentes: AHPJEM, Juzgados de Primera y Segunda instancia en materia penal, varias cajas, 1870-
1908; Archivo Histórico Municipal de Morelia, Caja 124, varios expedientes, 1872; Fotografía de la
Prefectura de Morelia, 1873, Libro 424; Junta de Vigilancia de cárceles de Morelia, álbum de retratos
de presos rematados, 1886, Libro 423; Prefectura de Morelia, fotografías de criminales, 1873-1891,
Libro 231.
123
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
39
El acervo resguarda las demandas de los 23 Distritos Judiciales que integraron el Distrito de
Morelia, son 1,800 metros lineales de documentos. La capital del estado, cuenta con: los tres
juzgados de Primera Instancia de los ramos civil y criminal, el Primero y Segundo con información a
partir de 1823 a 1959 y el tercero de 1836 a 1959. Los de Segunda Instancia, la integran las cinco
Salas de los ramos civil y penal y por último los seis Juzgados menores municipales de los ramos
penal y civil a partir de 1818 a 1959.
40
AHMM, Caja 124, 1872 (expedientes sueltos); “Fotografía de la Prefectura de Morelia”, 1873,
Libro 424; “Prefectura de Morelia. Fotografías de criminales. 1873-1891”, Libro 231; “Junta de
Vigilancia de Cárceles. Morelia, álbum de retratos de presos rematados”, 1886, Libro 423;
“Prontuario de la fotografía de los criminales que existe en la prefectura del distrito”, Caja 124, Exp.
24 (cuadernillo de 28 fojas, complementario del Libro 423 e incompleto porque sólo enlista a 380 de
los 873 individuos que debe incluir).
41
Los registros municipales se llevaban en cuadernillos u hojas sueltas, están almacenados de forma
dispersa en docenas de cajas.
124
CAPÍTULO III LA CIUDAD, SUS HABITANTES Y ALGUNOS CAMINOS HACIA EL CONTROL
SOCIAL
42
AHMM, Secretaría del Ayuntamiento. Registro de sirvientes (índice) número 1. Libro 581;
Lourdes Salgado, La mujer y el crimen en una ciudad provinciana. Morelia 1877-1910, Tesis de
licenciatura en historia, Universidad Michoacana, Morelia, 2004; Lisette Rivera Reynaldos, Mujeres
marginales, prostitución y criminalidad en el México urbano del porfiriato, Tesis de doctorado,
Castellón de la Plana, Facultad de Ciencias Humanas y Sociales, Departamento de Historia,
Geografía y Arte, 2003.
43
Zavala García, Magali, Embriaguez y sociedad en Morelia, 1880-1910, Tesis de maestría en
historia, Universidad Michoacana, 2008.
125
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
determinar pero a través del retrato se observa que son adultos que contrastan con
jóvenes, casi niños.44
En general las mujeres sólo ocupan el 10 por ciento en el sondeo que aquí se
muestra, esta reducida proporción se refleja en el número de fotografías de mujeres
criminales que suman trece, desde luego no representan el porcentaje que se
menciona líneas arriba. ¿Por qué una minoría de mujeres era criminal? Esta situación
la avala la prensa y aunque sí se ocupa de algunos casos, sólo toca los asuntos más
sensacionalistas, cubriendo al resto con un discurso moralista.
Mientras se supiera poco de mujeres criminales o prostitutas, menos cundía el
mal ejemplo entre la población femenina. Lo mismo sucede con la educación, a pesar
de que existían varias “profesionistas” no circulaban demasiadas noticias al respecto
y sí lo había era más en función del bien que hacían las mujeres “preparadas e
instruidas” para el servicio del hogar, la familia, la sociedad, etc.45
En Morelia, Michoacán, las mujeres transgresoras eran muchas, pero pocas
las consignadas a los juzgados y un número menor las sentenciadas, dicho de otra
manera, los registros municipales46 (inéditos aún porque nadie los ha analizado) dan
cuenta de numerosas mujeres conducidas a la cárcel por alterar el orden público por
ebriedad, riñas, actos indecentes y otras infracciones. Son faltas al bando de policía
por las cuales recibían amonestaciones proporcionales o a lo mucho una detención
temporal.
Desconocemos estudios específicos que hablen sobre la criminalidad
femenina en las diferentes regiones que integran la República Mexicana; los
ofrecidos por investigaciones generales sobre delitos y castigos no han logrado emitir
44
Ver apéndice fotográfico, pp. 41 (foto 128) , 44 (fotos 141-142), 51 (foto 168), 57 (foto 192), 93
(foto 408), 104 (foto 450), 110 (foto 473), 128 (fotos 545-548), 131-132 (fotos 559-560, 563-564),
139 (589-592), 145 (foto 616), 149 (fotos 631-632), 154 (foto 655), 158 (foto 700 y 702), 167-168
(fotos 740 y 744), 173-174 (fotos 766, 769 y 770) 193-194 (fotos 847 y 853), 195 (foto 856) y 198-
199 (fotos 867 y 873).
45
Speckman Guerra, Elisa, “Las flores del mal. Mujeres criminales en el porfiriato” en Historia
Mexicana, Vol. XLVII, número 1 (185), julio-septiembre, 1997. Los locos o dementes también son
invisibles para la prensa y la galería de criminales, ellos pertenecen a otros espacios discursivos y
“legales” controlados por el jefe político.
46
AHMM, Caja 307, “Informes diarios de la gendarmería de Morelia”, 1899.
126
CAPÍTULO III LA CIUDAD, SUS HABITANTES Y ALGUNOS CAMINOS HACIA EL CONTROL
SOCIAL
datos que sirvan para comparar con otros estados. Para el caso de Michoacán y su
capital, la situación es peor a pesar de algunos adelantos,47 aún queda mucho por
recorrer pues tan sólo se habla de las cifras que ofrecen los casos de mujeres
consignadas y sentenciadas; no se menciona al sector mayoritario de las pequeñas
pero constantes infractoras del bando de policía, cuyos datos resguardan los reportes
diarios de la gendarmería municipal.
47
Rivera Reynaldos Lisette, op. cit.; Lourdes Salgado Ramírez, op. cit.
48
El aumento de bienes raíces convirtió a la capital del estado en la poseedora del 40 por ciento del
valor fiscal de la propiedad urbana, mayor a la sumatoria de las 14 ciudades cabeceras de distrito.
Memoria sobre los diversos ramos de la Administración Pública leída ante el Congreso del Estado
de Michoacán de Ocampo, Morelia, Escuela de Artes y Oficios, 1889, anexo 5; José Alfredo Uribe
127
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
Salas, Morelia, los pasos a la modernidad, Morelia, Universidad Michoacana, 1993, p. 8; Censo
general de la República Mexicana, Estado de Michoacán, 1900, México, Imprenta y Fototipia de la
Secretaría de Fomento, 1905.
128
CAPÍTULO III LA CIUDAD, SUS HABITANTES Y ALGUNOS CAMINOS HACIA EL CONTROL
SOCIAL
129
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
49
Para conocer a detalle estos pormenores de la historia de Morelia, consúltese: Raúl Arreola Cortés,
Morelia, (colección Monografías municipales del estado de Michoacán) México, Imprenta Madero,
1978; José Alfredo Uribe Salas, op. cit.; Xavier Tavera Alfaro, Morelia, la vida cotidiana durante el
porfiriato. Alegrías y sin sabores, Morelia, Morevallado editores/INAH Centro Regional de
Michoacán, 2002, de este mismo autor: Morelia en la República Restaurada (1867-1876), Morelia,
Instituto Michoacano de Cultura/El Colegio de Michoacán, 1988, dos volúmenes; y La educación
durante el porfiriato; Juana Martínez Villa, Fiestas cívicas y diversiones públicas en Morelia, 1891-
1910, Morelia, Tesis de Licenciatura en historia, Universidad Michoacana de San Nicolás de
Hidalgo, 2002; Esperanza Ramírez Romero, Catálogo de construcciones artísticas, civiles y
religiosas de Morelia, Morelia, Universidad Michoacana/FONAPAR, 1981; Desarrollo urbano de
Valladolid-Morelia, 1541-2001, Carmen Alicia Dávila Munguía y Enrique Cervantes Sánchez
(coordinadores), Morelia, Universidad Michoacana, 2001; Morelia y su historia. Primer foro sobre
el centro histórico de Morelia, Carlos Paredes Martínez (coordinador), Morelia, Universidad
Michoacana/Morevallado editores, 2001; Jaime Alberto Vargas Chávez, La transformación urbana
de Morelia en la segunda mitad del siglo XIX. Guillermo Wodon de Sorinne y el Paseo de San Pedro,
Morelia, Gobierno del Estado de Michoacán, 2002.
50
Directorio de Michoacán, formado con datos oficiales por acuerdo del Gobierno del Estado,
Morelia, Tipografía y fotograbado de la Escuela Industrial Militar “Porfirio Díaz”2, 1902, p. 3. El
directorio se elaboró con la finalidad de responder a las crecientes relaciones económicas del estado
con entidades y/o posibles inversionistas de México y el extranjero, que constantemente solicitaban
información de sus comerciantes, agricultores, industriales, profesionales, etc.; fue un ensayo que se
130
CAPÍTULO III LA CIUDAD, SUS HABITANTES Y ALGUNOS CAMINOS HACIA EL CONTROL
SOCIAL
desarrollo” lo reflejaba, hacia 1902, con una estructura laboral integrada por los
siguientes aspectos:
Cuadro 4
Profesiones, oficios y actividades agrocomerciales en Morelia. 1902
Abogados 57 Ingenieros 4
Médicos alópatas 32 Médicos homeópatas 3
Notarios 6 Parteras 9
Veterinarios 3 Agricultores 68
Comerciantes 7 Dulcerías 2
Librerías 3 Mercerías 11
Mueblerías 4 Panaderías 14
Papelerías 4 Recocerías 2
Tabaquerías 6 Tiendas de abarrotes 50
Carpinterías 8 Carrocerías 7
Cererías 3 Cervecerías 3
Corambrerías 9 Ebanistería y tapicerías 2
Encuadernaciones 5 Fábricas 19
Taller de fundición de hierro 1 Herrerías 9
Imprentas 9 Litografía 1
Modistas 12 Peluquerías 8
Platerías 5 Mineros 8
Relojerías 4 Sastrerías 9
Sombrererías 2 Talabarterías 3
Zapaterías 8 Dibujo y pintura 9
Escultura 2 Fotografía 5
Fotograbado 1 Música 5
Profesores de música 27 Agencias y comisiones 13
Bancos 4 Baños públicos 8
Bazares 3 Boliches 3
Cantinas y billares 3 Casas de empeño 2
Instalaciones eléctricas 5 Hoteles 5
Mesones 6 Molinos 5
dio “a la luz pública con la esperanza de que preste la utilidad que reclaman las necesidades del
momento, y a reserva de mejorarlo en ediciones posteriores”. Sin embargo no hubo otra oportunidad
de reeditarlo con la nueva información que se generaba porque muchos de estos datos se encontraban
“dispersos en los archivos del Gobierno o en diversas obras que no siempre se tienen a la mano”.
Ibid, p. 4.
131
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
51
AHMM, Libro 319, tomo 2, Exp. 67, “Noticia relativa a la que se remite al gobierno sobre
industrias, artes, oficios, jornaleros, agricultura, minería y número de habitantes que tiene esta
municipalidad”, 16 de octubre de 1893.
52
Uribe Salas, José Alfredo, op. cit., p. 12, citando a: Viviane Brachet, La población de los estados
mexicanos, 1824-1895, México, INAH, 1976, p. 70; Fernando Rosenzweig, “El desarrollo
económico de México de 1877 a 1911” en: El trimestre económico, Volumen XXXII, Núm. 3, julio-
septiembre, 1965, pp. 418-421.
132
CAPÍTULO III LA CIUDAD, SUS HABITANTES Y ALGUNOS CAMINOS HACIA EL CONTROL
SOCIAL
133
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
chico, como La Bohemia y Carmen” donde sólo podían aprender sobre infidelidades
conyugales, la indiferencia y desprecio al matrimonio, líos amorosos con su
“siniestro cortejo de duelos y pendencias”.56
En contraparte a semejante postura, El Corsario, periódico semanal de
carácter liberal e independiente consideraba, y así lo publicó, que si había un lugar
obsceno y antro de prostitución ese lo era el confesionario porque en él se pensaba lo
más pecaminoso y el sacerdote hacía preguntas impuras y sostenía conversaciones
inmorales; remataba diciendo que “cuando por el confesionario se gobiernan las
familias, se prostituyen los hogares [y] se conduce a la juventud para que ingrese a
los conventos”. Para reforzar su opinión recordó a las concubinas pontificias.57
La polémica si bien concluyó, resurgía cuando las exhibiciones de teatro y
zarzuela lo ameritaban no sólo en la ciudad de Morelia, sino en otros lugares.58 Un
caso de los más publicitados en la prensa moreliana lo fue la tenaz discusión entre El
Pueblo, en defensa de la empresa de los hermanos Alva, El Progreso Cristiano,
periódicos locales, y El País, editado en la ciudad de México y al igual que este
último de carácter católico. La crítica en cuestión partió por unas zarzuelas
“inmorales” dadas en el “Salón Morelos” de la empresa Alva y Cía., esta vez un
moreliano anónimo manifestó su desacuerdo ante lo que consideraba ofensivo a la
moral, primero lo hizo en el citado periódico católico y después, ante las envestidas
de El Pueblo y la indiferencia de El Centinela y El Comercio de Morelia.
