BLOQUE 7.
2: LA GUERRA DE CUBA Y LA CRISIS DE 1898
La Guerra de Cuba es el acontecimiento que marcó el punto de inflexión en la Historia de España entre el S.XIX-XX
y que se resolvió con un humillante desastre militar frente a EEUU en 1898. Tras ello, se desata la catastrófica Crisis
de 1898, caracterizada por un clima de pesimismo nacional y por la búsqueda de un espíritu regeneracionista, que
llevarían al debilitamiento y descomposición del sistema de la Restauración.
1. El conflicto colonial (1868-1895)
Tras la independencia de los nuevos países americanos durante el reinado de Fernando VII, el gran imperio colonial
español queda reducido a Cuba, Puerto Rico y Filipinas; un proceso que España sufría a la inversa del resto de países
europeos, que conformaban grandes imperios coloniales durante el S.XIX.
Cuba era la principal de las colonias españolas, con un gran potencial económico basado en la agricultura y en la
exportación de azúcar, café y tabaco, que requería de una importante mano de obra esclava. Estados Unidos no era
muy partidario de la presencia europea cerca de su territorio, pues defendía una política de supremacía continental
(América para los americanos), y tenía importantes intereses económicos en Cuba.
De esta forma, en el último tercio del S.XIX, se desarrolló en Cuba un fuerte movimiento nacionalista en defensa de la
independencia de la isla, con figuras como Rafael Montoro y José Martí. En 1892, éste último había fundado el
Partido Revolucionario Cubano (PRC), cuyo objetivo era la instauración de una República independiente. En ese
mismo año, en Filipinas, José Rizal fundó la Liga Filipina, cuyos objetivos residían en la expulsión de los españoles
de las órdenes religiosas, la confiscación de los latifundios y la independencia.
Las causas por las que se levantó el pueblo cubano fueron el incumplimiento por parte de España de lo acordado en la
Paz de Zanjón, la incapacidad económica española para proveer a la isla de manufacturas y reformas económicas que
permitieran su desarrollo, y la falta de una mayor autonomía para Cuba. A esto, también se sumaron la explotación del
pueblo cubano en beneficio de las élites españolas, la reclamación de los criollos blancos de mayores libertades, el fin
de la esclavitud de campesinos negros y los intereses económicos de EEUU.
Por estos motivos, se inicia la Guerra Grande o de los 10 años el 10 de octubre de 1868, el primer intento
independentista cubano que se prolongó hasta 1878 debido al inestable Sexenio Democrático español. Su comienzo
fue marcado por el Grito de Yara, una rebelión liderada por Carlos Manuel Céspedes en defensa de la abolición de la
esclavitud y la independencia de Cuba.
Esta guerra de guerrillas fue protagonizada por un bando cubano que contaba con importantes militares como Máximo
Gómez y Antonio Maceo. La situación no pudo ser controlada hasta que España se estabiliza con la Restauración y
envía refuerzos al mando del general Martínez Campos. Así, dicha guerra finaliza con la Paz de Zanjón en 1878,
quedando sin resolver asuntos como la autonomía de la isla y la abolición de la esclavitud.
Consecuentemente, se inicia la Guerra Chiquita en 1879, el segundo intento independentista cubano que se prolongó
hasta 1880. Su comienzo tiene lugar debido al rechazo hacia la Paz de Zanjón por parte de un grupo de
independentistas cubanos liderados por el general Calixto García. No obstante, la rebelión fue rápidamente controlada
por el ejército español.
2. La Guerra de Cuba (1895-1898)
Entre 1880-1895, España experimentó un periodo de estabilidad interna y externa. Sin embargo, el problema de Cuba
siguió presente en la política española; el ministro de Ultramar Antonio Maura planteó un proyecto de autonomía para
la isla que resultó un fracaso, rechazado por los constitucionalistas españoles y los independentistas cubanos. Así,
entre 1895-1898, se desarrolló una tercera y definitiva Guerra de Cuba dividida en 2 fases: la guerra hispano-cubana
(1895-1898) y la guerra hispano-estadounidense (1898).
La guerra hispano-cubana empezó en febrero de 1895 con la insurrección armada del Grito de Baire. Estuvo liderada
por José Martí y los generales Máximo Gómez y Antonio Maceo, que publicaron el Manifiesto de Montecristi. La
insurrección, basada en el sistema de guerrillas, se extendió rápidamente por toda la isla.
En consecuencia, el gobierno español de Cánovas envío nuevamente al general Martínez Campos, que intentó
controlar las vías de comunicación y los centros productores de la isla. Ante su fracaso, fue sustituido por el general
Valeriano Weyler, dispuesto a aplastar la rebelión cubana a cualquier precio. Con él, se ejerció una política de
represión: se creó un sistema de trochas, unos muros que dividían el territorio cubano para así controlar las distintas
zonas de la rebelión; y, además, se llevó a cabo un sistema de concentración de la población cubana para aislar a los
grupos rebeldes.
