PENTALFA
PENTALFA
heridas o estigmas de Cristo. Para los pitagóricos, los cinco puntos representaban los
cinco elementos clásicos: fuego, tierra, aire, agua e idea o lo divino.
Pantaclo
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Un pantaclo o pentalfa ha sido usado como un amuleto o talismán contra las
fuerzas malignas, que grabado en una puerta impide la entrada de malos
espíritus.1
Pantaclo y pentalfa han tenido diferentes significados a lo largo del tiempo y a
través de diferentes doctrinas:2
Quizás conocido por los antiguos mesopotámicos (por ejemplo los sumerios), fue muy
considerado por Pitágoras quien observó su relación con el número áureo. La mayoría de
los autores opinan que el pentagrama fue primero conocido y estudiado por
los babilonios y de allí lo tomaron los pitagóricos, debido a la coincidente asociación del
pentágono regular con el cosmos u orden divino. Sin embargo, hay quienes lo ponen en
duda, pues el sumario atribuido a los neoplatónicos Eudemo de Rodas y Proclo menciona
que los pitagóricos solo conocían a tres de las figuras cósmicas (poliedros regulares),
desconociendo al octaedro y el icosaedro. La explicación dada es que los tomaron de la
forma de los cristales naturales y no surgieron de una deducción matemática, lo que iría en
contra de la herencia babilónica.1 Desde entonces se le dio un uso al mismo tiempo
místico-mágico y otro científico; en la magia el pentalfa o pentáculo con su punta hacia
arriba suele significar al ser humano (de hecho: durante la Edad Media se esbozaban
alargados pentalfas para luego sobre ellos dibujar las figuras humanas, y esto puede verse
en el célebre grabado de Leonardo Da Vinci.
En ciencia, el pentagrama es una interesante figura que grafica varias leyes matemáticas:
guarda una estrecha relación con el número áureo, la sucesión de Fibonacci, la espiral
logarítmica, fractales y logaritmos, entre otros, y por ello con muchos fenómenos de la
naturaleza.
El número áureo, también llamado número de oro, número de Dios, razón extrema y
media,2 razón áurea, razón dorada, media áurea, proporción áurea y divina
proporción,3 es un número irracional,4 representado por la letra griega φ (phi) (en
minúscula) o Φ (Phi) (en mayúscula) en honor al escultor griego Fidias.
Su valor numérico, mediante radicales o decimales es:
Al ser irracional, no es posible representarlo con exactitud como una fracción decimal; se
puede seguir calculando cifras, pero nunca se alcanza la última.
También se representa con la letra griega tau (Τ τ),5 por ser la primera letra de la raíz
griega τομή, que significa acortar, aunque es más común encontrarlo representado con la
letra fi (phi) (Φ,φ). También se representa con la letra griega alfa minúscula.6
Se trata de un número algebraico irracional (su representación decimal es infinita y no
tiene periodo) que posee muchas propiedades interesantes y que fue descubierto en la
Antigüedad, no como una expresión aritmética, sino como relación o proporción entre dos
segmentos de una recta, es decir, una construcción geométrica. Esta proporción se
encuentra tanto en algunas figuras geométricas como en la naturaleza: en las nervaduras
de las hojas de algunos árboles, en el grosor de las ramas, en el caparazón de un caracol,
en los flósculos de los girasoles, etc. Una de sus propiedades aritméticas más curiosas es
que su cuadrado (Φ2 ≈ 2,61803398874988…) y su recíproco (1/Φ ≈ 0,61803398874988…)
tienen las mismas infinitas cifras decimales.
Asimismo, se atribuye un carácter estético a los objetos cuyas medidas guardan la
proporción áurea. Algunos incluso creen que posee una importancia mística. A lo largo de
la historia, se ha atribuido su inclusión en el diseño de diversas obras de arquitectura y
otras artes, aunque algunos de estos casos han sido cuestionados por los estudiosos de
las matemáticas y el arte.
El número áureo es el valor numérico de la proporción que guardan entre sí
dos segmentos de recta a y b (a más largo que b), que cumplen la siguiente relación:
1. La unicidad; Pacioli compara el valor único del número áureo con la unicidad de
Dios.
2. El hecho de que esté definido por tres segmentos de recta, Pacioli lo asocia con
la Trinidad.
3. La inconmensurabilidad; para Pacioli la inconmensurabilidad del número áureo y la
inconmensurabilidad de Dios son equivalentes.
4. La autosimilitud asociada al número áureo; Pacioli la compara con
la omnipresencia e invariabilidad de Dios.
5. Según Pacioli, de la misma manera en que Dios dio ser al Universo a través de la
quinta esencia, representada por el dodecaedro, el número áureo dio ser al
dodecaedro.
En 1525, Alberto Durero publicó Instrucción sobre la medida con regla y compás de figuras
planas y sólidas, donde describe cómo trazar con regla y compás la espiral áurea basada
en la sección áurea, que se conoce como “espiral de Durero”.
El astrónomo Johannes Kepler (1571-1630) desarrolló un modelo platónico del sistema
solar utilizando los sólidos platónicos, y se refirió al número áureo en términos grandiosos:
La geometría tiene dos grandes tesoros: uno es el teorema de Pitágoras; el otro, la división de una
línea entre el extremo y su proporcional. El primero lo podemos comparar a una medida de plata; el
segundo lo debemos denominar una joya preciosa.
Johannes Kepler en Mysterium Cosmographicum (El misterio cósmico).
En el pentagrama[editar]
Leonardo de Pisa (Fibonacci), en su Libro de los ábacos (Liber abacci, 1202, 1228),
usa la sucesión que lleva su nombre para calcular el número de pares de
conejos n meses después de que una primera pareja comienza a reproducirse
(suponiendo que los conejos están aislados por muros, se empiezan a reproducir
cuando tienen dos meses de edad, tardan un mes desde la fecundación hasta el parto
y cada camada es de dos conejos). Este es un problema matemático puramente
independiente de que sean conejos los involucrados. En realidad, el conejo común
europeo tiene camadas de 4 a 12 individuos y varias veces al año, aunque no cada
mes, pese a que la preñez dura 32 días. El problema se halla en las páginas 123 y 124
del manuscrito de 1228, que fue el que llegó hasta nosotros, y parece que el
planteamiento recurrió a conejos como pudiera haber sido a otros seres; es un soporte
para hacer comprensible una incógnita, un acertijo matemático. El cociente de dos
términos consecutivos de la sucesión de Fibonacci tiende a la sección áurea o al
número áureo si la fracción resultante es propia o impropia, respectivamente. Lo
mismo sucede con toda sucesión recurrente de orden dos, según demostraron Barr y
Schooling en la revista The Field del 14 de diciembre de 1912.14
La disposición de los pétalos de las flores (el papel del número áureo en
la botánica recibe el nombre de Ley de Ludwig).1516
La distribución de las hojas en un tallo. Ver: Sucesión de Fibonacci.15
La relación entre las nervaduras de las hojas de los árboles.17
La relación entre el grosor de las ramas principales y el tronco, o entre las ramas
principales y las secundarias (el grosor de una equivale a Φ tomando como unidad la
rama superior).17
La cantidad de espirales de una piña (ocho y trece espirales), flores o inflorescencias.