El inconforme desconocido tomó de trinchera al diario capitalino para atacar
furibundamente, a lo largo de más de medio año, al “Salón Morelos” por exhibir
“zarzuelitas”, en la tercera y última tanda (horario considerado sólo para hombres)
como “La gatita blanca”, interpretada por la “descocada” tiple Emilia Plaza, con
coplas que “harían ruborizar a un mono, coplas que los viejos verdes y jóvenes
56
Idem.
57
El Corsario, Tomo I, Núm. 12, Morelia, 13 de octubre, 1901, p. 2; Núm. 19, p. 3.
58
Este fue el caso de una nota donde felicitaban al Ayuntamiento de México por multar a una tiple, a
la cual ya se le había amonestado por cantar unas coplas indecentes. La Actualidad, Año II, Núm.
475, 3 de diciembre, 1907, p. 1; Alba Hortensia González Reyes, El cuerpo desnudo femenino:
elaboración de discursos y prácticas expresivas desde la gráfica, ciudad de México, 1897-1927,
Tesis de Doctorado en Historia, Universidad Veracruzana, 2007, pp. 203-211.
134
CAPÍTULO III LA CIUDAD, SUS HABITANTES Y ALGUNOS CAMINOS HACIA EL CONTROL
SOCIAL
(muchos menores de edad) que las escuchan, las hacen repetir hasta diez veces,
yendo en aumento su inmoralidad a medida que más se aplauden”; bajo el mismo
rubro etiquetó “El granito de sal”. Ambas piezas, para disgusto del escandalizado
ciudadano, se presentaron en varias ocasiones de modo que “la sociedad moreliana
está altamente disgustada”, pues no había autoridad que presidiera esas funciones “y
varios padres de familia se desesperan por no poder sacar a sus hijos de la dichosa
tanda”.59
El tono de los sucesivos mensajes no cambió; por el contrario, denunció a
varios profesores de la Academia de Niñas por asistir a tan “denigrante” espectáculo
y a funcionarios que en vez de aplicar el Reglamento de Diversiones Públicas,
aplaudían el maldecido género chico en el “jacalón” Morelos. El improvisado
corresponsal de El País, apelaba a las autoridades para que cumplieran con su trabajo
y aplicaran con toda la fuerza el Código Penal de Michoacán, a los periódicos les
exigía que se sumaran para combatir con energía tales espectáculos por el bien de
una sociedad culta y moralizadora que debía estigmatizar a los responsables, pero su
llamado no obtuvo los resultados anhelados.60
El repudio a lo que se consideraba pornográfico alcanzó a otras
manifestaciones artísticas, no sólo al teatro, también a la pintura, la fotografía y la
literatura por permitir y promover la circulación masiva de pinturas, postales, dibujos
y fotografías de desnudos. Esas imágenes se vendían y circulaban por lo menos
desde el Segundo Imperio, en ese entonces se determinó que además de la pérdida
del material gráfico, se castigaría con la multa de diez a cincuenta pesos, o prisión de
quince días a dos meses, a los comerciantes que vendieran tales objetos; incluyendo a
59
El País, Año XII, Núm. 3264, México, 13 de enero, 1910;
60
El País, Año XII, Núm. 3270, 19 de enero, 1910, p. 4; Núm. 3275, 24 de enero, 1910, p. 1; Núm.
3315, 5 de marzo, 1910, p. 3; El Pueblo, Tomo IV, Núm. 256, 21 de junio, 1909, p. 2; Tomo VII,
Núm. 544, 15 de junio, 1910, p. 1.
135
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
las personas que con dichas imágenes perturbaran la tranquilidad moral de los
habitantes e incitaran a otros a hacer lo mismo.61
Antes de que la fotografía se colocara como el principal medio mecánico de
reproducción de imágenes, la pornografía aprovechó la técnica litográfica para
imponerse en un “raudal de publicaciones obscenas… que de algún tiempo a esta
parte [1880] se encuentran profusamente diseminadas en todas las clases sociales”;
con lo cual Morelia perdía vertiginosamente el espíritu de moralidad y decoro que le
había distinguido –de acuerdo con un testigo de la época- por encima de la mayor
parte de los estados de la República.62
Alarmante o no la visión que la prensa tenía de lo obsceno y pornográfico, era
un termómetro de lo que acontecía entre la población, en ese sentido no son casuales
ni vanas las reiteradas llamadas que hizo el Ayuntamiento para que todos los
habitantes cumplieran el artículo 126 del Bando General de Policía, que básicamente
reproducía lo mismo que la administración imperial había ordenado:
Siendo contrario a la moral que se vendan en el comercio o que se traigan
públicamente y sin recato, fotografías, dibujos, pinturas y otros objetos que
representan u oculten figuras obscenas, se determina que a más de la perdida de ellos
se castigará con multa de diez a cincuenta pesos o la prisión de quince días a dos
meses, a cualquier comerciante en cuya casa se encuentren tales objetos; incurriendo
las personas que los traigan produciendo escándalo, en la de cinco a veinticinco
pesos o prisión de diez días a un mes.63
61
Bando General para el arreglo de la policía en la municipalidad de Morelia..., p. 22; Patricia
Massé Zendejas, Simulacro y elegancia en tarjetas de visita. Fotografías de Cruces y Campa,
México, INAH, 1998, p. 48.
62
El arnero del tío Juan, Segunda época, Núm. 96, Morelia, 13 de mayo, 1880, pp. 3-4.
63
AHMM, Secretaría del Ayuntamiento, Libro 326, Exp. 144, 21 de mayo, 1895; Tomo 5, Exp.
Núm. 144, 1895.
136
CAPÍTULO III LA CIUDAD, SUS HABITANTES Y ALGUNOS CAMINOS HACIA EL CONTROL
SOCIAL
64
El Comercio de Morelia, Segunda época, Tomo VII, Núm. 191, Morelia, 30 de diciembre, 1899,
pp. 1-2.
65
AHMM, Secretaría del Ayuntamiento, Libro 397, Tomo II, Exp. 14, 9 de diciembre, 1899.
66
La Libertad, Año 8, Tomo 8, Núm. 12, 20 de marzo, 1900, p. 1; Núm. 11, 13 de marzo, p. 2;
Periódico Oficial, Tomo VIII, Núm. 19, 8 de marzo, 1900, p. 6.
137
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
Una campaña similar, dirigida por órganos católicos, se desató contra las
novelas de algunos escritores naturalistas extranjeros, en especial del francés Emile
Zola por considerar sus obras indecentes y sin el merecimiento para que se les
tradujera a otros idiomas, el que deseara acercarse a esas novelas debía hacerlo en su
idioma original. Los ataques a este “novelista pornográfico” llegaron al grado de ver
con beneplácito el fallecimiento de Zola a quien en buena medida se le
responsabilizó de “la fiebre estúpida que se ha apoderado del pueblo, por la lectura
de libros inmundos, historias y leyendas de color subido”.
Eran libros que a decir de la prensa se veían en paseos, plazas, trenes,
vapores, aparadores, escaparates y galerías de algunas casas de comercio y que con
“descaro” exhibían en la portada “lujuriosas estampas y grabados inconvenientes…
Cuántos, después de haber leído lujuriosas novelas y contemplado estampas
inmorales, han perdido el tesoro de la inocencia y se han entregado a los pestilentes
brazos de la prostitución. Cuántos, al acabar de leer alguna leyenda romántica e
impía, han atentado contra su propia vida, poniendo en práctica el desenlace de la
obra”.67 La queja iba dirigida también a los periódicos que publicaran caricaturas
indecentes y las tarjetas postales obscenas que algunas casas editoriales editaban en
la ciudad de México.68
Para esos católicos recalcitrantes ésta era una época de relajamiento en la que
se vivía en “una inmensa oleada de fango, prostitución y alcoholismo” que era
imposible negar y que se había desencadenado “con furia desde más de medio siglo
en todos los ámbitos de la patria”.69 El sector más vulnerable de caer en este tétrico
panorama eran los infantes y bajo el enunciado de “instrucción, virtud y afectos” el
67
Gaceta Oficial, Año IV, Núm. 355, 3 de marzo, 1889, p. 3; La Actualidad, Año III, Núm. 575, 7 de
junio, 1908, p. 3; Año I, Núm. 116, 4 de septiembre, 1906, p. 4.
68
González Reyes, Alba Hortensia, El cuerpo desnudo femenino: elaboración de discursos y
prácticas expresivas desde la gráfica, ciudad de México, 1897-1927, Tesis de Doctorado en Historia,
Universidad Veracruzana, 2007, pp., 162-163.
69
La Actualidad, Año II, Núm. 331, 26 de mayo, 1907, pp. 1-2.
138
CAPÍTULO III LA CIUDAD, SUS HABITANTES Y ALGUNOS CAMINOS HACIA EL CONTROL
SOCIAL
70
Martínez Villa, Juana, op. cit.
71
Entre la poca bibliografía que hasta el momento se ha publicado sobre este novedoso tema,
sobresalen: Alberto del Castillo Troncoso, Conceptos, imágenes y representaciones…; Los niños: su
imagen en la historia, María Eugenia Sánchez Calleja y Delia Salazar Anaya (coordinadoras),
México, INAH, 2006.
72
AGHPEM, Secretaría de Gobierno, Instrucción, Academia de Niñas, 1886, Caja 1, Exp. 1, fs. 110-
121; Periódico Oficial del Gobierno del Estado de Michoacán, Tomo VII, Núm. 84, Morelia, 19 de
octubre, 1899, pp. 3-4; Tomo XVII, Núm. 97, 5 de diciembre, 1909, p. 5. Estos propósitos, en parte,
son los mismos que medio siglo atrás también se anhelaban. Véase: Gabinete de lectura. Deber,
necesidad y facilidad de establecerlo en Morelia. Opúsculo escrito y publicado por Juan
Aldaiturreaga, quien lo dedica a los demócratas redactores del “Espíritu Público”, Morelia,
Tipografía de Octaviano Ortiz, 1860.
73
La Libertad, Año 10, Tomo 10, Núm. 6, 7 de febrero, 1902, pp. 1-2.
139
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
Una propuesta más que enriquecería esas ideas fue la Escuela de Artes y
Correccional, que se creó con la intención de ofrecer enseñanza gratuita a todos los
jóvenes que por causas ajenas a su voluntad no se hubieran “consagrado al estudio de
las ciencias”; el carácter correccional de la escuela tenía la finalidad de “regenerar a
los jóvenes vagos y mal entretenidos, tan nocivos a la sociedad”. El aprender un arte
u oficio los convertía en sujetos aptos para reincertarse en el seno familiar y la
sociedad, a través del ejercicio de un trabajo honesto.75
Protegida por la ley, la Escuela inició sus actividades con los talleres de
herrería, carpintería, hojalatería, zapatería, imprenta y fotografía; también se
establecería una clase de dibujo lineal y una escuela de instrucción primaria, para los
alumnos que no tuvieran los conocimientos elementales y los adultos que quisieran
asistir.76 Mientras tanto, el taller de fotografía seguía funcionando en San Nicolás.
74
Periódico Oficial, Tomo XVII, Núm. 97, Morelia, 5 de diciembre, 1909, p. 5: Núm. 98, p. 3.
75
AGHPEM, Secretaría de Gobierno, Instrucción, Escuela de Artes y Oficios, 1872-1885, Caja 8,
Exp. 5, f. 25, 52; Juana Martínez Villa, op. cit.
76
Su personal estaba integrado por el director administrador, un secretario tenedor de libros, un
ayudante alcaide, siete maestros y un portero. Los objetos construidos en cada taller podían venderse
al mejor postor y se realizaban trabajos a particulares y al gobierno del estado; de este modo, por
ejemplo, los talleres de imprenta fueron responsables de editar buena parte de las publicaciones
140
CAPÍTULO III LA CIUDAD, SUS HABITANTES Y ALGUNOS CAMINOS HACIA EL CONTROL
SOCIAL
141
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
142
CAPÍTULO III LA CIUDAD, SUS HABITANTES Y ALGUNOS CAMINOS HACIA EL CONTROL
SOCIAL
81
Sobre este discurso de la época, a manera de ejemplo véase: La Libertad, Año 8, Tomo 8, Núms.
26, 27 y 29.
82
Martínez Villa, Juana, op. cit.
143
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
espectáculo que envolvía a los precoces adolescentes, era por el mal ejemplo de los
padres, por descuido, “por herencia” o falta de educación y como resultado, su
inclinación al juego, la embriaguez, la prostitución y demás vicios, era casi
inevitable.
De ese grupo de niños, remarcaba la Iglesia, salían los rateros, que más tarde
se convertirían en ladrones temibles, asesinos desalmados, vagos, fulleros y
borrachos; sin embargo, “No todos los viciosos salen de ese grupo, ni todos los de
ese grupo son viciosos”; pero, dadas las influencias malsanas a las que
continuamente estaban expuestos ellos “son los naturalmente llamados a engrosar las
filas de la criminalidad, cárceles, penitenciarias, hospitales y manicomios”.
En el mismo tenor, veían la situación como una “catástrofe” que urgía
detener; una exigencia que no podía atrasarse era impedir el acceso de menores a las
cantinas, billares y prostíbulos, exigir su asistencia a las escuelas “aunque ellos se
resistan”. La escuela les daría los rudimentos científicos, las ventajas de la honradez
y los males que originaban los vicios; únicamente de este modo los niños y jóvenes
vivirían sanamente bajo “los principios de moralidad, de orden, de economía y todas
las virtudes privadas y sociales”.83
Otra medida aplicada fue prohibir la participación de los niños en obras de
teatro, este aspecto, en debate desde a finales del siglo XIX,84 cobró singular interés
en la última década del porfiriato cuando enfrentó a la prensa católica y oficial con la
oposicionista y algunos empresarios de espectáculos por permitir el trabajo actoral de
niños en representaciones teatrales “inmorales”.
