HABACUC
Daniel Rivera Meraz
I. LA PERSONA.
Habacuc (en hebreo, Habaqqúq; en la versión griega, Ambakoúm, que es el nombre de una hortensia) es uno de los
doce profetas menores del que no sabemos nada seguro, fuera de lo que se puede deducir de la lectura de su escrito. En
el relato deuterocanónico y legendario que encontramos en Dan 14,32-38 (cuando, en Palestina, él se disponía a llevar la
comida a los segadores, un ángel del Señor lo tomó por los pelos y lo llevó a Babilonia; introducido en la fosa de los
leones, le dio al profeta Daniel la comida que había preparado y luego fue devuelto por el ángel a "su sitio") se nota
ciertamente la huella de una antigua tradición a la que se vincula la versión griega de los LXX. Algún autor moderno (S.
Mowinckel) ha creído que esta tradición da pie para pensar que el profeta era de estirpe levítica, perteneciente por
tanto a los llamados "profetas cultuales", observación ésta que corresponde bastante bien al contenido.
El período en que vivió parece ser que transcurre entre la muerte del rey Josías (609) y la victoria de Nabucodonosor
sobre Egipto (605). En diversos momentos el profeta contrapone la actitud y el destino del inocente al del culpable, con
alusiones a unos sucesos históricos muy concretos, aunque a menudo se nos escapan. Contempla visiones terribles;
espera que se van a realizar instantáneamente; dialoga francamente con Dios, no se limita a escuchar la Palabra de Dios
y a transmitirla. Constata que el castigo de un grupo opresor supone simplemente su sustitución por otro poder más
cruel todavía. Pero en la fe comprende que todo grupo opresor acabará siendo castigado por Dios.
II. EL TIEMPO.
Para determinar el tiempo de composición es decisivo identificar al "enemigo" de Hab. Algunos autores ven en este
"enemigo" a un personaje del propio reino de Judá, entre los años 609-598, que en el año 602, al rebelarse contra
Nabucodonosor, originó la invasión del país; otros identifican al "enemigo" con los griegos y fechan el libro en la época
de Alejandro Magno; otros, por el contrario, ven en este "enemigo" a los asirios; otros, a los neobabilonios. En definitiva,
la fecha más probable de redacción del libro es anterior al año 612, ya que supone la existencia del imperio asirio, cuya
capital, Nínive, cayó precisamente aquel año. Por otra parte, no se puede negar que los neobabilonios (el "enemigo" que
el profeta designa como "los caldeos") estaban ya en el horizonte, puesto que se había iniciado ya la rebelión de
Nabopolasar (625-605), el fundador de la dinastía neobabilónica. Entre ambas fechas (625-612) podemos situar
entonces la actividad profética de Habacuc, actividad que correspondería aproximadamente a la de / Nahún.
Se puede recordar que entre los manuscritos hebreos de la región de Qumrán se encuentra un comentario a Habacuc de
grandísimo interés tanto para la historia de la comunidad esenia como sobre todo por la documentación que nos ofrece
sobre la metodología de la lectura que se hacía de él en el siglo ua a.C. Así, por ejemplo, la lectura actualizante que de él
hacían los "monjes" de Qumrán los llevaba a identificar al "enemigo" con los "Kittim", es decir, con los seléucidas o con
los romanos.
III. EL ESCRITO.
Por la armoniosa belleza de algunos pasajes, por la nobleza y la originalidad de las imágenes y por la sinceridad del
acento, este librito es uno de los más atractivos de la Biblia. El autor ha conseguido expresar la angustia trágica de una
nación injustamente oprimida por tiranos orgullosos, que sabe encontrar la paz en la certeza de que, al final, el bien se
impondrá sobre el mal, y sabe ver, gracias a su fe en la justicia divina, la victoria del justo oprimido por el impío. Pero
esta breve profecía (tres capítulos) constituye además uno de los textos más enigmáticos desde el punto de vista
cronológico. A ello se debe la disparidad de sentencias que antes comentábamos.
1. EL MENSAJE.
El mensaje de Habacuc consiste en una colección de lamentaciones, de oráculos, de amenazas, más una plegaria
bellísima; todo ello compuesto probablemente en una atmósfera litúrgica, es decir, relacionada con el templo y con las
asambleas populares, de manera que los tres capítulos representan otros tantos coloquios del profeta con su Dios. Al
principio el profeta se lamenta de que el justo sea oprimido y de que la ley se vea desautorizada (1,1-4). Yhwh responde
que suscitará a los caldeos para castigar al enemigo, y el profeta da una admirable descripción de su fuerza y de su
ímpetu (1,5-11). Luego el autor se queja ante Dios por el comportamiento de los tiranos, esperando de él una respuesta
(1,12-2,1). Yhwh responde que el hombre que no tenga un ánimo recto perecerá, mientras que el justo vivirá por su fe
(2,2-5). En una serie de cinco "¡ ay!" el profeta asegura que las naciones antes oprimidas por el tirano pueden levantar la
cabeza, seguras de que éste se verá pronto aplastado y destruido (2,6-20). La oración de 3,1-19 es un salmo que celebra
la epifanía de Yhwh, el cual• se dispone a aplastar al enemigo, y termina con la confesión de la serena esperanza del
poeta-profeta en la intervención divina. Más de cuanto normalmente nos es dado en otros profetas, aquí es posible
constatar el proceso interior de la experiencia profética (cf también Is 21,1-10), es decir, la manera con que Habacuc se
preparaba a recibirla visión (2,1-2) y la lucha física e interior que de allí se derivaba (3,16). Si Habacuc fue
verdaderamente un profeta al servicio del culto, se comprenderían mejor ciertas características suyas y también el
hecho de que ya en el título se le designe como "profeta", cosa que fuera de aquí ocurre solamente en los libros de Ageo
y de Zacarías. A diferencia de otros, pero de acuerdo con Nahún, Habacuc no hace reproches a su pueblo, sino sólo a los
demás.