Estos números son elementos de la sucesión de Fibonacci y el cociente de dos
elementos consecutivos tiende al número áureo.1819
La distancia entre el ombligo y la planta de los pies de una persona, respecto a su
altura total.20
La cantidad de pétalos en las flores. Existen flores con 3, 5 y 8 pétalos y también con
13, 21, 34, 55, 89 y 144.18
La distribución de las hojas de la yuca y la disposición de las hojas de las alcachofas.18
La relación entre la distancia entre las espiras del interior espiralado de
cualquier caracol o de cefalópodos como el nautilus. Hay por lo menos tres espirales
logarítmicas más o menos asimilables a proporciones aúreas. La primera de ellas se
caracteriza por la relación constante igual al número áureo entre los radiovectores de
puntos situados en dos evolutas consecutivas en una misma dirección y sentido. Las
conchas del Fusus antiquus, del Murex, de Scalaria pretiosa, de Facelaria y
de Solarium trochleare, entre otras, siguen este tipo de espiral de crecimiento.2122 Se
debe entender que en toda consideración natural, aunque involucre a las ciencias
consideradas más matemáticamente desarrolladas, como la Física, ninguna relación o
constante que tenga un número infinito de decimales puede llegar hasta el límite
matemático, porque en esa escala no existiría ningún objeto físico. La partícula
elemental más diminuta que se pueda imaginar es infinitamente más grande que un
punto en una recta. Las leyes observadas y descriptas matemáticamente en los
organismos las cumplen transgrediéndolas orgánicamente.23
Para que las hojas esparcidas de una planta (Ver Filotaxis) o las ramas alrededor del
tronco tengan el máximo de insolación con la mínima interferencia entre ellas, éstas
deben crecer separadas en hélice ascendente según un ángulo constante y
teóricamente igual a 360º (2 - φ) ≈ 137° 30' 27,950 580 136 276 726 855 462 662 132
999…". En la naturaleza se medirá un ángulo práctico de 137º 30' o de 137º 30' 28" en
el mejor de los casos.15 Para el cálculo se considera iluminación vertical y el criterio
matemático es que las proyecciones horizontales de unas sobre otras no se recubran
exactamente. Aunque la iluminación del Sol no es, en general, vertical y varía con
la latitud y las estaciones, esto garantiza el máximo aprovechamiento de la luz solar.
Este hecho fue descubierto empíricamente por Church15 y confirmado
matemáticamente por Weisner en 1875. En la práctica no puede medirse con tanta
precisión el ángulo y las plantas lo reproducen "orgánicamente"; o sea, con una
pequeña desviación respecto al valor teórico. No todas las plantas se benefician con
un máximo de exposición solar o a la lluvia, por lo que se observan otros ángulos
constantes diferentes del ideal de 137.ª 30'. Puede encontrar una tabla en la página 26
del documento completo accesible en el enlace de la referencia.19
En la cantidad de elementos constituyentes de las espirales o dobles espirales de las
inflorescencias, como en el caso del girasol, y en otros objetos orgánicos como las
piñas de los pinos se encuentran números pertenecientes a la sucesión de Fibonacci.
El cociente de dos números sucesivos de esta sucesión tiende al número áureo.
Existen cristales de pirita dodecaédricos pentagonales (piritoedros) cuyas caras son
pentágonos irregulares. Sin embargo, las proporciones de dicho poliedro
irregular no involucran el número áureo. En el mundo inorgánico no existe el
pentágono regular. Este aparece (haciendo la salvedad de que con un error orgánico;
no podemos pretender exactitud matemática al límite24) exclusivamente en los
organismos vivos.25
El número áureo surge de la división en dos de un segmento guardando las siguientes proporciones:
La longitud total a+b es al segmento más largo a, como a es al segmento más corto b.
Las espirales áureas son auto similares. La forma se repite indefinidamente cuando la ampliamos.
Ver Fractales
Generación[editar]
Espirales doradas
Sucesión de Fibonacci
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Gráfica de la sucesión de Fibonacci hasta
Un modelo del patrón de distribución de las semillas del girasol fue propuesto por H. Vogel
en 1979.19 Presenta la forma
donde n es el índice de la flor y c es un factor de escala; entonces las semillas se
alinean según espirales de Fermat. El ángulo de divergencia, de aproximadamente
137.51°, está relacionado con el número áureo. Debido a que el coeficiente es un
número irracional, ninguna semilla tiene ninguna vecina al mismo ángulo respecto al
centro, por lo que se compactan eficientemente. Debido a que las aproximaciones
racionales al número aúreo son de la forma F(j):F(j + 1), los vecinos más próximos al
número de semillas n están todos en n ± F(j) para cada índice j, que depende de r, la
distancia al centro. Suele afirmarse que los girasoles y flores similares tienen 55
espirales en una dirección y 89 en la otra (o alguna otra pareja de números
adyacentes de la sucesión de Fibonacci), pero esto solo es cierto en ciertos rangos de
radio, generalmente raros (y por ello más notables).20
Una de las curiosidades de dicha serie son los dígitos de sus elementos:
Divisibilidad[editar]
Vitruvio
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Marco Vitruvio
Información personal
Nacimiento c. 80 a. C.-70 a. C.
Formia (Italia)
Fallecimiento c. 15 a. C.
Nacionalidad Romana
Información profesional
Marco Vitruvio Polión (en latín Marcus Vitruvius Pollio; c. 80 a. C.-70 a. C.-
15 a. C.) fue un arquitecto, escritor, ingeniero y tratadista romano del
siglo I a. C.1
Índice
1Biografía y obra
2De Architectura libri decem (De architectura) de Vitruvio
3Tecnología romana
o 3.1Máquinas
o 3.2Acueductos
o 3.3Materiales
o 3.4Máquinas de desagüe
o 3.5Instrumentos de topografía
o 3.6Calefacción central
4Redescubrimiento
5Legado
6Véase también
7Referencias
8Bibliografía
9Enlaces externos
Biografía y obra[editar]
Fue arquitecto de Julio César durante su juventud y al retirarse del servicio,
entró en la arquitectura civil, siendo de este periodo su única obra conocida,
la basílica de Fanum (Italia). Es el autor del tratado más antiguo
sobre arquitectura que se conserva y el único de la Antigüedad clásica, De
Architectura, en 10 libros (probablemente escrito entre los años 27 a. C. y
23 a. C.). Inspirada en teóricos helenísticos –se refiere expresamente a
inventos del gran Ctesibio–, la obra trata sobre órdenes, materiales, técnicas
decorativas, construcción, tipos
de edificios, hidráulica, colores, mecánica y gnomónica (Libro IX).