Esa supuesta relajación, debilitaba los lazos familiares y con ello se destruía
“el nervio vigorizante de la existencia de la sociedad”. Por lo tanto, el teatro debía
servir para combatir la germinación del vicio e inducir la práctica de la virtud y del
bien, eliminando “las escenas bufas, vulgares y repugnantes” que sólo producían
males irreversibles.
83
La Actualidad, Año I, Núm. 110, Morelia, 28 de agosto, 1906, pp. 1-2.
84
El Pensamiento Católico, Tomo III, Núm. 167, Morelia, 13 de noviembre, p. 4.
144
CAPÍTULO III LA CIUDAD, SUS HABITANTES Y ALGUNOS CAMINOS HACIA EL CONTROL
SOCIAL
Además de la salud mental del niño, se abogaba por la física pues la actividad
teatral requería de nutridos esfuerzos y continuas trasnochadas que en poco tiempo
agotaban los tiernos organismos de los menores, convirtiéndolos en presas de la
anemia y la tuberculosis; los sobrevivientes quedaban expuestos a caminar por una
pendiente de peligrosos extravíos en el orden moral, por eso urgía arrancarlos de
“Los dulces acentos de la música, las seductoras modulaciones del canto, el lujo de la
decoración y los atavíos de los cuadros de artistas [que] hacen de la pornografía una
escuela de enseñanza objetiva, un sistema de atroz desmoralización”.85
La necesidad de lograr un mejor desarrollo y educación para la población
infantil además de ser una seria preocupación de la Iglesia, el Estado y la sociedad,
formaba parte de una problemática real que se manifestaba en un impresionante
número de niños y jóvenes huérfanos y expulsados del hogar, dedicados a trabajar y
delinquir para subsistir o ayudar a sus familias; otros más entregándose a la vagancia
y los vicios.
No son pocas las notas periodísticas que dan cuentan de esa problemática y de
las medidas correctivas que desde la capital de la república se proponían, en
consonancia al súbito interés que entre los países industrializados (como Francia,
Inglaterra y Estados Unidos de Norteamérica) estaba generando este sector con la
esperanza de que sólo el trabajo honrado, la educación y la moral podrían formar al
nuevo hombre, civilizado y libre de atavismos insanos.
85
La Libertad, Año 7, Tomo 7, Núm. 19, 16 de mayo, 1899, p. 1.
145
CAPÍTULO IV
LOS USOS SOCIALES DE LA FOTOGRAFÍA
147
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
conceptos sobre “el perfil científico, médico, del delincuente ‘tipo’, a partir de
estudios diversos: estadísticas entrelazadas con argumentos fisiológicos y raciales.
La gran preocupación era entender los mecanismos que conducían al individuo a la
criminalidad para así prevenir el crimen o reformar al preso, modificando, si no su
constitución misma, por lo menos sus hábitos”.3
Con la entrada de estas teorías era claro que, una vez agotado el discurso
moral imperante cargado de una retórica profundamente católica y de herencia
colonial, se abrió paso el discurso liberal que si bien desde la Constitución de 1857
reconocía los derechos del Hombre no admitía que el crimen había aumentado por la
orfandad, la pobreza, la migración y la ausencia de una estructura laboral en el
campo y la ciudad que diera cobijo a los desplazados por las guerras y el reparto de
bienes comunales.
En concordancia con la postura y óptica científica que se estaba construyendo,
el Estado reforzó una serie de proyectos para vigilar, controlar y castigar a los
diversos grupos de inconformes y desviados que alteraban el orden que se pretendía
establecer; la cárcel, el hospital y el manicomio serían las instituciones para purgar a
la sociedad de elementos indeseables. A lo largo del territorio nacional estos
establecimientos albergaron cifras indeterminadas de individuos cuyo
comportamiento los insertó como conejillos de indias en sus programas de
regeneración y reintegración social.
Michoacán se sumó a la preocupación nacional de controlar la elevada
criminalidad que dejaran las guerras y a poner en práctica las teorías que se estaban
aplicando en la capital del país. Un primer paso fue la construcción, en 1851, de una
cárcel penitenciaría conforme al sistema Auburn,4 los trabajos se iniciaron pero
3
Casanova, Rosa, Olivier Debroise, “Fotógrafo de cárceles. Usos de la fotografía en las cárceles de
la ciudad de México en el siglo XIX” en: Nexos, noviembre, 1987, Núm. 119.
4
Este método establecía el trabajo común en talleres y el aislamiento nocturno, las galerías o crujías
de celdas debían construirse alrededor de un círculo. El sistema Auburn se aplicó en México, desde
1848, bajo ese concepto se iniciaron las obras para la primera Penitenciaria Federal en la ciudad de
México pero no se concluyeron hasta el siguiente siglo; mientras tanto, el proyecto se limitó a
reacondicionar otros edificios para que cumplieran con dicha función, ejemplos de ello fueron San
Juan de Ulúa y el fuerte de Perote. El utilizar inmuebles ya existentes fue una tónica general en todo
148
CAPÍTULO IV LOS USOS SOCIALES DE LA FOTOGRAFÍA
jamás concluirían principalmente por problemas económicos; por tal razón, la cárcel
seguiría alojada en un céntrico e improvisado edificio estrecho, mal ventilado,
insuficiente para albergar a la elevada población y carente de las condiciones que en
ese momento se creía debían tener los establecimientos de ese género.
En 1877, a falta de una moderna cárcel se amplió la existente haciendo uso de
la antigua alhóndiga de la ciudad, con estos arreglos los espacios quedaron
distribuidos así:
A la entrada e inmediata a la puerta, se encuentra en el lado derecho, la peluquería;
sigue después la carpintería, y da fin a ese corredor la zapatería formando ángulo con
el pasillo para el departamento de rematados; al frente de la entrada está la espaciosa
escalera que conduce a los corredores de la planta alta, y de ahí, hacia el poniente,
está el departamento de ebrios. En el pasillo que da acceso al departamento de
rematados, al lado izquierdo, está la capilla en cuyo altar se ve la imagen de Nuestra
Señora de Guadalupe, donde se celebra semanariamente el sacrificio de la misa. Ese
oratorio fue inaugurado el 2 de febrero de 1884 el departamento de rematados lo
componen: una habitación para el presidente, 5 galeras, 5 bartolinas, el pasillo a
declaraciones, el baño y los lavaderos.
La planta alta del primer patio lo forman: dos salas de distinción, los talleres de
sastrería y vaciado de yeso, la escuela y el pasillo para el departamento de
procesados, que cuenta con una habitación para la presidencia, 5 galeras y una
bartolina.
Para comunicarse con el Palacio de Justicia hay dos locutorios: uno en la parte alta y
otro en la baja.5
el país, hasta la construcción en Puebla y la ciudad de México de dos modernas prisiones. Antonio
Padilla Arroyo, op. cit.; Rosa Casanova y Olivier Debroise, op. cit.; Mariano de Jesús Torres,
Historia civil y eclesiástica de Michoacán desde los tiempos antiguos hasta nuestros días, Morelia,
Imprenta particular del autor, 1905, p. 423, de este mismo autor consúltese el Diccionario...; Ivonne
Pineda Márquez, op. cit.
5
Torres, Mariano de Jesús, Historia civil…, pp. 425-426.
6
Ley emitida el 18 de mayo de 1877, Recopilación de leyes..., Tomo XXIV, pp. 32-35. De acuerdo a
la ley la Junta debía ocuparse por igual de las cárceles de hombres y mujeres, pero la de mujeres
corrió con menos suerte; durante la colonia el inmueble que se utilizaba era un anexo a la capilla de
Ánimas, una vez en ruinas, se trasladó junto al templo de la Cruz y en 1869 se alojaría en el lado
norte del convento de Teresas “en un departamento bien reducido e incómodo”. También había cárcel
de mujeres en Santa Ana Maya y Cuitzeo. Mariano de Jesús Torres, Historia civil..., p. 431.
149
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
actividad que incluso podría redituarles una ganancia para que con ella formaran un
“fondo de reserva” después de atender las necesidades familiares.
Integraban la Junta un secretario, un alcaide, un sota alcaide, un ayudante de
sota alcaide, un cocinero, dos ayudantes de cocina, un maestro de telares, cuatro
maestros para los talleres de carpintería, sastrería, zapatería y vaciado de yeso,
director de la escuela y vigilante general de los talleres. Este nuevo organismo en lo
económico se sustentaría de seis centavos que por cada preso rematado7 le asignara
la tesorería general y los ayuntamientos de donde provinieran los presos, hasta que
ellos mismos pudieran “proveer a sus necesidades por medio de su trabajo personal”;
de los donativos particulares que le otorgaran a la junta y de las multas que captara el
Estado a través de las autoridades judiciales, políticas, municipales o
administrativas.8
A la Junta también le correspondió, hacer cumplir la “Ley reglamentaria para
el servicio de cárceles en el estado, y con especialidad, para la cárcel penitenciaria”;9
esta ley, creada el mismo año que la Junta, compuesta de 40 artículos, tres de ellos
transitorios, regía el funcionamiento de las cárceles en todo el estado; las sometía al
orden y les exigía cumplir lo estipulado referente a la obligación de las autoridades
judiciales, políticas y municipales en la detención y encarcelamiento de las personas.
Se esperaba que el caótico e ineficaz sistema carcelario, lograra reducir
verdaderamente a prisión a tantos criminales que sin empacho alguno transitaban
libremente, como cualquier ciudadano, a pesar de estar supuestamente pagando una
condena y de los cuales constantemente la prensa daba cuenta de ellos.
Con estas nuevas disposiciones, por primera vez, se delimitó que todas las
cárceles se ocuparan de albergar temporalmente a cualquier procesado por
infracciones a los bandos de policía, delito o falta común y a los juzgados en primera
7
Con el carácter de rematado se registraba a todo aquel delincuente, que previo juicio ejecutivo los
jueces foráneos remitían su causa al Supremo Tribunal de Justicia y a los jueces de la capital del
estado. Prontuario o índice alfabético de la ley de administración de justicia del estado de
Michoacán de Ocampo, Morelia, Imprenta de Octaviano Ortiz, 1867, p. 49.
8
Recopilación de leyes..., Tomo XXIV, pp. 32-35.
9
Idem.
150
CAPÍTULO IV LOS USOS SOCIALES DE LA FOTOGRAFÍA
instancia; una vez determinada la sentencia, si ésta excedía los dos meses de prisión
el preso era remitido a la cárcel penitenciaria de la capital michoacana, para que sólo
en ella se sometieran a prisión y corrección.
No obstante, dicha ley poco pudo hacer por las cárceles de las cabeceras de
distrito, mucho menos por las desperdigadas en los pueblos pequeños donde no había
un lugar que cumpliera con la seguridad mínima requerida y en donde los reos aún
eran sujetados a cepos, práctica que no avalaban las nuevas teorías carcelarias pues
significaban un retroceso en la legislación e impartición de justicia.10
Pese a los esfuerzos reglamentarios, la realidad era contundente y
contradictoria como lo testificó Carl Lumholtz, a finales del siglo XIX y principios
del XX, en la cárcel de San Juan; ésta la formaban “dos pequeñas casas de madera
cuyas fuertes rejas indicaban desde luego que los edificios servían para cárcel, signo
inequívoco del avance de la civilización. A juzgar, sin embargo, por su abandonada
apariencia, aun no se había hecho uso de aquellas mejoras. Por regla general, tales
prisiones, que no tienen más ventiladores que las enrejadas puertas, exhiben multitud
de cabezas humanas asomándose ávidamente para pedir centavos a los que
pasan”;11 en su largo recorrido por México, el etnólogo percibió esto como
característica de las cárceles mexicanas.
Ante la imposibilidad de concluir la modernista obra de la capital
michoacana, la organización de la renovada cárcel penitenciaria sería una prioridad y
para ello se trató de implementar parte del sistema Auburn; en aras de esa finalidad,
los días y las horas se organizaron de modo que:
A las cinco de la mañana se abrirán los calabozos a fin de que los presos pueden
proceder al aseo de sus personas y del local todo del edificio; a las cinco y media
irán todos a tomar su desayuno al refectorio común; de seis a ocho de la mañana
asistirán a la escuela, y los que hayan concluido su instrucción primaria, trabajarán
desde esa hora en su respectivo arte o aprendizaje; de ocho a doce de la mañana,
todos concurrirán a los talleres a aprender algún arte u oficio y a trabajar bajo la
dirección respectiva; a las doce asistirán todos a comer al refectorio común;
10
Foucault, Michel, Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión, México, Siglo XXI editores, 1991.
11
Carl Lumholtz, El México desconocido... Otro registro importante es cuando se refiere al único
policía que tenía la referida población de San Juan, una interesante descripción de él se puede
consultar en la página 357. Las cursivas son nuestras.
151
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
concluida la comida, hasta las dos, tendrán descanso y podrán hablar por la reja o
por el locutorio con las personas que los busquen de fuera del establecimiento; de
dos a tres de la tarde asistirán de nuevo a la escuela o a sus respectivos talleres, los
que tengan concluida su instrucción primaria; de tres a cinco y media de la tarde,
habrá trabajo general; de cinco y media a seis y media tomarán sus últimos alimentos
del día, y a esta última hora ocuparán todos sus respectivos calabozos, después de
haber surtido de agua todos los depósitos del establecimiento. Los sábados en la
tarde serán destinados al aseo; los domingos y días de fiesta nacional, en la mañana
se dedicarán al descanso o práctica de actos religiosos que en ningún caso serán
obligatorios; y los domingos en la tarde serán destinados a la recreación y aseo de
los presos que por su conducta durante la semana, no merezcan ser penados. A los
que se hallen en el caso de serlo, se les pondrá en esos días en prisión solitaria.12
12
Recopilación de leyes..., Tomo XXIV, pp. 32-35.
