Tarea 3
XXVI. LA EUCARISTÍA
- El mayor de los sacramentos
El sacramento de la Eucaristía es el más importante y significativo dentro de nuestra religión. Se compara
el estudio de este sacramento con redescubrir una tierra conocida, con la esperanza de encontrar
detalles que en algún momento se han pasado por alto. Aquí es importante ver cómo, a diferencia de
otros sacramentos que son instrumentos para transmitir la gracia de Dios, en la Eucaristía se recibe al
mismo Jesucristo en su forma real y verdadera.
El nombre oficial de este sacramento es "Sagrada Eucaristía", y se deriva del término griego
"eucharistia", que significa "acción de gracias". Nos menciona que el sacramento ha sido conocido con
varios nombres a lo largo de la historia, pero el término Eucaristía se ha mantenido desde los comienzos
de la Iglesia, en referencia al acto de dar gracias de Jesús durante la Última Cena.
La Eucaristía es tanto un sacrificio como un sacramento. Como sacrificio, es la Misa, en la que Jesús se
ofrece a sí mismo a través de un sacerdote, transformando pan y vino en su Cuerpo y Sangre, porque se
cree que en ella se renueva y actualiza el sacrificio que Jesucristo hizo en la Cruz por la redención de la
humanidad. continuando el ofrecimiento que hizo en el Calvario. El sacramento de la Eucaristía se
concreta en la Consagración de la Misa, que es un signo visible y eficaz de la gracia de Dios, donde Jesús
se hace presente en las apariencias de pan y vino. Recibir la Eucaristía se llama la Sagrada Comunión.
Existe un punto clave en el Evangelio de Juan en el que Jesús promete dar su Carne y Sangre como
alimento espiritual. Aquí podemos ver cómo es que algunos discípulos abandonaron a Jesús debido a la
dificultad de comprender esta promesa literal de comer su Carne y beber su Sangre.
La gran importancia es aquí la de comprender la Presencia Real de Jesús en la Eucaristía.
- Jesús mantiene su promesa
Jesús en la institución de la Eucaristía mantiene una promesa y cumplimiento de esta. En la sinagoga de
Cafarnaún, Jesús prometió dar su Cuerpo y Sangre como alimento de salvación. En la Última Cena,
cumplió esta promesa al poner en prueba a la Iglesia con su Persona viva. Los relatos de Mateo, Marcos,
Lucas y Pablo nos van describiendo cómo Jesús tomó pan y vino, afirmando que eran su Cuerpo y
Sangre. Después de todo eso los Apóstoles entendieron estas palabras literalmente y de ahí que la
creencia en la Presencia Real de Jesús en la Eucaristía fue transmitida por los Apóstoles a la Iglesia
naciente.
Jesús habló en un momento solemne, como en un testamento, y en sus palabras nos está hablando de
manera literal y directa sobre la realidad de la Eucaristía. Si hubiera usado metáforas, sus seguidores
habrían adorado un simple pan, lo que Dios no induciría. Los Apóstoles así entendieron sus palabras
literalmente y si hubieran caído en algún error seguramente Jesús los habría corregido. También
encontramos, el testimonio de San Pablo en 1 Corintios subraya la realidad de la Presencia Real. Muchos
como los reformadores protestantes, como Lutero, intentaron explicar la presencia de Jesús en el pan y
vino, pero sus interpretaciones no tienen gran relevancia, carecen de solidez.
Nosotros como católicos creemos fielmente en toda la verdad que la iglesia nos muestra, así como la
mostró Jesús a sus apóstoles y seguidores sin importar que tan cultos eran o no.
La importancia de la Sagrada Eucaristía como el mayor sacramento en dónde sabemos que otros
sacramentos son vitales para la gracia divina, pero la Eucaristía se destaca por ser una comunión directa
con Jesucristo en su Cuerpo y Sangre.