El último libro está dedicado a las máquinas: de tracción, elevadoras de agua y
todo tipo de artefactos bélicos (catapultas, ballestas, tortugas, etc.). Vitruvio
describió muy bien la rueda hidráulica en el cap. X.5. La rueda de Vitruvio era
vertical y el agua la empujaba por abajo; unos engranajes tenían la finalidad de
cambiar la dirección del giro y aumentar la velocidad de las muelas; se calcula
que con la energía producida por una de estas ruedas se podían moler
150 kg de trigo por hora, mientras que dos esclavos solo molían 7 kg.2
Hombre de Vitruvio, de Leonardo da Vinci.
Hemos llegado al número cinco partiendo del tetracordio de Filolao, o del triángulo egipcio. Otro
método, bastante próximo al primero, ha llevado a los pitagóricos a la evaluación del número
cinco a partir de la sección áurea, o sección divina, de un segmento de recta, así como al estudio
del pentalfa o pentagrama, símbolo característico de la cofradía pitagórica, o de la estrella
flamígera, símbolo característico de la fraternidad masónica.
El estudio riguroso de este tema, desde el punto de vista geométrico y aritmético, exigiría un largo
desarrollo que hemos hecho ya en una de nuestras obras anteriores 1. Es por esto, que no
repetiremos aquí la demostración por la que se llega a los resultados y a la propiedad que
utilizaremos pitagóricamente, es decir sin ayuda del postulado de Euclides, y que enviamos al
lector a dicha obra.
El número está, al contrario, relacionado, aunque de una forma menos sencilla, con la
división de la circunferencia en diez y cinco partes iguales, y con la medida del lado del pentágono
inscrito y del lado del decágono regular inscrito. Se llama sección áurea de un segmento, o
"sección divina", a aquella parte del segmento tal que el cuadrado que tiene por lado este
segmento equivale al rectángulo que tiene por lados el segmento entero y la parte restante. La
determinación geométrica de la sección áurea de un segmento puede obtenerse mediante dos
construcciones; y con la teoría de las proporciones, la sección áurea de un segmento puede
definirse también como la media geométrica o proporcional entre el segmento entero y la parte
restante. Se puede demostrar entonces que en el triángulo isósceles, cuyo ángulo del vértice
superior es igual a la mitad del ángulo del vértice de la base, la base es la sección áurea del lado;
y, como el ángulo del vértice superior es de 36º, de aquí se deduce que, dividida la circunferencia
en diez partes iguales, el lado del decágono regular inscrito es la sección áurea del radio; vice
versa, el arco que tiene por cuerda la sección áurea del radio tiene 36º y es la décima parte de
toda la circunferencia. De aquí la posibilidad de determinar la sección áurea del radio OA de una
circunferencia y la división de la circunferencia en diez partes iguales.
Figura 1
Si el radio OA es igual a uno, el radio OC es 1:2, la hipotenusa AC del triángulo rectángulo AOC
es dividido por 2, y la sección áurea AD mide dividido por 2. Así pues, el lado del
decágono regular, inscrito en la circunferencia de radio uno, es la sección áurea del radio y
mide dividido por 2.
Figura 2
Y como el triángulo isósceles CEM tiene un vértice cuyo ángulo es 36º, la base CM es la sección
áurea del lado EC, como los cinco puntos del pentagrama estrellado son manifiestamente iguales
se deduce de esto que, AM = EN es la sección áurea de EM = AN. Por lo tanto, determinada la
sección áurea en un segmento, la parte restante es la sección áurea de la sección áurea de dicho
segmento etc. , es decir AE : AN = AN : EN = EN : NP...
Los lados del pentalfa determinan un pentágono regular MNPQR de lado MN= lê5 cuyos vértices son
también los vértices de otro pentalfa cuyo lado sê5 es igual a AM, y se tiene la proporción
s5 : l5 = sê5 : lê5
El segundo pentalfa determina a su vez un tercer pentágono inscrito de lado lêê5 y un tercer
pentalfa inscrito de lado sêê5 etc. , y se tiene la cadena de relaciones iguales
Señalemos de paso que, si se considera los arcos sucesivos iguales respectivamente a una décima,
dos décimas, tres décimas y cuatro décimas partes de la circunferencia, y cuya suma es igual a la
circunferencia entera, sus cuerdas AB, BD, DG, GA forman un cuadrilátero cuyos lados son
respectivamente el lado l10 del decágono inscrito, el lado s10 del decalfa inscrito y el lado s5 del
pentalfa inscrito y cuya diagonal BG es un diámetro y divide al cuadrilátero en dos triángulos
rectángulos, y se tiene así:
l2 5 + l2 10 + s2 5 + s2 10 = 8 r2
estos cuatro lados forman una tétractys cuya suma es igual al doble del cuadrado del diámetro.
Observemos ahora que si señalamos cuatro segmentos, a, b, c y d, tales que cada uno sea la
sección áurea del precedente, se tiene:
a=b+cyb=c+d
a + d = b + c + b - c = 2b
Es por esto que el segundo término de la sucesión de los cuatro segmentos es la media aritmética
de los extremos.
b 2 = a c c2 = b d
así pues b2 c2 = a b c d y por fin b c = a d , y los cuatro segmentos forman una proporción.
Por otra parte, señalando por M la media armónica de los extremos a, d, se tiene:
ad=a+dM
así pues
bc=bM
y c = M; el tercer término de la sucesión es la media armónica de los extremos.
Podemos pues enunciar la propiedad: Si cuatro segmentos son segmentos sucesivos de una sucesión
tal que cada segmento es la sección áurea del anterior, forman una proporción, el segundo
segmento es la media aritmética de los extremos y el tercero es la media armónica de los
extremos.
Esta proporción entre cuatro segmentos es también un caso particular de la proporción babilónica,
como lo era la proporción formada por las cuatro cuerdas del tetracordio de Filolao. En las dos
tétradas igualmente el segundo término es la media aritmética de los extremos y el tercero la
media armónica. En el caso del tetracordio de Filolao, la ley de determinación daba que el primer
término fuera el doble del cuarto; en este caso la ley de formación es que cada término es la
sección áurea del anterior.