13
Véase el capítulo V de la referida ley.
152
CAPÍTULO IV LOS USOS SOCIALES DE LA FOTOGRAFÍA
14
Artículo 11.
15
Dublán, Manuel y José María Lozano, Legislación mexicana, colección completa de las
disposiciones legislativas expedidas desde la Independencia de la república, México, Imprenta del
Comercio, 1876-1912, tomo VII, pp. 407-408. Las cursivas son nuestras y se marcan así por ser
puntos sobre los que se fundamentó lo practicado en Morelia.
153
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
16
En Inglaterra desde 1840, se contrataba a fotógrafos para el registro visual de criminales, sin
embargo los ejemplos más antiguos que sobreviven son de los años cincuenta y sesenta. El fotógrafo
policial se especializaría a partir del desarrollo del sistema de identificación de Sir Edward Henry
mediante huellas dactilares, introducido en 1901 por la nueva Scotland Yard. John Tagg, El peso de
la representación. Ensayos sobre fotografía e historia, Barcelona, Editorial Gustavo Gili, 2005, pp.
99-100.
17
Casanova, Rosa y Olivier Debroise, op. cit., p. 17.
18
González Flores, Laura, Fotografías que cuentan historias, México, INAH/Lumen, 2007, pp. 26-
27.
19
En ese lapso, ocuparon la plaza seis fotógrafos diferentes. Rosa Casanova y Olivier Debroise, Ibid.,
pp. 17-19; María Irma López Razga, Las meretrices de Colima durante el porfiriato y la revolución,
1876-1917, Tesis de Maestría en Historia Regional, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la
Universidad de Colima, 2002.
(http://digeset.ucol.mx/tesis_posgrado/Pdf/Maria%20Irma%20Lopez%20Razgado.pdf).
154
CAPÍTULO IV LOS USOS SOCIALES DE LA FOTOGRAFÍA
Las imágenes más antiguas de fotografía carcelaria en Morelia datan de 1872,22 los
fotografiados eran, a opinión de las autoridades carcelarias, criminales que merecían
un trato riguroso y un expediente especial.23 Es probable que durante la visita que
hizo el emperador Maximiliano de Habsburgo a la ciudad de Morelia, del 11 al 18 de
octubre de 1864, él influyera para que se hiciera uso de la fotografía en la
20
Desde finales de los años sesenta, hasta la siguiente década, fecha de la que datan las fotografías de
presos más antiguas, los fotógrafos establecidos en Morelia eran: Rafael Cerna Paz, J. D. Duvallon,
Ramón Anzorena, Efrén Chávez, Antonio González y uno de apellido Guerra.
21
AHMM, Libro de Actas de la Junta de Vigilancia de Cárceles, Núm. 55, sesión del 6 de junio de
1887, pp. 15, 46-47, 100, 119-120.
22
Archivo Histórico Municipal de Morelia (AHMM), Caja 124 (referencia anterior 243A, 1872.
Véase también: “Libro de la prefectura de Morelia donde se asientan fotografías de criminales, 1873-
1891”, expediente número 2, legajo 1.
23
En Michoacán, en 1826, se propuso que a través de una boleta de identidad o seguridad se
distinguiera a las personas que eran útiles a la sociedad de los vagos y malhechores. La boleta de
seguridad debía ser obligatoria para que todo ciudadano, varón mayor de 14 años, comprobara su
honorabilidad; la propuesta para establecer la obligatoriedad de este documento fracasó por
considerar que dicho documento podía ser fácilmente falsificado.
155
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
clasificación de los reos pues una de sus primeras acciones al ingresar a esta ciudad
fue visitar a los presos, platicar con ellos y revisar la salubridad de las instalaciones
de la cárcel pública. Siete años después de la visita imperial, el prefecto Maximiano
Rocha dispuso que se retratara a todos los reos.24
Las fotografías de criminales se encuentran depositadas en el Archivo
Histórico Municipal de Morelia, nos referimos únicamente al Archivo Municipal
donde se revisaron docenas de cajas sin clasificar, mismas que contienen
información generada tanto por el Ayuntamiento como por la Prefectura, lo cual nos
lleva a creer que a pesar de ser dos organismos diferentes en la práctica no separaban
claramente sus funciones, sobre todo en lo que hace al Prefecto pues al margen que
la ley orgánica asignaba a cada uno sus responsabilidades, la documentación
generada por ambos cuerpos muestra la constante injerencia del Jefe Político en
asuntos que eran exclusivamente del ayuntamiento.
Los libros que contienen fotografías de criminales son del último cuarto del
siglo XIX. Después de una larga e intensa búsqueda en los archivos Municipal y
Judicial no encontramos la continuidad de este tipo de documentos para los primeros
años del siglo XX,25 por un lado porque, a partir del primer Código de
Procedimientos Penales, aparentemente el papel del Prefecto dejó de ser una pieza
clave en la aplicación de justicia; por lo tanto, el registro visual pasa a formar parte
del expediente que realizaban los juzgados de primera instancia; sin embargo, pocos
expedientes incluyeron la fotografía del procesado, ¿qué sucedió con el tipo de libros
que elaboraba la prefectura, por qué los Juzgados no continuaron esa dinámica?
La respuesta la podemos encontrar en la formalización de las funciones del
Ministerio Público, que dependía directamente de la Secretaría del Ejecutivo, desde
entonces –de acuerdo con la ley- sería el organismo encargado de auxiliar en la
24
El Progresista, Año I, Núm. 1, Morelia, 1 de marzo, 1871, p. 4.
25
Nuestra búsqueda se prolongó, aproximadamente a mediados de la segunda década. Ignoramos si
los materiales desaparecieron bajo el fragor de las batallas y el desorden administrativo, una
posibilidad es que se encuentren en el Archivo del Ministerio Público aunque no lo hemos localizado,
al menos organizado como tal entre los documentos que conforman al Archivo del Poder Ejecutivo
del Estado de Michoacán, donde se supone podrían estar por pertenecer a la Secretaría de Gobierno.
156
CAPÍTULO IV LOS USOS SOCIALES DE LA FOTOGRAFÍA
26
En los expedientes de este órgano de gobierno sólo en contadas ocasiones se incluía fotografía, este
archivo si bien resguarda algunas imágenes la mayoría son como prueba de armas homicidas y
algunos retratos fotográficos que no suman ni una docena.
27
En el presente texto no hacemos énfasis en el castigo pese a considerarlo un tema muy amplio –
como lo demostró Foucault y quienes le sucedieron-, merece un tratamiento especial y
multidisciplinario, mismo que implicaría ahondar en la de por si extensa búsqueda de documentos
desperdigados en diferente repositorios. Un intento de acercamiento al tema se puede consultar en:
Berenice Guevara Sánchez, op. cit.; Foucault, Michel, op. cit.
157
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
Existen dos libros más y una cantidad desconocida de expedientes sueltos sin
clasificar, que contienen fotografías de criminales. Por razones de espacio, calidad y
conservación real y electrónica de la imagen en el apéndice sólo anexamos los
retratos del libro 423; podemos decir que es un ejemplar bien conservado, con más
de 800 fotos, esta cifra incluye la mayoría del tomo 23128 y otras más que
únicamente se encuentran ahí, como es el caso de ocho retratos de mujeres.
La repetición de fotografías en ambos libros no obedece a un error o
casualidad, como tampoco lo es que uno y otro sean diferentes, el 423 tiene
características de álbum o galería y es de amplio formato, el 231 tiene funciones más
administrativas; ambos, son el resultado de una lógica burocrática difícil de entender,
porque adoptó a su conveniencia lo que indicaba la ley de 1855 expedida por el
gobierno de Santa Ana, omite la filiación del reo para anexarla a su retrato, no se
fotografiaba a los que cometieran delitos sexuales excepto si éstos eran realmente
atroces y escandalosos; en lugar de cuatro ejemplares se sacaban tres para enviarlos a
las respectivas instancias administradoras de justicia, también se colocaban en libros
especiales y se les asignaba un número que debía ser el mismo de la causa judicial de
cada reo; cuando los procesados pasaban a segunda o tercera instancia se les
agregaba un digito más, quizás esta sea una explicación en la duplicidad de números
en algunos individuos que se anexan en el apéndice.29.30
Inicialmente la fotografía carcelaria se limitó a los presos de “importancia”,
de las tres copias que se sacaban una se anexaba a la causa respectiva –o eso se creía-
otra se colocaba en la “galería” de retratos que guardaba la alcaldía y otra se
agregaba al álbum31 de la misma prefectura, “haciendo constar al calce [al menos en
28
Más cinco de las diecisiete mujeres registradas en este volumen, también omitimos en el apéndice
alrededor de cien fotografías de este volumen.
29
Véase el apéndice fotográfico, páginas: 91-168.
30
La confusión se da mayormente en los retratos de gavilleros que suman más de los que se etiquetan
de ese modo en los libros.
31
Este tipo de álbum se elaboraba en España, desde 1870, como un medio para combatir y controlar
el aumento de bandoleros. En él se debía retratar “a todos los criminales y sospechosos, a fin de
formar para cada pareja de la Guardia Civil su álbum correspondiente, además de las reproducciones
necesarias para el Gobierno, para sus delegados y para todas las dependencias de orden público. A
cada retrato debía acompañar la hoja o historia penal del individuo para que la Guardia Civil pudiera
158
CAPÍTULO IV LOS USOS SOCIALES DE LA FOTOGRAFÍA
teoría porque no todas las fichas tienen esos registros] la filiación del preso, el delito
o delitos que haya cometido y todos los antecedentes que más tarde sean útiles”.32
Este tipo de inscripciones se llevaba, por lo menos, en las principales ciudades de la
República y cuya información se intercambiaban los estados circunvecinos.
Se creía que al contar con los álbumes de rateros conocidos, hombres y
mujeres prófugos peligrosos, era difícil que llegaran al Distrito de Morelia “tan
malos visitantes” sin que fueran aprehendidos como podemos ver en un caso que la
prensa aplaudió al prefecto Lauro Guzmán, en 1908, en cuya nota además de
ensalzar al buen fisonomista que era el Sr. Guzmán, agradecían las cualidades del
fotograbado. El ejemplo en cuestión era el de una mujer, llamada María Rodríguez
que fue conducida ante el prefecto por haber robado unas planchas, el funcionario
revisó la “página negra” de la “Gaceta de Policía” y encontró en ella el retrato de esa
mujer, acusada de ser “circuladora de moneda, reincidente y ratera muy conocida” en
la ciudad de México. 33
El método que las autoridades utilizaron para anotar la información generada
por el ingreso de criminales fue sui géneris, por la poca claridad en el procedimiento
administrativo, la discordancia entre las prácticas policíacas, la normatividad jurídica
y la jurisprudencia de las instituciones que se ocupaban de la justicia, así como por
los sujetos fotografiados.
En los libros no hay suficiente orden y coherencia, en varias ocasiones
algunos nombres y fotografías se repiten en un mismo volumen, en pocos casos
podemos determinar si es por error o eran sujetos prófugos y/o reincidentes; se
supone que los presos rematados eran todos los que ya habían recibido una condena
y los que estuvieran siendo juzgados en segunda o tercera instancia –ambos eran
seguir la pista con más seguridad y acierto”. Citado en: Juan Miguel Sánchez Vigil y Belén
Fernández Fuentes, “La fotografía como documento de identidad” en: Documentación de las
Ciencias de la Información, 2005, vol. 28, 2005, Universidad Complutense, p. 191.
http://revistas.ucm.es/inf/02104210/articulos/DCIN0505110189A.PDF
32
El Municipal, Tomo I, Núm. 1, Morelia, 20 de septiembre, 1880, p. 4. Creemos que se le denomina
indistintamente galería o álbum pues no hemos encontrado, hasta el momento, un cuaderno, libro o
expediente que confirme lo contrario.
33
El Pueblo, Tomo I, Núm. 103, Morelia, 4 de diciembre, 1908, p. 1.
159
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
minoría- y se les debía fotografiar, pero no fue así, por otro lado, los incriminados
podían falsear y omitir la información esa ignorancia voluntaria o no, se hace
palpable al consignar su edad, nombre o apellido.34
Esta circunstancia se puede constatar en parte de la información contenida en
la documentación del volumen 424, por ejemplo en el caso de Valente Mancera se
asienta que “ha querido confundir su nombre diciendo que se llama Valente Espino y
Valente Mancera Espino”. En el resto de los datos se registra que es hijo de Jacinto
Mancera y Luisa Espino, vecino del pueblo de Araron, de 28 años, casado con María
Soledad Reyes con la cual procreó una hija de nombre Rosenda. Valente fue juzgado
y sentenciado a muerte por la Prefectura de Zitácuaro acusado de salteador y robo de
ganado en Queréndaro, “sobre lo cual se le formó causa pero no se pudo probar nada
[…] es generalmente conocido como salteador y ladrón”; se le retrató en noviembre
de 1873, su foto se extravió y él logró fugarse de la cárcel de Morelia el 2 de abril de
1875.35
Diez son los casos que identificamos con nombres repetidos que incluyen
fotografías de hombres tomadas en distintos tiempos, por pagar condenas incluso en
dos ocasiones diferentes, se trata de: Rafael Morales, Rafael Hernández, Miguel
Crispín, Casimiro Rodríguez, Toribio Juárez, Antonio Méndez, Urbano González,
Julián Puerta, Antonio Maciel y Carmen Durán.36 Fue bastante difícil depurar el
enlistado porque a pesar de contar con una relación de nombres muy amplia,
únicamente estos díez coincidieron en el cotejo de la foto y expedientes judiciales.