Estas duras medidas supusieron un éxito militar, pero también un fracaso político, pues la imagen internacional de
España quedó muy dañada por la gran violencia ejercida hacia la población cubana. Asimismo, en 1897, Cánovas fue
asesinado y el nuevo presidente Sagasta destituyó a Weyler. Sagasta, desesperado, le concedió a Cuba su autonomía
política y arancelaria, el sufragio universal y la igualdad de derechos. No obstante, estas medidas llegaron demasiado
tarde, y los independentistas, con el apoyo económico y propagandístico de EEUU, se negaron a aceptarlas. Por otro
lado, entre 1897-1898, estalló en Filipinas una insurrección independentista liderada por José Rizal.
Entre tanto conflicto, EEUU intervino en la guerra hispano-cubana y, en 1897, le propuso a España una oferta de
compra de Cuba por 300 millones de dólares, que fue rechazada. En febrero de 1898, la explosión y hundimiento del
acorazado Maine, barco estadounidense anclado en el puerto de la Habana, se convirtió en la chispa de la guerra
hispano-estadounidense, pues aunque el origen de la explosión fue accidental, el gobierno y la prensa estadounidenses
acusaron a España del atentado cometido. De esta forma, en abril de 1898, EEUU estableció un ultimátum de
condiciones inaceptables para España, y el presidente William Mackinley les declaró la guerra.
El conflicto bélico hispano-americano acabó en apenas 3 meses y de forma aplastante, con las desastrosas batallas
navales de Cavite (Filipinas) y Santiago de Cuba, donde la flota española fue arrasada. En julio de 1898, España
solicitó un armisticio a EEUU y, en diciembre, se firmó el Tratado de paz de París, mediante el que Cuba se
convertiría en un país independiente aunque bajo control económico estadounidense, Puerto Rico y Filipinas serían
cedidos a EEUU y España recibiría 20 millones de dólares.
3. La crisis de 1898
El desastre de 1898 desencadenó una profunda crisis que terminaría afectando a todos los aspectos de la sociedad
española. Dicha crisis marcó un punto elemental de la Historia de España; consumida en un conjunto de
consecuencias y nuevos movimientos reivindicativos que surgieron a raíz de la catástrofe militar de Cuba. Este
periodo se desarrolló durante los primeros años del S.XX, caracterizándose por un ambiente de escepticismo nacional
y la búsqueda del regeneracionismo español.
Las principales consecuencias de la contienda son las siguientes: demográficas, con la importante pérdida de unos
55000 soldados debido a enfermedades, violencia y malas condiciones; territoriales, con la pérdida española de sus
últimas colonias, hecho que le llevaría a adentrarse en una nueva aventura colonial en África (Marruecos); políticas,
afectando a los dos grandes partidos dinásticos y al sistema de la Restauración; económicas, con los significativos
gastos de guerra, la fuerte inflación, la pérdida del comercio colonial y la repatriación de capitales invertidos en Cuba;
culturales, con el surgimiento de movimientos intelectuales que defendían la necesidad de una regeneración de
España; y, por último, militares, con el gran desprestigio del ejército español y el antimilitarismo.
Por otra parte, a nivel intelectual, la crisis de 1898 trajo consigo una oleada de pesimismo que tuvo como gran tema el
problema de España, un país atrasado que necesitaba solución. Para ello, nació el movimiento intelectual y político del
Regeneracionismo, liderado por Joaquín Costa. Con él, se pretendía sacar a España de su atraso, regenerarlo y
acercarlo al resto de Europa. También se criticó fuertemente el sistema político de la Restauración y se planteó una
reforma integral de España a todos los niveles, una intervención llevada a cabo por un líder con amplios poderes
(cirujano de hierro).
Asimismo, también nació la Generación del 98, un movimiento intelectual y literario lleno de grandes figuras
(Unamuno, Valle Inclán, Machado, Azorín, Baroja) entre cuyos temas principales estuvo el problema de España.
Por otro lado, el desastre de 1898 también provocó el debilitamiento y la descomposición del sistema de la
Restauración a lo largo del reinado de Alfonso XIII (1902-1931). España continuó siendo una falsa democracia,
continuando el turnismo pacífico y el bipartidismo mediante el fraude electoral y el caciquismo. Además, los partidos
políticos seguían centrados en sus intereses y alejados de los problemas de la población.
Asimismo, tras la desaparición de Cánovas y Sagasta, surgieron enfrentamientos internos en el gobierno, pues los
nuevos líderes políticos del partido conservador (Silvela, Maura y Dato) y del liberal (Canalejas, Romanones y García
Prieto) no estuvieron a la misma altura. Así, los intentos de aplicar las ideas regeneracionistas tuvieron escaso éxito, lo
que dio paso a un nuevo periodo de la Historia de España marcado por la caída del sistema de la Restauración y por la
implantación de un régimen dictatorial.