En conclusión: el lado s5 del pentalfa pitagórico está dividido por los otros dos lados de este
pentalfa en dos puntos intermedios M y N tales que AE : AN = AM : MN que son respectivamente
iguales a:
s5, l5, sê5, lê5 es decir a: s5, s5 ( dividido por 2) , s5 (3 - dividido por 2), s5 ( À 2)
En esta proporción cada segmento es la sección áurea del anterior, como en la proporción de las
cuatro cuerdas del tetracordio el segundo segmento es la media aritmética de los extremos y el
tercero la media armónica de los extremos. Además, así como la gama pitagórica se obtiene con la
ley de quinta del tetracordio de Filolao, así cada término de la cadena de relaciones iguales se
obtiene tomando la sección áurea del término anterior, o dividiendo la circunferencia en diez y en
cinco partes iguales.
Por otra parte, el último de los cinco poliedros regulares pitagóricos y platónicos, el dodecaedro
regular, tiene doce caras que son pentágonos regulares; y, designando por a la apotema de este
poliedro y por 2 a la altura del dodecaedro o la distancia entre dos caras paralelas, se puede
demostrar que los planos paralelos a las dos bases paralelas, intermediarios entre ellas y que pasen
respectivamente por los cinco vértices del dodecaedro próximos a esta base, dividen la altura
2 a del dodecaedro en dos puntos M y N tales que, señalando por AB la altura,
Por otra parte, se puede demostrar que la sección áurea de la altura 2a es igual al lado s10 del
decalfa inscrito en la cara pentagonal del dodecaedro (decalfa que se obtiene uniendo de cuatro
en cuatro los diez puntos de la división de la circunferencia), se puede demostrar que el radio de
la circunferencia circunscrita es la sección áurea del lado s10 del decalfa inscrito, y por fin sabemos
que el lado l10 del decágono inscrito es la sección áurea del radio r. Así la tetractys de los cuatro
segmentos señalados sobre la altura del dodecaedro está constituida por cuatro segmentos:
2 a, s10, r, l10 que constituyen la proporción geométrica
2 a : s10 = r : l10
en la que cada término es la sección áurea del anterior; así pues el segundo término es la media
aritmética de los extremos mientras que el tercero, o el radio r, es la media armónica. El
dodecaedro goza pues de la siguiente propiedad: El radio de la circunferencia circunscrita a la cara
del dodecaedro es la media armónica entre la altura del dodecaedro y el lado del decágono regular
inscrito en dicha cara.
Esta tercera proporción babilónica entre la tetractys de los cuatro elementos del dodecaedro,
mencionados aquí arriba, está igualmente relacionada con el número cinco de los lados de la cara
pentagonal y con el número 12 de las caras del poliedro; como en el caso del tetracordio, la
proporción babilónica estaba relacionada con la ley de quinta, con las cinco teclas negras del
piano y con las doce teclas blancas y negras de la octava. Si llevamos los doce planos paralelos a
las doce caras del dodecaedro a los cinco vértices vecinos, estos planos determinan en el interior
del dodecaedro otro dodecaedro regular dotado de las mismas propiedades, y así, sin interrupción,
indefinidamente.
Ahora bien, en el pitagorismo las siete ciencias liberales estaban estrechamente ligadas entre sí y
con las diferentes artes, es pues previsible que en las diferentes artes se hallará la huella de la
importancia que los pitagóricos concedían a la sección áurea y a la media armónica. En efecto, el
canon de la estatuaria de Polícleto se relaciona con la media armónica 3, mientras que la
sección áurea tiene gran importancia en la arquitectura anterior al siglo de Pericles4.
Mattila C. Ghyka llama a la sección áurea el "Número de Oro"; y éste es, por otra parte, el título
de su principal obra sobre el estudio de la arquitectura sagrada de todos los tiempos. La música, la
escultura y la arquitectura, todas las artes, se ajustan a la ley de la armonía universal basada en la
propiedad de los números sagrados.
Para comprender a fondo la importancia y el significado que debían tener a los ojos de los
pitagóricos lo que hemos hallado a propósito del dodecaedro, hay que recordar que para ellos y
para Platón el dodecaedro era el símbolo del universo, y que los cinco poliedros regulares, las
figuras cósmicas, eran el símbolo de los cuatro elementos y del universo, como podemos
aprenderlo leyendo el Timeo de Platón, el diálogo pitagórico por excelencia.
El tetraedro regular, con sus cuatro caras triangulares, sus cuatro vértices y sus seis aristas,
simbolizaba el fuego; y puede que esta correspondencia sea debida a la forma del sólido cuyo
vértice recuerda el extremo de la llama que se eleva por encima de su base, y se haya apoyado en
la etimología errónea de la palabra pirámide, que viene de pyr que significa "fuego", y que
utilizaban los griegos para el tetraedro. Los tres diámetros de la circunferencia circunscrita dados
por los vértices de cada cara la dividen en seis triángulos rectángulos iguales entre ellos, y,
considerando los tetraedros que tienen por vértice común el centro del tetraedro regular y por
base los 24 triángulos iguales que dividen la superficie, el tetraedro se compone de 24 tetraedros
equivalentes. Análogamente, el octaedro de ocho caras, que son triángulos equiláteros, seis
vértices y 12 aristas, cuya superficie está dividida en 48 triángulos rectángulos iguales, y el
poliedro correspondiente que se compone de 48 tetraedros equivalentes. Análogamente, el
icosaedro de veinte caras, que son triángulos equiláteros, doce vértices y treinta aristas, cuya
superficie está dividida en 120 triángulos iguales, y el icosaedro que se compone de 120
tetraedros, de los que son las bases los 120 triángulos iguales de la superficie y que tienen como
vértice común el centro del poliedro. Cada poliedro regular tiene un poliedro polar para el cual el
número de caras y de vértices es intercambiable, mientras que el de aristas permanece invariable.
El tetraedro es autopolar; el poliedro polar del octaedro es el cubo que tiene seis caras cuadradas,
ocho vértices y doce aristas. Filolao veía en el cubo la imagen de la armonía porque el número de
sus vértices es la media armónica del número de sus caras y de sus aristas, lo que se verifica
también para el octaedro. Cada cara del cubo está dividida en cuatro triángulos rectángulos
isósceles iguales, por los diámetros de la circunferencia circunscrita que pasan por los vértices; así
pues la superficie del cubo está dividida en 24 triángulos rectángulos iguales, y el cubo o hexaedro
se compone de 24 tetraedros equivalentes que tienen por vértice común el centro del cubo.
Después de haber asimilado estos cuatro poliedros a los cuatro elementos, fuego, aire, agua y
tierra, Platón no hace decir a Timeo sino esto: "Quedaba todavía una única y última combinación;
Dios se ha servido de ella para el Todo, cuando trazó el orden final" [Traducción Rivaud, Les Belles
Lettres, París 1956]. Señalemos que Platón y los pitagóricos sabían que no hay más que cinco
poliedros regulares, lo que se demuestra muy fácilmente; señalemos también que las figuras
cósmicas llevan al número cinco. En cuanto al silencio brusco e inesperado de Platón, que corta en
seco su exposición, ha llamado la atención de Robin quien se limita también a decir: "Al respecto
del quinto poliedro regular, el dodecaedro, [...] Platón es muy misterioso"5, sin buscar por otra
parte las razones de ese repentino mutismo.