Habrá que cuestionarnos sobre los elementos que influyeron en las
deficiencias del registro oficial, la confusión por el manejo de nuevas leyes, que a su
vez incluían un lenguaje y prácticas jurídicas novedosas, incluso para los encargados
de tales menesteres. No debemos olvidar que aún durante los años del Segundo
34
Ver el apéndice fotográfico, páginas: 8, 10, 16 (foto 11), 28 (foto 75), 39 (foto 119), 40 (foto 123),
58 (foto 199), 60 (foto 204), 80 (foto 287), 120 (foto 514), 134 (foto 571), y 177 (foto 783), sólo por
citar algunos ejemplos.
35
AHMM, Fotografía de la Prefectura de Morelia, 1873, libro 424.
36
Apéndice fotográfico, pp. 3, 88, 7, 60, 8, 113, 9, 155, 14, 123, 19, 188, 34, 158, 35, 192, 66, 115,
136 y 173.
160
CAPÍTULO IV LOS USOS SOCIALES DE LA FOTOGRAFÍA
37
En la ciudad de México acontecía lo mismo. Elisa Speckman Guerra, “La identificación de
criminales y los sistemas ideados por Adolphe Bertillon: discursos y practicas. Ciudad de México
(1895-1913)” en Historia y Grafía, Año IX, Núm. 17, 2001, pp. 99-129; Arturo Aguilar Ochoa, La
fotografía durante el imperio de Maximiliano, México, UNAM, 1996, p. 87. El formato que en la
actualidad conocemos, de cuerpo completo, rostro entero y perfil se estableció en 1938 por el
Committee on Crime Detection de Inglaterra, organismo que incluso proponía la iluminación y
equipo fotográfico que debía utilizarse con el fin de lograr la imagen del cuerpo “hecho objeto”. John
Tagg, op. cit., p. 101.
38
Zavala Ramírez, María del Carmen, op. cit.
39
Urías Horcasitas, Beatriz, Indígena y criminal. Interpretaciones del derecho y la antropología en
México, 1871-1921, México, Universidad Iberoamericana, 2000; “Eugenesia e ideas sobre las razas
en México, 1930-1950”, Historia y grafía, Universidad Iberoamericana, número 17, 2001, pp. 171-
205. Pablo Piccato, “La construcción de una perspectiva científica: miradas porfirianas a la
criminalidad” en Historia Mexicana, Vol. XLVII, número 1 (185), julio-septiembre, 1997; City of
suspects. Crime in Mexico city, 1900-1931, Duke University Press, 2001.
161
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
162
CAPÍTULO IV LOS USOS SOCIALES DE LA FOTOGRAFÍA
Los días transcurrieron sin que el prefecto cumpliera la orden del gobernador
y ocho meses después de la primera solicitud, el presidente continuó con sus justas
demandas en un tono moderado, mismo que seguiría utilizando en abril de 1887
fecha en que hace ver que las fotografías en poder del prefecto Luis G. García se
acumulaban, así como los reos que necesitaban ser retratados para seguir avanzando
en el álbum de la galería existente en la cárcel penitenciaria.
La respuesta se remitió un mes después, en ella se anota que a partir de esa
ocasión el encargado del multicitado taller pasaría a la cárcel penitenciaria a retratar
a los presos, previa relación que la junta debía elaborar; inventario que tardó tres
semanas en hacer y después de un “minucioso” examen del registro de condenas que
llevaba la Secretaría de la Junta y de la galería (compuesta en ese momento por 741
retratos) “aparece que de ciento un presos rematados que se cuentan hasta hoy, 99
existentes en la cárcel penitenciaria, uno en el cuartel de policía y otro en el hospital,
falta que se retraten los contenidos en la lista adjunta [se refiere a 87 hombres], con
40
AHMM, Caja 255ª, 1881-1885, Registro de expedientes de la Junta de Vigilancia de Cárceles,
1885, Exp. 24.
41
Ibid, oficio número 4, fechado el 23 de enero de 1886.
163
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
excepción de algunos que se sabe fueron retratados el año pasado, por efecto
inmediato de la disposición relativa del C. Gobernador. Los retratos de cuyos presos
se acaba de hablar obran en poder de esa Prefectura”.42
No sería sino hasta abril de 1888 que el prefecto envió 132 retratos, esta
cantidad sólo era una parte de los ejemplares que le adeudaba a la junta, era obvio
que las disposiciones gubernativas no se acataban en los tiempos pertinentes. A partir
de ese momento no sería un asunto entre el presidente de la junta y el jefe político, se
había involucrado ya al encargado del taller y éste a su vez, reclamaba presupuesto
para insumos del laboratorio, además de agilidad en la depuración de las listas de
reos para poder desarrollar su trabajo con la prontitud con que se lo exigían.
Asimismo, habrá que cuestionar qué tanto tiempo dedicaba Felipe Torres a su
labor frente al taller, recordemos que en ese momento él junto con su hermano
Manuel eran de los más favorecidos por el público citadino y eran notorios sus viajes
de capacitación a la capital y el extranjero, así como su desempeño en la Ciudad de
México, por otro lado, ¿hasta dónde separaban sus funciones como empleados al
servicio de la escuela, de su taller particular?
Es probable que en las ausencias del maestro, los jóvenes alumnos no
atendieran el taller sobre todo si consideramos el riesgo que podían correr con el
manejo de sustancias y en el trato con delincuentes, porque estaban siendo
capacitados en la cuestión fotográfica pero no en los trámites administrativos y el
manejo de hombres y mujeres criminales considerados por las autoridades como
altamente peligrosos.43
La comunicación triangulada continuó en el mismo tenor, así pasó 1890 y los
magros resultados obtenidos seguían sin resolver la actualización del álbum de la
42
Ibid, junio de 1887.
43
Ignoramos si durante las ausencias del jefe se nombrara a un suplente, por otro lado, no tenemos
una fecha precisa que nos indique hasta cuándo trabajaron los Torres en la Escuela de Artes, sólo se
registra que después de ellos estuvo, brevemente, Vicente F. Fernández y al poco tiempo la escuela
publicó una convocatoria para ocupar la plaza de maestro y encargado del taller de fotografía. Es
probable que el fotógrafo Fernández sea el colega y contemporáneo de Romualdo García Torres, otro
guanajuatense considerado entre los mejores de la época. Véase: Claudia Canales, Romualdo García.
Un fotógrafo, una ciudad, una época, México, Gobierno del Estado de Guanajuato, 1980.
164
CAPÍTULO IV LOS USOS SOCIALES DE LA FOTOGRAFÍA
junta y al año siguiente, ésta continuó con la impostergable tarea de recabar las fotos
faltantes pues a decir de su presidente no se desconocía la importancia y la utilidad
de los retratos, sobre todo después del divulgado asesinato y robo del Sr. Hernández
en la capital de México,44 las reconoció “en mayor grado, y es por esto que encarezco
a Ud. la necesidad de que no quede sin retratar ninguno de los presos que lo deben
ser, y le indique la conveniencia de que estos vayan entregando la fotografía a
proporción que vayan llegando los avisos de remate”.45 La respuesta sería la misma
que en años anteriores, tardía y exigiendo la depuración de las listas que remitía la
junta para a su vez poder expedir lo concerniente.
Después de 1891, se pierde la pista de mayor información sobre los
desaguisados entre la prefectura y la junta, incluso, las últimas fotografías que
recabamos son de ese año. La poca claridad en estos registros denota la falta de
coordinación y recursos que repercuten en el control de quién entraba o salía de la
cárcel, el cumplimiento de las penas, en general, en la administración de justicia pues
como se aprecia en el apéndice fotográfico que se incluye al final de este texto,46 se
omitió deliberadamente el retrato de varios presos, incluyendo el resto de su
documentación (si es que la hubo porque no hemos encontrado rastros de ella)
Ignoramos quién tomó esa decisión, aunque con seguridad fue el prefecto
pues él usaba y acaparaba arbitrariamente el libro de criminales. Era obvio que los
funcionarios no estaban capacitados para documentar lo que el nuevo sistema
carcelario va generando, la Prefectura y el Tribunal improvisan constantemente sus
registros y no unifican la información, por eso pocas veces podemos distinguir en los
expedientes judiciales a los fotografiados por la prefectura.
44
En los últimos años del siglo XIX la prensa comenzó a divulgar todo tipo de fenómenos sociales
(incluyendo el crimen), con lo cual el llamado reportaje social desplazó a la editorial política. Véase:
Alberto del Castillo Troncoso, “El surgimiento del reportaje policíaco en México. Los inicios de un
nuevo lenguaje gráfico (1888-1910)” en: Cuicuilco, Revista de la Escuela Nacional de Antropología
e Historia, nueva época, volumen 5, número 13, mayo/agosto, 1998, pp. 163-194.
45
AHMM, Caja 255ª, 1881-1885, Registro de expedientes de la Junta de Vigilancia de Cárceles,
1885, Exp. 24, oficio número 31 dirigido al prefecto el 17 de marzo de 1891.
46
Algunos ejemplos se pueden ver en las páginas 28 (foto 72), 38 (foto 115, bajo el nombre de
Teodulo Arroyo) y 55 (foto 183 con el nombre de Jacinto Torres alias “el gamuzo”).
165
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
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47
Rozat Dupeyron, Guy, Los orígenes de la nación. Pasado indígena e historia nacional, México,
Universidad Ibero Americana/Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 478 pp.
48
Ibid, p. 14.
49
Ibid, p. 15.
166
CAPÍTULO IV LOS USOS SOCIALES DE LA FOTOGRAFÍA
50
Ese mecanismo se sigue manifestando en algunos grupos étnicos, a manera de ejemplo véase el
caso que analiza Héctor Ortiz Elizondo, “Impartición de justicia, ciencia y diferencia cultural:
instantáneas de un viajero perdido” en: Dimensión antropológica, Revista en Línea, INAH, Volumen
número 15, febrero-mayo, 1999, (http://www.dimensionantropologica.inah.gob.mx/).
51
Aún en la actualidad se siguen presentado estas circunstancias como por ejemplo el caso de la
menor indígena D_oni Zänä (flor de luna en otomí), nacida en la comunidad indígena hñähñu del
estado de Hidalgo, y a la cual las autoridades se negaban a registrarla con ese nombre escrito en su
lengua materna otomí porque el sistema de cómputo no lo aceptaba; razón por la que César Cruz,
padre de la niña promovió un amparo ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación, para que el
nombre fuera reconocido legalmente.
52
Ortiz Elizondo, Héctor, op.cit., p. 9.
53
Canales, Claudia, “Infancia: retratos sin artificios” en: La Jornada, 30 de abril, 2008.
167
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
54
Tomamos como base algunas aportaciones que hacen en la materia las investigadoras Claudia
Negrete, Patricia Massé y Rebeca Monroy, ellas procuran no meterse en discusiones infructuosas
entre lo teórico y estético, coinciden en aseverar que a pesar de las numerosas publicaciones, en
México apenas se empieza a abordar este aspecto y se debe atender sobre todo a las particularidades
del tema y las fuentes que hay.
55
Barthes, Roland, La cámara lúcida. Notas sobre fotografía, Barcelona, Paidós, 1999.
56
Apéndice fotográfico, páginas: 3 (retrato de Salvador Zavala), 11 (retrato de Francisco Aguilera),
30 (foto 82), 33 (foto 94), 82-83 (fotos 299, 300 y 303), 90-91 (fotos 332, 333, 334, 335 y 338), 94
(foto 409), 100 (433), 114-115 (fotos 492 y 495), 133-135 (fotos 568, 569, 570, 571, 573 y 575),
137-139 (fotos 583, 584, 585, 586, 589 y 590), 141 (foto 598), 151 (foto 640), 154-155 (fotos 653,
654, 655 y 657), 162 (foto 719), 170 (fotos 750 y 751), 173 (foto 764) , 176 (foto 776), 178 (foto
786), 186-187 (fotos 819 y 823), 193-196 (fotos 849, 852, 855 y 859).
168
CAPÍTULO IV LOS USOS SOCIALES DE LA FOTOGRAFÍA
económicas para lucir así, un grupo reducido de sujetos sociales que rara vez pisaban
la cárcel y cuando lo hacían era por poco tiempo. En estos ejemplos el elemento
visual que más destaca es la chaqueta, el saco, la corbata, la pose y algunos
accesorios permisibles como el sombrero y el puro con el que posa Leonardo Leal57
Imagen 9. Leonardo Leal (condenado por estafa). Fuente: AHMM, Prefectura de Morelia,
Fotografía de Criminales. 1873-1891, Libro 231, f. 260
Realizar una lectura de imágenes tal y como lo exigen los especialistas del
arte no es del todo posible, tampoco es nuestro propósito porque atendimos más al
ritmo y necesidades que el proceso de investigación nos impuso que a la rigurosidad
de una metodología teórica impuesta.
Con base en ello, podemos afirmar que el marco histórico del corpus visual
que estudiamos nos señala, en parte, lo afirmado por Gisèle Freund58 sobre la
producción fotográfica del siglo XIX, los retratos responden a las necesidades
57
Forma parte del material que no tiene de respaldo un expediente judicial, por eso no se incluyó en
la relación final.
58
Freund, Gisèle, La fotografía como documento social, Barcelona, Editorial Gustavo Gili, 2002.
169
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
59
Apéndice fotográfico, páginas: 82-83 (fotos 300 y 303) y 90 (foto 332).