2. ASPECTOS PROPIOS
Otras observaciones sobre este escrito. En 2,1 el profeta afirma que quiere velar con el oído bien atento a la respuesta
divina, como un soldado de guardia que vela desde la torre de la ciudad, revelando así su carácter de intermediario
entre Dios y el pueblo.
En 2,4 se lee uno de los textos que más discusiones ha suscitado entre los teólogos, ya que ha sido muy explotado por el
NT a propósito de la doctrina de la justificación por medio de la fe (Rom 1,17; Gál 3,11; Heb 10,38) [/ Justicia; / Pablo III].
El sentido fundamental en el profeta Habacuc es el siguiente: la fidelidad a la palabra y a la voluntad de Dios caracteriza
al justo y le garantiza aquí abajo la seguridad y la vida; el impío no tiene esta fidelidad, y por eso va camino de la ruina. El
texto tiene un sentido general; pero en el contexto se refiere a los caldeos, que no tienen "fe" y por eso habrán de
perecer, y a la tribu de Judá, que tiene "fe" y en virtud de esa fe podrá vivir.
En las dos últimas líneas de 3,2 —que en el texto hebreo suenan: "¡Hazla revivir (tu obra) en nuestro tiempo, en nuestro
tiempo dala a conocer y en la ira acuérdate de compadecerte!"—, la versión griega sigue una lectura especial que ha
dado origen a la representación del belén. En efecto, en el texto griego se lee: "Te manifestarás en medio de dos
animales; cuando estén próximos los años, serás conocido; 'cuando llegue el tiempo, te manifestarás". Con este texto se
relaciona Is 1,3: "Conoce el buey a su señor y el asno el pesebre de su amo". No se comprende cómo se insinuó la
tonalidad mesiánica en la versión griega; la versión de la Vulgata no sigue el texto griego, sino el hebreo.
¿Quién, dónde y cuándo?
Según 1:1 y 3:1, se atribuye el mensaje profético a Habacuc. Su nombre puede relacionarse con el verbo jabad2263, que
significa "abrazarse". Nada se dice de su patria. Contemporáneo de Jeremías y Nahúm, probablemente vivió en Judá a
finales del reinado de Josías. Algunos lo ubican entre 625-604 a. C. ó 604-575 a. C., ya que se menciona el
levantamiento de Babilonia como imperio (1:6) y sus conquistas (2:5, 8-10). Su ministerio se desarrolla en el marco
histórico de dos grandes poderes: al norte, asirios y neo-babilonios, y al sur, egipcios, todos en una constante lucha por
el poder. Asiria sucumbe ante Babilonia y sigue un camino de arrogancia y opresión. Entretanto, Israel vive en medio de
ellos rodeado de injusticias, codicias, abusos e idolatría. La realidad angustiosa que experimenta el profeta lo lleva a
preguntar: ¿Hasta cuándo, oh Señor? (1:2). Habacuc representa al pueblo expectante en un contexto de opresión y
violencia. Habacuc es hijo de su tiempo.
¿Cuál fue la intención del autor?
Su mensaje está íntimamente ligado con una realidad que lo interpela y lo lleva a preguntar a Dios.
Bien podría ser definido como "el profeta de la teología de la fidelidad al Señor" o "el teólogo de la pregunta" (1:2, 3). Sus
preguntas marcan la tonalidad de su mensaje hasta que recibe la respuesta del Señor (1:5-11; 2:1-5), que se podría
resumir: en medio del contexto de tanta injusticia y violencia que vive el pueblo en desesperanza y temor, hay que confiar
en el Señor, porque: aquel cuya alma no es recta dentro de sí está envanecido, pero el justo por su fe vivirá (2:4). El justo
es llamado a vivir con fidelidad a Dios en medio de la ejecución de un juicio divino en contra de Israel por su corrupción y
de Babilonia por su opresión.
La fe es el estilo de vida del justo. No se trata de una fe escapista o espectadora de la realidad, sino justamente la que lo
compromete a ser fiel en su realidad. Desde este entendimiento de la fe como dinámica de vida en fidelidad a Dios, se
puede comprender el juicio de los injustos y la confianza absoluta en el Señor que interviene y actúa poderosamente. La
fe de la que nos habla Habacuc está anclada en la confianza de que el Señor interviene en la historia, y nos convoca a la
búsqueda de la justicia.