Ahora bien, el dodecaedro es el poliedro polar del icosaedro, tiene doce caras que son pentágonos
regulares, veinte vértices y treinta aristas. Dividiéndolo por el procedimiento conocido, se halla
que los diámetros de la circunferencia circunscrita que pasan por los vértices de una cara la
dividen en diez triángulos rectángulos iguales, pero si se inscribe el pentalfa en la cara, el
pentágono se halla dividido por los lados del pentalfa en treinta triángulos rectángulos que no son
isósceles, ni incluso los magníficos triángulos rectángulos queridos por Timeo (aquellos cuya
hipotenusa es el doble del lado más pequeño), y que no son ni todos iguales ni todos equivalentes.
En cambio, la superficie del dodecaedro se divide en 360 triángulos y el dodecaedro
correspondiente se descompone en 360 tetraedros cuyas bases son los 360 triángulos de su
superficie y que tienen por vértice común el centro del poliedro. Ahora bien, 360 es el número de
las divisiones de los doce signos del zodíaco, y el de los días del año egipcio.
Esto que acabamos de decir lo confirman plenamente dos historiadores antiguos. Alcinoo6, después
de haber explicado la naturaleza de los cuatro primeros poliedros, dice que el quinto tiene doce
caras, como el zodíaco tiene doce signos, y añade que cada cara está compuesta por cinco
triángulos (con vértice común en el centro de la cara), de los cuales cada uno está compuesto por
seis triángulos (determinados por un diámetro y dos lados del pentalfa). En total 360 triángulos.
Plutarco, a su vez7, después de haber constatado que cada una de las doce caras pentagonales del
dodecaedro se compone de treinta triángulos rectángulos escalenos, añade que esto demuestra
que el dodecaedro representa tan bien el zodíaco como el año, puesto que se divide en el mismo
número de partes que estos. Plutarco alude manifiestamente al año egipcio, compuesto de 12
meses cada uno de treinta días, para el que los cinco días epagomeni no forman parte.
Para comprender bien la importancia que tenían estas observaciones matemáticas para los
pitagóricos y para Platón, hay que recordar: 1º) que para ellos el triángulo es el átomo superficial
(o última parte indivisible, porque es el polígono que tiene el número de lados necesarios y
suficientes para delimitar una porción del plano, y que por analogía el tetraedro, o pirámide, es el
átomo sólido, porque es el poliedro que tiene el número de caras necesarias y suficientes para
delimitar una porción de espacio); 2º) que por su misma definición, todo número poligonal es
siempre una suma de números triangulares, y que por su misma definición, todo número piramidal
es la suma de números tetraédricos. De manera que se llega a constatar que las cinco figuras
cósmicas, y en particular el símbolo del universo, estaban compuestos por tetraedros; el universo
entero se reducía a una suma de átomos tetraédricos.
Doce es el número de caras del dodecaedro y por consiguiente el de los vértices del poliedro polar
o icosaedro. Doce es también el número de las aristas del cubo y del poliedro polar u octaedro. Si
consideramos el número doce como constituido por doce vértices de un dodecaedro, y si
desarrollamos este número dodecaédrico en uno de los ángulos sólidos, tomando aquí el vértice
como centro homotético, se obtienen, según el método habitual de los pitagóricos, los números
dodecaédricos sucesivos. Las fórmulas de los números poliédricos regulares (a excepción del
número tetraédrico) han sido determinadas por primera vez por Descartes, y se hallan en un
manuscrito que permaneció inédito más de un siglo; en particular el ne número dodecaédrico viene
dado por la fórmula,
pero el ne número dodecaédrico puede obtenerse también mediante una relación entre
el ne número pentagonal y su gnomon. En efecto, los gnomons pentagonales son los números de la
serie aritmética 1, 4, 7, 10... de manera que se tiene:
1 20 84 220 816...;
El dodecaedro está inscrito en la esfera como el cosmos está rodeado de una banda, el periêkôn,
en la cosmología pitagórica, y de la misma manera que el cosmos contiene y se compone de cuatro
elementos, fuego, aire, tierra y agua, así los cuatro poliedros regulares que son sus símbolos
pueden inscribirse en el dodecaedro. Se puede, en efecto, demostrar que es posible inscribir el
hexaedro (o cubo) en la esfera y en el dodecaedro; se puede demostrar fácilmente que el
icosaedro que tiene por vértices los centros de las doce caras del dodecaedro es un icosaedro
regular inscrito; y análogamente, para el octaedro que tiene por vértices los centros de las seis
caras de un cubo; y finalmente, que se obtiene un tetraedro regular a partir del cubo, tomando
como vértices un vértice del cubo y los vértices del cubo que son sus opuestos en las tres caras que
convergen en dicho vértice. La tétrada de los cuatro elementos está contenida en el cosmos y éste
en el periêkôn, como los cuatro poliedros regulares están contenidos en el quinto y éste en la
esfera circunscrita.
Detengámonos un instante y echemos una mirada al camino recorrido. Primero hemos llegado a la
tetractys (1, 2, 3, 4), tetractys equivalente a la Década, y representada por el Delta del santuario
de Delfos, ombligo del mundo7 bis. Esta tetractys contiene la de Filolao (1, 3:4, 2:3, 1:2), donde
aparecen los mismos elementos que en la primera; por la extensión del tetracordio de Filolao,
hemos hallado la ley de quinta y hemos llegado a los números 5, 7 y 12. La octava, o la armonía
como decían los Griegos, está pues potencialmente contenida en la tetractys de Filolao, como lo
está también en la que está representada por el Delta. Además, hemos llegado al número cinco
por el método geométrico de dos maneras: por el triángulo rectángulo egipcio que tiene 5 por
hipotenusa, y por el triángulo rectángulo, de lados uno y dos, que tiene 5 como cuadrado de la
hipotenusa8.
Según lo que queda de la geometría pitagórica, y la restitución que de ella hemos hecho hace unos
años, era una geometría más general que la de Euclides y la de Arquímedes, en la medida en que
no dependía ni del postulado de Euclides sobre las paralelas ni del postulado de Eudoxo-
Arquímedes, aunque el punto de partida y el de llegada fueran probablemente los mismos. Para
Euclides, el propósito era puramente geométrico, para Pitágoras, aunque utilizando una
demostración puramente geométrica, el propósito no era ciertamente éste, ya que la
característica de la filosofía pitagórica era no olvidar jamás la relación de las diferentes ciencias
entre ellas y en particular de la geometría con la aritmética y de la música con la astronomía. Para
Pitágoras y para Platón la geometría era una ciencia sagrada, esotérica y secreta, como para los
franc-masones es el arte real de la construcción y la ciencia de los "números sagrados" que sólo
ellos conocen. Cuando la geometría euclidiana, rompiendo todo contacto y llegando a ser un fin en
sí misma, degeneró en una magnífica ciencia profana, la admirable síntesis de todas las ciencias y
de todas las artes divinizada por el genio de Pitágoras desapareció, dejando el lugar a la
especulación.