60
Apéndice fotográfico, páginas: 21 (foto 29), 25 (foto 61), 28 (foto 75), 30 (fotos 83 y 84), 36-37
(fotos 107, 110 y 113), 39 (foto 122), 41-42 (fotos 127, 129 y 132), 50-52 (fotos 165, 166, 167, 168 y
170 y 172), 62 (foto 213), 80 (foto 287), 82 (foto 297 de Leonides Sánchez, aparece con el dorso
desnudo y los brazos cruzados, en actitud retadora ¿cubrió su pecho porque se lo indicaron o para
suplir la ausencia de una camisa, cuántos estarían como él pero en el momento de sacar el retrato se
cubrieron con sarapes prestados?), 84 (foto 305), 102 (foto 403), 129 (foto 550), 135 (foto 575), 137-
139 (fotos 583, 585, 587 y 589), 141-142 (fotos 598 y 602), 144-146 (fotos 614, 616, 618 y 621), 149
(foto 634), 151-152 (fotos 641-647), 156 (foto 695), 158 (foto 700), 167 (foto 740) y 197 (foto 864).
61
En Inglaterra se utilizaba la misma austeridad de los fondos, pero la atención de la foto se
acentuaba en el rostro y manos del criminal fotografiado. Véase: John Tagg, op. cit, pp. 105-106.
170
CAPÍTULO IV LOS USOS SOCIALES DE LA FOTOGRAFÍA
62
Apéndice fotográfico, pp. 1 (Zacarías Hernández), 2 (Epitacio Arias), 4 (Agapito Resendes), 6
(Vicente Sánchez), 13 (foto sin nombre), 16 (foto 10), 26 (foto 64), 54 (foto 181), 56 (foto 190), 71
(foto 248), 78 (281), 87 (foto 322), 89 (foto 331), 143 (fotos 606 y 609), 146 (foto 620), 185 (foto
814).
63
Así lo ordena el inciso IV, artículo 19 de la “Ley Reglamentaria para el servicio de las cárceles en
el estado y con especialidad para la cárcel penitenciaria”.
171
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
disposiciones para vigilar la vida de las prostitutas.64 Para el caso de Morelia existe
buena información pero fragmentada, por un lado, el acervo municipal guarda tres
libros de Mujeres Públicas que comprenden los años de 1877, 1883 y 1916, este
último no entra en el periodo estudiado y no lo consideramos en nuestro texto; la
estructura de los materiales indica que existieron varios libros más, antes y después
de que se dictara el primer reglamento publicado en 1897.65 Como se ve, los registros
que revisamos y con los cuales desarrollamos el tema de este apartado no
corresponden al reglamento sobre prostitución que se aplicó a Morelia y, por ende, al
estado de Michoacán. El ejercicio de la prostitución se regulaba, antes de 1897, de
acuerdo con lo que establecía en ese renglón el bando de policía, pues éste sí la toma
en cuenta aún antes del imperio.
Los susodichos registros, además de exigir la foto de las prostitutas, anexaban
su filiación, domicilio y categoría; en Morelia estos requisitos se siguieron a lo largo
del Porfiriato y hasta el reglamento de 1923. El libro de registros asentaba el nombre
y apellido, el de los padres en caso de que vivieran, dato que poco a poco se fue
omitiendo; el apodo, el estado civil, lugar de origen, edad, características físicas,
clase, si padecía o padeció alguna enfermedad venérea, señas particulares, casa
habitación y/o de tolerancia a la que estaba adscrita, o en su defecto el domicilio
particular; finalmente, la firma. La mayoría no sabía leer ni escribir.
64
El reglamento sobre la prostitución expedido por Maximiliano es una clara influencia de lo que en
ese sentido se legisló en la década de los treinta en Francia, bajo el pretexto de proteger la moral
pública, vigilar la prosperidad y proteger la salud de la población en general. Así se puede constatar
en los estudios de: María del Carmen Zavala Ramírez, “El arte de conservar la salud” en el
porfiriato. Higiene pública y prostitución en Morelia, Morelia, Tesis de Maestría en Historia,
Universidad Michoacana, 2008, pp. 118-130.; Arturo Aguilar Ochoa, op. cit., p. 82; Rosa Casanova y
Olivier Debroise, “Usos de la fotografía en las cárceles de la ciudad de México en el siglo XIX” en:
Nexos, No. 119, México, noviembre, 1987, p. 19. Ver: Alain Corbin, “Sexualidad comercial en
Francia durante el siglo XIX: Un sistema de imágenes y regulaciones” en: Historias 18 Revista de la
Dirección de Estudios Históricos del INAH, México, julio-septiembre, 1987, pp. 11- 21. AHMM,
Libro de registro de mujeres públicas. 1883; Gaceta Oficial, Año II, Núm. 159, 1887, p. 3; Ixchel
Delgado Jordá, Mujeres públicas bajo el Imperio: La prostitución en la ciudad de México durante el
imperio de Maximiliano (1864-1867), Zamora, Tesis de Maestría, El Colegio de Michoacán, 1998;
Fernanda Núñez Becerra, La prostitución y su represión en la ciudad de México, Barcelona, Editorial
Gedisa, 2002; Lisette Griselda Rivera Reynaldos, Mujeres marginales: prostitución y criminalidad
en el México urbano del porfiriato, Tesis de Doctorado, Castellón de la Plana, Universitat Jaume I,
2003.
65
Zavala Ramírez, María del Carmen, Op. cit., pp. 118-130.
172
CAPÍTULO IV LOS USOS SOCIALES DE LA FOTOGRAFÍA
66
Rivera Reinaldos, Lisette Griselda, op. cit., p. 112; Antonio Trujillo, Proyecto de reglamento para
la prostitución en Morelia, Morelia, Imprenta particular de Rafael E. Guerrero, 1888.
67
Rivera Reinaldos, Lisette Griselda, op. cit., pp. 112-113.
68
Así se puede constatar en los testimonios de mujeres que dejan la prostitución, en esos relatos –la
mayoría cortos- exponen los motivos que las orillaron a ejercer ese oficio y las causas por las cuales
lo abandonan. Lisette Griselda Rivera Reinaldos, op. cit.
173
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
69
AHMM, Secretaría del Ayuntamiento, Libro 336, Exp. 112, 28 de enero, 1897.
70
Este proceso lo trata amplia y atinadamente María del Carmen Zavala Ramírez, op. cit., pp. 55-
106.
71
Eso se observa en varios aspectos asentados en: Ley sobre la policía general del Imperio. Expedida
el 1º de noviembre de 1865, Morelia, Imprenta de I. Arango, 1865; Bando general para el arreglo de
la policía en la municipalidad de Morelia, publicado por el M. I. Ayuntamiento de la misma en el
año de 1865, Morelia, Imprenta de Ignacio Arango, 1865; Memoria de los principales trabajos
ejecutados por el Ayuntamiento de esta capital, que terminó sus funciones el día 15 de septiembre de
1869, Morelia, Imprenta de Ignacio Arango, 1869.
72
El Pueblo, Tomo I, Núm. 148, 10 de septiembre, 1857, p. 4.
174
CAPÍTULO IV LOS USOS SOCIALES DE LA FOTOGRAFÍA
que externó, a través de la prensa, su deseo de que las pretensiones del funcionario
no pasaran de ser sólo un proyecto más pues consideraba que
Apenas en las ciudades de primer orden en el mundo, pueden tolerarse semejantes
disposiciones gubernativas, pues ellas, por más que se diga, degradan a la bella
mitad de la especie humana, de cuyas debilidades casi siempre somos los hombres
responsables, puesto que oprimimos a la mujer echándole en cara sus vicios y nunca
estimando debidamente sus virtudes. Uno de estos seres que por necesidad se
prostituye, puede ser rehabilitado en la sociedad; pero una vez que se le obliga a
pertenecer a un repugnante gremio, a portar su libreta, a ser inspeccionado por los
médicos y a estar registrado su nombre y retrato en los archivos públicos, se le cierra
por completo la puerta del arrepentimiento, y viene el despecho a colocarse en el
lugar de él. Es una tiranía colocar a una mujer en ese abismo que está abierto entre el
desprecio y la desdicha.
Hay cosas cuya existencia debe ser ignorada. Nadie duda que abundan mujeres
prostituídas; pero todos debemos en público fingir que lo ignoramos, porque ni a los
particulares, ni mucho menos a la autoridad, les es lícito estigmatizar la frente de las
personas que, por mil circunstancias desconocidas, se han lanzado a una carrera que
inspira compasión antes que aborrecimiento.
No reglamente, pues, la incontinencia el señor prefecto, porque sería inmoral y
escandaloso en esta pequeña ciudad; ni haga saber a la juventud y a la niñez que
existen mujeres desgraciadas que trafican con sus encantos y abusan del sentimiento
del amor.73
73
El Constitucionalista, Tomo I, Número 29, 1868; Xavier Tavera Alfaro, Morelia en la época de la
República Restaurada, volumen 2, pp. 29-30 y 267-268.
175
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
lamentaba de no poder actuar más allá por no existir disposición legal que le
apoyara. Por lo tanto, había sido “necesario disimularse y dejar pasar desapercibidas
cosas que en otras circunstancias se habrían reprimido con energía por constituir en
cierto modo una burla a las disposiciones de la autoridad”.74
El número de prostitutas, que acudieron a la siguiente visita, disminuyó como
consecuencia del disimulo e impunidad de la que habían gozado las rebeldes; nada
más se registraron veinticinco mujeres, cifra que a decir de las autoridades no
representaba ni la quinta parte de las prostitutas que había en Morelia e incluso se
llegó a sospechar que ellas actuaron así por la complicidad de algunos agentes.
Ante semejante situación, el facultativo suplicó al prefecto se sirviera dar
cuenta al gobernador de tales irregularidades, para que expidiera lo más pronto
posible el reglamento de la prostitución pues “sería muy triste perder los trabajos”
que hasta el momento se habían emprendido.
La súplica se hacía también porque a falta de reglamento, las prostitutas
contagiadas de males venéreos no podían ser obligadas a curarse en el Hospital y aún
cuando de ese mal en la última revisión –aparentemente- sólo habían resultado dos
enfermas, en el futuro, podría crecer el número de infectadas
Porque alentadas las demás con el mal ejemplo de estas dos, pueden oponer la
misma resistencia y nulificar así uno de los fines que debe tener la inspección, cual
es evitar la propagación de la sífilis.
A nadie puede ocultarse los benéficos resultados de la expedición del reglamento
que solicito, que no es como algunos dicen maliciosamente, un medio de protegerla
sino por el contrario, un freno que se le pone y la experiencia ha confirmado esta
verdad, porque desde que aquí se ha estado practicando con alguna regularidad,
varias mujeres se han separado de la prostitución por no exponerse a que sus maridos
o deudos supieran su conducta.
Otro de los resultados obtenidos hasta ahora por el registro ha sido la disminución de
la sífilis, porque habiéndose mandado a curar en el Hospital cerca de cincuenta
mujeres enfermas, no han podido seguir en el comercio con los hombres como
indudablemente lo hubieran hecho sin el registro, y no han podido por lo mismo
infestar a nadie y ellas mismas han estado a cubierto de nuevas inspecciones como lo
74
AHGPEM, Ramo Salud, Caja 1, Exp. 2, 1878, f. 4; Exp. 82, f. 84. María del Carmen Zavala
Ramírez (op. cit., pp. 118-130), hace un fino análisis del conflicto entre las mujeres públicas y el jefe
político. Véase también: Juana Martínez Villa, op. cit., pp. 31-36.
176
CAPÍTULO IV LOS USOS SOCIALES DE LA FOTOGRAFÍA
prueba la circunstancia notable de que en los tres últimos meses solo se han
encontrado tres mujeres enfermas en las visitas quincenales que se les hacen.75
75
AHGPEM, Ramo Salud, Caja 1, Exp. 2, 1878, f. 4.
76
Trujillo, Antonio, Proyecto de reglamento para la prostitución en Morelia, Morelia, Imprenta
particular de Rafael E. Guerrero, 1888, p. 1.
77
Reglamento sobre prostitución, Morelia, Imprenta de la Escuela Industrial Militar Porfirio Díaz,
1897. Cuatro años después de aprobado el reglamento de Morelia, el Ayuntamiento de León,
Guanajuato, solicitó una copia con el fin de tomarlo como base para la elaboración del propio;
también se hizo un estudio comparativo con el emitido en Toluca que se consideraba de avanzada.
AHMM, Secretaría del Ayuntamiento, Libro 336, Exp. 112, 28 de enero, 1897; Secretaría del
Ayuntamiento; Libro 14, sesión de 23 de marzo, 1897, fs. 55-55v; Libro 409, Exp. 275, 25 de junio,
1901; AGHPEM, Congreso del Estado, Leyes y Decretos, Caja 3, Exp. 7, 2 de junio, 1892.
177
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
razones pueden ser múltiples sin descartar el miedo a los posibles métodos represivos
utilizados por la autoridad para someter a las insumisas.
El reglamentarismo prostibulario no fue suficiente para tranquilizar a la
clasista sociedad que veía con desagrado el libre transitar, de “las mujeres perdidas”,
por toda la ciudad incluyendo el palacio de los poderes y de continuo exigía la
reubicación de las mesalinas en casas de citas marcadas y alejadas, pues esas
“descocadas” ofendían con su presencia el pudor y decoro de las simpáticas “pollas”
y de las respetables damas.
La libre circulación de las demismondain por toda la ciudad, en claro desacato
a los estatutos, generó todo tipo de recriminaciones y medidas coercitivas por parte
del Ayuntamiento; como la sostenida por el Cabildo, en 1901, que propuso en una
sesión que se adicionara en el proyecto para reglamento de teatros un artículo que
prohibiera a las mujeres públicas ocupasen indistintamente cualquier localidad, se les
debía obligar a que permanecieran en el lugar que se les asignara.78 La prensa, no
dejaba pasar la oportunidad para hacer eco de las quejas de sus lectores hartos de ver
pasear en los jardines públicos, y a plena luz del día cuando eran más concurridos
por las familias honradas, a “esas mujeres de conducta equivoca”.79
El escándalo y desprecio hacia las prostitutas creció en los albores del
porfiriato, sobre todo cuando llegaron más de media docena de ellas provenientes de
Irapuato y Querétaro, con destino a una casa de tolerancia ubicada en la calle Pichel;
lugar donde se cometían abusos e infracciones a la ley porque permitía el libre
acceso a los menores de edad. El desagrado no paró ahí, se extendió hasta cuestionar
a la inspección de sanidad que se verificaba en el Hospital General, pues el día en
que iban “esas mujerzuelas, los estudiantes [de medicina] arman jácaras y
chocantean olvidándose de la anatomía y la patología”; el malestar iba más allá,
78
En 1901, se propuso en sesión de cabildo, dicha adición. AHMM, Actas de Cabildo, Libro 18,
sesión ordinaria del 26 de marzo, 1901, Acta Núm. 38. Véase también: María del Carmen Zavala
Ramírez, op. cit., pp. 107-134.
79
Gaceta Oficial, Año II, Núm. 159, 1887, p. 3; La Libertad, Tomo I, Núm. 30, 5 de agosto, 1893, p.
2; Año 5, Tomo 5, Núm. 48, 30 de noviembre, 1897, p. 1; El Pueblo, Tomo I, Núm. 102, 3 de
diciembre, 1908, p. 2.
178
CAPÍTULO IV LOS USOS SOCIALES DE LA FOTOGRAFÍA
80
El Pueblo, Tomo III, Núm. 170, 12 de marzo, 1909, p. 2; Tomo I, Núm. 56, 9 de octubre, 1908, p.
1; La Actualidad, Año III, Núm. 759, 7 de febrero, 1909, p. 1.
81
Zavala Ramírez, María del Carmen, op. cit.
82
Se le llamaba así a los defectos congénitos de los niños con padres sifilíticos y drogadictos.
83
La Libertad, Año 16, Tomo 16, Núm. 33, Morelia, 24 de abril, 1908, p. 3.
179
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
84
La Libertad, Año 16, Tomo 16, Núm. 22, 1 de marzo, 1908, p. 1.
85
Sánchez Calleja, María Eugenia, “Enganche y prostitución de menores de edad en la ciudad de
México, 1926-1940” en: Dimensión antropológica, Vol. 25, mayo-agosto, 2002.
86
Ibid.
180
CAPÍTULO IV LOS USOS SOCIALES DE LA FOTOGRAFÍA
existía una fuerte demanda de este tipo de servicios”, se refiere particularmente a los
servicios sexuales de doncellas o niñas vírgenes e inexpertas y aunque no podemos
saber con precisión por la calidad de la documentación se infiere que existía
prostitución infantil no sólo en la capital, sino en Morelia y otras ciudades de
provincia.87
Este último aspecto invita a seguir indagando sobre el tema, pues aún
ignoramos entre otras cosas ¿cuáles eran los mecanismos de cautiverio y explotación
de las mujeres registradas como prostitutas e incluso las clandestinas? ¿Para el caso
de Morelia, podemos hablar de una red de clientes? ¿Podemos diferenciar a las
prostitutas clandestinas de las independientes?
Los libros de mujeres públicas que tan celosamente controlaba la prefectura,
contienen varios errores “involuntarios”, otros más por culpa de la poca cooperación
de las encuestadas y por la mala consulta de usuarios del archivo. El número de
registros y el de fotografías de mujeres públicas no coinciden, a pesar de que la
información se anotaba de forma especial en los tomos que aún existen y que se
pueden examinar en el archivo del ayuntamiento, han pasado por varios traslados y el
trato poco profesional de algunos lectores; aún así, podemos constatar que los
enlistados inscriben nombres y retratos de mujeres, que algunas veces se repiten
incluso la imagen pero con nombre diferente; en otras se omite la entrega del retrato
y varias fojas están mutiladas sin causa aparente.88
87
Véanse algunos ejemplos gráficos en el apéndice fotográfico, páginas: 215 (fotos de Josefa
Valdivia y María Guadalupe Cortés), 221-222 (fotos de Juana Aviña y Guadalupe Ramírez), 231
(fotos de Atanasia Vargas y Emeteria Reyes) y 237 (foto de Epifanía Guerra); la revista Alquimia
número 17 y la obra: De oficios y otros menesteres. Imágenes de la vida cotidiana en la ciudad de
Oaxaca, Francisco José Ruiz Cervantes y Carlos Sánchez Silva (coordinadores), Oaxaca,
UABJO/INAOE, 2005,
88
Estos han sido elementos dañinos para la conservación de las imágenes fotográficas, de modo que
algunas de las fotografías que consultamos al principio de nuestra investigación han desaparecido y
otras más afectadas seriamente por los distintos tipos de iluminación en las que se han almacenado,
reproducido, exhibido y revisado. Los tres libros que aún existen comprenden los años de 1877 (con
el número 253), le faltan los seis primeros registros y fotografías, contiene además, una lista de las
casas públicas de la ciudad, la “noticia de las mujeres públicas que han pasado revista en la segunda
quincena del mes próximo pasado” (septiembre) y la “noticia de las mujeres públicas que no han
continuado el registro y cuyo domicilio se ignora”. El libro 43, correspondiente a 1883 y el de 1916.
181
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
89
Speckman Guerra, Elisa, “Las flores del mal. Mujeres criminales en el porfiriato” en Historia
Mexicana, Vol. XLVII, número 1 (185), julio-septiembre, 1997, p. 191.
90
Secretaría del Ayuntamiento, “Registro de Sirvientes”, Libro 581, Núm. 1.
91
Un panorama general de ese fenómeno se puede encontrar en: Carmen Edith Salinas García,
Imaginarios y construcción cultural de la mujer en la prensa moreliana del Porfiriato, Tesis de
Maestría en Historia, Universidad Michoacana, 2006; María de Lourdes Salgado Ramírez, La mujer
182
CAPÍTULO IV LOS USOS SOCIALES DE LA FOTOGRAFÍA
La mayoría de las fotos son de estudio, la generalidad de estas mujeres respondía por
un lado a lo que la norma les exigía: vestimenta y comportamiento nada escandaloso,
por el otro, al gusto y trabajo del fotógrafo, sujeto casi siempre a los parámetros
estéticos que en ese periodo predominaban. Por su aspecto, muchas podían
confundirse con las niñas y jóvenes de buenas familias que aparecen en los libros de
profesiones y despachos donde, por lo menos desde los años ochenta, se registró a
escribanos, notarios, médicos cirujanos y parteros, profesores, telegrafistas y
maestras en instrucción primaria.94
183
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
95
De acuerdo con las fechas que marcan ambos libros son tres los estudios fotográficos que
posiblemente hicieron esas fotos. Ver: Patricia Massé, “Realidad y actualidad de las prostitutas
mexicanas fotografiadas en 1865”, Política y cultura, Revista académica del Departamento de
Política y Cultura Núm. 6, primavera 96, Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco,
p. 114.
96
Patricia Massé, lo definió también así para el caso de las mujeres públicas de la ciudad de México.
Op.cit., p. 123.
184
CAPÍTULO IV LOS USOS SOCIALES DE LA FOTOGRAFÍA
97
En ello no abundaremos porque no es el propósito del presente trabajo y lo han hecho atinadamente
los expertos en la materia, por otro lado, qué caso tendría para lo que en estos momentos nos ocupa
hablar sobre su relación con el naturalismo y romanticismo si es, hasta cierto punto, obvia y normal
pues era –por decirlo de alguna manera- la moda del momento. Entre la bibliografía, véase: Aguilar,
1996, p. 91, Ixchel Delgado Jordá, Mujeres públicas bajo el imperio: la prostitución en la ciudad de
México durante el imperio de Maximiliano, 1864-1867, Zamora, tesis de maestría, El Colegio de
Michoacán, 1998, p. 263; Patricia Massé, op. cit.
98
Este dato también lo citan Massé e Ixchel pues son las mismas fotos, p. 261.
99
Apéndice fotográfico, páginas: 223, 228, 235, 237-239 y 242.
100
Delgado Jordá, Ixchel, Op.cit., pp. 273 y 274. Ver apéndice fotográfico página 228.
185
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
101
Apéndice fotográfico, pp. 205, 224, 209, 238, 211, 226, 242, 212, 228, 232, 220, 232.
Maximiliana Múgica (p. 216) seguía ejerciendo a los 40 años de edad pero no presentó foto para ese
nuevo registro.
102
Mac Masters, Merry, “Jeff Wall, un fotógrafo que no toma imágenes: las experimenta” en: La
Jornada, 2 de junio, 2008; Roland Barthes, op. cit.
103
Apéndice fotográfico páginas: 205, 209-210, 216, 218-219, 225, 227, 229-230, 232-234, 236,
238-242. En la página 211, se muestra el caso de Margarita Ayala a la que sobre la foto le marcan
una nota asentando su muerte. En Puebla y Oaxaca algunas aparecen mugrosas y desaliñadas. Véase:
Mark Overmyer-Velázquez, “Imágenes de la modernidad: fotografías y trabajadores en la formación
de la ciudad porfiriana de Oaxaca” en: De oficios y otros menesteres. Imágenes de la vida cotidiana
en la ciudad de Oaxaca; Rosalina Estrada Urroz, “L’émission «opaque» de la photographie de
prostituées, le Mexique del’Empire a la Révolution”, Nuevo Mundo Mundos Nuevos (en línea),
Coloquios, 2006, en línea el 16 mars 2006, URL: http://nuevomundo.revues.org/index1975.html
186
CAPÍTULO IV LOS USOS SOCIALES DE LA FOTOGRAFÍA
104
Dubois, Philippe, El acto fotográfico. De la representación a la recepción, Barcelona Paidós,
1994, p. 50; Susan Sontag, Sobre la fotografía, Barcelona, EDHASA, 1981. pp. 23, 31.
187
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
Debemos recordar lo que Lumholtz describió, a principios del siglo XX, sobre
las comunidades de San Juan y Cherán, localidades cercanas a la capital del estado,
que veían al retrato fotográfico como un conducto hacia la muerte. Asimismo, la
terquedad y resistencia de la población indígena a la que alude Frederick Starr sobre
el mismo proceso que como antropólogo le tocó vivir en la región de la cañada,
también en Michoacán.105
¿Es posible que el flashazo –de incomodidad perpetúa- no haya significado
nada para citadinos y rurales? No lo creo, pues aún en la tecnificada actual era digital
en que la imagen es desechable y fácilmente manipulable, la luz y las órdenes del
fotógrafo nos siguen intimidando a muchos.106
Tampoco se puede negar que a través de la prensa, la Iglesia y el Estado
construyeron un discurso moralista que estigmatizaba al criminal y la mujer pública,
¿cuánto influyó este discurso en la cotidianidad de esta población? ¿Aceptan o
acceden a fotografiarse acaso para alejarse de ese signo de exclusión? Para Patricia
Massé lo hacen porque eso forma parte de su actualidad,107 entendida ésta más allá
del escenario que les tocó vivir, es la capacidad de las mujeres para adaptarse a ese
contexto. La “actualidad” se encuentra en la apariencia al ser retratadas, “en la
inquietud” de la mirada y en el gesto de la fotografiada.
De acuerdo con los registros oficiales, es innegable que todas ellas son
prostitutas pero si las separamos del contexto que ofrece ese documento
administrativo “su significación se vuelve imprecisa [porque] Ellas se prestan a ‘un
juego social de ser retratadas’ que es vacilante,”108 pero no privativo, las prostitutas
no son las únicas que se prestan al juego social de ser retratadas; desde el momento
105
Starr, Frederick, En el México indio, México, CNCA, 1995.
106
“Muchos fotógrafos van a la guerra de safari, como a un parque de atracciones”, Entrevista a
Jimmy Fox, editor gráfico de la agencia magnum, publicada en: XLSemanal revista online, número
1018, del 29 de abril al 5 de mayo, 2007
(http://www.xlsemanal.com/web/articulo.php?id=15638&id_edicion=2007).
107
No pretendemos hacer un estudio comparativo, pero mencionamos la investigación de esta
especialista porque consideramos que algunos de sus razonamientos no son privativos del entorno
metropolitano son un fenómeno generalizado. Patricia Massé, op.cit.
108
Massé, Patricia, op.cit, p. 112.
188
CAPÍTULO IV LOS USOS SOCIALES DE LA FOTOGRAFÍA
en que cualquier persona sigue las indicaciones del fotógrafo accede a los
convencionalismos de la época, transmitidos por las órdenes de éste.109
En estas fotografías las prostitutas se convierten en otras, logrando así lo que
Barthes señala como “el advenimiento de yo mismo como otro”; Massé puntualiza
ese hecho como “una disociación ladina de la conciencia de identidad”;110 también
nos invita a preguntarnos, ¿hasta dónde este advenimiento es consciente o
inconsciente? Si como dice el propio Barthes, el simulacro comenzaba con la pose y,
en este sentido, las fotografiadas en Morelia denotan una pose temerosa.
El juego de apariencias tiene intenciones diferentes de acuerdo con la función
que se le da a la foto, ¿cuáles son las intenciones de la prostitutas al asumir una
identidad distinta a su realidad?, o ¿cuál es la intención del fotógrafo al indicarle
ciertas poses? ¿Cuántas prostitutas tenían la posibilidad de obtener una imagen
fotográfica que no fuera la del registro? Tal vez esto explique que desearan al menos
por una vez aparentar, parecer “otra”.
Lo planteo así porque considero que en la mayoría de los hombres criminales
(cuyas fotos se anexan al final de este texto) este juego no se da, al menos no
abiertamente exceptuando los que están bien vestidos, aunque este aspecto no queda
del todo claro porque con base en la ley solamente los presos que tuvieran un
excelente comportamiento podían ser separados del resto, ocupar una sala especial y
vestir diferente.