Hemos sacado a la luz ciertas trazas del vínculo profundo que unía la música a la cosmología y a la
aritmética; pero pensamos que su escaso número y rareza deben ser atribuidos justamente a la
importancia de la doctrina, que debía constituir una de las enseñanzas secretas de la escuela
pitagórica. Un indicio al mismo tiempo que una explicación nos son dados por la repentina reserva
de la que Timeo hace muestra, cuando aborda el dodecaedro, en el diálogo platónico al que ha
dado su nombre. Hubiera sido impío revelar este secreto. Y la leyenda pitagórica quería que tal
impiedad fuera vengada por el daimonion, como en el caso del pitagórico Hípaso quien, según la
leyenda, murió en un naufragio por haber hecho público la inscripción del dodecaedro en la esfera.
Platón había dicho bastante al respecto: si hubiera dicho más hubiera sido, si no imprudente, al
menos escandaloso, y Platón recuerda mê einai pròs pántas pánta rêta.
En cuanto al número siete no hemos podido llegar a él más que por la extensión del tetracordio a
la gama y a la consideración de los números piramidales de base decagonal. No existe un triángulo
rectángulo que tenga siete por hipotenusa ni que tenga siete como cuadrado de la hipotenusa, y lo
mismo ocurre con el número once.
Siete es el único número de la década que no tiene madre y es virgen, amétôr y parthénos; es por
lo que fue comparado y consagrado a Minerva, hija de Júpiter pero no de Juno, ya que salió
completamente armada del cerebro de Júpiter. Palas Atenea y el número siete, tienen ambos la
prerrogativa de la virginidad y de la inmaculada concepción.
Si pensamos que Minerva era la diosa de la Sabiduría, el sentido de este símbolo se perfila
claramente: la sabiduría divina no pertenece al mundo de la generación; es transcendente,
olímpica, inconcebible humanamente. Añadamos que la tradición mágica vincula a menudo el don
de la videncia y de la profecía a la virginidad; la lengua griega, como la lengua italiana, designa
con la misma palabra kórê a la virgen y a la pupila del ojo; y Cagliostro que utilizaba las "pupilas"
como clarividentes las llamaba así por esta razón, y "palomas" por su candor.
También Clemente de Alejandría16 señala que el número siete es virgen y sin madre, y el escritor
Aristóbulo identificaba el septenario con la luz espiritual. Delatte hace observar que esta teoría no
es, como podría creerse, una innovación hebrea, puesto que figura ya en Filolao, como testimonia
un pasaje de los Théologumena; había sido retomada en el himno al número (pitagórico-órfico)
según Aristóbulo, quien no había hecho, según su costumbre, más que adaptar este concepto a las
necesidades de la apologética hebrea. Por lo demás, siete era el número de los legendarios Sabios
de la Grecia pre-pitagórica; y siete el número de las ciencias pitagóricas, de las artes liberales,
repartidas, quizás por Boecio, en las ciencias del trivium y del cuadrivium.
El catolicismo, en contra de las otras sectas cristianas derivadas del hebraísmo, ha añadido
recientemente el dogma de la inmaculada concepción al de la virginidad de María: y les ha dado
tanta importancia que para sostenerlos no ha dudado en afrontar las dificultades inherentes a los
pasajes en los que el Evangelio habla de los hermanos y de las hermanas de Jesús; dificultad que
ha sido superada declarando que, en el Evangelio, la palabra adelphos no significa hermano sino
primo. Así de simple y cómodo. Los pitagóricos y los clásicos, hablando de la inmaculada
concepción y de la virginidad del número siete y de Palas Atenea, no tenían necesidad de ayuda de
la acrobacia de la hermenéutica para justificarse. En cuanto a nosotros, las fábulas del paganismo
no nos parecen tan absurdas como lo pretenden los paladines de la hagiografía.
Nos parece manifiesto que el dogma católico deriva del antiguo simbolismo pitagórico o, al menos,
hace referencia a éste, como es cierto que San Clemente y Aristóbulo han bebido en las fuentes
pitagóricas. No queremos detenernos a examinar hasta que punto la figura de María lo recuerda
más que la de Minerva y la de Isis, como lo demuestra la iconografía. Queremos al contrario
mostrar las proezas que llevaron a cabo ciertos autores cristianos en detrimento de la aritmética
mística pitagórica. Por ejemplo Louis-Claude de Saint-Martin, un autor cristiano, contemporáneo
de la Revolución francesa, llamado "el filósofo desconocido" o "el teósofo de Amboise", da libre
curso a su fantasía en sus escritos y sobre todo en su obra póstuma Des Nombres [De los Números]
a propósito de un sistema de mística cristiana de los números; y, delirando devotamente, no duda
en atribuir a los pitagóricos pretendidos errores para reprochárselos, exaltando su propia fe "bella,
inmortal, benéfica, acostumbrada a los triunfos". Saint-Martin afirma por ejemplo 17 que "Pitágoras
y sus discípulos se han equivocado cuando han dicho que 7 no tenía padre ni madre", y justifica
esta sentencia por la buena razón de que "el número 4 es el padre y la madre del hombre quien,
en efecto, según el Génesis, fue creado macho y hembra por esta potencia septenaria que
contiene 4 y 3". Ahora bien, Pitágoras y sus discípulos no han dicho jamás nada parecido, y el
filósofo desconocido hace una bonita mezcla entre lo que dice el Evangelio a propósito de
Melquisedec, que no tenía padre ni madre, y el hecho de que 7 era para los pitagóricos un número
consagrado a Minerva pues, como Minerva, era virgen y no era engendrado. ¡Y después de esta
bonita confusión y este desconocimiento del Evangelio, Saint-Martin no duda en corregir los
pretendidos errores de los pitagóricos!
La comparación entre los números sagrados de los pitagóricos y los de la masonería no puede
hacerse grado a grado porque la separación del ritual masónico en dos grados distintos, de
aprendiz y de compañero, es relativamente reciente, y el grado de maestro, su ritual y su
catecismo, no tiene apenas más de dos siglos. Grosso modo se puede decir que: tres es el número
del aprendiz o novicio, cinco el de compañero y siete el de maestro, o venerable.