Los registros fotográficos de portación de armas reflejan otra situación,
podemos asegurar que todos asumen esa apariencia como parte de su realidad social
porque no cualquiera obtenía ese permiso, únicamente los que tenían la capacidad
económica y defendían la seguridad de sus propiedades. Los cargadores exhiben una
109
Esta sujeción inconsciente, o no, a las indicaciones del fotógrafo se extiende hasta el presente,
todo aquel que acude a un estudio al colocarse frente a la cámara, además de ubicarse en un margen
preestablecido, se somete a una serie de requisitos del fotógrafo e institucionales que parten de la
disyuntiva de para qué se ocupa una fotografía: credencial, pasaporte, título profesional, solicitud
laboral, publicidad comercial, propaganda política, etc. Con base en esas premisas el trabajador de la
cámara da órdenes e incluso ofrece el uso de un pequeño tocador que abastece al cliente de lo
necesario para su arreglo personal que incluye cepillos y sujetadores para el pelo, saco, camisa y
corbata.
110
Massé, Patricia, op.cit, p. 118; Roland Barthes, op. cit., p. 45.
189
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1911
111
Ibid, p. 128.
112
Idem. Las cursivas son nuestras.
113
Apéndice fotográfico, páginas: 215 (foto de María Guadalupe Cortés), 223 (foto de Lorenza
Rodríguez), 226 (foto de Jesús Esparza), 228-229 (fotos de Elena Ramos, Juana Castañeda, Irenea
Gordillo, Lugarda González), 231 (fotos de Atanasia Vargas, Emeteria Reyes, Salud Lomelí y Jacoba
Portugal), 232-238 (Alejandra Contreras, Severiana Sánchez, Juliana Cadena, Margarita Ramírez,
Trinidad García, Jesús Ramírez y Feliciana García, Manuela Rodríguez y Teresa Ríos), 240-241
(fotos de Ascención Martínez, Cruz Oliva, Atanasia Carpio, Anita Clemente, Concepción Valencia y
Paula Hernández). En la foto de Juana Castañeda lo que resalta también es que lleva el pelo suelto,
ella y otras tres mujeres (Isabel González, María Merced García y Marciana García, pp. 205, 210 y
236) incumplen con el recato que toda mujer debía mostrar al peinar y sujetar su pelo.
114
Apéndice fotográfico, páginas 216 (foto de Maximiliano Múgica), 225 (foto de Refugio Ramírez),
229-230 (fotos de Irenea Gordillo y las hermanas Sacramento y Soledad Romero), 232 (foto de Luz
Chávez), 234-235 (fotos de Trinidad García y Jesús Ramírez) y 240 (fotos de Cruz Oliva y Atanasia
Carpio).
190
CAPÍTULO IV LOS USOS SOCIALES DE LA FOTOGRAFÍA
Prostitución infantil
115
Sánchez Calleja, María Eugenia, “Enganche y prostitución de menores de edad en la ciudad de
México, 1926-1940” en: Dimensión antropológica, Vol. 25, mayo-agosto, 2002.
116
El código civil establecía que “las personas de ambos sexos que no hayan cumplido veintiún años,
son menores de edad”, los hombres podían obtenerla a los 18 si eran casados, cosa que no sucedía
con las mujeres; para casarse él debía contar por lo menos con catorce años y ella con doce, previo
consentimiento de los padres, abuelos o tutores.
117
A manera de ejemplo véase el apéndice fotográfico, páginas 209, 211, 215, 221-222, 225, 227,
231, 234, 237 y 240.
191
REVOLUCIÓN Y MASIFICACIÓN DE LA IMAGEN: FOTOGRAFÍA Y CONTROL SOCIAL EN MORELIA, 1870-
1911
las menores en una posición más vulnerable con respecto a la explotación por parte
de las matronas, los lenones, la clientela y aun las autoridades encargadas de su
vigilancia”.118
En la cotidianidad, la minoría de edad y la adolescencia no correspondían a lo
estipulado en los cánones jurídicos, ya fuera por las costumbres o los sectores
sociales de pertenencia de las menores ¿En realidad se tenía una idea –aunque fuera
medianamente clara- sobre lo que significaba la minoría de edad antes y después de
la codificación? En la mayoría de los expedientes de criminales, éstos no daban su
edad con certeza, recordemos que en los sectores de escasos recursos y de
procedencia rural, la infancia terminaba en cuanto el niño podía valerse por sí
mismo, aproximadamente a los ocho años. Las labores en las que la familia
entrenaba a los niños iban desde la ayuda en los quehaceres del hogar, en las
ocupaciones laborales del padre o la madre, hasta en el trabajo externo para
contribuir al gasto familiar.119
Generalmente a las mujeres se les asignaban actividades como el cuidado de
los hermanos menores y los quehaceres domésticos. Y entre los ocho y diez años se
les colocaba como sirvientas, lo cual servía para que en algunos casos, las jóvenes
ayudaran al gasto familiar o por lo menos dejaran de ser una carga económica para la
familia. Su inicio a la vida sexual era entre los doce y catorce años de edad,
aproximadamente, y en algunos casos mucho antes. “A la edad de catorce años
podían contraer matrimonio legal, con la autorización de sus padres, aunque por lo
general esto no sucedía así, al predominar las relaciones en amasiato (concubinato).
Esta situación no era la misma para los sectores sociales más altos, en los que se
118
Sánchez Calleja, María Eugenia, op.cit.
119
Sánchez Calleja, María Eugenia, “Meretrices adolescentes” en Luna córnea, número 9, 1996, pp.
41-43. Durante el periodo estudiado por esta autora, 1920 a 1940, en la ciudad de México las
trabajadoras domésticas en edad adolescente ganaban de 8 a 10 pesos mensuales, como prostitutas de
3 a 5 pesos por día.
192
CAPÍTULO IV LOS USOS SOCIALES DE LA FOTOGRAFÍA
120
Idem.; María Lourdes Salgado Ramírez, Una cuestión de honor: adulterio y sexualidad en
Morelia, 1881-1924, México, Tesis de maestría en historia moderna y contemporánea, Instituto de
Investigaciones “Dr. José María Luis Mora”, 2007.
121
Sánchez Calleja, María Eugenia, “Meretrices adolescentes”; Alberto del Castillo Troncoso,
Imágenes… De esta problemática hablamos brevemente en el capítulo anterior.
122
En 1940 se derogó el sistema reglamentarista de la prostitución, con esto se prohibió el lenocinio
y es a partir de esta década que esas demandas si se ven en los archivos oficiales.
193
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123
AHMM, Secretaría del Ayuntamiento, Libro 327, Exps. 193-197, julio de 1895; Caja 2B, Exp.
15ª, 1904-1905, “Reglamento de cargadores, se anexan las listas de las compañías: en la plaza de
armas, compañía de san José, compañía de San Agustín, san Francisco y la estación”.
194
CAPÍTULO IV LOS USOS SOCIALES DE LA FOTOGRAFÍA
Imágenes 10 y 11. Antonio Alvarado (izquierda), Hilario Guerrero (derecha), cargadores registrados
en la 2ª Compañía. Fuente: AHMM, Secretaría del Ayuntamiento, Libro 327, 1895.
124
Recopilación de leyes, decretos, reglamentos y circulares expedidas en el estado de Michoacán,
formada y anotada por Amador Coromina, Morelia, Imprenta de los hijos de Ignacio Arango, tomo
XXXII, 1899, p. 172.
195
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125
Véase el retrato de Efrén Chávez, Imagen 3, p. 51.
126
La Libertad, Año 12, Tomo 12, Núm. 9, Morelia, 26 de febrero, 1904; Núm. 31, 29 de julio, 1904,
p. 3; Núm. 32, p. 2.
127
Idem, Año 13, Tomo 13, Núm. 1, Morelia, 3 de enero, 1905, p. 2; El Centinela, Tomo XII, Núm.
3, Morelia, 7 de agosto, 1904, pp. 1-2.
128
Cada uno de los gendarmes era fotografiado de frente y perfil, esas fotografías se incluían en el
libro de filiaciones respectivo. La Actualidad, Año II, Núm. 379, Morelia, 27 de julio, 1907, p. 3.
196
CAPÍTULO IV LOS USOS SOCIALES DE LA FOTOGRAFÍA
129
La Libertad, Año 5, Tomo 5, Núm. 37, Morelia, 14 de septiembre, 1897, p. 3.
130
Idem.
131
La Libertad, Año 16, Tomo 16, Núm. 33, Morelia, 24 de abril, 1908, p. 1.
132
La Actualidad, Año III, Núm. 590, Morelia, 27 de junio, 1908, p. 3; La Libertad, Año 16, Tomo
16, Núm. 50, Morelia, 23 de junio, 1908, p. 1.
197
CONCLUSIONES
199
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C ONCLUSIONES
del siglo XIX moreliano fueran retratos de personajes regionales célebres (políticos,
eclesiásticos, empresarios e intelectuales regionales), imágenes de bellezas naturales
y arquitectónicas, hombres, mujeres y niños pudientes que desde el rincón más
confortable de su hogar –real o construido en el estudio- reflejaban la integridad del
modelo de familia y matrimonio católicos, hombres de negocios en reuniones o
excursiones de carácter empresarial, etcétera, en fin todo aquello que proyectara a la
nación mexicana como una entidad civilizada y progresista.
En este marco de identidades mecánicas no tuvieron cabida, por invisibles, los
sujetos marginales sin presencia económica, atrofiados sociales y fisiológicos que se
desenvolvieron al filo del desagrado público y las cifras oscuras de la criminalidad
citadina de la capital michoacana; aquellos a quienes les tocó vivir recluidos en la
cárcel y en los barrios bajos de una ciudad en constante crecimiento poblacional con
una modernización más ilusoria que real, donde los progresos materiales como por
ejemplo el ferrocarril, teléfono, luz, trazado de calles, limpieza, sanidad de las
alcantarillas, mercados y el servicio médico, eran mayormente para un selecto grupo
de propietarios habitantes de la calle principal y sus alrededores, a la más pura
usanza colonial.
La selectividad con la que se manejaron dichas mejorías, el acceso a la
educación, la cultura y la posibilidad real de un trabajo remunerado fueron el
detonante que separó aún más a los diferentes sectores urbanos integrados en su
mayoría por oleadas migratorias de distritos y estados circunvecinos golpeados por
las constantes guerras y la miseria perenne. Todo ello generó una sociedad en tensión
donde los distintos actores urbanos: las élites gubernamentales, las económicas y las
sociales, concibieron y usaron la ciudad de diferentes formas e impulsaron ideas y
prácticas muy particulares de la modernidad en su lucha por el poder social, cultural
y político.
Estrategias opuestas a la visión y acción de los distintos grupos populares y
marginales que componían la mayoría de una población aparentemente homogénea
en lo racial. Mientras unos transformaban y ordenaban para encontrar nuevos
201
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202
C ONCLUSIONES
obsta para que en la práctica el Estado enfrentara los usos sociales “anormales” con
un reglamentarismo impregnado de ideas higienistas acordes con el discurso de la
criminalística moderna imperante en el porfiriato.
Las teorías y medidas legislativas condujeron más que a un control sólido, a
una redefinición de las diferentes identidades culturales y/o sociales; esa finalidad se
enriqueció con el recurso fotográfico para registrar e identificar a la población
remarcando aún más las diferencias entre unos y otros. El retrato fotográfico se
utilizó como un documento certificatorio de la identidad del individuo, que validaba
la información emitida por el texto del expediente judicial, al mismo tiempo que
excluía al fotografiado al estigmatizarlo como un ser peligroso y “una lacra social”.
En las imágenes de criminales y prostitutas el sentido del fotógrafo no fue
representar la realidad de esos individuos sino trazar otra perspectiva identitaria que
los relegaba, el técnico fotográfico se ocupa más del refinamiento indicado por el
manual, reproduce parte de los rasgos, intenta determinar la edad y no logra ¿o no le
importa?, captar la personalidad del otro, a la manera en que Henri Cartier Bresson
suponía que debía ser un verdadero retrato.
El recurso fotográfico sólo ofreció, como bien lo señala Barthes, “un poco de
verdad” pues las técnicas de identificación eran en cierto modo primitivas y en ese
momento la fotografía confirió una ayuda parcial para la identificación real de los
individuos debido sobre todo a los cambios fisonómicos, naturales o provocados,
cuestión hoy ampliamente constatada con huellas dactilares, registros de voz, análisis
genéticos, por mencionar algunos, desconocidas en el siglo XIX pero que en ese
entonces significaron las escasas herramientas de resistencia a un sistema que los
inculpaba por violar los códigos de conducta socialmente aceptados y establecidos
por una sociedad de la cual nunca formaron parte.
El disimulo y la subjetividad de los jueces para denominar a un criminal y
juzgarlo como tal, así como la influencia del operario fotográfico muestran que pocas
personas con una posición económica superior al resto de los criminales fueron
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204
APÉNDICE FOTOGRÁFICO
Prostitutas:
AHMM, Libro de registro de mujeres públicas, 205-221 (concluye con Juana Aviña)
1877, Libro 253.
AHMM, Libro de registro de mujeres públicas, 221-242 (inicia con Elena Molina)
1883, Libro 43.
205
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1
Así s e puede constatar a lo largo de la extensa Recopilación hecha por Amador Coromina.
206
FUENTES CONSULTADAS
Documentales
Hemerográficas
207
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La Gaceta Imperial
La Justicia
La Idea
La Libertad
La Paz
La Sombra de Hidalgo
La Voz del Pueblo
La Voz de Michoacán
Periódico Oficial del Estado de Michoacán
Periódico Oficial del Imperio Mexicano
Revista Católica
Bibliohemerografía
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F UENTES C ONSULTADAS
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1911
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