Sin embargo no hay que aceptar, sin discernimiento, las variantes, los añadidos y en particular las
explicaciones y los comentarios de los rituales y de los catecismos relativamente modernos, en los
cuales se han infiltrado elementos que no son tradicionales, sino que muchas veces, al contrario,
son arbitrarios y personales. Por ejemplo, el orientalista Goblet dêAlviella, que fue Soberano Gran
Comendador del Supremo Consejo del Rito Escocés Antiguo y Aceptado de Bélgica, ha indianizado
los rituales de los altos grados; y, como ignoraba totalmente el hermetismo, añadió algunos
errores a su interpretación orientalista. Ragon, un escritor del último siglo, conocido antaño como
el autor sagrado de la Franc-Masonería, hizo lo mejor que pudo para interpretar los rituales, pero
llenó de definiciones y de consideraciones moralistas sus comentarios, hoy superados, los cuales
tienen muy poco que ver con el esoterismo masónico. Por el contrario, los libros de Wirth son
excelentes, a pesar de su manía por las explicaciones herméticas y de su gusto por la escuela
francesa de ocultismo, de Eliphas Levi, de Guaïta, de Papus, en base a la cábala hebrea y al tarot.
Lo mejor es atenerse a los antiguos rituales simples, despojados, esqueléticos: los ingleses
anteriores a 1730, los franceses anteriores a 1750 y los italianos anteriores a 1780 18 que no vienen
de la franc-masonería francesa.
Las dos palabras logia y masón no son palabras tomadas del inglés ni del francés. Estaban en uso
en Italia desde el siglo XIV. Se llamaba logias, a las de los hermanos comacinos [llamados así
porque procedían de la región del lago de Como], y en Florencia había muchas, como las de los
hermanos Lanzi; la pretendida derivación de logia del griego logos (verbo o palabra) carece de
fundamento y no sirve más que para justificar la veneración por el versículo de San Juan: in
principio erat Verbum. En arquitectura, logia (loggia) es el término técnico que designa una
galería abierta, elevada sobre columnas o pilastras, a menudo construida en la parte superior de
los edificios, por ejemplo el "paraíso" del teatro; es pues un término bien escogido para designar el
templo masónico, sostenido por doce columnas y que tiene por bóveda el cielo.
En la Logia hay tres luces sublimes: el Sol, la Luna y el Delta luminoso; tres luces: el Venerable y
los dos Vigilantes; tres columnas, tres ventanas, tres joyas móviles: la escuadra, el nivel y la
plomada; tres joyas inmóviles: la piedra bruta, la piedra cúbica en punta y la plancha de trazar, o
plancha de dibujo, o tabla tripartita; tres ornamentos: el pavimento mosaico, la estrella flamígera
y el cordel de nudos. Triple es el viaje simbólico del profano para ser admitido a recibir la luz;
triple la batería, el beso, el toque en el retejeo; triple el enigma propuesto al profano; y tres son
los pasos de aprendiz.
La tarea del aprendiz o novicio es desbastar y escuadrar la piedra bruta; la del franc-masón es
llegar a ver y comprender la estrella flamígera. Para descubrirla debe subir cinco escalones; debe
además labrar la piedra cúbica y escuadrarla para que sea utilizable en la construcción del templo.
Se distingue por su conocimiento de la estrella flamígera, y, como en los rituales posteriores a
1737 la letra G hace su aparición en el pentagrama, se dice que es también su deber conocer la
letra G y su significado. Todos los rituales, decimos bien todos, tienen cuidado en recordar que la
letra G es la inicial de Geometría, y los rituales escoceses que es la de God; otros rituales y otros
catecismos dicen que es la inicial de gnosis, de generación, etc. La única explicación coherente es
la primera; y los cinco escalones que el compañero debe subir corresponden al hecho de que la
geometría es la quinta de las ciencias pitagóricas, y -en nuestra interpretación- al hecho de que
para llegar a la armonía, simbolizada por la estrella flamígera, hay que extender el tetracordio, o
tetractys simbolizada por el Delta, a la ley de quinta.
En la Logia y en el cuadro de Logia del compañero, la estrella flamígera reemplaza al Delta, entre
el Sol y la Luna; hay cinco luces en vez de tres; el retejo, la batería, la edad y los pasos se basan
en cinco y no en tres.
Los escalones que hay que subir para alcanzar el Oriente son siete, y siete es el número de
escalones para llegar a la Cámara del Medio. Su número es el de las siete ciencias liberales; el
aprendiz debe conocer las tres primeras, las del trivium, ciencias puramente humanas; el
compañero debe conocer además la aritmética y la geometría; el Maestro debe, evidentemente,
conocer las otras dos, la música y la esférica, es decir la armonía de las siete notas y la armonía de
las esferas.
Siete son, en fin, los nudos del cordel que rodea las columnas del templo.
Notas
*
Cap. IV de Les Nombres dans la Tradition Pythagoricienne Maçonnique (Los Números en la
Tradición Pitagórico Masónica).
1
A. Reghini, Per la restituzione della geom. pit.
2
El pentágono regular, como el decágono y el pentalfa, pueden construirse sin compás, partiendo
de una banda de lados paralelos. Basta con anudarla, como se hace el nudo de una corbata; se ve
entonces que está plegada según tres segmentos iguales AB, CD y EA, y los dos segmentos DE Y CB
resultan también iguales a los otros tres (Figura 3). La banda continúa más allá de los lados DE y
CB del pentágono, y se tiene la figura de la mitra de un obispo (la del alfil -bishop en inglés- del
juego de ajedrez), o la del mandil del aprendiz. El cordel de nudos, o cadena de unión, que está
colocado alrededor de las columnas del templo, en número de diez sin contar las dos columnas de
la entrada del templo, forma diez nudos pentagonales, como los diez pentágonos regulares
circunscritos a un pentágono regular.
Figura 3
3
Cf. L. Robin, La pensée grecque, pág. 74.
4
Cf. M. Cantor, Vorlesungen über Geschichte der Mathematik, 2ª Edición, I, pág. 178.
5
L. Robin, La pensée grecque, pág. 273.
6
Alcinoo, De doctrina Platonis, París 1567, cap. II; ver también H. Martin, Etudes sur le Timée de
Platon, París 1841, pág. 246.
7
Plutarco, Cuestiones platónicas, V, 1.
7 bis
(Ver La Tetraktys Pitagórica y el Delta Masónico).
8
Las figuras cósmicas o poliedros regulares llevan también al número cinco.
9
Delatte, Études, págs. 134, 133, 113. Cf. Platón, República, X, 617 b.
10
Jámblico, Vida de Pitágoras, 86; Cicerón, Rep., V., 2; Favorinus, In somnium Scipionis;
Plutarco, Quaestiones Conv., 9, 14, 6, 2.
11
Platón, República, X, 617, y Delatte, Études, pág.260.
12
Cf. Delatte, Études, pág. 65.
13
Delatte, Études, pág. 264.
14
Aristóteles, Metafísica, I.
15
Proclo, citado por Loria, Le scienze esatte..., pág. 189.
16
Delatte, Études, pág. 231 y ss.
17
L.-C. de Saint-Martin, Des Nombres, París 1861, pág. 48; nueva edición por N. Chaquin, París
1946 y 1975 en pág. 43.
18
Pericle Maruzzi, Opere per una biblioteca massonica, Roma 1921.
Pentalfa.
Sinónimos :
Pentalfa – Estrella de Salomón – Pentáculo – Pentágrama
Develacion de la
Estrella Pitagórica
24 miércolesAGO 2016
No la fuerza física, que es una fuerza de tipo muy inferior; no, nos da la fuerza del
Espíritu, para vencer a los malvados. Los dos ángulos inferiores abiertos son las dos
piernas de cada uno de nos, llevan la signatura de Saturno, y ya sabemos lo que es
el aspecto negativo de la Esfera de Saturno, lo que es la terrible magia negra.
Obviamente, los tenebrosos la entienden, si está colocado ese signo con las piernas
hacia abajo. Si arriba tenemos a Júpiter con los ojos del Espíritu siempre abiertos,
es obvio que los tenebrosos, viendo esto se horrorizan, no pueden resistir, se
retiran.
A la izquierda está la Luna. El Sol representa a las fuerzas solares, a las fuerzas
positivas, masculinas. La Luna representa a las fuerzas negativas, femeninas.
Es obvio que Mercurio es el “Mensajero de los Dioses”, es el planeta que está más
cerca del Sol, es el “Ministro del Sol”. Sin Mercurio no sería posible llegar a la Auto-
Realización Intima del Ser.
Bajo Mercurio, precisamente, aparece su “Caduceo”, con las alas del Espíritu
siempre abiertas. Tal “Caduceo” está en la espina dorsal del hombre, en nuestra
médula espinal, en ese par de cordones simpáticos, conocidos en Oriente como
“Idá” y “Pingalá”: un par de cordones que se enroscan en la forma que ustedes lo
ven en el “Caduceo de Mercurio”.
Por ese par de cordones nerviosos, sube la Energía Creadora hasta el cerebro.
Ahora nos extenderemos, después de esta explicación somera, aún más. Bueno,
también aquí tenemos, en esta Pentalfa, el Bastón de los Patriarcas, la Vara de
Aarón, la caña de bambú de siete nudos, el Cetro de los Reyes, la Vara de José
florecida, que es la espina dorsal.
Obviamente, por el canal medular espinal es por donde debe subir el Fuego
Sagrado hasta el cerebro, para pasar de allí al Templo Corazón. También aparece,
en la Pentalfa, la Espada Flamígera, que no es más que el Fuego Sagrado en cada
uno de nos. Sin la Espada Flamígera, no seríamos verdaderamente dignos. Cuando
un Ángel pierde su Espada, ese Ángel se ha caído, y entonces es precipitado hacia
los infiernos atómicos.
Los dos cordones que aparecen en el Caduceo de Mercurio. Entonces los átomos
solares y lunares hacen contacto en el Tribeni, cerca del coxis, y entonces por
inducción despierta una tercera fuerza. Quiero referirme, en forma enfática, al
Fuego Sagrado de la espina dorsal, al Fuego Pentecostal, al Fuego Jehovístico, al
Fuego Sexual. Tal Fuego, ascendiendo lentamente, de vértebra en vértebra, va
despertando distintos poderes en el hombre.
Hay que trabajar, indudablemente, con el Sol y con la Luna los principios masculino
y femenino, es decir, el hombre con su mujer, la mujer con el varón. Solamente así
es posible despertar ese Fuego Sagrado que nos ha de transformar radicalmente.
Hay que aprender a manejar el báculo y la espada, hay que aprender a manejar el
“Vaso de Hermes” la Copa Sagrada. Sólo así es posible la transformación total.
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https://www.ivoox.com/concomitancias-sagradas-del-fuego-secreto-samael-aun-audios-
mp3_rf_12044678_1.html
El Pentagrama Esotérico
Esta estrella de cinco puntas o Pentalfa está llena de símbolos de
profundo significado y encierra en sí todo el conocimiento oculto;
representa al hombre auto-realizado en armonía con el universo.
Cuando el pentagrama está colocado con el ángulo superior hacia
abajo y los dos ángulos inferiores hacia arriba, es negativo y tenemos
el signo de la magia negra, en forma opuesta, situado con el ángulo
superior hacia arriba y los dos ángulos inferiores abajo, estaremos
invocando a las fuerzas benéficas, simboliza a lo divinal, lo utilizamos
para llamar a los seres divinos.
Hablaremos de él en su forma positiva. En su ángulo superior está el
símbolo de Júpiter, padre de los dioses, el eterno Dios viviente, con
los ojos de la divinidad, siempre abiertos indicando que todo lo
observa.
En sus dos “brazos” el símbolo de Marte, símbolo de la guerra que
nos da la fuerza del espíritu como un hombre con sus brazos
extendidos. En los dos ángulos inferiores a manera de pies el símbolo
de Saturno, la Gnosis es la ciencia de Saturno, la ciencia del
conocimiento iniciático, el conocimiento de los misterios de la vida y de
la muerte.
En la parte central encontramos a la izquierda un Sol que representa
las fuerzas masculinas y a la derecha una luna, las fuerzas lunares o
femeninas.
Entre ambos en la parte más central se encuentra el símbolo de
Mercurio, el mensajero de los Dioses, el ministro del Sol. Sin el
Mercurio de la filosofía secreta es imposible la autorrealización del
Ser. El Caduceo de Mercurio con sus dos serpientes, representa los
dos cordones ganglionares por donde asciende la energía sexual
hasta el cerebro y nos da las alas del espíritu.
En su parte derecha tiene un báculo de siete nudos y tres borlas que
alegoriza la columna espinal con sus siete chacras desarrollados, el
bastón de los patriarcas, la vara de Aarón, el cetro de los reyes, la
vara de José. Los tres círculos representan las tres fuerzas primarias
de la naturaleza, (Padre, Hijo y Espíritu Santo), la ley del tres. El Santo
Triamazikamno.
En la parte inferior encontramos la espada flamígera, el fuego
sagrado que tienen los ángeles. Si el ángel pierde su espada cae en
los infiernos atómicos. En su parte superior derecha tiene una copa,
símbolo del Yoni femenino, también representa la mente superior. A
su alrededor se encuentra la palabra Tetragramaton. Tetra es la
trinidad dentro de la unidad de vida, es también una palabra mántrica
que no debe pronunciarse en vano.
Vemos en los brazos varias letras hebreas, aparecen: Iod, He, Vau,
He. Iod como principio masculino o partícula divina. He, principio
femenino divino. Vau, principio masculino sexual y He, principio
femenino sexual.
https://www.samaelgnosis.net/revista/ser73/pentagrama.html